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DERECHO PROCESAL
Definición
Desde el punto de vista etimológico, la palabra procedimiento
deriva de la voz latina "procedere", que significa avanzar, poner en
movimiento, progresar, etc.
En un primer intento, podemos conceptualizar el Derecho Procesal
como la disciplina jurídica que tiene por objeto el estudio del proceso
que se desenvuelve ante los Tribunales de Justicia.
Esta definición, por su simplismo, obliga a buscar otras
definiciones más comprensivas del contenido de esta rama del Derecho.
El Profesor Benavente define el Derecho Procesal diciendo que es
aquella rama del Derecho que regula la forma solemne en que se
proponen, discuten y resuelven las cuestiones sometidas a los
tribunales.
El Profesor Alessandri, por su parte, concibe el Derecho Procesal
como el conjunto de reglas referentes a la organización y atribuciones
de los tribunales, a la forma de hacer valer las acciones en los
juicios y a la manera de solicitar de los tribunales su intervención en
los actos de jurisdicción voluntaria.
Para Hugo Alsina es el conjunto de normas que regulan la actividad
jurisdiccional del Estado para la aplicación de las leyes de fondo.
El profesor Hugo Pereira Anabalón define el Derecho Procesal como
la ciencia que estudia las normas, principios e instituciones que
regulan el ejercicio del derecho jurisdiccional del Estado.
Para el Profesor Chiovenda el Derecho Procesal es el conjunto de
normas que regulan la actuación de la ley en el proceso y,
particularmente, la relación procesal.
El Profesor Carnelutti lo define diciendo que es aquel derecho que
simplemente regula el proceso, o sea, la operación mediante la cual se
obtiene la solución del juicio.
Aun cuando las definiciones anteriores, a la simple vista,
pudieran parecernos contradictorias, la verdad es que ello es sólo
aparente y obedece a que cada autor ha tenido un punto de vista diverso
para formularlas.
En cuanto a la denominación de esta rama del Derecho, si bien la
expresión Derecho Procesal parece prevalecer tanto en la doctrina como
en la legislación, esta rama ha tenido y tiene otras denominaciones.
En efecto, hasta el siglo XVIII, su contenido era el de simple
práctica y de ahí que a los libros sobre la materia se les denominara
de Práctica Judicial.
Ya en el siglo XIX la voz procedimiento reemplaza la de práctica y
el modo exegético describe el proceso civil y examina el alcance de sus
disposiciones. Sus cultores se denominaron procidimentalistas.
Pero la expresión derecho del procedimiento que se emplea en
algunas legislaciones no aparece del todo correcta desde que se refiere
sólo a una parte del Derecho Procesal dejando afuera otra de gran
importancia.
A comienzos del siglo XX se abre camino en los países latinos una
concepción coherente y sistemática del Derecho Procesal que se inicia
principalmente con Chiovenda, autor que propone denominar a esta rama
Derecho Procesal.
Sin embargo, esta denominación tampoco ha estado exenta de
críticas pues la voz “procesal” indicaría que el objeto de estudio de
esta rama sería el proceso con lo cual se excluiría todo lo relativo a
la organización y atribuciones de los Tribunales.
Por ello se ha planteado denominar a esta rama Derecho Judicial,
pero dicha denominación no ha prosperado porque corrientemente se le
asocia al estudio de la organización judicial, quedando fuera el
aspecto funcional (el proceso)
En la doctrina española se ha introducido la denominación de
Derecho Jurisdiccional, pero ella resulta insuficiente para abarcar los
actos judiciales no contenciosos que para la mayoría de los autores no
implican el ejercicio de una actividad jurisdiccional propiamente tal.
En definitiva, no cabe sino adoptar el tradicional vocablo de
Derecho Procesal.
Clasificación
Desde el momento en que el Derecho Procesal comprende el estudio
del órgano judicial de sus atribuciones y del procedimiento, fácil es
advertir que permite ser clasificado en dos grandes ramas:
– Derecho Procesal Orgánico
– Derecho Procesal Funcional
El Derecho Procesal Orgánico se preocupa de todo lo relacionado
con la organización y las atribuciones de los tribunales de justicia.
El Derecho Procesal Funcional reglamenta, en cambio, la forma o
manera como los tribunales desempeñan sus atribuciones.
El Derecho Procesal Funcional, a su vez, permite ser
subclasificado en:
– Derecho Procesal Civil
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Derecho Procesal
– Derecho Procesal Penal
Ello, según si en el proceso respectivo se pretende la actuación
de una ley civil o de una penal.
Además, podemos encontrar en otras ramas del derecho aspectos de
orden procesal y así se hablará de Derecho Procesal Laboral, Derecho
Procesal Tributario, etc.
Por ello, para otros, el Derecho Procesal Funcional podría también
ser subclasificado en:
– Derecho Procesal General
– Derecho Procesal Especial
Teniendo en vista si sus normas son aplicables a la generalidad de
los casos o, por el contrario, a negocios en particular.
En síntesis, los grandes temas que estructuran el objeto de esta
disciplina son:
1) El tribunal
2) La Jurisdicción
3) La Competencia
4) La acción
5) El Proceso
6) El Procedimiento
En términos más simples, podemos decir que el Derecho Procesal
comprende el estudio de dos órdenes de materia:
– El referente a los tribunales, su organización y atribuciones.
– El referente al proceso, su procedimiento y la ritualidad de
éste.
En el primer caso se habla de Derecho Procesal Orgánico y en el
segundo de Derecho Procesal Funcional.
A la idea de proceso se llega por la confrontación con las otras
soluciones posibles para dirimir conflictos de intereses con relevancia
jurídica.
En efecto, es prácticamente imposible concebir la existencia de
una sociedad sin que en ella se susciten conflictos de intereses entre
las personas y por ello existen normas jurídicas que rigen las
relaciones humanas en los aspectos que adquieren relevancia jurídica.
Pero las normas son susceptibles de ser vulneradas.
Producido el quebrantamiento de la norma jurídica, es preciso
encontrar una solución que haga cesar el conflicto.
Son tres las soluciones posibles:
– La Autotutela
– La Autocomposición
– La Heterocomposición
1° La Autotutela
Consiste en la relación directa y personal de quien se hace
justicia por sí mismo (autodefensa)
En general este medio de solución de conflictos se halla prohibido
por el Derecho e incluso puede llegar a significar la comisión de un
delito.
La autotutela o autodefensa se caracteriza porque uno de los
individuos involucrados en el conflicto intenta solucionarle mediante
su acción directa.
En forma excepcional se acepta en el Derecho la autotutela, como
es el caso de:
– La huelga legal
– El derecho legal de retención
– La legítima defensa
2° La Autocomposición
Existe en este caso, sumisión o renuncia total o parcial del
derecho afectado por la parte perjudicada por el quebrantamiento de la
norma jurídica.
Constituye sumisión o renuncia total, la condonación o remisión de
una deuda.
Constituye sumisión parcial, la transacción, la conciliación y el
avenimiento.
La autocomposición puede ser, además, unilateral o bilateral.
Es unilateral cuando las concesiones o renuncias provienen de una
sola de las partes en conflicto, como ocurre en el caso del
desistimiento, allanamiento o renuncia.
Es bilateral cuando la renuncia o concesión proviene de ambas
partes, como en el caso de la transacción, conciliación o avenimiento.
En la autocomposición es posible la intervención de un tercero que
actúa interparte. Este tercero se limita a proponer una solución al
conflicto, pero no la impone, el conflicto se resuelve por obra de las
partes.
Se trata de una mediación o buenos oficios donde las partes no se
comprometen a aceptar la solución que proponga este tercero.
Si el tercero interviene llamado por las partes que se comprometen
a aceptar la solución a la que llegue este tercero, no existe
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Derecho Procesal
autocomposición sino heterocomposición, específicamente, se trata de un
arbitraje.
Entre las formas de autocomposición destacan la transacción, la
conciliación y el avenimiento.
La transacción es una forma autocompositiva de solución de
conflictos que se reglamenta como un contrato en los artículos 2446 y
siguientes del Código Civil, mediante el cual las partes solucionan
extrajudicialmente un litigio pendiente o bien precaven uno eventual.
La conciliación consiste un acto jurídico bilateral en cuya virtud
las partes, a iniciativa del juez que conoce del proceso, logran,
durante su desarrollo, ponerle fin de mutuo acuerdo.
El avenimiento consiste en el acuerdo que logran directamente las
partes durante el proceso y en virtud del cual ponen término al
conflicto cuya resolución estaba pendiente, expresándolo así al
tribunal que conoce de la causa.
En nuestra legislación también se denomina avenimiento al acuerdo
mismo al que llegan las partes en la conciliación.
La autocomposición se presenta como una forma directa y pacífica
de poner término a los conflictos, la forma ideal, sin embargo, dos
limitantes la transforman en un medio poco eficiente:
Existe un gran número de conflictos en que existe un interés
social comprometido y por lo mismo, el derecho prohíbe a las partes
poner término al conflicto de mutuo acuerdo como ocurre, por ejemplo,
en las causas criminales y en las que versen sobre derechos
irrenunciables como el estado civil de las personas.
3° La Heterocomposición
La tercera alternativa para solucionar la controversia consiste en
atribuir al Estado la facultad de dirimir los conflictos.
En este caso, las partes presentan la controversia a la autoridad
y quedan sometidas a la decisión de ésta.
Aquí el conflicto ya no se resuelve por obra de las partes porque
estas están obligadas a la decisión de la autoridad, es decir, se
produce la intervención de un tercero que está supraparte y por ello se
habla de heterocomposición.
La intervención de este tercero puede efectuarse a título de juez
o de árbitro. De ahí que la heterocomposición pueda revestir dos
formas:
– El arbitraje
– La jurisdicción propiamente dicha
Surge aquí la noción de proceso como medio idóneo para dirimir
imparcialmente, por medio de un juicio y por actos de la autoridad, un
conflicto de intereses de relevancia jurídica.
La importancia del proceso radica en que:
1) Es la única forma esencialmente jurídica de resolver un
conflicto.
2) No solo sirve a las partes para precisar sus derechos en
conflicto sino que también sirve al Estado para el mantenimiento
del orden jurídico y la conservación de la paz social.
7) Por último, el proceso es el medio que ofrece mayores
posibilidades de aportar una solución justa y pacífica al
litigio.
En suma, el proceso es el instrumento que el Estado proporciona a
los particulares, destinado a satisfacer pretensiones procesales, y que
se desarrolla a través de una serie de actos jurídicos de carácter
procesal que se desenvuelven encadenada y sucesivamente en el tiempo,
culminando con la decisión del juez que dirime el conflicto de
intereses.
Relaciones del Derecho Procesal con las demás Ramas del Derecho
CON EL DERECHO CONSTITUCIONAL
Las relaciones son evidentes desde el momento en que ambas ramas
del Derecho regulan la actividad de uno de los Poderes del Estado, el
Judicial; a lo que cabe agregar que, mientras el Derecho Constitucional
establece una serie de garantías llamadas constitucionales o
individuales, el Derecho Procesal se encarga de reglamentar su
ejercicio y debido cumplimiento.
CON EL DERECHO CIVIL
El Derecho Procesal es el encargado de dar vida al Derecho Civil,
ya que permite que los derechos que este último consagra, en forma
teórica, si así pudiera decirse, tengan en la práctica reconocimiento
efectivo mediante el ejercicio de la acción, la cual, según el criterio
clásico, sólo es el derecho estático puesto en movimiento.
Hay además una serie de actos jurídicos propios del Derecho Civil
que tienen influencia manifiesta dentro del proceso; como ser, el pago,
la renuncia, el. reconocimiento, la transacción, etc.
Por otra parte, el Derecho Procesal toma del Derecho Civil una
serie de principios; a saber, los conceptos de ser parte coincidente
con la capacidad jurídica general y el de capacidad procesal también
coincidente con la capacidad para obligarse, etc.
Numerosas instituciones de Derecho Civil son introducidas en el
Derecho Procesal y sirven sus fines; por ejemplo: la prenda, la
hipoteca, el mandato, la cesión, la nulidad, etc.
Al mismo tiempo, frecuentes, términos jurídicos del Derecho Civil
son utilizados en las leyes procesales y aun en la ciencia del Derecho
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Derecho Procesal
Procesal; por ejemplo: declaración de voluntad, pretensión, mandato,
representación legal, pago, domicilio, error, transacción, etc.
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Derecho Procesal
Derecho Público y Derecho Privado
Esta clasificación del Derecho es tradicional.
Derecho Público es aquel que regula las relaciones entre el Estado
y los particulares, o las de los Estados entre sí.
Derecho Privado es aquel que regula las relaciones de los
particulares entre sí y en cuanto tales.
Sin embargo, no podemos dejar de reconocer que hoy día esta
clasificación es sumamente combatida. Se dice que el Derecho es uno
solo y que lo que se cree ver como Derecho Público o Derecho Privado es
más bien un mismo fenómeno que dos diversos; a pesar que en un caso se
acentúa la tutela o protección del interés colectivo y en el otro, la
del interés individual. Esta clasificación tendría así sólo un valor
histórico o tradicional, antes que científico o racional.
El hecho es que ella existe; y que para una gran masa de
civilistas, el Derecho Procesal es derecho privado, y para los cultores
del Derecho Público pertenece, en cambio a esta última rama.
Ejemplos: según Garconnet, el Derecho Procesal es una rama del
Derecho Privado; mientras que Letelier sostiene que el Derecho Procesal
es una rama del Derecho Público, que nace cuando el Estado interviene
en el orden jurídico substituyendo el sagrado derecho de venganza.
La doctrina actualmente imperante enseña que el Derecho Procesal,
si bien participa en gran parte del Derecho Público, se encuentra en
una posición central y privilegiada con respecto a las demás ramas del
Derecho, desde la cual domina al Derecho Público y al Privado, a la
vez.
En efecto, el Derecho Procesal organiza y fija las atribuciones de
un Poder del Estado, como es el Judicial; regula las relaciones de las
partes frente al juez 0, aun, de terceros frente a éste (ejemplo:
testigos, peritos, etc.); precisa los efectos de las sentencias
pronunciadas por el juez como acto de soberanía, etc., materias todas,
evidentemente, de Derecho Público.
En una palabra, casi todo el proceso está fundado en una relación
de Derecho Público que existiere entre las partes y el Estado, que se
inicia mediante el ejercicio de lo acción y que termina con la
dictación de la sentencia
Pero, al mismo tiempo, hay muchos puntos de conflicto entre el
Procesal y el Derecho Privado, que no son difíciles de constatar.
El procedimiento, desde luego, en la mayoría (le los casos tic ha
establecido para tutelar el interés privado; a lo que cabe agregar que,
por regla general el proceso comienza a petición de parte, no hay
causas que se inicien de oficio (salvo las criminales), y que el juez
falla dentro de los límites que las partes le han señalado en sus
presentaciones fundamentales (demanda y contestación).
El Derecho Procesal y las Normas de Orden Público
Entendemos por normas de orden público aquellas que han sido
establecidas por razones de alta conveniencia social y que, de
consiguiente, no pueden ser objeto de convenios privados por las partes
que impliquen su renuncia.
Ahora bien, para saber si el Derecho Procesal está constituido por
normas de orden público o no, es indispensable distinguir entre las que
organizan el Poder judicial, fijan sus atribuciones e indican el
procedimiento a seguir.
En efecto, todas las normas relativas a la organización del Poder
judicial, desde el momento que tocan a la constitución misma del
Estado, caen en la esfera del orden público; no pueden ser objeto de
convenio entre las partes; y mal pueden ser renunciados los derechos
que en ellas se consagran.
Las segundas normas, o sea, aquellas que fijan las atribuciones de
los tribunales como órganos del Poder Judicial, son susceptibles de una
subclasificación en: normas de competencia absoluta y de competencia
relativa. Las normas de competencia absoluta, por su propia finalidad,
son de orden público, pues han sido establecidas por razones de alta
conveniencia pública; a diferencia, en cambio, de las normas de
competencia relativa que han sido consagradas en el solo interés y
beneficio de los litigantes y que pueden, en consecuencia, ser objeto
de convenio y, aun, de renuncia.
Por último, las normas de procedimiento propiamente tales son más
difíciles de encasillarlas dentro del grupo de las normas de orden
público o de las que no tienen éste carácter.
En realidad, es imposible dar una pauta de aplicación general: lo
más acertado es analizar cada norma de procedimiento en particular para
tratar de desentrañar si es de orden público o no.
Por lo demás, los propios Códigos Procesales se encargan de
señalarnos casos de normas de procedimiento que han sido establecidas
en el solo interés de los litigantes y que pueden renunciarse; ejemplo
la renuncia de los términos probatorios, de los re y, aun, de algunos
trámites en general, lo que nos indica el doble carácter que pueden
presentar estas normas frente al concepto del orden público.
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Derecho Procesal
4) Es un derecho formal pues regula las formas de las actividades
que se deben realizar para obtener del Estado la garantía del
goce de los bienes jurídicos.
5) Es un derecho autónomo porque tiene un régimen jurídico propio,
independiente del derecho material. A esta autonomía se llegó
luego de una evolución de las antiguas concepciones privatistas
del derecho procesal.
I.- La Ley
Es la primera y fundamental fuente del Derecho Procesal.
Se trata del derecho positivo vigente en determinado tiempo y
país.
La ley procesal, al igual que la mayoría de las normas legales,
difiere de una nación a otra, pues se dicta para satisfacer las
necesidades, sociales del país de origen, las cuales son también
diversas según sea el lugar y el tiempo en que aquéllas se promulguen.
La ley procesal es la norma procesal por excelencia. En su forma
es igual a las demás leyes y sólo se diferencia de ellas por su
contenido, por su misión jurisdiccional.
Habrá leyes procesales orgánicas y funcionales según se refieran a
la organización de los tribunales y sus atribuciones; o al
procedimiento y su ritualidad.
Asimismo podrán distinguirse leyes procesales civiles o penales,
según se refieran a materias de una u otra rama del derecho.
En cuanto a su extensión pueden distinguirse leyes procesales
generales y especiales.
Las leyes procesales generales son aquellas que comprenden una
amplia gama de relaciones jurídicas, como las del proceso civil, que no
solo son comunes por abarcar las relaciones civiles y comerciales, sino
porque también son fuente supletoria de otros procesos, inclusive el
penal.
Leyes procesales especiales son aquellas que reciben aplicación
únicamente cuando la relación jurídica material tiene una determinada
naturaleza, como ocurre con las normas del proceso laboral o de
menores, que solo rigen para las relaciones que tienen dicho carácter.
En Chile las fuentes legales básicas del Derecho Procesal son:
1° La Constitución Política del Estado
Es posible encontrar preceptos de orden procesal en la
Constitución Política que como estatuto fundamental del Estado
contempla los principios rectores del Derecho Procesal nacional.
Entre otras disposiciones la Constitución Política:
a) Reconoce la función jurisdiccional entregándola a los Tribunales
de Justicia bajo la jerarquía de la Corte Suprema.
b) Establece ciertos principios básicos de la organización judicial
como la independencia, la legalidad, la responsabilidad.
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Derecho Procesal
c) Además entre las garantías constitucionales, el artículo 19 N°3
establece la igual protección de la ley en el ejercicio de los
derechos, que proyectada al campo del proceso se traduce en la
obligación de imparcialidad del juez.
d) También se establece el Derecho a la Defensa Jurídica.
e) La Constitución garantiza también el derecho al debido proceso,
esto es, aquel que cumple con todas las normas esenciales que
garantizan un correcto ejercicio de la función jurisdiccional y
de la acción procesal.
Estas normas son:
– El tribunal debe estar establecido por la ley con
anterioridad.
– El tribunal debe ser competente.
– El procedimiento y la investigación deben ser racionales y
justos, lo que se traduce en la bilateralidad de la audiencia,
en el derecho a la prueba, en que la sentencia del juez debe
ser fundada y es susceptible de impugnación.
d) La Constitución reglamenta en forma separada y especial las
normas procesales referentes a la libertad personal.
Estableciendo el principio básico por el cual nadie puede ser
detenido sino en virtud de orden fundada emanada de autoridad
competente.
e) Establece la prohibición de presumir de derecho la
responsabilidad penal y se establecen ciertas garantías para los
imputados e inculpados en un proceso penal tales como la
prohibición de declarar bajo juramento.
f) Finalmente se reglamentan acciones destinadas a proteger las
garantías constitucionales referidas, cuales son el recurso de
protección y el recurso de amparo.
2° Los Códigos Procesales
Entre ellos encontramos:
– El Código Orgánico de Tribunales
– El Código de Procedimiento Civil
– El Código de Procedimiento Penal
– El Código Procesal Penal
– El Código de Justicia Militar
3° Leyes Ordinarias o Normativas
Existen diversas leyes que se refieren a materias procesales como,
por ejemplo la ley N°18.101 que establece el procedimiento para los
juicios de arrendamiento de predios urbanos; el DL 993 que regula el
procedimiento para los juicios de arrendamiento de predios rústicos,
etc.
4° Decretos Leyes y Decretos con Fuerza de Ley
Existen varios decretos leyes y decretos con fuerza de ley que han
modificado o complementado los diferentes cuerpos legales anteriores.
Interpretación de la Ley Procesal
Las normas del Código Civil relativas a la interpretación jurídica
son igualmente aplicables en materia procesal, al igual que la regla de
la especialidad y los adagios jurídicos.
Sólo resta agregar, siguiendo al uruguayo Couture que para la
mejor interpretación de la ley procesal, sería adecuado consagrar en
los Códigos Procesales, los principios formativos en la materia para
así guiar al juez en su labor interpretativa.
Vigencia o Límites de la Ley Procesal en el Tiempo
Los actos judiciales, por su propia naturaleza, son esencialmente
complejos. Se trata de una serie de actos, encadenados los unos a los
otros, cuyo conjunto constituye el proceso. Se desarrollan, en
consecuencia, en un espacio de tiempo más o menos largo.
En el intertanto, puede dictarse una ley que introduzca
modificaciones, ya en la organización y en las atribuciones de los
tribunales, ya en el procedimiento mismo; y se suscita de inmediato la
cuestión de saber si esa nueva ley va a producir efectos en los juicios
futuros a que puede dar origen una relación jurídica material ya
formada, o bien, en los juicios actualmente pendientes al momento de
dictarse la referida ley y, aun, en los juicios afinados.
SOLUCIONES DOCTRINALES
Si el juicio se encuentra terminado, la sentencia que le puso fin
habrá adquirido el carácter de firme o ejecutoriada y los derechos que
ella consagra habrán sido incorporados al patrimonio de su titular.
