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DEL MISMO AUTOR
'il

Biografía.s Cortas de Hombres Ilustres Mexicanos, Gobierno del Distrito Fe-


deral, México, 1930.
Los Menores lnmlaptados, Gráficos del Departamento del Distrito Federal.
1936.
Las Nacicmes Unidas y la Paz, Discurso ante el Comité Mexicano Pro Na-
ciones Unidas, 1955. ·
Visión Sociológica de la Revolución Mexicana., Editorial Orión, México7
1959.
Los Partidos Polítioo.s en México, Editorial Orión, México, 196.1.
· El Ser y el Deber Ser de la Universidad de MéXlixxJ, Asociación Mexicana
de Sociología, Editorial Cultura, México, 1961.
Predelincuencia, Colegio de Abogados, San José, Costa Rica, 1961.
¡ •• ~ 0 -- - ---~---=--=-==---E

-~: -~-~~- . . ·--~~-~~~~----~ . ~ ~-~- ~---·

INTRODUCCION
a la

.SociOLOGIA CRIMINAL

HECTOR SOLIS QUlROGA


Doctor en Derecho

Investigador de Tiempo Completo del Instituto de Inves-


tigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma
de México.

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES SOCIALES


UNIVERSIDAD NACIONAL
MEXICO, D. F.
1962
"
Primera edición, 1962

Derechos asegurados conforme a la ley


©Instituto de Investigaciones Sociales, 1962
Universidad Nacional Autónoma · de México
Impreso y hecho en México
]??s/ le J;,ves (
JtPci.;Jht;,
1 f/0

IN DICE
Pág.
ADVERTENCIA Y AGRADECIMIENTO 9
INTRODUCCIÓN . por el Dr. Miguel BUENO ll

PRIMERA PARTE:

PANORAMA DE LA SOCIOLOGIA CRIMINAL


Y DE SU OBJETO DE ESTUDIO
CAPÍTuLo l.-QuÉ ES LA SociOLOGÍA CRIMINAL . 27
l.-¿ Existe la Sociología Criminal? 2.-Su concepto y definición.
3.-Su contenido. 4.-Sus disciplinas auxiliares. S.-Deslinde de
la Sociología Criminal.

CAPÍTULO 11.-METODOLOGÍA 37
6.-Concepto y utilidad del método. 7.-Diferencias entre método
y técnica. 8.-Método Sociológico: a) Objeto de la Sociología; b)
Sus métodos; e) Consideraciones metodológicas fundamentales. 9.
-Principales métodos y técnicas aplicables a la Sociología Crimi-
nal: a) El método ecológico; b) El método psicológico; e) El méto-
do experimental; d) La técnica histórica; e) La técnica estadística.

CAPÍTULO 111.-DELINCUENCIA y DELITO . 51


10.-La delincuencia como realidad social. H.-Conceptos de deli-
to: a) Filosófico; b) Sociológico; e) Criminológico; d) Jurídico;
e) Legal. 12.-Concepto sociológico-criminal del delito.

CAPÍTULO IV.-EL FENÓMENO CRIMINAL . 61


13.-Panorama de la delincuencia. 14.-Panorama causal. 15.-
Algunos criterios sociales sobre la delincuencia. 16.-DHicultades
de los estudios etiológicos. 17 .-Importancia del estudio evolutivo.

Os ._ 6 6 O9
6 HECTOR SOL/S QUIROGA

18.-Resumen de la evolución humana. 19.-Probables variaciones


de la delincuencia.

SEGUNDA ·PARTE:
)
PERSONALIDAD Y PATOLOGIA SOCIAL EN EL
MARCO CAUSAL DE LA DELINCUENCIA
Pág.
CAPÍTULO l.-ETIOLOGÍA DE LA DELINCUENCIA • 77
20.-Generalidades. 21.-Concepto de causa y su categorización.
22.-Clasificación de causas. 23.~Mlanera genérica de acción de
las causas de la delincuencia. 24.-Algunas regularidades etioló-
gicas observadas: a) Causación adecuada; b) Concurrencia causal; ,r...
e) Brote causal ; d) Combinación causal ; e) Detección causal; f) ~
Importancia circunstancial; g) Constelación v~riable; h) Inten-
sidad variable; i) Reiteración causal ; j) Caust.-efecto-causa.

