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Había una Vez que se sentía terriblemente sola. Casi tanto como un hombre en el exilio.

Esa Vez sabía que había habido otras veces y seguramente habría más en el porvenir pero el
Sr. Tiempo era cruel con sus parientes las veces y nunca permitía que hubiera más de una en
el mismo momento.
Esta Vez, decía, se sentía muy sola pero también muy usada. Nunca faltaba algún humano que
la tomara como consuelo “otra Vez será” o como amenaza de felicidad “esta Vez SÍ”. También
como ocasión de cobardía “esta Vez NO”. O de cualquier otra manera que uno recuerde o
pueda imaginarse.
Otro problema que enfrentaba la que deberemos llamar Srta. Vez, consecuencia de su soledad
ineludible, era que jamás podría dejar de ser Srta. y eso la tenía a mal traer pues peor que
cualquier castigo es el saber que no existe modo alguno de cambiar un destino.
Imaginate que ni siquiera podía festejar su cumpleaños pues no lo tenía ya que no se podía
precisar ninguna fecha sin que la Vez dejara de ser tal para convertirse en un número único en
el almanaque y vos sabés que las veces se caracterizan por estar siempre ahí sin poder nunca
fijarse en un momento particular.
No creo que haga falta hacer la clasificación de las veces pero, por si alguien tiene afanes de
tipología y no las conoce, se podría decir que su familia es inmensa. Están las veces en que
uno quiso ser un héroe, las que no pudo evitar ser un cobarde, aquellas en que prometió
sabiendo que jamás cumpliría y que siempre están antes que las del remordimiento posterior.
También están las que les robamos a otros pero hay acuerdo en la familia de las veces que las
peores de todas son las que nos negamos a nosotros mismos. En fín, comprenderás que son
tantas que nadie puede decirlas todas pero seguramente cada uno podrá agregar más a la
lista que, afortunadamente, siempre será incompleta.
Una característica de las veces es que se suceden siempre unas a otras y que jamás se
repiten.
Creo que a esta altura de los acontecimientos ya todos deben saber que cuando pasa una y se
la deja pasar jamás vuelve. Por eso los expertos en veces siempre recomiendan prestar suma
atención para cazar la mayor cantidad posible de ellas ya que al escapar se pierden y al
perderse desaparece su razón de ser. Esto quiere decir que no solo su vida es corta sino que
puede ser sin sentido si no se la captura.
Esta Vez de la que estoy hablando quiso luchar contra la soledad y sabiendo que la propia era
insalvable se le ocurrió que algo de la soledad podía ser vencida sino para sí por lo menos para
otros. Por eso es que decidió evitar una ajena. Cuando se conocieron aquellos humanos, y una
mirada de ella se tocó con una de él, esa Vez supo que ese era el momento que esperaba.
La noche de verano ayudaba y él, sin saber que la Vez lo empujaba, se animó a invitarla con
un café al día siguiente. Ella, sin saber que esa Vez no quería ser sin sentido, aceptó.
De lo que pasó luego con los humanos fueron testigos más Veces pero eso sería empezar con
otra historia que no es la de hoy.

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