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Autor: James Eduardo Hincapié Jaramillo

EL DERECHO PENAL “EL CONTROL SOCIAL DE LOS PODEROSOS”

Frase destacada: “(…) la fuerza y la violencia del Estado se convierte en derecho penal,
sometiendo al ciudadano a un falso interés general (...)”

El derecho penal en Colombia es un desarrollo del poder económico presentado a los


ciudadanos como control social para prevenir y resocializar, en él, se desarrolla un
ordenamiento represivo, desigual y vengativo en cabeza del Estado, desconociéndose la
dignidad humana, derecho penal que pretende solucionar todos los problemas sociales
con cárcel, con policía y con condenas desproporcionadas que son una verdadera pena
de muerte, ¿a quién se le ocurre que el hambre y la desigualdad social se remedian con
la fuerza del Estado?

Es una poesía decir que “Colombia es una república unitaria, fundada en un estado social
de derecho, basado en el reconocimiento de derechos fundamentales y en el
reconocimiento de la dignidad humana como principio del desarrollo jurídico del país”,
pero solo se queda en hermosas palabras y en una pretensión e ideal que cada vez es
más lejano, la verdad es que nuestro país tiene un derecho penal que sin temor a
equivocarme, no es más que la maquinaria jurídica con poder punitivo para degradar
sendos derechos, ¿pero cómo lograr que el derecho penal respete derechos
fundamentales? La respuesta es aterradora: ¡no se puede lograr nada!, porque el derecho
penal es una representación del poder y protección del sistema económico del momento,
como por ejemplo, en el modelo de producción esclavista donde la riqueza radicaba en la
tenencia de esclavos buscar la libertad era un delito que sancionaba con la muerte,
sanción legal que la desarrollaba el derecho penal en PROTECCIÓN DE UN SISTEMA
ECONÓMICO.

El derecho penal en Colombia es una manipulación de poderes estatales e


internacionales con el fin de controlar una sociedad la cual no tiene derecho a pensar,
exigir, protestar y salir de la pobreza, ante el triste panorama es bueno resaltar:
La definición de Seguridad en el mundo a partir del 11 de septiembre del 2001 implica una
intromisión al desarrollo de derechos y libertades públicas por parte del Estado como
prenda de garantía del bien general, lo cual es un mandato de las altas potencias, y quien
no esté de acuerdo es un terrorista que amenaza el orden mundial, para el caso de
Colombia las permanentes consignas norteamericanas disfrazadas con el nombre de
“Plan Colombia”, han sido el pretexto perfecto de constantes violaciones de derechos
humanos y vejámenes contra campesinos humildes, un vil ejemplo claro son las
ejecuciones extralegales, los mal llamados “falsos positivos”, y ni qué decir de la OCDE
que entre sus recomendaciones económicas, las cuales Colombia está dispuesto a
cumplir para lograr un desarrollo económico sostenible incrementa impuestos, disminuye
el poder adquisitivo de los trabajadores y disminuye la inversión social, lo cual ha traído
hambre y desolación en regiones apartadas como el choco, la Guajira, el Guaviare y entre
otros; si nos alzamos contra sistematización y desigualdad social somos delincuentes que
el derecho penal está dispuesto a controlar de la forma más indignante, o contestemos la
pregunta ¿Qué de digno tiene una cárcel en Colombia?.

Hoy por hoy solo se habla de enemigos nacionales e internacionales resumidos en una
palabra “terroristas”, en la aplicación del derecho penal pareciere que los operadores
jurídicos tuvieran esa visión fascista y discriminadora frente al sujeto activo del injusto
penal, y en este contexto se comienza hacer explicaciones inverosímiles del terrorismo y
se comienza hablar de terrorismo financiero, político, psicológico, de estado, virtual y
entre otros que abruptamente el legislador considere, convirtiendo a los administrados en
una completa amenaza para la sociedad, el mejor ejemplo es escuchar al exdirector de la
Policía Nacional General Nieto Director de la Policía Nacional de Colombia, cuando en
mayo del 2017 expreso a los medios de comunicación que las protestas sociales en
Buenaventura son más que un sinfín de actos vandálicos y de terrorismo, que la Policía y
la fiscalia no está dispuesta a permitir, lo cual demuestra que el hambre y el olvido
también es terrorismo.

El derecho penal con su violencia desarraigada, en nombre del control social y la política
de turno impone una socialización envenenada que no reduce los niveles de pobreza y de
desigualdad de la ciudadanía, convirtiéndose este en una defensa de clases sociales
donde el más poderoso siempre gana, bien lo decían los abuelos “la ley es para los de
ruana”

A mi buen juicio el derecho penal actual es demasiado violento y responde con soluciones
violentas las problemáticas sociales, el derecho penal es represivo con los pobres,
convirtiendo sus vidas en algo degradante, algo muy parecido a un chiquero de cerdos
donde solo se tiene derecho a comer, dormir y vivir bajo unos mismos estándares, eso sí,
el que se quiera salir del chiquero tendrá que enfrentarse a un sistema penal que lo
degradara más si es llevado a una cárcel.

Lo que demuestro con el anterior planteamiento es que no somos libres y estamos siendo
controlados por un derecho penal que no es autónomo, es propiedad del sistema
económico de turno, en pleno siglo XX la raza humana está siendo controlada como
animales y estamos siendo vigilados en todo momento por cámaras, veedurías y entre
otros, se le niega al hombre un desarrollo libre de su ser, está bien que se coloquen
límites para vivir en sociedad pero de ningún modo someternos a las cadenas de la
esclavitud social como prenda de garantía de una convivencia absoluta, con el pretexto de
proteger bienes jurídicos tutelados, la grandeza del ser humano está en el desarrollo libre
de sus ideas y del ejercicio de sus libertades.

El capitalismo salvaje en Colombia viene abriendo una brecha cada vez más honda entre
ricos y pobres, donde los pobres son vistos por el estado como enemigos públicos, es
aquí donde el capitalismo es defendido con una política criminal que amenaza a los
administrados con sus penas arcaicas y degradantes y sus cárceles que no son más que
verdaderos campos de concentración al mejor estilo NAZI, lo cual demuestra que el
poder, la fuerza y la violencia del Estado se convierte en derecho penal, sometiendo al
ciudadano a un falso interés general, convirtiendo el derecho simplemente en una
conveniencia del Estado.

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CEDENTE: James Eduardo Hincapié Jaramillo


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El CEDENTE comprende que el envío del presente mensaje de datos sirve como plena
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Dado el 27 de mayo de 2019

CEDENTE: James Eduardo Hincapié Jaramillo


CÉDULA: 71.212.540

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