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Interrupciones en el orden social

la política no es asunto de vínculos entre los individuos y de relaciones entre éstos y la


comunidad [sistema de diferencias y equivalencias dentro de una totalidad, dentro de
una misma hegemonía]; compete a una cuenta de las "partes" de la comunidad, la cual
es siempre una falsa cuenta, una doble cuenta o una cuenta errónea [una falla en el
discurso de las equivalencias y diferencias de una formación discursiva, de una
formación hegemónica]. 19
Hay política -y no simplemente dominación- porque hay un cómputo erróneo en las
partes del todo. 24

Hay política cuando hay una parte de los que no tienen parte, una parte o un partido de
los pobres. No hay política simplemente porque los pobres se opongan a los ricos. Antes
bien, hay que decir sin duda que es la política -esto es, la interrupción de los meros
efectos de la dominación de los ricos- la que hace existir a los pobres como entidad.
[…] La política existe cuando el orden natural de la dominación es interrumpido por la
institución de una parte de los que no tienen parte. 25

La política existe cuando el orden natural de la dominación es interrumpido por la


institución de una parte de los que no tienen parte. Esta institución es el todo de la
política como forma específica de vínculo. La misma define lo común de la comunidad
como comunidad política, es decir dividida, fundada sobre una distorsión que escapa a
la aritmética de los intercambios y las reparaciones. Al margen de esta institución, no
hay política. No hay más que el orden de la dominación o el desorden de la revuelta 25
26

El paradigma de la guerra servil es el de una realización puramente guerrera de la


igualdad de los dominados y los dominadores. Los esclavos de los escitas constituyen
como campo atrincherado el territorio de su antigua servidumbre y oponen armas a
armas. Esta demostración igualitaria desconcierta al principio a quienes se consideraban
sus amos naturales. Pero cuando éstos vuelven a exhibir las insignias de la diferencia de
naturaleza, los alzados ya no tienen con qué replicar. Lo que no pueden hacer es
transformar la igualdad guerrera en libertad política. Esta igualdad, literalmente
marcada sobre el territorio y defendida por las armas, no crea una comunidad dividida.
No se transforma en la propiedad impropia de esa libertad que instituye al demos al
mismo tiempo como parte y como todo de la comunidad. Ahora bien, no hay política
sino por la interrupción, la torsión primera que instituye a la política como el despliegue
de una distorsión o un litigio fundamental. 26

no hay política sino por la interrupción, la torsión primera que instituye a la política
como el despliegue de una distorsión o un litigío fundamental. 27

El litigio sobre la cuenta de los pobres como pueblo, y del pueblo como comunidad, es
el litigio sobre la existencia de la política por el cual hay política. 29 [la política es el
litigio por si hay, o no, política]

El fundamento de la política, en efecto, no es más la convención que la naturaleza: es la


ausencia de fundamento, la pura contingencia de todo orden social. Hay política
simplemente porque ningún orden social se funda en la naturaleza, ninguna ley divina
ordena las sociedades humanas. 30 31

Hay política cuando la lógica supuestamente natural de la dominación es atravesada por


el efecto de esta igualdad. Eso quiere decir que no siempre hay política. Incluso la hay
pocas y raras veces. 31 ¡!!!!!

Hay política cuando la contingencia igualitaria interrumpe como "libertad" del pueblo el
orden natural de las dominaciones, cuando esta interrupción produce un dispositivo
específico: una división de la sociedad en partes que no son "verdaderas" partes; la
institución de una parte que se iguala al todo en nombre de una "propiedad" que no le es
propia, y de un "común" que es la comunidad de un litigio. 33

La política es la institución del litigio entre clases que no lo son verdaderamente.


"Verdaderas" clases: esto quiere decir -querría decir- partes reales de la sociedad,
categorías correspondientes a sus funciones. 33

La universalidad de la política es la de una diferencia en sí de cada parte y del diferendo


como comunidad. La distorsión que instituye la política no es en primer lugar la
disensión de las clases, es la diferencia consigo misma de cada una que impone a la
división misma del cuerpo social la ley de la mezcla, la ley de cualquiera haciendo
cualquier cosa 34

La política es en primer lugar el conflicto acerca de la existencia de un escenario


común, la existencia y la calidad de quienes están presentes en él. Antes que nada es
preciso establecer que el escenario existe para el uso de un interlocutor que no lo ve y
que no tiene motivos para verlo dado que aquél no existe. Las partes no preexisten al
conflicto que nombran y en el cual se hacen contar como partes 41

No hay política porque los hombres, gracias al privilegio de la palabra, ponen en común
sus intereses. Hay política porque quienes no tienen derecho a ser contados como seres
parlantes se hacen contar entre éstos e instituyen una comunidad por el hecho de poner
en común la distorsión, que no es otra cosa que el enfrentamiento mismo, la
contradicción de dos mundos alojados en uno solo: el mundo en que san y aquel en que
no son, el mundo donde hay algo "entre" ellos y quienes no los conocen como seres
parlantes y contabilizables y el mundo donde no hay nada. 41 42

