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F L O R E N C I A B A R R I O S T I R A D O

(DEAS PARA UNA TEORIA

de la

PERSONALIDAD

DEPARTAMENTO DE PUBLICACIONES
DEL
LICEO EXPERIMENTAL "MANUEL DE SALAS"

19 5 1
F L O R E N C I A B A R R I O S T I R A D O

IDEAS PARA UNA TEORIA

de la

PERSONALIDAD

DEPARTAMENTO DE PUBLICACIONES
DEL

LICEO EXPERIMENTAL "MANUEL DE SALAS"

19 5 1
I N D I C E

INTRODUCCION 7
CONCEPTO D E PERSONALIDAD 11
FACTORES DETERMINANTES DE LA
PERSONALIDAD 15
A. — La Herencia y el medio 15
B. — Los Motivos o Impulsos 16

DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD 19
A. — Los Comienzos de la Personalidad 19
B. — La Personalidad en el Primer Año de Vida . . . . 20

FENOMENOS CARACTERISTICOS DEL


CRECIMIENTO 21
A. — Diferenciación 21
B. — Integración 23
C. — Madurez 26
D. — Aprendizaje 27

EL "YO" 31
A. — Conciencia del YO 31
B. — Sugestión 33
C. — Amor' Propio 33
D. — Inferioridad y Compensación 34
AUTONOMIA FUNCIONAL 37
LA PERSONALIDAD MADURA O ADULTA 41

A. — Extensión del YO 41
B. — Objetivación del YO 43
C. — Filosofía de la Vida 44
BIBLIOGRAFIA 47
Con la publicación de la obra "Ideas
para una Teoría de la Personalidad", de
que es autora la señorita Florencia Ba-
rrios Tirado, se inician los trabados de
divulgación de experiencias educaciona-
les bajo los auspicios del Departamento
de Publicaciones de la Sección Técnico-
Pedagógica del Liceo Experimental
"Manuel de Salas", de acuerdo con la
nueva organización aprobada en 1950
por el Honorable Consejo Universitario.
INTRODUCCION

Muy controvertido en la hora actual es el pro-


blema relativo al desarrollo de la personalidad y res-
pecto de él han aportado soluciones de interés la mo-
derna pedagogía y las ciencias que le sirven de fun-
damento. Se comprende esto en toda su extensión,
si se considera que uno de los más importantes obje-
tivos de la educación es el proceso que implica el
desenvolvimiento de la personalidad. El concepto de
personalidad ha sido definido de múltiples maneras,
pero la educación prefiere destacar especialmente lo
que significa él proceso de desarrollo de la persona-
lidad en el complicado mecanismo de la adaptación
social del niño.
En este aspecto del problema reside la razón
de por qué los educadores se <ocupan de esta materia,
pues reconocen que la personalidad se desarrolla y
modifica a través de los años, mediante las experien-
cias, los métodos de trabajo y las enseñanzas que se
imparten a los educandos. De ello se infiere que en
el desarrollo de la personalidad del niño deben con-
f 7 1
siderarse como factores determinantes las relaciones
personales y sociales del alumno, en las cuales inter-
vienen padres, maestros, compañeros de estudio y
de juegos, sin que ello signifique el desconocimiento
de la importancia de otros factores como son los que
se refieren a condiciones meramente materiales.
Ha sido tan decisivo para la enseñanza él estudio
de la personalidad, que en los últimos tiempos la psi-
cología ha orientado sus especulaciones científicas ha-
cia distintas ramas especializadas, que tienden a fun-
damentarse en disciplinas independientes, como la ca-
racterología, la psicotecnia y la propia psicología de
la personalidad.
Este trabajo, que corresponde a una síntesis de
investigaciones llevadas a efecto a través de un curso
de Psicología Social dirigido por el profesor Harold
Rugg en la Universidad de Columbia, no persigue
otra finalidad que no sea la de au¡spiciar esta clase
de estudios o la de estimular a otros para que den
mayor amplitud a las ideas que aquí se desarrollan
y discutan los principios y teorías que se exponen,
ya que de ningún modo se ha pretendido agotar el
tema. Por el contrario, hay que afirmar que el pro-
blema del desarrollo de la personalidad se caracteri-
za por su complejidad y por él cúmulo de preocupa-
ciones que ha suscitado en el campo científico, de
modo que las conclusiones a que se ha arribado están
muy lejos de ser definitivas.
Con todas estas limitaciones, y dando al ensayo
él máximo de sencillez en lo que a su forma se re-
fiere, el espíritu con que fué escrito y es hoy publi-
cado, aminorará, aunque sea en parte, las defieien-
l » 3
cias que el lector encuentre en su contenido, porque,
desde todo punto de vista, es indudable que resulta
valiosa cualquiera contribución al estudio de un te-
ma de tan singular importancia como es el de la per-
sonalidad.

