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Intertextualidad y Paralelismo Entre El Popol: Vuh y La Biblia
Intertextualidad y Paralelismo Entre El Popol: Vuh y La Biblia
Vuh y La Biblia
Dra. Otilia Cortez
Se cree que el Popol Vuh fue un códice y que se formó a través del relato oral de
los indios, conservado en la memoria colectiva de los quichés. Animados por los
misioneros españoles, entre otros por Fray Francisco Ximénez, algunos indios
escribieron los relatos comunales, los que seguramente escucharon en su niñez de
labios de sus padres y abuelos. De esta manera tomaron forma escrita muchas
historias cuyo contenido sólo existía y se trasmitía en forma oral.
Sin embargo, no fue este exactamente el caso del Popol Vuh, puesto que quien lo
reconstruyó por escrito en la lengua de los mayas quichés, aunque con el alfabeto
latino, dice que lo escribe porque ya no se ve el Popol Vuh, el Libro Común original,
porque “su vista está oculta al investigador y al pensador” (Popol 21). Por otro lado,
Adrían Recinos en su Introducción a la obra, traducida por él mismo del quiché al
español, expresa su duda respecto a que este libro haya sido un documento de forma
fija y de redacción literaria permanente. Según él, más bien debe suponerse que haya
sido un libro de pinturas que los sacerdotes interpretaban ante el pueblo para
mantener vivo el recuerdo de los orígenes. De este modo refuerza la opinión del
Padre Ximénez y del Padre Sahagún, quienes sugieren que originalmente el Popol
Vuh estaba representado pictóricamente (The Sacred Book 17). [1]
Valores de la obra
Aunque Albizúrez y Barrios consideran que el Popol Vuh es una obra “preñada de
valor estético,” ellos mismos señalan que no se la puede considerar por entero como
una pieza literaria debido a que no se conoce la versión original y a que el texto en
referencia ha sido recreado a base de la memoria, e influido probablemente por la
cultura hispano-cristiana (36-37). Y en verdad, el hecho de contar únicamente con
una traducción limita en gran medida el reconocimiento de los valores literarios
originales de la obra.
Parte del reconocimiento del valor de esta obra es el hecho de considerarla como
un claro antecedente de novelas hispanoamericanas de nuestro siglo. Ramón L.
Acevedo opina que es prácticamente imposible una comprensión cabal de las novelas
como Hombres de Maíz, Mulata de Tal y Malandrón de Miguel Angel Asturias,
Llegaron del mar del guatemalteco Mario Monforte, El Árbol de los Pañuelos del
hondureño Julio Escoto, o Mayapán de la también hondureña Argentina Díaz Solano.
De hecho es común hacer referencia al Popol Vuh como monumento central de la
literatura indígena y como base de la estética del realismo mágico de Asturias.
Por otro lado, Rafael Girard hace énfasis en el valor historiográfico de esta obra
quiché, el cual “resalta no sólo de su propio texto, descriptivo de la historia del
hombre maya-quiché a través del tiempo, sino también en la mención expresa del
escriba indígena que, a guisa de introducción, manifiesta: ‘Este es el origen, el
principio de la antigua historia quiché; aquí escribiremos la historia antigua, el
principio, el origen de la gente quiché y todo lo que hizo [toda la historia] el pueblo
quiché’” (Esoterismo,12). De manera que es en el propio texto del Popol Vuh en
donde los mayas quichés dejan definida su propia concepción de historia y por lo cual
el padre Ximénez, interpretando el sentir del pueblo quiché, intituló su versión
española “Historia del origen de los indios de esta provincia de Guatemala” Para el
mismo Girard, en el Popol Vuh no hay que buscar una parte mítica y otra histórica,
porque sus relatos míticos son al mismo tiempo históricos conformando así una mito-
historia. (12)
Todo texto, entonces, puede verse como el resultado de las relaciones explícitas o
implícitas con otros textos. De señalar esas relaciones entre los textos del Popol Vuh
y la Biblia es que nos encargaremos en adelante. Asimismo, en el desarrollo de este
trabajo se señalarán ciertos aspectos de paralelismo entre la Biblia y el Popol Vuh.