El conflicto separa dos modos del ser-juntos humano, dos tipos de partición de lo
sensible [dos polos del espacio social, dos cadenas de equivalencia, dos hegemonías
antagónicas], opuestos en su principio y anudados no obstante uno al otro en las cuentas
imposibles de la proporción así como en las violencias del conflicto. 42

la distorsión […] no es otra cosa que el enfrentamiento mismo, la contradicción de dos


mundos alojados en uno solo: el mundo en que san y aquel en que no son, el mundo
donde hay algo "entre" ellos y quienes no los conocen como seres parlantes y
contabilizabies y el mundo donde no hay nada. 42

la actividad política es la que desplaza a un cuerpo del lugar que le estaba asignado o
cambia el destino de un lugar; hace ver lo que no tenía razón para ser visto, hace
escuchar un discurso allí donde sólo el ruido tenía lugar, hace escuchar como discurso
lo que no era escuchado más que como ruido. 45
Propongo ahora reservar el nombre de política a una actividad bien determinada y
antagónica de la primera: la que rompe la configuración sensible donde se definen las
partes y sus partes o su ausencia por un supuesto que por definición no tiene lugar en
ella: la de una parte de los que no tienen parte. Esta ruptura se manifiesta por una serie
de actos que vuelven a representar el espacio donde se definían las partes, sus partes y
las ausencias de partes. [un acto que representa el espacio de la enunciación de todo
enunciado]45

la actividad política es siempre un modo de manifestación que deshace las divisiones


sensibles del orden policial mediante la puesta en acto de un supuesto que por principio
le es heterogéneo, el de una parte de los que no tienen parte, la que, en última instancia,
manifiesta en sí misma la pura contingencia del orden, la igualdad de cualquier ser
parlante con cualquier otro ser parlante. 45 46

Hay política cuando hay un lugar y unas formas para el encuentro entre dos procesos
heterogéneos. El primero es el proceso policial en el sentido que se intentó definir. El
segundo es el proceso de la igualdad. Con este término, entendamos provisoriamente el
conjunto abierto de las prácticas guiadas por la suposición de la igualdad de cualquier
ser parlante con cualquier otro ser parlante y por la preocupación de verificar esa
igualdad. 46 [la igualdad es definida (sobre todo en El maestro ignorante como la
imposibilidad de toda jerarquía, o más bien, como la arbitrariedad de todo orden
jerárquico, esto es, la igualdad se define como el negativo de la jerarquía. Así una
cadena de equivalencias que se definiera por su no ser una jerarquía produciría un
negativo, esto es, la igualdad. Y lo importante es que, planteado así, de la igualdad no
puede darse ninguna definición positiva, ya que cualquier definición no sería sino un
elemento más dentro del campo de discurso en el cual se enuncia, y por eso pasaría a ser
una diferencia más dentro de la cadena de equivalencias, y la igualdad, en tanto
antagonismo, no es un elemento de discurso, es el límite a la discursividad misma]

no habrá de olvidarse tampoco que si la política pone en acción una lógica


completamente heterogénea a la de la policía, siempre está anudada a ésta. La razón es
simple. La política no tiene objetos o cuestiones que le sean propios. Su único principio,
la igualdad, no le es propio y en sí mismo no tiene nada de político. Todo lo que
aquélla hace es darle una actualidad en la forma de casos, inscribir, en la forma del
litigio, la verificación de la igualdad en el corazón del orden policial. Lo que constituye
el carácter político de una acción no es su objeto o el lugar donde se ejerce sino
únicamente su forma, la que inscribe la verificación de la igualdad en la institución de
un litigio, de una comunidad que sólo existe por la división. La política se topa en todos
lados con la policía. No obstante, es preciso pensar este encuentro como encuentro de
los heterogéneos 47 [lógica de la equivalencia (antagonismo, negatividad) y lógica de la
diferencia (positividad, objetividad, discursividad)]

Para que una cosa sea política, es preciso que dé lugar al encuentro de la lógica policial
y la lógica igualitaria, el cual nunca está preconstituido. […] La familia pudo
convertirse en un lugar político, no por el mero hecho de que en ella se ejerzan
relaciones de poder, sino porque resultó puesta en discusión en un litigio sobre la
capacidad de las mujeres a la comunidad. Un mismo concepto -la opinión o el derecho,
por ejemplo- puede designar una estructura del obrar político o una del orden policial.
48

La política actúa sobre la policía. Lo hace en lugares y con palabras que les son
comunes, aun cuando dé una nueva representación a esos lugares y cambie el estatuto
de esas palabras [la política subvierte las palabras de la policía = un antagonismo
subvierte el discurso de un espacio social]. Lo que habitualmente se postula como el
lugar de lo político, a saber el conjunto de las instituciones del Estado, no es
precisamente un lugar homogéneo. Su configuración está determinada por un estado de
las relaciones entre la lógica política y la lógica policial, 49 [¿qué es ese estado de
relaciones entre la lógica política y la lógica policial] [¿es acaso las articulaciones
(en tanto procesos) de hegemonías?]

