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Andrés Avelino Cáceres

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Andrés Avelino Cáceres
Andrés Avelino Cáceres.jpg
Presidential Standard of Peru.svg
Presidente Constitucional de la República del Perú
10 de agosto de 1894-20 de marzo de 1895
Vicepresidente 1º César Canevaro
2º Cesáreo Chacaltana
Predecesor Justiniano Borgoño
Sucesor Manuel Candamo Iriarte
(Presidente de la Junta de Gobierno)
3 de junio de 1886-10 de agosto de 1890
Vicepresidente 1º Remigio Morales Bermúdez
2º Aurelio Denegri
Predecesor Antonio Arenas
(Presidente del Consejo de Ministros)
Sucesor Remigio Morales Bermúdez
Gran Sello de la República del Perú.svg
Segundo Vicepresidente del Perú
23 de abril de 1883-27 de octubre de 1883
Presidente Francisco García Calderón
Lizardo Montero
Predecesor José Francisco Canevaro
Sucesor Aurelio Denegri
Gran Sello de la República del Perú.svg
Senador de la República Peruana
por Callao
28 de julio de 1901-25 de octubre de 1906
Gran Sello de la República del Perú.svg
Senador de la República Peruana
por Ayacucho
28 de julio de 1894-25 de octubre de 1894
Gran Sello de la República del Perú.svg
Diputado de la República Peruana
por Andahuaylas, (Apurímac)
28 de julio de 1892-25 de octubre de 1894
Información personal
Nombre de nacimiento Andrés Avelino Cáceres Dorregaray Ver y modificar los datos
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Nacimiento 10 de noviembre de 1836
Ayacucho, Flag of Peru.svg Perú
Fallecimiento 10 de octubre de 1923 (86 años)
Lima, Flag of Peru.svg Perú
Sepultura Cripta de los Héroes Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Peruana
Familia
Cónyuge Antonia Moreno Leyva
Hijos Zoila Aurora Cáceres Moreno, Rosa Amelia Cáceres y Lucila Hortensia Cáceres
Información profesional
Ocupación Militar y político
Rango militar Mariscal Ver y modificar los datos en Wikidata
Partido político Partido Constitucional
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Andrés Avelino Cáceres Dorregaray (Ayacucho, 10 de noviembre de 1836-Lima, 10 de
octubre de 1923), fue un militar y político peruano que luchó en la guerra del
Pacífico y fue Presidente Constitucional del Perú en dos ocasiones: de 1886 a 1890
y de 1894 a 1895. Es el patrono del Arma de Infantería del Ejército Peruano.

En el Perú es considerado un héroe nacional, por haber luchado en todas las


batallas importantes de la guerra del Pacífico (San Francisco, Tarapacá, Tacna, San
Juan y Miraflores) y por haber liderado la resistencia en la sierra central contra
la ocupación chilena, la llamada Campaña de la Breña (1881-1883). Dominaba el
quechua, por lo que tuvo gran influencia sobre la población indígena de su país, a
base de la cual formó un ejército regular, apoyado por guerrillas o montoneras. Fue
conocido por sus soldados como «Taita Cáceres», mientras que los chilenos le
apodaron «El Brujo de los Andes», debido a que solía evadir las maniobras
envolventes planeadas con mucho celo por los generales chilenos, y porque actuaba
con tanta fluidez que parecía estar presente en todas partes. En dicha campaña
obtuvo el triple triunfo de Pucará, Marcavalle y Concepción, y aunque fue derrotado
en Huamachuco, no se rindió y continuó organizando la resistencia. Los guerrilleros
pro-cáceristas también alentaban al general a continuar su lucha con
enfrentamientos con el ejército chileno. Ante el constante acoso guerrillero y la
falta de aprovisionamiento las tropas chilenas tuvieron que replegarse a Lima, en
diciembre de 1883, hasta la desocupación total en agosto de 1884, que es cuando
Cáceres dio por consumada la guerra y el reconocimiento del Tratado de Ancón.

Después de la guerra con Chile, incursionó activamente en la política, fundando su


propio partido, el Constitucional. Se enfrentó al presidente Miguel Iglesias, al
que no reconocía como presidente constitucional por haber firmado el tratado de paz
de Ancón con Chile con cesión territorial, desatándose una guerra civil. Una vez
más, Cáceres demostró su estrategia militar al poner fuera de juego al ejército
principal de Iglesias en la localidad de Huaripampa (sierra central peruana),
acción que se conoce como la «huaripampeada» (1884). A continuación atacó Lima,
donde sus fuerzas cercaron en el Palacio de Gobierno a Iglesias. Este renunció a la
presidencia en 1885, siendo sucedido por un gobierno provisional, el mismo que
convocó a elecciones en las que ganó abrumadoramente Cáceres. En este primer
gobierno constitucional, de 1886 a 1890, Cáceres tuvo que llevar adelante la
Reconstrucción Nacional, especialmente en el campo de la recuperación económica.
Puso fuera de curso el billete fiscal o papel moneda, muy devaluado entonces; creó
impuestos nuevos; intentó la descentralización tributaria; y para solucionar el
problema de la enorme deuda externa firmó el Contrato Grace por el cual entregó los
ferrocarriles a los acreedores. Volvió a la presidencia en 1894, en unas
cuestionadas elecciones, que provocaron en su contra la formación de la Coalición
Nacional, integrada por los demócratas y civilistas, encabezados por Nicolás de
Piérola; se desató una sangrienta guerra civil que culminó con el asalto de los
coaligados a Lima, ante lo cual Cáceres renunció y partió al exilio, en 1895.
Volvió al Perú en 1899 y siguió participando en la política. Apoyó al presidente
Augusto B. Leguía en su ascenso al poder en 1919, el mismo año en que el Congreso
le ascendió a Mariscal, siendo el único militar de la guerra del Pacífico que llegó
a ese máximo grado. De los tres principales héroes peruanos de la guerra con Chile
(Miguel Grau, Francisco Bolognesi, y Andrés Avelino Cáceres), Cáceres fue también
el único que sobrevivió a la guerra y que posteriormente se convirtió presidente
del Perú.

Índice
1 Nacimiento e infancia
2 Primeras armas
3 La guerra contra España
4 Defensor de la legalidad
5 Descripción
6 Guerra del Pacífico
6.1 Campaña del Sur
6.2 Campaña de Lima
6.3 Cargos políticos
6.4 Campaña de la Breña
7 La guerra civil de 1884-1885
8 Elecciones presidenciales de 1886
9 Primer gobierno (1886-1890)
9.1 Aspecto económico
9.2 Aspecto internacional
9.3 Origen del problema de La Brea y Pariñas
9.4 Otras obras y hechos importantes
9.5 Elecciones presidenciales de 1890
10 Segundo gobierno (1894-1895)
10.1 La guerra civil de 1894-1895
11 Post presidencia
12 Memorias
13 Legado
14 Referencias
15 Bibliografía
16 Enlaces externos
Nacimiento e infancia
La partida de bautismo de Andrés A. Cáceres está perdida. No obstante,
tradicionalmente se acepta que nació el 10 de noviembre de 1836, pues él mismo
celebraba en esa fecha su cumpleaños, así como también fue la fecha en la que se
celebró el centenario de su nacimiento. Como respaldo se señala que es la misma
fecha de la festividad de San Andrés Avelino, pues presumiblemente su nombre había
sido escogido del santoral; aunque hay que señalar que Cáceres firmaba siempre como
Andrés A., de modo que solo es una inferencia derivada de la fecha de su santo que
su segundo nombre fuera Avelino. Una investigación realizada por el historiador
Jorge Guillermo Leguía, llegó a la conclusión de que Cáceres nació en realidad el 4
de febrero de 1833, y que su segundo nombre era Alfredo1 El historiador afirmaba
que esta información le había sido transmitida por Hortensia Cáceres, la hija del
héroe, pero su investigación no ha tenido un amplio apoyo. Por tanto, prevalece la
fecha tradicional.2

Sus padres fueron Domingo Cáceres y Oré, hacendado de Ayacucho, y Justa Dorregaray
Cueva, hija del coronel español Demetrio Dorregaray.3 Por la línea materna estaba
emparentado con Catalina Huanca1 (1543-1637), princesa inca-huanca, hija de Machu
Apu Alaya, curaca de Atun Jauja (hoy Jauja, Concepción y Huancayo), y descendiente
por vía materna del inca Huáscar. Esta Catalina Huanca fue una de las damas más
acaudaladas y respetables de su tiempo; se decía que conocía los sitios donde se
hallaban enterrados los fabulosos tesoros del templo de Pachacámac, que los
indígenas habían puesto a resguardo de la voracidad de los españoles. Esta leyenda
del «tesoro de Catalina Huanca» todavía se mantiene viva.4