De tal manera que si una nueva ley procesal pretendiera afectar a
este juicio ya terminado, vendría a atentar en contra del derecho de
propiedad;, lo cual, en virtud de la organización constitucional de los
Estados, sería jurídicamente imposible, pues todos ellos respetan y
garantizan dicho derecho.
En el supuesto que la relación material se hubiere formado, y con
posterioridad se dictare una nueva ley procesal, y dicha relación es
controvertida y requiere de la intervención del magistrado, o sea, da
origen a un juicio, este debe regirse por la nueva ley, sin atender
para nada a la ley procesal vigente a la fecha de la formación de la
relación material objeto del pleito.
Este principio reconoce una excepción en cuanto a los medios
probatorios, ya que en atención a que ellos están estrechamente
vinculados con la relación material misma, se acepta que los que
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Derecho Procesal
utilizarse al momento de la formación de esa relación puedan hacerse
valer en el juicio; aun cuando, a la época de su iniciación, se hubiera
modificado por una nueva ley el régimen jurídico de dichos medios
probatorios.
En el caso de que, pendiente un proceso, se dictare una nueva ley
procesal, para saber los efectos de ella en función a dicho juicio, la
doctrina aconseja distinguir diversas situaciones.
a) Si la nueva ley versa sobre la organización si las atribuciones
de los tribunales, entra a regir de inmediato pues se trata de
una ley de orden público.
De allí que se diga que esta clase de leyes rigen "in actum"
b) En cambio, si la nueva ley versa sobre el procedimiento mismo
será necesario respetar como válidos los actos procesales ya
cumplidos y ajustar los futuros a esa nueva ley.
Algunos, sin embargo, agregan que será necesario ver si la nueva
ley introduce un nuevo sistema procesal si no. En caso
afirmativo, el proceso pendiente se continuaría siempre
tramitando por la ley antigua y la nueva sólo vendría a aplicarse
solamente en los juicios futuros.
SOLUCIONES ANTE NUESTRO DERECHO
Es evidente que si una nueva ley procesal pretendiera afectar a un
juicio va terminado y privar con ello al titular del derecho
reconocido en la sentencia, dicha ley sería inconstitucional por
cuanto nuestra Carta Fundamental reconoce como derecho constitucional
la inviolabilidad de todas las sin distinguir el origen o título de
este dominio, a menos que a esa persona se le expropiara tal derecho y
se le pagara la correspondiente indemnización.
Si se trata de una relación material ya formada (ejemplo: se
celebra un contrato, se otorga un testamento, etc.), la cual después da
origen a un pleito y antes de su iniciación se dicta una nueva ley
procesal, también es evidente que este juicio se regirá en toda su
amplitud por la ley nueva, pues "las leyes concernientes a la
sustanciación y ritualidad de los juicios prevalecen sobre las
anteriores desde el momento en que deban empezar a regir" (artículo 24,
inciso 1°, de la ley sobre efecto retroactivo de las leyes).
Hay una importante excepción a este principio, referente a los
medios probatorios, que consagra el artículo 23 de esa misma ley y que
dice: "Los actos o contratos válidamente celebrados bajo el imperio de
una ley podrán probarse bajo el imperio de otra por los medios que
aquélla establecía para su justificación, pero la forma en que deba
rendirse la prueba estará subordinada a la ley vigente al tiempo en que
se rindiere".
Distingue, así nuestro legislador, entre los medios probatorios
mismos y la forma o manera de rendirlos:
– Los primeros se rigen siempre por la ley antigua, pues dicen
relación con la existencia del acto o contrato.
– La segunda, por versar sobre un aspecto formal de la cuestión,
se ajusta a la nueva ley.
Por último, si se trata de un juicio pendiente, y en el
intertanto se dicta una nueva ley procesal, será necesario
subdistinguir:
– Si estamos en presencia de una nueva ley que diga relación con
la organización o las atribuciones de los tribunales (ejemplo:
supresión o creación de tribunales, alteración de su
competencia, etc.)
– Si se trata de una nueva ley que se refiera estrictamente al
procedimiento (por ejemplo: creación o eliminación de
determinados trámites o actuaciones).
1° Nueva Ley Procesal Orgánica
Si la nueva ley procesal se refiere a la organización o a las
atribuciones de los tribunales, entrará a regir de inmediato "in
actum", por cuanto se tratará de leyes pertenecientes al Derecho
Público, en cuya rama no hay derechos adquiridos; sin que tampoco pueda
invocarse a este respecto el artículo 9° del Código Civil, el que
establece la ley sólo puede disponer para lo futuro, y no tendrá jamás
efecto retroactivo.
Dentro de este primer caso se ha creído por algunos que en el
evento de que la nueva ley viniera a alterar la competencia de los
tribunales, o sea, a privar a un tribunal conocimiento de un
determinado asunto, y a entregarlo a otro dicha ley no podría aplicarse
a los juicios en actual tramitación.
Se fundan en los artículo 19 n°4 de la Constitución Política que
dispone que nadie puede ser juzgado por comisiones especiales sino por
el tribunal que le señale la ley que se halle establecido con
anterioridad por ésta; y el artículo 109 del Código Orgánico de
Tribunales, que prescribe que radicado con arreglo a la ley el
conocimiento de un ante tribunal competente, no se alterará esta
competencia por causa sobreviniente.
Sin embargo dicha doctrina no cuenta con el apoyo de la Corte
Suprema, y se la rebate sosteniendo que el precepto constitucional
citado lo que persigue es evitar el juzgamiento por tribunales ad hoc;
y que la causa sobreviniente a que alude el precepto también del COT
tiene que consistir en un acto o manifestación voluntad del individuo,
mas no del legislador.
2° Nueva Ley Procesal Funcional
Si la nueva ley procesal dice relación con el procedimiento mismo,
en conformidad al artículo 4, inciso 1°, de la ley sobre efecto
retroactivo de las leyes, entrará a regir de inmediato pues esta clase
de normas se imponen a la autoridad el momento en que se dictan; a me-
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Derecho Procesal
nos que estemos en presencia de un plazo que hubiera empezado a correr
o de una actuación o diligencia ya comenzadas, las cuales se ajustan a
la ley procesal vigente al tiempo de su iniciación, tal como lo
prescribe el inciso 2 del artículo 24 de la LER.
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Derecho Procesal
II.- La Doctrina o Ciencia del Derecho Procesal
La doctrina como fuente del Derecho Procesal tiene una
considerable importancia, puesto que se trata de un derecho
relativamente nuevo, en plena formación y evolución, que lucha por
destacarse de las ramas jurídicas más afines y por establecerse sobre
bases científicas propias.
En este desenvolvimiento de la doctrina procesal podemos
distinguir cuatro períodos o fases perfectamente definidas y con
características propias: el de la escuela exegética, el de las teorías
particulares, el de la teoría general del proceso de cognición o del
juicio declarativo, y el de la teoría general del proceso.
a) El período de la escuela exegética se caracteriza por el
predominio del sistema de los comentarios de los textos legales
en el mismo orden de materias que en ellos se contienen, sin
entrar al estudio propiamente tal de las instituciones
procesales. Se inspira en las directivas exegéticas de la escuela
procesal francesa.
b) El período de las teorías particulares representa una transición
entre el período anterior y el siguiente, dentro de las diversas
fases de evolución de la doctrina procesal. Se caracteriza porque
ya aparecen las primeras tendencias sobre la investigación de los
principios que informan cada institución procesal en particular.
c) En el período de la teoría general del proceso de cognición o del
juicio declarativo la directiva exegética cede completamente el
campo a la directiva doctrinaria; y la influencia de la escuela
francesa procesal es reemplazada y supeditada, primero, por la
germana, y luego, por la italiana. Se distingue por el vigoroso
impulso alcanzado dentro del estudio de los principios que
informan el derecho procesal y, en particular, del juicio de
cognición o declarativo.
d) Por último, el periodo de la teoría general del proceso
representa una ulterior evolución de la fase precedente. Se
caracteriza por la tendencia a obtener una verdadera síntesis de
los principios del derecho procesal, comprensiva no sólo de las
instituciones del proceso de cognición o juicio declarativo,
sino, además, de los procesos ejecutivos, cautelares, penales y
demás especiales.
III.- La Costumbre
Es conocido que en nuestro Derecho la costumbre no constituye
fuente sino cuando la ley se remite a ella.
En estrecha vinculación con la costumbre, sin ser sinónimo de
ella, puede mencionarse los usos o prácticas procesales que sirven para
interpretar y proyectar materialmente las normas procesales.
La práctica se advierte en la forma en que se redactan los
escritos y resoluciones y en la forma que se llevan a cabo las demás
actuaciones.
Evidentemente la infracción de estos usos y prácticas no
constituye infracción de ley.
IV.- La Jurisprudencia
Aun cuando en nuestro país los fallos judiciales sólo tienen valor
en las causas en que actualmente se pronunciaren (artículo 3 C. Civil),
siempre la jurisprudencia ha constituido una valiosa fuente de
interpretación legal, especialmente en materias procesales.
Ello por cuanto indica la forma en que los tribunales aplican o
interpretan las normas, lo que es prudente tener en cuenta al momento
de enfrentar un litigio.
En efecto, sin perjuicio del efecto relativo de las sentencias
judiciales, los tribunales inferiores tienden a seguir el conjunto
reiterado de precedentes en que los tribunales superiores de justicia
hacen aplicación a los casos concretos, de los preceptos decisorios y
ordenatorios de la litis.
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Derecho Procesal
Tienden a llenar vacíos en la reglamentación y corregir prácticas
indebidas, pero en todo caso están subordinados a la ley.
Existen diversos autoacordados, siendo los más relevantes los
relativos a la forma de las sentencias definitivas y el relativo a la
tramitación del recurso de protección.
CLASIFICACIÓN DE LOS AUTOACORDADOS
Los autoacordados pueden clasificarse en:
– Autoacordados de la Corte Suprema y de las Cortes de
Apelaciones.
– Emanados de la Ley y emanados de las facultades económicas de
los Tribunales Superiores.
– Autoacordados Internos y Externos.
En efecto, en cuanto al órgano que los dicta, pueden distinguirse
los autoacordados de la Corte Suprema y los de las Cortes de
Apelaciones.
Los primeros tienen aplicación nacional, mientras que los segundos
sólo tienen aplicación dentro del territorio jurisdiccional de la Corte
de Apelaciones que los dictó.
En cuanto a su origen, pueden distinguirse los autoacordados
dictados en virtud de una delegación que la ley efectúa a la Corte
Suprema para reglamentar una determinada materia; y los autoacordados
que se dictan en virtud de las facultades económicas de los tribunales
superiores.
Los primeros, por delegación legislativa, sólo pueden ser
derogados mediante una ley.
Los segundos pueden ser modificados o dejados sin efecto por los
mismos tribunales cuando lo estimen oportuno.
En cuanto a su extensión, se distinguen los autoacordados internos
que son los referidos a las funciones judiciales y su cumplimiento; y
los autoacordados externos que reglamentan materias de procedimiento en
ciertas materias.
Derecho Procesal Orgánico
DERECHO PROCESAL ORGÁNICO
A) La Jurisdicción
Piero Calamandrei sostiene que el Derecho Procesal se basa en el
estudio de 3 conceptos fundamentales:
– Jurisdicción
– Acción
– Proceso
Agrega que aún aquel que este desprovisto de la más esencial
noción de Derecho Procesal se percata que los jueces al ser llamados
para resolver un conflicto desarrollan una actividad que les es típica,
dotada de características propias y con fines específicos, distintos de
los de otras actividades ejercidas por otros profesionales o
funcionarios.
El juez está llamado a dirimir el conflicto, colocándose frente a
las partes como un tercero imparcial que lo examina y resuelve.
Esta actividad propia, típica de los jueces, y que ejercen en
nombre del Estado se denomina Jurisdicción.
La palabra jurisdicción viene de las voces latinas “juris” y
“dictio”, que significan “declarar el derecho”.
En consecuencia, en sentido etimológico, jurisdicción significa
declarar el derecho al juicio o al caso concreto (dicere ius iudicium)
La expresión jurisdicción es un término multívoco que admite
varias acepciones, tanto en el derecho como en el lenguaje común.
En efecto:
g) Se le emplea como sinónimo de ámbito territorial dentro del cual
la autoridad ejerce su potestad.
h) También se le refiere como sinónimo de competencia.
i) Igualmente se la designa como sinónimo de Poder o Potestad.
j) También se le considera como función, esto es, como la actividad
que el Estado desarrolla para la realización de la regla
jurídica; como la función pública de hacer justicia y que se
lleva a cabo mediante un proceso.
Es menester hacer dos aclaraciones:
– No toda función jurisdiccional corresponde al Poder Judicial
– A la inversa, al Poder Judicial le corresponden también otras
funciones, además de la función jurisdiccional
1° No toda función jurisdiccional corresponde al Poder Judicial
La Jurisdicción
Existen otras autoridades que también son llamadas por la ley a
resolver determinados conflictos de relevancia jurídica.
Por ello para identificar la función jurisdiccional que
corresponde al Poder Judicial, doctrinariamente se habla de
Jurisdicción Judicial, para separarla de aquella que puede ejercer
algún otro órgano de la administración del Estado.
2° Al Poder Judicial le corresponden otras funciones además de la
función jurisdiccional
Habitualmente al Poder Judicial corresponde la función
jurisdiccional, ella es de su esencia, pero también puede ser llamado a
desempeñar otras funciones, como por ejemplo, cuando le corresponde
efectuar el nombramiento de algún funcionario, o cuando interviene en
los actos no contenciosos o dicta autoacordados.
Concepto de Jurisdicción
Cada autor define y defiende su propio concepto de jurisdicción.
Juan Colombo la define como : “El poder deber que tienen los
Tribunales para conocer y resolver por medio del proceso y con
efecto de cosa juzgada, los conflictos de interés de
relevancia jurídica que se promuevan en el orden temporal,
dentro del territorio de la República y en cuya solución les
corresponda intervenir.”
Tradicionalmente se acepta la definición de Couture que se ha
vuelto clásica: “Es la función pública realizada por los órganos
competentes del Estado con las formas requeridas por la ley,
en virtud de la cual, por acto de juicio se determina el
derecho de las partes, con el objeto de dirimir sus conflictos
y controversias de relevancia jurídica, mediante decisiones
con autoridad de cosa juzgada y eventualmente factibles de
ejecución.”
Momentos de la Jurisdicción
Siguiendo la terminología de Calamandrei, la doctrina nacional
emplea el término “momentos de la jurisdicción” para referirse a las
fases o etapas de su desarrollo.
Estos momentos, llamados también poderes o elementos de la
jurisdicción, son los siguientes:
1) Notio
2) Vocatio
3) Coertio
4) Iudicium
5) Executio
1° Notio
Es el derecho a conocer de una cuestión litigiosa determinada.
Lo normal es que el juez no actúe de oficio o de propia
iniciativa, salvo excepcionalmente, en materia criminal.
El juez, en virtud de este poder, actúa solo a consecuencia de un
requerimiento de las partes que son las que impulsan al juez, quien
obrará en la medida que sea competente.
2° Vocatio
Consiste en la facultad o carga que tienen las partes de
comparecer al juicio dentro de cierto término o plazo que recibe el
nombre de “término de emplazamiento”, en virtud del cual el demandado
es emplazado legalmente para que comparezca en términos que si no lo
hace, el juicio continuará en su rebeldía, afectándole sus resultados.
3° Coertio
Quiere decir que es posible emplear la fuerza para cumplir
forzadamente las resoluciones judiciales que se dicten dentro del
proceso y que permiten el desarrollo del procedimiento.
4° Iudicium
Es la facultad de dictar sentencia poniendo término a la litis con
carácter definitivo, esto es, con autoridad de cosa juzgada.
Derecho Procesal Orgánico
El juez no puede dejar de resolver la contienda aun en caso de
insuficiencia, oscuridad o silencio de la ley; debe fallar,
interpretando y aplicando la ley si la hay; o integrando en caso de un
vacío legal.
No cabe aplicar entonces el Principio Non Liquet (no queda claro)
de los tiempos del jurado en Roma.
Ahora bien, al fallar, el juez no puede hacerlo fuera de los
límites propuestos por las partes en la demanda y la contestación de la
demanda.
Si el juez falla más allá de estos límites incurre en un vicio de
casación denominado ultrapetita.
Si el juez al fallar omite puntos litigiosos incurre en vicio de
Citrapetita.
Finalmente, si el juez decide sobre un asunto distinto del
propuesto de las partes, incurre en vicio de Extrapetita.
5° Executio
Consiste en el imperio que tienen los tribunales para lograr la
ejecución de sus resoluciones mediante el auxilio de la fuerza pública
requiriéndola directamente.
La autoridad requerida para estos efectos debe prestar el auxilio
sin que le corresponda calificar el fundamento, legalidad o justicia de
la resolución.
Si la autoridad niega el auxilio requerido, comete el delito de
negación de auxilio (artículo 253 del Código Penal)
Normalmente el mismo juez que dictó la resolución en primera o
única instancia es el competente para conocer de su cumplimiento.
Esta facultad recibe el nombre de imperio y se encuentra
consagrada en el artículo 11 del COT: “Para hacer ejecutar sus
sentencias y para practicar o hacer practicar las actuaciones que
decreten, podrán los tribunales requerir de las demás autoridades el
auxilio de la fuerza pública que de ellas dependiere, o los otros
medios de acción conducentes de que dispusieren.”
“La autoridad legalmente requerida debe prestar el auxilio, sin
que le corresponda calificar el fundamento con que se le pide ni la
justicia o legalidad de la sentencia o decreto que se trata de
ejecutar.”
***Para don Juan Colombo estos momentos de la jurisdicción se
resumen en 3:
1) Conocimiento
2) Decisión
3) Ejecución
La Jurisdicción
Características de la Jurisdicción
La jurisdicción presenta las siguientes características:
1) Es de origen constitucional
2) Constituye una función pública
3) Es un función privativa de los Tribunales de Justicia
4) Presenta unidad conceptual
5) Es inderogable
6) Es indelegable
7) Es irrenunciable
8) Es improrrogable
9) Esta ligada a la territorialidad del Estado
10) Se encuentra amparada por el imperio
11) Es de ejercicio eventual
12) Produce el efecto de cosa juzgada
1° Origen constitucional
La jurisdicción constituye una emanación de la soberanía, la que
reside en la nación toda quien delega su ejercicio en las autoridades
establecidas en la Constitución y las leyes.
2° Constituye una función pública
El Estado ejerce la soberanía por delegación de todos los
habitantes de la República.
Para el ejercicio de la soberanía existen 3 vías que reciben el
nombre de funciones:
– Función Legislativa
– Función Administrativa
– Función Judicial
Algunos autores han negado autonomía a la función jurisdiccional
acotando que se trataría de una parte de la función administrativa con
algunas características singulares.
Actualmente la doctrina constitucional y procesal reconocen la
Jurisdicción como una función propia e independiente.
3° Es una función privativa de los Tribunales
Nótese que la Constitución entrega el ejercicio de la jurisdicción
a los Tribunales de Justicia y no al Poder Judicial, lo cual tiene
importancia por cuanto si su ejercicio se entregara al Poder Judicial,
importaría que ningún otro órgano ajeno a él podría ejercer
jurisdicción.
Derecho Procesal Orgánico
Por ello se explica que autoridades administrativas y legislativas
puedan excepcionalmente ejercer funciones jurisdiccionales en cuanto
constituyan un tribunal.
En efecto, en la medida que estas autoridades tengan y hagan uso
de facultades jurisdiccionales, son tribunales. En otras palabras, es
la función la que da su carácter al órgano.
4° Presenta unidad conceptual
La jurisdicción es una sola y como tal no admite clasificaciones.
Todos los jueces, sean civiles o penales, tienen jurisdicción de
lo contrario no serían jueces.
5° Es Inderogable
La jurisdicción, en cuanto es emanación de la soberanía, es
inderogable.
De ahí que sea nulo por ilicitud del objeto, cualquier
manifestación de voluntad por la cual se acuerde someter un litigio a
una jurisdicción extranjera.
6° Es Indelegable
Como la soberanía radica en la nación, que delega su ejercicio en
las autoridades establecidas en la Constitución y las leyes, y no
existiendo mandato expreso que permita delegar el ejercicio de la
soberanía, no cabe sino concluir que el ejercicio de la jurisdicción es
indelegable.
No debe confundirse esta características con la posibilidad de
delegar la competencia de un Tribunal por ejemplo, de parte de un
tribunal nacional a uno extranjero para la práctica de determinados
actos. Se delega la competencia, pero no la jurisdicción.
7° Es irrenunciable
Para comprender esta característica basta con enunciar que se es
juez porque se tiene jurisdicción; luego, renunciar a la jurisdicción
importaría renunciar a ser juez.
Ello no sólo es jurídicamente improcedente, sino que además
importa incurrir en un delito.
La aplicación práctica de esta característica la constituye el
principio de la inexcusabilidad de los tribunales.
8° Es improrrogable
Prorrogar la jurisdicción implicaría transferir la calidad de
juez, lo que no está permite.
No debe confundirse lo anterior con la prórroga de competencia que
si es admisible.
9° Se encuentra ligada a la territorialidad del Estado
La Jurisdicción
Como la jurisdicción es un atributo de la soberanía, su ejercicio
sólo es posible dentro de los límites territoriales del Estado.
Esta característica tiene algunas excepciones como las del
artículo 6 del Código Orgánico de Tribunales.
10° Se encuentra amparada por el imperio
Se llama imperio la facultad de los Tribunales para ejecutar ellos
mismos lo juzgado, para lo cual pueden recurrir directamente a la
fuerza pública que está obligada a prestarles su auxilio.
11° Es de ejercicio eventual
La jurisdicción se pone en movimiento solamente cuando la función
legislativa resulta insuficiente para mantener la vigencia real del
Derecho.
Mientras las normas jurídicas son cumplidas naturalmente por
todos, no se requiere actividad jurisdiccional; luego, su ejercicio
dependerá del eventual quebrantamiento del Derecho.
12° Produce el efecto de Cosa Juzgada
La jurisdicción produce el efecto jurídico de cosa juzgada, el
cual no se encuentra en ninguna otra actividad del Estado.
El efecto de cosa juzgada es inherente a la jurisdicción.
Las sentencias que emiten los tribunales producen el efecto de
verdad indiscutible e inamovible una vez que quedan firmes y
ejecutoriadas.
Este efecto permite al vencedor obtener el cumplimiento de lo
resuelto; y a su vez, permite al vencido evitar que se el enjuicie
nuevamente por lo mismo.