La política es la práctica en la cual la lógica del rasgo igualitario asume la forma del
tratamiento de una distorsión, donde se convierte en el argumento de una distorsión
principal que viene a anudarse con tal litigio determinado en la distribución de las
ocupaciones, las funciones y los lugares. Existe gracias a unos sujetos o unos
dispositivos de subjetivación específicos. Estos miden los inconmensurables, la lógica
del rasgo igualitario y la del orden policial. Lo hacen uniendo al título de tal grupo
social el mero título vacío de la igualdad de cualquiera con cualquiera. Lo hacen
superponiendo al orden policial que estructura la comunidad otra comunidad que no
existe sino por y para el conflicto, una comunidad que es la del conflicto en torno a la
existencia misma de lo común entre lo que tiene parte y lo que no la tiene. 51 52

La política es asunto de sujetos, o más bien de modos de subjetivación. Por


subjetivación se entenderá la producción mediante una serie de actos de una instancia y
una capacidad de enunciación que no eran identificables en un campo de experiencia
dado, cuya identificación, por lo tanto, corre pareja con la nueva representación del
campo de la experiencia. Formalmente, el ego sum, ego existo cartesiano es el prototipo
de esos sujetos indisociables de una serie de operaciones que implican la producción de
un nuevo campo de experiencia. Toda subjetivación política proviene de esta fórmula.
Esta es un nos sumus, nos existimus. Lo que quiere decir que el sujeto que aquélla hace
existir no tiene ni más ni menos consistencia que ese conjunto de operaciones y ese
campo de experiencia. La subjetivación política produce una multiplicidad que no
estaba dada en la constitución policial de la comunidad, una multiplicidad cuya cuenta
se postula como contradictoria con la lógica policial. 52

En política, "mujer" es el sujeto de experiencia -el sujeto desnaturalizado,


desfeminizado- que mide la distancia entre una parte reconocida -la de la
complementariedad sexual- y una ausencia de parte […] Toda subjetivación política es
la manifestación de una distancia de este tipo. […] Toda subjetivación es una
desidentificación, el arrancamiento a la naturalidad de un lugar, la apertura de un
espacio de sujeto donde cualquiera puede contarse porque es el espacio de una cuenta de
los incontados, de una puesta en relación de una parte y una ausencia de parte. 53

El concepto de la distorsión, por lo tanto, no se vincula a ninguna dramaturgia de


"victimización". Corresponde a la estructura original de toda política. La distorsión es
simplemente el modo de subjetivación en el cual la verificación de la igualdad asume
una figura política, Hay política en razón de un solo universal, la igualdad, que asume la
figura específica de la distorsión 56

Una subjetivación política es una capacidad de producir esos escenarios polémicos esos
escenarios paradójicos que hacen ver la contradicción de dos lógicas, al postular
existencias que son al mismo tiempo inexistencias o inexistencias que son a la vez
existencias. 57
Una subjetivación política es una capacidad de producir esos escenarios polémicos esos
escenarios paradójicos que hacen ver la contradicción de dos lógicas, al postular
existencias que son al mismo tiempo inexistencias o inexistencias que son a la vez
existencias. 59

La política no está hecha de relaciones de poder, sino de relaciones de mundos. 60

El sujeto obrero que se hace contar en él como interlocutor debe hacer como si el
escenario existiese, como si hubiera un mundo común de argumentación, lo que es
eminentemente razonable y eminentemente irrazonable, eminentemente sensato y
resueltamente subversivo, porque ese mundo no existe 71 72

Este escenario de comunidad no existe más que en la relación de un "nosotros" con un


"ellos". Y esa relación es asimismo una no relación. 74 [antagonismos]

La política antigua obedecía al solo concepto del demos y sus propiedades impropias,
abriendo el espacio público como espacio del litigio. La política moderna obedece a la
multiplicación de las operaciones de subjetivación que inventan mundos de comunidad
que son mundos de disentimiento, a los dispositivos de demostración que son, en cada
momento, al mismo tiempo argumentaciones y aperturas de mundo, la apertura de
mundos comunes -lo que no quiere decir consensuales-, de mundos donde el sujeto
que argumenta se cuenta como argumentador. […] La política moderna existe por la
multiplicación de los mundos comunes litigiosos previos en la superficie de las
actividades y los órdenes sociales. […] La política antigua obedecía únicamente a la
cuenta errónea de ese demos que es parte y todo y de esa libertad que no pertenece más
que a todo él al pertenecer a todos. La política moderna obedece al despliegue de
dispositivos de subjetivación del litigio que vinculan la cuenta de los incontados a la
diferencia consigo mismo de todo sujeto apto para enunciarla 79 80 [política antigua
= posición popular de sujeto, política moderna = posición democrática de sujeto
¡!!!!!]