Cáceres cursó sus estudios escolares en el Colegio San Ramón de su ciudad natal.15

Primeras armas
En 1854, junto con otros jóvenes entusiastas, se sumó a un motín que estalló en
Ayacucho en apoyo de la rebelión liberal conducida por el general Ramón Castilla
contra el presidente José Rufino Echenique. Poco después, llegó a Ayacucho el
ejército rebelde encabezado por el mismo Castilla. Seducido por la personalidad de
este caudillo, Cáceres abandonó sus estudios y se enroló en el ejército.6 Él mismo
cuenta este episodio, en una entrevista que dio a un diario de Lima en 1921:

En 1854, acababa de estallar la revolución contra Echenique, provocada por los


escándalos de la corrupción del guano. De todos los rincones del país, se sumaban
las adhesiones. En Ayacucho, mi tierra natal, don Ángel Cavero, uno de los vecinos
del lugar, encabezó el movimiento rodeado de simpatía popular. Muchos jóvenes nos
presentamos voluntarios a filas. Yo contaba 19 años, estudiaba en la universidad de
Huamanga y era de los más entusiastas. Nos apoderamos de la gendarmería. Luego
llegó el ejército rebelde, en donde terminé de enrolarme. Entonces el general
Castilla, a quien sin duda caí en gracia, me llamó a su despacho y me dijo:
“¿Quiéres seguir la carrera?”, “Sí, señor, es mi mayor deseo”, le contesté con
aplomo. Entonces, me respondió, palmeándome la espalda, “serás un buen guerrero”.
Entrevista en el diario La Crónica, 27 de noviembre de 1921, con ocasión del 42
aniversario de la victoria de Tarapacá, durante la Guerra del Pacífico.7
Cáceres ingresó como cadete en el batallón Ayacucho, organizado por el general
Fermín del Castillo.6 Luchó en batalla de La Palma, librada en las afueras de Lima,
el 5 de enero de 1855, donde resultó herido en un pie.1 Por su actuación destacada
fue ascendido a subteniente. En 1857 ascendió sucesivamente a teniente graduado y
teniente efectivo.6

Toma de Arequipa de 6 a 7 de marzo de 1858, donde el entonces teniente Andrés A.


Cáceres resultó herido en el rostro.
Entre 1856 y 1858 apoyó activamente al gobierno de Ramón Castilla contra la
rebelión de Manuel Ignacio de Vivanco en Arequipa, que derivó en la sangrienta
guerra civil. Militaba entonces en la segunda compañía del batallón Ayacucho.
Participó en las batallas de Yumina, Bellavista (Arequipa) y en el asalto final de
Arequipa, entre el 6 y el 7 de marzo de 1858, por lo que fue ascendido a capitán.6
Durante este último combate, fue herido bajo el ojo izquierdo, lo que no
comprometió su vista, pero le quedó una cicatriz que le cruzaba el párpado y le
encerraba dicho ojo, dándole apariencia de tuerto.1 A pesar de que aún estaba
convaleciente, fue uno de los primeros en marchar a la campaña del Ecuador (1858-
1860).1

Luego fue enviado a Francia como adjunto a la legación peruana encabezada por Pedro
Gálvez Egúsquiza, estancia que aprovechó para someterse a diversos tratamientos
médicos. De vuelta al Perú en 1862, integró la plana mayor del batallón Pichincha
N.º 3 acantonado en Huancayo, al que organizó sus cuadros de reclutas y se trasladó
con ellos a Lima. En 1863 fue ascendido a sargento mayor graduado.6

La guerra contra España


Véanse también: Guerra hispano-sudamericana y Combate del Callao.
Se hizo conocido por su abierta oposición al gobierno del presidente Juan Antonio
Pezet, que había permitido la ocupación de las islas Chincha por la Escuadra
Española del Pacífico y firmado el Tratado Vivanco-Pareja, que la ciudadanía
peruana consideró claudicante. Por sus críticas fue exiliado a Chile con otros
muchos oficiales, pero todos ellos consiguieron regresar al Perú, desembarcando en
Mollendo para luego unirse a la Revolución Nacionalista encabezada por el coronel
Mariano Ignacio Prado contra el gobierno de Pezet (1865).6

Durante la campaña revolucionaria ascendió sucesivamente a mayor efectivo y a


teniente coronel graduado, en abril de 1865. Participó en la ocupación de Lima y
más tarde, ya con Prado como Dictador, en el combate del Dos de Mayo de 1866 contra
la Escuadra Española del Pacífico en el Callao.6 Aquí estuvo al mando de 46 hombres
y 30 voluntarios en el fuerte Ayacucho, desde el cual puso fuera de combate a las
fragatas Villa de Madrid y Berenguela. En el parte respectivo, el coronel José
Joaquín Inclán, jefe de las baterías del Norte, destacó su desempeño, calificándolo
de «resuelto».1

En 1870, se casó en Ayacucho con Antonia Moreno Leyva con quien tuvo tres hijas:
Aurora Cáceres, Rosa Amelia Cáceres y Lucila Hortensia Cáceres.

Defensor de la legalidad
En 1868 decidió abandonar la carrera militar y regresar a Ayacucho para dedicarse a
la agricultura. Pero en 1872 retornó al servicio, para enfrentar a la rebelión del
coronel Tomás Gutiérrez contra el presidente José Balta, originado por el
descontento de un sector del ejército por la elección de Manuel Pardo y Lavalle, el
primer presidente civil del Perú y el fundador del Partido Civil.65
Su respaldo al presidente Pardo le ganó la simpatía de los líderes civilistas y fue
nombrado subjefe del Batallón Zepita, acuartelado en San Francisco, en Lima. Fue en
esta circunstancia cuando alcanzó súbita notoriedad, al reprimir personalmente una
rebelión de varios sargentos de su batallón. Durante tres cuartos de hora y al
frente de un retén de soldados, se batió a disparos con los amotinados, y él mismo
mató de un certero tiro de revólver al cabecilla de la rebelión.1 Esta actuación le
valió su ascenso a teniente coronel efectivo, en noviembre de 1872.6

Con el mismo batallón marchó hacia Tarma y Chanchamayo para entrenar a sus soldados
en trabajos de colonización. En 1874 fue uno de los encargados de sofocar la
revolución de Nicolás de Piérola, que acabó siendo derrotado en la batalla del Alto
de Los Ángeles, en Moquegua. Por esta acción fue ascendido a coronel graduado, en
1875.6

Reteniendo el mando del Batallón Zepita, asumió la prefectura y la comandancia


militar del departamento del Cuzco, cargo que desempeñaba al estallar la guerra con
Chile.1

Descripción

Cáceres, junto a su esposa Antonia Moreno y sus hijas Zoila, Hortensia y Rosa
(1886).
Cáceres era alto, delgado, ancho de hombros, de aspecto imponente, de rostro enjuto
y blanco, ojos grises y casi negros y una permanente cicatriz en el párpado
derecho, cabello castaño, largo, poblado y entrecano y espesas patillas "a la
austriaca", pues se afeitaba la barba desde el labio inferior hasta la garganta.
Para la guerra en el interior tenía extraordinarias condiciones. Su salud robusta,
lograba soportar las incesantes marchas a través de largas distancias por
cordilleras, desiertos, quebradas y barrancos, así como las peores privaciones, y
por ella llegó a veces a alimentarse con la más extrema frugalidad. Incansable en
su actividad, valiente en la lucha, eficaz en el comando, tenaz ante el infortunio,
luchó con los chilenos y también con la escasez de recursos, con los rigores de la
naturaleza, con la saña de las facciones políticas, no solo en guerra declarada
como primero ocurriera con tropas de García Calderón, luego de Piérola, y por
último, de Iglesias, sino también en hostilidad aleve, como en el caso de los
políticos de Arequipa. Conocía el idioma indígena y con él sabía inspirar devoción
y coraje a sus soldados. Solían llevar ellos los sombreros o kepis con funda
encarnada y cubrenuca blanca, origen del famoso kepí rojo, más tarde cantado por el
poeta Ricardo Rossel.
Jorge Basadre8
Guerra del Pacífico
Artículo principal: Guerra del Pacífico
Campaña del Sur

