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q)

x fin natural es un fundamento de posibilidad: un f in


último es una razón de existencia; un fin final es
N
q.)
Gilles Deleuze
un ser que posee en sí la razÓn de la existencia ()
Pero, ¿qué es un fin final? Sólo el hombre' en tanto que
ser razonable, puede encontrar el fin de su existencia en a
(J LA FILOSOFíA CRíTICA
sí mismo.
La cuestión fundamental de un fin final en el acto de
crear sobrepasa toda teología natural y no puede incluso
DE KANT
ser concebida por ella.

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ISBN 978-64-57 6-23E8-7

CATEDRA
0111090 ll[ il illlllillllL[ l]llllllll ü colección teorema
Gilles Deleuze
Colección Teorerna

Filosofia crítica de Kant

Traclucción cle \'larco Alrrciio Clairr-ra ril-ti

SEGLJNDA EDICION

cÁ'mnruq.

TEORl.,tr,1A
Índice

IsrRoorrcctÓN. El método trascendental................. 9

CepÍruro pRrMERo. Relación de las facultades en


1a crítica de la razón pura............ 27

C¡pÍruro II. Relación de las facultades en 1a crí-


tica de \a razón práctica....... 55

C¡pÍruro III. Relación de 1as facultades en la crí-


tica del juicio ........... 83

CoNcrusrós. Los fines de la razón i19


BreuocR{rÍr suMARrA 133

9
INrnoouccróN
El método trascendental

L¿, n¡zóN sBcúN KeNt

Kant define la filosofía como .la ciencia de la


relación de todos los conocimientos con los fines
esenciales de la razón humana,, o como "el amor
que experimenta el ser ncional por los fines su-
premos de la razón humana,1. Los fines supremos
de la razón constituyen el sistema de la cultura.
En estas definiciones se reconoce ya una lucha
doble: contra el empirismo y contra el racionalis-
mo dogmático.
Para el empirismo, la razón no es estrictamen-
te la facultad de los fines, que remiten a ufla
afectividad primera, a rt*a "nafiiraleza, capaz de
poseerlos. La originalidad de la razón estriba más
bien en una cierta marrera de realizar fines co-
munes al hombre y al animal. La razón es la fa-
cultad para disponer de medios indirectos, obli-
cuos; la cultura es astucia, cálculo, rodeo. No
1 Crítica de la rctzón Pura (CRP), y Optts postumum.

11
cabe duda de que los medios originales reaccio-
ta de la naturaleza deio de ser un niño cuando
soy capaz de tener hijos, pero, sin oficio y con
narr a los fines y los transforman; pero, en últi-
ma instancia, los fines son siempre los de la na- todo por aprender, continúo siendo un niño des-
turaleza.
de el punto de vista de la cultura).
Contra el empirismo, Kant afirma que hay fi-
No cabe duda de que el racionalismo, por su
nes de la cultura, fines propios de la razó¡. Más
lado, reconocía que el ser racional perseguía fi-
nes cabalmente racionales. Pero 1o que aquí apre-
aún, sólo de los fines culturales de la razón se
puede decir que sean absolutamente últimos. 'El hende la razón como fin es todavía algo exterior
último fin es un fin tal que la naturaleza no bas-
y superior: un Ser, un Bien, un Valor, considera-
ta pan alcanzar y realizar de acuerdo con la idea,
dos como regLa de la voluntad. Por tanto, la di-
ferencia entre racionalismo y empirismo no es tan
pues es un fin absoluto,2.
grande como se hubiera podido creer. Un fin es
A este respecto, los argumentos de Kant son
de tres clases. Argumento d'e ualor: si la razón una representación que determtna la voluntad.
Mientras se trate de una representación de algo
sólo sirviera pxa realizar los fines de la nafixa-
leza, no se comprende por qué tendría un valor exterior a 1a voluntad, no importa que sea sensi-
superior a la simple animalidad (sin duda, pues- ble o puramente racional, pues en ambos casos
to que existe, ha de tener una utilidad y un uso sólo determina eL querer mediante la satisfacción
ligada al .objeto, que representa. Ya se considere
naturales; pero sólo existe en relación con una
utilidad superior, de la que extrae su valor). Ar- una representación como sensible, ya como ra-
gurnento por el absurdo: si la naturaleza hubiese cional, .el sentimiento de placer con el que cons-
querido... (Si la naruraleza hubiese querido reali- tituyen el principio determinante de la voluntad...
z r sus fines en un ser dotado de razóo, habría es de una sola y la misma especie, no sólo por-
que no se lo puede conocer de otra manera que
sido un error confiat en 1o que este ser tiene de
racional y habría sido preferible remitirse al ins-
empíricamente, sino también porque afecta una
tinto, tanto en lo que hrace a 1os medios como al sola y la misma fuerza vital"3.
Contra el racionalismo, Kant argumenta que los
fin.) Argumento de conflicto: si la tazón sólo fue-
ra un facultad de los medios, no se comprende fines supremos no son solamente fines de la ru-
cómo podrían oponerse en el hombre dos tipos zón, sino que, al postulados, La razón no hace
de fines en calidad de especie an;irrral o de es- otra cosa que postulanse a sí misma. En los fines
pecie moral (por ejemplo, desde el punto de vis-
3 C'rítica de la razón prácticd (CRPr.), Analítica, escolio 1

2 Crítica del juicio (Cl), S 84.


del teorema 2.

73
72
de la razón, ésta se toma a sí misma como fin. rirse al objeto desde el punto de vista de la con-
Por tanto, hay intereses de la razón, pero, ade- cordancia o de la conformidad: este caso, el más
más, la razón es el único juez de sus propios in- simple, define la facultad de conocer. En segun-
tereses. Los fines o los intereses de la razón no do lugar, la representación puede entrar en tela-
son materia de juicios ni de experiencia, ni de ción de causalidad con su objeto. Es el caso de
ninguna otra instancta externa o superior a la ra- la facultad de desear: .facultad de seq con sus re-
zón. Kant rechaza por adelantado tanto las deci- presentaciones, causa de la reaLidad de los obje-
siones empíricas como los tribunales teológicos. tos de tales representaciones,. (Se objetará que
.Los conceptos, incluso los inteffogantes que nos hay deseos imposibles; pero, en este ejemplo, la
plantea la razón pura, no residen en la expe- representación como tal lleva implicita una rela-
iencia, sino íntegramente en la razón... Es la ción causal, aunque choque con otra causalidad
razón la que, por sí sola, ha engendrado esas que la confradiga. La superstición muestra de
ideas en su seno; por tanto, está obligada a jus- modo suficiente que ni siquiera la conciencia
tificar su valor o su futilidad"a. Una crítica inma- de nuestra impotencia .puede poner fteno a nues-
nente, la razón como ltez de Ia razón: he aquí tros esfuerzos,5.) Por último, la representació¡ está
el principio esencial del método llamado trascen- en relación con el sujeto en la medida en que
dental. Este método se propone determinar: L." la produce en él un efecto, en la medida en que 1o
verdadera nattraleza de los intereses o de los fi- afecta, ya intensificando su fuerza vital, ya obsta-
nes de la ruzón; 2." los medios para realizar esos culizándc>La. Esta terceta relación define, como fa-
intereses. cultad, el sentirniento de placer y de dolor.
Quizá no haya placer sin deseo, deseo sin pla-
cer, placer ni deseo sin conocimiento, etcéteta.
PRTUeR SENTIDo DE IÁ. PAIABRA FACULTAD Pero ésta no es la cuestión. No se trata de saber
cuáles son las mezclas de hecho. Se trata de sa-
Toda representación está en relación con algo ber si cada una de estas facultades, tal como se
distinto de ella, objeto y sujeto. Distinguimos tan- la define en derecho, es capaz de una forma su-
tas facultades del espíritu como tipos de relación. perior. Se dice que una fas;Jtad tiene una forma
En primer lugar, una representación puede refe- superior cuando encuentra en sí misma \a ley
de su propio ejercicio (aun cuando de esta ley se
1 CRP, Metodología,
"La in.rposibilidad de la razón de en-
desprenda una rrlación necesaria con alguna de
contrar la paz en e1 escepticisr-no en desacuerdo consigo
misma,. \¡. tnooducción, § 3.

74 75
-
las otras facultades). En su forma superior, pues, ne una causa,, efectúo una síntesis a priori: afir-
una factltad es autónoma. La crítica de la razón mo B de A como necesaria y universalmente li-
pura comienza con la pregunta: ¿l;lay una facul- gado a é1. (8, por tanto, es una representación a
tad superior de conocer? La crítica de la tazón priori; en cuanto a A, puede serlo o no.) Los ca-
práctica, con la pregunta: ¿hay una facultad su- racteres del a priori son 1o universal y 1o nece-
perior de desear? La cúttca del juicio, a sl.:t vez, sario. Pero el a priori se define como indepen-
con ésta: ¿hay wra forma superior del placer o diente de la experiencia. Es posible que el a
del dolor? (Durante mucho tiempo, Kant no cre- priori se aplique a la experiencia y, en ciertos ca-
yó en esta última posibilidad.) sos, que sólo se aplique a ella; pero no dedua
de ella. Por definición, no hay experiencia que
corresponda a las palabras .todos,, .siempre,, .ne-
Fecurreo suPERroR DE coNocER cesariamente"... El [camino] rnás co?"to no es un
comparativo ni el resultado de una inducción,
Una representación no basta por sí misma para sino una regla a priori por la cual produzco tJÍra
constituir un conocimiento. Para conocer algo no línea como linea rccta. Causa no es tampoco el
sólo hace falta tener una representación, sino producto de una inducción, sino un concepto a
también salir de ella "para reconocer la existencia priori por el cual reconozco en la experiencia
de otra, a ella enlazada". El conocimiento es, algo que ocuffe.
pues, síntesis de representaciones. .Pensamos en- Mientras la síntesis sea empírica, la facultad de
contrar fuera del concepto á un predicado B, ex- conocer aparece en su forma inferior: encuentra
traito a ese concepto, pero con el que creemos su ley en la experiencia y no en sí misma. Pero
estar obligados a vincularlo,; del objeto de una la síntesis a priori define una facultad superior de
representación afirmamos algo que no está con- conocer. En efecto, esta facultad no se rige por
tenido en la representación misma. Ahora bien, los objetos que le darían una ley; por el contra-
esa síntesis se presenta en dos formas: a poste- rio, la síntesis a priori atribuye al objeto una pro-
riori, cuando depende de la experiencia. Si digo piedad que no estaba contenida en la represen-
"esta línea recta es blanca", se tata sin duda de tación. Por tanto, es preciso que el objeto esté
la confluencia de dos determinaciones indiferen- sometido a la síntesis de la representación, que
tes: no toda línea recta es blanca, y la que 1o es, se rija por nuestra facuJtad de conocer, y no a la
no 1o es necesariamente. inversa. En consecuencia, cuando la facultad de
Por el contrario, cuando digo "la línea recta es conocer encuentra en sí misma su ley, legisla so-
el camino más corto, o "todo 1o que cambia tie- bre los objetos de conocimiento.
1,6 77
Por este motivo, la determinación de una for- ro problema de la crítica de la razón pura. Si ho
ma superior de la facultad de conocer es al mis- hubiera algo más que interés especulativo, sería
mo tiempo la determinación de un interés de la harto dudoso que la razón se compromet\era ia-
razón: .Conocimiento racional y conocimiento a más en consideraciones sobre las cosas en sí.
priori son cosas idénticas,, o los juicios sintéticos
a priori son los principios de lo que debiera lla-
marse "ciencias teóricas de la razón,6. Un interés Fecurre» SUPERIoR DE DESEAR

de la razón se define mediante aquello por lo


cual la razón se interesa en función del estado La factitad de desear supone una represen-
superior de una faa,itad. La razón experinxenta taciótt que determine la voluntad. Pero, esta vez,
naturalmente un interés especulatiuo; y lo experi- ¿basta con invocar la existencia de las represen-
rnenta. por los objetos que están necesariamente so-
taciones a, priori para que la síntesis de la vo-
ltxetidos a la facultad de conocer en su forma su- luntad y La representación sea también ella a
perior. priori? La verdad es que el problema se plantea
Si ahora nos preguntamos qué objetos .son de otra m fiera. Aun cuando una representación
esos, advertimos de inmediato que sería contra- sea a priori, determina la voluntad por interme-
dictorio responder "las cosas en sí,. ¿Cómo una dio de un placer enlazado al obieto que repre-
cosa tal conlo es en sí podría estar sometida a senta: la síntesis, por tanto, sigue siendo empíri-
nuestra facultad de conocer y regida por ella? En ca o a posteriori; la voluntad sigue determinada
principio, eso sólo es posible para los obietos tal de manera "patológica, y la facultad de desear
conlo aparecen, esto es, para los .fenómenos,. continúa en un estado inferior. Para que ésta ac-
(Así, en la Crítica d.e la razón pura, la síntesis a ceda a su forma superior es menester que la te-
priori es independiente de la experiencia, pero se presentación deje de ser una representación del
aplica únicamente a los objetos de la experien- obieto, incluso a. príori. Es menester que sea la
cia.) Se advierte, pues, que el interés especulati- representación de rna forma pura. .Si, por abs-
vo de la razón recae naturalmente en los fenóme- tracción, se elimina de una ley toda la materia,
nos y sólo en ellos. No se crea que Kant necesita es decir, todo obieto de la voluntad como prin-
largas demostraciones para llegar a este resul- cipio determinante, lo único que queda es la
tado; por el contrario, es un punto de partida de simple forma de una legislación universal,T. La fa-
la crítica, más allá del cual comienza el verdade- cultad de desear es, pues, superior, y la síntesis

o CRPr, Prefacio; CRP, Introducción, '- CRPr, Analítica, teorema 3.


5

19
18
práctica que le corresponde es a priori, cuando superior del placer y del dolor, pues el sentido
la voluntad ya no está determinada por el placer, de esta cuestión supone las otras dos críticas')
sino por la simple forma de la ley. Entonces, la Bastará con que retengamos el principio de una
facultad de desear ya no encuentra su ley fuera tesis esencial de la ctítica en general que dice
de sí misma, en una rnatelira o en un objeto, sino en lo siguiente: hay intereses de la razón que son
sí misma: se dice que es autónoma8. de diferente naturaleza. Estos intereses consti-
En la ley moral, la ruzón determina por sí mis- tuyen un sistema orgánico y ietarqtizado que no
ma la voluntad (sin la intermediación de un sen- es otro que el de los fines del ser racional'
timiento de placer o de dolor). Por tanto, hay un Ocurre que los racionalistas sólo retienen el inte-
interés de la razón correspondiente a la facultad rés especulativo: consideran que los intereses
superior de desear: interés práctico, que no se prácticos se desprenden simplemente de ellos'
confunde ni con un interés empírico, ni con el Pero esta inflación del interés especulativo tiene
interés especulativo. Kant no deja de recordar que dos consecuencias lamentables: la confusión acer-
la razón práctica es profundamente .interesada,. ca de los verdaderos fines de la especulación y,
Por eso presentimos que la cr'ttica de la razón sobre todo, la reducción de la razón a uno solo
práctica se desarrollará paralelamene a la crítica de sus intereses. Con el pretexto de desarrollar el
de la razón pura: se trata ante todo de saber cuál interés especulativo, se mutila la tazón en sus in-
es la naturaleza de ese interés y sobre qué ver- tereses más profundos. De acuerdo con el primer
sa. Es decir: puesto que la factitad de desear en- sentido de la palabra .facultad', La idea de una
cuentra en sí misma su ley, ¿en qué recae esta pluralidad (y de una jerarquía) sistemática de in-
legislación? ¿Cuáles son los seres o los objetos tereses domina el método kantiano. Esta idea es
que se encuentran sometidos a la síntesis prácti- un verdadero principio: el principio de un siste-
ca? No obstante, no se excluye que, a pesar del ma de fines.
paralelismo de las preguntas, la respuesta sea
aquí más compleja que en el caso precedente. Se
nos permitirá pues postergar el examen de esta SrcuNoo sENTIDo DE LA PAI-A'BRA FACULTAD
respuesta. (Más aún: se nos permitirá provisio-
nalmente no examinar la cuestión de una forma En un primer sentido, "facultad' remite a las di-
8 Para 1a Crít¡ca versas relaciones de una representación en gene-
de la razón prácticd remtto a Ia intro-
ducción de NI. Alquié en 1a edición de Presses Llniversitaires ra\. Pero en un segundo sentido, "facultad" desig-
de France y al libro de M. Vialatoux en 1a colección "SLIp- na lfia fuente específica de representaciones' Se
lnitiatjon philosophique-. distinguirá, pues, tantas facultades como especies
20 2t
de representación. Desde el punto de vista deI
conocimiento, el cuadro más simple es el si_ a sr)vez presentaciones: esta vez, presentaciones
guiente: 7." \a intuición (representación singular a. priori. Lo que se presenta no es pues sólo la
que se refiere inmediatamente a un objeto dé ex- diversidad fenoménica empírica en el espacio y
periencia y que tiene su fuente en la sensibi_ en el tiempo, sino la diversidad pura a priori del
lidad); 2." el concepto (representación que se espacio y del tiempo mismos' La intuición pura
refiere a un objeto de experiencia de manera me- (ei espacio y el tiempo) es precisamente lo úni-
diata, por intermedio de otras representaciones, y co que la sensibilidad presenta a priori.
que tiene su fuente en el entendimiento); 3." la En términos precisos no se dirá que la intui-
Idea (concepro que va más allá de la posibilidad ciór a priori es una representación, ni que la
de la experiencia y que tiene su fuente en la sensibilidad es una fuente de representaciones' Lo
razón)e. que importa efi la representación es el ptefiio: re-
Sin embargo, la noción de representación, tal presentación implica una recuperación activa de
como la hemos empleado hasta ahora, sigue sien_ io q.r. está presente y, por tanto, una actividad
do vaga. De una maneta más precisa, hemos de y u;fla unidad que se distinguen de la pasivi-
distinguir entre la representación y lo que se pre_ dad y de la diversidad propias de la sensibilidad
senta. Lo que se presenta a nosotros es ante todo como tal. Desde este punto de vista, ya no tene-
el objeto tal como aparece. Entonces, la palabra mos necesidad de definir el conocimiento como
"objeto, sobra. Lo que se nos presenta o io qr. síntesis de representaciones. Lo que se define
aparece en la intuición es ante todo el fenóme_ como conocimiento, esto es, como síntesis de lo
no en tanto diversidad sensible empírica (a pos_ que se presenta., es la representación misma'
teriori). Se ve que, en Kant, el fenómeno no es Tenemos que distinguir, por un lado, la sensi-
apariencia, sino apariciónlo. El fenómeno aparece bilidad intuitiva como factitad de recepción, y
en el espacio y en el tiempo: el espacio y el por otro lado, las facultades activas como fuentes
tiempo son para nosotros las formas dé toda apa_ áe verdaderas representaciones. Considerada en
rición posible, las formas puras de nuestra intui_ su actividad, la síntesis remite a la imaginación;
ción o de nuestra sensibilidad. En tanto tales, son en su unidad, al entendimiento; y en su totalidad,
a la razón Tenemos, por tanto, tres facultades
"^CRP. Di.llecrica. Las ideas en gencrtl,. activas que intervienen en la síntesis, pero que
'u CRP. Estéticr, s g (,,No digo q"ue los cuerpos sólo pa_ ,o., tr-bién fuentes de representaciones específi-
rezcan existir fuera de mí... I,fe equivocaría si no viera más cas cuando se consideta ufla de ellas en relación
que mera apctríencíd en lo que debiera considerar como utl
fenómeno,).
con otra: la imaginación, el entendimiento, la ra-
zón. Nuestra constitución es tal que poseemos
22
23
una facultad receptiva y tres facultades activas. rea legisladora. En otros términos, nada nos g¿i-
(Podemos suponer otros seres constituidos cie rantize que la razón se encargue por sí misma c1e
otra
manera; por ejemplo, un ser divino cuvo enten_ reahzar su propio interés.
dimiento fuera intuitivo y produjera io clistinto. Tomemos por ejemplo la crítica de la razón
Pero entonces, todas sus facultades se reunirían pura. Esta crítica comienza por descubrir Ia fa-
en Llna unidad eminente. La idea de semejante cultad superior de conocer, esto es, el interés es-
Ser corno límite puede inspirar nuestra razón. peculativo de la razón. Ese interés recae en 1os
Pero no expresa nuestra razón ni su situación en fenómenos. En efecto, puesto que no son cosas
relación con nuestras otras facultades.) en sí, los fenómenos pueden estar soiltetidos a la
facultad de conocer; y deben estarlo para que sea
posible el conocimiento. Pero, por otra pafie, pre-
Rpreclóx ENTRE Los Dos sENTIDos DE LA pALABRA guntamos cuál es la facultad, como fuente de
FACT]LTAD representaciones, que asegura esta sumisión y
reaLiza este interés. Cuál es la facult¿rd (en el se-
Pensemos en una facultad en el primer senti_ gundo sentido) que legisla en la factltad de co-
do: en su forma superior es autónóma ), legis_ nocer? La respuesta famosa de Kant es que 1o
lativa; legísla sobre los objetos que ie son solrre_ úrnico que legisla en la facultad de conocer o en
tidos; a ella corresponde un interés de la razón. el interés especulativo de la razón es el entendi-
De esta suerte, la primera pregunia de la crítlca miento. Por tanto, no es la raz(¡n la que se ocu-
en general era ésta: ¿cuáles son esas formas su_ pa cle su propio interés: .La razón pura abzrndo-
periores, cuáles esos intereses y sobre qué re_ na todo a1 entendimiento...,li.
caen? Pero ahora se presenta un segundo inte_ Debemos prever que la respuesta no sea exac-
rrogante: ¿cómo se realiza un interés de la razón? tamente la misma en todas las críticas: así, pues,
Es decir: ¿qué es 1o que asegura la sumisión de en la facultad superior de desear, es decir. en el
los objetos? ¿Cónto se someten? ¿eué es 1o que le_ interés práctico de la razón es esta mism¿l la que
gisla verdaderamente en la factiltad considerada: legisla, sin dejar a nadie más la tarea de realizar
la imaginación, el entendimiento o la razón? Se su propio interés.
advierte que si una facultad se define en el pri_ La segunda cuestión de la crítica en general im-
mer sentido de Ia palabra, de tal manera qr. l. plica otro aspecto. Una facultad legisladora, en
corresponda un interés de la nzón. hemos de tanto fuente de representaciones, no eliminzr por
buscar aún una facultad, en el segundo senticlo,
captz de realizar ese interés o de asegu rar la ta_ '\RP, Dialéctica, .Las ideas trascenclentales,.

