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En este segundo volumen de su monumental bio- grafia de Trotsky, el re- Gientemente desaparecido Isaac Deutscher abarca os afios que constituyeron lo que puede considerarse el periodo formativo de la Unién Soviética, Partien- do de 1921 y de la secuela de la guerra civil, cuando el protagonista se hallaba pide del poder, el termina con la rpulsién de Trotsky de la Unién Soviética en 192 el cemienzo de la indus. trializacién y la colectivi- zacién forzosas puéstas en marcha por Stalin. A lo largo de esos nue- ve afios se desarrollé el drama‘del partido bolche- vigue, que, a raizde la muerte de Lenin, se vio enyuelto en la mas violen- ta y trascendental contro- versia politica de nuestro siglo. En el relato magis- tralmente documentado de Deutscher aparece Trots- ky en el centro mismo de la lucha, como principal adversario de Stalin, abo- gando “prematuramente” por la industrializacién y Ia planeacién cconémica, SSE ee ' Isaac Deutscher Trotsky El profeta desarmado (1921-19291 Ediciones ERA S.a. PRIMERA EDIGION EN tors: 1959 ‘rrvLo onicInaL: The Prophet Unarmed. Trotsky: 1921-1929 © 1959, oxrono UNIVERSITY PRESS, INC. NUnVA VoRK/LONDRES PRIMERA EDICION EN ESPANOL: 1968 TRADUGGION DE JOSE LUIS GONZALEZ ‘10008 108 DERECHOS RESERVADOS/IIECHO EL DEPOSITO QUE MARCA LA LEY © 1968, EpIciones BRA, Ss. A. ‘Astost0 onrecA 1258 ALTOS, MEXICO 12, D. F. BMEPRESO Y HEOMO EN MEXICO / PRINTED AND MADE. IN MEXICO INDIGE Prefacio BL PODER Y EL sUERO EL ANATEMA “No SOLO DE POLITICA...” UN INTERVALO LA conmtenoa pecisiva: 1926-1927 UN ASO EN ALMA ATA. Bibliografia Indice de nombres 16 158 192 363 431 438 Carlyle eseribié una yer que, como biézrafo de Cromwell, habja tenido que sacar al Lord Protector de bajo una montafia de perros muertos, una enor me carga de calumnias y olvido. Mi tarea, como biégrafo de Trotsky, ha sido un tanto similar, con la diferencia, sin embargo, de que cuando yo me apresté a asaltar mi’ montafia de perros muertos, grandes acontecimientos cstaban a punto de golpearla con inmensa fuerza. Yo habia concluido Et projeta armado, la primera parte de mi estudio sobre Trotsky, cuando Stalin aiin vivia y cuando el “culto” a su persona parecia tan indestructible cuan indeleble parecia el estigma que marcaba la de Trotsky. La mayoria de los comentaristas que resefiaron El profeta crmado convinieron con un critico britinico en que “ese solo libro anula tres décadas de denigracién stalinista’’; pero, desde Iuego, ni el libro ni su documentacién dieron otigen a una sola palabra de comentario por parte de los historiadores y criticos soviéticos, que habitualmente dedican una atencién desmedida a cualquier obra de “sovietologia”, por delemable que sea, que aparezca en Occiden- te, Luego vinieron la muerte de Stalin, el XX ‘Congreso y el informe “se creto” de Jruschov. Un terremoto estremecié la montafia de perros muer- tos, derrumbando la mitad de ella, y por un momento parecié que la otra mitad también estaba a punto de venirse abajo. Referencias histdricamente verdaderas al papel desempefiado por Trotsky en Ia Revolucién Rusa em- eraron a aparecer en las publicaiones soviticas por primera ver. en tes décadas, aunque la parquedad y la timider de las referencias sugerian cuin {intima cra. todavia en este caso Ia relacién entre la historia y la politica, y cudn delicado era el problema, Guando el idolo de Stalin empexd a ser destrozado y la falsificacién stalinista de la historia denuneiada en forma oficial y enfitica, la sombra del principal adversario de Stalin suscit6 inevitablemente un mtievo y vivo interés, matizado de desconcierto, Los jévenes historiadores, para quienes Jos archivos habfan permanecido hasta entonces herméticamente cerrados ¥y ahora los vefan. abiertos de par en par, busearon con avidez una res- puesta en el poco conocido historial del bolchevismo. Habiendo declarado Jruschov. que Stalin habia destruide a sus criticos en el seno del Partido por medio de acusaciones falsas y monstruosas, los historiadores esperaron naturalmente una rehabilitacién explicita de las vietimas de las Grandes Pargas. Aquf y alld la rehabilitacién se daba ya por descontada. En Polonia, por ejemplo, los esertos de Trotsky y Buisrin, Rakovaky y Radek, fueron citados y aun reproducidos por considerarse que arrojaban mucha 9 ‘ Jue necesaria sobre el enigma de la era de Stalin (y lo mismo se: hiro ‘con mis libros. y ensayos) Poco después, sin embargo, el asalto ala, “montafia de perros muertos” fue detenido en forma abrupta. A fines de 1956 o principios de 1957, ‘durante la reaceién contra cl levantamiento hGngaro, Mosc dicté wn Slto a la restitucién de la verdad histérica. Los dilemas y las fluctuaciones de la politica del momento se reflejaron una vez mis en los escritos de tema histérico y quedaron enfocados, por decirlo asi, en el tratamiento de Trotsky, De entonces acé el desprestiziado Breve Curso de Historia del PCUS de Stalin ha sido reemplazado por un nuevo compendio oficial ide historia del Partido que intenta restablecer, aunque en una versién, mo- @ifieada y atenuada, el anatema contra Trotsky; y en las publicaciones Soviéticas el volumen de escritos destinados subrepticiamente a difamar a ‘Trotsky se ha hecho mucho mayor de lo que fue en cualquier momento de la iitima década de la era de Stalin. Sin embargo, lo que otora fue un drama se ha convertido ahora en pura farsa, El anatema stalinista, con todo lo abeurdo que era, tenfa, su Niéeiea” y su coherencia: Stalin sabia que mo podia mantenerlo efectiva~ mente sin falsificaciones crasas, inescrupulosas y sistematicas del

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