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BUENOSAIRES INVIERNO/PRIMAVERA 2006 Ne20°$14 REVISTA DE CRITICA POLITICA YCULTURAL Pasado y presente Tae me tC ee LY] Herrero, Néstor Perlongher, Osvaldo Baigorria, Guillermo David, Nicolas Prividera, Condorcet, Ana Longoni, Pedro Vialatte, Cecilia CT CTT tC Tome te te Gerardo Oviedo, Fernando Alfén, Verénica Gago PALABRASDELESPACIO310 Signos de la actualidad ENSAYOS Nervaduras del presente La Carta de del Barco, por Horacio Gonzalez Primero hay que saber vivir. Del Vivirds mateo al No matarés patriarcal, porLeén Rozitchner Liminar, breve, contribucién a la polémica sobre la Carta de Oscar del Barco, y sus consecuencias, por Pedro Vialatte La herencia cultural de los setenta, por Maria Pia Lopez Restos, por NicolésPrividera Mutilaciones. Los combatientes de Malvinas en la memoria nacional, por Federico Lorenz Lasislas: de la afasia al discurso total, por Constanza Penacin) Sobre e! sentido de la palabra revolucionario, por Condorcet Interferencias: la cultura frente al ensayo La impaciente tensién. Bosquejos musicales de la memoria cultural argentina, PorLiliana Herrero Elrock argentino y los restos de lo nacional y popular, por Ceclia Flachsland (Cuatro hipétesis sobre el tango, por Dario Capelli Florencia Gomez Nuestro cine, ef nuevocine, el cine por Ezequiel par Anaqueles argentinos Vicente Rossi, un porfiado lenguaraz, por Guillermo Korn De Abeille a Bordelvis: una apostilla ala querelialinguistica argentina, por Gerardo Oviedo Menéndez Pelayo, Paul Groussac y les choses Espagne, por Fernando Alton La libertad de! defecto, Gombrowicz lector de Bioy, por Guillermo David Huellas de Simmel en Astrada, por Esteban Vernik. Correspondencias Pampa ytundra, por Osvaldo Baigortia (y cartas de Nestor Perlongher). RESENASCRITICAS Loslibros FICCIONES Admiracién hacia (y ejemplos de) Miss Elany Ass, por Emilio de fpola PALABRASSOBRELAUNIVERSIDAD Una Carta, por Litana Herrero RECUERDOS Cutral ELOJO MOCHO N° 20 Invierno del 2006 Vialatte Grupo Editor: Christian Ferrer, Horacio Gonzalez, Armado: Cutral Ediciones | Aymara Petrabissi Jung Ha Kang, Guillermo Korn, Maria Pia Lépez, Facundo Martinez, Eduardo Rinesi, Esteban Vernik citicas & tribulaciones Colaboranenestentimero: Fernando Alfon, Daniel Alvaro, Osvado Baigorria, Dario Capelli, Guillermo David, Emilio de ipola, Gabriel D'lorio, Cecilia Flachsland, Verénica Gago, Florencia Gémez, Liana Herrero, Ezequiel Ipar, Juan Pablo Liefeld, Ana Longoni, Federico Lorenz, Gerardo Oviedo, Constanza Penacini, Nicolés Prividera, Leén &S88 49 B28e 82es8a 135 136 Rozitchner, Herman Sassi, Diego Tatidn, Pedro PALABRAS DEL ESPACIO 310 SIGNOS DE LA ACTUALIDAD 1. Golpes Las escenas de enfrentamiento callojero entre militantes ostudiantiles y activistas gremiales, en la zona de las facultades y a la puerta de una fracasada Asamblea universitaria, puso en dramaticos relieves el estado de Ja Universidad de Buenos Aires, Porque si esas escenas parecian reproducir el tipo de combate que tins el falido reloro del herbivoro general en Ezeiza -lucha de imagenes, también: la del joven radicalizado, y la del trabajador encuadrado gremialmente, que no desdefia ol uso de la fuerza para garantizar el control de un territorio no sustraido de logicas prebendarias-; también os claro quo hacian evidente quella agica de las bandas territoriales es una ldgica no menor en la universidad. O dicho de otro modo, que hay una dimensién de la degradacién de lo publica, ligada al ahuecamiento de sus fuerzas de interpelacién comunitaria, que deja sus restos en manos de grupos que defienden la posibllidad de controlar su rentabilidad 0 sus posiciones. ;Cémo saber qué ha sido primero: sila sustraccién de lo comin porque ya no habia resonancia comunitaria; o si ésta se ha desvaido, precisamente, por la captura anterior de lo comun? Esos golpes callejaras a un joven arrastrado del pelo muestran el cuerpo mismo de la universidad no menos golpeado. Bolsones de