24 25
completo el empleo de otras facultades. Cuando
el entendimiento legisla en interés del conocer, el
papel que en ello desempeñan la imaginación y
la razón no es menos original, aunque conforme
a las tareas que el entendimiento determina.
Cuando la razón legisla en interés práctico, es a
su vez el entendimiento el que desempeña un
papel original, aunque en la perspectiva determi-
nada por la razón... etcétera. Según cada crítica, C¡PÍruro PRIMERo

el entendimiento, la razón y la imagtnación esta- Relación de las facultades


blecerán diversas relaciones, que una de esas fa- en la critica de la ruzót Pura
cultades presidirá. Por tanto, hay en la relación
entre facultades vaiaciones sistemáticas según
que tengamos en cuenta tal o cual interés de Ia
Lo ,,e pnronr, Y Lo TRASCENDENTAT
razón. En resumen: a una facultad determinada
en el primer sentido de la palabra (facultad de
conocer, facultad de desear, sentimiento de pla- Los criterios de 1o a priori son la necesidad y
cer o de dolor), debe corresponder, en el segun- la universalidad. Lo a priori se define como in-
do sentido de la palabra, una relación determi- dependiente de la experiencia precisamente por-
nada entre facultades (imaginación, entendimiento, que la experiencia nunca nos 'da' nada que sea
razón). Es así como la doctrina de las facultades universal y necesario. Las palabras 'todos', .siem-
forma una verdadera red, que constituye a su vez pre,, .necesariamente, o incluso "mañafua", no re-
el método trascendental. miten a nada de la experiencia: no derivan de la
experiencia, aun cuando se apliquen a ella. Ahora
bien, cuando conocemos, empleamos estas pala-
bras; y es que decimos más que lo que nos es
dado, excedemos los datos de la experiencia.
A menudo se ha hablado de la influencia de Hume
en Kant. En efecto, Hume fue el primero en de-
finir el conocimiento mediante ese tipo de exce-
so. No conozco cuando compruebo que 'he
visto salir el sol mil veces', sino cuando iuz-
goi "mañana saldrá el sol,, "siempre que el agua
26
27
está a 100", entra necesaríantente en ebullición,... principios, si no colmata efl cierto modo nuestros
Kant pregunta ante todo: ¿cuál es el hecho del excesos, muy pronto perderíamos la ocasión de
conocimiento (quid facti)? El hecho de1 conoci- ejercer esos principios. Por tanto, es preciso que
miento es qLre tenemos representaciones a priori el dato de la experiencia se someta a principios
(gracias a las cuales 1'uzgamos). Pueden ser sim- del mismo tipo que los principios subjetivos que
ples .presentaciones,, esto es, el espacio y e1 rigen nuestro discurrir. Si el sol saliera o no sa-
tiempo, formas ct priori de la intuición, eilas mis- liera, indiferentemente; -si el cinabrio fuese ora
mas intuiciones a priori que se distinguen de las tojo, ora negro, ora ligero, ora pesado; si un
presentaciones empíricas o de los contenidos a hombre se transformara ya en un animal, ya en
posteriori (por ejemplo, el color rojo). Pueden ser otro; si durante un largo día la tierra estuvteta tan
-representaciones, en sentido estricto, esto es, la pronto cubierta de frutos como de hielo y nieve,
sustancia, la causa, etcétera, conceptos a priorí mi imaginación empírica no tendúa ocasión de re-
que se distinguen de 1os conceptos empíricos cibir en el pensamiento el cinabrio pesado junto
(por ejemplo, el concepto de león). La pregunta con la representación del color rojo...'; "nuestra ima-
¿quid factil es el objeto de la metafísica. Que el ginación empírica no podría hacer nunca nada ade-
espacio y el tiempo sean presentaciones o intui- cuado a su potencía y, en consecuencia, permane-
ciones a priori es el objeto de 1o que Kant ilama ceúa oculta en el fondo del espíritu como una
.exposición metafísica, del espacio y del tiempo. facultad muerta e ignota para nosotros mismos'l.
Que el entendimiento disponga de conceptos a Se advierte en qué punto se produce la ruptu-
priori (categorías) que se deducen de las formas ra de Kant con Hume. Hume se había percatado
del juicio es el objeto de 1o que Kant ilama "de- de que el conocimiento implicaba principios sub-
ducción metafísica, de los conceptos. jetivos mediante los cuales sobrepasamos 1o dado.
Sobrepasamos o excedemos lo que nos es Pero a é1 le parecía que esos principios eran sim-
dado en Ia experiencia gracias a principios que plemente de naturaleza bumana, principios psi-
nos son propios, a principios necesariamente sub- cológicos de asociación relativos a nuestras re-
jetiuos. Lo daclo no puede fundar la operación presentaciones. Kant transforma el problema: lo
por la cual sobrepasamos 1o dado. Sin embargo, que se nos presenta de tal manera que forma una
no basta con que tengamos principios; también naturaleza debe obedecer necesariamente a prin-
es preciso que tengamos ocasión de ejercerlos. cipios del mismo tipo (más aítn, a los mismos
Digo "mañana saldrá el sol,, pero el mañana no
se convefiirá en presente si el sol no sale efecti- I CW, Artalítica, 1." ed., "La síntesis de la reproducción en
vamente. Si la experiencia no confirmara nuestros la imaginación,.
28 )o
principios) que los que rigen el curso de nues- Le nevoruclóN coPenxlcaNe
tras representaciones. Los mismos principios han
de explicar nuestro discurrir subjetivo y el hecho En el racionalismo dogmático, la teoría del co-
de que lo dado se someta a ese discurrir. Esto nocimiento se fundaba en la idea de una corres-
equivale a decir que la subjetividad de los prin- pond.encia entre el suieto y el objeto, de una con-
cipios no es una subjetividad empírica o psicoló- cord,ancia entre el orden de las ideas y el orden
gica, sino una subjetividad -trascendental,,. de las cosas. Esta concordancia tenía dos aspec-
Por esta razófi, tras la pregunta de hecho se tos: implicaba una finalidad en sí misma; y exi-
plantea otro interrogante superior, de derechó: gía un principio teológico como fuente y garantía
áe esta armofiía, de esta finalidad. Pero es curio-
¿quid jurk? No basta con comprobar que, en rea-
lidad, tenemos representaciones a. priori. Es pre- so advertir que, aunque en otra perspectiva, el
ciso aún que expliquemos por qué y cómo estas empirismo de Hume presentaba un desenlace se-
representaciones, que no derivan de la experien- *.ptt", para explicar que los principios de |a na-
cia, se aplican necesariamente a ella. ¿Por qué y ttraleza estuviesen de acuerdo con los de la
cómo el dato que se presenta en la experiencia nattraleza humana, Hume se vio obligado a in-
está necesariamente sometido a los mismos prin- vocaÍ explícitamente una atmonía preestablecida'
cipios que rigen a priori nuestras representacio- La idea fundamental de lo que Kant llama su
nes (sometidos, en consecuencia, a nuestras re- .revolución copernicana' consiste en sustituir la
presentaciones a. priori)? Ésta es la pregunta de idea de una armonía e¡tre el sujeto y el objeto
(concordan cia final) por el principio de una su-
derecho. A priori designa las representaciones que
no derivan de \a apariencia. Trascendental desig- misión necesaria del objeto al sujeto. El descu-
na el principio en virtud del cual la experiencia brimiento esencial estriba en que la facultad de
se somete necesariamente a nuestra representa- conocer es legisladora, o, más precisamente' que
ción a priori. Por esta razón, tras la exposición la fact¡ltad de conocer tiene algo de legisladora'
(De la misma manera, tiene algo de legisladota la
metafísica del espacio y del tiempo viene una ex-
posición trascendental. Y tras la deducción meta- facultad de desear.) De esta suerte, el ser tacio-
física de las categorías, una deducción trascen- nal se descubre nuevas potencias. Lo primero que
dental. "Trascendental" cal{ica el principio de una nos enseña la revolución copernicana es que no-
sumisión necesaria de los datos de la experiencia sotros somos los que mandamos. He ahí una in-
a nuestras representaciones a priori y, correlati- versión de la concepción arrJ:igúa de la Sabiduría:
vamente, de una aplicación necesaria de las re- el sabio se" definía en cierta m nera por sus pro-
presentaciones a priori a la experiencia. pias sumisiones o, en otros términos, por su con-
37
30
r-

cordancia .final, con la natttraleza. Cuando un fi- 1a aprehensión, mediante 1a cual ponemos lo di-
lósofo, en apariencia muy extraño a1 kantismo, verso como si ocupara ttn cierto espacio y un
anuncia la sustitución de parere por iubere. debe cierto tiempo, por el cuai 'producimos' partes en
a Kant más de Io que é1 mismo cree. e1 espacio y en el tiempo; y Ia reproducción, me-
Parecería que el probiema de 1a sumisión del diante la cual reproclucimos las partes anteriores
objeto podría resolverse fácilmente desde el pun- a medida que accedemos a las siguientes. Así de-
to de vista de un idealismo subjetivo. Pero no finicla, 1a síntesis no sólo se efectúa en ia diver-
hay solución más alejada del kantismo que ésta. sidacl tal como aparece en el espacio y en el
El realismo empírico es una constante de 1a filo- tiempo, sino también en la diversidad del espa-
sofía crítica. Los fenómenos no son apariencias, cio y el tiempo mismos. En efecto, sin esta últi-
pero tampoco son productos de nuestra actividad. ma cliversidad sería imposible 'representar' el es-
Nos af-ectan en la medida en que somos sujetos pacio y e1 tiempo.
pasivos y receptivos. Pueden sometérsenos, pre- Kant define siempre esta síntesis, ya en su ca-
cisamente, porque no son cosas en sí. Pero lidad de aprehensión, ya de reproducción, como
¿cómo, si no los producimos nosotros? ¿Cómo un acto de imaginación'. Pero la cuestión es ésta:
sujeto pasivo puede tener por otra parte una fa- ¿es clel todo exacto decir, como hemos hecho
cultad activa, de manera que las afecciones que precedentemente, que basta la síntesis para cons-
experimenta queden necesariamente sometidas a tituir e1 conocimiento? En verdad, e1 conocimien-
esa facultad? En Kant, el problema de la relación to implica dos cosas que desbordan la síntesis
del sujeto y el objeto tiende pues a interiorizar- misma. Por un lado. implica la conciencia, o más
se: se convierle en e1 problema de una relación precisamente la pertenencia de las representacio-
entre facultades subjetivas que difieren en natu- nes a una misma conciencia en la que deben es-
raleza (sensibilidad receptiva y entendimiento ac- tar conexas; pero la síntesis de la imaginación,
rivo). considerada en sí misma, no es en absoluto con-
ciencia de sí3. Por otro l¿rdo, el conocimiento im-
piica una relación necesaria con un objeto. Lr'r
L¡ sÍNrssrs y EL ENTENDIMIENTo LEGISLADoR
2 CRP. Analítíca, pdssim (cfr. 1.^ ed,, 'La relación clel en-
Representación quiere decir síntesis de lo que tenclimiento con loi obietos en general': 'Hay una facultad
activa que reairiz,a \a síntesis de los elementos diversos: la
se presenta. La síntesis consiste en representar una
clenominamos imaginación, y a ia acción que ejerce inme-
diversidad, es decir, en ponerla encerrada en dietamente en las percepciones la llamo aprehensión')'
una representación. La síntesis tiene dos aspectos: " CRP, Anrlítite. § 10.

32 )1
que constituye el conocimiento no es simple- ticular,4. Todo empleo clel entendimiento, en efec-
mente el acto por el cual se hace 1a síntesis de 1o to, se desarroila a partir del yo pienso; más aún,
diverso, sino el acto por e1 cual se relaciona 1a unidacl de1 yo pienso "es el entenclimiento mis-
Io diverso representado con un objeto (reconoci- mo,i. El entenclimiento dispone de concept"os a
miento; esto es una mesa, esto es Llfla manzzfla' priori a los que se llama categorías; si se pre-
esto es tal o cual objeto...). gunta cómo se definen las categorías, se advierte
Estas dos determinaciones del conocimiento es- qu" tot a la vez represeTttacic'¡nes de la unidad
tán profundamente relacionadas entre sí. Las re- áe la conciencia ,v, cotno tales , predicados del ob-
presentaciones son mías en la medida en que es- jeto cualquiera. Por ejemplo, no toclo objeto es
tán unidas en la unidad de una conciencia, de tal rojo, y el que 1o es, no 1o es necesariamente;
manera que las acompañe el "yo pienso'' Pero las pero no hay un objeto que no sea necesaria-
representaciones no se unen de esta suerte en mente sustancia, causa y efecto c1e cltra cosa y
una conciencia si 1o diverso que las mismas sin- qlie no esté en relación recíproca con otra cosa'
tetizan no se relaciona a su \rez con un objeto La categoría. por tanto, cla a la síntesis de 1a ima-
cualquiera. No cabe duda de que sólo conocemos ginación una unidacl sin la cual, en términos ri-
objetos cualificados (cualificados colllo ral o cual gurosos. no nos proprocionaría ningún conoci-
por una diversidad). Pero nunca 1o diverso se re- miento. En resumen podemos decir que 1o que
lacionaría con un obieto si no dispusiéramos de vuelr.e al entendimiento no es 1a síntesis misma,
la objetividad como una forma en general ('obje- sino la uniciacl cle la síntesis y las expresiones de
to cualquiera,, .objeto = x'). ¿De c1ónde proviene esa unidad.
esa forma? El obieto cualquiera es el correlato del La tesis kantiana es la siguiente: los fenómenos
yo pienso o de la unidad de la conciencia, es 1a están necesariamente sometidos a las cateS¡orías,
expresión del Cogito, su objetivación formal' Por a tal punto que a través de las categorías somos
eso, la verdadera fórmula (sintética) del Cogito es 1os verdacleros legisladores de la natutaleza. Pero
ésta: me pienso y, al pensarme, pienso el objeto la cuestitin es ante todo ésta: ¿por qué es preci-
cualquiera con el que pongo en reiación una di- samente ei entendimento (y no la imaginación)
versidad representada. quien legisla? ¿Por qué es é1 quien legisla en la
La forma del objeto no remite a la imaginación, facultad de conocer? Para hallar respuesta a esta
sino al entendimiento: .Sostengo que el concepto pregunta lal vez baste con comentar sus términos'
de un objeto en general, que no sabría encontrar
en la conciencia más clara de la intuición, perte-
'-' Carta a Y\erz. 26 de maYo de 1789.
nece al entendimiento como a una facr-rltad par- c?P, Analítica, § 16.

34 35
Es evidente que no podríamos preguntar: ¿por síntesis cle esos obietos en la imaginación'-. Los
qué los fenómenos se someten al espacio y al. fenómenos no se someten a la síntesis de la ima-
tiempo? Los fenómenos son 1o que aparece' y ginación, sino que a trar'és de esta síntesis se so-
,pu."a". es ser inmediatamente en el espacio meten al entendimiento legislador' A diferencia'
y en el tiempo. 'Como únicamente por medio de del espacio 1' el tiempo, Ias categorías, en tantc)
esas formas puras de ia sensibilidad puede una conceptos del entendimiento, son obleto de una
cosa aparecéisenos, es decir, convertirse en obje- cleducción trascend,ental, que pone y resuelve el
to cle lntuición empírica. ei espacio y el tiempo problema particular de ia sumisión de los fenó-
son intuiciones puras que contienefl a priori la menos.
conclición ae poilUitictad de los objetos como fe- He aquí, a grandes rasflos, cómo se resuelve
nómenos,6. Por esta razón, el espacio Y el tiem- este problema: 1) todos los fenómenos están en
po constituyen el objeto de una "exposición', no e1 espacio y en el tiempo; 2) la síntesrs a priori
á" .rr-t, deducción; y su exposición trascendental' cle la imaginación se efectúa a pric)ri en ei es-
en comparación con ia exposición metafísica, no pacio y en el tiempo; 3) los fen(lmenos. por tan-
supone dificultad particular' Por tanto, no se pue- to, están necesariamente sometidos a la unidaci
de declr que los fenómenos se "sometan' al es- de lo trascendentai de esta síntesis y a las cate-
pacio y al tiempo: no sólo porque la sensibilidad gorías que la representan ót prior¡. Precisamente
L, purirru, sino sobre todo porque es inmedtata y en este sentido ei entendimiento es legislador: ncr
porque la idea de sumisión implica, por el con- cabe duda de que no nos dice cuáies son las le-
trarió, la inten'ención de un mediado4 es decir yes a las que obedecen tales o cuales fenómenos
de una síntesis que relacione 1os fenómenos con desde el punto de vista de su materia, pero cons-
una facultacl capaz de ser legisladora' tituye las ieyes a ias que se someten todos los fe-
Entonces, la imaginación no es una facr-rltad le- nómenos desde el punto de vista de su forrna,
gisladora. La imaginación encarna precisamente la cle tal manera que "forman, una naturaleza sen-
áediación, opera la síntesis que relaciona los f'e- sible en general.
nómenos co.t e1 entendimiento como la útnica fa-
cultad qr-re legislá en interés clel conocer' Por eso P..\pnt. on Lq ttvt,{cIN¡ctÓ\
clice Kant: "La razón pura abandona todo a1 en-
tenclimiento, e1 cual se aplica de modo inmedia- Cabe preguntarse ahora qué hace el entendi-
to a los objetos de la intuición o más bien a la miento legislador con sus conceptos o si'ts uni-

Ü CRP, ' CRP, Dialéctica, "Las ideas trascendentales'.


Analíticr. § IJ.
)/
,o
valerse de este texto para pensar que e1 esque-
clacles de síntesis ../ttzga: "81 entendimiento no matismo sea el acto más profundo de la imagi-
que
puede hacer otra cosa con estos conceptos nación ni su arte más espontáneo' El esquerna-
utiiizarlos como medio para luzgar'8' Y también: tismo es un acto original de la imaginación:
¿qr-ré hace la imagrnación
con sus síntesis'l De
únicamente ella esquematiza. Peto sóIo esquema-
,.r..¿o con ia célebre respuesta de Kant' la ima- tiza cuando el entendimiento preside o tiene el
ginaclón esqttematiza' Por tanto, la síntesis -v
e1
poder legislaclor. Sólo esquen:r fiza en beneficicl
esquema no se confundirán en la imaginación' áel interés especr-rlativo. Cuando el entendimien-
E1 esqr-rema supone la síntesis' La síntesi's
es 1a
to se encarga del interés especulativo, esto es,
cleterÁinación de un cieÍo espacio y de un
ciefio
1a diversi- cuando resulta cleterminan q entonces y sólo en-
tiempo, mecliante 1a cual se relaciona
tonces la imaginación esta determinad, a esque-
dad'con el obieto en general y en conformidad maftzar. Más adelante examinaremos las conse-
con las categorías. Pero el esquema' en todo
mo-
es- cuencias de esta situación.
mento y enloclo lugar' es una determinación
paciotemporal correspondiente a la -categoría; no
consiste en una imagen, sino en relaciones
espa' P.rpcr on Lq RAzÓN

ciotemporales que encarnan o realizan relacíones


de El entenclimiento juzga, pero Ia razón razonl'
conceptuales Plropiamente dichas' E1 esquema Ahora bien. de acuerdo con 1a doctrina de Aristó-
la imáginaclón ei la conclición baio la cual el en-
teles. Kant concibe el razonamiento de manera si-
con-
tenclimiento legislador realiza iuicios con sus logística: daclo un concepto de1 entendimiento, 1a
ceptos, iuicios que sen'irán cle principios a todo
razón busca un término medio. es decir, otto con-
.o.r.r.iái"rrto de 1o ciiverso' No responde a la cepto que, tomaclo en toda su extensión, condi-
pregunta ¿cómo se someten los fenómenos al en- cione la atribución clel primer concepto a un
i".ráirri"rto?, sino a esta otra: ¿cómo se aplica el en- objeto (-así, hombre condiciona ia atribución de
tenclimientcl a los fenómenos que a é1 se someten? .mofial, a Cayo). Desde este punto de vista, la ra-
El que las relaciones espaciotemporales puedan zón ejerce su genio propio en relación con los
adecuarse a las relaciones conceptuales
(a pesar
dice Kant' un conceptos del entendimiento: "La rtzón accede a
c1e la cliferencia de naturaleza), es' un conocimiento por medio de actos del enten-
mirt"rio profunclo y un afie ocr¡lto' Pero no cabe
dimiento que constituyen una serie de condicio-
nes,e. Pero iustamente 1a existencia de conceptos
-7Cu. onalítica. 'Uso lógico dcl entenclimiento en !'ene-
r.1,. ir', el capítulo III se éxaminará si el -iuicio
implrica ct e CRP, Dialéctica, .Las icieas trascenclentales''
constitrrye r,rni facultad particular'
39
3B
entenclimiento (categorías) plantea
un
d priori c1el reuniría en Lln todo el coniunto de sus proplresos
se aplican a
oánt"ru particular' Las categorías posibie; para
en relación con un objeto. Por eso la razÓn, en
il;; Ios áhietos cle la experiencia-fundamente la
el momento mismo en que abandona al entendi-
encontrar un término In"álo que miento el poder legislzidor en interés del cono-
atribucióndelconceprcaprioriatodoslosobje- cimiento, también consen-a de él un papel, o más
tos, la raz('¡n no puede ya dirigirse a
otro con-
bien recibe de uuelta, del propio entendimiento,
que. debe cons-
cepto (ni siquiera a priori)' sino una función original: la de constituir hogares idea-
la posibilidad de la
f.ituir lrl.ea.s que exiedan Ies fuera de la experiencia, hacia los crtales con-
Así es como Ia razón' en sLl propio
verjan los conceptos de1 entendimiento (máximo
"*f".l"rt.ln.
*ér¿, especulativo, se ve en cierto modo indu-
cle unidad); formar horizontes superiores qlle re-
Estas repre-
cicla a foimar Ideas trascendentales' flejen y abarquen los conceptos clel entendimien-
bajo las
,"r,rrr-, Ia tototlitiacl tle las concJiciones to (máximo de extensión)lz. "La razón pura aban-
cuales se atribuye una categoría de
relación a los
por dona todo al entendimiento. que se aplica de
objetos de 1zi experiencia posible; representan
manera inmediata a los objetos de la intuición ir
;;;;; algo incctidicictnal\i) Esto es' el suieto ab-
más bien a la síntesis de esos objetos en la ima-
de
soluto (Alma) en 1o referente a 1a categoría ginación. Tan sólc,t se resert)a 1a totalidad absoluta
(Mundo) en 1o refe-
sustancia, 1a serie completa en el empleo de los conceptos del entendimien-
rente a la categoría de causaiidad
y e] todo de 1a to y trata de 11evar hasta el absoluto incondicio-
en io ref'e-
realiclacl (Dios como ens realissimum) nal la unidad sintética concebida en 1a cate-
rente 21 la comunidad' goría"l3.
También se advierle aquí que la razÓn
desempe-
También objetiuamenfe tiene la razón un papel.
ella es capez de desem-
ña un papel que só1o Pues el entendimiento sólo puede legislar acerca
a hacerlo ' ^La razón'
;o;;; i"- "tü determinacla cosa que el en- de los fenómenos desde el punto de vista de la
,igoi, no tiene por objeto otra forma. Ahora bien. supongamos que los fenóme-
",
tenclimiento y su'ápfo' conforme
'iu'frlntiua*ettíe,
a su fin']1'
nos estuvieran formalmente sometidos a la uni-
las lcllas c1e la tazÓn se refieren
dad de 1a síntesis, pero que, desde el punto c1e
a los conceptos del entendimiento para conferir- vista de su materia, presentaran una diversidad ra-
lesalavezelmáximodetrnidadydeextensrón no dical: entonces e1 entendimiento no tendría oca-
sistemáti.cas. Sin la tazón, el entendimiento sión de ejercer su pocier (esta vez, 1a ocasión ma-

'u cRP, ibíd. las ideas'


tt cnlr. ¡a¡a.
regulador c1e
'1 CRP. Dialéctica, Apénclice, 'Uso t3 CRP, Dialéctica, "Las ideas trascendentales,.

