Está en la página 1de 4

“AÑO DEL BICENTENARIO DEL PERÚ: 200 AÑOS DE INDEPENDENCIA"

“UNIVERSIDAD NACIONAL JOSÉ FAUSTINO SÁNCHEZ CARRIÓN”

FACULTAD DE CIENCIAS

ESCUELA ACADÉMICA DE ESTADÍSTICA E INFORMÁTICA

ASIGNATURA: REALIDAD NACIONAL E INTERNACIONAL

TEMA: INVESTIGAR Y COMENTAR COMO ACABAR CON LA


VIOLENCIA EN EL PERÚ.

DOCENTE: CARLOS LECCA Herculano

ALUMNA: ALONZO GOMERO ISABEL HARUMI


CICLO: VI

2021
LA VIOLENCIA DE LAS HORAS: UN ESTUDIO PSICOANALITICO SOBRE LA
VIOLENCIA EN EL PERU NUEVA SOCIEDAD, CARACAS, 1995
En La violencia de las horas (1995), Rodríguez
Rabanal nos introduce en la problemática de la
violencia en el Perú a través del psicoanálisis, que
para los interesados en el tema violencia es un
enfoque nuevo y poco desarrollado. Más allá de
una relación simple de causalidad entre violencia y
pobreza esta perspectiva psicoanalítica pretende
dilucidar la relación entre violencia y pauperización
en el Perú: pobreza extrema, violencia política,
violencia institucional, conflictos étnicos, resquejabramiento social y narcotráfico. Esta relación se
establece buscando los nexos íntrapsíquicos entre estos dos elementos: violencia y pobreza.

Se identifican los nexos intrapsíquicos a través de procesos terapéuticos psicoanalíticos que han
tenido lugar entre los habitantes de un asentamiento constituido mayoritariamente por
desplazados de las zonas de guerras peruanas (350 familias) y un equipo de siete terapeutas
investigadores. Algunos de estos procesos tienen cinco o seis años de duración. La recopilación del
material se efectuó entre 1986 y 1993.

Las historias son presentadas por grupos terapéuticos, el primero (constituido por niños) dividido
en dos grupos: uno integrado por siete niños con edades comprendidas entre los ocho y once años,
el trabajo realizado se presenta bajo el título “Procurando jugar”. El terapeuta dota a los niños de
juguetes diversos y observa cómo y a qué juegan e intenta establecer la posible relación con la carga
de violencia en estos niños. El segundo grupo está integrado por seis niños con edades
comprendidas entre siete y ocho años, a estas sesiones no asiste sino un solo niño, Ricardo, con el
cual la terapeuta trabaja-realizando dibujos, resaltando en estos la forma cómo quisiera él que fuera
su vida, expresa la “ansia infantil de acceder -ante una realidad insoportable- a un mundo exento
de conflictos”.

Luego se presentan los procesos terapéuticos con adultos compuestos por ocho mujeres y tres
hombres. En estos procesos se hace patente la relación entre violencia y pobreza: individuos que
como consecuencia de su socialización, caracterizada por carencias materiales y afectivas,
desarrollan una enraizada hostilidad frente a la vida, se muestran particularmente permeables a la
ideología de los grupos políticos extremistas, caracterizados por la destructividad. En el tercer
proceso presentado se realizan sesiones de dinámica grupal con dirigentes del asentamiento, con
miembros de una organización no gubernamental y una entrevista con un integrante de Sendero
Luminoso. El material presentado evidencia en qué medida los conflictos intrasíquicos no resueltos
de los afectados tiñen subjetivamente la percepción de sus condiciones sociales de vida. En las
reflexiones finales Rodríguez Rabanal expresa la dificultad de los participantes -pacientes- de
percibir la violencia como una dimensión proveniente de su propio “sí mismo”, esto se plasma en la
imagen de que la violencia es un cuerpo externo que debe ser extirpado. Estas historias no sólo
reflejan los destinos individuales, sino que resultan representativos de un grupo social determinado.
Al traspasar la biografía del paciente concreto, es más factible, más allá de sus vivencias, penetrar
en el contexto social global y llegar a las raíces de los procesos de pauperización y disposición a la
agresión. Señala el autor que el alto nivel de intensidad de la violencia encuentra su correspondencia
en la psique del individuo: asesinatos a diario realizados por Sendero Luminoso o por las fuerzas
represivas se relacionan con el desborde del yo del victimario; contenidos inconscientes son
actuados sin ninguna opción de encauzamiento.

A través del proceso psicoanalítico, indica Rodríguez Rabanal, se hace evidente que los cambios
sociales profundos sólo resultan factibles cuando van acompañados de un nivel alto de consciencia
por parte de los afectados. El reconocimiento de que las modificaciones deben obtenerse desde
dentro y no fundamentalmente de fuera. Expresa que estas transformaciones intrapsíquicas
constructivas en correspondencia con la realidad, podrían ser “un camino para deshilvanar la
maraña pobreza, violencia y segregación étnica”.

