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Interrupciones en el orden social

La distorsión es […] el modo de subjetivación en el cual la verificación de la


igualdad asume una figura política. Hay política en razón de un solo universal, la
igualdad, que asume la figura específica de la distorsión 56

La política antigua obedecía al solo concepto del demos y sus propiedades


impropias, abriendo el espacio público como espacio del litigio. La política moderna
obedece a la multiplicación de las operaciones de subjetivación que inventan mundos de
comunidad que son mundos de disentimiento, a los dispositivos de demostración que
son, en cada momento, al mismo tiempo argumentaciones y aperturas de mundo, la
apertura de mundos comunes -lo que no quiere decir consensuales-, de mundos donde el
sujeto que argumenta se cuenta como argumentador. […] La política moderna existe por
la multiplicación de los mundos comunes litigiosos previos en la superficie de las
actividades y los órdenes sociales. […] La política antigua obedecía únicamente a la
cuenta errónea de ese demos que es parte y todo y de esa libertad que no pertenece más
que a todo él al pertenecer a todos. La política moderna obedece al despliegue de
dispositivos de subjetivación del litigio que vinculan la cuenta de los incontados a la
diferencia consigo mismo de todo sujeto apto para enunciarla 79 80 [política antigua
= posición popular de sujeto, política moderna = posición democrática de sujeto
¡!!!!!]

Sujeto:
[la política] Existe gracias a unos sujetos o unos dispositivos de subjetivación
específicos. Estos miden los inconmensurables, la lógica del rasgo igualitario y la del
orden policial. Lo hacen uniendo al título de tal grupo social el mero título vacío de la
igualdad de cualquiera con cualquiera. Lo hacen superponiendo al orden policial que
estructura la comunidad otra comunidad que no existe sino por y para el conflicto, una
comunidad que es la del conflicto en torno a la existencia misma de lo común entre lo
que tiene parte y lo que no la tiene. 51 52

La política es asunto de sujetos, o más bien de modos de subjetivación. Por


subjetivación se entenderá la producción mediante una serie de actos [¿quién produce
esos actos? ¿hay un sujeto de esos actos? ¿esto quiere decir que hay un sujeto que
produce la subjetivación de un sujeto? ¿estos dos sujetos, el subjetivante y el
subjetivado, son el mismo?] de una instancia y una capacidad de enunciación que no
eran identificables en un campo de experiencia dado, cuya identificación, por lo tanto,
corre pareja con la nueva representación del campo de la experiencia. Formalmente, el
ego sum, ego existo cartesiano es el prototipo de esos sujetos indisociables de una serie
de operaciones que implican la producción de un nuevo campo de experiencia. Toda
subjetivación política proviene de esta fórmula [esta fórmula es la fórmula de una
decisión]. Esta es un nos sumus, nos existimus. Lo que quiere decir que el sujeto que
aquélla hace existir no tiene ni más ni menos consistencia que ese conjunto de
operaciones y ese campo de experiencia. 52
En política, "mujer" es el sujeto de experiencia -el sujeto desnaturalizado,
desfeminizado- que mide la distancia entre una parte reconocida -la de la
complementariedad sexual- y una ausencia de parte […] Toda subjetivación política es
la manifestación de una distancia de este tipo. […] Toda subjetivación es una
desidentificación, el arrancamiento a la naturalidad de un lugar, la apertura de un
espacio de sujeto donde cualquiera puede contarse porque es el espacio de una cuenta
de los incontados, de una puesta en relación de una parte y una ausencia de parte. 53
[acá está el desdoblamiento de la equivalencia!!!]

