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VETUSTA HITISML
“ E l nombre del general P a d i l l a de artillería, frustrado el golpe, ¿ no selva, y recibe el nombre de Zulia
no volvió á sonar hasta principios revela á todas luces, que su concien después de habérsele unido la que
del año 28. con motivo de un pro cia nada le acusaba ? brada llamada así y el río Zalazar,
nunciamiento ocurrido en Cartagena, En cuanto á P a d i l l a , el general algo más abajo del pueblo de Zala
en el mes de Febrero, de que se le Posada en sus memorias dice: “ C o zar, en 800 metros sobre el mar.
hizo á él jefe, y que. según se dijo, mo se ve, todas las apariencias con Nada puedo decir del curso del Zulia
tenía por objeto sostener la Conven denaban gravísimamente al general hacia la llanura, porque el camino
ción de Ocaña, amenazada de ser P a d i l l a ; y sinembargo. me consta deja el río y va en busca del Pedro
disuelta por los partidarios de la y es un hecho, que hoy nadie duda, Alonso; es sin embargo probable que
dictadura que estaba en ciernes. que en el atentado de la noche del el Zulia, en su curso medio entre A r
Después de alguno^días de alar 25 de Setiembre, no sólo no tuvo boledas y Urimaco, se abra camino
ma en Cartagena y sus cercanías, el parte, sino que no supo lo que pasa por la serranía cretácea que en di
pronunciamiento quedó sin efecto por ba. ni la causa, hasta que su prisión rección de nornoroeste atraviesa su
las providencias que dictara el co fue invadida." cauce en la abra de Cúcuta. Lo
mandante general Mariano Montilla. Sinembargo, fue juzgado breve y cierto es que los ríos Zalazar y Pe
sumariamente, pretermitiéndose todas dro Alonso, y sobre todo el último
Sospechados de nuevo conatos de las fórmulas protectoras de la inocen cerca de Malpaso de los Compadres,
revolución, lo hizo prender Montilla cia. por un tribunal unitario, ad hoc\ más abajo de Santiago, rompen en
en su propia casa el día i? de Abril y condenándolo al último suplicio; grandiosos desfiladeros por las mon
de dicho año; le puso una guardia cumpliéndose esta terrible cuanto in tañas de arenisca que forman la ori
respetable en ella y á las seis horas justa sentencia, el día 2 de Octubre. lla de la Cordillera de Colombia.
lo envió para Bogotá con un jefe de Este fue el triste fin del benemé El río Pedro Alonso es probable
toda su confianza. rito y valeroso general P a d i l l a , del mente el afluente más caudaloso dél
Gran Almirante, del Nélson colom Zulia superior; parece que en su
biano, como lo llamó alguna vez el curso medio atraviesa densas selvas,
La conspiración del 25 de Setiem Libertador de Colombia.” hasta que llega á las rasas montañas
bre de 1828 se tramó con la mayor El Congreso de Colombia decre de arenisca de Santiago.
cautela, pues que hasta ese mismo tjía tó en 27 de Junio de 1881, la erec El camino de Zalazar á Cúcuta
fue que el gobierno tuvo los primeros ción en la plaza principal de Río corta el río Zulia cerca del pueblo
anuncios de que estallaría bien pron Hacha, de una estatua de bronce del de Urimaco en 250 metros de altura;
to una revolución; y lo supo por general P a d i l l a ; dicho monumento el nivel de las aguas es allí más bajo
denuncio de Francisco Salazar, quien á la memoria del héroe, se inauguró que el de los ríos Táchira y Pam-
aseguró haber sido invitado por B e el 11 de Noviembre de 1887, con plonita en la misma latitud, de ma
nedicto Triana para entrar en una patrióticos regocijos que duraron has nera que el cauce del Zulia resulta
conspiración contra el Libertador. ta el 15 del mismo mes. ser la depresión mayor de la abra de
Triana es aprehendido; pero na Cúcuta. En aquel punto el río tenía
da pudo averiguarse en el resto del el 17 de Mayo de 1885, hacia medio
día. día mucha agua, más de 300 me
Reunidos los conjurados desde tros de ancho y de 2 á 3 metros
por la tarde, en casa de Luis Vargas de profundidad, y fue preciso pasarlo
B R E V E DESCRIPCIÓ N
Tejada, y creyéndose descubiertos, en canoa. Poco después recibe las
resuelven dar esa misma noche el OE LOS RIOS QUE DE LA CORDILLERA DE MERIOA CORREN
aguas del Pedro Alonso y llega á
golpe que tenían preparado para el AL LAGO DE MARACAIBO.
ser un río de mucha consideración.
28 de Octubre próximo. El golpe
(Tomada «le la obra “ Die Cordille e von Mérida” 2. Río Pam plonita.— Tiene pro
se da, en efecto, con la mayor auda
del doctor W . Sievers, Vieno 1888. png. 130 » 138, bablemente su nacimiento en los pá
cia; y el Libertador pudo escapar de y trad. por A. Ernst.) ramos situados al sudoeste de Pam
un modo que pareció providencial.