ESTADO DE LA VIOLENCIA EN EL PERÚ


a violencia es uno de los mayores problemas que
el estado peruano debe de enfrentar día a día.
Según el INEI (2017) a nivel nacional el 64.2% de
las mujeres declaró haber sufrido violencia
psicológica, el 31.7% violencia física y el 6.6%
violencia sexual. Otra cara de la misma moneda
es la violencia contra los niños y adolescentes;
aunque es difícil determinar una cifra real del
problema ya que no hay mucha información al
respecto, no hay una única fuente de datos y
dichos datos se basan principalmente en denuncias. Las cifras de atenciones en los Centros de
Emergencia Mujer demuestran que la problemática es muy grave, pues en 2017 se atendieron 9121
casos de violencia física y 12498 casos de violencia psicológica. Cabe resaltar que a diario se
presentan unos 60 casos de violencia contra niños y adolescentes y de esta cifra el 60% de víctimas
son mujeres.

Teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente el Instituto para el Matrimonio y la Familia ha


elaborado el Observatorio denominado “Estado de la violencia en el Perú”. El presente estudio
utilizó como insumo los datos provenientes de la Encuesta Demógrafa y de Salud Familiar (ENDES,
INEI, 2017). La cual se realizó en el área urbana y rural de los 24 departamentos del Perú y tuvo
como población objetivo a las mujeres de edad fértil (entre 15 y 45 años de edad). Se analizaron
19131 casos y hallamos que los principales factores de riesgo de violencia contra las mujeres adultas
son: que su pareja consuma alcohol en exceso (RP= 8.6), ser convivientes (RP= 1.5), de niña ser
testigo de violencia entre sus padres (RP= 1.5) y ser agredida físicamente por sus padres de niña
(RP= 1.3).

DE PIE FRENTE AL VIRUS DE LA VIOLENCIA


En la primera quincena del aislamiento social la línea 100 del Ministerio de la Mujer y Poblaciones
Vulnerables (MIMP) recibió cerca de 2800 llamadas denunciando violencia en el hogar. Seiscientas
de estas llamadas fueron realizadas por niñas, niños y adolescentes.
No es novedad que la violencia en el Perú cobra y afecta muchas vidas. Solo en 2019 se registraron
168 feminicidios y más de 40 menores de edad quedaron huérfanos como consecuencia de estos

Las cifras reportadas por el MIMP resultan doblemente preocupantes. Primero, porque se trata de
un sub registro, porque la gran mayoría de víctimas no denuncia los maltratos. Segundo, porque el
estrés originado por el confinamiento suele degenerar en violencia contra niños, niñas, adolescentes
y mujeres. Esta curva no descenderá por sí sola.

Las acciones de prevención y respuesta a la violencia que se realizan día a día desde las Defensorías
Municipales del Niño y Adolescente (DEMUNA); los Centros de Emergencia Mujer (CEM) y las
Unidades de Protección Especial (UPE) no solo deberían reactivarse al 100%, sino que deberían
reforzarse.

Los servicios de protección resultan esenciales siempre. Considerarlos así implica garantizar a cada
uno de sus operadores las mismas condiciones de seguridad y las bonificaciones extraordinarias que
se están otorgando a los servidores públicos que están atendiendo la emergencia por COVID 19.

Recordemos que la violencia no está solo en la casa y se


manifiesta de distintas formas. Chicas y chicos pueden
encontrarla en la esquina de un mercado ofreciéndoles
alternativas para salir de la pobreza, o en la casa de un
vecino o vecina que los sabe vulnerables. Por eso es vital
la permanente prevención. Igualmente, tengamos en
cuenta que para niñas, niños y adolescentes no es fácil
tomar la decisión de denunciar a quienes los violentan, por
lo que es vital que encuentren rápida respuesta cuando
deciden hacerlo.

Es importante que en este contexto no dejemos sin


protección a las chicas y chicos migrantes. Su seguridad
alimentaria peligra día a día porque sus familias no están
recibiendo asistencia económica, la pobreza de su entorno
los expone a la trata y la explotación laboral y sexual, y el
estrés familiar a la creciente violencia.

Definitivamente, la agenda de la protección no resiste


postergaciones. Necesitamos que el estado redoble sus
esfuerzos y considere los servicios de protección tan
esenciales como lo servicios de salud o los de seguridad.
Necesitamos en pie a cada uno de sus operadores. Solo
con su participación podremos proteger a las niñas, niños
y adolescentes del virus de varias caras: la violencia.

También podría gustarte