Límites de la Jurisdicción
La jurisdicción, aunque unitaria por su naturaleza, se ejerce
dentro de ciertos límites en el tiempo y en el espacio.
Luego, entendemos por límites de la jurisdicción:
1) El tiempo por el que la ejercen sus titulares
2) El ámbito dentro del cual sus titulares la deben ejercer
a) Límites en el Tiempo
En cuanto al tiempo por el cual sus titulares ejercen la
jurisdicción, la regla general la constituyen los jueces perpetuos.
En efecto, conforme al artículo 80 de la Constitución, “los jueces
permanecerán en sus cargos durante su buen comportamiento; pero los
inferiores desempeñarán su respectiva judicatura por el tiempo que
determinen las leyes.”
Derecho Procesal Orgánico
“No obstante lo anterior, los jueces cesarán en sus funciones al
cumplir 75 años de edad; o por renuncia o incapacidad legal
sobreviniente o en caso de ser depuestos de sus destinos, por causa
legalmente sentenciada. La norma relativa a la edad no regirá respecto
al Presidente de la Corte Suprema, quien continuará en su cargo hasta
el término de su período.”
De manera que el límite en el tiempo esta dado por la edad de los
jueces, ya que cesarán en sus cargos al cumplir 75 años de edad.
Existe claramente un límite en el tiempo para el ejercicio de la
jurisdicción, tratándose de los jueces temporales, reducidos a los
jueces árbitros, que normalmente duran 2 años en funciones.
Puede agregarse el caso de los jueces interinos que son nombrados
para servir una plaza vacante, mientras se procede al nombramiento de
su titular en propiedad.
b) Límites en el Espacio
En este caso los límites pueden ser:
– Internos
– Externos
Límites internos son aquellos que miran a la jurisdicción misma,
prescindiendo de la jurisdicción de otros Estados o de las funciones de
otros órganos del Estado.
Surge aquí la noción de competencia, que determina la órbita
dentro de la cual cada juez o tribunal ejerce su actividad
jurisdiccional.
Por su parte, los límites externos están dados por el territorio
del Estado al que pertenece el tribunal.
El Acto Jurisdiccional
Dentro del tema de la jurisdicción es conveniente examinar el
punto relativo a la distinción entre los actos jurisdiccionales, los
actos administrativos y los actos legislativos.
No siempre existe claridad en cuanto a la naturaleza de los actos
ejecutados por los distintos órganos del estado; recordemos que es la
función la que da su carácter al órgano y no al revés. No es posible
calificar un acto de administrativo, jurisdiccional o legislativo
únicamente atendiendo al órgano del cual emana porque un mismo órgano
puede ejercer funciones de naturaleza diversa.
Existen áreas que los tratadistas denominan “Zonas Grises” que
son difíciles de encasillar en alguna de estas funciones.
Particularmente difícil es el distingo entre actos administrativos
y actos jurisdiccionales.
La Jurisdicción
Se han propuesto diversos criterios para distinguirlos. La
doctrina clásica tradicionalmente ha formulado 3 criterios a los que
pueden agregarse otros 2:
1) Criterio Orgánico
2) Criterio Formal
3) Criterio Sustancial
4) Criterio del Interés
5) Criterio del efecto de Cosa Juzgada
1° Criterio Orgánico
Conforme a este criterio, todo aquello que emana del poder
legislativo será legislación; todo lo que emane del ejecutivo será
administrativo; y jurisdiccional si emana del Poder Judicial.
Este criterio es totalmente inexacto pues como hemos visto, con
frecuencia, se han atribuido a los órganos del Estado otras funciones
que por su naturaleza no le correspondería cumplir.
2° Criterio Formal
De acuerdo con este criterio, la naturaleza jurídica de los actos
se determinará por la forma que ellos revisten, esto es, por su
apariencia exterior.
3° Criterio Sustancial
Atiende a los efectos del acto con prescindencia del órgano del
que emanan, así como de las formas que pueda revestir.
4° Criterio del Interés
Atiende al interés que se haya comprometido en una u otra
actividad estatal.
Así, es esencial que la actividad del juez sea ajena al interés
debatido en el proceso.
En cambio, la actividad administrativa defiende los intereses
unilaterales del Estado.
5° Criterio del Efecto de Cosa Juzgada
Es acto jurisdiccional el que produce cosa juzgada.
El efecto de irrevocabilidad perpetua del acto es ajena a otros
quehaceres del Estado.
Clasificación de la Jurisdicción
La jurisdicción, considerada desde un punto de vista general, se
presenta como una función cuyo contenido es único, es decir,
conceptualmente la jurisdicción es única, de manera que no admite
clasificaciones.
Derecho Procesal Orgánico
Sin embargo, considerada más en particular, la jurisdicción es
susceptibles de distinciones y especificaciones.
Por ello es más propio hablar de manifestaciones de la
jurisdicción, más que de clasificaciones de la jurisdicción.
Las distinciones se hacen atendiendo a la naturaleza del acto o
del asunto sobre que se ejerce.
Es decir, ella se clasifica atendiendo a su contenido y así se
habla de Jurisdicción Civil, Penal, Administrativa, Laboral, etc, según
se refiera a las distintas ramas del Derecho.
Ahora bien, si nos limitamos únicamente a la jurisdicción civil,
es posible afirmar que su ejercicio comprende las siguientes facultades
o atribuciones:
1) La facultad de conocer de las causas civiles y criminales, de
juzgarlas y de hacer ejecutar lo juzgado, o sea, el ejercicio de
la jurisdicción contenciosa.
2) La facultad de intervenir en todos aquellos actos no contenciosos
en que una ley expresa requiera su intervención, o sea, el
ejercicio de la jurisdicción no contenciosa.
3) Las facultades conservadoras, disciplinarias y económicas que a
cada tribunal corresponden según la propia ley, o sea, el
ejercicio de las jurisdicciones conservadora, disciplinaria y
económica.
4) La jurisdicción ético-profesional.
1) La Jurisdicción Contenciosa
Se trata de la jurisdicción propiamente tal a que se refiere el
artículo 76 de la Constitución y el artículo 1° del Código Orgánico.
Se define la jurisdicción contenciosa como aquella que se ejerce
cuando hay juicio, contienda o controversia, suscitado entre dos o más
partes que tienen interés en él.
Ahora bien, entendemos por juicio, causa o pleito la controversia
o contienda actual que se produce entre dos o más personas sobre un
derecho y que se somete al fallo de un tribunal.
El juicio, causa o pleito, a su vez, puede ser civil o penal.
Será juicio civil cuando el derecho controvertido sea de
naturaleza civil; y será juicio penal, por el contrario, cuando el
derecho controvertido sea de índole penal.
Para precisar los asuntos que constituyen la jurisdicción
contenciosa, tenemos que recurrir a lo que disponen los artículos 4 y 5
del Código Orgánico de Tribunales.
La Jurisdicción
Conforme al artículo 4, “es prohibido al Poder Judicial mezclarse
en las atribuciones de otros poderes públicos y en general ejercer
otras funciones que las determinadas en los artículos precedentes.”
Luego escapa a la jurisdicción contenciosa el conocimiento de
aquellos negocios propios de las atribuciones de los otros poderes
públicos.
Por su parte, el inciso 1° del artículo 5 dispone que “a los
tribunales mencionados en este artículo corresponderá el conocimiento
de todos los asuntos judiciales que se promuevan dentro del territorio
de la República, cualquiera que sea su naturaleza o la calidad de las
personas que en ellos intervengan, sin perjuicio de las excepciones que
establezcan la Constitución y las leyes.”
2) La Jurisdicción no Contenciosa
La fuente legal fundamental de esta segunda especie de
jurisdicción la encontramos en el artículo 2 del COT, al disponer que
también corresponde a los tribunales intervenir en todos aquellos actos
no contenciosos en que una ley expresa requiera su intervención.
Conforme al artículo 817 del Código de Procedimiento Civil, son
actos judiciales no contenciosos aquellos que según la ley requieren la
intervención del juez y en que no se promueve contienda alguna entre
partes.
Esta nueva actividad jurisdiccional de los tribunales se conoce
además con las denominaciones de jurisdicción voluntaria y de
jurisdicción graciosa.
Se critica la expresión jurisdicción voluntaria en cuanto no es
voluntario para el tribunal intervenir en ellos sino obligatorio.
Se indica que los actos de jurisdicción voluntaria no son tales,
ya que el acto de derecho sustantivo podrá ser voluntario para los
interesados realizarlo o no; pero, una vez acordado realizarlo, para
que produzca plenos efectos jurídicos, será indispensable cumplir
previamente con el acto de jurisdicción voluntaria exigido por el
legislador. Por ejemplo la compraventa de un inmueble de un incapaz que
requiere de autorización judicial previa para poder celebrarse
válidamente.
Estos actos están establecidos por el legislador con diversas
finalidades:
– Proteger los intereses de los incapaces.
– Dar fuerza y eficacia jurídica a determinados actos
– Completar la capacidad imperfecta de sus autores y testimoniar
solemnemente la existencia legal de esos mismos actos.
CRITERIOS PARA DISTINGUIR LA JURISDICCIÓN CONTENCIOSA DE LA
JURISDICCIÓN NO CONTENCIOSA
Derecho Procesal Orgánico
Estas dos jurisdicciones, en vista de que emanan de un mismo
órgano, o sea, del Poder judicial, se nos presentan estrechamente
unidas, con muchos puntos de contacto, por lo que se hace
imprescindible deslindar el campo de acción de cada una de ellas.
Sin embargo, el problema presenta dificultades:
– En primer término, en atención a la vaguedad misma del
concepto de jurisdicción contenciosa que tienen los propios
autores
– En seguida, en razón de los diversos criterios adoptados por
las distintas legislaciones para clasificar un determinado
acto como perteneciente a una u otra jurisdicción.
Los criterios doctrinarios que sirven para diferenciar la
jurisdicción contenciosa de la voluntaria, pueden agruparse en la forma
siguiente:
– Criterio romanista
– Criterio que atiende a la voluntad de las partes
– Criterio que atiende a los efectos del acto y su finalidad
– Criterio clásico
– Criterio moderno
1° Criterio Romanista
El criterio romanista confunde los actos de jurisdicción no
contenciosa con el "jus actae conficiendi" o sea, con el derecho que
tenían ciertos funcionarios públicos para dar fe de los actos que se
desarrollaban ante ellos.
En consecuencia, para esta doctrina, la jurisdicción contenciosa
es aquella que se ejerce con conocimiento de causa; y la voluntaria,
por el contrarío, es aquella que se ejerce sin conocimiento de causa.
Se critica esta doctrina en razón de que en ambas jurisdicciones,
tanto en la contenciosa como en la voluntaria, el juez conoce, juzga y
hace ejecutar lo juzgado, sin otra diferencia que la que dice relación
con el régimen o teoría de la prueba.
Así, en la jurisdicción contenciosa la prueba es legítima, es
decir, se encuentra sometida a una serie de formalidades legales
previas; en cambio, en la voluntaria la prueba no está sujeta a mayores
solemnidades, es meramente informativa, y de allí también que se la
conozca con el nombre de "cognitio informativa".
2° Criterio que atiende a la voluntad de las partes
El criterio que atiende a la voluntad de las partes estima que la
jurisdicción contenciosa se desenvuelve "inter invitos" y la voluntaria
"inter volentes".
Se quiere significar con ello que la primera de estas
jurisdicciones actúa previa una citación (invitación, diríamos en
La Jurisdicción
términos figurados, a comparecer al juicio); y, en cambio, que la
segunda actúa por la sola y espontánea voluntad de los interesados.
Se critica esta doctrina, porque carece de precisión, ya que hay
actos de jurisdicción contenciosa en los cuales las partes
voluntariamente someten sus dificultades o controversias al
conocimiento y decisión del juez; por ejemplo. los juicios arbitrales;
o bien, cuando la parte demandada reconoce simplemente la pretensión
contraria.
3° Criterio que atiende a los efectos del acto y a su finalidad
El tercer criterio atiende a los efectos del acto de jurisdicción
voluntaria, es decir, se analiza si produce o no cosa juzgada: en caso
afirmativo el acto pertenecerá a la jurisdicción contenciosa y en caso
negativo, a la voluntaria.
Atiende además a la diversa finalidad de una y otra: la
jurisdicción contenciosa se dice que es represiva y la voluntaria,
preventiva.
También es objeto de crítica esta tercera doctrina.
En efecto, se sostiene que hay actos de jurisdicción contenciosa
que no producen cosa juzgada (por ejemplo, juicios de alimentos,
medidas precautorias, etc.) y actos de jurisdicción voluntaria que la
producen (por ejemplo: las resoluciones afirmativas cumplidas); y que,
aun dentro de la contenciosa, encontramos actos de finalidad
eminentemente preventiva, como son las medidas precautorias.
4° Criterio Clásico
Un cuarto criterio o doctrina, llamado clásico, atiende a la
presencia o ausencia de contradictor para precisar la verdadera
naturaleza procesal de un determinado acto jurisdiccional.
Así, jurisdicción contenciosa, según este criterio, será aquella
que se desenvuelve mediante contienda, controversia o presencia de
contradictor; y jurisdicción voluntaria, aquella que se desarrolla sin
la presencia de estos elementos.
Algunos autores agregan que por jurisdicción no contenciosa debe
entenderse no sólo la que se ejerce sin contradictor, sino que además
es necesario que la relación procesal, por su propia naturaleza, sea
incapaz de suscitar contradicción.
Se critica esta doctrina por ser insuficiente. En efecto, ¿cómo
explicaría la naturaleza procesal de aquellos juicios seguidos en
rebeldía del demandado, o aquellos en que éste reconoce la pretensión
contraria?
5° Criterio Moderno
El quinto criterio o doctrina, que llamaremos moderno, atiende
exclusivamente a la distinta finalidad de una y otra jurisdicción en
función de las relaciones jurídicas que constituyen su objetivo.
Derecho Procesal Orgánico
Así, la jurisdicción contenciosa es aquella que tiene como
finalidad u objetivo una relación jurídica existente o ya formada, y la
voluntaria es aquella destinada a procurar o cooperar al nacimiento de
una relación jurídica nueva.
Por ejemplo, en un juicio el juez debe resolver acerca de la
existencia, validez y efectos de una relación de derecho sustancial ya
existente, como sería si se persiguiera el pago del precio de una
compraventa.
Y en una gestión de jurisdicción voluntaria el juez, en cambio, se
limita a procurar que una relación de derecho sustancial nazca válida,
como sería la autorización que debe conceder para que pueda celebrar
una compraventa de un inmueble un incapaz.
La jurisdicción no contenciosa tiene, pues, una finalidad
eminentemente constitutiva, mientras que la contenciosa versa sobre
relaciones jurídicas preexistentes.
Con razón esta doctrina define la jurisdicción no contenciosa como
la intervención del Estado en la formación de relaciones jurídicas
concretas, acreditando en forma solemne la conveniencia o legalidad del
acto realizado o que se va a realizar.
Si hacemos una comparación entre los criterios o doctrinas
anteriores y el aceptado por nuestra legislación, fácil es advertir que
ella comparte el criterio que llamamos clásico.
La mejor demostración se encuentra en el artículo 817 del CPC, que
define los actos de jurisdicción no contenciosa diciendo que son
"aquellos que, según la ley, requieren intervención del juez y en que
no se promueve contienda entre partes".
De manera que dos son los requisitos esenciales para estar en
presencia de un acto judicial no contencioso en conformidad al artículo
817 del CPC:
Que la ley requiere expresamente la intervención del juez
Que no se promueva contienda alguna entre partes
En una gestión no contenciosa no se habla de demandante sino
únicamente de interesado o peticionario.
Un acto no contencioso puede devenir en contencioso si se formula
oposición por legítimo contradictor.
DIFERENCIAS ENTRE AMBAS JURISDICCIONES
Precisado el concepto de la jurisdicción voluntaria, veamos las
diferencias más notables que presenta con la jurisdicción contenciosa.
1) En primer término, en los asuntos contenciosos el juez tiene la
obligación de intervenir siempre que se requiera su actuación por
las partes en forma legal y en negocios de su competencia;
mientras que en los asuntos de jurisdicción voluntaria, para que
el tribunal pueda intervenir válidamente, es menester que la ley
La Jurisdicción
haya establecido expresamente dicha intervención, y para esos
determinados actos.
8) En la jurisdicción contenciosa existe un conflicto, en cambio, en
la voluntaria no; ni siquiera existen partes, sino únicamente un
peticionario o solicitante.
9) En los asuntos contenciosos el conocimiento de causa se le
suministra al juez por los medios de prueba que la ley
taxativamente establece, y en la forma en que ella también lo
determina.
En cambio, en los asuntos de jurisdicción voluntaria el
conocimiento de causa se le proporciona al juez mediante
informaciones sumarias, esto es, mediante pruebas de cualquier
especie, rendidas sin señalamiento de término probatorio y sin
notificación e intervención de contradictor.
10) En materia contenciosa, para determinar el tribunal
competente es necesario examinar la posible existencia de fuero,
en cambio, en materia voluntaria, no se considera el fuero.
11) Las sentencias que se dicten en la jurisdicción contenciosa
se rigen por el artículo 170 del CPC y el autoacordado sobre la
materia. En cambio, las de la jurisdicción voluntaria se ciñen al
artículo 826 del CPC, mucho más simple.
12) Por último, las resoluciones que recaen en los asuntos de
jurisdicción contenciosa producen, por regla general, la acción y
la excepción de cosa juzgada, o sea, acción para exigir su
cumplimiento y excepción para evitar que se vuelva a discutir el
mismo asunto y entre las mismas partes.
En cambio, en las resoluciones recaídas en asuntos no
contenciosos o voluntarios, para ver si gozan o no de la
autoridad de la cosa juzgada, es necesario distinguir previamente
entre resoluciones afirmativas y negativas. Estas últimas no
producen nunca cosa juzgada, y las primeras, en cambio, sí una
vez cumplidas.
En efecto, dispone el artículo 821 del CPC: “Pueden los
tribunales, variando las circunstancias, y a solicitud del
interesado, revocar o modificar las resoluciones negativas que
hayan dictado, sin sujeción a los términos y formas establecidos
para los asuntos contenciosos.”
“Podrán también en igual caso revocar o modificar las
resoluciones afirmativas, con tal que esté aún pendiente su
ejecución.”
4) Jurisdicción Ético-Profesional
Emana del Decreto Ley N°3621 de febrero de 1981 que suprimió los
colegios profesionales y los transformó en asociaciones gremiales.
Conforme al artículo 4 de dicho Decreto Ley, toda persona que
fuere afectada por un acto abusivo o contrario a la ética, cometido por
un profesional en el ejercicio de su profesión, podrá recurrir a los
Tribunales de Justicia en demanda de la aplicación de las sanciones
correspondientes.
Este reclamo se considera como un asunto contencioso y su
conocimiento y fallo quedan sometidos al procedimiento sumario.
Antes de la vigencia de este DL estas facultades se encontraban
radicadas en los respectivos colegios profesionales cuya afiliación era
obligatoria. Hoy la afiliación a estos colegios es voluntaria en virtud
de la Constitución que garantiza la libertad de asociación.
Derecho Procesal Orgánico
B) La Competencia
Hasta aquí hemos desarrollado el concepto de jurisdicción y hemos
dicho que se trata de una función pública que reside en un órgano
jurisdiccional o Tribunal.
Es prácticamente imposible que esta jurisdicción sea ejercida por
un solo Tribunal.
Ante esta imposibilidad surge la necesidad imperiosa de distribuir
la labor jurisdiccional entre varios tribunales, y atribuir a cada
tribunal una “medida o porción de jurisdicción”
Esta medida de jurisdicción que la ley distribuye entre todos los
tribunales es lo que se denomina competencia y constituye un límite
interno en cuanto al ámbito dentro del cual ellos deben ejercer la
jurisdicción.
Todo tribunal, por ser tal, tiene jurisdicción, pero no todo
tribunal tiene competencia para conocer de un negocio específico.
En otros términos la competencia es la capacidad reconocida a
ciertos jueces para ejercer la jurisdicción en determinados casos.
Se encuentra tratada en los artículos 108 y siguientes del Código
Orgánico de Tribunales.
La define el artículo 108 antes citado, en la forma siguiente: "La
competencia es la facultad que tiene cada juez o tribunal para conocer
de los negocios que la ley ha colocado dentro de la esfera de sus
atribuciones".
Se critica esta definición por ser confusa en cuanto utiliza la
expresión facultad y sabemos que es más adecuada la expresión función
por cuanto no se trata únicamente de una facultad sino que al mismo
tiempo es un deber del tribunal.
También se le critica porque resulta incompleta ya que no solo la
ley coloca un asunto dentro de la esfera de competencia de un tribunal,
sino que también pueden hacerlo las partes a través de la prórroga de
competencia y también puede hacerlo otro tribunal en virtud de la
delegación de competencia.
Pero esta definición nos permite apreciar de inmediato que entre
los términos jurisdicción y competencia hay una estrecha relación; pero
buen cuidado debemos tener de no confundirlos.
Clasificación de la Competencia
La competencia, admite diversas clasificaciones, según sean
también los puntos de vista que se consideren para efectuarlas:
1) Atendiendo a sus fuentes puede ser Natural y Prorrogada.
2) Atendiendo a si es originaria o derivativa puede ser Propia o
Delegada.
3) Atendiendo a su extensión puede ser Común y Especial.
4) Atendiendo a su contenido puede ser Contenciosa y No Contenciosa.
5) Atendiendo al número de tribunales que pueden llegar a conocer
del asunto puede ser Privativa o Exclusiva y Acumulativa o
Preventiva.
6) Atendiendo al grado jurisdiccional en que se conoce el asunto,
puede ser de Única Instancia, de Primera Instancia y de Segunda
Instancia.
7) Atendiendo a la generalidad o precisión con que se determina al
tribunal competente puede ser Absoluta y Relativa.
1) Regla de Fijeza
Se encuentra expresada en la forma siguiente: "Radicado con
arreglo a la ley el conocimiento de un negocio ante tribunal
competente, no se alterará esta competencia por causa sobreviniente"
(artículo 109 COT).
El tenor literal del precepto transcrito permite apreciar
fácilmente su contenido.
Este fenómeno se produce cuando el tribunal toma conocimiento de
dicho negocio en razón de que, tanto las partes como el propio
tribunal, a virtud de las reglas de competencia absoluta relativa que
oportunamente vamos a estudiar, estiman que es ese tribunal y no otro
es el llamado a conocer de dicho negocio.