40 11.
.problenráticc'¡,. Indeterminacla en su ol>ieto, cle-
terial). "No habría tampoco concepto de
género'
terminable por analogía con los objetos c1e la ex-
en-
o concepto en general, ni, en consecuencia'
que
periencia y portadora del Ideal de una determi'
tendimiento,'a. Por tanto, no sólo es preciso
nación infinita en lo referente a los conceptos
desde
los fenÓmenos se sometan a las categorías del entendimineto: éstos son los tres aspectos de
que'
el punto de vista de la forma, sino además 1a Idea. La razón no se contenta pues con razo-
¿es¿e el punto de vista de la materia'
se corres-
nar en relación con los conceptos dei entencli-
\a o las simboli-
;;;r" g., .t,, 1r, Icleas de tazón
una armonía'
miento, sino que "simboliza, en relación con la
i"n. este nivel se reintroduce materia de 1os fenómenos15.
una finalicl ac!. Pero se ve que, aquí, 1a armonía
entre la materia de los fenómenos y las
Ideas de
yi ,n An es simplemente postulada' En efecto' no Pnogterrt DE I-A RELACTóx ¡x'tnn LAS FACULTADES:
se puecle clecir que la tizón iegisle acerca
de la
ttna uni- EL SENTIDo coltús
maieria cle los fenómenos Debe suponer
plantear
áad sistemática cle la naturaleza' debe Así, pues, las tres facultades activas (imagina-
esta unidad como probiema o como 1ímite
y re-
ción, entendimiento, razón) establecen Llna cierta
gir todas sus acciones por la idea de este límite relación entre ellas, lo que es función de1 interés
Éasta el infinito. La razón, por tanto,
es la facul-
especulativo. El entendimiento es e1 qr:e legisla y
iná q"" clice: toclo sucede como ' No afirma
si
iuzga; pero por debajo clel entendimiento, la ima-
..r uÉrot.,ro que la totalidad <le la unidad desólo las
ginación sintetiza y ésquematiza y la razón razo-
concliciones ie clen en el objeto, sino tan na y simbohza, a fin de que el conocimiento ten-
que 1os obietos nos permiten tender. a esta uni- ga el máximo de unidad sistemática. Ahora bien,
áad sistemática como al grado más alto de
nues-
en su materia' todo acuerdo de las facultades entre sí define 1o
tro conocimiento. De esta manera' que se puede llamar sentido común.
los fenómenos se corresponden con las Ideas' Y
pero' "Sentido común, es una expresión peligrosa,
las ideas con ia materia de los fenómenos; demasiado marcada por el empirismo. No hace
en lugar c1e sumisión necesaria y determinada' f'alta ciefinirlo como un .sentido particular, (una
una
nos hállamos aquí ante una correspondencia'
concordancia incletermtnada' La ldea no es una
ficción, dice Kant; tiene un valor objetivo'
posee li La teoría clel simbolismo no aparecerá hasta Ia Crítica
un objeto; pero este objeto es 'indeterminado'' clel.iuicir:. Pero .la analogía,, tal como se la describe en
"Apéndice a la Dialéctica, de la Crítica cJe la razón pLtra, es
el primer esbozo de dicha teoría.
tt ,*. Dialéctica, Apénclice, 'Uso regulador de
1as ideas''
43
l)
1L
Por el contrario' designa un rencia d.enaturaleza entre nuestras facultades.
facultacl particular).
Esta diferencia de fiaturaleza no aparece sólo en-
acuer<lo priori de 1as facultades, o más
'ót preci-
tre la facultad de conocer, la facultad de desear
samente ei 'resultado' de tal acuerdol6' Desde
y el sentimiento de placer y de dolor, sino tam-
este punto cle vista, el sentido común no apare-
bién entre las facultades como fuentes de repre-
." .orro un dato psicológico, si no como laElcon- co- sentaciones. La sensibilidad y el entendimiento di-
dición subjetiva dá tocta "comunicabilidad''
sin el cual fieren en su naturaleza: una es facultad de la
nocimientó implica un senticlo común,
intuición, mientras que el otro es facultad de los
no sería comunicable y no podúa aspirar a la conceptos. También aquí se opone Kant a la vez
universalidad. En esta acepción, Kant nunca
re-
al dogmantismo y al empirismo que, cada uno a
nunciará al principio subjetivo de un sentido
co-
buena naturale- su manera, afkman una simple diferencia de gra'
-¡rr, ", decir, a ia idea de
de una
una naturaleza sar,a y do (ya sea de claridad, a partit del entendimien-
ze cle las facultacles,
y to, ya sea de vivacidad, a partir de la sensibili-
recta que 1es permita concordar unas con otras
dad). Pero entonces, para explicar cómo la
prod.,ái. proporciones armoniosas'I'a filosofía sensibilidad pasiva concuerda con el entendi-
más e1evacla, en lo referente a los fines esencia-
ilevar más miento activo, Kant invoca la síntesis y el esque-
1es c1e la nat'¡taleza humana, no puede
acordado en el matismo de la imaginación que se aplica a prio'
lejos que la ciirección que se ha
ri a las formas de la sensibilidad en conformidad
sántldá común.' Desde el punto de vista especu-
con los conceptos. Pero eso sólo desplaza el pto-
lativo, incluso la razón goza de una buena natura-
facui- blema. En efecto, también la imaginación y el en-
leza que le permite concordar con las otras
por 1a natttaleza tendimiento difieren en naturaleza, y la concor-
tades'- 1as Ideas 'nos son cladas
este tribu- dancia entre estas dos facultades activas no es
c1e nuestra razón y es imposible que
menos "misteriosa,. (Lo mismo ocuffe con la con-
nal supremo de todos los derechos y de todas
las
por cordancia entre entendimiento y razón.)
pr"t"rtiion"s de nuestra especulación encierre AI parecer, Kant choca con una temible difi-
sí solo las ilusiones y 1os prestigios originales'i7'
cultad. Hemos visto que negaba la idea de una
Busquemos ante todo las implicaci'ones de esta
armonía preestablecida entre el sujeto y el obje-
teoría áel sentido común, aun cuando dé lugar
a
más to, que é1 sustituía por el principio de una sumi-
un problema compieio. Una de las cuestiones
sión necesaria del obieto al suieto. Pero, ¿no rein-
orijlnales <lel kantismo es la idea de uoa dife- troduce 1a idea de atmonia, aunque traspuesta en
el nivel de las facultades del sujeto, diferentes en-
'u cl s 40. tre sí por naturaleza? Esta trasposición, sin duda,
'- ¿RP. Dialéctica, Apénrlice, "El fin final de la dialéctica''
45
44
es orlginai. Pero no basta con invocar una
con- Aquí la concordancia de las facultades está de-
corclaicia armoniosa de las f-acultades' ni rrn sen- terminada por el entendimiento, o, 1o que viene
ticio común como resultado de esa concordancial a ser 1o mismo, se realiza ba.fo conceptos deter-
la crítica en general exige un principio qr-re iusti- minados del entendimiento. Debemos prever que,
fiq"" fu .or-t..rdrr-t.ia, así como r-rna génesis del descle ei punto cie vista de otro interés de la ra-
,er-rticlo común. (Este problema de una
armonía zón, las facuitades entren en otra relación, bajo
de 1as facultacles es tan importante que Kant tiende la cleterminación de otra facultad, a fin de formar
a reinterpretar la historia de 1a filosofía según su otro sentido común: por eiernplo. presididas por
perspectiva: 'Estoy persuadido de que con
su ar- la razón, un sentido común moral. Por eso Kant
ilá"í, preestabie.id', qtt" extendía a todo' <1ice que 1a concordancia entre las facultades es
Leibniz no pensaba en la armonía de dos seres capaz cle múltiples proporciones (segúrn la facul-
áistirrtos, entre el ser sensible y el ser inteligible' tacl que cletermine la relación)'". Pero cada vez
sino en la armonía de clos facultades de uno que acioptamos el punto de vista de una relación
solo
y el mismo ser, en el cual sensibilidad y enten- o de una concordancia ya determinada, ya espe-
climiento concuerdan para un conocimiento
de cífica, es f'atal que el sentido común r,os parezca
experiencla''8. Pero está reinterpretación
es ambi- una suerte de hecho a priori más allá del cual no
g,-ru' prr"." inclicar que Kant invoca un principio podemos remontarnos.
,rpr"-o finalista v teológico ,- cle la mismajuzgar
ma- Esto equivale a decir que las dos primeras crí-
nera qüe sus preclecesores 'Si queremos ticas no pueclen resolver e1 poblema originario de
el origen de esas facultades, pese a que se trate 1a relación entre las facultades, sino únicamente
de una investigación qLle excede por completo indicarlo, y remitirnos a ese problema como a
los límites de la tazón humana, no podemos in- una tarea última. En efecto, toda concordancia de-
dicar otro fundamento que nuestro divino
crea- terminada supone que las facultades, más pro-
dor,1e.) fundamente, sean capaces de una concordancia li-
Sin embargo, consideremos más de cerca el bre e indetermin ada21 . Só1o en el nivel de esta
sentido .o-ú. baio su forma especulativa Gen- concordancia libre e indeterminada (sensus co-
sus communis logicus)' Expresa ia armonía
de las munis aestbeticus) se podrá plantear el problema
facultades en el interés especulativo de
la razÓn' de un funclamento del acuerdo o de una génesis
es decir, bajo la presidencia del entendimiento' del sentido común. He aquí por qué no tenemos

18 Carta a ]Herz'' 26 cie ma,vo c1e 1789 'o cJ, s 2i


21
te híd. lbíd.
+/
16
que esperar cle la crítica de la razón pura ni de Esta exposición no explica uno de ios temas
ia crítica de la razón práctica la respuesta a una fundamentales cie la Crítica de la razón pura. Por
cuestión que sólo adquirirá su verdadero sentido diversos motivos, tanto al entendimiento como a
en la crítica del juicio. En lo que concierne a un la razón los atormenta profundamente 1a ambición
fundamento por 1a armonía de las facultades, las de hacernos conocer las cosas en sí. La existen-
dos primeras críticas só1o encuentran su culmi'na- cia c1e ilusiortes internas y usos ilegítimos de las
ción en la última. facultades es una tesis a 1a que Kant vuelve Llna
y otra vez. La imaginación llega a soñar en lugar
c1e esquematizar, Más aútn: en lugar de aplicarse
Uso rgcÍulro, LISo Ir¡cÍttlto
exclusivamente a los fenómenos ('uso experi-
1." Únicamente los fenómenos pueden estar so- mental,), el entendimiento aspira a aplicar sus
metidos a la facultad de conocer (sería contra- conceptos a las cosas ta1 como son en sí ('uso
dictorio que 1o estuviesen las cosas en sí)' El in- trascendental,). Pero eso no es 1o más grave. La
terés especulativo, por tanto, recae naturaimente razón, en lugar de aplicarse a los conceptos del
en los fenómenos; las cosas en sí son objeto de entendimiento ("uso inmanente o regulador'), as-
un interés especulativo natural. 2." ¿De qué ma- pta a aphcarse directamente a objetos y querer
nera precisa ios fenómenos son sometidos a la fa- legislar en el clominio del conocimiento ("uso tras-
cultad de conoceÍ, y a qué parte de esta facul- cendente o constitutivo,). ¿Por qué es esto 1o más
tad? Se los somete ai entendin-riento y a slls grave? E1 uso trascendental del entendimiento sólo
conceptos a través de 1a síntesis de la imagtna- supone que éste se abstrae de su relación con ia
ción. Por tanto, el entendimiento es el que legis- imaginación. Ahora bien, esta abstracción no ten-
la en la facultad de conocer. La razórt se ve 11e- c1ría efectos negativos si el entenclimiento no se
vada a abandonar al entendimiento e1 cuidado de viera impulsado por la razón, que le da la ilusión
su propio interés especulativo precisamente por- de un dominio positivo por conquistar al margen de
que no se apiica por sí misma a 1os fenómenos ia experiencia. Como dice Kant, el uso trascen-
y constituye Ideas que sobrepasan la posibilidad dental del entendimienlo proviene simplemente
de la experiencia. 3." El entendimrento legisla los de que éste desdeña sus propios límites, mientras
fenómenos desde el punto de vista de su forma" que el uso trascendente de la tazón nos orriena
Como tal, se aplica v tiene por fuerza que apli- fianqrear los límites del entendimiento22.
carse exclusivamente a lo que le está sometido: En este sentido, la Crítica d'e la razÓn pura se
no nos da ningún conocimiento de las cosas tal t'
como son en sí. CRP. Diaiéctica. .La apariencia trascendental'.

49
48
1as ilu- te en que e1 entendimiento pretencle conocer un'c7
flrerece el título que lleva: Kant clenuncia cosa en general (por tanto, independientemente
la razóo' los falsos pro-
siones especulativas de cle las condiciones de la sensibilidad). A partir de
blemas a los que nos arrastra en io relativo al
el ahí. esa cosa no puede dejar c1e ser la c()sa que
alma, el mundo y l)ios' Kant sustituye con-
es en sí v resulta imposible no pensarla como sLl-
cepto tradicional de error (el error como pro- prasensible ("noúmeno'). Pero, en verdad, es im-
ducto, en el espíritu, de un determinismo exter- posible qlle ese noúmeno sea un objeto positivo
no), por el dé falscts prctblemas e ilusiones para nllestro entendin-iiento. Nuestro entencli-
internas. Se clice que estas ilusiones son inevita- miento tiene como correlato la forma c1e algúln
bles e incluso que cierivan de la naturaleza
mis-
hacer objeto o clel objeto en general; pero éste sólo
rnu ¿" la razóni3. Lo único que puede
1a
es obieto de conocimiento precisamente en tanto
.ii i.n es conjurar los efectos de la ilusión sobre cualificado por una diversidad que se le atribuye
el conocimiento. pero no impedir su formación bajo las condiciones de la sensibilidad' Un cono-
en la facultad de conocer' cimiento clel objeto en general que no se limita-
Esta vez topamos con un problema que con-
ra a las concliciones de nuestra sensibilidad sería
cierne plenamente a la ctíltca de \a tazón pura' srmplemente un "conocimiento sin objeto'' 'El uso
conciliar la idea de las ilusiones internas
¿Cómo
'á,e puramente trascendental de 1as categorías no es
b razón o c1el uso ilegítimo c1e las facultades en realidad un uso, y carece de objeto determi-
con esta otra idea, no menos esencial al kantis- naclo e incluso de obieto determinable en cuan-
facultades (incluida la
-á, t.g.1" la cual nuestras to a la forma,2'*.
razóní están dotadas de una buena naturaleza y El uso trascendente, por su parte, consiste en
concuerdan entre sí en el interés especulativo?
que la razón pretende conocer por sí misma una
Por una parte, se nos dice que el interés espe- iosa rleterminada. (La tazón determina un obje-
culativo áe 1a tazón recae natural y exclusiva- to como correspondiente a la Ic1ea.) Para tener
mente en los fenómenos; por otra pafie'
que la
una formulación aparentemente inversa del uso
razón no puede evitar soñar con un conocimien-
trascendental de1 entendimiento, el uso trascen-
to de las cosas en sí y c1e 'interesarse' por ellas clente de la razón llega a1 mismo resultaclo: no
desde el punto de vista especulativo'
podemos cleterminar el objeto de un¿r Idea si
Examinlmos más detenidamente los dos princi-
no damos por supuesto que existe ett s¿ de acuerdo
pales usos ilegítimos. El uso trascendental consis-
tt CRP, Analítica, .El principio de la distinción de todos
,", Dialéctica, 'Los razonamientos dialécticos de la ra-
" pura, los objetos en general en f'enómenos y noúmenos''
zón APéndice.
Y
5t
50
con las categorías2t. Además' esta suposiclón es (incluso cuando no tienen orden para engañar-
la que arrastra al entendimiento a su uso tras- nos). Entonces sólo nos queda una salida: que la
.e.ráental ilegítimo y ie inspira la ilusión c1e un razón experimente, por otra parte, un interés le-
conocimiento de1 objeto. gítimo y naturai por las cosas en sí, pero un in-
Por buena que sea su naturaleza, es penoso ierés no especulativo. Como los intereses de la
para la razón el tener que desprenderse dei cui- razón no son indiferentes unos a otros, sino que
clacio de su propio interés especulativo y remitir constituyen un sistema ierarqtizado, es inevitable
al entendimiento la potencia legislativa Pero en que la sombra del más elevado se proyecte so-
este caso es de observar que las ilusiones de la bre el otro. Entonces, incluso la ilusión adquiere
razón triunfan sobre todo en la medida en que un sentido positivo y bien fundado, dado que ya
ésta permanece en eI estado de naturaleza' Pero no nos engaña, sino que expresa a su manera la
es menester no confundir el estado de naturale- subordinación del interés especulativo en un sis-
za de la razÓn con sll estado civil, ni tampoco tema de fines. Nunca la razón especulativa se in-
con su ley natural, que se tealiza en el estado ci- teresaría por las cosas en sí si éstas no fueran an-
vil perfect o'6. La crittca es precisamente la ins- tes y vercladeramente el objeto c1e otro interés de
tauración de ese estado civil: como el contrato de la razóo21 . Por tanto, hemos de preguntarnos:
(Y precisamen-
los juristas, implica una renuncia de la tazón des- ¿cuál es ese interés más elevado?
c1e ál punto dá vista especulativo' Pero cuando
la te porque el interés especulativo no es el más
razón renuncia de esta manera. el interés espe- elevaclo, la razón puede confiar al entendimiento
culativo no deja de ser su propio interés y por la legislación de la f-acultad de conocer')
lanlo realtza plenamente la ley de su propia na-
útraleza.
Sin embargo, esta respuesta no es suficiente'
No basta relacionar las ilusiones o las pen ersio-
nes con e1 estado de naturale za y la sana consti-
tución con el estado civil o incluso con la ley na-
tural. Pues 1as ilusiones subsisten baio 1a 1ey
natural, en el estado civil y crítico de la razón

ti CRP, Dialéctica. 'El fin final de la dialéctica natural''


