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El otro virus que mata a los

peruanos
“Les importa nada a esos empresarios que más de la mitad de los
peruanos sean pobres o estén en el umbral de la pobreza y que no
puedan sobrevivir estos 70 días en encierro”.
Cuando empezó la cuarentena, unos 8 millones de peruanos tuvieron permiso del gobierno para salir a trabajar. Un cuarto de
la población o 47% de la PEA activa ocupada (ENHO, 2018) Ver aquí: https://bit.ly/3gjRxUM. Quiere decir que nunca hubo un
encierro total. Miles salieron a trabajar con la anuencia del gobierno y sin protecciones obligadas a sus empleadores. Allí
están no solo los peruanos del sector público, policías y personal de salud desprotegidos, sino de la gran empresa y
privados que presionaron para estar en la lista de ‘trabajos esenciales’, como los de las minas que ahora tienen cientos de
infectados.

Habrá cosas buenas que resaltar de las decisiones de Vizcarra, pero lo imperdonable es que haya cedido, y continúe
cediendo, a las presiones de los grupos de poder económico. Es imperdonable que casi 7 millones de peruanos aún no
hayan recibido un sol de los bonos, como bien ha apuntado la excongresista Marisa Glave (ver aquí: https://bit.ly/2Bf6iIl).
Gente que no tiene qué comer en el día y es estigmatizada por salir a ganarse la comida para su familia.

Cuando el dinero es para las grandes empresas le llaman rescate financiero y los empresarios no se quejan del Estado, al
contrario, hacen lobby y lo presionan. Pero cuando es para ayudar a los pobres le llaman asistencialismo, populismo y hasta
comunismo.

Les importa nada a esos empresarios que más de la mitad de los peruanos sean pobres o estén en el umbral de la pobreza y
que no puedan sobrevivir estos 70 días en encierro. Les importa que sus arcas no se vean afectadas.

En el colmo de la indolencia, mientras millones de peruanos aún no tienen ayuda del gobierno, las AFP tienen un préstamo
del Banco Central de Reserva para que no tengan que sacar de sus fondos para pagarles a los peruanos ¡SU plata! Siendo ya
el colmo que la ayuda a la clase media para abajo salga de sus propios fondos con los que las AFP especulan, se suma el
colmo de que ¡el gobierno financie la liquidez de las AFP a través del Banco Central de Reserva! Lo explica en detalle el
investigador y sociólogo Francisco Durand aquí: https://bit.ly/2ArxxPK. En el colmo del descaro botan a Luis Alberto Arias
Minaya del Banco de la Nación por haberse negado a usar fondos del Banco de todos los peruanos para entregar el dinero
que las AFP tenían que entregar durante la emergencia. Ante su negativa, la brillante idea fue usar el BCR como banco para
las AFP. Con la plata de todos los peruanos. Dan asco. Como da asco el monopolio de las farmacias que encarecen las
medicinas en plena crisis de salud y las clínicas privadas a las que les importa un bledo si los peruanos en el sistema
público se están muriendo porque no hay camas UCI, cuando las camas privadas están vacías y solo las llenan si pueden
destripar como buitres a la gente con miles de miles de soles impagables para la mayoría.

El Perú está enfermo, pero no solo de coronavirus sino de algo peor, clasismo y desprecio por la vida de los más pobres por
parte de los grupos de poder económico. Cosa que podría ser detenida si no fuera porque el poder político termina
sometiéndose o haciendo negocios.

El virus del clasismo es peor que el Covid-19 porque tiene mala intencionalidad y mal propósito. Pero el crimen peor es que
quienes tienen el poder político se sigan aliando y sometiendo haciendo que paguen con sus vidas la mayoría de peruanos.
Si Vizcarra no se diferencia en esto del resto de gobiernos, habrá echado su futuro político a perder. Si es incapaz de darle a
más de ¾ partes de la población el verdadero bono universal, por persona (no por familia), durante 2 o 3 meses, usando el
padrón de Reniec y los dineros de todos los peruanos para todos los peruanos, su diagnóstico será reservado.
COVID-19: No fallaron los
peruanos
“El resultado han sido los focos mortales en los mercados; policías y
médicos contagiados, y en la minería varios cientos de infectados de
los que nadie quiere hablar”.
Ni comba ni martillo. El Perú que nos dejaron todos los gobiernos anteriores no lo podía salvar ni una comba porque antes
de martillar había mucho por restaurar. Demasiado. Somos un país en la ruina social pero indolentemente ‘orgulloso’ de su
‘buen manejo macroeconómico’ de las últimas tres décadas. Nuestra salud y educación públicas aún corresponden “a las de
un país pobre, muy pobre”, apunta Hugo Ñopo en El Hilo. (Ver aquí: https://bit.ly/2XunYai).

