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a) Concepto:
Hablar del concepto educación puede parecer algo obvio ya que todos,
de un modo u otro formamos parte del proceso educativo y por ello
podríamos sentirnos capaces de decir algo sobre lo que entendemos por
educación.
Como bien dice el profesor Barrio con cierta ironía, “El hombre no nace
entero, ni termina nunca de enterarse” 1. La tarea educativa consistirá
entonces en tender a llenar ese vacío, en procurar ese acabamiento al que –
como ya sabemos desde el principio- nunca completaremos de modo
absoluto.
1
J.M. Barrio, Dimensiones del crecimiento humano. en Educación y Educadores. Vol. 10 nº1. P. 118
1
pretendemos: La felicidad. La educación siempre se refiere a un objetivo a
fin: saber a dónde vamos, saber responder al por qué de nuestra vida.
El concepto educación tiene que ver con un cambio hacia algo que
consideremos valioso y ese cambio no es repentino, sino gradual y
secuenciado. Cada progreso que logramos en la educación debe apoyarse
en el anterior y sirve para avanzar en los siguientes. Además, como ya
hemos dicho al principio nunca se logra la plenitud. La educación dura toda
la vida. Podríamos decir que nunca estamos ya educados si no que siempre
“estamos siendo” educados.
2
Profundizando en cada uno de estos criterios podemos llegar a una
más exacta concepción de lo que hemos de entender por educación.
Es conveniente por último ser capaces de distinguir algunos conceptos que
presentan ciertas similitudes con el de educación pero que al mismo tiempo
son en algo diferentes: manipulación, instrucción, entrenamiento,
enseñanza-aprendizaje, condicionamiento...
3
Adoctrinamiento: proceso mediante el cual un agente trata de implantar
deliberadamente sus propias convicciones, trata de hacerlo de forma
inamovible, el otro no puede criticar esas convicciones ideológicas porque
no encuentra razón. El que adoctrina no esconde sus pretensiones, lo hace
porque cree que es lo mejor y lo defiende y explica. En el adoctrinamiento
se oculta información, ya que el que adoctrina solo dice lo que el cree pero
no dice todo lo demás; favorece el aprendizaje pero no es un proceso
educativo, falla la intencionalidad, y el no poder dar razón de un
aprendizaje parcial.
b) Principios:
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Cfr. A. Amado. La educación cristiana. Principios para una formación integral de la persona. Ed.
Balmes Barcelona 1999. p.p. 17-24.
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- Educar es enseñar a vivir: al contrario de lo que parezca, no
pretende este principio tener un carácter utilitarista. No dice
enseñar para la vida, si no para vivir, en el sentido pleno.3
- La persona humana está llamada a buscar la verdad y el
bien. Las capacidades exclusivamente humanas son el
intelecto y la voluntad. El fin de la inteligencia es la verdad y el
de la voluntad el bien o el amor. Estamos llamados a
perfeccionar nuestra inteligencia y a colmar el anhelo de bien o
de amor y a eso ha de conducir la acción educativa.
- La persona humana es constitutivamente social. La
educación ha de hacer posible la apertura y encuentro con los
demás hombres. La socialización y el descubrimiento del otro
como valioso en sí mismo.
- La educación sólo puede realizarse en libertad. Cuando el
educando entiende que la educación es un bien y que, aunque
requiera esfuerzo éste le va a perfeccionar, es cuando se
autodeterminará procurando alcanzarlo y en ese sentido
podremos hablar de educación. En cualquier otro caso nos
referiríamos más bien a un adiestramiento.
- La obra educativa se encamina al conocimiento de sí. La
primacía de la acción educativa recae sobre el educando. No
tendría mucho sentido transmitir una serie de conocimientos
alejados de la propia intimidad y el conocimiento de uno
mismo. No es posible educar mientras el educando perciba
como algo ajeno a su vida lo que se le propone como deseable
de ser asumido.
- El proceso educativo es una comunicación de vida
íntima. El educador sólo educa a alguien, es una relación
personal y se da en un diálogo fecundamente poseído.
3
En este sentido Christopher Derrick en su obra Huid del escepticimo
se refiere a esa plenitud que se alcanza a través de una educación liberal y
señala que “Su uso referido a la educación, es claro y nada ambiguo. Si alguien ha
disfrutado de las ventajas de una buena educación liberal, sabemos que no por ello
estará cualificado para ejercer una profesión específica. Pero, por otra parte, se le habrá
estimulado a desarrollarse como persona de la manera más completa posible. Será
alguien que leerá mucho, informado, sensible; apreciará el arte, entenderá algo del
mundo, su historia y sus problemas, tendrá muchas simpatías y espíritu tolerante y, si
surgiera cualquier cuestión pública o política, sabrá darle otra salida que la del simple
prejuicio o interés particular. Tendrá cierta facilidad en las difíciles artes de leer,
escribir y pensar: dispondrá de recursos internos y será alguien con quien valga la pena
hablar” C. Derrick. Huid del escepticismo, Encuentro, Madrid 1997, p. 28.
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c) Ámbitos
Para distinguir entre los dos primeros ámbitos se suelen utilizar dos
criterios distintos. El criterio metodológico según el cual la educación
formal utilizaría una metodología habitualmente más convencional y
predecible, mientras que la no formal podría ser más creativa e
innovadora y el criterio estructural, que es el más comúnmente
aceptado por el que se establece una diferenciación legal o
administrativa. La educación formal será aquella que está dentro del
organigrama del sistema educativo, mientras que la educación no
formal quedaría fuera del sistema educativo.
4
Cfr. J. Sarramona, G. Vázquez y A. Colom. Educación no formal. Editorial Ariel. Barcelona 1998
5
J.M. Barrio, Dimensiones del crecimiento humano. Op. Cit. (Artículo subido a la plataforma como
contenido complementario de clase)
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Dimensión Intelectual. La formación intelectual no se ha de dirigir
solo al aumento cuantitativo de nuestros conocimientos. La persona
formada intelectualmente ha de ser capaz de suscitar y controlar las
operaciones mentales. Además la formación intelectual tiene una
doble finalidad educativa: por un lado, la inteligencia teórica nos
proporciona un conocimiento del mundo y de nosotros mismos en él,
y, por otro, la inteligencia práctica ha de ayudarnos a tratar con la
realidad.
De un tiempo a esta parte se viene hablando también de las
inteligencias múltiples. La inteligencia teórica, que permite la correcta
realización de las operaciones conceptuales, judicativas y discursivas;
la inteligencia práctica o capacidad de resolución de problemas, la
inteligencia, estratégica o razón instrumental, que nos permite
entender adecuadamente la relación medio-fin en las diversas
tesituras de la vida; la inteligencia social, que es la capacidad para
ponerse en el lugar del otro y el sentido de la oportunidad en la
convivencia, la inteligencia emocional que tiene mucho que ver con lo
que anteriormente hemos llamado conocimiento propio…
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En la primera acepción se estaría refiriendo a la amplitud de miras,
reflejada en la conocida sentencia de Terencio: nihil humanum a me
alienum puto (a nada humano me considero ajeno), se entiende
paideía por oposición a la incultura, a la mezquindad y a la impiedad
hacia el hombre, cualquiera que sea su origen o condición.