Los supuestos o requisitos para que opera la radicación son los
siguientes:
1) Existencia de actividad jurisdiccional
2) Que el tribunal sea competente
3) Que la intervención del tribunal se produzca con arreglo a
derecho
¿Desde qué momento preciso queda radicado el negocio con arreglo a
la ley?
En materia civil desde que queda trabada la litis esto es, desde
que el tribunal confiere traslado de la demanda y se notifica al
demandado de la demanda y su proveído.
Si se traba la litis ante tribunal incompetente es preciso
distinguir si es incompetente absoluta o relativamente.
Si el tribunal es absolutamente incompetente, de oficio deberá
declarar su incompetencia y si no lo hace, las partes podrán
representarla en cualquier momento.
Si el tribunal es relativamente incompetente, la radicación se
producirá una vez que el demandado realice en el juicio cualquier
La Competencia
gestión que no sea la de reclamar la incompetencia (de lo contrario
habrá prórroga tácita de competencia)
En materia penal no hay una regla expresa. Dada la diversidad de
formas o maneras de iniciarse estos procesos, la dificultad se hace
patente: ¿desde que se cometió el delito? o ¿desde que se inició el
juicio?
La solución más lógica es estimar radicado el negocio penal desde
que el juez ordena instruir sumario, pues, al decretarlo,
implícitamente está reconociendo su competencia.
En el nuevo proceso penal, la Corte Suprema ha señalado que el
asunto se entiende radicado desde que se realiza cualquiera gestión
ante el Juez de Garantía.
Ahora bien, radicado el negocio ante tribunal competente con
arreglo a la ley, esta competencia no se altera por causa
sobreviniente.
En otras palabras, aun cuando se alteren los factores
determinantes de la competencia, que se tuvieron en vista al iniciarse
el juicio, con posterioridad a su iniciación, la competencia primitiva
no cambia.
Ahora bien, ¿qué se entiende por causa sobreviniente?
Es aquella que se produce después de que el asunto ha quedado
radicado ante tribunal competente.
Se ha discutido si la dictación de una nueva ley que priva a un
tribunal del conocimiento de determinados asuntos entregándolo a otro
es causa sobreviniente para los efectos del artículo 109.
Se ha creído por algunos que en el evento de que la nueva ley
viniera a alterar la competencia de los tribunales, o sea, a privar a
un tribunal conocimiento de un determinado asunto, y a entregarlo a
otro dicha ley no podría aplicarse a los juicios en actual tramitación.
Se fundan en los artículo 19 n°4 de la Constitución Política que
dispone que nadie puede ser juzgado por comisiones especiales sino por
el tribunal que le señale la ley que se halle establecido con
anterioridad por ésta; y el artículo 109 del Código Orgánico de
Tribunales, que prescribe que radicado con arreglo a la ley el
conocimiento de un ante tribunal competente, no se alterará esta
competencia por causa sobreviniente.
Sin embargo dicha doctrina no cuenta con el apoyo de la Corte
Suprema, y se la rebate sosteniendo que el precepto constitucional
citado lo que persigue es evitar el juzgamiento por tribunales ad hoc;
y que la causa sobreviniente a que alude el precepto también del COT
tiene que consistir en un acto o manifestación voluntad del individuo,
mas no del legislador.
EXCEPCIONES AL PRINCIPIO DE LA RADICACIÓN
a) La acumulación de autos
Derecho Procesal Orgánico
Por aplicación del principio de economía procesal, y para evitar
sentencias contradictorias, el CPC en sus artículos 92 a 100
regula la acumulación de autos que tiene lugar siempre que se
tramiten separadamente 2 o más procesos que deban constituir un
solo juicio y terminar en una sola sentencia, con el objeto de
mantener la unidad de la causa.
n) El Compromiso
El asunto que actualmente está siendo conocido por un tribunal
ordinario, y siempre que no sea de arbitraje prohibido, puede
sustraerse de su conocimiento por las partes mediante el contrato
de compromiso por el cual entregan su conocimiento a un juez
árbitro.
o) Las Visitas
Conforme al artículo 563 del COT, corresponderá a las Cortes de
Apelaciones fiscalizar la conducta funcionaria de los
funcionarios subalternos que ejerzan sus funciones dentro de su
respectivo territorio jurisdiccional.
Señala el artículo 564 que, al efecto, las Cortes designarán
anualmente a uno o más de sus ministros para que, durante el
respectivo año calendario, actúen como ministros visitadores en
los juzgados y en los oficios de los notarios, conservadores y
archiveros que se les asignen.
En el ejercicio de estas visitas a los juzgados, el ministro
visitador puede avocarse al conocimiento de causas pendientes
ante el tribunal visitado, desplazando la competencia de este
juez.
Sin embargo, esta excepción es más aparente que real porque no se
produce realmente la sustitución de un tribunal a otro sino que
lo que realmente ocurre es la sustitución de un funcionario por
otro en cuanto el ministro visitador pasa a desempeñarse como
tribunal de primera instancia, y el asunto se mantiene radicado
en el tribunal visitado.
2) Regla de Grado
Está contenida en el artículo 110 del COT: “Una vez fijada con
arreglo a la ley la competencia de un juez inferior para conocer en
primera instancia de un determinado asunto, queda igualmente fijada la
del tribunal superior que debe conocer del mismo asunto en segunda
instancia.”
La ley establece dos caminos para fijar la competencia de un
tribunal: sus propias disposiciones o la voluntad de las partes; y hay
también, por consiguiente, desde este punto de vista, dos clases de
competencia: la natural y la prorrogada.
La Competencia
Ahora bien, sea que la competencia del juez de primera instancia
se haya determinado por voluntad de las partes, es decir, mediante
prórroga de competencia, sea por voluntad de la propia ley en el
silencio de las partes, es decir, mediante competencia natural, el
hecho es que automáticamente queda determinada la competencia del
tribunal de segunda instancia.
El tribunal que va a conocer del asunto en segunda instancia será
siempre el superior jerárquico del que le ha conocido en primera
instancia.
Esta regla tiene una importancia manifiesta, en cuanto demuestra
que la ley sólo permite la competencia prorrogada en los tribunales de
primera instancia, mas no en los de segunda, siendo todas las reglas de
competencia de estos últimos de orden público y, por consiguiente,
irrenunciables por las partes.
La gradualidad tiene los siguientes presupuestos:
1) Que el asunto se encuentre radicado ante un tribunal de primera
instancia
2) Que sea procedente el recurso de apelación contra la resolución
que se pronuncie en el juicio
3) Regla de Extensión
Dice esta regla: "El tribunal que es competente para conocer de
un asunto lo es igualmente para conocer de todas las incidencias que en
él se promuevan. Lo es también para conocer de las cuestiones que se
susciten por vía de reconvención o de compensación, aunque el
conocimiento de estas cuestiones, atendida su cuantía, hubiere de
corresponder a un juez inferior si se entablaran por separado"
(artículo 111 COT).
Esta regla parte de la base de que en todo asunto o negocio
judicial existe la cuestión principal y las cuestiones accesorias. La
primera constituye el fondo del asunto o negocio mismo, y las segundas
son los llamados incidentes.
Según esta regla de extensión, pues, el juez competente para
conocer de una cuestión principal, lo es también para conocer de las
cuestiones accesorias que en el curso de ella se susciten. Quien puede
lo más, puede lo menos.
También tiene competencia este mismo juez para conocer de la
reconvención. Se entiende por tal la demanda que puede deducir el
demandado en contra del demandante, utilizando el mismo proceso ya
iniciado por el segundo en contra del primero.
Igual competencia le atribuye la ley para conocer de la
compensación; esto es, de aquel modo de extinguir las obligaciones
cuando demandante y demandado son acreedores y deudores a la vez de dos
Derecho Procesal Orgánico
obligaciones y siempre que se reúnan los demás requisitos establecidos
por la ley de fondo.
Agrega todavía esta regla: que el juez que conoce de un asunto
tiene también competencia para conocer de las reconvenciones y de las
compensaciones, aun cuando estimadas separadamente, debieran ser de la
competencia de otro tribunal.
Esto último no tiene importancia práctica hoy en día pues no
existen tribunales inferiores a los juzgados de letras.
5) Regla de Ejecución
Es aquel que nos dice que: “La ejecución de las resoluciones
corresponde a los tribunales que las hubieren pronunciado en primera o
en única instancia” (artículos 113, inciso 1° COT y 231, inciso 1° CPC)
Estos tribunales, indudablemente, son los que están mejor dotados,
desde el punto de vista psicológico, de la mayor comprensión del
contenido de la resolución, y desde el punto de vista material, de los
medios físicos de coacción más adecuados para ejecutarla o cumplirla.
Hay una excepción a esta regla de ejecución, que dice relación con
las resoluciones que dicten los tribunales en la sustanciación de los
recursos de apelación, casación o revisión.
La Competencia
En efecto, éstos mismos tribunales están facultados para cumplir
dichas resoluciones, lo mismo que para decretar el pago de las costas a
los funcionarios que hubieren intervenido en ellos, reservando el de
las demás costas, para que sea decretado por el tribunal de primera
instancia.
Así lo señala el inciso 2° del artículo 113 del COT: “No obstante,
los tribunales que conozcan de los recursos de apelación, casación o
revisión, ejecutarán los fallos que dictaren para la sustanciación de
dichos recursos. Podrán también decretar el pago de las costas
adeudadas a los funcionarios que hubieren intervenido en ellos
reservando el de las demás costas para que sea decretado por el
tribunal de primera instancia.”
También, en conformidad al artículo 114 del COT, “Siempre que la
ejecución de una sentencia definitiva hiciere necesaria la iniciación
de un nuevo juicio, podrá éste deducirse ante el tribunal que menciona
el inciso primero del artículo precedente o ante el que sea competente
en conformidad a los principios generales establecidos por la ley, a
elección de la parte que hubiere obtenido en el pleito.”
La misma regla contiene el artículo 232 del Código de
Procedimiento Civil.
En doctrina es discutido si la facultad de ejecutar las
resoluciones judiciales debe residir en los mismos tribunales de
justicia o si, por el contrario, debiera corresponder al poder
ejecutivo.
Predomina la primera de las opciones, básicamente porque:
a) Encomendar la ejecución al poder ejecutivo sería menoscabar la
independencia del Poder Judicial.
b) Los tribunales indudablemente son los que están en mejor posición
para interpretar adecuadamente una sentencia y darle exacto
cumplimiento.
Ahora bien, este principio de la ejecución tiene una doble
consagración:
1) Desde un punto de vista positivo, el artículo 11 del COT
establece que: “Para hacer ejecutar sus sentencias y para
practicar o hacer practicar las actuaciones que decreten, podrán
los tribunales requerir de las demás autoridades el auxilio de la
fuerza pública que de ellas dependiere, o los otros medios de
acción conducentes de que dispusieren.”
“La autoridad legalmente requerida debe prestar el auxilio, sin
que le corresponda calificar el fundamento con que se le pide ni
la justicia o legalidad de la sentencia o decreto que se trata de
ejecutar.”
13) Desde un punto de vista negativo, el artículo 240 del CPC
establece que: “Cumplida una resolución, el tribunal tendrá la
Derecho Procesal Orgánico
facultad para decretar las medidas tendientes a dejar sin efecto
todo lo que se haga en contravención a lo ejecutado.”
“El que quebrantare lo ordenado cumplir será sancionado con
reclusión menor en su grado medio a máximo”
I.- El Fuero
El fuero se refiere a la calidad o investidura de las partes de un
proceso y es un factor determinante de la competencia absoluta que
prevalece sobre los demás.
El fuero o la calidad o dignidad que tienen ciertas personas
determinan que los asuntos en que tienen interés no sean conocidos por
el Tribunal que ordinariamente conocería de él de mediar el fuero, sino
por otro de mayor jerarquía.
Su fundamento objetivo es garantizar la imparcialidad en el
juzgamiento en cuanto se estima que un tribunal de mayor jerarquía es
menos susceptible a la influencia que por la calidad que inviste,
pudiere ejercer la persona aforada.
Derecho Procesal Orgánico
De manera que en realidad, el fuero no está establecido en
beneficio de la persona aforada y por lo mismo se ha indicado que no es
completamente propio referirse al aforado como la persona que “goza” de
fuero.
El fuero opera tanto en materia civil como criminal.
Pero existen ciertos casos en que el fuero no se toma en cuenta y
son los que establece el artículo 133 del COT.
De acuerdo con esta disposición, no se considerará el fuero de que
gocen las partes en:
1) Los juicios de minas
2) Los juicios posesorios
3) Los juicios sobre distribución de aguas
4) Las particiones
5) Los juicios que se tramiten breve y sumariamente
6) Los demás que determinen las leyes
7) Ni el de los interesados en los asuntos no contenciosos
Ahora bien, dentro del fuero se distingue el fuero menor y el
fuero mayor o grande.
Las diferencias entre uno y otro están dadas:
– Por las personas que gozan de uno y otro fuero.
– Por el tribunal llamado a conocer del asunto en uno y otro
caso.
– Los asuntos que quedan comprendidos en uno y otro fuero.
A) PERSONAS QUE GOZAN DE UNO Y OTRO FUERO
En cuanto a las personas que gozan de Fuero Menor, las enumera el
artículo 45 N°2 letra g) del COT:
1) Comandantes en Jefe del Ejército, de la Armada y de la Fuerza
Aérea,
2) El General Director de Carabineros
3) Los Ministros de la Corte Suprema o de alguna Corte de
Apelaciones
4) Los Fiscales de estos tribunales
5) Los jueces letrados
6) Los párrocos y vicepárrocos
7) Los cónsules generales, cónsules o vicecónsules de las naciones
extranjeras reconocidas por el Presidente de la República
8) Las corporaciones y fundaciones de derecho público o de los
establecimientos públicos de beneficencia
La Competencia
En cuanto a las personas que gozan de Fuero Mayor, están indicadas
en el artículo 50 N°2 del COT:
1) El Presidente de la República
2) Los ex Presidentes de la República
3) Los Ministros de Estado
4) Los Intendentes y Gobernadores
5) Los Agentes Diplomáticos chilenos
6) Los Embajadores y los Ministros Diplomáticos acreditados con el
Gobierno de la República o en tránsito por su territorio
7) Los Arzobispos, los Obispos, los Vicarios Generales, los
Provisores y los Vicarios Capitulares.
B) TRIBUNAL LLAMADO A CONOCER DEL ASUNTO
De las causas en que sean parte o tengan interés las personas que
gozan de fuero menor, conocerá un Juez de Letras en primera instancia.
De los asuntos en que sean parte o tengan interés las personas que
gozan de fuero mayor, conocerá un Ministro de la Corte de Apelaciones
respectiva que corresponda según el turno que ella fije, en primera
instancia.
C) ASUNTOS QUE QUEDAN COMPRENDIDOS EN UNO Y OTRO FUERO
El fuero menor comprende tan sólo las causas civiles y de
comercio.
El fuero mayor, además de los asuntos civiles, comprende también
las causas criminales.
Sin embargo, en el nuevo proceso penal, el fuero en materia penal,
desaparece.
¿Qué ocurre si en un juicio intervienen personas que gozan
de fuero y otras que no?
En materia civil, si bien es cierto que no hay norma expresa que
resuelva el problema, no lo es menos que si aplicamos el principio de
que en caso de conflicto de competencia prima la del tribunal de mayor
jerarquía, se concluye que siempre será competente aquel que deba
conocer del juicio en razón del fuero.
En materia penal, el artículo 168 del COT establecía que en caso
de ser varios los autores de un delito o de varios delitos conexos y de
haber entre ellos individuos aforados y otros que no lo fueren, el
tribunal competente para juzgar al aforado lo era también para juzgar a
los demás autores, cómplices y encubridores.
Esta disposición fue derogada por la Ley N°19.665 de 2000;
desaparece con ello el concepto de delito conexo.
Derecho Procesal Orgánico
II.- La Materia
El segundo factor determinante de la competencia absoluta es la
materia.
Entendemos por tal la naturaleza del negocio sometido a la
decisión del tribunal.
La importancia de este factor radica en que motiva la creación de
tribunales civiles para los asuntos civiles y comerciales; laborales
para los asuntos del trabajo; de Menores para los asuntos que incumben
a éstos; o Criminales para los asuntos penales.
Pero además dentro de cierta materia, un tema específico puede
hacer que el asunto sea conocido por un tribunal determinado. Por
ejemplo: los juicios de hacienda, que son civiles, pero en los que
además tiene interés el fisco, son conocidos por un Juez de Letras de
una comuna asiento de Corte (artículo 48 del COT)
La materia como factor de competencia es desplazada por el fuero,
pero prevalece sobre la cuantía.
III.- La Cuantía
La Cuantía es el tercer factor determinante de la competencia
absoluta.
Se la define como el valor pecuniario de la cosa que es objeto del
asunto o negocio sometido a la decisión del tribunal o el monto de la
pena que el delito lleve consigo, según si se trata de asuntos civiles
o penales.
El concepto civil del factor cuantía se relaciona con el aspecto
económico del negocio sometido a la decisión del tribunal.
En cambio, el concepto penal del factor cuantía dice relación con
la mayor o menor gravedad de la sanción impuesta por el legislador al
delito objeto del respectivo proceso penal.
En efecto, dispone el artículo 115 del COT que: “En los asuntos
civiles la cuantía de la materia se determina por el valor de la cosa
disputada.”
“En los asuntos criminales se determina por la pena que el delito
lleva consigo.”
Puede percibirse entonces, que será más fácil determinar la
cuantía en un negocio penal que un negocio civil; siendo diversas las
reglas destinadas a determinar la cuantía en uno y otro caso.
En materia civil, hoy en día, habiéndose eliminado la distinción
entre justicia de menor y de mayor cuantía, existiendo simplemente
Juzgados de Letras, el factor cuantía sólo tiene importancia para
determinar el procedimiento al que deberá someterse un determinado
asunto.
La Competencia
En efecto, atendiendo a la cuantía del asunto el procedimiento
aplicable podrá ser:
– Procedimiento Ordinario de Mayor Cuantía
– Procedimiento de Menor Cuantía
– Procedimiento de Mínima Cuantía
Además el factor cuantía es importante para determinar se la
competencia será de única o de primera instancia y para determinar las
costas.
Manera de Determinar el Factor Cuantía
Desde el momento en que el factor cuantía tiene diversas
acepciones, según se trate de negocios civiles o penales, quiere decir
que también serán diversas las reglas para determinar la cuantía, según
se esté en presencia de una u otra clase de negocios.
A la vez, dentro de los negocios civiles habrá casos en que será
posible determinar el valor de la cosa disputada, y casos en que ello
será imposible.
De allí que la ley haya establecido diversas reglas para
determinar la cuantía, según se trate de:
– Asuntos civiles susceptibles de apreciación pecuniaria
– Asuntos civiles no susceptibles de apreciación pecuniaria y de
cuantía indeterminada
– Asuntos penales
En efecto:
1° Si el demandante acompaña documentos en que aparece la cuantía
Si el demandante acompaña documentos que sirvan de apoyo a su
acción y en ellos aparece determinado el valor de la cosa disputada, se
estará para determinar la competencia a lo que conste de dichos
documentos (artículo 116, inciso 1° COT).
Puede también acontecer que la obligación cuya declaración o pago
se persiga en juicio aparezca expresada en moneda extranjera.
En tal evento, para determinar la cuantía del pleito, podrá
acompañar el actor, al tiempo de presentar la demanda, un certificado
expedido por un Banco, que exprese en moneda nacional la equivalencia
de la moneda extranjera demandada.
Dicho certificado no podrá ser anterior en más de quince días a la
fecha de la presentación de la demanda (artículo 116, inciso 2°, COT).
2° Si el demandante no acompaña documentos
Si el demandante, en cambio, no acompaña documentos o,
acompañándolos, en ellos no aparece esclarecido el valor de la cosa
disputada, será necesario subdistinguir si la acción es real o
personal:
La Competencia
a) Si la acción entablada fuere personal, se determinará la cuantía
de la materia por la apreciación que el demandante haga en su
demanda verbal o escrita (artículo 117 COT)
b) Si la acción entablada fuere real, se estará a la apreciación que
las partes hicieren de común acuerdo (artículo 118, inciso 1°
COT).
Esta apreciación de común acuerdo por las partes, la ley la
presume de derecho, esto es, no permite rendir prueba en
contrario, por el simple hecho de comparecer ante el juez para
cualquiera diligencia o trámite del juicio todas las partes
juntas o cada una de ellas separada mente, sin que ninguna haya
entablado reclamo por incompetencia nacida del valor de la cosa
disputada (artículo 118, inciso 2° COT).
Si no existe la presunción de derecho anteriormente señalada,
quiere decir que no tenemos aún determinado el valor de la cosa
disputada y, por consiguiente, no tenemos aún fijada la
competencia del tribunal en relación a la cuantía del negocio.
De allí que, en este último caso, el juez ante quien se hubiere
entablado la demanda nombrará un perito para que avalúe la cosa,
y se reputará por verdadero valor de ella, para el efecto de
determinar la cuantía del juicio, el que dicho perito le fijare
(artículo 119 C. 0. T.)
En otros términos, la apreciación del perito no admite
impugnación y se la tendrá de inmediato como definitiva.
Claro está que si cualquiera de las partes tiene dudas acerca de
la cuantía del pleito, y ésta no aparece determinada en los autos por
alguno de los medios antes señalados, podrá hacer las gestiones
convenientes para que dicho valor sea fijado antes de que se pronuncie
la sentencia, y aun el tribunal de oficio puede dictar las medidas y
órdenes convenientes para el mismo efecto (artículo 120 COT)
IV.- El Territorio
Es el único factor de la competencia relativa y se define como el
lugar geográfico donde sucede el evento que la ley considera para
determinar la competencia.
Hemos visto que la ley para satisfacer los anhelos de justicia ha
colocado o creado tribunales en los distintos territorios y distribuye
en ellos la jurisdicción de modo de cubrir la totalidad de la
República.
Por ello cuando se habla de la competencia relativa se le denomina
también competencia horizontal, mientras que a la competencia absoluta
se le llama también competencia vertical.
El elemento territorio es el que permite, entonces, determinar,
una vez señalada la jerarquía del tribunal que debe intervenir en el
Derecho Procesal Orgánico
conocimiento de un negocio judicial, qué tribunal preciso dentro de esa
jerarquía es el llamado a conocer de él.
Las reglas de competencia relativa, por consiguiente, se aplican
posteriormente a las de la competencia absoluta.