t » 1
CONCEPTO DE PERSONALIDAD

Con el objeto de dilucidar científicamente el


problema de la personalidad y al mismo tiempo de
abordarlo con exclusiva finalidad de divulgación,
adoptaremos como punto de vista en el presente
trabajo la autorizada palabra de Allport, quien de-
fine el concepto de personalidad como "la organi-
zación dinámica, dentro de cada individuo, de aque-
llos sistemas psico-físicos que determinan sus pecu-
liares adaptaciones al medio ambiente".
Cabe destacar que cada uno de los elementos
de esta definición ha sido enunciado por su autor
con un sentido bien preciso y cada uno de ellos
debe entenderse con claridad, si se desea compren-
der con exactitud el alcance de su significado.
Analizaremos, entonces, la definición propuesta:
Organización dinámica. — El término "organi-
zación" está tomado en el sentido de una asocia-
ción mental, proceso psicológico que se ha presen-
tado siempre al especialista como un tema de con-
troversia, debido a los caracteres de gran comple-
í i" ]
jidad que posee y a la amplitud de sus dominios en
el campo de la psicología. Aplicado al problema de
la personalidad, resulta aún de mayor importan-
cia su aclaración, porque el mismo concepto pue-
de referirse, a veces, también a los procesos corre-
lativos de "desorganización", especialmente en el
caso de personalidades que se consideran anor-
males.
En cuanto al carácter "dinámico" que se asig-
na a esta organización, ello debe entenderse como
un proceso en constante evolución y cambio.
Sistemas psico-físicos. — El término "sistema"
se refiere a las características o grupo de caracte-
rísticas, en estado potencial o manifestados en for-
ma activa. "Psico-físico" significa, por su parte, que
la personalidad no es enteramente mental, ni to-
talmente neural, porque la organización individual
está determinada tanto por la acción del cuerpo
como por la de la mente, factores ambos que se
fusionan en una unidad personal.
Determinación. — La personalidad es algo y
realiza algo. Pues bien, este algo está dentro del in-
dividuo y corresponde a lo que permanece, después
de cada acto realizado. En el fondo, los sistemas
que componen la personalidad son, en todo senti-
do, "tendencias determinantes", las cuales, cuando
despiertan ante ciertos estímulos, dan origen a ac-
tos de adaptación y de expresión, que son los sig-
nos y las manifestaciones a través de los cuales se
reconoce la personalidad.
[ 12 1
Adaptaciones al medio ambiente. — El concep-
to de "adaptación" debe interpretarse en su acep-
ción más amplia, incluyendo aquellas que se rela-
cionan con el medio ambiente, el cual comprende
tanto el medio social en que se desenvuelve el in-
dividuo y expresa su conducta, como el medio físi-
co o geográfico que determina sus procesos de cre-
cimiento.
Es necesario observar que esta adaptación no
equivale a una simple acomodación reactiva como
la de las plantas o de los animales; la adaptación
humana tiene todas las características de un com-
portamiento espontáneo, dinámico y creador con
respecto al medio ambiente.
Peculiares, distintivas o únicas. — Estas adap-
taciones individuales deben poseer, además, el carác-
ter de peculiares, distintivas o únicas, tanto en el
tiempo como en el espacio, para que tengan la de-
bida significación en el proceso total de la perso-
nalidad.

[ 13 1
FACTORES DETERMINANTES DE LA
PERSONALIDAD
A. — L A HERENCIA Y EL MEDIO.
B. — L O S MOTIVOS O IMPULSOS.

Todo hombre al nacer recibe los rudimentos de


aquello que constituirá más tarde su propia perso-
nalidad. Nadie puede liberarse de esta imperiosa e
ineludible ley biológica, cuyos efectos sólo podrán
medirse en forma concreta y objetiva a través del
tiempo, ya que el ser humano está sujeto mientras
vive, a un constante desarrollo que se detiene sólo
con la muerte.
Por tanto, antes de entrar al examen de la na-
turaleza del crecimiento, problema de importancia
capital para la psicología de la personalidad, ana-
lizaremos algunos de los más sobresalientes hechos
o procesos que constituyen los fundamentos o las
bases de la personalidad.
A. — La Herencia y el Medio. — Los seres hu-
manos, igualmente que todos los seres vivos, están
[ ib ]
determinados por las leyes de la herencia, en vir-
tud de las cuales, no existe ningún rasgo de la per-
sonalidad sin sus correspondientes antecedentes
hereditarios. Pero, las características de los indivi-
duos dependen también de la acción de otro fac-
tor no menos importante: el medio ambiente. Po-
demos decir, en consecuencia, que herencia y me-
dio están implicados y se encuentran estrechamen-
te relacionados, a pesar de que ciertos individuos
pueden mostrar una personalidad que sea más el
producto de la herencia que del medio, y vice-versa.
Existe otro hecho importante de la psicología
de la personalidad, relacionado con el problema de
las recíprocas influencias de la herencia y del me-
dio, que conviene destacar. Consiste en que mien-
tras más estrechamente ligada se manifiesta una
cualidad a la herencia estructural, menos fácil re-
sulta cambiarla. Así tenemos que el aspecto físico,
la capacidad intelectual y el temperamento, están
genéticamente determinados por la herencia y ape-
nas cambian por las condiciones que el hombre de-
berá vivir en el curso de su existencia.
B. — Los motivos o impulsos. — Las conductas
individuales son tan diversas y numerosas que no
es posible explicar su origen, refiriéndolo a ciertos
impulsos o instintos o a los pocos y elementales
motivos primarios que muestran todas las especies.
Es indispensable considerar en toda su amplitud
y darle la debida importancia al proceso de la ma-
duración, que exponemos en el capítulo destinado
a explicar los fenómenos característicos del creci-
[ 16 1
miento. De acuerdo con la teoría de la maduración,
la conducta de los individuos sólo se define a tra-
vés del tiempo, cuando el conjunto de sus impulsos
o motivos en potencia alcanzan su necesaria trans-
formación.
Desde el punto de vista de la psicología y de
la biología, el problema de los impulsos, motivos o
simplemente de necesidades de carácter orgánico,
sigue siendo hasta hoy muy controvertido. Pero,
sea que nosotros aceptemos la hipótesis de una so-
berana fuerza motivadora o que nos apoyemos en
la creencia de una pluralidad de instintos, deseos,
necesidades, tendencias, presentes en el recién na-
cido, tendremos que aceptar que estamos en pre-
sencia de un factor fundamental de la formación
de la personalidad y que ésta empieza a definirse
cuando los primitivos motivos son reemplazados por
impulsos característicos de la naturaleza de la per-
sonalidad, representados por procesos, tales como
intereses, sentimientos, ambiciones, actitudes, ges-
tos e inclinaciones.
En consecuencia, a medida que la personali-
dad se desarrolla, no es posible considerar los im-
pulsos segmentarios de la infancia como totalmen-
te suficientes.
Poco a poco, el individuo supera el plano de la
concepción biológica de la existencia, según la cual
la primera necesidad del organismo es vivir y cre-
cer, debido a la gran complejidad del mundo en que
debe vivir y al cual imperiosamente debe adaptarse.

