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Religión

Para el catolicismo, cuya doctrina sobre este tema fue abordada por la Declaración «Iura et
Bona» Sobre la eutanasia, la cual es el documento oficial de la iglesia sobre el tema; emitida
por la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1980.9Este asunto fue recordado en la carta
encíclica de 1995 Evangelium Vitae (del latín eclesiástico: El evangelio de la vida) del papa Juan
Pablo II; la eutanasia está en oposición directa al quinto mandamiento: «No matarás» (Éxodo
20:13). Como resultado, cualquier forma de eutanasia está prohibida. Sin embargo el
catecismo distingue claramente la eutanasia activa y el simple rechazo al encarnizamiento
terapéutico que considera lícito Esta prohibición se enmarca dentro del contexto más general
que denuncia a la «cultura de la muerte» en las sociedades occidentales para la cual «una
incapacidad irreversible priva a una vida de todo valor». Por el contrario, para los católicos, la
profundidad de la vocación sobrenatural del hombre revela la grandeza y el valor de su vida,
incluso en su fase temporal.Además, se aceptan los cuidados paliativos, pues es
particularmente «lícito suprimir el dolor por medio de narcóticos, incluso con el efecto de
disminuir la conciencia y acortar la vida» (declaración de Pío XII citada en el Evangelium Vitae
párrafo 65). En septiembre de 2007, el Vaticano reafirmó que la alimentación de los pacientes
en «estado vegetativo» era «obligatoria», a propósito del caso de Terri Schiavo, una
estadounidense que permaneció en coma durante 15 años y falleció en el 2005 después de
que su alimentación había sido suspendida.El 9 de junio de 2015, el papa Francisco invita a los
católicos a no «esconderse detrás de la llamada compasión para justificar y aprobar la muerte
de un enfermo» y critica la «cultura del rechazo» que desprecia a las personas que no
responden a los cánones de salud, belleza y utilidad determinada. Ortodoxia. La Iglesia
ortodoxa, al igual que la católica, rechaza la eutanasia, que considera un suicidio de parte de la
persona quiere morir y un homicidio por parte del médico que la practica.Para la iglesia
ortodoxa, la eutanasia está excluida por el mandamiento «no matarás», lo que implica la
prohibición de matarse o de caer muerto por otros.15 El rechazo a la eutanasia, como al
suicidio, está basado en el reconocimiento de que Dios es el único maestro de la vida y de la
muerte, y que la eutanasia es un rechazo del regalo de la vida por parte del Dios de los
cristianos.La Iglesia Ortodoxa Rusa ha declarado que los pacientes que busquen la eutanasia
pueden estar, en el momento de la solicitud, en estados de desesperación o depresión, por lo
que aceptar tales solicitudes es inaceptable.17 En el 2007, esta iglesia se pronunció en contra
de un proyecto de ley que preveía la legalización de la eutanasia en Rusia. ¿Qué dice el
catolicismo de la eutanasia?Según la Arquidiócesis de México, “la Sagrada Escritura es clara al
señalar que la vida es un don de Dios y solo Él tiene poder para darla y quitarla. Bajo esta idea,
toda persona, institución o gobierno deben hacer todo lo posible para ayudar a conservar la
vida propia y la de los demás”. Por eso “no es posible que ninguna persona, institución o
gobierno considere que tiene derecho a quitar la vida de otra persona”.La Iglesia pide todos
los esfuerzos “En estos casos, resulta apropiada la donación de órganos para ayudar a que
otros continúen viviendo”, destacó. Sin embargo, advirtió, “mientras el cerebro siga
funcionando se considera que la persona se mantiene viva aunque haya perdido motricidad
(movimiento), sensibilidad, conciencia (aparentemente), y capacidad de comunicación”.“La
Iglesia pide que se hagan todos los esfuerzos posibles para ayudar a que la persona se
mantenga con vida”, recordó. El SIAME indicó también que actualmente influye “en las
decisiones para conservar o quitar la vida, el tema del dolor y el sufrimiento. Parece que con
dolor no vale la pena vivir”.“Esto refleja el pensamiento de una sociedad en la que solo es bien
visto el confort y el placer; en la que el dolor o el sufrimiento parecen no tener lugar”, señaló.
“Sin embargo ¿cuál sería la medida del dolor? ¿Hasta dónde se podría o tendría que soportar?
¿Qué duele más, el dolor físico o el dolor moral? En este sentido, la Sagrada Escritura y la
Iglesia enseñan que el dolor y el sufrimiento son parte de la vida misma y pueden tener un
sentido redentor”.
Actualmente el uso del término eutanasia está caracterizado por una amplia polisemia que
conduce a nopocas confusiones no sólo en las discusiones que se multiplican en el ámbito
público, sino tambiénentre los especialistas de bioética. Esta polisemia tiene su origen en el
diferente significado que históricamente ha caracterizado la palabra, pero hoy en día depende
también, al menos en parte, de intereses ideológicos. Algunos juegan con la confusión
terminológica para intentar abrir una brecha en los ordenamientos jurídicos que tienen como
uno de sus principios constitucionales la prohibición de acabar voluntariamente con la vida de
una persona. En este escrito, aun presentando brevemente los diferentes campos semánticos
de la eutanasia, se sugiere una precisa caracterización del término, como tipo de acción que
intencionalmente procura la muerte para evitar cualquier clase de sufrimiento. Estadescripción
permite una valoración moral clara, cosa que resulta imposible cuando falta una precisa
conceptualización. Otra aclaración metodológica se hace necesaria antes de abordar la
eutanasia desde la perspectiva moral. En no pocos escritos, sobre todo de matriz anglosajona,
el discurso moral se focaliza en la cuestión ético-política, o sea, en la pregunta sobre la
conveniencia o no de aprobar leyes que permitan, o al menos despenalicen, algunos (o todos)
los supuestos de eutanasia. Siendo ésta una de las grandes preguntas que pone la eutanasia,
no agota la cuestión moral, pues no dice nada, o dice poco, sobre la valoración moral a nivel
personal, que ha de darse a la acción que adelanta la muerte de una persona para evitarle
algún tipo de sufrimiento.

