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Mejorando la relación entre el alumnado mediante competencias

emocionales.

Iratxe Suberviola Ovejas


Universidad de la Rioja

ITRODUCCIÓ
El término inteligencia Emocional (I.E) es un concepto relativamente reciente. No
obstante, desde su aparición se han realizado importantes esfuerzos por crear y
estandarizar instrumentos que midan las competencias que en ella se incluyen, lo que
permite realizar correlaciones con diversas variables socio-educativas como: relaciones
sociales, conductas disruptivas, rendimiento académico, equilibrio personal, etc. A
partir de ello, se diversifican y aumentan los estudios que muestran la relación entre las
habilidades sociales y las competencias emocionales, ambas variables de gran peso en el
rendimiento académico y el bienestar personal. Las conclusiones derivadas de éstos
apuntan tanto la conveniencia de la inclusión de la Educación Emocional en el currículo
de las diferentes etapas educativas, como en el de futuros formadores.
El presente estudio tiene como objetivo comprobar si tras la intervención del
profesorado en aspectos socio-emocionales y resolución de conflictos, aumenta la
percepción del alumnado universitario sobre la calidad de sus relaciones
interpersonales. El estudio se realiza a través de la metodología test-intervención-retest,
utilizando entrevistas semi-estructuradas y grupos de discusión
A lo largo de muchos Siglos, desde que se comenzó a reflexionar sobre las emociones,
se consideraba que éstas eran obstáculos para la mente. Platón, filósofo griego del S. IV
a. c, afirmaba que debíamos desconfiar de ellas, que nos podían llevar al engaño, ya que
eran propias de la parte irracional del alma. No fue hasta la publicación del libro, La
expresión de las emociones en los animales y en el hombre, en 1872, donde Darwin
manifestó la importancia funcional de las mismas. Dentro de los cometidos que
cumplen, uno de los principales es el social. La expresión emocional permite a los
demás predecir el comportamiento asociado con éstas lo que influye de forma directa en
los procesos de relación interpersonal. En definitiva las emociones, además de facilitar
la adaptación del individuo al entorno físico, posibilita la acomodación del individuo a
su entorno social. En el aspecto social, la expresión de las emociones adquiere un peso
importante presentando una clara función comunicativa. Ésta, junto con la comprensión
de los estados emocionales de los demás, facilita descifrar el contexto y por lo tanto la
adaptación a él (Chóliz, 2005; Villanueva, Clemente y Adrián, 2000).
Autores como Izard (1989, 1993) y posteriormente Mayor, Moya y Puente (1995)
especifican 4 funciones sociales de las emociones: 1) facilitan la comunicación de los
estados afectivos. La expresión de nuestras emociones comunica como nos sentimos.
Son potentes mensajes no verbales de comunicación. 2) regulan la conducta de los
demás. Las expresiones emocionales regulan la manera en la que lo demás reaccionan
ante nosotros. Habitualmente la expresión del estado emocional hace reaccionar al otro
de un modo idóneo a la expresión percibida. 3) Facilitan las interacciones sociales. Las
expresiones emocionales a menudo son motivadas socialmente y no emocionalmente.
Las personas expresamos más nuestros sentimientos cuando estamos interactuando
socialmente que cuando no lo estamos haciendo. 4) Promueven la conducta prosocial.
Los estados emocionales positivos facilitan la interacción social porque promueven
conductas prosociales. Las personas cuando nos encontramos bajo la influencia de un
estado afectivo positivo, tendemos a mostrarnos más sociales, cooperadores y proclives
a ayudar a los demás. Por lo contrario, los estados emocionales negativos como la
tristeza, la rabia o el aburrimiento suelen dificultar la comunicación y reducir este tipo
de prácticas. (Isen, 1987).
Otros autores como Parkinson (1995) defienden que la función social de las emociones
es el principal cometido que éstas cumplen. Según éstos, nos alegramos, entristecemos o
enfadamos según la actitud o las reacciones de otra u otras personas y además nuestros
cambios afectivos repercuten en las emociones y/o las actitudes de quienes nos rodean.
1. DE LA ITELIGECIA EMOCIOAL A LA EDUCACIÓ EMOCIOAL.
A pesar de la sabida y analizada importancia y funcionalidad de las emociones, no es
hasta el 1990 cuando los autores Peter Salovey, de la Universidad de Harvard y John
Mayer, de la Universidad de New Hasmpsire definen formalmente el término
Inteligencia Emocional (IE) por primera vez como: la habilidad para percibir
emociones, para acceder y generarlas, para entenderlas y regular la conducta. (Mayer y
Salovey, 1990) Desde su aparición ha sido un constructo con una repercusión
importante que ha generado un amplio número de investigaciones y publicaciones al
respecto. En torno a la definición se están desarrollando interesantes discrepancias que
se relacionan estrechamente con el concepto de Educación Emocional. (Abarca, 2003).
Esto, en gran parte, se debe a que en la escuela tradicional se consideraba que un niño
era inteligente cuando dominaba ciertas materias como las lenguas clásicas, las
matemáticas, etc. Actualmente, sin embargo, autores como Fernández-Berrocal y
Extremera (2002; 2005; 2006) postulan que esta concepción ha entrado en crisis debido
a dos razones: 1) la inteligencia académica no es suficiente para alcanzar el éxito
profesional, puesto que los profesionales más prestigiosos son los que tienen la
habilidad de conocer y manejar sus emociones y las de los otros de un modo eficaz; 2)
la inteligencia en términos de Cociente Intelectual (C.I) no garantiza el éxito en nuestra
vida cotidiana, no contribuye a nuestro equilibrio emocional ni a nuestra salud mental.