Desde García hasta PPK, todos gobernaron solo para los grandes grupos económicos, las transnacionales y sus bolsillos.
Gracias a ellos hoy los peruanos morimos como moscas por el COVID-19 y no por la irresponsabilidad de un puñado de
negligentes como la TV y parte del gobierno nos quiere hacer creer.

Lo que la tele no dice es que “el día que salió el decreto de urgencia decretando la cuarentena, en el mismo decreto se
autorizaba a seguir trabajando a las personas dedicadas a actividades esenciales”, apunta Ñopo. Según el DU y sucesivas
adendas del MEF esas actividades eran el comercio de alimentos (mercados), profesionales de la salud, sector público, e
incluso metieron de contrabando a las mineras como ‘esencial’ pese a que no estuvo en el decreto inicial.

Según Ñopo, estamos hablando de casi 8 millones de peruanos –47% de la PEA activa ocupada (ENHO, 2018)– que desde
los primeros días de la cuarentena tenían permiso para salir a trabajar sin estrictas protecciones ni rigurosa fiscalización a
las empresas empleadoras e instituciones. “Visto así”, añade Ñopo, “el encierro no ha sido tan dramático como se pensó”.
(Ver aquí: https://bit.ly/3gjRxUM).

El resultado han sido los focos mortales en los mercados; policías y médicos contagiados, y en la minería varios cientos de
infectados de los que nadie quiere hablar.

Es verdad que aún no sabemos a ciencia cierta cuántos de esos casi 8 millones trabajaron o fueron despedidos con la
‘suspensión perfecta’, pero si tomamos este otro dato que Ñopo nos alcanza de nuestra realidad social, se explica por qué
tanta gente salió a la calle a jugársela: el 40% de la PEA ocupada son trabajadores independientes. El 80% de esos
independientes son informales con empleos precarios que viven al diario: 3 de cada 4 ganan al mes menos de la
remuneración mínima vital. Sumémosle que un tercio de los hogares urbanos en Perú no tienen refrigerador y que 30% de
hogares urbanos viven en severas condiciones de hacinamiento, con 4 o más personas viviendo en una casa sin habitación
o con una sola habitación (¾ partes de los peruanos viven en ciudades).

Difícilmente tras transparentar estos datos se puede seguir culpando al peruano irresponsable’ la alta tasa de
contagios. Vizcarra hizo el mejor esfuerzo con el carro destartalado de la salud pública y la educación que nos dejaron
todos los anteriores gobierno, invirtiendo apenas 5% del PBI en estos sectores; indolencia de la clase gobernante que hoy
nos pasa factura. Pero también faltó que se asesorara con una visión más social, que pudiera advertir la bomba de tiempo
que eran los mercados (y sus trabajadores por los que nadie hace lobby); le faltó también ser menos concesivo con los
grupos de presión económica con respecto de sus trabajadores.

Hay muchas lecciones aún por aprender, pero que quede claro que no hemos fallado los peruanos. Nos fallaron la clase
política y empresarial. Fallaron al Perú. Esperamos que Vizcarra no se vaya de este gobierno sin hacer una diferencia. Si no,
las muertes que han calateado al Perú profundamente despreciado, habrán sido ofensivamente en vano.

**No puedo dejar de expresar mi solidaridad y desconcierto por los despidos en el diario. Guardo esperanza en que pronto el
diario explique qué ha sucedido y abogo por una retractación de los mismos, dadas las duras circunstancias para los
trabajadores en plena pandemia.
El Gobierno ya abandonó a la
gente
“La clase trabajadora llevará la peor parte. El Gobierno los ha
abandonado y los ha vendido a su ‘mejor postor’: los grupos de poder
económico”.
Al comienzo todos creíamos que era como una gripe solo que mortal. Pero los datos que se van recogiendo en todo el
mundo nos van mostrando la verdadera cara feroz del Covid-19. No es nada como una gripe. Ataca los pulmones hasta
asfixiarte de muerte de un momento a otro. Pero no solo los pulmones; también ataca al corazón, los riñones, el sistema
nervioso y la sangre. Genera coágulos mortales pulmonares y cerebrales. Puede devastar los riñones hasta la diálisis.
Destruye el sentido del olfato y del gusto y puede llegar hasta tu cerebro. Inflama los vasos sanguíneos en todo el cuerpo y
crea coágulos que pueden matar repentinamente. Es un virus despiadado.

