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CATEDRA
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Gilles Deleuze
Colección Teorerna
SEGLJNDA EDICION
cÁ'mnruq.
TEORl.,tr,1A
Índice
9
INrnoouccróN
El método trascendental
11
cabe duda de que los medios originales reaccio-
ta de la naturaleza deio de ser un niño cuando
soy capaz de tener hijos, pero, sin oficio y con
narr a los fines y los transforman; pero, en últi-
ma instancia, los fines son siempre los de la na- todo por aprender, continúo siendo un niño des-
turaleza.
de el punto de vista de la cultura).
Contra el empirismo, Kant afirma que hay fi-
No cabe duda de que el racionalismo, por su
nes de la cultura, fines propios de la razó¡. Más
lado, reconocía que el ser racional perseguía fi-
nes cabalmente racionales. Pero 1o que aquí apre-
aún, sólo de los fines culturales de la razón se
puede decir que sean absolutamente últimos. 'El hende la razón como fin es todavía algo exterior
último fin es un fin tal que la naturaleza no bas-
y superior: un Ser, un Bien, un Valor, considera-
ta pan alcanzar y realizar de acuerdo con la idea,
dos como regLa de la voluntad. Por tanto, la di-
ferencia entre racionalismo y empirismo no es tan
pues es un fin absoluto,2.
grande como se hubiera podido creer. Un fin es
A este respecto, los argumentos de Kant son
de tres clases. Argumento d'e ualor: si la razón una representación que determtna la voluntad.
Mientras se trate de una representación de algo
sólo sirviera pxa realizar los fines de la nafixa-
leza, no se comprende por qué tendría un valor exterior a 1a voluntad, no importa que sea sensi-
superior a la simple animalidad (sin duda, pues- ble o puramente racional, pues en ambos casos
to que existe, ha de tener una utilidad y un uso sólo determina eL querer mediante la satisfacción
ligada al .objeto, que representa. Ya se considere
naturales; pero sólo existe en relación con una
utilidad superior, de la que extrae su valor). Ar- una representación como sensible, ya como ra-
gurnento por el absurdo: si la naturaleza hubiese cional, .el sentimiento de placer con el que cons-
querido... (Si la naruraleza hubiese querido reali- tituyen el principio determinante de la voluntad...
z r sus fines en un ser dotado de razóo, habría es de una sola y la misma especie, no sólo por-
que no se lo puede conocer de otra manera que
sido un error confiat en 1o que este ser tiene de
racional y habría sido preferible remitirse al ins-
empíricamente, sino también porque afecta una
tinto, tanto en lo que hrace a 1os medios como al sola y la misma fuerza vital"3.
Contra el racionalismo, Kant argumenta que los
fin.) Argumento de conflicto: si la tazón sólo fue-
ra un facultad de los medios, no se comprende fines supremos no son solamente fines de la ru-
cómo podrían oponerse en el hombre dos tipos zón, sino que, al postulados, La razón no hace
de fines en calidad de especie an;irrral o de es- otra cosa que postulanse a sí misma. En los fines
pecie moral (por ejemplo, desde el punto de vis-
3 C'rítica de la razón prácticd (CRPr.), Analítica, escolio 1
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72
de la razón, ésta se toma a sí misma como fin. rirse al objeto desde el punto de vista de la con-
Por tanto, hay intereses de la razón, pero, ade- cordancia o de la conformidad: este caso, el más
más, la razón es el único juez de sus propios in- simple, define la facultad de conocer. En segun-
tereses. Los fines o los intereses de la razón no do lugar, la representación puede entrar en tela-
son materia de juicios ni de experiencia, ni de ción de causalidad con su objeto. Es el caso de
ninguna otra instancta externa o superior a la ra- la facultad de desear: .facultad de seq con sus re-
zón. Kant rechaza por adelantado tanto las deci- presentaciones, causa de la reaLidad de los obje-
siones empíricas como los tribunales teológicos. tos de tales representaciones,. (Se objetará que
.Los conceptos, incluso los inteffogantes que nos hay deseos imposibles; pero, en este ejemplo, la
plantea la razón pura, no residen en la expe- representación como tal lleva implicita una rela-
iencia, sino íntegramente en la razón... Es la ción causal, aunque choque con otra causalidad
razón la que, por sí sola, ha engendrado esas que la confradiga. La superstición muestra de
ideas en su seno; por tanto, está obligada a jus- modo suficiente que ni siquiera la conciencia
tificar su valor o su futilidad"a. Una crítica inma- de nuestra impotencia .puede poner fteno a nues-
nente, la razón como ltez de Ia razón: he aquí tros esfuerzos,5.) Por último, la representació¡ está
el principio esencial del método llamado trascen- en relación con el sujeto en la medida en que
dental. Este método se propone determinar: L." la produce en él un efecto, en la medida en que 1o
verdadera nattraleza de los intereses o de los fi- afecta, ya intensificando su fuerza vital, ya obsta-
nes de la ruzón; 2." los medios para realizar esos culizándc>La. Esta terceta relación define, como fa-
intereses. cultad, el sentirniento de placer y de dolor.
Quizá no haya placer sin deseo, deseo sin pla-
cer, placer ni deseo sin conocimiento, etcéteta.
PRTUeR SENTIDo DE IÁ. PAIABRA FACULTAD Pero ésta no es la cuestión. No se trata de saber
cuáles son las mezclas de hecho. Se trata de sa-
Toda representación está en relación con algo ber si cada una de estas facultades, tal como se
distinto de ella, objeto y sujeto. Distinguimos tan- la define en derecho, es capaz de una forma su-
tas facultades del espíritu como tipos de relación. perior. Se dice que una fas;Jtad tiene una forma
En primer lugar, una representación puede refe- superior cuando encuentra en sí misma \a ley
de su propio ejercicio (aun cuando de esta ley se
1 CRP, Metodología,
"La in.rposibilidad de la razón de en-
desprenda una rrlación necesaria con alguna de
contrar la paz en e1 escepticisr-no en desacuerdo consigo
misma,. \¡. tnooducción, § 3.
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-
las otras facultades). En su forma superior, pues, ne una causa,, efectúo una síntesis a priori: afir-
una factltad es autónoma. La crítica de la razón mo B de A como necesaria y universalmente li-
pura comienza con la pregunta: ¿l;lay una facul- gado a é1. (8, por tanto, es una representación a
tad superior de conocer? La crítica de la tazón priori; en cuanto a A, puede serlo o no.) Los ca-
práctica, con la pregunta: ¿hay una facultad su- racteres del a priori son 1o universal y 1o nece-
perior de desear? La cúttca del juicio, a sl.:t vez, sario. Pero el a priori se define como indepen-
con ésta: ¿hay wra forma superior del placer o diente de la experiencia. Es posible que el a
del dolor? (Durante mucho tiempo, Kant no cre- priori se aplique a la experiencia y, en ciertos ca-
yó en esta última posibilidad.) sos, que sólo se aplique a ella; pero no dedua
de ella. Por definición, no hay experiencia que
corresponda a las palabras .todos,, .siempre,, .ne-
Fecurreo suPERroR DE coNocER cesariamente"... El [camino] rnás co?"to no es un
comparativo ni el resultado de una inducción,
Una representación no basta por sí misma para sino una regla a priori por la cual produzco tJÍra
constituir un conocimiento. Para conocer algo no línea como linea rccta. Causa no es tampoco el
sólo hace falta tener una representación, sino producto de una inducción, sino un concepto a
también salir de ella "para reconocer la existencia priori por el cual reconozco en la experiencia
de otra, a ella enlazada". El conocimiento es, algo que ocuffe.
pues, síntesis de representaciones. .Pensamos en- Mientras la síntesis sea empírica, la facultad de
contrar fuera del concepto á un predicado B, ex- conocer aparece en su forma inferior: encuentra
traito a ese concepto, pero con el que creemos su ley en la experiencia y no en sí misma. Pero
estar obligados a vincularlo,; del objeto de una la síntesis a priori define una facultad superior de
representación afirmamos algo que no está con- conocer. En efecto, esta facultad no se rige por
tenido en la representación misma. Ahora bien, los objetos que le darían una ley; por el contra-
esa síntesis se presenta en dos formas: a poste- rio, la síntesis a priori atribuye al objeto una pro-
riori, cuando depende de la experiencia. Si digo piedad que no estaba contenida en la represen-
"esta línea recta es blanca", se tata sin duda de tación. Por tanto, es preciso que el objeto esté
la confluencia de dos determinaciones indiferen- sometido a la síntesis de la representación, que
tes: no toda línea recta es blanca, y la que 1o es, se rija por nuestra facuJtad de conocer, y no a la
no 1o es necesariamente. inversa. En consecuencia, cuando la facultad de
Por el contrario, cuando digo "la línea recta es conocer encuentra en sí misma su ley, legisla so-
el camino más corto, o "todo 1o que cambia tie- bre los objetos de conocimiento.
1,6 77
Por este motivo, la determinación de una for- ro problema de la crítica de la razón pura. Si ho
ma superior de la facultad de conocer es al mis- hubiera algo más que interés especulativo, sería
mo tiempo la determinación de un interés de la harto dudoso que la razón se compromet\era ia-
razón: .Conocimiento racional y conocimiento a más en consideraciones sobre las cosas en sí.
priori son cosas idénticas,, o los juicios sintéticos
a priori son los principios de lo que debiera lla-
marse "ciencias teóricas de la razón,6. Un interés Fecurre» SUPERIoR DE DESEAR
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práctica que le corresponde es a priori, cuando superior del placer y del dolor, pues el sentido
la voluntad ya no está determinada por el placer, de esta cuestión supone las otras dos críticas')
sino por la simple forma de la ley. Entonces, la Bastará con que retengamos el principio de una
facultad de desear ya no encuentra su ley fuera tesis esencial de la ctítica en general que dice
de sí misma, en una rnatelira o en un objeto, sino en lo siguiente: hay intereses de la razón que son
sí misma: se dice que es autónoma8. de diferente naturaleza. Estos intereses consti-
En la ley moral, la ruzón determina por sí mis- tuyen un sistema orgánico y ietarqtizado que no
ma la voluntad (sin la intermediación de un sen- es otro que el de los fines del ser racional'
timiento de placer o de dolor). Por tanto, hay un Ocurre que los racionalistas sólo retienen el inte-
interés de la razón correspondiente a la facultad rés especulativo: consideran que los intereses
superior de desear: interés práctico, que no se prácticos se desprenden simplemente de ellos'
confunde ni con un interés empírico, ni con el Pero esta inflación del interés especulativo tiene
interés especulativo. Kant no deja de recordar que dos consecuencias lamentables: la confusión acer-
la razón práctica es profundamente .interesada,. ca de los verdaderos fines de la especulación y,
Por eso presentimos que la cr'ttica de la razón sobre todo, la reducción de la razón a uno solo
práctica se desarrollará paralelamene a la crítica de sus intereses. Con el pretexto de desarrollar el
de la razón pura: se trata ante todo de saber cuál interés especulativo, se mutila la tazón en sus in-
es la naturaleza de ese interés y sobre qué ver- tereses más profundos. De acuerdo con el primer
sa. Es decir: puesto que la factitad de desear en- sentido de la palabra .facultad', La idea de una
cuentra en sí misma su ley, ¿en qué recae esta pluralidad (y de una jerarquía) sistemática de in-
legislación? ¿Cuáles son los seres o los objetos tereses domina el método kantiano. Esta idea es
que se encuentran sometidos a la síntesis prácti- un verdadero principio: el principio de un siste-
ca? No obstante, no se excluye que, a pesar del ma de fines.
paralelismo de las preguntas, la respuesta sea
aquí más compleja que en el caso precedente. Se
nos permitirá pues postergar el examen de esta SrcuNoo sENTIDo DE LA PAI-A'BRA FACULTAD
respuesta. (Más aún: se nos permitirá provisio-
nalmente no examinar la cuestión de una forma En un primer sentido, "facultad' remite a las di-
8 Para 1a Crít¡ca versas relaciones de una representación en gene-
de la razón prácticd remtto a Ia intro-
ducción de NI. Alquié en 1a edición de Presses Llniversitaires ra\. Pero en un segundo sentido, "facultad" desig-
de France y al libro de M. Vialatoux en 1a colección "SLIp- na lfia fuente específica de representaciones' Se
lnitiatjon philosophique-. distinguirá, pues, tantas facultades como especies
20 2t
de representación. Desde el punto de vista deI
conocimiento, el cuadro más simple es el si_ a sr)vez presentaciones: esta vez, presentaciones
guiente: 7." \a intuición (representación singular a. priori. Lo que se presenta no es pues sólo la
que se refiere inmediatamente a un objeto dé ex- diversidad fenoménica empírica en el espacio y
periencia y que tiene su fuente en la sensibi_ en el tiempo, sino la diversidad pura a priori del
lidad); 2." el concepto (representación que se espacio y del tiempo mismos' La intuición pura
refiere a un objeto de experiencia de manera me- (ei espacio y el tiempo) es precisamente lo úni-
diata, por intermedio de otras representaciones, y co que la sensibilidad presenta a priori.