CRP, Metoclología, 'La disciplina de la razón pura en '- CW, Metociología, "El fin final del uso puro de nuestra
'" razón".
relación con el uso Polémico'.
53
52
práctica y libertad sean una sola y la misrna cosa.
La forma de una legislación universal es inhe-
Sin embargo, la cuestión no reside en eso. Desde
rente a la razón. En efecto, e1 entendimiento ntr el punto cle vista cle nuestras representaciones, 1o
piensa nada cleterminaclo si stts representaciones
que nos conduce al concepto de libertad como
no son representaciones de objetos limitados a las aigo necesariamente asociado y pefteneciente a1
condiciones de 1a sensibilidad. Una representación
de razón práctica, pero sin "residir, en é1, es pre-
no -.í¡1o independiente de todo senlimiento. sino cisamente el concepto de razón práctica. En efec-
también de toda materia y de toda cc¡ndición sen-
to, el concepto de libertad no reside en 1a 1ey
srble, es necesariamente racional. Pero aquí la ra-
mora1, ya qlle es una Idea de la rtzón especula-
zón no razofie'. la conciencia de la 1ey moral es ti'r.a. Pero esta idea sólo sería puramente proble-
un hecho, .no Lln hecho empíricct, sino e1 hecho mática, Lmitativa e indeterminada si la ley moral
único de la rezón pura, que con eso se enuncia no nos enseñara que somos libres. Únicamente a
como originariamente legisladora,l. La razón es.
través de la ley moral nos sabemos libres, o nues-
pues, la facultad que legisla inmediatamente en
tro concepto de libertad adquiere una realidad
la facultad de desear. Bajo este aspecto se l1ama objetir.a, positiva y determinada. En Ia autonomía
"razón pura práctica,. Y la facultad de ciesear. al de la voluntad encontramos, pues, una síntesis a
encontar su determinación ez sí misma (no en priori que otorga al concepto de libertad una rea-
Lrna materia ni en un obieto), se liama, en tér-
lidad obietiva determinada al unirlo necesaria-
minos estrictos, voluntad, .voluntad autónoma,.
mente al de la razón práctica.
¿En qué consiste la síntesis práctica a priori?
A este respecto, 1as fórmulas kantianas son r-aria-
b1es. Pero a Ia pregunta por cuál es la naturale-
PRoerrlr,{ DE LA LTBERTAD
za de una voluntad suficientemente determinada
por la simple forma de la ley (por tanto, inde- La cuestión fundamental es la siguiente: ¿sobre
pendiente de toda condición sensible o de una
qué recae la legislación de la razón práctica?,
ley natural de los fenómenos) debemos respon-
¿cuáles son los seres o los objetos sometidos a la
der: una voluntad libre. Y a la pregunta por cuál
síntesis práctica? Esta cr:estión no es ya Ia de una
es la ley cepaz de determinar una voluntad libre .exposición, del principio de la razón práctica,
en tanto tal, hemos de responder: la 1ey moral sino de una .declucción,. Ahora bien, tenemos L1n
(como pura forma de una legislación universal).
hilo conductor: únicamente los seres libres pue-
Tai es 1a implicación recíproca, que quizá razÓn
den estar sometidos a la razón práctica. Ésta le-
gisla sobre seres libres, o más exactamente sobre
' CRPr, Analítica, escolio de .La lev fundamental,.
.)(l 57
la causalidad de esos seres libres (operación me- lo remiten a las condiciones de la sensibilidad3.
cliante la cual Lln ser libre es causa de algo). 2.o AI menos en un caso se atribuye libertad a 1a
Consideremos ahora no ya ei concepto de libertad cosa en sí y es preciso pensar ei noúmeno com()
por sí mismo, sino /o que representa' ese concepto. libre: cuando el fenómeno al que corresponde
En la medida en que nos ocupamos de fenó- goze de facultades activas y espontáneas que no
menos, tal como aparecen en las condiciones del se reducen a 1a simple sensibilidad. Tenemos un
espacio y del tiempo, no encontramos nada que entendimiento y. sobre todo, una tazón; somos
se asemeje a ia libertad: los fenómenos están es- inteiigenciao. Pero este concepto de libertad, 1o
trictamente sometidos a la ley de una causalidacl mismo que el de noúmeno, sería puramente pro-
natural (como categoría del entendimiento) según blemático e indeterminado (aunque necesario), si
la cual cada uno es ei efecto de otro y así al in- la razón no tuviera otro interés que el especulati-
finito, pues cada car,tsa remite a llna causa ante- vo. Hemos visto que únicamente \a razón prác-
rior. Lo que define la libertad, por el contrario, tica determinaba ei concepto de libertad al clarle
es un poder .de comenzar por sí mismo Lln es- una realidad objetiva. En efecto, cuando la 1ey
tado, cuya causalidad no se incluye a su vez moral es la lev de la voluntad, ésta se encuentra
(como en la ley natural) en otra causa que la de- en situación de total independencia respecto de
termine en el tiempo,'. En este sentido, el con- las condiciones naturales de la sensibilidad que
cepto de libertad no puecle representar un fenó- remiten toda causa a una causa anterior; .Nada
meno, sino tan sólo una cosa en sí que no es es anterior a esta determinación de la voiuntad't,
dada en la intuición. A esta conciusión nos con- Por esto e1 concepto de libertad, como Idea de
ducen tres elementos. la razón, goza de un privilegio eminente respec-
1." A1 recaer exclusivamente sobre los fenóme- to de todas las otras Ideas: puesto que puede es-
nos, el conocimiento se ve forzado, en su propio tar determinado prácticamente, es e1 único con-
interés, a plantear la existencia de cosas en sí im- cepto (la única Idea de la razón') que da a las
posibies de conocer, pero que es necesario pen' cosas en sí el sentido o la gararrtía de un "hecho,
sAr como fundamento de los fenómenos sen- y que nos permite penetrar ef'ectivamente en el
sibles. Por tanto, 1as cosas en sí son pensacias mundo inteligibleo.
como .noúmenos', cosas inteligibles o suprasensi- 3 CRP. Analítica.
"El princípio de la clistinción fenóme-
bles que marcan los límites clel conocimiento y nos-noúmenos,..,
'' CkP, Dial,écticu, .Esclarecimiento c1e la iclea cosmológi-
2 CRP. Dialéctica, .Solución de ca de la lil¡ertad,.
la ideas cosmológicas de I C'RPr, Analítica, .Examen crítico,.
la totalidad de la derivación..., " 0 § 9l; cRPr. Pretacio.
58 59
Por tanto, parece que la razór\ práctica, al clar turaleza suprasensible. Esto es lo que Kant llama
realiclad objetiva al concepto de libertad, legisla .el inmenso abismo, entre ios dos dominios8.
precisamente sobre el objeto de ese concepto. La Los seres en sí. en slr car-rsaliclad libre, están
razón práctica legisla sobre la cosa en sí, sobre sometidos, plres. a la razón práctica. Pero, ¿en qué
la causalidad noumenal e inteligible de tal ser. sentido hay qr,re entender .sometido,? En la me-
sobre el mundo suprasensible que esos seres dida en que e1 entendinliento se ejerce sobre los
constituyen. "La naturaieza suprasensible, en la fenómenos en el interés especuiativo, legisla so-
meciida en que podemos formarnos de ella un bre algo distinto de sí mismo. Pero cuando la ra-
concepto, sólo es una naturaleza balo la autono- zón legisla en ei interés práctico, legisla acerca
mía de la razón práctica; pero la ley de esta allto- cle seres racionales y libres, acerce de su exis-
nomía es la iey moral, que es de esta suerte 1a tencia inteligible independiente de toda condición
ley fundamental de una naturaleza suprasensible'J. sensible. Por tanto, el ser racional se da a sí mis-
La ley moral es la 1ey de nuestra existencia inte- mo Lrna ley a través de su razón. ContrariaÍnente
ligible, es decir, de la espontaneidad y de la cau- a io que sucecle con los fenómenos, e1 noúmeno
salidad del suieto como cosa en sí. Por eso dis- presenta al pensamiento la identidad de legisla-
tingue Kant dos legislaciorzes y dos dominios dor y sujeto. .La sublimidad no le viene a la per-
correspondientes: ,,1a legislación por conceptos na- sona de su sometilniento a la ley moral, sino de
turales, es aquélla en qlle el entendimiento, que que, en 1o que respecta a esta ley. es legisladora
determina estos conceptos, legisla en ia facultad y al mismo tiempo se subordina a ella únicam,en'
de conocer o en el interés especulativo de ia ra- te en tanto tal',e. Henos aquí ante el significado
zón; su dominio es el de los fenómenos como de .sometida, en el caso de la razón práctica: que
obletos de toda experiencia posible, en tanto for- los mismos seres son sujetos y legisladores, de
man una naturaleza sensible. "La legislación por manera que en este caso e1 legislador forma par-
el concepto de libefiad, es aquélla en que Ia ra- te de la naturaleza sobre 1a cual legisia. Perte-
zón, que determina este concepto, legisla en 1a necemos a Llna naturaleza suprasensible, pero a
facultad de desear, es decir, en su propio interés títtrlo de míembros legisladores.
práctico; su dominio es el de las cosas en sí pen- Si la ley moral es 1a 1ey de nuestra existencia
sadas como noúmenos, en tanto forman Llna na- inteligible. 1o es en el senticlo de la forma bajo
la cual los seres inteligibles constitltyen una na-

E
' CRPr, Analítica, "La declucción de 1os principios de la ó7 lntroclucción, §§ 2 y 9.
e Fundantentr,¡s de la Metafísica de lcts Cctstumbres Gl'lM),1I
razón pura práctica,.
60 61
tud de su carácter paradójico, la naturaleza sLt-
ttraleza suprasensible. En efecto, encierra un mis-
prasensible nunca se realiza por completo, pues-
mo principio cleterminante para todos los seres
racionales, de donde deriva su unión sistemáti-
to qlre nada garantiza a un ser racional que slls
semejantes combinarán con la suya slls existen-
ca'n. Se comprende entonces la posibilidad dei
cias para formar esa "naturaleza, sólo posible por
mal. Kant sostendrá siempre que e1 mal guarcla
una cierta relación con 1a sensibiliclad. Pero no es
la iey moral. Por eso no basta con decir que la
relación c1e ambas naturalezas es de tipo anaió-
menor su fundación en nuestro carácter inteli-
gico; hay que agregar que es imposible pensar 1<>
gible. tJna mentira o un clelito son efectos sensi-
suprasensible como una naturaleza si no es .por
b1es, pero no por eso deian de tener una cat-lsa
analogía, con la natvraleza sensiblell.
inteligible fuera del tiempo. Por ese nrotivo no
Esto se advierte con clariclad en 1a experiencia
clebemos identificar razón práctica v libertad:
lógica de la razón práctica, en que se averigua si
siempre hav en la libertad una zona de libre ar-
1a máxima de una voluntad puede adoptar la for-
bitrio por la cual poclemos optar contra ia iey
ma práclica de una ley universal. Lo primero que
moral. Cuando optamos contra la ley no deiamos
por eso de tener una existencia inteligible, sincl uno se preÉlunta es si la máxima puede erigirse
en ley teórica universal de una natoraleza sensi-
qr" .,,rt limitamos a perder la condición en la ble. Por ejemplo, si todo el mundo mintiera, las
que dicha existencia forma parte de una natura-
promesas quedarían en ese rnismo motrrento des-
leza y, junto con las otras, compone un todo sis-
truidas, pues sería contradictorio creer en ellas:
temático. Deiamos de ser sujetos, pero ante todo
por tanto, la mentira no puede tener el valor de
porque dejamos de ser legisladores (en efecto, to-
una 1ey de la naturaleza (sensible). Se conciuye
mamos de Ia sensibilidad la ley que nos deter-
que. si la máxima de nuestra voluntad fuera una
mina).
ley teórica de la naturaleza sensible, .todos esta-
rían obligados a decir la verdad,i2. f)e aqtií que
1a máxima de una voiuntad mentirosa no pueda
P¡.pnr onr ENTENDIT,IIE\To
sen ir sin contradicción como ley práctica pure ¿
seres racionales a fin de constituir ttna naturale-
Por tanto, 1o sensible y 1o suprasensible dan
za suprasensible. Por analogía con la forma de las
lugar cada uno a una naturaleza en dos senticlos
muy diferentes. Entre las dos naturalezas, hay
só1o una "analogía, (existencia bajo leves). En vir- 11 fuíd.
') CRPr, Analítica, .La deducción de 1os principios c1e la
razón pura práctica,.
'o fuíd. /)
o.)
6z
si
leyes teóricas c1e naturaleza sensible, bttscamos y simboliza (determina el objeto de su Idea .por
se precle pensar una máxima colno ley práctica analogía, con los objetos de la experiencia). Se-
de Lna naiuraleza suprasensible (es decir' si baio gún el interés prácrico de \a razón, la razén se
clicha ley es posible una naturaleza suprasensible legisla a sí misma: e1 entendimiento juzga o in-
o inteligible). En este senticlo, 'la nattiruleza del cluso razona (aun cuando se trate de un razona-
mundo sensrble' aparece como "tipo de una na- miento muy sirnple que consiste en Llna simple
turaleza inteligible'13. comparación), y simboliza (extrae de Ia ley natu-
Es eviclente qLre aquí el papel esencial io de- ral sensible un tipo para la nafuraleza slrprasen-
sempeña el enténdimiento' En efecto, de 1a natu- sible). Ahora bien, en esta nueva figura debemos
raleia sensible no retenemos nada qlle no tenga mantener siempre el mismo principio: a Ia facul-
relación con la intuición o la imaginación' Só1o tad que no es legisiadora le correspon.Je un pa-
retenemos "la forma de 1a conformidad a 1a ley" pel irreemplazable, que sólo e11a es capaz de de-
tal como se encuentra en el entendimiento legis- sempeñar, pero al que está determinada por 7a
laclor. Pero nos servimos precisamente de esta facultad legisladora.
forma y del entendimiento mismo' segirn un inte- ¿Cómo es que e1 entendimiento puede desem-
rés y en un dominio en que éste 1a no es legis- peñar por sí solo un papel en concordancia con
lador. pues io que constituye el principio domi- una razón prácttca legisladora? Consideremos el
nante de nuestra voluntad no es la comparación concepto de causalidad: está implicado en Ia de-
cle 1a máxima con 1a forma de una leY teórica
de finición de 1a facultad de desear (relación de 1a
1a naturaleza sensible". La comparación no es representación con un objeto que tiende a pro-
más que un medio por el cual averiguamos si ducir)15. Por tanto, está implicado en el uso prác-
una máxima "se aclapta" a la nzón práctica' si una tico de la ruzón en lo referente a esta facuitad.
acción es Lln caso que se incluve en 1a regla' es Pero cuando, en relación con la facultad de co-
clecir, si se subsume en el principio de una ra- nocer, la razón persigue su interés especulativo,
zón que ahora no es más que legisladora' .abandona todo al entendimiento,: la causalidad
De ahí que encontremos una nueva forma de ar- se atribuye como categoría ai entendimiento, no
monía, una nueva proporción en la armonía de en la forma de una causa productora originaria
las facultacles. Según e1 interés especulativo de la (puesto qlle no somos nosotros qrrienes prclduci-
razón, el entendimiento legisla y la razón razofie

puro práctico' " CRPr, Analítica. .Ei derecho de la razón pura a una ex-
'3 CRPr, Analítica, 'La típica del juicic-r tensión en el uso práctico..." (..en e1 concepto de una vo-
1' cRPr, ibíc¡. luntad va está contenido el de la causalidad,).

64 o)
mos los fenómenos), sino en la forma de una Er sElrrno col,rtix MolLA.L y Los I-TSos tr¡cÍTiltos
causaltdad natutal o de una conexión que
asocia
Cuando' por Kant recuerda a menudo que Ia ley rnoral no
los fenómenos sensibles al infinito'
el contrario,la tazón persigue su interés ptáctico' tiene necesidad de razonamientos sutiles, sino
..,ornu del entendimiento 1o que sólo le había que descansa en el uso más ordinario o más co-
pr"rtrao en la perspectiva de otro interés' Al de- mún de la razón. Tampoco el ejercicio del en-
i"rminar la facttltad de desear en su forma supe- tendimiento supone ninguna instrucción previa,
rior, .une e1 concepto de causalidad- al de liber- "ni ciencia ni filosofía,,. Por tanto, debemos hablar
tad,, es decir que áa a la categoría de causalidad de un sentido común moral. Sin cluda el peligro
un objeto suprasensible (el ser libre como causa reside siempre en comprender el .sentido común,
produátora oiiginaria)16. Uno se preguntatá cÓmo a la manera empirista, en convertirlo en un sen-
p,rede la razóÁ retomar 1o que había entregado tido particuiar, en un sentimiento o una intuición.
al entendimiento y alienado, por así decirlo' en En 1o tocante a la ley moral, sería imposible ma-
la naturaleza sensible. Pero precisamente si es yor confusión que ésta18. Pero nosotros clefinimos
verdad que las categorías no nos permiten cono- un sentido comúrn como una concordancia a prio-
ot oi obietos que los de la experiencia posi- ri de las facultades, concordancia cleterminada por
"",
ble, si es verdad qr. ,o constituyen un conoci- una de ellas en tanto facultad legisladora. El sen-
mlánto del obietó con independencia de las tido común moral es la concordancia del enten-
condiciones de la sensibilidad, no es menos cier- dimiento con la razón bajo la legislación cle ésta.
to que conservan un sentido puramente lógico en Retomamos aquí la idea de una buena naturale-
r"laclón con obietos no sensibles, y pueden apli- za de 1as facultades y de una armonía determi-
catse a ellos con la condición de que esos
obje- nada conforme a tal interés de la razót.
tos estén determinados desde fuera y desde un Pero también aquí, y no menos que en la
p""t" de vista distinto del conocimientolT' Así' la Crítica de la razón pura, denuncia Kant los ejer-
iazón determina prácticamente un objeto supra- cicios o los usos ilegítimos. La necesidad de la
sensible de la causalidad y determina la ca:usali- reflexión filosófica se debe a que las facultades,
dad misma como causalidad libte, apta para for- pese a su buena naluraleza, engendran ilusiones
mar una natutaleza Por analogia' en ias cuales no pueden dejar de caer. En lugar
de .simbolizar, (.es decir, de senirse de 1a forma
tn CRPr, Prefacio.
de la ley natural como de un "tipo, para la ley
11 CRPr. Analítica, "El derecho de la razón pura a una ex-
18
tensión en el uso Práctico,. ' CRPr, Analítica. escolio 2 de1 teorema 4.

66 67
r morai), el entendimiento busca un "esquema' que
relacione la 1ey con Llna intuición1e' Además' en
lugar cle manclar, sin conceder nada en principto
zón, conforme a uno de sus intereses. La cítica de
la razón puta denuncia el uso trascendente de una
razón especulativa que aspira a legislar por sí
a las inclinaciones sensibles o a los intereses em- misma; mientras que la crítica de la razón prácti-
píricos, la razót acomoda el deber a nuestros de- ca denuncia el uso trascendente de una razón
,"or, "D" ello resulta vna clialéctica natural'2o En práctica que, en lugar de legislar por sí misma,
consecuencia, es preciso pregllntarse, una vez se deja condicionar empíricamentezz. No obstan-
más, cómo se concilian los dos temas kantianos: te, el lector tiene derecho a preguntarse si este
el de una armonía natural (sentido común) y ei célebre paralelismo que establece Kant entre las
c1e los ejercicios discordantes
(sin sentido)' dos críticas es suficiente respuesta al interrogante
Kant ínsiste en la diferencia entre la crítica de planteado. Kant no habla de una sola .dialéctica,
la razórt pura especulativa y la crítica de la ra- de la razón práctica, sino que emplea el término
zón práciica: Ia ú1tima no es una crítica de la en dos sentidos muy diferentes. En efecto, mues-
razón.pllra, práctica. En efecto, en el interés es- tra que la razón práctica no puede dejar de plan-
peculativo, lá razón no puede legislar (cuidarse tear un nexo necesario entre la felicidad y la uir-
á. ,r.,, propio interés): por tanto, la fuente de ilu- tud, pero que de inmediato cae en una
siones internas es precisamente la razón en tanto antinomia. La antinomia consiste en que la felici-
aspira a cumpiir un papel legislador: 'Por tanto' dad no puede ser causa de la virrud (puesto que
.rr-ru ,.", demostraclo que existe. no necesita crí- la ley moral es el único principio que determina la
tica,21. Lo que requiere crítica, 1o que es fuen- voluntad buena), y tampoco parece que la virtud
te cle ilusiones, no es la tazón pura práctica, sino pueda ser causa de la felicidad (puesto que las
más bien la impureza que a ella se mezcla, en la leyes del mundo sensible no se rigen en absolu-
medida en que refleja intereses empíricos f)e esta to por las intenciones de una voluntad buena).
suerte, a la ctiftca de la razón pllra especulativa No hay duda de que la idea de felicidad implica
corresponcle una crítica de la razón práctica im- la satisfacción completa de nuestros deseos e in-
p,.,.n. Si., embargo, entre ambas hay algo en co- clinaciones. Se vacilará sin embargo en ver en
mún: el método llamado trascendental es siempre esta antinomia (y sobre todo en su segundo
la determinación de un uso inmanente cle 1a ra- miembro) el efecto de una simple proyección de
intereses empíricos: la razón pura práctica recla-
ma un nexo entre virtud y felicidad. La anfinomia
t') Cwr, Analítica, "La típica de1 juicio puro práctico"
20 FMu, I (fin).
22
lbíd.
" CRPr,.Introdr-rcción

6B 69
fusión inevitable de esta satisfacción con la feli-
clela razón práctica expresa una 'dialéctica' más cidad. Entonces o bien creemos que la feliciciad
profunda que la precedente; implica una ilusión
es causa y móvil de 1a virtud, o bien que la vir-
interna de la razórt Ptra.
tud es causa de la felicidad.
La explicación de esta ilusión interna puede re-
Si, de acuerdo con el primer sentido de la pa-
construiise de la siguiente manera23, 1." La tazón
labra .dia1éctica,, es verdad que los intereses o los
pura práctica excluye todo placer o toda satisfac-
deseos empíricos se proyectan en la razón y la
.iOr, .o*o principio determinante de la facultad
tornan impura, esta proyección tiene un principio
cle clesear. Pero cuando la 1ey la determina, la fa-
interior más profundo en la razón práctica pLtra,
cultad de desear experimenta por eso mismo unl
de acuerdo con el segundo sentido del término
satisfacción, una suerte de goce negativo que ex- .dialéctica,. La confusión de la satisfacción nega-
presa nuestra independencia respecto de 1as in-
tiva e intelectual con la felicidad es una ilusión
clinaciones sensibles, una satisfacción puramente
interna que nunca puede disiparse por entero;
intelectual que expresa de manera inmediata sólo 1a reflexión filosófica puede conjurar sus
la concordancia formal de nuestro entendimiento consecuencias. En este sentido, sólo aparente-
con nuestra razón. 2.u Confundimos este goce ne-
mente la ilusión es contraria a la idea de una
gativo con un sentimiento sensible positivo, o in-
buena naturaleza de las facultades: la antinomia
cluso con un móvi1 de la voiuntad. Confundimos
misma prepara una totalización, que sin duda es
esta satisfacción intelectuai activa con algo senti-
incapaz de iievar a cabo, pero que nos fuerza a
do, experimentado. (Ésta es también la manera en
buscar, desde el punto de vista de la reflexión,
que. al empirista, la concordancia de las faculta-
como su solución propia o la clave de su iabe-
des activas le parece un sentido especial ) Hay en
rinto. "La antinomia de la razón pura que se pone
ello una ilusión interna que la razón pura prácti- cle manifiesto en su dialéctica es en realidad el
ca no puecle evitar: "Siempre hay ocasión de co-
error más bienhechor en qlle haya caído iamás la
meter el error conocido como uitium subreptionis
razón humana,2l.
y tener en cierto moclo en la conciencia una ilu-
sión óptica cle 1o que se hace. a diferencia de 1o
que se siente, ilusión que ni siquiera el hombre
más experimentado puede evitar por completo''
3." Por tanto, 1a antinomia estriba en la satisfac-
ción inmanente de la tazó¡ práctica, en 1a con- t' CRPr, Dialéctica, .Una clialéctica de 1a razón pura prác-
t3 CRPr. Dialéctica, "Solución crítica de la antinonia tica en general,.
71,
70
Pnogrslrt DE LA REALIz¡ctÓN Pero no por eso se resuelve ni se suprime el
problema de la relación entre la razón práctica y
La sensibilidad y la imaginación no tienen has- la sensibilidad. El respeto sirve más bien como
ta ahora ningún papel en el sentido común mo- regla preliminar a una tarea que es menester
ral. No hay en ello nada de asombroso, puesto ctrmplir positivamenfe. Hay sólo un emor peligro-
que la ley moral, tanto en su principio como en so en lo que concierne al conjunto de la razón
su aplicación, es independiente de todo esquema práctica: el de creer que Ia moral kantiana es in-
y c1e toda condición cie 1a sensiblidad, puesto que diferente a su propia realización. En verdad, el
los seres y la causalidad libres no son el objeto abismo entre el mundo sensible v el mundo su-
de ninguna inturción Y puesto que la oatutaleza prasensible existe justamente para ser llenado:
suprasensible y la natutaleza sensible están sepa- si bien lo suprasensible escapa al conocimiento, si
radas por un abismo. Hay una acción de la ley bien no hay uso especulativo de la razón que nos
moral sobre la sensibiiidad. Pero aquí 1a sensibi- permita pasar de 1o sensible a 1o suprasensible,
lidad se considera como sentimiento y no como éste, en cambio, .tiene que ejercer una influencia
intuición; y el efecto de la ley es también un sen- sobre aqué1, y e1 concepro de libefiad tiene que
timiento más negativo que positivo, más cercano realizar en e1 mundo sensible el fin impuesto por
al clolor que a1 placer' Así es el sentimiento de sus 1eyes,26. Pero el muncio suprasensible es ar-
respeto a ia ley, determinable a priori como el quetipo, y ei mundo sensible, -ectipo, porque con-
único .móvil, moral, pero más con ia degradación trene el efecto posible de la idea del primero,27.
c1e la sensibilidad que con la concesión a ésta de Una causa libre es pllramente inteligible: pero no
un papel en la relación de las facultades (Se ad- debemos perder de vista que el fenómeno y 1a
vierte que el móvil moral no puede ser suminis- cosa en sí son el mismo se4 sometido a la nece-
trado por 1a satisfacción intelectual a la que nos sidad naturai en calidad de fenómeno y fuente de
hemos referido; no se trata en absoluto de un causalidad libre en calidad de cosa en sí. Más
sentimiento, sino únicamente de un "análogo' aitn: la misma acción, el mismo efecto sensible
de sentimiento. Únicamente el respeto de la ley remite por una parte a un encadenamiento de
proporciona semejante móvi1; presenta la morali- causas sensibles por el cual es necesario, pero,
clacl misma colno móvi125.) por otra parte, con sus causas, remite a una Cau-