Batalla de Tarapacá. La pintura representa al entonces coronel Cáceres, en el


extremo derecho, dirigiendo el ataque a la división del teniente coronel chileno
Ricardo Santa Cruz. Óleo de Aguirre Jaramillo, 1926
Tras el comienzo de la Guerra del Pacífico el 5 de abril de 1879, Cáceres fue
enviado a la cabeza del Batallón Zepita en defensa del Departamento de Tarapacá.
Fue nombrado comandante de la 2.ª División del Ejército del Sur y ascendió a
coronel efectivo en octubre de 1879.1

Luchó contra el ejército chileno en las batallas de San Francisco (19 de noviembre
de 1879) y Tarapacá (27 de noviembre de 1879). En esta última, su intervención fue
decisiva para sellar la victoria peruana.6 En Tarapacá, una aldea situada al pie de
la cordillera, se hallaban los restos del ejército peruano desmoralizado tras el
revés sufrido en San Francisco, cuando llegó la noticia de que los chilenos
coronaban las alturas y se disponían a atacarlos. De inmediato los peruanos se
dispusieron a contrarrestar el ataque, destacando la división mandada por Cáceres,
que logró subir hasta las alturas donde se atrincheraban los chilenos, lográndoles
capturarles varios de sus cañones. Pero Cáceres hizo aún más: resistió el
contraataque del enemigo, que venía reforzado con caballería y dos columnas. Cuando
se le agotaron las municiones, se proveyó de los pertrechos de los chilenos caídos
y emprendió otro ataque, apoyado por otros destacamentos. Hizo retroceder a los
chilenos, a quienes no pudo perseguir por no contar con caballería. Tarapacá se
constituyó así en un notable triunfo peruano, logrado por los restos de un ejército
fatigado y desmoralizado, que no contaba con caballería ni artillería, y que aun
así supo batir a un enemigo superior en poder de fuego.9 El aniversario de esta
batalla se convirtió en el Día de la Infantería Peruana.

Pero la victoria de Tarapacá no cambió el curso de la guerra y las tropas peruanas


optaron por retirarse al norte, desocupando el departamento de Tarapacá hasta
llegar a Tacna. A Cáceres se le confió la vigilancia del litoral situado en las
inmediaciones de Ilo. Luego fue trasladado a Tacna, donde el alto mando dispuso una
concentración de fuerzas, cooperando en la reorganización del Ejército del Sur del
Perú.6 Dicho ejército fue desplegado alrededor de la ciudad de Tacna con el
objetivo de unir fuerzas con el ejército boliviano que era dirigido por el
presidente de Bolivia en persona, el general Narciso Campero.

El ejército chileno desembarcó más al norte de Tacna, entre Ilo y Pacocha, sin
hallar oposición; desde allí atacaron a las posiciones peruanas. Se libró la
batalla del Alto de la Alianza o de Tacna, el 26 de mayo de 1880, donde Cáceres,
otra vez al frente de batallón Zepita, tuvo una notable participación. Combatió con
tanto ardor y con gran riesgo para su vida que sufrió la pérdida de dos caballos, y
cuando la derrota era ya definitiva, reunió a los soldados dispersos y cuidó el
orden de la retirada. Propuso reforzar la plaza de Arica, pero el comando dio por
terminada la campaña y Cáceres se encaminó a Lima, donde llegó en agosto de 1880
para ayudar en la organización de la defensa de la capital.6

Campaña de Lima

Retrato del general Andrés Avelino Cáceres. Obra del pintor Nicolás Palas, año
1894.
En Lima, Cáceres fue nombrado comandante de la 5.º división de la reserva. Pasó a
Huaral para entrenar a sus tropas. Por el camino iba reclutando los restos del
ejército peruano junto a civiles que armaba. En octubre de 1880 fue reconocido como
coronel efectivo.6

El dictador Nicolás de Piérola Villena, quien dio un golpe de Estado al gobierno de


Mariano Ignacio Prado Ochoa, preparó la defensa de Lima. Cáceres sostuvo que el
desembarco del enemigo ocurriría más seguramente en el sur, pero Piérola, que decía
tener información fidedigna al respecto, insistió en que aquello ocurriría en el
norte, en el balneario de Ancón, hacia donde mandó un gran contingente de tropas.10
Tal como lo había prevenido Cáceres, las tropas chilenas desembarcaron en el sur,
primero en Pisco, y finalmente en Chilca y Curayacu, zonas prácticamente
desguarnecidas. Estaban bajo el mando del general Manuel Baquedano.11

Con las tropas chilenas desplegándose por el sur, las fuerzas peruanas, en su
mayoría integrada por civiles, esperaron el ataque del enemigo a la capital.
Piérola formó en el sur de Lima, dos líneas defensivas extensas: la de San Juan,
compuesta por trincheras y que iba desde el Morro Solar hasta Monterrico Chico, y
la de Miraflores, que era la línea de reductos, que iba desde Armendáriz hasta el
camino a Chosica.

Cáceres participó en las batallas de San Juan el 13 de enero de 1881, donde tuvo a
su mando el IV Cuerpo. Tuvo que retirarse a Miraflores luego de haber sufrido
fuertes pérdidas. Chorrillos y Barranco fueron incendiados, y según testimonios,
parte de la tropa chilena se entregó a la embriaguez y a la reyerta. Esa misma
noche Cáceres y César Canevaro insistieron en avanzar hacia Chorrillos, al frente
cinco mil o más soldados peruanos, para hacer un ataque sorpresa a los chilenos.
Piérola se negó a autorizar esta operación que consideró muy riesgosa. Aunque
Cáceres, en sus memorias, insiste en sostener que se perdió una oportunidad única
para infligir al enemigo un grave revés, lo cierto era que, descontando a los
soldados chilenos ebrios e indisciplinados (quienes, según cálculos del historiador
Carlos Dellepiane, no sobrepasaban el número de dos mil12), el grueso del ejército
chileno se hallaba a cubierto de una sorpresa.13

Dos días después, el ejército chileno venció la línea de Miraflores, donde Cáceres
sufrió la perforación del fémur derecho. Acudió al puesto ambulatorio establecido
en la calle de San Carlos y luego al ubicado en el colegio de San Pedro, donde fue
atendido por el doctor Belisario Sosa.14 Pronto los chilenos inquirieron sobre su
estado de salud, por lo que temió ser capturado, escondiéndose entonces en la celda
del padre superior del Convento de San Pedro. El 15 de abril de 1881, todavía
convaleciente y con la ayuda de su esposa y algunos amigos, salió de Lima,
dirigiéndose hacia Jauja, en la sierra central.15

Cargos políticos
El 26 de abril de 1881, el presidente Piérola lo nombró Jefe Político y Militar de
los Departamentos del Centro de la República,6 en reemplazo de Juan Martín
Echenique.8 Por su parte, la Asamblea Nacional reunida en Ayacucho lo ascendió a
General de Brigada (26 de mayo de 1881),16 por el heroísmo demostrado en las cinco
batallas principales en las que actuó: San Francisco, Tarapacá, Tacna, San Juan y
Miraflores.

En julio de 1881 el gobierno de Francisco García Calderón intentó atraerlo a su


servicio ofreciéndole la primera vicepresidencia, pero Cáceres reiteró su adhesión
a Piérola.17 En octubre, Piérola lo nombró ministro de Guerra.18 En noviembre, los
jefes y oficiales de su ejército se rebelaron contra Piérola y le ofrecieron la
presidencia de la república, que no quiso aceptar, pues consideró más apropiado
respaldar (ahora sí) al presidente García Calderón Landa, que acababa de ser
confinado a Chile por negarse a firmar la paz con cesión territorial. En la
práctica, su lealtad fue hacia el vicepresidente Lizardo Montero, que asumió el
gobierno en reemplazo del presidente deportado. Cáceres se conformó con mantenerse
en el cargo de Jefe político y militar de los departamentos del Centro. Por
entonces ya había empezado la campaña de la Breña.19

La razón del abandono de su adhesión a Piérola se debió a que fue convencido de que
con el gobierno de García Calderón/Montero se podría llegar a la paz con Chile a
través de la mediación del ministro estadounidense en Lima, general Hurlbut, sin
contemplar la cesión territorial. Pero esta expectativa no se cumplió y Piérola
llegó incluso a afirmar que la defección de las fuerza militares de Cáceres en el
centro y las de Montero en el sur, hicieron frustrar un supuesto ataque combinado
que tenía planeado hacer con Bolivia para recuperar Tarapacá y Arica, así como otro
ataque masivo a Lima. Cáceres, en sus Memorias, negó rotundamente haber sido
informado de la existencia de tal plan.20 Existe también una carta de Ricardo
Palma, firmada con el seudónimo de Hiram y publicada en el diario El Canal de
Panamá (11 de enero de 1882), donde llama traidor a Cáceres por pasarse al bando de
García Calderón, y propiciar así, según su opinión, el fracaso de los planes de
Piérola de contratacar a los chilenos.