que tiene su fuente en el entendimiento); 3." la En términos precisos no se dirá que la intui-
Idea (concepro que va más allá de la posibilidad ciór a priori es una representación, ni que la
de la experiencia y que tiene su fuente en la sensibilidad es una fuente de representaciones' Lo
razón)e. que importa efi la representación es el ptefiio: re-
Sin embargo, la noción de representación, tal presentación implica una recuperación activa de
como la hemos empleado hasta ahora, sigue sien_ io q.r. está presente y, por tanto, una actividad
do vaga. De una maneta más precisa, hemos de y u;fla unidad que se distinguen de la pasivi-
distinguir entre la representación y lo que se pre_ dad y de la diversidad propias de la sensibilidad
senta. Lo que se presenta a nosotros es ante todo como tal. Desde este punto de vista, ya no tene-
el objeto tal como aparece. Entonces, la palabra mos necesidad de definir el conocimiento como
"objeto, sobra. Lo que se nos presenta o io qr. síntesis de representaciones. Lo que se define
aparece en la intuición es ante todo el fenóme_ como conocimiento, esto es, como síntesis de lo
no en tanto diversidad sensible empírica (a pos_ que se presenta., es la representación misma'
teriori). Se ve que, en Kant, el fenómeno no es Tenemos que distinguir, por un lado, la sensi-
apariencia, sino apariciónlo. El fenómeno aparece bilidad intuitiva como factitad de recepción, y
en el espacio y en el tiempo: el espacio y el por otro lado, las facultades activas como fuentes
tiempo son para nosotros las formas dé toda apa_ áe verdaderas representaciones. Considerada en
rición posible, las formas puras de nuestra intui_ su actividad, la síntesis remite a la imaginación;
ción o de nuestra sensibilidad. En tanto tales, son en su unidad, al entendimiento; y en su totalidad,
a la razón Tenemos, por tanto, tres facultades
"^CRP. Di.llecrica. Las ideas en gencrtl,. activas que intervienen en la síntesis, pero que
'u CRP. Estéticr, s g (,,No digo q"ue los cuerpos sólo pa_ ,o., tr-bién fuentes de representaciones específi-
rezcan existir fuera de mí... I,fe equivocaría si no viera más cas cuando se consideta ufla de ellas en relación
que mera apctríencíd en lo que debiera considerar como utl
fenómeno,).
con otra: la imaginación, el entendimiento, la ra-
zón. Nuestra constitución es tal que poseemos
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una facultad receptiva y tres facultades activas. rea legisladora. En otros términos, nada nos g¿i-
(Podemos suponer otros seres constituidos cie rantize que la razón se encargue por sí misma c1e
otra
manera; por ejemplo, un ser divino cuvo enten_ reahzar su propio interés.
dimiento fuera intuitivo y produjera io clistinto. Tomemos por ejemplo la crítica de la razón
Pero entonces, todas sus facultades se reunirían pura. Esta crítica comienza por descubrir Ia fa-
en Llna unidad eminente. La idea de semejante cultad superior de conocer, esto es, el interés es-
Ser corno límite puede inspirar nuestra razón. peculativo de la razón. Ese interés recae en 1os
Pero no expresa nuestra razón ni su situación en fenómenos. En efecto, puesto que no son cosas
relación con nuestras otras facultades.) en sí, los fenómenos pueden estar soiltetidos a la
facultad de conocer; y deben estarlo para que sea
posible el conocimiento. Pero, por otra pafie, pre-
Rpreclóx ENTRE Los Dos sENTIDos DE LA pALABRA guntamos cuál es la facultad, como fuente de
FACT]LTAD representaciones, que asegura esta sumisión y
reaLiza este interés. Cuál es la facult¿rd (en el se-
Pensemos en una facultad en el primer senti_ gundo sentido) que legisla en la factltad de co-
do: en su forma superior es autónóma ), legis_ nocer? La respuesta famosa de Kant es que 1o
lativa; legísla sobre los objetos que ie son solrre_ úrnico que legisla en la facultad de conocer o en
tidos; a ella corresponde un interés de la razón. el interés especulativo de la razón es el entendi-
De esta suerte, la primera pregunia de la crítlca miento. Por tanto, no es la raz(¡n la que se ocu-
en general era ésta: ¿cuáles son esas formas su_ pa cle su propio interés: .La razón pura abzrndo-
periores, cuáles esos intereses y sobre qué re_ na todo a1 entendimiento...,li.
caen? Pero ahora se presenta un segundo inte_ Debemos prever que la respuesta no sea exac-
rrogante: ¿cómo se realiza un interés de la razón? tamente la misma en todas las críticas: así, pues,
Es decir: ¿qué es 1o que asegura la sumisión de en la facultad superior de desear, es decir. en el
los objetos? ¿Cónto se someten? ¿eué es 1o que le_ interés práctico de la razón es esta mism¿l la que
gisla verdaderamente en la factiltad considerada: legisla, sin dejar a nadie más la tarea de realizar
la imaginación, el entendimiento o la razón? Se su propio interés.
advierte que si una facultad se define en el pri_ La segunda cuestión de la crítica en general im-
mer sentido de Ia palabra, de tal manera qr. l. plica otro aspecto. Una facultad legisladora, en
corresponda un interés de la nzón. hemos de tanto fuente de representaciones, no eliminzr por
buscar aún una facultad, en el segundo senticlo,
captz de realizar ese interés o de asegu rar la ta_ '\RP, Dialéctica, .Las ideas trascenclentales,.
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completo el empleo de otras facultades. Cuando
el entendimiento legisla en interés del conocer, el
papel que en ello desempeñan la imaginación y
la razón no es menos original, aunque conforme
a las tareas que el entendimiento determina.
Cuando la razón legisla en interés práctico, es a
su vez el entendimiento el que desempeña un
papel original, aunque en la perspectiva determi-
nada por la razón... etcétera. Según cada crítica, C¡PÍruro PRIMERo
cordancia .final, con la natttraleza. Cuando un fi- 1a aprehensión, mediante 1a cual ponemos lo di-
lósofo, en apariencia muy extraño a1 kantismo, verso como si ocupara ttn cierto espacio y un
anuncia la sustitución de parere por iubere. debe cierto tiempo, por el cuai 'producimos' partes en
a Kant más de Io que é1 mismo cree. e1 espacio y en el tiempo; y Ia reproducción, me-
Parecería que el probiema de 1a sumisión del diante la cual reproclucimos las partes anteriores
objeto podría resolverse fácilmente desde el pun- a medida que accedemos a las siguientes. Así de-
to de vista de un idealismo subjetivo. Pero no finicla, 1a síntesis no sólo se efectúa en ia diver-
hay solución más alejada del kantismo que ésta. sidacl tal como aparece en el espacio y en el
El realismo empírico es una constante de 1a filo- tiempo, sino también en la diversidad del espa-
sofía crítica. Los fenómenos no son apariencias, cio y el tiempo mismos. En efecto, sin esta últi-
pero tampoco son productos de nuestra actividad. ma cliversidad sería imposible 'representar' el es-
Nos af-ectan en la medida en que somos sujetos pacio y e1 tiempo.
pasivos y receptivos. Pueden sometérsenos, pre- Kant define siempre esta síntesis, ya en su ca-
cisamente, porque no son cosas en sí. Pero lidad de aprehensión, ya de reproducción, como
¿cómo, si no los producimos nosotros? ¿Cómo un acto de imaginación'. Pero la cuestión es ésta:
sujeto pasivo puede tener por otra parte una fa- ¿es clel todo exacto decir, como hemos hecho
cultad activa, de manera que las afecciones que precedentemente, que basta la síntesis para cons-
experimenta queden necesariamente sometidas a tituir e1 conocimiento? En verdad, e1 conocimien-
esa facultad? En Kant, el problema de la relación to implica dos cosas que desbordan la síntesis
del sujeto y el objeto tiende pues a interiorizar- misma. Por un lado. implica la conciencia, o más
se: se convierle en e1 problema de una relación precisamente la pertenencia de las representacio-
entre facultades subjetivas que difieren en natu- nes a una misma conciencia en la que deben es-
raleza (sensibilidad receptiva y entendimiento ac- tar conexas; pero la síntesis de la imaginación,
rivo). considerada en sí misma, no es en absoluto con-
ciencia de sí3. Por otro l¿rdo, el conocimiento im-
piica una relación necesaria con un objeto. Lr'r
L¡ sÍNrssrs y EL ENTENDIMIENTo LEGISLADoR
2 CRP. Analítíca, pdssim (cfr. 1.^ ed,, 'La relación clel en-
Representación quiere decir síntesis de lo que tenclimiento con loi obietos en general': 'Hay una facultad
activa que reairiz,a \a síntesis de los elementos diversos: la
se presenta. La síntesis consiste en representar una
clenominamos imaginación, y a ia acción que ejerce inme-
diversidad, es decir, en ponerla encerrada en dietamente en las percepciones la llamo aprehensión')'
una representación. La síntesis tiene dos aspectos: " CRP, Anrlítite. § 10.
32 )1
que constituye el conocimiento no es simple- ticular,4. Todo empleo clel entendimiento, en efec-
mente el acto por el cual se hace 1a síntesis de 1o to, se desarroila a partir del yo pienso; más aún,
diverso, sino el acto por e1 cual se relaciona 1a unidacl de1 yo pienso "es el entenclimiento mis-
Io diverso representado con un objeto (reconoci- mo,i. El entenclimiento dispone de concept"os a
miento; esto es una mesa, esto es Llfla manzzfla' priori a los que se llama categorías; si se pre-
esto es tal o cual objeto...). gunta cómo se definen las categorías, se advierte
Estas dos determinaciones del conocimiento es- qu" tot a la vez represeTttacic'¡nes de la unidad
tán profundamente relacionadas entre sí. Las re- áe la conciencia ,v, cotno tales , predicados del ob-
presentaciones son mías en la medida en que es- jeto cualquiera. Por ejemplo, no toclo objeto es
tán unidas en la unidad de una conciencia, de tal rojo, y el que 1o es, no 1o es necesariamente;
manera que las acompañe el "yo pienso'' Pero las pero no hay un objeto que no sea necesaria-
representaciones no se unen de esta suerte en mente sustancia, causa y efecto c1e cltra cosa y
una conciencia si 1o diverso que las mismas sin- qlie no esté en relación recíproca con otra cosa'
tetizan no se relaciona a su \rez con un objeto La categoría. por tanto, cla a la síntesis de 1a ima-
cualquiera. No cabe duda de que sólo conocemos ginación una unidacl sin la cual, en términos ri-
objetos cualificados (cualificados colllo ral o cual gurosos. no nos proprocionaría ningún conoci-
por una diversidad). Pero nunca 1o diverso se re- miento. En resumen podemos decir que 1o que
lacionaría con un obieto si no dispusiéramos de vuelr.e al entendimiento no es 1a síntesis misma,
la objetividad como una forma en general ('obje- sino la uniciacl cle la síntesis y las expresiones de
to cualquiera,, .objeto = x'). ¿De c1ónde proviene esa unidad.
esa forma? El obieto cualquiera es el correlato del La tesis kantiana es la siguiente: los fenómenos
yo pienso o de la unidad de la conciencia, es 1a están necesariamente sometidos a las cateS¡orías,
expresión del Cogito, su objetivación formal' Por a tal punto que a través de las categorías somos
eso, la verdadera fórmula (sintética) del Cogito es 1os verdacleros legisladores de la natutaleza. Pero
ésta: me pienso y, al pensarme, pienso el objeto la cuestitin es ante todo ésta: ¿por qué es preci-
cualquiera con el que pongo en reiación una di- samente ei entendimento (y no la imaginación)
versidad representada. quien legisla? ¿Por qué es é1 quien legisla en la
La forma del objeto no remite a la imaginación, facultad de conocer? Para hallar respuesta a esta
sino al entendimiento: .Sostengo que el concepto pregunta lal vez baste con comentar sus términos'
de un objeto en general, que no sabría encontrar
en la conciencia más clara de la intuición, perte-
'-' Carta a Y\erz. 26 de maYo de 1789.
nece al entendimiento como a una facr-rltad par- c?P, Analítica, § 16.