[ 17 3
DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD
A. — L O S COMIENZOS DE LA PERSONALIDAD.
B. — L A PERSONALIDAD EN EL PRIMER AÑO DE VIDA.

A. — Los comienzos de la personalidad. — El re-


cién nacido, que es en su totalidad una resultante
de la herencia, carece de personalidad. Es evidente
que este ser viene dotado de capacidades para la
actividad, en su mayor parte dispersas y al azar.
Pero también su equipo hereditario implica otros
rasgos. Desde luego, posee una constitución física
y nerviosa característica, que incluye un funciona-
miento glandular particularísimo, el que determina
notablemente su temperamento y su crecimiento
corporal. También hereda, por otra parte, cualida-
des y defectos que aparecerán en su debido tiem-
po, cuando se presenten condiciones favorables de-
rivadas del medio ambiente. Sin embargo, a pesar
de todo este acervo hereditario, el recién nacido
carece de personalidad, pues los factores heredita-
rios son comunes a la especie y los rasgos peculia-
res no se manifiestan en el recién nacido.
[ I? ]
Í3. — La personalidad en el primer año de vi-
da. — De las numerosas experiencias recogidas por
los especialistas en sus investigaciones acerca del
niño, presentamos algunas importantes conclusio-
nes, en relación con el problema que nos preocupa:
1. — La personalidad, considerada como un
modo de adaptación que realiza el individuo en sus
esfuerzos para vivir, no está formada al nacer; pe-
ro puede empezar a estructurarse en este mismo
momento.
2. — Las primeras manifestaciones del proceso
de adaptación en que difieren las criaturas, se rela-
cionan con la frecuencia e intensidad de su activi-
dad espontánea y la conformación de su tempera-
mento.
3. — Antes del cuarto mes no hay suficiente
experiencia ni madurez para formar hábitos de
adaptación, aunque éstos sean de características
muy elementales. Sólo hacia la segunda mitad del
primer año de vida, el niño manifiesta ciertos ti-
pos de respuestas al medio ambiente, con notables
demostraciones de diferenciación.
4. — Las cualidades distintivas que se manifies-
tan al principio, generalmente persisten, se man-
tienen; pero esto no significa que la personalidad
se fije en el primer año de vida. Circunstancias pos-
teriores, tales como deficiencias de salud, cambios
en las condiciones de vida del hogar o experiencias
de desorientación, suelen alterar el curso del des-
arrollo iniciado en el primer año.

[ 20 1
FENOMENOS CARACTERISTICOS
DEL CRECIMIENTO
A. — DIFERENCIACION.
B. — INTEGRACION.
C. — MADUREZ.
D. — APRENDIZAJE.