La especificidad de la política es la interrupción, el efecto de igualdad como "libertad"


litigiosa del pueblo. 93
Sólo hay política porque hay iguales, y porque el mando se ejerce sobre ellos. 94

En el sentido político, una clase es una cosa completamente distinta: un operador del
litigío, un nombre para contar a los incontados, un modo de subjetivación sobreimpreso
a toda realidad de los grupos sociales. 109

La democracia no es el régimen parlamentario o el Estado de derecho. Tampoco


es un estado de lo social, el reino del individualismo o el de las masas. La democracia
es, en general, el modo de subjetivación de la política -si por política se entiende otra
cosa que la organización de los cuerpos como comunidad y la gestión de los lugares,
poderes y funciones- o más precisamente, democracia es el nombre de una interrupción
singular de ese orden de distribución de los cuerpos en comunidad que se ha propuesto
conceptualizar con el empleo de la noción ampliada de policía. Es el
nombre de lo que viene a interrumpir el buen funcionamiento de ese orden a través de
un dispositivo singular de subjetivación.
Este dispositivo se resume en los tres aspectos ya definidos.
[…]
Las formas de la democracia no son otra cosa que las formas de manifestación
de ese dispositivo ternario. Hay democracia si hay una esfera específica de apariencia
del pueblo [esfera de apariencia = fronteras no estables]. Hay democracia si hay actores
específicos de la política que no son ni agentes del dispositivo estatal ni partes de la
sociedad, si hay colectivos que desplazan las identificaciones en términos de partes del
Estado o de la sociedad. Hay democracia, por último, si hay un litigio dirigido en el
escenario manifestación del pueblo por un sujeto no identitario. Las formas de la
democracia son las formas de manifestación de esta apariencia de esta subjetivación no
identitaria y de esta dirección del litigio. Esas formas de manifestación tienen efectos
sobre los dispositivos institucionales de lo político y se sirven de tal o cual de esos
dispositivos. Producen inscripciones de la igualdad y ponen en discusión las
inscripciones existentes. Por consiguiente, no son en modo alguno indiferentes a la
existencia de asambleas electas, garantías institucionales de las libertades de ejercicio de
la palabra y de su manifestación, dispositivos de control del estado. Encuentran en ellos
las condiciones de su ejercicio y a su vez los modifican. Pero no se identifican con ellos.
Menos aún podría identificárselas con modos de ser de los individuos. 125 – 128
La democracia instituye por lo tanto comunidades de un tipo específico, comunidades
polémicas que ponen en juego la oposición misma de las dos lógicas, la lógica policial
de la distribución de los lugares y la lógica política del trato igualitario. 127

Las formas de la democracia no son otra cosa que las formas de constitución de la
política como modo específico de un ser-juntos humano. La democracia no es un
régimen o un modo de vida social. Es la institución de la política misma, el sistema de
las formas de subjetivación por las cuales resulta cuestionado, devuelto a su
contingencia, todo orden de la distribución de los cuerpos en funciones correspondientes
a su "naturaleza" y en lugares correspondientes a sus funciones. 128
La comunidad política es una comunidad de interrupciones, de fracturas, puntuales y
locales, por las cuales la lógica igualitaria separa a la comunidad policial de sí misma.
Es una comunidad de mundos de comunidad que son intervalos de subjetivación:
intervalos construidos entre identidades, entre lugares y posiciones. El ser-juntos
político es un ser-entre: entre identidades, entre mundos. 170 171 [mundo = formación
hegemónica / intervalos = articulación entre formaciones hegemónicas / interrupciones
= antagonismos]

El mero sentimiento de la esencia común [equivalencia] y del daño [tort] que se le hace
no crea política […] Todavía falta en ello la construcción del daño [tort] como vínculo
de comunidad con aquellos que no pertenecen al mismo común [transformar una
dominación en subordinación, esto es, producir un antagonismo]. […]El sentimiento de
la injusticia no forma un vínculo político por la mera identificación que se apropiaría de
la desapropiación del objeto de la distorsión. Todavía necesita la desapropiación de
identidad que constituye un sujeto apto para la conducción del litigio [que las cadenas
de equivalencias constituyan un antagonismo]. La política es el arte de las deducciones
torcidas y las identidades cruzadas. Es el arte de la construcción local y singular de
casos de universalidad. Esta construcción es posible mientras la singularidad de la
distorsión -la singularidad de la argumentación y la manifestación locales del derecho-
se distinga de la particularización de los derechos atribuidos a las colectividades de
acuerdo con su identidad. 171 172 [articulación hegemónica]
…resulta claro en lo que llevamos dicho que la condición de emergencia del
«pueblo» como agente político en el discurso comunista ha sido la relación de
equivalencia entre las clases, que desdobla la identidad de estas últimas y que, a través
de este desdoblamiento, constituye una polarización de nuevo tipo. Ahora bien, este
proceso tiene lugar íntegramente en el campo de las prácticas hegemónicas. La
enumeración comunista no es la constatación de una situación de hecho, sino que tiene
un carácter performativo; la unidad de un conjunto de sectores no es un dato: es un
proyecto de construcción política. Hegemonizar a un conjunto de sectores no es, por
tanto, un simple acuerdo coyuntural o momentáneo; es construir una relación
estructuralmente nueva y, según hemos visto, diferente de la relación de clases. Esto nos
muestra que el concepto de «alianza de clases» es totalmente insuficiente para
caracterizar a la relación hegemónica, ya que reducir esta última a aquél tiene tan poco
sentido como pretender describir un edificio adicionando la descripción de todos los
ladrillos que lo componen. Pero la relación de equivalencia, por su misma lógica
interna, no puede limitarse a mostrar su presencia a través de la sustituibilidad ocasional
de sus términos; a una cierta altura debe dar lugar a la emergencia de un equivalente
general, en el que cristalice simbólicamente la relación en cuanto tal. Así es como
surgen, en el caso político que estamos analizando, símbolos nacional–populares o
popular–democráticos que constituyen posiciones de sujeto distintas de las de clase; a
partir de este punto, la relación hegemónica pierde definitivamente su carácter factual o
episódico y pasa a ser un componente estable de toda formación político–discursiva.
111 112 [aquí se diferencia entre un carácter episódico y un carácter estable de
una relación hegemónica ¡!!]