Posteriormente, el Congreso instalado en Arequipa nombró a Cáceres segundo


vicepresidente de la República (23 de abril de 1883), en el que nominalmente se
mantuvo hasta el fin del gobierno de Montero, poco después de la firma de la paz de
Ancón.21

Campaña de la Breña
Artículo principal: Campaña de la Breña
Con fuerza y mucho carisma, Cáceres pudo levantar a las poblaciones de la
cordillera para resistir la invasión chilena, especialmente gracias al apoyo
completamente beligerante de la Iglesia peruana, dirigida desde el Convento de
Santa Rosa de Ocopa. Estableció como su centro de poder el valle del Mantaro y a
Ayacucho como su reserva.

Su ejército, que empezó con unos cuantos oficiales y 16 gendarmes convalecientes en


el hospital de Jauja, llegó en su momento máximo a más de 3000 hombres. Sus
soldados vestían modestamente aunque con igualdad de trajes; usaban mayormente
fusiles Peabody y contaban con algunos cañones venidos a través de Bolivia. Pero
carecían de caballería.22 Fue denominado Ejército del Centro. Era, efectivamente,
un ejército orgánico, compuesto, en parte, de veteranos, sirviéndose de los
guerrilleros solo como tropas de choque.23 Buena parte de estos estaban armados de
rejones, lanzas y hondas; también eran expertos en el empleo de galgas que hacían
rodar desde lo alto de los cerros sobre los pasos estrechos y desfiladeros. No
obstante, los chilenos no reconocieron a estas tropas como ejército, calificándolo
de guerrillas o montoneras, y por lo tanto, fuera de las formalidades de la
guerra.24

A lo largo de esta campaña, Cáceres fue apodado «el Brujo de los Andes», apelativo
debido a que siempre burlaba las maniobras envolventes planeadas por los oficiales
chilenos, y por la forma de dirigir sus ataques, actuando con tanta fluidez que
parecía estar presente en todas partes.6 Se hacía perseguir por terrenos difíciles
hasta alturas insoportables para los adversarios, quienes caían víctimas del
soroche; otra argucia que usaba era poner las herraduras de los caballos de forma
inversa para despistar al ejército chileno.

Fotografía captada en el estudio Cosme Rodrigo & Co. hacia 1880, donde se aprecia a
Cáceres (primero de la izquierda, sentado) junto a Ramón Zavala. Parados: Remigio
Morales Bermúdez, César Canevaro y Francisco de Mendizábal y Andres Freyre Arias.
a) Primera expedición contra Cáceres.- Los chilenos enviaron contra Cáceres una
primera expedición, muy confiados de obtener un triunfo rápido. El encargo fue dado
a la División del teniente coronel Ambrosio Letelier, que logró llegar hasta la
ciudad de Huancayo, cometiendo exacciones en las poblaciones adonde llegaba.25 En
todo su trayecto, los soldados de Cáceres hostilizaron a estas tropas, logrando,
además, arrebatarles el cupo de dinero y víveres que habían obtenido en Huancayo.
Ante su impotencia para derrotar a los "breñeros", el contralmirante Patricio Lynch
(gobernador chileno de la ocupación) ordenó el regreso a Lima de la División
Letelier. Este fue el primer fracaso chileno contra Cáceres.23

Letelier demoró en retornar a Lima. En el trayecto destacó a una de las compañías


del Regimiento Buín 1.° de Línea en la hacienda Sángrar (en la provincia de Canta y
de propiedad de Norberto Vento), con el objeto de reaprovisionarse y descansar.
Avisado el coronel peruano Manuel de la Encarnación Vento, que se encontraba en las
cercanías, avanzó con sus tropas reforzadas por 50 guerrilleros canteños. Con esta
fuerza sorprendió a los chilenos, acorralándolos en la hacienda Sángrar (26 de
junio de 1881). Los chilenos se atrincheraron en el edificio de la capilla, dando
tenaz resistencia. El resultado de este encarnizado combate de Sangrar fue
favorable a los peruanos,26 que se retiraron rescatando el ganado que había
confiscado el enemigo y llevándose dos prisioneros, así como 48 fusiles Comblain y
abundantes cartuchos.27 A Letelier, que durante toda la campaña envió informes
telegráficos a Lima sobre sus ficticios triunfos sobre masas de indígenas (que ni
el mismo Lynch se los creyó)28, no le quedó sino apresurar la retirada, cargando
con los restos de su maltrecha División. Ya en Lima, fue sometido a juicio por
apropiarse de los cupos cobrados indebidamente a las poblaciones. El departamento
de Junín quedó momentáneamente libre de chilenos.26
b) Segunda expedición contra Cáceres. Pucará, Marcavalle y Concepción.- Cáceres
estableció su cuartel en Tarma, donde organizó nuevos batallones y se armó con
cuatro piezas Krupp de retrocarga. Luego y de forma sucesiva estableció su cuartel
en Chicla, Matucana y finalmente en Chosica, muy cerca de Lima, en octubre de
1881.29 Ante ello, Lynch organizó una segunda expedición, mucho más poderosa que la
anterior. La dividió en dos divisiones, una a su propio mando, de 3000 hombres, que
avanzaría hacia Canta y atacaría a Cáceres por la retaguardia; la otra, de 1500
hombres, bajo el mando del coronel Pedro Gana, que marcharía vía ferrocarril hacia
Chicla, para atacar al adversario frontalmente. Era principios de 1882. Lynch
trataba así de ejecutar la clásica maniobra envolvente, pero falló ante la
habilidad del jefe peruano, que se retiró, oportunamente, hacia Tarma. Ante esta
situación, Lynch decidió volver a Lima, encomendando al coronel Gana la persecución
de Cáceres, para lo cual reforzó su destacamento hasta completarlo en 3000 hombres.
Gana, por su parte, dejó el mando de la división al coronel Estanislao del Canto, y
volvió también a Lima.30

De Tarma, Cáceres pasó a Jauja y de allí a Huancayo, donde pasó revista a sus
tropas, que sumaban 1300 hombres. Mientras tanto, Del Canto iba a su encuentro.
Cáceres optó entonces por retirarse más al interior, pero al avanzar hacia Pucará
se encontró con las fuerzas chilenas. Se produjo entonces el Primer Combate de
Pucará (5 de febrero de 1882). Si bien inicialmente los chilenos creyeron tener
éxito, se encontraron luego con una segunda línea de combate separada de ellos por
una quebrada de difícil acceso, donde no podía maniobrar su caballería. Pronto
descubrieron una tercera línea de fuego que los atacaba desde una altura dominante.
Se produjeron una serie de combates escalonados. Fatigadas sus tropas, Del Canto
ordenó la retirada hacia Sapallanga y luego hacia Huancayo, mientras que Cáceres
continuó ordenadamente su marcha hacia Ayacucho.31 Durante el combate, Cáceres,
gracias a su guardia personal, se salvó de una arremetida que para matarlo había
desplegado un escuadrón de caballería enemiga.32

De Pucará, Cáceres marchó por Acostambo, Huancavelica y Acobamba, y de allí a


Julcamarca donde una terrible tempestad mermó sus fuerzas considerablemente,
quedando reducido a 400 hombres, famélicos y harapientos. No obstante, continuó su
marcha hacia Ayacucho. Se enteró que el coronel Arnaldo Panizo, subordinado suyo,
se hallaba cerca de Ayacucho; este militar se había negado a entregarle sus tropas,
las cuales sumaban 1700 hombres. A pesar de contar con menos fuerzas, Cáceres atacó
a Panizo en Acuchimay, triunfando e incorporando esas tropas a su ejército (22 de
febrero de 1882).33

En Ayacucho, Cáceres se reorganizó durante algunos meses y logró reunir un ejército


de 4000 hombres, con quienes salió nuevamente en campaña, en junio de 1882, rumbo
hacia el valle del Mantaro, haciendo previamente movimientos de observación e
incentivando a las guerrillas lugareñas a atacar al enemigo. Muchos pueblos de la
región se le sumaron alborozados pues la incursión chilena se había hecho odiosa
por sus exacerbados abusos y sus demostraciones de racismo hacia el hombre
andino.34