CAPÍTULO 11.-LA PERSONALIDAD Y LAS CARACTERÍSTICAS PSICO-SOCIALES


DE LOS CRIMINALES • 89
25.-La personalidad, sus integrantes y características. 26.-As-
pectos evolutivos: a) Integración; b) Maduración emocional; e)
Capacitación; d) Independización; e) Adaptación. 27.-Carac-
~~~
terísticas psico-sociales de los criminales.

CAPÍTULO lii.-Lo PATOLÓGICO SOCIAL. 105


28.-Concepto de lo patológico s~ial: a) Dificultad de defini~ lo ~,
patológico social; b) Teoría del equilibrio social; e) Salud y nor- ,l
malidad; d) Deber ser y normalidad; e) Asociación y disocia-
ción; f) Inadaptación y normalidad; g) Frecuencia y normalidad.
29.-¿Es la delincuencia un fenómeno patológico? 30.-¿Es pa-
tológica la criminalidad actual? l.-Debilidad de la estructura;
11.-Inadecuacio:ries funcionales; 111.-Infecciones; !V.-Pobreza
Psicológica. 31.-Conclusiones.

TERCERA PARTE:

INFLUENCIAS SOCIALES DIFUSAS Y CONCRETAS


SOBRE LA DELINCUENCIA '
1

CAPÍTULO l.-ALGUNOS FACTORES SOCIALES DE LA DELINCUENCIA 123 1

32.-El espacio social. 33.-El barrio. 34.-El alojamiento. 35.-


Estr:ucturas sociales en la delincuencia. 36.-Movilidad social. 37.-
1\~.:1
"1\
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 7

Pág.
Formación profesional. 38.-Educación. 39.-Moralidad. 40.-Re-
ligiosidad. 41.-Factor económico:

CAPÍTULO 11.-0TROS FACTORES SOCIALES • 139


42.-Estado civil. 43.-Abandono. 44.-lgnorancia. 45.-Aglo-
meración y dispersión. 46.-Composición de la población. 47.-
0cupación. 48.-lmpreparación para el trabajo. 49.-Industria-
lización. 50.-Alimentación. 51.-lnsuficiencias. 52.-Raza. 53.-
Lengua. 54.-Clase social. 55.-Centros de diversión y de vicio.
56.-Los mercados. 57.-El ambiente general

WPÍTULO 111.-INFLUENCIA DE LA FAMILIA EN LA DELINCUENCIA 155


58.-Concepto de familia. 59.-Importancia de la familia. 60.-
Su constitución. 61.-Su organización. 62.-La familia del delin-
cuente: a) Delincuencia de los menores; b) Delincuencia de los
adultos.

CUARTA PARTE:

REGULARIDADES Y TENDENCIAS OBSERVABLES


EN LA DELINCUENCIA

CAPÍTULO l.-ALGUNAS MANIFESTACIONES REGULARES DE LA CRIMINALIDAD 171


63.-Algunas regularidades sociales de la delincuencia; l.-Va-
riedad; 11.-Similitud; 111.-Repetición; !V.-Oposición; V.-
Adaptación; VI.-Interacción; VII.:-Equilibrio relativo; VIII.-
Movilidad; IX.-Las cuatro etapas; X.-Influencia geográfica;
XL-Agrupamientos; XII.-Predominancia masculina; XIII.-
Imitación; XIV.-Evolució:J;t criminal; XV.-Oscilación; XVI.-
Ciclos irregulares; XVII.-Adecuación; XVIII.-Edad evoluti-
va; XIX.-Continuidad; X.X.-Paralelismo; XXI.-Es~cifici-
dad. 64.-lntento de clasificación sociológica de la delincuencia:
A) Criterio sociológico criminal: l.-Delincuencia descendente;
11.-Delincuencia política; 111.-Delincuencia común; IV.-De-
lincuencia multitudinaria. B). Criterio etnológico. C) Criterio
ecológico.

CAPÍTULO 11.-EVOLUCIÓN DE LA CRIMINALIDAD . 189


65.-Generalid4des. ~6.--:-Influencia de la economía. 67.-La gue-
rra. 68.-Las cbmumcac10nes. 69.-El sexo. 70.-La edad. 71.- ·
Nuevas formas de la delincuencia
8 HECTOR SOL/S QUIROGA

QUINTA PARTE:

POLITICA SOCIAL FRENTE


A LA DELINCUENCIA
Pág.
CAPÍTULO l.-LA LUCHA CONTRA LA DELINCUENCIA . 207
,1
1 '
72.-Efectos sociales de la delincuencia. 73.-Predelincuencia. • 1,

74.-La labor preventiva. 75.-La legislación. 76.-La policía.


77.-El ministerio público. 78.-Los tribunales penales. 79.-Los
defensores. 80.-Los tribunales para menores. 81.-Los jueces
administrativos.

CAPÍTULO H.-ESTABLECIMIENTOS DE DETENCIÓN y RECLUSIÓN 225


82.-Generalidades. 83.-Influencia de la pena en la criminalidad.
84.-Realidad social de los reclusorios: a) Los separos; b) Las
cárceles administrativas; e) Las cárceles preventivas; d) Las pri-
siones y las penitenciarías; e) Las colonias p·enales; f) Los centros
de observación para menores; g) Los centros de reclusión para
menores. 85.-Establecimientos intermedios. 86.-Tipos modernos
de prisiones.
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ADVERTENCIA Y AGRADECIMIENTO

A sugerencia del ilustre Maestro don Lucio Mendieta y Núñez, Director del
/Mtituto de Investigacúmes Sociales de UNAM, se escribió el presente
la
libro de carácter. teórico, con alguTVaS ideas iniciJ.ales que pueden servir de ba.se
para futuras investigaciones en esta apasionante materia.
Aunque parecería fuera de lugar el dar. una fundamentación psicológica. a
lo·s hechos sociológicos que contiene, creemos, sin embargo, que para obtener
una verdadera utilidad desde el punto de vista de las inve.stJi.gaciones, y para
furu/m.r una política preventiva del cr.imen, se hace indispensable buscar el ori·
gen de la conducta delictuosa desde lo más recóndito de la personalidad, ya
que las manifestaciones de ésta producen las regularidades sociales que son el
objeto de nuestro estudio.
No hemos pensado en ningún momento hacer. la exposición exhaustiva de la
teoría general siquiera, porque son muchos los puntos de vista sociales de que se
puede partir y el sentido de los fenómenos cambia notoriamente con cada nueva
constelación de factores. En la crimini.alidad, como en las formas generales de
conducirse de los hombres, hay una infinita complejidad de causas y una ex-
traordinaria variedad del sentido de la vida. Por ello, captarlo e.s tan difícil
como en la Sociología general, y po·siblemente más aún porque los del:incuen-
tes ocultan cuidadosamente los secretos de su forma de vivir.
Por otra parte, la Sociología dinámica, que está -siguiendo· tan fr.uctiferos
cauces modernos, tiene pro fundos puntos de contacto con la psicología social.
Esta, a su vez, üumina el cauce de aquélla y, por tanto, una obra de Socwlogía
Criminal oo puede sino acepDar la co&aborací'&n básica de la Psicología Sacial.
Agradecemos al Dr. Luis Garrido y al Maestro Mendieta y Núñez sus muy
ualio-sas y centrales orientaciones para la elaboración del presente libro.
A nuestros compañeros y a:m.igos Salvador BerTTWÍAdez Castro y Mario Mon-
teforte Toledo y a mis alumnos del Seminario de Psicología Crüninal de la Fa-
10 HECTOR SOL/S QUJROGA

culead de Füosofía r Letras, que invirl1ieron paree de su tiempo analizando


conmigo varios problemas de los que contiene el presente volumen, mi recono-
cimiento afectuoso.

H. S. Q.

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!
~E.!-JI~hrSo.&iol_t!gíá surgió como ci.encia independiente bajo los auspi-
cios delJ?gsitivisino comteano, fomentó paralelamente a ella la conciencia
de su complejidad, obedeciendo a la naturaleza de los problemas que debatió
desde un principio y que fueron el conjunto de cuestiones s«?bre la sociedad,/
cuya coimplicación se incrementa por virtud de la sinergia que ejercen mut~
mente sus diversos factores. Bien conocido es, aun de los legos, el hecho de
que a la alteración de algún coeficiente social acompaña la modificación de los
demás y que los cambios de la colectividad no son aislados, sino al contra-
rio, concatenados. Por ello, cualquier estudio sociológico debe tener en cuenta
la doble dimensionalidad que involucra el fundamento genérico de la vida
social y las derivaciones específicas de sus diversas manifestaciones.
Ahora bien, en el breve lapso que lleva de existir la Sociología se han ope-
rado cambios de trascendental importancia, la mayoría de los cuales surgieron
en el siglo xx, al amparo del prodigioso avance que han experimentado las
ciencias del hombre. La Antropología ha encabezado una trascendental revo-
lución en sus conceptos, y simultáneamente con ella, la Sociología ha enrique-
cido su dominio experimental, trayendo consigo el correspondiente incremento
de las ciencias correlativas e ingresando en el mismo tren de vertiginosa evo-
lución; hoy día se encuentra en una fase de transformaciones que obligan a
perseguir sus conceptos a lo largo de diversas etapas, con el avance propio de
cada disciplina y la interinfluencia que ejercen mutuamente; esto ha hecho el
estudio de la sociología especialmente fascinante, comunicando su dinámica
de procedimientos a cada uno de los problemas específicos que involucra, co-
rrespondiendo a las direcciones particulares de la vida social; dichos problemas
han registrado un planteamiento significativo por cuanto contienen la deriva-
ción y coimpiicación de las cuestiones genéricas, llegando en su extremo a la
casuística, donde opera la verificación del doctrinarismo teórico y la sistematici-
dad disciplinaria; abarca una trayectoria de dilatadas dimensiones, desde la

....~----·
12 HECTOR SOL/S QUIROGA

universalidad trascendental de los axiomas hasta la singularidad inmanente


de los casos concretos. Tal es, pues, el abundante panorama de la Sociología,
y se presenta a la ávida mirada del investigador como un cambiante calidos-
copio de abigarrados colores; con esta convicción llegamos a una de las cuestio-
nes específicas de la Sociología, como es la Sociología Criminal, cuya temática
nos proponemos comentar brevemente.
El problema de la Sociología Criminal puede ser ubicado en las relacio-
nes que afectan al fenómeno de la delincuencia, desde los numerosos ángulos
que la sitúan en la perspectiva sociológica. Un problema así enunciado no
parece tener mayores complicaciones, pero el análisis de su estructura episté-
mica demuestra el profundo alcance que tiene en los conceptos sociológicos
generales. Para . justificar esta aseveración es necesario previamente situarnos
frente al problema y el método de la Sociología.
Aunque dicha ciencia se estableció originalmente como un conjunto de
estudios que se ocupaban de los fenómenos sociales, con su ulterior avance
fue perdiendo el dominio global que ejercía en los problemas particulares, que
lo fueron cada vez en mayor grado, originando las diversas disciplinas cuya
autonomía quedó en evidencia una vez que lograron independizar su problema
y definir el método para su tratamiento. En tales circunstancias la Sociología
proliferó, dando origen a las ciencias sociales que en poco tiempo se apode-
raron de su problemática, desarrollándola en forma autónoma e independiente
de la ciencia matriz, liberándose de su tutela. Cualquier estudio sociológico
que pretenda realmente la explicación de su problema deberá tener en cuenta
esta circunstancia.
Sin embargo, la multiplicación de las doctrinas sociológicas y el creci-
miento de cada una, no significó la desaparición de ·la Sociología, sino un cam-
bio radical en sus funciones.· El antiguo cometido material que la presentaba
como una reunión enciclopédica de conocimientos sobre la sociedad, dejó el
campo a las ciencias sociales particulares, a tal grado que cualquiera de los
antiguos problemas materiales tiene hoy una ciencia que se encarga de estu-
diarlo. Sin embargo, queda en pie la cuestión relacionante que proviene de la
misma evolución de las ciencias particulares, cuestión que se define en térmi-
nos .de relaciones epistémicas y corresponde en lo fundamental a la vieja de-
manda por las bases, instituciones y organismos de la sociedad; la diferencia
es que antes se limitaba a emitir datos elementales de naturaleza descriptiva,
con un sentido y un método radicalmente empírico, mientras en la actualidad
han alcanzado una dimensión más amplia y con un crecido número de conoci-
·mientos que aparejan la reflexión metodológica tendiente al establecimiento
de sus axiomas y postulados. El problema relacionante de la Sociología se dis-
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INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 13

tinguió primero del netamente empírico, no sólo por la profundidad de su re-


flexión, sino por el carácter básico de sus conclusiones, que en tal índole pro-
curan su enlace comparativo mediante una reiterada analogía descubierta en
las formas de convivencia. Dicha etapa se ha superado por otra más fecunda
y vigorosa, que no busca precisamente analogías, sino formas de relación, fun-
ciones primordiales que correspondan a la naturaleza dinámica de sus proble-
mas, origínados en la confluencia de los numerosos factores que concurren a
su producción.
Sobre esta base de correlación funcional se han levantado los sistemas
que promueven una tercera fase diferencial de la Sociología, sistemas que se
originan en el cruce de las diversas ciencias de la sociedad; constituyen las es-
pecialidades de rango más elevado, llegando a la máxima particularidad que
registran los casos concretos de la experiencia. Su tratamiento requiere una alta
especialización en la Sociología, que a la vez supone el dominio de sus concep-
tos generales; se trata, pues, de la aplicación de un criterio general que llega
incluso a las esferas del valor, para verificarse en los casos concretos que re-
gistra la experiencia. Tal es, en términos generales, la doble acción de la So-
ciología; involucra, por una parte, los principios de valor que corresponden a
las disciplinas teóricas, y por la otra, el conocimiento directo que nutre a las
ciencias de experiencia. Dentro de este complejo sistema de trabajos se sitúa
la problemática de la Sociología moderna, englobando la dimensionalidad uni-
versal y particular en todas las direcciones que muestra la existenCia humana.
Una de ellas corresponde a la delincuencia y da cauce a la Sociolnrgía Criminal,
cuyo contenido nos proponemos resumir en breves palabras como 1ntroducción
al magnífico libro del doctor Héctor Solís Quiroga, · que para ser justamente
evaluado requeriría de un espacio mucho mayor del que, en indeclinable cali-
dad introductoria, nos es permitido ocupar.
Ahora bien, al señalar la doble acción de la Sociología como teoría pura
y a la vez doctrina aplicativa, es necesario preguntar conforme a qué normas
debe llevarse a cabo su aplicabilidad, cosa necesaria si se tiene en cuenta que
la Sociología Aplicada tiene por objeto la superación del hombre; no sólo en sus
instituciones, sino también como individuo; para ello reclama ciertos princi-
pios· que constituyen la norma de superación, sin los cuales no habría ningún
criterio para establecerla. En ese terreno, la Sociología se vincula estrecha-
mente a las ciencias normativas que tienen su más elevado nivel en· la filosofía,
representada para los efectos sociológicos específicamente por la ética, doctrina
de los principios humanos, o mejor aún, humanistas; acude también a la orien-
tación no menos efectiva del derecho, y se liga en general a todas las disciplinas
sociales que han adquiriao independencia, y a· las ciencias del hombre, que
¡
11
¡:
'
14 HECTOR SOL/S QUIROGA

circulan por la vertiente común de la Antropología. De todas ellas tiene la


Sociología algo que asimilar para la mejor fundación de sus doctrinas y la más
expedita consecución de sus conclusiones. Detengámonos un momento en el
sistema que Se integra con las dos facetas sociológicas. ·
Este sistema de conocimientos justifica la acción dialéctica del pensar en
el campo de la Sociología y encuentra su v6rtice más elevado en las doctrinas
éticas que, repetimos, ocupan el supremo nivel en el conglomerado del huma·
nismo. Contra esta tesis se pronunciarán quienes defienden la postura pragmá-
tica de la Sociología, limitándola estrictamente al estudio de los fenómenos
sociales conforme al método naturalista de la causalidad. Pero la dimensión
aplicativa es plenamente legítima y se ha reconocido de hecho como la más
importante en el terreno epistemológico, así como en la doctrina general antro-
pológica, púes en última instancia el conocimiento, en cuanto determinación
del ser, adquiere pleno sentido por la determinación del deber ser, a cuyo am·
paro se promueve la superación de la humanidad. Una doctrina exclusivamente
teórica tendría sentido en el campo de las ciencias sociales si la humanidad
fuera perfecta en todos aspectos, así en lo individual como en lo colectivo, lo
que desde luego dista mucho de suceder. En vez de ello, la humanidad exhibe
a cada momento sus deficienCias, no sólo porque existen como constatación de
los aspectos negativos de la existencia -caso típico, el problema sociocrimino-
lógico---, sino· también porque el afán de superación hace ver al hombre reno-
vados sus defectos, a pesar de la mejoría que obtenga de hecho en todas sus
dimensiones.
Frente a ·este afán de superación se define con mayor intensidad el perfil
aplicativo de la Sociología, y más ampliamente de las ciencias sociales, pues
en cada una se encuentra la necesidad de mejoramiento a que nos hemos refe-
rido. Por ejemplo, la pedagogía tiene su latitud explicativa en la parte teórica
de ella misma, y tiene en· cuenta el contenido impartible en la educación, aslí
como los lineamientos generales de asimilación cultural, que dependen de la
psicología; su faena concreta se dirige en el aspecto normal a obtener un mayor
rendimiento educativo y en el anormal a corregir las deficiencias patológicas
del alumno. Esta necesidad de superación se incrementa cuando el fenómeno
es considerado socialmente, pues entonces los desajustes y complicaciones se
muestran con mayor elocuencia. Por lo demás, la dimensión aplicativa es no
solamente aceptada, sino también promovida por quienes han visto en la ciencia
un vehículo de conocimiento especulativo y también un medio de 'enaltecer a la
humanidad.
Ahora bien, al hablar de Sociología Aplicada, y en general, de cualquier
ciencia que se lleva a ese terreno, se involucra la orientación que debe seguir
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 15

y que a su vez depende del valor que adopte como finalidad bu5cada. Sabe-
mos que, en última instancia, la finalidad de todos los actos radica en el valor
de cada especie, postulado en ejercicio de la facultad conceptiva del hombre
y doctrinariamente manifestado a través de la filosofía. He aquí, pues, el
entronque de Sociología y Filosofía, que resalta con especial relieve en nuestro
caso, ya que la Sociología Criminal es la ciencia que se ocupa de un aspecto
patológico de la vida social, como es el delito,1 y no se resignará a meros
señalamientos de orden concreto como cifras estadísticas, datos ecológicos, apre-
ciaciones urbanísticas, tipologías antropológicas, motivaciones religiosas, eco·
nómicas, políticas, etc., que aparecen constantemente en su dominio. Tratará
de poner remedio al estado anormal aprovechando los elementos positivos que
hay en todo ser humano y que deben acentuarse mediante una práctica educa·
tiva y terapéutica en general, basada en las mismas consideraciones de la
Sociología, pero orientadas con un sentido inverso, partiendo de la esfera ex-
plicativa para dirigirse a la aplicativa.
La participación de la ética, y a través de ella, de la filosofía, en calidad
de pauta axiológica para las ciencias sociales, está su jeta al concepto que se
tenga de la filosofía. Existe una opinión muy generalizada en el sentido de que
es una ocupación abstracta y nada tiene que ver con la realidad; quienes de-
fienden la postura abstraccionista y piensan que la filosofía es un mero juego
de opiniones, tendrán que rechazarla como un medio de acercamiento a la
experiencia social. De ahí ha provenido la idea, bastante común entre los cul-
tivadores de la Sociología Positiva, que ella no tiene ninguna necesidad de pe-
dir auxilio a la filosofía, por el contrario, le estorba, en la medida que conta-
minaría los estudios científicos y apegados a la realidad, con un ingrediente
utópico y ajeno al fondo de la realidad misma. ¿Qué relación puede tener
-preguntaría un sociólogo de corte tradicional- la Filosofía Existencia lista,
por ejemplo, con una ciencia tan severa y congruente como es la nuestra?
Efectivamente, si la filosofía fuera una especulación hueca no habría ra-
zón para introducirla en el dominio sociológico. Pero en rigor no es así; la
filosofía no es meramente abstracta ni especulativa, pues aun los sistemas que
aparentemente se alejan de la realidad corresponden a formas de cultura que sos-
tienen la misma posición de apartamiento, y por ello, al separarse la filosofía
de la realidad física se aproxima a la realidad espiritual que se manifiesta en
la cultura, por medio de los sistemas de convivencia que también estudia la
Sociología. Por todo ello, las ideas filosóficas tienen un sentido profundamente
significativo para la Sociología, uno de cuyos contactos con la cultura es por
J. El autor difiere de este concepto, como se desprende del Capítulo 111 de la
Segunda Parte.
16 HECTOR SOL/S QUIROGA

medio del filosofar, entendido como el producto cultural que es y ha sido


siempre.
Considerando, pues, la vigencia que pueden y deben tener las ideas filo-
sóficas en el marco de las ciencias sociales, queda por preguntar cuál es con-
cretamente el sistema que puede aplicarse al trabajo sociológico, y la respues-
ta no puede ser otra que la ética científica, entendida como ética social que
acepta el programa adjudicado tradicionalmente a esta disciplina, o sea elabo-
rar los principios básicos de la conducta, que son al mismo tiempo las normas
y finalidades de la convivencia. Estas no se dictan arbitrariamente, sino te-
niendo en cuenta los requerimientos ecológicos del hombre ubicado en su
realidad social, las necesidades efectivas que provienen de un hecho vivo y ac-
tuante como es la naturaleza humana. En último término, la Sociología nos
dice lo que el hombre es, mientras la ética nos dice lo que el hombre debe ser;
entrambas cubren el dilatado prospecto de la existencia, abarcando desde las
reales y aún deprimentes manifestaciones patológicas, hasta las más sublimes
ideologías que exaltan al hombre hacia el más elevado nivel del idealismo, in-
fatigablemente en pos de los más caros valores de la humanidad.
La ·segunda de las vertif'nte¡; que alimentan el campo sociológico corres-
ponde a la realidad natural del hombre, expresada caracterotípicamente a tra-
vés de la Antropología. Bajo esta denominación se encubre una doble empresa
que aborda las dos grandes latitudes en que se ubica el problema del hombre.
La primera de ellas consiste en el estudio, clasificación y sistematización de
los tipos humanos, perteneciendo al sistema de la Antropología Empírica y prin-
cipalmente la que ostenta un carácter naturalista, dirigida por el mismo sendero
en que están la Física y la Biología; no es extraño que reciba precisamente
las connotaciones de Antropología Física y Antropología Biológica, respecti-
vamente. Por otra parte, esta disciplina tiene un carácter formal y relacionan-
te, en cuya virtud confluyen no solamente las dos disciplinas mencionadas,
sino todas las. ramas de la Antropología, y más aún, la totalidad de las ciencias
del hombre. Esta red de conocimientos cubre prácticamente todas las ramas
del ser humano, pues en una forma u otra cada una aporta determinado ma-
terial para edificar el conocimiento del hombre. Así pues, cuando habl~mos
de la Antropología como afluente y correlato de la Sociología, involucramos
un complejo de conocimientos que de pronto se antoja inconmesurable, con un
horizonte dilatado hasta el infinito, ya que no solamente se trata de las cuestio-
nes antropológicas que se han arbitrado hasta el momento, sino también de
las que se van incorporando en el curso de la investigación y aumentan constan-
temente el caudal del conocimiento.
INTRODUCCION A LA SOC/OLOGIA CRI!viiNAL 17

Así tenemos que, por principio de cuentas, la colindancia de Sociología y


lo Antropología nos conecta directamente con todas las parcelas fronterizas que,
repetimos, pueden tener mayor o menor alcance, pero colindantes al fin, reser-
van determinados intereses comunes que se despliegan a tiempo de profundi-
O'
zar en el temario sociológico, especialmente ·en un caso como la Sociología Cri·

minal, proyectada no solamente en las pautas teoréticas y normales de la exis-
f tencia, sino también y principalmente en las anormales, donde se registran
¡e los hechos delictivos que son de su incumbencia. La relación antropológica nos
O' enfrenta a la tipificación clásica grupal de la Antropología Física, en su doble
,: acepción de Antropometría y Antropología Biológica que abarca los diversos
e- aspectos del ser materi~l del hombre; sus muy elocuentes datos han sido de
;tl
capital importancia para establecer las relaciones entre la modalidad y fre-
cuencia del hecho delictivo, con los tipos humanos que lo producen. Por su
.e·
parte, la Antropología cultural ha tenido a su cargo las relaciones ecológicas,
rfi no solamente en la parte descriptiva que suele cubrir normalmente, sino más
ri aún, en el contenido axiológico de la cultura, que se refleja indudablemente en
v la idiosincrasia de los individuos y los pueblos.
e; La Antropología Económica tiene una proyección por demás elocuente al
~· ocuparse de los movimientos económicos que inexorablemente · determinan la
conducta del hombre, así como la aportación metódica que proporciona una
estimable herramienta a la investigación antroposociológica por medio de la
'o· estadística, que habla en forma convincente de la realidad del· ser humano.
La Antropología Pedagógica ofrece el conjunto de datos y elementos que per-
;9
miten colocar los puntales para la superación del hombre, teniendo en cuenta
e· al hombre mismo y no sobre meras especulaciones ideales; esa Antropología es
¡e la que reune el copioso material y construye la técnica efectiva para la supe-
~· ración del hombre; sabemos que uno de los propósitos de la Sociología Crimi·
ro nal consiste en la reeducación y adaptación del delincuente, que es sólo una de
te las facetas del traba jo pedagógico.12
j• Al derredor de esos cuatro vértices que corresponden a la Antropología
~· Natural, Cultural, Pedagógica y Económica, se agrupa un gran número d.e
61 ()tros conocimientos que pertenecen a sendas disciplinas, arbitrando tal volu-
.~ men de elementos epistémicos que prácticamente ninguna rama del saber queda
.~ sin colindancia con la Antropología, y a través de ella, con la Sociología, cana·
,. lizándose ulteriormente al problema específico de la Sociología Criminal. Quien
¡9 haya hurgado en ese complejo problema sabe que todo el vasto sistema del
,, saber antropológico tiene en algún caso una cierta intervención para deslindar
~
1' i. 2 Según el autor expresa en el primer Capítulo, esta labor por realizar en el delin-
1'.1 <t:uente pertenece al campo de la Política Criminal.
e 11

ll
l
18 HECTOR SOL/S QUIROGA

el problema correspondiente. Desde luego, la Sociología Criminal da por des-


contada la contribución que generosamente le brinda la familia antropológica,
al punto que la mayoría de los tratados la consignan como parte de ella misma.
Pero no siempre es consciente que en tan valioso obsequio están virtualmente
contenidas toda una constelación de pesquisas que se efectúan en el dominio
de la historia, la economía, la biología, la física, las matemáticas, etc., par-
tiendo de cada una el nervio motor que la conecta en dinámica sinopsis con el
núcleo antroposociológico.
Es muy difícil que para el estudio de un caso determinado se sigan todas
las pistas que revela el cuadro etiológico y sintomático1 pero si se tiene verda-
dera conciencia y responsabilidad de la situación, se procurará perseguirlas
hasta sus orígenes más remotos y reconstruir la historia de cada caso, que no
es sólo la historia clínica en el sentido biopatológico habitual, sino también eco-
nómica, social, educacional, .etc., que no siempre es puesta en claro. En algunos
casos de notable .criminalidad suele perseguirse en todo lo ·posible el trasunto
histórico y antropológico, pero no siempre se le atiende en todas sus direccio-
nes, antes bien, la mayoría queda en soslayo y por consiguiente, las implica-
ciones y consecuencias que de ahí derivan.
Llegamos a la tercera de las grandes facetas que nos hemos propuesto co-
mentar en la presente Introducción, o sea la relativa al Derecho, cuyo ejercicio
queda de relieve por el cometido que dirige a la Sociología Criminal sobre la
conducta deliétiva. Efectivamente el problema de esta Sociología gira en torno
al concepto del delito, considerado como un acto que cometen seres humanos
sujetos a las influencias de la relación de convivencia. Es obvio que si no exis-
tiera dicha relación, el fenómeno delictivo caería en el ámbito estricto de la
individualidad y su doctrina sería psicológica y antropológica, mas no tendría
la proyección jurídica ni el interés directo de la Sociología. La fundamentación
de su problemática se obtiene mediante una sencilla deducción, pues si la
Sociología se ocupa de estudiar los hechos y los coeficientes sociales, y el actO>
delictivo se produce bajo la influencia de los mismos, la Sociología guardará
necesariamente un interés directo frente a la comisión de los delitos.
Este principio asegura también .el interés jurídico frente a los actos delic-
tivos, que se encuentra desde el planteamiento del problema. Ambas cuestio-
nes ~la jurídica y la sociológica- se dirimen a través de numerosas discipli-
nas jurídicas que colindan con la Sociología Criminal, estableciendo fronteras:
a veces no muy nítidas que orillan a la agitada discusión de saber hasta qué
punto el problema que nos ocupa corresponde a la Sociología o al Derecho~
Por lo pronto, está en claro la validez de su problemática y de la ciencia co-
rrespondiente, que es la Sociología Criminal, cuya definición puede ser simple
INTRODUCCION A LA SOC/OLOGIA CRIMINAL 19

y sencillamente la siguiente: es la rama de la Sociología que se ocupa de estu-


diar el hecho delictivo.
La relación jurídica que nos interesa deslindar para el efecto de nuestras
consideraciones consiste en que hay dos modos de considerar al delito, de acuer-
e do a la dualidad de motivaciones que registra todo proceso epistémico y cultu-
o ral. El primero se refier.e al aspecto netamente formalista que recae bajo la
r· conceptuación del derecho positivo y establece normas en su rama penal para
:1 la tipificación y calificación del delito. De acuerdo con este criterio, se consi-
dera delictivo todo acto que recae bajo cualquiera de los casos previstos por el
Código Penal, y la persona que lo comete debe ser sancionada de acuerdo con
las estipulaciones del propio Código. Su aplicación estricta y rigurosa a to-
L'
dos los casos que caen bajo la conceptuación jurídica constituye la forma eje-
,5
cutiva de la legalidad y es el único fundamento para fundar la acción del De-
o . recho Positivo en esta rama, cuya misión consiste en salvaguardar el bienestar
r social en lo que se refiere a la delincuencia.
~
Ahora bien, la acción del Derecho Positivo es necesaria como técnica de
(]
gobierno, para la administración de la justicia; en el caso del Derecho Penal,
r también como medida represiva por parte de la sociedad para quien ha come-
L' tido un delito; en tal sentido la acción de la justicia es automática y se eje-
cuta casi mecánicamente, sin más posibilidad de interpretación judicial que
la prevista por el propio Código. En ese tipo de formalidad encajan los axio-
mas que han representado a la esencia netamente jurídica del Derecho, princi-
palmente el muy conocido que dice: "La ley es la ley'', significando que sus
ordenamientos son terminantes y deben aplicarse con todo rigor.
Pero si este es el caso de la aplicación formal del Derecho, no sucede lo
;· mismo con su interpretación material; entendemos por ella a la discusión de los
efectos de los coeficientes reales que determinan al Derecho Positivo y son prin-
cipalmente los éticos, sociológicos y antropológicos que hemos señalado. Los
factores éticos ofrecen la fundamentación del acto jurídico sobre bases de mo-
ralidad, interpretables a través del valor justicia que recae, en tanto valor cul-
tural, más allá de la demarcación estricta del Derecho ; este último se constituye
con objeto de introducir en la justicia la mecánica de la normatividad social.
No tendría sentido proclamar a priori la injusticia del Derecho, y por más que
en la práctica haya siempre un margen de injusticia en la aplicación de las
,,
1 leyes, el princip~o ético normativo del Derecho es y será siempre la justicia,
bajo cuya inspiración se promueven los códigos y legislaciones que regulan
·,
a la sociedad.
,. Al sostener que el Derecho es determinable en su aspecto material por coefi-
cientes éticos, sociológicos y antropológicos, queremos decir que su base ge-
20 HECTOR SOLIS QUIROGA

nética y hemenéutica está dada por sendas dimensiones de la existencia huma-


na. Un Derecho que pretendiera no tenerlas en cuenta, simple y sencillamente
no sería Derecho, porque no existiría, no se habría podido formular sin las
ncesidades que se reconocen implícitamente en sus problemas y se integran en
los sistemas jurídicos. ¿Cómo podría suponerse la necesidad de una legisla-
ción para prevenir el delito si no hubiera una tendencia natural por parte del
hombre, determinable ética, sociológica y psicológicamente, para su comisión?
¿Cómo se definiría la problemática del Derecho Administrativo si no exis-
tieran los movimientos económicos y sociales que constituyen su dominio? ¿Y
cómo podría .existir el Derecho Civil sin las instituciones y necesidades que se
producen en la convivencia social? Consideraciones idénticas pueden efectuar·
se en torno a todas y cada una de las ramas jurídicas, comprobando en cada
caso que la formulación y codificación del Derecho obedece a premisas de
orden genético que se aplican a interpretarlo, con lo cual se reconoce tácita- ·
mente la imposibilidad de erigir un sistema de Derech~ que fuera lo suficien-
temente perfecto para no necesitar de ninguna interpretación posterior.
De acuerdo con estas consideraciones, el juicio que deba emitirse en rela-
ción al delito deberá tener a mano esos tres órdenes de intereses, sin los cuales
la legislación perdería, no precisamente su carácter jurídico formal, sino lo
qu·e es todavía más importante, su justificación de Dereclw, lo que hace de un
sistema algo más que un conjunto de normas que se han postulado de hecho
y no se aceptan como un Código definitivo, absoluto, ni dogmático, automáti·
camente aplicable a todos ios casos que cayeren bajo su jurisdicción. En vez
de ello, Derecho significa por antonomasia deber ser y en esta connotación
~tá implicada la necesidad del valor, que lo es en las tres dimensiones señala-
das, valor ético, valor sociológico y valor antropológico. La acción jurídica,
con todo y su inalienable autonomía, es, sin embargo, un sucedáneo de inte-
reses más elevados que radican en el valor ético de la justicia, el valor socio-
lógico de la convivencia y el valor antropológico de la superación humana. Un
sistema juriqico que estuviera a espaldas de esa triple valoración no sería un
falso Derecho, simple y ·sencillamente no 'existiría, no se habría formulado sin
las premisas genéticas que constituyen su matriz.
De acuerdo con el criterio rígidamente for~al, la comisión de un delito
consiste simplemente en la violación de un precepto legal, sin que deban esgri-
mirse ·como exculpantes ninguna otra clase de consideraciones. Pero aun el
más estricto formalismo deja siempre un resquicio para la calificación del acto
y su interpretación humana. Si no hubiera ninguna clase de factores mate-
.. riales, o si éstos no debieran tomarse en cuenta, no existiría en el derecho nin-
gún recurso legal para dar un margen a la aplicación ~e la sentencia; no ha-
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 21

bría necesidad de jueces ni tribunales y todo se limitaría a una secuencia de


averiguaciones para que, una vez demostrada la culpabilidad del individuo,
la sentencia fuera exacta de acuerdo con la clase del delito. El sistema
judicial perfecto, en un Derecho absoluta e incondicionalmente formalista, sería
simple y sencillamente una máquina, a la cual se darían como datos la clase
del delito cometido y la resultante automática sería la clasificación respectiva.
Pero esto no sucede ni siquiera en los sistemas que proclaman una máxima
formalidad. No ha sucedido nunca; desde las sociedades más primitivas hasta
las más civilizadas se ha juzgado indispensable la intervención del hombre para
interpretar y aplicar las leyes, y desde luego para formularlas, procurar su
renovación conforme a las circunstancias materiales de la sociedad y mantener
inconmovible su basamento en la justicia. Consideramos, pues, qüe el Derecho
formal absoluto resultaría contradictorio frente a la esencia misma del Dere-
cho, que lo presenta y justifica como algo más que una mera codificación.
La formalidad jurídica se ve complementada por su materialidad, cum-
pliendo entrambas la dual polaridad que se exige a todo sistema epistémico, o
sea la concepción ideal con su respectiva aplicación deductivo-formalista, y la
aplicación material que promueve el establecimiento de las leyes y su continua
revisión. Ahora bien, la materialidad jurídica no radica en el Derecho Posi-
tivo, que es por antonomasia formalista, sino en el contacto con la vida hu-
mana, a través de la triple vertiente que hemos señalado: ética, sociológica y
antropológica. Como todo Derecho es positivo, resulta ipso Jacto que todo De-
recho es formal. Pero esta tesis no alcanza pleno sentido sin la complementa-
ria, a saber:- el Derecho no es autosuficiente para justificar su valor, sino
únicamente su eficiencia por medio de la técnica jurídica. En el momento que
se pretenda trascender la eficacia de los sistemas para inquirir su validez efec-
tiva, se caerá irremisiblemente en el problema material de la Etica, la Socio-
logía y la Antropología.
De acuerdo con estas consideraciones, el problema de la Sociología Cri-
minal queda suficientemente delimitado en lo que se refiere a su demarcación
ancilar, esto es, a la serie de afluentes que lo determinan en sus aspectos bá-
sicos. El carácter introductorio que tiene nuestro ensayo y el servicio a que
se dispone con respecto de la magnífica obra del doctor Solís Quiroga, le im-
pide una mayor extensión y nos releva del tratamiento propiamente dicho de la
materia, que se encuentra desarrollada por modo admirable en la propia obra.
Queremos simplemente señalar que las concordancias que flotan entre el con-
texto de tan pulcro y documentado libro, y nuestra sucinta 1ntroducción, debe
atribuirse a una forma similar de percibir los problemas sociales y humanos.
22 RECTOR SOL/S QUIROGA

A título de colofón resumamos en dos palabras el prospecto que, a nuestro


modo de ver, tiene frente a sí una disciplina tan apasionante y preñada de
motivaciones humanistas como es la Sociología Criminal. Para destacar cuál
es su tarea indiquemos el doble sentido que tiene como ciencia de explicación
y aplicación, o sea como Sociología Teórica y Aplicada, respectivamente. En
el primer caso consiste en explicar los hechos que acontecen en la vida social,
mientras en el segundo procura la aplicación de las conclusiones obtenidas a
fin de lograr el mejoramiento de la sociedad. Esta doble función es de capital
importancia para percibir la dialéctica operativa en la Sociología Criminal,
que por una parte tiende a explicar las circunstancias del hecho delictivo y por
la otra procura su prevención, recomendando las medidas que juzgue perti-
nentes para erradicar o atenuar las causas de la delincuencia y orientarse a
reducir en todo lo posible su efecto negativo ; es obvio que en el primer caso
la Sociología Criminal se desempeñará como teoría de la delincuencia, mientras
en el segundo lo hará como una terapéutica.
Para llevar a cabo esa doble tarea, la Sociología Criminal se proyecta en
la esfera de los actos que le corresponde estudiar, a través de diversas discipli-
nas que son de hecho todas las que pueden ocuparse de algún acontecimiento
social. Actúan ellas como afluentes de la Sociología proporcionando los datos
que toman directamente de la experiencia, a fin de normar un criterio inter-
pretativo capaz de coordinarlos y hacer que confluyan al interés común de la
sociedad. La doctrina teórica funciona determinando la influencia que ejercen
los factores de la convivencia en el acto delictivo, pero carece del instrumental
necesario para edificar el sistema terapéutico, que corresponde por Derecho a
la Sociología: Aplicada. Desde otro ángulo, la Sociología se constituye como nú-
cleo y orientación metodológíca de todas las ciencias concretas que tratan de
la sociedad; ella misma se convierte en una disciplina sintética, de carácter
formal y relac.ionante, que se auxilia de las demás ciencias para determinar la
naturaleza y acción de las instituciones sociales, pero sin acudir directamente
a su observación ni explicación. Por ejemplo, la Sociología nos dice que la
célula de la sociedad es la familia, y que gran parte de sus problemas se in-
cuban en ella, pero no puede abordar directamente el problema de la economía
familiar, que pertenece a la economía política, ni tampoco las cuestiones de
herencia, que corresponden a la biología genética, o la educación en la familia,
asunto que estudia la Pedagogía, ni la gran cantidad de conflictos sociológi-
cos que alberga, cosa que explica el psicoanálisis. Hablando en rigor, la Socio-
logía define y delimita las formas y núcleos de convivencia, o sean los campos
de enfoque para las ciencias colaterales que ejercen una derivación en el tema
sociológíco. En sí misma, la Sociología no puede efectuar dicha explicación,
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INTRODUCC/ON A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 23

_l)Uestodas las atribuciones que llegan directamente de la experiencia social han


sido adjudicadas a otras ciencias. La Sociología actúa como disciplina formal
y relacionante; no se identifica con la Economía, la Biología, la Pedagogía, la
Psicología, etc., mas ejerce sobre ellas una proyección activa, según el método
que hemos dicho.
Deseamos concluir estas brev.es reflexiones en tomo a la Sociología Cri-
minal haciendo votos porque los cultivadores de tan fascinante disciplina tomen
plena conciencia y responsabilidad del enorme significado que tienen sus es-
tudios para el bienestar social. A ello contribuyen dos circunstancias primor-
diales ; la primera es la Sociología, y con ella su rama criminalística, es una
ciencia de suprema complejidad, cuya problemática no quedará puesta en lim-
pio sin las múltiples relaciones que funda con el hecho social, y la segunda
concierne a la materia del problema, observando que la delincuencia es una
enfermedad social que debe ser prevenida y tratada con mucha mayor atención
de la que se dedica a su castigo; de ahí 1&. superior importancia que tiene el
desempeño aplicativo de la Sociología, por encima de las disciplinas especí-
ficas que proporcionan su material. Permítasenos decir que, así como en el
individuo lo más importante de todo es poseer salud física y mental para des-
plegar sus actividades, también la sociedad requiere del mismo estado para
evolucionar en sus múltiples direcciones, asegurando la subsistencia y el me-
joramiento de la especie. A este supremo interés sirve la Sociología, y dentro
de ella, la rama que trata el fenómeno criminal.

Miguel BuENO
PRIMERA PARTE
PANORAMA DE LA SOCIOLOGIA CRIMINAL Y DE SU
OBJETO DE ESTUDIO
CAPITULO 1

QUE ES LA SOCIOLOGIA CRIMINAL

1.-¿ Existe la Sociología Criminal? 2.-Su concepto y de-


finición. 3.-Su contenido. 4.-Sus disciplinas auxiliares.
S.-Deslinde de la Socz'ología Crimiroal.

l.-¿ Existe la Sociologf¡a Criminal? -Es frecuente observar que los auto-
res norteamericanos hablen, en los libros de Sociología general, de una parte
que llaman Criminología. En cambio, rara vez se encuentra una mención a
la Sociología Criminal. Esto ha dado lugar a que, las personas influenciadas
por tal pensamiento, incurran en la confusión de considerar que la Sociol~gía
Criminal es equivalente a la Criminología. Por otra parte, la difícil cuestión
de los límites entre campos conexos del conocimiento y la diversa amplitud que
cada autor concede a las ciencias mencionadas, hacen casi imposible definir el
contenido propio de cada una, lo que parece haber llegado a -afectar al reco-
nocimiento de la existencia de la Sociología Criminal.
Como ejemplo de lo anterior podemos citar a L. L. Bernard1 que al men-
cionar los campos de la Sociología, en una lista coloca: "Criminology and
Delinquency" entre "Social Pathology" y "Penology". En ningún momento
menciona a la Sociología Criminal. Esta posición es seguida por otros autores,
entre los que se encuentra Donald Cresseyf quien, examina la extensión de la
Criminología y del objetivo de los sociólogos en el campo de ésta, pero tam-
poco menciona a la Sociología Criminal.
Como excepción, Parmelee3 sí la distingue, al decir que las seis principales
ramas de la ciencia criminológica son: l. Naturaleza y evolución del crimen;
l BERNARD, L. L.: The Fields and Methods o/ Sociology, Farrar & Rinehart. New
York, 1934. Pág. 12.
2 BaooM, Leónard y ZELZNICK, Philip: Sociology, Row, Peterson and Co. Illinois, 1955.
Pág. 600. Capítulo elaborado por Donald Cressey.
3 BERNARD, L. L.: Op. cit., Capítulo elaborado por Maurice Parmelee. Pág. 175.
28 HECTOR S(JLIS QUIROGA

2. Sociología criminal; 3. Antropología criminal; 4. Psicología criminal; 5.


Jurisprudencia criminal; y, 6. Penología.
Entre los autores germanos está Von Liszt4 que coloca la Sociología Cri-
minal al lado de la Biología Criminal o Antropología y dentro de la Criminolo-
gía como teoría del delito. También Bonger5 que afirma que "La Criminología
es una ciencia compleja y se compone de: l. Antropología criminal. .. II. Socio-
logía criminal".
Por otra parte Luis Jiménez de Asúa6 afirma que la Criminología incluye
a la Antropología y Biología criminales, a la Psicología Criminal, a la Sociolo-
gía Criminal y a la Penología.
Además, otros autores como Cajías7 y Soler8 reconocen también que los
campos de la Criminología y de la Sociología Criminal no son exactamente
coincidentes. Para el último la Criminología es sólo una hipótesis de trabajo
y no una entidad científica autónoma.
Es, pues, indudable que existe la Sociología Criminal como ciencia no
autónoma, independientemente de su ubicación dentro de la Sociología general
o dentro de la Criminología, y que contribuye al examen del problema social
de la criminalidad, con extensión diferente de la Criminología y de la Socio-
logía general.
2.-Su concepto y definición.-Se llama Sociología porque estudia los
hechos sociales, las interacciones humanas, el real acontecer colectivo, y busca
su comprensión y su entendimiento mediante el descubrimiento de su sentido
y sus eonexiones de sentido. Se califica de criminal, porque concreta su estu-
dio a los hechos delictuosos, sólo que considerados en su masa o su totalidad.
Ya Recaséns Siches,9 afirma que hay hechos sociales en que los hombres se
asocian y otros que "entrañan oposición, antagonismo, conflicto, lucha y diso-
ciación". Entre éstos hay algunos de mayor significación negativa, sea por el
daño que causan o por la alarma y reprobación social que provocan y que,
por ser violatorios del mínimo de los. mínimos de moralidad que la sociedad
exige, han sido incluidos entre los que sancionan las leyes penales, calificándo-
los de criminales. Estos son los que como hecho colectivo estudia la Sociología
4 Franz Von: Tratado de Derecho Penal, Editorial Reus. Madrid, 1927. Tomo
11. Pág.LrszT,
8.
5
• BONGER,
6
w. A.: Introducción a la Criminología. F. c. E. México, 1943. Pág. 47.
Citado por CuEvAs DEL CID, Rafael: Introducción al Estudio del Derecho Penal,
Imprenta Universitaria, Guatemala, 1954. Pág. 62.
'! CAJfAs,
l. Pag. 49. Huáscar
· K.: Criminología, Editorial Juventud, La Paz, Bolivia, 1955. Tomo
8 SO:LER, Sebastián: Derecho Penal Argentino, TEA., Buenos Aires; '1953. Tomo l.
·· Págs. 34-35.
9 R.EcASÉNS SICHES, Luis: Sociología, Editorial Porrúa, S. A., México, 1956. Págs.
359 y ss.
,, __'_ ¡ ~, .... ~.--~--~-""-~"..:.~.:::: - - • -- -. -~ ------

·~".: '(ji---~ _- --~-----:_ _ _ _ _ _ _ _ _ -- --~~=----=--~~~~~~

INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 29

Criminal, sin detenerse en lo individual, pues aprovecha las conclusiones de


1; s. otras disciplinas que se han ocupado de ello.
El fundador de la Sociología Criminal, Enrico Ferri,10 dice que la Socio·
Cti'
1

logía general "se subdivide en un cierto número de ramas particulares" y que


,~ "las sociologías particulares se desenvuelven en dos direcciones distintas ... , ~stu­
¡ogí9 ' diando las unas la actividad humana normal ... , y las otras la actividad humana
¡ociO' antisocial o antijurídica" ... , y que "sobre el'. fundamento común de la Socio-
logía general ..., se distinguen de un lado la sociología económica, jurídica
y política y de otro la sociología criminal". De ello se desprende que para Ferri
~llf nuestra disciplina forma parte de la Sociología general y no de la Criminología
d~' como afirman los autores citados previamente. En igual sentido se pronuncia
el Diccionario de Sociología11 al decir que "La Sociología Criminal, pues, es
eloS
1 tB
~ 'O
, una aplicación de la Sociología general a los fenómenos específicos de la delin-
cuencia".
~) Es inconcuso que dentro del real acontecer colectivo hay fenómenos diso-
ciativos entre los cuales existeñ unos d.e excepcional importancia, qüe consisten
'~o en la violación de preceptos de profundo valor humano. Algunas de tales vio-
. ~ laciones están tipificadas en las leyes penales y, cuando toman realidad (sin
tle.~ prejuzgar de su moralidad o inmoralidad), se dice que se ha cometido un delito
.o')
' 'O' cuyo autor es un ser humano a quien se llama delincuente o criminal. A la
¡oeJ
Criminología le toca examinar la totalidad de causas y efectos, individuales
o sociales, de tal conducta, registrándolos y describiéndolos en su realidad; pero
JlP
su orientación puede cambiar, bien hacia el estudio del fenómeno individual,
'9t' concretamente considerado (delito y delincuente) o bien hacia el examen del
'¡l·dO
J¡l'ti conjunto, llamado delincuencia corno fenómeno social, masivo o colectivo, real.
En este último caso, entra en función la Sociología Criminal, zona intermedia
.d',ed·
J de dos ciencias causal explicativas: una que tiene .gran amplitud: la Sociología
~o· general y otra más restringida que es la Criminología.
d''J el Como la Sociología general es una ciencia de la realidad que estudia las
of e' interacciones entre individuos o grupos, su sentido y sus conexiones de sentido,
4¡1 d (en que, con justicia mucho insiste Recaséns Siches) la Sociología Criminal
eJO'
d' debe estudiar también estos puntos, sólo que tomando en cuenta principalmente
tJ '6 el sector de la población qu:e ha reaccionado violando la Ley Penal. Pero como
of no se puede separar lo criminal, siempre interpersonal, del resto de la vida
social, se convierte en el principal interés del estudio dentro de una sociedad
rol
tornándola como. fondo.
l ¡
;/,1· l'll FERRI, Enrico: Sociología Criminal, Centro Editorial de G6ngora. Madrid, sin
o lecha. Tomo II. Págs. 335-336.
·ofl" 11 Diccionario de Sociología, F. C. E. México, 1949. Pág. 282.

o
,Jt
30 HECTOR SOL/S QUIROGA

La Sociología Criminal estudia, pues, la realidad del acontecer criminal


colectivo, masivo, estática y dinámicamente, considerando sus causas ·exógenas
y endógenas y sus efectos.
La Sociología Criminnl es la rama de la SocWlogíJa general que estudia
el acontecer criminal como fenómeno colectiV(), de conjunto, tanto en sus causas,
como en sus formas, desarrollo, efectos y relaciones con otros hechos sociales.
3.-Su contenido.-Ferrill2 dice que "la antropología (para el estudio de
los hechos orgánicos y de los hechos psíquicos) y la estadística criminal, de una
parte, y de otra el derecho criminal y penal, no son más que capítulos espe-
ciales" de la Sociología Criminal, con lo que nosotros no podemos estar de
acuerdo, ya que no todo lo que comprende la antropología, la psicología y la esta-
dística criminales, el derecho penal y otras ciencias, puede ser .estudiado dentro
de nuestra disciplina; el hecho de que tales ciencias puedan aplicarse a lo
criminal, no nos permite afirmar que, ya aplicadas, sean capítulos especiales
de la materia que estudiamos.
Para Carrancá y Trujillo1 3 "La Sociología Criminal estudia, en su rama
biosociológica, los caracteres individuales del delincuente con el fin de deter-
minar la causas de su delito y su grado de temibilidad social; en su rama jurí-
dica estudia la legislación preventiva y represiva de la delincuencia ... ". "Com-
prende, como se ve ... , el conjunto de las disciplinas criminológicas, inclusive
el Derecho Penal. ..".
Tampoco podemos estar d.e acuerdo con ello, por las razones ya apuntadas
arriba, y, además, porque a la Sociología no le interesan los casos particular.es
sino en cuanto son parte del fenómeno colectivo; tampoco le interesa la "temi-
bilidad social" del delincuente, sino los hechos delictuosos en su masa o con-
junto. El concepto de temibilidad social es individual y por ello no es de la
Sociología, sino de la Criminología, siempre con miras hacia la Política crimi-
nal, particularmente en su capítulo de prevención. Siendo la Sociología una
disciplina causal explicativa y fáctica, no vemos la razón para que incluya
disciplinas normativas como el Derecho Penal.
Por otra parte, el mismo autor14 dice que: "Hay que diferenciar las causas
de cada delito y las causas de la criminalidad. Estas ... , constituyen el mate-
rial propio de la Sociología Criminal. ..". Es indudable que en esta última
opinión no le falta razón, pero es claro que las causas de la criminalidad no
constituyen el único material propio de nuestra materia.
1J2 FERRI, Enrico: Op. cit.
13 CARRANCÁ Y TRUJILLO, Raúl: Derecho Penal Mexicano Librería Robredo México,
1950. Tomo l. Págs. 32-33. ' '
M CARRANCÁ Y TRUJILLO, Raúl: Principios de Sociología Criminal y de Derech~
Penal, Imprenta Universitaria, México, 1955. Pág. 14.
'.~~ _, •• --- .-- •r"• --"--"'--..-- - -~~

:·: ¡) ~ --~~~, "- -~~-:!.~-· . ----::-::=:=..._~~ . ~ _--=:--- - - ~--=::._~ _-. ~-- - -- ~

INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 31

Luis Garridol¡; estima muy acertadamente que a la Sociología Criminal


¡nal le corresponde "investigar ·la gestación y desarrollo del delito, relacionándolo
con los factores y productos colectivos en cuanto lo condicionan, y también le
~as
toca precisar los efectos que a su vez produzca el delito, tanto en la estructura
como en la dinámica social. ..".
Jid Para ManzinP6 nuestra disciplina es "la doctrina de la criminalidad, des·
~ crita en su estado actual, en la historia, en los elementos causales, en la eficacia
Ji$· de la reacción colectiva que encuentra y en su profilaxis social". No creemos
J
de que la profilaxis social, como proyección de política a desarrollar, pertenezca
!lllt!. a nuestra ciencia de la realidad social criminal.
:Sf Para Von Liszt17 esta materia debe "describir el crimen como acontecí·
r
de miento de la vida social, examinarle en su conformación, así como en sus con-
e5¡s· diciones sociales".
:JI¡rO Según el Diccionario de Sociología18 estudia el delito como fenómeno
¡¡ Jo
social, "la criminalidad en toda su complejidad y la pena en cuanto reacción
¡~eS social, en sus orígenes, evolución y significación"; "es una aplicación de la
Sociología general a los fenómenos específicos de la delincuencia" y su apor-
tación principal son "sus investigaciones en relación con los factores !!ociales
.¡¡Jil¡¡
de la criminalidad".
e¡ef', Sebastián Soler19 opina que nuestra materia se ocupa "de fenómenos de
·¡~fl'
J ¡11' repetición o de masas, de interacción individual y de los productos de esta
·o
;le interacción ... , estudiará la delincuencia como fenómeno total ... , y ... , todo
otro fenómeno social. .. , que tenga relación con la actividad represiva ... , tam-
bién el conjunto de sentimientos, ideas o creencias sociales que hacen nacer o
d~5 evolucionar lo prohibido, las formas y reglas de responsabilidad, etc ...".
¡¡
!ti!~,. Grispignif'0 opina que la Sociología Criminal estudia la criminalidad total,
e& global, refiriéndola a la entera agrupación humana en que se produce.
el'):J. Dentro de los conceptos anteriores, según nuestro criterio, la Sociología
e .• Criminal contiene el estudio estático y dinámico de conjunto, de los hechos
·&' delictuosos o criminales de la sociedad humana, incluyendo diferentes edades,
1 tJ
¡)JI Sexos, condiciones políticas, sociales, económicas, familiares y de salud, rela-
¡tiyll ciones ecológicas, interacciones delictuosas de individuos o grupos, así como
15 GARRIDO, Luis: Discurao pronunciado en la sesión inaugural del Tercer Congreso
5
l te' Nacional de Sociología, publicado en Estudios Sociológicos, (Sociología Criminal). Págs.
16 y 18.
¡ti ~ 16 MANZINI, Vincenzo: Tratado de Derecho Penal, Ediar, S. A., Editores, Buenos
'Jll Aires, 1948. Tomo l. Pág. 23.
J (J 17 LISZT, Franz Von: Op. cit., Tomo 11. Pág. 9.
' ti 18 Diccionario de Sociología, Op, cit.
19 So.LfiR, Sebastián: Op. cit., Tomo l. Pág. 32.
20 Citado por CUEVAS DEL Cm, Rafael: Introducción al Estudio del D·erecho Penal,
¡; Imprenta Universitaria, Guatemala, 1954. Pág. 69.
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32 RECTOR SOL/S QUIROGA

las conexiones con hechos no criminales; el estudio de las regularidades obser-


vadas en. la acción de causas endógenas y exógenas de la criminalidad; la
evolución, variaciones y desarrollo de la delincuencia, de sus causas y de sus
efectos. Pero no le interesan teorías al respecto, sino en el único sentido de
productos, aunque indirectos, de ese dañoso fenómeno.
Así también le interesa el estudio de las formas de la delincuencia, tipos
predominantes, sus relaciones con otros trastornos sociales como el desamparo,
las incapacidades, los vicios, la desorganizaCión familiar y social, otras formas
de delincuencia y los desórdenes públicos. Entre los efectos de la criminalidad
estudiará las realizaciones político-criminales (no la política criminal como
programa, ni como orientación, ni como ciencia o arte basados en principios) ;
la persecusión penal en sus realidades, con todos sus errores y cualidades
institucionales (no en su normatividad ni como teoría persecutoria penal, ni
como análisis de principios jurídicos de la ciencia del Derecho Penal, filosó-
ficos o políticos) ; las r.ealidades de la imposición de las penas y sus resultados
(no 'la Penología como tratado o sistema teórico de las penas, ni la ciencia
penitenciaria). Todo lo anterior con sus interacciones seguido de la compren-
sión de su sentido y de las con·exiones de sentido, aunque excluyendo meros
conceptos teóricos. Por tanto, se interesará en descubrir las regularidades
sociales de la delincuencia, de su desarrollo, de sus causas y de sus efectos,
siempre como ciencia de la realidad. 1~(1
4.-Sus disciplin(U) auxaiares.-Es muy conocida la interrelación exis-
tente entre las más diversas ciencias y entre todos los aspectos del conocimiento
humano; igualmente la dificultad de establecer límites precisos entre éstos.
Por ello, hablar de las ciencias auxiliares de nuestra disciplina sería intermi-
nable, ya que posiblemente no hay aspecto que no le sea útil o que, en alguna
forma, no esté relacionado con ·ella .
. La Sociología Criminal, ya lo hemos dicho, es parte de la Sociología gene-
ral y, como tal, toma contacto con todos los demás aspectos de ella y con las
ciencias que la vivifican. No puede existir la Sociología Criminal con indepen-
dencia de la Sociología General, de la que se nutre.
La ciencia del Derecho Penal (compuesta por el Derecho Penal y el Dere-
cho Procesal Penal) es principal auxiliar, por cuanto que su teoría general y
la aplicación práctica y real de la Ley, definen qué es delito y quiénes son
delincuentes: previa investigación en cada caso, determina los grados de parti-
cipación y responsabilidad y proporciona el material fundamental para nuestro
estudio.
La Criminología, en sus diversos aspectos, pero particularmente por medio
de la Etiología del Delito (ésta, auxiliada por otras ciencias) permite a nues-
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INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 33

tra materia conocer todo lo relacionado con la delincuencia, sus factores cau-
ser· sales; sus efectos reales y conceptuales, etc. De ellos toma la Sociología Cri-
la minallos que son de contenido sociológico, y aquellos otros que siendo ajenos
sUS a él, se presentan con uniformidad o regularidad en el conglomerado. A su
de vez la. Criminología se ve auxiliada, en ciertos problemas, por la Sociología
Criminal.
La Psicología, estando estrechamente unida al estudio de la Sociología,
lo está a su vez
a la Sociología Criminal y siendo el delincuente ante todo tm¡
ser humano, nos permite relacionar su conducta con su psicotipo, con el amr
biente y con los diversos integrantes de su personalidad. Sirve a nuestra materia
para conocer los caracteres psicológicos . comunes en los delincuentes y para
facilitar la detención predelictiva, las conductas que acompañan a la ejecución
de delitos y a la vida postdelictiva, sea con sujeción a las autoridades o en
plena libertad.
La Psicopatología estudia a fondo las fallas de la conducta y ayuda a
explicar las de ciertas clases de criminales.
La Estadística, gracias a sus métodos y técnicas, nos permite descubrir
las regularidades de interés sociológico, sea en la causación, producción o efec-
tos de la delincuencia.
La Penología es también auxiliar de nuestra disciplina, al organizar la
ejecución de las sanciones y dar motivo a ciertas manifestaciones sociológicas:
interacciones humanas, agrupamiento de delincuentes, especiales formas de
comunicación, establecimiento de símbolos, propagación de creencias, etc.
Otras muchas ciencias son de auxilio esencial a nuestra disciplina: las
biológicas, la Economía, etc.
A su vez ella es auxiliar de otras: especialmente de la Política Criminal, de
la Ciencia Penitenciaria, etc., por cuanto utilizan las conclusiones de nuestra
materia para hacer más acertados sus programas y darles un contenido realís-
tico en la lucha contra la delincuencia.
S.-Deslinde de la Sociología CriminaL-Ya hemos remarcado la dificul·
tad del señalamiento de los límites entre los diversos aspectos del conocimiento,
y por ello no consideramos fácil realizar esta tarea respecto de nuestra disci-
plina. Sin embargo, nos consideramos obligados a hacerlo para facilitar la
1
definición de los campos, aunque pueda tomarse nuestra posición como provi-
sional o equivocada.
Desde luego, encontram-os campos coincidentes con la Sociología general
y con la Criminología, independientemente de los criterios u orientaciones
utilizados.
34 HECTOR SOL/S QUIROGA

l.-Respecto de la Sociología general, la materia de ella es la sociedad,


que comprende, como es natural, los diversos fenómenos humanos colectivos,
entre los que se encuentran los de disociación y, uno de ellos, la delincuencia.
Con cambio de énfasis, la Sociología Criminal dirige su mirada sólo a la
delincuencia o criminalidad, pero sin despreciar el fondo humano colectivo de
la sociedad.
2.-La Criminología tiene como materia de estudio la criminalidad,
pudiendo dividirse, según lngenieros21 en Etiología, Clínica y Terapéutica cri-
minales. Según Mariano Ruiz Funes22 "El contenido de la Criminología es
el estudio del delincuente y el del delito, como fenómeno individual y social"
y puede estudiarse desde los más diversos puntos de vista con el auxilio de
diferentes ciencias, en un caso concreto o como fenómeno de conjunto, real
y conceptualmente (como lo relativo a la temibilidad), etc. La Sociología Cri-
minal estudia lo criminal como fenómeno total, de· conjunto o colectivo, pero
sólo como es en la realidad, no como deba o pueda ser, ni examinando sus
posibles remedios .
. 3.-En cuanto a la Antropología, que puede ser física, social o cultural,
es claro que comprende, en algún momento, al hombre criminal, pero no es el
total objeto de su estudio. La Sociología Criminal, en cambio, se ocupa del
problema delictuoso o criminal en su masa, sus causas, formas, relaciones y
efectos.
4.-La Sociopatología se ocupa de los desajustes sociales, de la desorga-
nización social, en sus más diversos aspectos, uno de los cuales es el de la
delincuencia. Cambia el énfasis de nuestra disciplina que toma como punto
central la criminalidad, aunque sin menospreciar los demás aspectos de des-
ajuste o desorganización social, relacionados.
5.-La Penología es el tratado teórico-práctico de las penas, persiguiendo
finalidades de Política Criminal. Nuestra materia sólo toma la realidad de la
aplicación de las penas, pero no se interesa por sus aspectos teóricos, ni per-
sigue la rehabilitación de los delincuentes, ni la disminución de la delincuen-
cia, sólo describe y .explica la realidad de la aplicación de las penas, sus efectos
prácticos y su sentido.
6.-La Psicología Social estudia los procesos psíquicos del ser humano,
considerado como integrante de la colectividad en general, o como parte de
un agrupamiento en especial, y las manifestaciones específicas de cada grupo,
así como sus interacciones psicosociales. La Sociología Criminal no puede ocu-
parse de los fenómenos psíquicos, así sean colectivos, por lo que emplea las
::n INGENIEROS, José: .Criminolo?ía, Daniel Jorro, Editor, Madrid, 1913, Págs. 84-86.
:m ~urz FUNES, Manano: Remsta Jurídica Veracruzana, "Criminología". Tomo IV,
No. 5. Pag. 986. ·
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INTRODUCCJON A LA SOCJOLOGIA CRIMINAL 35

conclusiones de la Psicología Social cuando se refieren al fenómeno de la


ad, delincuencia.
·os, 7 .-La Psicología Criminal estudia los fenómenos psíquicos del criminal
:Íil· y sus manifestaciones concretas. Aunque hay una notoria interacción del indi-
la viduo hacia la sociedad y de ésta para él, la Sociología Criminal no puede ocu·
de parse de los fenómenos intrapsíquicos, sino utilizando las conclusiones de la
Psicología cuando se refieren a regularidades que se presentan en el conjunto
de los delincuentes.
8.-La Biología Criminal estudia el organismo vivo de los criminales
para conocer las relaciones de su herencia y de su vida vegetativa con la
conducta criminal. Sólo interesan sus conclusiones a la Sociología Criminal,
cuando de ellas se pueden desprender regularidades de con junto, en el fenó-'
meno delictivo.
9.-El Derecho Penal estudia el delito como fenómeno jurídico que rompe
un orden establecido, y la pena como reintegración de ese orden. Como ciencia
normativa es la que establece qué hechos deben ser considerados delictuosos,
en tanto que la Sociología Criminal aprovecha sus conclusiones y acepta la
calificación legal de delito, para someter a estudio el fenómeno real y colectivo
¡J, de la delincuencia.
el 10.-La Política Criminal aprovecha las conclusiones que la Sociología
¡el Criminal y la Criminología le proporcionan, sistematizadas, y proyecta prácti-
'/ camente sus programas preventivos, rehabilitadores y represivos, hacia la lucha
contra la criminalidad, en un lugar y momento dados. La Sociología Criminal
no se interesa por las proyecciones de futuro, que corresponden a la política;
se conforma con el estudio de la realidad colectiva criminal y sus efectos ya
producidos.

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CAPITULO II

METODOLOGIA

6.--Concepto y utilidad del método. 7 .-Diferencias entre


método y técnica. B.-Método sociológico: a) Objeto de la
Sociología. b) Sus métodos. e) Consideraciones metodoló-
gicas fundaJmentales. 9.-Principales métodos y técnicas
aplicables a la Sociología Criminal: a) El mJtodo ecoló-
gico. b) El método psicológico. e) El método experimen·
tal. d) La técnica histórica. e) La téanica .estadística.

6.--Concepto y utilidad del método.-El método es, según una opinión


autorizada,! el "modo sistemático y general de trabajar, especialmente para
lograr verdades científicas" o la "manera especial de trabajar en el campo de la
ciencia"; es decir, es el orden que se sigue para encontrar la verdad y conocerla.
Se supone que debe variar el método con cada grupo de ciencias afines
o aun con cada una, pues un campo de estudio, una materia objeto de investi·
gación, tiene sus particulares dificultades, que sólo pueden ser superadas con
métodos especiales. ·
Sin llegar a considerar un solo método como útil a cada ciencia, sí reco-
nocemos que es limitado el número de métodos convenientes y que, dentro de
tal limitación, existe una variedad que nos permite hacer una buena elección
de uno o varios, según las necesidades concretas.
Un mismo objeto de conocimiento puede ser estudiado desde diversos pun·
tos de vista, o según los intereses de diversas ciencias. :Qebe, entonces, utili-
zarse el método. adecuado al objeto, a la ciencia que lo examinará y al punto
de vista elegido, cuidando que cada paso responda al rigor esperado.
1 WARREN, Howard C.: Diccionario de P-sicología, Fondo d-e Cultura Económica. Mé-
xico, 1948. Pág. 220.
38 HECTOR SOL/S QUIROGA

Entre las grandes ramas del conocimiento hay diferencias de objeto que
hacen inadecuados, vgr., para las artes, como tales, los métodos filosóficos u
otros ajenos. Y ya dentro de las ciencias, sus diferentes objetos no siempre nos
permiten aplicar a una los métodos que pueden tener éxito en otra, pero encon-
tramos algunos que, como auxiliares, son aplicables a materias similares de dos
o más disciplinas, en tanto que otros pueden tener exclusividad para un objeto
de una ciencia en particular.
Tras de aplicar el método científico adecuado, sólo se puede estar seguro
de poseer un certero hallazgo cuando cualquier investigador pueda encontrar
el mismo resultado, si sigue el mismo camino y tiene los mismos medios de
control y comprobación, que serán objetivos y trasmisibles.
1.-Diferencias entre método y técnica.-A menudo se confunden el método
y la técnica; hay quienes hablan indiferenciadamente de una u otro. Ambos
pueden definirse pero debemos reconocer que, si en teoría es fácil establecer la
diferencia entre los dos términos, ya en la práctica resulta difícil distinguir
hasta dónde llega uno y dónde comienza la otra. Edmond Goblot,2 dice que
método es una manera razonada de conducir el pensamiento para ... , descubrir
la verdad, y que técnica de una ciencia, es el arte de ejecutar las operaciones
manuales que sus métodos exigen. De lo anterior resulta que el método es un
orden de razonamiento, en tanto que la técnica es el orden material exigido
por el método, en la ejecución de las operaciones necesarias.
Ferrater Mora3 dice que el método significa investigación con un plan
prefijado y con unas reglas determinadas y aptas para conducir ai fin pro·
puesto; que los métodos científico y filosófico establecen el orden de las obser·
vaciónes, experimentaciones, experiencias y razonamientos, y la esfera de los
objetos a los cuales se aplican. Y, en cuanto a la técnica, dice que significa
originalmente arte o manera de hacer una cosa, procedimiento, conjunto de
actos necesarios para realizar una determinada finalidad. También hace men·
ción a la confusión frecuente entre método y técnica.
Considero que la característica central para la distinción entre método y
técnica, es el hecho de que el primero es un orden conceptal superior para
alcanzar la verdad, en tanto que la segunda es un orden material que debe
obedecer a aquél en sus altos lineamientos, a través de la adecuación de los
conceptos a la realidad, durante la investigación científica. Los métodos cien-
tíficos, son en lo general, iguales de una ciencia a otra: todos se basan en la
observación, todos tienden a la experimentación, todos pretend.~n la compro·
2 ~OB!LOT, Edmond: Vocabulario Filosófico, Librería "El Ateneo", Buenos Aires,
1942. Pags. 344-351.
8 FERRATER MoRA, José: Diccionario de Filosofía, Editorial Atlante, México, 1944.
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 39

hación de los datos, todos llegan a conclusiones. Pero se hace indispensable


que cuenten con técnicas adecuadas para cada tipo de investigación.
Por otra parte, ahondando en la cuestión del método, Kaufmann,4 establece
que "el primer punto de apoyo para la articulación sistemática de la investiga-
ción científica, lo obtenemos al oponer planteamiento del problema., y elabo-
ración del problema", ya que el centro de todo trabajo científico o sea el plan-
teamiento, corresponde a la labor metodológica y el proceso de resolución del
mismo, o sea la elaboración, se refiere a la técnica, siempre principal auxiliar
del método, al que debe obedecer.
B.-Método sociológico.-El método sociológico se basa en la observación
de las realidades; dentro de ellas se identifica y participa el investigador, apro-
vechando su propia experiencia o experimentando, y tiende hacia una interpre-
tación explicativo-comprensiva bajo el común denominador de lo humano.
Una opinión autorizada" nos dice que el método wciológico, en lo referente
a la investigación, "es en esencia el mismo que se ofrece en cwalquier rama de
la ciencia; y que lleva los siguientes pasos: l.-Prestar atención a algo que se
muestra todavía como un rasgo no bien definido de la situación social, o que
la perturba, y que como taLincita la averiguación; 2.-Construír una hipótesis
acerca de su naturaleza, es decir, buscar su identificación situándole en su posi-
ción funcional en el plano de experiencias más familiares, lo que significa la
atribución de distintos caracteres por vía de ensayo; 3.-Semejante intento de
fijación del significado depende, en su validez, de la amplitud de la investiga-
ción y experimentación realizadas (la reunión de los datos acerca de fenómenos
que se sabe están re!acionados con el medio de que se trata, con el fin de obte-
ner alguna luz respecto a su carácter o sentido) ; y, 4.-EI resultado es una
definición más exacta y una clasificación, tanto del hecho de que se trata, como
de la vida de la comunidad en la que se inserta. C. J. B.".
El método sociológico, como puede suponerse fácilmente, es indispensable
para la Sociología Criminal. ·También los métodos que auxilian a la Sociología
general son de gran utilidad a nuestra materia. Sin embargo, hay algunos,
como el experimental, que son más factibles en ésta que en aquélla, en la que
pocas veces pueden tener realización.
Como el método debe ser adecuado al objeto de estudio, veremos cuál es
la materia sociológica, para encontrar después cuál es el método que le con·
viene.
a) Objeto de la SociolO'gía. El objeto de la Sociología general, es lo
social. Definir-qué es la esencia de lo social, sin embargo, no es labor del soció-
lA KAUFMANN, Félix: Mewdología de las Ciencias Sociales, Fondo de Cultura Econó- .
mica, México, 1946. Pág. 159 y ss.
1' <i FAIRCHLLD, Henry Pratt: Diccionario de Sociología, F. C. E., México, 1949.
40 RECTOR SOL/S QUIROGA

logo, sino del filósofo, según opinión de Osear Uribe Villegas6 quien dice que
es a la filosofía a la que corresponde delimitar el campo de lo sociológico y ser
rectora en cuanto a elección de métodos y a la valoración de generalizaciones.
La Sociología, ciencia fáctica, estudia las manitestaciones de lo social y dice
cómo es, y la filosofía determina y define qué es. Si el sociólogo determina
qué es lo social, sólo puede hacerlo en función de filósofo como previsión ilu-
minadora de lo que puede ser la verdad y de las vías para alcanzarla. El
criterio de la Verdad sólo puede ser dado por la filosofía y sirve para valorar
la verdad encontrada.
Lo social ha sido resumido por Recaséns Siches diciendo que "está cons-
tituido por interacciones, influjos recíprocos y relaciones entre personas".7
Edmond Goblot,8 dice que: "Lo social se opone a lo individual; el fenó-
meno social es, pues, todo fenómeno que consiste en una relación entre indi-
viduos". . . Las relaciones entre personas consisten ya en servicios, ya, por el
contrario, en actos nocivos, los cuales a veces son calificados de fenómenos
antisociales".
Otra opinión importante9 dice que social es "lo que se refiere a las rela-
ciones recíprocas de seres humanos en interacción, ya sea como individuos o
como grupos. Término amplio que comprende todos los fenómenos que cons-
tituyen la materia de la Sociología".
Por nuestra parte, tomando en cuenta los criterios anteriores, considera-
mos que lo social, a pesar de la vaguedad de la expresión, está caracterizado
por las relaciones entre personas o grupos, (pueden consistir en toda clase
de conductas, positivas o negativas) que producen interacciones e influjos
recíprocos. Es decir, que estamos de acuerdo con las opiniones expresadas, en
que lo social consiste en relaciones; que ta1es relaciones deben ser entre per-
sonas; que también pueden ser entre grupos o entre individuos y grupos; que
tales relaciones, cualesquiera que ellas sean, frecuentemente tienen una acción
recíproca, es decir, producen interacciones; y que tales relaciones influyen
también recíprocamente, en el pensamiento, las creencias, el carácter, la con·
ducta o los sentimientos de las personas relacionadas.
b) Sus métodos. Ya enfrentándonos a los hechos sociales, tan amplios
y complejos, se hace indispensable el mayor rigor metódico con el fin de no
caer en injustas generalizaciones o en estrechas limitaciones, ya que, medir
la amplitud de los fenómenos y penetrar su sentido, hallando sus conexiones
'11 URIBE VIULECAS, Osear: "Requerimientos Intrínsecos de la Pesquisa• Social y Res-