lo contingente subvierte lo necesario impidiéndole constituirse plenamente. Esta


no constitutividad —o contingencia— del sistema de diferencia se muestra en la no
fijación que las equivalencias introducen. 119
la equivalencia crea un sentido segundo [si de lo que se trata es de otro sentido
¿cónde está la opacidad? Está en la imposibilidad de deducir el segundo sentido a partir
del primero, esta imposibilidad es la denominada subversión. ] que, a la vez que es
parasitario del primero, lo subvierte: las diferencias se anulan en la medida en que son
usadas para expresar algo idéntico que subyace a todas ellas. El problema es, pues, en
qué consiste ese algo idéntico, presente en los varios términos de la equivalencia [el
equivalente general (cita 111 y 112)]. Si a través de la cadena de equivalencias se han
perdido todas las determinaciones objetivas diferenciales de sus términos, la identidad
sólo puede estar dada, o bien por una determinación positiva presente en todos ellos, o
bien por su referencia común a algo exterior [acá exterior no refiere a una
localización en el espacio tridimensional, en la realidad, ese exterior es un exterior
discursivo]. Lo primero está excluido: una determinación positiva común se expresa en
forma directa, sin requerir mostrarse en una relación de equivalencia. Pero la referencia
común a algo exterior tampoco puede ser la referencia a algo positivo, pues en tal caso
la relación entre los dos polos podría construirse también en forma directa y positiva, y
esto haría imposible la anulación completa de diferencias [esta anulación completa de
las diferencias no refiere a que los elementos articulados en la equivalencia pierden
todas sus diferencias unos respectos de otros cuando los comparamos dos a dos, por
ejemplo. A lo que refiere es a que visto desde el punto de vista del equivalente general,
esto es, de la novedad discursiva, del segundo sentido, no es posible diferenciar en qué
medida aportan unos elementos y otros en la constitución de esa novedad, en este
sentido se dice que se anulan completamente las diferencias.] que implica una
relación de equivalencia total. […] Pero si todos los rasgos diferenciales de un objeto
han pasado a equivalerse, es imposible expresar nada positivo acerca de dicho objeto;
esto sólo puede implicar que a través de la equivalencia se expresa algo que el objeto no
es [este no es es el exterior discursivo, la irreductibilidad del segundo sentido al
primero]. Una relación de equivalencia que absorba todos los rasgos positivos del
colonizador en su oposición al colonizado [acá la equivalencia se construye en el lugar
del ellos, a diferencia de la enumeración comunista que se construía en el nosotros] no
crea un sistema de posiciones diferenciales positivas entre ambos, simplemente porque
ella disuelve toda positividad [o sea, no podemos decir respecto al colonizador y el
colonizado que en tal aspecto se diferencian más, en tal otro menos, en tal otro son muy
parecidos, etc., puesto que todo esto implicaría un sistema organizado de diferencias,
esto es, de positividades]: el colonizador es construido discursivamente como el
anticolonizado. Es decir, que la identidad ha pasado a ser puramente negativa [igual,
decir que una identidad es puramente negativa es polémico, puesto que una
identidad es, por definición, una porción de sentido, y por ende, es siempre algo del
orden de la positividad. En todo caso, la negatividad no estaría en la identidad
(segunda), sino en la irreductibilidad de ella a las identidades (primeras) de los
elementos articulados equivalencialmente]. Es porque una identidad negativa no
puede ser representada en forma directa —es decir, positivamente— que sólo puede
hacerlo de modo indirecto a través de una equivalencia entre sus momentos
diferenciales. De ahí la ambigüedad que penetra a toda relación de equivalencia: dos
términos, para equivalerse, deben ser diferentes (de lo contrario se trataría de una simple
identidad). Pero, por otro lado, la equivalencia sólo existe en el acto de subvertir el
carácter diferencial de esos términos. Este es el punto en el que, según dijimos antes, lo
contingente subvierte lo necesario impidiéndole constituirse plenamente. Esta no
constitutividad —o contingencia— del sistema de diferencia se muestra en la no
fijación que las equivalencias introducen. El carácter final de esta no fijación, la
precariedad final de toda diferencia, habrá pues de mostrarse en una relación de
equivalencia total en la que se disuelva la positividad diferencial de todos sus términos.
Esta es precisamente la fórmula del antagonismo, que así establece su carácter de límite
de lo social. Observemos que en esta fórmula no se trata de que un polo definido como
positividad se enfrente a un polo negativo: puesto que todos los rasgos diferenciales de
un polo se han disuelto a través de su referencia negativo–equivalencial al otro polo,
cada uno de ellos muestra exclusivamente lo que no es. 119 220