Como la vida del individuo se desarrolla de


acuerdo con un curso consecutivo e ininterrumpi-
do, la tarea del psicólogo, en cuanto se refiere al
problema del crecimiento, se facilitará si sólo tra-
baja con el aspecto total de este proceso.
Ahora bien, este proceso comprende numero-
sos fenómenos específicos que examinaremos a con-
tinuación:
A. — Diferenciación. — Se ha indicado que gran
parte de la conducta inicial del niño recién nacido
es difusa e insegura, esto es, una simple acción es-
pontánea o refleja. Sin embargo, gradualmente se
van diferenciando las destrezas especializadas y las
reacciones de adaptación definitivas. Las estructu-
i 2i n
ras se tornan progresivamente particularizadas e
igual cosa sucede con las funciones nerviosas y to-
dos aquellos modelos de adaptación de conducta.
Paulatinamente ,el niño alcanza una exactitud ma-
yor en sus movimientos y en sus formas de con-
ducta, cambiando con ello las reacciones originales
e imprecisas de todo su organismo.
Es un hecho que en este proceso de diferen-
ciación desempeña un papel importante la inhibi-
ción, en virtud de la cual se suprime parcial o to-
talmente una actividad del organismo y cuyo ori-
gen puede ser de carácter psíquico u orgánico.
También es un hecho que en el proceso del cre-
cimiento se advierte un mecanismo que hace que
cada acto aumente de habilidad y su valor de adap-
tación, como sucede, por ejemplo, con las vocali-
zaciones, que en un principio son simples manifes-
taciones de tanteo o producidas al azar y que más
tarde llegan a convertirse en reacciones lingüísti-
cas indispensables para la comunicación. Median-
te la inhibición, por otra parte, expresiones emo-
cionales violentas se reducen en el adulto a sim-
ples gestos, tales como levantar el ceño o modu-
lar una palabra apropiada.
De esto se desprende que el problema de la per-
sonalidad, no sería considerado en toda su impor-
tancia si perdiéramos de vista este fenómeno espe-
cífico del crecimiento que es la diferenciación. Pe-
ro la diferenciación como único mecanismo, pro-
duciría una dispersión de la personalidad. Nadie
niega, indudablemente, que el movimiento, el len-
guaje y la vida emocional llegan a expresarse
[ 22 1
en precisas y útiles reacciones individuales, pero
estas especializaciones parecen influirse unas a
otras y refundirse en una organización unificada
y creciente. De ahí que la integración corresponda
a un principio tan importante como la diferencia-
ción.
B. — Integración. — Las características de este
fenómeno se conocen mucho mejor mediante el aná-
lisis de los procesos psicológicos que de los fisioló-
gicos. Aunque la integración es sólo un aspecto del
crecimiento, es posible obtener de ella mucha ayu-
da para comprender el desarrollo de la persona-
lidad.
Los rasgos más notables y significativos de la
integración son los siguientes:
1. — La organización de la personalidad. — Los
reflejos innatos, antes y después de ser acondicio-
nados, representan la forma más simple de respues-
ta de adaptación. Con el tiempo, la mayoría de
ellos se une a sistemas de hábitos que se agrupan
tomando en cuenta sus caracteres comunes. El re-
sultado más importante de este proceso es la es-
tructura de la personalidad, con sus rasgos carac-
terísticos. A veces es posible hablar de una organi-
zación en términos del "yo" o de un sistema total
de características que constituye un "yo". Pero hay
una posibilidad teórica de llegar a un sistema uni-
ficado y completo de personalidad.
La conciencia del "yo" juega un rol fundamen-
tal en la organización de la personalidad. El niño
aprende rápidamente, pero también olvida del mis-
l 23 1
mo modo. Pierde con facilidad sus hábitos, y su vida
emocional aún no está graduada. No ha desarrollado
una jerarquía de gustos y aversiones, de simpatías
y antipatías. En suma: la personalidad nunca vol-
verá a estar tan desorganizada y sin estructura
como en la infancia.
2. — Carácter cronológico de la integración. —
El medio preescolar ordinariamente es constante y
pone de relieve las manifestaciones básicas que for-
man algunos de los hábitos que duran toda la vida.
El ingreso al colegio presenta al niño muchas si-
tuaciones nuevas y críticas. La adolescencia trae
consigo urgentes necesidades fisiológicas, cultura-
les y sociales que tienen un profundo efecto en la
madurez de la personalidad, y a medida que avan-
za esta madurez, son indispensables otras adapta-
ciones. Pasado este período, el proceso de forma-
ción de la personalidad está virtualmente termi-
nado.
3. — Riqueza de la personalidad. — Esta depen-
de de las clases de experiencias realizadas en el cur-
so de la vida y de la variedad de adaptaciones que
hayan debido hacerse. Así, mientras que para al-
gunas personas la vida resulta fácil y expedita, pa-
ra otras es un cúmulo de exigencias y dificultades,
que originan una rica gama de adaptaciones de
un dinamismo extraordinario.
4. — Integración incompleta. — Constantemen-
te confrontamos nuevos acontecimientos o expe-
riencias, a los cuales debemos responder; pero al
[ 24 1
hacerlo no siempre incorporamos la acción en la
estructura permanente de nuestras personalidades,
sino que más bien respondemos recurriendo sólo
a nuestros hábitos, actitudes y características an-
teriores, impidiendo de este modo, la realización
del proceso total de la integración.
5. — Desintegración. — Es difícil mantener un
juego de actitudes y características progresivamen-
te unificado. A veces, cuando un individuo tiene
que enfrentar a duras y complicadas experiencias,
le es muy difícil adaptarse y su personalidad re-
trocede a niveles de integración primitivos. Se pro-
duce un fenómeno de regresión.
Otro caso de desintegración es el proceso de
disociación que se produce cuando algún sistema
de auto-coherencia fracasa al integrarse con el res-
to de la vida personal y, en cambio, se convierte en
un complejo de acciones y reacciones indepen-
dientes.
6. — Infantilismo. — Ocasionalmente nos en-
contramos con alguien que rehusa crecer o pro-
gresar. Como ha encontrado un nivel de integra-
ción primitivo, emocionalmente adecuado, esta per-
sona permanece retrasada en su desarrollo y no
alcanza la madurez. Este estado de infantilismo se
caracteriza porque el individuo conserva caracte-
res orgánicos propios de la niñez.
7. — Rasgos o características. — Cuando habla-
mos de rasgos o características nos referimos a
ciertas formas exclusivas de adaptación, tales co-
[ 25 1
mo hábitos y actitudes que aparecen gradualmente
en la vida y se refuerzan o modifican por la ex-
periencia.
8. — Personalidad múltiple. — Situaciones dife-
rentes pueden dar ocasión a combinaciones y pro-
porciones diferentes de características. Existen ca-
sos patológicos en que un mismo individuo presen-
ta integraciones totalmente incompatibles y sepa-
radas. Entonces se habla de "personalidad dual" o
"doble personalidad".
9. — Flexibilidad. — La integración no signifi-
ca necesariamente rigidez de la personalidad. Muy
bien puede la flexibilidad existir conjuntamente
con la integración. Es posible aún afirmar que
aquélla depende de la naturaleza de ésta.
10. — Unidad de la personalidad. — Es raro en-
contrar una persona que parezca ser completamen-
te integrada, con sólo una filosofía dominante de
su vida, de la cual emanen todas sus actitudes, ca-
racterísticas y actos individuales, de modo que su
conducta pueda ser perfectamente pronosticada.
C. — Madurez. — La madurez es el estado de
desarrollo que alcanzan las tendencias innatas de
comportamiento individual, sin adiestramiento pre-
vio, que representa el momento preciso para que
aquéllas puedan expresarse. La maduración puede
referirse tanto al proceso de diferenciación como
al de integración, separadamente; pero lo más co-
rriente es que se refiera a ambos hechos a la vez.
La madurez contribuye al desarrollo de la per-
sonalidad, incorporando a ésta todos los rasgos he-
[ 26 1
redados, tales como la estructura física, las pecu-
liaridades del temperamento y del talento, la ca-
pacidad para modificar la conducta y las caracte-
lísticas del crecimiento o del decaimiento físicos.
Todo esto se desarrolla por medio de una capa-
cidad de maduración inherente y ninguna de es-
tas cualidades son unidades independientes de la
personalidad. Ellas contribuyen a la formación de
la personalidad, pero deben combinarse y armoni-
zarse con las demandas y exigencias que presenta
el medio al sujeto.
Por otra parte, los ideales, las metas, los pro-
pósitos de los seres no se heredan. Los intereses,
los rasgos y las actitudes especiales se desenvuel-
ven mediante los esfuerzos del individuo para que
éste encuentre el lugar que le corresponde en el
mundo dentro del cual tiene que vivir.
D. — Aprendizaje. — El campo del aprendizaje
incluye todas las formas de adquisición y de cam-
bio que ocurren en el curso del crecimiento. Desde
que cada forma de aprendizaje es, al mismo tiem-
po, una manera de cambiar nuestros propios ras-
gos, parece razonable darle al problema del desarro-
llo de la personalidad la misma importancia que
tiene el proceso del aprendizaje.
Tres de las más importantes aplicaciones del
aprendizaje a la personalidad pueden mencionarse
aquí. Son las siguientes: acondicionamiento, discer-
nimiento e imitación. Analizaremos cada una de
ellas.
[ 27 1
1. — Acondicionamiento. — Cualquiera teoría
destinada a explicar el desarrollo de la personali-
dad, necesita de algún principio que explique el
ensanchamiento o expansión de nuestros gustos, in-
tereses, deseos y aversiones, en el curso del creci-
miento. Pues bien, el factor denominado por la psi-
cología moderna "acondicionamiento" sirve en par-
te este propósito, aunque, en el fondo, es similar
a la explicación que da el principio de la asocia-
ción de ideas que es su predecesora. Sin embargo,
es necesario reconocer que el principio denomina-
do acondicionamiento es demasiado amplio y dis-
cn tibie para una aplicación precisa en el campo de
la personalidad y no sería raro que fuera reempla-
zado por alguna otra teoría Ide mayor precisión
acerca de la organización mental. (*).
(*) "Como concepto general, el acondicionamiento es se-
mejante en muchos modos a la vieja doctrina de la asociación de
ideas, la doctrina de Aristóteles y de lo sasociacionistas británicos
del siglo XVIII y educadores del siglo XIX.
Pero el acondicionamiento no se refiere a ideas e imágenes
subjetivas sino a estímulos y respuestas medibles objetiva y exac-
tamente.
Algunos investigadores pretenden que los principios genera-
les del acondicionamiento opera en diversos actos, tales como la
memorización de partes de poesía y la adquisición de inmunidad
para una enfermedad, la adquisición de prejuicios raciales, el
aprendizaje de una lengua extranjera, el aprendizaje de la me-
canografía, el miedo a la oscuridad, el gusto por una música par-
ticular y la formación de algunas fobias específicas.
El acondicionamiento adulto humano no ha encontrado, en
general, mucho éxito, puesto que requiere especiales organizacio-,
nes, respuestas y técnicas muy especiales y limitadas, y aún pro-
duce datos heterogéneos y a veces fragmentarios".
"Hasta ahora todas las complejidades de la naturaleza y de
la conducta humanas no pueden ser medidas adecuadamente ni
controladas por las técnicas conooidas del acondicionamiento. Kn

