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No resulta posible una reflexión sobre las posibilidades que se le abren a las políticas
culturales y la gestión cultural sin dar una mirada crítica sobre la realidad.
La persona
Evita emprender acciones o tomar retos en los cuales habría de invertir tiempo,
esfuerzo y trabajo.
Ha perdido la aptitud de la inteligencia para idealizar y la ambición personal de la
autosuperación.
Es indiferente ante la injusticia y el dolor ajeno, de alguien cercano o desconocido.
No ha desarrollado la capacidad de entender al otro en la plenitud de su dignidad,
derechos y diferencias.
Ha perdido la capacidad de valorar el esfuerzo y el mérito ajeno.
Ha dejado de tener confianza en sus autoridades.
No está dispuesta a la acción en común, al trabajo en equipo.
Es renuente a participar en la representación de un ideal colectivo, se interesa solo
por sus problemas. No le preocupa el futuro ajeno.
Solo quiere vivir el presente. El futuro y el pasado dejan de tener importancia.
Para conseguir lo que le conviene a la brevedad que le sea posible prescinde de los
principios.
Ha perdido la confianza en la razón y la ciencia, pero contrariamente rinde
reverencia a la tecnología, a la automatización.
Ante esta realidad ¿qué papel podrían jugar la política cultural y la gestión cultural?
¿Cuáles son las líneas de política que podrían seguir los organismos encargados de los
asuntos culturales?
En el diseño de una política cultural se podría considerar las siguientes líneas de acción:
1. La conservación y revitalización del patrimonio cultural y natural (primero,
localizar y preservar todos aquellos bienes culturales y naturales amenazados de
desaparición; y, segundo, darles un nuevo uso si es posible).
2. La creación de patrimonio cultural (alentar y apoyar el nacimiento de productos
culturales).
3. La edición de productos culturales (poner a disposición del mayor número de
personas las obras culturales, para que puedan hacer uso de ellas cuantas veces
quieran).
4. La representación de obras culturales (esta función es parecida a la anterior, se
diferencia en que su disfrute se limita generalmente, a una sola presentación.
Ejemplos: un recital poético, una representación teatral o un festival de danza).
5. La comunicación de obras culturales (lograr el contacto del posible usuario en una
librería, en las redes, un cine, una galería de arte, un museo, las bibliotecas, un
campo de deportes, etcétera, con un bien cultural.).
6. La dinamización (realizar todo aquello que contribuya a promover el acceso y la
participación de las personas en la dinámica cultural territorial, estimulando y
retroalimentando los fenómenos creativos y los hábitos culturales.