Para estudiar con precisión las reglas de competencia relativa es
previo determinar la naturaleza de los negocios, o asuntos en que
dichas reglas van a aplicarse.
Será necesario, en consecuencia, distinguir las reglas de
competencia relativa en:
– Los asuntos contenciosos civiles
– Los asuntos de jurisdicción voluntaria
– Los asuntos penales
A) ASUNTOS CONTENCIOSOS CIVILES
El artículo 134 del Código Orgánico de Tribunales establece que:
“En general, es juez competente para conocer de una demanda civil o
para intervenir en un acto no contencioso el del domicilio del
demandado o interesado, sin perjuicio de las reglas establecidas en los
artículos siguientes y de las demás excepciones legales.”
Este precepto da a entender, en consecuencia, que la regla
general, en nuestro derecho positivo, es que el juez competente para
conocer de una demanda civil debe serlo el del domicilio del demandado;
y que la excepción está constituida por aquellos jueces señalados en
los artículos siguientes o en otras disposiciones legales.
Sin embargo un estudio más detenido del problema nos hace llegar
a un solución diametralmente opuesta.
En efecto, son tantas las excepciones establecidas por el
legislador a la regla general que en el hecho esta viene a constituir
la excepción, y las excepciones, la regla general.
El método seguido por el legislador sobre este particular también
es casuístico; de suerte que nosotros estudiaremos estas reglas de
competencia relativa colocándonos en las mismas y diversas situaciones
en que se sitúa nuestra ley procesal orgánica.
En efecto:
En primer lugar, es competente el juez del lugar que las partes
hayan establecido en la correspondiente convención. (artículos 135 y
138 del COT)
Si las partes nada han estipulado al respecto es preciso atender a
la naturaleza de la acción, es preciso distinguir si la acción
entablada es mueble o inmueble.
a) Si la acción es mueble
Es competente el juez del domicilio del demandado.
La Competencia
Si el demandado tuviere su domicilio en dos o más lugares, podrá
el demandante entablar su acción ante el juez de cualquiera de ellos
(artículo 140 del COT)
Si los demandados fueren dos o más y cada uno de ellos tuviere su
domicilio en diferente lugar, podrá el demandante entablar su acción
ante el juez de cualquier lugar donde esté domiciliado uno de los
demandados, y en tal caso quedarán los demás sujetos a la jurisdicción
del mismo juez (artículo 141 del COT)
Conforme al artículo 142, cuando el demandado fuere una persona
jurídica se reputará por domicilio, para el objeto de fijar la
competencia del juez, el lugar donde tenga su asiento la respectiva
corporación o fundación.
Y si la persona jurídica demandada tuviere establecimientos,
comisiones u oficinas que la representen en diversos lugares como
sucede con las sociedades comerciales, deberá ser demandada ante el
juez del lugar donde exista el establecimiento, comisión u oficina que
celebró el contrato o que intervino en el hecho que da origen al
juicio.
b) Si la acción es inmueble
Desde el momento en que, en conformidad al artículo 580 del Código
Civil, los derechos y acciones se reputan muebles o inmuebles según sea
la cosa en que han de ejercerse o que se deba, quiere decir que acción
inmueble será aquella en que se haga valer un derecho que recaiga sobre
un inmueble o mediante la cual se pretenda la entrega de un inmueble.
Conforme al artículo 135 del COT, si la acción entablada es
inmueble, serán competentes para conocer del juicio, a elección del
demandante:
– El juez del lugar del lugar donde debe cumplirse la obligación
Si una misma demanda comprendiere obligaciones que deban
cumplirse en diversos territorios jurisdiccionales, será
competente para conocer del juicio el juez del lugar en que se
reclame el cumplimiento de cualquiera de ellas (artículo 139
del COT)
– El del lugar donde se contrajo la obligación.
– El del lugar donde se encontrare la especie reclamada
Ahora bien, si el inmueble o inmuebles que son objeto de la
acción estuvieren situados en distintos territorios
jurisdiccionales, será competente cualquiera de los jueces en
cuya comuna o agrupación de comunas estuvieren situados.
(artículo 135 COT)
Por último, conforme al artículo 137 del COT, “si una misma acción
tuviere por objeto reclamar cosas muebles e inmuebles, será juez
competente el del lugar en que estuvieren situados los inmuebles.”
Derecho Procesal Orgánico
“Esta regla es aplicable a los casos en que se entablen
conjuntamente dos o más acciones, con tal que una de ellas por lo menos
sea inmueble.”
Pero además de las reglas indicadas, existen otras normas
especiales de competencia relativa que priman sobre ellas:
a) Es competente para conocer de los interdictos posesorios el juez
de letras del territorio jurisdiccional en que estuvieren
situados los bienes a que se refieren. Si ellos, por su
situación, pertenecieren a varios territorios jurisdiccionales,
será competente el juez de cualquiera de éstos (artículo 143)
u) Será juez competente para conocer de los juicios de distribución
de aguas el de la comuna o agrupación de comunas en que se
encuentra el predio del demandado. Si el predio estuviere ubicado
en comunas o agrupaciones de comunas cuyo territorio
correspondiere a distintos juzgados, será competente el de
cualquiera de ellas (artículo 144)
v) Conocerá de todos los asuntos a que se refiere el Código de
Minas, el juez letrado que tenga jurisdicción en la comuna o
agrupación de comunas en que esté ubicada la pertenencia. Lo cual
se entiende sin perjuicio de las disposiciones especiales que se
establecen en el mismo Código de Minas, en este Código y en el de
Procedimiento Civil (artículo 146)
w) Será juez competente para conocer de las demandas sobre alimentos
deducidas por el cónyuge o por los hijos menores el de la
residencia del alimentario, pero si éste la hubiere cambiado por
abandono del hogar o rapto, será competente el del domicilio del
alimentante (artículo 147)
x) Será juez competente para conocer del juicio de petición de
herencia, del de desheredamiento y del de validez o nulidad de
disposiciones testamentarias, el del lugar donde se hubiere
abierto la sucesión del difunto con arreglo a lo dispuesto por el
artículo 955 del Código Civil (artículo 148)
y) Será juez competente en materia de quiebras, cesiones de bienes y
convenios entre deudor y acreedores el del lugar en que el
fallido o deudor tuviere su domicilio (artículo 154)
B) ASUNTOS DE JURISDICCIÓN VOLUNTARIA
Lo mismo que acontece con las reglas de competencia relativa en
asuntos contenciosos civiles, el artículo 134 del Código Orgánico de
Tribunales establece que, en general, es juez competente para
intervenir en un acto no contencioso el del domicilio del interesado;
regla que, a primera vista, pareciera ser de carácter general, cuando,
en realidad, viene a ser la excepción.
Veamos, pues, cuáles son los casos en que el tribunal competente
para intervenir en un acto de jurisdicción voluntaria no es el del
La Competencia
domicilio del interesado sino otro diverso, aun cuando, en el hecho,
ambos pueden coincidir:
a) Será juez competente para conocer de todas las diligencias
judiciales relativas a la apertura de la sucesión, formación de
inventarios, tasación y partición de los bienes que el difunto
hubiere dejado el del último domicilio del causante (artículo 148
inciso 2°)
Pero si la gestión versa sobre dación de posesión efectiva de
herencia, y la sucesión se abre en el extranjero deberá pedirse
en el lugar en que tuvo el causante su último domicilio en Chile,
o en el domicilio del que la pida si aquél no lo hubiere tenido
(artículo 149)
z) Será juez competente para conocer del nombramiento de tutor o
curador y de todas las diligencias que, según la ley, deben
preceder a la administración de estos cargos, el del lugar donde
tuviere su domicilio el pupilo, aunque el tutor o curador
nombrado tenga el suyo en lugar diferente (artículo 150)
El mismo juez será competente para conocer de todas las
incidencias relativas a la administración de la tutela o
curaduría, de las incapacidades o excusas de los guardadores y de
su remoción.
aa) En los casos de presunción de muerte por desaparecimiento, el
juez del lugar en que el desaparecido hubiere tenido su último
domicilio será competente para declarar la presunción de muerte y
para conferir la posesión provisoria o definitiva de los bienes
del desaparecido a las personas que justifiquen tener derecho a
ellos (artículo 151)
bb) Para nombrar curador a los bienes de un ausente o a una
herencia yacente, será competente el juez del lugar en que el
ausente o el difunto hubiere tenido su último domicilio
cc) Para nombrar curador a los derechos eventuales del que está
por nacer, será competente el juez del lugar en que la madre
tuviere su domicilio (artículo 152)
dd) Para aprobar o autorizar la enajenación, hipotecación o
arrendamiento de inmuebles, es competente el juez del lugar donde
éstos estuvieren situados (artículo 153)
C) ASUNTOS PENALES
Para facilitar el estudio de las reglas de competencia relativa en
asuntos penales, será necesario distinguir, según se trate de delitos
cometidos fuera del territorio de la República, o de delitos cometidos
dentro del territorio nacional.
1° Delitos cometidos fuera del territorio de la República
Excepcionalmente pueden juzgarse en Chile delitos cometidos en el
extranjero.
Derecho Procesal Orgánico
En efecto, conforme al artículo 6 del Código Orgánico de
Tribunales, quedan sometidos a la jurisdicción chilena los siguientes
crímenes y simples delitos perpetrados fuera del territorio:
1) Los cometidos por un agente diplomático o consular de la
República, en el ejercicio de sus funciones.
14) La malversación de caudales públicos, fraudes y exacciones
ilegales, la infidelidad en la custodia de documentos, la
violación de secretos, el cohecho, cometidos por funcionarios
públicos chilenos o por extranjeros al servicio de la República.
15) Los que van contra la soberanía o contra la seguridad
exterior del Estado, perpetrados ya sea por chilenos naturales,
ya por naturalizados, y los contemplados en el Párrafo 14 del
Título VI del Libro II del Código Penal, cuando ellos pusieren en
peligro la salud de habitantes de la República.
16) Los cometidos, por chilenos o extranjeros, a bordo de un
buque chileno en alta mar, o a bordo de un buque chileno de
guerra surto en aguas de otra potencia.
17) La falsificación del sello del Estado, de moneda nacional, de
documentos de crédito del Estado, de las Municipalidades o de
establecimientos públicos, cometida por chilenos, o por
extranjeros que fueren habidos en el territorio de la República.
18) Los cometidos por chilenos contra chilenos si el culpable
regresa a Chile sin haber sido juzgado por la autoridad del país
en que delinquió.
19) La piratería.
20) Los comprendidos en los tratados celebrados con otras
potencias.
21) Los sancionados por el Título I del Decreto No. 5 839, de 30
de septiembre de 1948, que fijó el texto definitivo de la Ley de
Defensa Permanente de la Democracia, cometidos por chilenos o por
extranjeros al servicio de la República.
De acuerdo con el artículo 167 del mismo Código Orgánico, de
dichos delitos conocerán los tribunales Garantía o Tribunales Orales en
lo penal de la Jurisdicción de la Corte de Apelaciones de Santiago.
¿Cuál? El que determine un autoacordado.
La Prórroga de Competencia
Se acostumbra definir la prórroga de competencia como el acto por
el cual las partes litigantes le otorgan competencia a un tribunal para
conocer de un determinado asunto judicial en circunstancias de que
naturalmente no la tiene.
En efecto, el artículo 181 del Código Orgánico de Tribunales
establece que “Un tribunal que no es naturalmente competente para
conocer de un determinado asunto, puede llegar a serlo si para ello las
partes, expresa o tácitamente, convienen en prorrogarle la competencia
para este negocio.”
Recordemos que lo que se prorroga es la competencia; la
jurisdicción es improrrogable.
Todo tribunal tiene jurisdicción, mas no así competencia; de
suerte que lo que las partes le otorgan, expresa o tácitamente, no
puede ser otra cosa que la competencia de la cual se halla privado para
conocer de un determinado asunto judicial.
La prórroga de competencia es una facultad de las partes y no del
tribunal, de ahí que el tribunal relativamente incompetente no pueda
negarse a aceptarla. Rige aquí en su integridad el principio de la
Inexcusabilidad.
a) Cuestiones de Competencia
Cuestión de competencia es aquella incidencia formulada por las
partes acerca de la falta de atribuciones del tribunal requerido para
conocer de un asunto determinado.
Señala el artículo 193 del COT que las cuestiones de competencia
se regirán por las reglas que señalen al efecto los Códigos de
Procedimiento y demás disposiciones legales.
El Código de Procedimiento Civil regla estas cuestiones de
competencia en los artículos 101 a 112.
El Código de Procedimiento Civil establece dos caminos o vías para
formular una cuestión de competencia:
1) La Vía Inhibitoria
2) La Vía Declinatoria
Así lo dispone el artículo 101 del CPC: “Podrán las partes
promover cuestiones de competencia por inhibitoria o por declinatoria.”
“Las que hayan optado por uno de estos medios, no podrán después
abandonarlo para recurrir al otro. Tampoco podrán emplearse los dos
simultánea ni sucesivamente.”
La cuestión de competencia por vía inhibitoria es aquella que se
intenta ante el tribunal a quien se cree competente, pidiéndole que se
dirija al que está conociendo del negocio para que se inhiba y le
remita los autos.
A ella se refiere el artículo 102 del CPC: “La inhibitoria se
intentará ante el tribunal a quien se crea competente, pidiéndole que
se dirija al que esté conociendo del negocio para que se inhiba y le
remita los autos.”
La cuestión de competencia por declinatoria, en cambio, se plantea
ante el tribunal a quien se cree incompetente para conocer un negocio
que le está sometido, indicándole cual es el que se estima competente y
pidiéndole que se abstenga de dicho conocimiento.
A ella se refiere el artículo 111 del CPC: “La declinatoria se
propondrá ante el tribunal a quien se cree incompetente para conocer de
un negocio que le esté sometido, indicándole cuál es el que se estima
competente y pidiéndole se abstenga de dicho conocimiento. Su
tramitación se sujetará a las reglas establecidas para los incidentes.”
Derecho Procesal Orgánico
b) Las Contiendas de Competencia
Las contiendas de competencia son conflictos que se suscitan entre
dos o más tribunales cuando todos ellos estiman que tienen competencia
para conocer de un determinado asunto judicial o que ninguno de ellos
la posee.
La contienda de competencia puede originarse al declarar de oficio
un tribunal su incompetencia para conocer de un tribunal en el cual se
ha requerido su intervención.
También puede originarse cuando las partes formulan una cuestión
de competencia, y los tribunales cuya competencia se ha puesto en duda
se estiman todos igualmente competentes, o bien, estiman todos que
ninguno tiene facultad para conocer del negocio.
En todo caso, sea cual fuere la forma u origen de la contienda de
competencia, en definitiva, algún tribunal tendrá que conocer del
asunto y de allí que sea preciso resolver la contienda.
Las contiendas de competencia admiten una doble clasificación:
1) Según el contenido de la contienda, ellas pueden clasificarse en:
– Contiendas Positivas de Competencia
– Contiendas Negativas de Competencia
Será positiva cuando todos los tribunales involucrados se estimen
igualmente competentes para conocer del asunto.
Será negativa cuando todos ellos se consideren incompetentes.
23) Según los tribunales en contienda, pueden clasificarse en:
– Contiendas entre tribunales ordinarios
– Contiendas entre tribunales especiales o entre un tribunal
ordinario y uno especial
– Contiendas entre un tribunal de justicia y una autoridad
política o administrativa
– Contienda entre tribunales arbitrales
– Contienda entre un tribunal arbitral y un tribunal ordinario o
especial
TRIBUNAL LLAMADO A DIRIMIR LA CONTIENDA DE COMPETENCIA
En conformidad al artículo 192 del COT, las contiendas de
competencia serán falladas en única instancia.
El tribunal llamado a dirimir la contienda dependerá de los
tribunales involucrados en ella.
1° Contienda entre tribunales ordinarios
La Competencia
Para determinar el tribunal llamado a resolver la contienda entre
tribunales ordinarios es preciso distinguir si dichos tribunales son de
igual o distinta jerarquía:
– Si son de la misma jerarquía, serán resueltas por el tribunal
que sea superior común de los que estén en conflicto.
– Si los tribunales fueren de distinta jerarquía, será
competente para resolver la contienda el superior de aquel que
tenga jerarquía más alta.
– Si dependieren de diversos superiores, iguales en jerarquía
resolverá la contienda el que sea superior del tribunal que
hubiere prevenido en el conocimiento del asunto.
2° Contiendas entre tribunales especiales o entre un tribunal
ordinario y uno especial
Las contiendas entre tribunales especiales o entre un tribunal
ordinario y uno especial, debe distinguirse se dependen o no de una
misma Corte de Apelaciones:
– Dependientes ambos de una misma Corte de Apelaciones, serán
resueltas por ella.
– Si dependieren de diversas Cortes de Apelaciones resolverá la
contienda la que sea superior jerárquico del tribunal que
hubiere prevenido en el conocimiento del asunto.
– Si no pudieren aplicarse las reglas precedentes, resolverá la
contienda la Corte Suprema.
3° Contiendas entre tribunales de justicia y autoridades políticas
o administrativas
Para determinar quien es llamado a dirimir las contiendas entre
tribunales de justicia y autoridades políticas o administrativas es
preciso distinguir:
– Si se produce entre estas autoridades y los tribunales
inferiores, resolverá la Corte Suprema.
– Si se produce entre dichas autoridades y los tribunales
superiores de justicia, corresponde resolver la contienda al
Senado.
4° Contiendas entre tribunales arbitrales
Para resolver las contiendas entre tribunales arbitrales se
aplican las mismas reglas que para los tribunales ordinarios y para
tales efectos los jueces árbitros de primera, de segunda o de única
instancia tendrán por superior, para los efectos de este artículo, a la
respectiva Corte de Apelaciones (inciso final del artículo 190 del COT)
5° Contiendas entre un tribunal arbitral y uno ordinario o uno
especial
Derecho Procesal Orgánico
Para resolver las contiendas entre un tribunal arbitral y uno
ordinario, se aplica la misma regla que tratándose de conflictos entre
tribunales ordinarios.
En cuanto a la forma de resolver de las contiendas entre un
tribunal arbitral y un tribunal ordinario, la ley nada dice. La opinión
mayoritaria estima que corresponde resolver a la Corte Suprema ya que
el tribunal arbitral se asimila a un tribunal ordinario para estos
efectos.
Estructura y Organización del Poder Judicial
I.- Legalidad
El principio de la legalidad en la organización de los tribunales
consiste en que los jueces deben, tanto en la tramitación de los
procesos, como en la dictación de los fallos, proceder con estricta
sujeción a la ley.
Este principio general a todos los órganos del Estado se encuentra
consagrado en los artículos 6 y 7 de la Constitución.
Conforme al artículo 6, los órganos del Estado deben someter su
acción a la Constitución y a las normas dictadas conforme a ella.
Por su parte, el artículo 7 señala que los órganos del Estado
actúan válidamente previa investidura regular de sus integrantes,
dentro de su competencia y en la forma que prescriba la ley.
Agrega que ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de
personas pueden atribuirse, ni aun a pretexto de circunstancias
extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente se
les hayan conferido en virtud de la Constitución o las leyes.
Por lo demás, el principio de la legalidad emana de la propia
esencia del Poder judicial, cuya misión, precisamente, es la de
administrar justicia, o sea, aplicar las leyes al caso concreto de
contienda o controversia sometido a su decisión.
Ello en relación con las normas que regulan el proceso; implica
que nadie puede ser juzgado por comisiones especiales, sino por el
tribunal que le señale la ley y que se halle establecido con
anterioridad por ésta.
Toda sentencia de un órgano que ejerza jurisdicción debe fundarse
en un proceso previo legalmente tramitado. Corresponderá al legislador
establecer siempre las garantías de un procedimiento y una
investigación racionales y justos.
En suma el principio de la legalidad comprende los siguientes
aspectos:
1) La organización y atribuciones de los tribunales de justicia.
Ellos deben encontrase establecidos con anterioridad y solo
pueden actuar dentro de las atribuciones que les han conferido la
Constitución y las leyes.
2) La Tramitación y fallo con arreglo a derecho. La Constitución
garantiza a todas las personas el derecho al debido proceso.
3) El Principio de Inexcusabilidad de los Tribunales. Los tribunales
no sólo tiene la facultad de conocer de los asuntos de su
competencia sino además el deber de hacerlo aunque no exista ley
que resuelva el conflicto.
Estructura y Organización del Poder Judicial
II.- Territorialidad
Este principio fundamental de organización judicial está
consagrado en el artículo 7 inciso 1° del Código Orgánico de
Tribunales, al decir: “Los tribunales sólo podrán ejercer su potestad
en los negocios y dentro del territorio que la ley les hubiere
respectivamente asignado.”
Por razones de orden y de buena marcha en la administración de
justicia, la ley distribuye la jurisdicción entre los diversos
tribunales que ella misma crea, asignándole a cada uno el conocimiento
de determinados negocios; como igualmente para que actúen en un
territorio determinado.
Agrega el inciso 2° del artículo antes mencionado: “Lo cual no
impide que en los negocios de que conocen puedan dictar providencias
que hayan de llevarse a efecto en otro territorio.”
Existen entonces excepciones al principio de la territorialidad:
1° Los Exhortos
Pero, en verdad, en este caso, el tribunal no actúa directamente
en otro territorio, sino a través o por intermedio del tribunal que
ejerce jurisdicción en ese otro territorio, mediante lo que se denomina
competencia delegada.
2° La Orden de Detención
La orden de detención es válida en todo el territorio de al
República sin necesidad de exhortar a otro tribunal para que la
despeche (artículo 283 del CPP)
3° La Inspección Personal del Tribunal
La inspección personal pueden de decretarla los tribunales para
llevarse a efecto aun fuera del territorio jurisdiccional en que se
sigue el juicio (artículo 403 CPC)
4°Artículo 6 del Código Orgánico
El conocimiento de los delitos a que se refiere el artículo 6 del
COT.
Si no están expresamente autorizados por la ley, los actos que
ejecuten los tribunales fuera de sus respectivos territorios
jurisdiccionales serán nulos, en virtud de lo dispuesto por el artículo
7 de la CPE.
III.- Independencia
Este otro principio fundamental de organización de los tribunales
se halla consagrado en el artículo 12 del Código Orgánico de
Derecho Procesal Orgánico
Tribunales, que dispone: “El Poder Judicial es independiente de toda
otra autoridad en el ejercicio de sus funciones.”