2. RELACIÓ ETRE I.E Y DIVERSAS VARIABLES SOCIO-EDUCATIVAS


Actualmente existe base empírica y teórica suficiente para certificar la relación entre IE
y otras variables relevantes en el entorno educativo. De hecho, una línea de
investigación vigente se centra en establecer la utilidad de este constructo en diversas
áreas vitales de las personas, con objeto de demostrar cómo la IE determina los
comportamientos de los individuos e influencia diferentes áreas de nuestras vidas.
(Extremera y Fernández-Berrocal, 2004a)
Por otro lado, debemos tener presentes en lo referente al éxito personal y al equilibrio
personal, nuestra condición de seres sociales, puesto que, nuestro desarrollo cognitivo y
afectivo está influenciado por nuestro desarrollo social desde el momento de nuestro
nacimiento. En los primeros años de vida las relaciones sociales se construyen con los
sujetos más próximos para posteriormente ampliarse a otros individuos, grupos e
instituciones. Del mismo modo que el desarrollo social influye en el desarrollo afectivo,
y por lo tanto en la IE, ésta última, a su vez, incide en factores de adaptación y
relaciones sociales. La literatura ha mostrado que las carencias en las habilidades
relacionadas con la IE afectan al comportamiento de los estudiantes, de forma que los
alumnos y alumnas con bajos niveles en IE presentan mayores problemas en aspectos
como la aparición de comportamientos disruptivos, el consumo de sustancias adictivas,
el déficit en los niveles de bienestar y un bajo rendimiento académico. (Extremera y
Fernández-Berrocal, 2004a; Ruiz-Aranda et.al, 2010)
Las personas emocionalmente inteligentes tienen la capacidad de percibir, comprender y
manejar sus propias emociones pero también presentan habilidades de percepción,
comprensión y manejo de las emociones de los demás. Esta teoría proporciona un nuevo
marco para la investigación de la adaptación social-escolar, puesto que como
anteriormente se ha apuntado, la IE juega un papel elemental en el establecimiento,
mantenimiento y calidad de las relaciones interpersonales. Los estudios realizados en
esta línea parten de la base de que un alumno con alta IE es una persona más hábil en
las diferentes competencias emocionales y esto influye en su vida social. Por otro lado,
las habilidades sociales tienden a ser recíprocas, de tal manera que la persona que
desarrolla y posee unas competencias relacionales adecuadas con el resto tienen mayor
probabilidad de recibir una buena consideración y un buen trato de la otra persona.
(Extremera y Fernández-Berrocal, 2004a)
Con respecto a la vinculación entre IE y relaciones interpersonales, encontramos
diversos estudios que muestran la correlación positiva con competencias sociales como:
una mayor habilidad para identificar expresiones emocionales, un mayor apoyo social
percibido y una mayor satisfacción con las relaciones establecidas en esa red social.
(Ciarrochi, Chan y Caputi, 2000). Al igual que una mayor puntuación en IE se relaciona
con una mayor empatía. (Mayer, Caruso y Salovey, 1999). En esta misma línea, un
estudio realizado por Extremera y Fernández-Berrocal (2004b) postula como las
habilidades de manejo emocional predicen mejores interacciones positivas y menores
interacciones negativas, de modo que en una muestra de estudiantes universitarios,
aquellos con niveles elevados de manejo emocional mostraban mayores niveles de
intimidad y afecto hacia sus amigo. Igualmente, aquellos alumnos con altas