21 CRPr, Analítica. "Los móviles de la razón pura prácti-


ca". (Sin cluda el respeto es posítivo. pero solamente 'por su 'o CI Introducción. §
2'-
2.
CRPr, Analítica, .La <.leclucción de los principios c1e 1a
causa intelectr-ral,.) rlzón pura práctica,.
72
73
precisamente, cuando la razón legisla en la fa-
sa libre de la cual es signo y expresión' Una causa
cultad de desear, la facultad de desectr le¡qisla so-
pues en
libre nunca tiene su efecto en sí misma' bre los objetos. Estos ohjetos de la razón práctica
e||aladaculminanicomienza;|a|lbrecausalidad forman 1o que se 1lama e1 Bien moral (sólo en
,ro ,i"". oüo efecto que el sensible'
A partir de
la causalidad relación con 1a representación del bien experi-
ui¡, tu ruzón práctica, como ley de. mentamos la satisfacción intelectual). Aunque, .err
en relación con los
libre, debe "tener causalidad que relación con el objeto, el bien moral es algo su-
á;á;";t,'2s. Y la naíxalez^ suptzsensible'
con la ley de prasensible,, representa ese objeto como algo por
iá, ,.r"t libres form an de acuerdo mundo sensi- realizat en el mundo sensible, es decir, .como un
la ruzó¡, debe ser rcalizada en el de una idea efecto posible de la libertad,31. Por esta razón, en
Uf.. e., áste sentido se puede hablar y la li- su definición más general, el intcrés práctico se
;-;" ;", oposición entre la naíxaleza de la presenta como una relación de la razón con los
bertad, según que los efectos sensibles a la objetos, no para conocerlos, sino para reali-
libertad en la natur a\eza se conformen
o no
sólo zarlo§).
ley moral. 'La oposici ó¡ o la colaboración y los La 1ey moral es de1 todo independiente de la
L*irr"., entre la ¡atutaleza como fenómeno intuición y de las condiciones de la sensibiiidacl;
en el mun-
efectos de Ia libertad como fenómenos la naturaieza suprasensible es independiente de ia
á"-rá"tinr"'2e. sabemos que hay dos legislaciones
a la naturaleza sensible. Los bienes mismos son inde-
v. oor tanto, dos d'ominlioq correspondientes pendientes de nuestro poder físico de realizarlos,
u n [bertad, a la natvtaleza sensible
""íaJií hay un y sólo están determinados (en conformidad con
u tu natiraleza suprasensible' Pero sólo
i'terreno, el experimento lógico) por Ia posibilidad de que-
el de la exPeriencia rer 1a acción que los realiza. Es que 1a ley moral
paradoia del
Kant prese nta tsí lo que llama "la no es nada si se la separa de sus consecuencias
práctica': nun-
método en una ctitica de la ruzó¡ sensibles; ni es nada la libertad si se la separa de
ca üna representación de objeto puede determi-
sus efectos sensibles. ¿.Bastaría, por tanto. con pre-
*r-lu voh'lntad libre o preceder a la ley moral; sentar la ley como legisladora de la causalidad de
ma¡era inmediata la vo-
f"ro ,t determinar de los obje- seres en sí. sobre una pura naturaleza suprasen-
luntad, la ley moral determina también sible? Sin duda, sería absurdo decir que los fe-
Más
tos como conformes a esta voluntad
libre3o'
nómenos están sometidos a la ley moral como
28 cw, Dialéctica.
rn C/, lntroductiÚn. § 9. 3' cRPr, ibírL.
,7i;;"';""11,ri", "r1 .ottt"pto cle un objeto de la tazó¡ 32 CRPr, Analítica, .Examen crítico".
pura Práctica"
75
/4
Soberano Bien, es decir, como es realizable, se
principio de la razón ptáctica. La naturaleza sen-
choca con la siguiente antinomia: queda excluido
ilt t" ,'ro tiene por ley la moraiidad; ni 1os efec-
que el deseo de felicidad sea un móvil de la vir-
tos de la libertad pueden entorpecer el mecanis-
tud; pero también parece quedar excluido que la
mo como ley de la naturaleza sensibie, puesto
máxima de la virtud sea causa de la felicidad,
que se encadenan necesariamente unos a otros
puesto que la ley moral no legisla sobre el mun-
para formar .un soio fenómeno' que expresa la
.urr, hbre. Jamás la libertad produce un milagro do sensible y éste se rige por sus propias leyes,
indiferentes a las intenciones morales de la vo-
en el mundo sensible. Pero si es verdad que la
luntad. Sin embargo, esta segunda dirección deja
razón práctica legisla exclusivamente en el mun-
abierta una solución: que la conexión de la feli-
do suprasensible y sobre la causalidad libre de
cidad con la virtud no sea inmediata, sino que se
los seres que 1o fcrman. no es menos ciefio que
realice en la perspectiva de un regreso al infinito
toda esta legislación convierte este mundo supra-
(el alma inmortal) y por intermedio de un autor
sensible en algo que debe ser 'realizado' en lo
inteligible de la naturaleza sensible o de una cau-
sensible, y esta causalidad iibre en algo que debe
sa moral del mundo, (Dios). De esta manera, las
producir efectos sensibles que expresan la ley
Ideas del alma y de Dios son las condiciones ne-
moral.
cesarias para que el objeto de la razón práctica
r. porgá a sí mismo como posible y realizable3a.
Ya hemos visto que la libertad (como Idea cos-
Conotclores DE LA RFALlzAcloN
mológica de un mundo suprasensible) recibía de
Es menesterque esa realización sea posible' Si la ley moral una realidad objetiva. Pero he aquí
no 1o fuera, la ley moral se destruiría a sí mis- que también la Idea psicológica del alma y la
ma33. Pero La realización del bien moral supone
Idea teológica del ser supremo reciben üfla Íea-
la concorclancia de la naturaleza sensible (según lidad objetiva bajo esta misma ley moral. De esta
maueÍa, las tres grandes Ideas de la ruzón espe-
sus leyes) con la naftttaleza suprasensible (se-
culativa pueden ponerse en el mismo plano, pues
gún su ley). Esta concordancia se presenta en la
idea de una proporción entre 1a felicidad y la tienen en común el ser problemáticas e indeter-
minadas desde el punto de vista de la especula-
moralidad, es decir, en la iclea del Soberano Bien
como cotalidad del objeto de la razón prácttca'' ción, pero ambas reciben de la ley moral una de-
Pero si se pregunta cómo es posible a su vez el
" CRPr, Dialéctica, .Sobre los postulados de la razón pura
Ia razót práctica'' práctica,.
" CR r, Dialéctica, "La antinomia cle
77
76
terminación práctica: en este sentido y en tanto ya sea que se eierza libremente, sin dependencia
determinadas ptácticamerlte, se las llama 'postu- respecto de un concepto determinado del enten-
lados de la razón práctica": constituyen el objeto dimiento, ya que sobrepase sus propias fronteras,
de una .creencia pwa ptáctica'35. Pero, más pre- se sienta ilimltada y se relacione con las Ideas de
cisamente, se observará que la determinación la ruzón. Así, la conciencia de la moralidad, es
práctica no afecta de la misma maneÍa a las tres decir, el sentido común moral, no sólo comporta
id.ur. Únicamente la ldea de libertad está deter- las creencias, sino también los actos de una ima-
minada inmediatamente por la ley moral: de allí ginación a través de los cuales la naturaleza sen-
que la libertad no sea tanto un postulado como sibe aparece como apta para recibir el efecto de
una "materia de hecho' o el obieto de una pro- lo suprasensible. La imaginación forma realmente
posición categórica. Las otras dos ideas, como parte del sentido común moral.
.postulados,, son únicamente condiciones del ob-
.Es decir,
¡éto necesario de una voluntad libre:
qrr. t., posibilidad queda demostrada por el he- INrenÉs pnÁctco r mrsnÉs ESPECUI-{TIvo
cho de que la libertad es real"o.
Pero, json los postulados las únicas condicio- .Es posible atribuir a cada poder del espíritu
nes de wa realización de lo suprasensible en 1o un interés, es decir, un principio que contiene la
sensible? Faltan atin las condiciones inmanentes a condición en la cual se ejerce este poder,37. Los
la naitraleza sensible, que deben fundar en ésta intereses de la razón se distinguen de los intere-
la capacidad de expresar o de simbolizar algo su- ses empíricos en que recaen en objetos, pero ún!
prasánsible. Se presentan en tres aspectos: la fi- camente en la medida en que éstos se someten
nalidad natural en la materia de los fenómenos; a la forma superior de una facultad. Así, el inte-
la forma de la finalidad de la naÚ,naleza en los rés especulativo recae en los fenómenos en tan-
objetos bellos; 1o sublime en Io informe de la na- to forman una naturaleza sensible. El interés prác-
tuia\eza, por 1o cuz,l la natutaleza sensible da tes- tico recae en los seres racionales como cosas en
timonio di la existencia de una finalidad más alta' sí, en tanto forman una naturaleza suprasensible
Ahora bien, en estos dos últimos casos vemos por realizar
que la imaginación tiene un papel fundamental, Ambos intereses difieren en naturaleza, de ma-
nera que la razón no realiza progreso especulati-
35 cWr, Dialética. .El asentimiento que proviene de una
necesldad de la razón Pura'.
3' CRPr, Dialéctica, .La supremacía de la razón pura prác-
3u CRPr, Introducción; q, § 91. tica,.

7B 79
vo alpauno cuando entra en el dominio que le que 1a práctica. Esto se ve bien en lo que Kant
abre su interés práctico. La libenacl como Idea es- llama .creencia,. Una creencia es una proposición
peculatir.,a es problemática, indeterminada en sí especulativa, per() qLle no se hace asertórica sino
misma; cuando recibe de la 1ey moral una deter- a través de 1a determinación que recibe de la ley
minación práctica inmediata. la razón especulati- moral. De tal suerte, 1a creencia no remite a Llna
va no gana nada en extensión. -Con e11o sólo se facultad particular, sino que expresa la síntesis dei
beneficia en 1o que concierne a la garantía de su interés especulativo y del interés práctico, al mis-
problemático concepto de libertad, a1 que se da mo tiempo que 1a sutrordinación del primero al
aquí una realidad objetiva que, aunque mera- segundo. De ahí la superioridad de la prueba mo-
mente práctica. no es menos indudab1e,r8. En ral de la existencia de Dios respecto de todas las
efecto, no conocemos más que antes la naturale- pruebas especulativas. Pues, en tanto obieto de
za de un ser librel no ciisponemos de ninguna in- conocimiento, Dios sólo es determinable indirec-
tuición que pueda concernirle. Só1o sabemos, por ta y analósicamente (como aqr-rello de lc¡ cual
1a ley moral, que tal ser existe y posee una cau- extraen los fenómenos un máximo de unidad sis-
salidaci libre. El interés práctico es tal que la re- temática); pero en tanto objeto de creencia, ad-
lación de la representación con un obieto no fonrra quiere una determinación y una realidad exclusi-
un conocimiento, sino que clesigna algo por reali- vamente prácticas (atitor moral del mundo)4o.
zar. Tampoco el alma 1 Dios, como Ideas especu- Un interés en general implica un concepto de
latlvas, reciben de su determinación práctica una ex- fin, Pero si bien es cierto que, en su uso es-
tensión descle el punto de vista de1 conocimiento3o. peculativo, la razón no renuncia a encontrar
Pero los dos intereses no están simplemente fines en 1a naturaleza sensible que obserua, es-
coordinados. Es evidente que el interés especula- tos fines materiales nllnca representan un fin fi-
tivo está subordinado al interés práctico. El mun- nal en mayor medida que esta observación mis-
do sensible no presentaría interés especulativo si, ma de la naturaleza. "EI hecho de ser conocido
desde e1 punto de vista de un interés más alto, no puede conferir al mundo nrngún valor; es pre-
no diera testimonio de 1a posibilidad de realizar ciso atribuirle un fin final que dé algún valor a
1o suprasensible. Por eso las Ideas de la tazón es' esta obselación del mundo,a1. Finalidad, por tan-
peculativa no tienen otra determinación directa to, significa dos cosas: se aplica a seres a los que
hay que considerar fines en sí y que, por otra
3E CRPr, Analítica. .La deducción de los principios de la
razón pura práctica,.
1e CRPr, Dialéctica, .Sobre 1os postulados de razón pura
'o cI ss 87 y 88.
práctica en general,. " c7, s 86,

BO 81
parte, deben dar a la naturaleza sensible un últi-
mo fin por realizar. Por tanto, el fin final es ne-
cesariamente el concepto de la razón práctica o
de la facultad de desear baio la forma superior:
sólo la ley moral determina el ser racional como
fin en sí, pues constituye un fin final en el uso
de la libertad, pero al mismo tiempo lo determi-
na como último fin de la naturaleza sensible, CePÍruro III
pues nos manda realizar lo suprasensible unien- Relación de las facultades
do la felicidad universal a la morulidad. .Si la crea- en la cfítica del juicio
ción tiene un último fin, no podemos concebirlo
de otra mafleta que en armonía con el fin moral,
el único que hace posible el concepto de fin... nsl snNrlltgNto?
La razón práctica no indica solamente el fin final, ¿Hev uxe FORNLA sL;PERIoR

sino que además determina este concepto en re-


Esta pregunta significa 1o siguiente: ¿hay repre-
lación con las condiciones bajo las cuales pode-
sentaciones que determinen a priori un estado del
mos nosotros concebir un fin final de la crea-
sujeto como placer o dolor? En este caso no se
ción"42. El interés especulativo sólo encuentra
trafa de una sensación: el placer o el dolor que
fines en la naturaleza sensible porque, en senti-
1a sensación produce (sentimiento) sólo se puede
do más profundo, el interés práctico implica el
conocer empíricamente. Y lo mismo ocurre cuan-
ser racional como fin en sí, y también como ú1-
timo fin de esta nattraleza sensible. En este sen- do la representación del objeto es a priori. ¿Se
invocará la ley moral como representación de una
tido hay que decir que "todo interés es práctico,
y el interés mismo de la razón especulativa sólo forma pura? (El respeto como efecto de la ley se-
ría el estado superior del dolor; la satisfacción in-
está condicionado en el uso práctico y sólo en
éste se completa,a3.
teiectual, el estado superior del placer.) La res-
puesta de Kant es negativa'. Pues la satisfacción
* no es un efecto sensible ni un sentimiento par-
a3 "m
uu.
CRPr Dialéctica, "La supremacía de Ia razón pura práct-
ticular, sino un "análogo, intelectual del senti-
ca, (cfr. FM.fuI, lll: .Un interés es aquello por 1o cual la ruzórt miento. Y el respeto sólo es un efecto en Ia me-
se hace práctica... El interés lógico de la ruzón, que es el de-
sa¡rollo de sus conocimientos, nunca es inmediato, sino que
supone fines con los que se relaciona el uso de esta facultad,). ' c¡, 5 tz.

82 83
dida en que es un sentimiento negativo; en su xión de un objeto singular en.la rmaginación' La
aspecto positivo, más que derivar de la ley, se forma es lo que \a imaginactón tefleia de un ob-
confunde con ella como móvil. Por regla general, jeto en oposición al elemento material de las sen-
es imposible que la factiltad de sentir advenga a saciones que ese objeto provoca en tanto que
su forma superior cuando encuentra su propia ley existe y actúa sobre nosotros. Kant llega a pre-
en la forma inferior o superior de la facultad de guntar: ¿se puede decir que un color o un soni-
desear. áo to., bellos por sí mismos? Tal vez 1o fueran
¿Qué sería, pues, un placer superior? No debe- si, en lugar de aprehender materialmente su efec-
ña estar ligado a ninguna atracción sensible (in- to cualitativo sobre nuestros sentidos, fuéramos
terés empírico para la existencia del objeto de capaces de refleiar mediante la imaginación las vi-
una sensación), ni a ninguna inclinación intelec- bráciones de las que se componen. Pero el color
tual (interés práctico puro para la existencia de y el sonido son demasiado materiales, están de-
un objeto de la voluntad). La facultad de sentir masiado hundidos en nuestros sentidos como
sólo puede ser superior si es desinteresada en su para refleiarse así en la imaginación: son coad-
principio. Lo que importa no es la existencia del yuvantes más bien que elementos propiamente di-
objeto representado, sino el simple efecto de una lhos de la beLleza. Lo esencial es el dibujo y la
representación sobre mí. Esto equivale a decir composición, que son precisamente manifestacio-
que un placer superior es la expresión sensible nes de la reflexión formals.
d" .rr, ¡iicio puro, de una operación de itzgatz, En el juicio estético, la representación refleja de
Esta operación se presenta ante todo en el juicio la forma es causa del placer superior de 1o be-
estético del tipo "esto es bello,. 11o. Por tanto, hemos de comprobar que el esta-
Pero, ¿cuál es la representación que, en el jui- do superio r de la facultad de sentir presenta dos
cio estético, puede tener como efecto este placer caractáres paradójicos e íntimamente ligados en-
superior? Puesto que la existencia material del ob- tre sí. Por una parte, y contratiamente a 1o que
jeto es indiferente, se trata de la representación ocurría en el caso de las otras facultades, la for-
de una forma pura. Pero esta vez es una forma de ma superior no define aquí ningún interés de la
objeto. Y esta forma no puede ser simplemente razón, el placer estético es tan independiente del
la de la intuición, que nos relaciona con ob- interés especulativo como del interés práctico y
jetos exteriores que existen materialmente. En se define como enteramente desinteresado' Por
verdad, "forma, significa ahora 1o siguiente: refle- otrz- parte, en su forma superior, la facultad de

'cJ's9. ' cl, s ,+.