plona, por donde pasa, en una altura
P a d i l l a no concurrió á las juntas I. considerable, el camino de Bucara-
de los conjurados; no podía haber manga. No he visto este río sino á su
concurrido, pero ni aun ponerse de L a H oya del Z ulia
salida de las montañas primitivas,’ al
acuerdo con éllos, porque desde su entrar en la cuenca de Pamplona
llegada de Cartagena estaba preso y I. El río Z u lia, que en su curso (2.400 metros); allí es un torrente
rigurosamente supervigilado; pero superior y medio pasa por terreno de pequeñas dimensiones y empieza
dos de los conjurados quieren po colombiano, nace en las montañas su curso medio. E s de suponer que
nerlo en libertad esa misma noche, primitivas al noroeste de Pamplona antes haya formado un lago en la
matando al oficial que .lo custodiaba, en el Estado Santander, ó sea en el cuenca de Pamplona, puesto que á
como así lo hacen. P a d i l l a sale de eje de la cordillera oriental de C o poca distancia lo vemos hoy romper
la prisión ciñéndose la espada del lombia que desde Tunja se extiende por entre las areniscas cretáceas que
coronel Bolívar que lo custodiaba y hacia la Sierra Nevada de Santa constituyen las montañas de los al
que á su paso encontró muerto; y Marta. Lo forman los ríos Sulas- rededores. Este desfiladero es un
de ahí se dedujo, que salía á temar quilla, Cucutilla y Arboledas, los cua aspérrimo valle de erosión que por
el mando de las tropas sublevadas. les se reúnen aguas abajo del pue su belleza romántica y atractivos pin
A l día siguiente se le aprehendió, blo de Arboledas. Los dos primeros torescos, contrasta notablemente con
hallándose en el cuartel de artillería. son de corriente rápida y bastante los valles cortados en los esquistos
Á esto estaban reducidos los car caudalosos con respecto á su eleva primitivos de la Cordillera. L a bre
gos contra él, que como se ve, no ción sobre el mar (el pueblo de Cu cha termina cerca del puente de Las
pasaban de leves sospechas de com cutilla está situado en 1.380 metros), Mochilas y el río sigue por una parte
plicidad. y sus valles son debidos á la erosión menos escarpada de la serranía: de
Si P a d i l l a era cómplice, en es de los esquistos cristalinos. Desde Pamplona hasta Las Mochilas el de
te extravío de la pasión ó el patrio Cucutilla el declive va aumentando clive es de más de 700 metros (2.400
tismo, que se ha llamado- la conjura mucho: el caserío L a Alianza á una á 1.677 metros) por dos horas de
ción del 25 de Setiembre ¿no era hora de distancia de Cucutilla, queda distancia, y de este último punto has
natural que- se hubiera ocultado, ó en 1.10 5 metros, y la confluencia con ta Doña Juana ( seis horas de cami
tratado de evadir de cualquier modo el río Arboledas en 950 metros. De no) la diferencia es de sólo 800 me
su persecución ? L a misma confian allí en adelante el río tiene un cauce tros. El valle de Doña Juana es un
za con que se hallaba en el cuartel angosto y profundo en medio de la hoyo en el que hubo antes con gran
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más estridente que el del marrano, se trágica. Ni los historiadores nacio H I S T O R I A I ) E I .'O L O N N A IS , J E F E D E F ll.ll iU S T E K O S
§ muy bien ha dicho don Aris- era también filibustero ó poco menos,
tides Rojas, es una de las pági aunque narra con gran exactitud, co
mo testigo ocular que fue de casi to
nas inéditas de nuestra historia patria.
dos aquellos sucesos, atenúa grande
Para conocer las depredaciones mente los reflejos infernales de aquel
Kanlro kt - History o f Central America.
Vol. 11. pag. 456.
5 «Siende dat’ er oock geen quartier voor hem
over was, alsoo hy’ t niet ontloopen konde,
door dien hy alreede geguetst was, bemorste hy
de los filibusteros en nuestros propios cuadro, y aun incurre en omisiones hem met bloedt, en kroop onder de dooden
puertos, tenemos que ocurrir á los de importancia. Hemos tratado de die daer lagen.»
cronistas franceses, ingleses y holan subsanar estos inconvenientes, com E x q u e m e l i N (; - Amcricaensche Zec-Roovers -
deses, cuyas obras, raras y por consi pletando con notas de otros cronistas 48.
guiente costosas, constituyen la única la narración de Exquemeling. sin al «Viendo que no había cuartel y que no po
fuente que puede suministrar al in terar en nada el pensamiento del día huir, puesto que estaba ya herido, se eml>a-
vestigador, esos preciosos pormenores durnó con sangre y se arrastró entre los mner-
autor. tos que yacían allí.»
que dan á la historia el palpitante in
terés de una novela conmovedora y ExyüEMF.MNC - Piratas Americanos - p. 48.
EL Z U LI A ILUSTRADO
si le obedecían, lo que aceptado por quince á dieziseis hombres desar ta, echaron al agua con la máyor ve
ellos, tomaron el bote de su amo, lo mados. locidad sus botes y le dieron abordaje.
llevaron al punto donde L ’Olonnais Después de algunos meses de es Los mermados tripulantes no opu
les esperaba, y pocos días después perar inútilmente las barcas (aunque sieron resistencia alguna.