Y si antes creíamos que afectaba solo a adultos mayores o personas con obesidad o enfermedades pre-existentes, ahora se
sabe que también infecta a adultos jóvenes y a niños. Hay registros de niños con Covid-19 muriendo de una rara
inflamación que deriva en complicaciones cardíacas.

Entérate de todo esto antes de salir de casa y añádele la falta de respiradores y camas UCI que habrá cuando se
descuarentenen. Si ya durante el encierro la gente viene muriendo porque no hay cómo atender a todos. Súmale el
abandono por décadas de nuestro sistema de salud debido a la indigente representación política que hemos tenido hasta
ahora; siempre sucumbiendo a la angurria de llenarse los bolsillos antes de construir país y siempre cediendo a las
presiones de los poderes económicos.

Si cada uno de nosotros no se cuida ahora compulsivamente, la apertura va a ser una masacre en la que la clase trabajadora
llevará la peor parte. El gobierno los ha abandonado y los ha vendido a su ‘mejor postor’: los grupos de poder económico
que no han dejado de presionarlo hasta lograr su desgraciado acometido, que las masas que producen sus fortunas salgan
a trabajar para reengordar sus cuentas en paraísos fiscales a costa de la mayor e inmoral explotación vista hasta hoy, la de
sus vidas.

No es casualidad que el bono familiar lleve más de 20 días sin ser repartido. Necesitan a los trabajadores hambrientos y
desesperados para que estén dispuestos a jugársela entre el hambre de su familia y exponerse al coronavirus. Los
necesitan debilitados para que no puedan reclamar por las ‘flexibilizaciones’ que el gobierno ha ido cediendo en favor de la
gran empresa cambiando los estándares de salud para los trabajadores durante el Covid-19.

Para todos estos plutócratas, los trabajadores son piezas reemplazables, siempre habrá alguien más con necesidades de
subsistencia si se mueren por Covid; para ellos no son personas sino medios. Incapaces de contribuir con algo de sus
fortunas, compartiendo con aquellos que son la mano sudorosa y explotada en base a la que las han forjado.

Permitiendo esto, el gobierno se hace cómplice de sus muertes dándole la espalda a los verdaderos trabajadores esenciales
de un país y su economía.

El gobierno comienza a oscurecer la luz inicial que dio en esta pandemia; se enturbia la transparencia, aparecen decisiones
cuestionables y peligrosas desde el MEF y el MINSA.

Mientras, el congreso otra vez muestra su miseria moral con la #leydecolectiveros. Y unos policías y autoridades malignas
roban la plata para el Covid. ¿Cuánto más podemos soportar como país? ¿Hasta cuando serán los poderosos de siempre
los que obtengan lo mejor para sí a costa de lo peor para los demás? Somos más. Hagamos algo con eso. Es hora de decir
basta. Si no es hoy que un virus nuevo nos está matando súbitamente, será el virus del poder económico y político
desalmado y corrupto el que nos mate.
COVID-19: contexto, juicio y empatía
Primero quiero decir algo sobre Iquitos, donde los contagios se dispararon de manera brutal. Sí, el gobierno ha tomado decisiones
acertadas en muchos casos, pero en otros, como lo que está dejando pasar en Iquitos, su falta de iniciativa es imperdonable.

Para quienes ya están pensando: esa gente irresponsable, ignorante, merece lo que le pasa. Tengo dos ideas y un testimonio para expandir
su estrechada mente y corazón:

Una, muchas personas que salen a buscar comida para el diario o pagar servicios básicos no tienen el privilegio que puedes tener tú de
guardarte y soportar. Es difícil pero intenta imaginar que no tienes ahorros, ni tarjeta de crédito, ni familiares con dinero, ni trabajo. Y
tienes familia. Esa es la situación de muchos peruanos, que además están tan habituados a enfrentarse a la muerte y a la imposibilidad a
diario, y para quienes esta situación es navegar una amenaza de peligro más.

Dos, hay otro grupo de ciudadanos que actúan irresponsablemente, mayormente por ignorancia, no porque quieran ver morir a los suyos
o suicidarse. Esa ignorancia es producto de generaciones sin cultivo de educación en ciencia o pensamiento crítico. Esa educación es un
privilegio de pocos. Antes de tener el frío corazón de decir que se merecen morir, piensa en su no-privilegio que los expone a la muerte.