B4 85
sentir no es legisladora: toda legislación implica necesidad, a una cierta universalidad' Pero la pura
objetos sobre los cuales se ejerce y que le están representación del objeto bello es particular: por
I sometidos. Pero el juicio estético no sólo es siem- tr.rto, la objetividad del iuicio estético es una ob-
pre particular, del tipo .esta rosa es bella, (la pro- jetividad sin concepto, o (lo que viene a ser 1o
posición .las rosas son bellas en general, implica mlsmo) su necesidád y t, universalidad son sub-
una comparación y un juicio lógicos)4, sino que, jetivas. Cada vez que interviene un concepto de-
y sobre todo, no legisla sobre su objeto singular, ierminado (figuras geométricas, especies biológi-
puesto que es totalmente indiferente a su exis- cas, ideas racionales), el juicio estético deja de ser
tencia. Kant niega pues el empleo de la palabra puro al mismo tiempo que la belleza deia de ser li-
*autonomía, en lo referente a la facultad de sen- Lr"6. Lu facultad de sentir, bajo su forma supe-
tir en su forma superior: impotente para legislar rior, tampoco puede depender más del interés
sobre objetos, el juicio no puede ser sino heau- especulativo que del interés práctico' PÓr esta ra-
tónorno*, es decir, legislar sobre sí mismo5. La fa- zó¡ lo único que se pone como universal y nece-
cultad de sentir no tiene dominio (ni fenómenos, sario en el juicio estético es el placer' Suponemos
ni cosas en sí); tampoco expresa las condiciones que, en teóría, nuestro placer sea comunicable o
a las que ha de someterse un género de objetos, ia¡ao para todos, presumimos que todos deben
sino únicamente las condiciones subjetivas pan el experimentarlo. Esta presunción 1 esta suposición
ejercicio de las facultades. tampoco es un "postulado'. Puesto que excluye
todó concepto determinadoT.
SnNroo co¡rúN nstÉtco Sin embargo, esta suposición sería imposible si,
de alguna mafiera, no interviniera el entendi-
Cuando decimos .esto es bello, no queremos mientó. Hemos visto que el papel de la imagi-
decir simplemente .esto es agradable,, sino que nación consistiría en refleiar un objeto singular
aspiramos a una cierta objetividad, a una cierta desde el punto de vista de la forma' Al hacerlo,
no se relaciona con un concepto determinado del
'ty¡ t. entendimiento, sino que se relaciona con el en-
5 C¡, lntrodttcción,
* Kant contrapone §§
4 y 5. tendimiento mismo como facuJtad de los con-
en el citado contexto beautonomía a
autonomía. M. García Morente, traductor al español de la ceptos en general; se relaciona con un concepto
Crítica del juicio, explica así en nota el uso de ambos tér- ind.eterminádo d.l entendimiento. Esto quiere de-
minos: "Autonomía del griego o[tó(, lati¡ ipse, mismo. cir que, en su libertad pura, la imagintción con-
Heautonomía del griego EaptQ, latín sibi, a sí mismo.
Autonomía significa legislación propia, y heautonomía, le- u 6 (Pulcbritudo
gislación dada por el sujeto a sí mismo". [N. del edJ fl § uaga)'
'q,§s.
86 Q?
cuerda con el entendimiento en su legalidad no en tanto esta concordancia constituye e1 sentido
específica. Con todo rigor se podría decir que la común] 1.
\ imaginación, aquí, .esquematiza sin concepto,s. Se podría creer que el sentido común
estético
Pero el esquematismo es siempre el acto de una completa los dos anteriores. que así como en el
imaginación que ya no es libre, que está deter- sentido común lógico y en el moral, ora el en-
minada a acfuar en conformidad con un concep- tendimiento. ora 1a razón. legislan y determinan
to del entendimiento. En verdad, la imaginación la función de ias otras facultades, habría llegado
hace algo más que esquematizar: manifiesta su li- ahora el turno a la imaginación. Pero esto no es
bertad más profunda al reflejar la forma del ob- posible. La facultad de sentir no legisla sobre 1os
jeto, .se juega en cierta manera en la contempla- objetos; por tanto, no hay en ellct una facultad
ción de la figwa", se convierte en imaginación (en el segundo sentido de 1a palabra) que sea le-
productiva y espontánea "como causa de formas gislaclora. E1 sentido común estético no representa
arbitrarias de intuiciones posibles,e. He aquí, un acuerdo objetivo de las facuitades (es decir,
pues, una concordancia entre la imaginación en una sumisión de objetos a una facultad domi-
tanto libre y el entendimiento en tanto indeter- nante que determinaría al mismo tiempo el papel
minado. He aquí Ltna. concordancia libre e inde- de las otras facultades en relación con esos ob-
terminada entre facultades. De esta concordancia jetos), sino una pura armonía subjetiva en que la
tenemos que decir que define un sentido común imaginación y el entendimiento se ejercen espon-
propiamente estético (el gusto). En efecto, el pla- táneamente, cada uno por su cuenta. Entonces, el
cer que suponemos comunicable y válido para sentido común estético no completa las otras dos,
todos no es otra cosa que el resultado de esa sino que lc.ts funda o las hc¿ce posibles. Jamás una
concordancia. Puesto que no se reahza bajo un facultad adquiriría un papel legislador y determi-
concepto determinado, es imposible conocer in- nante si todas las facultades en conjunto no fueran
telectualmente el libre juego de la imaginación; ante tr do capaces de esta libre armonía subjetiva.
sólo se 1o puede sentir10. Nuestra suposición de Pero entonces nos encontramos ante un poble-
una "comunicabilidad del sentimiento, (sin inter- ma particularmente difícil. Explicamos Ia universa-
vención de un concepto) se funda, pues, en la lidad del placer estético o la comunicabilidad del
de una concordancia subjetiva de las facultades, sentimiento superior por la libre concordancia de
las facultades. Pero, ¿basta con presumir esa libre
'qz§:;. concordancia, con suponerla 14 priori? ¿No debe-
e C¡, t6 y
5 "Obsen ación general sot¡¡e la primera sección
de la analítica,.
'uqs9. -' 3c) y 40.
"y¡-s
BB 89
ría, pot e1 contrario, ser producida en nosotros? Ante lo inmenso, la imaginación experimenta la
En otras palabras, ¿no debería e1 sentido común insuficiencia de ese máximo, "trata de ensanchar-
estético ser objeto de una génesis, génesis tras- lo y recae sobre sí misma"12. A primera vista atri-
cenclental propiamente dicha? Este problema do- buimos al objeto natural, es decir a la natutaleza
mina la primera parte de 1a crítica del juicio; su sensible, esa inmensidad que reduce nuestra ima-
solución implica varios momentos complejos. ginación a la impotencia. Pero en verdad nada,
fuera de la razón, nos fuerza a reunir en un todo
la inmensidad del mundo sensible. Así se perca-
RTUCIÓN DE LAS FACULTADES EN LO SUBLIX{E ta la imaginación de que es la razÓn la que, al
impulsarla al límite de su poder, la fiierza a con-
Mientras permanecemos en el iuicio estético del fesar que toda su potencia no es nada en com-
tipo .esto es bello,, la razón no parece desempe- paración con una ldea.
ñar ningún papel: sólo intervienen e1 entendi- Lo Sublime, pues, nos pone en presencia de
miento y la imaginación. Además, se ha encon- una relación subjetiva directa entre la imaginación
trado una forma superior del placer, pero no una y la razón Pero más que una concordancia, esa
forma superior de1 dolor. Pero ei juicio "esto es relación es un discordanciz, una contradicción vi-
bello, es únicamente un tipo de juicio estético' vida entre la exigencia de la razó¡ y la potencia
Tenemos que considerar el otro tipo, 'esto es su- de la imaginación. Por eso la imaginación parece
blime,. En 1o Sublime, la imaginación se entrega perder su libertad y el sentimiento de lo sublime
a una actividad que no tiene nada que ver con parece más un dolor que un placer. Pero, en el
la reflexión formal. El sentimiento de 1o sublime fondo de la discordancia aparece la concordan-
se experimenta ante 1o informe o lo deforme (in- cia; el dolor hace posible un placer' Cuando algo
mensidad o poder). Entonces todo sucede como que excede a la imaginación por todas partes la
si la imaginación se enfrentara a su propio 1ímite, pone en presencia de su límite, la imaginación
como si se viera forzada a dar el máximo de sobrepasa su límite de manera negati-
sí, como si sufriera una violencia que la lleva a1 -aunque
va? por cierto- mediante la representación que
extremo de su poder. Sin duda. en la medida en se hace de la inaccesibilidad de la Idea racional
que se trata de aprebender (aprehensión sucesi- y la conversión de esa inaccesibilidad misma en
va de las partes), la imaginación no tiene límite. algo presente en |a nattraleza sensible. "La tma-
Pero cuando se trata de reproducir las partes pre- ginación, que fuera de lo sensible no encuentra
cedentes a medida que llega a las siguientes, tie-
ne un máximo de comprebensión simultánea. t2 c¡, g 26.
90 97
nada en donde apoyarse, se siente no obstante sear)1t. De manera que, en lo sublime dinámico,
ilimitada debido a la desaparición de sus límites; el clestino suprasensible de nuestras facultades
y esta abstracción es una presentación del infini- parece colno la predestinación cle ttn ser moral'
to que, por esta razót,.sólo puede ser negativa, E1 sentido de Io sublime es engendrado en nosotros
pero que, sin embargo, ensancba el alma"r3. TaL de tal manera que prepare una finalidad más alta y
es la concordancia-discordante de la imaginación nos prepara para el advenimiento de la ley moral'
y la razón: no sólo la razón tiene un .destino su-
prasensible", sino también la imaginación. En esta Puxto DE vISTA llE l-,t cÉNests
concordancia, e\ alma se siente como la unidad
suprasensible indeterminada de todas las faculta-
Lo difícil es encontrar el principio de una gé-
nesis análo ga para e1 sentido de 1o bello' Pues en
des; nosotros mismos nos relacionamos con un
hogar como con un .punto de concentración, en 1o sublirne, todo es subietivo, relación sulrjetiva
lo suprasensible.
entre facultades; 1o sublime sóio se relaciona con
1a naturaleza por su proyección, y esta proyec-
Entonces se ve que la concordancia imagina'
ción-razón no es simplemente supuesta, sino que
ción se ef-ectúa sobre lo informe o 1o deforme de
1a naturaleza. Tambtén en 1o be1Io nos encontra-
es verdaderamente engendrada, engendrada en la
discordancia. Por eso el sentido común que co- mos ante una concordanci.a subjetiva; pero ésta
rresponde al sentimiento de lo sublime no se se- tiene lugar con ocasión de formas objetivas, aun-
para de una "cultu¡fl», cofiio movimiento de su que a propósito de 1o bello se plantea un pro-
génesis1a. Y en esta génesis es donde nos perca-
blema de deducción que no se planteaba a
tamos de lo esencial relativo a nuestro destino. propósito cle 1o sublime'6. El análisis de lo subli-
En efecto, las Ideas de \a razón son especulati- me nos puso en la pista al presentarnos un sen-
vamente indeterminadas, prácticamente indetermi- ticlo común no sólo supuesto, sino engendrado'
nadas. Esto ya es el principio de la diferencia en- Pero una génesis del sentido de 1o bello plantea
tre lo sublime matemático de lo inmenso y lo un problema más difícil, porque reclama un prin-
sublime dinámico de la potencia (uno pone en cipio con alcance objetivorT.
juego la ruzón desde el punto de vista de la fa- Sabemos que el placer estéticcl es completa-
cultad de conocer, mientras que el otro lo hace mente clesinteresado, pues no afecta en absoluto
desde el punto de vista de la facultad de de-
'1 c¡, 5 zr+

'o c7 § 3o'
"11 (l § 29, .observ-ación general,. 1'-De clonde el lugar del análisis de 1o Sublime en la
cJ, 2g.
§ Crítica clel iuicio.
q) 93
llo no la forma bella en tanto tal,
tecae) pues, en
a la existencia de un objeto. Lo bello no es ob-
jeto de un interés de la tazón. Pero puede unir' sino en la materia que la natutaleza ha emplea-
se:sintéticarnente a un interés racional. Suponga- do para producir obietos capaces de reflejarse for-
fnos que así sea: e[ placer de lo bello no deja de
rnulrn..tt.. No hay que asombrarse de que Kant,
ser desinteresado, pero el interés al que se une tras haber dicho que los colores y los sonidos no
puede servir como principio pata üna génesis son bellos por sí mismos, agregue que son ob-
de la ,,comunicabilidad, o de la universalidad de ese
jeto de un "interés de lo bello'2o. Además, si se
placer; lo bello no deia de ser desinteresado, pero busca cuál es la materia primera que interviene
el interés al que se une sintéticamente puede ser- en la formación natural de 1o bello, vemos que
vir como regla para una génesis del sentido de se trata de una materia fluida (el estado más a¡-
lo bello como sentido común. tiguo de la mateia), una paÍte de la cual se se-
Si bien ésta es la tesis kantiana, hemos de ave- para o se evapora y el reito se solidifica brusca-
iiguar cuál es el interés que se une a 1o bello. *.rrt. kfr. lá formación de los cristales)2l. Es
Ante todo se pensará en un interés social empí- decir, que el interés de lo bello no es parte in-
rico, que tan a menudo se enlaza a los objetos tegrante de lo bello ni del sentido de lo bello,
bellos y que es capaz de engendrar ufia suerte sino que concierne a ufra producción de lo be-
de gusto o de comunicabilidad del placer. Pero llo en la naturaleza, y desde ese punto de vista
no hay duda de que lo bello se asocia a tal in- puede servir en nosotros como principio pata una
terés sólo a posteriorils. Únicamente un interés de génesis del sentido de 1o bello.
la razón puede responder a las exigencias prece- Todo el problema se resume en la siguiente
dentes. Pero, ¿en qué puede consistir aquí un in- pregunta: ¿qué clase de interés es éste? Hasta
terés racional? No puede tecaer sobre lo bello en ahora hemos definido los intereses de la tazón
sí mismo. Recae exclusivamente en la apffiud de por un tipo de objetos que estaían necesariamen-
la naturaleza para producir formas bellas, es de- ie sometidos a una facultad superior. Pero no hay
cir, formas capaces de reflejarse en la imagina' objetos sometidos a la facultad de sentir. La for-
ción. (Y la naturaleza presenta esta aptitud allí ma superior de la facultad de sentir no designa
donde müy taramente llega el ojo humano como otra cosa que la armonía subjetiva y espontánea
para reflejarlas efectivamente: por ejemplo, en el de nuestras facultades aclivas, sin que ninguna de
fondo de los océanos1e.) El interés unido a lo be- ellas legisle sobre los objetos. Cuando considera-

" q, §'ll. 'o c¡, 5 12.


" ¿7, § 30. "q,s58.
95
94
para pto- to, "dan que pensar, mucho más que io que el
mos la aptitucl material c1e la naturaleza
de ello concepto contiene. Por eiemplo, no sólo relacio-
clucir formas be1las. no poclemos concluir
namos el color con un concepto del entendi-
la sumisión necesaria dá esta naturaleza una dea
sLL concor- miento qLle se aplicaría directamente a é1, sino
nuestras facultades, sino únicamente que aciemás 1o relacionamos con un concepto
dancia inteligente con el coniunto entero de
sería inútil buscar complelamente distin¡o, qlle no tiene un objeto
,-rr.,"r,.n, faculiades". Aclemás,
1o bellol cle intuición, sino que se asemeja ai concepto del
un fin cle la natur aleza cvanclo produce entendimiento porque plantea su objeto por ana-
i, p.".ipltución de ia materia fluida se explica de
la na- logía con el objeto de la intuición. Este concep-
manera puramente mecánica' La aptitud de
pues, como un poder sin fi- to distinto es una Idea de la razón, que no se
turaleza se presenta,
eiercicitl armonio- asemeja al primero sino desde el punto de vista
nalidad, adácuada por aza{ -al de la reflexión. Así, el lis no sólo se relaciona
-so c1e nuestras facultacles23 El placer
de este
con los conceptos de color- o de flor, sino que
ejercicio es por sí mismo desinteresado; experi- además despierta la Idea de inocencia pura, cuyo
menta?nos un interés racional por la concc'¡rdan-
objeto no es un ;rnálogo (reflexivo) del blanco de
cia contingente cle las producciones de la rtatttra- Cicha flo15. Es que las Ideas son el objeto de una
es el
leza cctn n-uestro placir clesinteresado}i' Éste presentación indirecta en las materias libres de la
tercer interés de la tazón: no se define por una
natllraleza. Esta presentación indirecta se llama
sumisión necesaria, sino por una concordancia simbolismc,¡ y tiene como regla el interés por lo
facul-
cántingente de la natu raleza con nuestras bello
tades.
De esto se desprenden dos consecuencias: el
entendimiento ve ilimitadamente ensanchados sus
EL stlrtBousN{o EN LA \ATURALEZA conceptos; la irnaginación se siente liberada de la
compulsión del entendimiento que padecía toda-
¿Cómo se presenta la génesis
del sentido de lcr vía en el esquematismo y resulta capaz de refle-
Al parecer, ias materias libres de 1a natu-
t eitoi ¡ar libremente la fórma. En consecuencia, la con-
no se relacionan
raleza, los colores, 1os sonidos' cordancia de la imaginación, en tanto libre, y del
cle1 en-
simplemente con conceptos determinaclos entendimiento, en tanto indeterminado, no es
t"rrái-i"rrto, sino que desbordan el entendimien- simplemente supllesta: en cierto modo es algo
animaclo, vivificado, engendrado por el interés de
22
ó7, Introducción. § 7

"t' c7, § 5a'


c¡, 5 4z "c/,ss42y59
97
96
sen- Como clice Kant, b bello mismo es símbolo del bi.en
1o bello. Las materias libres c1e la nltturaleza (con io que quiere decir que el sentidr¡ de lo lrc-
per-
,it i. tl*nolizan las Icleas de \a razón; así' a la lio no es Llna percepción confusa del bien, que no
al entenclimiento y liberarse
-ii." ,-pliarse interés por lo be1lo. cia testimonio hay relación analítica alguna entre el bien y lo
i-ngi"r.ián. El
fa- bello, sino una relación sintética según la cual el
de ,1.,u unirlacl srtpraseisible c1e todas nuestras
en 1o su- interés cle 1o bello nos dispone a ser morales, nos
cultades como 'punto cle concentr¿lción
ptr*"ttUf.', de cloncle cleriva su libre concordan- clestina a la moralidad)27. Así, la unidad indeter-
cla formal o sll armonía sr'rbietiva' minada y la libre concordancia de las facultades
La uniclad suprasensillle indeterminacla cie
to- no constitttyen solamente lo más profundo del
das las facultacles' y la libre cr¡ncorclancia
que de alma, sino que además preparan el advenimiento
cle 1o más eletadr,¡. es decir, la supremacía de \a fa-
.ito .t..i,r", son lo más profrlnclo del alma' En

ai"a,o, cuanclo ia cclncorclancia de 1as facultacies cultad cle ciesear, y hacen posillle el paso de la
detern-tinacla por Llna cie ellas
(el entendi- facultad de conocer a esta facultad de desear'
"sta la razón en el
miento en el interés especulativo'
i.ri.ret práctico), .upc,Á"-ot que 1as facultades
libre (de o EL GENIo
son capace s, atúe toio, cle tlna armonía EL sn¿gousN,to EN EL ARl'g,
sin 1o cuai
acuerdt con el interés por 1o llello)'
sería posible' Es verclad que todo lo qtre precede (el interés
;i;;";, de sus cleterminaciones de las por 1o be11o, la génesis del sentido cie lo bello y
Pero, por otra parte, la libre conco¡dancia
fa.uliodet clebe hacer aparecer )'ü la razón
como ia relación de lo bello y e1 bien) sólo concierne
en a la belleza de la naturaleza. En efecto, todo des-
llamacla a desen-rpeñar el papel cleterminante
Éste es el cansa en el pensamiento de que la naturaleza ha
el interés práctico o en el dominio moral'
de to- produciclo la belleza28. Por esta razÓn Io bello en
sentido en el que el ciestino sr:prasensible
áu, n,-,".rrus fair"rlt¿icles es 1a predestinación cle
un el arte no parece tener relación con el bien, y el
ser morai; o en qlle la iclea cle lo supransensible sentido de 1o bello en el arte no parece que pue-
.o-" unláacl inciéterminacla de las facultades pre- da engendrarse a partir de un principio que nos
suprasensible .tal como la ra- clestine a la moralidad. De ahí Ia palabra que usa
irr^ f" idea cie 1opráiticamente (como principio Kant: "respetable,. Es decir, el que sale de un mu-
,On io cletermina
áe lo, fines cle la libertacl); o en que el interés seo para volverse a las bellezas de la naturaleza..'
ser mora126'
de 1o bello implica ttt'a til'po'ición ál
'¿1 cJ, s i9.
28 rt §. ¿r)
'6 c¡, 5 42' Y/ -! '''

99
98
aparece como representación 'secunclaria', una ex-
A menos que el arte también se muestre iusti-
prcsión seguncll, Y por eso mismo se aproxima
ficable, a su manera' por una materia y una
regla
la naturale- tanto al simbolismo (ei genio también procede
r"-i"it"r¿as por la naturaleza' Pero por ampliación del entendimiento y la liberación
za, aqví, sólo puede proceder por una disposi-
de la imaginación)lr. Pero en lugar de presentar
ciá.t ü.tata en el sujeto' El genio es precisamen-
disposición innata por la cual la naturaleza indirectamene la Idea en la naturaleza, la expre-
,. sa secundariamente en la creación imaginativa de
da al arte una regla sintética y una materia
"r,u rica'
Kant define al génio como la facultad de las otra nattlraleza.
Ei genio no es el gusto, pero anitna el gusto
Ideas estéticas'e. L primera vista, una Idea estéti-
en el arte al clotarlc¡ de un alma o de una mate-
ca es lo contrario á. ."' Idea racional' Ésta
es
intuición se adecua; ria. Hay obras perfectas desde el punto de vista
un concepto al que ninguna
ciel gusto, pero qtle carecen de alma, es decir, de
aquélla, úna intuición a la que ningún concepto
genioi2. Eso se del>e a clue el É{ust() n() es más
'se adecua. Pero cabe preguntarse si esta relación
que la concordancia formal de una imaginación
inversa basta para describir la Idea estética'
La
libre y un entendimiento ampliado. Si no remite
Idea de la razón excede a la experier'cia' ya
sea
le correspond^ en \a a una instancia más elevada como a una materia
;;;¿". no tiene obieto que ya pÚt- capaz de ensanchar precisamente el entendimien-
nx.rrr^leza (por ejemplo, seres invisibies);
que convierte un simple fenómeno- de la natura- to .v liberar la imaginación, es sombrío y muerto,
(la muer- rneramente supuesto. En las artes, la concordan-
láza en un acontecimiento del espíritu
en cia de la imaginación y el entendimiento sólo se
te, el amor...). Hay por tanto algo inexpresable
la estética excede ve vivificado por el genio y sin el genio sería in-
la Idea de la rtzón. Pero Idea
comunicable. El genio es un llamamlento lanza-
a todo concepto, porque crea la intuición de
otra
oatttaleza que la que nos es dada:- otra natura- do a otro genio; pero entre ambos e1 gusto se
convierte en una sLlerte de intermediario, qr:e
leza cuyos ienómenos serían verciaderos aconte-
permite esperar cuando el otro genio aún no ha
cimientás espirituales, y los acontecimientos
del
naturales inmedia- nacido33. El genio expresa la unidad suprasensi-
átpi¡t" serían determinaciones
ár'0. .o^ que pensar', fierza a pensar' La Tdea ble de tcdas las facultades y la expresa como
viva. Por tanto, suministra la regla según la cual
estética es io mismo que la ldea racional: expre-
sa lo que hay de inexpresable en ésta' Por
eso
3' Ibíd.
32 fuíd.
'n CJ, S 57, observación 1' 31
§ tbíd.
cl, § 49.
101
100
se pueclen extencler las conclusiones de 1o be11<; ¿Es cr JUICIo IJNA FACULTAD?

