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Recursos en Literatura Infantil
Recursos en Literatura Infantil
Esquema nº 1
Tabla nº 1
Extradiegético Intradiegético
Heterodiegético
Stevenson
Homodiegético Narrador 1º
Alberto Turpín
Esta conciencia metaficcional se ve tan posmodernistas como la muerte del
reforzada por el juego narrativo que el argumento en el sentido tradicional. nº 6. 2010
escritor madrileño realiza con el punto En Dónde crees que vas y quién te crees
de vista. Opta por una narración de que eres se deconstruye el lenguaje; se
focalización interna múltiple: cuando pone en entredicho el discurso narra-
una misma realidad o acontecimiento tivo homogéneo y se experimenta con 28
se ve desde la perspectiva de distin- un medio expresivo más plural, moteado
tos personajes. En este sentido, Prado por diferentes registros, estilos y niveles
elabora una fórmula mestiza por medio de lengua. Ya no importa que el lenguaje
de una simultaneidad y concurren- esté al servicio de la trama, sino que se
cia de voces o palabras; el libro, así, utilice y se proyecte para indagar en los
orquesta un concierto de ecos múltiples, propios mecanismos de creación litera-
y como consecuencia de ello el lector ria.
juvenil real tiene la ardua responsabi- 3.4. La metalepsis
lidad de hacerse una idea de la realidad Cuando el sujeto de la enunciación
de unos hechos en función de los datos irrumpe inopinadamente en el mundo
que aportan todos y cada uno de los de los personajes o estos en el de aquel,
personajes-narradores. se produce una violación de los límites
Se trata, al fin y al cabo, de una novela ontológicos del libro y se da autorización,
dialógica, caracterizada por la integra- por lo tanto, para que dialoguen entida-
ción de los discursos de los diferentes des pertenecientes a mundos narrativos
protagonistas –con sendas visiones del distintos (Ródenas, 1998: 102). Asisti-
mundo– y definida por la coexistencia mos, entonces, a uno de los mecanismos
de diversos modos de hablar (Bajtín, literarios más relevantes de los textos
2003). Este plurilingüismo viene orga- metaficcionales: la metalepsis. Con la
nizado en Dónde crees que vas y quién te intromisión del narrador en el mundo
crees que eres por el recurso paródico, diegético (historia) o del personaje en
entre otros, de los estilemas de Walter el extradiegético, se desestabiliza la
Scott, Charles Dickens y Hans Chris- estructura narrativa, sus niveles y los
tian Andersen. límites de la ficción (cfr. Malina, 2002:
3.3. Revisión crítica del 132). Este procedimiento narrativo abre
lenguaje referencial la posibilidad al autor de introducir
En la narrativa de corte tradicio- comentarios acerca del acto mismo de
nal, el lenguaje era el instrumento escribir literatura y explicitar la natu-
mediante el cual el lector miraba el raleza ficticia de la obra. De ahí que sea
objeto designado; por eso, el lenguaje aceptada unánimemente por parte de la
era una lente transparente. Ahora ya crítica la afirmación de que la metalepsis
no interesa la representación mimé- potencia en el texto su carácter autorre-
tica de la «supuesta» realidad; esta flexivo y de que sea, por ello, uno de los
se concibe como una construcción pilares sobre los que se asienta el edificio
lingüística, al igual que cualquier otro metaficcional.
mundo posible. En este contexto, el Es frecuente ver al narrador hacer
lenguaje remite a sí mismo y se vuelve numerosas incursiones en el espacio
opaco, «en tanto en cuanto el lector narrativo reservado a los protagonis-
no mira tanto a su través como al len- tas. Unas veces las hará para comentar
guaje mismo» (Spires, 1984: 9). Por aspectos de la organización textual y
este carácter autorreflexivo, se con- otras para referirse explícitamente al
vierte en el instrumento privilegiado proceso de elaboración de la escritura.
de la narrativa metaficcional y pasa a Por ejemplo, en la obra de Jordi Sierra i
vincularse directamente con aspectos Fabra, Una [estupenda] historia de drago-
nes y princesas [… más o menos], la histo- diferenciar la realidad empírica de la
nº 6. 2010 ria se ve interrumpida continuamente construida por la ficción:
por diálogos metaliterarios entre el (…) Miren, tal y como yo lo veo, hay
narrador extradiegético y su «Sentido dos posibilidades: que TODO lo que
Común»: les voy a contar a partir de ahora esté
29 − Oye, oye, espera, ¿esto va de prin- ocurriendo EN REALIDAD o que me
cesas y dragones? haya quedado dormido. Tal vez estoy
− Pues… sí. donde yo creo que estoy, en este barco
− No fastidies. que acaba de llegar a mi ciudad, o tal
− ¿Qué pasa? Para algo es un vez jamás haya salido de la casa de
cuento, ¿no? mis padres. Pero, díganme, ¿verda-
− Sí, pero a estas alturas, en pleno deramente hay entre todos ustedes
siglo XXI, con el rollo de la princesita alquien a quien ESO le importe? (p.