l 28 ]
2. — Discernimiento. — Cuando hablamos de
discernimiento pensamos en una idea importantí-
sima para el comportamiento individual, ya que
a través de él pueden los seres humanos concebir
las relaciones de los más complejos factores que
aún convienen a sus necesidades e intereses.
De acuerdo con esta idea del discernimiento,
los seres humanos poseen la habilidad indispensa-
ble para reconocer y organizar su campo de acción
y concebir las relaciones de ios factores entre sí,
de modo que puedan adoptar la conducta que más
convenga a sus necesidades.
La existencia de una conducta de discernimien-
to presupone que un esfuerzo inteligente y una eva-
luación adecuada de sus factores influyen en el
desarrollo de la personalidad.
3. — Imitación. — La personalidad de un niño,
y en menor grado la de un adulto, se forma en
gran parte por la imitación. Miuchos métodos de
adaptación se toman de otras personas y sirven
como modelos de conducta. A fines del siglo XIX,
el sistema de educación consideraba este recurso
como una explicación indispensable de formas de
aprendizaje.
Desde el punto de vista de la psicología peda-
gógica, se reconocen tres tipos de procesos de imi-
tación, independientes en su manera de operar, ca-
da uno de los cuales examinaremos brevemente.
nuestro estado actual de conocimientos, pueden ser aún más apro-
piados otros métodos".
"Enciclopedia de la Educación Moderna". Rivlin y Schueler.

[ 29 1
El primero de ellos es una especie de acción
refleja condicionada, que suele considerarse sim-
plemente como un eco, al que puede atribuirse el
primer idioma del niño, en el cual se incluyen ade-
más de la lengua hablada ciertos gestos conven-
cionales primitivos.
Una segunda forma de temprana imitación es
la inconsciente derivada de "tensiones muscula-
res", que no siempre se comprende bien sin inves-
tigaciones previas.
La tercera forma de imitación es la copia cons-
ciente y deliberada de la conducta de otro. Apare-
ce a fines del primer año. En su avance hacia el
término de la niñez, la copia deliberada se hace un
factor más y más importante en el crecimiento
de la personalidad, especialmente en lo que se re-
fiere a la adopción de prejuicios, creencias y acti-
tudes de nuestros mayores. Este tipo de imitación
consciente y deliberada continúa a través de toda
la existencia y juega un rol de importancia en el
desarrollo de la personalidad.

I 30 ]
EL YO
A. — CONCIENCIA DEL "YO".
B. — SUGESTION.
C. — A M O R PROPIO.
D. — INFERIORIDAD Y COMPENSACION.

