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¿Cómo influyen las políticas públicas y los satisfactores de necesidades en

los campos de intervención para el desarrollo?

Por Manuela Restrepo López


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El hombre es un ser racional y social que desde el inicio de los tiempos ha buscado
satisfacer sus necesidades; dichas necesidades han sido y siguen siendo las
mismas en todos los periodos históricos (Max-Neef et al 1989). Sin embargo, el
hombre ha encontrado diversas formas de satisfacción en su búsqueda y para ello
le ha sido imprescindible la vida en comunidad. Precisamente es la pluralidad la que
ha permitido esa construcción social en la cual las personas además de
subsistencia, protección y afecto han sentado las bases de la sociedad a través de
distintas formas de organización, prácticas sociales, estructuras políticas y normas
que responden a necesidades de desarrollo (Max-Neef et al 1989). En ese mismo
orden de ideas, el desarrollo visto desde un punto de vista multidimensional se
moldea de acuerdo a los contextos sociales y colectivos de los que se ha rodeado,
por ende deberían ser las personas y los acontecimientos las que definan de
acuerdo a sus intereses hacia donde van los procesos de modernización, lo que los
convierte en protagonistas y a su vez impulsadores de un gran número de
posibilidades de innovación y avance no solo a nivel económico sino también a nivel
humano, educativo, político, cultural y ambiental (González, 2007).

No obstante, vemos que el desarrollo muchas veces se encuentra limitado por el


acceso que tienen las personas a los diferentes satisfactores, lo cual reduce su
calidad de vida y los restringe a un pensamiento en el cual el poder adquisitivo se
convierte en el único medio para alcanzar dicho objetivo (Max-Neef et al 1989). En
este sentido, es innegable el papel que tiene la pobreza, por ejemplo, en países
tercermundistas en donde se busca a toda costa alcanzar los niveles materiales de
vida de los países más industrializados sin tener en cuenta que las necesidades
humanas no solo se basan en las posibilidades de obtención sino también en los
medios que facilitan o por el contrario dificultan el desenvolvimiento de una persona
en la sociedad (González, 2007). Para realizar una transición de subdesarrollo a
desarrollo, los llamados países tercermundistas han optado por implementar
políticas que apunten a la planeación del desarrollo haciendo que se destinen
recursos que son invertidos para dicho fin. Sin embargo, muchos de estos países no
han logrado suprimir su status a pesar de poner en marcha sus políticas públicas;
situación que es entendible ya que estos programas sociales están diseñados para
contrarrestar las consecuencias de la pobreza y no para combatirla desde la raíz
(González, 2007). Además de esto, la razón por la cual estos programas sociales no
prosperan se encuentra en la falta de cohesión en los campos intervenibles para
avanzar hacia el desarrollo tales como la salud, trabajo, seguridad social, educación,
colectividad, políticas agrarias, rurales y urbanas, entre otras. Dichos campos son a
su vez satisfactores de las necesidades fundamentales y el problema radica en esto,
mientras que un mismo satisfactor puede suplir diferentes necesidades, los planes
de desarrollo se basan en satisfactores singulares que no integran completamente
las verdaderas necesidades de una población (Max-Neef et al 1989). Por lo tanto, se
hace indispensable la elaboración de políticas públicas que involucren a la
comunidad y que estimulen varios campos de acción simultáneamente, potenciando
así la generación de satisfactores sinérgicos que permitan a su vez que un individuo
se desarrolle a nivel humano, integral y multidisciplinario y que por lo tanto esté en
capacidad de aportar a la construcción de su territorio.

El desarrollo de una política totalmente humanista como se propone en el párrafo


anterior, aunque busque la satisfacción e integración de las necesidades humanas
como principal objetivo; no está exenta de utilizar un modelo económico puesto que
los bienes se convierten en elementos determinantes para su alcance, siendo los
ingresos un factor indispensable para la transformación social. Además de que
garantiza que las personas puedan tener un acceso digno a bienes y servicios (Max-
Neef et al 1989).

Por otro lado, el desarrollo entendido como un concepto amplio que abarca
significados y connotaciones variadas tiene también unos elementos que lo integran
para servir como instrumento al ser humano. Uno de ellos, son los actores sociales
que participan en la transformación del territorio. Dichos actores están inmersos en
un escenario educativo que se nutre bidireccionalmente, por lo que es indispensable
que haya un trabajo conjunto entre las personas que se benefician de todas las
ventajas que trae consigo el desarrollo así como de las personas que son
capacitadas y sirven de apoyo en la gestión, formulación y direccionamiento de los
proyectos planteados (Freire, 2004). En condiciones ideales dicho diálogo
permanente entre unos y otros, constituye un factor clave para la búsqueda de
soluciones o para el mejoramiento de un campo de intervención determinado. Sin
embargo, la disposición al diálogo es otro factor limitante que condiciona a los
actores involucrados en todas las etapas del desarrollo ya que puede conducir a la
falta de cooperación y al abandono sistemático al que se han visto expuestos
muchas comunidades que conforman el territorio. Un ejemplo de esto, es la brecha
que sigue existiendo entre la ruralidad y lo urbano; si bien en la actualidad hay un
número creciente de programas de desarrollo enfocados a la extensión rural que
buscan promover el desarrollo económico y social de este sector, la gran mayoría
de estos se quedan a medias ya que subestiman los conocimientos que los
campesinos tienen para ofrecer y ponen en duda la idoneidad que estos tienen para
cumplir un rol dentro de la sociedad como agentes de cambio. Esta situación ha
llevado a que histórica y culturalmente haya rechazo y desconfianza generalizada
por parte de dichas personas a estructuras impuestas que pretenden transmitir
conocimientos a través de políticas de imposición e invasión cultural (Freire, 2004).

Como lo menciona (Freire, 2004) en el texto, “No son las técnicas sino la
conjugación de hombres e instrumentos lo que transforma una sociedad”, aunque
paradójicamente se le da mayor valor a los bienes materiales, pasando de ser
medios para satisfacer las necesidades humanas a convertirse en fines netamente
lucrativos.

En conclusión, el desarrollo visto desde cualquier ámbito trae consigo varios retos,
que implican la contextualización de las problemáticas, la dialoguicidad entre los
diferentes agentes comprometidos y la capacidad de incidencia a otras dimensiones
sociales por medio de cambios o mejoras en las políticas públicas.

Referencias

Freire, P. (2004). ¿Extensión o comunicación? La concientización en el medio rural.


Siglo veintiuno editores.
González, L. M. (2007). Desarrollo: una mirada polisémica, multidimensional e
integral. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín. págs. 13-23.

Max-Neef, A., Elizalde, A., Hoppenhayn, M. (1989). Desarrollo a escala humana,


Conceptos, aplicaciones y algunas reflexiones.

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