buena y el dragón malo… ¿También 122).
hay hadas? (p. 8) Pero si hay algo que caracteriza real-
También pueden registrarse el movi- mente la obra Dónde crees que vas y quién
miento contrario: la irrupción de un per- te crees que eres es su empleo de la meta-
sonaje en el nivel narrativo básico o en el lepsis ontológica del lector; es decir, la
hipodiegético, desmontando la ilusión onda expansiva de la metalepsis en el
ficcional. Se produce, por lo tanto, el texto del escritor madrileño alcanza
resquebrajamiento de la frontera que al receptor empírico. El juego especu-
creíamos sólida entre la historia y la lar de la novela propicia que el autor-
narración, entre el tiempo de lo narrado narrador homodiegético de cada relato
y el tiempo de la narración, en definitiva, se convierta en el lector del siguiente.
entre el mundo en el que se narra y el
mundo desde el que se narra. Los textos Narrador Relato marco Lector
paradigmáticos, en este sentido, son
Si una noche de invierno un vajero de Narrador Relato A Lector
Italo Calvino y, en el ámbito concreto
de la Literatura Infantil, El apestoso Narrador Relato B Lector
hombre queso y otros cuentos maravi-
llosamente estúpidos de Jon Scieszka y Este permanente deseo de sacar a la
Lane Smith. superficie textual al autor-narrador
En la obra de Benjamín Prado, la y otorgarle las funciones de lector
intrusión en espacios narrativos vedados termina, como señala Lozano (2007:
a los personajes o al narrador es bastante 169), por:
clara y puede detectarse en numerosas
-- Ficcionalizar al autor y asesinarlo
fases de la novela: el narrador de primer
como ente real.
grado se presenta en casa de Romeo Por-
-- Introducir al lector empírico en
tugal, personaje de una de las historias
el universo ficcional, haciéndolo
intercaladas:
personaje del mismo.
Llamé a su puerta. Y cuando abrió
vi que él era EXACTAMENTE la Por otra parte, en esta proyección
misma persona que yo había visto en narrativa hasta el infinito (un lector que
el libro (p. 123). lee un texto que está leyendo otro lector
De la misma forma, Stevenson, narra- que están leyendo otros lectores…),
dor de segundo grado, conoce a Diana, resulta crucial el papel de los destina-
una de las protagonistas de la obra de tarios internos de los relatos. Son todos
Alberto Turpín. Estos incesantes “alla- receptores inmanentes de una novela
namientos” potencian en la mente del fenoménica, cuya existencia se justifica
lector la idea de que se halla frente a un porque muestra el acto de la lectura como
artefacto, cuyas costuras no permiten tema. Estos están recibiendo una lección
de cómo puede percibirse una obra lite- en el que se sitúan los personajes, situa-
raria que está en continuo proceso de ciones y acontecimientos de la historia. nº 6. 2010
construcción. Por esta razón, todos los En este sentido, la organización textual
(para)narratarios coinciden con los lec- y el artificio narrativo adquieren un
tores explícitos representados: papel fundamental en tanto que ele-
-- En el relato marco, su destinatario mento temático. De ahí que los compo- 30
interno comprende un lectorado nentes paratextuales se conviertan, por
amplio (los lectores empíricos). Los un lado, en una pieza clave en el proceso
identificamos mediante las apelaciones de construcción y de interpretación
directas del narrador y los elementos de la obra y, por otra, en una estrategia
deícticos referidos al pronombre de con la que la narrativa metaficcional se
cortesía de segunda persona del plural: hace consciente de su propia existencia
«he venido a contarles» (p. 7), «¿Saben como artefacto. Desde esta perspectiva,
qué es lo que siempre recuerdo de él? » el relato se extiende más allá de sus
(p. 7), etcétera. propios contornos. El título, la portada
-- En el relato A, el paranarratario es y contraportada, el índice, etcétera,
el narrador del relato marco. nos ofrecen variedad de oportunida-
-- Y a su vez, el paranarratario del des para realizar hipótesis de lectura y
relato B es el narrador del relato A. generar el horizonte de expectativas.