Cuando estuvo listo, Cáceres preparó un avance sobre las guarniciones chilenas de
Marcavalle y Pucará, que se produjo el 9 de julio de 1882. Los peruanos atacaron
por tres frentes: por la izquierda Tafur, por el centro Secada y por la derecha el
propio Cáceres. Se produjo el segundo combate de Pucará y el combate de Marcavalle.
La resistencia chilena solo duró quince minutos; luego entraron en acción los
guerrilleros indígenas y los chilenos fueron perseguidos hasta Sapallanga35
Simultáneamente, entre el 9 y 10 de julio, la guarnición chilena de Concepción (que
se hallaba al mando del capitán Ignacio Carrera Pinto), sufrió el ataque de los
guerrilleros indígenas de Comas (al mando del coronel Juan Gastó), librándose el
combate de Concepción, donde fueron exterminados los chilenos. A todas estas
acciones se les conoce globalmente como el triple triunfo de Cáceres en Pucará-
Marcavalle-Concepción.36
Los chilenos retrocedieron hacia Huancayo, donde se hallaba el grueso de su
división, y el día 11 de julio emprendieron la retirada a toda prisa, pasando por
Jauja y Tarma, rumbo a Lima. El 19 de julio Cáceres ingresó triunfante en Tarma,
cuando ya los chilenos se habían retirado. Coincidentemente, seis días antes, al
otro extremo del Perú, los pobladores de Cajamarca se levantaban contra los abusos
de una expedición chilena y lo derrotaban en la sangrienta batalla de San Pablo,
triunfo peruano que no tuvo mayor significado que el de ser una singular gesta
cívica protagonizada por los cajamarquinos, que luego sufrieron una feroz
represalia chilena.3725

Comprendiendo Cáceres que sus enemigos debían retroceder en fuga y cargados de


enfermos, ordenó al coronel Tafur que se adelantase para destruir el puente de La
Oroya, ya que así quedaría cortado el camino hacia Lima. Pero Tafur no cumplió con
la orden dada y Cáceres no pudo acabar con la estropeada División Del Canto, la que
logró pasar por el puente de La Oroya en fuga salvadora hacia Lima. De todos modos,
la segunda expedición chilena contra Cáceres había fracasado rotundamente: el
número de bajas chilenas llegó a casi el 20% de la división, sin contar los
enfermos e inutilizados. Muchos breñeros exhibían con orgullo las cabezas y restos
mutilados de los soldados chilenos. Por segunda vez, el departamento de Junín quedó
libre de invasores chilenos.38

Por entonces, los chilenos presionaban al presidente García Calderón (entonces


confinado en Chile) a que firmara la paz con cesión territorial. Las mismas
presiones sufría el contralmirante Lizardo Montero, el vicepresidente establecido
en Arequipa. Ambos mandatarios rechazaron tales exigencias, pero sucedió entonces
el llamado Grito de Montán, el 31 de agosto de 1882, proclamado por el general
peruano Miguel Iglesias, jefe de las tropas del norte, quien consideraba necesario
firmar ya la paz, incluso con cesión territorial, antes que los chilenos
continuaran destruyendo lo poco valioso que quedaba en el Perú.39 Cáceres rechazó
tal planteamiento y anunció su voluntad de continuar la lucha.

c) Tercera expedición contra Cáceres. Huamachuco.- Los chilenos, viendo en Cáceres


un obstáculo para finalizar la guerra, en abril de 1883 organizaron una tercera
expedición contra el ejército de la Breña, esta vez mucho más poderosa que las
anteriores, que reunía a 12 000 soldados, que mezclaban a veteranos con reclutas de
los nuevos batallones enviados del sur, pero mejor equipados. Así, sobre Canta
marchó la División León García con 2000 hombres; al mismo tiempo la División Del
Canto se adelantó sobre Sisicaya con 1500 soldados; luego, la División Urriola con
3000 regulares se dirigió por el valle del Rímac; la División Gorostiaga caminó
hacia Cajamarca con 2600 hombres; y finalmente, rumbo a Huaraz se dirigió la
División Arriagada compuesta de 3000 soldados.

Mientras tanto, Cáceres decidió movilizarse hacia el norte para reforzar su


posición y además para debilitar a Iglesias. El 1 de junio de 1883 llegó a Huánuco.
Luego, atravesó el Callejón de Huaylas, cruzó la Cordillera Blanca, por un abra de
4800 msnm, subiendo después de la laguna de Llanganuco; de bajada, Vaquería,
Seccha, Acobamba y llegó a Pomabamba, con dirección Norte hasta Huamachuco.40

Después de la batalla de Huamachuco, los chilenos procedieron a realizar "El


Repase" (ultimación) de heridos y el fusilamiento de prisioneros peruanos. Pintura
de Ramón Múñiz conservada en el museo del Real Felipe, Callao.
El 10 de julio de 1883, las fuerzas de Cáceres se enfrentaron a la división chilena
del coronel Alejandro Gorostiaga en la batalla de Huamachuco. El ejército de
Cáceres se dividía en dos: el Ejército del Centro, comandado por el coronel
Francisco de Paula Secada, y el Destacamento del Norte, comandado por el coronel
Isaac Recavarren. Según la versión oficial chilena, las tropas peruanas ascendían a
unos 3800 hombres, mientras que las fuerzas de Gorostiaga no pasaban de 1500 a
1600, la mayoría reclutas. Según la versión de Cáceres, las fuerzas de los chilenos
sumaban de 2000 a 2200 hombres, mientras que las tropas peruanas no pasaban de
2000, habiendo sido mermadas considerablemente con las deserciones, la larga marcha
y las enfermedades.41 Los chilenos se parapetaron en el cerro Sazón, mientras que
Cáceres ocupó la altura del Cuyurga y de otros cerros situados frente al Sazón;
ambas posiciones se hallaban separadas por la pampa de Purrubamba. La batalla
empezó muy de mañana, cuando dos compañías chilenas bajaron del Sazón y avanzaron
por la pampa hasta llegar al pie del Cuyurga, siendo rechazados por los peruanos;
una y otra vez el avance de los chilenos se repitió infructuosamente,
generalizándose así la lucha, mientras se producía un cañoneo de una a otra altura.
Cuatro horas después, las huestes de Cáceres eran dueñas de la pampa y se hallaban
al pie de las pendientes del Sazón. Cáceres ordenó entonces bajar la artillería a
la llanura para atacar con ella al desmoralizado enemigo y precipitar su desbande;
la victoria parecía inminente, pero fue entonces cuando a los soldados peruanos se
les acabaron las municiones, a lo que se sumaba la falta de bayonetas,
indispensable para la lucha de cuerpo a cuerpo. Los chilenos aprovecharon esta
situación e iniciaron un contraataque a bayoneta, apoyados por su caballería, la
cual desbarató el transporte de las piezas de artillería. Luego de cinco horas y
media de lucha, Cáceres fue derrotado.42

En las semanas posteriores, la resistencia en la sierra central prosiguió. El 8 de


agosto de 1883, los montoneros dirigidos por el soldado raso de origen indígena y
veterano de las campañas de Tarapacá y la Breña, Aparicio Pomares, derrotaron a los
chilenos en el cerro Jactay y liberaron Huánuco. En septiembre, los iquichanos se
levantaron en Huanta (localidad de Ayacucho) contra la ocupación chilena y
castigaron a los colaboracionistas.43

d) Cuarta expedición contra Cáceres.- Si bien se ha dicho que Huamachuco significó


el fin de la guerra, lo cierto es que Cáceres no se dio por vencido y marchó hacia
Ayacucho, dispuesto a organizar un nuevo Ejército de la Breña.44

Desde Huancayo (localidad de Junín) el comando chileno envió contra Cáceres una
cuarta expedición, bajo el mando del coronel Martiniano Urriola. En el trayecto
sufrió el acoso de los guerrilleros, motivando bárbaras represalias de parte del
jefe chileno. Urriola entró por fin en Ayacucho el 1 de octubre, mientras Cáceres
se retiraba a Andahuaylas (localidad de Apurímac) para organizar su nuevo ejército.
Urriola permaneció hasta mediados de noviembre en Ayacucho.45

