los anuncios más que nada y los programas de humor. A mi gato le gusta la televisión.
Y cuando sale una guerra,
o cuando sale un tostón, pega un salto, bufa un poco y se esconde en el balcón.
Cuando sale un rollo intelectual,
le sienta fatal, da un salto, se va al pasillo, mira al reloj y lanza un maullido. ¡Pobres niños! ¡Qué pestiños! -dice cuando sale un programa infantil-, pega un salto y se echa a dormir.