Estos elementos, definidos por Genette
3.5. El espacio y el tiempo
(1989) como paratextos, cobran sentido
La caída del muro de separación
en obras como Me importa un comino el
entre la realidad y la ficción, debida
rey Pepino de Christine Nöstlinger, que
principalmente a los efectos de la meta-
se vale de un prólogo donde pone en
lepsis, quiebra las relaciones lógicas
solfa las técnicas narrativas tradicio-
espacio-temporales que se han venido
nales. En él se justifican la estructura
estableciendo de forma tradicional en la
deslavazada del texto, la elección de
narrativa. Se simultanean, confluyen y se
un narrador-protagonista juvenil, así
funden los tiempos y los espacios propios
como el uso del monólogo interior.
de los tres relatos (marco, A y B), tradi-
Este elemento para- y metatextual será
cionalmente incompatibles o irreconci-
clave para activar el intertexto lector y
liables. El resultado es la construcción
comprender, así, el tono paródico de la
de un cronotopo (de mayor complejidad
obra, su división en capítulos (siguiendo
arquitectónica) al servicio del discurso
el modelo de «estructura del profesor de
metaficcional. En él podrán converger
Lengua») y el título de cada uno de ellos.
personajes de diferentes épocas históri-
En el caso concreto de Una [estu-
cas y lugares, así como de diferente natu-
penda] historia de dragones y princesas
raleza ontológica (entes reales y ficticios).
[más o menos], su autor utiliza una serie
Por ello, no es de extrañar que el lector,
de recursos paratextuales (el título,
Benjamín Prado, Stevenson el narra-
el prólogo, el uso de diferentes tipos
dor, Alberto Turpín, Charles Dickens,
de letras, los encabezamientos de los
Hans Christian Andersen y Walter Scott
capítulos…) con los que advierte al
puedan reunirse y dialogar en el mismo
lector, por un lado, la filiación genérica
mundo posible, ni que el tiempo y el
o architextual de la obra (el cuento tra-
espacio de la historia y los del relato se
dicional) y, como se verá en el siguiente
superpongan.
apartado, su carácter paródico.
3.6. El libro como objeto En Dónde crees que vas… la materia-
Se borra la gruesa línea que de manera lidad textual se manifiesta expresa-
tradicional ha dividido el libro como mente mediante dos procedimientos
objeto y el libro como mundo de ficción literarios:
1. La profundidad narrativa por dian el cuento tradicional, en tanto que
nº 6. 2010 medio de los relatos intercalados se subgénero literario altamente codificado
manifiesta visualmente mediante y caracterizado por numerosos clichés
el juego de diferentes fuentes y/o estereotipos. Téngase en cuenta que
tipográficas, consistente en el la comprensión de un texto metaficcional
31 empleo de diversos colores en está supeditada, en gran parte, a nuestro
función del narrador que cuente la conocimiento de los intertextos que se
historia: negro para el relato marco, parodian y/o al grado de desarrollo de la
azul para el relato A y rojo para el B. competencia genérica (Mendoza, 2008).
2. La alusión constante a determinados En el caso concreto de El apestoso Hombre
elementos paratextuales. Como he Queso…, Scieszka apela al intertexto
indicado más arriba, la portada del lector infantil para que se generen pro-
libro real coincide con la del relato cesos de identificación, reconocimiento,
de segundo grado que alberga. asociación e interrelación de sus cono-
3.7. Intertextualidad irónica cimientos implícitos ante los estímulos
Por su propia definición, la metafic- textuales: además de sus esquemas refe-
ción es una práctica intertextual. La ridos a las características estructurales
tematización del proceso creativo con- del género «cuento», deben ponerse en
lleva necesariamente una referencia funcionamiento todos los conocimientos
explícita a las convenciones literarias intertextuales necesarios para descubrir
(género en el que se enmarca, pro- los hipotextos parodiados (Ruiz, 2008;
cedimientos narrativos que pone en Amo y Ruiz, 2010).
evidencia, etcétera) o alusiones hiper- Otra forma de parodia es la transfor-
textuales. Parafraseando a M. P. Lozano mación del código narrativo tradicional
(2007: 142), el escritor actual es cons- inserto en el hipotexto: en las novelas
ciente de que no es un genio que crea de aventuras o en los cuentos de hadas,
desde la nada un texto literario; sabe el narrador omnisciente en 3ª persona
que solo puede ser un artesano que se y la secuenciación lineal; que son susti-
apropia de un texto ya existente, porque tuidos por narradores homodiegéticos y
ya se han escrito todos los libros. Lo que por complejas estrategias de reduplica-
cabe hacer con ellos es transformarlos ción especular. Cuantas más variantes
mediante la parodia y el pastiche. Si de una historia lea un niño o adolescente
se concibe la parodia como la desvia- más aumentará su intertexto lector. Las
ción de un hipotexto (o architexto) con variantes de un hipotexto se reconocen
intención irónica, esta se convierte en como tales porque comparten muchos
una estrategia metaficcional esencial elementos estructurales comunes, per-
por el que «new forms appear to revi- sonajes y temas. Esta peculiaridad es la
talize the tradition and open up new que permite al joven lector establecer
possibilities to the artist» (Hutcheon, con gran facilidad conexiones inter-
1980: 50). De esta forma, se pone en textuales entre diferentes hipertextos,
cuarentena el concepto de originalidad, aunque su competencia literaria sea
para dar paso a una práctica que mani- mínima (Sipe, 2008: 232).
