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Concordancias: Artículos 17, 18.2 18.3, 19, 20, 21, 28.2, 37.2, 81, 116.
La sistemática de nuestra Constitución es, en este punto, muy correcta, dado que
nada resulta más acertado que, después de reconocerse por el texto constitucional unos
derechos y libertades, y después de articular un sistema de garantías que aseguren su
eficacia, contemplar las situaciones extraordinarias que permitirían, excepcionalmente,
que los derechos y libertades constitucionalmente garantizados pudieran ser
suspendidos. Porque un Estado de Derecho que se precie de serlo ha de contemplar no
sólo el funcionamiento de las instituciones en situaciones de normalidad, sino que ha
también de prever, en la medida de lo posible, las situaciones de crisis o anormalidad. Y
lo hace a través del llamado "Derecho de excepción", que se resume en la previsión de
dos medidas: la suspensión de derechos y libertades, por una parte, y, por otra, la
alteración del equilibrio de poderes Ejecutivo-Legislativo.
Por otro lado, la Ley Orgánica 4/1981, al desarrollar el artículo 55.1 de la
Constitución y referirse a la suspensión de derechos y libertades, consciente de la
anormalidad de tal situación, la rodea de determinadas garantías que suponen, al fin y al
cabo, una serie de límites a los poderes del Ejecutivo. Porque el restablecimiento del
orden público o del normal funcionamiento de las instituciones del Estado requiere
dotar al Gobierno de facultades que van mucho más allá de sus facultades ordinarias,
pero no de poderes absolutos. A los límites y garantías de la suspensión de derechos y
libertades nos referiremos de inmediato.
* Efectos de la suspensión. Con independencia de que cada una de las situaciones de
excepción traiga consigo unos determinados efectos, derivados de sus propias
características, lo cierto es que si no la Constitución, sí la Ley Orgánica de los estados
de alarma, excepción y sitio ha previsto unos genéricos:
Es importante destacar este último punto pues queda claro que aunque se produzcan
cualquiera de los estados excepcionales contemplados, se mantienen vigente el derecho
a la tutela judicial efectiva del art. 24.1 CE.
También interesa destacar que al amparo de este apartado se aprobó la LO 4/1988, de
25 de mayo, de reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que introdujo el art. 520
bis y dio nueva redacción a los arts. 553 y 579, entre otros.
Finalmente, la legislación penal ordinaria ha acabado por integrar en su texto, junto
al régimen común, éste de excepción.
Del descrito complejo normativo, dentro del cual la suspensión de derechos no es más
que una de las medidas previstas, destacamos únicamente, para lo que aquí interesa,
algunos datos:
* El ámbito de aplicación de la "legislación terrorista" es, por lo que se refiere a las
personas afectadas, las "integradas en bandas armadas o relacionadas con actividades
terroristas o rebeldes" que hayan sido autores, cómplices o encubridores de una serie de
acciones delictuales. Y por lo que respecta a los delitos, sin ánimo exhaustivo, podemos
señalar los delitos contra la vida y la integridad física, las detenciones ilegales bajo
rescate, coacciones, amenazas, extorsiones, delitos contra la seguridad exterior del
Estado, atentados contra la autoridad, sus agentes, funcionarios, asaltos a
establecimientos militares... y otros delitos que la legislación penal califique como
terroristas.
* Los derechos y garantías cuyo ejercicio puede ser individualmente suspendido son,
a tenor del texto constitucional:
- Clausura de los medios de difusión, lo que supone afectar la libertad de prensa (art.
20)
- Suspensión de cargo público y privación del derecho de sufragio pasivo (art. 23.2)
- Declaración de ilegalidad y disolución de partidos políticos y asociaciones, frente a
la libertad de asociación (art. 22)
Sobre estas cuestiones, reguladas al margen del texto constitucional, el Tribunal
Constitucional tuvo ocasión de pronunciarse en una sentencia 199/1987, de 16 de
diciembre, declarando la nulidad de la clausura de medios de comunicación por
considerarla un atentado desproporcionado a la libertad de expresión, pero sin
pronunciarse expresamente sobre las restantes privaciones de derechos "extra
constitutionem".
* En fin, el artículo 55.2 de la Constitución contiene algunas cautelas en relación con
la adopción de medidas de suspensión individual de derechos y libertades: "la necesaria
intervención judicial y el adecuado control parlamentario", que se ha concretado en un
deber de información al Congreso de los Diputados y al Senado. La utilización
injustificada y abusiva de estas medidas, a tenor del último inciso del artículo 55.2,
puede dar lugar a responsabilidad -penal según el texto constitucional, también civil
según la legislación de desarrollo- como violación de los derechos y libertades
reconocidos por las leyes; lo cual es lógico, si se tiene en cuenta que la suspensión de
derechos y libertades es una medida cuya adopción, según venimos diciendo, ha de ser
muy excepcional, y que sólo se justifica en casos también excepcionales.
Para cerrar este comentario, una reflexión final en relación con ello: No deja de
resultar sorprendente -o si se quiere, un tanto anómalo- el que la Constitución contemple
en su texto unas medidas que, si bien encuentran su justificación en la lucha contra un
mal terrible como es el terrorismo en nuestro país, responden a circunstancias
extraordinarias y, por tanto, temporales. La constitucionalización de tales medidas dota
de estabilidad y permanencia a un instituto que, por su propia naturaleza, ha de ver
limitadas su aplicación y vigencia. En cualquier caso, tampoco ello debe ser
considerado con absoluta extrañeza, porque situaciones semejantes se encuentran en el
Derecho Comparado (en la Ley Fundamental de Bonn, por ejemplo), y numerosas
democracias se han planteado el hacer frente al problema del terrorismo con normativas
específicas, de diverso rango, pero cuyo denominador común es la limitación,
restricción o privación de derechos y libertades. Quizá el ejemplo más paradigmático
sea la Patriotic Act de Estados Unidos aprobada en el año 2001 como consecuencia de
los ataques terroristas sufridos contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de ese
mismo año. En todo caso, en la actualidad, el enfoque de la excepción a situaciones
terroristas ya ha perdido el carácter local para convertirse en un problema de naturaleza
global.