rentabilidad, academicismo como estrategia autorreproductiva, son zonas de ese cuerpo ‘magullado. Modos que excluyen u obstaculizan fuertemente la interrogacién sobre las condiciones en las que ‘se Sostiene -desde las condiciones laborales hasta su sentido politico la actual Universidad de Buenos Aires, Es posible que los proximos afos dela institucién reproduzean una escena ya conocida, de tension entre fuerzas, {que llevan hacia una profesionalizacién legislada por el mercado; y fuerzas que la auscultan como territorio de reclutamiento y resonancia partidaria. En esa tension, poco espacio hay para que los claustros den una reflexién ciudadana sobre su necesidad social, sus deberes publicos, y el sentido politico de! conocimiento. Entre las voces discordantes con este escenario, no se dejé de enunciar como peligro la conversién de la universidad en un ensefiadero. {Qué seria tal degradacién? Una universidad con menos investigacién que reproduccién odivulgacién de sabores? ¢ Una limitada pedagogia de textos y {érmulas surgida de otros Ambitos? No queda claro qué significaria que algo Sea un ensefiadero, aunque es obviala respiracién despectiva que porta en su cufo lingiistico. Y que ese desdén causa escozor: jalude, acaso, alo que hacemos en las aulas cuando damos clases? {Ensefiar es convertir ala universidad en un ensefiadero? Sospechamos que lo que se enfrenta a ese fangoso término es la idea de una universidad volcada a la investigacién, capaz de producir sus propios insumos de conocimiento, y de incitar a sus integrantes a busquedas mas aventuradas que aquellas que surgen de la glosa, explicacién, o difusién de los textos. Tal contraposicién, demasiado limpida en las voces de los entusiastas de la investigacién, omite porlomenos dos necesarias revisiones. Una, que aquello que recibe el nombre de investigacién y que se supone merecedor de los altos honores de la vida universitaria, suele tener una profunda inercia repetitiva, igada a las légicas y estrategias de administracién burocratica del saber. El mundo de la investigacién es menos el que lailusién social pone en laboratorios de experimentacién, que el de los pasillos de congresos, intercambios de papers, revistas especializadas, puntajes asignados, incentivos materiales y simbdlicos. Salvo contadas excepciones, investigar ‘es —al menos en nuestras ciencias sociales y humanisticas—administrar un conjunto ya dado de conocimientos, a los que se les adosa una nueva version, y cuyo modo de existencia supone la oblteracién de los problemas que asediarian a toda investigacién. Entonces, la asociacién entre excelencia, investigacién y creacién, merece ser revisada, con menos premura que la que reclama la defensa de posiciones ya constituidas y de méritos atribuidos. La otra revision que solicitamos es respecto de la asociacién de las aulas al momento reproductivo, meramente divulgador, del saber, Porque asi como|a Investigacion puede no ser investigacin~en tanto se priva de afrontar lo desconocido, o de pensar ante el riesgo de desconocer y desconocerse-; una clase puede no ser 'yde hecho, muchas veces nolo es-unacto ritual de difusién de saberes preexistentes, revelando la experiencia de una lengua y la tensién creadora con los objetos con los que trata, El aula no es sdlo el tramo de una rutina pedagégica. Aunque muchas veces lo es. Discutir su declinacién a la repeticion quizas esté en ese desdefioso epiteto de ensefiadero. Es necesario tomar el debate asi incitado, pero también para revisar los supuestos sobre los cuales la palabra se desiiza demasiado cémodamente. La cuestién es antigua. A menos de una década de la conmocién de la reforma det 18, uno de los profesores que habian acompafiado y festejado al movimiento reformista, Alejandro Korn, no esquivaba el lamento: la cultura y la universidad, decia, poco tienen que ver entre si. Porque la universidad se ha convertido en una maquina capaz de producirtitulaciones, pero no en el plano receptivo de la vitalidad