Tres, antes de hacer un juicio desde tu propio contexto (lo que nos sale natural), esfuérzate por conocer otros contextos. Es el caso
de Iquitos, donde Lupe Muñoz, periodista seria de la zona, contó al colega Sifuentes que lo de Iquitos se explica por varias razones. Una
es la idiosincracia de la gente en la selva, en general muy sociable, donde en cualquier calle se arma una net para jugar o se arma el bingo
en una esquina. Pero añádele que Iquitos es una de las ciudades más pobladas de la selva, con solo una oficina principal por banco (y
pequeñas agencias en distritos, con transacciones restringidas), una conexión a internet que es INSERVIBLE para informarse, llenar
formularios o hacer transacciones. Si restringes horarios a un día en bancos o mercados, el resultado es aglomeración. Y le añades
desabastecimiento y escasez porque a Iquitos no se puede llegar por tierra y se cerraron vuelos sin considerar abastecimiento de
medicinas, oxígeno y otros (criminal), te explicas a la gente corriendo por obtener productos (un blister de paracetamol está 20 soles).

Conclusión: esforcémonos por mirar un hecho con información sobre su contexto y los factores múltiples que lo explican, y no solo
opinar desde nuestro ombligo. Lo resalto porque es una de las cosas más difíciles de practicar: salirse de uno mismo y pensar el contexto
del otro. Si nos esforzamos buscando información o testimonios confiables (es una chamba), nuestros juicios serán más certeros y justos,
más educados y empáticos.

Si ves a un heladero en la calle, pregúntate: ¿por qué saldría a exponerse?, ¿solo para ganar plata?, ¿por qué tal necesidad si pudiese
resguardar su salud y la de los suyos?, ¿qué estoy asumiendo sin saber?, ¿qué información me hace falta para completar mis
suposiciones?, ¿con qué otras perspectivas puedo enriquecer mi juicio para no caer en el prejuicio por mi ceguera de privilegios que
asumo otros tienen?

Es un ejercicio saludable y necesario para todos en sociedad. Porque siempre hay alguien con más privilegios que nosotros y que sin mala
intención ejerce prejuicio, como también siempre hay alguien con menos privilegios que nosotros a quienes sin querer podemos estar
tratando injustamente. Cuando se ve que caen en ese error, no por mala leche sino por ceguera, hagámoselos ver sin ofender. Es más
efectivo.

COVID-19: preguntas de un
pasado futuro
“Nunca, ni durante las guerras mundiales, los seres humanos hemos
estado tan al unísono confrontados a nuestra ambigüedad existencial
y al mismo tiempo tan dependientes del otro para no morir”.
La humanidad entera en modo de supervivencia. Congelamos la sonrisa tras una máscara. De vida o muerte, toca censurar
la boca. Caminamos evitando al otro. Dribleamos sus existencias amenazantes. Estamos obligados a imaginar las invisibles
gotas de veneno en el aire que les circunda. Todos somos potenciales asesinos. ¿Cuánto de la otredad amenazante es una
nueva versión de viejos atavismos de discriminación?

En realidad ni las gotas ni el virus son invisibles, solo escapan al rango de visión humana desnuda; solo resalta otra de
nuestras limitaciones. ¿Cómo sería el comportamiento humano si de pronto pudiéramos ver el virus en esas gotas?
Nunca, ni durante las guerras mundiales, los seres humanos hemos estado tan al unísono confrontados a nuestra
ambigüedad existencial y al mismo tiempo tan dependientes del otro para no morir. Queda a la vista cómo somos un gran
cuerpo interconectado. ¿Qué nos dice esta paradoja, de la dependencia y la distancia, que hoy nos desconcierta?

Hemos perdido el control de la nave. Hay técnicos trabajando para arreglar el desperfecto y eventualmente creemos que lo
harán… pero no pueden ganarle al tiempo y el virus opera en otra dimensión temporal: la de su réplica óptima a ravés de
nuestros cuerpos decadentes. Son tiempos distintos a los de nuestra solución más óptima: la ciencia. La ciencia funciona
porque tiene un proceso de verificación que toma lo que escasea ahora para sobrevivir, tiempo. ¿Calibraremos las
responsabilidades políticas de no haber financiado a tiempo las advertencias científicas de la pandemia? ¿No era rentable,
pensaron los economicistas? ¿No era necesario, argumentaron descreídos de ignorante conveniencia los cortoplacistas?