Es también que la relación del "nosotros", del sujeto de enunciación que abre la
secuencia, con el sujeto de enunciado cuya identidad se da a conocer (ciudadanos,
trabajadores, mujeres, proletarios), sólo se define por el conjunto de las relaciones y
operaciones de la secuencia demostrativa. 80 [la identidad es relacional = relación de
equivalencia y autonomía]

La política es la institución del litigio entre clases que no lo son


verdaderamente. "Verdaderas" clases: esto quiere decir -querría decir- partes reales de la
sociedad, categorías correspondientes a sus funciones. 33

lo social sólo existe como esfuerzo parcial por instituir la sociedad —esto es, un
sistema objetivo y cerrado de diferencias— el antagonismo, como testigo de la
imposibilidad de una sutura última, es la «experiencia» del límite de lo social. 215

Si la lengua es un sistema de diferencias, el antagonismo es el fracaso de la


diferencia y, en tal sentido, se ubica en los límites del lenguaje y sólo puede existir
como disrupción del mismo —es decir, como metáfora—. 215

…una totalidad discursiva nunca existe bajo la forma de una positividad


simplemente dada y delimitada, […] la lógica relacional [diferencial] es una lógica
incompleta y penetrada por la contingencia. 188 [contengencia = antagonismo]

…en lo que se refiere a lo social la necesidad sólo existe como esfuerzo parcial
por limitar la contingencia. […] lo contingente sólo existe en el interior de lo necesario.
Esta presencia de lo contingente en lo necesario es lo que hemos llamado subversión, y
se manifiesta bajo las formas de simbolización, de metaforización, de paradoja, que
deforman y cuestionan el carácter literal de toda necesidad 194

la equivalencia crea un sentido segundo [si de lo que se trata es de otro sentido


¿cónde está la opacidad? Está en la imposibilidad de deducir el segundo sentido a partir
del primero, esta imposibilidad es la denominada subversión. ] que, a la vez que es
parasitario del primero, lo subvierte: las diferencias se anulan en la medida en que son
usadas para expresar algo idéntico que subyace a todas ellas. [esta anulación completa
de las diferencias no refiere a que los elementos articulados en la equivalencia pierden
todas sus diferencias unos respectos de otros cuando los comparamos dos a dos, por
ejemplo. A lo que refiere es a que visto desde el punto de vista del equivalente general,
esto es, de la novedad discursiva, del segundo sentido, no es posible diferenciar en qué
medida aportan unos elementos y otros en la constitución de esa novedad, en este
sentido se dice que se anulan completamente las diferencias.] […] si todos los rasgos
diferenciales de un objeto han pasado a equivalerse, es imposible expresar nada positivo
acerca de dicho objeto; esto sólo puede implicar que a través de la equivalencia se
expresa algo que el objeto no es [este no es es el exterior discursivo, la
irreductibilidad del segundo sentido al primero]. Una relación de equivalencia que
absorba todos los rasgos positivos del colonizador en su oposición al colonizado [acá la
equivalencia se construye en el lugar del ellos, a diferencia de la enumeración
comunista que se construía en el nosotros] no crea un sistema de posiciones
diferenciales positivas entre ambos, simplemente porque ella disuelve toda positividad
[o sea, no podemos decir respecto al colonizador y el colonizado que en tal aspecto se
diferencian más, en tal otro menos, en tal otro son muy parecidos, etc., puesto que todo
esto implicaría un sistema organizado de diferencias, esto es, de positividades]: el
colonizador es construido discursivamente como el anticolonizado. Es decir, que la
identidad ha pasado a ser puramente negativa [igual, decir que una identidad es
puramente negativa es polémico, puesto que una identidad es, por definición, una
porción de sentido, y por ende, es siempre algo del orden de la positividad. En todo
caso, la negatividad no estaría en la identidad (segunda), sino en la irreductibilidad
de ella a las identidades (primeras) de los elementos articulados
equivalencialmente]. Es porque una identidad negativa no puede ser representada en
forma directa —es decir, positivamente— que sólo puede hacerlo de modo indirecto a
través de una equivalencia entre sus momentos diferenciales. De ahí la ambigüedad que
penetra a toda relación de equivalencia: dos términos, para equivalerse, deben ser
diferentes (de lo contrario se trataría de una simple identidad). Pero, por otro lado, la
equivalencia sólo existe en el acto de subvertir el carácter diferencial de esos términos.
Este es el punto en el que, según dijimos antes, lo contingente subvierte lo necesario
impidiéndole constituirse plenamente. Esta no constitutividad —o contingencia— del
sistema de diferencia se muestra en la no fijación que las equivalencias introducen. El
carácter final de esta no fijación, la precariedad final de toda diferencia, habrá pues de
mostrarse en una relación de equivalencia total en la que se disuelva la positividad
diferencial de todos sus términos. Esta es precisamente la fórmula del antagonismo, que
así establece su carácter de límite de lo social. Observemos que en esta fórmula no se
trata de que un polo definido como positividad se enfrente a un polo negativo: puesto
que todos los rasgos diferenciales de un polo se han disuelto a través de su referencia
negativo–equivalencial al otro polo, cada uno de ellos muestra exclusivamente lo que no
es [todo antagonismo implica dos cadenas de equivalencias antagónicas entre sí]. 119
220

