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ISABEL LUCIONI

EL CASO MARCELA
De los afectos a su estructura generadora: tópica-dinámica y económica

Recibí a Marcela de 40 años, derivada por su último psicoanalista el que decidió emigrar,
por lo tanto, se despidió de sus pacientes.
Llegó a mi consulta en un estado lamentable de dolor y angustia, me contó
entrecortadamente algo de su historia y comenzaron luego las sesiones, en realidad
empezó un largo proceso en el que sólo podía contenerla, sin que yo recuerde alguna
interpretación de aquélla época y sólo quizás alguno que otro señalamiento, porque lo
único que ocupaba la escena era el tremendo dolor por el analista perdido y los
sentimientos de angustia, abandono, e indefensión por esa pérdida….mas el llanto
continuo que no la dejaba hablar a ella…ni a mí.
Le indiqué interconsulta con el psiquiatra que acompaña algunos de mis casos y le
recetó antidepresivos y ansiolíticos, esta efectivamente con una gran depresión.
A lo largo del mes de medicación poco a poco pudimos comenzar a hablar y a armar
entrecortadamente algo de su historia, junto a la elaboración del duelo por el último
analista perdido, muchacho joven, que la atendió muy bien con el cual sospeché
inmediatamente una transferencia erótica que no tuvieron tiempo de ver porque fue muy
corto el tiempo de sesiones y poco a poco la constitución de una transferencia positiva
sublimada conmigo, imaginé porque afortunadamente yo era mujer.
Hacia los 20 años había abandonado el catolicismo y adhirió, en contra de su familia a
una iglesia protestante. “Tuve un delirio místico” me dijo acerca del cambio y se negó
rotundamente a dar mas detalles.
Rememora de muy mala gana, es una paciente resisistente y cuando inquiero da
elementos telegramáticos, de su infancia se logran fragmentos más oscuros todavía, no
entiende por qué tiene que hablar de su infancia, por lo tanto no quiere y no va a hablar
de su infancia porque juzga que no es necesario y no lo va a hacer. Es terca y un tanto
agresiva.
Me pregunté a mí misma ¿De qué huyó de lo cual el catolicismo no la pudo preservar?.
Marcela es una mujer virgen a esta altura de mi relato ya tiene 44 años y en algún
momento le pregunté si había salido con algún muchacho. Antes de que me contesté
mal, desconté que no. No obstante un día relató:
-Sí, pero todo mal, me gustaba pero él no definía las cosas, yo lo encaré diciéndole que
me gustaba y me dijo que él no sentía lo mismo. Fue…¡no me acuerdo! Bueno…entre
los 19 y los 20 años-
En contra de lo que me dice, que el joven no la aceptó, me pasa flotante la idea: “Huyó
del hombre”- lo que por supuesto no digo, pero la dejo sujeta a revisión en mi
preconciente.
Lo que puedo armar mas o menos bien es su historia de “analistas” dos psicólogos y un
psiquiatra anteriores al psicólogo que me la deriva, exalumno mío, de cuya capacidad no
dudo, yo soy la quinta.
-¡Ah! También una psicóloga entre ellos, la que me echó porque yo no pensaba-
Es cierto que hasta el momento no piensa, del mar de lágrimas hemos pasado al
monótono pero ansiosísimo relato de lo que le pasa día a día. Hipotetizo que tiene el
enlentecimiento de ideas de la depresión más la altísima ansiedad.
A lo largo del tiempo de ese relato emergen memorias de sus “terapias”: con los dos
psicólogos y el 3º el psiquiatra. Con este último hay dos largos tratamientos con un
intermedio por el cual pasa fugazmente la psicóloga que la “echó” “porque no pensaba”.
El psicólogo A era religioso de la iglesia a la cual se había convertido ella después de
abandonar el catolicismo el tal psicólogo confesional, presentaba los pacientes a su
familia y organizaba salidas colectivas con sus pacientes, también se enamoró
ostensiblemente de una de sus “analizadas”, todo lo cual era conocido por el resto de
sus pacientes entre ellos Mariana, puesto que socializaban entre sí, alentados por su
terapeuta. No hay rabia ni crítica contra él sólo un resignado suspiro. Un día le digo:
-Vd. estuvo todo el tiempo enamorada de él, hubiera querido ser la paciente que él eligió
como enamorada.- No me responde nada, solo silencio.-
Pero logramos saber que sí hubiera querido ser la elegida y que fue una frustración.