34 35
Es evidente que no podríamos preguntar: ¿por síntesis cle esos obietos en la imaginación'-. Los
qué los fenómenos se someten al espacio y al. fenómenos no se someten a la síntesis de la ima-
tiempo? Los fenómenos son 1o que aparece' y ginación, sino que a trar'és de esta síntesis se so-
,pu."a". es ser inmediatamente en el espacio meten al entendimiento legislador' A diferencia'
y en el tiempo. 'Como únicamente por medio de del espacio 1' el tiempo, Ias categorías, en tantc)
esas formas puras de ia sensibilidad puede una conceptos del entendimiento, son obleto de una
cosa aparecéisenos, es decir, convertirse en obje- cleducción trascend,ental, que pone y resuelve el
to cle lntuición empírica. ei espacio y el tiempo problema particular de ia sumisión de los fenó-
son intuiciones puras que contienefl a priori la menos.
conclición ae poilUitictad de los objetos como fe- He aquí, a grandes rasflos, cómo se resuelve
nómenos,6. Por esta razón, el espacio Y el tiem- este problema: 1) todos los fenómenos están en
po constituyen el objeto de una "exposición', no e1 espacio y en el tiempo; 2) la síntesrs a priori
á" .rr-t, deducción; y su exposición trascendental' cle la imaginación se efectúa a pric)ri en ei es-
en comparación con ia exposición metafísica, no pacio y en el tiempo; 3) los fen(lmenos. por tan-
supone dificultad particular' Por tanto, no se pue- to, están necesariamente sometidos a la unidaci
de declr que los fenómenos se "sometan' al es- de lo trascendentai de esta síntesis y a las cate-
pacio y al tiempo: no sólo porque la sensibilidad gorías que la representan ót prior¡. Precisamente
L, purirru, sino sobre todo porque es inmedtata y en este sentido ei entendimiento es legislador: ncr
porque la idea de sumisión implica, por el con- cabe duda de que no nos dice cuáies son las le-
trarió, la inten'ención de un mediado4 es decir yes a las que obedecen tales o cuales fenómenos
de una síntesis que relacione 1os fenómenos con desde el punto de vista de su materia, pero cons-
una facultacl capaz de ser legisladora' tituye las ieyes a ias que se someten todos los fe-
Entonces, la imaginación no es una facr-rltad le- nómenos desde el punto de vista de su forrna,
gisladora. La imaginación encarna precisamente la cle tal manera que "forman, una naturaleza sen-
áediación, opera la síntesis que relaciona los f'e- sible en general.
nómenos co.t e1 entendimiento como la útnica fa-
cultad qr-re legislá en interés clel conocer' Por eso P..\pnt. on Lq ttvt,{cIN¡ctÓ\
clice Kant: "La razón pura abandona todo a1 en-
tenclimiento, e1 cual se aplica de modo inmedia- Cabe preguntarse ahora qué hace el entendi-
to a los objetos de la intuición o más bien a la miento legislador con sus conceptos o si'ts uni-
40 11.
.problenráticc'¡,. Indeterminacla en su ol>ieto, cle-
terial). "No habría tampoco concepto de
género'
terminable por analogía con los objetos c1e la ex-
en-
o concepto en general, ni, en consecuencia'
que
periencia y portadora del Ideal de una determi'
tendimiento,'a. Por tanto, no sólo es preciso
nación infinita en lo referente a los conceptos
desde
los fenÓmenos se sometan a las categorías del entendimineto: éstos son los tres aspectos de
que'
el punto de vista de la forma, sino además 1a Idea. La razón no se contenta pues con razo-
¿es¿e el punto de vista de la materia'
se corres-
nar en relación con los conceptos dei entencli-
\a o las simboli-
;;;r" g., .t,, 1r, Icleas de tazón
una armonía'
miento, sino que "simboliza, en relación con la
i"n. este nivel se reintroduce materia de 1os fenómenos15.
una finalicl ac!. Pero se ve que, aquí, 1a armonía
entre la materia de los fenómenos y las
Ideas de
yi ,n An es simplemente postulada' En efecto' no Pnogterrt DE I-A RELACTóx ¡x'tnn LAS FACULTADES:
se puecle clecir que la tizón iegisle acerca
de la
ttna uni- EL SENTIDo coltús
maieria cle los fenómenos Debe suponer
plantear
áad sistemática cle la naturaleza' debe Así, pues, las tres facultades activas (imagina-
esta unidad como probiema o como 1ímite
y re-
ción, entendimiento, razón) establecen Llna cierta
gir todas sus acciones por la idea de este límite relación entre ellas, lo que es función de1 interés
Éasta el infinito. La razón, por tanto,
es la facul-
especulativo. El entendimiento es e1 qr:e legisla y
iná q"" clice: toclo sucede como ' No afirma
si
iuzga; pero por debajo clel entendimiento, la ima-
..r uÉrot.,ro que la totalidad <le la unidad desólo las
ginación sintetiza y ésquematiza y la razón razo-
concliciones ie clen en el objeto, sino tan na y simbohza, a fin de que el conocimiento ten-
que 1os obietos nos permiten tender. a esta uni- ga el máximo de unidad sistemática. Ahora bien,
áad sistemática como al grado más alto de
nues-
en su materia' todo acuerdo de las facultades entre sí define 1o
tro conocimiento. De esta manera' que se puede llamar sentido común.
los fenómenos se corresponden con las Ideas' Y
pero' "Sentido común, es una expresión peligrosa,
las ideas con ia materia de los fenómenos; demasiado marcada por el empirismo. No hace
en lugar c1e sumisión necesaria y determinada' f'alta ciefinirlo como un .sentido particular, (una
una
nos hállamos aquí ante una correspondencia'
concordancia incletermtnada' La ldea no es una
ficción, dice Kant; tiene un valor objetivo'
posee li La teoría clel simbolismo no aparecerá hasta Ia Crítica
un objeto; pero este objeto es 'indeterminado'' clel.iuicir:. Pero .la analogía,, tal como se la describe en
"Apéndice a la Dialéctica, de la Crítica cJe la razón pLtra, es
el primer esbozo de dicha teoría.
tt ,*. Dialéctica, Apénclice, 'Uso regulador de
1as ideas''
43
l)
1L
Por el contrario' designa un rencia d.enaturaleza entre nuestras facultades.
facultacl particular).
Esta diferencia de fiaturaleza no aparece sólo en-
acuer<lo priori de 1as facultades, o más
'ót preci-
tre la facultad de conocer, la facultad de desear
samente ei 'resultado' de tal acuerdol6' Desde
y el sentimiento de placer y de dolor, sino tam-
este punto cle vista, el sentido común no apare-
bién entre las facultades como fuentes de repre-
." .orro un dato psicológico, si no como laElcon- co- sentaciones. La sensibilidad y el entendimiento di-
dición subjetiva dá tocta "comunicabilidad''
sin el cual fieren en su naturaleza: una es facultad de la
nocimientó implica un senticlo común,
intuición, mientras que el otro es facultad de los
no sería comunicable y no podúa aspirar a la conceptos. También aquí se opone Kant a la vez
universalidad. En esta acepción, Kant nunca
re-
al dogmantismo y al empirismo que, cada uno a
nunciará al principio subjetivo de un sentido
co-
buena naturale- su manera, afkman una simple diferencia de gra'
-¡rr, ", decir, a ia idea de
de una
una naturaleza sar,a y do (ya sea de claridad, a partit del entendimien-
ze cle las facultacles,
y to, ya sea de vivacidad, a partir de la sensibili-
recta que 1es permita concordar unas con otras
dad). Pero entonces, para explicar cómo la
prod.,ái. proporciones armoniosas'I'a filosofía sensibilidad pasiva concuerda con el entendi-
más e1evacla, en lo referente a los fines esencia-
ilevar más miento activo, Kant invoca la síntesis y el esque-
1es c1e la nat'¡taleza humana, no puede
acordado en el matismo de la imaginación que se aplica a prio'
lejos que la ciirección que se ha
ri a las formas de la sensibilidad en conformidad
sántldá común.' Desde el punto de vista especu-
con los conceptos. Pero eso sólo desplaza el pto-
lativo, incluso la razón goza de una buena natura-
facui- blema. En efecto, también la imaginación y el en-
leza que le permite concordar con las otras
por 1a natttaleza tendimiento difieren en naturaleza, y la concor-
tades'- 1as Ideas 'nos son cladas
este tribu- dancia entre estas dos facultades activas no es
c1e nuestra razón y es imposible que
menos "misteriosa,. (Lo mismo ocuffe con la con-
nal supremo de todos los derechos y de todas
las
por cordancia entre entendimiento y razón.)
pr"t"rtiion"s de nuestra especulación encierre AI parecer, Kant choca con una temible difi-
sí solo las ilusiones y 1os prestigios originales'i7'
cultad. Hemos visto que negaba la idea de una
Busquemos ante todo las implicaci'ones de esta
armonía preestablecida entre el sujeto y el obje-
teoría áel sentido común, aun cuando dé lugar
a
más to, que é1 sustituía por el principio de una sumi-
un problema compieio. Una de las cuestiones
sión necesaria del obieto al suieto. Pero, ¿no rein-
orijlnales <lel kantismo es la idea de uoa dife- troduce 1a idea de atmonia, aunque traspuesta en
el nivel de las facultades del sujeto, diferentes en-
'u cl s 40. tre sí por naturaleza? Esta trasposición, sin duda,
'- ¿RP. Dialéctica, Apénrlice, "El fin final de la dialéctica''
45
44
es orlginai. Pero no basta con invocar una
con- Aquí la concordancia de las facultades está de-
corclaicia armoniosa de las f-acultades' ni rrn sen- terminada por el entendimiento, o, 1o que viene
ticio común como resultado de esa concordancial a ser 1o mismo, se realiza ba.fo conceptos deter-
la crítica en general exige un principio qr-re iusti- minados del entendimiento. Debemos prever que,
fiq"" fu .or-t..rdrr-t.ia, así como r-rna génesis del descle ei punto cie vista de otro interés de la ra-
,er-rticlo común. (Este problema de una
armonía zón, las facuitades entren en otra relación, bajo
de 1as facultacles es tan importante que Kant tiende la cleterminación de otra facultad, a fin de formar
a reinterpretar la historia de 1a filosofía según su otro sentido común: por eiernplo. presididas por
perspectiva: 'Estoy persuadido de que con
su ar- la razón, un sentido común moral. Por eso Kant
ilá"í, preestabie.id', qtt" extendía a todo' <1ice que 1a concordancia entre las facultades es
Leibniz no pensaba en la armonía de dos seres capaz cle múltiples proporciones (segúrn la facul-
áistirrtos, entre el ser sensible y el ser inteligible' tacl que cletermine la relación)'". Pero cada vez
sino en la armonía de clos facultades de uno que acioptamos el punto de vista de una relación
solo
y el mismo ser, en el cual sensibilidad y enten- o de una concordancia ya determinada, ya espe-
climiento concuerdan para un conocimiento
de cífica, es f'atal que el sentido común r,os parezca
experiencla''8. Pero está reinterpretación
es ambi- una suerte de hecho a priori más allá del cual no
g,-ru' prr"." inclicar que Kant invoca un principio podemos remontarnos.
,rpr"-o finalista v teológico ,- cle la mismajuzgar
ma- Esto equivale a decir que las dos primeras crí-
nera qüe sus preclecesores 'Si queremos ticas no pueclen resolver e1 poblema originario de
el origen de esas facultades, pese a que se trate 1a relación entre las facultades, sino únicamente
de una investigación qLle excede por completo indicarlo, y remitirnos a ese problema como a
los límites de la tazón humana, no podemos in- una tarea última. En efecto, toda concordancia de-
dicar otro fundamento que nuestro divino
crea- terminada supone que las facultades, más pro-
dor,1e.) fundamente, sean capaces de una concordancia li-
Sin embargo, consideremos más de cerca el bre e indetermin ada21 . Só1o en el nivel de esta
sentido .o-ú. baio su forma especulativa Gen- concordancia libre e indeterminada (sensus co-
sus communis logicus)' Expresa ia armonía
de las munis aestbeticus) se podrá plantear el problema
facultades en el interés especulativo de
la razÓn' de un funclamento del acuerdo o de una génesis
es decir, bajo la presidencia del entendimiento' del sentido común. He aquí por qué no tenemos
49
48
1as ilu- te en que e1 entendimiento pretencle conocer un'c7
flrerece el título que lleva: Kant clenuncia cosa en general (por tanto, independientemente
la razóo' los falsos pro-
siones especulativas de cle las condiciones de la sensibilidad). A partir de
blemas a los que nos arrastra en io relativo al
el ahí. esa cosa no puede dejar c1e ser la c()sa que
alma, el mundo y l)ios' Kant sustituye con-
es en sí v resulta imposible no pensarla como sLl-
cepto tradicional de error (el error como pro- prasensible ("noúmeno'). Pero, en verdad, es im-
ducto, en el espíritu, de un determinismo exter- posible qlle ese noúmeno sea un objeto positivo
no), por el dé falscts prctblemas e ilusiones para nllestro entendin-iiento. Nuestro entencli-
internas. Se clice que estas ilusiones son inevita- miento tiene como correlato la forma c1e algúln
bles e incluso que cierivan de la naturaleza
mis-
hacer objeto o clel objeto en general; pero éste sólo
rnu ¿" la razóni3. Lo único que puede
1a
es obieto de conocimiento precisamente en tanto
.ii i.n es conjurar los efectos de la ilusión sobre cualificado por una diversidad que se le atribuye
el conocimiento. pero no impedir su formación bajo las condiciones de la sensibilidad' Un cono-
en la facultad de conocer' cimiento clel objeto en general que no se limita-
Esta vez topamos con un problema que con-
ra a las concliciones de nuestra sensibilidad sería
cierne plenamente a la ctíltca de \a tazón pura' srmplemente un "conocimiento sin objeto'' 'El uso
conciliar la idea de las ilusiones internas
¿Cómo
'á,e puramente trascendental de 1as categorías no es
b razón o c1el uso ilegítimo c1e las facultades en realidad un uso, y carece de objeto determi-
con esta otra idea, no menos esencial al kantis- naclo e incluso de obieto determinable en cuan-
facultades (incluida la
-á, t.g.1" la cual nuestras to a la forma,2'*.