A. — Conciencia del "yo". — Nunca tenemos


conciencia directa de nuestra propia naturaleza ni
siquiera de una gran parte de ella. Nuestro pasa-
do se retrata remontando a la niñez, en sucesivos
y simultáneos momentos conscientes, y nuestro fu-
turo se extiende ante nosotros a través de planea-
mientos y productos de imaginación. Es por me-
dio de esta ensambladura de estados de concien-
cia por lo que nos convencemos que mostramos una
personalidad consistente.
El niño pequeño aparece completamente in-
consciente de sí mismo, como un "yo". La concien-
cia del "yo" en él es una hazaña difícil y gradual
y logra enfocarla lentamente durante los primeros
tres o cuatro años de vida. Existen variadas condi-
ciones que son responsables de esta falta de con-
ciencia de sí mismo de un niño. Sus primeros re-
[ 31 1
cuerdos no son permanentes, sus respuestas emo-
cionales no son diferenciadas y su vocabulario es de-
ficiente.
No sería justo decir que la conciencia del "yo"
comienza cuando el niño usa correctamente los pro-
nombres personales, alrededor de los dos años y me-
dio; pero esto muestra que el niño ya está creándo-
se el problema del sentimiento de su propia indi-
vidualidad. Aún a la edad de cuatro o cinco años,
el "yo" no está firmemente establecido, como lo
comprueba el hecho de que el niño continúa con-
fundiéndose a sí mismo con los que lo rodean y
pierde su identidad en el juego. El sentimiento de
familiaridad contribuye al desarrollo de la concien-
cia de sí mismo; igualmente el nombre propio llega
a ser un punto de contacto fuerte entre el "yo" y
el mundo exterior. Con el nombre llega la forma-
lidad de recibir saludos de los demás y con esta
formalidad nace un sentido de importancia de sí
mismo y de su posición en la vida social.
La conciencia de sí mismo se adquiere gradual-
mente en la niñez, pero se alcanza un estado algo
crítico a la edad de dos años, el período del nega-
tivismo, cuando los niños responden mucho más
"no" que "sí". Este espíritu de contradicción au-
menta el sentido de la personalidad consciente, ejer-
citando la auto-determinación. El vestuario y los
adornos contribuyen también a la auto-conciencia,
y finalmente, todas las experiencias de dolor, de
contratiempo y especialmente del ridículo social,
causan estados agudos de conciencia de sí mismo,
que tienen resultados permanentes.
I 32 ]
B. — Sugestión. — Gran parte de nuestra per-
sonalidad la adquirimos por medio de la sugestión,
porque existe una relación muy estrecha entre la
sugestión y el aprendizaje, mediante el idioma.
Allport explica la sugestión como la "acepta-
ción de un juicio por la creencia de que nos lleva
a la acción en ausencia de una completa auto-de-
terminación".
No podemos tener seguridad de la edad en la
cual la sugestión juega su principal rol en el des-
arrollo de la personalidad. El niño está incapaci-
tado para resistir la autoridad de los que le ense-
ñan. Alrededor de los ocho o nueve años de edad
se muestra especialmente sugestionable debido al
rápido desarrollo de la habilidad lingüística. La
edad escolar es aún más propicia para ello en este
sentido, pues entonces los estudiantes se someten
al prestigio de la palabra oral o impresa. Persona-
lidades ya maduras son afectadas por la sugestión,
como queda en evidencia en el rol que tiene la pro-
paganda en la formación de su conducta. Existe
una interrogante que se investiga mucho, sobre si
la sugestibilidad es un rasgo característico que
existe en mayor o menor grado; pero de estas in-
vestigaciones ha resultado en forma evidente, que
los casos y experiencias no pueden generalizarse.
C. — Amor propio. — El egoísmo es la filosofía
de la primera niñez, pero en el proceso del creci-
miento y de los intereses, nuevas normas de con-
ducta y maneras de actuar presentan cambios rea-
les en la personalidad. Los chicos prefieren, gene-
I 33 ]
raímente, repetir aquellos problemas o tareas en
que han tenido buen éxito mientras que los niños
mayores y los adultos prefieren trabajar en pro-
blemas todavía incompletos, toda vez que se senti-
rían humillados si fracasaran en cumplir sus pro-
pósitos. A medida que se acentúa el crecimiento se
observa que los individuos luchan contra la reali-
dad exterior para mantener su amor propio.
El amor propio forma parte de todos los senti-
mientos y características. A pesar de todos los cam-
bios que sufre el egoísmo en el curso del crecimien-
to, frecuentemente queda en la base de la concien-
cia de sí mismo un fuerte elemento de egoísmo y
vanidad, que se traduce en extraordinarias formas
de conducta. He aquí el origen de un gran número
de mascaradas y simulaciones que construimos e
inventamos en el curso de la vida. En los intereses
del amor propio solemos encubrir nuestros propios
sentimientos reales y mostrar a los demás una per-
sonalidad diferente de la que poseemos.
Hay muchas maneras directas e indirectas de
mantener el amor propio y el respeto de sí mismo,
al más alto nivel posible. Este nivel se adapta co-
rrientemente para conseguir su objetivo. Cuando
el logro directo de un alto nivel respecto de sí mis-
mo es imposible, el individuo recurre a subterfu-
gios, se engaña a sí mismo, levanta def ensas y apa-
rentes buenas razones, e inconscientemente, inven-
ta o proyecta planes.
D. — Inferioridad y Compensación. — La adap-
tación e inadaptación al propio ambiente, se pro-
t 34 1
duoen en forma sucesiva, y constituyen un desarro-
llo. Si es posible la adaptación, el problema está re-
suelto, al menos temporalmente; o si la solución
no es satisfactoria, a veces se reduce al mínimo el
fracaso y se deja de mano. Sin embargo, son fre-
cuentes los fracasos y no pueden dejarse de lado
con facilidad, porque se repiten con cierta insis-
tencia. Como resultado, un sentido profundamente
arraigado de deficiencia puede desarrollarse, lo que
viene a transformarse en el conocido "complejo de
inferioridad". Este complejo de inferioridad provie-
ne de una actitud algo mórbida hacia nuestros fra-
casos, para adaptarlos satisfactoriamente a nues-
tro propio ambiente.
Los sentimientos de inferioridad no pueden to-
marse como un signo de inferioridad real. Son sen-
timientos subjetivos, causados enteramente por la
relación que se obtiene entre el resultado de algo
y la aspiración.
¿Qué se hace ante un complejo de inferiori-
dad? No podemos reprimirlo permanentemente, ni
podemos eludirlo o escaparnos de él. Se necesita
una forma sostenida para combatirlo, a la que
Adler le ha dado el nombre de "compensación".
La psicología contemporánea estudia muchas
formas de compensación, desde los esfuerzos más
deliberados y perseverantes para estirpar la raíz
misma de la dificultad, pasando por un completo
ciclo de recursos que incluyen la sustitución, la
justificación de sí mismo, los mecanismos de de-
fensa, ya sean fraudulentos o caprichosos, hasta el
fracaso que altera la normalidad de la personalidad.
[ 35 1
Todos somos capaces de hacer uso de la com-
pensación, pero esta capacidad de usarla no es siem-
pre un acaracterística distintiva en los individuos,
aunque para algunos estos caracteres son tan no-
tablemente marcados por su sistemático esfuerzo
para salvar o vencer dificultades, que se puede ha-
blar de un rasgo particular de compensación.
Lo mismo que se ha dicho respecto de la su-
gestibilidad, sólo en raras ocasiones puede identifi-
carse la compensación con una característica; más
bien puede identificarse con un "recurso" median-
te el cual se desarrollan las características indi-
viduales.