Sobre este concepto, Roman Jakobson, ha sugerido que “son las unidades semánticas
de distintas capacidad las que organizan en primer lugar las estructuras paralelas [...]
el paralelismo de unidades unidas por similaridad, contraste o contigüidad influye
activamente en la composición de la intriga, en la caracterización de los sujetos y
objetos de la acción, en el enfilado tema de la acción” (112). Aunque el paralelismo
que deseamos examinar atañe más a las unidades semánticas compartidas por dos
textos, la observación de Jakobson nos parece igualmente válida para este caso. Por
lo tanto, en lo que sigue nos encargaremos de señalar tanto el paralelismo conceptual
como las relaciones de intertextualidad entre los textos del Popol Vuh y la Biblia.
Comenzaré por señalar que en el manuscrito del Popol Vuh no incluye divisiones
en partes ni capítulos. Sin embargo, algunos traductores y estudiosos, entre ellos
Brasseur de Bourbourg y Adrián Recinos, acostumbran dividir la obra en cuatro
partes. De acuerdo con este criterio, la primera división temática consta de once
capítulos y se inicia con la descripción del estado de cosas antes de la Creación:
¡Hágase así! ¡Que se llene el vacío! ¡Que esta agua se retire y desocupe
(el espacio)!, Que surja la tierra y que se afirme!...¡Que aclare, que
amanezca en el cielo y en la tierra!... Así fue en verdad como se hizo la
creación de la tierra: - ¡Tierra!, dijeron y al instante fue hecha.(Popol 91)
En relación con la materia de la que el hombre fue creado González Faus afirma:
Por su parte, al comentar las fallidas tentativas iniciales de crear al hombre según
el PopolVuh, Margaret Mclear hace un señalamiento que dentro de este contexto es
de especial interés por el significado ético que ella le atribuye:
As it turns out the stories do not point out to the failure of the gods to
make man, but the imposibility for man to be exclusively a glob of mud, a
piece of wood, or a mere brute. In others words, the stories explain what
man is not to be. (39)
Como bien señala González Faus, una importante diferencia entre las dos historias
sobre la creación del hombre radica en que en el Popol Vuh, no es un solitario Adán
sino cuatro individuos los que reciben el don de la vida. A esta observación habría
que agregar, como se indicó anteriormente al hablar de la creación en general, que en
el texto indígena la creación es una obra de colaboración entre varios demiurgos, en
contraste con la versión estrictamente judaica de la Biblia, en la que el hombre es la
creación de un solo Dios. Naturalmente, la interpretación cristiana aporta la posible
participación de otras personas divinas (Padre, Hijo y Espíritu Santo) [4], aludidas
por el uso del plural: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza;...” (Génesis 2) Esta última interpretación nos
permitiría afirmar que en ambos casos la creación del hombre es el resultado de una
decisión colectiva. En el caso del Popol Vuh, Girard sugiere que los dioses creadores
no existen como tales sin la integración perfecta (28, 30). Para él, la integración del
septemvirato (Tzakol, Bitol, Alom, Cajolom, Tepeu, Gucumatz, y Corazón del cielo o
Cabahuil ilustra el concepto monoteísta indígena fundado en la pluralidad dentro de
la unidad, el mismo principio que rige el organismo comunal donde el individuo no
existe, sino en tanto que miembro de su comunidad, como parte integrante y
necesaria de un todo. (33)
Igual que en la Biblia, en el Popol Vuh los sucesos obedecen a un plan divino que
en opinión de Patricia Hernández, “demanda ciertos requerimientos rituales y
conductuales, tanto a escala individual como colectiva”(2). Hernández agrega que:
“la civilización Maya Quiché desciende de los dioses, y sus líderes políticos, sociales
y religiosos son los ancestros de toda la comunidad social. De ahí que se requiera de
un medio que mantenga vivo, actualizado y vigorizante esa unión divina y
humana”(2). En el génesis de la humanidad descrita en los dos textos sagrados se
observa esa relación entre lo divino y lo humano, entre el creador y lo creado.