razóní están dotadas de una buena naturaleza y El uso trascendente, por su parte, consiste en
concuerdan entre sí en el interés especulativo?
que la razón pretende conocer por sí misma una
Por una parte, se nos dice que el interés espe- iosa rleterminada. (La tazón determina un obje-
culativo áe 1a tazón recae natural y exclusiva- to como correspondiente a la Ic1ea.) Para tener
mente en los fenómenos; por otra pafie'
que la
una formulación aparentemente inversa del uso
razón no puede evitar soñar con un conocimien-
trascendental de1 entendimiento, el uso trascen-
to de las cosas en sí y c1e 'interesarse' por ellas clente de la razón llega a1 mismo resultaclo: no
desde el punto de vista especulativo'
podemos cleterminar el objeto de un¿r Idea si
Examinlmos más detenidamente los dos princi-
no damos por supuesto que existe ett s¿ de acuerdo
pales usos ilegítimos. El uso trascendental consis-
tt CRP, Analítica, .El principio de la distinción de todos
,", Dialéctica, 'Los razonamientos dialécticos de la ra-
" pura, los objetos en general en f'enómenos y noúmenos''
zón APéndice.
Y
5t
50
con las categorías2t. Además' esta suposiclón es (incluso cuando no tienen orden para engañar-
la que arrastra al entendimiento a su uso tras- nos). Entonces sólo nos queda una salida: que la
.e.ráental ilegítimo y ie inspira la ilusión c1e un razón experimente, por otra parte, un interés le-
conocimiento de1 objeto. gítimo y naturai por las cosas en sí, pero un in-
Por buena que sea su naturaleza, es penoso ierés no especulativo. Como los intereses de la
para la razón el tener que desprenderse dei cui- razón no son indiferentes unos a otros, sino que
clacio de su propio interés especulativo y remitir constituyen un sistema ierarqtizado, es inevitable
al entendimiento la potencia legislativa Pero en que la sombra del más elevado se proyecte so-
este caso es de observar que las ilusiones de la bre el otro. Entonces, incluso la ilusión adquiere
razón triunfan sobre todo en la medida en que un sentido positivo y bien fundado, dado que ya
ésta permanece en eI estado de naturaleza' Pero no nos engaña, sino que expresa a su manera la
es menester no confundir el estado de naturale- subordinación del interés especulativo en un sis-
za de la razÓn con sll estado civil, ni tampoco tema de fines. Nunca la razón especulativa se in-
con su ley natural, que se tealiza en el estado ci- teresaría por las cosas en sí si éstas no fueran an-
vil perfect o'6. La crittca es precisamente la ins- tes y vercladeramente el objeto c1e otro interés de
tauración de ese estado civil: como el contrato de la razóo21 . Por tanto, hemos de preguntarnos:
(Y precisamen-
los juristas, implica una renuncia de la tazón des- ¿cuál es ese interés más elevado?
c1e ál punto dá vista especulativo' Pero cuando
la te porque el interés especulativo no es el más
razón renuncia de esta manera. el interés espe- elevaclo, la razón puede confiar al entendimiento
culativo no deja de ser su propio interés y por la legislación de la f-acultad de conocer')
lanlo realtza plenamente la ley de su propia na-
útraleza.
Sin embargo, esta respuesta no es suficiente'
No basta relacionar las ilusiones o las pen ersio-
nes con e1 estado de naturale za y la sana consti-
tución con el estado civil o incluso con la ley na-
tural. Pues 1as ilusiones subsisten baio 1a 1ey
natural, en el estado civil y crítico de la razón
E
' CRPr, Analítica, "La declucción de 1os principios de la ó7 lntroclucción, §§ 2 y 9.
e Fundantentr,¡s de la Metafísica de lcts Cctstumbres Gl'lM),1I
razón pura práctica,.
60 61
tud de su carácter paradójico, la naturaleza sLt-
ttraleza suprasensible. En efecto, encierra un mis-
prasensible nunca se realiza por completo, pues-
mo principio cleterminante para todos los seres
racionales, de donde deriva su unión sistemáti-
to qlre nada garantiza a un ser racional que slls
semejantes combinarán con la suya slls existen-
ca'n. Se comprende entonces la posibilidad dei
cias para formar esa "naturaleza, sólo posible por
mal. Kant sostendrá siempre que e1 mal guarcla
una cierta relación con 1a sensibiliclad. Pero no es
la iey moral. Por eso no basta con decir que la
relación c1e ambas naturalezas es de tipo anaió-
menor su fundación en nuestro carácter inteli-
gico; hay que agregar que es imposible pensar 1<>
gible. tJna mentira o un clelito son efectos sensi-
suprasensible como una naturaleza si no es .por
b1es, pero no por eso deian de tener una cat-lsa
analogía, con la natvraleza sensiblell.
inteligible fuera del tiempo. Por ese nrotivo no
Esto se advierte con clariclad en 1a experiencia
clebemos identificar razón práctica v libertad:
lógica de la razón práctica, en que se averigua si
siempre hav en la libertad una zona de libre ar-
1a máxima de una voluntad puede adoptar la for-
bitrio por la cual poclemos optar contra ia iey
ma práclica de una ley universal. Lo primero que
moral. Cuando optamos contra la ley no deiamos
por eso de tener una existencia inteligible, sincl uno se preÉlunta es si la máxima puede erigirse
en ley teórica universal de una natoraleza sensi-
qr" .,,rt limitamos a perder la condición en la ble. Por ejemplo, si todo el mundo mintiera, las
que dicha existencia forma parte de una natura-
promesas quedarían en ese rnismo motrrento des-
leza y, junto con las otras, compone un todo sis-
truidas, pues sería contradictorio creer en ellas:
temático. Deiamos de ser sujetos, pero ante todo
por tanto, la mentira no puede tener el valor de
porque dejamos de ser legisladores (en efecto, to-
una 1ey de la naturaleza (sensible). Se conciuye
mamos de Ia sensibilidad la ley que nos deter-
que. si la máxima de nuestra voluntad fuera una
mina).
ley teórica de la naturaleza sensible, .todos esta-
rían obligados a decir la verdad,i2. f)e aqtií que
1a máxima de una voiuntad mentirosa no pueda
P¡.pnr onr ENTENDIT,IIE\To
sen ir sin contradicción como ley práctica pure ¿
seres racionales a fin de constituir ttna naturale-
Por tanto, 1o sensible y 1o suprasensible dan
za suprasensible. Por analogía con la forma de las
lugar cada uno a una naturaleza en dos senticlos
muy diferentes. Entre las dos naturalezas, hay
só1o una "analogía, (existencia bajo leves). En vir- 11 fuíd.
') CRPr, Analítica, .La deducción de 1os principios c1e la
razón pura práctica,.
'o fuíd. /)
o.)
6z
si
leyes teóricas c1e naturaleza sensible, bttscamos y simboliza (determina el objeto de su Idea .por
se precle pensar una máxima colno ley práctica analogía, con los objetos de la experiencia). Se-
de Lna naiuraleza suprasensible (es decir' si baio gún el interés prácrico de \a razón, la razén se
clicha ley es posible una naturaleza suprasensible legisla a sí misma: e1 entendimiento juzga o in-
o inteligible). En este senticlo, 'la nattiruleza del cluso razona (aun cuando se trate de un razona-
mundo sensrble' aparece como "tipo de una na- miento muy sirnple que consiste en Llna simple
turaleza inteligible'13. comparación), y simboliza (extrae de Ia ley natu-
Es eviclente qLre aquí el papel esencial io de- ral sensible un tipo para la nafuraleza slrprasen-
sempeña el enténdimiento' En efecto, de 1a natu- sible). Ahora bien, en esta nueva figura debemos
raleia sensible no retenemos nada qlle no tenga mantener siempre el mismo principio: a Ia facul-
relación con la intuición o la imaginación' Só1o tad que no es legisiadora le correspon.Je un pa-
retenemos "la forma de 1a conformidad a 1a ley" pel irreemplazable, que sólo e11a es capaz de de-
tal como se encuentra en el entendimiento legis- sempeñar, pero al que está determinada por 7a
laclor. Pero nos servimos precisamente de esta facultad legisladora.
forma y del entendimiento mismo' segirn un inte- ¿Cómo es que e1 entendimiento puede desem-
rés y en un dominio en que éste 1a no es legis- peñar por sí solo un papel en concordancia con
lador. pues io que constituye el principio domi- una razón prácttca legisladora? Consideremos el
nante de nuestra voluntad no es la comparación concepto de causalidad: está implicado en Ia de-
cle 1a máxima con 1a forma de una leY teórica
de finición de 1a facultad de desear (relación de 1a
1a naturaleza sensible". La comparación no es representación con un objeto que tiende a pro-
más que un medio por el cual averiguamos si ducir)15. Por tanto, está implicado en el uso prác-
una máxima "se aclapta" a la nzón práctica' si una tico de la ruzón en lo referente a esta facuitad.
acción es Lln caso que se incluve en 1a regla' es Pero cuando, en relación con la facultad de co-
clecir, si se subsume en el principio de una ra- nocer, la razón persigue su interés especulativo,
zón que ahora no es más que legisladora' .abandona todo al entendimiento,: la causalidad
De ahí que encontremos una nueva forma de ar- se atribuye como categoría ai entendimiento, no
monía, una nueva proporción en la armonía de en la forma de una causa productora originaria
las facultacles. Según e1 interés especulativo de la (puesto qlle no somos nosotros qrrienes prclduci-
razón, el entendimiento legisla y la razón razofie
puro práctico' " CRPr, Analítica. .Ei derecho de la razón pura a una ex-
'3 CRPr, Analítica, 'La típica del juicic-r tensión en el uso práctico..." (..en e1 concepto de una vo-
1' cRPr, ibíc¡. luntad va está contenido el de la causalidad,).
64 o)
mos los fenómenos), sino en la forma de una Er sElrrno col,rtix MolLA.L y Los I-TSos tr¡cÍTiltos
causaltdad natutal o de una conexión que
asocia
Cuando' por Kant recuerda a menudo que Ia ley rnoral no
los fenómenos sensibles al infinito'
el contrario,la tazón persigue su interés ptáctico' tiene necesidad de razonamientos sutiles, sino
..,ornu del entendimiento 1o que sólo le había que descansa en el uso más ordinario o más co-
pr"rtrao en la perspectiva de otro interés' Al de- mún de la razón. Tampoco el ejercicio del en-
i"rminar la facttltad de desear en su forma supe- tendimiento supone ninguna instrucción previa,
rior, .une e1 concepto de causalidad- al de liber- "ni ciencia ni filosofía,,. Por tanto, debemos hablar
tad,, es decir que áa a la categoría de causalidad de un sentido común moral. Sin cluda el peligro
un objeto suprasensible (el ser libre como causa reside siempre en comprender el .sentido común,
produátora oiiginaria)16. Uno se preguntatá cÓmo a la manera empirista, en convertirlo en un sen-
p,rede la razóÁ retomar 1o que había entregado tido particuiar, en un sentimiento o una intuición.
al entendimiento y alienado, por así decirlo' en En 1o tocante a la ley moral, sería imposible ma-
la naturaleza sensible. Pero precisamente si es yor confusión que ésta18. Pero nosotros clefinimos
verdad que las categorías no nos permiten cono- un sentido comúrn como una concordancia a prio-
ot oi obietos que los de la experiencia posi- ri de las facultades, concordancia cleterminada por
"",
ble, si es verdad qr. ,o constituyen un conoci- una de ellas en tanto facultad legisladora. El sen-
mlánto del obietó con independencia de las tido común moral es la concordancia del enten-
condiciones de la sensibilidad, no es menos cier- dimiento con la razón bajo la legislación cle ésta.
to que conservan un sentido puramente lógico en Retomamos aquí la idea de una buena naturale-
r"laclón con obietos no sensibles, y pueden apli- za de 1as facultades y de una armonía determi-
catse a ellos con la condición de que esos
obje- nada conforme a tal interés de la razót.
tos estén determinados desde fuera y desde un Pero también aquí, y no menos que en la
p""t" de vista distinto del conocimientolT' Así' la Crítica de la razón pura, denuncia Kant los ejer-
iazón determina prácticamente un objeto supra- cicios o los usos ilegítimos. La necesidad de la
sensible de la causalidad y determina la ca:usali- reflexión filosófica se debe a que las facultades,
dad misma como causalidad libte, apta para for- pese a su buena naluraleza, engendran ilusiones
mar una natutaleza Por analogia' en ias cuales no pueden dejar de caer. En lugar
de .simbolizar, (.es decir, de senirse de 1a forma
tn CRPr, Prefacio.
de la ley natural como de un "tipo, para la ley
11 CRPr. Analítica, "El derecho de la razón pura a una ex-
18
tensión en el uso Práctico,. ' CRPr, Analítica. escolio 2 de1 teorema 4.