el concepto de hegemonía supone un campo teórico dominado por la categoría


de articulación. Y ésta supone la posibilidad de especificar separadamente la identidad
de los elementos articulados. […] En todo caso, si la articulación es una práctica y no el
nombre de un complejo relacional dado, implica alguna forma de presencia separada de
los elementos que la práctica articula o recompone. 156 157 [esto suena muy similar a
lo que se dice en la cita de las páginas 111 y 112 sobre la equivalencia: “Pero la relación
de equivalencia, por su misma lógica interna, no puede limitarse a mostrar su presencia
a través de la sustituibilidad ocasional de sus términos”. ¿Articulación y equivalencia
están relacionados, son lo mismo?]
para hablar de hegemonía, no es suficiente el momento articulatorio; es preciso,
además, que la articulación se verifique a través de un enfrentamiento con prácticas
articulatorias antagónicas [una articulación no es necesariamente antagónica]. Es decir,
que la hegemonía se constituye en un campo surcado por antagonismos [la hegemonía
no es sin antagonismos] y supone, por tanto, fenómenos de equivalencia y efectos de
frontera [si hay hegemonía, entonces hay equivalencias y fronteras (en principio, nada
se dice de que a la inversa, si hay equivalencia y frontera hay necesariamente
hegemonía)]. Pero, a la inversa, no todo antagonismo supone prácticas hegemónicas
[no todo antagonismo supone hegemonía]. 157

si la contingencia y la articulación son posibles es porque


ninguna formación discursiva es una totalidad suturada, y porque, por
tanto, la fijación de los elementos en momentos no es nunca completa. 178 179

la materialidad del discurso no puede encontrar el momento de su unidad en la


experiencia o la conciencia de un sujeto fundante, ya que el discurso tiene una
existencia objetiva y no subjetiva; por el contrario, diversas posiciones de sujeto
aparecen dispersas en el interior de una formación discursiva. 185

una totalidad discursiva nunca existe bajo la forma de una positividad


simplemente dada y delimitada, […] la lógica relacional [diferencial] es una lógica
incompleta y penetrada por la contingencia. 188 [contengencia = antagonismo]

Incluso para diferir, para subvertir el sentido, tiene que haber un sentido. 191 [la
política actúa sobre la policía]

en lo que se refiere a lo social la necesidad sólo existe como esfuerzo parcial por
limitar la contingencia. […] lo contingente sólo existe en el interior de lo necesario. Esta
presencia de lo contingente en lo necesario es lo que hemos llamado subversión, y se
manifiesta bajo las formas de simbolización, de metaforización, de paradoja, que
deforman y cuestionan el carácter literal de toda necesidad 194
lo social sólo existe como esfuerzo parcial por instituir la sociedad —esto es, un
sistema objetivo y cerrado de diferencias— el antagonismo, como testigo de la
imposibilidad de una sutura última, es la «experiencia» del límite de lo social. 215

Si la lengua es un sistema de diferencias, el antagonismo es el fracaso de la diferencia y,


en tal sentido, se ubica en los límites del lenguaje y sólo puede existir como disrupción
del mismo —es decir, como metáfora—. 215

lo social sólo existe como esfuerzo parcial por instituir la sociedad —esto es, un
sistema objetivo y cerrado de diferencias— el antagonismo, como testigo de la
imposibilidad de una sutura última, es la «experiencia» del límite de lo social. 215

¿Cómo tiene lugar esta subversión? Según hemos visto, la condición de la


presencia plena es la existencia de un espacio cerrado en el que cada posición
diferencial es fijada como momento específico e irremplazable. Por tanto, la primera
condición para subvertir dicho espacio [un espacio es algo que puede estar cerrado, y
que como consecuencia de eso puede ser subvertido, esto es, impedir su cierre], para
impedir el cierre, es disolver la especificidad de cada una de esas posiciones [la
equivalencia disuelve la diferencia de cada una de las posiciones que articula]. Este es el
punto en el que adquiere toda su relevancia lo que antes dijéramos acerca de la relación
de equivalencia. 218

así como la lógica de la diferencia no consigue nunca constituir un espacio


plenamente suturado [un espacio discursivo nunca está plenamente suturado (no hay
Otro del Otro)], tampoco lo logra la lógica de la equivalencia. La disolución del carácter
diferencial de las posiciones del agente social a través de la lógica equivalencial, no es
nunca completa. Si la sociedad no es totalmente posible, tampoco es totalmente
imposible. Esto nos permite formular la siguiente conclusión: si la sociedad no es nunca
transparente respecto a sí misma porque no logra constituirse como campo objetivo,
tampoco es enteramente transparente a sí mismo el antagonismo, ya que no logra
disolver totalmente la objetividad de lo social. 221 [si el antagonismo es negatividad,
opacidad ¿cómo sería posible pensar la transparencia de un antagonismo, la
transparencia de una opacidad?¿puede lo no transparente ser transparente?¿qué querría
decir esto?]