llegaban á la Tortuga. Entretanto, era la época en que acostumbraban El jefe pirata hizo encerrar en la
los españoles que creían muerto al aquéllas efectuar sus viajes) cayó en cala á los rendidos, y remató á todos
temible pirata, celebraban con rego poder de los, piratas otro bote de pes los heridos. Durante aquella carni
cijos públicos el haber salido de un cadores cuyos tripulantes les dijeron cería, un esclavo se arrojó á los pies
hombre que no les daba tregua ni que se había descubierto su propósi de L ’Olonnais y le dijo en su lengua:
cuartel.1 to, por lo que ninguna embarcación Señor capitán, no me matéis que yo
Después dé su llegada á la T o r se atrevía á salir del puerto ni á en os d iré la verdad. L ’Olonnais, que
tuga, L ’Olonnais cumplió la promesa trar en él; que por fin los interesados comprendía el español, sospechó que
que había hecho á los esclavos, po^ en el comercio habían presentado sus aquello de yo os d iré la verdad, ence
niéndolos en libertad; y dedicó todo quejas al Gobernador de la Habana, rraba algún misterio, y lo interrogój
su pensamiento á vengarse de la rogándole pusiera término al mal con pero el esclavo, mudo de terror y
crueldad con que los españoles ha la destrucción de los ladroiies ; que tembloroso, no pudo contestarle has
bían degollado á sus compañeros de el Gobernador había enviado una fra ta que el pirata le ofreció perdonarle
naufragio, aguijoneado este deseo de gata ligera armada con diez cañones la vida. Entonces, recuperando la
venganza por el no menos vehemente y ochenta hombres de los más ro palabra: Señor capitán, le dijo, el
de pillaje. bustos que se consiguieron en la ciu señor gobernador de la H abana, con
Resolvió pues, irse en su bote á dad, quienes juraron al partir que no vencido de que esta fra g a ta tan bien
la costa setentrional de la isla de darían cuartel á nadie. Al saber es armada era más que suficiente para
Cuba, y situarse frente al puerto de to, L ’Olonnais dijo ásus compañeros: vencer á la más fu erte de vuestras
la Boca de Caravelas al que se diri- Bueno, hermanos míos, pronto ten embarcaciones, me envió en ella para
jían las embarcaciones que cargaban dremos un buen barco. servir de verdugo y colgar á cuantos
cueros, azúcar, carne y tabaco para Se mantuvieron desde entonces cayeran prisioneros, con e l propósito
la Habana, ¿iudad capital de la isla en acecho, y pocos días después di- de intim idar á vuestra nación de tal
en cuyo puerto se abastecían de esos 1 visaron el buque anunciado que an manera, que en lo sticesivo no se atre
artículos las escuadras viese á aproximarse
que seguían rumbo á á estas costas.
España. L ’Olonnais dijo al
Advertidos algu esclavo: Te perdono
nos aventureros de su la vida porqtie te lo he
propósito se le unie prometido; y aun te
ron en número de doy la libertad; 1 y
veintinueve, sin con mandó abrir las esco
tar el cirujano; los tillas, ordenando á los
hizo e m b a rc a r con españoles que subie
cuantas municiones sen uno á uno; y á
pudo conseguir, y á medida que pisaban
los pocos días esta la cubierta les corta
ban en las costas de ba él mismo la cabe
Cuba donde fueron za.*
descubiertos por al Llevó á cabo esta
gunos botes de pesca carnicería él solo has
dores, uno de los cua ta llegar al último cu
les fue apresado y sir P é c a ris i P á qu lro s ya vida reservó para
vió para que los aven e n c o m e n d a rle una
tureros se acomodaran mejor, once cló en una ria llamada por los espa carta dirijida al Gobernador de La
en cada bote,* y se retiraron á las ñoles Eser?ra .1 Los aventureros re Habana, en la cual le advertía que
pequeñas islas que se extienden á solvieron atacarlo esa misma noche: había heVho con sus gentes loque el
lo largo de aquella costa con el nom salieron por la tarde de su escondite, Gobernador había dispuesto que hi
bre de Cayos d el Norte. remaron silenciosa y lentamente, ori cieran con él y con sus compañeros;
Los dos botes se pusieron luego llando al abrigo de los árboles, y al que podía estar seguro de que-cuan-
á cierta distancia, pues cada uno de rayar el día atacaron á tiros de fusil tos españoles cayeran en sus tnanos
ellos se bastaba para apresar una de por ambos lados á los españoles. correrían la misma suerte.
aquellas esperadas barcas cuya tri Éstos que no estaban desprevenidos La sorpresa que semejante nuéva
pulación no excedía generalmente de les contestaron el fuego, aunque no causó al Gobernador se convirtió en
los veían, pues los filibusteros habían asombro cuando supo que veintidós
puesto en tierra, á guisa de trinche hombres con dos botes habían dado
1 «Pero el diablo no abandonó á sil sumo sa
cerdote, dice Bancroft. Terrible era antes del
ras, sus botes, cubiertos enteramente un golpe de aquella magnitud. Fue
desastre; pero sus hechos posteriores fueron aún por los árboles. Los españoles ti tal su .cólera, que resolvió enviar emi
más atroces . . . . Descuartizaba cautivo tras raban con metralla y hacían grandes sarios á todos los puertos de las In
cautivo y apagaba su sed con la sangre que co descargas de mosquetería sin lograr dias para hacer ahorcar los •prisione
rría por su sable ya caliente. Arrancó corazo
nes humanos y se los mascó, é hizo morir á sus matar ni herir á ninguno de sus ene- ros franceses é ingleses que en. ellos
prisioneros de hambre y sed. Si el informe migos^ hubiera, en vez de enviarlos á Espa
arrancado á un español entre las agonías de ho Este combate había durado hasta ña; pero habiendo llegado semejante
rrible tortura no resultaba satisfactorio, se le
arrancaba al infeliz la lengua de raíz. Verda
el medio día, cuando los españoles,
deramente las crueldades de los conquistadores sintiéndose muy debilitados, hicieron 1 « L’ Olonnais, después de hacerle confesar
estaban recayendo sobre sus descendientes ! » ademán de retirarse; los aventureros lu que le interesaba saber, le dio la muerte co
B a n c r o f t - obra citada. por su parte, viendo que la sangre mo á todos los demás.»
corría por los imbornales de la fraga- Buccaneers o f Am erica 67.