ponsabilidade~ del Investigador". Rovista Mexicana de Sociología, Año XVIII, Núm. l.
! RECASENS SICHES, Luis: ~ociología, Editorial Porrúa, México, 1959. Pág. 107.
Goi!ILOT, Edmond: Op. Ott.,
9 FAIRCHILD, Diccionario de Sociología, F. C. E., México, 1949.
INTRODUCCION A LA SOC/OLOGIA CRIMINAL 41

con la realidad, son pasos fundamentales. Para eso se hace indispensable


encontrar los factores que influyen y saber valorarlos.
Múltiples métodos han sido aplicados a la Sociología, y, aunque casi no
es posible encontrar alguno que sea realmente exclusivo para nuestra materia,
hay algunos que le prestan mayor utilidad, otros limitadamente aprovechables
y otros inadecuados.
Entre los primeros están el método tipológico, que busca la caracterización
de las estructuras sociales o, dinámicamente, de los tipos de evolución; y, de
la comprensión, que busca el sentido de las relaciones, y las conexiones ele sen-
tido. Entre los segundos está el método experimental, y a los últimos pertenecen
el método científico IJUUural puro y el biológico.
Ha resultado de gran utilidad sociológica el método tipológico porque al
caracterizar estructuras o definir tipos evolutivos, establece categorías que
pueden captar tanto lo simultáneo como lo. sucesivo de lo social. Además,
mediante la caracterización de tipos ideales, busca el conocimiento de fenóme-
nos corno el capitalismo, las religiones, etc. "Según Weber el establecimiento
de un tipo ideal se logra por la exageración unilateral de una o varias pers·
pectivas que aparecen con más o menos frecuencia en una multitud de fenó-
111' menos; estas perspectivas así destacadas constituyen una construcción concep·
o tual del objeto estudiado"10 y según el grado en que las realidades sociales se
¡S' acerquen al tipo ideal, se podrán hacer una o varias clasificaciones.
Además, se ha señalado como el método sociológico de mayor importan·
cia, el de la comprensión que ha sido objeto de discusiones, debidas, principal·
mente, a cierta falta de precisión, que creemos transitoria.
Francisco Miró Quesada11 dice que: "Cuando Dilthey en su memorable
obra 1deas acerca de una Psicología descníptiva y andítica distinguió entre
la 'explicación' y la 'compren~ión' como métodos científicos, y mostró que la
primera era el método de las ciencias de la naturaleza mientras que la segunda
era el método de las ciencias sociales, de la cultura o del espíritu, una nueva
época se inauguró en la teoría del conocimiento y en la epistemología". Más
adelante agrega que: "la teoría de la comprensión no ha dado un solo paso
desde que fue fundada por el genio de Dilthey". El mismo Dilthey no hace
mayores especificaciones y en ninguno de sus escritos puede encontrarse una
verdadera teoría de la comprensión. Adelante interroga: "¿Por qué después
olO Citado por Adolfo MENZEL, Introducción a la Sociología, F. c. E., México, 1940.
Págs. 89-90.
:ll MIRÓ QuESADA, Francisco: La comprensión como problema epistemológico, Epis-
teme, Anuario de Filosofía del Instituto de Filosofía de la Universidad Central de Caracas,
Venezuela, 1957. Págs. 107 a 147.

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42 HECTOR SOL/S QUliWGA

de Dilthey, que se limitó prácticamente a Ttacer su descubrimiento, nadie ha


dicho nada interesante y fecundo sobre la comprensión"? Para contestar a
esta interrogante, afirma que nadie ha captado la estructura de los procesos
comprensivos, porque son enormemente complicados y se carece de instrumen-
tos adecuados para analizar tal complicación ..
Weberl2 afirma, refiriéndose al mismo asunto, que: "la sociología es una
ciencia que pretende comprender, interpretándola, la acción social, y de esa
manera explicarla causalmente en su desarrollo y efectos. 'Accion' es una
conducta humana en la medida en que el sujeto o los sujetos de la acción unen
a ella un sentido subjetivo. La 'acción social', por tanto, es una acción en
donde el sentido mentado por un sujeto o sujetos está re~erido a la conducta
de otros y. ~rientada hacia ella en su desarrollo".
Menzel; después de citar lo anterior, critica esa posición de Weber diciendo
qu~ sólo se refiere a la comprensión racional y no a la espiritual, por lo que
no es aplicable a las religiones, al arte, al derecho, ni al Estado.
Sombartl3 dice que el único método apropiado a la Sociología es el com-
prensivo, porque ella pertenece .a las ciencias del espíritu, y divide la compren·
sión en: comprensión de sentidos, de casos y de la psique, pero de hecho ningún
autor marca cuáles son los pasos que en rigor debe seguir el método de la
comJprensión. Por ello, y porque se le interpreta como subjetivo, se le ha acusado
de anticientífico pues queriendo ser un sendero para encontrar la verdad, ha
resultado intransmisible.
Ante el panorama existente en este momento, en efecto pudiera ser de
utilidad dividir la comprensión en diversos tipos, siguiendo a Sombart, adecua-
damente al fenómeno presente por investigarse, ya que de otra manera no
será posible simplificar su inmenso contenido. Así, la comprensión psicoló-
gica, es diferente de la filosófica, de la sociológica, etc. Pero aun dentro de
una lllateria como la sociología, con algunos campos aún semiexplorados o
totalmente desconocidos, debe haber diversos tipos de comprensión, adecua-
dos al objeto investigado: religiosa, racial, etc. que pueden aun ser subdivididos.
Sin desconocer las dificultades hasta ahora insuperables de este método,
sí consideramos indispensable dar nuestra opinión sobre los pasos útiles a la
comprensión, que, con todas las limitaciones y reconociendo al intento graves
defectos, podrán servir sólo para abrir discwsiones que, al fin, darán alguna
claridad en el ya reconocidamente complicado panorama de la comprensión
sociológica. Ellos serían:

lU Citado por MENZEL: Op. cit., Pág. 97.


13 Citado por MENZEL: Op. cit, Pág. 98.
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 43

l.-Escoger el objeto social concreto de estudio.


2.-0bservarlo cuidadosamente, anotando sus características, y los pqsi-
bles factores causales.
3.-Encontrar, cuando fuere posible, la intensidad del fenómeno y de
sus factores causales.
4.-Como en el fenómeno social intervienen seres humanos, encontrar
las características colectivas (clase social, posición económica, cul-
tura, etc.) y tipificarlas.
S.-Insertar el fenómeno, sus factores y los sujetos, en el lugar y en la
época de los acontecimientos sin descuidar la mención de los ante-
cedentes.
6.-Conocer las costumbres de la sociedad ya particularizada, respecto
del objeto de estudio.
7.-Conocer los efectos producidos por el fenómeno estudiado y tipifi-
carlos.
S.-Conocer las opiniones que provocó el fenómeno en el medio social.
9.-Establecer las clasificaciones posibles, de los tipos encontrados.
10.-0btener conclusiones de carácter sociológico, sobre el sentido del
fenómeno.

Los pasos mencionados nos hacen ver la necesidad de utilizar otros méto-
dos y diversas técnicas como auxiliares, pero muy frecuentemente encontra-
remos esta misma conducta en la ciencia sociológica, en otros aspectos.
Más tarde se refiere Menzel al método articula.r "que trata de explicar
los fenómenos sociales como todos parciales articulados, y como relaciones
jerárquicas entre esos todos" ,1 4 y reconoce que es de utilidad para todas las
ciencias sociales y no sólo específicamente para la Sociología.
También utiliza la Sociología los métodos de otras ciencias, de acuerdo
co~ el cambio de objetos sociales de estudio, pero el método de la compren$ÍÓ'n,
según los pasos que nos hemos permitido señalar como útiles a su realización,
envuelve a los métodos tipológico y articular, constituyendo un sendero más
certero hacia el conocimiento sociológico. Por ésto, si no es exclusivo de la
Sociología, sí es el que puede prestarle una clara y definida utilidad, que no
excluye la colaboración de otros métodos y técnicas.
e) Consideraciones metodológicas fundamentales. Encontrar los hechos
sociales, su sentido y mostrarnos la conexión de sentido, para lograr su com-
prensión, son, pues, pasos de contenido sociológico central. Inspirados por
l•-1 Op. cit., Págs. 99 a 102.
44 HECTOR SOL/S QUIROGA

Kaufmann,l5 diremos que el sentido (objetivo) es la significación mental qwe


la experiencia nos 'T1UI.eStra enlazada a un objeto (o hecho) determinado.
La conexión de sentido o enlace, es la relación sintomática: si un hecho
se presenta, se pueden hacer afirmaciones respecto de la presencia de otro; es
decir, que existe una conexión real que la experiencia nos muestra, sin que
podamos afirmar la existencia cierta de una relación causal. Un síntoma puede
presentarse con varios hechos diferentes, y el hecho central, con varios sínto-
mas diferentes. En cambio, la causa de definida importancia, debe dar lugar
al hecho, que se presentará con toda probabilidad.
Para poder comprender, pues, el sentido de los hechos, se hace necesario
el sistema interpretativo, constituido por las siguientes:
Reglas que nos conducirán a dotJar áe sentido (que calificaremos de "co-
rrecto") a los· heclws humarws investigados:
Primera: Cuando se trate de hechos ajenos, la interpretación será más
correcta cuanto mayor afinidad haya entre intérprete y actor, por lo que debe-
mos buscar tal afinidad dentro de lo posible.
Segwnda: Una realidad (hechos, síntomas y conexiones) sólo tiene signi-
ficación cuando cae dentro del propósito objeto de la investigación. Su sen-
tido puede ser o no captado en una primera o inicial interpretación.
Tercera: Una gran parte de la investigación científico-social consiste en
la interpretación (directa o indirecta) de síntomas.
Cuarta: Ante una realidad dada y partiendo de un punto de vista gene-
ral, se deberán buscar similitudes que, agrupadas sistemáticamente, podrán
darnos tipos.
QuintxJ: Se deben jerarquizar los tipos y clasificaciones, con los que for-
maremos un cuadro clasificador que nos ayudará a encontrar la significación
de la realidad. Para encontrar el sentido partiremos de la afirmación de que
en todo ser humano está presente la facultad de optar, como realización del
concepto de libertad.
9.-Prinoipales métodos y técnicas aplicable~ a la Sociología Criminal.-
Hemos aceptado que la Sociología Criminal forma parte de la Sociología gene-
ral. Por ello se supone válidamente que los métodos útiles a ésta lo son
para aquélla. Dado el especial material de trabajo de nuestra disciplina, -que
en ciertos aspectos es controlable para la investigación científica- existen,
sin embargo, diferencias de grado que nos permiten el uso útil de otros méto-
dos considerados de escasa utilidad en la Sociología general, como el experi-
mental, que es parte del científico natural.
El criterio inicial de penetración intensiva para nuestro estudio, se refe-
---
15 KAuFMANN, Félix: Op., cit., Pág. 200 y ss.
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 45

rirá como punto central al fenómerw criminal desde el punto de vista socio-
lógico, es decir, de las relaciones, interacciones e influjos, entre personas y
grupos en cualquier combinación que sea capaz de producir o ser producto
de lo criminal o de los delincuentes. El objeto de nuestro estudio será, pues,
saber qué es lo que de la sociedad produce la delincuencia; qué formas gene-
rales reviste ; qué actividades y relaciones tienen los criminales en la sociedad;
y qué reacciones sociales produce el crimen.
Afrontaremos el estudio para encontrar la verdad usando el método socio·
lógico y, además, otros que puedan ser útiles específicamente, sean los ya
conocidos de otras ciencias o los que puedan intentarse por primera vez.
Para nuestra materia consideramos utilizables principalmente los métodos y
técnicas sociológiCos y todos aquellos otros que le prestan su efectiva aporta-
ción a la Sociología general. Además, adquieren especial importancia los
'e()' métodos ecológico, psicológico y experimental, que nos sirven para el correcto
planteamiento de los problemas, y una multitud de técnicas, que nos conducen
a una eficaz elaboración, entre las cuales consideramos como principale!s la
histórica y la estadística, por cuanto nos permiten la adquisición de muy impor-
tantes datos y el manejo más efectivo de los adquiridos en las más diversas
ftli· fuentes.
';etl' En todo caso, deben seguirse como reglas necesarias, aquellas en que
Cuvillieil 6 insiste: De lo concreto, de la ignorancia, de la objetividad, de la
determinación del hecho y de la totalidad solidaria, que serán altamente útiles
en la búsqueda de nuestra verdad.
Obedeciendo a la r.egla de lo concreto dirigiremos nuestra vista al fenó·
meno criminal y no a todos los aspectos sociológicos.
Con la regla de la ignorancia consciente, dehemos abandonar todo pre-
juicio o preconcepto, e investigar cómo se desarrolla el fenómeno criminal en
la realidad de nuestro medio, y aun de la :humanidad; ello no obsta para que
partamos de ideas iniciales que .serán fructíferas para saber buscar datos ade-
cuados a nuestra investigación.
Con la regla de la objetividad (que parta de una actitud ajena a nuestro
subjetivismo) veremos que la verdadera ciencia de la Sociologia, requiere explo-
rar realmente la criminalidad, y no hacer un simple análisis mental, ni de
preconceptos.
Sin embargo, no podremos dar una shnple explicación, como en los :fenó-
menos naturales, sino comprender toda su complejidad humana mediante un
minucioso análisis de los hechos.
I6 CuVlllJLIER, Armand: Manual de Sociologie, Presses Universitaires de France, París,
1950, Tomo l. Pág. 248 y ss.
¡e·
46 RECTOR SOL/S QUIROGA

Con la regla de la determinación del hecho, es indispensable delimitar el


fenómeno criminal cuanto sea posible, y para ello nos acogeremos a los con-
ceptos legales precisos y a las declaraciones que baEadas en ellos, dictan los
funcionarios de la justicia penal. Con esto nos salvamos del uso de los insegu-
ros conceptos del vulgo, y de toda vaguedad.
Con la regla de la totalidad solidaria, diremos que todos los hechos delic-
tivos forman parte de un conjunto social y están profundamente conectados a
otros fenómenos sociales. No podremos comprender la delincuencia, si no es
en relación con el todo colectivo del que toma sus características, pues no hay
fenómeno social que no sea una parte del todo social.
a) El método ecológico. Nos permite el estudio de la delincuencia en sus
variaciones .espacio-funcionales, en las relaciones entre las comunidades y las
regiones que habitan y en las interacciones de las áreas de habitación humana.
Por lo tanto, nos hace conocer las llamadas "zonas criminógenas", y comparar,
en su estado actual, las diferencias entre la delincuencia de los medios "urbanos
y rurales, y entre diversos sectores urbanos, etc. Nos facilita, pues, la interpre-
tación sociológica al relacionar los fenómenos con los lugares en que acaecen.
b) El método psicológico. Parece ser el más adecuado para conocer a
fondo el sentido y las diversas conexiones de sentido en los hechos criminales,"
en los sujetos activos y pasivos, por medio del conocimiento de las caracterís-
ticas psíquicas predominantes en los delincuentes. Nos lleva a saber que no
existe un tipo psicológico criminal pero, al mismo tiempo, que en los crimi-
nales existen ciertas conductas predominantes: manifestaciones destructivas,
agr.esivas, impulsivas, intolerantes, etc. que se encuentran con menor intensidad
en otros sectores de la colectividad. Es además, la aplicación de los métodos
de la psicología al conocimiento de las regularidades psíquicas de las colecti-
vidades de donde proced.en los delincuentes o hacia donde ellos se dirigen en
su transcurso normal por la vida social; y sus aportaciones son ta.nto más ricas,
cuanto más terreno conquista la psicología en la vida moderna.
e) El método experimental. El maestro Lucio Mendieta y Núñez1 7 men-
ciona la opinión de F. Squillace que, en su Diccionario de Sociología, afirma:
"Según los principios lógicos generales, el experimento consiste en repro--
ducir los fenómenos en las condiciones más favorables para que el aislamiento
de las consiguientes causales se verifique, y así, aquella separación de las pro-
piedades esenciales de las accidentales, sin lo cual no es posible la determina-
ción de la ley, Pero ello únicamente es posible cuando las causas están en
nuestro poder". También menciona la opinión de René Wotins: "la experi-
17 MENDIETA Y NúÑEz, Lucio: "Método Experimental en Sociología", Revista Mexi-
cana de Sociología, Año 11, Vol. 11, Núm. 4, 1940.
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 47

mentación consiste esencialmente en la producción, por el hombre d~ estudio


mismo, de los hechos que desea examinar. Su creación·es pues, artificial".
En nuestra disciplina, por supuesto, no se podrá buscar la producción
artificial de un delito, al menos en tesis general, porque se pondrían en peligro
múltiples intereses humanos. En cambio, se puede experimentar el tratamiento
a los delincuentes y se pueden registrar sus reacciones ante diversos estímulos
sociales en un momento dado, etc.
Aunque el maestro Mendieta y Núñez afirma en el siguiente párrafo que
"parece quedar excluido (el método experimental) de la metodología socioló-
gica", por mi parte creo que no propiamente es así, sino que su aplicabilidad
será limitada a algunos casos de las multitudes, grupos políticos y sindicales,
fieles de las iglesias, escolares, . internos de correccionales o de presidios, así
como en los Juzgados, el Seguro Social, instituciones asistenciales, caritativas
y, en general, personas (físicas o morales) que se ven obligadas a atender
a otras: los empleados del Estado ante su público; las personas ante autori-
dades a las que eslén su jetas; los empleados ante sus jefes, etc. El elemento
que permite la experimentación, o sea la sujeción, está dividido en tres aspectos:
la sujeción volzmtari.a., como en lo eclesiástico; la sujeción forzo"Sa peTO no
forzada, cómo en lo asistencial, en lo escolar, en lo sindical; y, la sujeción
forzada como en los presidios, correccionales, juzgados, etc. Cada tipo de suje-
ción debe tomarse en consideración para valorar los resultados de la experi-
mentación, sobre todo porque el concepto de autoridad (racional o irracional)
que tan precisamente describe Erich Fromm1 '8 puede llegar a nulificar o a
hacer supervalorar los resultados. S.in embargo, sierrupre se podrá establecer
algún grado de análisis, que permita separar y considerar elementos causales
y descubrir algunas irr.egularidades. Pero la objeción de René Worms es válida
al decir que "El hombre de ciencia, en efecto, no tiene bajo su poder las
principale~ fuerzas sociales" lo que le impide en infinidad de ocasiones ex-
perimentar tan ampliamente conio su ciencia le exigiría, para poder formu-
lar honestamente algunas conclusiones: todo experimento tiene, para conside-
rarse tal, un carácter transitorio y provisional, como lo afirma el maestro Men-
dieta y Núñ.ez, y no puede multiplicarse al infinito. Al producirse artificialmente
un fenómeno o hecho social, no se pueden tener a la mano, ni controlar, todos
los factores que habitualmente intervienen en él, para combinarlos como se
desee y poder saber con efectividad sus interacciones e influencias en el resul-
tado buscado.
En nuestra máteria, el valor de la experimentación en los grupos y per-
sonas ya mencionados, tendrá validez limitada a sus situaciones peculiares,
1
¡1
lS FROMM, Erich: Etica r Psicoanálisis, F. c. E., México, 1956.
!l

r
48 HECTOR SOL/S QUIROGA

siempre que se recuerde que en algún grado estarán influidas por factores
ajenos al experimentador y no controlados por él suficientemente. Sin embargo,
en la Sociología Criminal pudieran tenerse oportunidades de experimentación
definida en las colectividades de delincuentes privados de su libertad, pues
cuando ya gocen de ella no será posible sustraerlos a influencias incontroladas
y ajenas al experimentador.
. Para Durkheim, citado por Mendieta y Núñez en el mismo artículo,
existe en Sociología "la imposibilidad de toda experimentación artificial".
Más adelante, al reconocer el maestro Mendieta y Núñez la fecundidad del
. método experimental, reproduce las palabras de Durkheim cuando afirma
que "en materia de método, no se puede ser sino provisional, pues los métodos
cambian a medida que la ciencia avanza", lo que siempre nos deja abierta la
posibilidad de la experimentación ·en las soCiologías especiales, como es el caso
de la Criminal. Tal posibilidad la reconoce también Sorokin19 al decir que
"Hay, sin embargo, muchos problemas que parece posible estudiar experimen-
talmente".
El maestro Mendieta y Nüñez hace notar más adelante la posibilidad de
llevar a cabo el método experimental en "escuelas, en los orfanatorios, en las
prisiones, en ciertas colonias y medios rurales reducidos, en donde el experi·
mentador tiene la posibilidad de conocer hasta las peculiaridades individuales
de cada una de las personas que constituyen el grupo, y aun puede clasificarlas
atendiendo a determinadas características y someter a cada grupo a tra-
tamientos diferenciales, bajo un control casi absoluto". Es claro que ello nos
afirma en nuestra creencia de que en la Sociología Criminal hay la posibilidad
de aplicarlo directamente, pues tiene una "trascendencia mayor en la socio-
logía aplicada" y "se pueden derivar precisos métodos educativos, tratamientos
correccionales, acciones preventivas, etc".
Finalmente, F. Stuart Chapin20 de la Universidad de Minnesota, hace
referencia satisfactoria a la aplicación del mé~odo experimental en Sociología
urbana, lo que estudiado debidamente nos puede abrir nuevos horizontes en
relación con la conducta de los criminales en libertad.
d) . La técnica ki,stórica. El método histórico, al ser aplicado al objeto
sociológico no puede establecer un correcto planteamiento, ni llegar por sí
mismo a interpretar sociológicamente los resultados de sus datos o elaborado·
nes. Por ello, siendo un precioso auxiliar, no alcanza para la Sociología la
categoría de método, pero gracias a su aportación técnica podemos recoger
datos cualitativos y cuantitativos de las variaciones evolutivas o involutivas del
19SoROKIN, Pitirim A.: Citado por Mendieta y Núñez en el artículo mencionado.
ro CHAPIN, F. Stuart: "La investigación Social y la Responsabilidad de los Hombres
de Ciencia de las Américas", Revista Mexicana de Sociología, Año U, Vol. II, Núm. 1.
INTRODUCCJON· A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 49

fenómeno ·de la criminalidad, de sus causas, de la penalidad en cada país


del mundo y en épocas diferentes. También podemos saber que, en un medio
rural que deviene citadino y en uno agrícola que deviene· industrial, se halla
una variación evolutiva desde la delincuencia violenta, que pone en peligro
a la:· persona humana, hacia al delincuencia fraudulenta, que ataca sólo los
bienes· materiales.
Pueden interpretarse justamente sus aportaciones, con la esencial aplica-
ción del método sociológico.
e) La técnica estadística. Considerada también como auxiliar muy valioso
en la sociología moderna, (para conocer la intensidad de un fenómeno colec-
tivo, sus correlaciones con otros, las reglas de probabilidad, etc.) lo es también
en nuestra rama, aunque no se le pueda conceder valor absoluto. No carece de
deficiencias y dificultádes · a pesar de sus realizaciones matemáticas, pero sus
resultados son siempre eficaces indicadores de hechos sociales, y aun de su sen-
tido y sus conexiones de sentido. En el estudio de la delincuencia tropieza con
dificultades prácticas, tales como las implicadas en los siguientes casos que, como
se verá, no siempre pueden ser registrados:

l.-Casos de delitos cometidos, pero no conocidos por las autoridades.


2.-Casos conocidos por autoridades diferentes de las penales, lo que equi-
vale a ser desconocidos de las autoridades competentes.
3.-Casos conocidos por las autoridades competentes, pero que no han
seguido la trayectoria legal, sea por amistad, por influencias políticas,
cohecho o lenidad.
4.-Casos conocidos por las autoridades competentes, que han iniciado el
procedimiento legal, pero en que las propias autoridades o sus supe-
riores consideraron que éste no debería, continuar, sea por no existir
formalmente el delito, sea por no ser adecuado el procedimiento, o
por razones legales u oficiales.
S.-Casos en que se hizo la consignación al Juez competente, pero éste con·
sideró ·que con los elementos existentes no era posible continuar el
proceso y dictó la libertad por falta de méritos.
6.-Casos en qu·e el inculpado, declarado formalmente preso, obtuvo su
libertad provisional y logró permanecer prófugo, hasta que se aban-
donó el caso o se obtuvo la declaración de prescripción.

De los anteriores casos sólo registran las estadísticas los marcados con los
números 4 y 5, por lo cual no es posible confiar en lo registrado estadística-
mente, con exclusividad; además, porque ha habido casos en que se ha con-
50 HECTOR SOL/S QUIROGA

denado . a inocentes, que tampoco registran las estadísticas sino accidental-


ment~ (cuando hay revisión del proceso o se solicita indulto necesarip por
inocencia) .
El hecho de que se registre un delito o no por las estadísticas, no quiere
decir q~e no se haya cometido, pero como así resultan incontrolables múltiples
crímenes, es inconcuso que deban buscarse otras fuentes de captación de esta
realidad.


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CAPITULO 111

DELINCUENCIA Y DELITO

10.-La delincuencia como realiáaá .social. 1L~oncep­


tos. de delito:. a) Filosófico; b) Sociológico; e) Crimino-
lógico; d) /urúlico; e) Legal. 12.~o~pto sociológico·
crimind del delito.

10.-La delincuencia como realidad social.-Entre los hechos que en las


colectividades humanas dañan, disocian o violan leyes o normas; hay una clase
especial llamada delincuencia o criminalidad, que habitualmente es concebida
como la que tiene más graves consecuencias. Fuera de ella hay otros muchos
actos también nocivos y de resultantes sociales negativas, que la sociedad, según
su grado de cultura, tiende a confundir con la delincuencia. ·
Esto nos obliga a hacer una clasificación en la siguiente forma: L Hechos
-que la sociedad toma como delictuosos pero que no estári tipificados como tales
en las leyes penales (únicas que pueden hacerlo) ; 2. Hechos que la sociedad
no toma como criminales, pero que están tipificados en las leyes penales;
3. Hechos que tanto las leyes como la sociedad consideran como criminales o
delictuosos.
EJ1 el prim-er. supuesto puede tratarse de hechos inmorales, rechazados por
la sociedad, prohibidos o reprobados por leyes no penales, etc., pero nunca
considerados en la ley penal. No forman parte del campo de nuestra materia,
ni -existen criterios sociales unitarios para· calificarlos, por lo que no los exa-
minaremos.
En el segundo supuesto, ciertos hechos tipificados en las leyes penales no
parecen
.
socialmente ..
muy graves o trascendentes,
. 1
y se observa cierta tolerancia
o clara oposición con el criterio penal, por la forma. no muy equitativa . y
además 1,1n tanto extremosa e injusta en que el Estado actúa contra los delin·
cuentes.
52 RECTOR SOL/S QUIROGA

De todas maneras; como hay tipificación penal y persecuCion estatal,


estos hechos y los del tercer supuesto deben ser tomados en cuenta por la Socio·
logia Criminal.
Por fortuna, en materia tan delicada como es calificar penalmente la con·
ducta de una persona, hay normas de orden público que toman cuerpo en las
leyes punitivas y procesales, y que se realizan a través de los órganos más
serios y de los funcionarios que se suponen más ilustrados del poder público,
o sea, en conjunto, el Poder Judicial.
Pero sucede que los hechos, ante3 de ser calificados en definitiva, son sólo
eso y su autor no puede aún ser llamado delincuente. Son independientes pues,
los hechos, -por terribles ·que se les suponga- de toda calificación que
de ellos Se haga y para ejemplo existe el muy conocido: si se quita la vida a
un hombre en -cumplimiento de la pena de muerte que le ha sido impuesta, no se
comete un crimen; si se ~l!.ta a quien ha violado el domicilio .a altas horas
de la noche, puede ha~larse de legíti!p<a .defensa; si se asesina. a otro indivi·
duo, transeúnte pacífico que ningúrr daño ha . hecho, ello es un crimen. Los
hechos son al fondo los mismos: se ha cometido un homicidio; su calificación
h:;gal varia, como también las apreciaciones sociales, científicas ..o fi).osóficas.
La Sociología Criminal se ocupa de los hechos y de. su clasificación de
criminales, conju:ntamente. Es decir, se ocupa de los hechos y del. concepto
de delictuosos, que les ha sido aplicado concretamente por las leyes penales al
tipificarlos y por la comprobación que hicieron las autoridades respectivas, de
los órganos estatales capacitados para ello. El delito, pues, es un concept~ que
se aplica para calificar hechos concretos de una sociedad.
H.-Conceptos de delito.-Los conceptos de crimen son productos que
obedecen a la especial condición cultural de una sociedad humana concreta, y
pueden ser filosóficos, sociológicos, criminológicos, jurídicos o-legales. Como
de .ellos depende el calificativo "criminal" de nuestr~ Sociología," daremos nues·
tro punto de vista, cosa cuya dificultad no desconocemos, pero dada . nuestra
finalidad de estudiar la rama de la ciencia de la realidad social que.se ocupa de
lo criminal, debemos saber, desde un punto de vista pragmátjco y Íácihnente
manejable, lo que se considera como delictuoso. No es por un mero 'afán especu-
lativo que pretendemos examinar el concepto de delito y por- ello captaremos
definiciones de valor práctico y real en un momento dado, junto con. otros cri-
terios.
a) .-Füosófico.-Desde este ángulo se pretendió definir qué es el crimen,
pero no se encontró algo válido universalmente, pues sólo senría para ciertos
países, para una época concreta, para los hechos graves; para algunos tipos de
delitos, o para limitadas culturas. Así se llegó al concepto filosófico · de que
INTRODUCCJON A LA SOCJOLOGIA CRIMINAL 53

cr:imen es la vwlación de los valores más elevados de la sociedad, (la vida, la


salud, etc.) . Esto sería indiscutible si en un momento dado pudiera decirse,
universalmente, cuáles son ellos, cosa dudosa. También conduce a confusiones
la consideración exclusiva de tales valores, sin comprenderse los menos eleva-
dos, pues ha provocado imprácticas e interminables discusiones y vaguedades
basadas en criterios subjetivos de reprobación para ciertas conductas, bajo
tendencias morales, religiosas, etc. Por otra parte, nuestra sociedad está acos-
tumbrada a llamar criminal a una conducta dañosa cuando tiene graves conse·
cuencias, pero hay múltiples conductas de esas características que la ley y el
Poder Público no persiguen y en cambio hay otras que sí se castigan, sin ser
tan perjudiciales.
b) .-Sociológico.-Makarewicz1 dice que "un crimen es un acto ( reali-
zado) por un miembro de un grupo social dado, que es visto por el resto de los
miembros de ese grupo como tan injuricso, o como tan demostrativo de una
actitud antisocial por parte de quien lo ejecuta, que el grupo reacciona pública,
abierta y colectivamente, tratando de anular algunos de sus derechos". Una
crítica simplista que se hiciera de la anterior definición nos llevaría a escribir
con exceso, por lo que sólo haremos notar que no todos los crímenes que reúnan
las condiciones anteriores hacen reaccionar a los grupos en la forma expresada,
ni todas las actitudes contra ellos se presentan con las características referidas
por ella. El campo de lo injurioso y de las actividades grupales frente a la inju-
ria, es tan cambiante y circunstancial como el de las emociones y sentimientos
que intervienen en uno y otro caso.
Según Colajanni,2 "Las acciones punibles (delitos) son aquellas que, deter-
minadas por móviles individuales y antisociales, turban las condiciones de exis-
tencia y chocan con la moralidad media de un pueblo en un momento dado".
Como crítica gruesa y general, no podemos decir que todas las acciones puni-
bles sean delitos. Po; otra pa~te, al hablar un sociólogo de los móviles que
determinan tales acciones, entra en un elemento subjetivo que nunca pudo ser
examinado por el autor si no tuvo el auxilio, como parece ser, de muy selectos
y acusados métodos psicológicos, o la experiencia manifiesta de individuos
especializados.
Durkheim3 dice que "Un act~ es criminal cuando hiere los estados vigo-
rosos y definidos de la conciencia colectiva" y después sigue: "cualesquiera que
sean sus variedades, el delito es en todas partes esencialmente el mismo". Como
1 Citado por URtBE VLIJLECAS, Osear: "El crimen, objeto de estudio de la Sociopatolo-
gía", Estudios Sociológicos, Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, México, 1952.
2 Cíiado por FERRI, Enrico: Sociowgía Criminal, Centro Editorial de Góngora, Madrid,
1907, Tomo l. Págs. 97 a 101.
8 FERRI, Enrico: Op. cit.
54 RECTOR SOLIS QUIROGA

brítica general diremos que, si bien es cierto que Durkheim define lo cinC es
la conciencia colectiva, no se sabe cuáles son los "estádos Vigoros'os y defini-
dos" de ella; 'hay muchos actos que los pueden herir y sin embargo no están
considerados generalmente como delitos (vgr. el suicidio) eri tanto que hay
otros que no lo5 lesionan (vgr. la defraudación fiscal) y sin embargo la ley
los define como delitos. Por tanto, no neis da una base práctica de qué partir.
Enrico Ferri,4 adhiriéndose a la definición de Berenini, da su concepto
diciendo que "Los elementoS característicos del delito natural, son la antisocia-
lidad de los motivos determinantes y el atentado a las condiciones de existencia
que implican el eiemento de ofensa a la moralidad media de un grupo colec-
tivo determinado". Para nosotros se vuelve a incurrir en lo mismo que hemos
hecho notar en Cólajanni, o sea que, de no contarse con métodos psicológicos
adecuados, sólo se pueden calificar los motivos mediante la declaración del
presunio delincuente que, en ocasiones es tari preparado o· tan impreparado,
que desde el prineipio no expresará o no podrá exponer los verdaderoS motivos,
con lo cual ya no será posible calificar su antisocialidad. Ello es materia de
prueba y no de teoría. Por otra parte habla del atentado a las condiciones
de existencia, como otro elemento del delito: en nuestro med.io, al menos, hay
delitos que han sido definidos en la ley y no constituyen atentados contra las
condiciones de existencia (como nuestro dictatorial delito de disolución social),
sino que son formalinente considerados como tales por conveniencias políticas
de un grupo o de un momento. Además, no se puede hablar sino de grupos
colectivos, pues no hay grupos formados por un individuo.
e) .--'-Criminológico.~Pasamos á las definiciones criminológicas de delito,
que son producto de los últimos años, pero haremos notar .que las qite pueden
ser búenas para la Criminología, pueden no serlo para nuestra disciplina por
las razones diferenciales que hemos dado en el desarrollo anterior de este tr~bajo.
H. Veiga de Carvalhoü dice que crimen es todo acto humano voluntario
y résponsable, bajo la influencia de factores endogenos y exógenos, contrario
al mínimo de moral de un pueblo o que ofenda los sentimientos profundamente
arraigados y claramente definidos de co'nciencia social, en el fondo· de.los cuáles
está la piedad y la probidad".
. . lndépendientemente del contenido de tAl definición, es claro que, para los
efectos de la Sociología Criminal, o sea el estudio del real acontecer crimi~al,
el ele~ento subjetivo (que en la generalidad de los casos no es investigado por
las autoridades judiciales) no es posible definirlo en términos dtt.realidad, porque
4 FEÍIRI, Enrico: Op. cit.
¡;
Paulo, VEIGA D,E CA~VAILHo,
1935. Pag. 48. H.: Manual de Criminología, Coletánea Acacio Nogueir~; Sao
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 55

no se sabe que se hagan usualmente estudios de fondo. para saber si, indepeii·
dientemente de la propia declaración del procesado, existe en el caso la volun-
tariedad y la responsabilidad; tampoco la influencia de los factores endógenos
y exógenos es comprobada habitualmente en los procesos criminales.
Teóricamente está bien considerado que el delito es contrario al mínimo
de la moral de un pueblo, puesto que se ha afirmado, con razón, por parte de
los juristas, que es la infracción al mínimo de los mínimos de la moral exigida
por una colectividad. Ese mínimo está definido en los tipos descritos en las
leyes penales.
Por otra parte, frecuentemente encontramos, en la legislación penal del
mundo, que no siempre es el delito el que ofende los sentimientos profundamente
arraigados de conciencia social, sino que (como en el caso del homicidio piadoso
o del. delito de disolución social) es el legislador el que no está de acuerdo con
esos sentimientos y, al perseguir al llamado "delincuente", es la autoridad quien
los ofende. Insistimos en que, sin examinar desde el punto de vista crimino·
lógico esta definición (que para él puede ser muy buena), desde el punto de
vista de estudio del real acontecer social criminal no es útil, pues resulta que,
en la práctica el legislador .es quien está contra los sentimientos y la conciencia
social, o la moral mínima.
Robert G. CaldweW1 dice que el delito puede tener dos elementos: el acto
u omisión criminales y el elemento mental. Si examinamos el anterior concepto;
fácilmente podremos identificar dos factores conocidos: el acto típico y la culpa·
bilidad. Para la Sociología Criminal es muy importante el primero, porque
representa el daño causado tanto a la víctima como a la sociedad en un momento
determinado. El segundo, que siempre existe en cualquiera de sus formas,
corresponde al factor capacidad penal, imputabilidad (que sólo se investiga
en contados casos) , a la existencia de la intención criminal, a la comprobación
respectiva que da lugar a la reprobación (culpabilidad en la sentencia conde-
natoria) y a la punición o a lá aplicación de la sanción. Por tanto el concepto
de Caldwell nos es más útil, aunque no en forma total y definitiva, como vere-
mo3 más tarde.
Robert E. L. Faris7 dice que los crímenes son violaciones a los principios
de una cultura, y que la criminalidad es la evasión o violación de las más
importantes y explícitas reglas de una sociedad. Este concepto no nos es de
utilidad porque, desde el punto de vista práctico de la Sociología Criminal ten~
dría que empezarse por discutir cuáles son los principios de una cultura y cuáles
6 CALDWELL, Robert G.: Criminology, The Ronald Press Co. New York, 1956. Pág.
117 y SS.
· 7 F ARIS, Robert E. L.: Social Disorganization, Segunda edición, The Ronald Press Co.,
New York, 1955. Págs. 169, 172 y 192.
56 HECTOR SOL/S QUJROGA

son las más hnportantes y más explícitas reglas de una sociedad y · ello nos
detendría indefinidamente en nuestro camino. Por otra parte, los principios y
las reglas mencionados, pueden, al ser violados, referirse a cuestiones sociales,
morales, religiosas y civiles, sin que sea tocado para nada el interés primordial,
que es criminal.
Huáscar Cajías K.8 se acoge aJa definición del delito que la ley da y su
tipificación, pues, aunque ·es de calidad formal y no material, él reconoce que ·
así es una parte de la realidad. Tal posición de Cajías, nos parece adecuada, y
de hecho es la misma que nosotros seguimos.
d) .~/uríáico.-Entre los autores de obras de Derecho Penal encontramos,
dentro de la Escuela Oásica, a Carrara,9 que dio, para su tiempo, una de las
definiciones más útiles, diciendo que es "La· infracción a la Ley del Estado,
promulgada para la seguridad de los ciudadanos, resultante del acto del hombre,
positivo o negativo, y moralmente imputable". En esta definición encontramos
lo siguiente: un acto humano, imputable, y violatorio de la ley penal. Es decir,
un acto (acción u omisión) humano, imputable y típico. Definición para estos
momentos incompleta, pero para su época muy sabia.
Francisco González de la Vega1ro dice que generalmente los autores señalan
las siguientes características del delito: A) .-Es un· acto humano; B) .-Típico ;
C).-Antijurídico; D).-Imputable; E).-Culpahle; F).-Punible; G).-Con-
forme a las condiciones objetivas de punibilidad. l\1Júltiples autores se refieren a
tales características de los delitos, pero confunden los elementos con los pre-
supuestos y las consecuencias. ·
Tiene cuando menos dos significados la palabra delito. El primero es el
relativo al concepto; que la ley o los juristas adoptan, y el segundo es el !techo
al que debe aplicarse. El concepto es un producto cultural y ?Omo tal sólo es
atribuible a. los seres humanos y a sus actos ; el hecho es una realidad dañosa
que, cuando es producto del hombre y corresponde al concepto formado, se llama
delito. El hecho o acto, se refiere a acciones u omisiones; dentro de la teoría
del acto jurídico, se le denomina hecho, porque no se ejecuta para que produzca
consecuencias jurídicas, sino precisamente deseando que no las produzca. El
delito es pues un hecho (acción u omisión) ejecutado por seres humanos. Pero
no es necesario afirmar que el hecho sea humano, porque no hay delitos que
no sean pr.oductos del hombre, lo que es presupuesto.
8
13 y ss.CAJÍAS, Huáscar, K.: Criminología, Editorial Juventud, La Paz, Bolivia, 1955. Pag.
9
México,Citado
1940. por el llorado maestro Carlos FRANCO
· ..Som: Nociones de Derecho Penal'

S. de R.GoNzÁ~~
10
LA VECA, Francisco: Código Pe7Wl Comentado, Impresores Unidos,
L., Mex~eo,DE1939.
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IN:I'RODUCCION A LA· SOCIO LOGIA CRIMINAL 57


El delito es pues, un acto o hecho que forma el primer escalón de una pirá-
mide definitoria; pero tal acto es antijurídico, es decir, contrario al derecho, no
sólo a las leyes, sirio a la cultura que sirve de base a esas leyes y les da su inter-
pretación _<;orrecta; cultura que tiene ,vigor en las condiciones de vida generales
de un pueblo, y que se concreta en las leyes vigentes. Es decir, es una manües-
tación de conducta que reprueba la sociedad por medio de la Ley a la que da
vigor, relevancia y obligatoriedad. Pero decir antijurídico, es decir contrario
al derecho en general, por lo cual faltan de expresar otros elementos más. La
amplitud de lo antijurídico, siempre menor que lo genérico de los actos, puede
constituir el segundo escalón de nuestra definición.
El acto antijurídico, debe ser típico, es ·decir, que realice alguno de los
tipos de delitos descritos por la ley penal vigente. Como los actos antijurídicos
típicos, tienen una amplitud menor que los solos actos antijurídicos, formamos
con ellos el tercer escalón de nuestra pirámide definitoria.
Pero~ para el Derecho fenal (que impone penas, castigos, puniciones) limi-
tativamente, tienen importancia los actos antijurídicos y típicos, cuando son
ejecutados con intención dolosa o por imprudencia, lo que presupone capacidad.
Así, se habla de imputabilidad cuando una persona tiene capacidad penal, es
decir, cuando tiene la madurez necesaria para poder medir las consecuencias
normales de sus actos. Los no imputables no deben ser sujetos de la punición
legal, aunque cometan actos antijurídicos y típicos. Es pues, el· c.uarto escalón
de la definición jurúlioa, el ser imputable.
En caso de que el agente sea capaz, (para el Derecho Penol), conviene
saber si es culpable; esto es, si cometió un acto intencional o imprudente-
mente, para aplicar la pena respectiva. E~:; decir, se integra jurídicamente
el concepto de delito cuando el individuo capaz obró dolosa o impruden-
temente, y por tanto, para los fines legales corresponde impqnerle una pena
como retribución que el Estado aplica al actor consciente de una conducta
dañosa, para evitar (?) que vuelva a producirla o que otros le imiten. Es bien
cierto que la culpabüidad se refiere, no a la calidad del acto en sí mismo, sino
a la del individuo y a la dirección mental que imprimió a su acción, a la sig-
nificación psíquica en' el agente, pero para las finalidades pe11.ales, es concepto
esencial para que se integre la noción de delito, como antecedente necesario de
la punición. Por tanto, es el quinto escalón de la pirámide lle la definición.
Algunos autores hablan de la punibilidad ·Y de. las condiciones objetivas
para realizarla, cómo elementos del delito. Hay en ello una fuerte confusión
ya que establecen como elementos, meras consecuencias que, ~n condiciones
normales se presentan en nuestra sociedad actual.
58 HECTOR SOL/S QUIROGA

En resumen, frecuentemente oímos definir el delito conió un acto; humano,


antijurídico, típico, imputable, culpable, punible, según las condiciones obje-
tivas de punibilidad; lo que para alguno5 penalistas está completo.
Si desde el punto de vista de la definición examinainos sus elementos, nos
encontramos algunos no válidos: dos presupuestos necesarios: el acto, y lo huma-
no, sin los cuales no puede concebirse ningún delito. Por necesidad de
expresión puede emplearse la palabra actó, pero es innecesario mencionar
"humano".
Como calidades propias del acto encontramos sólo dos: la antijuricidad y
la tipicidad. Si el acto antijurídico es típico, nos encontramos frente a una
conducta criminal, independientemente de quien la haya cometido.
Los factores d.e imputabilidad y culpabilidad, rw son intrínsecos del acto,
sino su relación con el individuo que la ejecutó, o la calidad de él, o una
valoración que se hace a posteriori. Forman parte de la definición porqué para
los juspenalistas integran el concepto de delito, o sea la noción que califica el
acto de un individuo, para imponerle la retribución legal de la pena, que no
debe aplicarse a los incapaces o a loa no culpables, aunque se haya hecho lo con-
trario muy frecuentemente. Las calidades de punibilidad y condiciones objetivas
de ella, son meras consecuencias de la valoración. Por tanto, no pueden consi-
derarse como elementos del delito.
e) .-'-Legal.-Las leyes penales definen también qué son los delitos, para
después entrar en los tipos específicos de ellos. Así, nuestro Código Penal vigente,
en su Artículo 79 dice que "Delito es el acto u omisión que sancionan las
leyes penales". Es una definición formal que no trata el contenido material del
delito; pero tiene importancia práctica porque da la clave para saber, con
cierta seguridad, los actos u omisiones que en una colectividad son considera-
dos delictuosos, si son ejecutados.
Es frecuente encontrar en los Códigos Penales, definiciones formales, que
indican qué es lo que se considera delito para los. efectos de la ley. Se refieren
usualmente, a los hechos relacionándolos con la sanción penal, o bien· con las
normas prohibitivas o preceptivas. '·
12.--Concepto sociológico-criminal de delito.-Para los efectos de este libro,
~o haremos los distingos entre crímenes, delitos y faltas, que los antiguos pena·
listas acostumbraban hacer. Ello, tanto porque nos ·interesan ·todos lds hechos
reales que corresponden a los tipos descritos por la ley penal, como porque en
la práctica del mundo moderno han ido desapareciendo tales distingos que daban
lugar a múltiples errores y dificultades de límites. En esta obra, por tanto, no
fiene mayor importancia la designación en una ti otra forma, pues denominamos
indiferentemente crimen o delito, delincuencia o criminalidad, a los fenómenos
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 59

de que nos ocupamos. En cambio, rara vez se verá empleada la palabra falta,
porque no tiene connotativa significación delictuosa.
Para nosotros tiene interés adoptar un concepto de crimen o delito de
contenido práctico, porque nos inter.esa la realidad de los actos descritos por
las leyes penales que, al ejecutarse, provocan la intervención del Estado.
Es cierto que el concepto de delito, técnicamente considerado en el Derecho
Penal, y para el solo efecto de la aplicación de ú:ns sanciones, requiere haber
sido cometido por una persona imputable, responsable y culpable; pero, para
el punto de vista sociológico, por su estudio de la colectividad, basta que se
hayan cometido daños típicamente antijurídicos, (descritos por la Ley penal),
para que interese su existencia, aunque se deban a menores de eda:d o a demen·
tes, a quienes no se debe punir, sino rehabilitar. -
En la realidad, en infinidad de ocasiones la moderna justicia penal ha
castigado cruelmente a los menores de edad y a otros incapaces pero, excluidos
de la punición por lógica elemental, queda infin.idad de casos limítrofes de
personas psíquicamente dañadas que al sentido común no se muestran como
irresponsables y que, por serlo en verdad, deberían sujetarse no a la penalidad
que se les aplica y que las hace más peligrosas socialmente, sino a tratamientos
rehabilitadores.
Es bien cierto que la peligrosidad de tales sujetos sugiere se les impida
dañar a la sociedad, internándolos, pero no debe tenerse entonces por finalidad
la pena, sino la rehabilitación, y por tanto deben ser tratados por otro tipo de
organización institucional. El error ha sido considerar delincuente al incapaz
o a quienes aparentemente son capaces, castigándoles.
El· castigo en sí mismo r.epugna como siStemn. a la pedagogía y a la psico-
logía modernas, y ha sido sustituído en ellas por el premio y el estímulo
de los actos positivos. Pero no puede haber premio ni castigo para el psíqui-
camente semirresponsable o para el enfermo, sino tratamiento técnicamente
dirigido.
Hace tiempo .hemos venido escuchando y sosteniendo que los menores,
lo3 incapaces y los llamados semirresponsables, no deben englobarse en el
campo del Derecho Penal porque no pertenecen a él aunque cometan hechos
típicamente antijurídicos; pero en la realidad la política criminal actuante
tiene como punto de partida el acto tipificado por el Código Penal para
desencadenar la misma acción inicial, que sólo se diferencia cuando por
decisión de autoridad se excluye o se suspende la intervención judicial, tem·
prana o tardíamente. Por eso, aunque en principio los incapaces no perte-
nezcan al campo del derecho penal, su conducta los sumerge en la acción
del Código respectivo hasta el momento en que se defina que son inimputables.
60 HECTOR SOL/S QUJROGA

En ese instante deben salir· de la acción de ·las autoridades judiciales p.ero,


escapen o no a la pena, interesan a la Sociología Criminal porque el acto
antijurídico y típico está cometido, y es susceptible de ser utilizado por nuestra
disciplina a la que interesa su causalidad, su producción y sus consecuencias.
Prácticamente se ha venido demostrando que una mayoría. de los actos típica.
mente antijurídicos obedecen a causas que originalmente son ajenas a la volun.
tariedad o intención del individuo, y que muy pocos serían los que, en estricta
técn_ica legal, (cuando se llevara con todos los requerimentos de la investigación
científica) resultaran realmente. culpables, :ror haber · tenido la intención de
cometer el delito. ·
Para la Sociología Criminal, en consecuencia, interesan no sólo los delin-
cuentes reconocidos así en la sentencia judicial, sino los que siendo incapaces
(menores, dementes, etc.) o semirresponsables (psicópatas, neuróticos, etc.)
han cometido actos tipificados penalmente y representan un peligro social. No
importa que hayan sido objeto de. una pena o de una medida rehabilitadora.
Por tanto, nos interesa el concepto formal de la Ley, para lograr. el estudio
de la exterioridad social criminal desde un ángulo pragmático; también las causas
y
sociales las consecuencias generales del acto tipificado, la intervención del
Estado, en relación con su ejecutor, con la víctima y con la sociedad, como
causas de toda una organización administrativa y judicial y de los efectos que en
la colectividad producen las instituciones penales, readaptadoras y de protección,
haciendo que los procesados, los ·condenados, los internados, los empleados
públicos, los carceleros, los menores de edad, etc., formen colectividades más o
menos solidarias, que son y producen a su vez, efectos colectivos de interés
para nuestra materia.
Es pues, por razones prácticas, que aceptarrws que la Ley penal nos dé el
conceptxJ primario de lo que se entiende por delito, pues en la realidad diaria
es el tipo descrito en la ley el que tiene aplicación práctica, y nos evita la inse-
guridad de nuestro subjetivismo, con un margen !le certeza que en otra forma
no tendríamos.
El concepto de lo criminal, que es el calificativo del estudio de nuesÚa
materia~ deriva, pues, de la calificación de delictuosos, que se reserva social-
mente para: los actos tipificados por las leyes penales que dan lugar a la perse·
cución judicial o a la acción administrativa enérgica contra los ejecutores de
dichos actos.
En efecto, ¿de qué otra manera realista y práctica podemos captar el
fenómeno de la delincuencia de un país, si no es utilizando los conceptos
legales y ·las informaciones oficiales, únicos fidedignos por ser materia de
o:n:Ien público y de facultades privativas del Estado?
CAPITULO IV

EL FENOMENO CRIMINAL

13.-Panorama de la delincuencia. 14.-Panorama cau-


sal. 15.-Algurws criterios sociales sobre la· delincuen-
cia. 16.-Dificultades de los estudios etiológicos. 11;-/m-
portancü.e del estudio evolutivo: 18.-R~sumen de la evo-
lución humana. 19.-Probables variaciones de la delin-
cuencia.

13.-Panorama de la delincuencia.-En el conjunto de la criminalidad de


nuestra época encontramos hechos que son perseguidos por las autoridades, y
otros que rw lo son. Entre éstos hay desde injurias, amenazas, calumnias, difa-
maciones y otros que acontecen diariamente a nuestro lado sin que sean casti-
gados en forma alguna, hasta robos, fraudes y homicidios que en ciertos casos
no llegan a proceso formal .. Entre las razones por las cuales no se desarrolla
la actividad persecutoria, hay las siguientes: l.-En los hechos menores, los
ofendidos saben que para denunciar o acusar deben perder muchas horas ante
las autoridades persecutorias y penales, además de las molestias causadas a
testigos y otras personas que, d_e 'hecho, no obtienen ventaja alguna:, por lo que
no se compensan las pérdidas con los beneficios que se puedan conseguir.
11.-Existe, en muchos países, la costumbre de ciertos funcionarios y ~mpleados
penales de ~xigir ó recibir gratificaciones, sea por hacer o por no hacer justicia,
por lo que debe agregarse, al menoscabo ocasionado por el delito directamente,
el tiempo invertido y el dinero gastado. 111.-A ello se agrega un ambiente de
desconfianza, salvo en algunos países, contra las autoridades persecutori_as, pues
obedecen a influencias políticas, a los estímulos del dinero, la amistad o la
coquetería femenina. Ello ha creado un sentimientQ de inseguridad general y
a su vez la necesidad de tomarse la justicia por propia mano (en venganza),
lo que a su vez aumenta el conjunto de delitos que rara vez llegan al conoci-
miento de las autoridades. Y a interviniendo algún funcionario, e independiente-
62 HECTOR SOL/S QUIROGA

mente de las razones técnicas del caso, cada persona pone de su parte, jurídica
y humanamente, lo más que puede para triunfar de sus enemigos. Excepcio-
nalmente son perseguidos hombres poderosos o adinerados, pero cuando acon-
tece, es debido al escándalo periodístico, o a que el acusador tiene dinero o
apoyos suficientes para sostener la causa, aunque aquellos que gozan de fuerza
política no son perseguidos, ya que el poder público acalla fácilmente la voz de
la prensa, la radio o la televisión, y cualquier escándalo inicial.
Ante esta situación de desmoralización oficial y privada -muy generalizada
en unos países e incipiente en otro~, en que se manifiestan formas delictuosas
protegidas por el poder público, resultan _pálidos reflejos el abandono de la
familia sin recursos para subsistir, el cambio fraudulento de calidad en la venta
de productos al exterior ~ otros, y con mayor r~zón lo no delictu~so pero inmo-
ral: incumplimientq de deberes y compromisos, vicios, desamparo intencional
de ciertos débiles sociales, etc. lgu_almente, con motivo de celebraciones, fiestas,
encuentros deporÚv~s y otros de participación general, se realizan daños mate-
riales, se ejerce vi«?lencia sobre las personas y se profieren injurias inmotivadas,
que no se reprimen y a veces tampoco se previenen. A ello debe agregarse que
en algunos países la policía es temida por los delitos que comete y no porque
cumpla con su deber. Además, en los establecimientos penales se resiente la
falta de atención a los red usos porque el Estado. no acepta· políticamente las
orientaciones de los técnicos en penología, por escasez de recursos o carencia
de técnicas, por falta o insuficiencia de traba jo para dar oportunidad a todos
los internos, y de orientaciones de fondo para rehabilitarlos. De ello resulta
la influencia pervertidora o enfermiza de los establecimientos penales, como ya
ha sido reconocido por múltiples ¡;enólogos y juristas..1 ·

14.-Panorama causal.-Es bien sabido que los diferentes factores de la


conducta tienen influencia en la formación de ]a personalidad durante su evo-
lución y a través de sus integranres, entre o~ros el carácter, el patrón 'cultural
familiar, el ambiente físico o social y l~ c~ltura de la colectividad a que se
pertenece. Dientro de la evolució~ normal del individuo se puede observar
9u.:; n~ce completamente inadaptado y a medida que crece se acopla más
~l medio ambie,nte, sufriendo menos choques con sus semejantes, (aunqu!;!
siga teniendq siempr~ conflictos de diversas especies) . Durante el crecimiento
se van formando ciertas reaccion~s ~specíficas frente a determinados estímulos
del m:?io ambi~nt~ •. y és~e cambia co~ e! b~r~o, la ciud~d y el país, tanto ·en
extensw~ como en mtens1d~d y en mar:nfestaciOnes pecuh~res de su tiempo y
su espaciO.

, 6. Cu~m,J.o CALÓN, Eugenio: La Moderna Penología, Editorial Bosch, Barcelona, 1959.


Pags. 300 a 329. - .

¡
i 1
JNTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 63

J>ero, saber qué es lo que transmuta la conducta constru~;tiva en destruc-


tiva, la conveniente socialmente ·en inconv.eniente; saber qué es lo que produce
la delincuencia y la reincidencia y c'I.Lándo, es de importancia excepcional a la
vida actual de la sociedad y lo que justifica nuestras digresiones posteriores a
los campos de la psicología y la penplogía. Existen causas ambientales reco·
nocidas: la miseria notoria de numerosos sectores de la p.oblació:t en c;:ontraste
con el lujo .ostentoso de otros, el alcoholismo, la desorganización familiar, el
analfabetismo .y la ignorancia, la falta de preparación técnica para el trabajo,
la delincuencia descendente de los funcionarios y empleados del gobierno, que
tiene valor de ejemplo; la tolerancia pública y privad3: de vicios, incumplimien.-
tos y perversiones; la propaganda gratuita y excesiva que se hacen a la delin-
cuencia por la prensa, la radio y la televisión; la desorg¡mización escolar ere·
ciente2, y muchos hechos más que son causas y productos sociales a la vez. Es
indudable que la vida familiar va disminuyendo, por: las madres que trabajan
o se divierten Y. que están aumentando las oportunidades sociales de adquirir y
sostener vicios, en tanto que la política evita la conservación de los ·valores
humanos, impulsa el adelanto material y permite la publicidad abusiva de la
criminalidad que insensibiliza a la población frente al deFto. Todo ello influye
desde la infancia en el individuo que crece connaturalizado con tal· ambiente,
convirtiéndose en un nuevo ejemplar vivo e impulsor de esta situación soc.ial.
Es ya indudable que la más trascendente evolución de los sujetos se
realiza en la infancia, durante los primeros siete años de la vida,. y el niño recibe
intensa Y. extensa influencia de la familia, pues todas sus horas transcurren
e:-t adhesión material y emocional con su ambiente hogareño; todo 1~ absorbe
y recibe de las impresiones familiares. El resto de su infancia 'y · adolescencia
es también muy importante -hasta el limite (aunque arbitrario, certero) de
los veintiún años de edad aproximadamente- por su clara influep.cia en la vid~
del adulto.
Parece ser que el grave descuido que la humanidad tiene con los niños y
los adolescentes en los más diversos aspectos, es lo que, con su grave determi-
nismo, desencadena la delincuencia en extensión e intensidad, ya que el medio
social impacta la personalidad más gravemente cuanto más temprana es su
acción.
El fenómeno delictivo tiene, pues, múltiples formas; se presenta en las
más diversas edades, pero se intensifica sólo en algunas; su etiología es suma-
mente complicada, y las medidas prevervivas, represivas o rehabilitadoras no
pueden ser únicas Y. absolutas.
12 Ella encubre un fenómeno de fondo: que la escuela sólo enseña e informU.. no educa
ni forma, pues no integra, no inspira, ni desarrolla las potencias del ser, formando -un
hombre caj>az de servir a la colectividad.
64 HECTOR SOL/S QUIROGA

15.-Algunos criterios sociales. sobre la delincuencia.-La forma de actuar


de la sociedad ante el crimen, siendo efecto; es a su vez causa de .otros fenóme7
nos, por lo que examinaremos opiniones que· representan reacciones de dos
importantes sectores: ·
Los -jurist.a.s tratan de la delincuencia como de la más grave perturbación
del orden jurídico·, y piensan que tanto la ley como la autoridad deben inter-
venir para restablecerlo. Sin embargo, esto no es sino tina aspiración a menudo
sín contenido, · porque el llamado restablecimiento del orden jurídico no es
sino una· teoría que en nada beneficia a la sociedad, pues la reprobación que
implica la sentencia condenatoria, ya existía eil el ambiente social y sólo toma
tardíamente caracteres judiciales; además, la reparación jurídica del daño
criminal· no es suficiente, ya que n~ devuelve la vida, ni sana la herida sin
dejar ·cicatriz, ni se convence a toda la sociedad de que la calumnia no es cierta,
etc.. y el pago en dinero no es sino un mal consuelo: insuficiente y tardío. Por
otra parte, la pena impuesta,. que no llega a ser siquiera tratamiento sintomá-
tico, más que tener valor positivo, daña a} delincuente al perfeccionarlo en el
delito mediante su trato diario y fatal con otros delincuentes; perjudica al
Estado porque habitualmente lo mantiene a su costa; y la sociedad recibe un
mal produéto, porque el encierro ha acumulado emociones negativas y ha pro-
vocado la adquisición de técnicas delictuosas que van a ser recibidas por nue-
vas víctimas con la libertad mal controlada del presidiario. Vemos que al no
tomar en cuenta los juristas (por razón del contenido de su ciencia) las causas
que influyen en la criminalidad para combatirlas, y por no haber, siempr.e,
órganos del Estado que lo hagan eficazmente, se ha actuado. ~11adecuadamente,
al río usar con la. función del derecho otras medidas más profundas de polí-
tica .criminal. El Dei:echo Penal, por actuar aislado, ha tenido muy graves
fracasos prácticos, pues provoca la perversión del delincuente, el abandono de
su familia en condiciones miserables, ·etc., lo que resulta eficaz fermento
de nueva delincuencia.
La pblicía trata a los delincuentes en una lucha ruda, frente a frente;
ignora causas y motivos, y se siente legalmente autorizada para cometer contra
ellos toda clase de violencias y de abusos, salvo en algunos países. Reciente-
mente, ante el aumento de la delincuencia juvenil, queriéndole dar una solu-
ción simplista, ha hecho guerra sin cuartel contra los menores infractores, pero
no contra el fenómeno, que requiere el concurso de otros órganos técnicos. Espe·
cíficamente los adolescentes, pasando por la edad en que el individuo se siente
prepotente y ve ·a los adultos como gentes sin gran importancia, se ven obli-
gados a ,unirse para defenderse, y de ello resulta que quienes no formaban
parte de pán<lillas, pasen á disciplinarse a ellas, c·on lo cual ia pol~cía obtiene
....... - --- ~

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INTRODUCCJON A LA SOC/OLOG/A CRIMINAL 65


resultados contrarios, por pretender, con un dominante criterio punitivo, "resol-
ver" este tan complejo problema.
El resto de los sectores sociales, frecuentemente incoloros, a menudo igno-
ran que el problema de la delincuencia es muy complejo y tienden a culpar
sólo al delincuente y al gobierno que no lo combate enérgicamente. Cada per-
sona se siente ajena al problema, aun en los casos de su propia familia o
amistad.
Todavía tiene vigencia la ya vieja aspiración de la sociedad para lograr
quf los hechos perturbadores se produzcan lo menos posible, y para ello (en
los planos emocionales de la venganza) se ha seguido la ley del menor esfuerzo,
haciendo lo más fácil y barato para los políticos y lo normal para los juristas:
perseguir al delincuente y aumentar las penas, garantizar legalmente la repa-
ración del daño, organizar establecimientos penales, etc. En la realidad, es
hasta últimas fechas cuando se ha pretendido investigar científicamente las
causas de la delincuencia, pero los sistemas preventivos de ellas se han descui-
dado casi en todo el mundo. Se ha aumentado la policía y se ha hecho lujo
de fuerza con el resultado negativo de todos conocido: aumento de la delin-
cuencia, que ha invadido las esferas oficiales, escolares y aun familiares. El
viejo anhelo de disminución de la criminalidad ha fracasado. pues, por no haber
tomado en cuenta la totalidad de su panorama, por falta de profundidad en
su estudio, y por inadecuación de los medios de política criminal empleados.
16.-Dificultades de los estudios etiológicos.-Hemos afirmado que no se
han hecho estudios etiológicos adecuados para descubrir plenamente las causas
que influyen en la criminalidad, pero desgraciadamente ta;mpoco es posible
hacerlos, hasta ahora, con valor universal, pues se tiene la convicción de que
los referentes a una época y a un lugar podrán ser sólo de valor limitado para
otros lugares y épocas, a menos que constituyan la base sistemática de nuevas
investigaciones.
Mucho se ha dicho también que la delincuencia juvenil es, en lo general,
el antecedente de la adulta. Por nuestra parte no no.s sentimos autorizados
para respaldar tal afirmación, pero no podemos negar valor a quienes afirman
la influencia decisiva de la vida infantil en la juvenil, de ésta en la adulta y
de ella en la senecta. Por esto creemos que no carecen de importancia general
los estudios hechos respecto de la etiología de la criminalidad infantil, (única
que cuenta relativamente con ellos).
En la conducta delictiva como manifestación psico-social, ya hemos visto
que influye una complicada gama causal. Su estudio podría hacerse con la
técnica estadística para poder cuantificar los fenómenos desde los ángulos más
diversos: biológico, psicológico, geográfico, social, económico, etc, lo que implica
66 RECTOR SOL/S QUIROGA

un esfuerzo científico complicadísimo, difícil, costoso, y en que deben colabo-


rar personas de las más diversas formaciones profesionales. Cuando tal estudio
se terminara, sería de valor limitado para una época y un lugar y no sería
posible repetirlo en todas partes, por su misma dificultad y costo. Sin embargo,
arrojaría luz sobre el problema general en el mundo, siempre que se guardaran
las proporciones necesarias.
Entre los estudios etiológicos recientes, el más completo y notable desde
el punto de vista estadístico es el del matrimonio Glueck3 en la delincuencia
juvenil, que llega a conceder una gran importancia a la vida familiar en la
conducta infantil, con toda justicia, y en ella basa sus tablas de predicción
de conducta, que han resultado tan atinadas en diversos medios y razas.
En muchos países sólo se tiene la posibilidad de examinar ciertas estadís-
ticas generales y las escasas específicas sobre la delincuencia, que a veces mues-
tran la incidencia de ciertos fenómenos concomitantes y aun sucesivos. En ellas
hay la posibilidad limitada de obtener correlaciones, y compararlas con las
realidades.
En general, poco se puede orientar la experiencia local de cada país para
la acción preventiva, pues a menudo falta unidad en la acción y continuidad
en la realización; en cambio hay luchas entre funcionarios e instituciones,
duplicación de funciones y vacío en el tratamiento de algunos problemas.
11.-/mportancia del estudio evolutivo.-La criminalidad, como fenómeno
de masa, se forma con la suma de las acciones individuales o de grupos peque-
ños, y el individuo atenta contra la estructura social cuando no está suficiente-
mente integrado a ella. Disminuye tal posibilidad cuando hay una fuerte tra-
bazón entre él y el conglomerado; cuando la estructura familiar es aceptable
y él .ha evolucionado emocionalmente hacia la superación del ego, dándose
cuenta de su valor de átomo y como parte de su colectividad; cuando se siente
solidario con los d.emás, ha madurado emocionalmente y ha pasado sus etapas
de integración a tiempo y en condiciones normales; cuando se ha capacitado
para resolver sus problemas y, sin embargo, ai vivir independientemente se
da cuenta de sus limitaciones y requiere la ayuda de los suyos; cuando ha
expf"rimentado la cohesión familiar y anuda sus actividades a las de sus com-
pañeros y a las de su medio social, adaptándose a éste.
Pero no es posible esperar que el individuo .esté socialmente adaptado, si
no tiene su propia experiencia, adqu.irida por el ejercicio de sus capacidades
3 SHELDON and Éleanor GI.UECK; Unraveling ]u.venile Delinquency, Harvard Univcrsitv
Press, Cambridge, 1951. Estudio de señalada calidad, limitado a 500 menores delincuent~s
y 500 no d~lincuentes. Es un estudio comparativo, de gran significació:1 y utilidad, hecho
por un eqmpo de 35 personas y durante un lapso de diez años. Unico trabajo en el mundo.
debido a su gran cooto v dificultad, así como a la necesaria intervención de personas califi-
cadas de divqrsas especialidades.
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 67

personales, en libertad creciente de opción. Todo ello se obtiene evolutiva-


mente desde la gestación, en paulatinos procesos de integración y de madura-
ción. Así, las primeras etapas sirven de base a las posteriores, aunque no puede
afirmarse que todos los seres humanos lleguen a la misma altura evolutiva, ni
que el ritmo de desarrollo sea igual, pues algunos se detienen y permanecen
estacionarios, otros crecen precozmente, algunos más superan lentamente a los
demás, pero todos podemos llegar a dar la dolorosa aportación a 'la delincuen-
cia, víctimas de las más diversas combinaciones causales y frente a los estímu-
los ambientales.
La explicación que en un momento dado busquemos, puede dárnosla, pues,
el estudio evolutivo del ser humano, y el de los factores del medio, por lo que
entraremos al primero sucintamente, para extendernos en el segundo después.
IR-Resumen de la evolución humana.-Un breve examen, de ninguna
manera completo, de las uniformidades que se observan en la evolución humana
desde el nacimiento, nos ayudará a encontrar cómo se forma un delincuente,
sobre todo si después examinamos las características de la personalidad anti,
social.
Inicialmente tropezamos con las dificultades de la existencia de diversos
ritmos de desarrollo que varían con la raza, la alimentación y el clima; influyen
la clase social, las costumbres, la cultura y otros factores de menor importancia.
Además, entre las per~onas sometidas a las mismas condiciones, existen aún
diferencias individuales por desarrollo precoz o retardado, y no se presentan
siquiera dos casos evolutivos iguales, aunque todos procedemos de la unión
entre los sexos, concretada en la fusión de un óvulo y un espermatozoide;
t1acemos en la absoluta incapacidad de cuidarnos por nosot~os ·mismos; todos
tenemos un potencial hereditario; todos nos desarrollamos en un ambiente
familiar y social determinados; y todos resentimos la influencia creciente de
los factores exógenos, que llega~ a predominar en nuestra vida adult~ sobre los
factores heredados.
Pero no por el hecho de que todos evolucionemos en determinadas formas
podremos afirmar que interesa a la sociología la evolución individual. Por ello
sólo mencionaremos los aspectos evolutivos en que se encierre algún interés
sociológico, como el relativo al grupo étnico, la lengua, la religión, la educación,
la evolución económica, etc; ·
No hemos podido librarnos de la tendencia de aceptar, aproximadamente,
ciertas etapas en la vida evolutiva, (a pesar de que no están perfectamente
marcadas en la realidad, ni teóricamente es posible separarlas) por la exis-
tencia de similitudes claras, dentro de las diferencias en la evolución humana.
HECTOR ·$0LIS QUIROGA

:Para ·ello nos han ayudado las investigaciones de Emilio Mira y López y de
Charlotte Bühler, que oportul).amente . cit~remos:
a) Embarazo.-Ya se sabe que el espermatozoide y el óvulo comportan
ilos diversos caracteres de los padres y de su ascendencia que, representados
:por genes, podrán ser heredados o trasmitidos por atavismo a los nietos y
·demás descendientes ;4 que por medio de los genes se trasmiten ciertas carac-
terísticas físicas, psíquicas o funcionales, y aptitudes, actitudes, etc., presen-
tándose en cada generación algunas dominantes. y ausentándose otras que entran
en receso por una o varias generaciones, para volver más tarde.
Sin prejuzgar de los avanc·es de la genética, ahora se acepta ya. que se
adquieren hereditariamente ciertas predisposiciones o tendencias a realizar
conductas viciosas; que debido a la acción de la espiroqueta pálida sobre la
célula germinal, hacen su · aparición ciertas enfermedades; que se trasmiten
de padres a- hijos algunas malformaciones e incapacidades físicas, nerviosas
o mentales, con lo que podremos comprender que el individuo puesto en con-
diciones de inferioridad frente a sus •semejantes, se acerca más a la conducta
antisocial.
Durante el embarazo influyen en la evolución normal del feto infinidad
de factores sociales, hereditarios y congénitos, que pueden producir ulterior
desarrollo desastroso. Entre los primeros estaría el caso de las madres desnu-
tridas, infraalimentadas, o que ejecuten trabajo excesivo; entre lo!;! segundos
estarían las enfermedades nerviosas o mentales. de los padres y entre los terceros
el hab'er padecido, durante el embarazo, enfermedades venér-eas u otras provo-
cadas por virus, (como la rubeola, la es~arlatina y la varicela) .
En el momento del parto también pueden sobrevenir hechos que afectan
socialmente y en forma definitiva al niño o al adulto, como la ceguera debida
al gonococo, las anomalías craneanas provocadas por el uso de forceps, y ¿tros
traumatismos o infecciones que lo pondrán en situación de inferioridad social.
b) Primera infancia: Los do-s primeros años.-Se ha insistido mucho
sobre la importancia de los primeros seis o siete años de la vida, para la for-
mación básica de los hábitos, las actitudes y el caudal que quedará grabado
en lo más, profundo de la personalidad: el inconsciente. En estos años es de
la máxima importancia el núcleo familiar y la situación real de las relaciones
externas entre los padres.
El recién nacido, como dice Mira y López,6 "lleva en sí un potencial ener-
gético considerable" sobre el cual desarrollará su personalidad empleando tanto
: HUXLEY, Julián: La_ !ferencia, Editorial Losada, Buenos Aires, 1940. PAgs. 11 a 69.
~IRA 56Y LóPEZ,
1950. Pags. a 76. Emtbo: Manual de Psicología Jurídica, "El Ateneo", Buenos Aires
INTRODUCC/ON A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 69

sus propios recursos como los del medio . ambiente, en una "experimentación
adquisitiva" constante ( Claparede) . Como sociológicamente sólo interesa aque-
llo que tenga importancia de interrelación personal, haremos un mero esquema
de esto: Apenas nacido comienza a percibir lo que excita directamente sus
sentidos, luego "descubre" las personas y los objetos pero, a pesar de su rico
panorama psicológico, su vida es principalmente vegetativa. Al principio del
segundo año comienza a formar su lenguaje y su cuerpo está en constante movi-
miento, cuyo resultado más importante es la· marcha;• vehículos, muy impor-
tantes ambos, de la vida social.
Aníbal Ponce6 reconoce que a los quince meses el lenguaje se manifiesta
mucho más ruidoso y llamativo y que la manipulación tiene importancia como
iristrumento de exploración que "señala el fin de la historia zoológica en el
niño y marca el comienzo de su historia humana". Al final del segundo año
y principio del tercero, el niño comienza su vida más compleja, porque el len-
guaje y la marcha se hacen más firmes y van adquiriendo finalidades, cierta
voluntariedad y complicaciones emocionales crecientes. .
e) Segunda infancia.-Su duración aproximada es de los dos a los siete
años y ·es la clave de la formación de la personalidad. El límite inferior de
ella se manifiesta con la adhesión emocional constante con la madre y el "des-
cubrimiento", también emotivo, del padre y demás familiares, tendiendo hacia
una mayor identificación con su medio generador.
Como dice Mira,7 los niños "propenden ahora a organizar su incipiente
y autóctono 'mundo interior' " y comienzan a hacer la distinción lentamente
creciente, entre su Y o y el no Y o, siempre influida por su p~cdominante pen-
samiento mágico. Para continuar formando su lenguaje, con verdadera avidez