Social

Este tema, ecesariamente nos interpela a cuestionarnos sobre la vida y así también sobre la
muerte. Dos aspectos de los que nadie puede mantenerse ajeno, por lo mismo, en ocasiones
es natural que nos pongamos a pensar en situaciones donde nos tocase decidir sobre nuestra
propia vida o la de otras persona cercanas a nosotros, y nos preguntemos ¿Qué haríamos?
¿Optaríamos por la eutanasia o no? y aún más importante que todo,deberíamos saber
respondernos el por qué lo haríamos.

En la actualidad son pocos los países donde la (1) eutanasia es completamente legal como es
el caso de Holanda, Luxemburgo y Bélgica, esto nos lleva a cuestionarnos ¿qué implicaciones
podría tener su aceptación general como práctica en una sociedad? Pues como toda acción
humana nunca se restringe a un sólo ámbito, (como en este caso al médico) inevitablemente
repercutirá, en lo económico, político, en la cultura y en la forma de pensar de las personas.
Para analizar este tema desde el contexto que vivimos hoy en día y así poder proyectarlo en
un futuro no muy lejano, es necesario primero, tener claro que es la eutanasia, (2) la
Organización Mundial de la Salud (OMS) define la eutanasia como aquella "acción del médico
que provoca deliberadamente la muerte del paciente". Otra definición que me interesa por su
claridad es:“toda acción u omisión conducente de acabar con la vida de una persona para
evitar su sufrimiento (3), es interesante pensar que según esta definición, lo que diferenciaría a
la eutanasia de un homicidio es la intención: “evitar el sufrimiento”, sería injusto negar la
nobleza de este cometido, pero tampoco podemos ignorar la subjetividad que éste implica,
hay que tener en cuenta que esta motivación nace desde nuestra cultura del placer, donde
existe una repulsión visceral a todo tipo de sufrimiento y dolor, habiendo por otra parte
diferentes concepciones culturales del sufrimiento, en las que lo conciben como una fuente de
crecimiento personal. Además este deseo bien intencionado no necesariamente va estar
detrás de las decisiones que se tomen al respecto de la vida, es posible que estas intenciones
deriven con facilidad a una visión utilitaria de la vida ya que así vivimos las relaciones,
pudiendo entenderse la vida como valiosa y digna de ser protegida en cuanto sea útil y así
también, bajo esta misma visión justificar su posible descarte. Otro elemento relacionado con
la eutanasia voluntaria es la libertad de cada individuo de decidir sobre su propia vida, ¿pero
qué tan libre se toma una decisión como aquella? Estudios demuestran que si se controlan los
síntomas de la agonía(4) deterioro del estado de la conciencia o sensación de ahogo, el dolor,
las alteraciones respiratorias etc.,los deseos de morir disminuyen en la mayoría de las casos,
así la eutanasia repercute en un ámbito diferente, se vuelve un tema de justica social, pues no
todas las personas cuentan con los recursos económicos para poseer las condiciones
necesarias para una tener una “muerte digna” con los cuidados paliativos adecuados, de hecho
una de las razones más comunes por las que una persona solicita la eutanasia voluntaria, se
relaciona con no ser una carga económica para sus familias, en estos casos lo que menos
existe es la libre posibilidad de elegir, ni apelando al sufrimiento. Son más bien decisiones
tomadas en torno a factores económicos.Lo anterior nos lleva a pensar si es justo que en el
caso dela pobreza,la eutanasia se vuelva la mejor opción, en vez de buscar las medidas de
justica social más adecuadas, para no sólo promover una vida digna sino también una muerte
digna, además cabe mencionar otro temarelacionado con la libertad, es el caso de la
eutanasia involuntaria, en la que nos podemos cuestionar hasta que punto tenemos derecho
de tomar decisiones sobre la vida de otro,(5) como es el caso la eutanasia de neonatos en
Holanda, o personas inconscientes de cualquier edad. Sin duda las situaciones que pueden o
no justificar la eutanasia son muy variadas, esto último no es el objetivo de el presente
articulo, más bien es el de pensar las implicancias que pueden derivarse de la aceptación de
lageneralización de este procedimiento considerando el contexto social y cultural que
actualmente predominan en nuestro país e invitar a la reflexión.