Lo científico vuelve a ser revalorado. Aporta mayores grados de certeza. Y sin embargo también es confrontado con sus
límites, con los límites del conocimiento humano, con las múltiples variables que intervienen en sistemas complejos como
la vida, que es posible gracias a un equilibrio exacto de combinación de elementos. ¿De cuánta soberbia humana nos
desprenderemos cuando esto acabe? ¿O volveremos a depredar como si todo lo que nos rodeara nos perteneciera solo
porque podemos controlarlo?

Hay una resistente estupidez humana inmune a la racionalidad científica que persiste en las teorías de conspiración, en el
apetito procaz de los alimentadores del paradigma del dinero por sobre la vida, en la biopolítica disciplinadora de cuerpos
mediante ideologías de control normalizadas (invisibles a sus huéspedes). ¿Habrá en la humanidad post-covid19 espacio y
tiempo para deseducar a los consumidores funcionales al modelo económico que evita la proliferación de ciudadanos
críticos?

Las comunicaciones digitales han salvado el día durante la pandemia. ¿Lo han salvado? ¿O eso también es más ilusión?
¿Qué efectos tendrá el salto cuántico del uso masivo de lo digital obligado por la pandemia? ¿Cuánto podrá beneficiarnos o
será nuevo recurso de ganancias, de minería de datos, de vigilancia y control?

Se repite como mantra que nadie estaba preparado para una pandemia así. Lo importante es preguntarse ¿por qué?
Advertencias científicas documentadas existen desde hace años. Si los Estados invierten billones en armamento y
tecnología para guerras convencionales, ¿por qué esos Estados no invirtieron en defensas antipandémicas? Me temo que la
respuesta más descarnada es que no había un mercado para ello.

¿Qué va a pasar mientras el virus siga mutando e infectando en 2da o 3ra olas, qué pasará con las siguientes pandemias
que los epidemiólogos advierten que llegarán? ¿Seguiremos pasivos ante modelos que nos desprotegen y que
indirectamente mandan al matadero a los discriminados de siempre? Hay respuestas. Lo que no se ve por ahora son
valientes que se atrevan a revolucionarlas.

Las falacias de los millonarios


y defensores
“El ‘trickle down’ o chorreo que dice que la bonanza económica chorrea
de los de arriba (millonarios que reciben ventajas del Estado en
recortes de impuestos y más) a los de abajo es una falacia que solo
beneficia a un puñado de millonarios”.
El chorreo.- El “trickle down” o chorreo que dice que la bonanza económica chorrea de los de arriba (millonarios que reciben
ventajas del Estado en recortes de impuestos y más) a los de abajo es una falacia que solo beneficia a un puñado de
millonarios. Lo dice un capitalista, presidente del club de millonarios de EEUU Patriotic Millionaires, Morris Pearl. “No hay
trickle down. Se ve en los hechos desde que se empezó a aplicar esta lógica en los 80. Lo que sucedió fue exactamente lo
contrario. Una desigualdad cada vez mayor y una economía que no se beneficia en su conjunto de este tipo de políticas. Lo
que existe en economía es el efecto inverso, es decir, un “trickle up”. Lo venimos viviendo en el Perú que pese al crecimiento
económico (2005-2012) vive hoy una desaceleración drástica de la reducción de desigualdades
(Oxfam https://bit.ly/2xYtERk).

Meritocracia.- Dice que los millonarios merecen su fortuna porque trabajaron mucho por ella. Pero nunca te dicen que
tuvieron una ventaja de nacimiento que la mayoría, que también trabaja duro, no tiene. “Hay ricos que trabajan mucho, pero
si uno revisa la lista de millonarios en Estados Unidos se verá que la mayoría proviene de familias que eran muy ricas. Bill
Gates o Mark Zuckerberg son dos casos típicos. Tuvieron una familia detrás que los sostuvo hasta que sus proyectos se
concretaron. Existen excepciones que han logrado hacerse millonarios sin tener ese origen privilegiado. Pero son
excepciones. (Morris Pearl). Ver informe Oxfam: La riqueza extrema no es por mérito https://bit.ly/2VBc92j.

Generación de empleos.- Cada vez que un defensor de millonarios tira cifras de cómo sus fortunas ayudan a crear más
empleos, pregúntate qué empleos. Porque como respondió Winnie Byanyima (Oxfam) a un exdirectivo de Yahoo en Davos-
2019, “estás contando mal, no están contando la dignidad de la gente sino gente explotada”. En el Perú los constantes
intentos e implementación de paquetazos laborales son muestra de esa ‘flexibilización laboral’ que es en realidad una
precarización del trabajo y de los derechos de los trabajadores.