absorben toda nueva palabra. Al juzgar a sus padres que son esenciales ·en su
vida y de quienes esperan todo, los conceptúan poderosos y casi divinos, cre-
yendo que están íntimamente relacionados con Dios, y que son capaces de ente-
rarse de todo, aun durante la ausencia. Comienzan sus relaciones sociales
incipientemente, en el jardín de niños.
d) Tercera infancia.-Es llamada la edad escolar y considerada aproxi-
madamente de los 7 años hasta el principio de la pubertad. Durante ella el
niño evolu.ciona mentalmente del pensamiento mágico, al lógico, mediante· su
descubrimiento de los principios de contradicción y de causalidad; ahora se inte--
resa el niño en objetos particulares, en ocupaciones concretas y en problemas
específicos; le interesan ahora los juegos domésticos, agrícolas o de granja, de
16 PoNCE, Aníbal: Problemas de la Psicología Infantil,. Iglesias y Natera, lmpresore~,
Buenos Aires, 1943. Págs. 21 y 22. ·
'7 MIRA y LóPEZ, Emilio: Psicología Evolutiva del Niño y el Adolescente, Compañía
Editorial Continental, S. A., México, 1955. Pág. 137 y ss.
70 RECTOR SOL/S QUIROGA

fuerza, etc., en los que ya se demuestra una clara definición entre el Y o y el


no Yo.
Comienza .el'menor a chocar con el ambiente social extrafamiliar y observa
que su verdad ya no lo es para todos y que los demás no van a satisfacer sus
deseos siempre, ni a aprobar su conducta. ·
Ahora surgen "ideas y resoluciones de ciertos problemas, y puede, cr.ecien-
temente, penetrar el sentido de las cosas, acogiéndose constantemente a juicios
y valoraciones de los adultos, y haciendo patente su deseo de saber más que
sus compañeros, en una constante emulación. Más tarde derrumbará, con su
crítica, los criterios no fundados de sus padres, a quienes sorprenderá en sus
mentiras mutuas y en sus defectos.
En esta edad el chico se mueve ya por sí mismo y desea comprobar la
opinión de sus mayores mediante pláticas con extraños, pues antes admitió
la lógica de aquéllos y ahora exige que se defina todo cuidadosamente. Si
antes, en competencias, se ufanaba de su superioridad física, ahora se siente
bien demostrando sus conocimientos, especialmente acerca de lo prohibido o
usualmente desconocido, con sus propias explicaciones; también descubre los
medios para lograr la subordinación de ciertas personas.
Al final de la tercera infancia, comenzará la inquietud de hacer algo dife-
rente. de los demás, y tendrá urgencia de realizar algo, pero, por su inconstan-
cia remanente, no terminará lo iniciado.
e) Adolescencia.~Esta edad maravillosa y crítica dura aproximadamente
de los 12 a los 21 años y es, para nosotros, la más rica y variada en el pano-
rama somato-psico-social, siendo los cambios de conducta muy significantes
aunque pocas veces definitivos, debido al estallido de una cantidad enorme de
nuevas inspiraciones.
Es previa la pubertad, como tránsito de la infancia a la adolescencia:
tiene muchos cambios físico-fisiológicos y en el carácter se presenta cierta
inestabilidad en un constante contraste: agresivid~d y miedo; rebelión y sumi-
sión; tristeza y alegría, etc. Cambios radicales en la conducta social: huida de
lo exterior y necesidad de ser conocido. 8
Y~ en la adolescencia, se presenta extremado egoísmo y un despropor-
cionado altruísmo; una enorme sensibilidad y una gran indiferencia. Su afec-
tividad exagerada· interfiere el camino de una lógica incipiente y un raciocinio
que pretende ser adelantado, y la sexualidad invade casi todo su ser: difusa-
mente en las niñas y con sensaciones concretas en el varón. Tanto en la pubertad
como en la adolescencia propiamente dicha se presenta normalmente la mas-

BüHLER,
Aires,8 1946. Charlotte:
Págs. El Desarrollo Psicológico del Niño, Editorial Losada, Buenos
175 a 191.
INTRODUCC/ON A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 7l

turbación en un alto porcentaje de los varones, que más necesitan en su edad


de la propia sensación, que de la coparticipación del sexo contrario. No es mu.y
frecuente en las niñas, especialmente en los lugares en que es un prerrequisito
matrimonial la "pureza" de la novia.
El adolescente ".descubre" un nuevo significado del ambiente, que justi-
fica que se hable de la "crisis" tantas veces olvidada por los adultos, y que con-
duce al sujeto, a menudo, hacia la delincuencia, pues siente que no es compren-
dido por los mayores, cuando él cree entender al mundo. A medida que
"descubre" nuevas cosas, queda más perplejo y se daña por la desvalorización
de todo lo que antes apreciaba y que ahora le decepciona, haciéndole desme-
jorar su conducta.
llega un momento en que, habiendo roto su ritmo pasado de actividades,
no quiere tampoco las presentes que le parecen demasiado estrechas o miopes;
desea proyectarse en lo futuro y en el más amplio espacio posible, traspasando
toda frontera familiar o social conocida. Y a no se apoya ni desea apoyarse
sobre sus progenitores, que ahora le parecen poco valiosos porque se equivo-
can, son imperfectos y no son suficientemente fuertes para ampararlo y r.efor-
zarlo, pero le exigen demasiado.
A esta etapa la caracteriza, pues, una situación no descriptible, inefable;
una ambición indefinida; una urgencia de alcanzar algo concreto que, al tar-
darse, provoca frustración; una rebeldía ante la imposición de los adultos, de
quienes no se acepta ni el consejo, ni la sugerencia; y como consecuencia
de todo ello, en ocasiones viene la angustia y la duda, y más tarde la agresi-
vidad y el delito.
Se presentan, pues, tres importantes transformaciones: la sexual, más
tarde la económica, y después la política. Durante las dos últimas se estruc·
turan los valores éticos, estéticos, humanos, etc., etc.
Ahora el adolescente se siente prepotente para atacar los problemas que
los adultos no se atreven a tocar, y como ya ·hace frecuentes y certeras com·
paraciones respecto de lo que los mayores dicen y hacen, los ve falsos y vacilan-
tes, impulsa la crítica de ellos y la seguridad de sí mismo.
El adolescente busca aventuras al rechazar toda rutina y parece ser cauto
al escoger amigos y en el trato con los extranjeros. Ahora aparecen el pensa-
miento abstracto y las relaciones entre los conceptos antes ajenos; la inquie-
tud ante los problemas colectivos, .que desencadena su acción social concreta. .
f) Adultez.-Desde los veintiún años y aproximadamente hasta los cua-
renta, según Emilio Mira y López9 transcurre la etapa productiva, porque el
adulto rinde su mayor trabajo útil para la sociedad, entra en "equilibrio" en~re
9 MIRA y LóPEZ, Emilio: Psicología Jurídica, citada. Pág. 62 y ss.
72 RECTOR SOL/S QUIROGA

·la actitud agresiva y romántica juvenil y la actitud miedosa y. positivista de


la vejez" aprovechando todos los hábitos y experiencias adquiridos, pues pone
en juego los mecanismos psíquicos de adaptación y de realización.
Caracterizan al varón sus capacidades de adaptación social y de ¡·esis-
tencia a las contrariedades en la lucha diaria; tiende al progreso en el trabajo
y a la conquista de nuevas situacion·es como medio de asegurar su economía,
por lo que es, en primer término, adquisitivo e independiente y cambia fre-
cuentemente sus apetitos; su amor tiene una trayectoria más rápida que la de
la mujer y su ciclo sexual termina con el orgasmo. La predominancia de sus
intereses y' conflictos es económica y su pensamiento es lógico, general, obje-
tivo y abstracto. Su lucha tiende más a la violencia.
Caracterizan a la mujer, en cambio, su ideal de conservar y cuidar el
hogar, la mejor administración del poder moral y material, y su dependencia
respecto del hombre. Tiene menos cambios en sus apetitos. Su amor es de
trayectoria más lenta y prolongada que la del hombre. Su ciclo sexual con-
tinúa después del orgasmo, con el embarazo, parto y lactancia; se ve prolon-
gado por la educación y cuidado de sus hijos, en una constante vigilancia. La
predominancia de los intereses y conflictos de la mujer es afectiva y su pensa-
miento es intuitivo, amante de los detalles, subjetivo y concreto. Siente las
situaciones, más que comprenderlas, y es sugestionable, .aunque también más
astuta que el hombre; es también la base de la familia.
g) Madurez.-Algunos autores la localizan entre los 40 y los 50 años en
tanto que otros la prolongan hasta los 60. Es en esta época 'en la que se inicia·
la disminución notable de las actividades sexuales y de las aptitudes del orga-
nismo; predomina el individualismo y se desea "asegurar" la vejez, aumen-
tando la potencia económica. Se.gún como se ubique, hay quienes consideran
esta edad como la más rica en resultados brillantes en la vida práctica, pero
parece que ello varía con las actividades a que se haya dedicado el individuo,
·y aun con las clases sociales, por efectos de la diferente nutrición y sistema
de vida. El hombre tiende a feminizarse y la mujer a virilizarse, ya que él se
suaviza y ella se endurece, psíquicamente.
h) Vejez.-Se caracteriza por la mayor fatigabilidad y por algunas noto-
rias fallas del organismo o de la mente; el trabajo disminuye y se buscan bene-
ficios en cada relación social. Se readquieren rasgos infantiles que conducen
· a afirmaciones rotundas pero falsas, escudándose en la deficiencia aparente o
real de sus sensopercepciones y démás actividades psíquicas.
Así, el viejo se vuelve inseguro y proyecta en los demás sus propios con-
. ·· flictos, Y por los déficits que sufre, muestra su desconfianza y ostenta cierta
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 73

crueldad o insensibilidad que lo hace exhibir dos aspectos de persecución y


perjuicio : los que recibe y los que él mismo realiza contra los demás.
19.-Probables variaciones de la delincuencia.-Sabido es que la delin-
cuencia significa, sintomáticamente, una manifestación de debilidad y de infe-
rioridad para resolver conflictos presentes, por lo que es normal que varíe en
intensidad estadística con las diversas edades que, de acuerdo con sus intere-
ses y posibilidades, le rinden un variado tributo, opuesto al grado de evolu-
ción personal, en la trayectoria de la interacción individuo-medio, y adecuado
al grado de inadaptación del sujeto.
También varía con el sexo, lo que parecen corroborar las diferencias entre
el varón y la mujer adultos, expuestas en páginas anteriores. Alfonso Quiroz
Cuarón expresal0 que de cada lOO presuntos delincuentes, 11 son mujeres y
que por cada mujer sentenciada hay tres hombres sentenciados.
Por otra parte, ya es conocido el hecho de que no es posible que toda la
delincuencia sea registrada, además de las dificultades técnicas, porque hay
la tendencia a perdonar las pequeñas faltas de los niños, de las mujeres y de
los ancianos. En cambio la reacción social se extrema en exige~cia ante la
fanfarronería del adolescente. Ello afecta a la precisión, pero no al sentido
estadístico general del fenómeno delictivo.
Se ha dicho por diversos autores que el primer delito que todos los hom-
bres, sin excepción, cometemos, es la transgresión al principio de propiedad,J-1
durante la tercera infancia, teniendo como causa importante la recepción de
los estímulos del medio exterior, posiblemente abonada con situaciones de des-
organización familiar. Por supuesto hay quienes se quejan de pequeños robos
ejecutados por niños menores de siete años, cuyo conteniqo psíquico puede
ser de grandes frustraciones emocionales por rechazo, maltrato, sobreprotec-
ción, o simplemente de evolución normaL
Donde se encuentra un rico y variado panorama delictivo es en la adoles-
cencia, no tanto durante la crisis puberal, como cuando se presenta la inquietud
económico-productiva. Se puede detectar fácilmente la acción del medio am-
biente; el rechazo del joven contra su medio familiar; el contenido emocional
formado en la subconciencia durante la segunda infancia; la carga emocio-
nal conflictiva a la que se agregan ese inseguro sentimiento de potencia, unido
al miedo de sufrir la realidad; la inquietud sexual, y la preocupación de los
problemas generales que aún no se puede ni se sabe resolver.
Es, pues, desde la adolescencia cuando se inicia el aumento notable de
lO Qumoz CuARÓN, Alfonso:· La Criminalidad en la República Mexicana, l. I. S.,
UNAM, 1958. Pág. 25.
11 ALEXANDER, Franz y STAUB, Hugo: Le Criminel et ses ]uges, Gallimard, París,
1934. Pág. 55 y SS.
74 HECTOR SOL/S QUIROGA

la delincuencia, que parece coincidir con el de los matrimonios efectuados.


La explicación puede ser la de que el individuo se siente prepotente y adquiere
la responsabilidad total de sí mismo y d.e su nueva familia, sin estar maduro
para: ello; colocado, pues, en condiciones de inferioridad para resolver situa-
ciones matrimoniales que, cuando son conflictivas, hacen un mayor impacto
en él, conduciéndolo emocionalmente al delito.
Para Alexander y Staub,ll2 hay tres principales grupos de criminales: los
resultantes de una etiología psicológica; los que se parecen al hombre normal,
pero se identifican con los modelos criminales de su sociedad; y los que son
resultado de una etiología biológica, orgánicamente condicionada, por lo que
existe la posibilidad metodológica de llegar a comprender el contenido de un
acto criminal en la búsqueda de los acontecimientos y la constelación,
Para nosotros también hay mejores posibilidades de lograr la compren-
sión de un acto criminal, si se tiene la explicación .dinámico-evolutiva de que
hemos hecho mérito, y ~pmando en cuenta no sólo los aspectos evolutivos e
involutivos de cada edad, sino los ambientales propios de ella y los conflicti-
vos, Por tanto, los delitos de ciertos débiles sociales quedarán más explícitos
si agregamos al conocimiento de su evolución personal el de sus incapacidades,
sus enfermedades, su ignorancia, su falta de educación y de disciplina, su 1~
inmadurez, su miseria, sus vicios, etc. 1~

•13 Op. ci-t.


SEGUNDA PARTE
PERSONALIDAD Y PATOLOGIA SOCIAL EN EL MARCO CAUSAL
DE LA D'ELINCUENCIA
CAPITULO 1

ETIOLOGIA DE LA DELINCUENCIA

20.-Generalidades. 21.-Concepto de causa y su catego-


rización. 22.-Clasificación de causas. 23.-Manera gené-
rica de acción de las causas de la delincuencia. 2~Algu­
nas regularidades etiológicas observadas: a) .-Causación
adecuada; b) .-Concurrencia causal; e) .-Brote causal;
d) .-Combinación causal; e) .-Detección causuJ; f) . -
/ mportancia circunstancial; g) .-Constelación variable;
h) .-/ntensida:d Variable; i) .-Reiteración causal; j) .-
Causa-efecto-causa

20.-Generálidades.-La palabra etiología viene del griego a&~IOV, causa.


y l..oyo¡;, tratado, o sea el estudio de las causas. La palabra delincuencia viene
del latín delinquentia que se refier.e al conjunto de delitos. El delito es un
acto de conducta, específico, que daña a alguien y viola las· normas mínimas
de convivencia humana que están garantizadas po:l los preceptos contenidos
en las leyes penales, al describir los tipos de conducta que la ley reprueba y
castiga. A su vez, la palabra causa se usa para significar lo que se considera
como fundamento u origen de ~lgo. De lo dicho resulta que la etiología de la
delincuencia es el estudio del conjunto de causas que originan el conjunto de
delit~s, como hecho colectivo, aunque sólo podemos hablar propiamente del
estudio de las· causas de la conducta humana, y después del tipo de ésta que,
al violar normas garantizadas penalmente, toma el nombre de crimen o delito.
Y a hemos visto con anterioridad cómo se desenvuelven los individuos, en
qué forma reciben las solicitaciones del. medio ambiente, la importancia de
la influencia familiar temprana y cuáles son las características generales de la
delinéuencia. Ahora nos ocuparemos de su etiología comenzando por exami-
nar los factores causales en su niás alta generalidad, pero debemos prevenir
al lector contra la tendencia a considerar que q,iertas causas producen fatal-
78 RECTOR SOL/S QUIROGA

mente ciertos efectos en los componentes de una sociedad, ya que intervienen,


además de la intención del sujeto, constelaciones causales diferentes en cada
caso, que modifican los resultados a tal grado que todos los factores que ten-
gan relación con la delincuencia, la tendrán también con la no delincuencia,
siempre desembocando a través de la voluntad, o de la acción mecánica. . Es
por ello que el estudio de las causas de la criminalidad es muy amplio y com-
plicado, tanto como la vida misma, porque comprende las peculiaridades de
ella que actúan en todo momento sobre el conglomerado. Por esto debemos
tender a una sistematización en el estudio, pues de otra manera nos perde-
. ríamos en la selva de factores que envuelven la vida entera de cada colecti-
vidad, y, en otro grado, de cada individuo.
El medio natural en que se produce la criminalidad o delincuencia es la
vida social. Por ello .su estudio pertenece a la Sociología Criminal. Posible-
mente no existan regularidades exclusivas de la delincuencia y sus causas, sino
sean las mismas de la sociedad en general, con manifestaciones en el fenómeno
que nos ocupa. Pudiera ser también que los hechos delictivos presentaran
uniformidades particulares,. (sin una manifestación social general) pero eso
debe ser objeto de investigaciones especiales.
Según Edmundo Gohlot,1 "Toda relación constante es una ley ... , y ... ,
debe ser necesaria, pues lo contigente no es constante", pero el tantas veces
citado Diccionario de Sociología (del Fondo de Cultura Económica), dice
que la ley socioló_gica es la "formulación de relaciones causales científicamente
establecidas y de secuencias y continuidad causales; ley social que ha sido
demostrada". De ello desprendemos que: ley es una relación nec[!saria, cons-
tante y demostrada, entre fenómenos causales científicamente establecidos, sus
sec~~ y efec~s.

En este sentido no podemos hahlar de leyes sociales propiamente dichas,


ya que causalmente parecen ·no ser relaciones necesarias en todo caso.
Aún así será indispensable partir de una hipótesis de trabajo que nos
oriente, por lo que hare·mos proposiciones construidas con hase en analogías
y similitudes, haci.endo la explicación inductiva· de las regularidades socioló-
gicas que creemos haber encontrado, aunque de momento no tengamos derecho
de hacer afirmaciones definitivas,
La experiencia nos muestra, objetivamente, que los seres humanos son tan
diversos entre sí, que no hay uno igual a otro, aun tratándose de hermanos
gemelos univitelinos: asimismo que sus similaridad es no siempre varían uni·
forme o regularm.ente. Las variaciones parecen ser debidas a la familia a la
clase social de que procede, a la actividad que desarrolla, a las influenclas de
1
1942. GoBLOT, Edmundo: Vocabulario Filosófico, Editorial· "El Ateneo", Buenos Aires,
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 79

factores que todos resienten por igual y aun a hechos que sólo parecen· afectar
a un individuo en particular.
Esto nos afirma en nuestro criterio de que no· existe un fatalismo en lo
social, pues, si las propias leyes naturales parecen no cumplirse con plena
exactitud, con cuanta mayor razón las sociales, sujetas a una enorme compli-
cación.
Así, los investigadores en materia social, al hablar de leyes sociológicas,
sólo podemos hacerlo en el sentido estadístico, que permita tomar un alto por
ciento de los casos como regularidad, considerando las zonas de variabilidad
comprendidas dentro de los límites determinados por el cálculo de la desvía·
ción o error probable de ajuste, para establecer una predominancia central
en contra de dos zonas de máxima variabilidad.
El hombre realiza actos habituales en su vida vegetativa, pero existen
otros que. resultan impredictibles porque parecen depender exclusivamente de
su voluntad o de la de otros y, por tanto, tienen la apariencia de no obedecer a
leyes conocidas ni ritmos det.erminados. En virtud de esto último han afirmado
algunos autores que no existen leyes sociológicas propiamente dichas. Sin
desconocer la dificultad de descubrir las verdaderas leyes social.es, y ante el
hecho de que sólo hayan podido ser formuladas unas cuantas, veremos lo ex-
puesto por algunos eminentes sociólog~s.
Gaston Richard 2 sostiene que los grupos humanos se localizan en el espa·
eio y se someten a las leyes del medio físico; están compuestos de organismos
y caen bajo la acción de las leyes biológicas; también obedecen a las psico·
lógicas y se 'perturban por la~.enfermedades· mentales. No toma en cuenta lo
que corresponde a la higiene, a la política y a la legislación~ por considerarse
dependiente de la voluntad ( ? ) , pues parecería que ninguna ley las rige. Posada
dice3 que "Esta ciencia (la Sociología) es inútil e ilegítima si los hechos sociales
no tienen leyes propias", y explica que la ley sociológica tiene que ser, por
razón de la naturaleza de lo social, profundamente diferente de la ley mecánica,
pues "lo social es obra, en la realidad, de un proceso causal, un dominio de
fuerzas, se dice, una manifestación de energías que actúan según causas deter-
minables, consistiendo el conocimiento sociológico en analizar los hechos socia·
les, descubrir su naturaleza y definir su evolución o génesis, señalar su causa
o causas, formular su ley". Volviendo a Richard encontramos que: "Los hechos
sociales, económicos, políticos, educativos, obedecen a tendencias que una vez
formadas se hacen incoercibles" y por lo tanto, "las leyes sociales son leyes
80 llECTOR SOL/S QUIROGA

tendenciales, . manifestadas, sea por la regularidad comprobada de la estadís-


tica, sea por los procesos históricos".
Por su parte Gumplowicz4 reconoce que "todo fenómeno social tiene una
causa a la que está ligado además, por cierta proporcionalidad".
i•
11 Recaséns Sichesü afirma que el problema de la Sociología consiste en
':
hallar las leyes o regularidades que rigen los fenómenos humanos en conjunto,
" .. .los hombres en sociedad ponen en práctica comportamientos que no depen-
den de las voluntades individuales, sino que responden a algo que actúa por
encima o aparte de éstas, y la Estadística patentiza que, en conjunto, tomadas
en masa, las conductas humanas muestran uniformidades y regularidades, que
justifican el propósito de la Sociología de estudiar las 'leyes' que rigen la
estructura y desenvolvimiento de la colectividad humana".. ·
Nosotros no dirigimos .nuestro esfuerzo a estudiar la colectividad humana,
sino el fenómeno concréto de la delincuencia, y en caso de que existan leyes
generales, también serán objeto de nuestra atención.
Recaséns hace notar que "dentro del marco de las estructuras permanen-
tes" que sirve de hase a la sociedad, (familia, propiedad, régimen legal, etc.)
se mueve· ésta en un dinamismo colectivo. "En la Estática Social estudia las
leyes de .coexistencia o estructuras fundamentales que determinan el orden y
la conservacion de la colectividad. En Dinámica Social considera la suce-
sión que determina el movimiento progresivo de las sociedades". Pensamos
nosotros que tanto en la estática como en la dinámica sociales se pueden encon-
trar uniformidades, ,que ya Recaséns reconoce al decir que determinan el
movimiento ..progresivo".
Después afirma que a la Sociología le inteí!esa "la correcta interpretación
causal del obrar típico, la cual consiste en que haya una congrue~cia entre
las relaciones causales y las conexiones de sentido en los hechos estudiados.
Si estableciésemos sólo meras regularidades causales, meras correlaciones .entre
hechos y nada más, esto es, sin haber entendido ninguna conexión de sentido,
entonces tendríamos únicamente probabilidades estadísticas no comprensibles".
Y examinando Recaséns a Max Weber, transcribe que las leyes sociológicas
son "determinadas probabilidades típicas, confirmadas por la observación, de
que, dadas determinadas situaciones de hecho, se desenvuelven en la manera
esperada ciertas acciones sociales que son comprensibles por sus motivos típi-
cos y por el sentido típico mentado por los sujetos de la acción".
Por otra parte, hemos de considerar que ya supuesta una determinada
realidad y ·sus circunstancias, los mecanismos psicológicos regulares, la liher-
4
<?itado~epor
Umv~rs1dad

La Carlos
Habana,A. Cuba,
ECHANOVE TnUJIJLLO, Diccionario Abreviado de ·Sociología,
1944.
10
RECASENS SiCHES, Luis: Sociología, Editorial Porrúa, México, 1956. Pág. 40.
INTRODUCCION A LA SOC/OLOGIA CRIMINAL 81

tad de decisión, la existencia de determinado fin en la voluntad y el recono-


cimiento de un valor, etc., puede desarrollarse cierto tipo de conducta, pero
debemos tomar en cuenta las interferencias de nuevas realidades interiores in
o subconscientes, y ·exteriores, interacciones sociales, etc., que hacen variar
la conducta respecto de la esperada, tanto más. cuanto mayor sea la interferencia.
La voluntad tiene importancia en la acción sucesiva y no anárquica del
individuo y en sus intenciones, porque las tradiciones van formando hábitos
actuales que tienen una realización voluntaria, no por ello menos segura;
aunque también pueden variar con o sin intención.
Aparte de las leyes sociológicas que consisten en uniformidades empíri-
cas predominantes, hay otras relativas a los cambios sociales (Recaséns) ;
"Weber considera las regularidades sociales como pro~abilidades típicas que
permiten esperar un cierto desenvolvimiento de una conducta social, bajo la
presencia de ciertas condiciones".
Aplicando los criterios de Recaséns, podríamos afirmar, sobre la tesis
criminológica de que "no hay delincuentes sino hombres", que cada delin-
cuente es un hombre y, como tal, es parecido a todos los demás hombres ~n
su anatomía, en fiU fisiología, en su psicología, etc., y, en cuanto al sistema
de funciones de la vida propiamente h~mana: que es parecido a algunos otros
hombres, limitativamente, por razón de su tipo constitucional (físico o mental),
o temperamental, (sanguíneos, colérico, etc., de la clasificación Hipocrática) o
por su talento, sus habilidades, su grado de cultura, sus actividades, sus hábi-
tos, etc., independientemente de que cada hombre sea diferente de los demás
y, por tanto, único.
Es importante hacer notar que, siendo el delito un acto de conducta (inde-
pendiente del juicio sobre si es delictuoso y de su posterior calificación legal) ,
está sujeto a la acción de causas que la influyen y obedece a ciertos estímulos o
interacciones que son percibidos e interpretados por el sujeto, dando lugar
a las más diversas reacciones. Hay, pues, uniformidades psico-sociológicas gene-
rales que se observan tanto en el sujeto colectivo como también en el delincuente.
21.-Concepto de causa y su categorización.-Existe el fenómeno A y
luego se pr.esenta el fenómeno B. Si esto se ve repetirse en diversas formas a
través del tiempo y del espacio, nos quedará la impresión de que la existencia
(}e B depende de la existencia de A. Esto se ve confirmado cuando sin exis-
tir A, vemos que tampoco existe B, de lo que inferimos que A es causa de B,
puesto que hay una relación que une a ambos fenómenos.
De lo anterior nos queda un concepto de que causa no es el "mero ante-
cedente constante e invariable de un fenómeno, sino el hecho determinante, la
32 HECTOR SOLIS QUIROGA

condición necesaria y suficiente de su aparición",6 aunque puede estar relacio-


nada con el fenómeno total, o con una parte o modalidad de él, y puede haber
tenido intervención en su gestación o en su simple desencadenamiento. Así,
causa es, para nosotros, el objeto, concepto o hecho que actúa como condición
necesaria de un fenómeno posterior, y sin el cual rw (Jjparecería nunoa éste.
Lo que nos demuestra una relación necesaria entre urw y otro.
Entendemos por causa de la delincuencia la acción que un factor deter-
minado ejerce junto con otros más de diversas clases, sobre los individuos
que, .al realizar su conducta, obedecen en parte a la acción de ellos y en parte
a su propia iniciativa, voluntad, e intención, equilibrada o predominantemente.
Existen muchos y diferentes tipos d.e causas y de su acción, pero sólo
las dividimos en causas predisponentes, eficientes, determinantes, coadyuvantes
y finales, según su importancia en la aparición del fenómeno.
Consideramos predisponentes las causas que sin ser rigurosamente nece-
sarias para la producción de un efecto, preparan ·el terreno para la aparición
de otras causas o del fenómeno mismo, e influyen sobre ambos. Vgr: la igno-
rancia es causa predisponente del crimen, pero éste no es su consecuencia
necesaria.
Son eficientes las causas sin las cuales nunca podrá generarse el fenó-
meno y que, presentes, lo producirán nec~sariamente, sea en forma inmediata o
mediata V gr: una agresión contra un individuo impulsivo, dará· por efecto
la respuesta física inmediata de aquél, en forma violenta.
Son causas determinantes, para nosotros, las que interviniendo inmedia-
tamente antes de la producción del efecto, lo desencadenan, V gr: la gota de
agua que derrama: un vaso lleno de antemano.
Son para nosotros, causas coadyuvantes, las que unen su acción a las
eficientes o a las determinantes, y la intensifican, o modifican el resultado.
V gr: dos enemigos se buscan para matarse, pero se encuentran después de
que han tenido disgustos con personas diferent~s, en cuyo caso estarán más
agresivos; o bien, cuando están de buen humor, en cuyo estado son incapaces
de dañarse.
Son causas finales las que intervienen como motivos de la acción que
persigue un resultado definido; la intención de lograr una finalidad, cuando
se desarrolla cierto tipo de conducta.
Entre las causas examinadas, siempre se presentan, en todo caso, las efi-
cientes y las determinantes. Pueden presentarse o no, las causas predispo-
nentes, las coadyuvantes y las finales. No debe confundirse la calificacipn de
6 LARROYO, Francisco y Miguel A. CEVAIIJLOS: La Lógica de la Ciencia, Editorial
Porrúa, México, 1948. Pág. 200 y ss.
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 83

una causa que confluye con otras en un caso, pues cuando es persistente
suele cambiar de importancia y de calidad, para otros casos.
22.-Clasificación de causas.-Distamos mucho de pretender que el intento
de clasificación que haremos adelante sea perfecto, pero es para nosotros el
mejor porque su generalidad engloba toda clase de factores o causas que pue-
dan influir en la delincuencia. No ignoramos que exist~n otros tipos de clasi-
ficaciones, pero ninguna nos parece más adecuada para nuestro objeto.
Existe una principal división de las causas, en endógenas y exógenas, con
las subdivisiones siguientes: las endógenas pueden ser somáticas, psíquicas y
combinadas; las exógenas pueden ser físicas, familiares y sociales, envolviendo
en el primer aspecto tanto el medio material como el meteorológico.
Aunque en principio a la Sociología Criminal no le interesan las causas
endógenas, debemos, cuando menos, dar una noción de ellas: como su nombre
lo indica, son endógenas las que nacen dentro del sujeto, aunque actúen hacia
o en el medio exterior, produciendo ciertos result.ados. Toda distinción tajante
entre ellas, o con las exógenas, es arbitraria, pero debemos hacerla grosso
modo al menos, por sistema de trabajo. Son causas endógenas somáticas, las
que tienen manifestaciones concretas en el cuerpo de la persona; tales como
la constitución, la fisiología del cuerpo humano, las anomalías y enfermeda·
des corporales, sea~ congénitas o adquiridas, etc. Son endógenas psíq~icas
las referentes al temperamento, el carácter, la edad evolutiva, los instintos y
tendencias, la conciencia, la subconciencia, la inconsciencia, los hábitos, así
como todo otro aspecto mental, afectivo, o de la conducta (causa y efecto),
englobando la voluntad y la intención, tan caras y significativas para los jus-
penalistas.
Llamamos causas endógenas combinadas a las que no podemos englobar
en las anteriores, como la herencia, las manifestaciones sexuales, y otras, aun·
que es sabido que no hay en el individ~10 ninguna manifestación corporal que
no s·ea a la vez psíquica, ni ninguna mental que no sea a la vez física, pero
predomina notablemente alguna de ellas. Esto no acontece en la relativo a la
herencia, ni al sexo, en que la confusión y el equilibrio entre lo físico y lo
psíquico aumentan.
Pasando a los factores exógenos, consideramos físicos los relativos al medio
ambiente no humano, es decir: altitud y latitud, clima, humedad, calor, medios
de comunicación, barrio, estado físico de la habitación y mobiliario, lumino-
sidad y ventilación, ubicación urbana, suburbana o rural, arreglo material de
la casa, etc.
Son factores familiares la forma en que está constituida la familia, número
de sus componentes, su organización, su ambiente moral y su cultura, sus antece-
dentes, su estado económico, etc.
84 l!ECTOR SOL/S QUIROGA

Son factores sociales las amistades, la organización social y política, la


cultura del medio social, la economía, la influencia religiosa, la influencia sin·
dical y corporativa en general, el trabajo, el trabajo prematuro de los meno-
res, las compañías nocivas, las pandillas, las costumbres, los establecimientos
educativos, los especiales para delincuentes, los centros de diversión y de vicio,
etc.
La anterior clasificación puede englobar toda clase de factores y, tiene
el defecto de q~e no precisa, en los casos limítrofes, la verdadera naturaleza
de cada factor, lo que sólo puede hacerse con el estudio concreto de los casos en
particular.
Como estamos en la imposibilidad de hacer siquiera una descripción de
todos y cada uno de los factores, por falta de espacio, creemos que será muy útil,
al menos, categorizarlos haciendo las necesarias salvedades, y dar una idea sobre
la forma en que confluyen a producir el delito y con él el fenómeno general
de la delincuencia. Hay factores que llegan a combinarse en gran número y
que, actuando sobre un sujeto, son incapaces de conducirlo al delito; en tanto
que hay otros, escasos, que combinándose en cualquier forma, son capaces de
producirlo al influir sobre otro sujeto.
Por tanto, existen variaciones al máximo y nunca puede decirse que un
factor siempre sea inocuo, en tanto qu~ otro produzca fatalmente la delin-
cuencia.
Todos los factores o causas actúan forzosamente a través de la persona·
lidad del sujeto, sea como parte de la acción sobre el conglomerado, o dirigida
específicamente al individuo, puesto que la personalidad es una unidad somato-
psico-social.
Formen parte de ella o no los factores, sean endógenos o exógenos, llegan
a confluir en cierto momento, siendo difícil distinguir hasta qué grado son unos
u otros los que actúan, pero, ya producida una conducta, se puede definir qué
factores predominaron en su ejecución.
23.-Manera genérica de acción de las causas de la delincuencia.-Fre-
cuentemente se atribuye a un determinado factor o a un grupo exclusivo de
f&ctores el desencadenamiento de la conducta delictiva, lo que corresponde
sólo a visiones fragmentarias de un fenómeno muy complejo, que requiere un
severo sistema de enjuiciamiento.
Cuando un sujeto, así sea menor de edad, comete un hecho tipificado en
la ley penal, se pone a consideración de las autoridades el caso, aunque pocas
veces se investiguen las causas. de su conducta.
. Si .bien .es .c~erto qu~ no ~~y un fatalismo que permita predecir con segu-
ndad si un md1v1duo dehnquua, también lo es que existen ciertas condiciones
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL <i> 85

que pueden conducirlo con mayor probabilidad hacia el delito. En lo general


(nunca en lo absoluto) si la acción del ambiente familiar ha sido emocio-
nalmente fuerte y constante, ella impide que sea demasiado determinante el
extrafamiliar, pues el medio natural en que normalmente crece el sujeto es la
familia. Todo va introyectándose en el individuo a través de sus experiencias
intrafamiliares primero y .extrafamiliares después, sean en su satisfacción, o
en su frustración que produce inseguridad, ansiedad y agresividad.
Si hay frustración afectiva, se produce la influencia de las amistades
inconvenientes, de las revistillas pornográficas, de los centros de vicio, cie las
diversiones malsanas, de los establecimientos escolares desorganizados, etc.
Genéricamente los hijos de hogares bien organizados Y. emocionalmente bien
constituidos, reciben los mismos impactos del.etéreos que los de otras familias,
pero éstos son menos fuertes que la acción de la familia y por ello menos
determinantes de una conducta malsana.
Igualmente, cuando la familia está constituida por delincuentes, viciosos
o prostitutas, si ha existido auténtico amor (aunque mal dirigido) durante el
crecimiento del hijo, siendo muY. fuerte la influencia de la familia, la mala
conducta social se realizará con una íntima seguridad y muY. poco podrán obrar
los factores extrafamiliares, por muy sanos y atractivos que parezcan, para
corregir los errores.
Por ello, si es verdad que la mejor forma de prevenir la delincuencia es
forjando hogares sanos y voluntariamente permanentes. también lo es que,
como no todos pueden llenar tales calidades, es conveniente tener cuidado en
sanear el ambiente social, para hacer disminuir las influencias incontroladas
y deletéreas, sobre los hijos de éstos.
Y en .lo qu.e respecta a los mayores de edad, se sabe que el niño es
producto de ..lo que su familia representa, la adolescencia es producto de la
vida infantil y las edades posteriores no son sino el resultado de las bases que
con anterioridad se pusieron; sin embargo, hay adultos que tardíamente se
han convertido e~ delincuentes, sin haber antecedentes delictivos de su fami-
lia ni, aparentemente, causas de desorganización familiar o de frustración
del sujeto. Se puede tratar de meros delincuentes ocasionales, que obedeciendo
a su manera habitual de reaccionar, han sido víctimas de una intensa acción
de los factores exógenos, y parece ser que también, generalmente, de estados
emotivos excepcionales.
De lo anterior desprendemos la importancia de analizar la dinamia de la
unidad familiar, (como una estructura permanente y punto fundamental de
la sociedad) , cosa que haremos en otra parte, y la dinámica de los factores
extrafamiliares. Es indudable que influyen los factores endógenos, particular-
86 1IECTOR SOL/S QUIROGA

mente si son patológicos y crean una minusvalía social, pero ni son objeto de
nuestro estudio específicamente, ni son fatalmente . causantes de delincuencia.
Siendo muchas las causas de la conducta delictuosa, y de la más variada
naturaleza, no podemos conceder importancia a unas y negársela a otras, como
hacen quienes atribuyen el delito sólo a la organización familiar, a la debili-
dad mental, o a las incapacidades de diversos tipos, al factor económico, a la
ignorancia, o a la influencia del cine. Solamente negaremos importancia a
algunos factores cuando obtengamos resultados concretos después de investi-
gar- la criminalidad de un lugar en cierta época; y para hacer afirmaciones
aplicables a toda la humanidad, necesitaremos contar con pruebas suficien-
tes. No es certero, por tanto, atribuir los delitos a la influencia exclusiva de
una causa, ni de un grupo especial de causas.
24.-Algunas regularidades etiológicas observadas.-Las uniformidades de
la criminalidad, comprenden por una parte su aspecto etiológico y por otra
su acontecer exterior, por lo que ahora nos referimos al primero, mediante el aná-
li~is particularizado de cada regularidad.
a) .-Causación adecuada.-Es casi un lugar común, de conocimiento popu-
lar, el hecho de que todo fenómeno tiene causas y que ellas son precisamente
adecuadas al resultado presente, o lo que es lo mismo: todo resultado es ade-
cuado a las causas que lo produjeron; ésto es válido en el terreno natural, lo
mismo que en el social. Aplicando lo anterior al delito, diremos que:

Todo delito ob.edece a una cawsación adecuada, y es resultado pPoporcional de


ella.

b) .-Concurrencia causal.-Pero, como liemos afirmado varias veces, las


causas de la conducta humana pueden ser endógenas o exógenas, .Y en cada
caso intervienen unas y otras en conjunción. Dirigiendo nuestro juicio al cri-
men diríamos que:

En la real:izaciótn del delito influyen concurrerotemente causas endógenas y exó-


genas, en constelación.

e) .-Brote causal.-En lo etiológico se observa lo que en otros aspectos


de la vida social: que cuando un nuevo fenómeno está por nacer, primero cede
una ~equeña p~rte del todo, y después, en aumento, otras part_es más, hasta que,
rompiendo la VIda habitual, o venciendo las resistencias presentes, el fenómeno
se presenta unitario y potente. Así, cada delito primario no se realiza ex
abrupto, sino que las causas van creando el sendero por el que han de trans-
INTRODUCCION A LA SOC/OLOGIA CRIMINAL 87

currir exitosamente, y aún más, que una causa facilita la aparición de otras.
Ello lo expresamos así:

Cuando una cltll!Sa hace su aparición influyendo sobre un sujeto (individual o


colectivo), facilita. la suoesión de otras causas más que, fin'!J.lmente, desembo-
can en el delito.

d) .-Combinación causal.-Los fenómenos naturales y los sociales no se


presentan habitualmente aislados, sino interactuantes e influyentes unos sobre
otros; es decir, que parecen combinarse y reforzarse mutuamente en su acción.
Igualmente las causas se combinan y se fortalecen hasta llegar a producir el
resultado final. En relación con la criminalidad diríamos que:

Las ca:usas existentes en un momento dado combinan y refuerzan su acción


mutunmente, tendiendo a la producción del resultado delictuoso.

e).-Detección causal.-Como las causas que objetivamente se nos mues-


tran con mayor facilidad son habitualmente las exógenas, si observamos cui·
dadosamente cada caso, ellas nos revelarán la existencia y acción de causas
endógenas latentes (antecedentes hereditarios, estados íntimos, enfermedades,
euforias, etc.) . Nuestra formulación quedaría así:

La acción delictógena de las causas exógenas es reveladnra de la existencia


de endógenas latentes.

f) .-Importancia circunstanciaL-La acción de cada causa es variante de


acuerdo con las circunstancias de tiempo, lugar y otras, de manera que la que
no tenía gran importancia, en breve o a la larga la adquiere y sustituye en
parte o totalmente la acción de otra que predominaba, por ello decimos que:

La acción de dada causa de. delincuencia es de importancia circunstancial y


por ello variable en tiempo, espacio y modo.

g) .-Constelación variable.-Entre las causas que combinan su accwn


hay algunas que la conciencia no registra, otras que son conocidas del sujeto,
y otras más que él mismo pone en movimiento al buscar una finalidad deter-
minada; hay unas que han actuado desde hace tiempo, otras más (recientes y
otras que han influido en el último momento, desatando la acción; hay unas
que preparan el campo, otras que actúan permanente y eficazmente, otras que
sólo son secundarias pero ayudan a producir el resultado y otras que lo des·
88 HECTOR SOL/S QUIROGA

encadenan, hay pues, predisponentes, eficientes, adyuvantes, determinantes y


finales. Como cada una tiene importancia circunstancial, la constelación que
presentan en un momento no es la misma de otro, ni tiene igual eficacia. Así,
afirmamos que:

La combinación de causas de la. criminalidcul, que actúa,n en co'fLsteloació.n, es


variable en tiempo, espacio y modo, y ello hace cambiar también su accü5n.

h) .-Intensidad var.iable.-La acción de las causas presentes en tiempo


y espncio (esto es: simultáneas y concomitantes), no es equilibrada, pues no
actúan, comparativamente, con igual intensidad unas y otras; siempre hay
algunas de acción débil y lenta y otras que, con diversos grados, llegan a ser
de acción fuerte y rápida. Por ello decimos que:

. La intensidad de accilón de las causas de la criminalidad TW es equüibrcula,


pues en cada constelación causal hay algunas que actúan destacculamente y
otras de acción secundaria y aun indirecta.

i) .-Reiteración causal.-La acción repetida de una causa (siempre en


constelación) sobre el mismo sujeto, produce el debilitamiento de las resisten-
cias de éste, o de las fuerzas contrarias a' la acción causal, llegando a presen-
tarse el resultado con mayor seguridad cuanto más insistentemente actúe aquella.
Se dice, en lo criminal que:

Cuanto más reiteradamente obre una causa sobre el mi.smo sujeto, más fácü-
mente producirá éste su acción delictiva.

j) .-Causa.efecto-causa.-Cuando una constelación de causas ha produ-


cido ya sus efectos, éstos, a su vez, ejercen función causal de una nueva secuela.
Así, cuando, como consecuencia del ~bandono, los vicios, etc., se ha· producido
un crimen, éste es causa de investigaciones, procesos, persecuciones, encarce-
lamientos, nuevo abandono de la familia del infractor, condenas, etc., y de con-
ductas específicas diversas que, bien observadas, presentan cierta unidad en
la cadena formada desde la aparición del primer factor. Nuestra formulación
sería así:

Si una constelación causal IWJ producida el efecto criminal, éste tomará &z. fun·
ción de causa de nuevos fenÓJmenos, de la. repetición de otros y la intensifica·
ción de algunos más, preexistentes, que forman una misma cadena.
CAPITULO 11

LA PERSONALIDAD Y LAS CARACTERISTICAS PSICO-SOCIALES


DE LOS CRIMINALES

25.-La personalidad, sus integrantes y características.


26.-Aspectos evolutivos: a) .-Integración; b) .-Madu-
ración enwcional; e) .-Capacitación; d) .-Independi-
zación; e) .-Acla.ptación. 27.- Características psico-so-
ciales de los criminales.

25.-La personalidad, sus integ;a.ntes y características.-No profundiza-


remos en el estudio de la personalidad, porque no es el objeto de este libro.
Sin embargo, conociendo sus particularidades, aunque sea esquemáticamente,
podremos comprender más fácilmente las influencias de diversos factores en
la formación de algunas características inconvenientes a la vida colectiva, y
cuyo resultado final puede ser la conducta criminal.
Hay varias concepciones de la personalidad: unas, estrictamente psíquicas
como la de Kurt Schneider,1 otras bio-psíquicail y otras bio·psíquico·socia·
les, como la de Emilio Mira y López3 al decir que "La persona es una, entera
e indivisa, .y como tal debe ser estudiada y comprendida por la ciencia. Ha
desaparecido la barrera entre lo físico y lo psíquico desde el punto de vista
funcional; ante un estímulo físico no es el cuerpo quien reacciona, y ante un
estímulo psíquico no es el alma quien responde, sino que en ambos casos es el
organismo en su totalidad, o sea la persona, quien crea la respuesta", y más
adelante agrega " .. .la vida personal depende en todo momento de dos clases
de influencias: exógenas y endógenas, pero a su vez puede su reacción deter·
minar cambios en éstas, de suerte que no sólo el medio y la herencia influyen
:t ScHNEIDER, Kurt: Las Personalidades Psicopática.s, Ediciones Morata, Madrid, 1943.
Pág. 19.
2 Diccionario de Psicología, F. C. E., México, 1948.
3 MIRA y LóPF.Z, Emilio: Manual de Psicología Jurídica, "El Ateneo", Buenos Aires,
1950. Págs. 27 y 28.
90 HECTOR SOL/S QUIROGA

sobre el individuo en un momento dado, sino que éste influye sobre esos dos
factores a su vez".
Por su parte, Theodore M. Newcomb4 dice que el concepto de persona·
lidad se refiere particularmente a las cualidades persistentes del individuo, que
orientan el organismo dinámicamente hacia el madio ambiente, y son influen-
ciadas .por la interacción social, siendo una organización de persistentes, diná-
micas y sociales predisposiciones, o sea "la organización individual de las pre-
disposiciones hacia la conducta directiva y expresiva".
Habiendo sido en demasía comprobada, en las ciencias sociales, la inter-
acción individuo-medio, no podemos pensar en el sujeto aislado, sino reaccio-
nando habitualmente ante los medios físicos y sociales de que forma parte en
diversos momentos, y recibiendo la influencia exógena que ha de hacer variar
su vida misma.
Por ello pensamos que la personalidad no es sólo una unidad somatopsí-
quica, sino también social, pues está enlazada a la forma general de vida que
se desarrolla en un medio determinado, el que a su vez es integrante de "uni-
versos" mayores.
En cualquier caso, los integrantes de la personalidad, generalmente reco-
nocidos, son: herencia, constitución, temperamento, carácter, conciencia, sub-
conciencia, inteligencia, instintos, tendencias, edad evolutiva y los complicados
factores mesológicos, composición familiar y social, cultura, medio físico de la
habitación y el trabajo, vicios, costumbres, etc.
La personalidad se caracteriza por ser: l.-Una síntesis de sus compo-
nentes y por ello nueva y distinta. 2.-Una unidad; y 3.-Una estructura. En
ella existe: 1.-Ul').a triple interacción: somato-psico-social· y 11.-Una v;uidez
similar de la influencia de los factores heredados y de los adquiridos, en sus
manifestaciones de toda índole, (aunque es sabido que en la infancia predo-
minan las influencias endógenas, y más tarde las exógenas, en el esfuerzo por
~daptarse a la vida general) .
En la personalidad hay elementos que marcan una trayectoria y expresan
una especial manera de reaccionar, conservando sus rasgos caracte~ísticos, y no
hay una igual a otra.
Se supone que ·el adulto ya tiene adquiridas todas las características nece-
sarias para su actuación social normal,. y cuando ello no es así se puede hablar
de t:morTTUilidades si nunca llega a integrarse totalmente; de enfermedades si
ya integrado ha perdido momentáneamente alguna función; de retmsos cuando
su evolución ha sido lenta y las capacidades podrán llegar, aunque tardíamente;
4
M. yNEWCOMB,
Pág. 336 SS. Theodore: Social Psychology, The Dryden Press, New York, 1956.
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 91

de inmadurez cuando teniendo todos los elementos necesarios para el desarro·


llo, no se ha alcanzado la plenitud, debido a defectos o excesos de intensidad;
y de hipoevolución cuando se inició el desarrollo y se detuvo en algún mo·
mento, (incluye los dos últimos casos mencionados antes de éste).
Todo ello produce efectos que, exteriorizados, afectan a la conducta social,
por cuanto durante el proceso evolutivo se construye la per.sonalidad del indi- \
viduo sobre el terreno firme de la herencia, con integrantes definitivamente
organizados como la constitución; otros que mantienen cierta funcionalidad
activa como el temperamento; y otros más, flexibles, como el carácter, ~asta
llegar a aquellos que se modifican cada momento, de acuerdo con la vivencia
presente, como los mesológicos. Así, hay integrantes invariables, y otros que,
pasando gradualmente a ser más protéicos se conforman a la acción del medio
ambiente, en planos de constante transformación.
De ello se desprende C!Ue hay algunos caracteres definitivamente obteni·
dos por la personalidad y otros que son eliminados definitivamente; algun :>s
más que se obtienen o se "pierden" circunstancialmente. El necesario proceso
evolutivo va dejando en la personalidad algunas características, positivas o
negativas, que influyen sobre la conducta. Ello establece grados de equilibrio
en la vida de relación, pero parece ser que a un déficit evolutivo en una fun·
ción o actividad, corresponden otros aspectos deficitarios, y algunos más, com·
pensatorios, que producen un equilibrio estable dentro de un nivel más bajo
de vida, en comparación con otros seres humanos. La viceversa es también
válida.
Las etapas que sucesivamente recorre un niño, le sirven para ir trans·
formándose en adulto; su grado de conformidad con los demás humanos depende
de la forma, el tiempo y la intensidad de influencia de los diversos factores,
que le imprimen características convenientes o inconvenientes a la vida colec-
tiva. Las etapas mencionadas no tienen límites precisos, ·ni son recorridas por
todos los de igual edad al mismo tiempo, ni con similares experiencias. Tam·
poco se llenan siempre todas las etapas, pues algunos se quedan estacionados
en una u otras. Los más aptos para la vida social son los que han cumplido
en forma más satisfactoria su evolución y su maduración.
Es indiscutible que la evolución humana es muy complicada y por ello,
al hablar de cada aspecto en particular, ,no deseamos referirnos a la totalidad
del proceso evolutivo, sino a meras predominancias (ver esquema). Por
ello, en lo que sigue, sólo deseamos hacer notar el fenómeno predomi·
17!tmte, dentro del aspecto particular que examinaremos, y como en los aspec·
tos evolutivos individuales hay etapas que son sólo de interés psicológico y no
sociológico, por ello describiremos sólo los que tengan este último en algún
grado:
92, RECTOR SOLIS QUIROGA

PROCESO NORMAL DE INTEGRACION DEL SER HUMANO


I.VIOA F'ISCAMENTE DEPDOENU

INIClA Y PfiEDOMINA VI~ EMOCIONAL


IN1EGfi~PSIOUICA
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VIDA ADULTA

26.-Aspectos evolutivos.

A.-/ntegración.-Entendemos por integración la adquisición de elemen-


tos psico-físico·sociales que, incorporados al individuo, (considerado como un
todo) lo acompañarán el resto de su vida, capacitándolo para realizar mejor
sus propias potencialidades.
En este proceso, después de transcurridas las etapas de integración somá-
tica, fi.~í'ológica y psíquica, alrededo:t: de los siete años el individuo llega a la
de integración social, en que forja sus propias amistades sin el consenti-
miento de sus padres o familiares. Siente más intensamente la vida fuera del
hogar: sus amigos y la escuela; sólo necesita de su padres fuerteme~te cuando
ya están rodeados por la aureola de prestigio que les dio el brindar un amor
auténtico, el haber cumplido promesas y amenazas, haciendo nacer el senti-
miento de seguridad, y el haber explicado, durante la segunda infancia, con
verdad y con delicadeza, el por qué de cada cosa, el qué y cómo.
Es la tercera infancia la primera época de prueba entre la fuerza del
hogar y la del ambiente exterior, porque se presenta el primer choque con la
INTROVUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 93

realidad social resultando las primeras manifestaciones de delincuencia; es


el tiem!JO en que se puede observar la importancia mayor de la familia o los
amigos y cuando se puede hacer más certero el diagnóstico social precoz de una
eonducta desviada, aunque poco se pueda hacer ya por conquistar una mejor
posición paterna, pues ya se consolidó la existente. Esto nos demuestra la impor-
tancia de la vida anterior del niño.
Aproximadamente a los 12 años (salvo diferencias de sexo y otras) se
presenta la etapa de integración sexual, con la pubertad, en que el niño comienza
a obtener su capacidad genética, sobre cuya base madurarán sus func~ones
reproductoras. En la pubertad aparecen los caracteres sexuales secundarios y
más tarde se adquiere la posibilidad biológica de llegar a ser padre o madre.
La pubertad es la iniciación de la adolescencia, y ésta como es bien sabido es
la etapa crítica por excelencia de la edad juvenil. Dada la trascendencia de la
integración sexual (en que el niño, por su desprecio de las opiniones paternas,
puede verse convertido en padre o madre prematuramente, contagiado de enfer·
medades venéreas, o prostituido casi sin darse cuenta) es la etapa que hace temer
del futuro del menor, en lo sexual como estímulo y fondo de actos de la más
diversa naturaleza. En la realidad, es entonces cuando comienza a notarse un
ascenso estadístico de la delincuencia juvenil.
A los 15 años, más o menos en' plena adolescencia, el joven, que antes
siempre había sido sostenido por sus padres, pasa a la etapa de integración
económica, ya que siente la urgente necesidad de ganar dinero y de hacer
cuanto fuere necesario para ·ello, aunque todavía acepte el auxilio de los padres
porque no puede solventar aún todas sus necesidades; requiere obtener la
aprobación de los de su edad, particularmente de los del sexo opuesto. Sus
necesidades económicas, aunque pequeñas, son fuertemente sentidas.
Hay ocasiones en que el niño ha ganado dinero desde tiempo atrás, pero
le ha servido para deformar sus ideales. y aspiraciones, porque ya no pasa de
llevar, durante toda la vida, un muy bajo nivel económico y de realización
de sí mismo.
Hay otros que tardan en integrarse económicamente, y entonces fincan,
·sobre la necesaria frustración anterior, una voracidad terrible, una incapaci·
.dad de comprensión de las verdaderas funciones del dinero, o una urgencia
permanentemente insatisfecha de recursos económicos.
Entre los integrados tardíamente y los precoces, hay muchos que rinden
.-su tributo a la delincuencia, (fraude, robo, etc.) y cuando ganan fácilmente
-el dinero, llegan a despreciar el trabajo, al igual que cuando no llegaron a
integrarse oportunamente.
94 RECTOR SOL/S QUIROGA

Alrededor de los 18 años, el joven comienza a pensar seriamente en los


problemas de su barrio, su ciudad, el país, o la situación del mundo, lo que
le hace participar activamente en los problemas colectivos y en sus resolucio-
nes; es la etapa de integración política. Esta etapa se ve a menudo reforzada
por la concomitante de estructuración de valores, pero, hay casos en que sólo
existe interés por la política en un plano de conveniencias personales y de
comercio.
B) .-Maduración emocional.- Entendemos por maduración emocional el
proce.~o de avance hacia el desarrollo completo de las capacidades afectivas
individuales. Tiene tres etapas fundamentales:
a) .-Identificación.-Es esencialmente de contenido afectivo, y se desarro-
lla durante la primera y segunda infancias, aproximadamente hasta los siete
años. Es, al principio, un vínculo de dependencia inconsciente con .los padres,
que inás tarde se vuelve consciente. El niño se comporta como parte integrante
de ellos y poco hace por sí mismo~ a menos que sea conocido y aprobado, lo
que le produce íntima satisfacción. Su identificación emocional es aparente-
mente insaciable al prinCipio, como base de una segura y posterior autoaser-
ción, por lo que el amor, las atenciones y las delicadezas que se brindan al
hijo, reforzarán la posición futura de los padres, en tanto que las debilidades,
el abandono, el incumplimiento, los rechazos y también la sobreprotección, al
frustrar en la infancia el sentimiento de pertenencia, serán obstáculos para
.guiarlo y educarlo.
h) .-Autodeterminación.-Es la decisión propia del individuo, a hase
de iniciativa personal, para realizar su conducta con independencia de todo
interés familiar o .social. Se desarrolla, aproximadamente, de los siete a los
quince años, en que. ·el niño actúa por sí mismo, sin el consentimiento de sus
padres, de quienes ya no cree necesitar siquiera la presencia constante, y menos
aún el consejo. Se ha considerado esta etapa como peligrosa, especialmente
cuando se ha frustrado la anterior. Sin embargo, cuando el niño ha formado
su hábito de escuchar las razones paternas, continuará haciéndolo, aunque no
admita imposición alguna de conducta. Aún así, no le faltarán motivos para
rechazar a sus padres y sentir la satisfacción de sus propias realizaciones. Si
el paso por esta etapa es inadecuado, podrá haber retraso o detención emocio-
nal, cuya consecuencia es que perdure autodeterminándose el adulto, sin tomar
en cuenta a los demás, lo que produce tiranos incapaces de oír ajenos consejos,
y delincuentes que viven para sí mismos. . .
. e) .-Estructuración de valores.-Es el proceso formativo y organizador de .
las convicciones subjetivas, respecto a las cualidades transcendentes de cosas,
personas o ideas. Evoluciona de la develación de lo estético y lo ético, a la
INTRODUCCJON A LA SOCJOLOGIA CRIMINAL 95

de lo humano, lo social, lo justo, etc. Es decir, de los valores aparentemente


menos complicados, a los más complejos.
Aunque los dos sexos evolucionan en forma diferente, (pues el hombre
parece partir desde el valor estético, en tanto que la mujer desde el ético) en
la realidad, quienes llegan a un mayor grado de madurez son los que estruc-
turan sus más altos valores. Transcurre tal fase de los 15 a los 21 años apro-
ximadamente, cuando el yo autodeterminante ha sido satisfecho en su constante
autoafirmación y pasa a segundo plano para dejar que el Superyo se vaya
imponiendo con mayor vigor.
Quienes no completaron la tercera etapa, carecen de convicción de los
valores y tienen grandes fallas éticas, estéticas, humanas, sociales y de justi-
cia, con manifestaciones en muy diferentes formas.
La evolución afectiva, en cualquiera de sus grados o fases, detenida o
completa, tiene una gran importancia en la formación del carácter y éste en
la realización de la conducta. A su vez el desarrollo sucesivo de la conducta,
marca el sentido de la vida individual y, con la suma social, la trayectoria de
una colectividad.
C) :--Capacitacián.-Entendemos por capacitación, el proceso de creciente
adquisición de aptitudes para resolver con éxito la diversidad de problemas
que, individual o socialmente, se presentan al ser humano. Este nace comple-
tamente incapacitado, y tanto, que sin el oportuno auxilio de los demás sucum-
biría en las primeras horas. S.u capac~tación dura aproximadamente veintiún
años, en que debe desarrollar sus potencialidades hereditarias y adquirir nue-
vas que le proporciona su ambiente.
Sus relaciones con el medio se van complicando y él deberá aumentar con-
comitanteniente sus aptitudes. En sus capacidades, sin embargo, podrán pre-
sentarse déficits o desequilibrios, que le causarán trastornos de diversas índoles.
Después de ejercitadas en los primeros años las sensop·ercepciones, se ad-
quieren ciertas habilidades físicas y las intelectuales de· juicio y raciocinio y
posteriormente las aptitudes afectivas intrafamiliares y las capacidades de rela-
ción humana general en que juegan un papel las de captación de símbolos y
de valoración; son más tardías !lis de auto y heterogobierno.
El máx1tno desarrollo de las capacidades mencionadas requiere de entre-
namiento y éste no se logra sin experiencia propia, adquirida con cierta liber-
tad, pero también con la colaboración de otras personas. La capacidad de auto-
gobierno, tan difícil de alcanzar porque signific·a la precedencia de casi todas
las demás, es antecedente de la de gobierno de la colectividad que requiere un
grado elevado de madurez, por su gran dificultad de comprensión y adaptación.
96 IIECTOR SOL/S QUIROGA

Especialmente en las últimas etapas, alcanzan particular importancia las


deficiencias d~ la evolución integratoria, que serán obstáculos, en ocasiones
definitivos, para la plena capacitación. A su vez, el individuo insuficientemente
logrado detiene su progreso, y en ocasiones comienza a retroceder y a sedi-
mentarse socialmente, a menos que se le ayude a destacar sus limitadas capaci-
dades y se evite que ponga en juego las no desarrolladas. Como ello no es
fácil, a menudo vemos en los delincuentes minusvalías que los han conducido
al estado actual.
.P.-Independización.-Para el estudio evolutivo individual, (que esta-
mos desarrollando con fines de descubrimiento de uniformidades sociales)
entendemos por independización¡; el proceso de adquisición de una "actitud
de confianza en sí mismo", que impela a actuar tomando en cuenta las cir-
cunstancias y valorando el medio ambiente sin que obste la colaboración de
otras personas, la coordinación de esfuerzos, y la sumisión a las opiniones
autorizadas. En la realidad se trata de una interdependización.
Pasada .la etapa de dependencia de la madre, se llega a la de interdepen-
dencia de la familia, que condiciona la colaboración en la resolución de los
problemas de ese núcleo, conquistando funcionalmente un lugar concreto. Cuan-
do se comienzan a autodetcrminar ciertos actos de la vida diaria, y se inicia
la asistencia a la escuela, (en la segunda: infancia) se determina la situación
de dependencia que continúa mientras se asista a ella como alumno. Termina
cuando, ya más capacitado, colabora, responsabilizándose de cosas concretas,
en beneficio de su colectividad escolar.
Desde la tercera infancia comienza a romperse la dependencia emocio-
nal respecto de la .familia, para interdepender con los amigos; lo que se foita-
lece a medida que más se les comprende y se hace vida en común con ellos.
Los padres pasan a segundo término y, cuando mucho, el niño oye sus opiniones
o el análisis que ellos hagan de las situaciones, sin comprometerse a nada.
Con los amigos se realiza una interdependencia, en términos de normali-
dad, con guarda de secretos, gasto conjunto de dinero, colaboración en paseos,
etc.
Cuando el joven, estimulado por su situación evolutiva sexual, comienza
a hacer gastos durante la búsqueda de su objeto amoroso, desecha la depen-
dencia económica respecto de su familia para cambiarla hacia terceras per-
sonas a quienes prestará sus servicios, obteniendo la satisfacción de dar destino
voluntario y libre al fruto de su esfuerzo. Difícilmente reconocerá depender
económicamente de su patrón, y cuando ya lo reconozca, comenzará a con-
.. vertirse en su colaborador, llegando a establecer una clara interdependencia, en
6 Diccionario de Psicología, citado.
INTRODUCCION A LA SOCIOLOG/A CRIMINAL 97

la que él aumentará de importancia con el tiempo. Esto acrecentará la com-


plejidad de toda clase de relaciones sociales futuras. ·
Frecuentemente no es alcanzada antes de los 21 años la interdependencia
total y hay quienes no llegan a ella, pues caen en los extremos· dañosos de
una dependencia o una independencia que se pretenden absolutas, aunque se
vea que todo es una constante interdependencia humana en que se debe tomar
parte activa.
Una total independencia, corresponde a una situación anormal y es mani-
festación de inmadurez, de falta de integración social, de detención de la auto-
determinación, y de una total inadaptación.
Como la independización del sujeto no siempre se v~ fortalecida por los
demás aspectos evolutivos, (cuando éstos no han seguido su ritmo normal) a
menudo conduce a los niños o jóvenes a realizar actos delictuosos sea como
jefes de bandas o como segundones de sus amigos, especialmente cuando ya
se ha abandonado la etapa escolar, no se ha pasado a la laboral y no se ha
tocado la de dependencia económica y social extrafamiliar, ni aquella otra
de interdependencia total.
E) .-Adaptación.-Entendemos. por adaptación "el proceso mediante el
cual se adquiere la aptitud para vivir· en un medio dado",t1 en una interacción
deseable con otros individuos, o el "ajuste o modificación de la conducta indi-
vidual, necesarios para la interacción armoniosa con otros individuos" .7 Tras
de .toda adaptación humana hay ciertas formas de autorrestricción de la liber-
tad, im.itación, contagio mental, adopción de costumbres generales, pérdida
parcial de la individualidad, servicio a los demás y estructuración de valores
sociales y humanos.
Sus grados son:
l.-Etapa anormativa de la temprana primera infancia. 2.-Choque con
el ambiente familiar, y adquisición de las normas respectivas; 3.-Choque
entre amigos, y acuerdo de las normas de convivencia; 4.-Choque, y adqui-
sición de las normas escolares, después las ·laborales y las sociales en general;
S.-Realización, nunca absoluta, de la conducta que los demás esperan.
Quienes cumplen esos grados en forma superior y productiva, se consi-
deran útiles socialmente, pero cuando hay fallas en cualesquiera de los cinco
aspectos evolutivos ya examinados, sea por defecto o por exceso, vienen des-
equilibrios... de la personalidad que hacen caer al individuo en las formas
productivas inferiores o en las improductivas, que a continuación menciona-
remos:
6 Diccionario de Sociología F. C. E., México, 1949.
7 Dicciona1W de Psicología, citado.
98 RECTOR SOL/S QUIROGA

Las formas productivas de la adaptación social son: l.-La superior, que


hace que el individuo esté altamente solidarizado con la sociedad y que todas
sus actividades tengan por fondo el servicio a ella; 2.-La media, o normal,
que hace que el individuo tenga simplemente las conexiones familiares .y
sociales necesarias para estar en trabazón con el organismo social y formar
parte integrante de él; y 3.-La inferior en que existe la trabazón, pero el
individuo es impreparado y produce poco para la colectividad.
Fuera de estas tres formas existen otras no productivas:
···l.-La superior, de los que, por su impreparación o sus vicios, gravitan
sobre su familia. Comprende a los que dependen del Estado, explotándolo y
dando apariencias de servicio. 2.---.:.La media, de los que, por sus minusvalías
físicas o mentales, su impreparación, sus vicios, o sus actividades parasociales
o antisociales esporádicas gravitan sobre la beneficenCia o el Estado. 3.-La
inferior, de los que entran en conflicto permanente con la sociedad y la atacan
realizando actividades parasociales o antisociales permanentes.8
De lo anterior resulta que la adaptación social es indispensable para la
conservación de la vida misma del sujeto, pero se realiza en diversos sentidos,
grados· y amplitudes, que no pueden encajonarse en los estrechos conceptos
tradicionales en que se consideraba adtJ.ptado el individuo que no cometía
delitos o no ejercía actividades socialmente reprobables.
Es claro que hay personas adaptadas al medio de una comunidad ~rimi­
nal, (cuyas exigencias son extremadamente fuertes) a quienes se llama "in:
adaptadas" y se les imputan deficiencias éticas (F. Despine) pero que se han
connaturalizado con conductas frecuentes en su Iamilia, sin ver nada raro ni
reprochable en. ellas. Es decir, están adaptada!! a su medio ambiente, y su
única desgracia es que éste pertenece a una notable minoría. Ademas, no puede
ser igual el patrón cultural de un obrero que el de un capitalista~ el de un
intelectual o el de un criminal, ni iguales los ideales "de un pacifista que lo5
de un militarista" .9 Todos se adaptan a sus particulares condiciones de
vida social.
Pero, por muy adaptado que esté un individuo a un ambiente criminal,
no se puede pensar que fatalmente deba cometer delitos, pues como José Alma-
raz10 afirma, "debemos concluir que ninguna tendencia ni ninguna situación
ambiental conducen fatalmente al delito" y que "Cualquier factor que bajo m1
,ll., Aunque nuestro-concepto de las_forma.s productivas de la adaptación no se~ el mismo
de. Er1ch ~ROM~,. ~ecom~ndamos estudiar cuidadosamente e~e valioso breviario denominado
Et,ca y PS~.coanalzses, ed1tado por el Fondo de Cultura Economica 1953.
10 Al..~ANDER et STA:UB: Le Criminel e! ~es luges_, Gallimard: París, 1934. Pág. 40 y ss
0
Jos~ A'LMARAZ HARRIS: Tratado Teon.co y Práctico de Ciencia Penal' México' 1948'
Tomo 11. Pags. 30 y ss.
INTRODUCCION A. LA. SOCIOLOGIA CRIMINAL 99.

aspecto puede considerárse relacionado con el delito, se encuentra también


relacionado con la no delincuencia".
En referencia al ambiente general de una sociedad, todos somos inadap-
tados a ciertos aspectos particulares, por lo que habrá· inadaptados superiores
e inferiores. Los primeros serán los inconformes con el orden general esta-
blecido y que pretenden variarlo en busca del bien general : ·son los reforma-
dores sociales y los delincuentes políticos. En cambio, los inadaptados infe-
riores son los que no aceptan que otra individualidad o una colectividad les
imponga normas de conducta de clase alguna, pues deben hacerse notables a
toda costa, aunque sea cometiendo delitos, para hacer resaltar su Y o.
Por lo tanto, la adaptación a la vida social se forma en primer término en
lo más hondo de la personalidad, lo inconsciente, introyectando el ambiente
del hogar desde la más tierna infancia; en segundo lugar, en el medio esco-
lar, más tarde en el social limitado en que se mueve la familia, y por último
en la sociedad en general. Se considera adaptado un individuo, si llega a un
máximo respeto de los demás, a su concepto realista de su propio valer; cuando
controla por sí mismo sus impulsos. Hay, sin embargo, individuos aJaptados
que delinquen, que chocan con las normas penales, (como es el caso ya muy
mencionado del delito de cohecho en. nuestro medio) . Tal paradoja tiene su
explicación en la generalización de una conducta delictiva sin que las leyes
dejen de considerarla como antisocial.
27 .-Ca.racterísticas psico-sociales de los criminales.-Nuestro llorado amigo
José Almaraz11 ·ha afirmado que los criminales no pertenecen a un tipo psico-
lógico especial ni pueden ser distinguidos biológicamente de los demás hombres;
cosa en la que están de acuerdo casi todos los autores modernos. Tampoco
existe, desde el punto de vista sociológico, un tipo criminal, lo que es fácilmente
comprobable al encontrar, e~tre quienes compurgan penas de prisión, grupos
de los más diversos ambientes sociales, culturas, religiones, nacionalidades.
lenguas, etc. Eso nos indica que de todas las calidades humanas pueden prove-
nir delincuentes, aunque predominen cierta_s clases.
Y si no hay psicotipo, biotipo, ni sociotipo criminales, ello parece indicar·
nos que todos los hombres podremos serlo, cuando no lo hayamos sido ya, por
haber cometido injurias, amenazas, golpes simples, calumnias, difamaciones,
etc., (que aparecen en el Código Penal clasificados como delitos), aunque no
se nos haya acusado o perseguido.
Y P.!Jesto que se fracasó en la búsqueda del tipo delincuente o criminal, con-
sideramos que se debe inve.stigar, con mucha mayor modestia, si existen ciertos
rasgos que se puedan hallar comúnmente entre los delincuentes recono-
11 Op. cit., Tomo 11. Págs. 30 y ss.
100 HECTOR SOL/S QUIROGA

cidos y que no se encuentran entre los no delincuentes, o bien, que no se presenten


con igual intensidad, o en similares combinaciones en otras personas. También
podría ser que, normalmente, los rasgos encontrados correspondieran a una
especial etapa evolutiva; que su intensidad aumente o disminuya con la edad, o
que sólo se manifiesten en ciertas condiciones especiales.
Además, hay que tomar en consideración que un delincuente nunca realiza
todos los tipos del crimen, sino probablemente aquellos que están más de acuerdo
con. ·su per.sOTUJlükd, actuando en un determinado ambiente y en cierto :rno.
mento. Por ello, ya un delito nos indica la existencia de ciertas cualidades
psicosociales diferentes de las que serian necesarias para otro, lo que, al pare-
cer, nos conducirá a encontrar algunas comunes a todos los delincuentes y
otras que condicionen sólo a ciertos tipos delictuosos.
Frecuentemente se desencadena la conducta delictiva o criminal mediante
la siguiente -secuela: .
l.-Una situación conflictiva de carácter emocional, negativo o doloroso
íntimo, que se presenta entre personas o g-rupos diferentes, en la que es nece-
sario vencer, neutralizar o eliminar de la lucha al contrario, por estimarse que
tiene pretensiones opuestas o contradictorias a las propias. Según el· finado
don Constancio Bernaldo de Quirós12 la criminalidad tiene por contenido, en
los delitos comunes, un conflicto entre individualidades; y nosotros agregamos
que en todo delito, (exceptuándose los cómetidos por profesionales y por alie-
nados) existe un conflicto previo que puede ser íntimo o interpersonal.
2.-Una situación de inferioridad del sujeto, que puede ser real, sólo sen-
tida, por complejo, o por el convencimiento que produce la· impotencia de
resolver el problema a satisfacción, por cualquier vía normal;
3.-Un sentimiento de angustia, que implica la desconfianza para triun-
far en el asunto, derivada de la propia incapacidad, y de la impericia, lentitud,
indiferencia o perversión de quienes, como funcionarios, deberían resolver; y,
4.-El ataque Üegal delictivo que, en la desesperanza del sujeto. según su
intelección catatímica, servirá "para resolver el problema", aunque en realidad
lo complique terriblemente. Pero siendo ésta una simple idea inicial, base de
investigación futura, pudiera ser que no se encontraran tales condiciones · en
todos los criminales.
Es. probable que, así como en las Ciudades se han localizado zonas crimi-
nógenas, y en la patología médica se han destacado. sujetos que están en peli-
gro de convertirse en delincuentes, como son los epilépticos, también existan

Constancia
:1!2 BERN.w>o DE
.
psicosocialmente ciertas características delictógenas. Se podría empezar, pues,
".
Qmaós: Criminología, Editorial Cajica, Puebla, 1948.
Pág. 46.
INTRODUCCION .4. LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 101

por investigar las que con más frecuencia llevan al sujeto a convertirse en
p~' delincuente, aunque habría que tener especial cuidado metodológico, para com·
1~ parar si en los no-delincuentes se encuentran rasgos similares, y si varían en
8~ intensidad, en condiciones o en combinación.
~eh~o En otra parte examinaremos el problema de quienes se encuentran más
cerca de la conducta delictuosa y que han sido llamados "pre-delincuentes",

;:;
' 1
pues posiblemente, de ser examinados con cuidado, se encontrarían en ellos
las características criminógenas que examinaremos, o al menos algunas de ellas.
Kate Friedlander13 encontró rasgos caracterológicos indeseables en los meno-
di
:erJO res de edad, mismos que pueden conducir {sin fatalismo) a la realización cri·
~~~, minal. Debe entenderse que tales rasgos, por sí mismos, no producen delito, pero
que, en las condiciones exteriores conflictivas que normalmente pasa el sujeto
~eJI¡t! en las familias desorganizadas, o en la lucha económica por la vida, producen
cierta fragilidad de conducta que desemboca en el ilícito penal.

