Durante años, el sector energético peruano ha registrado un crecimiento
significativo debido al aumento de la demanda interna, vinculado al desarrollo
económico de productos y servicios de calidad a precios que reflejan las condiciones óptimas del mercado en las actividades petroleras, gas natural y generación de energía. Dando a conocer el perfeccionamiento de los mecanismos de regulación de estas actividades, tal es el caso de los servicios de transmisión y distribución de energía. Entre 2003 y 2013, el producto interno bruto (PIB) aumentó en un 86% y la producción de electricidad aumentó en 92%, mientras que la producción de hidrocarburos lo hizo en 260%. Esto significa el mayor crecimiento de la actividad económica y la demanda energética en las últimas décadas, basado en el crecimiento de las inversiones privadas en infraestructura, así como en las inversiones sociales desarrolladas por el estado. El auge económico para nuestro país, contaba con un suministro energético seguro. Esto se debe principalmente al gas natural, lo que permitió atender la demanda adicional por la diversificación de este producto, así como precios competitivos, además iniciar la exportación de este recurso. También existió un descenso en la producción del petróleo crudo, lo cual condujo a su importación, además de un crecimiento limitado para las fuentes hidroeléctricas. La competitividad energética, expresada en ausencia de subsidios externos a las principales empresas energéticas, ha ganado un importante reconocimiento en los últimos dos años por el Foro Económico Mundial. En el caso de los combustibles líquidos, la inestabilidad del mercado fue mitigada por un fondo de contrapartida, destacando el importante crecimiento de la demanda de Gas Licuado de Petróleo (GLP) en el mercado residencial, Diesel y turbo A1 en el mercado. sector transporte. Durante este período, el retraso en la implementación de inversiones en refinación acentuó la dependencia de las importaciones de Diesel. En este contexto es óptimo desarrollar l proyectos energéticos con mínimo impacto ambiental y bajas emisiones de carbono en un marco de desarrollo sostenible.