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EL PROGRAMA DE NACIONES UNIDAS (PNUD)

INTERPRETA EL GOBIERNO DE UN PAIS EL ORGANISMO DE UN PAIS


COMO EL EJERCICIO DE LA AUTORIDAD ECONOMICA, POLITICA Y
ADMISTRATIVA PARA MANEJAR SUS ASUNTOS EN TODOS LOS
NIVELES, PROMOVIENDO COHESION, INTEGRACION Y BIENESTESTAR
DE SU POBLACION.
La capacidad de hacer y la capacidad de implementar políticas públicas
resultan cruciales. Se hacen para identificar pertinentemente las necesidades
nacionales con perspectiva de largo plazo, para dimensionar el esfuerzo
requerido y para direccionar las capacidades públicas. Se implementan para
cambiar la realidad en una dirección socialmente deseable.

La implementación, no obstante, depende de estructuras funcionales, de


capacidades gerenciales formidables y por supuesto con un irrevocable
compromiso con el bienestar común.

La política pública es explícita cuando se expresa en documentos oficiales o en


declaraciones de autoridades públicas. Prácticas y procedimientos de facto, sin
legalidad, configuran políticas públicas implícitas.

En términos prácticos, la política pública se refleja en lo que se hace con el


poder público. Algunos sostienen que la política pública no debería hacer más
que crear las condiciones para que el sector privado despliegue sus
operaciones y con ello ofrezca empleo a todo el mundo. Yo creo que la política
pública que necesitamos en Guatemala, además de hacer esto, debe volcarse,
con todas sus capacidades, a crear igualdad de oportunidades y cuidar bienes
públicos como el ambiente natural.

Frente a la realidad guatemalteca, un Gobierno que pretenda lograr mejoras


para la sociedad, está obligado a transitar, simultáneamente, en dos rieles. El
primero, el de las capacidades ejecutivas. La totalidad de los recursos públicos
deben destinarse con oportunidad, suficiencia, escala, continuidad y eficiencia
a dignificar a la personas –salud, alimentación, educación, vivienda−, viabilizar
los pequeños y medianos sistemas de producción rural agrícolas y no agrícolas
–asistencia técnica, capacitación, tecnología, recursos financieros,
infraestructura productiva, simplificación administrativa− y a dinamizar y
revitalizar los territorios –infraestructura, comunicaciones, entorno natural
saludable y estable para proveer bienes y servicios vitales y productivo. Esos
recursos públicos deben administrarse por un sistema de instituciones
pertinentes, ágiles, flexibles y con una alta capacidad de adaptación y deben
ser conducidas por tecnócratas del más alto nivel. Éste es el riel del día-día
aunque con norte.
El segundo riel debe permitir el acopio y despliegue de capacidades para hacer
expedito el tránsito por el primero así como desmontar barreras e incentivos
perversos que bloquean la igualdad de oportunidades y el desarrollo en su
sentido más integral. Incluye desde medidas administrativas como el
relanzamiento de la Ley de Servicio Civil, la renovación de la Ley de
Contrataciones del Estado, la instauración de capacidades para garantizar el
pago de salarios justos, la instauración de medidas para garantizar que pague
quien usa y contamina el ambiente natural; pasando por la reforma fiscal
progresiva, la eliminación de monopolios, la eliminación del poder de veto de
los poderes fácticos; hasta la configuración de pactos para castigar
ejemplarmente y erradicar la corrupción, sanear los partidos políticos, el
Congreso de la República y el Organismo Judicial, merecedores hoy día, de un
tremendo desprestigio institucional.

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