66 67
r morai), el entendimiento busca un "esquema' que
relacione la 1ey con Llna intuición1e' Además' en
lugar cle manclar, sin conceder nada en principto
zón, conforme a uno de sus intereses. La cítica de
la razón puta denuncia el uso trascendente de una
razón especulativa que aspira a legislar por sí
a las inclinaciones sensibles o a los intereses em- misma; mientras que la crítica de la razón prácti-
píricos, la razót acomoda el deber a nuestros de- ca denuncia el uso trascendente de una razón
,"or, "D" ello resulta vna clialéctica natural'2o En práctica que, en lugar de legislar por sí misma,
consecuencia, es preciso pregllntarse, una vez se deja condicionar empíricamentezz. No obstan-
más, cómo se concilian los dos temas kantianos: te, el lector tiene derecho a preguntarse si este
el de una armonía natural (sentido común) y ei célebre paralelismo que establece Kant entre las
c1e los ejercicios discordantes
(sin sentido)' dos críticas es suficiente respuesta al interrogante
Kant ínsiste en la diferencia entre la crítica de planteado. Kant no habla de una sola .dialéctica,
la razórt pura especulativa y la crítica de la ra- de la razón práctica, sino que emplea el término
zón práciica: Ia ú1tima no es una crítica de la en dos sentidos muy diferentes. En efecto, mues-
razón.pllra, práctica. En efecto, en el interés es- tra que la razón práctica no puede dejar de plan-
peculativo, lá razón no puede legislar (cuidarse tear un nexo necesario entre la felicidad y la uir-
á. ,r.,, propio interés): por tanto, la fuente de ilu- tud, pero que de inmediato cae en una
siones internas es precisamente la razón en tanto antinomia. La antinomia consiste en que la felici-
aspira a cumpiir un papel legislador: 'Por tanto' dad no puede ser causa de la virrud (puesto que
.rr-ru ,.", demostraclo que existe. no necesita crí- la ley moral es el único principio que determina la
tica,21. Lo que requiere crítica, 1o que es fuen- voluntad buena), y tampoco parece que la virtud
te cle ilusiones, no es la tazón pura práctica, sino pueda ser causa de la felicidad (puesto que las
más bien la impureza que a ella se mezcla, en la leyes del mundo sensible no se rigen en absolu-
medida en que refleja intereses empíricos f)e esta to por las intenciones de una voluntad buena).
suerte, a la ctiftca de la razón pllra especulativa No hay duda de que la idea de felicidad implica
corresponcle una crítica de la razón práctica im- la satisfacción completa de nuestros deseos e in-
p,.,.n. Si., embargo, entre ambas hay algo en co- clinaciones. Se vacilará sin embargo en ver en
mún: el método llamado trascendental es siempre esta antinomia (y sobre todo en su segundo
la determinación de un uso inmanente cle 1a ra- miembro) el efecto de una simple proyección de
intereses empíricos: la razón pura práctica recla-
ma un nexo entre virtud y felicidad. La anfinomia
t') Cwr, Analítica, "La típica de1 juicio puro práctico"
20 FMu, I (fin).
22
lbíd.
" CRPr,.Introdr-rcción
6B 69
fusión inevitable de esta satisfacción con la feli-
clela razón práctica expresa una 'dialéctica' más cidad. Entonces o bien creemos que la feliciciad
profunda que la precedente; implica una ilusión
es causa y móvil de 1a virtud, o bien que la vir-
interna de la razórt Ptra.
tud es causa de la felicidad.
La explicación de esta ilusión interna puede re-
Si, de acuerdo con el primer sentido de la pa-
construiise de la siguiente manera23, 1." La tazón
labra .dia1éctica,, es verdad que los intereses o los
pura práctica excluye todo placer o toda satisfac-
deseos empíricos se proyectan en la razón y la
.iOr, .o*o principio determinante de la facultad
tornan impura, esta proyección tiene un principio
cle clesear. Pero cuando la 1ey la determina, la fa-
interior más profundo en la razón práctica pLtra,
cultad de desear experimenta por eso mismo unl
de acuerdo con el segundo sentido del término
satisfacción, una suerte de goce negativo que ex- .dialéctica,. La confusión de la satisfacción nega-
presa nuestra independencia respecto de 1as in-
tiva e intelectual con la felicidad es una ilusión
clinaciones sensibles, una satisfacción puramente
interna que nunca puede disiparse por entero;
intelectual que expresa de manera inmediata sólo 1a reflexión filosófica puede conjurar sus
la concordancia formal de nuestro entendimiento consecuencias. En este sentido, sólo aparente-
con nuestra razón. 2.u Confundimos este goce ne-
mente la ilusión es contraria a la idea de una
gativo con un sentimiento sensible positivo, o in-
buena naturaleza de las facultades: la antinomia
cluso con un móvi1 de la voiuntad. Confundimos
misma prepara una totalización, que sin duda es
esta satisfacción intelectuai activa con algo senti-
incapaz de iievar a cabo, pero que nos fuerza a
do, experimentado. (Ésta es también la manera en
buscar, desde el punto de vista de la reflexión,
que. al empirista, la concordancia de las faculta-
como su solución propia o la clave de su iabe-
des activas le parece un sentido especial ) Hay en
rinto. "La antinomia de la razón pura que se pone
ello una ilusión interna que la razón pura prácti- cle manifiesto en su dialéctica es en realidad el
ca no puecle evitar: "Siempre hay ocasión de co-
error más bienhechor en qlle haya caído iamás la
meter el error conocido como uitium subreptionis
razón humana,2l.
y tener en cierto moclo en la conciencia una ilu-
sión óptica cle 1o que se hace. a diferencia de 1o
que se siente, ilusión que ni siquiera el hombre
más experimentado puede evitar por completo''
3." Por tanto, 1a antinomia estriba en la satisfac-
ción inmanente de la tazó¡ práctica, en 1a con- t' CRPr, Dialéctica, .Una clialéctica de 1a razón pura prác-
t3 CRPr. Dialéctica, "Solución crítica de la antinonia tica en general,.
71,
70
Pnogrslrt DE LA REALIz¡ctÓN Pero no por eso se resuelve ni se suprime el
problema de la relación entre la razón práctica y
La sensibilidad y la imaginación no tienen has- la sensibilidad. El respeto sirve más bien como
ta ahora ningún papel en el sentido común mo- regla preliminar a una tarea que es menester
ral. No hay en ello nada de asombroso, puesto ctrmplir positivamenfe. Hay sólo un emor peligro-
que la ley moral, tanto en su principio como en so en lo que concierne al conjunto de la razón
su aplicación, es independiente de todo esquema práctica: el de creer que Ia moral kantiana es in-
y c1e toda condición cie 1a sensiblidad, puesto que diferente a su propia realización. En verdad, el
los seres y la causalidad libres no son el objeto abismo entre el mundo sensible v el mundo su-
de ninguna inturción Y puesto que la oatutaleza prasensible existe justamente para ser llenado:
suprasensible y la natutaleza sensible están sepa- si bien lo suprasensible escapa al conocimiento, si
radas por un abismo. Hay una acción de la ley bien no hay uso especulativo de la razón que nos
moral sobre la sensibiiidad. Pero aquí 1a sensibi- permita pasar de 1o sensible a 1o suprasensible,
lidad se considera como sentimiento y no como éste, en cambio, .tiene que ejercer una influencia
intuición; y el efecto de la ley es también un sen- sobre aqué1, y e1 concepro de libefiad tiene que
timiento más negativo que positivo, más cercano realizar en e1 mundo sensible el fin impuesto por
al clolor que a1 placer' Así es el sentimiento de sus 1eyes,26. Pero el muncio suprasensible es ar-
respeto a ia ley, determinable a priori como el quetipo, y ei mundo sensible, -ectipo, porque con-
único .móvil, moral, pero más con ia degradación trene el efecto posible de la idea del primero,27.
c1e la sensibilidad que con la concesión a ésta de Una causa libre es pllramente inteligible: pero no
un papel en la relación de las facultades (Se ad- debemos perder de vista que el fenómeno y 1a
vierte que el móvil moral no puede ser suminis- cosa en sí son el mismo se4 sometido a la nece-
trado por 1a satisfacción intelectual a la que nos sidad naturai en calidad de fenómeno y fuente de
hemos referido; no se trata en absoluto de un causalidad libre en calidad de cosa en sí. Más
sentimiento, sino únicamente de un "análogo' aitn: la misma acción, el mismo efecto sensible
de sentimiento. Únicamente el respeto de la ley remite por una parte a un encadenamiento de
proporciona semejante móvi1; presenta la morali- causas sensibles por el cual es necesario, pero,
clacl misma colno móvi125.) por otra parte, con sus causas, remite a una Cau-
7B 79
vo alpauno cuando entra en el dominio que le que 1a práctica. Esto se ve bien en lo que Kant
abre su interés práctico. La libenacl como Idea es- llama .creencia,. Una creencia es una proposición
peculatir.,a es problemática, indeterminada en sí especulativa, per() qLle no se hace asertórica sino
misma; cuando recibe de la 1ey moral una deter- a través de 1a determinación que recibe de la ley
minación práctica inmediata. la razón especulati- moral. De tal suerte, 1a creencia no remite a Llna
va no gana nada en extensión. -Con e11o sólo se facultad particular, sino que expresa la síntesis dei
beneficia en 1o que concierne a la garantía de su interés especulativo y del interés práctico, al mis-
problemático concepto de libertad, a1 que se da mo tiempo que 1a sutrordinación del primero al
aquí una realidad objetiva que, aunque mera- segundo. De ahí la superioridad de la prueba mo-
mente práctica. no es menos indudab1e,r8. En ral de la existencia de Dios respecto de todas las
efecto, no conocemos más que antes la naturale- pruebas especulativas. Pues, en tanto obieto de
za de un ser librel no ciisponemos de ninguna in- conocimiento, Dios sólo es determinable indirec-
tuición que pueda concernirle. Só1o sabemos, por ta y analósicamente (como aqr-rello de lc¡ cual
1a ley moral, que tal ser existe y posee una cau- extraen los fenómenos un máximo de unidad sis-
salidaci libre. El interés práctico es tal que la re- temática); pero en tanto objeto de creencia, ad-
lación de la representación con un obieto no fonrra quiere una determinación y una realidad exclusi-
un conocimiento, sino que clesigna algo por reali- vamente prácticas (atitor moral del mundo)4o.
zar. Tampoco el alma 1 Dios, como Ideas especu- Un interés en general implica un concepto de
latlvas, reciben de su determinación práctica una ex- fin, Pero si bien es cierto que, en su uso es-
tensión descle el punto de vista de1 conocimiento3o. peculativo, la razón no renuncia a encontrar
Pero los dos intereses no están simplemente fines en 1a naturaleza sensible que obserua, es-
coordinados. Es evidente que el interés especula- tos fines materiales nllnca representan un fin fi-
tivo está subordinado al interés práctico. El mun- nal en mayor medida que esta observación mis-
do sensible no presentaría interés especulativo si, ma de la naturaleza. "EI hecho de ser conocido
desde e1 punto de vista de un interés más alto, no puede conferir al mundo nrngún valor; es pre-
no diera testimonio de 1a posibilidad de realizar ciso atribuirle un fin final que dé algún valor a
1o suprasensible. Por eso las Ideas de la tazón es' esta obselación del mundo,a1. Finalidad, por tan-
peculativa no tienen otra determinación directa to, significa dos cosas: se aplica a seres a los que
hay que considerar fines en sí y que, por otra
3E CRPr, Analítica. .La deducción de los principios de la
razón pura práctica,.
1e CRPr, Dialéctica, .Sobre 1os postulados de razón pura
'o cI ss 87 y 88.
práctica en general,. " c7, s 86,
BO 81
parte, deben dar a la naturaleza sensible un últi-
mo fin por realizar. Por tanto, el fin final es ne-
cesariamente el concepto de la razón práctica o
de la facultad de desear baio la forma superior:
sólo la ley moral determina el ser racional como
fin en sí, pues constituye un fin final en el uso
de la libertad, pero al mismo tiempo lo determi-
na como último fin de la naturaleza sensible, CePÍruro III
pues nos manda realizar lo suprasensible unien- Relación de las facultades
do la felicidad universal a la morulidad. .Si la crea- en la cfítica del juicio
ción tiene un último fin, no podemos concebirlo
de otra mafleta que en armonía con el fin moral,
el único que hace posible el concepto de fin... nsl snNrlltgNto?