4 Aunque el autor no dice qué suerte corrie
ron los infelices pescadores que tripulaban el * «Y después de cada decapitación, chupaba
bote apresado, es de suponerse ; pues el siste 1 Probablemente no era un rio de agua salada la sangre que chorreaba del sable.»
ma de los filibusteros en casos tales era decapi como dice el texto francés, sino un estero ; y
tar á los prisioneros ó abandonarlos en una isla nos afirma en esta creencia el hecho de traer el C h a r l e v o ix - H istoire de St. Domingue.
desierta donde morían de hambre y de sed. traductor inglés Estera y no Esserra. Vol. 11. pág. 69.
EL ZULIA ILUSTRADO
resolución á conocimiento del pueblo, que era el punto de reunión, á espe cos para hacerse á la vela, L ’Olon
éste hizo presente al Gobernador que rar á algunos aventureros más, y á los nais descubrió su propósito de ir á
por cada inglés ó francés que caía que pudieran venir de la Tortuga á la ciudad de Maracaibo, situada, á la
en poder de los españoles, centenares reunírsele. orilla del lago del mismo nombre, y
de éstos iban á parar á manos de Por fin aquella escuadra, com saquear todas las poblaciones de las
aquéllos; que la necesidad de soste puesta de cinco ó seis barcos de los márgenes del lago; y señalando á los
ner la vida, que les era más cara que cuales el mayor, á cuyo bordo estaba dos guías franceses que tenía, uno de
las riquezas, los obligaba á navegar, L ’Olonnais tenía diez cañones, se hizo los cuales era práctico de la barra
que los filibusteros les robaban, pero á la vela con rumbo á Punta Espada, que está á la entrada de la laguna,
les dejaban la existencia; por cuya conocida también con el nombre de les dijo: Estos dos hombres respon
razón le suplicaban desistiera de su Cabo del Engaño y situada en el ex derán con su vida del éxito de nuestra
propósito. Esto se supo después por tremo oriental de la isla de Santo empresa. Fue unánime la aprobación
españoles hechos prisioneros por los Domingo. Desde aquel instante mis y todo el mundo prestó juramento de
filibusteros. mo la fortuna se mostró favorable á obedecer ciegamente sus órdenes, so
Dueño L ’Olonnais de la fragata, L ’Olonnais, pues encontró y apresó pena de perder al regreso la parte
se propuso tripularla con gente esco- dos barcos, uno de ellos con valioso correspondiente de botín, lo que se
jida, y para el efecto se dirijió á la cargamento, y ambos más grandes hizo constar en la carta-partida que
Tortuga donde encontró á Miguel el que cualquiera de los suyos. El de se extendió y en la que también se
Vascongado, uno de sus compañeros, mayor porte que estaba cargado de fijó lo que debían percibir los capita
quien también acababa de hacer una cacao fue enviado á la Tortuga para nes, los heridos y los guías á más de
presa considerable á los españoles. descargarlo y volver cuanto antes á su parte de botín.
En la isla se encontraban dos franceses la isla de Saona donde los esperaba (A qu í coloca el autor la descripción de la
quienes habían vivido mucho tiempo L ’Olonnais, y donde había apresado el bahía de M aracaibo y sus dependencias; des
como prisioneros entre los españo otro cargado de municiones de gue cripción que hemos publicado y a , con el m apa
les, y aun se habían casado con mu- rra destinadas á la ciudad de Santo que la acom paña , en e l n°. 18 de E l Z u l i a
Domingo. I l u s t r a d o .)
geres de aquella nación.' Como co
nocían los caminos, y habían perdido Mr. d’Ogeron que por aquel tiem Se dio á la vela; y pocos días
cuanto tenían, al caer en poder de po era Gobernador de la Tortuga, después desembarcó en la isla de
los españoles, aconsejaron á los aven vio con gran satisfacción aquella pre Aruba donde tomó algunas vituallas.
tureros un desembarco en Tierra F ir sa que valía más de ciento ochenta Lo hizo así con el objeto de no llegar
me para sorprender algunas ciudades. mil libras, y ofreció sus almacenes á frente á la Barra del lago sino al ra
L ’Olonnais resolvió acometer la em los aventureros para depositar el car yar el día; para que no viéndose
presa con su amigo el Vascongado gamento, en tanto que el navio que obligado á permanecer en ella mucho
conviniendo en que éste fuera jefe desde entonces llamaron L a Cacaoyera tiempo, no tuviesen los españoles el
de las fuerzas en tierra, y aquél en se aprestaba para unirse á L ’Olonnais. necesario para prepararse. Por la
el mar. Gran número de valientes jóvenes tarde levó el ancla de la isla de Aruba,
recienllegados de Francia quisieron navegó durante toda la noche y se
ser de la expedición y se embarcaron aproximó á la sonda hasta enfrente
D E S E M B A R C O 'D E l/ O L O N N A IS E N T I E R R A - F I R M E .
en L a Cacaoyera con la esperanza de de la Barra en donde fue visto por
T O M A D E M A R A C A I B O Y ( ¡I B R A L T A R .
que un solo viaje como aquel podía el vigía que hizo al momento una se
enriquecerlos. El mismo Mr. d’O ge ñal al castillo y éste disparó sus ca
Decidida la empresa entre L ’Olon ron envió dos de sus sobrinos que ha ñones para advertir á los de la ciu
nais y el Vascongado, hicieron saber bían servido en Francia y prometían dad la aproximación del enemigo.