lo contingente subvierte lo necesario impidiéndole constituirse plenamente. Esta


no constitutividad —o contingencia— del sistema de diferencia se muestra en la no
fijación que las equivalencias introducen. 119

¿Cómo tiene lugar esta subversión? Según hemos visto, la condición de la


presencia plena es la existencia de un espacio cerrado en el que cada posición
diferencial es fijada como momento específico e irremplazable. Por tanto, la primera
condición para subvertir dicho espacio [un espacio es algo que puede estar cerrado, y
que como consecuencia de eso puede ser subvertido, esto es, impedir su cierre], para
impedir el cierre, es disolver la especificidad de cada una de esas posiciones [la
equivalencia disuelve la diferencia de cada una de las posiciones que articula]. Este es el
punto en el que adquiere toda su relevancia lo que antes dijéramos acerca de la relación
de equivalencia. 218

Incluso para diferir, para subvertir el sentido, tiene que haber un sentido. 191 [la
política actúa sobre la policía]
Toda lucha democrática emerge en el interior de un conjunto de posiciones, de
un espacio político relativamente suturado, formado por una multiplicidad de prácticas
que no agotan, sin embargo, la realidad referencial y empírica de los agentes que
forman parte de las mismas– El cierre relativo de dicho espacio es necesario para la
construcción discursiva del antagonismo [un antagonismo se construye, al menos en
parte, discursivamente], ya que una cierta interioridad excluyente es requerida para
constituir una totalidad que permita dividir a ese espacio en dos campos. […] El espacio
político de la lucha feminista es el conjunto de prácticas y discursos que crean las
diferentes formas de subordinación de la mujer [el espacio político de la lucha
feminista. ¿Por qué se distingue entre prácticas y discursos?]; el espacio de la lucha
antirracista tiene lugar en el interior del conjunto sobrédeterminado de prácticas y
discursos que constituyen la discriminación racial. 226 [la política actúa sobre la policía
= un antagonismo se construye en un espacio político]

hay una multiplicidad de posibles antagonismos en lo social, muchos de ellos de


signo contrario 224

Cuando hemos hablado de antagonismo lo hemos hecho hasta este punto en


singular, para simplificar nuestro argumento. Pero está claro que el antagonismo no
surge necesariamente en un sólo punto. Cualquier posición en un sistema de diferencias,
en la medida en que es negada [¿este ser negada refiere a la negatividad de un
antagonismo?], puede constituirse en sede de un antagonismo. Con esto está claro que
hay una multiplicidad de posibles antagonismos en lo social, muchos de ellos de signo
contrario. El problema importante es que las cadenas de equivalencia que habrán de
constituirse a partir de cada uno de ellos, serán radicalmente distintas. Y, también, que
ellas pueden afectar y penetrar contradictoriamente la identidad del propio sujeto.223
224

