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Los nuevos movimientos sociales: Un nuevo sujeto político

Bajo la coyuntura latinoamericana de la década de 1990 de avance del neoliberalismo en


la toma de decisiones econó micas y su consecuente crisis política, surge un nuevo tipo
de organizació n para hacer frente a estas políticas individualistas y meritocrá ticas y sus
consecuencias. Como señ alan Ló pez Sá nchez y Herná ndez Rodríguez (2015), estos
nuevos movimientos sociales son esencialmente distintos a los teorizados por los
marxistas, entre los cuales, la clase trabajadora ocupó un rol protagó nico como dirigente
de los procesos de cambio social durante gran parte del siglo XX. Retoman, si se quiere,
la unió n de diferentes luchas de los movimientos de los 60, llegando a problematizar la
idea de clase y la de lucha de clases. A diferencia de las clases sociales pensadas como un
grupo de personas que ocupan el mismo lugar en el sistema de producció n, es decir en el
capitalismo, estos nuevos movimientos se presentan má s heterogéneos en su
composició n y sus demandas. Así, por ejemplo Hardt y Negri (en Ló pez Sá nchez y
Herná ndez Rodríguez; 2015) señ alaban có mo la clase obrera planteada en términos de
proletariado fabril dejaba por fuera otros tipos de trabajadores como los trabajadores
precarios, mujeres de trabajo doméstico y de agricultura, entre otros. Por ello proponen
la idea de “multitud” y ven en los nuevos movimientos antiglobalizació n la expresió n de
ella, así como Dieterich propone “la comunidad de victimas del capitalismo neoliberal”.
En fin, aunque usemos el termino de clase trabajadora de una forma má s amplia que
incluya a los diversos actores y actrices de estos movimientos sociales, como proponen
Ló pez Sá nchez y Herná ndez Rodríguez (2015), lo que inauguran es fundamentalmente
un nuevo tipo de sujeto político que reclama, propone y se organiza de forma distinta.
Como propone la teoría de la construcció n de la identidad colectiva de Europa
Occidental, estos movimientos está n caracterizados por la actividad, participació n má s
horizontal, compromiso y la acció n consciente, a diferencia de las organizaciones
tradicionales má s jerarquizadas y con mayor pasividad. Dentro de estos, los
movimientos indígenas dan una nueva dimensió n a la participació n y lucha social
(Dá valos; 2005).

Hablando entonces ya particularmente de los movimientos indígenas, estos no solo


reclaman cuestiones culturales o de identidad sino que fuertemente plantean una
reforma del sistema político desde adentro: incorporando nuevos temas a la agenda
política; proponiendo cambios en el sistema de representació n y, como platea Dá valos
(2005), otorgá ndole nuevos criterios a la democracia, reflejado en las reformas
constitucionales de algunos países a razó n del Convenio 169 de la OIT. Así, a diferencia
del fundamentalismo étnico reinante en los 70 y 80 en estos movimientos que se
pensaban desde afuera de las ló gicas de la modernidad y por lo tanto actuaban al
margen del Estado liberal, los nuevos movimientos indígenas exigen su reconocimiento,
representació n y toma de decisió n en las políticas estatales. Es lo que Dá valos (2005)
discute en torno a la conciliació n de saberes, de poner en un mismo nivel de status los
saberes de la modernidad con los de las comunidades indígenas y que convivan y se
nutran mutuamente. De esta forma irrumpe con fuerza la discusió n sobre la pluralidad
jurídica, el derecho consuetudinario, el derecho indígena y colectivo.

Entonces, me resulta interesante en este punto comentar la concepció n de la teoría de la


movilizació n de recursos de los movimientos sociales como una forma de hacer política
por los medios con los que cuentan los grupos desprovistos de poder (Dá valos; 2005). Y
es que son movimientos con una fuerte impronta política y con propuestas concretas
para su reestructuració n, que sin duda, influye y llega a las autoridades. Pero a
diferencia de lo que propone la teoría de movilizació n de recursos, los movimientos
sociales en Latinoamérica surgen en un momento de falta de los mismos o en realidad de
una distribució n neoliberal que afecta marcadamente la economía de todos los países de
la regió n. Así, estos movimientos surgen, como enfatiza Britto Garcia (en Dá valos; 2005),
de problemas de reivindicació n específicos como de tierra, agua y trabajo. Y esto de una
forma muy especial en las comunidades indígenas que no solo reclaman sus tierras sino
que tienen otra forma distinta a la del Estado liberal de ver a la propiedad, esto es,
comunitaria. Es por ello que surgen también movimientos campesinos indígenas con
este tipo de luchas abandonas por la izquierda tradicional que rememoran la lucha
indígena anticolonial. Y se organizan y trabajan conjuntamente para ello no solo a través
de numerosas redes y reuniones como lo son las cumbres indígenas sino también en
cumbres de mujeres indígenas, en tanto la participació n femenina en la lucha de estas
comunidades puede verse reflejado en la cantidad de dirigentas y participantes activas
en los reclamos.

Con todo plantean la necesidad de una democracia que reconozca la diferencia y


fomente la participació n social reconociendo al sujeto comunitario. Así, estos
movimientos, si bien no de forma directa en su mayoría, en la primera década del siglo
XXI pudieron posicionar gobiernos má s populares o progresistas en el poder que
avanzaron en estos derechos como fueron los liderados por Lula en Brasil, Néstor y
Cristina en Argentina, Correa en Ecuador, Evo en Bolivia y Chá vez en Venezuela.

“La lucha de clases, declarada muerta por el neoliberalismo, aun goza de buena salud”
(Dá valos; 2005).

Bibliografía

DÁ VALOS, Pablo. Movimientos indígenas en América latina. El derecho a la palabra. En:


Pueblos indígenas, Estado y democracia. Pablo Dá valos (Comp.) Bs. As. CLACSO 2005 pp.
17-33.

LÓ PEZ SÁ NCHEZ, Roberto y HERNÁ NDEZ RODRÍGUEZ, Carmen Alicia. Las luchas de
clases en el siglo XX. Los nuevos movimientos sociales en América Latina y el mundo.
Maracaibo, Venezuela. En: Revista de la Red Intercá tedras de Historia de América latina
Contemporá nea (segunda época). Nú m.2, 2015 pp. 114-141.

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