á todos los aventureros que tenían un mucho. Con tan buena carga, el bar L ’Olonnais hizo desembarcar su
proyecto considerable para que cuan co se unió en breve á L ’Olonnais gente con la mayor diligencia; y M i
tos quisiesen tomar parte en su eje quien se regocijó grandemente al guel el Vascongado se puso á la ca
cución se dirigiesen inmediatamente ver que podía reemplazar con aque beza para dirijir el ataque. L ’Olon
á la isla de la Tortuga ó á Baya-ha llos jóvenes los heridos que había de nais que quería participar del peligro,
en la parte norte de la isla de Santo vuelto á la Tortuga, pues los navios desembarcó también; y sin tomar
Domingo. españoles no se habían rendido sin ninguna otra medida, atacaron el cas
L ’Olonnais había escogido aquel batirse antes con denuedo. tillo, que era de simples gaviones he
punto para carenar sus barcos y abas Antes de hacerse á la vela, L ’Olon chos con estacas y tierra, detrás de
tecerlos, por la abundancia que en él nais pasó revista á la escuadra, y re los cuales los españoles tenían cator
había de toros salvajes y jabalíes. Á solvió revelar su proyecto; montó la ce piezas de artillería y doscientos
los pocos días contaba con 400 hom fragata de 16 cañones y 120 hombres, cincuenta hombres.
bres con los cuales se fue á Baya-ha dio la suya con 10 cañones y 90 hom E l combate fue rudo habiéndose
bres á Moisés Vauclin, su segundo; obstinado por ambas partes; pero co
1 «En el mes de Ju lio (de 1666) con 660 hom Antonio Dupuis, su compañero, to mo los aventureros apuntaban mejor
bres en ocho buques, el mayor de los cuales mó el mando de la otra que llamaron que los españoles, los debilitaban de
estaba armado de diez cañones de diferentes
calibres . . . . Apresó después de un combate L a Poudrierc (el polvorín) porque tal modo, que á pesar de éstos llega
de tres horas un navio de 16 cañones y 50 hom estaba cargada de pólvora y otras ron á las troneras, entraron en el
bres, cargado de cacao, 40.000 piezas de á ocho municiones de guerra, y de dinero pa castillo, degollaron una parte de la
y joyas por valor de 10.000 más. L ’ Olonnais ra pagar la guarnición; este buque guarnición, y los sobrevivientes ca
envió la presa á la Tortuga con orden de descar
garla á toda prisa y volvérsela á Saona. En tre tenía también 10 cañones y 90 hom yeron prisioneros.»
tanto apresaron otro buque destinado á la bres. Pedro el Picardo tenía un ber Tan luégo como tomaron los ga-
Española con provisiones, 12,0 00 piezas de á gantín con 40 hombres; Moíse man
ocho para la guarnición y 7.000 libras de pól daba otro con igual tripulación, y
vora . . . . En esta última presa estaban dos c « L’ Olonnais desembarcó como á una le
franceses que habían vivido como prisioneros había además dos embarcaciones más gua del castillo; una emboscada que había
en Maracaibo por muchos a ñ o s ; y uno de ellos pequeñas que llevaban cada una trein puesto el Gobernador, fue descubierta y acu
era práctico de la barra. Esta circunstancia ta hombres. Toda la escuadra con chillada ; luego atacaron el castillo y lo toma
determinó á L ’ Olonnais y al Vascongado á ron al cabo de tres horas de com bate; sus
azahar aquella ciudad, pues con un buen piloto
sistía, pues, en siete barcos y 440
buques pudieron pasar entonces sin ningún
abordo las dificultades de la entrada desapare hombres armados cada uno con un peligro, y lo restante del día se empleó en de
cían. Y los españoles creían que un castillo buen fusil, dos pistolas y un sable. moler la fortaleza. Á la mañana siguiente se
con 14 cañones y 250 hombres era bastante Agréguese á esto que ni el valor ni la dirigieron con viento favorable á la ciudad don
para protegerla!» de entraron sin resistencia ; pues los habitantes
destreza faltaban á aquella gente.
S o u t h EY - Chronological History o f the l l ’est que habían sido ya saqueados una vez por gen
Im lie s -v ol. II. pág. 67. Pasada la revista, y listos los bar tes de la misma ralea, buscaron su salvación en
EL ZULIA ILUSTRADO
viones L ’Olonnais los hizo derribar, días en Maracaibo después de los De seiscientos que eran quedaron
clavó los cañones, y sin pérdida de cuales resolvió seguir á Gibraltar. cuatrocientos muertos y cien heridos.
tiempo se dirijió á Maracaibo. Pero Tenía prisioneros que le prometían Los aventureros perdieron por su
aunque esta ciudad distaba sólo seis servirle de guías; pero le advirtieron parte cien hombres entre muertos y
leguas, los españoles, sabiendo que que los españoles se habrían sin du heridos. Los oficiales españoles pe
su castillo no estaba en capacidad de da fortificado. N o importa, respon recieron casi todos en aquella oca
resistir, al primer cañonazo que oye dió, la presa será viejor. Llegó tres sión y entre ellos el más distinguido
ron embarcaron sus mejores efec días después de su salida de Mara fue el Gobernador de Mérida, gran
tos, su oro, y su plata, y huyeron á caibo á Gibraltar donde hay un casti Capitán que había servido bien al Rey
Gibraltar, no creyendo que los aven llo á modo de terraplén sobre el cual católico en Flandes. L ’Olonnais y el
tureros los persiguieran hasta allá; ó podrían ponerse seis piezas de frente Vascongado tuvieron la fortuna de
imaginándose al menos que se de en batería. Los españoles, además, no ser heridos; pero pasaron por la
tendrían á saquear lo que quedaba habían hecho gaviones á lo largo de pena de perder á muchos valientes
en la ciudad. Fue lo que sucedió, la orilla; y atrincherados detrás de compañeros, lo que fue causa de que,
porque L ’Olonnais habiendo llegado ellos, se burlaban de los aventureros, para vengar la muerte de aquéllos,
á Maracaibo y no encontrando en les mostraban solamente sus pabe hicieran mayor carnicería entre los
ella sino* almacenes llenos de mer llones de seda y disparaban sus ca enemigos.
