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UNIVERSIDAD DE CARABOBO

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD

ESCUELA DE MEDICINA

ETICA MÉDICA

CONSIDERACIONES ÉTICAS SOBRE EL


TRASPLANTE DE ÓRGANOS

Profesor: José Enrique González

Autor: Br. María Jácome

CI: 26.162.169

Valencia, Abril 2020


Casi inmediatamente después que el trasplante de órganos se volvió una realidad,
comenzaron a surgir los dilemas éticos relacionados a ellos. Incluso el doctor Joseph
Murray, uno de los cirujanos que lideró el equipo que realizó el primer trasplante exitoso de
la historia en 1954 (un trasplante de riñón entre gemelos monocigóticos), se enfrentó al
conflicto moral de tener que extraer un órgano de una persona sana, lo que choca
directamente con la máxima de Primun non nocere, lo primero es no hacer daño, del
juramento hipocrático.
El trasplante de órganos pone en la balanza muchas consideraciones éticas. En primer
lugar, la ya mencionada: extraer un órgano, con todo lo que eso conlleva (terapia, el estrés
de la cirugía y sus complicaciones, etc), a una persona sana, para tratar de mejorar la
calidad de vida de un paciente. Afortunadamente los avances médicos han permitido que
cada vez sea más seguro llevar a cabo un trasplante de órgano; sin embargo, los médicos de
trasplantes siempre deben evaluar meticulosamente los riesgos-beneficios de cada
situación. Dado que aún el número de órganos disponibles es mucho menor que el número
de personas que los necesitan lo correcto es ofrecérselos a quienes tienen mayor esperanza
de sobrevida post-trasplante.
Eso nos lleva al siguiente dilema ético de los trasplantes: ¿cómo precisar quien es un mejor
candidato para recibir un órgano? Es entonces cuando el médico debe poder ser imparcial,
y llevar a cabo una correcta evaluación clínica del paciente y no dejarse llevar por
preferencias o prejuicios personales. En la mayor parte de los países en los que se realizan
trasplantes a nivel mundial existen organizaciones especializadas en la asignación de
trasplantes a pacientes, quienes se guían principalmente por criterios clínicos. Esto permite
una distribución un poco más justa de órganos a aquellos que más lo necesitan y más
pueden aprovecharlos. Y con estas organizaciones se previene otro de los problemas éticos
del trasplante de órganos que es el tráfico y venta ilegal de los mismos.
En el mundo aún hay muchos lugares en donde aún persiste el tráfico y turismo de órganos,
a pesar de las regulaciones legales en contra de ello. Las promesas de compensaciones
económicas cuantiosas son las principales causas de que esto continúe, aunque por ser un
negocio ilegal muchas veces más bien están involucradas la extorsión y la corrupción, y
grupos vulnerables como los de bajos recursos se convierten en simples tiendas de órganos
para los más ricos. Además, la cirugía y los cuidados clínicos suelen ser deficientes en
muchos de los casos, lo que hace que más bien “se pierdan” los órganos, que de haber sido
donados podrían haber logrado ser útiles para alguien. El ver el cuerpo humano y sus partes
como simple mercancía es una completa deshumanización de la sociedad y el personal de
salud debe entonces tomar acción y evitar que estas prácticas continúen pues trasgreden
directamente con dos principios fundamentales del trasplante de órganos: que el trasplante
no debe verse influenciado por ningún factor como dinero, o preferencias de ningún tipo y
que el órgano debe ser donado, siendo considerado así como un acto altruista.
El altruismo se puede definir como el deseo de procurar el bien ajeno aun a costa del
propio. Los actos de altruismo suelen estimular la misma zona de la corteza cerebral que
responde a la vinculación afectiva y al apego, por lo que suele ser más sencillo ser altruista
con personas cercanas a uno mismo, como familiares y amigos. Pero cuando se trata de
donación y trasplante de órganos, el altruismo suele ir un poco más allá. La donación de
órganos, por ser un acto altruista, debe siempre respetar el consentimiento del donante, sea
este dado por un donante vivo, o un donante fallecido ya sea antes de su muerte o por sus
familiares. Muchos países en Europa, como España (que tiene la tasa más alta de donación
de órganos por número habitantes del mundo) han implementado algo llamado el
consentimiento presunto; es decir, toda persona se considera donante de órganos a menos
que indique lo contrario, lo que busca promover y aumentar las tasas de donación frente al
consentimiento explícito. Sea como sea, las personas deben siempre preservar el derecho de
decidir qué hacer con sus órganos y su cuerpo, e incluso a quien dirigir específicamente los
órganos donados, y está en la obligación moral del médico no violentar este derecho bajo
ningún concepto.
Tratando de aumentar el número de donantes muchos países ofrecen compensaciones que
pueden ser económicas como por ejemplo cubrir gastos funerarios, que el donante tenga
todos los gastos médicos cubiertos de la cirugía de extracción del órgano y su posterior
recuperación, cubrir gastos de seguros o disminución de impuestos, entre muchos otros.
Además, países como Israel, Singapur y más recientemente Chile, han optado por modificar
sus leyes de tal forma que exista algo llamado reciprocidad en cuanto a la donación, lo que
implementa compensaciones no económicas a los donantes. Estas compensaciones se
traducen principalmente en otorgar prioridad en la lista de espera a las personas que se
ratifican como posibles donantes o ya han donado algún órgano, llegue la necesidad algún
día de que necesiten un trasplante. Esta ley ha sido ampliamente criticada en el plano ético,
dado que aunque incrementa ligeramente las tasas de donación de órganos, también
promueve que haya personas que se aprovechen del sistema, como por ejemplo registrarse
solo para gozar de las prioridades y beneficios pero decirles a los familiares que cancelen la
donación una vez haya fallecido.
Se plantea entonces la pregunta: ¿hasta qué punto es producente establecer compensaciones
para los donantes? ¿Es más ético permitir únicamente que los donantes sean movidos por
motivos puramente altruistas, aunque eso signifique que muchos donantes potenciales y sus
órganos sean enterrados? La verdad es que el debate ético sobre la donación de órganos
continuará por largo tiempo en un eterno enfrentamiento entre el utilitarismo y la
autonomía individual. Sin embargo, para los médicos y todo el personal involucrado en un
trasplante la posibilidad de salvar una vida debe sobreponerse a todo lo demás, procurando
siempre que al hacerlo, no se haga daño a nadie.
Bibliografía

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