La razón práctica no indica solamente el fin final, ¿Hev uxe FORNLA sL;PERIoR
82 83
dida en que es un sentimiento negativo; en su xión de un objeto singular en.la rmaginación' La
aspecto positivo, más que derivar de la ley, se forma es lo que \a imaginactón tefleia de un ob-
confunde con ella como móvil. Por regla general, jeto en oposición al elemento material de las sen-
es imposible que la factiltad de sentir advenga a saciones que ese objeto provoca en tanto que
su forma superior cuando encuentra su propia ley existe y actúa sobre nosotros. Kant llega a pre-
en la forma inferior o superior de la facultad de guntar: ¿se puede decir que un color o un soni-
desear. áo to., bellos por sí mismos? Tal vez 1o fueran
¿Qué sería, pues, un placer superior? No debe- si, en lugar de aprehender materialmente su efec-
ña estar ligado a ninguna atracción sensible (in- to cualitativo sobre nuestros sentidos, fuéramos
terés empírico para la existencia del objeto de capaces de refleiar mediante la imaginación las vi-
una sensación), ni a ninguna inclinación intelec- bráciones de las que se componen. Pero el color
tual (interés práctico puro para la existencia de y el sonido son demasiado materiales, están de-
un objeto de la voluntad). La facultad de sentir masiado hundidos en nuestros sentidos como
sólo puede ser superior si es desinteresada en su para refleiarse así en la imaginación: son coad-
principio. Lo que importa no es la existencia del yuvantes más bien que elementos propiamente di-
objeto representado, sino el simple efecto de una lhos de la beLleza. Lo esencial es el dibujo y la
representación sobre mí. Esto equivale a decir composición, que son precisamente manifestacio-
que un placer superior es la expresión sensible nes de la reflexión formals.
d" .rr, ¡iicio puro, de una operación de itzgatz, En el juicio estético, la representación refleja de
Esta operación se presenta ante todo en el juicio la forma es causa del placer superior de 1o be-
estético del tipo "esto es bello,. 11o. Por tanto, hemos de comprobar que el esta-
Pero, ¿cuál es la representación que, en el jui- do superio r de la facultad de sentir presenta dos
cio estético, puede tener como efecto este placer caractáres paradójicos e íntimamente ligados en-
superior? Puesto que la existencia material del ob- tre sí. Por una parte, y contratiamente a 1o que
jeto es indiferente, se trata de la representación ocurría en el caso de las otras facultades, la for-
de una forma pura. Pero esta vez es una forma de ma superior no define aquí ningún interés de la
objeto. Y esta forma no puede ser simplemente razón, el placer estético es tan independiente del
la de la intuición, que nos relaciona con ob- interés especulativo como del interés práctico y
jetos exteriores que existen materialmente. En se define como enteramente desinteresado' Por
verdad, "forma, significa ahora 1o siguiente: refle- otrz- parte, en su forma superior, la facultad de
'o c7 § 3o'
"11 (l § 29, .observ-ación general,. 1'-De clonde el lugar del análisis de 1o Sublime en la
cJ, 2g.
§ Crítica clel iuicio.
q) 93
llo no la forma bella en tanto tal,
tecae) pues, en
a la existencia de un objeto. Lo bello no es ob-
jeto de un interés de la tazón. Pero puede unir' sino en la materia que la natutaleza ha emplea-
se:sintéticarnente a un interés racional. Suponga- do para producir obietos capaces de reflejarse for-
fnos que así sea: e[ placer de lo bello no deja de
rnulrn..tt.. No hay que asombrarse de que Kant,
ser desinteresado, pero el interés al que se une tras haber dicho que los colores y los sonidos no
puede servir como principio pata üna génesis son bellos por sí mismos, agregue que son ob-
de la ,,comunicabilidad, o de la universalidad de ese
jeto de un "interés de lo bello'2o. Además, si se
placer; lo bello no deia de ser desinteresado, pero busca cuál es la materia primera que interviene
el interés al que se une sintéticamente puede ser- en la formación natural de 1o bello, vemos que
vir como regla para una génesis del sentido de se trata de una materia fluida (el estado más a¡-
lo bello como sentido común. tiguo de la mateia), una paÍte de la cual se se-
Si bien ésta es la tesis kantiana, hemos de ave- para o se evapora y el reito se solidifica brusca-
iiguar cuál es el interés que se une a 1o bello. *.rrt. kfr. lá formación de los cristales)2l. Es
Ante todo se pensará en un interés social empí- decir, que el interés de lo bello no es parte in-
rico, que tan a menudo se enlaza a los objetos tegrante de lo bello ni del sentido de lo bello,
bellos y que es capaz de engendrar ufia suerte sino que concierne a ufra producción de lo be-
de gusto o de comunicabilidad del placer. Pero llo en la naturaleza, y desde ese punto de vista
no hay duda de que lo bello se asocia a tal in- puede servir en nosotros como principio pata una
terés sólo a posteriorils. Únicamente un interés de génesis del sentido de 1o bello.
la razón puede responder a las exigencias prece- Todo el problema se resume en la siguiente
dentes. Pero, ¿en qué puede consistir aquí un in- pregunta: ¿qué clase de interés es éste? Hasta
terés racional? No puede tecaer sobre lo bello en ahora hemos definido los intereses de la tazón
sí mismo. Recae exclusivamente en la apffiud de por un tipo de objetos que estaían necesariamen-
la naturaleza para producir formas bellas, es de- ie sometidos a una facultad superior. Pero no hay
cir, formas capaces de reflejarse en la imagina' objetos sometidos a la facultad de sentir. La for-
ción. (Y la naturaleza presenta esta aptitud allí ma superior de la facultad de sentir no designa
donde müy taramente llega el ojo humano como otra cosa que la armonía subjetiva y espontánea
para reflejarlas efectivamente: por ejemplo, en el de nuestras facultades aclivas, sin que ninguna de
fondo de los océanos1e.) El interés unido a lo be- ellas legisle sobre los objetos. Cuando considera-
ai"a,o, cuanclo ia cclncorclancia de 1as facultacies cultad cle ciesear, y hacen posillle el paso de la
detern-tinacla por Llna cie ellas
(el entendi- facultad de conocer a esta facultad de desear'
"sta la razón en el
miento en el interés especulativo'
i.ri.ret práctico), .upc,Á"-ot que 1as facultades
libre (de o EL GENIo
son capace s, atúe toio, cle tlna armonía EL sn¿gousN,to EN EL ARl'g,
sin 1o cuai
acuerdt con el interés por 1o llello)'
sería posible' Es verclad que todo lo qtre precede (el interés
;i;;";, de sus cleterminaciones de las por 1o be11o, la génesis del sentido cie lo bello y
Pero, por otra parte, la libre conco¡dancia
fa.uliodet clebe hacer aparecer )'ü la razón
como ia relación de lo bello y e1 bien) sólo concierne
en a la belleza de la naturaleza. En efecto, todo des-
llamacla a desen-rpeñar el papel cleterminante
Éste es el cansa en el pensamiento de que la naturaleza ha
el interés práctico o en el dominio moral'
de to- produciclo la belleza28. Por esta razÓn Io bello en
sentido en el que el ciestino sr:prasensible
áu, n,-,".rrus fair"rlt¿icles es 1a predestinación cle
un el arte no parece tener relación con el bien, y el
ser morai; o en qlle la iclea cle lo supransensible sentido de 1o bello en el arte no parece que pue-
.o-" unláacl inciéterminacla de las facultades pre- da engendrarse a partir de un principio que nos
suprasensible .tal como la ra- clestine a la moralidad. De ahí Ia palabra que usa
irr^ f" idea cie 1opráiticamente (como principio Kant: "respetable,. Es decir, el que sale de un mu-
,On io cletermina
áe lo, fines cle la libertacl); o en que el interés seo para volverse a las bellezas de la naturaleza..'
ser mora126'
de 1o bello implica ttt'a til'po'ición ál
'¿1 cJ, s i9.
28 rt §. ¿r)
'6 c¡, 5 42' Y/ -! '''
99
98
aparece como representación 'secunclaria', una ex-
A menos que el arte también se muestre iusti-
prcsión seguncll, Y por eso mismo se aproxima
ficable, a su manera' por una materia y una
regla
la naturale- tanto al simbolismo (ei genio también procede
r"-i"it"r¿as por la naturaleza' Pero por ampliación del entendimiento y la liberación
za, aqví, sólo puede proceder por una disposi-
de la imaginación)lr. Pero en lugar de presentar
ciá.t ü.tata en el sujeto' El genio es precisamen-
disposición innata por la cual la naturaleza indirectamene la Idea en la naturaleza, la expre-
,. sa secundariamente en la creación imaginativa de
da al arte una regla sintética y una materia
"r,u rica'
Kant define al génio como la facultad de las otra nattlraleza.
Ei genio no es el gusto, pero anitna el gusto
Ideas estéticas'e. L primera vista, una Idea estéti-
en el arte al clotarlc¡ de un alma o de una mate-
ca es lo contrario á. ."' Idea racional' Ésta
es
intuición se adecua; ria. Hay obras perfectas desde el punto de vista
un concepto al que ninguna
ciel gusto, pero qtle carecen de alma, es decir, de
aquélla, úna intuición a la que ningún concepto
genioi2. Eso se del>e a clue el É{ust() n() es más
'se adecua. Pero cabe preguntarse si esta relación
que la concordancia formal de una imaginación
inversa basta para describir la Idea estética'
La
libre y un entendimiento ampliado. Si no remite
Idea de la razón excede a la experier'cia' ya
sea
le correspond^ en \a a una instancia más elevada como a una materia
;;;¿". no tiene obieto que ya pÚt- capaz de ensanchar precisamente el entendimien-
nx.rrr^leza (por ejemplo, seres invisibies);
que convierte un simple fenómeno- de la natura- to .v liberar la imaginación, es sombrío y muerto,
(la muer- rneramente supuesto. En las artes, la concordan-
láza en un acontecimiento del espíritu
en cia de la imaginación y el entendimiento sólo se
te, el amor...). Hay por tanto algo inexpresable
la estética excede ve vivificado por el genio y sin el genio sería in-
la Idea de la rtzón. Pero Idea
comunicable. El genio es un llamamlento lanza-
a todo concepto, porque crea la intuición de
otra
oatttaleza que la que nos es dada:- otra natura- do a otro genio; pero entre ambos e1 gusto se
convierte en una sLlerte de intermediario, qr:e
leza cuyos ienómenos serían verciaderos aconte-
permite esperar cuando el otro genio aún no ha
cimientás espirituales, y los acontecimientos
del
naturales inmedia- nacido33. El genio expresa la unidad suprasensi-
átpi¡t" serían determinaciones
ár'0. .o^ que pensar', fierza a pensar' La Tdea ble de tcdas las facultades y la expresa como
viva. Por tanto, suministra la regla según la cual
estética es io mismo que la ldea racional: expre-
sa lo que hay de inexpresable en ésta' Por
eso
3' Ibíd.
32 fuíd.
'n CJ, S 57, observación 1' 31
§ tbíd.
cl, § 49.
101
100
se pueclen extencler las conclusiones de 1o be11<; ¿Es cr JUICIo IJNA FACULTAD?
707
106
sino una expresa Lrn acto por el cual Ia razÓn sería iegis-
objeto baio una facultad determinante' a pro- ladora. Tampoco e1 entendimiento legisla. El en-
iiUr" .orróo rdancia de todas las facultades que pre- tendimiento legisla sobre los fenómenos, pero
refleio' Tenemos
fátit" de un obieto tipo de^juicio reflexionante sólo en tanto se los considera en Ia forma cle su
ñ;"t si no hay otro subietivas intuición; sus actos legislativos (categorías) cons-
o si la libre conco rdancia de facultades tituyen leyes generales y se ejercen sobre la na-
notieneotramanisfestaciónqueeljuicioestético.
-'"SáU.tno, fvraleza como objeto de experiencíe posible (,todo
que la razóÍr, en slt' interés especula-
es meramente re- cambio tiene ttna causa..., etc.). Pero el entendi-
t¡ro,, for*u Iáeas cuyo sentido miento nunca determina a priori la materia de
tienen obieto
sulador. Esto quiere decir que no los fenómenos, el detalle de la expertencia real
dÉsde el punto de vista del conoci-
il;;"rd" el máxi- o las leyes pafiiculares de tal o cual objeto. Éstas
miento, sino que su función es
conferir
del en- sólo son conocidas empíricamente y siguen sien-
mo de unidad sistemática a los conceptos valor do contingentes en relación con nuestro entendi-
menos
tendimiento. Mas no por eso tienen
ol-rietivo. aunque 'indeterminado';
pues no pue- miento.