Pago de impuestos.- Cuando escuches a millonarios o sus defensores decir que ellos tienen derechos porque pagan sus
impuestos, pregúntate si esas grandes fortunas pagan impuestos por toda la riqueza que generan en el país de donde sacan
el recurso material y/o humano para generarla. Las 7 empresas de más alta facturación en Perú (grupos: Romero, Glencore,
Intercorp, Ferreycorp, Scotiabank y Trafigura) “tienen subsidiarias o son filiales directas de empresas registradas en
paraísos fiscales”, como ha demostrado en enero la investigación de Ojo Público https://bit.ly/2Y4fPLR. ¿Y qué son los
paraísos fiscales? Lugares donde los millonarios trasladan y depositan sus dineros para eludir impuestos donde generaron
la riqueza. Por eso por años el empresariado peruano ha hecho lobby para que no se aplique la Norma XVI que persigue la
elusión fiscal https://bit.ly/353BHs6.

Este capitalismo descarnado que degrada la calidad de las cosas y servicios, y los derechos de los trabajadores, para tener
mayor margen de ganancias es el neoliberalismo salvaje que iniciaron Reagan y Tatcher en el mundo y que Fujimori y demás
presidentes siguieron en el Perú. Y la globalización lo ha exacerbado. Cada vez más las democracias se ven amenazadas
por plutocracias que están ahorcando a las mayorías al punto de la rebelión. Lo ven con claridad los más ortodoxos
capitalistas, como la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, que en
enero https://bit.ly/2Y4PMUB sugirió un impuesto a los ricos para reducir desigualdades.

Por eso, a los ricos del Perú, ya ni se les pide que se mojen con un impuesto a sus fortunas por empatía o deber cívico o
moral que no les alcanza https://bit.ly/3eQElG7, háganlo al menos porque les conviene.

Esto comienza a
descontrolarse
“Es momento de que el gobierno deje atrás el marketing político,
enfrente las preguntas de la prensa (que hace días empezó a racionar)
y proponga soluciones para esta etapa antes que las cosas se
descontrolen”.
La cuarentena en Perú hasta ahora ha tenido un éxito moderado para “ganar tiempo, pero no para detener la transmisión”,
como ha mostrado el experto epidemiólogo Mateo Prochazka, que sigue con detalle científico la evolución de la pandemia.

Las medidas bastante tempranas en comparación con otros países de la region, y su control social mediante la policía
granjearon a Vizcarra un apoyo popular que se tradujo en confianza y obedencia por parte de una mayoría.

Pero a un mes de la cuarentena, comenzamos a ver las primeras señales de un desborde que puede complicarse tan rápido
como la pandemia misma.
En medio de la incertidumbre económica que golpea peor a los más pobres, el plan de estímulo anunciado por el gobierno
con bombos y platillos para mitigar el impacto económico de la pandemia y las medidas como la “suspensión perfecta de
labores’, han terminado beneficiando a la gran empresa, que ahora puede ‘suspender’ a sus empleados sin pagarles un
cobre durante tres meses y sin obligación de recontratarlos. El bono de 380 soles no llegó a todos los pobres que tenía que
llegar y mientras se pide un bono universal.

Estamos viendo estremecedoras imágenes de centenares de peruanos en un éxodo de 200 kilómetros a pie para llegar a su
pueblo y no morir, literalmente, de hambre. Imágenes de gente hambrienta esperando el despojo de alimentos vencidos en
la basura en Iquitos.

Ya comenzó a morir gente en plena calle por COVID. Así lo confirm el Minsa sobre el hombre hallado en Surco a la altura del
puente Benavides. El protocol de recojo de cadáveres no está funcionando, como lo ha confirmado la propia Pilar
Mazzetti, jefa del Comando COVID-19. La periodista Mávila Huertas informó de un caso estremecedor en el que una familia
pasó más de 24 horas con dos personas fallecidas por COVID en casa sin nadie que recoja sus cadáveres.

Los hospitales, como el de Comas, uno de los 5 escogidos para atender pacientes Covid-19 no tienen donde poner
cadáveres, como relata la periodista Maricarmen Chinchay, sobre la cruda realidad de su UCI con capacidad solo para 5
pacientes, con material de seguridad hasta este fin de semana y donde solo el 35% del personal está trabajando porque los
demás están en grupos de riesgo. El periodista Enrique Vera informa que en el antiguo hospital de Ate “las áreas
acondicionadas para pacientes con coronavirus han colapsado”, que el mortuorio estuvo desbordado de cadáveres durante
días, que 50 trabajadores están infectados y que un hombre de 45 años murió en la puerta porque pese a sus síntomas el
nuevo hospital le negó atención.