social. Fildsofo por vocacién, médico por titulo, Korn decia avergonzarse por ostentar un diploma de graduacion de una institucién cuyas resoluciones no permitian consideraria un organismo de “soleccién intelectual”. Escritos de un el ojo mocho 1. Editorial humanista capaz de pensaral conocimiento como reserva cultural, antes que como atributo inmediato de una prote- sién; y que incentivé una universidad capaz de ser usina productora de esos tesoros culturales. Pasaron muchas décadas, en las cuales la universi- dad —la nuestra: la de Buenos Aires participé de agitacio- nes, entusiasmos publicos, creacionos colectivas, descu- brimientos de alta cualidad cientifica; pero también fue desguazada por politicas represivas, por abandonos de ‘muchos de sus miembros, por desvanecimiento de sus compromisos publics y por la caida mas general del valor comunitario del conacimiento. Actualmente, hemos dicho, su situacién no nos incita a menor desazén que la que deciaraba el antiguo humanista. Noparece, sin embargo, que ala situacién actual le corres- onda un retorno a ese humanismo capaz de distanciarse ‘con horror del mundo de las profesiones. gCémo constituir tun vinculo con el saber que no prescinda del reclamo de lo ‘contempordneo, pero que no entienda lo contemporaneo ‘como la afizmacién de lo factico del presente? ~Como sostener la idea de una universidad dotada de relevancia cultural y de avonturas investigativas, sin que ella se deslice a formulaciones aristocraticas olitistas? ¢ Cémo, finalmen- te, tralar con el pasado tedrico, intelectual y cultural, de un modo ajeno a la preservacién conservadora? 'No creemos que esos dilemas sean menos relevantes para las instituciones universitarias que los modos en que ‘se gobiemnan. Cierto es que éstos son deficitarios, como es cierto también que los recursos materiales son insuficien- tes, pero no se deberia dejar de pensar que a esas insuti- Ciencias no se les debe oponer la deficitaria respuesta dela afirmacién de fo que hay, la negacién de los dilemas internos que hacen al sentido piblico y colectivo del saber. Il, Intelectuales: ritos y escisiones Dos actos han puesto sobre el tapete en el que se arrojan las iras medidticas y las defensas corporativas, la relacicn entre las dirigencias politicas y el mundo intelec- tual. O mas que esa abstraccién, la relacién con algunas figuras que han sido consagradas como expresivas de los mas altos y rimbombantes valores de la vida cultural. Un acto fue la ausencia del presidente de la Nacién, al acio inaugural de la Feria del Libro; el otro, el agregado de un prologo a la nueva edicion del Nunca’ mas. Enel primercaso, un periodista reciamé que tal digna- tario debia haber acompafiado a quien —el periodista— consagraba como el mejor escritor argentino, que daba al discurso inioial para la exposicién. La indignacién parece ‘mostrar que ol bro ha sido puesto en equivalencia con huestro mas preciado bien nacional y tema de la compo- sicién escolar: de hecho, el enojo cundia cuando los presidentes sustraian su presencia de la Exposicién de la Sociedad Rural, y ahora cuando no inauguran la Feria. Muchos de nosotros depositamos el bolo obligatorio de palabras y asistencias a la exposicion. Pero eso no basta ara considerar que alli transcurre un hecho cultural de relevancia para el pais, que mereceria ser considerado como asunto de Estado, El libro revela, en esos dias de un modo privilegiado, los modos de produccién, difusién, circulaoién y public dad, que lo colocan mas bajo las caracteristicas de un hecho mercantil que de un territorio cultural. Decir que los brestigios estan distribuidos por precisas estrategias pu- blicitarias, pero también por los enlaces entre la esoritura y los medios de comunicacién audiovisuales, no deboria entenderse como rezongo de los autores de “menos \vendidos” hacia los afortunados que encabezan las listas de preferencias de los lectores. No es, sin embargo, lo mas preocupante: que es lo que tiene de alisamiento