Presenta un doble aspecto, uno positivo y otro negativo:
– Positivo, en el sentido de que el Poder Judicial es libre,
soberano e independiente de los demás poderes públicos
(Independencia Funcional)
– Negativo, en cuanto a que al Poder Judicial le está
terminantemente prohibido intervenir y mezclarse en las
atribuciones o funciones de los demás poderes públicos
(Independencia Orgánica)
El aspecto positivo del principio fundamental de la independencia
del Poder Judicial está consagrado en los artículos 7 y 73 de la
Constitución Política del Estado, reforzados por los artículos 12 del
Código Orgánico de Tribunales y 222 del Código Penal referido a la
usurpación de funciones.
El negativo, en cambio, en los artículos 7 de la Constitución y en
el artículo 4 del Código Orgánico de Tribunales y 222 del Código Penal.
Dispone expresamente el artículo 4 del COT que: “Es prohibido al
Poder Judicial mezclarse en las atribuciones de otros poderes públicos
y en general ejercer otras funciones que las determinadas en los
artículos precedentes.”
Esta independencia del Poder Judicial o independencia objetiva,
sin embargo, no es suficiente por sí sola para atender los
requerimientos de justicia.
A ella debe sumarse también la independencia subjetiva del juez,
esto es, la imparcialidad del funcionario.
La independencia objetiva del Poder Judicial es instrumental a la
Imparcialidad o Independencia del Juez; si la Constitución consagra la
independencia del Poder Judicial lo hace con la finalidad de que ella
contribuya a la imparcialidad de los jueces.
Ahora bien, naturalmente el principio de independencia no es
absoluto ya que en la práctica se produce la interdependencia o
interrelación de los poderes públicos.
Así, por ejemplo, el Ejecutivo cuenta con el indulto presidencial;
y conjuntamente con el Poder legislativo intervienen en el nombramiento
de los magistrados.
A su vez, los tribunales pueden decidir la inaplicabilidad de una
ley en un caso concreto debido a su inconstitucionalidad.
Asimismo, los tribunales pueden prescindir de la aplicación de
decretos supremos y reglamentos del Presidente de la República si los
estima contrarios a la Constitución o la ley.
Estructura y Organización del Poder Judicial
IV.- Pasividad
Este principio fundamental de organización de los tribunales está
consagrado en el artículo 10 del Código Orgánico de Tribunales, que
dice: “Los tribunales no podrán ejercer su ministerio sino a petición
de parte, salvo los casos en que la ley los faculte para proceder de
oficio.”
La disposición legal transcrita consagra, entonces, las dos formas
clásicas de actuación de los tribunales: de oficio y a petición de
parte.
De oficio, sinónimo de proceder por propia iniciativa, sin
necesidad de requerimiento previo alguno, ni de persona, ni de ningún
organismo.
A petición de parte, equivalente a actuación previo requerimiento
o solicitud de parte interesada.
En el Derecho Civil, la regla general es que los tribunales actúen
previo requerimiento o petición de parte. La excepción es que, dentro
de esta materia, puedan actuar de oficio.
Podemos citar, entre estos casos de excepción, los siguientes:
1) La declaración de nulidad absoluta de los actos o contratos
cuando ella aparece de manifiesto (artículo 1683 del Código
Civil)
2) Las medidas para mejor resolver que pueden decretar los
tribunales, puesto el proceso en estado de sentencia (artículo
159 CPC)
3) La declaración de implicancia como causal de inhabilidad
(artículo 200 COT)
4) La declaración de inadmisibilidad de los recursos de apelación y
de casación (artículos 213, 781 y 804 CPC)
5) La casación de forma de oficio (artículo 776 CPC)
6) Etc.
La sanción civil asignada por nuestra legislación al acto
ejecutado por el juez de oficio, en circunstancias que ha debido sólo
actuar a petición de parte, es la nulidad de dicho acto, en virtud de
lo prescrito en el artículo 7 de la CPE.
Y si esa extralimitación de funciones recae en la dictación de la
sentencia definitiva, incurre en un vicio procesal llamado ultrapetita,
que autoriza interponer en contra de dicha sentencia recurso de
casación en la forma para obtener así su nulidad (artículo 768, N°4,
CPC)
Fuera de esta sanción civil, también hay sanción penal para el
magistrado que se extralimita en sus funciones, de conformidad a lo
preceptuado en los artículos 224 y 225, N°3, del Código Penal.
Derecho Procesal Orgánico
Ahora bien, así como la ley ha prohibido, por regla general, a los
jueces actuar de oficio, les ha impuesto, al mismo tiempo, la
obligación de ejercer su ministerio cada vez que son requeridos en la
forma legal.
Ella está consagrada en el inciso 2° del artículo 10 del Código
Orgánico de Tribunales, que dice: “Reclamada su intervención en forma
legal y en negocios de su competencia, no podrán excusarse de ejercer
su autoridad, ni aun por falta de ley que resuelva la contienda
sometida a su decisión.”
Luego, para que esta obligación pese sobre un magistrado con
fuerza legalmente obligatoria, se requiere la concurrencia copulativa
de dos requisitos:
a) Reclamo de la intervención del magistrado en forma legal, esto
es, de la manera o forma como los Códigos de Procedimientos se
encargan de señalar para cada caso particular.
b) Reclamo de la intervención del magistrado en negocios de su
competencia, o sea, en asuntos o materias de aquellas que la ley
ha entregado a su conocimiento.
La disposición legal comentada se pone todavía en el caso que no
exista ley que resuelva la contienda sometida a la decisión del
magistrado, e insiste en que esta circunstancia no será óbice para que
se excluya de ejercer su ministerio.
Y si no hay ley que resuelva el conflicto sometido a su decisión,
¿cómo lo decidirá?
El artículo 170, N°5 del Código de Procedimiento Civil viene en
auxilio del juez y le soluciona la dificultad o el problema, en el
sentido de permitirle aplicar en el fallo, a falta de ley, los
principios de equidad.
V.- Inamovilidad
El principio fundamental de organización de los tribunales,
llamado de la inamovilidad de sus miembros, por su trascendental
importancia, reconoce como fuente un precepto de orden constitucional.
En efecto, el artículo 80 de la Constitución Política del Estado
dispone: “Los jueces permanecerán en sus cargos durante su buen
comportamiento; pero los inferiores desempeñarán su respectiva
judicatura por el tiempo que determinen las leyes.”
De manera que la inamovilidad es un privilegio o garantía
consagrado en beneficio de los magistrados judiciales y que consiste en
que no pueden ser removidos de sus cargos mientras observen el buen
comportamiento exigido por la Constitución y las leyes y, en caso de
serlo, previa causa legalmente sentenciada, en que se demuestre la
falta de ese buen comportamiento.
Estructura y Organización del Poder Judicial
La inamovilidad tiende, a su vez, a asegurar el principio de la
independencia de los tribunales de justicia. Si los jueces no fueran
inamovibles, su independencia sería completamente ilusoria.
A pesar de la importancia manifiesta del principio de la
inamovilidad de los jueces, no es de carácter absoluto, pues tiene sus
limitaciones que la propia Constitución se encarga de establecer, o
bien que las entrega a las leyes.
No obstante lo anterior, los jueces cesarán en sus funciones:
1° Al cumplir 75 años de edad
La norma relativa a la edad no regirá respecto al Presidente de la
Corte Suprema, quien continuará en su cargo hasta el término de su
período.
2° Por renuncia o incapacidad legal sobreviniente
Entre las incapacidades sobrevinientes se cuenta la de haber sido
condenados por crimen o simple delito.
3° En caso de ser depuestos de sus destinos, por causa legalmente
sentenciada
Estos casos de excepción en que los magistrados pueden ser
removidos de sus funciones son los siguientes:
1) Por remoción acordada por la Corte Suprema en la forma
establecida en el inciso final del artículo 80 de la Constitución
Política del Estado, o sea, a requerimiento del Presidente de la
República, a solicitud de parte interesada, o de oficio, podrá
declarar que los jueces no han tenido buen comportamiento y,
previo informe del inculpado y de la Corte de Apelaciones
respectiva, en su caso, acordar su remoción por la mayoría del
total de sus componentes. Estos acuerdos se comunicarán al
Presidente de la República para su cumplimiento.
2) Por haber sido el juez mal calificado, pues en tal caso queda
removido de su cargo (artículo 278 bis COT: “El funcionario que
figure en lista Deficiente o, por segundo año consecutivo, en
lista Condicional, una vez firme la calificación respectiva,
quedará removido de su cargo por el solo ministerio de la ley. En
tanto no quede firme la mencionada calificación, el funcionario
quedará de inmediato suspendido de sus funciones”)
3) Por sentencia ejecutoriada recaída en el juicio de amovilidad, en
que se declare que el juez no tiene la buena comportación exigida
por la Constitución Política del Estado para permanecer en el
cargo (artículo 332, N°4, COT)
4) Por haber sido declarado responsable, criminal o civilmente por
delito cometido por el juez en razón de sus actos ministeriales
(artículo 332, N°9 COT)
5) Por la declaración de culpabilidad hecha por el Senado, con
respecto a los magistrados de los tribunales superiores de
Derecho Procesal Orgánico
justicia, por notable abandono de sus deberes, en conformidad a
los artículos 48 y 49 de la Constitución Política del Estado
(artículo 333 COT)
VI.- Responsabilidad
La responsabilidad que afecta a los funcionarios públicos en el
desempeño de sus funciones constituye un principio básico de todo el
Derecho Público.
La responsabilidad judicial es aquella que nace para el juez con
ocasión o motivo del desempeño de la labor judicial, sea por la omisión
de sus deberes o por exceder sus atribuciones, transgrediendo con ello
sus deberes ministeriales.
La responsabilidad como principio fundamental de organización de
los tribunales está consagrada en los artículos 79 de la Constitución
Política del Estado y 13 del Código Orgánico de Tribunales.
El primero de estos preceptos establece que: “Los jueces son
personalmente responsables por los delitos de cohecho, falta de
observancia en materia sustancial de las leyes que reglan el
procedimiento, denegación y torcida administración de justicia y, en
general, de toda prevaricación en que incurran en el desempeño de sus
funciones.”
“Tratándose de los miembros de la Corte Suprema, la ley
determinará los casos y el modo de hacer efectiva esta
responsabilidad.”
El segundo agrega que: “Las decisiones o decretos que los jueces
expidan en los negocios de que conozcan no les impondrán
responsabilidad sino en los casos expresamente determinados por la
ley.”
La responsabilidad de los jueces puede ser penal, civil
administrativa y política.
1° Responsabilidad penal y civil
Ahora bien, la responsabilidad penal y civil de los jueces por los
actos de su ministerio, recibe adecuada reglamentación en el título X,
párrafo 8°, artículos 324 y siguientes del Código Orgánico de
Tribunales, que determinan los casos en que un juez incurre en
responsabilidad y el modo o manera de hacerla efectiva.
Responsabilidad penal es aquella en que incurre un juez por
delitos que cometa en el ejercicio de su cargo, los que reciben la
denominación genérica de "prevaricación".
Responsabilidad civil, en cambio, es aquella en que puede incurrir
un juez por los daños o perjuicios que cause a virtud de conducta
dolosa o culposa en el ejercicio de su cargo, la cual, a falta de
preceptos especiales, está sometida a los principios generales del
derecho.
Estructura y Organización del Poder Judicial
El Código Orgánico establece ciertas limitaciones en orden a hacer
efectiva la responsabilidad civil y penal de los jueces:
a) No podrá hacerse efectiva la responsabilidad criminal o civil en
contra de un juez mientras no haya terminado por sentencia firme
la causa o pleito en que se supone causado el agravio.
ii) No puede deducirse acusación o demanda civil contra un juez
para hacer efectiva su responsabilidad criminal o civil si no se
hubieren entablado oportunamente los recursos que la ley franquea
para la reparación del agravio causado, ni cuando hayan
transcurrido seis meses desde que se hubiere notificado al
reclamante la sentencia firme recaída en la causa en que se
supone inferido el agravio.
Para las personas que no fueren las directamente ofendidas o
perjudicadas por el delito del juez cuya responsabilidad se
persigue, el plazo de seis meses correrá desde la fecha en que se
hubiere pronunciado sentencia firme.
jj) Ninguna acusación o demanda civil entablada contra un juez
para hacer efectiva su responsabilidad criminal o civil podrá
tramitarse sin que sea previamente calificada de admisible por el
juez o tribunal que es llamado a conocer de ella.
Esta admisibilidad debe determinarse en un juicio previo o
antejuicio, como también se le califica, llamado "querella de
capítulo”.
kk) De acuerdo con el artículo 331 del COT, ni en el caso de
responsabilidad criminal ni en el caso de responsabilidad civil
la sentencia pronunciada en el juicio de responsabilidad alterará
la sentencia firme.
Cabe señalar que en conformidad al artículo 330 del COT, siempre
que, por el examen de un proceso o de los datos o documentos
estadísticos, o por cualquier otro modo auténtico, llegaren a noticia
de un tribunal antecedentes que hagan presumir que un juez u oficial
del ministerio público de orden inferior a dicho tribunal ha cometido
en el ejercicio de sus funciones algún crimen, o simple delito, mandará
sacar compulsa de los antecedentes o datos que reciba al respecto, y
los hará pasar al oficial del ministerio público o al tribunal a quien
corresponda, para que entable en el término de seis días la respectiva
acusación contra el funcionario responsable.
2° Responsabilidad Administrativa
La responsabilidad administrativa o disciplinaria se hace efectiva
cuando el juez comete una falta o abuso en el ejercicio de sus
funciones y es independiente de la responsabilidad penal o civil.
Así lo señala el artículo 532 del COT: “Las providencias que
tomaren los jueces en el ejercicio de sus facultades disciplinarias se
entenderán sin perjuicio de formarse el proceso correspondiente al
Derecho Procesal Orgánico
empleado que hubiere faltado gravemente a sus deberes o cuya conducta
diere lugar a presumir que ha habido en ella dolo o malicia.”
Pueden existir casos en que la conducta del juez no alcanza a
constituir un delito, sin embargo, implica una trasgresión a su
conducta ministerial. Es aquí cuando adquiere mayor relevancia la
responsabilidad disciplinaria, la que puede hacerse efectiva de dos
formas:
– De oficio, a través de la jurisdicción disciplinaria que les
corresponde ejercer a los tribunales superiores de justicia
que deben vigilar la conducta ministerial de sus subalternos.
– A petición de parte, a través de la queja o a través del
recurso de queja.
3° Responsabilidad Política
Responsabilidad política o constitucional es aquella que afecta a
los magistrados de los tribunales superiores de justicia cuando
incurren en notable abandono de deberes.
Para hacer efectiva esta responsabilidad política se requiere de
una acusación por notable abandono de deberes patrocinada por cierto
número mínimo de diputados (10); y quien juzga como jurado es el Senado
de la República.
VII.- Publicidad
Este otro principio fundamental en que descansa la organización de
nuestros tribunales está consagrado en el artículo 9 del Código
Orgánico de Tribunales, que dice: “Los actos de los tribunales son
públicos, salvo las excepciones expresamente establecidas por la ley.”
Confirma este principio el artículo 380, N°3 del mismo Código, al
señalar entre las funciones de los Secretarios de Cortes o juzgados, la
de “Dar conocimiento a cualquiera persona que lo solicitare de los
procesos que tengan archivados en sus oficinas, y de todos los actos
emanados de la Corte o juzgado, salvo los casos en que el procedimiento
deba ser secreto en virtud de una disposición expresa de la ley.”
La publicidad es la mejor garantía de una buena y correcta
administración de justicia.
Si el tribunal actúa en conformidad a la ley, o sea, en forma
eficiente y honorable, no tiene por qué temer a la publicidad; al
contrario, debe ser su más grande aspiración.
Cualquiera persona puede, pues, imponerse de los procesos
judiciales, materializados en los expedientes, de las actuaciones que
los componen y de los demás actos emanados de los propios tribunales.
Naturalmente, como todos estos principios fundamentales, la
publicidad también tiene sus excepciones; y, para ser tales, deben
estar expresamente establecidas en la ley.
Estructura y Organización del Poder Judicial
Algunos casos en que las actuaciones judiciales revisten el
carácter de secretas, son los siguientes:
1) Los acuerdos de los tribunales colegiados, salvo que se estime
conveniente llamar al relator de la causa (artículo 81 COT)
2) Los juicios de filiación.
3) El pliego de posiciones mientras no se lleve a cabo la audiencia
de absolución de posiciones (artículo 387 del CPC)
4) El sumario en los juicios criminales, salvo las excepciones que
la propia ley establece (artículo 78 del Código de Procedimiento
Penal)
En el nuevo proceso penal y en conformidad al artículo 182 del
Código Procesal Penal, las actuaciones de investigación
realizadas por el ministerio público y por la policía serán
secretas para los terceros ajenos al procedimiento.
El imputado y los demás intervinientes en el procedimiento podrán
examinar los registros y los documentos de la investigación
fiscal y policial.
El fiscal podrá disponer que determinadas actuaciones, registros
o documentos sean mantenidas en secreto respecto del imputado o
de los demás intervinientes, cuando lo considerare necesario para
la eficacia de la investigación. En tal caso deberá identificar
las piezas o actuaciones respectivas, de modo que no se vulnere
la reserva y fijar un plazo no superior a cuarenta días para la
mantención del secreto.
El imputado o cualquier otro interviniente podrá solicitar del
juez de garantía que ponga término al secreto o que lo limite, en
cuanto a su duración, a las piezas o actuaciones abarcadas por
él, o a las personas a quienes afectare (artículo 182 del Código
Procesal Penal)
VIII.- Gratuidad
Este principio fundamental consiste en que la administración de
justicia debe ser esencialmente gratuita.
Sin embargo, su aplicación práctica da origen a diversas
cuestiones:
– ¿La función judicial debe ser gratuita o remunerada?
– Y, en caso de ser remunerada, ¿esta remuneración debe
soportarla el Estado o, por el contrario, las personas que
piden se ponga en movimiento la función, o sea, los propios
litigantes?
Acerca del primer problema, esto es, si la función judicial debe
ser gratuita o remunerada, la doctrina totalmente acorde contesta esta
interrogante, en el sentido de que la función de administrar justicia
Derecho Procesal Orgánico
debe ser remunerada, porque si así no lo fuere, su ejercicio sería sólo
patrimonio de los ricos; a lo que cabe agregar que si en la sociedad
actual toda función pública debe ser remunerada, con mayor razón debe
serlo la judicial, de por sí técnica, pesada y compleja.
Resuelta la primera cuestión, en cuanto a que la función judicial
debe ser remunerada, nace de inmediato la segunda, o sea, quién debe
soportar los gastos de esta remuneración, si el Estado o los
litigantes.
La doctrina también se ha uniformado en el sentido de que debe
soportarlos el Estado, porque la función judicial se ejerce en su
nombre, con miras al interés público, y de ser remunera los jueces por
los litigantes, se atentaría contra su decoro y serviría de magnífico
pretexto para sospechar de su indiscutible imparcialidad.
Sin embargo, establecido que el Estado debe soportar la
remuneración de los jueces, cabe aún preguntarse si esta remuneración
debe correr a cargo de la totalidad de los contribuyentes o sólo de
aquellos contribuyentes litigantes.
Tres teorías o doctrinas se han diseñado sobre el particular:
a) Una, sostiene que la remuneración de la magistratura debe ser
soportada por la totalidad de los contribuyentes, porque sería
injusto hacerla recaer sólo sobre los contribuyentes litigantes,
puesto que si recurren a los tribunales de justicia es en
atención a que atraviesan, precisamente, por un período de
apremio económico en sus vidas.
b) Otra, agrega que la remuneración de la magistratura debe ser
soportada exclusivamente por los contribuyentes litigantes,
porque es la única manera de poner atajo a la manía de litigar y
de evitar las demandas temerarias o de mala fe.
c) Una tercera, por fin, estima que la remuneración de la
magistratura, en principio, debe soportarla el Estado, ya que se
ejerce en su nombre y con miras al interés público; pero como en
último término el beneficiado es el litigante, deben imponerse a
éste cargas tributarias, aunque moderadas, que sirvan en parte al
Estado a sobrellevar los pesados gastos que la administración de
justicia le demanda.
En Chile, en esta materia, se ha seguido más bien la tercera
doctrina, llamada también ecléctica, la cual sostiene que la función
judicial debe ser remunerada por el Estado, pero que puede resarcirse
de esta carga imponiendo tributos a los contribuyentes litigantes.
En efecto, en nuestro país, los jueces son verdaderos funcionarios
públicos, y como tales son remunerados con los fondos generales de la
Nación.
Pero los litigantes, a su vez, deben soportar cargas tributarias
moderadas:
Estructura y Organización del Poder Judicial
– Algunas, van directamente a arcas fiscales, por ejemplo,
impuestos establecidos en la ley de timbres, estampillas y
papel sellado
– Otras, a beneficiar a determinados funcionarios auxiliares de
la administración de justicia por las actuaciones cumplidas en
razón de su ministerio, por ejemplo, derechos de los
receptores, notarios, conservadores, archiveros, etc. y
honorarios de los abogados; todo ello sin perjuicio de lo que
resuelva el tribunal, en definitiva, en materia de costas.
Por excepción, hay litigantes que están exentos de soportar estas
cargas tributarias y son aquellos que gozan del privilegio de pobreza,
el que puede revestir dos formas, según sea su fuente u origen.:
– Legal (artículos 593 y 600 COT)
– Judicial (artículo 591 COT)
IX.- Inavocabilidad
Este nuevo principio fundamental de organización judicial lo
hallamos consagrado en el artículo 8 del Código Orgánico de Tribunales,
que dice: "Ningún tribunal puede avocarse el conocimiento de causas o
negocios pendientes ante otro tribunal, a menos que la ley le confiera
expresamente esta facultad".
El término avocarse es sinónimo de llamar hacia sí, o de traer a
su conocimiento.
Lo encontramos empleado, tanto en el artículo 8 del Código
Orgánico de Tribunales ya citado, como en el artículo 76 de la
Constitución Política del Estado que establece que ni el Presidente de
la República ni el Congreso pueden, en caso alguno, ejercer funciones
judiciales, avocarse causas pendientes, revisar los fundamentos o
contenidos de sus resoluciones o hacer revivir procesos fenecidos.
En consecuencia, la inavocabilidad, en el fondo, es una
prohibición impuesta tanto al Presidente de la República como al
Congreso Nacional, frente al Poder judicial; y también a los diversos
tribunales de justicia del país entre sí.
Consiste en que radicado un juicio o asunto ante un tribunal
determinado, no puede otro tribunal o el propio Presidente o el
Congreso pretender conocer de él.
Es tal la importancia de este principio que, de no aceptarse ante
el derecho positivo, reinaría el caos en la administración de justicia.