Toda ley implica necesidad. Pero la unidad de
á"i-, .""f..ir unidad sistemática a los
conceptos
a los fenóme- las leyes empíricas, desde el punto de vista de su
sin prestar una unidad semeiante particularidad, debe pensarse como una unidacl
,ro, io"ti¿erados en su mateia
o en su particu-
inherente a tai que únicamente otro entendimiento que el
1*la"a. Esta unidad, admttida t9m9 las cosas nuestro podría clar necesariamente a los fenó-
de
los fenómenos' es una unidad final posi- menos. Un .fin, se define precisamente por Ia
(-a"iÁ" de unidad en la mayor variedad
hasta dónde llega)' representación del efecto como motivo o fi-rnda-
ble, sin que se pueda decir mento de la causa; la unidad final de los fe-
no es en
f,'imporiUle concebir esta unidad si efecto' la nómenos remite a un entendimiento capaz de ser-
conformidad con vt fin natural;
en
exige una relación de la di- virle como principio o sustrato, en e1 cual 1a re-
unidad de 1o diverso presentación de1 todo sería causa de1 mtsmo todo
con un fi" ¿tttt"InirLado' en conformidad
""ttár¿ con di- en tanto efecto (entendimiento-arqlletipo. inruiti-
con los obietos que se pone en.relación vo, definido como causa suprema inteligente e
cha unidad' En este tot"tpto de
fin natural' la
o su- intencional). Pero sería erróneo pensar qlle ese
unidad nunca es otra cosa que presumida entendimiento existe en realidad, o qlle los fen(¡-
puesta como conciliable con la
diversidad de las
no menos sean producidos efectivamente cle esta ma-
i"yes empíricas pattlculares39' En consecuencia' nera: el entendimiento-arquetipo expresa un ca-
l?-t,-tr.o.1.,cción, § 5 kfu' CiRP' Dialéctica' Apéndice)' rácter propio de nuestro entendimiento, a saber,
109
108
nuestra impotencia para determinar por nosotros objeto dado; a diferencia de un concepto del en-
mismos 1o panicular, nuestra impotencia para con- tendimiento, no determina su objeto. En efecto,
cebir 1a uniclacl final c1e 1os fenómenos según otro interuiene para permttir a la imaginación "tel1e-
principio que el de 1a causalidad intencional de xionar, sobre el objeto de manera indeterminada,
Llna causa suprema'0. En este sentido imprime a fin c1e que el entendimiento "adquiera' concep-
Kant una transformación profuncla a 1a noción tos en conformidad con las Ideas de la razón
clogmática clel entendimiento infinito: el entendi- misrna. E1 concepto de fin natural es Lln concep-
miento arquetipo ya no expresa al infinitc¡ otra to de reflexión que deriva de 1as Ideas regulado-
cosa que el límite propio de nuestro entendi- ras: en él todas nuestras facultades se armonizan
miento, e1 punto en el que éste deja de ser 1e- y entran en Lrna concordancia libre, gracias a ia
gislaclor en nuestro propio interés especulativo y cual reflexionamos sobre 1a natureleza desde el
en relación con ios fenómenos. 'Según la consti- pllnto de vista cie sus leyes empíricas. Por tanto,
tución pafiicular de mis facultacles de conocer. no el juicio teleológico es un segundo tipo de juicio
pueclo, respecto c1e 1a posibiliclad de la naturale- reflexionante.
za y de su produccrÓn, ivzgar de otra manera que A la inversa, a pafiir del concepto de fin natu-
imaginando una causa que actúta por intención'nl' ral determinamos un obTetc.t de la lclect racional.
La finalidad de la naturaleza está ligada, pues, Sin duda, ia Idea no tiene en sí misma un obie-
a un movimiento cloble. Por una parte, el cott- to determinado; pero su obieto es deterrninable
cepto de fin natural deriuct rle las ldeas cJe la por analogía con 1os objetos de 1a experiencia.
razón (en tanto expresa la unidad final de ios fe- Ahora bien, esta determinación indirecta y analó-
ní;menos): .Sttbsume la naturaleza beio una cau- gica (-que se concilia perfectamente con la fun-
salidad que sólo la razón puecle concebir'tr' Pero ción reguladora de la idea) sólo es posible en la
no debe confundírselo con una Idea racional, medida en que 1os obletos de la experiencia pre-
pues, en conformidad con esta causaiidad, el sentan esta unidad finai natural, en relación con
efecto es dado ciertamente en la naturaleza: "De la cual el objeto de 1a Idea debe servir como
ahí que el concepto de fin natural se distinga de principio o sustrato. Por eso, lo que obliga a cle-
tocias las otras ideas,a3. A diferencia de una Idea terminar a Dios como causa suprema intencional
de la razón el concepto de fin natural tiene un que actúa a manera de entendimiento es el con-
cepto de unidad final o cle fin natural. En este
4o c¡, 5 77 sentido, Kant insiste mucho en 1a necesidad de
4' cJ, § 75
42 c"r,
pasar de una teleolc>gía natural a la teología físi-
g 74
43 cJ, § 77 ca. El camino inl,erso sería un ma1 camino, pucs
111
110
claría testimonio cle ürla -razón inversa" (la idea una pura forma subjetiva de la finalidad, que ex-
clesempeñaría entonces un papel constitutir-o y no cluve todo fin material determinado (la belleza de
ya regulaclorr el iuicio teleológico se aprehende- un objeto no se evalúa ni por su empleo. ni por
iín .,r-o cleterminante). En la naturaleza flo efi- su perfección interna, ni en relación con un in-
contramos fines divinos intencionales; por el con- terés práctico, cualquiera que seaa6). Se objetará
trario, paflimos de fines que son ante todo 1os de que interviene la natutaleza, como hemos visto,
la naluraleza y 1es agregamos la Idea de una causa por su aptitud material para producir 1a belleza;
clivina intencional como condición de su compren- en este sentido debemos hablar ya, a propósito
sión. No imponemos "r''iolenta y dictatorialmente de 1o bello, de una concorclancia contingente de
fines a ia naturalezal por el contrario, reflexiona- la naturaleza con nllestras facultades. Esta aptitud
mos sobre la unidad finai natural, empíricamente material es para nosotros incluso el objeto de un
conocicla en la diversidad, para elevarnos hasta la .interés, particular. Pero este interés no forma par-
Idea cle una causa suprelna determinada por efia- te del sentido de 1o bello, aun cuando nos pro-
lc>gíaaa. El conjunto de estos dos movimientos
de- porcione un principio según el cual pueda en-
fine un nuevo moclo de presentación de la Idea' gendrarse este sentido. Aquí, la concordancia
un último moclo que se distingue de los que he- contingente cle la naturaleza y de nuestras f-acul-
mos analizado hasta ahora. tades es en cierto modo exterior a la libre con-
¿Qué cliferencia hay entre los dos
tipos de iui- cordancia de las facultades entre sí: Ia naturaleza
cro, el teleológico v el estético? Debemos consi- nos proporciona únicamente la ocasión exterior
clerar que el jr-ricio estético ya manifiesta una ver- .de aprehender la finalidad interna de la relación
dadera finaliclacl. Pero se ttata de una finalidad de nuestras facultacles subjetivas't . La aptitucl ma-
(-obietivo o
subietiua, formal, que excluye todo fin terial de la naturaleza no constituye un fin natu-
subjetivo). Esta finalidad estética es subjetiva, pues ral (que vendría a contradecir la idea de una fina-
consiste en la libre concordancia de las faculta- lidad sin fin): "Es favor con que cogemos nosotros
cies entre sí*t. No cabe duda de que hace entrar la naturaleza, pero no es fauor que ella nos con-
en juego la forma de1 obieto, pero la forma es cede"'8.
pr.ái.r-".rte 1o que la imaginación refleja del ob- La finalidad, en estos diferentes aspectos, es el
jeto mismo. Objetivamente se trata, por tanto, de objeto de una representación "estética,. Ahora
11 CRP. Dialéctica. Apénclice , 'El fin final de la dialéctica
'natural,. ó7, §§ 68, 75 y
.la85. nu
cI s§ 11 y 15.
li D" Cf. § 3.1, expresión .finalidad subjetiva reci o'q § 54.
^'ni.- 18
pioca". lbíd.
712 773
e1 iuicio
concedía)ae. La diferencia entre los dos iuicios
bien, vemos que, en esta representación' de consiste en que el juicio teleológico no remite a
reflexionante apela a principios -particulares pnncipios pafticulares (salr,o en su uso o en sll
muchas maneras: por una
pafie' 1a libre concor-
aplicación). Implica, sin ducia, la concordancia de la
clancia c1e ias facultades ioto
fundamento de
parte' la fa- razón. Ia imaglnación y el entendimiento, sin clue
;;;'i;tJ; r.r.,rn formal); por ootra causa material'
éste legisle; pero este punto en que el entendi-
cultad de sentir como materia miento abandona sus pretensiones legislacloras
con la cual el iuicio define un
placer
fbrma parte plenamente deit interés especulatiuct y
"rr'r"fn.lO,-t por otra parte' la
oafticular como estado superior; queda comprendido en el dc¡minio de lct Jacultad
causa final por
ilrmi*; r, ri"nri¿'a sin fin como causa de conocer. Por esto e1 fin natural es e1 objeto de
f,Li-o, el interés esencial por 1o bello'.como 1o be- Lrna .representación lógica,. No cabe duda de que
engend'a ei sentido c1e
;;;r,'r"-gú" la cualensederecho en el iuicicl estético'
en el juicio teleológico hay un placer de ia re-
l1o que se expresa
""clrando flexión; no experimentamos placer en la meclida
consicleramos el juicio teleológico. nos
completa- en que la naturaieza esfá sometida a la f'acultad
encontramos ante una representaciónse trata de de conocer, sino en 1a medicla en que la natura-
mente distinta de la finalidad 'C'hora leza concuerda de manera contingente con nues-
unafinalidaclob.ietiua,material.queimplicaJines, tras facultades subjetivas. Pero, aún entonces, este
Lo dominante es 1a existencia de
un concepto
la unidad placer teleológico se confuncle con ei conocimien-
de fin natural qt-'" opt"'a empíricamente La to: no define un estado superior de la facultad cle
diversidad'
finai de 1as cosas en función de
su
sentir considerada en sí misma, sino más bien un
"reflexión'cambiaclesentido:yanoesreflexión efecto de la facuitad de c()nocer sobre la f-acu1-
sino concepto de
formal clel obieto stn concepto' tad de sentirto.
sobre 1a mate-
,"1""i0" por ei cual se reflexionanuestras faculta- Es fácil de explicar que el juicio teleoli;gico no
ria del objeto. En este concepto' Pero aquí remita a un principio a priori particular. Es que
;;r-r" eiercen libre y armoniosamente queda está preparado para el juicio estético y sería in-
la libre concordantiu ¿" las facultadescontingente de comprensible sin esta preparación51. La finalidad
comprenclida en la concordancia que' en lormal estética nos .prepare" para formar un con-
l^'ontont ra y 1as facultades' De manera que la
J ¡.ri.i,, teleálógico, clebemos, considerarun favor
fialLtraleza aro' to'-""de verdacleramente
(y cuanclo pasamos c1e la teología a \a c1e estética' 1e
cJ,
s 67.
naturai cosas 50qlntroducción,§6.
consicieramos que la proclucción
'1 qlntroducción,§8.
bellas la era un favor que la
naturaleza nos
775
714
práctico- y prepara la subordinación del prime-
cepto cle fin que se agrega al principio de finali- ro al segundo, al mismo tiempo que la finalidad
¿á, to .ornpi"t, y 1o aplica a la oatttraleza; la
hace posible el paso de la naturaleza a la llber-
propia reflexión sin concepto nos prepaÍa para
tad o preparu 7a realización de la libertad en la
formar un concepto de reflexión De esta suerte' nafuralezas2.
.ro nny problemá c1e génesis en 1o que se refie-
re a un .senticlo común teleológico; éste se admi-
te o se presume en beneficio clel interés especu-
lativo, forma parte de1 sentido común lógico' pero
cie alguna *n.t"ru lo esboza ya ei sentido comúln
estético.
Si consideramos los intereses de la tazón co-
rrespondientes a las clos formas del iuicio refle-
xionante, encontramos el tema de una "prepara-
ción,, pero en otro sentido' La estética pone de
de las faculta-
-a.,iiiárto una libre concordanciase asocia a un inte-
des, que, en cierta manera,
rés'especial por 1o bello; ahora bien, este interés
nos predestina a ser morales Y, Por tanto' prepa-
ra ei advenimiento de la ley moral o la supre-
macía del interés practico pLtro' La teleología'
pot
su parte, manifiesla una concordancia libre de las
facultacies, esta vez en el interés especulatiuo:
.bajo, la relación de 1as facultades tal como la de-
,..rr-ti.ru el entenclimiento legislador, descubrimos
la libre armonía de todas las facultades entre sí'
de donde el conoci.miento extrae una vida propia
(hemos visto que el juicio cleterminante' en el co-
nocimiento, implicaba un fondo vivo que única-
mente se revela en 1a 'reflexión')' Por tanto' es
necesario pensar que el juicio reflexionante en
general hace posiblé el paso de la facultad de co- t2 q,
interés especulatrvo al Introducción, §§ 3 y 9.