¡Un ex congresista, Glider Ushñahua, ha fallecido con síntomas de COVID y tras rogar atención y ser rechazado en 2
hospitales (Amazónico y Regional de Pucallpa) porque su prueba rápida dio falso negativo. ¡Las pruebas que dan falso
negativo no deben servir para negar atención, sobre todo si tienen síntomas!

El periodista Ralph Zapata reporta que en Piura, ante el desborde de muertos, se están enterrando sin seguir protocolos. Y
Rpp reporta que en Pisco gente desesperada se lanza a las calles a robar.

Es momento de que el gobierno deje atrás el marketing político, enfrente las preguntas de la prensa (que hace días empezó
a racionar ) y proponga soluciones para esta etapa antes que las cosas se descontrolen.

Los datos científicos mandan a que la cuarentena continúe, los sociales también porque no hay infraestructura para atender
enfermos durante cuarentena, menos habrá sin ella.

Pero la economía también apremia, los empresarios presionan y ninguno quiere mojarse. El impuesto extraordinario a los
ricos podría ser una solución temporal, recordándoles que a quienes llegue su dinero son quienes los ayudaron a forjarlo y
quienes los seguirán ayudando si salen de esta vivos y bien.

Es inhumano que los trabajadores y los que menos tienen sigan llevando la peor parte mientras los ricos se atrincheran
desbordados de víveres, papel higiénico y champagne. Basta de tanta inhumanidad. Basta de cobardía política. Es ahora,
frente al poder económico, que Vizcarra debe mostrar sus pantalones y protección de los peruanos.

COVID-19: cuando el número solo no


manda
El presidente decretó un pico y placa para restringir y ordenar más las salidas necesarias por compras durante la cuarentena. Muchos
aplaud(imos)ieron la medida por parecer, en teoría, un ordenamiento efectivo además de anclado en la igualdad de géneros. Varias cosas que
pasaron desde entonces merecen resaltarse a manera de conocimiento generado.
En primer lugar, la medida fue un fracaso por varios motivos. Uno, porque justo luego de su anuncio el presidente también anunció que esa
misma semana se vetarían viernes, sábado y domingo para todes. Eso generó una exacerbación en la angustia de compra de víveres que se
vio traducida en desorden público durante la salida de las mujeres.

Pero ¿por qué el desorden de las mujeres y no de los hombres? La respuesta subraya la otra cuestión de importancia que quedó en evidencia:
cuán desigual es el reparto doméstico entre géneros y cómo las mujeres son en su gran mayoría las que suelen encargarse de estas labores
aún, sea porque en su casa sigue mandando el sexismo tradicional o porque solo hay mujeres al mando en muchos hogares.

La primera persona en cuestionar públicamente la medida fue la congresista Rocío Silva Santisteban. Su tuit del 2 de abril, 2 p.m., decía: “No,
presidente @MartinVizcarraC, es una mala decisión hacer una restricción de hombres y mujeres. Las mujeres somos mayoría de jefes de
hogar y debemos salir a comprar. Por qué no entienden que las mujeres somos las cuidadoras de este país!!!! Hay muchos hogares de solo
mujeres!”.

Pese a las críticas que recibió y las ofensas –incluso de un periodista de esta casa-, los días siguientes terminaron dándole la razón a Rocío.
Lo que me lleva a la tercera cuestión que valorar de todo este episodio: y es la importancia de una visión feminista y de género aterrizada en la
realidad, tal como la que expresó la congresista Silva Santisteban (quien además de feminista es académica-investigadora y activista). Qué
importante visión para dictar políticas públicas temporales o permanentes, en normalidad o en crisis.

Pero no se trata de un feminismo de escritorio o solo académico, se trata de un feminismo vivo, anclado en nuestra realidad social. Algo que
ahora mismo que lo digo parece obvio, ¿no? Es decir, todas las cabezas por las que pasó la aprobación del pico y placa hombre-mujer seguro
tenían conocimiento del dato puro de que las mujeres, en gran porcentaje, son las cabezas de familia en Perú. Pero hasta donde sabemos,
nadie allá arriba contrarió la medida y más bien la mayoría la aplaudió creyendo que se validaba la equidad del género binario.