Eutanasia económica La crisis produce estragos y epidemias anímicas. Un amigo al que tengo
por persona formada, sensata y que además conoce y trabaja en temas de mercados
financieros, se convirtió por momentos en un discípulo de Bakunin, con motivo de la reciente
visita que el presidente del Deutsche Bank, Josef Ackermann, cursó a nuestro presidente José
Luis Rodríguez Zapatero.Es evidente que Ackermann transmitió a Zapatero su preocupación
por la situación económica de España y le pidió sangre y honor para superarla, que es lo mismo
que decir reformas profundas y dolorosas para el electorado. A mi amigo, que tiene buena
entrada en La Moncloa, estos consejos y esta prepotencia centroeuropea le sientan a cuerno
quemado.Su argumento era que Ackermann tenía un problema porque su banco y otros
alemanes habían comprado una buena parte de la deuda soberana española -algo así como
45.000 millones de euros- y ahora Merkel no se puede permitir el lujo de que España caiga. Me
preocupa que este síndrome de Kirchner, esta argentinización se esté apoderando de una
parte de nuestra nomenclatura y que alguien piense en algún momento en una especie de
eutanasia económica. Nos quitamos la vida y así Alemania sufre.Será mejor no caer en la
tentación si algún día aspiramos como país a recuperar la categoría y los niveles de bienestar
que tuvimos hasta no hace más de dos años.¿Cómo hacerlo? En primer lugar penalizando a
aquellos gobiernos autonómicos que peor lo hacen. Esta misma semana algunos barones
territoriales se han lanzado a subir impuestos a las rentas altas del trabajo sin acompañar la
medida con correcciones a su ineficiente gestión.Curiosamente algunos de ellos son los
mismos que exigen constantemente que todos seamos iguales en este país llamado España, y
que reclaman solidaridad al tiempo que aplican modelos federales a la hora de colocar a
primos, hijos y hermanos. La competencia fiscal puede ser un buen mecanismo a medio plazo
para contener el gasto público e igual no es tan malo que algunos empiecen a retratarse desde
el primer momento.El segundo tema fundamental es la reforma laboral. De la voluntad del
Gobierno depende que sea real o abstracta. Desde luego lo que hay se ha mostrado
claramente nocivo como lo demuestra el hecho de que desde que se puso en marcha el marco
laboral vigente pasaron dos décadas sin que se creara un empleo neto. Por eso no sirve una
simple revisión para salvar la cara. Es necesario dar una vuelta radical al modelo existente para
cambiar nuestro destino.

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