en la natu raleza a lo bello en el arte Pero no


sólo 1o bello en la naturaleza es símbolo del bien; El juicio es siempre una operación compleia,
también lo es lo bel1o en el arte, de acuerdo con que consiste en subsumir lo particular a lo gene-
la regla sintética y genétrca ciei genio3a' .át. nt hombre del juicio es siempre un hombre
A la estética.fonnal clel glrsto agrega Kant una clel arte: un expefto, un médico, un jurista. El jui-
metafísica material, ctlyos clos capítr'rlos principa-
cio implica un verdaclero clon, un oifato35. Kant
fue el primero que supo plantear el problema del
les son e1 interés por 1o bello y el genio, y qtle
juicio en el plano de su tecniciclad o de su ori-
cla testimonio cle Lln romanticismo kantiano' Es
ginaliclad propia. En textos célebres, Kant clistin-
notable que 21 la estética de la línea y de la com-
gue clos casos: o l¡ien Io generai es daclo, cono-
posición, esto es, cle la ftlrmll, añacla Kant una
cic1o, y sólo queda aplicarlo, es decir, determinar
metaestética cle las ntateri'.ts, ltls colores y los so-
nidos. En la crítica ciel juicio, el clasicisrno ple-
lo particular a lo que se aplica ('r-rso apodíctico
de la razón", "juicio determinante'); o bien lo gene-
namente retlizaclo y el romanticismo neciente en-
ral constituye un problema y es menester encon-
cuentran un equilibrio cornpleio.
trarlo ("uso hipotético de la razón', "juicio reflexio-
Es preciso no confundir 1as diversas maneras
nante,36). No obstante, esta distinción es mucho
en que, según Kant, las Ideas de la razón son
susceptibles cle una presentación en la naturalez¿r
más complicada de 1o que parece: debe ser in-
sensible. En lo sr:blime, lí1 presentación es direc- terpretada, tanto desde el punto de vista de los
ta, pero negativa, y se produce por proyección; ejemplos como de la significación.
.1 ti-báhtrro natural o en el interés por io Un primer error consistiría en creer que sólo el
".r juicio reflexionante implica una invención. Incluso
bello, la presentación es positiva, pero indirecta,
y se realiza por reflexión; en el genio o en el cuando 1o general es dado, es menester el 'jui-
iirnbolit-o artístico, la presentación es positiva, cio, para realiz.ar la subsunción. Sin duda, la ió-
gica trascendental se clistingue cle la lógica formal
pero segunda, y se realiza por creación de otra
natutuleáa. N{ás aclelante veremos que la Idea es
en que contiene reglas que indican la condición
bajo la cual se aplica un concepto dado37. Pero
susceptible cle un cuarto niodo de presentación,
estas regias no se reducen al concepto: para apii-
el mái perfecto, en la nattlraleza concebida como
sistema de fines.
35 CRP, Analítica, .El iuicir.l trascendental en general'.
-IIln*.irmenre 36 CRP, Dieléctica, Apéndice, 'Uso regular de las Icleas'.
al § 42, el § i9 (.La belleza, símbolo cle t1 CRP, Analítica, .El jr.ricio trascendental en general'.
la moraliclad,) vale tanto para el arte como para lz naruraleza'
103
1.02
car un concepto clel entenclimiento hace falta el tendimiento; en el juicio ptáctico, el entendi-
esqllema, qlle es un acto inventivo cie la imagi- miento suministra un tipo de conformidad con el
nación capaz de inclicar la conclición en 1a cual concepto del entendimiento; en el juicio ptáctico,
los casos particulares se subsumen al concepto. el entendimiento suministra un tipo en conformi-
También el esquematismo es tln .arte,, y ei es- dad con la ley de la taz6n. Es 1o mismo decir
quema, un esquema de los .c¿ls()s que caen bajo que el juicio determina un objeto, que la con-
la ley,. Por tanto. sería errórleo creer que el en- cordancia de las facultades está determinada o
tendimiento jttzga por sí misuo: el entendimien- que una de las facultades ejerce una función de-
to no puecle hacer otra cosa con ios conceptos terminante o legisladora.
que usarlos para j::tzgaq pero este uso implica un Por eso es importanfe fiiar los ejemplos co-
acto original de la imaginación y también un acto rrespondientes a los dos tipos de juicio, el "de-
original de \a rltz.ón (por eso, en \a Crítica de la terminante, y el .reflexionante'. Tomemos un mé-
razón pura eI jr.ricio determinante aparece como dico que sabe qué es la tifoidea (concepto), pero
un ejerciclo de la razón). Siempre que Kant ha- que no la reconoce en un caso particular (juicio
bla del juicio como facultad, se ocupa de desta- o diagnóstico). Se tendetá a ver en el diagnósti-
car la originalidad de su acto, la especificiclad cie co (que implica un don y un arte) un ejemplo de
su producto. Pero el jr-ricio implica siempre diver- juicio determinante, pues se supone que se cono-
sas facultades y expresa la concordancia de esas ce el concepto. Pero en relación a un caso panicu-
facultades entre sí. Se dice que el juicio es cle- lar dado, el concepto no es dado: es problemá-
terminante cuando expresa la concordancia de fa- tico o completamente indeterminado. En realidad,
cultades bajo una facultad determinante, es decir, el diagnóstico es un ejemplo de juicio reflexio-
cuando determina un objeto en conformidad con nante. Si buscamos en la medicina un eiemplo de
una facultad que se ha ptlesto previamente como juicio determinante, tenemos que pensar más bien
legisladora. Así, el jr,ricio teórico expresa la con- en una decisión terapéütica: aquí, el concepto es
cordancia de 1as facultades que cletermina un ob- dado efectivamente en relación con un caso par-
jeto en conformidad con el entendimiento legis- ticular, pero 1o difícil es aplicarlo (contraindica-
lador. De la misma manera, hay un juicio práctico ciones en función del enfermo, etc.).
que determina si una acción posible es un caso No menos arÍe o invención hay en el juicio re-
sometido a 1a ley moral: exprcsa la concordancia flexionante. Pero esrc arte ilene allí otra distribu-
del entendimiento y la raz,ón, presidida por ésta. ción. En el juicio determinante, el arte está en
En el juicio teórico la imaginación suministra un cierto modo .oculto,: el concepto, ya se trate de
esquema en conformidad con el concepto del en- un concepto del entendimiento, ya de una ley
104 105
cle razón, es claclo: por tanto, hay una facultad
la caso del fuicio cleterminante), sino que también
manifiesta el principio de su originalidad. Según
legisladora, que ciirige o determina la. aportación
oiiginat cle lai otras facultacles' pese a 1o difícil
de este principio. nuestras facultades difieren en na-
ap."ecia. c1e esa aportación Pero en e1
juicio re- turaleza y. sin embargo, no por eso se resiente la
flexionante, nada es dado desde el punto de vista concordancia libre y espontánea entre ellas, que
cle las facultades activas: só1o se presenta una
ma- hace luego posible su ejercicio bajo la presiden-
teria bruta, que, en sentido estricto, no es 'repre- cia de alguna de ellas según una ley de los in-
sentada,. Por tanto, todas las facuitacles activas
se tereses de la rtzón Siempre el juicio es irreduc-
ejercen libremente en relación con ella' El iuicio tible u original: por eso se puede decir qtte es
reflexionante expresará un acuerdo libre y deter- "una, facultad (don o arte específico). Nunca con-
minad.o entre todas las facultades El arte, que en siste en una sola facultad, sino en la concordan-
e1 juicio cleterminante permanecía oculto
y subor- cia de facultades, ya sea en una concordancia
dinado. se hace manifiesto y se ejerce libremente previamente determinada por la que desempeña
en el luicio reflexionante' Podemos descubri'r por el papel legislador, ya sea, más profundamente,
.reflexión, un concepto ya existente; pero el jui- en una concordancia libre indeterminada, que
cio ref'lexionante será mucho más puro si no con- constituye el objeto último de una "crítica del jui-
tiene concepto alguno de la cosa que libremente cio, en general.
refleja, o si el concepto, de alguna manera) se en-
,r.r.hu. se hace ilimitado, indeterminado' DE re ¡stÉlice ,t L¡ tporocÍ,q
En verdad, el juicio determinante y e1 juicio re-
flexionante no son dos especies de un mismo gé- Cuando se aprehende la facultad de conocer
nero. El iuicio reflexionante manifiesta y libera en su forma superior, 1o que legisla en ella es el
un fondo que estaba oculto en el otro Pero el entendimiento; cuando se aprehende la facultad
otro sólo eia juicio gracias a ese fondo vivo' De de desear en su forma superior, 1o que legisla en
otra manera resulta incomprensible que Ia Crítica ella es Ia razón. Cuandc,t se ctprehende la.facttltad
d.el juicio lieve precisamente ese título' de sentir en su Jttrma superior, lo que legisla en
aunque
juicio reflexionante Ocurre que ella es el juicio38. Sin embargo, este czlso es distin-
sólo se refiera al
tocla concorclancia cleterminada de facultades bajo to de los otros dos: el juicio estético es reflexio-
una facultacl determinante y legisladora supone la nante; no legisla sobre objetos, sino únicamente
existencia y la posibilidacl de una concordancia sobre sí mismo; no expresa una cleterminación de
libre indeterminada. En esta concordancia libre
el juicio no sólo es original (lo que ya era en e1 I y !.
18 CI Introducción, §§

707
106
sino una expresa Lrn acto por el cual Ia razÓn sería iegis-
objeto baio una facultad determinante' a pro- ladora. Tampoco e1 entendimiento legisla. El en-
iiUr" .orróo rdancia de todas las facultades que pre- tendimiento legisla sobre los fenómenos, pero
refleio' Tenemos
fátit" de un obieto tipo de^juicio reflexionante sólo en tanto se los considera en Ia forma cle su
ñ;"t si no hay otro subietivas intuición; sus actos legislativos (categorías) cons-
o si la libre conco rdancia de facultades tituyen leyes generales y se ejercen sobre la na-
notieneotramanisfestaciónqueeljuicioestético.
-'"SáU.tno, fvraleza como objeto de experiencíe posible (,todo
que la razóÍr, en slt' interés especula-
es meramente re- cambio tiene ttna causa..., etc.). Pero el entendi-
t¡ro,, for*u Iáeas cuyo sentido miento nunca determina a priori la materia de
tienen obieto
sulador. Esto quiere decir que no los fenómenos, el detalle de la expertencia real
dÉsde el punto de vista del conoci-
il;;"rd" el máxi- o las leyes pafiiculares de tal o cual objeto. Éstas
miento, sino que su función es
conferir
del en- sólo son conocidas empíricamente y siguen sien-
mo de unidad sistemática a los conceptos valor do contingentes en relación con nuestro entendi-
menos
tendimiento. Mas no por eso tienen
ol-rietivo. aunque 'indeterminado';
pues no pue- miento.
Toda ley implica necesidad. Pero la unidad de
á"i-, .""f..ir unidad sistemática a los
conceptos
a los fenóme- las leyes empíricas, desde el punto de vista de su
sin prestar una unidad semeiante particularidad, debe pensarse como una unidacl
,ro, io"ti¿erados en su mateia
o en su particu-
inherente a tai que únicamente otro entendimiento que el
1*la"a. Esta unidad, admttida t9m9 las cosas nuestro podría clar necesariamente a los fenó-
de
los fenómenos' es una unidad final posi- menos. Un .fin, se define precisamente por Ia
(-a"iÁ" de unidad en la mayor variedad
hasta dónde llega)' representación del efecto como motivo o fi-rnda-
ble, sin que se pueda decir mento de la causa; la unidad final de los fe-
no es en
f,'imporiUle concebir esta unidad si efecto' la nómenos remite a un entendimiento capaz de ser-
conformidad con vt fin natural;
en
exige una relación de la di- virle como principio o sustrato, en e1 cual 1a re-
unidad de 1o diverso presentación de1 todo sería causa de1 mtsmo todo
con un fi" ¿tttt"InirLado' en conformidad
""ttár¿ con di- en tanto efecto (entendimiento-arqlletipo. inruiti-
con los obietos que se pone en.relación vo, definido como causa suprema inteligente e
cha unidad' En este tot"tpto de
fin natural' la
o su- intencional). Pero sería erróneo pensar qlle ese
unidad nunca es otra cosa que presumida entendimiento existe en realidad, o qlle los fen(¡-
puesta como conciliable con la
diversidad de las
no menos sean producidos efectivamente cle esta ma-
i"yes empíricas pattlculares39' En consecuencia' nera: el entendimiento-arquetipo expresa un ca-
l?-t,-tr.o.1.,cción, § 5 kfu' CiRP' Dialéctica' Apéndice)' rácter propio de nuestro entendimiento, a saber,
109
108
nuestra impotencia para determinar por nosotros objeto dado; a diferencia de un concepto del en-
mismos 1o panicular, nuestra impotencia para con- tendimiento, no determina su objeto. En efecto,
cebir 1a uniclacl final c1e 1os fenómenos según otro interuiene para permttir a la imaginación "tel1e-
principio que el de 1a causalidad intencional de xionar, sobre el objeto de manera indeterminada,
Llna causa suprema'0. En este sentido imprime a fin c1e que el entendimiento "adquiera' concep-
Kant una transformación profuncla a 1a noción tos en conformidad con las Ideas de la razón
clogmática clel entendimiento infinito: el entendi- misrna. E1 concepto de fin natural es Lln concep-
miento arquetipo ya no expresa al infinitc¡ otra to de reflexión que deriva de 1as Ideas regulado-
cosa que el límite propio de nuestro entendi- ras: en él todas nuestras facultades se armonizan
miento, e1 punto en el que éste deja de ser 1e- y entran en Lrna concordancia libre, gracias a ia
gislaclor en nuestro propio interés especulativo y cual reflexionamos sobre 1a natureleza desde el
en relación con ios fenómenos. 'Según la consti- pllnto de vista cie sus leyes empíricas. Por tanto,
tución pafiicular de mis facultacles de conocer. no el juicio teleológico es un segundo tipo de juicio
pueclo, respecto c1e 1a posibiliclad de la naturale- reflexionante.
za y de su produccrÓn, ivzgar de otra manera que A la inversa, a pafiir del concepto de fin natu-
imaginando una causa que actúta por intención'nl' ral determinamos un obTetc.t de la lclect racional.
La finalidad de la naturaleza está ligada, pues, Sin duda, ia Idea no tiene en sí misma un obie-
a un movimiento cloble. Por una parte, el cott- to determinado; pero su obieto es deterrninable
cepto de fin natural deriuct rle las ldeas cJe la por analogía con 1os objetos de 1a experiencia.
razón (en tanto expresa la unidad final de ios fe- Ahora bien, esta determinación indirecta y analó-
ní;menos): .Sttbsume la naturaleza beio una cau- gica (-que se concilia perfectamente con la fun-
salidad que sólo la razón puecle concebir'tr' Pero ción reguladora de la idea) sólo es posible en la
no debe confundírselo con una Idea racional, medida en que 1os obletos de la experiencia pre-
pues, en conformidad con esta causaiidad, el sentan esta unidad finai natural, en relación con
efecto es dado ciertamente en la naturaleza: "De la cual el objeto de 1a Idea debe servir como
ahí que el concepto de fin natural se distinga de principio o sustrato. Por eso, lo que obliga a cle-
tocias las otras ideas,a3. A diferencia de una Idea terminar a Dios como causa suprema intencional
de la razón el concepto de fin natural tiene un que actúa a manera de entendimiento es el con-
cepto de unidad final o cle fin natural. En este
4o c¡, 5 77 sentido, Kant insiste mucho en 1a necesidad de
4' cJ, § 75
42 c"r,
pasar de una teleolc>gía natural a la teología físi-
g 74
43 cJ, § 77 ca. El camino inl,erso sería un ma1 camino, pucs
111
110
claría testimonio cle ürla -razón inversa" (la idea una pura forma subjetiva de la finalidad, que ex-
clesempeñaría entonces un papel constitutir-o y no cluve todo fin material determinado (la belleza de
ya regulaclorr el iuicio teleológico se aprehende- un objeto no se evalúa ni por su empleo. ni por
iín .,r-o cleterminante). En la naturaleza flo efi- su perfección interna, ni en relación con un in-
contramos fines divinos intencionales; por el con- terés práctico, cualquiera que seaa6). Se objetará
trario, paflimos de fines que son ante todo 1os de que interviene la natutaleza, como hemos visto,
la naluraleza y 1es agregamos la Idea de una causa por su aptitud material para producir 1a belleza;
clivina intencional como condición de su compren- en este sentido debemos hablar ya, a propósito
sión. No imponemos "r''iolenta y dictatorialmente de 1o bello, de una concorclancia contingente de
fines a ia naturalezal por el contrario, reflexiona- la naturaleza con nllestras facultades. Esta aptitud
mos sobre la unidad finai natural, empíricamente material es para nosotros incluso el objeto de un
conocicla en la diversidad, para elevarnos hasta la .interés, particular. Pero este interés no forma par-
Idea cle una causa suprelna determinada por efia- te del sentido de 1o bello, aun cuando nos pro-
lc>gíaaa. El conjunto de estos dos movimientos
de- porcione un principio según el cual pueda en-
fine un nuevo moclo de presentación de la Idea' gendrarse este sentido. Aquí, la concordancia
un último moclo que se distingue de los que he- contingente cle la naturaleza y de nuestras f-acul-
mos analizado hasta ahora. tades es en cierto modo exterior a la libre con-
¿Qué cliferencia hay entre los dos
tipos de iui- cordancia de las facultades entre sí: Ia naturaleza
cro, el teleológico v el estético? Debemos consi- nos proporciona únicamente la ocasión exterior
clerar que el jr-ricio estético ya manifiesta una ver- .de aprehender la finalidad interna de la relación
dadera finaliclacl. Pero se ttata de una finalidad de nuestras facultacles subjetivas't . La aptitucl ma-
(-obietivo o
subietiua, formal, que excluye todo fin terial de la naturaleza no constituye un fin natu-
subjetivo). Esta finalidad estética es subjetiva, pues ral (que vendría a contradecir la idea de una fina-
consiste en la libre concordancia de las faculta- lidad sin fin): "Es favor con que cogemos nosotros
cies entre sí*t. No cabe duda de que hace entrar la naturaleza, pero no es fauor que ella nos con-
en juego la forma de1 obieto, pero la forma es cede"'8.
pr.ái.r-".rte 1o que la imaginación refleja del ob- La finalidad, en estos diferentes aspectos, es el
jeto mismo. Objetivamente se trata, por tanto, de objeto de una representación "estética,. Ahora
11 CRP. Dialéctica. Apénclice , 'El fin final de la dialéctica
'natural,. ó7, §§ 68, 75 y
.la85. nu
cI s§ 11 y 15.
li D" Cf. § 3.1, expresión .finalidad subjetiva reci o'q § 54.
^'ni.- 18
pioca". lbíd.

712 773
e1 iuicio
concedía)ae. La diferencia entre los dos iuicios
bien, vemos que, en esta representación' de consiste en que el juicio teleológico no remite a
reflexionante apela a principios -particulares pnncipios pafticulares (salr,o en su uso o en sll
muchas maneras: por una
pafie' 1a libre concor-
aplicación). Implica, sin ducia, la concordancia de la
clancia c1e ias facultades ioto
fundamento de
parte' la fa- razón. Ia imaglnación y el entendimiento, sin clue
;;;'i;tJ; r.r.,rn formal); por ootra causa material'
éste legisle; pero este punto en que el entendi-
cultad de sentir como materia miento abandona sus pretensiones legislacloras
con la cual el iuicio define un
placer
fbrma parte plenamente deit interés especulatiuct y
"rr'r"fn.lO,-t por otra parte' la
oafticular como estado superior; queda comprendido en el dc¡minio de lct Jacultad
causa final por
ilrmi*; r, ri"nri¿'a sin fin como causa de conocer. Por esto e1 fin natural es e1 objeto de
f,Li-o, el interés esencial por 1o bello'.como 1o be- Lrna .representación lógica,. No cabe duda de que
engend'a ei sentido c1e
;;;r,'r"-gú" la cualensederecho en el iuicicl estético'
en el juicio teleológico hay un placer de ia re-
l1o que se expresa
""clrando flexión; no experimentamos placer en la meclida
consicleramos el juicio teleológico. nos
completa- en que la naturaieza esfá sometida a la f'acultad
encontramos ante una representaciónse trata de de conocer, sino en 1a medicla en que la natura-
mente distinta de la finalidad 'C'hora leza concuerda de manera contingente con nues-
unafinalidaclob.ietiua,material.queimplicaJines, tras facultades subjetivas. Pero, aún entonces, este
Lo dominante es 1a existencia de
un concepto
la unidad placer teleológico se confuncle con ei conocimien-
de fin natural qt-'" opt"'a empíricamente La to: no define un estado superior de la facultad cle
diversidad'
finai de 1as cosas en función de
su
sentir considerada en sí misma, sino más bien un
"reflexión'cambiaclesentido:yanoesreflexión efecto de la facuitad de c()nocer sobre la f-acu1-
sino concepto de
formal clel obieto stn concepto' tad de sentirto.
sobre 1a mate-
,"1""i0" por ei cual se reflexionanuestras faculta- Es fácil de explicar que el juicio teleoli;gico no
ria del objeto. En este concepto' Pero aquí remita a un principio a priori particular. Es que
;;r-r" eiercen libre y armoniosamente queda está preparado para el juicio estético y sería in-
la libre concordantiu ¿" las facultadescontingente de comprensible sin esta preparación51. La finalidad
comprenclida en la concordancia que' en lormal estética nos .prepare" para formar un con-
l^'ontont ra y 1as facultades' De manera que la
J ¡.ri.i,, teleálógico, clebemos, considerarun favor
fialLtraleza aro' to'-""de verdacleramente
(y cuanclo pasamos c1e la teología a \a c1e estética' 1e
cJ,
s 67.
naturai cosas 50qlntroducción,§6.
consicieramos que la proclucción
'1 qlntroducción,§8.
bellas la era un favor que la
naturaleza nos
775
714
práctico- y prepara la subordinación del prime-
cepto cle fin que se agrega al principio de finali- ro al segundo, al mismo tiempo que la finalidad
¿á, to .ornpi"t, y 1o aplica a la oatttraleza; la
hace posible el paso de la naturaleza a la llber-
propia reflexión sin concepto nos prepaÍa para
tad o preparu 7a realización de la libertad en la
formar un concepto de reflexión De esta suerte' nafuralezas2.
.ro nny problemá c1e génesis en 1o que se refie-
re a un .senticlo común teleológico; éste se admi-
te o se presume en beneficio clel interés especu-
lativo, forma parte de1 sentido común lógico' pero
cie alguna *n.t"ru lo esboza ya ei sentido comúln
estético.
Si consideramos los intereses de la tazón co-
rrespondientes a las clos formas del iuicio refle-
xionante, encontramos el tema de una "prepara-
ción,, pero en otro sentido' La estética pone de
de las faculta-
-a.,iiiárto una libre concordanciase asocia a un inte-
des, que, en cierta manera,
rés'especial por 1o bello; ahora bien, este interés
nos predestina a ser morales Y, Por tanto' prepa-
ra ei advenimiento de la ley moral o la supre-
macía del interés practico pLtro' La teleología'
pot
su parte, manifiesla una concordancia libre de las
facultacies, esta vez en el interés especulatiuo:
.bajo, la relación de 1as facultades tal como la de-
,..rr-ti.ru el entenclimiento legislador, descubrimos
la libre armonía de todas las facultades entre sí'
de donde el conoci.miento extrae una vida propia
(hemos visto que el juicio cleterminante' en el co-
nocimiento, implicaba un fondo vivo que única-
mente se revela en 1a 'reflexión')' Por tanto' es
necesario pensar que el juicio reflexionante en
general hace posiblé el paso de la facultad de co- t2 q,
interés especulatrvo al Introducción, §§ 3 y 9.
Io... a la de desear -áel 11,7
716
CoNct.t,tstÓN

