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Contenido: (i) el problema del significado: condiciones que debe cumplir una teoría

exitosa sobre la semántica; (ii) la respuesta de Frege, y cómo cumple con los
requisitos; (iii) críticas de Russell a Frege: condiciones adicionales que una teoría
sobre la semántica debe cumplir, y que no se cumplen en la teoría fregeana; (iv) la
teoría de Russell, y cómo cumple con todas las condiciones.

i. El problema del significado

Si se analiza el fenómeno del significado, se evidencia una serie de hechos que


cualquier teoría semántica debería explicar:

Tesis de la sustituibilidad. Dos términos con la misma referencia se


pueden intercambiar salva veritate en contextos normales.

Considérense dos términos que refieran a la misma cosa: por ejemplo, “Bogotá” y
“la capital de Colombia”. Si se toma un contexto normal (es decir, un contexto en
el que se esté hablando sobre las cosas, y no sobre lo que se dice o se piensa
acerca de las cosas), siempre es posible reemplazar uno por el otro sin que
cambie el valor de verdad. Por ejemplo:

1. La capital de Colombia es fría.

Esta proposición es verdadera, y sigue siendo verdadera si se la reemplaza por:

1’. Bogotá es fría.

Ocurre lo mismo con cualquier proposición falsa. Considérese:

2. Bogotá queda en Perú.

Mantiene su falsedad si en cambio se escribe:

2’. La capital de Colombia queda en Perú.

Dado esto, es tentador pensar que el significado de una expresión es simplemente


su referencia. Sin embargo, esto cambia en contextos en los que se habla
explícitamente sobre las cosas con significado, es decir, cuando se hace
referencia a lo que la gente cree, sabe, considera, dice, pregunta, etc. Me referiré
a esto como “contextos indirectos”. Por ejemplo:

3. James sabe que la capital de Colombia es la capital de Colombia.

En este caso, lo que se dice hace referencia al significado, a saber, al hecho de


que James tiene conocimiento con significado. En estos contextos, está claro que
expresiones con la misma referencia no son intercambiables, como evidencia el
siguiente enunciado:

3’. James sabe que Bogotá es la capital de Colombia

Es evidencia que la proposición (3) no garantiza la verdad de la proposición (3’):


todo el mundo sabe que la capital de Colombia es eso, la capital de Colombia,
pero no todo el mundo sabe cuál es.

Esto ocurre con cualquier referencia cosas como dudas, aserciones, preguntas,
etc. Por ejemplo:

4. James pregunta si Bogotá es la capital de Colombia.

No es equivalente a:

4’. James pregunta si la capital de Colombia es la capital de Colombia.

Evidentemente, uno puede responder (4’) sin responder (4).

Con lo anterior, se puede establecer un segundo hecho:

Tesis de la opacidad referencial. En contextos indirectos, expresiones con


la misma referencia no pueden reemplazarse salva veritate.

Esto nos obliga a abandonar la idea de que el significado es lo mismo que la


referencia, pues claramente hay expresiones con la misma referencia pero con
distinto significado.

ii. La respuesta de Frege


Las tres tesis anteriores demuestran que “Bogotá” y “la capital de Colombia” tienen
algo en común, pero también tienen algo diferente. Por esto, es tentador decir que
una expresión puede tener dos elementos: su referencia y su sentido. Ésta es
básicamente la respuesta de Frege, en la cual no entraré en detalle. Baste con
decir que los elementos que componen el sentido (nombres, predicados,
operadores lógicos y proposiciones) son objetos abstractos, ni físicos ni mentales.
Creer una proposición es tener una relación con un objeto abstracto.

Ahora bien, esto explica la tesis de la sustituibilidad: el valor de verdad depende


de la referencia, por lo que, si dos expresiones tienen la misma referencia, su
aporte al valor de verdad de las frases que componen será el mismo. También
explica la tesis de la opacidad referencial: en los contextos indirectos, expresiones
como “Bogotá” se refieren al sentido de “Bogotá”, y no a una ciudad, como ocurre
en contextos normales.

iii. Las críticas de Russell

Russell le hace dos críticas estrechamente relacionadas a la teoría de Frege, que


se pueden ver como tesis que la teoría fregeana no explica. La primera es:

Tesis de la referencia inexistente. Hay expresiones que no denotan nada,


pero que tienen valor de verdad.

Considérese, por ejemplo:

5. El rey de Francia no existe.

Esta frase obviamente es cierta. Sin embargo, pareciera que, como “el rey de
Francia” no tiene referencia, y para Frege la referencia determina el valor de
verdad, entonces (5) no tiene valor de verdad. Esto lleva a una paradoja aún más
complicada:

La paradoja de los inexistentes. La frase:

6. El rey de Francia es calvo.


Es, según parece, falsa, pues no hay un rey de Francia. Sin embargo, la
frase:

7. El rey de Francia no es calvo.

también es falsa, pues no existe un rey de Francia con pelo. Pareciera que
un enunciado y su negación son ambos falsos, pero eso no es posible si se
asume el principio de no contradicción.