Con C el psiquiatra o penúltimo terapeuta hizo cambios espectaculares, se mudó, vivió
sola y pasado un tiempo terminan el tratamiento. Aparentemente hizo muchos avances
en su autonomía. Obtiene un alta
Pero después de un lapso vuelve con el psiquatra C: ella teme caer en la depresión que
“me llevó al delirio” (místico). Vuelve a negarse a dar detalles sobre el delirio
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místico.Peor no se me escapa que el aparente alta tiene una analogía con el cambio de
Iglesias.
En el segundo tratamiento el psiquiatra C no no logra los efectos del primer tratamiento y
no logran ambos que que Mariana se salve de una caída , finalmente se deprime
gravemente y termina con el psiquiatra C. Me queda claro que había hecho una
transferencia erótica con C motor de todas las “mejorías” y que al separarse en un alta
que no era tal el amor inconciente y no tratado la llevó al derrumbe depresivo.
A:-Veo que Vd. en realidad no ha tenido psicoterapeutas, ha pagado la compañía de
esos hombres, se enamoró de los dos pero C por lo menos no la traicionó con ninguna
mujer que Vd. supiera, hizo cambios espectaculares por amor a él, y cuando el amor no
se consumaba “porque él no tomaba la determinación” y aparecía indiferente según Vd.
entonces Vd. se deprimió gravemente, sobre todo porque no vieron ni trabajaron nada de
esto-
Mariana comienza a comprender algo de su vida amorosa oculta,comienzo a
comrpender el salto a una Iglesia que ella creyó más represiva que la católica de sus
pulsiones sexuales, a las cuales ella temía inconcientemente por supuesto…. para
encontrarse con un psicólogo religioso que enamoraba a las pacientes….del cual hubiera
querido ser la elegida sin saberlo como se enamoró de C sin ser conciente.
Pasan largos años de tratamiento conmigo y cuando volvemos a tomar el recuerdo de
las dos terapias entonces me dice:
P:-Pero ninguno de los dos se dio cuenta de esto-
Era su forma tardía y alusiva de reconocer que había estado enamorada de esos dos
terapeutas.
A:-Efectivamente así fue- le digo- y pienso además en la larga repetición del
enamoramiento en transferencias- con el 4º el último psicólogo varón cuando el amor por
él comenzaba a desatarse él emigra, no hay tiempo de ver esto y Vd. llega a mí,
cayendo otra vez en una severa depresión.
Para mí no es solamente el trauma de rechazo el que se repite, insiste también el placer
del enamoramiento sin los peligros de la consumación sexual, aunque el primer
“psicólogo” no se hubiera negado de ser ella la elegida y no la otra paciente.
Ese primer psicólogo ¿era poco confiable para la represión sexual de mi paciente? Creo
que sí, no lo deja solo por despecho.
Lo que voy viendo debajo de la ansiedad permanente que corre por sus días es miedo,
terror, horror al hombre como ejecutante de sexualidad. Solo pudimos medicar la
depresión consecutiva al fracaso de un encuentro fantaseado con el objeto, un encuentro
“casi delirante” con un hombre deseado con quien pueda evitarse el encuentro sexual.
Un psicoterapeuta era un amante cómodo como lo fue hasta cierto punto C…..pero
frustrante ante un poderoso deseo sexual desmentido por la propia paciente
Los medicamentos no llegaban allí, al núcleo generador del dolor y de una ansiedad
brutal que no se acaba con ansiolíticos, estos solo permiten sobrevivir, a la ansiedad, al
deseo intenso de algo peligroso, pero por permitir sobrevivirla les estoy agradecida.
Transcurre otro año de análisis conmigo quizás el cuarto o el quinto, a esa altura yo no
sabía que con esta paciente tendría el análisis mas largo de mi carrera.