cancías y cuevas repletas de toda es ñones. L ’Olonnais, después de esta victo
pecie de vinos, se entretuvo en darse No obstante todo eso, L ’Olonnais ria, habiendo puesto todo en orden,
buena vida con su gente y en enviar echó su gente á tierra y buscó e) me no pensó sino en acumular botín.
partidas por los alrededores de la dio de penetrar en los bosques para Envió partidas á los alrededores de
ciudad en la cual no encontró gran sorprender á los españoles por la es Gibraltar para buscar el oro y la plata
botín. Sólo cojió gran número de palda. Pero éstos se habían preca que los españoles habían escondido
infelices1 que no habían tenido medio vido contra toda especie de ataque ó en los bosques; y daban tormento á
de salvarse por agua; y estos le di de sorpresa; hasta habían derribado los que reclutaban ó hacían prisione
jeron que los ricos estaban en G i grandes árboles para cerrar los ca ros, para hacerles declarar en dónde
braltar. Permaneció tan sólo quince minos. Por lo demás casi toda la estaban sus tesoros. No contento
comarca estaba anegada y no se po L ’Olonnais con aquel triunfo, quería
la fuga * . E l Vascongado convirtió la iglesia día andar sin hundirse en el fango avanzar por tierra hasta Mérida que
principal en cuartel, y ocupó las mejores casas hasta las rodillas.
de la ciudad, donde encontraron gran cantidad está á cuarenta leguas de allí; pero
de provisiones, aves de corral, brandy y vinos. Cuando L ’Olonnais vio que no le no siendo de aquella opinión sus com
A l día siguiente enviaron una partida de 160 quedaba para avanzar sino un solo pañeros, no insistió.
hombres á recorrer los bosques en solicitud de camino que los españoles le habían
botín y prisioneros, partida que regresó por la
Los aventureros permanecieron
noche con 20.000 piezas de á ocho, muchas mu- dejado, y en el que podían marchar allí seis semanas; y viendo que ya no
las cargadas con valiosas mercancías y veinte seis hombres de frente. Valor, her- encontraban nada más que saquear,
prisioneros que fueron sometidos al tormento manos míos —les dijo - es preciso resolvieron retirarse, lo que se hu
para que dijesen dónde habían ocultado su d i apoderarnos de esa gente ó perecer;
nero.» bieran visto obligados á hacer tarde
S o u t h e y - obra citada.
seguidme y s i sucumbo no os desani ó temprano, porque principiaban á
méis. Dicho esto embistió cabeza resentirse del mal olor que exhalaba
* Charlevoix habla de otro saqueo que sufrió
M aracailo , en 1667, en los siguientes términos: baja contra los españoles, seguido de la sangre derramada y los cuerpos
«El Vascongado seguido por 40 hombres so todos sus compañeros tan valientes muertos, que sólo estaban á medio
lamente entró de noche á M aracaibo, aprisionó como él. Cuando estuvieron á tiro enterrar; y aun ese mismo cuidado
á los vecinos más notables y los encerró en la de pistola del atrincheramiento, se lo habían tenido solamente cort los
iglesia principal, avisando luego á sus parientes hundieron en la cipa hasta las rodillas
y amigos que se les cortaría lá cabeza al menor que estaban próximos á ellos, pues
movimiento de hostilidad por parte de los habi y los españoles empezaron á dispa habían dejado los otros entregados
tantes, y si no le entregaban inmediatamente el rar sobre ellos una batería de veinte á las aves y á las moscas.
rescate que se les exigía.» cañones cargados con metralla. Mu
«Tuvieron que someterse á todo aunque la ve chos cayeron, pero las últimas pala
Los soldados que no tenían bien
nida del día puso de manifiesto la escasa fuerza curadas sus heridas, se vieron ataca
bras de los que caían no hacían sino
de tan insolente enemigo. En seguida los fili dos por la fiebre, sus llagas se abrían
busteros atravesaron la ciudad llevando cada reanimar el valor de los demás. Va
de nuevo y morían de repente. Las
uno en la izquierda una pistola amartillada y lor - decían - no os acobardéis, vues
enfermedades obligaron, pues, á L ’O
en la diestra el sable levantado sobre la cabeza tra será la victoria. En efecto, des
de un prisionero que les precedía en la marcha; lonnais á retirarse antes de lo que
pués de muchos esfuerzos entraron
y estos desgraciados, después de haber soporta pensaba; pero antes de su partida
do todo género de angustias durante veinticua por fin en el atrincheramiento. Ol
hizo saber á los principales prisio
tro horas,’ no se vieron en libertad sino después vidaba decir que para pasar más fá
neros, tenían que pagarle rescate
que el enemigo estuyo embarcado y fuera de cilmente habían cortado ramas de los
peligro.» por aquella villa, y que si no, lá redu
árboles con las cuales cubrieron el
C h a r l e v o i x - H istoiré de St. Domingue. ciría á cenizas. Los españoles dis
camino; y de esa manera, dando cutieron el asunto: algunos opinaban
Vol. 11. pág. 80. más solidez al piso, pudieron coronar
que no se debía pagar nada, porque
su intento. Habiendo forzado á los
1 «Entre ellos había mujeres y niños que fue eso sería acostumbrar á aquella gente
españoles en su primer atrinchera
ron sometidos á la tortura. á hostilizarlos sin cesar; los otros
L ’ Olonnais á quien nada importaba matar miento, los rechazaron hasta otro en
eran de la opinión contraria. Mien
diez ó doce españoles, aun á sangre fría, des donde los obligaron á pedir cuartel.* tras que discutían entre sí, L ’Olon
envainó su sable y despedazó á uno en presen
cia de los demás d icien d o : «Si ustedes no nais hizo embarcar su gente con todo
1 «Atacaron con impetuosidad y desalojaron
confiesan dónde han ocultado todos sus bienes, á los españoles de su primera línea de defensa ; el botín; después de lo cual volvió á
procederé con todos de la misma manera.» pero les fue imposible tomar la segunda. L ’ O insistir sobre el rescate; por último,