En la teoría de Frege no hay una explicación clara para estos problemas.

iv. La respuesta de Russell

Para entender la teoría de Russell, es importante entender sus preocupaciones


epistemológicas en torno al significado. La ideal general es que Russell niega que
haya un “intermediario” entre la persona y la cosa a la que se refiere, niega que
haya un sentido. Esto lo lleva a afirmar que el significado de los nombres es su
referencia. Por supuesto, esto empeora los dos problemas de la sección anterior,
por lo que hace falta evitar que haya casos en los que nombremos algo
inexistente. Aquí se puede ver la preocupación epistemológica: ¿cómo
asegurarnos de que todas las cosas que nombramos existan? De ahí, la siguiente
tesis:

Tesis del nombramiento. Sólo es posible nombrar aquellas cosas de las


que tenemos conocimiento directo, es decir, cuya existencia es inmune a la
duda cartesiana.

Esto implica, de acuerdo con la epistemología empirista de Russell, que sólo


podemos nombrar datos de los sentidos, recuerdos de datos de los sentidos,
objetos abstractos como universales y, quizá, a nosotros mismos. Por supuesto,
esto lleva a que:

Tesis de la descripción. Todos los nombres que no refieren a datos de los


sentidos (o quizá al ego), no son realmente nombres sino descripciones.
Así, cuando se habla del rey de Francia, no se lo está nombrando propiamente,
sino que se está haciendo una descripción de él.

Tesis de la estructura de las descripciones definidas. Toda descripción que


trate de referirse a un único objeto tiene en realidad la siguiente estructura:
“existe un objeto que cumple con determinados predicados, y todo objeto
que cumpla con esos predicados es idéntico a tal objeto”.

Esto, junto a las herramientas de la lógica de primer orden, nos permite frases
sobre parafrasear enunciados sobre inexistentes. Considérese (6), que de acuerdo
con Russell significa:

6’. Existe un objeto x que cumple con tres condiciones: (1) ese objeto es rey
de Francia, (2) todo objeto que sea rey de Francia es igual a x y (3) x es
calvo.

La descripción definida de “el rey de Francia” contiene el término “Francia”. Como


no tenemos conocimiento directo de Francia, ese término también debería
poderse reemplazar por otra descripción definida. Por ejemplo:

6’’. Existe un objeto x que cumple con tres condiciones: (1) ese objeto es
rey de [un objeto x que cumple con dos condiciones: (1) x es el país al que
viajé el año pasado y (2) todo país al que haya viajado el año pasado es
igual a x], (2) todo objeto que sea rey de [un objeto x que…] es igual a x, y
(3) x es calvo.

De acuerdo con Russell, esto debería poderse hacer hasta que todos los términos
denotativos se refieran a cosas como datos de los sentidos o recuerdos. En ese
sentido, la creencia es una relación múltiple (en lugar de una relación diádica,
como planteaba Frage) entre el creyente, una serie de datos de los sentidos y de
objetos abstractos.

Veamos cómo esto cumple con todos los requisitos.


Tesis de la sustituibilidad: la teoría de Russell explica cómo es posible referirse a
las cosas (ya sean nombrándolas o describiéndolas). También acepta que el valor
de verdad de un enunciado depende de las referencias de sus frases denotativas.

Tesis de la opacidad referencial: en contextos normales, uno puede reemplazar


una frase denotativa por otra siempre y cuando ambas tengan la misma
referencia. Sin embargo, en contextos como la creencia, no se puede hacer esto.
Considérese (3). Una forma de interpretarlo sería:

3’. James sabe que hay un objeto, y sólo uno, que es Bogotá y que es la
capital de Colombia.

Esta es una buena interpretación, siempre y cuando se use una descripción de


“Bogotá” que no sea “la capital de Colombia”, sino que más bien refleje
aproximadamente la descripción que James podría usar: “la ciudad a la que
internacionalmente se refieren con el nombre ‘Bogotá’”, por ejemplo.

Tesis de la referencia inexistente: una descripción puede no referirse a nada, pero


ser significativa gracias a la cuantificación y la predicación contenidas en ella.

Paradoja de los inexistentes: este es uno de los puntos más interesantes de la


teoría de Russell. Está claro que (6) es falso: no existe un rey calvo de Francia.
Pero considérese (7). Este enunciado se puede interpretar de dos maneras. La
primera es:

7’. Existe un objeto x que cumple con tres condiciones: (1) es el rey de
Francia, (2) todo objeto que sea el rey de Francia es idéntico a x, y (3) x no
es calvo.

Esto equivale a decir que hay un rey de Francia que tiene pelo, y es claramente
falso. Sin embargo, no hay problema con decir que (6) y (7’) con ambos falsos,
porque (7’) no es la negación de (6). La negación de (6) sería:
7’’. No es verdad que: [existe un objeto x que cumple con tres condiciones:
(1) es el rey de Francia, (2) todo objeto que sea el rey de Francia es
idéntico a x, y (3) x es calvo].

Se resuelve la paradoja.

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