Luego, enterados de que el autor intelectual de esa medida fue Farid Matuk, economista, exjefe del INEI y experto en matemáticas
económicas, econometrías y economía computacional, entonces quedó más claro. Matuk es un experto en números, no hay duda, y en teoría
si aprox. en el Perú el 49,2% son hombres y 50,8% mujeres, tenía mucha lógica que el pico y placa funcionara…en términos numéricos.

Pero los números solos, como queda demostrado, no reflejan toda la complejidad humana y social. En este caso, solo alguien que como la
congresista Santisteban lleva toda una vida dedicada al estudio de la mujer en el Perú, y ha pisado calle y campo con ello, podía aportar esa
visión que de haber sido oída hubiera evitado el descontrol y el fracaso de la medida, además de quién sabe cuántos contagios innecesarios.

Solo una mujer con una aproximación feminista académica pero también de trabajo en la realidad social contextual peruana podía haber
vislumbrado que era una mala idea y que se venía un problema en vez de una solución.

Esa es la relevancia de un enfoque feminista en políticas públicas.

Responsabilidad, respeto y
solidaridad
Vivimos tiempos extraños y difíciles. Tiempos que están poniendo a prueba nuestro temple y capacidad de adaptación. Las cosas como las
conocíamos ya no están por ahora. Son momentos de incertidumbre y temor pero también de solidaridad y resistencia.

Esta crisis nos está mostrando nuestras más grandes vulnerabilidades como sociedad, pero obliga a hacer brillar las fortalezas.

Siento un gran orgullo por la solidaridad y el respeto que están mostrando la mayoría de peruanos y peruanas en estas horas.

Más allá de desavenencias políticas que se pueda tener con Vizcarra, lo cierto es que hasta ahora el presidente ha tomado decisiones firmes,
drásticas y necesarias. Pero en un país tan complejo y desigual como el Perú, aún son insuficientes. Hay escasez de mascarillas y equipos de
protección, incluso para los cuidadores de nuestra salud. Es una carencia que está padeciendo todo Occidente desde que se desató
la pandemia, por eso es momento de ser creativos con soluciones; usando a nuestras propias mentes brillantes de las ciencias- que las
tenemos- en concurso, con respaldo y supervisión del Estado y con la urgente generosidad financiera de los privados, esos de la élite peruana
cuya obligación moral en estos momentos está en ayudar al país a transitar esta emergencia sacando de sus bolsillos y donando recursos y
facilidades. Porque la ayuda que ellos provean será la ayuda que proteja a quienes sostienen sus imperios con su trabajo habitual. Porque el
capital que ellos han acumulado en Perú tiene sangre y sudor de trabajadores peruanos.
Es necesario que el gobierno siga tomando decisiones que acompañen este encierro y aseguren las mejores condiciones para todos. Sobre
todo para la gran mayoría que carece de los privilegios mayores de las clases pudientes y de los menores de las clases medias. Alimentos
accesibles para todos, servicios básicos que no se corten para nadie, incluidos el teléfono y la internet que son por ahora los salvavidas
emocionales de esta crisis.

Pero también es posible y necesario que en lo individual tratemos de organizarnos para ver cómo nos ayudamos mutuamente y cómo apoyar
a otros que tienen menos comida o medicinas que nosotros. Las cosas por un tiempo no van a mejorar mucho, al contrario, seguirán
subiendo las cifras de contagiados y de fallecidos, y es probable que se siga extendiendo el encierro. No es tiempo de la sacada de vuelta al
#YoMeQuedoEnCasa, porque te va a pasar factura y de paso a todos nosotros.

Vamos a salir de esta. Tomará algunos meses y no saldremos sin daños, pero cuánto daño dependerá en gran parte de nosotros, de cómo
respondamos al apremio histórico que nos ha tocado vivir.

Que nuestra generación sea la que venció la pandemia y aprendió a través de ella la humildad que debemos tener frente al mundo y a la vida,
pero también seamos la generación que aprendió cuánto en verdad nos necesitamos unos a otros, cuánto de cómo te cuidas también me
cuida a mí y nos cuida y protege a todos. Seamos esos humanos, los que de la crisis hicimos surgir lo mejor. No es que sea fácil, porque el
encierro hace mella en lo material y emocional, pero es nuestra obligación esforzarnos por mantenernos en esa delgada línea: ni paranoia ni
negligencia, sino responsabilidad, respeto y solidaridad.

Si el virus transmite enfermedad y muerte, transmitamos nosotros para neutralizarlo: responsabilidad, respeto y solidaridad.

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