y homogeneidad cultural. Babélica, oficial, en sus momen- tos dominantes abreva en una idea de cultura tradicional y vacua: lo importante es leer, la leciura salva, y los escritores son grandes personas. Una cultura como signo. de distincién o privilegio. Esa autovaloracién que la Feria pone en juego, no es incompatible con la circulacién mercantil: el autor es también sello y marca, y esos atributos que distinguen ~positivamente- ai productor de cultura, estén imbricados ala posible realizacién de sus libros. Es un mercado, que necesita ligar elcirculto dinerario alas escenas derecono- cimiento y al reciclaje de formas tradicionales del encuen- tro intelectual, como la mesa redonda o la conferencia ‘wueltas ritos eclasiales o actividades obligadas del oficio. “Como no recordar que politica es discusion sobre los modos de valorar? ¢Por qué acepiar, expurgando de dilemas 0 sospechas, las categorias del prestigio que distribuyen los circuits comunicacionales? Escuchar a tn gran escritor—si es que cabe ol calficativo a alguno de los que han recibido la admisién al canon en los ultimos tiempos~ deberia ser menos festejable que escuchar grandes ideas. Pero todo esta trastocado: no se cuestiona al gobiemo la debilidad de sus propias intervenciones culturales sino la renuencia a plegarse a formas obvias y fatuas de la cultura Y se establece, en adhesion a ese modo de concebir la vida intelectual, una serio do consensos que no son menos corporativos que los lazos que sostienen las insti- tuciones mas tradicionales. Consenso que permite esqui- var el drama de la valoracién, la decision mayor de qué se lige sostener y preservar, en nombre de acuerdos impi- citos y supuostas somojanzas. El segundo acto conflictivo, refierea las airadas defen- sas que Emesto Sabato recibié como autor violado en sus, derechos por el agregado de un prélago que antecediera al suyo en la nueva edicién del Nunca més. Otro periodis- ta—jdemasiados diarios dominicales!—no retrocedié ante ‘comparar el acto can la modificacién de escritos funda- mentales aunque ficcionales y de clara autoria, como ‘Amalia o el Martin Fierro. | Nunca més, cuya ligazén testimoniante con lo atroz lo exime de ser considerado una obra literaria; tiene la importancia fundamental de ser la constatacién publica del terrorismo de Estado y no el producto de una autoria individual. La toma de testimonios de una crueldad que costaba asimilary cuyas consecuencias no se terminaban de advertir, fue un acontecimiento politico fundamental. ‘Que resulté encuadrado bajo modos intorpretativos que ‘subsumian la cuestién en una lgica de causalidades y ‘contracaras, que lo horrisono narrado por los testimonios. no dejaba de desmentir. Ese encuadre ~el que recibis el nombre de teoria de los dos demonios~ tan insatistactorio como erréneo, impedia advertir que algo de lo human habia sido arrasado en esos actos y que no se ligaba facilmente a explicaciones hist6ricas. Por otro lado, la ‘comprensién de las miltancias setentistas en una relacién de equivalencia con ese horror, gesié como revés una imagen de pura inocencia, de plono despojo de vidas sin macula. La demonizacién y la angelizacién fueron los rostros polaresdeun mismo movimiento que estaba en las paginas prologales del informe de la Conadep. Este momento es otro, y os problemas que plantea en términos de la memoria y de la reflexidn social sobre lo acaecido son de cistinta indole. Tanto que a la tendencia estatal a considerar bajo una luz festiva el momento de la militancia setentista; se le contraponen intentos reflexivos yeriticos que rasgan toda ilusién de consenso. Se podria ver que en estos afios, se esta redefiniendo fuertemente ‘e| modo de comprender los setenta, mientras se afirma la ‘condena de la experiencia concentracionaria. Es decir, si durante los ochenta la clave estuvo en la definicién de aquello que habia que condonar, vainte afos después, el nucleo central es definir qué era lo que fue aniquilado por elterrorismo