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En una publicación del Banco de Desarrollo de América Latina del año 2018 se expresa que:
“En América Latina y el Caribe cada vez más estudiantes inician la educación media, pero muchos
de ellos no la completan y en consecuencia nunca se gradúan. A pesar de que 90% de los niños de
la región concluye la primaria y comienza la educación secundaria, solo el 59% completa la
secundaria superior (UNESCO, 2017; UIS, n.d.). Frecuentemente, muchos jóvenes no se sienten
apoyados en sus escuelas, no aprenden lo suficiente y no visualizan como la educación que reciben
los prepara para el futuro. Fuera de las escuelas, el embarazo adolescente y altos niveles de pobreza
continúan siendo obstáculos importantes para que los jóvenes logren transitar con éxito la
educación media.”
Las razones económicas, como la pobreza o la necesidad de trabajar y dejar los estudios, son
la principal causa de inasistencia escolar, seguidas de las razones “motivos familiares” (18,3%) y
“no quiere estudiar” (17,3%). Sin embargo, no debe perderse de vista que el 14,1% no asiste por
“razones escolares” (entendidas como la falta de instituciones educativas cerca del hogar o la baja
calidad de estas), esta razón al de “no quiere estudiar” (17,3%) deberían considerarse como un tema
prioritario al momento de definir la política educativa atendiendo que son razones que desde el
interior del sistema educativo se podrían subsanar (Financiamiento Público de la Educación en el
Paraguay, 2019).
Asimismo, en el mismo documento se expresa que el sistema educativo es altamente
ineficiente, con altos índices de deserción, atendiendo que solo 6 de cada 10 estudiantes terminan 9
años de escolaridad y solo 4 de cada 10 terminan los 12 años de escolaridad.
Finalmente, si uno debiera de dar su opinión sobre la situación actual nacional de manera
honesta y sin embellecer la verdad, podría definirse en una sola palabra: desigualdad. Una
desigualdad que nace de la falta de un buen sistema de educación sin costos y disponible para que
todos puedan aprender, sobre todo discernir a la hora de votar: ya es momento de dejar de lado el
comportamiento infantil de decidir por cuál color gusta más y creer todo lo que se dice. Es hora de
avanzar hacia un pensamiento más maduro, que sólo será posible con una educación de calidad que
despierte las ansias del paraguayo de buscar algo mejor, de aprovechar las oportunidades presentes
en el país y dejar de lado el conformismo, el “siempre luego fue así y no va a cambiar”. Una
educación que sea la base sólida de una revolución total que revitalice y demuestre la capacidad real
del Paraguay y sus habitantes cuando tienen los instrumentos necesarios.
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