~'
1
&J;
Si actúa el delincuente dentro de la trayectoria de su personalidad puede
considerarse más peligroso, por tener mayores probabilidades de reincidencia,
que si actúa excepcional y circunstancialmente fuera de ella. Por tanto, al
rfi~~ hablar de tales rasgos o cualidades criminógenas, nos referimos, por supuesto,
a las de la personalidad, independientemente de que sean parte del carácter,
~~ del temperamento o del medio ambiente con que el sujeto se ha identificado.
Para nosotros, siguiendo parcialmente a Friedlander, son de tomarse en
j~ cuenta las siguientes :
e ~r La a.gresividad.-Es la disposición a atacar sin esperar provocación
ot
suficiente y que parece ser la más extendida y manifiesta de 'las caracterís·
''l
,JO JB
ticas criminógenas.
Tiene las más diversas formas y grados y parece hallarse más intensa·
.eJ·~ mente-entre los delincuentes de todos tipos, que en el resto de la humanidad,
~· donde es común.
tti~J Emilio Mira y López14 ha hallado la forma objetiva, probatoria de la
·¡ti ,
~~. f' existencia de la agresividad potencial y afirma la posibilidad de establecer "una
ef' ~ escala objetiva de propensión personal a la reacción antisocial, independiente-
'ti ~J mente de las variables ecológicas que la puedan desencadenar", y manifiesta
:iJ·J'
~¡ J8 que "el grupo penal estudiado presenta las características generales" entre
¡# ef' las que se encuentra la "mayor agresividad potencial y reactiva", además de "la
e' episódica presencia de signos de autoagresividad".
., El Prof. Alfredo Oliveira, de Brasil,15 llegó también a la siguiente c;:on·
l
:f'i 13 Kate FRIEDLANDER: Psicoanálisis de la Delincuencia Juvenil, Edito,rial Paidos, Buenos

