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EL HOMBRE TRÁGICO DE SÖFOCLES

Cuando se trata de la fuerza educadora de la tragedia griega, es preciso


considerar a Sófocles y a Esquilo conjuntamente. Sófocles aceptó con plena
conciencia el papel de sucesor de Esquilo, y el juicio de los contemporáneos,
para el cual Esquilo fue siempre el héroe venerable y el maestro preeminente
del teatro ateniense, reservó para Sófocles un lugar a su lado. Parece
injustificado, cuando no insensato, considerar a Sófocles y a Eurípides como
sucesores de Esquilo, puesto que con ello les aplicamos normas que les son
ajenas y que sobrepasan la medida del tiempo en que vivieron. Así, el
desarrollo de la tragedia no va de Esquilo a Sófocles y de éste a Eurípides,
sino que, en cierto modo, Eurípides puede ser considerado como sucesor
inmediato de Esquilo, lo mismo que Sófocles, el cual, por otra parte,
sobrevive. Asimismo, no deja de tener razón la crítica de Aristófanes y de sus
contemporáneos cuando considera a Eurípides no como corruptor de la
tragedia de Sófocles, sino de la de Esquilo.

Fácilmente, se comprende que la técnica de Sófocles, representante de la


segunda generación más aguda y refinada, sea superior a la del viejo Esquilo.
¿Pero cómo explicar el hecho de que todos los naturales intentos modernos
para satisfacer prácticamente el cambio del gusto y llevar a la escena las
tragedias de Esquilo y de Eurípides, salvo algunos experimentos para un
público más o menos especializado, hayan fracasado, mientras que Sófocles es
el único dramaturgo griego que se mantiene en los repertorios de nuestros
teatros? En Sófocles, todo se desarrolla sin violencia, en sus proporciones
naturales. Él es el creador innato de caracteres. Mientras que los personajes
-o figuras- de Esquilo y Eurípides son rígidos, inmóviles. Así podemos
denominar a Sófocles clásico en el sentido de que alcanza el más alto punto
en el desarrollo de la tragedia.

Los personajes que crea Sófocles son figuras ideales, no hombres de la


realidad cotidiana, como los de Eurípides. En su arte se manifiesta por
primera vez la conciencia despierta de la educación humana. Presupone la
existencia de una sociedad humana, para la cual, la "educación", la formación
humana en su pureza y por sí misma, se ha convertido en el ideal más alto.
Aunque no supiéramos nada más de la época en que vivió el dramaturgo,
podríamos concluir que en su tiempo surgió por primera vez la formación
consciente del hombre. Los hombres de Sófocles nacen de un sentimiento de
la belleza cuya fuente es una animación de los personajes hasta ahora
desconocida. En él se manifiesta el nuevo ideal del "alma", que por primera
vez hace de la psique el punto de partida de la educación humana. El alma es
objetivamente reconocida como el centro del hombre. Es evidente que el
alma tiene, como el cuerpo, su ritmo y su armonía. Lo trágico en Sófocles es
la imposibilidad de evitar el dolor, dolor que llevará a la salvación del héroe
trágico. Nada más característico de la esencia de su tragedia que la
compasión del poeta por sus propias figuras. Esto se ve claramente en dos de
sus más grandes tragedias: Edipo Rey y Edipo en Colono, donde el héroe se
muestra sufriendo ante el público, pero ese dolor significa el milagro de la
salvación que Edipo espera.

Resumen de "El hombre trágico de Sófocles" en Werner Jaeger en Paideia: los


ideales de la cultura griega.

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