I 36 ]
AUTONOMIA FUNCIONAL

Una de las cualidades más importantes de la


personalidad madura es que posee intereses sofis-
ticados y permanentes y un estilo de conducta ca-
racterístico y pronosticable. La dinámica de la per-
sonalidad adulta normal se explica mediante un
principio denominado "autonomía funcional de los
impulsos". El énfasis se coloca en un punto exclu-
sivo e irreductible de la conducta personal. Esta
psicología dinámica considera los impulsos del adul-
to como infinitamente variados, sustentados y de-
fendidos con argumentos propios, los cuales se des-
prenden de ciertos antecedentes, aunque funcional-
mente son independientes de ellos.
El trabajo manual es un buen ejemplo de la
autonomía funcional. Un buen obrero se siente eom-
pelido a hacer un buen trabajo, no sólo porque re-
presente esto su seguridad económica, sino porque
desea hacer un trabajo de alta calidad. No puede
hacer un trabajo deficiente. La mano de obra no
es un instinto, pero adquiere un dominio muy fuer-
[ 37 1
te en el hombre. Un hombre de negocios con segu-
ridad económica, trabaja hasta en condiciones des-
favorables de salud, aún hasta empobrecerse, con
el fin de llevar adelante sus planes. Lo que una vez
era técnica, llega a ser un impulso-motor.
Solamente este principio de la autonomía fun-
cional puede darnos una idea suficientemente acep-
table de la pluralidad de impulsos y de sus expre-
siones en la vida humana. Sus ventajas podrían
concretarse en el siguiente resumen:
1) Facilita el camino para una psicología di-
námica de las características, actitudes, intereses
y sentimientos, los cuales pueden considerarse co-
mo las verdaderas disposiciones de la personalidad
madura.
2) Un impulso ya no se considera como un
reflejo mecánico que depende enteramente de un
estímulo. Las disposiciones naturales seleccionan
el estímulo al cual responden, a pesar de que son
necesarios también otros estímulos para desper-
tarlos.
3) Desplaza al método genético y coloca en
perspectiva apropiada los problemas del origen de
la conducta. Como siempre, los "motivos" son con-
temporáneos y deben estudiarse en su estructura
presente. Los sistemas terapéuticos y de psicoaná-
lisis basados en el descubrimiento de los motivos
de la primera infancia, se prestan a muchas dis-
cusiones.
[ 38 1
4) Considera el poder de las ilusiones, neuro-
sis, paralogizaciones, aversiones mórbidas y otras
formas de conducta inadaptable.
5) Considera la conducta social. El niño per-
manecería como un ser egoísta si no fueran posi-
bles genuinas transformaciones de sus impulsos.
La educación en este sentido representa la fuerza
más importante.
6) Explica también por qué una persona a
menudo llega a ser lo que en un comienzo preten-
dió ser. Por ejemplo, hay personas que se encari-
ñan con una tediosa tarea, pero que se sienten
mal cuando se desligan de ella.
7) Explica los impulsos de la gente bien do-
tada para la realización de sus talentos, aún cuan-
do no se ofrezcan recompensas para estimularlos.
8) Representa el punto de partida y la razón
más importante que explica el hecho de que la psi-
cología de la personalidad se haya independizado
de la psicología general.