fl 1

'1
Aires, 1950. Págs. 156 y ss,
14 Emilio MDRA Y LóPEZ: Op. cit., Págs. 91, 255 y ss.
,~ #' tú Citado por :MinA, Pág. 248.
r~
¡l
102 RECTOR SOL/S QUIROGA

clusión: " ...es manifiesta la superioridad del índice de agresividad de los


delincuentes homicidas •.. , sobre... los individuos normales".
El impulsivismo.-A la agresividad va unida con frecuencia, una forma
habitual de reaccionar ante estímulos o situaciones de cualquier tipo, sin medi-
tación o planeación previa.
Este rasgo se puede observar en todos los niños, en muchos adolescentes
y en pocos adultos; no se presenta en todos los delincuentes, ya que es cono-
Cido el caso frecuente de la preparación cuidadosa de los delitos premedita-
dos; parece ser más común pues, en los delitos simples, pero es compatible
con 'i'a brutal ferocidad, descarga explosiva de los epilépticos, en que se pueden
producir las calificativas de alevosía, ventaja y traición.
El incumplimiento de la. paúnbra.-Consiste en el hábito casi siempre
nt'urótico o psicopático de no cumplir, aunque se juren con seriedad y since-
ridad, las promesas o las amenazas que se hacen. Ello introduce en el propio
sujeto y en su medio ambiente, una situación de inseguridad y de desprecio
en su contra, que provoca se le excluya de todo acto serio, se dudé de él y
que no se cumpla lo que él espera, creando constantes conflictos a su rededor.
El hábito de la mentira.-Consiste en la falta de valor para decir la verdad
y afrontar sus consecuencias, cuando las tenga. Da lugar al c:fulito de falsedad,
con diversos grados de complicación.
La inestabilidad.-Consiste en el cambio constante de exigencias, de propó-
sitos, de trayectorias iniciadas, de lugares de trabajo y de labores, sin terminar
lo empezado. Es frecuente encontrarla durante el proceso de movilidad social
descendente de los delincuentes.
Persecución de placeres y huida de los deberes.-En los que tienden a la
conducta delictuosa es frecuente que el cumplimiento del deber sea altamente
doloroso, por lo que huyen de él; en cambio, tienen una capacidad ilimitada
para el placer, y dan "la impresión de vivir mucho mejor que los socialmente
adaptados".
Emociones infantiles.-En los sujetos que presentan características cnmi-
nógenas, las emociones se manifiestan poco duraderas, fácilmente explosivas,
y sin causa suficiente, porque son "incapaces de soportar una tensión cual-
quiera". Tales explosiones llevan al sujeto a ·cometer delitos de que después
se arrepiente, cuando es tarde.
Incapacidad permanente de espera.-Ta~bién es frecuente en personas que
tienden a la antisocialidad. Se trata del tiempo que debe concederse a las
personas y a las situaciones para que se resuelvan o para que una intervención
sea oportuna. Esta espera es pasiva y muy difícil a los delincuentes:
INTRODUCC/ON A LA SOC/OLOGIA CRIMINAL 103

El fácil, desengaño.-Sigue a la anterior incapacidad, pues· dada la impa·


ciencia con que el individuo exige el cumplimiento de otras personas, cree que
no se le quiere cumplir cuando, sin adaptarse a la realidad, no ha dejado
transcurrir el tiempo pecesario, lo que le causa frustraciones y lo acerca a la
comisión del delito al aumentar su desconfianza y su desesperanza.
Carencia de ideales.-Los ideales son, para nosotros, representaciones men·
tales, (condicionadas por las emociones) de una cosa, manera de ser, trayec·
toria de conducta o situación, que se consideran deseables para el porvenir; se
van formando desde la infancia ante la observación de casos o personas con
quienes el sujeto se identifica, pero no nacen cuando se vive en la miseria
económica, que a menudo engendra la miseria moral y la miopía social, mate-
rializadas en los malos tratos, el hambre, el desaseo, los vicios y el delito.
Los anteriores rasgos criminógenos pueden presentarse aislados o asociados;
cobran mayor importancia negativa a medida que son más intensos o se agrupa
mayor número de ellos en el mismo sujeto, pero puede darse el caso de que no
llegue a ser delincuente, sino que lo conduzca sólo a la inmoralidad o a la in-
adaptación social.
Kate Friedlander hace notar que es IJJUY frecuente que, antes de que un
menor se manifieste como infractor, ya presente signos de conducta desorde-
nada desde algún tiempo atrás, y en esas condiciones, sea influido fácilmente
"por circunstancias exteriores", que, de ser más fuerte el ambiente familiar, no
hubiera predominado en su conducta.
· También W. A. Bonger16 hace mención a ciertas cualidades de diversos
grupos de delincuentes y entre ellas, a la inactividad del vagabundo, la sensua-
lidad del delincuente sexual y el deseo vehemente de lujo de los delincuentes
por móviles económicos, pero afirma, como característica general del delin-
cuente, ·en caso "de haber alguna", la deficiencia moral, que se supone con-
dicionada a las particularidad.es sociales de un determinado lugar.
Edmundo Mezger17 indica que no puede negarse que la psicología indi-
vidual, con su mecanismo descendente: inferioridad orgánica, complejo de infe·
rioridad, tendencia social al poder, supercompensación, y delito, se destaca en
numerosos criminales, lo que pone de relieve la necesidad de valorar los rasgos
que, dentro de la psicología social, explicarán la interacción en la personali-
dad, de las influencias biopsicológicas, familiares y sociales; éstas en sus dos
principales aspectos: clima social de opinión, y constelación del delito. Más
adelante dice que las interesantes investigaciones hechas sobre reclusos por
lil W. A. BoNGER: Introducción a la Criminología, F. C. E., México, 1943. Págs. 224
y SS.
11'1 Edmundo MEZGER: Criminología, Editorial "Revista de Derecho Privado", Madrid,
1942. Pá!;s 255 y ss.
104 HECTOR SOL/S QUIROGA

Reiss permiten al mismo tiempo reconocer plenamente determinadas propie-


dades, que de modo esencial vien~n en consideración para el nacimiento de
la delincuencia. Hoffman cita en primer término la falta de ánimo, ·la dure-
za, la tosquedad y la brutalidad, la persecución sin reparos de los instintos y
tendencias egoístas; después, la excitabilidad y la explosividad; posteriormente
la inestabilidad, la falta de firmeza interna y de energía volitiva como defecto
importante para el fracaso del individuo en el cumplimiento de su contribu-
ción social; finalmente, un complejo de propiedades que tienen su raíz en la
vanidad pretensiosa y en la satisfacción de ella mediante fantásticas impostu-
ras .. ! .• " . "Los singulares rasgos del carácter pueden unirse o recíprocamente
rebelarse, hostilizarse, engañarse con astucia y subyugarse". "También, por
otra parte, la consideración dinámica de la personalidad arroja como resultado
la múltiple eficacia de tales antimonias del carácter... Especialmente con los
criminales ·constituyen un fenómeno muy conocido: crasa. brutalidad y bondad
blanduzca, extrema falacia y franqueza ingenua, descaro atrevido e inocente
debilidad, marchan de consono".
Por otro lado, la de Crispín Alarcón,l8 señala la "dificultad para· distin-
guir cabalmente entre el bien y el mal" y que "el tipo corriente de trasgresión
legal... , nunca es totalmente impulsi.vo ni totalmente premeditado", y al tratar
del campo moral dice que predomina "el egoísmo y a veces la crueldad".
Es muy posible que existan otras cualidades individuales criminógenas,
(como el rencor) que se vean repetidas intensamente en los. delincuentes, pero
deben ser objeto de una cuidadosa investigación, sin excluir la necesaria com-
paración con los grupos de control respectivos.

lS Conferencia
Geografía sustentada el 21 de octubre de 1958 en la Sociedad Mexicana de
y Estadística.
CAPITULO 111

LO PATOLOGICO SOCIAL

28.-Concepto de lo patológico social: a) .-Dificultad


de definir lo patológico social; b) .-Teoría del equili·l
brio socixJl; e) .-Salud y norm:alidad; d) .-Deber ser
y normolidad; e) .-Asociación y disociación; f) .-/na··
daptación y lWrmolidad; g) .-Frecuencia y IWrma:lidad.
29.-¿Es la delincuencÚJJ un fenf)meno patológko? 30.-
¿ Es patológica la cr.iminalidad actual? l.-Debilidad de
la estructura~ 11.-/nadecuaciones funcionales; 111.-
/nfecciones; !V.-Pobreza psicológica. 31.-Conclusio-
nes.

28.-Concepto de lo patológico social.-Es indudable que, si la .Sociolo-


gía se ocupa de realidades, no será motivo de su estudio un pensamiento teÓ·
' rico, sino cuando se presente como comúnmente existente en una colectividad.
Es en ese sentido que abordamos el tema de este capítulo, pues es idea usual
que la delincuencia, cualquiera que sea su intensidad, pertenece a la patolo-
gía social, con lo cual no estamos de acuerdo ya que siempre existe tal fenó·
m·eno en toda sociedad, aunque con diferentes profundidades. Posiblemente
sea en la intensidad donde encontremos la nota distintiva.
Para fijar el criterio que hemos de sostener, nos han asaltado grandes
dudas y múltiples veces hemos vacilado antes de imprimir cada frase, por lo
que no podemos afirmar nada definitivo; sin embargo, estamos obligados a
hacer nuestro intento de interpretación, que, suponemos, servirá para qüe
otros encuentran la verdad.
Nuestra sociedad estimi a menudo, injustamente, que hay una división
entre dos grupos generales de hombres: uno que contiene a la parte sana de
la población cuya conducta no llega a lo criminal; y otro qüe tiene conducta
'"
106 HECTOR SOL/S QUIROGA

delictuosa, insana, Y. es capaz de llegar al bien. Se piensa que debe huirse


de toda relación con el segundo, al que se ha dejado abandonado a sus pro-
pias fuerzas para evitar el contagio y el mal propio. También se lanzan opi-
niones ligeras afirmando que la delincuencia es hereditaria, o que hay una
influencia fatal en la convivencia social.
No podemos estar de acuerdo con esos criterios populares, aunque la
sociedad marque a sus presos como personas ,gepravadas, les tema profunda-
mente y los trate como una especie peligrosa, pues a pesar de su existencia
el equilibrio social subsiste y en la realidad no podemos establecer divisiones
rígidas entre los delincuentes y los no delincuentes, por lo que siempre nos
queda el arduo problema de dilucidar lo que es patológico en la sociedad,
cosa que examinaremos a través de diversos puntos de vista.
a) .-Dificultad de defi~vr lo patológico social.-Hay duda y aun clara
desorientación respecto del contenido y límites de lo patológico y lo normal
en el real acontecer colectivo, ya que, siendo muchos los aspectos considerados
generalmente como dañosos (alcoholismo, prostitución, etc.) siempre se ha
dado a la delincuencia valor profundo, como el acto más grave entre ellos,
pues es el fenómeno en que desembocan múltiples hechos de desorganización
social.
Se ha reconocido que también se presenta el delito entre personas "norma-
les", que llevan una vida "normal", lo que aumenta la duda, y, cuando, como
sucede en algunos países latinos, la delincuencia ha sido generalmente acep-
tada en algunas de sus formas (injurias, golpes, etc., que no son perseguidos
generalmente), la duda se incrementa y llega a negarse valor normativo a
la Ley.
Como hablar· de lo patológico implica examinar su opuesto, se complica
el problema de su definición, por lo que una vez más recurriremos a la serie-
dad de la opinión de Osear Uribe Villegas,1 quien dice: "Consideramos que
el desajuste entre el individuo y la sociedad hace peligrar la estructura social,
ya que desajuste equivale a falta de trabazón entre los diversos constituyentes
de un todo unitario que funciona precisamente gracias al correcto engranaje de
sus diversas piezas, y que la sociedad es -ante todo y fundamentalmente-
un sistema estructural constituido por el anudamiento de relaciones humanas.
De este modo nos resultará evidente que todo lo que atente contra esa estruc-
tura constituirá una causa sociopatógena".
Esta opinión nos permite una graduación y variabilidad tales, que se
pueden considerar unas piezas del engranaje ~n magnífico estado y otras
cercanas al fracaso, como normales, mientras funcionen correctamente. Por
· 1 Osear URIBE V~ULEGAS: "Anotaciones para una tipología sociopatológica", Revista
Mexicana de Sociología, mayo·agosto de 1954.
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 107
otra parte, el desajuste social puede existir sólo por momentos o constante·
mente en cada individuo particular, con su familia, con un grupo social, o
con la sociedad en general.
Dentro de la sociedad el sistema estructural está constituido por el anu·
damiento y la interacción de relaciones humanas, pero éstas pueden ser posi·
ti vas o negativas y hay una constante cadena de hechos (aun aislados aparen·
temen te) que atentan contra la estructura de la vida social, pues siendo
aparentemente débiles la afectan grandemente, o siendo fuertes sólo producen
un pequeño impacto; hay hechos que siendo muy sentidos y de fuertes con·
secuencias, tienen escasa duración e importancia, y otros muy durables ante los
que los hombres son casi insensibles (caso del homicidio en México) .
Además, hay activos participantes en la vida. colectiva, eficientes coopera-
dores ya integrados a la estructura social, que cometen atentados contra el conglo·
merado (caso de los comerciantes y fabricantes de vinos y licores) y siguen
dentro de la ley, con el beneplácito general a pesar de ser sembradores de
grandes daños.
b) .-Teoría del equilibr.io social.-El equilibrio en general es el "contra·
peso o balanceo producido por la oposición recíproca de dos o más fuerzas".
Y el equilibrio sociaF es el "estado de integración socio-cultural en el que
todas las partes funcionan de modo armonioso". Para nosotros es condición
esencial de la vida el estado de equilibrio que sólo parece existir en forma
absoluta en la teoría, ya qué siempre hay algún desequilibrio estable y nece·
sario ·para el dinamismo individual o social. Parecería haber una contradic·
ción esencial, pero trataremos de explicarnos: cuando dos fuerzas se oponen,
pueden ser proporcionales, relativamente desproporcionadas, o absolutamente
def!proporcionadas.
. Si las fuerzas son iguales o similares en cantidad y en calidad, se llegará
a un esoaáo de balanceo; si son relativamente desproporcionadas, habrá lucha,
o desequilibrio estables; pero si son absolutamente desproporcionadas, hay un
estado de desequilibrio_que hará predominar una sobre la otra por un tiempo.
Dentro del dinamismo de la sociedad, el estado de equilibrio absoluto y el
pleno desequilibrio podrían calificarse de poco permanentes, por. cuanto la
total igualdad es muy difícil de sostener y la predominancia de ciertas fuerzas
implica el aniquilamiento de las contrarias, lo que caracteriza una situación
crítica que no puede ser duradera.
Con toda clase de reservas, partiremos, pues, de la consideración de ser
! '
condición esencial de la vida el estado relativo de desequilibrio, o retativo
'1 equilibrio en que no vence totalmente ninguno de los extremos: vida o muerte,
.2 Diccionario de Sociología, Fondo de Cultura Económica, México, 1949~
1
108 liECTOR SOL/S QUJROGA

paz o guerra, bueno o malo, salud o enfermedad, y de que parece ser correcto
disolver toda .dicotomía' . en la dificultad. de establecer límites definidos. En
lo social, como en lo indiviélual, es una realidad que no existe lo absoluto y
que lo bueno, lo sano, lo justo, no podrían definirse si no es en relación con
sus contrarios, para lo cual éstos deben existir. Cuando se pierde ese balanceo
viene o lo estático o lo crítico, con escasa duración. Lo primero como fermento
de un futuro cambio; lo segundo como antecedente inmediato de él.
Los extremos, pues, son parte de un todo y coexisten sólo en contrapeso
en que, dentro de determinados límites, predomina uno u otro, mientras no
sea en demasía. En ese estado relativo; parece encontrarse la zona de norma-
lidad de cada fenómeno y, cuando se ha perdido, tiende a recuperarse m·ediante
cambios fundamentales que representan crisis. Como afirmó el sabio francés
Lavoisier "nada se crea, nada se pierde, todo se transforma", que es aplicable
no sólo a la química, sino al individuo, a la sociedad y a la vida misma.
Así, lo negativo y lo positivo en la sociedad, lo improductivo y lo produc-
tivo, la delincuencia y la no delincuencia, tienen que coexistir para poder pro-
ducir el contrapeso necesario, de eso resulta que lo socialmente dañoso, lo
indeseable y lo negativo, tiene que existir junto con lo benéfico, lo deseable y
lo positivo, en igualdad relativa.
Lo normal no puede identificarse con lo bueno o lo sano, porque sería
confundirlo co:1 uno de los extremos y con igual razón habría posibilidad de
identificarlo con el otro. Lo normal no puede ser antítesis ·de lo malo, pues
es, para nosotros, ese estado de balanceo que socialmente debemos saber iden-
tificar en cada caso: la delincuencia es uno de los ·extremos, que se compensa
con el otro: la alta moral; ambos igualmente necesarios puesto que está histó-
ricamente demostrado que en todo tiempo ha habido manifestaciones huma-
nas superiores e inferiores; y en particular, la delincuencia ha acompañado
a toda sociedad en todo tiempo, lo mismo que las manifestaciones morales
más elevadas.
e) .-Salud y normalúlad.-Hemos de descartar el concepto de normalidad
que hace consistir ésta en el estado de plena salud, pues sabemos que, dentro
de la enorme variedad de los fenómenos biológicos, psicológicos y sociales, no
pueden existir límites tajantes entre dos o más situacion·es concretas, entre
dos conceptos o entre dos realidades aparentemente opüestas, pero conexas.
El concepto de salud en el indivduo es una utopia, ya que se sabe que
no puede haber individuos completamente sanos. En terrenos diferentes, tam·
bién son difíciles los límites para ac~sar, Vgr., lo propiamente psicológico y
apartarlo de lo fisiológico y lo físico, por estar íntimamente entrelazados, lo
que nos enseña la dificultad para delimitarlos.
INTRODUCCION A .LA SOCIOLOGIA· CRIMINAL 109·

.Erich Fromm,3 examinando la posibilidad de salud de una sociedad dice


que: "Se logra la salud mental si el hombre llega a la plena madurez de
acuerdo con las características y las leyes de la naturaleza humana. El des·
equilibrio o la enfermedad mentales consisten en no haber tenido ese desen-
volvimiento. Partiendo de esta premisa, el criterio para juzgar de la salud
mental no es ·el de adaptación del individuo a un orden social dado, sino un
criterio universal, válido para todos los hombres: .el de dar una solución sufi-
cientemente satisfactoria al problema de la existencia hurru:.mal'.
En efecto, el criterio de adaptación es sumamente impreciso, porque hay
una infinidad de órdenes sociales, desde la familia y diversas clases de grupos
y culturas, hasta el muy complejo de una sociedad llamada mexicana, fran·
cesa, etc. En tanto que, utilizando el criterio más elevado de que el individuo
dé una ·solución suficientemente satisfactoria al problema de · su existencia,
permite considerarlo mentalmente sano. ·
El propio Fromm hace notar lo engañoso que es confiarse en el hecho de
que la mayoría de las personas compartan ciertas ideas y sentimientos, para
juzgar de la salud mental, pues nada tienen que ver con ella. En efecto, el
hecho de que millones de individuos compartan errores, no quita a éstos su cali·
dad de tales, como "el hecho de que todos tengamos un vicio o conducta delin·
cuente no les resta su carácter; el hecho de que no se persigan ciertos delitos
tipificados por la ley penal, no los priva de ilegalidad. Lo qu·e es más, cuando
un ~rror es convertido en virtud por una sociedad, procurando un s~ntimiento
de éxito a quienes lo padecen, no por ello deja de ser error. La adaptación
que a él se haga resultará llen.a de éxito, conservando el· error como cosa
aprobada generalmente, por lo que si se ha de fijar un concepto de lo normal,
no es con el criterio de lo que sea útil, sino con el de un equilibrio social.
Si se dice que es normal el individuo que dé una solución .suficientemente
satisfactoria al problema de su propia existencia, se contiene un problema
axiológico, de valoración, que nos llevará a calificar qué es lo satisfactorio.
Si estadísticamente pudiéramos hacer una encuesta y después cuantificar y
analizar resultados, veríamos, posiblemente, que la mayoría de las p·ersonas,
valorando su propia conducta y las soluCiones dadas a su existencia, estarían
inconformes con ellas, lo que nos daría al final, un resultado patológico de
la normalidad.
d).-Deber .ser. y normalidad.-Hay en la sociedad dos tipos de fenóme·
nos: los que son lo que deben ser y los que son lo que no deberían ser, según
a Erich FROMM: Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea, F. C. E., 1\féxico, 1956.
Págs. 18 y ss.
no HECTOR. SOL/S QUIROGA

lo marca Emile Durkheim.-4l Como la ciencia no va a calificar qué hechos son


o deben ser buenos o malos, ya que el bien y el mal no existen a sus ojos,
sólo observa, describe; explica lo que es la realidad y cuáles causas producen
tales efectos, etc.
Hay igualmente dos conceptos de lo patológico: individual y social. Lo
que es insano desde el punto de vista personal (delincuencia) puede resultar
perfectamente normal en la sociedad; lo que es anormal socialmente hablando~
puede r.esultar normal en un sujeto (sabiduría:). Podemos hablar de lo social-
mente deseable o no, considerando lo que sea dañoso o no. Pero aun para ello
encontramos grandes diferencias de criterio: un comunista considerará indeseable
la existencia del capitalismo y viceversa; un creyente considerará dañoso el que
e?'istan ateos.
·e) .~Asociación y disociación.-Ya Recaséns Sichesó hace notar que entre
las relaciones, los procesos y los hechos sociales (que nosotros llamaríamos
normales), hay unos en que los hombres se asocian, y otros en que hay diso·
ciación, oposición, antagonismo, conflicto y lucha. Citando a Ortega y Gasset
hace notar, respetando las palabras de éste, "que los hombres son tambi~n
insocia.bles, que están repletos de impulsos antisociales" y que ''en toda colee·
ti vi dad de hombres actúan tanto fuerzas sociales como fuerzas antisociales".
"La sociedad es tan constitutivamente el lugar de la sociabilidad como el lugar
de la más atroz insociabilidad", con lo que hace notar que en toda sociedad, y
en toda situación histórica hay hechos negativos. Este autor sólo habla de
antisocialidad, disociación, antagonismo, conflicto, lucha o insociabilidad, pero
no de "patología" relativa a tales hechos.
Adelante hace· notar el insigne profesor que "los procesos disocia ti vos
van de la mano .con los procesos asociativos. Continuamente los primeros
engendran los segundos y los segundos engendran los primeros. Recíproca•
mente los unos son la condición y la fuente de los otros". De ello deriva que.
cuando otros autores le dan el nombre de sociopatología al estudio de los
fenómenos disociativos o antisociales, les falte razón, pues parten de la iden-
tificación de lo patológico con lo negativo y de lo normal con lo positivo.
También caracteriza, el profesor de la Universidad de México, el con-
flicto "como aquel proceso de interacción en el cual los hombres o los grupos
contienden el uno contra el otro". "En un conflicto la acción tiene el propósitO>
deliberado de atacar ... , a la otra parte". En el delito el conflicto es frecuen·
temente intra·personal, y se exterioriza contra otros individuos, casi siempre
sin relación lógica, pues a menudo es resultado de una explosión emotiva
4
Emile DuaKHEIM: Les Regles de la Méthode Sociologique: Presses Universitaires de
France, París, 1947. Págs. 47 a 56 y ss. '
5 Luis RECASÉNS SICHES: Sociología, Editorial Porrúa, México, 1956. Págs, 359 y ss.
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL lll

íntima de la qtié ya hemos hablado; también es ínter-personal· por lo cual sé


ataca al enemigo con o sin razón, o como dice Recaséns, "se suscitan graví-
simos conflictos que no tienen en realidad un fundamento objetivo, o que por
lo menos no lo tienen suficiente para justificar la lucha. Esto se debe al hecho
de que hay en la psiqué humana al lado de tendencias de simpatía, · tenden-
cias de hostilidad. El hombre es un ser capaz de amar, pero también capaz
de odiar. Y, así, sucede frecuentemente que esas tendencias de hostilidad,
cuando no hallan materia fundada· en la cual concretarse, buscan un pretexto,
como una especie de válvula de escape" de las tensiones emocionales que, en
caso contrario, con toda facilidad destruirían a su poseedor mismo.
Emilio Mira y López6 afirma que "por definición todo conflicto con las
leyes que regularizan la vida social presupone una anormalidad (sin que•esto
quiera decir una morbosidad)" y encontramos "mentes normales colocadas
en situaciones anormales; mentes anormales colocadas en situaciones norma•
les, o, lo que es más frecuente, mentes anormales colocadas en situaciones
anormales".
f) .-Iruu:laptación y normalkkul.-Por su lado John F. Cuber7 hace men-
ción de que, en los grupos humanos, como en las personalidades, siempre
existen caracteres que se desvían de lo normal, hacia ambos extremos (superior
e inferior). Así todo criterio de evaluación resulta en cierto grado arbitrario y
de valor limitado, pues todo acto de conducta, realización o hallazgo cientí-
fico, serían calificados de maneras opuestas debido a las diferencias subjeti-
vas de quien califica, a las características objetivas de lo examinado, y al
punto de miraje ·que se adopte, por lo cual puede pensarse desviado hacia
lo patológico saliendo de la zona de normalidad. · En la .usual versatilidad
social, encontramos grupos y per,sonas muy calificados que no tien'en éxito, por
la influencia de un factor decisivamente negativo, y otros descalificados apa-
rentemente, que tienen gran porvenir debido a interacciones de factores domi:
nantes, que influyen en su personalidad total y aun en el conglomerado.
El problema se complica notablemente por la convivencia de dos o más
personas en la familia o el trabajo, y el resultado final es a menudo la presen-
cia de conflictos que a su vez ejercen acción sobre los resultados totales de
la sociedad. Cada causa influye en muy diferentes grados de potencialidad
y en infinidad de direcciones, y recibe a su vez la acción de otras, sin que
sea posible, al menos en apariencia, controlar los resultados previamente.
Ello influye en la vida social, íntegramente considerada, pues así encon·
tram'Os dos términos medios: uno de personas normalmente adaptadas a diver-
16 Emilio MIRA Y LóPEZ: ManlUll de Psicología Jurídica, "'El Ateneo", Buenos Aires,
1950. Págs. 19 y SS. . . . .
'7 John F. CusER: Soeiology, Appleton Century Crofts, Ne'iv York, 1955. Págs. 221 y ss.
1

112 . RECTOR SOL/S QUIROGA

sos estímulos que son comunes en la vida; y otro de gentes inadaptadas.


Ambas dependen. de las exigencias sociales como de las características· perso-
nales, y la adaptación no es posible cuando la diferencia es extrema.
Pero hay ·otro fenómeno a que Cuber hace mención: en tanto . que la
sociedad es más compleja, hay mayor número de inadaptados a pesar de todas
las labores que se realizan por educarlos, atenderlos o curarlos. Se exige mayor
capacitación; en la lucha diaria, pero hay un número creciente de personas
bien . preparadas que fracasan, en tanto q11e otras, sin demasiadas complica-
ciones, aprenden cosas sencillas 1JUe les permiten sobrevivir decorosamente.
Las exigencias de calidad y preparación son cada vez más difíciles de
alcanzar. para el término medio de los hombres; por tanto, crece el número
de los inadaptados, sea por una causa o por otra, y a pesar de las instituciones
que los atienden siguen aumentando, posiblemente porque no se han encon-
trado o combatido las verdaderas causas.
En las colectividades modernas hay otro aspecto que es· de' gran utilidad
examinar: mientras social y económicamente ellas no se complican demasiado,
se hace más vida familiar y se logra la adaptación de mayor número de per-
sonas; y, en tanto son más complejas, disminuye la convivencia ·familiar, se
destruye ese núcleo debido a múltiples factores concurrentes, y crece el·número
de desadaptados. En contra, vemos en todas partes del globo las familias de
judíos que, viviendo en las más diversas condiciones de complejidad social
y económica, son capaces de enfrentarlas con éxito y evitar que las invadan
desfavorablemente. Ello parecería afirmarnos en nuestras personales convic-
ciones de que el reforzamiento de la familia, unido a otras conductas· coadyu-
vantes, será la mejor forma, nunca perfecta, de luchar contra las inadapta-
ciones.
El mismo autor ( Cuber) dice que la desorganización social se manifiesta
por el hecho de que las personas obligadas a comportarse en una determinada
forma para llenar su papel, se comportan de una manera diferente,· por lo que
no prevalecen las formas de conducta que eran costumbre o que ya estaban
aprobadas. Por ello es necesario distinguir entre la desorganización social
propiamente dicha y el cambio de costumbres: la primera contiene datos de
anormalidad y reprobación, en tanto que el cambio ·es una condición normal
que va a mejorar nuestra vida.
g) .-Frecuencia y norrrvalidad.-Se dice que lo normal conv(lncionalmente
es lo más frecuente, y es anormal lo excepcional.8 En otro sentido se toma lo
normal como promedio, lo usual, lo acostumbrado, independientemente de que
sus resultados se consideren útiles, buenos, convenientes o precisamente lo
8 Edmond GoBLOT: Vocabulario Füosófico, Buenos Aires, 1941.
JNTRODUCCJON A LA SOCJOLOGIA CRIMINAL 113

contrario.9 Y en relación con el concepto de lo patológico, en uno de sus sen-


tidos se define como lo que "usualmente se refiere a las condiciones social-
mente indeseables, y las tendencias que por analogía, pueden ser conceptualizadas
como enfermedades sociales como ... la delincuencia".
Pero es claro que hay ocasiones en que lo indeseable, las enfermedades,
la delincuencia, los vicios, etc., llegan a ser tan frecuentes. en una sociedad,
permanentemente, que son tomados como completamente normales: así la sis-
temática violación criminal de la· Ley por los gobernantes en nuestro suelo,
(calificable según nuestra Ley de Responsabilidades), resulta normal por ser
usual~ frecuente, soportable por la sociedad y aun deseable para ciertos sec-
tores. Durkheiml0 dice: "Llamaremos normales los hechos que presentan las
formas más generales y a los otros les daremos el nombre de mórbidos o pato-
lógicos" pero "uno sabe que un hecho no puede ser calificado de patológico,
sino en relación a una especie determinada" y por ello "es necesario renunciar
al hábito de juzgar una institución, una práctica o una máxima moral, como
si ellas fueran buenas o malas en sí y por ellas mismas, para todos los tipos
sociales indistintamente"; igualmente, "Un hecho social no puede decirse nor-
mal para una especie social determinada sino en relación a una fase, igualmente
determinada, de su desarrollo", pues hay cambios en la evolución individual
y en la evolución social.
''La normalidad del fenómeno será explicada por el solo hecho de estar
unido a las condiciones de existencia de la especie considerada, sea como
efecto mecánicamente necesario a esas condiciones, sea co~o un medio que
permite a los organismos adaptarse". .
Para que el sociólogo pueda saber si un fenómeno es normal o no, nece-
sita establecer por la observación: si el hecho es general en el pasado y en el
presente, y si registra cambios. En el primer caso se tiene derecho de tomar
el fenómeno como normal, y si se ha incrementado o se va desvaneciendo
extremadamente, será considerado como mórbido.
Continúa Durkheim diciendo que: "lo.-Un hecho social es normal para
un tipo social determinado, considerado en una fase determinada de su des-
arrollo, cuando se produce en el término medio de las sociedades de esa espe-
cie, consideradas en la fase correspondiente de su evolución. 2o.-Se pueden
verificar los resultados del método precedente, haciendo ver que la generalidad
del fenómeno está en relación con las condiciones generales de la vida colec-
tiva, en el tipo social considerado. 3o.-Esta verificación es necesaria cuando
el hecho se relaciona con una especie social que no ha term~nado su evolución
integral".
9 Henry PRATT FAIRCHILD: Dictionary o/ Sociology, New York, 1944.
;w Op. cit.
114 HECTOR SOL/S QUJROGA

Después Durkheim11 indica que "Para que la Sociología sea verdadera-


mente una ciencia de la realidad, hace falta que la generalidad de los fenóme-
nos sea tomada coTTW un criterio de su normalidad". Y es natural y lógico que
así sea: ¿Cómo, si no, podríamos encontrar objetivamente lo que es normal?
Por ello es que la Estadística, a pesar de todas las imperfecciones humanas de
su realización, tiene que ser un auxiliar de primera categoría para encontrar
la generalidad, la evolución de un fenómeno y la zona de normalidad, ya que,
fuera de ella1 tanto en el mínimo como en el máximo, se encuentra lo proba-
blemente patológico en términos cuantitativos.
Cuando una sociedad se desarrolla en cualquier sentido, es normal que
la delincuencia evolucione también en cierto grado; pero si ésta se incrementa
mucho más o mucho menos que la colectividad, cae dentro d.e lo patólogico,
cuyo sentido hay que investigar; por eso hay aspectos aparentemente raros
pero explicables: al industrializarse una zona cualquiera,12 parece ser que su
criminalidad aumenta usualmente, lo que nos hace pensar que sería patológico
lo contrario. Aún más, cambian los antiguos delitos de sangre, para predo-
minar los de tipo ·económico.
Por lo expuesto, consideramos el criterio de Durkheim como el más certero
para distinguir lo normal de lo patológico.
29.-¿ E.s la delincuencia un fenómeno patológico?-Afirma Durkheim13
que hay un hecho donde el carácter patológico parece incontestable: es el
crimen. Los criminólogos están unánimes en reconocerlo, pero el problema
demanda ser tratado con menos festinación: Aplicando las reglas preceden-
tes, el crimen es observado en todas las sociedades de todos los tipos; cambia
de forma pero siempre hallamos hombres que se conducen de manera que cae
sobre ellos la represión penal. Con el aumento de la cultura y de la civiliza-
ción, hacia sociedades más elevadas, la delincu.encia no disminuye, sino parece
aumentar. Si se considera el delito una enfermedad social, debería ser acci-
dental como toda enfermedad, por ello puede dicirse que tiene formas nor·
males, fuera de toda cifra exagerada. Por tanto, el exceso será de naturaleza
mórbida.
Afirmar, paradójicamente, que el delito puede ser clasificado como uno
de los fenómenos de sociología normal, no es solamente decir que es inevita-
ble y de retroceso social, sino que es una parte integrante de toda sociedad
sana, porque es imposible que exista una completamente exenta de él, dadas
las diferencias de criterios y sentimientos, y la variabilidad de las influencias
11 Op. cit., Pág. 74.
12 Héctor SoLÍS QUIROCA: "Industrialización y Delincuencia" Re>vista Criminalia Mé-
xico, julio de 1957. ' · '
13" Op. cit., Págs. 64 y ss.
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 115

sobre los hombres y los fenómenos sociales. Suponiendo que desaparecieran


los conflictos y las causas que, en general, los producen, aparecerían otras
nuevas. La delincuencia según Durkheim es una consecuencia necesaria y
útil de toda vida social y está ligada a sus realidades ;14 a ello nosotros agre-
gamos, en caso de ser cierto lo último, que se debe a que prepara, indirecta
o directamente, el camino para los cambios, porque es causa de descontento o
porque es inspiración (como los actos de Sócrates y Cristo, que en su época
fueron considerados criminales) . Serviría el delito para una doble finalidad:
localización y tratamiento de los inadaptados, y estímulo para la búsqueda
de los males, de sus causas y sus remedios, como base de una política concreta
de mejoramiento futuro, con espíritu preventivo.
Ya hemos dicho que el equilibrio social presupone la existencia de los
extremos contrarios; además, diremos que todo progreso comporta su propia
parte de mal social, lo que es normal, al igual que todo estado de baja en las
condiciones sociales de vida trae una disminución en otros aspectos de daño
social y la oportunidad de manifestación de altos valores.
Además, estimamos normal que, mientras crezca la población y se com-
pliquen más las condiciones de vida, sufriendo la influ'encia del urbanismo y
de las complejidades económicas, la criminalidad sea más potente también,
pero habría · que encontrar estadísticamente el índice de incremento de la
delincuencia y compararlo con la n~rmalidad estadística esperada, para dar
una noción de cada pueblo, comparado con sus propias épocas anteriores.
14 Tenemos el ejemplo de México, que en los últimos decenios ha variado sus condi-
ciones morales y de derecho: en una época el peculado se generalizÓ porque no fue perse-
guido. Después se impuso cierta honestidad en los funcionarios, pero no se persiguió a
los anteriores responsables de delitos, a quienes incluso se encubrió, pero se eliminó del
gobierno a toda persona sospechosa, aunque hayan seguido ligados a él quienes hacían
negocios indebidos. Se modificaron la moral del pueblo, al variar las condiciones colectivas
de vida, y la. aplicación del derecho pues, sin haber disminuido la delincuencia, se persiguió
a muy pocos delincuentes y quedaron sin perseguir múltiples causas en que, expedida la
orden de aprehensión, quedó sin cumplir. Se reforzó la moral, y paradójicamente perdió
fuerza el derecho en su aplicación diaria, violándose sistemáticamente las leyes. Los senti-
mientos cole'ctivos que encontrábamos en la base de la moral popular mexicana, estaban
anhelantes de la honradez de los funcionarios públicos, y a su vez tenían múltiples motivos
de desconfianza de su administración de justicia por lo que pudo verse realizado tal refor-
zamiento de la moral y tal disminución de aplicación dinámica del derecho ante los
tribunales. Si los sentimientos colectivos no hubieran tendido a tal cosa, seguramente que.
no habrían podido realizarse, pues en tanto que una estructura moral o mental es más fuerte.
es más refractaria a toda modificación. México, en este sentido y por la enorme variedad
de sus corrientes, por sus grupos étnicos y por su mestizaje, por su personalidad siempre
transitoria en plena evolución, es un material excepcionalmente plástico que por ello tiene·
un camin¿ firme hacia su futuro. La misma libertad de que han gozado las más altas
manifestaciones del espíritu es la que gozan las mb bajas. Si la represión gubernamental
fuera terrible, mataría tanto las más altas como las más bajas manifestaciones individuales,
queriéndose perseguir sólo las últimas; ello por la integración de los fenómenos sociales
y por la dificultad de fijar los límites entre lo útil y lo inútil, lo deseable y lo indeseable.
ll6 RECTOR SOL/S QUIROGA