puntuaciones en manejo emocional presentaban mayor implicación empática y una
mayor toma de perspectiva así como menores niveles de malestar personal. Lopes,
Salovey y Straus (2003), hallaron evidencias sobre la relación entre IE y la calidad de
las relaciones sociales. Los estudiantes que puntúan alto en IE mostraron mayor
satisfacción en las relaciones con sus amigos e interacciones más positivas. Percibieron
un mayor apoyo parental e informaron de menos conflictos con sus compañeros más
cercanos. Posteriormente, se preguntó a los amigos de los estudiantes evaluados sobre
sus relaciones donde se observó que quienes puntuaron más alto en la dimensión de IE
relacionada con el manejo emocional informaron una interacción más positiva con
éstos; además, los compañeros manifestaron que sus relaciones de amistad con ellos se
caracterizaban por un mayor apoyo emocional, mayor número de interacciones positivas
y menor número de interacciones negativas. En otros estudios llevados a cabo con
sujetos entre 13 y 15 años se encontraron resultados muy similares e interesantes que
constataron que los adolescentes con alta IE eran más capaces de establecer y mantener
relaciones interpersonales, tenían más amigos, mayor cantidad de apoyo social, sentían
mayor satisfacción con las relaciones establecidas en la red social, tenían más
habilidades para identificar expresiones emocionales y presentaban comportamientos
más adaptativos para mejorar sus emociones negativas cuando se controlaban los
efectos de otras variables psicológicas como autoestima o ansiedad. (Ciarrochi, Chan &
Bajgar, (2001) En una muestra de estudiantes universitarias españolas Fernández-
Berrocal, Extremera y Ramos (2003) hallaron relaciones positivas entre aspectos de IE,
empatía y relaciones negativas con los niveles de inhibición emocional. En otro estudio,
los datos encontrados muestran que la habilidad para regular las emociones propias y
ajenas evaluadas predijo los niveles de intimidad, afecto y antagonismo que los alumnos
universitarios tenían hacia su mejor amigo. Por otro lado, la autopercepción en
habilidades emocionales fue un predictor de los niveles de empatía de los estudiantes
hacia los demás, en concreto, puntuaciones altas en claridad y reparación se
relacionaron con mayor toma de perspectiva y menores niveles de distrés personal,
mientras que altos niveles de atención emocional se relacionaban con un mayor nivel de
implicación empática (Extremera y Fernández-Berrocal, 2006) Otra línea de
investigación es la que postula los beneficios de incluir la educación emocional en los
currículos escolares. Una de estas investigaciones es la de Guil, Gil-Olarte, Mestre &
Nuñez (2006) donde se comprobó que: 1) El entrenamiento del alumno en competencias
socio-emocionales repercute favorablemente en el expediente académico del alumno; 2)
El entrenamiento en competencias socio-emocionales incide de forma favorable en
aspectos vinculados a la adaptación social 3) La Inteligencia Emocional presenta su
propio peso predictivo sobre distintas variables vinculadas a la adaptación social, frente
a variables de personalidad y de inteligencia general. En definitiva, las competencias
emocionales manifiestan tener capacidad predictiva significativa con elementos psico-
sociales y educativos, como para justificar plenamente la necesidad de poner en práctica
programas educativos para su desarrollo.