Bajo el terror de aquellas crueldades horribles
y de aquellas amenazas inhumanas, prometió
lonnais empleó entonces con éxito una antigua viendo que los españoles no habían
estratagem a: simuló una derrota, y los españo resuelto nada, hizo pegar fuego á los
uno mostrarle el lugar en donde los demás es les salieron en desorden de sus trincheras á per
pañoles se habían ocultado, pero habiéndolo seguirlo ; cuando los juzgaron á buena distancia cuatro lados de la villa que en menos
sabido los fugitivos, cambiaron de escondite y de sus baterías, los piratas volvieron caras re
enterraron lo que de sus riquezas les quedaba, pentinamente y con tánta intrepidez, que mata
de tal modo que los piratas no pudiesen dar parte de los cuales murieron al fin de sus heri
ron 200 allí mismo, pusieron en fuga á los das. E l botín no correspondió á las esperan
con ellas sin el auxilio de algún traidor. E n demás, y apoderáronse del reducto, ofreciendo
tretanto los españoles cambiaban diariamente zas de los piratas, y las provisiones escaseaban :
cuartel á los que en él quedaban. Com o 500 en el trascurso de 18 dias, casi todos los prisio
de escondite, porque era tan grande la descon españoles perecieron, 15 0 cayeron prisioneros,
fianza que tenían unos de otros, que hasta el neros murieron de hambre, y muchos perecie
además de 500 esclavos entre los cuales había ron en el tormento !»
padre se resguardaba de su hijo.» muchas mugeres y niños. De los filibusteros
Buccaneers o f Am erica - pág. 72. murieron 40 y quedaron heridos 80, lá mayor S o u t h e y - obra citada.
EL ZULIA ILUSTRADO
á recibir ellos mismos igual trato. según costumbre que no habían ocul A K K A I.T O S Y C A R B Ó N < jU E C O N T IE N E E l , E 8TA D O .
Le suplicaron que dejase ir á uno tado nada, sino que por el contrario
de ellos para tratar ese asunto, mien lo traían todo sin reserva para ser
( C o n t in u a c ió n .)
tras los otros quedaban en su poder dividido entre los aventureros que por
como rehenes, lo que les concedió.* igual habían arriesgado su vida por En presencia de estos datos, no creo
Pocos días después L ’Olonnais la causa común. Los demás de la aventurado asegurar que en esa parte del
armada, hasta los muchachos de territorio del Estado, circunscrita por la
volvió á entrar á Maracaibo en don
Sierra de Tule, el rio del mismo nombre, la
de dio á sus prisioneros la orden de quince años, se vieron obligados á
Sierrita del Guasdual y una línea prolonga
hacerle traer quinientas vacas gordas, hacer lo mismo. da al Noroeste, desde la extrem idad de esta
para abastecer de nuevo sus barcos. Después de reunido todo, se en Sierra hasta la de Tulé, existe una forma
Lo hicieron prontamente los espa contró que, contando solamente las jo ción carbonífera, que ocupa aproxim ada
ñoles creyéndose libres con eso; pe mente una superficie de trescientos kilóme
yas y la plata rota y valuada en diez
ro se convencieron de su error cuan tros cuadrados.
escudos la libra, había 260.000 escu-,
do les exijió además el rescate de la Tres de esos filones de carbón se man
dos, fuera del pillaje que bien va tienen en constante combustión, sin que
ciudad, dándoles solamente ocho días lía cien mil escudos, y sin contar lo pueda saberse la época en que ésta principió,
para pagarlo y jurándoles que, ven destruido que ascendía á un millón, ni las causas que hayan podido producirla.
cido ese lapso, la reduciría á cenizas tanto en iglesias arruinadas como en E l primero se encuentra situado en la bar
como lo había hecho con Gibraltar. muebles rotos y buques quemados; ranca derecha del caño del A lgibe, á poco
Mientras que los españoles procura y uno entre otros cargado de tabaco más de un kilómetro de los ranchos del
ban reunir el rescate que L ’Olonnais Guasdual. N o despide humo ni llamas, y
que habían cojido y traído consigo, su estado de combustión se revela solamen
les pedía por su ciudad, los aventu que L ’Olonnais montaba y valía por te por la elevada temperatura que se siente
reros demolían las iglesias, embar lo menos cien mil libras.1 al acercarse al lugar. L o s prácticos que
caban los ornamentos, los cuadros, me acompañaban me aseguraron que en más
las esculturas, las campanas y hasta Antes de la partición se dieron
de una ocasión habían cavado allí y encon
las cruces que coronaban los campa las recompensas prometidas á los trado á poca profundidad el carbón hecho
narios, para llevarlo todo á la isla heridos, á los estropeados y á los ascuas. Esta circunstancia y la de no des
de la Tortuga, donde tenían el pro cirujanos. pedir humo ni llamas, revela que la combus
Los esclavos qpe formaban parte tión es sumamente lenta por la escasez de
pósito de construir una capilla. No
aire atmosférico que la alimenta. Aunque
había trascurrido aun el tiempo fijado del botín fueron vendidos en almo .el filón de carbón se prolonga más allá de
á los españoles por L ’Olonnais para neda, y el dinero que produjo su ven la quebrada, no se percibe indicio alguno
entregar el rescate, cuando se lo tra ta se dividió también entre las tripu que revele su com bustión; de manera, que
jeron ; tan desesperados estaban por laciones; de modo que todo el mundo el incendio se encuentra limitado por la
salir de semejantes huéspedes quedó contento. En seguida se hi quebrada y el rio Tulé. Exam iné el terreno
cieron á la vela y llegaron á la T o r hasta el rio, en la dirección del filón incen
Pagado el rescate de la ciudad y diado, pero no encontré abertura ó hueco
no viendo los aventureros más nada tuga. que pudiera dar entrada al aire indispen
que cojer, saquear ó destruir, resol Mientras les duró el dinero, nues sable para la combustión.