estatal. ¥ estolleva acolocar bajo una nueva reflexién los significados de una militancia revolucionaria. No se debe temer a esa discusién ~que en una de sus derivas fundamentales se inicié on las paginas de La ‘ntemperie y quo intentamos continuar en las paginas que siguen-, ni conviene descartarla por la memoria de las victimas de un momento anterior de la historia. Si este momento es otro, como creemos, tiene su derecho a interpretar nuevamente aquellas comprensio- nes que para muchos fueron insatisfactorias, incapaces de poner la palabra a la altura de los acontecimientos. Salvo que el libro de la Conadep debiera considerarse documento arqueolégico inmodificable, no se entenderia por qué deberia ser eximido de una nueva lectura, de otra, propuesta intarprotativa. Seguro que no podria deber esa fexencién a prestigios intelectuales, ni deberiaconsiderar- se la modificacién un menoscabo a supuestos prestigios. Esta en juego, parece, la cuestion de ese documento en relacién al presente: 6! libro, si aun se pretende como hecho politico -do denuncia, constatacién y fundacién regeneradora de un orden menos cruento-, solicita que ‘quello que funcionaba como esquema interpretativo de- ficiente sea puesto en dilogo con otros. Una historia critica tiene menos deberes con preservario ya dado, que ‘con volver eso dado a la autoconciencia del presente, Ill. El pasaje de lo econdmico a lo poli En el film argentino E] custodio hay un momento en que la conciencia oscura del personaje se quiebra. Prime- ro parece vivir en un encierro de sumisién y violencia contenida. Vive, en realidad, acosado por heridas morales y sometido a ceremonias de obediencia, Bajo esa asfixia, ‘8 forja una persona adulterada por la incomprensién de 84 propia existencia, Pero finalmente sucede el quiebre. De la sumisién amenazante pasa a la locura asesina. Elcine y el arte en general han cultivado mucho este tipo de sirviente, un hombre solitario y violento, mortifica- doen silencio por un servicio degradado. Pero sobreven- dra luego el inesperado desenlace. El custodio mata al hombre a quién sirve. Se separa asi de la dialéctica sutil del amoy el esclavo. Sin embargo, lo hace en medio de un proceso de locura, sefialado por signos explicitos en la actuacién del personaie. Es bueno este pasajo? Es el pasaje de la moral ofuseada al trastorno mental. O de otra manera, es el Pasaje de las pasiones sombrias a los lenguajes de la Psiquiatria. Hay muchas diferencias entre las dos cosas. Las primeras poseen una oscura conciencia de si. Los Sogundos estan explicitados por la falta de razén. Con Editorial unos se expresa laconciencia desgraciada. Contos otros, la explicacién tranquila do un desarreglo de la monte. Sin dda, desde ol punto de vista del arte, estos pasajes son necesarios. No podria haber acto artistico mas importante {que la conversion, la transtormacion de una cosa en otra, at vuetco repentino de una situacion, todo muy estudiado por las mae viejas doctrinas clasicas del arte, Pero en la pelicula que mencionamos se debilia un tanto ol hilo de sentido, al pasarse abruptamento do ia uestion moral del sometimionto a a cuestion clinica dela ‘najenacion. La calidad de cada una ante la misma con- Gioncia cautva os muy dforente, Sin dua, la locura es un Gran espacio para estos pasajes. Es por eso que en la historia del arte existe el gran tema dela simuiacién de la Iocura La locura fue siompre vista como un gran mercado do actuacion, como lo que ara por la ausencia de explica- ibn cabal do lo que acontece. Pero qué diriamos de una Stbita conversion do ia obediencia callada ala demencia, homicida? Quizés perderia sustancia el vasallaje, con su carga de misterio, sustiuide por el develamiento consola- ‘Jor de una locura, Alguien mata porque estaba desquicia- do, no por efecto de una concioncia humillada. De Io onigmatico dela capitulacién personal se pasa a lacisfana explicacisn por la via del trastorno psiquico. Quizés, una forma del pasaje adecuada podria