Una excepción la encontramos establecida en el artículo 560 y 561
del Código Orgánico de Tribunales, que no hace sino que confirmar la
regla general de la inavocabilidad, al establecer las denominadas
visitas extraordinarias en cuya virtud, un ministro visitador puede
avocarse al conocimiento de un proceso pendiente ante el tribunal
visitado. Por cierto que este ministro en visita interviene en calidad
Derecho Procesal Orgánico
de juez de primera instancia y sus fallos son susceptibles de apelación
ante el superior jerárquico.
X.- Sedentariedad
Este principio fundamental de organización judicial implica la
idea de fijeza, o sea, que los jueces deben administrar justicia en
lugares y horas determinados.
De consiguiente, trata de evitar la existencia de tribunales
ambulantes.
Su estudio está íntimamente relacionado con las obligaciones de
residencia y asistencia que pesan sobre todos los magistrados
judiciales.
El artículo 311 del COT dispone que los jueces están obligados a
residir constantemente en la ciudad o población donde tenga asiento el
tribunal en que deban prestar sus servicios.
De acuerdo al artículo 312 del mismo cuerpo legal, están
igualmente obligados a asistir todos los días a la sala de su despacho,
y a permanecer en ella desempeñando sus funciones durante:
– Cuatro horas como mínimo cuando el despacho de causas
estuviere al corriente.
– Cinco horas, a lo menos, cuando se hallare atrasado.
Lo anterior se entenderá sin perjuicio de que el juez, cuando las
necesidades del servicio lo aconsejen, se constituya una vez a la
semana, a lo menos, en poblados que estén fuera de los límites urbanos
de la ciudad en que tenga su asiento el tribunal.
El artículo 312 bis, por su parte, indica que los jueces de
tribunales orales en lo penal tendrán obligación de asistir a su
despacho por 44 horas semanales.
Los jueces de juzgados de garantía deberán asistir a su despacho
por 44 horas semanales, debiendo establecerse un sistema o turno que
permita la disponibilidad de un juez de garantía en la jurisdicción
fuera del horario normal de atención de los tribunales.
Las obligaciones de residencia y asistencia diaria al despacho
cesan durante los días feriados. Son tales los que la ley determine y
los comprendidos en el tiempo de vacaciones de cada año, que comenzará
el 1 de febrero y durará hasta el primer día hábil de marzo (el llamado
feriado judicial).
Sin embargo, estas obligaciones subsisten durante el feriado
judicial tratándose de los jueces con jurisdicción criminal y
tratándose de los jueces civiles, respecto de las causas en que el
feriado no opera (artículos 313 y 314 del COT)
Estructura y Organización del Poder Judicial
XI.- Gradualidad
La gradualidad, como principio fundamental de organización
judicial, significa que la justicia siempre debe administrarse a través
de diversos tribunales, entre los cuales debe también existir una
verdadera gradación o jerarquía.
Se persigue, entonces, con este principio, que los juicios, en lo
posible, sean fallados, a lo menos, por dos tribunales con igualdad de
atribuciones o poderes.
Se sostiene que este sistema, conocido también con la denominación
de principio de la doble instancia, es el que ofrece mayores garantías
de acierto.
La palabra instancia no ha sido definida expresamente por el
legislador, a pesar de que la emplea en sus disposiciones con relativa
frecuencia.
En el Diccionario de la Lengua el vocablo instancia tiene un doble
significado:
a) En sentido corriente, es sinónimo de súplica, es decir, es la
acción del verbo instar.
b) En sentido técnico, en cambio, significa cada uno de los grados
jurisdiccionales que la ley tiene establecidos para ventilar y
sentenciar los juicios.
Para nosotros, instancia es cada uno de los grados
jurisdiccionales que la ley establece a fin de que los tribunales
puedan conocer y fallar los negocios sometidos a su decisión, con
facultad soberana para pronunciarse sobre todas las cuestiones de hecho
y de derecho que en ellos se plantean.
Decimos que es "cada uno de los grados", porque la instancia
implica la idea de etapas por las cuales atraviesa un asunto judicial.
De ahí que se diga que los tribunales conocen de los negocios
judiciales en única, primera o segunda instancia, según sea el número
de etapas o de grados por que atraviesen.
Agregamos que se trata de "grados jurisdiccionales fijados por la
ley", porque, en realidad, es ella la llamada a señalar si un asunto
judicial debe ser conocido en única, primera o segunda instancia por
los tribunales, y este señalamiento generalmente lo hace según la
cuantía del respectivo negocio.
Terminamos diciendo que los tribunales, al fallar estos negocios,
lo hacen con facultad soberana para pronunciarse sobre todas las
cuestiones de hecho y de derecho que en ellos se plantean a fin de
indicar el alcance de la jurisdicción ejercida por el tribunal y de
deslindar también la institución de la instancia con otras semejantes;
por ejemplo, con la casación, en la cual el campo de actuación del
Derecho Procesal Orgánico
tribunal está limitado a la finalidad u objetivo del correspondiente
recurso.
Ahora bien, los negocios judiciales, sean juicios o asuntos de
jurisdicción voluntaria, en atención a los diversos grados
jurisdiccionales por los que atraviesan, pueden clasificarse en:
– De única instancia
– De primera instancia
– De segunda instancia
Negocio judicial de única instancia es aquel en que la sentencia
que le pone término no es susceptible de recurso de apelación.
Negocio judicial de primera instancia es aquel en que la sentencia
que le pone término es susceptible de recurso de apelación.
Negocio judicial de segunda instancia es aquel que tiene por
objeto conocer del recurso de apelación que se ha deducido en contra de
una sentencia de primera instancia.
Tanto en la única como en la primera instancia, el tribunal debe:
– Oír ampliamente a las partes sobre todas las cuestiones de
hecho y de derecho que son materia del asunto sometido a su
decisión
– Recibir las pruebas que le rindan sin prejuzgar sobre su
eficacia
– Fallar todas las acciones y excepciones propuestas, so pena de
nulidad.
En ambas instancias el asunto comienza por demanda o solicitud,
según se trate de juicio o de gestión de jurisdicción voluntaria, y
termina por medio de la sentencia.
Sólo se diferencian en cuanto a los efectos de esta última; pues,
mientras en la única instancia adquiere el, carácter de firme y puede,
de consiguiente, ejecutarse desde que se notifica, en la primera
instancia la sentencia es susceptible de apelación, y para conocer sus
efectos será necesario esperar la suerte que corra este recurso.
La segunda instancia, en cambio, se inicia a virtud de la
interposición del recurso de apelación.
En consecuencia, el juicio o gestión ya están iniciados; se trata
simplemente de continuarlos en esta nueva instancia, y el objeto del
fallo de segunda instancia será revisar el de primera, para ver si está
o no ajustado a derecho.
Si lo está, se confirma sin dar mayores razones.
En caso contrario, se revoca o modifica el fallo de primera,
estampando los nuevos motivos que justifican esta actitud.
Estructura y Organización del Poder Judicial
Las pruebas se rinden en segunda instancia sólo en casos
excepcionales, y el fallo que en ella se dicte sólo puede modificar el
de primera en la medida señalada por el apelante, en el escrito de
apelación mediante sus peticiones concretas.
La instancia puede terminar, como también puede interrumpirse; y
puede terminar en forma normal o anormal, según sea la única, primera o
segunda instancia.
Termina en forma normal la única, primera o se segunda instancia a
virtud de sentencia definitiva.
De ahí también que el artículo 158 del Código de Procedimiento
Civil defina la sentencia definitiva diciendo que es la que pone fin a
la instancia, resolviendo la cuestión o asunto que ha sido objeto del
juicio.
En cambio, son formas anormales de terminación de la única o de la
primera instancia as siguientes:
a) El desistimiento de la demanda
b) El abandono de la instancia
c) La transacción de las partes
d) El sometimiento del negocio a la jurisdicción de un juez árbitro
e) La aceptación de las excepciones dilatorias de incompetencia y de
litis pendencia
f) La aceptación de las excepciones de cosa juzgada, transacción e
inadmisibilidad opuestas con el carácter de dilatorias.
Y son formas anormales de terminación de la segunda instancia:
a) La declaración de deserción de la apelación
b) La declaración de prescripción de la apelación
c) La aceptación de las excepciones, dilatorias de incompetencia y
de litis pendencia opuestas en la segunda instancia
d) La anulación de oficio del fallo de primera por defectos de forma
o la orden de devolver los autos a primera instancia para la
completación del fallo por omisiones del mismo.
Por último, son casos de interrupción de la instancia cuando:
a) Se opone una excepción dilatoria y mientras ella no se resuelva
b) Se interpone un recurso de apelación y se concede en ambos
efectos
c) Acontece el feriado judicial o se interponen días festivos o
inhábiles
d) Fallece el mandatario judicial o fallece la parte que litiga
personalmente, etc.
LA CORTE SUPREMA Y EL RECURSO DE CASACIÓN
Derecho Procesal Orgánico
Al estudiar la competencia de la Corte Suprema, en su oportunidad
veremos que entre los asuntos más fundamentales entregados a su
conocimiento figura el recurso de casación en el fondo.
Este recurso de casación es de dos clases: de forma y de fondo; y
difieren en su objetivo, en su procedencia, en su extensión, ya en el
tribunal llamado a conocer de ellos.
En líneas generales, diremos que el recurso de casación en la
forma es un recurso extraordinario, que tiene por objeto anular una
sentencia cuando ha sido dictada en un procedimiento vicioso, o bien
cuando en su pronunciamiento se han omitido los requisitos de forma que
para ellas establece la ley.
Este recurso procede en contra de las sentencias definitivas y de
las sentencias interlocutorias que ponen término al juicio o hacen
imposible su prosecución, ya sea que se trate de sentencia de única,
primera o segunda instancia y de ciertas interlocutorias de segunda
instancia.
El recurso de casación en la forma es de la competencia del
tribunal inmediatamente superior en grado jerárquico a aquel que
pronunció la sentencia que se trata de anular; y, al ser acogido, el
tribunal superior se limita a invalidar la sentencia recurrida y a
ordenar al inferior no inhabilitado que dicte nueva sentencia,
subsanando los vicios o defectos de forma que motivaron el recurso,
salvo los casos en que esto último lo cumple el mismo tribunal superior
por expresa disposición legal.
De consiguiente, el recurso de casación en la forma no es
privativo de la Corte Suprema, y menos puede equipararse con la
instancia, dado su campo de actuación manifiestamente restringido a la
causal o causales que lo motivan.
El recurso de casación en el fondo, aun cuando también es un
recurso extraordinario, en cambio, es de la competencia exclusiva de la
Corte Suprema; procede en contra de las sentencias definitivas o
interlocutorias que ponen término al juicio o hacen imposible su
prosecución, pronunciadas por las Cortes de Apelaciones, o sea, con el
carácter de inapelables, y tiene como finalidad u objetivo anular una
sentencia cuando ha sido pronunciada con infracción de ley y siempre
que esta infracción haya influido sustancialmente en lo dispositivo del
fallo.
Si la Corte Suprema acoge el recurso de casación en el fondo,
dicta dos sentencias:
Una, llamada de casación, que es la que analiza los fundamentos
del recurso y declara que la sentencia recurrida debe ser anulada
Otra, llamada de reemplazo, la cual, como su nombre lo indica,
viene a substituir la sentencia recurrida, que se acaba de invalidar.
Ahora bien, la Corte Suprema, al conocer de un recurso de casación
en el fondo, no lo hace a virtud de una instancia judicial.
Estructura y Organización del Poder Judicial
En otros términos, el recurso de casación en el fondo no es una
instancia judicial.
Recordemos que en la instancia, el tribunal tiene facultades
soberanas para pronunciarse sobre todas las cuestiones, tanto de hecho
como de derecho, debatidas en el juicio.
Si estamos en la única o primera instancia, el juez en su
sentencia establece los hechos del juicio, de acuerdo con el mérito de
la prueba rendida, y luego aplica la ley, resolviendo la cuestión
sometida a su decisión.
Si estamos en la segunda instancia, el tribunal de alzada revisa
el fallo de primera, estudia si ese fallo está de acuerdo con el mérito
del proceso, o sea, con lo alegado v probado por las partes, y si está
conforme a derecho, es decir, con la ley positiva que resuelve el
conflicto.
En caso afirmativo, se limita a confirmar el fallo de primera
instancia.
En caso negativo, establece nuevos hechos y aplica la ley que debe
darnos la solución del juicio, frente a los hechos así establecidos.
¿Cuál es, en cambio, la labor de la Corte Suprema al conocer y
fallar un recurso de casación en el fondo?
Se limita a dar por reproducidos los hechos en la misma forma como
vienen en la sentencia recurrida; y luego estudia si la ley ha sido o
no bien aplicada.
En caso afirmativo, el recurso debe ser rechazado.
En caso negativo, debe ser acogido, anulándose la sentencia
recurrida, y dictándose una nueva sentencia, en la cual se hará una
correcta aplicación de la ley que fue infringida.
La labor de la Corte Suprema, dentro del recurso de casación en el
fondo, es, pues, de mero derecho y tiende, en consecuencia, a que la
ley sea uniformemente aplicada.
No hay, por lo tanto, posibilidad de confundir la instancia
judicial con la casación de fondo.
Difieren en que mientras en la instancia judicial el juez es
soberano en la apreciación de las cuestiones de hecho y de derecho que
constituyen el juicio; en la casación de fondo a la Corte Suprema le
está vedado entrar a conocer de los hechos y debe darlos por
reproducidos en la misma forma como vienen establecidos en la sentencia
recurrida, sólo puede modificar el derecho, o sea, resolver sobre la
genuina y correcta aplicación de la ley en el caso concreto sometido a
su decisión.
Como consecuencia de lo anterior, difieren también en que mientras
en la instancia judicial el tribunal puede recibir toda clase de
pruebas para acreditar los hechos cuyo valor probatorio apreciará en la
sentencia definitiva; en la casación de fondo el tribunal supremo no
Derecho Procesal Orgánico
puede recibir prueba alguna que tienda a alterar los hechos en la forma
como ya vienen establecidos en la sentencia recurrida.
Estructura y Organización del Poder Judicial
A) FUNCIONAMIENTO ORDINARIO
El funcionamiento ordinario puede ser:
– En sala
– En Pleno
1° Funcionamiento Ordinario en Sala
Es la regla general. De acuerdo con el artículo 66 del COT, el
conocimiento de todos los asuntos entregados a la competencia de las
Cortes de Apelaciones pertenecerá a las salas en que estén divididas, a
menos que la ley disponga expresamente que deban conocer de ellos en
pleno.
Cada sala representa a la Corte en los asuntos de que conoce.
En caso que ante una misma Corte de Apelaciones se encuentren
pendientes distintos recursos de carácter jurisdiccional que incidan en
una misma causa, cualesquiera sea su naturaleza, éstos deberán
acumularse y verse conjunta y simultáneamente en una misma sala. La
acumulación deberá hacerse de oficio, sin perjuicio del derecho de las
partes a requerir el cumplimiento de esta norma. En caso que, además de
haberse interpuesto recursos jurisdiccionales, se haya deducido recurso
de queja, éste se acumulará a los recursos jurisdiccionales, y deberá
resolverse conjuntamente con ellos.
Ahora bien, el principio es que las Cortes funcionan en una sala.
Sin embargo:
– Las Cortes de Apelaciones de Arica, Antofagasta, La Serena,
Rancagua, Talca, Temuco y Valdivia se dividirán en dos salas
– La Corte de Apelaciones de Valparaíso en cinco
– La Corte de Apelaciones de Concepción en seis salas
– La Corte de Apelaciones de San Miguel en seis salas
– La Corte de Apelaciones de Santiago en diez
salas.
Los Tribunales Ordinarios de Justicia
Cada una de las salas en que se dividan ordinariamente las Cortes
de Apelaciones, tendrán tres ministros, a excepción de la primera sala
que constará de cuatro.
Para la constitución de las diversas salas en que se dividan las
Cortes de Apelaciones para su funcionamiento ordinario, se sortearán
anualmente los miembros del tribunal, con excepción de su Presidente,
el que quedará incorporado a la Primera Sala, siendo facultativo para
él integrarla. El sorteo correspondiente se efectuará el último día
hábil de enero de cada año.
Las salas no podrán funcionar sin la concurrencia de tres jueces
como mínimum.
Los Presidentes de las salas tienen entre otras, las siguientes
funciones:
1) Presidir la sala
2) Abrir y cerrar las sesiones, anticipar o prorrogar las horas del
despacho en caso que así lo requiera algún asunto urgente y grave
y convocar extraordinariamente al tribunal cuando fuere
necesario.
3) Mantener el orden dentro de la sala del tribunal, amonestando a
cualquiera persona que lo perturbe y aún haciéndole salir de la
sala en caso necesario.
4) Dirigir los debates del tribunal, concediendo la palabra a los
miembros que la pidieren.
5) Fijar las cuestiones que hayan de debatirse y las proposiciones
sobre las cuales haya de recaer la votación.
6) Poner a votación las materias discutidas cuando el tribunal haya
declarado concluido el debate.
E) Implicancias y Recusaciones
Las implicancias y recusaciones son causas legales que, una vez
constatadas y declaradas, hacen que un juez con competencia suficiente
para conocer de un determinado negocio judicial deje de tenerla, en
razón de carecer de la imparcialidad necesaria para intervenir en él.
Puede decirse que las causales de inhabilidad de los jueces pueden
clasificarse, según las causales que las motivan, en implicancias y
recusaciones.
Las implicancias y recusaciones han sido establecidas por el
legislador con el objeto de mantener entre las partes litigantes una
perfecta y completa igualdad frente al juez llamado a juzgarlas.
Si el juez no mantiene esta igualdad, significa que también carece
de la correspondiente y necesaria imparcialidad; esto es, que su fallo
se inclinará a favor de un aparte y en desmedro de la otra, por razones
ajenas a las disposiciones legales llamadas a resolver el conflicto
ante él planteado.
Hay pues, también razones de decoro y de prestigio para la
magistratura que aconsejan separar a ese juez del conocimiento de un
asunto judicial, a pesar de ser absoluta y relativamente competente.
Pero como la administración de justicia no puede paralizarse,
declarada la implicancia o recusación, y como estas afectan a la
persona del juez, más no al tribunal llamado a conocer del asunto
judicial, se produce el reemplazo del juez por otro a quien no le
afecten estas causales de inhabilidad; reemplazo que se efectúa en
conformidad a las reglas de subrogación o de integración que más
adelante se estudiarán.
En consecuencia, las reglas de subrogación e integración son el
complemento indispensable de las normas de implicancia y recusación; al
extremo que, sin las primeras, las segundas serían realmente
inaplicables, a menos que aceptáramos en determinados casos la
paralización total y absoluta de la administración de justicia.
Las implicancias y recusaciones se encuentran reglamentadas en los
artículo 194 a 205 del Código Orgánico de Tribunales y en el Código de
Procedimiento Civil, artículos 113 y siguientes.
En cuanto a su campo de aplicación, a pesar de que el artículo 194
se refiere a los jueces, lo cierto es que comprende tanto a los
tribunales unipersonales como colegiados, incluyéndose en estos últimos
a los abogados integrantes.
Se aplican también a:
– Los funcionarios auxiliares de la administración de justicia
(artículos 483 a 491 del COT)
– Los Jueces árbitros (artículo 243 del COT)
Derecho Procesal Orgánico
– Los Secretarios de los Jueces Árbitros (artículo 632 CPC)
– Los Peritos (artículo 113 del CPC)
El artículo 194 del COT dispone que: “Los jueces pueden perder su
competencia para conocer determinados negocios por implicancia o por
recusación declaradas, en caso necesario, en virtud de causas legales.”
Por su parte el artículo 113 señala que: “Sólo podrá inhabilitarse
a los jueces y a los auxiliares de la Administración de Justicia para
que intervengan en un negocio determinado, en los casos y por las
causas de implicancia o recusación que señala el Código Orgánico de
Tribunales.”
“Para inhabilitar a los peritos, la parte a quien pueda perjudicar
su intervención, deberá expresar y probar alguna de las causas de
implicancia o recusación determinadas para los jueces, en cuanto sean
aplicables a aquéllos.”
“Si la recusación afectare a un abogado integrante, el Presidente
de la respectiva Corte procederá de inmediato a formar sala, salvo que
ello no fuera posible por causa justificada.”
a) Implicancias
Son verdaderas prohibiciones establecidas por la ley, en cuya
virtud los jueces no pueden conocer de un determinado asunto.
Estas implicancias son normas de orden público y por ende no
pueden renunciarse por las partes. El juez que falla con manifiesta
implicancia a sabiendas, comete delito (artículo 224 N°7 Código Penal)
En conformidad al artículo 200 del COT, “La implicancia de los
jueces puede y debe ser declarada de oficio o a petición de parte.”
b) Recusaciones
Las recusaciones son los medios que la ley concede a las partes
para impedir que un juez entre a conocer de un determinado asunto
cuando carece de la imparcialidad necesaria.
Las causales de recusación han sido establecidas exclusivamente en
favor de las partes y, por lo tanto, son esencialmente renunciables.
Causales de Recusación
Las causales de recusación están en el artículo 196 del Código
Orgánico de Tribunales.
Son causas de recusación:
1) Ser el juez pariente consanguíneo simplemente ilegítimo en toda
la línea recta y en la colateral hasta el cuarto grado inclusive,
Derecho Procesal Orgánico
o consanguíneo legítimo en la línea colateral desde el tercero
hasta el cuarto grado inclusive, o afín hasta el segundo grado
también inclusive, de alguna de las partes o de sus
representantes legales.
2) Ser el juez ascendiente o descendiente ilegítimo, hermano o
cuñado legítimo o natural del abogado de alguna de las partes.
3) Tener el juez superior alguno de los parentescos designados en el
inciso precedente o en el número 4. del artículo 195, con el juez
inferior que hubiere pronunciado la sentencia que se trata de
confirmar o revocar.
4) Ser alguna de las partes sirviente, paniaguado o dependiente
asalariado del juez, o viceversa.
5) Ser el juez deudor o acreedor de alguna de las partes o de su
abogado; o serlo su consorte o alguno de sus ascendientes,
descendientes o parientes colaterales dentro del segundo grado.
Sin embargo, no tendrá aplicación la causal del presente número
si una de las partes fuere alguna de las instituciones de
previsión fiscalizadas por la Superintendencia de Seguridad
Social, la Asociación Nacional de Ahorro y Préstamo, o uno de los
Servicios de Vivienda y Urbanización, a menos que estas
instituciones u organismos ejerciten actualmente cualquier acción
judicial contra el juez o contra alguna otra de las personas
señaladas o viceversa.