Ante el peligro de no poder conseguir aprovisionamiento, en noviembre Urriola


retornó a Huancayo; en el trayecto volvió a sufrir el acoso de los guerrilleros
ayacuchanos. Para salir, debió vadear el río porque el puente estaba cortado y en
el Combate de Izcuchaca, el 15 de noviembre, debió abrirse paso por el puente
Verrugas clausurado y defendido por montoneros. Por su parte, Cáceres salió de
Andahuaylas al frente de su nuevo ejército y emprendió la persecución de Urriola,
pasando por Ayacucho, Huancavelica, hasta llegar a Tarmatambo en Junin.46 Allí se
enteró que la paz con Chile ya era un hecho consumado: el gobierno peruano
encabezado por Miguel Iglesias había firmado el Tratado de Ancón el 20 de octubre
del mismo año, reconociendo la derrota y dando por terminada la guerra con Chile.
Los chilenos recibieron la orden de abandonar la sierra central y replegarse a
Lima. Cáceres se negó a reconocer el tratado y persistió en su resistencia,
justificando su actitud de esta manera:47
Cuando se ha pasado por Tarapacá y por Huamachuco no se puede retroceder sin mengua
y no quiero profanar con mis plantas en ese extraño retroceso las cenizas de tantas
víctimas augustas ni empañar con una monstruosa deserción las glorias que he podido
conquistar para mi patria en sus desgracias.
Su esperanza radicaba en el llamado Ejército del Sur, estacionado en Arequipa y
bajo el mando de Lizardo Montero. Pero dicho ejército se disolvió sin disparar un
tiro y fue entonces cuando Cáceres vio perdida toda posibilidad de ganar la
guerra.48Pero mantuvo por algún tiempo su cuartel en Huancayo, sin que los chilenos
se arriesgaran a ocuparlo. Las fuerzas invasoras aún mantenían ocupada la localidad
de Jauja, lo que sería su último bastión en la sierra central. Patricio Lynch envió
a su secretario, el doctor Armstrong, como delegado para instar a Cáceres a un
arreglo, a base de que reconociese el Tratado de Ancón, a lo cual el general
peruano respondió:

El gobierno chileno ha conseguido todo lo que ha querido; ahora debe retirar sus
tropas para dejar libre al Perú, a no ser que pretenda dominarlo con la fuerza, lo
cual no conseguirá, salvo el caso de que convierta al país en un cementerio; pues
mientras me quede un hombre con su rejón flameará en alguna puna el pabellón
nacional y continuaré luchando.49
Solo después de la total repatriación de las fuerzas chilenas y ante los hechos
consumados, fue que Cáceres se vio obligado a reconocer el tratado de Ancón, pues
consideró que era necesario iniciar de una vez la reconstrucción del país (6 de
junio de 1884).47 Pero no reconoció al gobierno firmante, es decir, el gobierno de
Iglesias, y se empecinó en desalojarlo del poder.50

La guerra civil de 1884-1885


Artículo principal: Guerra civil peruana de 1884-1885

óleo del Andrés Avelino Cáceres Dorregaray, úbicado en el Cuartel General del
Ejército en San Borja.
La oposición de Cáceres al gobierno de Iglesias originó una guerra civil, ante la
consternación mundial que no entendía que eso pudiera ocurrir tras el fin de una
guerra internacional tan larga y devastadora. Los partidarios de Cáceres se
llamaban los «rojos» y los de Iglesias los «azules» por el color del gorro o quepí
militar.51 En una primera fase, Cáceres atacó Lima, el 27 de agosto de 1884, pero
fue rechazado. Se retiró entonces hacia el interior y reorganizó sus fuerzas. Las
fuerzas gobiernistas, confiadas en su superioridad, partieron a combatirle.
Entonces Cáceres sacó a relucir sus dotes de estratega y mediante una maniobra
militar conocida como la «huaripampeada», engañó a las fuerzas de Iglesias
atrayéndolas hacia las vecindades de Jauja (sierra central) y dejándolas allí
aisladas, mientras él y sus fuerzas marchaban a Lima.52 Iglesias fue cercado en
Palacio de Gobierno; viendo que el descontento hacia su gobierno era generalizado,
renunció el poder el 3 de diciembre de 1885 y pasó al exilio. Se hizo cargo del
poder el Consejo de Ministros, presidido por Antonio Arenas Merino, quien se
encargó de convocar a elecciones generales.53

Elecciones presidenciales de 1886


A los tres días de instalado el Consejo de Ministros, se ordenó la realización de
elecciones populares. La postulación de Cáceres a la presidencia fue hecha por su
partido, el Constitucional, tras el cual se ocultó el Partido Civil, el partido de
la oligarquía. Y es que esta, al no poder tomar directamente el poder, tuvo que
secundar a un caudillo militar para conquistarlo. La candidatura de Cáceres no tuvo
rivales; solo el Partido Demócrata de Piérola formó la oposición, aunque sin lanzar
candidatos. La elección de Cáceres fue pues inevitable.5455

Primer gobierno (1886-1890)

Mariscal Andrés A. Cáceres. Fotografía del Museo de Historia Militar del Perú,
Castillo del real Felipe, Callao.
Cáceres asumió el mando el 3 de junio de 1886. Su mandato (de cuatro años, según la
Constitución de 1860) significó la liquidación de la situación caótica originada
por la guerra y a la vez el restablecimiento de la paz interna. Fue entonces cuando
se sentaron las bases de la Reconstrucción Nacional.

En lo que respecta a la política interna, Cáceres gobernó con el apoyo de su


partido, el Constitucional (integrado por sus amigos y partidarios), así como del
Partido Civil. El Partido Demócrata, liderado por Nicolás de Piérola, no lo apoyó,
pero tampoco le hizo oposición, porque consideraba que la nación necesitaba paz
para la reconstrucción. Una característica de este régimen fue la inestabilidad
ministerial (hubo en total diez consejos de ministros) debido a la amenaza de
censura aplicada destempladamente por una minoría parlamentaria, de tendencia
liberal, que también obstruyó por mucho tiempo la aprobación de importantes
medidas, como la firma del Contrato Grace, por lo que acabó siendo expulsada del
parlamento y reemplazada.56

Un acontecimiento importante fue el discurso de Manuel González Prada en el Teatro


Politeama en 1888, en el que se criticaba ferozmente al pasado republicano y a sus
líderes, entre ellos Cáceres, así como un acentuado antichilenismo. Una frase de
este discurso se ha mantenido en la memoria de los peruanos: «¡Los viejos a la
tumba, los jóvenes a la obra!».57 González Prada fundó el partido Unión Nacional,
que se constituyó en la extrema izquierda del espectro político de entonces.58

Punto trágico de este gobierno fue el sometimiento de las guerrillas campesinas


indígenas en armas desde la Guerra con Chile, y que se oponían a volver al control
de los terratenientes blancos. Cáceres envió contra ellos a las tropas del nuevo
ejército peruano, los cuales derrotaron a los rebeldes, los mismos que hacía pocos
años atrás habían sido breñeros al lado de Cáceres.

Aspecto económico
En el aspecto económico, los problemas más urgentes eran los siguientes:

La existencia de grandes cantidades de billete fiscal o papel moneda emitido desde


1878 con la garantía del Estado y que por entonces estaban muy devaluados.
La falta de recursos para cubrir las necesidades de la Nación.
Una crecida deuda externa que mantenía al Perú con falta de crédito en el
extranjero.
El gobierno de Cáceres encaró este problema de la siguiente manera:

Desaparición del billete fiscal.- En 1884 el billete fiscal en circulación ascendía


a más de 120 millones en soles e incas; este billete se hallaba enormemente
devaluado. En 1886, el primer año del gobierno de Cáceres, reapareció la moneda
metálica de plata, aunque se mantuvo el curso del billete fiscal cuya conversión en
metálico se dispuso; para entonces un sol plata equivalía a 21.8 soles en billetes.
Una de las medidas fue autorizar que hasta un 20 % del impuesto de aduanas fueran
pagados en billetes, lo que solo estimuló la ola especulativa. Mientras tanto, el
billete se fue depreciando mucho más; a fines de 1887 un sol plata valía de 28 a 35
soles en billetes. Vista la desconfianza general, a principios de 1888 el gobierno
ordenó que todas las oficinas públicas recibieran entradas solo en metálico. Los
billetes fiscales dejaron así de circular oficialmente y en 1889 se permitió que
fueran canjeados con títulos de la deuda pública interna, medida que solo benefició
a los grandes especuladores, mas no a la gran masa de la población que de un
momento a otro se vio en posesión de billetes que ya no valían nada.59
Reorganización hacendaria.- Anteriormente, los ingresos del Estado provenían
mayormente del guano y el salitre, pero el Perú ya no contaba con esas riquezas o
bien se habían reducido a su mínima expresión. Las rentas de las aduanas se
convirtieron entonces en la principal fuente de recursos. Para hacer frente a los
gastos del presupuesto, la política económica se enfocó en reducir gastos y crear
nuevos impuestos. Los egresos de la Nación se redujeron a seis millones y medio de
soles, igualando a los gastos. Se crearon los impuestos al consumo del alcohol y el
tabaco, el estanco del opio y el impuesto del papel sellado.60
Descentralización fiscal.- Para una mejor recaudación e inversión de las rentas del
Estado, se estableció la descentralización fiscal. Consistía en dividir dichas
rentas en generales, para los gastos del Estado; y en departamentales, para cubrir
las necesidades de cada departamento. Para esto último se crearon las Juntas
Departamentales, integradas por representantes del gobierno y de las
municipalidades, y que debían recaudar y administrar las rentas del respectivo
departamento. Sin embargo, los resultados de esta descentralización no respondieron
a las expectativas del gobierno. Uno de los impuestos que generaron más descontento
en la población andina fue el de la contribución personal, que recordaba al tributo
indígena colonial abolido por Ramón Castilla en 1855.61