Io... a la de desear -áel 11,7
716
CoNct.t,tstÓN
122
el conjunto del universo6. Pe.o la naltxaleza, pre- fin deja por completo en pie la siguiente pre-
cisamente, sólo podría formar semejante sistema gunta: ¿por qué existe el hombre (en una 'for-
(en lugar de un simple agregado) en función de ma" tal que se esfuerza en hacer feliz su existen-
un último fin. Ahora bien, está claro que ningún cia)?8. ¿Se trata del hombre en tanto conoce? No
ser organizado puede constituir ese fin: tampoco, hay duda de que el interés especulativo constitu-
y ,.r..ro, aún, el hombre en tanto especie animal ye el conocimiento como fin; pero este fin no se-
Ér qr. un último fin implica la existencia de algo ría nada si la existencia del que conoce no fue-
como fin; pero la finalidad interna en los seres ta ya un fin finale. Al conocer, formamos tan sólo
organizados sólo concierne a st posibilidad, sin un concepto de fin natural desde el punto de vis-
considerar si su propia existencia es un fin' La fi- ta de la reflexión, no una idea de fin final. No
nalidad interna plantea tan sólo este inteffogante: hay duda de que con ayuda de ese concepto po-
¿por qué determinadas cosas que existen
tienen demos determinar indirecta y analógicamente el
tal o cual forma? Pero deja intacto este otro in- objeto de la Idea especulativa (Dios como autor
terrogante: ¿por qué existen cosas con esta for- inteligente de la naturaleza). Pero la pregunta
mai §ó1o se podría llamar "último fin' a un ser tal "¿por qué creó Dios la naturaleza?" es una pre-
que contuviera en sí mismo el fin de su existen- gunta absolutamente inaccesible a esa determina-
ira; la idea de último fin implica, por tanto, la de ción. En este sentido Kant recuerda constante-
fin final, que excede todas nuestras posibilidades mente la insuficiencia de la teleología natural
de observación en la naixaleza sensible y todos como fundamento de una teología: la determina-
los recursos de nuestra refTexión7. ción de la ldea de Dios a la que llegamos por
Un fin natural es un fundamento de posibili- esta vía sólo nos provee de una opinión, no de
dad; un último fin es tt¡a razón de existencia; un una creencial0. En resumen, la teleología natural
fin final es un ser que posee en sí mismo la ra- justifica el concepto de una causa creadota inte-
zón de su existencia. Pero, ¿qué es un fin final? ligente, pero sólo desde el punto de vista de la
Só1o puede serlo aquello que se puede formar un posibilidad de las cosas existentes. La cuestión de
concépto de fines; únicamente el hombre en tan- un fin final en el acto de crear Qpara qué la exis-
to ,"i racional puede encontrar en sí mismo el tencia del mundo y del propio hombre?) excede
fin de su existencia. ¿Se ttata del hombre en tan-
to busca la felicidad? No, pues la felicidad como
oqr,sa6
t'qs82. ' lbtd.
'n q §§ Bi, 91 y .observación general sobre la teleología',
1,24 725
toda teleología natural, que ni siquiera puede hzable. De todas maneras, siempre la teología se
concebi.rlall. funcla en una teleología (y no a la inversa). Pero
.Un fin final sólo es un concepto de nuestra de inmediato nos elevamos de una teleología na-
razón práctica"l2. En efecto, la lev moral prescri- tural (concepto de reflexión) a Lrna teología física
be un fin sin condición, en el cual la tazón (cleterminación especulativa cle 1a Idea regulado-
se aprehende a sí misma como fin y la lihertad se ra. Dios como eutor inteligente); que esta cleter-
da necesariamente un contenido como fin supre- minación especr-rlativa se conciliara con la simple
mo determinaclo por 1a ley. A la pregunta '¿qué regulación se debía precisamente a la medida en
es un fin final?, tenemos que responder: el hom- que era completamente insuficiente, pues estaba
bre, pero el hombre como noúmeno y existencia empíricamente condicionada y no nos decía nada
suprasensible. el homlrre como ser morai. "A pro' u."i.u del fin final de la creación divinalt' Ahora,
pósito del hombre consideraclo como ser moral, ya por el contrario, pasamos a priori de una teleolo-
no se puede preguntar por qué existe; su existen- gía práctica (concepto prácticamente determinan-
cia contiene en sí e1 fin supremo.'.''3 Este fin su- te del fin final) a una teología moral (determi-
premo es la organizactón de 1os seres racionales nación práctica suficiente de la Idea de un Dios
Lajo la ley moral o la libertad como tazón de moral como obieto de creencia). No se piense
existencia que el ser racional contiene en sí. Aquí que la teleología naturai es inútil, pues es la que
aparece la uniclad absoluta c1e una finalidad prác- nos impulsa a buscar una teología, pero es inca-
tica y de una legislación incondicic¡nada. Esta paz de propocionarla verdaderamente. No se
unidad forma la .teleología moral', mientras que piense tampoco que la teología morai "completa'
la finalidad práctica está determtnada a priori en la teología física. ni que la cleterminación prácti-
nosotros mismos con su leY1a. ca de las Ideas completa 1a determinación espe-
Por tanto, el fin final es determinable y está cuiativa analógica. En realidacl, la sustituye, según
determinado prácticamente. Ahora bien, sabemos olro interés cle la razón"'. Desde el punto de vis-
cómo. según 1a segunda crítica, esta determina- ta de ese otro interés determinamos el hombre
ción entraña a su vez urta determinación práctica como fin fina1, y fin final para e\ conjunto de la
de la Idea de Dios (como autor moral), sin la creación divina.
cual sería imposible pensar el fin final como rea-
"qsBr.
"qsBB.
"q,s84.
t"qs87. "cZs8s.
Ó/, .obr"r.,ación general sobre 1a teleologíe".
"'
726 727
En la meclida en que el último fin no es otra
I¿ ursrome o lA REATIZACIÓN
cosa que e1 fin final, es e1 objeto de una para-
La última pregunta es: ¿de qué manera el fin doja fundamental: el úrltimo fin de la nattra.Teza
sensible es un fin que esta naturaleza no puede
final es también último fin de la nattraleza?
realizar por sí mismars. No es que la nafuraleza
En otros términos: ¿cómo el hombre, que sólo es fin
realice la libertad, sino que e1 concepto de liber-
final en su existencia suprasensible y como noú-
meno, puede ser último fin de la naturaleza sen-
tad se realiza o se efectúa en la naturaTeza. La
efectuación de la libertad y del Soberano Bien en
sible? §abemos que, en cierto modo, el mundo
suprasensible ha de estar unido al sensible: e/
el mundo sensible implica pues una actividad sin-
tética original del hombre: la Hisbria es esa efec-
concepto de l¡bertad debe realizar en el mundo
sensible et fin impuesto por su ley. Esta realización
tuación. de modo que no hay que confundirla
con un simple desarrollo de la naturaleza. La tdea
es posible bajo dos tipos de condiciones: condi-
cioñes divinas (la determinación práctica de las del ú1timo fin implica una relación final de 1a na-
turaleza y el hombre; pero esa relación sólo es
Ideas de la razón, que hace posible un Soberano
Bien como concordancia del mundo sensible y el
posible gracias a la finalidaci natural. En sí mis-
mundo suprasensible, de la felicidad y la moruli- ma y desde el punto de vista formal es inde-
pendiente de esta nafuraleza sensible y debe ser
dad); y condiciones terrenales (la finalidad en la
establecida, instaurada por e1 hombre'e. La ins-
estética y en la teleología, como lo que hace po-
tauración de la relación finai es la formación de
sible una realización del Soberano Bien, es decir,
la conformidad de lo sensible a una finalidad más una constitución civil perfecta y ésta es el objeto
más elevado de Ia Cultura, el fin de Ia historia o
elevada). Por tanto, la realización de la llbettad
también es la efectuación del Soberano Bien: del Soberano Bien propiamente terrenal20.
Esta paradoja se explica fácilmente. La natura-
"Unión del mayor bienestar de las criaturas racio- leza sensible, en tanto fenómeno, tiene 1o supra-
nales en el mundo con la condición más eLevada
del Bien moral,l7. En este caso, el fin final incon- sensible como sustrato. Únicamente en ese sus-
d.icional es último fin de la naluraleza sensible,
trato se concilian el mecanismo y la finalidad de
bajo las condiciones que lo ponen como necesa-
la naturaleza sensible: el primero. en 1o referen-
riamente realizable y con el deber de tealizarlo te a 1o que hay en ella de necesario como obje-
por parte de esta naixaleza. 1E
óI s 84.
"«s83.
2t' Ibíd. Y también lclea de una bistoria uniuersal (IHL\),
prop. 5-8.
"q,s88.
129
728
to de los sentidos; la segunda, en 1o referente a bres2i. Perc¡ 1a historia, tai como aparece en la na-
lo qr-re hay en e1la cle contingente como obleto furaleza sensible, nos muestra todo 1o contrario:
de ia razón". Por tanto, el que la naturaleza sen- puras relaciones de fuerzas, antagonismos de ten-
sible no sea suficiente para tealtzar lo que' sin dencias, que forman un tejido de locura y de va-
embargo, es "su' ítltimo fin, es una astucia de la niclad pueril. Lo qr-re ocurre es que la natttraleza
naturaleza suprasensible; pues este fin no es otra sensible permanece siempre sometida a las leyes
cosa que 1o suprasensible en tanto debe ser efec- que le son propias, pero puesto qlle es inctpaz
tuado (es decir, tener un efecto en 1o sensible)' de realizar su ú1timo fin, tiene 1a obligación1 en
.La natural eza ha querido que el hombre extrai- conformidad cc¡n sus propias leyes, <1e hacer po-
ga por completo de sí mismo todo io qr-ie exce- sible la realizactón de ese fin. Mediante el meca-
á" iu g"ttión mecánica de su existencia animal y nismo cle fuerzas y el conflicto de tendenctas (cfr.
,ro priii.ipe en ninguna otra felicidad o perfec- .la insociabie sociabilidadD, la naruraleza sensible
ción que la que ella misma, con independ^encia que hay en ei hombre preside el establecimiento
clei instinto, se crea con sLl propia razón'2l ' De c1e una Sociedad. único medio en el cual puede
esta manera. lo que en la concordancia de la na- reahzarse históricamente el ú1timo fin2n. De esta
füraleza sensible con las facultades del hombre suerte, 1o que desde el punto de vista de los pro-
hay de contingente es una suprema apariencia yectos cle una razón personal a priori parece ab-
trascendental que oculta una astucia de lo supra- surdo, puecle ser un .p1an de la naturaleze" pare
sensible. Pero cuanclo hablamos del efecto de 1o asegurar empíricamente el desarrollo de la razón
suprasensible en lo sensible o de 1a realización en el marco cle la especie humana. La historia
clei concepto de libertad, nunca hemos de creer debe juzgarse desde el punto de vista de la es-
que la nituraleza sensible corlo fenómeno está pecie y no c1e la razÓn personal2'. Por tanto, hay
iomet¡cta a la ley c1e 1a libertacl o de la razÓn' urra segunda astucia de 1a naturaleza. que no de-
Semejante concepción de ia histona implicaría bemos conftrndir con 1a primera (las dos consti-
qre los acontecimientos estuvieran determinados tLlyen la historia). Según esta segunda astucia, la
por la ÍazÓL, y por la razón tal como existe lz¿- natt'rcaleza suprasensible ha querido que, incluso
-diuirlualnrcnte
efl el hombre en tanto noílmeno; en el hombre, 1o sensible procediera de acuerdo
los acontecimientos pondrían de manifiesto en- con sus leyes propias para ser capaz de recibir
tonces un "plan racional persrtnal" de 1os hom- finalmente el efecto de 1o suprasensible.
1.r IHL:, introducción.
24
c:1,s 17 IHU, prop. 4.
')l
t' 2i IHt-i, prop. 2.
IHLI, prop, 3.
131
130
-:::
Bibliografía sumaria
Frosor͡ ESPECULATIVA
Fn-osopÍ.1 pRÁcrrcr
133
Frr-osorÍ,q DEr- Jurcro
FrrosopÍ,q. DE LA HrsroRrA
Dsrsos, Ibídem.
Lecnorx, Histoire et mystére. Casterman.
La pbilosophie politiqLte de Kant. colección de artícr-r-
1os (E. '\X'ei1, Ruyssen. Hassner, Po1in,..). Presses
Universitaires de France.
134
i
l-*