Ella sigue relatándome sus días cotidianos, fin de semana iglesia, días hábiles el trabajo,
pero siempre es la ansiedad la protagonista del relato: Tuvo mucha ansiedad porque no
tenía trabajo para hacer en la oficina, tuvo mucha ansiedad porque el jefe le dio trabajo
para hacer, tiene ansiedad porque no tiene ropa y muchísima ansiedad porque se va a
comprar ropa o cualquier otra cosa. Frente a la incertidumbre ansiógena que le causa
tener opciones, muchas veces efectivamente compra cualquier cosa y termina
malhumorada y más ansiosa por el mal gasto del dinero. No tiene gama afectiva, sólo un
estrecho binarismo de ansiedad y depresiones que se alternan y que ocluyen cualquier
otro espectro de afectos.
Le digo un día: -¡Pero Marcela el único sentimiento que Vd. tiene es la ansiedad!-
Me queda claro y esto es sobre todo evidente con la ropa : no tolera tener muchas
opciones y, aunque desee la prenda, no puede contactarse con su deseo, por lo menos
el tiempo suficiente como para perfilarlo, definirlo mejor, asumirlo y lograr para el deseo
una acción específica que lo descargue en satisfacción. El horror al deseo, a todo deseo,
me resulta compatible con el horror que vengo suponiendo respecto al hombre, con el
cual sólo puede contactarse en fantasías y con una intensa vida sexual masturbatoria
sobre la cual se resiste a contarme detalles. En la masturbación existe el control de lo
deseado, las prolíficas vidrieras de Buenos Aires no garantizan ese control.
La relación conmigo es de simpatía con cortantes y casi agresivas intervenciones de que
no me meta en lo que no me importa. (pedirle detalles de las fantasías por ejemplo).-
Otro tema que “no me importa” es su infancia.
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Hacia el sexto año más o menos se va liberando en ella la capacidad de pensar y
comienzan a haber gamas afectivas, para mí es una nueva Marcela. Ahora percibo la
intensidad afectiva de una dependencia con amigas de la comunidad religiosa, por
primera vez le gusta un amigo de una de estas correligionarias, un hombre posible,
cercano y no clientes extranjeros del trabajo que van y vienen y con los que lograba
entusiasmarse. La amiga en cuestión intercepta el acercamiento de Marcela y el
muchacho, la tal compañera “lo ha destinado” a otra amiga. Marcela espera pasivamente
durante todo un viaje de vacaciones que la amiga “le regale” o le permita seducir al
joven. Está más problematizada con sus amigas que por el hombre en cuestión.
Interpreto la homosexualidad, se me impone un estilo fuerte para decírselo:
A-¡Eso parece un aquelarre de brujas repartiéndose un hombre” ¿No vale algo lo que el
muchacho quiera?-
La amiga-madre-bruja había decidido que el muchacho era para una tercera amiga y su
decisión se vio fastidiada por el deseo tímido de Marcela. Sobre lo que le pasa con sus
propios padres no hay mucha información brindada por Marcela- De todos modos se
activa en el presente la Imago de una madre todopoderosa, incompatible con las
descripciones que de su propia madre real viene haciendo la paciente, apacible sra.
bastante enferma y víctima de un padre colérico, con quien es difícil hablar e incluso
razonar. La Imago del padre parece transferida a la amiga dueña del hombre.
La depresión inicial, vista por mí y psiquiatricamente diagnosticada y medicada, dio lugar
a un período de ansiedad generalizada, una permanente expectación angustiosa y
angustias flotantes que precedieron a la posibilidad psicoanalítica de una apertura de de
gama afectiva y desarrollo de pensamientos. Mal que bien revisó la conducta de su
amiga y no se sometió a ella aunque la relación con el muchacho no prosperó.
Yo le dije en una oportunidad que ella no quiere tener sentimientos, que tenerlos la
ponen mal porque hacen pensar y que ella bien quisiera no tener que pensar, pero
episodios como el que acabamos de ver le muestran de que ella no puede borrarse del
trabajo de pensar (Tendencia del principio de Nirvana).-
Un día me dice: “Ya sé lo que Vd. me habla de los sentimientos, me dí cuenta de lo que
hago: en cuanto me va a aparecer uno, siento una tensión y, antes de saber qué es,
tomo el Plidan o el Rivotril”
¡Aleluya! Quedaba dilucidada parte de la ansiedad permanente!
Le digo:-Oh! ¡los usa a los sedantes como plancha afectos, como plancha-sentimientos!-
-Sí-
Había emprendido una lucha contra todos los sentimientos por eso solo sentía ansiedad
y depresión.