El presidente Cáceres y su gabinete ministerial. De izquierda a derecha, se ve a


los ministros Adolfo Villagarcía (Justicia), Aurelio Denegri (Pdte. de Consejos de
ministros y Ministro de Gobierno), un personaje no identificado, el presidente
Cáceres, Ántero Aspíllaga (Hacienda), Isaac Alzamora (RR.EE.), otro personaje no
identificado, y Elías Mujica (Guerra y Marina). Año 1888.
Cancelación de la deuda externa. El Contrato Grace.- Después de la guerra con
Chile, el Perú quedó con una cuantiosa deuda externa proveniente de los empréstitos
de 1869, 1870 y 1872, que ascendía a la enorme suma de 51 millones de libras
esterlinas, lo cual era imposible de pagar. Los acreedores amenazaban con requisar
al Perú sus exportaciones, si es que no se avenía a transar un acuerdo. Por otro
lado, el estado de deterioro de los ferrocarriles y la necesidad de fuertes
capitales para restaurarlos y construir otros era de suma urgencia. A fines de
1886, el irlandés Michael P. Grace, en nombre de los acreedores extranjeros
reunidos en un Comité Inglés de Tenedores de Bonos de la Deuda Externa del Perú,
presentó al gobierno de Cáceres el proyecto de un convenio para cancelar la deuda.
La propuesta era que el Estado peruano cediera a los acreedores toda su maquinaria
ferroviaria y las vías férreas, así como la entrega de tres millones de toneladas
de guano (que al final se redujeron a dos), la cesión de dos millones de hectáreas
en la selva central, el libre uso de los muelles a los que llegaban los
ferrocarriles, incluida la libre navegación por el lago Titicaca, y 33 anualidades
de 80 000 libras esterlinas. Lo primero que podría parecer desventajoso para el
interés de la nación peruana era la entrega de los ferrocarriles, pero al estar
estos inconclusos o deteriorados, la idea se tornaba viable, pues los acreedores se
comprometían a ponerlos en servicio, así como ampliar algunas líneas, para lo cual
realizarían las inversiones necesarias. No obstante, hubo un amplio debate en el
Perú si era pertinente aceptar el contrato, y en el Congreso se fue prorrogando su
aprobación, hasta que el gobierno hizo vacar a los congresistas recalcitrantes y
nombrar a otros, logrando así la aprobación en octubre de 1889. Los bonistas
ingleses crearon la compañía The Peruvian Corporation para la explotación de los
ferrocarriles durante 66 años, según lo estipulado en el contrato. Además, se
comprometían a concluir los tramos ferroviarios de Chicla-La Oroya (ferrocarril
central) y Juliaca-Santa Rosa (ferrocarril del sur), y a construir 70 kilómetros
más de cualquier otro ferrocarril.6263
Aspecto internacional
En 1887 la República del Ecuador quiso nuevamente ceder, como pago a sus acreedores
británicos, grandes extensiones de tierras en la Amazonía que disputaba entonces al
Perú. La diplomacia peruana logró detener ese proyecto y firmó con dicho país, el 1
de agosto de 1887, un convenio por el cual la cuestión de límites sería sometida al
arbitraje del Rey de España. En 1889, el comisionado especial del Perú en España,
José Pardo y Barreda, presentó al Rey español el Alegato del Perú, notable estudio
jurídico de la cuestión que desde entonces fue el baluarte de la defensa peruana en
ese pleito de límites. Pero representantes del gobierno de Cáceres quisieron
resolver de manera directa el asunto y suscribieron con el gobierno ecuatoriano en
Quito el Tratado García-Herrera (2 de mayo de 1890), por el cual el Perú cedía
Tumbes y una gran parte de Maynas al Ecuador. El Congreso ecuatoriano se apresuró a
aprobar dicho tratado, pero el Congreso peruano, bajo presión de los representantes
amazónicos, puso como condición hacer modificaciones en la línea trazada, lo que no
fue aceptado por el Ecuador. La solución del diferendo continuó entonces bajo el
arbitraje de la corona española.64
El Perú participó en un Congreso de Representantes Americanos que se reunió en
Washington el que, como culminación de sus actividades, firmó un Tratado de
Arbitraje, que se consagró como principio del derecho internacional. Se realizó
también en Lima un Congreso Sanitario.65
Origen del problema de La Brea y Pariñas
El problema de la explotación del petróleo en el yacimiento de La Brea y Pariñas, y
que demandó la atención de casi todos los gobiernos peruanos hasta los años 1960,
se originó inmediatamente después de la guerra con Chile, cuando se discutía el
Contrato Grace. Dicho yacimiento pertenecía entonces a Genaro Elguero, y en la
medición que se hizo en 1888 para el pago del impuesto correspondiente, se
determinó erróneamente que solo abarcaba 10 pertenencias, determinándose el
impuesto en solo 150 soles al semestre (15 soles por pertenencia). En 1890 el
yacimiento pasó en arrendamiento a la empresa angloestadounidense London Pacific
Petroleum Co., por 99 años, operándose de esta manera la penetración del
capitalismo inglés en la naciente industria petrolífera.66

Otras obras y hechos importantes

Museo Cáceres en Ayacucho.


Se dio el Reglamento General de Instrucción Pública (1886), que estableció
nominalmente la obligatoriedad de la educación primaria, que siguió bajo los
auspicios de los consejos municipales.67
Se crearon Escuelas Talleres (artesanales) en las capitales de departamentos.68
Se reorganizó el ejército y se reabrió la Escuela Militar y la Escuela de Clases
(1889).69
Llegó a las costas peruanas la cañonera Lima, de 1790 toneladas, uno de los dos
navíos de guerra mandados a construir por el gobierno peruano en Kiel en 1880. Fue
la primera unidad de la nueva escuadra del Perú, que renacía tras el descalabro de
la guerra. La otra cañonera gemela tuvo que ser cedida a los constructores en pago
de deudas existentes.69
Se fundó en Lima el Banco Italiano en 1889 con aporte de capitales de la colonia
italiana, institución que ha llegado hasta nuestros días con el nombre de Banco de
Crédito del Perú.70
Se fundó la Fábrica Nacional de Tejidos Santa Catalina, en la actual avenida Grau
(1889). La fábrica de tejidos de Vitarte fue adquirida por compañía la inglesa
Peruvian Cotton (1890), con lo que dicha industria adquirió un gran impulso.71
Se importaron las primeras bicicletas (1889).72
Se creó la Sociedad Geográfica de Lima (1888), entidad encargada de estimular el
conocimiento de la geografía nacional en sus más variadas manifestaciones.73
Se suprimió el Tribunal del Consulado de Lima (1887) y se creó la Cámara de
Comercio de Lima (1888).74
Se inauguró el alumbrado eléctrico en el Centro de Lima (16 de mayo de 1886), a
cargo de la Empresa Peruvian Electric Constructión and Supply Company. Se instaló
en la Plaza de Armas y se extendió a las calles aledañas.7576
En 1888 se instaló el servicio telefónico en Lima, que luego se extendió al
Callao.7776
Se inauguró en 1889 el muelle del puerto de Salaverry, en el departamento de La
Libertad.78
La explotación del petróleo, a cargo de capitales ingleses, tuvo un desarrollo
importante en el norte del Perú. Se instaló en Talara la London Pacífic Petroleum
Company para explotar los pozos de La Brea y Pariñas (1890). En el campo
petrolífero de Zorritos, había 9 pozos que daban 250 000 a 300 000 litros de
petróleo diarios, hacia 1890. Se obtenía también keroseno, que era de buena
calidad.6679
En julio de 1890 llegaron numerosos restos de los héroes peruanos caídos en las
acciones de Angamos, Pisagua, San Francisco, Tarapacá, Alto de la Alianza y Arica.
Fue en esa ocasión que llegaron los restos de Miguel Grau y de Alfonso Ugarte,
siendo sepultados el día 16 de julio en solemne ceremonia en el Cementerio
Presbítero Maestro.80
Elecciones presidenciales de 1890
Cáceres designó a su vicepresidente y partidario Remigio Morales Bermúdez como su
candidato para las elecciones presidenciales programadas para el 13 de abril de
1890. Como contrincantes se presentaron Francisco Rosas, candidato por el Partido
Civil; y Nicolás de Piérola, líder del Partido Demócrata. Como este último se
mostraba como el favorito de los votantes, el gobierno se propuso ponerlo fuera de
juego. Los principales dirigentes demócratas fueron perseguidos y encarcelados,
Piérola entre ellos. Este instó entonces a sus seguidores a que se abstuvieran de
votar. Contando, pues, con el control total del proceso electoral, Morales Bermúdez
resultó elegido presidente de la República para el período 1890-1894.8182

Tras entregar el poder a su sucesor, Cáceres pasó a ejercer como ministro


plenipotenciario en Inglaterra y Francia.6 En 1892 fue elegido Diputado por la
provincia de Andahuaylas83 y en 1894 fue elegido como senador por Ayacucho84.