ejer corse con cada elemento vivo Interpuesio en cio, @ la manera delaclsica dialética o de una ingeniosa técnica do yuxtaposicionos ointorpolacién. Sisaliesemos de esta breve anotacion sobre el cine de “pasajes" ~y téngase en Cuenta fo que hace alguien como Lucrecia Martel, donde ten voz de pasajes hay inconclusiones y acciones que no tionen secuencia posterior, podriamos quizas entrar en ciorta cinética poltca. Ali encontramos un modo det pasaje por ejemplo, delo econémico alo politico regido porlaforma dea catarsis. UNA casa DE MuSECas ¥ UN ENEMIGO DEL PUEBLO Henk Ibsen > Peer Gynt, Et. Pato SALVAJE ¥ Sia Heppa GaBLER HenrikIbsen DE PROXIMA APARICION: > Urorta Tomés Moro » Erica NICOMAQUEA Avisttees D PENSAMIENTO ¥ HABLA Lev Vigotsky D La FILOSOFTA EN EL TOCADOR ‘Marqués de Sade > ENEADas Plotino j COLIHUE 9% TEATRO » EN UN PAIS AL VIENTO Y OTROS DRAMAS TEATRALES 5 Jose Luis Arce ae > Teatro compteto T Jonge Goldemberg pe No Di > Fooutyx. TEATRO T Alejandro Tantanian » POSTAL DE VUELO Y OTRA PLEZAS TEATRALES Victor Winer » MI PRoPIO NINO D10s ¥ OTROS TEXTOS TEATRALES Julio Chavez > Escrrros 1975-2005 Mauricio Kartun cg musQrisca POESIA/ COLIHUE » Marimsa. ANTOLOGIA PERSONAL Jonge Bocanners » EL PESO DE LAS COSAS EN LA LUZ| Fina Garcla Marriz EB eEDICIONES COLIHUE Av. Diaz Vélez 5125 (C1405DCG) Buenos Aires - Argentina Telefax (lineas rotativas): 4958-4442 / Fax directo: 4958-5673 erecacancane www.colihue.com.ar .commar Ensayos ‘exprosan yo sirven. Lo que no habia hasta ahora es lo que conslituye la primera singularidad de esta polémi- ca argentina, osiustedes quieren, en Ja Argentina, Fue iniciada por una carta que su autor ~ya dijimos su nombre, el flésofo y poeta Oscar del Barco- consideré emanada de una ‘conmocién personal, node argumen- tos 0 de razonamientos de la clase que fueran. La escritura conmocional tiene un rasgo profético, pero si es eslrictamente laica ~come el célebre Yo acuso de Zola~ puede también usar la primera persona como una plegariaprofana y hacer estrellar todo el flujo do la historia en una figura dramatica y granitica del yo. Enel caso de del Barco, lo que so pone en juego para sostener sus afir- ‘maciones, su yo acuso, es la volunta- ria susponsién del yo politico, a la manera de las tradiciones escépticas del conocimiento, Se acusa pues a si mismo. No a un presidente ni a una Ccorporacién, no a un grupo politico ni una iglesia, sino a si mismo y a lo ue irradia ese si mismo: de alguna ‘manera, pero de alguna manera no facil de explicar, esa historia de las decisiones sacrificiales de la insu- rreccién armada en la Argentina. ‘Sogtin sefiala Jorge Jinkins, uno de los contradictores de del Barco, quién escribe en la revista psicoana- litica Conjetural, al empleo de un yo confesional, siempre dudoso, se 10 ‘lige un tanto vicariamente para res: uardar la eficacia de la confesion. EI yoconfesional se convierte en toda la Potencia posible del yo. Es decir, se convierte en un imposible yo, que aborda el absurdo de desatar su pa- ‘sado y querer afirmarse por esta via disolutoria. El problema que se origi na es de naturaleza mitol6gica. El yo se disuelve en una confesion para Poner su verdad irreductible y al mis- mo tiempo no puede sino afitmarse ‘como fuente de verdad, La verdad s2 onvierte entonces en una simulta- nea afirmacién y negacion del yo. Confiesapara salirindemne gracias a arrasarse. Jinkins deduce de alli que de! Barco es tan sincero como inautént: £0, pues pone el yo y lo deshace, omplea argumentos para decir que noargumenta. Elproblemaes crucial: de alguna manera debo ser mi pasa- do perono hay porqué dejario bajo su sello de identidad ya transcurrido, Apolo a los derechos del presente Para revisarlo actuado, admitiondo la dificultad que tiene toda construccién de sinceridad. Desde el punto de vis- ta de la escritura de textos, hay aqui Uunainteresante mitologia del yocomo accesoa su autoanulacién. Tema que las tilosofias del sigio anterior hicie~ ron glotioso pero que en