40) Tener alguno de los ascendientes o descendientes simplemente
ilegítimos del juez o los parientes colaterales del mismo dentro
del segundo grado, causa pendiente que deba fallar como juez
alguna de las partes.
41) Tener alguno de los ascendientes o descendientes simplemente
ilegítimos del juez o los parientes colaterales del mismo dentro
del segundo grado, causa pendiente en que se ventile la misma
cuestión que el juez deba fallar.
42) Tener pendiente alguna de las partes pleito civil o criminal
con el juez, con su consorte, o con alguno de sus ascendientes,
descendientes o parientes colaterales dentro del segundo grado.
Cuando el pleito haya sido promovido por alguna de las partes,
deberá haberlo sido antes de la instancia en que se intenta la
recusación.
43) Haber el juez declarado como testigo en la cuestión
actualmente sometida a su conocimiento.
44) Haber el juez manifestado de cualquier modo su dictamen sobre
la cuestión pendiente, siempre que lo hubiere hecho con
conocimiento de ella.
45) Ser alguno de los ascendientes o descendientes ilegítimos del
juez o alguno de sus parientes colaterales dentro del segundo
Implicancias y Recusaciones
grado, instituido heredero en testamento por alguna de las
partes.
46) Ser alguna de las partes heredero instituido en testamento
por el juez.
47) Ser el juez socio colectivo, comanditario o de hecho de
alguna de las partes, serlo su consorte o alguno de los
ascendientes o descendientes del mismo juez, o alguno de sus
parientes colaterales dentro del segundo grado.
48) Haber el juez recibido de alguna de las partes un beneficio
de importancia, que haga presumir empeñada su gratitud.
49) Tener el juez con alguna de las partes amistad que se
manifieste por actos de estrecha familiaridad.
50) Tener el juez con alguna de las partes enemistad, odio o
resentimiento que haga presumir que no se halla revestido de la
debida imparcialidad.
51) Haber el juez recibido, después de comenzado el pleito,
dádivas o servicios de alguna de las partes, cualquiera que sea
su valor o importancia.
52) Ser parte o tener interés en el pleito una sociedad anónima
de que el juez sea accionista.
No constituirá causal de recusación la circunstancia de que una de
las partes fuere una sociedad anónima abierta.
Pero lo prevenido no regirá cuando concurra la causal señalada en
el N°8 de este artículo.
Tampoco regirá cuando el juez, por sí solo o en conjunto con
alguna de las personas indicadas en el numerando octavo, fuere dueño de
más del diez por ciento del capital social. En estos dos casos existirá
causal de recusación.
Diferencias entre las Implicancias y las Recusaciones
a) Desde luego, las causales constitutivas de las implicancias
difieren de las causales constitutivas de las recusaciones,
siendo las primeras de mayor gravedad que las últimas.
b) Por lo mismo, las implicancias no pueden renunciarse, en tanto
que las causales de recusación son perfectamente renunciables.
c) Las implicancias, por la mayor gravedad que revisten deben ser
declaradas de oficio por el tribunal, mientras que las
recusaciones se hacen valer a petición de parte.
d) El juez que falla con manifiesta implicancia a sabiendas comete
un delito; el juez legalmente recusado en iguales circunstancias
no comete un delito.
e) La causal de implicancia, por el solo hecho de concurrir,
constituye vicio de casación; en cambio, la recusación, para
Derecho Procesal Orgánico
constituir causal de casación debe haber sido declarada, o
hallarse pendiente su declaración (artículo 768 N°2 del CPC)
f) El tribunal que conoce de una y de otra son distintos.
Obligaciones que Pesan sobre el Juez que se Considera Inhabilitado
Los jueces que se consideren comprendidos en alguna de las causas
legales de implicancia o recusación, deberán tan pronto como tengan
noticia de ello, hacerlo constar en el proceso, declarándose
inhabilitados para continuar funcionando, o pidiendo se haga esta
declaración por el tribunal de que formen parte.
No obstante se necesitará de solicitud previa para declarar la
inhabilidad de los jueces de la Corte Suprema y de la Cortes de
Apelaciones, fundada en cualquiera de las causales de recusación y la
de los demás jueces producida por el hecho de ser parte o tener interés
en el pleito una sociedad anónima de que éstos sean accionistas, sin
perjuicio en uno y otro caso de que se haga constar en el proceso la
existencia de la causal (artículo 199 del COT)
En otras palabras, para determinar la obligación del juez que se
considera inhabilitado, debemos distinguir si se trata de una causal de
implicancia o de una causal de recusación.
1° Causales de recusación
Si se trata de un causal de recusación, habrá que distinguir
nuevamente si afecta a un juez de un tribunal unipersonal o de un
tribunal colegiado.
Si la causal de recusación afecta a un juez de un tribunal
unipersonal, el juez deberá hacerlo constar en el proceso y declararse
inhabilitado para seguir conociendo de la causa.
Pero esta regla tiene una excepción, si la causal de recusación es
la de ser parte o tener interés en el pleito una sociedad anónima de
que sea accionista se necesitará de solicitud previa para declarar la
inhabilidad. De manera que en este caso únicamente tiene la obligación
de dejar constancia de la inhabilidad.
Ahora bien, habiéndose dejado constancia de la causal, la parte a
quien, según la presunción de la ley, pueda perjudicar la falta de
imparcialidad que se supone en el juez, deberá alegar la inhabilidad
correspondiente dentro del plazo de cinco días contados desde que se le
notifique la declaración respectiva.
Si así no lo hiciere, se considerará renunciada la correspondiente
causal de recusación.
Durante este plazo, el juez se considerará inhabilitado para
conocer de la causa (artículo 125 del CPC)
Si el juez no cumple con la obligación de dejar constancia y
declarar la causal de recusación, la parte a quien según la presunción
de la ley, puede perjudicar la falta de imparcialidad que se supone en
Implicancias y Recusaciones
el juez, puede igualmente alegar la causal a través del correspondiente
incidente.
Es importante tener claro que, en conformidad al artículo 200 del
COT, la recusación sólo podrá entablarse por la parte a quien según la
presunción de la ley, puede perjudicar la falta de imparcialidad que se
supone en el juez.
Si la causal de recusación afecta a un juez de un tribunal
colegiado, el juez que se considere inhabilitado se limitará a dejar
constancia en el proceso de la existencia de la causal.
Igualmente la parte interesada deberá alegarla dentro del plazo de
5 días contados desde la notificación de la resolución respectiva.
Si el juez no la declara, igualmente la parte a quien afecta la
causal puede alegarla a través del respectivo incidente.
Ahora bien, en conformidad al artículo 124 del CPC, antes de pedir
la recusación de un juez al tribunal que deba conocer del incidente,
podrá el recusante ocurrir al mismo recusado, si funciona solo, o al
tribunal de que forme parte, exponiéndole la causa en que la recusación
se funda y pidiéndole la declare sin más trámite.
Esto es lo que se conoce como recusación amistosa.
Rechazada esta solicitud, podrá deducirse la recusación ante el
tribunal correspondiente.
2° Causales de implicancia
Las causales de implicancia deben ser declaradas de oficio por el
juez que se considere afectado por ellas, sin perjuicio de que si no lo
hace, igualmente cualquiera de las partes podrán alegar la causal a
través del correspondiente incidente.
APLICACIÓN DE LAS CAUSALES DE IMPLICANCIA Y RECUSACIÓN A LOS ABOGADOS
INTEGRANTES
Las causales de implicancia y recusación también afectan a los
abogados integrantes.
Pero conforme al artículo 198 del COT, además de las causales de
implicancia o recusación de los jueces, que serán aplicables a los
abogados llamados a integrar la Corte Suprema o las Cortes de
Apelaciones, será causal de recusación respecto de ellos la
circunstancia de patrocinar negocios en que se ventile la misma
cuestión que debe resolver el tribunal.
Por otra parte, las recusaciones presentan a su respecto ciertas
particularidades.
Los abogados o procuradores de las partes podrán, por medio del
relator de la causa, recusar sin expresión de causa a uno de los
abogados de la lista, no pudiendo ejercer este derecho sino respecto de
dos miembros aunque sea mayor el número de partes litigantes.
Derecho Procesal Orgánico
Esta recusación deberá hacerse antes de comenzar la audiencia en
que va a verse la causa, cuando se trate de abogados que hayan figurado
en el acta de instalación del respectivo tribunal, o en el momento de
la notificación la integración a las partes en los demás.
Esta recusación está afecta a un impuesto especial que se paga en
estampillas y cuya cuantía varía según se trate de las Cortes de
Apelaciones o de la Corte Suprema (artículo 198 del COT)
Tribunal Competente para conocer de las Implicancias y Recusaciones
Como ya se dijo, una de las diferencias entre las implicancias y
recusaciones está en el tribunal llamado a conocer de una y otra.
1° Tribunal competente para conocer de las recusaciones
La regla es que su conocimiento corresponde al superior jerárquico
del juez que se trata de inhabilitar.
Excepciones:
– De la recusación de los miembros de la Corte Suprema conoce la
Corte de Apelaciones de Santiago.
– De la recusación de un Juez árbitro conoce el juez de letras
del lugar donde se sigue el juicio.
– La Recusación amistosa.
2° Tribunal competente para conocer de las implicancias
De la implicancia de jueces que sirven en tribunales
unipersonales, conocerán ellos mismos (artículo 202 del COT)
De la implicancia de jueces que sirven en tribunales colegiados
conocerá el tribunal mismo con exclusión del miembro o miembros de cuya
implicancia se trata (artículo 203)
Instancia en que se Fallan las Inhabilidades
Sobre el particular hay una regla y 3 excepciones.
La regla es que las sentencias que se dicten en los incidentes de
implicancia o recusación son inapelables, es decir, se resuelven en
única instancia.
Excepciones:
– Cuando la sentencia la pronuncia un juez de un tribunal
unipersonal desechando la implicancia ante él deducida.
– Cuando la sentencia la pronuncia un juez de un tribunal
unipersonal acogiendo o aceptando la recusación amistosa.
– Cuando la pronuncia un juez de un tribunal unipersonal
declarándose de oficio inhabilitado por una causal de
recusación.
¿Quién conoce de estas apelaciones?
Implicancias y Recusaciones
Conoce el tribunal a quien corresponde o correspondería conocer de
la segunda instancias de la causa en que la implicancia o recusación
inciden.
Y si se trata de un juez árbitro de única o segunda instancia,
conoce la Corte de Apelaciones respectiva (artículo 205 del COT)
Derecho Procesal Orgánico
I.- La Subrogación
Las reglas de la subrogación operan en los casos en que el Juez
falte o no pueda intervenir en determinadas causas.
En conformidad al artículo 214 del COT, para los efectos de la
subrogación, se entenderá también que falta el juez, si no hubiere
llegado a la hora ordinaria de despacho, o si no estuviere presente
para evacuar aquellas diligencias que requieran su intervención
personal, como son las audiencias de pruebas, los remates, los
comparendos u otras semejantes, de todo lo cual dejará constancia, en
los autos, el secretario que actúe en ellos.
En tales casos, la subrogación sólo durará el tiempo de la
ausencia.
Hay que tener presente que por regla general el subrogante no
dicta sentencia definitiva.
En efecto, el artículo 214 del COT establece que los subrogantes
sólo podrán dictar sentencias definitivas en aquellos negocios en que
conozcan por inhabilidad, implicancia o recusación del titular.
Subrogación e Integración de los Tribunales
Pero esta limitación no regirá cuando el subrogante sea un juez de
letras, el defensor público o el secretario del respectivo juzgado.
Es decir, puede el subrogante dictar sentencia definitiva en el
caso que sea:
– Un juez de letras
– El defensor público
– El secretario del respectivo tribunal.
Ahora bien, para establecer a quien corresponde subrogar a un
determinado juez, es preciso distinguir según se trate de un juez de
garantía, de un juez de juicio oral en lo penal o de un juez de letras.
Pero además, las reglas de subrogación también son aplicables a
los tribunales superiores de justicia, de manera que es preciso también
ver como opera la subrogación respecto de ellos.
II.- La Integración
La integración tiene lugar únicamente respecto de los tribunales
superiores de justicia, esto es, en las Cortes de Apelaciones y en la
Corte Suprema.
Así, para ver quienes están llamados a integrar es preciso
distinguir la integración de las Cortes de Apelaciones y la integración
de la Corte Suprema.
a) El Contrato de Compromiso
El contrato de compromiso es un acuerdo de voluntades por el cual
las partes sustraen determinados asuntos litigiosos presentes o futuros
del conocimiento de la justicia ordinaria y los someten al fallo de uno
o más árbitros que se designan.
El contrato de compromiso es solemne consistiendo la solemnidad en
la escrituración, en otras palabras, debe siempre constar por escrito.
Dicho escrito puede ser un instrumento público o privado.
Este documento, en el que se deja constancia de la celebración del
contrato de compromiso, por expresa disposición de la ley, debe
contener:
1) El nombre y apellido de las partes litigantes.
2) El nombre y apellido del árbitro nombrado.
3) El asunto sometido al juicio arbitral.
4) Las facultades que se confieren al árbitro.
Derecho Procesal Orgánico
5) El lugar y tiempo en que deba desempeñar sus funciones (artículo
234 COT)
Para determinar las consecuencias que se siguen de la omisión de
alguna de estas menciones es preciso distinguir según cual sea la
mención omitida:
En efecto, si falta el nombre y apellido de las partes, o el
nombre Y apellido del árbitro, o el asunto sometido al juicio arbitral,
no valdrá el nombramiento, o sea, el contrato de compromiso será nulo
por faltas elementos de su esencia (artículo 234, inciso final, COT)
Si las partes no expresaren con qué calidad es nombrado el árbitro
se entiende que lo es con la de árbitro de derecho (artículo 235,
inciso 1° COT)
Si faltare la expresión del lugar en que deba seguirse el juicio,
se entenderá que lo es aquel en que se ha celebrado el compromiso
(artículo 235, inciso 2°, COT)
Y si faltare la designación del tiempo, se entenderá que el
árbitro debe evacuar su encargo en el término de dos años contados
desde su aceptación (artículo 235, inciso 3° COT)
En estos últimos tres casos, vemos que la sanción por la omisión
de estos requisitos no es la nulidad, sino otros efectos asignados por
la ley porque las facultades del árbitro y el lugar y tiempo en que
debe desempeñar sus funciones constituyen elementos de la naturaleza
del contrato.
En ciertos casos, la ley ha exigido requisitos o formalidades
especiales para someter un asunto litigioso a la decisión, de un
árbitro.
Así, por ejemplo:
– El guardador necesita decreto judicial previo para proceder a
compromisos sobre derechos del pupilo que se valúen en más de
un centavo, y sobre sus bienes raíces, y en cada caso el fallo
del compromisario se someterán a la aprobación judicial, so
pena de nulidad (artículo 400 del Código Civil)
– Si el nombramiento de partidor no lo hace la justicia y entre
los comuneros hay incapaces, dicho nombramiento debe ser
aprobando por ésta (artículo 1326 del Código Civil)
– Si entre los comuneros hay una mujer casada en régimen de
sociedad conyugal, el marido para el nombramiento de partidor
debe obtener el consentimiento de la mujer o autorización
judicial subsidiaria (artículo 1326 del Código Civil)
– Si entre los interesados hay incapaces para darle al árbitro
facultad la calidad de mixto, se requiere autorización
judicial previa y motivos de manifiesta conveniencia (artículo
224, inciso final, COT)
– Etc.
Los Tribunales Arbitrales
b) La cláusula compromisoria
Se la define como una estipulación, en virtud de la cual las
partes sustraen determinado asunto litigioso del conocimiento de la
justicia ordinaria y lo someten a juicio arbitral; pero reservándose el
derecho de designar árbitro en acto posterior.
La cláusula compromisoria difiere, pues, del contrato de
compromiso, esencialmente, en que, mientras en este último, las partes
convienen en someter a arbitraje un determinado asunto litigioso y
designan de manera concreta la persona del árbitro; en la primera sólo
se conviene en someter un determinado asunto a arbitraje y en designar
con posterioridad la persona del árbitro.
La cláusula promisoria es consensual.
2) LA LEY
La ley es fuente de arbitraje en todos aquellos casos en que
obliga a someter determinados asuntos al conocimiento de árbitros, esto
es, en aquellos casos de arbitraje forzoso.
Pluralidad de Árbitros
Si los árbitros son dos o más, todos ellos deben concurrir a la
dictación de la sentencia definitiva y a cualquier acto de
substanciación del juicio, a menos que las partes acuerden otra cosa
(artículos 630, inciso 1° y 641, inciso 1° CPC)
Si los árbitros no se pusieren de acuerdo será llamado el tercero
en discordia, si lo hubiere.
Los árbitros y el tercero acordarán la sentencia en la forma
prevenida por el Código de Procedimiento Civil para el acuerdo de las
sentencias de los tribunales colegiados (artículo 237 COT)
Ahora bien, puede suceder que no resulte mayoría en la dictación
de la sentencia definitiva o de otra clase de resolución, sea que hayan
varios árbitros, sea que haya tercero en discordia y se le hubiere
llamado a participar en el acuerdo; y cabe preguntarse: ¿qué suerte
corre el juicio arbitral?
El artículo 238 del Código Orgánico de Tribunales manifiesta que
en caso de no resultar mayoría en el pronunciamiento de la sentencia
definitiva o de otra clase de resoluciones, debe distinguirse si la
resolución de que se trate es apelable y si no lo es, debe
subdistinguirse si el arbitraje es forzoso o voluntario.
1) Si la resolución no es apelable:
– Quedará sin efecto el compromiso, si éste es voluntario.
– Si es forzoso, se procederá a nombrar nuevos árbitros.
54) Cuando pueda deducirse recurso de apelación:
Se elevarán los antecedentes al tribunal de alzada para que
resuelva la cuestión que motiva el desacuerdo conforme a derecho o
equidad, según corresponda.
El Laudo y Ordenata
La sentencia definitiva en este juicio recibe el nombre de laudo y
ordenata.
Esta sentencia se dictará cuando no exista acuerdo entre las
partes o los acuerdos sean sólo parciales.
En conformidad con el artículo 663, esta sentencia consta de dos
partes:
– El laudo o sentencia final
– La ordenata o liquidación
1° El laudo o sentencia final
Es aquella parte de la sentencia que consigna los resultados de la
partición y que resuelve o establece todos los puntos de hecho y de
derecho que deben servir de base para la distribución de los bienes
comunes.
En el laudo podrá hacer el partidor la fijación de su honorario, y
cualquiera que sea su cuantía, habrá derecho para reclamar de ella. La
reclamación se interpondrá en la misma forma y en el mismo plazo que la
apelación, y será resuelta por el tribunal de alzada en única
instancia.
La ley no ha señalado los requisitos que debe cumplir el laudo,
pero como se trata de una sentencia definitiva, se ha entendido que
debe cumplir con los requisitos del artículo 170 del CPC, adaptándolos
al juicio de partición.
2° La Ordenata o liquidación
Es aquella parte de sentencia definitiva que contiene los cálculos
numéricos necesarios para la distribución de los bienes comunes en la
forma que contempla el laudo.
Notificación del Laudo y Ordenata
Se entenderá practicada la notificación del laudo y ordenata desde
que se notifique a las partes el hecho de su pronunciamiento, salvo el
caso en que la sentencia requiera de la aprobación de la justicia
(artículo 664 CPC)
Los interesados podrán imponerse de sus resoluciones en la oficina
del actuario.
Los Tribunales Arbitrales
En el caso que el laudo y ordenata requiera de aprobación de la
justicia ordinaria, el partidor remitirá el expediente al juez de
letras competente.
El juez ordenará informar al defensor público y con el mérito de
este informe, aprobará o modificará la sentencia del partidor.
En este caso se notificará a las partes la resolución del juez de
letras que apruebe o modifique el fallo del partidor y dicha
notificación se hará por cédula.
Recursos contra el Laudo y Ordenata
Se aplican las reglas generales. Por tanto proceden:
– La apelación
– La casación en la forma
La apelación deberá interponerse dentro del plazo de quince días
contados desde la notificación del laudo y ordenata, si no requiere
aprobación judicial.
Cuando la partición deba ser aprobada por la justicia ordinaria,
el término para apelar será también de quince días, y se contará desde
que se notifique por cédula la resolución del juez que apruebe o
modifique el fallo del partidor.
Derecho Procesal Orgánico
Los Abogados
Los abogados son personas revestidas por la autoridad competente
de la facultad de defender ante los Tribunales de Justicia los derechos
de las partes litigantes (artículo 520 del COT)
Esta es la noción tradicional y por cierto incompleta de la
profesión, puesto que la defensa de los derechos de las partes es sólo
una de las funciones que un abogado puede desempeñar.
Un abogado puede cumplir además:
– Funciones de asesor, consultor o consejero.
– Funciones de conciliador.
– Funciones de investigación y docencia
El título de abogado es otorgado en audiencia pública por la Corte
Suprema reunida en tribunal pleno, previa comprobación y declaración de
que el candidato reúne los requisitos legales.
En conformidad al artículo 523, para poder ser abogado se
requiere:
1) Tener veinte años de edad.
2) Tener el grado de licenciado en Ciencias Jurídicas otorgado por
una Universidad, en conformidad a la ley.
3) No haber sido condenado ni estar actualmente acusado por delito
que merezca pena aflictiva, salvo que se trate de delitos contra
la seguridad interior del Estado.
4) Antecedentes de buena conducta.
La Corte Suprema podrá practicar las averiguaciones que estime
necesarias acerca de los antecedentes personales del postulante,
y
64) Haber cumplido satisfactoriamente una práctica profesional
por seis meses en las corporaciones de asistencia judicial a que
se refiere la Ley No. 17.995, circunstancia que deberá
acreditarse por el Director General de la respectiva Corporación.
Un reglamento determinará los requisitos, forma y condiciones que
deban cumplirse para que dicha práctica sea aprobada.
La obligación de práctica profesional se entenderá cumplida por
los postulantes que sean funcionarios o empleados del Poder
Judicial o de los tribunales del trabajo, por el hecho de haber
desempeñado sus funciones durante cinco años, en las primeras
cinco categorías del escalafón del personal de empleados u
oficiales de secretaría.
Los Auxiliares de la Administración de Justicia
A ello cabe agregar que de acuerdo con el artículo 526, sólo los
chilenos podrán ejercer la profesión de abogado, sin perjuicio de lo
que dispongan los tratados internacionales vigentes.