Podríamos llamar posición popular de sujeto a la que se constituye sobre la base


de dividir al espacio político en dos campos antagónicos, y posición democrática de
sujeto a la que es sede de un antagonismo localizado, que no divide a la sociedad en la
forma indicada. 225 [acá no se distingue entre sociedad y espacio político]

Un espacio social y político relativamente unificado a través de la institución de


puntos nodales y de la constitución de identidades tendencialmente relacionales, es lo
que Gramsci denominará bloque histórico. El tipo de lazo que une a los distintos
elementos del bloque histórico —no la unidad en alguna forma de a priori histórico sino
la regularidad en la dispersión— coincide con el correspondiente a nuestro concepto de
formación discursiva. En la medida en que consideremos al bloque histórico desde el
punto de vista del campo antagónico en el que se constituye, lo denominaremos
formación hegemónica. [formación hegemónica = formación discursiva = bloque
histórico = espacio político (y social) = policía ¡!!] 232

Una formación hegemónica abarca también lo que se le opone, en la medida en


que la fuerza opositora acepta el sistema de articulaciones básicas de dicha formación
como aquello que ella niega, pero el lugar de la negación es definido por los parámetros
internos de la propia formación 236 [formación hegemónica = policía ¡!!!]
Hablaremos pues de luchas democráticas en los casos en que éstas supongan
una pluralidad [la cualidad de lo democrático está en esta pluralidad] de espacios
políticos, y de luchas populares, en aquellos otros casos en que ciertos discursos
construyen tendencialmente la división de un único [la cualidad de lo popular está en
esta unicidad] espacio político en dos campos opuestos. Pero está claro que el concepto
fundamental es el de «lucha democrática», y que las luchas populares sólo constituyen
coyunturas específicas, resultantes de una multiplicación de efectos de equivalencia
entre las luchas democráticas 234

… para hablar de hegemonía, no es suficiente el momento articulatorio; es


preciso, además, que la articulación se verifique a través de un enfrentamiento con
prácticas articulatorias antagónicas. Es decir, que la hegemonía se constituye en un
campo surcado por antagonismos y supone, por tanto, fenómenos de equivalencia y
efectos de frontera. 231 [¿cómo se relacionan la equivalencia y la frontera?]

Hegemonía es, simplemente, un tipo de relación política; una forma, si se


quiere, de la política 237

Para hablar de formación hegemónica, tenemos que introducir otra condición


provista por nuestro análisis anterior: es decir, la continua redefinición de los espacios
sociales y políticos, y aquellos constantes procesos de desplazamiento de los límites que
construyen la división social que son propios de las sociedades contemporáneas. 244
245

… cualquiera sea la orientación política a través de la cual el antagonismo


cristalice —ésta dependerá de las cadenas de equivalencia que lo construyan— la forma
del antagonismo en cuanto tal es idéntica en todos los casos. Es decir, que se trata
siempre de la construcción de una identidad social —de una posición sobredeterminada
de sujeto— [un antagonismo es la construcción de una identidad!!!! Y una
identidad es una posición sobredeterminada de sujeto!!!] sobre la base de la
equivalencia entre un conjunto de elementos o valores que expulsan y exteriorizan
aquellos otros a los que se oponen. Nuevamente, nos encontramos con la división del
espacio social. 273 274 [acá se habla de división del espacio social, efectivamente,
un espacio social puede dividirse, eso lo hace un espacio político, un espacio social
dividido es un espacio político]