La parte segunda del texto indígena, según la división propuesta por Recinos,
comprende catorce capítulos; además de ser la más extensa generalmente se la
considera “la más novelesca” (Acevedo 28). Así como en el Génesis, aparece aquí la
genealogía de los primeros seres vivientes. En la Biblia se detalla la descendencia de
Adán, y después del diluvio la de Noé; en el Popol Vuh se presenta la genealogía de
los gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, hijos de Hun-Hunahpú, quien fue a su vez
engendrado por Ixpiyacoc e Ixmucané. En esta misma parte encontramos la alusión a
los caminos que el hombre tiene opción de seguir en su vida y de lo cuidadoso que
debe ser al escoger, pues un error lo puede llevar a la muerte, como le sucedió a Hun-
Hunapú y Vucub -Hunapú, quienes escogieron el camino negro: “De estos cuatro
caminos uno era rojo, otro negro, otro blanco y otro amarillo. Y el camino negro les
habló de esta manera: -yo soy el que debéis de tomar porque yo soy el camino del
Señor” (121).
Esta situación evoca su contraparte en Génesis 3.1-6, aunque en este otro pasaje no
es el árbol del bien y del mal (= el camino negro), sino la serpiente la que promete:
“No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros
ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.” En realidad, los temas del libre
albedrío y la tentación, emergen en otros pasajes bíblicos. Por ejemplo, en Jeremías
6.16, Jehová invita a los hombres a detenerse en los caminos y a preguntar por las
sendas antiguas que representan el buen camino. Naturalmente, la invitación incluye
el seguimiento del camino del bien. Más familiar quizás es la analogía de las dos
sendas o puertas (Mateo 7.13-14) que conducen al bien o al mal: una ancha y otra
angosta. La primera nos lleva a la perdición; y la angosta a la vida eterna.
En esta misma segunda parte del Popol Vuh nos encontramos con una referencia a
cierto árbol cuya fruta estaba prohibida comer; es imposible no apreciar su cercanía
temática con el árbol del bien y el mal del Génesis bíblico:
Meses más tarde, ésta es la respuesta de Ixquic cuando es cuestionada por su padre
respecto a su preñez: “--¿De quién es el hijo que tienes en el vientre, hija mía? Y ella
contestó: --No tengo hijo, señor padre, aún no he conocido varón” (136).
Para finalizar esta aproximación a las coincidencias temáticas entre el texto bíblico
y el Popol Vuh, vale la pena echar un vistazo a otras situaciones o episodios que
ameritarían un futuro y más detallado examen.
De manera semejante dio mujer Jehová a Adán, mientras éste dormía. En ambos
casos la creación de la mujer parece obedecer al designio de proporcionarle al
hombre una compañera, para asegurar su reproducción y prolongación de la especie.
En ambos textos la mujer es creada después del hombre, lo cual tiende a motivar
discusiones sobre las connotaciones sexistas de los dos textos.
6. La cuarta y última parte del Popol Vuh, conformada por doce capítulos, narra la
dispersión de los descendientes de los hombres de maíz por el territorio quiché (50).
Aquí también se destaca la victoria del dios Tohil, lograda con la mediación de sus
sacerdotes y sacrificadores. Como paralelos con los pasajes bíblicos reconocemos
sólo algunas invocaciones similares a las de los salmos, del mismo tono que el
ejemplo citado anteriormente.