3. ICLUSIÓ DE LA EDUCACIÓ EMOCIOAL E EL CURRÍCULO


Éstos y otros estudios suponen una prueba gráfica del beneficio de incluir la Educación
Emocional en la formación de los alumnos. La educación y los educadores debemos
instruir de forma que fomentemos el desarrollo global e integral de los alumnos, dando
respuestas a todas las dimensiones del ser humano. La educación debe estar orientada en
tres dimensiones básicas de la persona que son: pensar (respuestas cognitivas), hacer
(respuestas conductuales) y sentir (respuestas emocionales y afectivas). (Asensio,
García, Núñez y Larrosa, 2006) Esto solo puede pasar por la alfabetización emocional
eficaz.
Durante mucho tiempo la docencia ha estado, en gran parte, preocupada y orientada
hacia las deficientes calificaciones de los escolares en los contenidos curriculares. Sin
embargo, actualmente este ámbito se está concienciando de la existencia de una
carencia mucho más apremiante, el analfabetismo emocional. (Goleman, 1997). No
obstante, las competencias socio-emocionales no han sido contempladas en toda su
extensión en el marco jurídico-educativo. Se debe seguir haciendo un especial hincapié
en la necesidad de introducir los aspectos emocionales y su gestión tanto en los
currículos de los alumnos como en la formación de los profesores. (Teruel, 2000). Este
hecho, cobra mayor importancia en los futuros educadores, que en primera instancia
deben ser educados y tener conocimiento sobre estrategias de manejo emocional con
objeto de que en el futuro están capacitados para insertar estos aspectos en sus prácticas
diarias.

4. ESTUDIO
El siguiente estudio se realiza en la Universidad de la Rioja con el alumnado de 1º de
Grado de Primaria e Infantil, en diferentes asignaturas obligatorias en las que una de las
partes se lleva a cabo utilizando el método de Aprendizaje Basado en Proyectos (PBL).
El alumnado debe trabajar en grupos (3-4 personas) con el cometido de realizar: 1) un
dossier teórico sobre una de las corrientes educativas incluidas en la guía docente que
será entregado al resto del alumnado como materia de examen; 2) la programación de
una sesión educativa en la que los alumnos se deben encargar de transmitir al resto de
los compañeros las principales ideas sobre la corriente educativa trabajado, así como
organizar y diseñar ejercicios para el afianzamiento de dichos contenidos. Toda esta
labor se desarrolla utilizando la metodología que ellos consideren más adecuada. Este
proyecto tiene una duración de 20 horas presenciales en el aula donde el docente actúa
como ayudante, consultor, orientador y gestor de conflictos de los grupos que lo
demanden, y 10 horas de trabajo autónomo.

1.1 Objetivo
El objetivo de este estudio es comprobar si tras la intervención del docente en la
resolución de conflictos socio-emocionales, aumenta la percepción sobre la calidad de
las relaciones interpersonales del alumnado.

1.2 Participantes
La muestra se compone de 135 alumnos y alumnas de 1º curso de Grado de Primaria e
Infantil de la Universidad de la Rioja.

1.3 Método
Se trata de un estudio que se acerca al método test-intervención-retest. En esta
metodología se pueden diferenciar tres momentos.
Primer momento – El docente realiza los grupos teniendo en cuenta aspectos
organizativos como la posibilidad horaria, lugar de residencia etc. Una vez explicados
los objetivos y la metodología de trabajo se deja a los alumnos que funcionen de forma
autónoma durante 8 horas lectivas en la que deberán buscar información, repartir roles,
funciones etc, sin obviar el carácter de aprendizaje cooperativo que el proyecto encierra.
Trascurrida esta fase, se realiza un cuestionario individual al total del alumnado. Se trata
de un instrumento ad-hoc con una escala Likert de 5 puntos en el que (1=muy en
desacuerdo, 5= totalmente de acuerdo). Para la realización de este cuestionario se llevó
a cabo un estudio inter-jueces con profesorado del área de didáctica y organización y del
área de psicología evolutiva. Las aportaciones vertidas por éstos se incorporaran a la
herramienta final (anexo 1). El cuestionario evalúa los siguientes ítems: estoy cómodo/a
con mis compañeros/as de grupo; considero justo el reparto de trabajo establecido; me
siento integrado/a en el grupo; siento que en el grupo se tienen en cuenta mis
aportaciones y/o ideas; me gustaría volver a trabajar con este grupo en otras asignaturas.
Además de estas cuestiones se deja un apartado abierto con el epígrafe: en este
apartado, puedes comentar aspectos positivos y/o negativos de los miembros de tu
grupo, problemas, conflictos, curiosidades u cualquier otro aspecto que consideres
interesante.
Segundo momento – Se realiza un análisis tanto a nivel cuantitativo, como cualitativo de
los cuestionarios, teniendo en cuenta las afirmaciones o sentimientos expresados en la
parte abierta.
Tabla 1. Análisis del cuestionario del total de los participantes

