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Como lo señaló el presidente Santos, en su reciente gira por Europa, la reforma tributaria es
clave para el desarrollo sostenible del país, muy novedosa y conveniente. Estos nuevos
impuestos y beneficios verdes son de la mayor importancia.
Uno de ellos es el impuesto al carbono, tarifa que se cobrará a los combustibles fósiles para
contribuir a la reducción de nuestras emisiones de Gases de Efecto Invernadero, sobre todo
dióxido de carbono. El impuesto a estas emisiones nos permite acercarnos al objetivo de
tener una economía baja en carbono.
Colombia asumió un compromiso de reducir estas emisiones en un 20% para el año 2030 y
a un 30%, en el caso de contar con un decidido apoyo de la comunidad internacional. De
esta forma, con el impuesto al carbono contribuiremos a cumplir entre el 7 y 10% de esta
meta, sumado a otros instrumentos complementarios.
El impuesto verde prevé una tarifa de $15 por tonelada equivalente de CO2 que se emita.
Se van a gravar los combustibles líquidos como diesel, keroseno y gasolina. Se cobrarán
$135 por galón, $148 para Kerosene y Jet Fuel, etc. Cerca de 38 países han implementado
este impuesto de nueva generación, entre ellos, México, Chile y Suráfrica.
Y aunque solo generamos el 0,46% de las emisiones globales, estamos dentro del grupo de
los 15 países con mayor vulnerabilidad a fenómenos de variabilidad del clima y cambio
climático. Esto ha quedado evidenciado en los eventos de fenómenos de la Niña y el Niño
que hemos sufrido recientemente. De allí que, el país juegue un papel de liderazgo en el
contexto internacional en la agenda ambiental y de cambio climático, sobre todo en la
aprobación del Acuerdo de París.
Estas decisiones son pues inaplazables e incluyen una variedad de herramientas de política
pública, incluidos los instrumentos económicos previstos en el impuesto y en los incentivos
tributarios verdes. Es preciso decir que los recursos que se recaudarán por este concepto en
gran medida se destinarán para la financiación de la Iniciativa Colombia Sostenible que
tiene como fin último materializar los beneficios ambientales de la paz.
Además del impuesto verde al carbono, la reforma tributaria incluye el impuesto al uso de
las bolsas plásticas. Este refleja un trabajo de concertación con la industria ambientalmente
consiente y representada en Acoplastico y la Cámara Colombiana del Plástico. La
reducción del uso de bolsas plásticas, la reutilización y el reciclaje son un imperativo
nacional para disminuir la contaminación de suelos, fuentes hídricas, polución y afectación
de especies –sobre todo marinas–, entre otras.
El 5% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero, sobre todo metano, provienen del
mal manejo de los residuos. Este tributo al uso de bolsas plásticas establece una tarifa final
de $50 pesos por bolsa. Recordemos que desde este 30 de diciembre quedará prohibido el
uso de bolsas plásticas con un tamaño menor a 30 cm X 30 cm.
Este impuesto contribuye, entonces, a mejorar nuestra tasa de reciclaje, que es de solo 17%.
Si bien es cierto que Colombia está en el promedio de la región, es necesario incrementar la
tasa de reciclaje sustancialmente y este tributo contribuye a ese propósito.
Igualmente, es preciso destacar que la reforma tributaria incluye una serie de beneficios
tributarios verdes, algunos de los cuales permiten avanzar en proyectos de generación de
energía con fuentes no convencionales, descuentos para proyectos de inversión
relacionados con control ambiental, reforestación, redes de monitoreo en recuperación de
cuencas, etc.
La reforma tributaria tiene beneficios tangibles: se generarán en los próximos dos años
cerca de un billón de pesos en recursos nuevos y se otorgará una cifra igual en beneficios
tributarios para las empresas y los ciudadanos que inviertan en mejoramiento ambiental.
Pero los beneficios ambientales son enormes.
La reforma es muy novedosa y estructural para el sector e inicia una nueva senda de
aplicación de instrumentos económicos a la gestión ambiental. Esta reforma va generar
recursos adicionales que nos permitirán, además de avanzar en el logro de metas
ambientales específicas, garantizar la materialización de los beneficios ambientales de la
paz, a través de la financiación de los programas y proyectos dirigidos a la disminución de
la deforestación, agricultura sostenible, recuperación y restauración de ecosistemas
degradados y adaptación al cambio climático, entre otros.
Así, se ratificará una vez más el liderazgo nacional en esta materia. Esta reforma tributaria,
verde y estructural, es más que necesaria.