Segundo gobierno (1894-1895)

Busto de Cáceres.
Cáceres retornó en 1894, cuando finalizaba el gobierno de Morales Bermúdez,
iniciando su campaña electoral para volver a la presidencia. Contaba naturalmente
con el apoyo del gobierno. Pero el 23 de marzo de ese año Morales Bermúdez enfermó
gravemente y dejó de gobernar; según la Constitución debía asumir el mando el
primer vicepresidente Pedro Alejandrino del Solar, pero el Consejo de Ministros no
quiso entregarle el poder, ya que Del Solar no le inspiraba confianza, pues se
había mostrado contrario al apoyo gobiernista hacia la candidatura de Cáceres.
Morales Bermúdez falleció el 1 de abril, día en que coincidentemente debía
celebrarse las elecciones para elegir a su sucesor, las cuales fueron
suspendidas.85

Los caceristas presionaron para que el mando provisional fuera transferido al


segundo vicepresidente, Justiniano Borgoño. Así se hizo y la misión del nuevo
mandatario era convocar a nuevas elecciones. Pero Borgoño, además de la elección
del Presidente, dispuso que se renovara totalmente el Congreso, argumentando que su
composición no era representativa y que no gozaba de ninguna autoridad ni
prestigio. Esto constituía un acto inconstitucional pues solo se podía renovar el
Congreso por tercios. En realidad, Borgoño buscaba allanar el camino para la
elección de su líder, el general Cáceres. Este, contando con el apoyo de todo el
aparato gobiernista, triunfó y asumió el poder el 10 de agosto de 1894.8687

La guerra civil de 1894-1895


Artículo principal: Guerra civil peruana de 1894-1895
El segundo gobierno de Cáceres carecía de legitimidad y popularidad, por lo que fue
inevitable que surgiera la guerra civil. La oposición fue liderada por el caudillo
Nicolás de Piérola, fundador del Partido Demócrata, que se había unido a los
civilistas, formando así la llamada la Coalición Nacional. La bandera de los
revolucionarios era la libertad electoral, el fin del militarismo en el gobierno y
la abolición de la contribución personal. En las provincias surgieron las
montoneras pierolistas y caceristas, que lucharon entre sí.88 Desde Chincha,
Piérola avanzó a Lima donde entró encabezando a sus huestes por la Portada de
Cocharcas, el 17 de marzo de 1895. Durante tres días se prolongó la lucha en la
capital, a pesar de que los caceristas habían sido forzados a retroceder a Palacio
de Gobierno. Se calcula que murieron alrededor de mil personas, cuyos cadáveres
quedaron insepultos, amenazando con desatar una epidemia. Frente a tal situación,
el cuerpo diplomático se reunió y logró una tregua de 24 horas entre los dos bandos
para sepultar los cuerpos. La paz fue prorrogada, y Cáceres, al ver que la mayoría
del país estaba en su contra, renunció y partió al extranjero.89 Finalizó así la
guerra civil, que propició la ascensión de Nicolás de Piérola, inaugurándose un
nuevo período en la historia republicana del Perú (La República Aristocrática).90

Post presidencia

La tumba de Andrés Avelino Cacéres en la Cripta de los Héroes del Cementerio


Presbítero Maestro.
Luego de vivir en Buenos Aires de 1895 a 1899, Cáceres regresó al Perú y residió en
Tacna y Arica, las provincias entonces bajo administración de Chile y que estaban a
la espera de la realización del plebiscito que debería decidir su destino final.
Como jefe del Partido Constitucional, Cáceres tuvo influencia en la política
nacional durante la llamada República Aristocrática, época de predominio del
civilismo. Fue elegido senador por El Callao entre 1901 y 1906919293949596. Fue
ministro plenipotenciario en Italia (1905-1909) y Alemania (1911-1914)6 y, de
regreso al Perú, presidió la convención de partidos que en 1915 designó a José
Pardo y Barreda como candidato a la presidencia de la República. Pero desde 1918
conspiró contra este gobernante y apoyó el golpe de estado de Augusto B. Leguía,
que ocurrió el 4 de julio de 1919 y que fue el punto de partida del Oncenio.3

La Asamblea Nacional, por ley N.º 4009 del 10 de noviembre de 1919, y en


reconocimiento a su brillante conducción de la campaña de la resistencia contra
Chile, le confirió el grado de Mariscal del Perú, asignándole una renta anual. Fue
el único militar de la guerra del Pacífico (incluyendo a los de Chile) que llegó a
ese máximo grado.97

Se retiró al balneario de Ancón, donde falleció el 10 de octubre de 1923, a la edad


de 90 años. Su muerte y entierro dieron lugar a una jornada de duelo nacional.98

Memorias

Andres Avelino Cáceres (El Brujo de los Andes). Foto de Eugenio Courret.
Su valioso testimonio de la guerra del Pacífico lo trasmitió a su hija, la
escritora Zoila Aurora Cáceres, y al comandante Julio C. Guerrero, que fuera su
adjunto militar en Berlín. La primera los dio a conocer en La campaña de la Breña
(1927); y el segundo utilizó esos informes para publicar La guerra entre el Perú y
Chile (Madrid, 1924) y Memorias del general Cáceres (Berlín, 1924 y Lima, 1973).63

Legado

Monumento a Cáceres en el Parque Reducto nro. 2


En el Perú, Cáceres es visto como un símbolo de la resistencia contra Chile,
durante la guerra del Pacífico, un héroe que nunca se doblegó y que hasta el último
instante organizó fuerzas para mantener viva la resistencia, pese a los reveses. Su
figura es ampliamente recordada en la memoria colectiva de los pobladores de la
sierra peruana, muchas veces a través de las tradiciones orales legadas por los
descendientes de quienes conformaron el Ejército del Centro y las fuerzas
guerrilleras de cada pueblo; otras veces mediante variadas manifestaciones
culturales y folklóricas, como es el caso de las existentes en los Valles de
Yanamarca-Acolla, San Jerónimo de Tunán, Hualhuas, Pucará, Chupaca y Sicaya en el
valle del Mantaro.

En los últimos años, en reconocimiento de este simbolismo, un grupo de veteranos


militares peruanos han organizado y adoptado el nombre Etnocacerista después de
Cáceres. Los etnocaceristas ahora componen una fuerza política en el país andino.

Referencias
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epígrafes, recopilación documental y notas, Carlos Milla Batres]. Editorial Milla
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Enlaces externos
Sucedió en el Perú: Andrés Avelino Cáceres (video)
YouTube - La guerra del Pacífico V
Dos ejemplos de la falta de veracidad de las Memorias de Cáceres
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Predecesor:
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Presidente del Consejo de Ministros Presidente Constitucional del Perú
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3 de junio de 1886 - 10 de agosto de 1890 Sucesor:
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2º vicepresidente Presidente Constitucional del Perú
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10 de agosto de 1894 - 20 de marzo de 1895 Sucesor:
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Categorías: HombresNacidos en 1836Fallecidos en 1923AyacuchanosConstitucionalistas
presidentes de PerúMariscales de PerúMilitares de Perú en la guerra hispano-
sudamericanaMinistros de Guerra y Marina de PerúNacionalistas de PerúPresidentes de
PerúPrefectos del CuzcoPeruanos de la guerra del PacíficoVicepresidentes de
PerúDiputados de Perú 1892-1894Diputados por ApurímacSenadores de Perú 1892-
1894Senadores por AyacuchoSenadores de Perú 1901-1906Senadores por El
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