Sujeto:
…resulta claro en lo que llevamos dicho que la condición de emergencia del
«pueblo» como agente político en el discurso comunista ha sido la relación de
equivalencia entre las clases, que desdobla la identidad de estas últimas y que, a través
de este desdoblamiento, constituye una polarización de nuevo tipo. Ahora bien, este
proceso tiene lugar íntegramente en el campo de las prácticas hegemónicas. La
enumeración comunista no es la constatación de una situación de hecho, sino que tiene
un carácter performativo; la unidad de un conjunto de sectores no es un dato: es un
proyecto de construcción política. Hegemonizar a un conjunto de sectores no es, por
tanto, un simple acuerdo coyuntural o momentáneo; es construir una relación
estructuralmente nueva y, según hemos visto, diferente de la relación de clases. Esto nos
muestra que el concepto de «alianza de clases» es totalmente insuficiente para
caracterizar a la relación hegemónica, ya que reducir esta última a aquél tiene tan poco
sentido como pretender describir un edificio adicionando la descripción de todos los
ladrillos que lo componen. Pero la relación de equivalencia, por su misma lógica
interna, no puede limitarse a mostrar su presencia a través de la sustituibilidad ocasional
de sus términos; a una cierta altura debe dar lugar a la emergencia de un equivalente
general, en el que cristalice simbólicamente la relación en cuanto tal. Así es como
surgen, en el caso político que estamos analizando, símbolos nacional–populares o
popular–democráticos que constituyen posiciones de sujeto distintas de las de clase; a
partir de este punto, la relación hegemónica pierde definitivamente su carácter factual o
episódico y pasa a ser un componente estable de toda formación político–discursiva.
111 112 [aquí se diferencia entre un carácter episódico y un carácter estable de
una relación hegemónica ¡!!]

la materialidad del discurso no puede encontrar el momento de su unidad en la


experiencia o la conciencia de un sujeto fundante, ya que el discurso tiene una
existencia objetiva y no subjetiva; por el contrario, diversas posiciones de sujeto
aparecen dispersas en el interior de una formación discursiva. 185

una formación sólo logra significarse a sí misma —es decir, constituirse como
tal— transformando los límites en fronteras, constituyendo una cadena de equivalencias
que construye a lo que está más allá de los límites, como aquello que ella no es. Es sólo
a través de la negatividad, de la división y del antagonismo, que una formación puede
constituirse como horizonte totalizante 243 244

La lógica de la equivalencia, sin embargo, es meramente la condición más


abstracta y general de existencia de toda formación. Para hablar de formación
hegemónica, tenemos que introducir otra condición provista por nuestro análisis
anterior: es decir, la continua redefinición de los espacios sociales y políticos, y aquellos
constantes procesos de desplazamiento de los límites que construyen la división social
que son propios de las sociedades contemporáneas. Es sólo en estas condiciones que las
totalidades conformadas a través de la lógica de la equivalencia adquieren un carácter
hegemónico. 244 245

las relaciones de subordinación, consideradas en sí mismas, no pueden ser


relaciones antagónicas: porque una relación de subordinación establece, simplemente,
un conjunto de posiciones diferenciadas entre agentes sociales, y ya sabemos que un
sistema de diferencias que construye a toda identidad social como positividad no sólo
no puede ser antagónico, sino que habría reunido las condiciones ideales para la
eliminación de todo antagonismo —estaríamos enfrentados con un espacio social
suturado, del que toda equivalencia quedaría excluida—. 255 [como se dijo en la cita
de la página 232, no todo espacio social es un espacio político, un espacio social
suturado excluye la posibilidad de todo espacio polítco (recordar que “espacio =
formación discursiva = discurso”)]

Es sólo en la medida en que es subvertido el carácter diferencial positivo de una


posición subordinada de sujeto, que el antagonismo podrá emerger. «Siervo»,
«esclavo», etc., no designan en sí mismos posiciones antagónicas; es sólo en términos
de una formación discursiva distinta, tal como, por ejemplo, «derechos inherentes a todo
ser humano» que la positividad diferencial de esas categorías puede ser subvertida, y la
subordinación construida como opresión. Esto significa que no hay relación de opresión
sin la presencia de un «exterior» discursivo a partir del cual el discurso de la
subordinación pueda ser interrumpido [ese “exterior” discursivo en realidad es otra
formación discursiva, la antagónica, esto es, es exterior respecto al discurso que
subvierte, pero no es exterior respecto al campo de discursividad general] 255

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