Por ello, con gran tino dice John Lewis Gillin15 que el constante cambio
·y la complicación de las condiciones de vida, tanto físicas como psíquicas,
sociales, económicas, climáticas, etc., explicaría que la conducta falle; pero
aún más, lo maravilloso es que en circunstancias tan difíciles, los individuos
no. fallen. De lo anterior desprendemos que, contra el pensamiento común, no
.~ebe ext~añarnos que haya delincuencia y otros aspectos llamados de patolo·
_gía social, cuando la existencia transcurre precisamente en la forma necesaria
para producir la conducta "patológica". Es decir, que lo habitual sería pre·
cisamente lo "anormal" y debería admirarnos que, en tales situaciones los
.individuos se comportaran de manera conveniente al interés social.
. Gillin también acepta que las influencias que causan la quiebra de rela-
ciones entre el sujeto y la sociedad, pueden venir lo mismo del orden indi-
vidual de vida, que del orden social, por los constantes cambios en las técnicas,
desajustes de la personalidad y de la organización social que, a últimas fechas,
bajo la influenCia del progreso acelerado que vivimos, resultan constantemente
variables y complejas. ·
Uribe Villegas16 dice que "Efectivamente, al tomar como dato de nuestro
problema el que la sociedad no es estática sino dinámica, nos explica que el
'ijuste entre el individuo y esa misma sociedad no se logre sino en ~aras oca·
·siones...", con lo cual está reconociendo implícitamente que eJ. desajuste por
. . '
ligero que sea, es la regla general, dentro de la que puede quedar comprendida
'Ia delincuencia. Y sigue Uribe Villegas diciendo que "estos desajustes produ·
cen. . . trastornos que afectan a los dos términos de la correlación, pues
causan daño a los individuos y provocan malestar en la sociedad",
Pero haciendo mención a la estática y a la dinámica de la. sociedad, llega
este autor, más adelante, a la conclusión, para mí certera, de que "la dinami·
ciclad social, favorece la aparición de los morbos sociales", lo que se ve con-
firmado al comparar sencillamente la vida de la ciudad con la del campo, pues,
comportando cada una su propia "patología", estadísticamente es más variada
y cuantitativamente más importante la urbana. Posteriormente dice que "En.
la consideración de los factores individuales, -de desajuste-- sería menester
~eferirse a las excedencias tanto como a las deficiencias individuales .(más fre·
cuentes éstas que aquéllas), pues ambas producen ese malestar social que es
·síntoma y causa de las crisis".
De lo expuesto concluimos que el fenómeno de la criminalidad es normal
.• 16 John LEWIS GDLLIN: Social Patkology, D. Appleton Century Co., New York, 1939.
Pags. 3 y ss.
•l 6 9scar Ulu~E VWLEGAS: "Introducción a la Sociopatologia", Revista Mexicana de
Socwlogw, Sept.·Dic. de 1952.
INTRODUCCION A LA SOCIOIJOGIA CRIMINAL 117

en toda sociedad y solamente es patológico cuando presenta excedencias o


deficiencias respecto de la normalidad estadística esperada.
30.-¿Es patológica la criminalidad actual?-Edmond de S. Brunner17
dice que hay cuatro categorías de condiciones patológicas en las cuales puede
caer una comunidad: l.-Debilidad en su estructura; 11.-lnadecuaciones fun·
cionales; 111.-lnfecciones; !V.-Pobreza psicológica de la comunidad. Cada
una es completamente diferente de las otras y requiere diverso tratamiento,
aunque a menudo los problemas son tan interrelativos que corresponden a más
de una categoría. Siguiendo el orden de ideas de Brunner, pensamos que lli
sociedad moderna, salvo rarísimas excepciones, parece sufrir:
1.-Debüidad en la estructurta relativa al problema de la delincuencia, ya
que, una vez presente tll fenómeno general, ]a policía es frecuentemente débil
o pervertida; los funcionarios administrativos y judiciales a menudo están mal
pagados y muchos. son ineficaces; los funcionarios y empleados de las prisio-
nes e internados para menores, a menudo son incultos y algunos son perver·
tidos; los edificios tienen numerosas inadecuaciones; las instituciones que deben
rendir trabajo social padecen un personal mal pagado, y a menudo imprepa·
rado, enfermo o pervertido y pocas veces competente y titulado; y, los inter·
nados en· general sufren grandes deficiencias de organización, de comprensión
del problemS: o de economía. Eso parece demostramos que la gran mayoría de
los países aún se encuentran impreparados para resolver su propio problema
de la delincuencia .. Ello, aun con el conocimiento de que la dureza (no ener·
gía) con que las autoridades tratan comúnmente a los delincuentes, ha resul·
tado poco efectiva pues, unida a las demás deficiencias, hace que la criminalidad
se vea impulsada por aquellos mismo que deberían combatirla.
11.-También hay inadecuaciones funcioroales porque las organizaciones
contra la delincuencia hacen constantemente cosas equivocadas: en vez de
combatir las causas, luchan contra los delincuentes cerrándoles las puertas y
evitando su rehabilitación, persiguiéndolos o explotándolos; destrozan moral·
mente a quienes son objeto de sospechas; protegen ciertos delitos; tienen
equipos materiales o de personal, inadecuados para resolver cuestiones de res·
ponsabilidad, de antecedentes, de investigación de <;ondiciones psíquicas o
fisiológicas; y hacen el trabajo sin planes adecuados y unitarios para cada
país, etc.
111.-En lo relativo a infecciones, Brunner menciona la delincuencia, la
corrupción de los altos funcionarios, el descuido de la salud, el problema de
la vivienda, la desocupación, etc., y dice que se presentan en constelación.
1'7 Edmond de S. BRUNNER: American Society: Urban and Rural Patterns, Harper
ADd Bros. New York, 1955. Págs. 501 a 519.
118 HECTOR SOL/S QUIROGA

En efecto, la delincuencia ha invadido a menudo las esferas oficiales, las escue-


las, las oficinas públicas y privadas, la familia, etc., y hay otros problemas
sociales en una constelación variable según la época y el lugar. Afirma ese
autor que tales hechos están interrelacionados o son dependientes de causas
comunes, por lo que pueden ser objeto de un tratamiento· común; sin embargo,
deben ser estudiados y entendidos separadamente, con sus específicos hechos
significativos. Dos caminos quedan para combatirlos: uno es el relativo a la
lucha directa contra el fenómeno según se manifiesta (sintomáticamente, diría-
mos nosotros), y el otro se refiere a la lucha en contra de las causas, siendo
el más efectivo éste. Las concomitancias resultantes entre los hechos y las
dificultades que presentan, ponen de relieve la necesidad de investigaciones
pacientes, análisis cuidadosos y buen sostenimiento por largos períodos de
tiempo, en una bien orientada política, hacia la resolución auténtica de los
problemas, que han sido descuidados hasta ahora en la mayoría de los países.
IV.-Una comunidad llena de ideales y que lucha por su mejoramiento
coordinando sus esfuerzos, puede ser plenamente dirigida y tener posibilidades
de éxito; pero si ella está satisfecha o resignada con lo que tiene, es muy
difícil realizar labor alguna en su favor, pues es poseedora de esta caracterís-
tica negativa llamada pobreza psicológica. El conglomerado humano es esen-
cialmente inquieto y deseoso de superación; por eso no se resignan las diver-
sas capas sociales con el incremento de la delincuencia, y se oyen protestas
constantes. Paradójicamente no sigue a ellas la acción: más se ha obrado con-
tra los técnicos que aconsejan determinadas conductas preventivas, que contra
el crimen; más contra los sujetos activos del delito, que contra el fenómeno; y
se está satisfecho con los establecimientos penales, a.un sin personal especiali-
zado .
.De lo expuesto resulta que la criminalidad p.uede tener aspectos clara-
mente patológicos en algunos países en que, habiéndose incrementado núme-
ricamente la población, se tolera de hecho la delincuencia sin perseguirla y ha
adquirido numero3Ísimas y constantes manifestaciones. También donde las per-
sonas de vida productiva se ven obligadas a huir ante la inseguridad general,
a pesar de la escasísima población, abandonando sus actividades.
Si una ciudad tiene, comparativamente, más hechos negativos que posi-
tivos, debe buscarse la explicación, no en su resistencia y vitalidad, sino en
sus condiciones de vida en que, los mismos hechos patológicos que se suponen
destructores; son los que la sostienen, como es el caso de los vicios gravemente
extendidos en algunos lugares: son fuente de trabajo, y pagan impuestos muy
fuertes.
Entre lo negativo social que resiste la sociedad moderna, está la publici-
I.NTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 119

dad extremada (incluso delictuosa) de los crímenes descritos morbosamente,


que causa su repetición, en manifestaciones aparentemente inconexas, debido
a los fenómenos de la imitación y del contagio mental. Los artículos periodís-
ticos y las transmisiones de radio y televisión son verdaderas fuentes de delitos,
sea por la enorme fuerza de la propaganda directa o bien por sus conse-
cuencias de desprestigio contra los débiles · sociales y aun contra individuos
que tienen fuerte arraigo. .
Otro aspecto es la invasión del crimen en las escuelas primarias, las
universidades. las iglesias, etc., también las falsas acusaciones y la infinidad d'e
casos en que, realizado un delito la víctima no desea siquiera denunciarlo por
falta de confianza en la efectividad de la justicia; además, que conocido un
crimen por las autoridades, no se levante constancia de él, o que se actúe fal-
seando los hechos para proteger la libertad del acusado. Todo ello y mucho más,
es injusticia y favorece a la delincuencia demostrando que los lugares donde
acontece han salido de la zona de normalidad, aunque sus estadísticas no
registren el hecho.
Dentro del pensamiento expresado, parece haber un incremento patoló-
gico de la criminalidad en países subdesarrollados, si los delincuentes son fun·
cionarios o tienen poderío, son encubiertos o no perseguidos para evitar pro·
blemas o escándalos y dar la falsa impresión de que todo camina bien por
tenerse un gobierno que alcanzó "alta categoría".
3l.~onclusiones.-Kimbergl 8 dice que "La criminalidad es una especie
de ·enfermedad social, cuyas raíces profundas ... ' están repartidas por toda la
sociedad". N o estoy de acuerdo con quienes la considera.n una enfermedad,
así sea crónica, pues decir enfermedad es afirmar que en algún tiempo ante-
rior se gozó de salud, cosa que en la sociedad humana parece no haber sido
regla general, ya que desde sus albores ha existido la delincuencia.
Tampoco se trata de una anormalidad congénita ni hereditaria, porque,
para que lo primero sea, debe considerarse lo normal como la negación de toda
delincuencia, cosa errónea como ya dijimos; tampoco es anormalidad heredi-
taria, porque la delincuencia no se hereda biológicamente, ya que es creación
de la ley penal y ella es variable según las necesidades de la sociedad a que
debe servir.
Todo ello nos conduce a afirmar, sea por la teoría del equilibrio social
o por la de la zona de normalidad estadística, que la delincuencia es normal
en toda sociedad y que su aumento desproporcionado o su aparente disnv/jn,u-
ción, debidamente estudiados, nos revelarán lo verdaderamente patológico.
Para resolver problemas normales o patológicos de criminalidad, los go·
18 Citado por URIBE VILLEGAS: 'Op. cit.
120 RECTOR SOL/S QUIROGA

hiernos deberían crear las instituciones idóneas. Hasta ahora sólo se ha encar-
celado, atormentado o matado a los infractores y se ha hecho poco para aten-
der propiamente el problema de su rehabilitación. Tampoco se previenen ni
se combaten las causas, ni se reincorpora a la vida social al dañador; por lo
contrario, se le impide volver a llevar una vida socialmente normal.
No se -ha actuado con criterio moderno y esto ha incrementado la con-
ducta indeseable haciéndola desbordar hacia lo patológico. Por ello, debe ser
atendido este fenómeno hasta reducirlo al cauce de normalidad mediante la
acción de una justa política criminal. Todo gobierno desea la disminución
de la delincuencia pero la impulsa porque ignora sus causas y no las previene;
en consecuencia, aumentan sus manifestaciones.
Todo lo expuesto parece autorizarnos a afirmar provisionalmente, lo
siguiente: a) .-Al comprobarse que en toda sociedad y en toda época histó-
rica ha existido el fenómeno de la criminalidad, éste puede ser considerado
como normal en la vida social humana; b) .-La intensidad con que se pre-
senta, varía con cada comunidad y en cada época; e) .-Toda sociedad expe-
rimenta la influencia de hechos positivos (orden, comodidad, cultura, etc.) y
de hechos negativos (hambre, desempleo, · vicio, etc.) y ellos permiten el fun-
cionamiento equilibrado de la comunidad; d) .-Tal equilibrio nunca es abso-
luto, por cuanto predominan los factores positivos o los negativos; e) .-Si
predominaran absolutamente unos u otros, se estaría en una situación crítica,
anuncio de un próximo cambio; f) .-Dentro del equilibrio relativo, parece
ser que cuando predominan los factores positivos se tiende a evolucionar y
si son los negativos se tiende a retrogradar; g) .-Estadísticamente es normal
todo fenómeno mientras esté comprendido en la, zona de normalidad, y pato-
lógico cuando se presente fuera de dicha zona en exceso o defecto; h) .-Las
comparaciones entre fenómenos iguales de sociedades diferentes, sólo pueden
hacerse con éxito mientras mayores sean las similitudes grupales, o la compren·
sión de sus diferencias.
TER CE. R A PARTE

INFLUENCIAS SOCIALES DIFUSAS Y CONCRETAS


SOBRE LA DELINCUENCIA

'1
1
1
CAPITULO 1

ALGUNOS FACTORES SOCIALES DE LA DELINCUENCIA

32.-El espacio social; 33.-El barrio; 34.-El aloja•


miento; 35.-Estructura.s sociales en la delincuencü.D;
36.-Mlovüidad social; 31.-Formación profesional; 38.-
EduCación; 39.-MoraN:dad; 40.-Religiosidad; 41.-
Factor económico.

Y a hemos afirmado que toda clase de factores son capaces de influir en


la conducta humana. Los sociales tienen, indudablemente, una predominancia
en toda conducta delictiva, pero nos es imposible examinarlos todos, por lo
que sólo nos referiremos a algunos de ellos.
32.-El espacio social.-El espacio social relacionado con la delincuencia
lo estudia la ecología por medio del sistema de esquemas, mapas o planos,
para establecer la relación entre los hechos criminales y su localización, sea
en cuanto a las iniluencias causales, o en lo que se refiere a ~os lugares en
que viven los delincuentes y en los que desarrollan su vida activa.
La delincuencia juvenil y femenina, la de los ignorantes, débiles menta·
les, ciegos, sordomudos y lisiados, ocurre frecuentemente cerca del hogar, de
su escuela, o del traba jo, en tanto que la criminalidad de los adultos se des-
arrolla ·en lugares más distantes de ellos, según parece; mientras más se trate
de personas muy entradas ya en la delincuencia profesionai. Es diferente el
caso en las miserables y errantes familias de los delincuentes, o en los vagos
y los menores que sin tener hogar, escuela o trabajo fijos, cometen sus hechos
en lugares muy variables. En tanto que personas no muy independizadas
cometen hechos en los lugares cercanos a sus centros de actividad diaria, quie-
nes tienen funciones liderezcas entre los delincuentes, buscan los lugares ale-
jados de sus actividades normales.
Parece lógico que la delincuencia de sangre, (que normalmente se señala
124 RECTOR SOL/S QUIROGA

como primitiva y rural) y la delincuencia contra la propiedad, (que se se-


ñala como producto de las zonas industrializadas) no formen materialmente
dos cuadros cerrados o absolutos, ya que hay lesiones y homicidios no rurales,
que están muy ligados a actividades criminales refinadas (como el gangste-
rismo o las relacionadas con sindicatos o con la política) y en cambio hay
fraudes rurales que surgen de la venta que contra documentos de garantía
se hace por las casas comerciales de las ciudades, en el campo, y robos que se
cometen en el medio rural, y distan mucho de ser por influencia industrial.
Los planos sobre las zonas citadinas en que hay mayor delincuencia, y de
las llamadas zonas crim.inógenas, tienen valor sólo para una ciudad y una
época determinadas, por las variaciones espaciales que se observan de ciudad
a ciudad y de época a época, pero el conjunto de los planos nos puede orientar
respecto de las zonas que en una región o en todo el mundo pueden conside-
rarse relacionadas con la criminalidad.
En una misma población no hay cambios absolutos dentro de diversas
épocas, a menos que haya habido fenómenos telúricos muy amplios y graves,
o movimientos sociales con capacidad de borrar conjuntos humanos o cos-
tumbres. En Latinoamérica se tiene la experiencia de que en las zonas que
circundan los mercados hay mayor delincuencia que en otras, lo que unido
a la experiencia mundial de la delincuencia en los centros de vicio' y lugares
cercanos, puede dar un criterio para localizar las zonas criminógenas. Hay
que agregar a ello los suburbios de las ciudades, en que hay gentes pobres
viviendo cerca de barrancas, lomas, cuevas, ríos y otros accidentes del terreno,
que parecen propiciar que se cometan delitos sexuales o violentos en general.
No todo ello se refiere a los crímenes, sino también a sus causas, a los actores
y a las familias de los infractores. Los delincuentes ya formados cambian
con· cierta frecuencia de casa y aun de zona, pues carecen de lazos perma-
nentes hasta con su familia. ·
La búsqueda de las causas del comportamiento criminal se facilitará si
se hace uso del método ecológico, aunque no necesariamente deben encontrars~
relaciones útiles al respecto. Pueden también hacerse mapas de un determi-
nado país sobre la distribución de sus áreas de delincuencia, lo que facilita
enormemente la tarea de política criminal a desarrollar, si se toman en cuenta
las de más intensidad rural o citadina. Por supuesto, hay delitos que se come-
ten en el campo pero que se originan o son preparados en las zonas urbanas y
viceversa. ·
Hay paradójicamente menos crímenes en las zonas rurales (que son las
menos controladas por la policía) que en las zonas urbanas donde hay exceso
de policías, riqueza· y los mejores medios para combatirlos.
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 125

En una gran ciudad, las zonas residenciales de familias muy ricas tienen
menor delincuencia que las zonas de comercio o de industria. A su vez, las
zonas comerciales parecen tener más delincuencia que las zonas exclusiva-
mente· industriales; y las zonas de pobreza y vicios, más que todas las ante-
riores.
Parecen tener relación con ·la menor o mayor delincuencia la estabili-
dad familiar interna, el tiempo que las familias viven en un mismo lugar, la
homogeneidad de la población de un lugar determinado, la densidad de pobla-
ción, el tamaño de la ciudad y el conocimiento y trato que unos tengan con
los otros, según lo señala muy acertadamente Donald R. Taft.1 También pare-
·cen t~ner una relación directa los barrios más pobres, deteriorados o descui-
dados, con las aglomeraciones de delincuentes o las zonas crirninógenas. Es
decir, tales barrios tienen importancia corno factores crirninógenos y al mismo
tiempo como lugares donde se desarrollim actividades criminales intensiva-
mente.
Aunque existan aparentemente zonas criminógenas bien marcadas en los
planos, siempre hay indefinición en los límites, porque su influencia afecta. a
las colonias o barrios vecinos, a donde llegan sus actividades o molestias, aun-
que sea . con menor intensidad. Hay en ciertos países las que en México
ll~marnos "ciudades perdidas": están limitadas por bardas, ríos, zanjas, barran-
cas o las paredes altas y largas de las cercanas fábricas o residencias; tienen
sólo una o dos puertas de entrada, que el público en general no atraviesa;
frecuentemente es todo el terreno de un mismo propietario, (que puede ser el
Estado) y las construcciones, meras chozas, son de tamaño mínimo, ocup~ndo
cada una cuatro, seis u ocho metros cuadrados; están ·hechas habitualmente de
materiales de deshecho, y albergan· numerosas personas que no son siempre
de la misma familia. Si un extraño desea entrar a una "ciudad perdida" puede
hacerlo, pero todo vecino le interrogará a quién busca, y después le informará
que "no vive allí" la persona de que se trata, a menos que se le busque para
algo que claramente le vaya a beneficiar. Todo es allí miseria, promiscuidad,
desorden y suciedad.
33.-El barrio.-En ocasiones. está comprendido precisamente dentro de
los límites políticos establecidos por las autoridades, pero la mayoría de las
veces no corresponde a tales límites, ni a los de zonas residenciales precisas.
Forma parte del medio ambiente social en que se muev:e cada persona, aunque
las amistades existan también fuera del propio barrio.
Están comprendidos en el barrio sus calles, callejones y demás vías de
l. TAFT, DoNAILD R., Criminology. The Macmillan Co., New York, Tercera Edición,
1956, pág. 207.
126 RECTOR SOLIS QUIROGA

acceso; las casas y edificios, con su destino particular; los· centros de reunión,
sean de vicio, de comercio, de educación, religiosos, deportivos, etc., que
ejercen influencia sobre el conglomerado; y el aspecto general. También for-
man parte de él los diversos tipos de relaciones que se desarrollan entre sus
habitantes.
Existen diversos tipos de barrios criminógenos: aquellos en que hay
pobreza simplemente y en los cuales no son muy numerosos los centros de
vicio; las colonias elegantes, donde hay casas de lenocinio; las miserables que
carecen de las condiciones mínimas de habitabilidad: agua, drenaje, luz, pavi-
mentos, etc., o que tienen unos y no otros de estos servicios; pero los más
importantes son ·los comerciales, donde se roba en el peso o en los cambios, s·e
defrauda, se insulta, se golpea o se mata, sólo en favor de los intereses mate-
riales. Son características de las zonas criminógenas más imp~rtantes, la
heterogénea condición de sus habitantes, que hace fácil la promiscuidad; la abun-
dancia de centros de' vicio (alcoholismo, prostitución y drogas) protegidos por
la policía; la mezcla de pobreza, abandono, desaseo y las relaciones sociales
un tanto violentas debidas al vicio o a odios permanentes.
El barrio influye en el número, tipo y calidad de los delitos que se come-
ten, y por ello ·parece tener también importancia su ubicación, que facilita
o dificulta el control de las autoridades y la protección que puedan dar contra
la delincuencia.. Por eso tienen importancia los suburbios de las ciudades, ya que
en ellos se construyen las nuevas secciones residenciales o bien, en ellos viven
personas que se sostienen de la caridad pública o de la asistencia social, que
tienen habitaciones casi inservibles, y que no tienen más sentido de la solidaridad
social que el que resulta de sus propias necesidades cuando piden a otros que
se las atiendan, o cuando reciben el respaldo que les induce a cometer delitos
aceptados en su pequeña comunidad. Así, a menudo vemos en los suburbios
grandes espacios abiertos y abandonados, sin servicios municipales, o bien
utilizados como tiraderos de basura, donde viven seres que trabajan eventual-
mente, sin instrucción alguna, sin ideales, de feo y sucio aspecto personal, que
se mezclan con los desperdicios materiales y no tienen controles de tipo legal
o humano, piedad, ni más norma que el propio egoísmo, dentro de la mayor
miseria. Hay otros suburbios semiurbanizados que tienen población muy hete-
rogénea, etc.
Hay, dentro de las ciudades, barrios en los cuales la policía no se atreve
a entrar en acción contra las pandillas de delincuentes que son defendidas
por todos los habitantes como coTTUtJnidad y hay también barrios en zonas
colindantes, que no tienen ningún aspecto de comunidad. Hay, en fin, otros
en que viven entremezclados sus habitantes sin . perder sus características
peculiares.
INTRODUCCJON A LA SOCJODOGIA CRIMINAL 127

La eo'I1U.IJUM,aJ es una pequeña unidad social, estable y autónoma, (como


en las aldeas o pueblecillos y ciertas colonias o secciones urbanas, grandes o
pequeñas) compleja, interdependiente y permanente. Los barrios son también
comunidades que ocupan un espacio territorial y se caracterizan porque tienen
intereses comunes, normas aceptadas en las relaciones sociales o económicas y
algunas instituciones sociales, todo sujeto a cierto grado de control de sus propios
habitante:P y en que existen facilidades para la modificación y ajuste de las
diferencias, en una solidaridad dinámica y constante.
Es ·en el barrio y en la escuela, (que frecuentemente está en el mismo)
donde se facilitan ciertas relaciones sociales promiscuas que en la delincuencia
juvenil tienen gran importancia y que se examinan habitualmente bajo la
denominación de "malas compañías". Consisten en las relaciones amistosas,
más permanentes que circunstanciales, con personas de edad aproximada, cuya.
asociación lleva a desarrollar una conducta desordenada, cínica, desvergon-
zada o atrevida. Si ·el medio familiar es suficientemente fuerte y tiene una
moral bien definida, el menor puede resistir más fácilmente los requerimentos
de otros que proceden de hogares ignorantes, de bajos ideales, perversos, vi-
ciosos o de costumbres licenciosas.
La permanencia en la calle puede ser, contra lo que se cree, inocua, siempre
que sea controlada dentro del barrio y que el medio extrafamiliar sea homo-
géneo, formado por personas de hogares organizados que sientan la comuni-
dad y vivan en ella. Pero como eso es difícil de lograr, hay diversos autores
que califican de habitualmente peligrosa la vida callejera de los menores .de
edad, particularmente porque se asocian a ellos, en los lugares más sucios y
descuidados, vagos mayores de edad que a menudo son ya consumadamente
delincuentes. Los menores hacen fácilmente amistades con desconocidos entre
los que hay algunos viciosos. A su vez los adultos, cuando son .personas sin
ideales; sin dinero y sin. ocupación fija, también aceptan fácilmente esas amis-
tades peligrosas porque resultan paliativo para sus pobrezas y sus desgracias,
aunque reviertan en el agravamiento de los problemas sufridos.
El barrio tiene una constante influencia como ejemplo, y su importancia
negativa crece cuando hay centros de vicio y toda clase de personas pululan
por él; cuando los robos son muy frecuentes, y las lesiones y los homicidios
(casi siempre producto del alcoholismo) son muy numerosos; cuando se ex-
penden y se aplican por vía hipodérmica drogas y enervantes, se ejerce y se
protege la prostitución, y la policía hace papeles deletéreos,
El ejemplo de una conducta inconveniente, da lugar a que se imite cons-
cientemente o se contagie con frecuencia. El contagio conduce involuntaria·
2 YouNc, PAU:LINE V., Métodos Científicos de lnvestJigación. Social, Instituto de In.
vestigaciones Sociales de la UNAM, México, 1960, págs. &34 y 535.
128 . : HECTOR SOL/S QUIROGA'.

mente a la misma conducta3 y por imitación se toma el ·ejemplo ajeno como


valioso, particularmente si coincide con los ideales formados o choca contra
la realidad vivida y. no querida:~ Entonces viene, tras de la mala conducta, su
continuación y .agravamiento y si bien es cierto que el ambiente extra:familiar
no puede actuar por sí mismo sobre el individuo, también lo es que ejerce
su influenciá cuando previamente ha habido desajustes personales o intrafa•
miliares que hayan preparado el terreno.
De todos modos, mucho afecta a la conducta de las personas el lugar en
que viven y la. clase de población que les rodea, pues las influencias extrafa-
miliares son mayores a medida que avanza la edad, y si falta la vida "familiar,
o es poco atractivo el hogar, el barrio toma mayor importancia. Así, si su
aspecto es agradable y confortable, CI individuo (como sucede con el hogar)
permaQece más tiempo en él; pero, si es de aspecto pobre, sucio, descuidado
y se tienen . relaciones molestas,. entonces se huye.
Si en el barrio hay centros de vicio, la familia y el individuo se habitúan
·a ellos, a tal· grado· que .Jos hijos van a buscar a sus padres y viceversa, a tales
centros. Lo mismo pasa con los centros de negocios, de educación, religiosos
y con los clubes.
34.-El ·alojamiento.-Aunque una familia bien organizada ·dentro de
sus propias posibilidades, puede vivir én nialas condiciones sin téner por ello
un estímulo fuerte que determine a sus miembros a huir del hogar, no se puede
·ser indiferente a las aspiraciones de mejoramiento y de autorrealización. ·
El hogar es, materialmente, la casa, el mobiliario, su arreglo y su aseo,
que lo hacen repulsivo o atractivo. Hay casas que no pueden llamarse hogares,
porque sienda muy elegantes y atractivas, sus miembros están ausentes o viven
en un constante disgusto. No es pues, el problema del alojamiento, algo que
pueda juzgarse aisladamente, corno tampoco los demás factores que actúan sobre
la conducta humana. "'
El hogar poco atractivo deprime al individuo y es una acusación de la in·
capacidad del jefe, para mejorarlo; ante la conciencia del adolescente es un
reproche a la incapacidad de sus padres.
Hay una. gran variedad de hogares, desde la residencia lujosa y pasando
por la no confortable pero habitable en condiciones de decencia, hasta las
casas pequeñas habitadas por demasiadas personas, y en las que existe la pro-
miscuidad intrafamiliar.. A ese nivel existen la casa y el departamento o vi-
vienda, que puede estar en diversos tipos de barrios, ricos, medianos o. pobres, Ó
la· casa enque se aloja la familia indígena con piezas sumamente grandes, y don-
13 Hace años existió una obrita eminente, ahora agotada: El Contagio Mental de P.
JUQUFJLJ.ER,
41
traducida al español, que examinaba maravillosamente este asunto. '
Ver Las Leyes de la Imitación, GABRIEL TARDE.
INTRODUCCION A LA SOCIOIJOGIA CRIMINAL 129

de caben muchas camas y otros muebles; Más abajo están las chozas cam-
pestres, construidas de adobe, madera y paja; y-la choza de los suburbios de
la ciudad, construida de materiales de desperdicio. En ellas viven familias en-
teras y a veces los visitantes que vienen del lugar de origen común.
- Existen cuatro grandes tipos de alojamiento que- se usan actualmente:
Las casas solas (de propiedad de quien las habita, o de alquiler), los departa-
mentos· y viviendas· de propiedad de quien los habita (como en los condo-
minios) o de alquiler; las ·chozas, campestres o citadinas (de propiedad d~
los ha_bitantes, o de alquiler), y los hoteles, mesones, dormitorios y albergues
públicos, siendo de alquiler los primeros dos, y pudiendo ser completamente
gratuitos los últimos. En todas las categorías existen las más diversas calida-
~es, pero los delincuentes, especialmente los defraudadores, ladrones y viciosos,
se alojan en hoteles para seguir delinquiendo.
. La habitación tiene enorme importancia porque influye en las condicio-
nes físicas y mentales de la vida familiar, sea por la calidad de la cons-
trucción, por la distribución natural de los locales o por su utilización, que
rigen el grado de higiene física o mental de que se disfrute. Del aspecto físico
.de la_ habitación depende también el confort y el agrado con que se perma-
nezca en la casa, y por tanto que se busque estar más tiempo dentro o fuera
del hogar, de lo que, a su vez, depende en cierto grado la organización fa-
miliar.
Hay personas que no tienen hogar y se alojan para dormir en los quicios
de "las puertas, en los kioskos o en las bancas de las jardines, en los mesones,
dormitorios públicos o albergues de diversas índoles. Son por lo regular per-
sonas cuyos nexos familiares son sumamente laxos o están rotos.
Salvo los hoteles, en que las cuotas permiten esperar que el individuo tenga
un cuarto separado para su uso privado, las bajísimas cuotas que se cobran
en los mesones, o la gratuidad de los albergues y dormitorios, suponen . el uso
común del .alojamiento, y por tanto la promiscuidad más espantosa en el trato
con toda clase de individuos.
La residencia inadecuada, pues, tiene sus relaciones definidas con la de-
lincuencia.
35.~Estructuras sociole.s en la delincuenci.a.-Entre los datos que tienen
una significativa importancia, según los elementos estáticos permanentes de la
delincuencia, hay dos tipos de estructuras, por decirlo así, una horizontal y
otra vertical.
Respecto de la primera, los delincuentes profesionales han marcado zonas
de actividad, en forma de no estorbarse entre sí ni hacerse la competencia,
a menos que deseen chocar. Pero, para dividirse las áreas, seccione~ o colonias
de :utJ.a ciudad, equitativamente, a menudo se encuentra el caso de que Jos de-
130 RECTOR SOL/S QUIROGA ·

lincuentes más fuertes e inteligentes, con más influencia o con más poderío,
se dediquen a explotar las zonas más ricas que a menudo son las más difíciles,
en tanto que a los más débiles, principiantes o pobres, les toquen las zonas
más fáciles y paupérrimas. En cuanto a las de igual potencialidad, al más
fuerte se le otorga una zona mayor. Así, en muchas ciudades del mundo,
cuando se ha cometido un robo, la policía busca en primer término en qué
lugar exacto, en qué cuadra o manzana se cometió el delito y a qué horas,
para saber qué delincuente fue el autor.
Respecto d.e la segunda, la vertical, hay verdadero respeto para los delin-
cuentes qÚe se destacan por su peligrosidad, por su energía, por el cumplimiento
de su palabra (lo que es muy raro), por su influencia en las esferas oficiales,
por su riqueza (especialmente entre los pandilleros), o por su inteligencia
para planear con éxito cada caso. Eso establece, dentro de cada zona, cierta
jerarquía en la cual todo delincuente de la misma rama de actividades muy
conexas, respeta al jefe y a sus dependientes. ·
Esto no se observa entre los ocasionales, pero en la delincuencia política
aparece igual tipo de organización, aunque con un sentido más amplio e idea-
lista que busca no el beneficio personal estricto, sino altruista, nacional o
~statal.

Entre los delincuentes profesionales es considerado el delito como natural


y no reprobable; como una forma de ganarse la vida que será más productiva
cuanto más afinada y hábil sea la técnica delictuosa. Como toda ocupación
está expuesta a peligros: que los rivales ataquen o invadan esferas, que la poli-
cía aprehenda, que sea procesado y puesto en prisión (vacación forzada que
puede aprovecharse útilmente con el contacto de los maestros) , que la policía
se proponga explotar al delincuente recién salido de la cárcel; que tal explo-
tación se haga cuando ya está trabajando honradamente y aliado de su familia,
pues en ese caso ella sirve de pretexto para facilitar las extorsiones; que los
criminales pertenecientes a la policía, se conviertan en jefes de los ajenos a
ella, para fines económicos o para actos concretos: robos protegidos, homi-
cidios, etc.
Los criminales deben escoger, como en todas las ocupaciones profesionales,
su propia actividad, y se observan cambios de actividad, posiblemente con
igual frecuencia que en otros aspectos de la vida.
Por otra parte, si la criminalidad pertenecía hasta hace poco, sólo a los
más bajos estratos sociales, hace ya algunos lustros que, tras de la delincuen-
cia juvenil de las clases medias y acomodadas, se viene observando la crimi-
nalidad adulta de las mismas clases. En muchos países se observa también
que este tipo de criminales se ostentan como empleados públicos, la mayoría
INTRODUCCION A LA SOCIOWGIA CRIMINAL .131

de las veces siéndolo en la realidad, y cometen sus hechos utilizando la fuex:za


autoritaria o política de ellos. También sus familiares suelen cometer delitos
bajo su amparo.
En tanto que los criminales en general tienen el peligro de entrar en la
cárcel, los que están enclavados en puestos gubernamentales, los parientes de
los políticos, y los económicamente poderosos, rara vez entran a ella. Los
delincuentes políticos, por rebelión, asonada o motín, también quedan com-
prendidos si pertenecen a la, familia de algún alto colaborador gubernamental.
Los criminales de clases medias y acomodadas no son frecuentemente reinci-
dentes, a menos que cuenten con la simpatía o la complicidad de los funcio-
narios.
Donde se encuentra una mejor caracterización de las estructuras sociales
entre los delincuentes, es en las pandillas y asociaciones delictuosas cons~itui·
das por profesionales. Es un hecho que las pandillas o gangs están más
extendidos en los países menos i~dividualistas y más desarrollados, porque
en los demás es raro que los subordinados tengan toda la disciplina que requiere
un peligroso traba jo de equipo, en que el fracaso significa la cárcel o la
pena de muerte.
En los pueblos que no están muy desarrollados, las pandillas, después eJe
cometer un delito, se disuelven en dificultades sin fin y nunca llegan a ser
muy amplias. Si son permanentes, ello se debe más a la cohesión entre dos o
tres individuos, de los cuales son instrumentos circunstanciales varios más.
A medida que es mayor una pandilla parece ser más necesaria la intervención
de reglas sobre los derel¡!hos y obligaciones de cada quien, como sucede entre
los carteristas, los traficantes de drogas, los tratantes en blancas y los juga-
dores. Salvando los primeros, contra los demás no han podido luchar eficaz-
mente los gobiernos, porque tienen mucho dinero, actúan muy organizadamente,
no cometen indiscreciones, se reparten bie:1 las utilidades, eliminan mediante
la muerté al que traiciona, o castigan duramente al que falla. Además emplean
mucha gente inocente a quien manejan por simpatía o mediante muy bajas
remuneraciones: entre ellos a ciertos campesinos, señoras respetables y senti-
mentales, monjas y otros buenazos.
La criminalidad permanentemente organizada casi siempre tiene por fi-
nes exclusivos la adquisición de bienes materiales o de poderío político.
En la delincuencia juvenil y en la primitiva, la pandilla lleva otros fines:
violar mujeres, vengarse de alguien y también fugarse d6l reclusorio o robar.
En general los delincuentes, en grupos o aislados, tienen especiaies formas
de vivir y de expresarse. Su lenguaje sirve para no ser entendido por los oídos
indiscretos, y cuentan con reglas de moral y de derecho, respeto a sus tradi-
ciones y costumbres, y modernas técnicas de lucha contra las personas. Por
-132 RECTOR SOL/S QUIROGA

-ejemplo, en las casas de fuego todo se mueve contando con señales y aparatos
·eléctricos.
Entre los delincuentes hay algunos no reconocidos como tales y no perse-
.guidos, como pasa con. el miembro de una sociedad a:riómina que éomefe frau-
des en la calidad de las construcciones o de los servicios, o en la· emisión de
·:acciones; también el político que manda matar a sus enemigos.
En cuanto a categorías profesionales, los asaltantes de bancos se consi-
·deian superiores a los de casas particulares, dice Lindesmith ; 0 é-stos a los car-
·teristas y ellos a los embaucadores. Por otra parte, los ladrones desprecian
a los asesinos y éstos- a los primeros, pero todos hacen causa común contra
un "chiva", esto es decir, un denunciante, o ante el peligro que representa la
policía.
. 36.-Movilidad soczlal.-Entre los delincuentes existen ios dos tipos de mo-
vilidad social: la horizontal y la vertical. Entendemos por movilidad social,
en el sentido horizontal, con Fairchild,6 el movimiento de individuos o grupos,
de una posición a otra dentro del mismo estrato social, de un tipo de ocupación
criminal a otro de la misma categoría. También la difusión de ciertas cos-
tumbres, lenguajes o moralidad criminales de una región, país o provincia,
a otra, siempre dentro del mismo estrato.
La movilidad se puede desarrollar pasando de la ejecución de un delito
a otro de la misma categoría, por ejemplo, de guardaespaldas o pistolero, a
-asaltante o espía de una banda. También acontece cuando los delincuentes
de una ciudad provinciana adoptan las costumbres, el lenguaje, la moralidad de
otra provincia, de la capital, o de los delincuentes de otro país, aunque, al ad-
·quirir más refinados elementos, frecuentemente se presenta, al mismo tiempo,
cierto tipo de movilidad vertical.
Entendemos por movilidad vertical el movimiento de individuos o de gru-
pos de un estrato criminal a otro, sea ascendiendo o descendiendo en jerarquía
o en clase social, y también la difusión de culturas, conocimientos, costumbres,
lenguaje, etc., de un estrato criminal a otro.
Existe entr.e ios delincuentes cierta movilidad vertical, c~ando de miem-
bros de una banda o gang, .se elevan a directores o jefes del p~opio gamg; o
cuando de 1~ comisión de un delito considerado de baja catego:cia o sencillo,
se elevan a la comisión de otro más difícil, vgr.: un carterista se eleva a asal-
tante de residencias; en la viceversa se trata de movilidad descendente. ·Existe
también movilidad vertical, cuando las costumbres, el lenguaje, la moralidad
de un estrato social pasa a otro, por ejemplo, cuando el bajo lenguaje de los
5 VEDDER, KoENIC y ÜLARK, Criminology, The Dryden Press, New York, 1955. Ver
Capítulo sobre el ''Crimen Organizado", pá~~:. 370 y ss.
il FAIRCHU.D, Dictionáry of Sociology, Philosophical Library, New York, 1944.
I.NTRODUCCION A· LA SOCIOIJOGfA CRIMINAL . 133

delincuentes, después de tener una movijidad horizontal·.-a}. coJ)lunicarse a los


familiares, se comunica a los compañeros de escuela, se vulgáriza, y luego pasa
a los profesores y de allí a otras .clases sociales. Así, dama& -resp~tables· usan
ahora el lenguaje de los delincuentes de hace algún tiempo. 7 _
A su vez, la rígida moral y disciplina de las clases elev11das en el trabajo
y de los trabajadores más destacados, se comunican a las bandas .cuyos ;miem•.
bros no se pueden permitir transgresiones al derecho de propiedad, pues ne-
cesitan entre sí la misma seguridad y la misma fidelidad que entre los traba·
jadores más calificados. Eso demuestra .una movilidad vertical d~scendente, en
que han adquirido los criminales ciertas costumbres de otros estratos sociales,
31.-Formación profesional.-Con lo expresado en los primeros capítulos
de esta obra se hace lógico suponer que todas las deficiencias, insuficien_cias,
minusvalías, etc., que hacen víctima al individuo, sea dentro del seno familiar
como acontece en la mayoría de los casos, en el seno social' o en el ocupacional,
tienen influencia en la formación de un delincuente. Esta influencia es de
mayor importancia cuando se desarrolla en el medio familiar que cuando es
exterior; es más importante cuando viene de los progenitores que de otro
miembro de la familia; es más trascendente cuanto más temprana y prolonga-
da sea y, si son los propios padres quienes amorosamente enseñan al hijo a
llevar a cabo conductas delictivas, no hay posibilidad alguna de cambiar su
trayectoria. Por tanto, es menor la misma influenCia cuando no es amorosa,
cuando no es durante la infancia, y cuando no procede de los familiares ni de
los amigos. El individuo puede someterse a las exigencias de una banda de ex-
traños· delincuentes y cometer delitos para salvar su propia vida, pero ello no
lo convierte legal ni socialmente en delincuente. En cambio, cuando obedec·e de
buen grado y con cariño a quien le indica que debe delinquir, es difícil res-
catarl-e.
Por eso es tan importante, apenas !;ie descubra el caso, separar a los hijos
de sus padres cuando éstos son delincuentes, viciosos, prostitutas o vagos, para
interrumpir la influencia nefasta y firme.
Hay, como se ha dicho múltiples veces en los periódicos, padres que en-
señan a sus hijos a robar y a burlar a las autoridades mediante un constante,
severo y fino entrenamiento. En cambio, para que un menor de edad reciba
con eficacia las lecciones que un extraño le da, se hace necesario que el miedo
sea tan grande como para superar las resistencias que una sana y fuerte moral
familiar haya dejado, o que se ejerza coacción a muy temprana edad para cam-
biar totalmente la trayectoria del sujeto. Por fortuna es muy difícil sustituir el
7 En la Penitenciaría de México se usaban los términos: ''apantallar", por deslum-
brar o impresionar; "chivearse", por inhibirse o volverse tímido; y ahora ya lo usan las
damas de buenas familias.
134 RECTOR SOLIS QUIROGA

calor del .amor hogareño que es el que más puede imprimir dirección esencial
en la vida, y son una notoria minoría los hogares que enseñan a delinquir; menos
aún son los que se v.en respaldados por la fuerza de un amor sincero y auténtico.
38.-Educación.-La educación formativa fundamental es dada por los
p~d~es de familia. La escuela viene ~ complementar la formación y, cuando
no se asiste a ella, es la vida práctica la que hace sus funciones. En todo caso
tras de una viene la otra, por lo que los delincuentes son producto de la socie-
dad en que viven.
Muchos de los criminales, los más miserables y desvalidos, nunca con-
currieron a la escuela; muchos otros sólo hicieron parte de su primaria, lo que
se explica por múltiples factores entre los cuales se cuenta la fuerte incidencia
de la debilidad mental entre los delincuentes; algunos más estudiaron su prima·
ria o su secundaria, Y. pocos son los que han terminado su profesional.
En cuanto a entrenamiento productivo, muchos son los que no tienen
conocimieri.tos definidos de oficio u ocupación, otros son trabajadores medio-
cres, pocos son semicalificados y muy pocos son calificados.
En todo caso es válido afirmar que habiendo introyect~do todo individuo
el patrón cultural de su medio generador, con el cual como regla general
se identifica, es la educación de su familia, de la casa de cuna o del internado
·en que se pasó la más tierna infancia, el que ·Se realiza en la vida diaria. Las
muchas fallas que tiene la familia moderna hacen que los niños comporten
tina serie grave de frustraciones y que cada individuo realice lo que previa-
mente ha visto realizar, como la cosa más natural: es decir, la manera de vivir,
la forma de cum'Plir la propia palabra, la forma de presentarse, la constancia
en los diversos actos, ·la reacción ante determinadas relaciones sociales, etc., etc.
La educación que hayan recibido los delincuentes tiene una profunda re·
lación con su peligrosidad, es decir, con la posibilidad de reiteración criminal,
pues los que han crecido en un medio de vicio o de criminalidad lo t~man como
cosa normal, y aunque lo repruebe la sociedad ellos lo seguirán ejecutando,
empleando para ello todos los medios posibles, y como pocas' escuelas impar·
ten educación que regule las relaciones del educando con otras personas, la
serie de conocimientos técnicos y científicos es utilizada para perfeccionar sus
criminales actividades. Así, ha habido notables falsificadores de moneda, ma-
ravillosos artistas, miniaturistas internacionalmente conocidos; otros que han
empleado sus conocimientos adquiridos en tiempos de guerras, sobre camuflage,
para .eludir la acción de la maquinaria policíaca y judicial; algunos más em·
plean sus conocimientos sobre derecho, para defraudar legalmente al prójimo,
o los de medicina para cometer sus delitos contra las personas, impunemente.
INTRODUCCION A LA SOCIOIJOGIA CRIMINAL 135
Cuando muy escasos delincuentes alcanzaron a terminar sus estudios su-
periores, cobra excepcional importancia la educación primaria ·o secundaria~
que se imparte en escuelas particulares u oficiales, religiosas o laicas.
La desorganización de las escuelas tiene la negativa importancia de conver-
tir al educando en indisciplinado enemigo, sobre todo si cuenta con maestros
impreparados. En algunos países las escuelas oficiales son más desorganizadas
y tienen escasos medios de educación. En las particulares, de paga, parece
que la educación puede ser- mejor por la mayor potenci~idad económica de
los padres de sus alumnos, pero cuando son insatisfactorias o desorientadas, re-
sulta más peligroso su papel en el educando que se pervierte. Este será más
refinado y can más probabilidades de éxito en sus delitos, que los reincidentes
de las clases desheredadas.
De lo dicho resulta que cúando los profesionistas cometen delitos, rara
vez puede perseguírseles, porque siempre encúentran la justificación suficiente
de su conducta o rara vez se reúnen los elementos conceptuales de ellos.
39.-Moralidad.-Es bien sabido que a medida que se transforman las
c9ndiciones generales de la vida se modifica el juicio y la interpretación de
ciertos actos ante la experiencia social. También se modifican según la edad
y el grado de educación. Cada época y cada lugar tienen su propia moralidad,
y se consideran delitos ciertos tipos de conducta, según su trascendencia so-
cial. Pero por ahora sólo nos interesa el aspecto concreto de la moralidad en·
los delincuentes y sus familiares, que ha sido considerada habitualmente .como
muy baja.
Existen una serie de modos de lucha por la vida que han sido calificados
de inmorales, sin ser delictuosos. Muchos de ellos ):¡an sido realizados por ·
personas que después llegan a cometer delitos, lo que sólo es atribuible al he-
cho de que, acostumbrada una persona a disculpar en sus actos ciertos modos
que los demás reprueban, :rpás tarde transita gradual y progresivamente hasta
los delitos, sin que haya alarma personal o freno notable.
Visto como no inmoral algún acto que otros rechazan, es menor la dis·
tancia hacia cosll$ peores. Por eso parecería que en países de bajas condiciones
de moral general, es mayor la delincuencia, pero se presenta también el fe-
nómeno contrario: en países de una gran rigidez moral, se establece una dis-
tancia insalvable entre la vida de la sociedad y la de los delincuentes, lo que
dificulta la rehabilitación social de éstos y les deja como único camino el del
perfeccionamiento en la delincuencia, cuando ya deban gozar legalmente de
su libertad.
Se dice que los delincuentes son inadaptados sociales, pero dentro de la
gama enorme de inadaptaciones que absolutamente todos los miembros de una
sociedad sufren, existe la de los para-sociales y los anti-sociales o delincuentes.
136 RECTOR SOL/S QU/ROGA