hay una multiplicidad de posibles antagonismos en lo social, muchos de ellos de


signo contrario 224

Cuando hemos hablado de antagonismo lo hemos hecho hasta este punto en


singular, para simplificar nuestro argumento. Pero está claro que el antagonismo no
surge necesariamente en un sólo punto. Cualquier posición en un sistema de diferencias,
en la medida en que es negada [¿este ser negada refiere a la negatividad de un
antagonismo?], puede constituirse en sede de un antagonismo. Con esto está claro que
hay una multiplicidad de posibles antagonismos en lo social, muchos de ellos de signo
contrario. El problema importante es que las cadenas de equivalencia que habrán de
constituirse a partir de cada uno de ellos, serán radicalmente distintas. Y, también, que
ellas pueden afectar y penetrar contradictoriamente la identidad del propio sujeto.223
224

Podríamos llamar posición popular de sujeto a la que se constituye sobre la base


de dividir al espacio político en dos campos antagónicos, y posición democrática de
sujeto a la que es sede de un antagonismo localizado, que no divide a la sociedad en la
forma indicada. 225 [acá no se distingue entre sociedad y espacio político]

… para hablar de hegemonía, no es suficiente el momento articulatorio; es


preciso, además, que la articulación se verifique a través de un enfrentamiento con
prácticas articulatorias antagónicas. Es decir, que la hegemonía se constituye en un
campo surcado por antagonismos y supone, por tanto, fenómenos de equivalencia y
efectos de frontera. 231 [¿cómo se relacionan la equivalencia y la frontera?]

Sólo la presencia de una vasta región de elementos flotantes y su posible


articulación a campos opuestos —lo que implica la constante redefinición de estos
últimos— es lo que constituye el terreno que nos permite definir a una práctica como
hegemónica. Sin equivalencia y sin fronteras no puede estrictamente hablarse de
hegemonía232 [¿cuál es la relación entre equivalencia y frontera?]
Hablaremos pues de luchas democráticas en los casos en que éstas supongan
una pluralidad [la cualidad de lo democrático está en esta pluralidad] de espacios
políticos, y de luchas populares, en aquellos otros casos en que ciertos discursos
construyen tendencialmente la división de un único [la cualidad de lo popular está en
esta unicidad] espacio político en dos campos opuestos. Pero está claro que el concepto
fundamental es el de «lucha democrática», y que las luchas populares sólo constituyen
coyunturas específicas, resultantes de una multiplicación de efectos de equivalencia
entre las luchas democráticas 234

Hegemonía es, simplemente, un tipo de relación política; una forma, si se quiere, de la


política 237

En una formación social determinada [formación social = espacio social] puede


haber una variedad de puntos nodales hegemónicos. Evidentemente algunos de ellos
pueden estar altamente sobredeterminados; pueden constituir puntos de condensación de
una variedad de relaciones sociales y, en tal medida, ser el centro de irradiación de una
multiplicidad de efectos totalizantes; pero, en la medida en que lo social es una infinitud
irreductible a ningún principio unitario subyacente, la mera idea de un centro de lo
social carece de sentido. 237

Las prácticas articulatorias no tienen sólo lugar en el interior de espacios


sociales y políticos dados, sino entre los mismos. 239

una formación sólo logra significarse a sí misma —es decir, constituirse como
tal— transformando los límites en fronteras, constituyendo una cadena de equivalencias
que construye a lo que está más allá de los límites, como aquello que ella no es. Es sólo
a través de la negatividad, de la división y del antagonismo, que una formación puede
constituirse como horizonte totalizante 243 244

La lógica de la equivalencia, sin embargo, es meramente la condición más


abstracta y general de existencia de toda formación. Para hablar de formación
hegemónica, tenemos que introducir otra condición provista por nuestro análisis
anterior: es decir, la continua redefinición de los espacios sociales y políticos, y aquellos
constantes procesos de desplazamiento de los límites que construyen la división social
que son propios de las sociedades contemporáneas. Es sólo en estas condiciones que las
totalidades conformadas a través de la lógica de la equivalencia adquieren un carácter
hegemónico. 244 245

las relaciones de subordinación, consideradas en sí mismas, no pueden ser


relaciones antagónicas: porque una relación de subordinación establece, simplemente,
un conjunto de posiciones diferenciadas entre agentes sociales, y ya sabemos que un
sistema de diferencias que construye a toda identidad social como positividad no sólo
no puede ser antagónico, sino que habría reunido las condiciones ideales para la
eliminación de todo antagonismo —estaríamos enfrentados con un espacio social
suturado, del que toda equivalencia quedaría excluida—. 255 [como se dijo en la cita
de la página 232, no todo espacio social es un espacio político, un espacio social
suturado excluye la posibilidad de todo espacio polítco (recordar que “espacio =
formación discursiva = discurso”)]