fiesta explícitamente el modo en que Centrándonos en la obra de Benja-
el hipotexto se transforma y adquiere mín Prado, debe hacerse hincapié en
sentido en un nuevo espacio textual. el papel que juegan las innumerables
La parodia, en este sentido, se con- incursiones inter- y metatextuales.
vierte en una de las estrategias metafic- Al convertir lo (meta)literario en el
cionales esenciales. En el ámbito de la elemento medular de la narración,
Literatura Infantil y Juvenil, la mayoría las citas a autores, obras, normas del
de estas prácticas metaficcionales paro- código narrativo… refuerzan el carác-
ter autorreflexivo y autorreferencial -- Un homenaje a la obra cervantina.
de la nueva literatura. Nos hallamos Antonia Ortiz (2005) ha estudiado, nº 6. 2010
frente a una novela de novelas, ya no por ejemplo, las similitudes entre
solo porque en ella se recogen múlti- don Quijote y Stevenson: su doble
ples referencias a un verdadero canon personalidad, su amor por la
juvenil, sino también por la imitación lectura o la necesidad de un amigo- 32
de estilos de autores (Charles Dickens, escudero.
Hans Christian Andersen y Walter -- La imbricación de recursos, técnicas
Scott) y la explicitación de una teoría de y/o estrategias literarias de corte
la novela. tradicional con aquellas otras
Con respecto al canon literario que la relacionadas con la experimentación
obra establece, hay que señalar que y renovación del lenguaje narrativo:
estaría formado por escritores que han los niveles múltiples de diégesis, la
explorado magistralmente la literatura estructura recursiva, la plurivocidad
de aventuras: Mark Twain, Herman Mel- narrativa, etcétera.
ville, Jack London, Rudyard Kipling, R. -- La superposición de aspectos
L. Stevenson, Fenimore Cooper, Joseph temáticos del viaje y la intriga
Conrad, etcétera. fantástica con los relacionados con
He de comentar, a este respecto, algunos los puramente metaficcionales: la
guiños intertextuales: por un lado, el novelización como tema, la inclusión
narrador de primer grado incluye en del autor y el lector en la naturaleza
la lista la obra La bahía del tiburón azul, ficcional, etcétera.
escrita por el autor, narrador y personaje
del relato A, Alberto Turpín; por otro, 4. A modo de cierre
el nombre del escritor Benjamín Prado La revisión de la teoría de la metafic-
aparece reseñado en el texto: «estaba ción y el análisis de la obra de Benjamín
en un libro que se titulaba Cobijo contra Prado han permitido entender que las
la tormenta y lo había escrito un hombre estrategias literarias que las identifi-
llamado Benjamín Prado» (p. 92). Si a can no son meros juegos florales, sino
esto le sumamos el nombre que eligen una propuesta firme de revisar a fondo
los dos primeros narradores, Steven- los presupuestos clásicos sobre los
son, nos encontramos en un juego que se construye la narrativa juvenil.
metaficcional donde, además de refor- Nos enfrentamos a una práctica que se
zar la verosimilitud de las historias que caracteriza por romper con los códigos
narra, se pretende romper la jerarquía de producción y recepción vigentes en
ontológica establecida en los diferentes el ámbito de la Literatura, así como por
niveles narrativos: el autor real, el autor mostrar cómo se hace una obra y cómo
inventado y el autor clásico consagrado se construye el significado. Se deja
comparten el mismo nivel de diégesis; entrever, por lo tanto, un nuevo hori-
lo real y lo imaginario, por lo tanto, zonte de expectativas y la exigencia de
quedan dispuestos en el mismo plano un lector modelo mucho más complejo.
espacial. Desde esta perspectiva, se ha podido
Asimismo, la obra que nos ocupa comprobar cómo Dónde crees que vas…
muestra el double coding (cfr. Eco, promueve una manera de activar los
2005: 225), o sea, el uso en el mismo componentes de la competencia literaria
texto de modelos culturales altos y del intertexto lector diferente a como
(apropiaciones paródicas de textos lo hace la práctica tradicional. Por su
canónicos) con otros eminentemente propia naturaleza metaficcional, cons-
populares o paraliterarios. Se locali- tituye un texto modelo para formar al
zan en la obra: lector juvenil. A la par que proporciona
lecciones sobre convenciones literarias y de recepción intertextual, en el reco-
nº 6. 2010 que favorece en el lector la toma de con- nocimiento y apreciación de la tupida
ciencia de cuál es su papel en el proceso urdimbre de dependencias y relaciones
de recreación del texto (Hutcheon, 1980: que la obra establece con otras y que
139), lo entrena en el complejo proceso requiere para ser interpretada.
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