I 39 ]
LA PERSONALIDAD MADURA
O ADULTA

A. — E X T E N S I O N DEL 'YO".
B. — OBJETIVACION DEL "YO".
C. —FILOSOFIA D E LA VIDA.
Hay tantas maneras de crecer como individuos
existen, y en cada uno de ellos el producto es único
o exclusivo. Existen tres características diferencia-
doras, que parecen a la vez ser universales e indis-
pensables, mediante las ¡cuales (se distingue una
personalidad totalmente desarrollada de una que
todavía no lo está.
A. — Extensión del "yo". — En primer lugar, la
persona desarrollada tiene una variedad de inte-
reses. Pueden referirse éstos al trabajo, pensamien-
tos y recreaciones. Puede participar vigorosamente
en las investigaciones que le sirvan para alcanzar
algún valor. El egocentrismo no es signo de perso-
nalidad madura. Cualquier vida será inmadura,
salvo que esté orientada hacia fines culturales y
sociales, o que esté absorta en la búsqueda de las
causas y las finalidades que combatan todo prin-
cipio de vanidad y egoísmo. Estas finalidades re-
[ 41 1
presentan una extensión del "yo" que es el primer
requisito para la madurez de la personalidad.
El sentimiento del "yo", que se forma en la
infancia y que se refuerza durante el período del
negativismo, no está totalmente formado en los pri-
meros tres años, ni en los primeros diez. Continúa
agrandándose con la experiencia, las adaptaciones
y el discernimiento. Durante la adolescencia es es-
pecialmente agudo, y todavía continúa el proceso
de maduración. Los bienes, los amigos, y la vida
familiar, los intereses culturales, las ideas abstrac-
tas, la política, la recreación y especialmente nues-
tro propio trabajo, conducen a la personalidad con
conciencia de su propio yo. Se extiende el "yo" me-
diante la introspección; poco a poco, objetivamen-
te la personalidad evoluciona y madura. La intros-
pección juega un papel importante en la extensión
del "yo", aunque sólo adquiere forma objetiva en
la última etapa de su evolución y madurez.
El planeamiento inteligente del futuro es siem-
pre un rasgo significativo de la madurez de la vi-
da. El individuo se imagina las cosas como podrían
ser y se representa tal como le gustaría que fuera
su propia personalidad. El planeamiento del futu-
ro determina el desarrollo de la personalidad en
forma tan efectiva como lo hacen las fuerzas del
pasado, conservadas por la memoria y los recuer-
dos. Cada vida parece definitivamente ordenada y
dirigida hacia una meta seleccionada; cada perso-
na tiene que vivir para algo. Un estudio de lo que
pudiera llamarse suicidio ha demostrado que la vi-
da se hace insoportable para los que no encuen-
[ 42 1
tran ninguna finalidad, para la cual vivir, o no tie-
nen una meta a la cual llegar.
B. — Objetivación del "yo". — En segundo lu-
gar, puede considerarse la objetivación del "yo" que
es una especie de aislamiento característico de la
persona madura cuando considera sus pretensiones
en relación con sus habilidades; sus objetivos pre-
sentes en relación con las metas que pretende al-
canzar; su bagaje intelectual o dotes en compara-
ción con el de otros y su opinión de sí mismo en re-
lación con la que otros tienen de él. Esta capaci-
dad se relaciona íntimamente con el discernimien-
to y está unida al sentido del humor que, en una
u otra forma, casi siempre implica la posesión de
una personalidad madura.
El discernimiento, cuyo valor nunca se discu-
te, es el conocimiento de sí mismo y el requisito
indispensable para producir cualquier cambio in-
teligente del yo.
Hace comprensibles y conscientes los errores
pasados, de tal manera que no los vuelve a repetir
por ignorancia. También desplaza las inquietudes
innecesarias; pero para que una persona cambie
fundamentalmente, además del discernimiento, de-
be tener un plan para el futuro y nuevos motivos
de acción. A la gente de buen discernimiento se le
reconoce por poseer una inteligencia superior a la
normal.
El discernimiento y el humor van juntos. De-
be distinguirse el sentido del humor del sentido có-
mico. El verdadero humor ha sido definido como
l « 1
la "habilidad para reírse de las cosas que se quie -
ren, incluyéndose, por supuesto, a sí mismo y a las
cosas que le pertenecen, y, aún, continuar querién-
dolas".
El humor de esta clase parece tener un desarro-
llo enteramente paralelo al del discernimiento. Un
niño pequeño carece de ambos. En la adolescencia
es muy raro que se alcancen a tener, porque la
juventud carece de perspectivas. En la madurez se
procede con discernimiento a elegir entre lo que
hay que cuidar y lo que no necesita cuidado y en-
tre lo que es verdaderamente valioso y aquello que
no lo es.
El discernimiento y el humor son psicológica-
mente fenómenos simples, particulares o únicos,
como lo es la objetivación del "yo".
C. — Filosofía de la vida. — Un tercer factor in-
tegrante de la personalidad madura o adulta, es
una filosofía de la vida. Cualquiera personalidad,
que sea realmente madura, actúa y reflexiona, vive
y goza de acuerdo con alguna filosofía de la vida
que ha desarrollado para su propia satisfacción y
que representa para ella su lugar en la vida.
Hay muchas filosofías como modos de vida, pe-
ro la psicología no ha tratado de darles una orde-
nación sistemática. Una escuela psicológica con-
temporánea ha descrito tipos ideales de filosofía
que representan modelos fundamentales de valo-
res humanos. Estos tipos ideales, según Spranger,
son los siguientes:
[ 44 1
1) El Teórico. — El interés dominante del hom-
bre teórico es el descubrimiento de la verdad. Su
principal finalidad en la vida está en sistematizar
sus conocimientos.
2) El Económico. — El hombre económico se
interesa por lo que es útil, positivo y práctico, y
armoniza su vida con valores económicos.
3) El Estético. — El hombre estético ve sus
más altos valores en la forma y la armonía. Con-
centra su interés primordial en lo que hay de artís-
tico en la vida.
4) El Social. — El hombre social quiere a sus
semejantes. Reconoce a las demás personas como
fines y no como medios para servirse de ellas. Es,
por lo tanto, bondadoso, simpático, generoso y al-
truista.
5) El Político. — El hombre político se inte-
resa esencialmente por el poder. Sus actividades no
están exclusivamente dentro del campo de la po-
lítica, sino en otros que también pueden satisfacer
sus intereses.
6) El Religioso. — El más alto valor para el
hombre religioso es la divinidad. Es místico y trata
de comprender al mundo en su totalidad y relacio-
narse espiritualmente con él.
Hay varias razones de por qué la orientación
de esta escuela de pensamiento psicológico no pue-
de seguirse en todos sus aspectos. Exalta la natu-
raleza humana demasiado y los tipos ideales indi-
[ 45 1
cados son exageraciones. Existen muchos posibles
modelos individuales dentro de cada uno de ellos,
muchas clases de intereses, cada una de las cua-
les produce un curso diferente en el desarrollo de
la personalidad.
Cada rama de la psicología tiene sus limitacio-
nes, de modo que sus recursos combinados deben
agruparse para dar apenas una explicación adecua-
da y aproximada del desarrollo de la personalidad.

[ 46 1
BIBLIOGRAFIA

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HARRY N. RIVLIN y HERBERT SCHUELER. — En-


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[ 47 1

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