el caso de del Barco obedecen al acervo nominalista de la literatura argentina, que proviene de Borges y sobre todo de su maestro Macedonio Femandez, autor de un gran penacho de textos ‘on que dol Barco oxperimenta y con- trasta los suyos propios. {Qué hay ena carta de del Barco fen materia del yo, si no es el propio texto autoatitmativo deuna carta? Es ‘quela carta de del Barco es en primer lugar una carta: un didlogo con el infinito. Sin embargo, tiene contextu- ra aparentomente historica, Se refio- rea un hecho ocurrido hace cuarenia aiios, Tal es el sostén historico de la carta y quizas por primera vez se levanta un horizonte de palabras filo- soficas en la Argentina para tratar un hecho pasado de la guerrilla, que del Barco presenta en.una dimension que no seriatemerario denominarbiblica, {Qué fueron esos hechos? No eran enteramente desconoci- dos, pero ahora salian a luz de un modo despejado, como si un aconte- cimiento subordinado en la legion de aconteceres mayores, cobrara una significativa fuerza interpeladora. Se trataba de dos fusilamientos de jéve- nes miliantes de una guerrila des- plegada en 1963 en la provincia ar- gentina de Salta por el Ejército Gue- riillero del Pueblo, que estaba rela- ccionado con el posterior viaje de Er- nesto Guevara a Bolivia Este ejército diezmado porel ham- bre y que no tomé ningtin contacto con las fuerzas que se aprestaban a ‘combatirlo, produce su tinico evento armado fusilando por hechos de in- disciplina a dos de sus militantes, Del Barco recuerda estos hechos cuatro décadas después, no para condenar- los, sino para escribir una carta sacrificial, y de algin modo, ponerios ‘como Hechos de un libro teologal. La carta, dice del Barco, son sdlo los motivos por los que fue escrita. Se trata entonces de escribir para escla- recersu conciencia, en un movimien- to de autoexamenyy refundacidn dela critica, poniéndose en un ambito de- liberadamente incémodo y sui- referencial. Al situarse on el ambito de la sacralidad le retira fuerza al juicio histérico sobre los represores, {quo 08 el tinico que funda un a prior! de comprensién y empatia hacia los militantes armados ¢ insurgentes de la época, Pero el yo era necesario, a pesar de que la carta es autojustificativa y ‘como carta anula la propia idea de yo. La caria es la vida y el lenguaje todo. LaCartaes lente errante, la existen- cia indocumentada, ellevinasiano hay, tuna ocurrencia inexplicable, unrasgo de locura. Era necesaria la expresion yo mismo, pero es [0 necesario como imposible, que cultiva del Barco sin el mismo lenguaje pero con semojantes alcances que ciertaevolucion del pen- samientoderridianodeEnesto Laciau, Si un otro opera un resultado so- bre mi responsabilidad —puede desvanecerla, es claro, poro también me obliga a recrearla-, en del Barco ‘es un modo de afirmacién que quiere designar el evento yoistico como una incégnita que solo sabe de su prome- sa de discusién. Pero esto ocurre ‘cuando por fin hace su denuncia sacramentada. “La carta son sus ‘motivos”. Es un ser que solo se sos- tiene si se vuelca y agota sobre si mismo. Se trata entonces de una car- tabreve, un manifiesto pensadopala- bra porpalabra, como un salmoo una revelacién, como la construccién de una casa con ladrilos moldeados en lejanas meditaciones. Se examina en la carta la culpa de quienes habian apoyado indirectamente esa expe- riencia guerrillera. Pero es su propia culpa. El otro es él mismo. ‘Convendra leer algunos parratos de la carta para ilustrar su tono, su plano retérico, su raiz exhortativa y autopunitiva, pues son formas ‘experienciales puras, hechos desalo- jados de cualquier comprensién pos- terior y que valen por su posicién misma en el acto de escribirse. La carta es sus motives. ¥ los motivos son su escritura. Todo abreviado en el campo del yo, que es ese motivo y esa escritura, sin exterioridad ningu- na. {Es admisible cosa tal? Desde luego, no en el debate politico. Por otro lado, del Barco rememora estos hechos luego