Con respecto al análisis cualitativo, cabe destacar comentarios como: “no cuentan
conmigo para nada”, “pasan de todo y todo el trabajo lo tengo que hacer yo”, “ son unos
vagos”, “lo bueno es que no tenemos peleas porque como nunca vienen cuando
quedamos, lo hago yo todo y ya está”, “son muy sosos, no quieren hacer cosas
divertidas para la presentación”, “….tiene una personalidad inaguantable”, “no nos deja
hacer nada, se cree más lista que los demás”

Una vez analizados los datos, se adopta como referencia para la relación de los grupos
en los que se interviene aquellos en los que, al menos, a un miembro haya puntuado en
cualquiera de los ítems 2 desv. por debajo de la media, o en los que sus respuestas
abiertas muestren problemas socio-afectivos con el grupo. Estos grupos son un total de
16, de los cuales 7 son de Grado de Infantil y 9 de Grado de Primaria. El docente
interviene a través de la realización de una entrevista semi-estructurada con cada uno de
los miembros de dichos grupos por separado tomando las respuestas dadas en el
cuestionario como base de la entrevista. Posteriormente se reúne a todos los miembros
del grupo y se exponen las inquietudes, sensaciones, sentimientos, conflictos, malestar,
etc analizados en los cuestionarios y las entrevistas de éstos. Se pregunta sobre las
emociones sentidas, la autoestima, la capacidad que cree el grupo que tiene para
resolver estos problemas, competencias emocionales y los métodos de resolución de
conflictos que se pueden aplicar, etc. La intervención presenta un guión flexible que se
va amoldando a las necesidades de cada grupo.
Tabla 2. Análisis del cuestionario de los participantes seleccionados para la intervención.

Tercer momento – Los grupos continúan con los objetivos planteados en la asignatura.
Una vez finalizada ésta se procede a aplicar de nuevo el cuestionario entre los
participantes en los que se intervino.

1.4 Análisis de datos y resultados


En el análisis cuantitativo de los cuestionarios del tercer momento, se aprecia como las
medias de las puntuaciones en los diferentes ítems, dadas por los alumnos integrantes de
los grupos en los que se intervino, presentan una diferencia máxima de 0.4, tanto con
signo positivo como negativo con respecto a las del total de los alumnos. Sin embargo,
en la fase previa a la intervención, las diferencias eran de hasta 1.2 y todas las
puntuaciones se encontraban por debajo de la media del grupo-clase.

Tabla 3. Comparación entre las puntuaciones del cuestionario del total de los participantes y la de los
miembros integrantes de los grupos intervenidos en el tercer momento

En cuanto al análisis cualitativo cabe destacar los siguientes comentarios: “He estado
mejor que al principio, aunque seguían sin tener en cuenta mis ideas”, “mucho mejor
que al principio con mis compañeros”, “después de hablar las cosas, todos hemos
colaborado por igual”, “aunque preferiría trabajar con mis amigas, tampoco me
importaría que me toque con estos compañeros de grupo”, “…sigue siendo bastante
dominante, pero no le hemos dejado que nos domine”
1.5 Discusión
Las puntuaciones obtenidas en este estudio apuntan como la intervención del docente en
conflictos interpersonales y socio-emocionales entre el alumnado mejora de forma
considerable la gestión de los mismos. Para ello, el profesorado debe estar instruido,
tanto en el manejo de estas situaciones conflictivas, como en otros aspectos sobre
Educación Emocional. De aquí la importancia de incluir en los programas de Grado de
futuros docentes materias donde se trabajen dichos contenidos y estrategias.
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AEXOS
Anexo I

CUESTIONARIO SOBRE EL GRADO DE CONFLICTIVIDAD EN EL GRUPO DE


TRABAJO

Nombre-
Fecha-

Marca con una X las casillas del 1-5 según tu criterio en los diferentes ítems siendo: 1=
Muy en desacuerdo, 5= totalmente de acuerdo

Nº items 1 2 3 4 5
1 Estoy cómoda/o trabajando con mis
compañeros de grupo
2 Considero justo y equitativo el reparto de
trabajo y funciones para cada uno de los
miembros del grupo
3 Me siento integrado/a en el grupo

4 Siento que entre los miembros del grupo se


tienen en cuenta mis ideas, sugerencias y/o
contribuciones
5 Me gustaría volver a trabajar con este grupo
en otras asignaturas o actividades.

En este apartado, puedes comentar aspectos positivos y/o negativos de los miembros de
tu grupo, problemas, conflictos, curiosidades u cualquier otro aspecto que consideres
interesante.

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