Los fines de la ruzÓfi

DocrRIN,cs DE LAS FACLiLTADES

Las tres críti.cas presentan un verdadero siste-


ma c1e permutaciones. En primer lugar, las facul-
ta<les se definen según las relaciones de la re-
presentación en general (conocer, desear, sentir)'
En segundo lugar, como fuentes de las represen-
taciones (imaginación, entendimiento, razón)'
Según la facultad que consideremos en el primer
sentido, hay una facultad que, en el segundo sen-
tido, está llamada a legislar sobre obietos y a dis-
tribuir a las otras su tarea específica: así, e1 en-
ten<limiento en 1a fácultad de conocer, la tazón
en la facultad de desear. Es verdad que, en la crí-
tica del iuicio, la imaginación no accede por su
cuenta a una función iegisladora. Pero se libera,
de manera que todas las facultades en conjunto
entran en una concordancia libre. Las dos prime-
ras óríticas exponen una relación de las faculta-
des determinada por una de ellas; la última crítica
11,9
I descubre más profundamente una concordancia li-
bre e indeterminada de las facultades, como condi-
vista, la crítica del juicio parece plantear una di-
ficultad particular. En efecto, cuando, bajo la re-
ción de posibilidad de toda relación determinada. lación determinacla de las facultades descubre
Esta concordancia libre aparece de dos mane- Kant una libre concordancia. ¿no hace, sirr-rple-
ta:r en la facultad de conocer, como fondo su- mente, sino reintroclucir la idea de armonía v de
I puesto por el entendimiento legislador; y por sí finaliclad? Y por pantda doble, en la llamada con-
misma, como germen que nos destina a Ia ruzón cordancia "final, entre las facultades (finaliclad
legisladora o a la facultad de desear. También es subletiva) y en la llamada concordancia "contit-l-
lo más profundo del alma, pero no 1o más ele- gente, de la natu taleza y de 1as facultades mis-
vado. Lo más eleuado es el interés práctico de la mes ( finalidrd ohietive).
razón, el que corresponde a la facultad de desear Sin embargo, 1o esencial no es eso' Lo esencial
y al que se subordina la facultad de coriocer o es que la crítica del juicio ofrece una nueva teo-
el interés especulativo mismo. ría de la finaliclad que corresponde a1 punto c1e
La originalidad de la doctrina kantiana de las vista trascendental y se compagina perfectamenle
facultades consiste en que su forma superior nunca con la idea de legislación. Esta tarea se realiza en
las abstrae de su finitud humana, ni suprime su di- 1a medida en que la .finalidad ya no tiette tttt
ferencia de naturaleza. En el primer sentido de la principio sino que más bien lct teok''3ia
-tiene'un teológico,
palabn y en tanto especÍficas y finitas, las facttlta- fundamento 'final' humano' De ahí la
des acceden a una forma superior; y en el segundo importancia de las dos tesis de la crítica del jui-
sentido, las facultades acceden al papeL legislador. cio, la concordancia final de las facultades es ob-
El dogmatismo afirmaba una armonía entre el jeto de r,rna génesis particular; 1a relación final de
sujeto y el objeto y para garantizar esta armonía la naturaleza v eI hombre es el resultado de i:na
invocaba a Dios (que gozaba de facultades infi- actividad práctica propiamente humana'
nitas). Las dos primeras críticas sustituyen esto
por la idea de una sumisión necesaria del objeto
al su¡'eto "finito": nosotros, los legisladores, en TnonÍa DE Los FINES
nuestra finitud (incluso la ley moral es el hecho
de una razón finita). Ésta es precisamente la re- El juicio teleológico no remite, como el estéti-
volución copernicana'. Pero, desde este punto de co, a un principio que sirva de fundamento rl
I Cfr. los comentarios de M. Vuillemin sobre 1a .finitud priori de su reflexión. De esta suerte, debe estar
constitutiva", en L'béritage kantien et la réuolutiort coperni- preparado por el juicio estético, y el concepto
cienne. á" fin nanrral supone ante todo la forma pura c1e
""
720 721
la finaliclaci sin fin. Pero, en cambio' cuando 11e- su posibilidad como producto de la natllralez:r
desde el punto de vista de la reflexión. En el prr-
gamos al concepto de fin natural, al iuicio teleo-
iogi.o se le plaÁtea un problema que no se plan- mer caso, la finalidad es externa; en el segundl'
interna3. Pero estas dos finalidades tienen rela-
rcíba al juict estético: la estética dejaba al
gusto
debía ciones complejas.
el cuidaáo de decidir qué objeto iuzgarse
bello. mientras que la teleología, por el contrario' Por una paÍe, la finalidad externa por sí mi:-
exige regla, q.r" incliquen las condiciones
en ias ma es puramente relativa e hipotética. Para qut
qr-," ," itzga tna cosá según el concepto de
fin deie de serlo tendríamos que ser capaces de dc-
gi orden de cleclucción' por tanto' es el terrninar un último fin, lo cual es irnposible por
natural'.'
siguiente: c1e la forma de la finalidad al concep- observación de 1a nafutaleza. Só1o obserr'-amos
final de medios que va son fines en relación con su call-
,o" d. fi, natural (que expresa la unidad
los objetos desde el punto de vista de su mate- sa y fines que todavía son medios en relacicirl
ria o áe sus leyes particulares); y del concepto con otra cosa. Por tanto, nos vemos obligaclos 'l
de fin natural a su aplicación en la naturaleza subordinar la finalidad externa a la finalidaci rn-
(que expresa mediante la reflexión qué obietos terna, es decir, a considerar que Llna cosa rlo c:
¿áUen ser juzgados según ese concepto)'
un medio sino en Ia medida en que el fin a1 quc
Esta aplica.ió.t ., cloble' o bien aplicamos
el sirve sea un ser organizado*.
concepto de fin natural a dos objetos de los
que Pero. por otra parte, es cludoso que 1a frnair-
causa y el otro efecto y de esta manera clad inlerna no remita a su vez a Llna suerte !i-
.r.ro
"i
introducimos la iclea del efecto en la causaiidad finalidad externa y no plantee la cuestión ('1p"-
rentemente irresoluble) de un ú1timo fin. En cir¡-
c1e la causa (por elemplo, la arena
como medio
en relación ctn los bosques de pinos)' o bien to, cuando aplicamos el concepto de fin natur¡;
los aplicamos a la misma cosa como causa y a los seres organizados, llos vemos llevados a l'l
idea de que la nafitaleza entera es un sister-na se-
efecto de sí misma, es decir, a una cosa cuyas
pr.r", se produzcan recíprocamente en su forma gún la regla de los finesi. A partir de los serc'
s., conexión (seres otganizados que se or-
y'gan\zan organtzados, se nos remite a relaciones extel'iorc'
"., a sí mismos): de esta manera introduci- entre estos seres, relaciones que deberían cubrrr
ilo, in idea del todo, no en tanto causa deun la
r c/, §§ 63-65.
existencia cle la cosa ("pues entonces sería
"c7§82.
fáJ".r" del arte'), sino en tanto fundamento de t ¿ § 67, (Es inexacto creer que, según Kant la iir'-'.
dad externa se suborclina absolutamente a la finalidacl i:::=
-12f,-rn,oducción. 8. na. La inversa es verdaclera desde otro punto de vlst:l

122
el conjunto del universo6. Pe.o la naltxaleza, pre- fin deja por completo en pie la siguiente pre-
cisamente, sólo podría formar semejante sistema gunta: ¿por qué existe el hombre (en una 'for-
(en lugar de un simple agregado) en función de ma" tal que se esfuerza en hacer feliz su existen-
un último fin. Ahora bien, está claro que ningún cia)?8. ¿Se trata del hombre en tanto conoce? No
ser organizado puede constituir ese fin: tampoco, hay duda de que el interés especulativo constitu-
y ,.r..ro, aún, el hombre en tanto especie animal ye el conocimiento como fin; pero este fin no se-
Ér qr. un último fin implica la existencia de algo ría nada si la existencia del que conoce no fue-
como fin; pero la finalidad interna en los seres ta ya un fin finale. Al conocer, formamos tan sólo
organizados sólo concierne a st posibilidad, sin un concepto de fin natural desde el punto de vis-
considerar si su propia existencia es un fin' La fi- ta de la reflexión, no una idea de fin final. No
nalidad interna plantea tan sólo este inteffogante: hay duda de que con ayuda de ese concepto po-
¿por qué determinadas cosas que existen
tienen demos determinar indirecta y analógicamente el
tal o cual forma? Pero deja intacto este otro in- objeto de la Idea especulativa (Dios como autor
terrogante: ¿por qué existen cosas con esta for- inteligente de la naturaleza). Pero la pregunta
mai §ó1o se podría llamar "último fin' a un ser tal "¿por qué creó Dios la naturaleza?" es una pre-
que contuviera en sí mismo el fin de su existen- gunta absolutamente inaccesible a esa determina-
ira; la idea de último fin implica, por tanto, la de ción. En este sentido Kant recuerda constante-
fin final, que excede todas nuestras posibilidades mente la insuficiencia de la teleología natural
de observación en la naixaleza sensible y todos como fundamento de una teología: la determina-
los recursos de nuestra refTexión7. ción de la ldea de Dios a la que llegamos por
Un fin natural es un fundamento de posibili- esta vía sólo nos provee de una opinión, no de
dad; un último fin es tt¡a razón de existencia; un una creencial0. En resumen, la teleología natural
fin final es un ser que posee en sí mismo la ra- justifica el concepto de una causa creadota inte-
zón de su existencia. Pero, ¿qué es un fin final? ligente, pero sólo desde el punto de vista de la
Só1o puede serlo aquello que se puede formar un posibilidad de las cosas existentes. La cuestión de
concépto de fines; únicamente el hombre en tan- un fin final en el acto de crear Qpara qué la exis-
to ,"i racional puede encontrar en sí mismo el tencia del mundo y del propio hombre?) excede
fin de su existencia. ¿Se ttata del hombre en tan-
to busca la felicidad? No, pues la felicidad como
oqr,sa6
t'qs82. ' lbtd.
'n q §§ Bi, 91 y .observación general sobre la teleología',

1,24 725
toda teleología natural, que ni siquiera puede hzable. De todas maneras, siempre la teología se
concebi.rlall. funcla en una teleología (y no a la inversa). Pero
.Un fin final sólo es un concepto de nuestra de inmediato nos elevamos de una teleología na-
razón práctica"l2. En efecto, la lev moral prescri- tural (concepto de reflexión) a Lrna teología física
be un fin sin condición, en el cual la tazón (cleterminación especulativa cle 1a Idea regulado-
se aprehende a sí misma como fin y la lihertad se ra. Dios como eutor inteligente); que esta cleter-
da necesariamente un contenido como fin supre- minación especr-rlativa se conciliara con la simple
mo determinaclo por 1a ley. A la pregunta '¿qué regulación se debía precisamente a la medida en
es un fin final?, tenemos que responder: el hom- que era completamente insuficiente, pues estaba
bre, pero el hombre como noúmeno y existencia empíricamente condicionada y no nos decía nada
suprasensible. el homlrre como ser morai. "A pro' u."i.u del fin final de la creación divinalt' Ahora,
pósito del hombre consideraclo como ser moral, ya por el contrario, pasamos a priori de una teleolo-
no se puede preguntar por qué existe; su existen- gía práctica (concepto prácticamente determinan-
cia contiene en sí e1 fin supremo.'.''3 Este fin su- te del fin final) a una teología moral (determi-
premo es la organizactón de 1os seres racionales nación práctica suficiente de la Idea de un Dios
Lajo la ley moral o la libertad como tazón de moral como obieto de creencia). No se piense
existencia que el ser racional contiene en sí. Aquí que la teleología naturai es inútil, pues es la que
aparece la uniclad absoluta c1e una finalidad prác- nos impulsa a buscar una teología, pero es inca-
tica y de una legislación incondicic¡nada. Esta paz de propocionarla verdaderamente. No se
unidad forma la .teleología moral', mientras que piense tampoco que la teología morai "completa'
la finalidad práctica está determtnada a priori en la teología física. ni que la cleterminación prácti-
nosotros mismos con su leY1a. ca de las Ideas completa 1a determinación espe-
Por tanto, el fin final es determinable y está cuiativa analógica. En realidacl, la sustituye, según
determinado prácticamente. Ahora bien, sabemos olro interés cle la razón"'. Desde el punto de vis-
cómo. según 1a segunda crítica, esta determina- ta de ese otro interés determinamos el hombre
ción entraña a su vez urta determinación práctica como fin fina1, y fin final para e\ conjunto de la
de la Idea de Dios (como autor moral), sin la creación divina.
cual sería imposible pensar el fin final como rea-

"qsBr.
"qsBB.
"q,s84.
t"qs87. "cZs8s.
Ó/, .obr"r.,ación general sobre 1a teleologíe".
"'
726 727
En la meclida en que el último fin no es otra
I¿ ursrome o lA REATIZACIÓN
cosa que e1 fin final, es e1 objeto de una para-
La última pregunta es: ¿de qué manera el fin doja fundamental: el úrltimo fin de la nattra.Teza
sensible es un fin que esta naturaleza no puede
final es también último fin de la nattraleza?
realizar por sí mismars. No es que la nafuraleza
En otros términos: ¿cómo el hombre, que sólo es fin
realice la libertad, sino que e1 concepto de liber-
final en su existencia suprasensible y como noú-
meno, puede ser último fin de la naturaleza sen-
tad se realiza o se efectúa en la naturaTeza. La
efectuación de la libertad y del Soberano Bien en
sible? §abemos que, en cierto modo, el mundo
suprasensible ha de estar unido al sensible: e/
el mundo sensible implica pues una actividad sin-
tética original del hombre: la Hisbria es esa efec-
concepto de l¡bertad debe realizar en el mundo
sensible et fin impuesto por su ley. Esta realización
tuación. de modo que no hay que confundirla
con un simple desarrollo de la naturaleza. La tdea
es posible bajo dos tipos de condiciones: condi-
cioñes divinas (la determinación práctica de las del ú1timo fin implica una relación final de 1a na-
turaleza y el hombre; pero esa relación sólo es
Ideas de la razón, que hace posible un Soberano
Bien como concordancia del mundo sensible y el
posible gracias a la finalidaci natural. En sí mis-
mundo suprasensible, de la felicidad y la moruli- ma y desde el punto de vista formal es inde-
pendiente de esta nafuraleza sensible y debe ser
dad); y condiciones terrenales (la finalidad en la
establecida, instaurada por e1 hombre'e. La ins-
estética y en la teleología, como lo que hace po-
tauración de la relación finai es la formación de
sible una realización del Soberano Bien, es decir,
la conformidad de lo sensible a una finalidad más una constitución civil perfecta y ésta es el objeto
más elevado de Ia Cultura, el fin de Ia historia o
elevada). Por tanto, la realización de la llbettad
también es la efectuación del Soberano Bien: del Soberano Bien propiamente terrenal20.
Esta paradoja se explica fácilmente. La natura-
"Unión del mayor bienestar de las criaturas racio- leza sensible, en tanto fenómeno, tiene 1o supra-
nales en el mundo con la condición más eLevada
del Bien moral,l7. En este caso, el fin final incon- sensible como sustrato. Únicamente en ese sus-
d.icional es último fin de la naluraleza sensible,
trato se concilian el mecanismo y la finalidad de
bajo las condiciones que lo ponen como necesa-
la naturaleza sensible: el primero. en 1o referen-
riamente realizable y con el deber de tealizarlo te a 1o que hay en ella de necesario como obje-
por parte de esta naixaleza. 1E
óI s 84.
"«s83.
2t' Ibíd. Y también lclea de una bistoria uniuersal (IHL\),
prop. 5-8.
"q,s88.
129
728
to de los sentidos; la segunda, en 1o referente a bres2i. Perc¡ 1a historia, tai como aparece en la na-
lo qr-re hay en e1la cle contingente como obleto furaleza sensible, nos muestra todo 1o contrario:
de ia razón". Por tanto, el que la naturaleza sen- puras relaciones de fuerzas, antagonismos de ten-
sible no sea suficiente para tealtzar lo que' sin dencias, que forman un tejido de locura y de va-
embargo, es "su' ítltimo fin, es una astucia de la niclad pueril. Lo qr-re ocurre es que la natttraleza
naturaleza suprasensible; pues este fin no es otra sensible permanece siempre sometida a las leyes
cosa que 1o suprasensible en tanto debe ser efec- que le son propias, pero puesto qlle es inctpaz
tuado (es decir, tener un efecto en 1o sensible)' de realizar su ú1timo fin, tiene 1a obligación1 en
.La natural eza ha querido que el hombre extrai- conformidad cc¡n sus propias leyes, <1e hacer po-
ga por completo de sí mismo todo io qr-ie exce- sible la realizactón de ese fin. Mediante el meca-
á" iu g"ttión mecánica de su existencia animal y nismo cle fuerzas y el conflicto de tendenctas (cfr.
,ro priii.ipe en ninguna otra felicidad o perfec- .la insociabie sociabilidadD, la naruraleza sensible
ción que la que ella misma, con independ^encia que hay en ei hombre preside el establecimiento
clei instinto, se crea con sLl propia razón'2l ' De c1e una Sociedad. único medio en el cual puede
esta manera. lo que en la concordancia de la na- reahzarse históricamente el ú1timo fin2n. De esta
füraleza sensible con las facultades del hombre suerte, 1o que desde el punto de vista de los pro-
hay de contingente es una suprema apariencia yectos cle una razón personal a priori parece ab-
trascendental que oculta una astucia de lo supra- surdo, puecle ser un .p1an de la naturaleze" pare
sensible. Pero cuanclo hablamos del efecto de 1o asegurar empíricamente el desarrollo de la razón
suprasensible en lo sensible o de 1a realización en el marco cle la especie humana. La historia
clei concepto de libertad, nunca hemos de creer debe juzgarse desde el punto de vista de la es-
que la nituraleza sensible corlo fenómeno está pecie y no c1e la razÓn personal2'. Por tanto, hay
iomet¡cta a la ley c1e 1a libertacl o de la razÓn' urra segunda astucia de 1a naturaleza. que no de-
Semejante concepción de ia histona implicaría bemos conftrndir con 1a primera (las dos consti-
qre los acontecimientos estuvieran determinados tLlyen la historia). Según esta segunda astucia, la
por la ÍazÓL, y por la razón tal como existe lz¿- natt'rcaleza suprasensible ha querido que, incluso
-diuirlualnrcnte
efl el hombre en tanto noílmeno; en el hombre, 1o sensible procediera de acuerdo
los acontecimientos pondrían de manifiesto en- con sus leyes propias para ser capaz de recibir
tonces un "plan racional persrtnal" de 1os hom- finalmente el efecto de 1o suprasensible.
1.r IHL:, introducción.
24
c:1,s 17 IHU, prop. 4.
')l
t' 2i IHt-i, prop. 2.
IHLI, prop, 3.

131
130
-:::

Bibliografía sumaria

(Indicamos con Lln asterisco las obras qLle se pre-


sentan particularmente como introducciones a 1a lec-
tura de Kant.)

Frosor͡ ESPECULATIVA

Bourrorx, *La pbilosopbie cJe Kant (cvrso), Vrin.


D,tr.a,r, La métapbisique cle Kant, Presses Universitaires
de France.
VtErscH,A.r.v'r.x. La déductiot't lranscendantale dans
l'oeuure de Kant, Amberes-París.
Pbysique et métapbysique kantiennes, Presses
Vurtlr-:H,rrN,
Universitaires de France.

Fn-osopÍ.1 pRÁcrrcr

ArqruÉ, *Introducción a la Critique cle la raisc.tn prati-


que, Presses Universtaires de France.
, *La morale cle Kant (curso), C.D.U.
-DEraos. La philctsopbie pratique de Kant, Alcan.
Vrer-rtor-x, *La morale cle Kant. Presses Universitaires
de France.

133
Frr-osorÍ,q DEr- Jurcro

Sounr¡u, Le jugement réflécbissant dans la pbilosopbie


cr¡tique de Kant, Alcan.

FrrosopÍ,q. DE LA HrsroRrA

Dsrsos, Ibídem.
Lecnorx, Histoire et mystére. Casterman.
La pbilosophie politiqLte de Kant. colección de artícr-r-
1os (E. '\X'ei1, Ruyssen. Hassner, Po1in,..). Presses
Universitaires de France.

Los pnonr¡tvtAs I{-q.\TIA\os EN EL post(a\Tlsi!1o

Dnrnos, Kant aux postkantiens. Aubier.


GuÉnourl, L'éuolutiott et la stru.tcture cle la Doctrine de
la Science cbez Ficbte, Les Beiies-Lettres.
VrrrrEr,rrx, L'béritage kantien et la réuolution coperni-
cienne, Presses Universitaires de France.

134

i
l-*

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