Hay pues notable evidencia sobre la relación intertextual y paralelística entre los
textos de la Biblia judeocristiana y el Popol Vuh, pero es también significativa la
existencia de importantes diferencias en las respectivas historias de la creación. Estas
diferencias son quizás la clave más importante que tenemos para dar respuesta a la
interrogante de si los transcriptores y traductores originales alteraron la versión
primigenia del Popol Vuh en respuesta a presiones ideológico políticas de las
instituciones dominantes en aquella época. Entre esas diferencias importantes
debemos considerar nuevamente la concepción explícita de una pluralidad divina,
junto con elementos símbólicos como el estar los dioses en las aguas y no sobre ellas
en el momento crucial de la creación, o la referencia indirecta a la falibilidad de los
creadores. Recuérdese que éstos necesitaron al menos tres intentos hasta la formación
de los hombres de maíz, creados para dar sustento a los dioses, en lugar de ser éstos
los proveedores de sus creaturas. Todo ello definitivamente contribuye a perfilar a
unos dioses dependientes e imperfectos en muchos aspectos y sin el carácter
omnipotente del Dios bíblico. Puesto que no se trata de diferencias despreciables en
su valor teológico, parece razonable aceptar que en conjunto alejan la posibilidad de
que el Popol Vuh hubiese sido alterado simplemente para adaptarlo a la visión
cristiana de los conquistadores.
Conclusión
Los pasajes que hemos citado constituyen evidencia de la notable semejanza entre
el Popol Vuh y la Biblia. Son tan transparentes las semejanzas entre los dos relatos
que es muy difícil aceptar que se deba a una simple coincidencia, o a la simple
existencia de aspectos comunes que marcan el desarrollo de todas las sociedades
humanas. Los eventos que en el Popol Vuh muestran cierto paralelismo con ciertos
pasajes bíblicos aparecen muchas veces en un orden diferente, pero en otros casos
incluso la secuencia es idéntica, como ocurre en el caso de la creación de la mujer, o
en el relato de las esposas de los hombres de maíz.
Cualquiera que haya sido la motivación para escribir la versión más antigua que
conocemos del Popol Vuh, es innegable la forma en que opera la intertextualidad de
los dos textos: a) Si el documento realmente recibió forma escrita por uno o varios
nativos conversos, estaríamos ante un documento que revela la confirmación
temprana de una identidad producto de un sincretismo cultural. b) Si el “espejeo” de
la Biblia que se asoma en el Popol Vuh fue la única manera de ponerlo a salvo de la
hostilidad de los conquistadores o una forma de facilitar la evangelización de los
quichés, la intertextualidad en ese caso revela una deliberada manipulación tanto de
los pasajes bíblicos como del original de la obra quiché. c) Si las similitudes ya
señaladas no fueran más que coincidencias en la manera de concebir la creación del
mundo, la intertextualidad que parece existir sería un elemento revelador de la
universalidad del pensamiento histórico-religioso.
A pesar de todas las incertidumbres, el Popol Vuh o Biblia de los quichés es una
obra de estimable valor histórico, religioso, ético y literario, cuya temática gira en
torno a la creación del hombre y a las vicisitudes de los pueblos mayas desde su lugar
de origen hasta su establecimiento en las tierras de Guatemala. Allí eventualmente
desarrollarían una de las más elevadas civilizaciones precolombinas, y el Popol Vuh
es testimonio fehaciente de su potencia intelectual.
Notas:
[1] Abrahan Arias Larreta ofrece una amplia información respecto a este punto:
"En lo tocante al reyno quiché, hay testimonio del autor indígena del
Manuscrito de Chichicastenango, quien aseguró que antiguamente existía en
su pueblo un gran libro, escrito con auxilio de pinturas, en el cual se
describían los acontecimientos históricos y se vaticinaban los hechos futuros”
(87). Este dato es corroborado por Alonso de Zorita, quien asegura que logró
conocer el sistema político de los quichés “por las pinturas que tenían de sus
antigüedades de más de ochocientos años. Y con viejos muy antiguos” (Breve
y Sumaria Relación de los Señores de la Nueva España, 225 - 226).
[2] Aunque no se proporcionan los nombres de las personas que confirman esta
versión, Arbizúrez y Barrios la mencionan. Similar afirmación aparece en
Floresta Literaria de la Américana Indígena de José Alcina Franch (158).
Bibliografía:
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