Es sólo en la medida en que es subvertido el carácter diferencial positivo de una


posición subordinada de sujeto, que el antagonismo podrá emerger. «Siervo»,
«esclavo», etc., no designan en sí mismos posiciones antagónicas; es sólo en términos
de una formación discursiva distinta, tal como, por ejemplo, «derechos inherentes a todo
ser humano» que la positividad diferencial de esas categorías puede ser subvertida, y la
subordinación construida como opresión. Esto significa que no hay relación de opresión
sin la presencia de un «exterior» discursivo a partir del cual el discurso de la
subordinación pueda ser interrumpido [ese “exterior” discursivo en realidad es otra
formación discursiva, la antagónica, esto es, es exterior respecto al discurso que
subvierte, pero no es exterior respecto al campo de discursividad general] 255

… cualquiera sea la orientación política a través de la cual el antagonismo


cristalice —ésta dependerá de las cadenas de equivalencia que lo construyan— la forma
del antagonismo en cuanto tal es idéntica en todos los casos. Es decir, que se trata
siempre de la construcción de una identidad social —de una posición sobredeterminada
de sujeto— [un antagonismo es la construcción de una identidad!!!! Y una
identidad es una posición sobredeterminada de sujeto!!!] sobre la base de la
equivalencia entre un conjunto de elementos o valores que expulsan y exteriorizan
aquellos otros a los que se oponen. Nuevamente, nos encontramos con la división del
espacio social. 273 274 [acá se habla de división del espacio social, efectivamente,
un espacio social puede dividirse, eso lo hace un espacio político, un espacio social
dividido es un espacio político]

el antagonismo es discursivamente constituido 277

Las formas de articulación de un antagonismo, por tanto, lejos de estar


predeterminadas, son la resultante de una lucha hegemónica [acá vemos la equivalencia
entre “formas de articulación de un antagonismo” y “lucha hegemónica”, en el sentido
de que las primeras no son sin la segunda, pero también, a la inversa, la segunda no es
sin la primera, puesto que se dice “la resultante”, y no “una resultante”]. Esta
afirmación tiene consecuencias importantes, ya que implica que estas nuevas luchas no
tienen necesariamente un carácter progresivo, y que es por tanto un error pensar, como
muchos lo hacen, que se sitúan espontáneamente en el contexto de una política de
izquierda. 280

Que las cadenas de equivalencia que toda articulación hegemónica constituye


pueden ser de naturaleza muy distinta, lo muestra palmariamente este discurso
neoconservador: los antagonismos constituidos en torno a la burocratización son
articulados en la defensa de las desigualdades tradicionales de sexo y de raza y la
defensa de los derechos adquiridos fundados en la supremacía de los hombres y de los
blancos que alimenta la reacción conservadora, amplía de tal modo el área de sus
efectos hegemónicos. Se construye así el antagonismo entre dos polos: el «pueblo», que
incluye todos aquellos que defienden los valores tradicionales y la libertad de empresa;
y sus adversarios: el Estado y todos los subversivos (feministas, negros, jóvenes y
«permisives» de todo tipo). Se intenta así construir un nuevo bloque histórico en el que
se articule una pluralidad de aspectos económicos, sociales y culturales. 282 [construir
un antagonismo es construir un discurso]
hay prácticas hegemónicas porque esta radical no fijación [de lo social] impide
considerar a la lucha [antagonismo (un poco más abajo se verá por qué
“lucha=atagonismo”)] política como un juego en el que la identidad de las fuerzas
enfrentadas esté constituida desde un comienzo. 283

Todo antagonismo, librado a sí mismo, es un significante flotante, un


antagonismo «salvaje» que no predetermina la forma en que puede ser articulado en
otros elementos de una formación social. 284 [una formación social, esto es, un espacio
social, puede tener varios lugares a partir de los cuales puede librarse un antagonismo y
transformarse en una formación hegemónica, en un espacio político]

Frente a la cadena de equivalencias igualdad = identidad = totalitarismo, la


nueva derecha proclama el «derecho a la diferencia» y afirma la secuencia diferencia =
desigualdad = libertad. 289.

No hay vínculos esenciales y paradigmáticos que unan a los distintos


componentes del programa clásico del socialismo. No hay, por ejemplo, vínculos
necesarios entre antisexismo y anticapitalismo, y la unidad entre ambos sólo puede ser
el resultado de una articulación hegemónica. Por consiguiente, sólo es posible construir
esta articulación a partir de luchas separadas, que sólo ejercen sus efectos
equivalenciales y sobredeterminantes en ciertas esferas de lo social. Esto requiere la
automatización de las esferas de lucha y la multiplicación de los espacios políticos, y es
incompatible con la concentración de poder y saber que el jacobinismo clásico y sus
diversas variantes socialistas suponen. 296

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