de quela misma revista ala que envia su carta publica un reportaje a Jouvé, uno de los sabrevi- vientes de esa guertila y que refiere aquellos hechos, DicedelBarco: “Al/eercomo Jouve relata sucinta yclaramente el asesina- to de Adolfo Rotblat al quo llamaban Pupi y de Bernardo Groswald, tuve la ‘sensacidn de que habian matadoa mi ‘hijo, y que quién lloraba preguntando por qué, cémo y donde los habian ‘matado, era yo mismo’. Luego escribe “en ese momento me di cuenta clara de que yo, por haber apoyadolas actividades de ese ‘grupo, era tan responsable como los {que lohabian asesinado” Y mas ade- lante: “EI principio que funda toda ‘comunidad es eno mataras. No ma: tards al hombre porque todo hombre ‘es sagrado y cada hombre es todos Jos hombres. La maldad como dice Levinas, consiste en excluirse de las ‘consecuencias de los razonamien’ tos, el decir una cosa y hacer otra, al ‘apoyar la muerte de jos hijos de ios dtros y levantar eno matarés cuando ‘se trata de nuestros propios hijos”. Por un lado, escribe luego de leer a otro, ¥ luego, ol yo flosctico incluye asi su explcitacién filial, uniendo al padre y al hijo con una tercera nocién de conmocién en ia escritura. Desde luego, son los elementos pristinos {que fundan religiones, una trinidad de algtin modo borgeana, pero en este caso, se esta hablando del uso de la violencia en los horizontes de la pol tica y la historia. Es dificil no coincidir con dol Bar- co siempre que sea facil (no lo es) imaginar que es éste un debate don- de es posible hablar solicitando a Levinas oa otros autores propicios de la filosofia de los textos fundadores de la gracia del pensar como cons truccién de siy delos otros. No esasi lapolitica y su coseidad abrumadora, hecha de violencia y célculo de ex cepciones, entre ellas la de la muerte del enemigo (cosa que el propio Levinas reconoce como la particular dad de una conciencia que ajusta de diversas maneras su relacién con el otro). Pero auntiempo, es posible ver la necesidad de esta Garta, y soltar nos frente a ella en la angustia de saber si estamos de acuerdo con lo que propone. ZPero qué propone? eSabemos lo que propone? Lacartaes tautolégica: necesaria peroimposible, posible pero absuelta de consecuencias. Es una revelacién personal, lo que se escribe para es larecer un si mismo. De este modo, ‘aqui nada resalta en direccién hacie tin aval de lo que en la Argentina se condené fehacientemente bajo el nombre de doctrina de los dos demo: nios, que igualaba todas las violen- ies desiguales y sus métodos tan contrastantes. Peropuede haber un eserio sin efectos? Comosea, la Carta fue leida por sus efectos. Y la Historia @8 el reino de los efectos entrelaza dos, que en cierto momento de su andar no se reconocen como tales, Nervaduras del presente LIBROS QUE HACEN CAMINO — COMMUTE => => 6 UNIVERSIDAD yi Jean Pau SARTRE. ACTUALIDAD DE UN PENSAMIENTO. H. Védrine, H. Gonzilez, D. Tatién, S. yale B. Vauday, E. Rinesi, J. Ha Kang, E. Griines, J. Sazbén, P. Vermeren, L. Amiech, N. Barbagelatta, F. Naishtat, P. Skulason, G. Lambruschini, T: Abraham, $. Cabanchik » La SeMAwrica acuMENTATIVA, Cs UNA INTRODUCCION A LA TEORIA DE LOS BLOQUES SEMANTICOS DE MARION Canet. ¥ Oswaip Duckor. a LEDICION y TRADUCCION: Marla Marta Garcia elves Negroni y Alfredo M. Lescano a ARGUMENTATIVA | | | | Punaladas » Escrrros ex Carsoniiia. Horacio Gonzaler Alternative pedagegica » EL PRINCIPIO DEL FIN. POLITICAS ¥ MEMORIAS DE TA EDUCACION, EN LA ULTIMA DICATADURA MILITAR (1976-1983). P. Pineau, M. Marifio, N. Arata y B. Mercado Epiciones Det Sou pie Serie antropolégica ca » La BARBARIE INTERIOR. ENSAYO SOBRE EI. INMUNDO MODERNO. Jean-Francois Mattéi \ D CINE ANTROPOLOGIA Y COLONIALISMO.. (Edicién Ampliada) | ‘Adolfo Colombres. Comp. Laueae ES eDICIONES COLIHUE AEMPIBEE Biba ADIGE) at SE Toa oer teees Dabo amecsie) oaatens Steere Pa peepee www.colihue.com.ar Afttiivo Historico de Revistas rgentinas | www.ahira.cemrar

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