Pasado un tiempo de esto comienza una actividad cultural extrareligiosa y extralaboral
aunque puede servirle mucho en su trabajo. Allí conoce a otro joven menor que ella y del
cual va quedando enamorada, fascinada.
Usa muchas sesiones pensando acciones específicas para acercarse al joven y lo va
logrando.
Esta vez es una excitación desiderativa, erótica pero que linda nuevamente con lo
insoportable. Yo creo que la emoción busca diferentes descargas, algunas orgiásticas
como casi intentar transformarse en otra mujer con diversos tratamientos todos juntos,
várices, flaccidez del cuerpo, forma y color del cabello, recomposición dental que le de
otro tipo de boca etc. imposibilidad de hacerlos todos juntos le hablo de querer ser otra,
otra mujer. Aunque acepta esto de mala gana porque no es posible la transformación
orgiástica, se compra linda ropa (yo la conocí con un aspecto absoluto de monja) pero la
linda ropa es pasar a cantidades irreflexivas por los gastos otra vez como en una
explosión emocional..
Interpreto una y otra vez que ser linda y bien vestida ayuda pero lo que determina una
atracción es que ella misma no esté asustada de su propio deseo. Lo digo porque la
excitación erótica empieza a mostrarse acompañada siempre de una expectación
angustiosa extrema.
Ahora , sabe, siente que tiene miedo ¿a qué? A que no pase nada, a perder, a frustrarse,
a ser la fea, la no deseada.
Un día el joven de marras pasa por el trabajo de Marcela, hay un leve pretexto, pero es
evidente para los dos que él ha tenido ganas de pasar. Ella se acerca confusa pero ante
la proximidad de él la ansiedad se torna intolerable: hace todo lo posible por despedirlo
rápidamente, no lo aguanta más/ no se aguanta más. Cuando él se retira un poco
sorprendido, Marcela va al toilette de su trabajo y se le desata un ataque de pánico, el
viejo conocido gran ataque de angustia de Freud, por el cual me pide otra sesión extra
además de las que me pidió antes.
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A esta altura no creo que vaya a encontrar un predominio neto de problemática edípica,
aunque el padre según Marcela infunde miedo. Ni creo que el ataque de pánico/angustia
sea una variante traumática de la angustia de castración. Esto a pesar de que Marcela
se ve irremediablemente fea y teme la contrastación con una hna. Que es la linda de la
familia.
Mis hipótesis acerca de la tremenda y siderante angustia que constituye el ataque de
pánico son las de que la magnitud de la angustia hace claudicar al Yo en su capacidad
de ser continente y por lo tanto constituye una desorganización transitoria de esa
instancia la que revivencia una angustia de aniquilación.
Se enoja conmigo porque “no te venís dando cuenta de lo peligroso que es este amor
por el cual estoy descuidando el trabajo y despilfarrando el dinero. Sigue enojándose
conmigo porque no evité el ataque de pánico, porque no fui un yo protésico al de ella.
Soy una madre todopoderosa que le falla, que no la ayuda a contener las tensiones
diferenciadas.
Trabajo sobre la idea de que la excitación sexual le resulta arrasadora, que no tiene
tanto miedo por alguna prohibición, las ha buscado en el ascetismo prohibitivo de su
iglesia porque siente que su persona no puede contener la magnitud de la excitación
sexual.
Su Yo claudica frente a la angustia porque ha claudicado antes frente a la fuerza, para
ella despersonalizante, aniquilante del deseo sexual, tal como lo vive ella.-
-“Vos no te diste cuenta de que lo deseo con desesperación!”-vuelve a recriminarme.
-Sí Marcela, creéme de que me doy cuenta de ese deseo tan desesperante-

Ese había sido uno de los temas de una neurosis de angustia gravísima con
compromisos de la estructura del Yo: El deseo sexual le resultaba peligrosísimo en un
nivel seguramente por prohibido pero profundamente era siderante, atacaba la
estabilidad estructural, la organización del Yo.
La historia continúa porque ya les digo es el análisis más largo de mi carrera, pero por
ahora lo escribo hasta acá.
Marcela ha ido mejorando lentamente ha tardado años en contener dentro de sí el deseo
sexual y finalmente acercarse y tener una relación sexual con un hombre deseado.
Por supuesto los problemas no terminan aquí, aunque como verán el camino transitado
ha sido enorme y muy difícil.-

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