vieron al fin marcharse3 y á los pocos tros aventureros se dieron buena vida, E t segundo filón incendiado está sobre
días llegaron á la isla de Vaca donde todo era entre ellos bailes, festines, re la barranca izquierda del rio Tulé, como á
se habló de repartir el botín; pero gocijos y protestas de mutua amistad. seis kilómetros de los ranchos mencionados.
Algunos afortunados en el juego, g a A la altura de cinco ó seis metros sobre
1 «Después de haber estado en posesión de naron además sumas considerables, y el agua del río, se percibe entre dos lajas
la ciudad durante cuatro semanas, enviaron de arenisca una pequeña grieta de setenta
cuatro de sus prisioneros á los bosques para que
se marcharon á Francia con el propó centímetros por veinte en su m ayor anchu
notificasen á sus conciudadanos, que si dos días sito de comprar mercancías y nego ra, la cual despide humo constantemente.
después no pagaban 10.000 piezas de á ocho, ciarlas á su regreso, como muchos otros A derecha é izquierda de esta grieta hay
la ciudac^ seria entregada á las llamas. V en ci á quienes habían visto especular con otras dos más pequeñas que no despiden
do el término, le pegaron fuego por varias par
tes á la vez ; pero atendiendo á reiteradas pro
sus compañeros, vendiéndoles vino y hum o; pero sí un calor bastante intenso,
mesas de que se pagaría el rescate, ayudaron á aguardiente; licores que gustan á que revela la actividad de la combustión
interior. L o s prácticos me aseguraron que
los españoles á dominar el incendio. U na par aquella gente en extremo, y por los por esas grietas suelen salir llamas, cuando
te de la ciudad quedó abrasada sin embargo, y cuales darían lo más querido que tie llueve ó crece el río; pero no percibí señales
la iglesia perteneciente al monasterio quedó
completamente destruida.»
nen. De tal modo que á los taber exteriores, ni aun en la cavidad de la grieta
S o u t h e y - obra citada.
neros y á las mujeres de mala vida principal, que corroborasen esa aserción.
les tocó la mejor parte. E l G o Llam an á este lugar el Infiernito.
s Después de la toma de Gibraltar - dice el bernador también tuvo la suya, por E l tercer filón incendiado se encuentra
traductor inglés de Exquem eling - los piratas
metieron á los españoles muertos en dos gran que compró el cargamento de ca inmediato á la sierra en la barranca de Caño
des barcas que hicieron zozobrar á un cuarto de cao con el barco que L ’Olonnais ha de A g u a y á poca distancia del río Tulé.
legua fuera del puerto. bía apresado, lo hizo cargar con la Despide humo constantemente y con fre
En la misma obra, al hablar de los prisio cuencia arroja llamas, cuyo resplandor me
misma mercancía, y lo envió á F ran han asegurado que suele percibirse, en las
neros que.murieron de ham breen aquella villa,
se lee lo sigu iente: «á los prisioneros sólo les
cia, ganándose en la operación ciento noches serenas, desde algunos estableci
daban pequeñas raciones de carne de burro ó veinte mil libras después de cubier mientos pecuarios, favorablemente situados
de m uía; y casi todos ellos, no pudiendo re tos todos los gastos. Merecía el G o á quince ó veinte kilómetros al Oeste de
sistir semejante alimento perecieron. Tan sólo bernador esa ganancia más que cual esta Capital. Concurren muchas circuns
algunas mugeres eran mejor alimentadas, por
que las reservaban para sus p laceres; entre
quiera otro, porque había arriesgado tancias para creer que fue éste el fenómeno
con que tropezaron los granaderos de E l
ellas, unas habían sido violadas, otras se habían todo su caudal y perdido sumas con Moján, en la exploración que dejo referida
entregado por no m orir de hambre.» siderables, por sostener la colonia. al principio de este informe: de manera
3 «Tres días después (de haberse ido los fili Por otra parte le gustaban los hom que, después de un transcurso de más de
busteros) los infelices habitantes se alarmaron de bres honrados, los favorecía sin cesar cuarenta años, esa mina de carbón se en
nuevo al verlos regresar; pero L ’ Olonnais ne y no les dejaba nunca carecer de cuentra en el mismo estado de activa com
cesitaba solamente un práctico que sacara fuera bustión en que estaba cuando dio origen
de barra los buques mayores. E n el acto se le
nada.
al rumor sobre la existencia de un volcán
envió uno, y partieron definitivamente, des en aquella parte del territorio.
pués de haber permanecido dos meses en am
bas ciudades.» 1 Libras francesas equivalentes á tres francos
S o u t h e y - obra citada. 1 cada una. (Continuar».)