Es indudable que el número de personas que infringen la moral social


de un grupo cualquiera, es mucho mayor de las que cometen delitos propia-
mente dichos. La vida inmoral es la· frontera con la malvivencia: vicio, pros-
titución, vagancia, explotación de otros, etc., y ambas están en los límites
de la delincuencia.
Sin embargo, como no hay límites tajantes, es frecuente que los delin-
cuentes tengan ciertos aspectos de moralidad que causan sorpresa por su ri-
gidez o por el contraste que hacen con su conducta, en tanto que podemos ver
personas de "alta -moral" que ejecutan actos paradójicos de inmoralidad o de
egoísmo.
José lngenieros8 las llama personas "de inmoralidad incompleta, larvada,
accidental o alternante" que viven en una zona intermedia entre el delito y la
moralidad. Son el hipócrita, el servil, ·el vicioso, el vago, el irresponsable, el
fanático, etc., que corresponde~ muchas veces a los psicópatas, psicóticos, ·m;:uró-
patas y neuróticos de la Psicología, muchas veces por incapacidad hereditaria
de adaptación a las exigencias de su época.
Pero los delincuentes no están desprovistos totalmente de moralidad, sino
por excepción. Prueba de ello es que los asesinos y los ladrones se denostim
mutuamente, despreciándose por su baja moralidad.
El mismo Ingenieros9 divide a los delincuentes por anomalías morales en
congénitos y adquiridos, y a los ocasionales los llama "transitorios" lo que
indica su preocupación por saber hasta qué grado sería posible rehabilitados.
40.-Religiosidad.-En los delincuent~s no pueden observarse diferencias
notables entre la religiosidad, la idolatría,. el fanatismo y la superstición, sino
por excepción.
Vemos unidos repetidas veces estos conceptos bajo el rubro general de
religión, pues identifican en sus prácticas todo ello.
Los delincuentes participan, como es lógico, de la religiosidad normal del
medio en que viven. Por tanto, serán de una religión u otra, y practicarán las
modalidades, rectas o desviadas, de su propio ambiente. A menudo conceptúan
su propio delito como algo que tuvieron que realizar dadas las circunstancias,
señalando a Dios como alguien que los indujo a actuar y cuya voluntad cum-
plieron. Por otra parte, los profesionales piden protección a Dios para poder
cometer con éxito sus delitos. Pero, en general se observa que hay una mayor
"religiosidad" entre los delincuentes más incultos, y mucho menor entre los
más avanzados.
Ante el sentimiento religioso y la división de las religiones, los estableci-
8 JosÉ INGENIEROS, Criminología, Editor Daniel Jorro, Madrid 1913.
9 Op. cit., pág. 131 y ss. '
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 137

mieritos de reclusión ·han establecido capillas que permitan la ·práctica de los


servicios religiosos. En alguno"s una misma capilla sirve para las dive~sas re·
ligiones, cuyos sacerdotes la utilizan a diferentes horas. En otros, cada religión
tiene ·su. ,capilla especial. Por lo regular, la principal o la única .capilla se
establece para el culto de la religión predominante, y los reclusos concurren
libremente a ella.
Generalmente los estab~ecimientos de reclusión pertenecen al Estado y son
administrados por él, pero en los países en que se· concede un papel prepon-
derante a la religión como freno .contra la delincuencia, hay establecimientos
de reclusión, particularmente para menores, que no sólo cuentan con servicios
espirituales, sino que son dirigidos por religiosos, y cuya vida transcurre, mo-
mento a momento, dentro de ·esas prácticas. Así hay órdenes (Don Bosco,
Lasalle, Trinitarias y Buen Pastor) que se ha especializado en atender casos
problema, entre los que están los delincuentes. Ellas atienden reclusorios de
diversas índoles e importancias.
Contrariando este papel frenador de la delincuencia, ha habidó casos muy
señalados de delitos en que podría decirse que hubo móvil religioso: el asesi-
nato del Presidente electo de lVI;éxico, Alvaro Obregón, que se atribuyó al pro-
fundo sentimiento religioso de José de León Toral y en que pudo confirmarse
que el clero no era ajeno, según las implicaciones de sacerdotes ·y monjas; con
otra amplitud, la rebelión de los "cristeros'' (católicos) contra el Gobiam.o
Federal de México; en el ámbito internacional ha habido contubernios po-
líticos en. que ha participado el clero para derrocar gobiernos; y so pretexto de
cristianismÓ se organizaron matanzas de judíos y heréticos.
En otro sentido tiene interés también el caso de personas que después
de cumplir una promesa o "manda", inmediatamente matan a su enemigo,
raptan a la novia, o cometen otros delitos.
Don Constancia Bernaldo de Quirósl- 0 habla de las sectas religiosas que
degeneran en manifestaciones criminales; entre ellas de los -Thugs de la India,
adoradores de la Diosa Kali que en su homenaje estrangulan a sus semejantes
en los caminos más solitarios, según la historia de. siglos.
La religiosidad entre los delincuentes es generalmente algo muy débil,
pues dirigen sus rezos solamente a imágenes pictóricas o esculpidas determi-
nadas, y no a otras más de la misma figura o advocación, pensando que. aque-
llas son más milagrosas. Otros piensan que tienen siempre el apoyo del santo
patrono de su actividad; así se dice que San Dimas es el patrono de los ladro-
nes, o María Magdalena de las prostitutas.
lO CoNSTANCIO BERNALDO DE QUIRÓS, Criminología, Editorial Cajica, Puebla, México,
1948, pág. 187 y ss.
138 RECTOR SOL/S QUIROGA

Algunos presos llenan sus celdas de imágenes de santos; y otros "castigan"


a un "santo" poniéndolo de cabeza o encerrándolo, hasta que les conceda
salir en libertad.
41.-Economía.-Es muy conocida su acción y mucho se ha escrito al
respecto, por lo que resulta inconveniente repetir conceptos ya conocidos. He-
mos dicho que la mayoría de los delincuentes proceden, por lo general, de las
clases más pobres. En tanto que la miseria significa la carencia de lo indis-
pensable, la pobreza significa carecer de lo necesario. La miseria, por el pro-
blema diario y siempre urgente de conseguir el alimento, la ropa y la vivienda,
no permite tener la mente libre para superar otras dificultades o para pensar
en proyectar largas trayectorias de años. La eterna secuencia de la resolución
del problema inmediato: el siguiente alimento, no permite el lujo de concurrir
a la escuela, o iniciar el largo aprendizaje de una actividad que al cabo de
meses o de años ha de producir un ingreso seguro e importante, lo que causa
anclarse siempre en el mismo nivel social o en otro más bajo.
Los miserables, para resolver ·sus problemas inmediatos, se dedican a ocu-
paciones que requieren muy poca o ninguna inversión de dinero y que, me-
diante un esfuerzo que resulta incluso placentero, producirán una corta ga·
nancia, suficiente de momento. Así pasa con los limpiabotas, vendedores de
periódicos, cargadores de canastas, vendedores de chicles o de billetes de ló·
tería. En esos trabajos no se requiere ninguna disciplina: no debe forzosa-
mente permanecerse en el mismo lugar, no se tienen horarios de trabajo ni
formas técnicas unitarias de ejecutarlo, no se tienen jefes que den su parecer,
y en cambio se vaga, se fija cada quien su propio ritmo de trabajo, y se di-
vierte el individuo' al recibir los más diversos impactos de la vía 'pública.
Los menores que han ·sido mimados, también carecen de disciplina: van
a la escuela o no, según su propio parecer, llegan temprano o tarde, no tienen
ritmo de trabajo, desobedecen órdenes y no reconocen jefes o padres de fa-
milia, niles interesa cumplir con el deber. Ambos tipos son candidatos seguros
a la delincuencia.
Otro aspecto del factor económico en la conducta desviada, es el del éxodo
que de jóvenes se observa del campo a la ciudad, pues, sin haber concurrido
a la escuela o habiéndola iniciado solamente, buscan trabajo, encontrándolo
en las bajas categorías, con ganancias que se imaginan grandes, pero con gastos
que resultan mayores. En este conflicto surge la delincuencia.
CAPITULO 11

OTROS FACTORES SOCIALES

42.-Estrulo civil. 43.-Abandouo. 44.-lgnora.ncia. 45.-


Aglomeración y dispersión. 46.-Compasición de la po·
blación. 47.- Ocupación. 48.-/mpreparación para el
trabajo. 49.-lndu.strialización. 50.-Alimentación. 51.-
lnsuficiencias. 52.-Raza. 53.-Lengua. 54.-Clase social.
55.-Centros de diversión y de vicio. 56.-Los mercrulos.
57.-El ambiente general.

42.-E.stadO civil.-El estado civil parecería que no tiene importancia al-


guna en la delincuencia, pero, observando los prejuicios que privan en una
determinada sociedad, aunque las estadísticas dejen nebulosamente el problema
de la composición fa~iliar al respecto y el de la ilegalidad, no faltan efectos
de aislamiento procedentes de quienes consideran su situación regularizada,
contra quienes viven en una forma "irregular". Para ello tiene importancia la
moral de las clases dominantes, sobre las inmediatas inferiores en las que
ejercen influencia y de éstas en las subsiguientes; y, si bien es cierto que la
influencia es indirecta, también lo es que contribuye a dar por aprobada una
forma específica d.e conducta· general, que influye en los tipos éspeciales del
comportamiento individual. ·
Dentro de la clasificación de los estados civiles se .esconden problemáticas
económicas, sexuales, de composición familiar, de relación social, etc., suma·
mente propicias para que cada quien tenga su experiencia propia; sus criterios
y aun sus prejuicios, que abonan una dinámica muy complejá con manifesta·
ciones en la delincuencia. Así surgen delitos sexuales, o de otros tipos, en
razón del estado civil del delincuente o de sus efectos en las relaciones fami-
liares o sociales.
Son estados civiles habitualmente reconocidos los de: soltero, casado, di-
140 RECTOR SOL/S QUIROGA

vorciado o viudo. Además existen algunas situaciones similares a las del ca-
sado que, con las más diversas gradaciones, caben bajo el rubro de "ama-
siato".
Cambia la dinámica social en cada uno de ellos y produce estados de equi-
librio o desequilibrio que actúan en 'el individuo obedeciendo a las regulari-
dades o leyes a que nos hemos referido con anterioridad, en el Capítulo I de
la Segunda Parte, pero se complica extraordinariamente cuando en un país
existen matrimonios civiles y religiosos (cualquiera que sea su validez oficial
o la del divorcio, si existe) .
No tiene especial significación la soltería 'de los niños, que en condiciones
normales dependen de sus padres o parientes. mayores de edad. Los muy jó-
vene3 son generalmente solteros, y los viejos son viudos. Las personas maduras,
usualmente son casadas.
Para darse .u~a idea de la dinámica gen~ral tan complicada, que a me-
nudo da lugar a hechos delictuosos, basta considerar las complicaciones mora-
les, biológicas, ~ociales o religiosas .que el . soltero, adolescente o adulto, debe
pasar para te~er satisfacción sexual o para no tenerla, comenzando con los
criterios sociales sobre la libertad sexual del varón o de la mujer, pues se
disculpan los excesos del varón y se condena la más ligera falla de la mujer:
Si el varón tiene relaciones sexuales con prostitutas, con sus amigas o novias,
con las sirvientas o con mujeres comprometidas (unidas en matrimonio o en
amasiato), casi se le disculpa de todos los efectos graves que ha producido en
la mujer y en su medio ambiente familiar o social. Pero la mujer, preparada
o impreparada, debe soportar las acusaciones y los rechazos, el abandono y la
prostitución.
La sociedad reconoce que viven regularmente quienes conviven y satisfa-
cen sus problemas sexuales dentro del matrimonio. Se considera vitalicio el
matrimonio religioso aunque haya separación permanente, adulterio, o divor-
cio civil y se calificará de ilícito el amor que venga después con otra persona,
aunque sea dentro de las leyes civiles.
El matrimonio civil no se considera vitalicio ni válido bajo un criterio
religioso, y se agrava el caso cuando hay leyes que permiten el divorcio. Casi
siempre bajo ese criterio se le considera como una forma de amasiato.
Es una forma más aceptada en muchos países, la de contraer las dos formas
de matrimonio, lo que crea una insegura ambivalencia: se está y no se está
casado o divorciado.
El estado civil del divorciado existe en muchos países modernos. Para
legislar sobre este asunto casi siempre se toman en consideración los intereses
de los cónyuges .en primero o en único lugar. Rara vez se encara el asumo
tomando en cuenta los intereses de los demás familiares, que son los más pro-
LNTRODUCCION ·A LA SOCIODOGIA' CRIMINAL 141

·fundamente afectados, psicológica: y socialmente. La :r.eacción social frente .a


los divorciados es de rechazo, más para la mujer que para el varón, cualquiera
que sea la conducta posterior. Frecuentemente se afirma que un importante
sector de la delincuencia juvenil procede de los hogares de padres divorciados,
pero la realidad es que los hogares disueltos (por muerte, separación o divor-
cio de los padres), cualquiera que sea el tipo de unión existente antes, son los
que dan un importante aporte a la delincuencia juvenil. ·
El estado civil de viudo parece no tenér una gran importancia en la de·
·lincuencia en muchos lugares del mundo; Sü.n embargo; en Estados Unidos hay
una mayor delinc·uencia entre los solteros, los divorciados y los viudos que
eñ'tre los casados, según afirma Hans Von Hentig1 quien presenta ·'estadísticas
de las que resulta que los divorciados de atnbos sexos, cometen más delitos
que los solteros, los viudos y los casados; que los solteros les siguen en cate-
goría, luego los viudos y los casados son lo que menos delitos cometen. Los
·pocos varones casados que han cometido delitos, ejecutaron robos y fraudes,
y las pocas casadas que han cometido delitos, ejecutaron lesiones graves, frau-
des y delitos sexuales.
Entre las mujeres se presenta muy frecuentemente el caso de la inadre sol-
tera, que actualmente aqueja al mundo extraordinariamente. En la realidad no
se trata sólo de madres solteras (puesto que las que viven en amasiato y tienen
hijos, también lo son), sino de las que están además, abandonadas. Este pro·
blema de las madres solteras y abandonadas, tiene algún parecido, en los re·
sultados, con el de las· madres casadas y abandonadas, pero como el factor
predominante es el abandono, lo trataremos más adelante.
Von Hentig señala que la mayor parte de los hijos ilegítimos son primo·
génitos, lo que acontece 'en el 90% de los casos y en 'el 85% son hijos únicos.
El amasiato se puede .presentar estando sus actores casados (en cuyo caso
se combina con el adulterio) , solteros, viudos o divorciados. También existe
el caso de que se tengan varios amasiatos al mismo tiempo. Es más frecuente el
caso de que los amantes se reunan sólo ocasionalmente, que el de que vivan per~
rnanentemente juntos. Cuando hay hijos y viven sus padres separados, pasan
mayores dificultades de todo tipo emocional que cuando viven juntos. En este
caso pueden llegar a considerarse socialmente como hijos legítimos y ser acep·
tados como tales. Es de resultados más deletéreos la situación de vivir juntos
al principio y más tarde ausentarse uno de los padres, porque causa muy
graves frustraciones emocionales que dan lugar más tarde á hostilidad dirigida
·a ambos progenitores, sea directa o indirecta. En algun<>s países sajones se
considera el amasiato como matrimonio "Common Law", y tan normal y
1 VoN HENTIG HANS, Criminología, Editorial Atalaya, Buenos Aires, 1948, pág. 322
'Y ss.
142 RECTOR SOL/S QUIROGA

válido como el civil y el religioso. En algunos otros países, la ley considera


a la amante y los hijos con derechos derivados· de esa relación, cuando los pa-
dres estén libres de matrimonio. Ello da lugar a situaciones jurídicas por
demás interesantes, ya que surgen varias amantes e hijos de ellas, que se
disputan la primacía de su derecho.
De la diversidad de situaciones a las que se da lugar con las relaciones
amorosas, intra o extrafamiliares, surgen los hijos legítimos o ilegítimos. Por
fortuna hay países en que esto no tiene demasiada importancia en la vida so-
cial (aunque no deje de tenerla), pero hay otros; en cambio, en que llega a
tenerla tan grande, que significa cerrar las posibilidades de mejoramiento
del individuo en su comunidad. Entre los ·negros y los indios parece tener
muy poca importancia la ilegitimidad como causa de una conducta desviada
o indeseable, pero en los demás surge una variada gama de resultantes, desde
el simple vacío social hasta la persecución delictuosa.
Una familia puede llevar una vida normal si está unida permanentemente
bajo las normas de la moralidad del ambiente en que vive, y con la tolerancia
y la cooperación necesarias bajo el sentimiento del amor, independientemente
de las formas que se hayan seguido para constituir la familia. Estas formas
no carecen de importancia, pero no la tienen esencial cuando hay el conoci·
miento profundo y sentido de lo que significa la familia. Esto implica a su
vez un grado de preparación para el matrimonio, que generalmente no existe.
Sociológicamente es importante el caso de niños que han tenido "padres"
sucesivos. Se trata de casos de madres solteras o casadas que, al ser abando-
nadas definitivamente por el primer marido, se unen una vez más con intencio-
nes de permanencia, e incluso imponen a sus hijos el apellido dt;!l actual padras-
tro, provocando el cambio de apellido en los registros escolares, lo que acon·
tece varias veces seguidas.
Otro es el caso en que uno de los padres abandona al otro y éste toma un
amante, a quien a su vez abandona, dejándole los hijos del anterior; al tomar
el abandonado una nueva mujer, atienden a sus hijos y a los que recibieron, pero
luego la abandona con todos; ella a su vez s·e une a otro amante y luego lo
abandona con los hijos de todos los anteriores. Los hijos se sienten hermanos,
aunque no lo sean o siéndolo a medias.
También suele suceder que un solo hombre viva en la misma casa con di-
versas mujeres: o una mujer con varios hombres en iguales condiciones. Los
hijos de todos están juntos, porque tienen una madre o un padre comunes.
43.-Abandono.-Este hecho tiene múltiples factores y formas, causando
graves impactos en los sujetos pasivos. Entre los factores del abandono pueden
señalarse el desajuste emocional de los cónyuges, derivado de la incoll}prensión
de sus funciones en el matrimonio; de la excesiva juventud de los padres,
INTRODUCCION A LA SOCIOIJOGIA CRIMINAL 143
su impreparación económica, la falta de educación sexual en el caso de la
madre soltera, etc. Cada tipo de abandono tiene su propia causalidad más o
menos complicada, pero se combinan en una u otra forma los principales fac·
tores mencionados.
El abandono se presenta en diversas formas y situaciones: por la muerte
de uno de los conyuges; porque el padre o la madre llegan a dormir después
de una ausencia de todo el día (sólo se cuenta con ellos en graves emergen·
cias); porque el padre o la madre salen de la ciudad a trabajar a otra parte;
porque los padres salen a pasear juntos haciendo un viaje más o menos largo
sin llevar a los hijos; porque el hijo cumplió trece o catorce años de edad y
se le manda lejos del hogar a que haga su vida, aunque se le paguen sus
gastos de sostenimiento; porque el niño desde muy pequeño es enviado a tra·
bajar, a menudo en la vía pública o en trabajos inconvenientes moralmente,
insalubres o peligrosos; por la separación o el divorcio.
Otro es el caso en que sólo uno de los padres ha vivido siempre con los
hijos (a menudo se trata de la madre solamente), y ese único se ve obligado a
trabajar dejando durante algún tiempo al hijo para conseguir lo indispensable,
aun mediante el ejercicio delictivo o la prostitución; o bien a dejarlo abandonado
lejos de sí, para que sea recogido o él se maneje solo para obtener su subsis·
tencia y para autoeducarse. · ·
El problema más extendido es el de la madre soltera. Sus causas son muy
complejas, pero, se debe principalmente a la falta de educación sexual, a la
excesiva juventud y a la falta de apoyo familiar oportuno. Cuando la joven
ya está embarazada es abandonada por el varón y. por sus propios familiares;
es &rrojada del hogar sin medios para subsistir y debe buscarlos a pesar de
no estar preparada para ello, debiendo conformarse con servir en ocupaciones
no calificadas y mal remuneradas. Cuando nace el niño, la madre se ve obli·
gada a buscar trabajo donde la admitan con el hijo, cosa que a menudo se le
niega. La inseguridad económica, unida a la inseguridad moral de la mujer
abandonada, la conduce a buscar cualquier tipo de asidero: un hombre que
desee vivir con ella y con su hijo; un individuo que a cambio de relaciones
sexuales ocasionales le regale algún dinero u objetos valiosos; más tarde, la
prostitución. . .
En el caso de la madre soltera, cuya familia no la abandonó, el conflicto
surge cuando el niño asiste a la escuela: se le interroga sobre su apellido, des·
pués vienen otras preguntas indiscretas y mal intencionadas, luego las· burletas
y el vacío social. Sus consecue:ri.cias f~miliares producen frustraciones emocio·
nales que podrán provocar la angustia, la ansiedad, la agresividad y la con·
ducta delictiva.
144 RECTOR SOL/S QUIROGA

Existe el abandono como realidad desde la más tierna infancia hasta la


-más avanzada vejez, sólo que en los casos extremos y en otros más, es integral.
En algu:t:~os es sólo abandono moral causado por la desintegración de la fa-
milia, cuando no hax problemas económicos porque se subsanan con la casa, el
alimento y el vestido.
Para remediar los casos de abandono, cualesquiera que sean las causas,
existen Casas de Cuna," Orfanatorios (donde frecuentemente van niños no huér-
fanos, hijos ilegítimos de personas poderosas), Casas Hogares y Asilos de An-
-cianos. Además, para diversos tipos de enfermos, hay otros asilos. Quienes
son protegidos por los asilos viven en un ambiente artificial, haciendo vida in-
tima con personas ajenas; el personal frecuentemente es impreparado, pero
aunque sea muy técnico, a menudo es frío e indiferente; en ocasiones es, ade-
más explotador o flojo; aún peor es, cuando resulta agresivo. Si los internos
deben adiestrarse en una ocupación, todo se' hace bajo un régimen de obe-
diencia automática, de pasividad, que no corresponde a la iniciativa con que
habitualmente debe trabajarse afuera de esos establecimientos. No existe ahí
vida privada y se tiende a "obtener todo por la sumisión, como en una dicta-
dura, por la buena conducta y estando listos para servir o ayudar al superior
a ahorrar tiempo y esfuerzo"; un "perfecto asilado es absolutamente incapaz
de adaptarse y de sobrevivir en una vida libre, variada y de concurrencia",
dice Hans Von HentigP Y agrega que "l.os alojados en instituciones después
de haber elaborado técnicas de engaño y de resistencia pasiva, creen ser los
únicos verídicos y realistas. Pero entretanto, se produce un desvío que los
hace insensibles para muchas realidades emotivas de la vida". _
Hay ~n la Ley la posibilidad de plantear el conflicto judicial, chril o penal,
contra el sujeto activo del abandono, pero los resultados materiaJes son muy
frecuentemente insatisfa~torios en cuanto ru monto y la duración. En cambio,
emocionalmente, el rechazo inicial contra la mujer se extiende hacia los hijos,
en una hos~ilidad mutua y vitalicia, que conduce a una agresividad patológi-
ca y general, futura.
44.-lgnorancia.-No sólo nos referimos en este punto a los analfabetos y
a los impreparados para el trabajo, también a todas aquellas personas que
creen saber algo, y lo creen con tan firme convicción que han deformado su
p~nsamiento en torno a problemas que desconocen.
Es bien cierto que el problema del analfabetismo no ha sido desterrado
del mundo, pero es indudable que muchos iletrados no se dan cuenta de su
importancia negativa y de sus limitaciones, hasta que ya están entrados e~
la edad. -

2 Op. cit., pág. 367 y SS.


INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 145
La diferencia entre la delincuencia del medio rural y de las ciudades, se
presenta también entre la criminalidad de los analfabetos y las personas que
han adquirido un cierto grado de cultura: la de los primeros es violenta y
ataca aJas personas; la segunda es más suave, de tipo fraudulento, y es diri-
gida contra los bienes. '
Au.nque es cierto que la escuela puede alejar al sujeto de la conducta de-
lictiva,· esto no es lo absoluto, pues hay hombres instruidos que son delin-
cuentes.
Es verdad que la ignorancia conduce frecuentemente a errores y a eje·
cutar delitos, más que el conocimiento, lo que se confirma visitando cualquier
cárcel de cualquier país, pero no debemos sobrevalorar este dato; hay delin-
cuent~ cultos que lograron en ocasiones eludir la acción de la justicia utili·
zando"precisamente su mejor preparación.
La influencia de los prejuicios, de las murmuraciones, de las calumnias,
es mayor mientras nienos preparación tenga la persona. Las percepciones y
la interpretación de los hechos son más simplistas y más deformes en personas
de menor cultura; por tanto están más propensas a provocar actos de conducta
o
equivocada dañosa, ante las influencias de los más diversos tipos de factores
sociales.· Hay cierto paralelismo entre la conducta de un varón ignorante y
adulto,· y las delincuencias femenina y juvenil, con su diversidad de primiti·
vismos, pues el inculto introyecta toda clase de influencias inconvenientes, tanto
más cuanto coincidan con las costumbres familiares.
W. ·A. Bonge:r3 hace notar que la falta de cultura se traduce en falta de
dominio· de sí mismo, y en barbarie. A ello atribuye la predominancia de la
delincuencia contra las personas, en los grupos sociales más atrasados.
45.-Aglom:eracü5n y di3persión.-En cualquier Ciudad del mundo puede
notarse que los barrios en que hay exceso de población permanente, o flotante
por ciertos· días u horas, presentan mayor criminalidad. Por otra parte, la
soledad y la escasez de vigilancia policíaca, que parecería justificarse por un
insuficiente número de habitantes, hace que se realicen fácilmente asaltos, vio-
laciones, robos, y otros delitos que requieren precisamente esas condiciones.
. En las zonas de muy alta densidad de población se forman fácilmente
pandillas y grupos de choque, independientemente de que se trate de lugares
confortables, aireados y bien distribuidos, o lugares pobres y faltos de servicios
urbanos, o desorganizados. Pero indudablemente es mayor el fenómeno, míen·
tras más pobre e inculta sea la población. A ello suele agregarse la depresión
del diario espectáculo de pobreza, suciedad y vicfo, o la cercanía de centros
de comercio (como los mercados en países latinoamericanos) o de diversión, qu·e
a BoNcER, W. A., Introducción a la Criminología, Fondo de Cultura Económica, Mé-
xico, 1943, pág. 168 y ss.
146 RECTOR SOL/S QUIROGA

habitualmente provocan aglomeraciones de personas en un reducido espacio. Ahí


es fácil robar en el p,eso, en los cambios, en la calidad, o sustraer objetos de los
bolsillos ajenos.
Walter C. Reckless" opina acertadamente que la incidencia de delincuen-
cia es mayor en las áreas de alta densidad de población, y menor en donde
hay dispersión. En las primeras los niños no tienen espacios controlados donde
jugar y deben hacerlo en la calle, y además se une a ello que los padres fre-
cuentemente son poco hábiles para vigilar a sus hijos. Sdn embargo, puede su-
ceder que los barrios de alta delincuencia no coincidan con las áreas de alta
densidad de población, sino con las de desorganización social.
46.-Composición de la población.-Ya hemos dicho que la conducta cri-
minal, excepto la profesional, se produce habitualmente en situaciones de con-
flicto. De ahí la gran importancia <fe la composición demográfica, pues es
lógico que a mayor homogeneidad haya mayor grado de adaptación, y que a
menor homogeneidad haya mayor desorientación, mayor variedad en las for-
mas de ver las cosas e interpretarlas, mayor grado de conflicto y de condicio-
nes criticas, que desencadenan la violencia. Igualmente pueden esconderse más
fácilmente las actividades delictivas en un mayor grado de heterogeneidad.
No es esto, sin embargo, una regla, ya que en una población homogénea de
personas de baja moralidad. o en la que haya diversos tipos de delincuent~s,
también puede esconderse fácilmente un acto criminal.
Es en la diferente (!Omposición de la población donde surge el problema
que los norteamericanos llaman áreas intersticiales. Es característico todo ello
de los ·suburbios de las ciudades, o en la confluencia de dos secciones o colo-
nias de la misma población, dond.e aparecen las diversas calidades sociales
y económicas.
A propósito, el boliviano Huáscar Cajías,5 habla de que los barrios
intersticiales se encuentran en los límites de zonas que difieren entre sí por
caracteres sociales, raciales, políticos, económicos, etc. Si están bajo juris·
dicción diferente de la colindante, las bandas y los delincuentes se protegen
por estar en terrenos donde unas autoridades vecinas no pueden hacer nada
rápida y eficazmente. Además, se comprenden también las regiones en que la
progresiva línea de la civilización avanza, junto a zonas sucias, incultas o des·
cuidadas.
4 7 .-Ocupación.-En 11> referente a la delincuencia infantil y juvenil ya
<41 RECKILESS, W ALTElR C., Criminal Behavior, McGraw-Hill Book Company, Inc., New
York, 1940, pág. 240 y ss.
15 CAJÍAs, K., HuÁSCAR, Criminolo>gÍa, Librería Editorial Juventud La Paz, Bolivia
1955, pág. 323. ' ~
INTIWDUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 147

se ha dicho, por muy diversos autores, que la ocupación de los padres tiene
una definida influencia sobre la de los hijos.
Además, hay ocupaciones de los adultos que los llevan fácilmente a eje-
cutar hechos delictuosos. Así, un abogado puede falsear los hechos, presentar
testigos falsos y embargar bienes cometiendo verdaderos atracos; un mercader
puede robar en el peso, en la calidad; un médico puede falsear las causas de
la muerte, provocar abortos,.etc.
Francisco Valencia y Rangel6 sostiene que hay determinadas ocupacio-
nes humanas en las que se agrupa, preferentemente, la delincuencia, ·o en las
que hay mayor propensión al crimen. Así, en tanto que los transportes en ge-
neral facilitan la comisión de delitos de lesiones, homicidios, rapto, estupro
y daño en propiedad ajena, el comercio en general facilita los delitos de robo,
abuso de confianza, fraude, estafa, y otros más.
48.-lmpreparación para el trabajo.-Una persona puede ser muy inculta
y estar suficientemente preparada para ejercer un oficio concreto con toda efi-
ciencia. Igualmente, puede tener una muy valiosa cultura general, y estar
muy impreparada para una ocupación concreta. Aparte hay personas impre-
paradas e incultas, lo que es vulgar y frecuente.
La falta de preparación significa que el individuo no puede (a menos
que se le dé una preparación elemental más o menos larga, con las pérdida!S
consiguientes a todo aprendizaj.e) tener trabajo fijo. A esa impreparación
corresponde, muy a menudo, una minusvalía física o intelectual,. indisciplina,
inconstancia, y posiblemente inestabil~dad, y tiene el sentido d.e . no haber
alcanzado el grado de madurez que por la edad podia esperarse.
Todas las personas que se ocupan en actividades no calificadas, como la~
d.e mozo, vendedor de mercancías en la vía pública, cargador, barrendero, cria-
da, etc., cambian frecuentemente de ocupación y viven siempre en una cons-
tante aspiración de algo que no están capacitadas a encontrar. Eso mismo
los acerca a la pequeña delincuencia, en que aprovechan los descuidos de las
personas para cometer hurtos, o bien se alquilan para una labor ocasional y
concreta, para golpear a alguien, insultar inmotivadamente a otro, espiar para
que otro cometa el delito, etc., etc. Son personas que por lo general proceden
de una familia que tiene esas propias características y en las que se unen
la pobreza y la ignorancia, con el trabajo prematuro de los niños y la falta
d~ asistencia a la escuela, según la marcan Ceniceros y Garrido7 al referirse
el problema conexo, de la ignorancia.
6 VA!LENCIA Y RANGEL, FRANCISC:O, El crimen, el humbre y el medio, Ediciones Cicerón,
México, D. F., pág. 215 y ss.
7 CENICEROS, J. ANcm. y GARRIDO, Lms, La delincuencia infantil, Ediciones Botas, Mé-
xico, 1936, pág. 72.
148 RECTOR SOL/S QUJROGA

49.-lndu.striulización.-En el fenómeno tan complejo del cambio econó-


mico hacia la industrialización, están implicados en los tiempos actuales, el de
la sustitución de campos agrícolas por factorías, ei de la mecanización, el del
abandono de las costumbres primitivas y rurales por otras más civilizadas o .su
traslado inadecuado a la ciudad, el de la promiscuidad de la vivienda y del
barrio en ·las zonas industriales, el de la menor vida familiar, el del .nuevo
tipo de delincuencia, su aumento desproporcionado y muchos otros. Dentro
de tanta complejidad, hay en la delincuencia la sustitución de los ·delitos vio-
lentos, porlos fraudulentos; de los que causan daño a las personas, sin provecho
p·ara el :delincuente,. por los que reportan un beneficio al infractor. Se presenta
.también un cambio cuantitativo, porque la criminalidad se. vuelve más nume-
i·osa en las zonas industrializadas. · Influyen la desigualdad ·más notoria en la
distribución de la riqueza, la adquisición de podeiío político por parte de in·
dustriales y líderes obreros, la desocupación de múltiples familias, etc.
Si las diversas ocupaciones dan lugar normalmente a ciertos tipos de de-
litos que les son conexos, también cada industria y cada estado económico tienen
relación con ciertos tipos de delitos, lo que acontece, vgr., con los delitos de
robo que cometen los mineros, y los . de s~ngre que cometen los matanceros
de los rastros y los carniceros en general. · · '
· Además, en las épocas de auge de una población, ahora debidas a la in-
dustrialización y ~ntes a la abundancia de productos naturales, aparecen cier-
tos tipos de delitos' aparejados; en las épocas de miseria otros diferentes, y otros.
más corresponden a las clases acomodadas o a las pobres.
50.-Alimenúlción.~Está contemplado en muchas legislaciones modernas
el robo del individuo famélico, habitualmente exento de penalidad. Hay tam·
hién otros tipos de delitos que cometen quienes carentes de lo más iridisperí·
·sable se ven conducidos hasta la desesperación, como sucede con los reos que
piensan y sienten estar mejor dentro de la cárcel, que afuera, porque en ella
contaban con alojamiento, vestido y alimentos. Su detención les viene a re·
solver todo eso, sin obligarles a trabajar, por lo que cometen el delito primero
que se les ocurrió y no ofrecen resistencia para ser aprehendidos. ·
Las personas libres que carecen de oficio y de trabajo, a menudo se des-
.· conectan de su familia para no agravar sus ya fuertes problemas, ·o bien se
alejan porque ella no les quiere auxiliar.
Los dormitorios públicos y los comedores de igual índole no resuelv~n
permanentemente los problemas de los parias; por ello su población es flo-
tante, promiscua y peligrosa. En las prisiones la población es tnás constante
y ya se sabe que todos deben adaptarse a vivir en conjunto y entrenarse ·para ello
si no desean entrar en graves dificultades y peligros. ·
La alimentación suficiente parece no· conducir por sí misma a la delincuen·
INTRODUCCION A LA SOCIOL'OGIA CRIMINAL 149
cia, pero los que teniendo trabajo se encuentran con alimento escaso para
ellos y para su familia, no cuentan con la excluyente en igual situación, por lo
que algunos anestesian su :nÑseria mediante la ingestión de alcohol y se ven
determinados a cometer delitos de sangre, característicos de su estado.
51.-lnsuficiencias.-Lo dicho en el párrafo anterior nos lleva a consi-
derar la situación de disparidad entre las necesidades, las posibilidades de lle-
narlas, las ambiciones del individuo y sus capacidades. Una· mayoría de la
población del mundo está viviendo en condiciones de inferioridad .económica
que no siempre corresponden a las condiciones de capacidad individual o so-
cial; por otra parte, los beneficios de la vida moderna traen aparejadas con-
quistas atómicas y de velocidad, estímulos ambientales muy excitantes e inquie-
tudes políticas y armad'as en el terreno internacional, que hacen al individuo
examinar su propia posición ante la vida y, frustrado casi siempre, siente su
pequeñez, su envidia y sus odios, ante una constante y desfavorable compa·
ración que se. convierte en un estímulo para tomar medidas drásticas e inade-
cuadas. Así surge toda clase de criminalidad, las bandas de quienes se en-
cuentran en iguales condiciones, los ladrones generosos, de leyenda, que roban
para dar, o las revoluciones como. movimientos colectivos que se desatan contra
las desigualdades económicas colectivas.
En las condiciones generales de la miseria mundial, hay grandes colectivi-
dades que no parecen tener derecho a llenar el mínimo de sus necesidades;
tampoco pueden tener las aspiraciones comunes u otras, y menos pueden llegar
a los máximos que esperaban en la realización de su personalidad. Eso esta-
blece objetivamente la disparidad existente entre las necesidades y las ambi-
ciones del sujeto, las capacidades y las posibilidades de llenarlas, llegando a es·
tablecer condiciones favorables para la infiltración criminal como movimiento
colectivo, bajo el deseo de una mayor justicia social. Todo movimiento revolu·
cionario ha sido considerado, mientras se gesta o en el caso de que haya fra-
casado, como delincuencia contra el Estado, pero genera también otros nume·
rosos actos delictuosos que parecerían justificados para el delincuente
mismo: robos, fraudes, homicidios, etc.
52.-Ra<Ja.-Antropológicamentee no existe el concepto de raza y lo poco
que se ha dicho de la criminalidad en relación con ella ha sido obedecien·
do más a una situación de prejuicios, que a un auténtico interés por investigar
cómo delinquen los diversos sectores raciales humanos. En el mundo actual el
mestizaje físico y cultural está sumamente extendido. Como consecuencia tam-
bién lo hay en la delincuencia: primitiva y "civilizada".
Se puede hablar por tanto, en mejores condiciones, de pueblos con diversos
grados de mestizaje, pero en la complejidad de sus factores se encuentra la
pobr.eza de sus formas delictivas, estereotípicas y repetitivas en el mundo. El
150 RECTOR SOL/S QUIROGA

concepto y clasificación de los pueblos, como reconoce don Constando Bernaldo


de Quirós8 ofrece dificultades casi insuperables, por lo que debe tomarse el
concepto de mestizaje en relación con otros factores, tales como nacionalidad,
clase social, situación económica, etc., para que nos dé resultados concretos y
éficaces. Lo hace así Reckless9 en cierto grado, al destacar que las diferencias
en los delitos corresponden a diferencias de desv.entajas de las diferentes clases
que dan tributo al crimen, en muchos índices de comparación; desventajas que
son de muchas calidades...
53.-Lengua.-Muy pocos estudios criminológicos han sido hechos para
analizar el fenómeno general del lenguaje en sus relaciones con las expresiones
de los delincuentes. Existe el "caló" que es el lenguaje de los profesionales y de
algunos reincidentes, pero poco se sabe sobre el de los demás criminales;
Como es bien sabido, toda persona se expresa no sólo de acuerdo con su
cultura, sino obedeciendo a su estado de salud mental y a los requerimientos
de su medio ambiente habituaL Así, los profesores de una universidad se
expresan en lenguaje de cultura cient:ífica, artística, filosófica, et~.; los estu-
diantes se expresan con mayor libertad e invaden, en ciertos momentos, las
esferas de expresión superiores e inferiores a su posición cultural; los comer·
ciantes y los industriales tienen mayores limitaciones al igual que las personas
no intelectuales que son de clase media o superior en lo ·económico; los obreros
y campesinos no sólo tienen lenguaje pobre, sino plagado de barbarismos y de
·expresiones usadas fuera de su sentido recto o del usual; los adolescentes for·
man sus diccionarios sobre las expresiones de los demás; las mujeres, que
habitualmente tienen un menor grado de cultura que los hombres con quienes
conviven, tienen lenguaje más pobre aún, pero siempre es el lenguaje libre·
mente realizado, donde se puede conocer precisamente la situación cultural de
cada individuo. Los delincuentes primarios tienen el lenguaje del medio de que
proceden; pero cuando entran en contacto con reincidentes y profesionales en
las cárceles, se crea una corriente de simpatía que facilita la imitación, el
aprendizaje y el contagio mentales, y por tanto el uso parcial o total. del len·
guaje de éstos.
Hay delitos que se cometen exclusivamente o con el concurso del lenguaje:
injurias, amenazas, difamación, calumnia, disolución social, y muchos más.
54.-Gla.se social.-Carlos A. Echánovel 0 considera a la clase social como
una "unidad colectiva dentro de una sociedad dada, caracterizada por espe·
8 BERNA.Loo DE QurRós, CoNSTANCIO, CT'imi.nología, Editorial Cajica, Puebla, Pue.,
México, 1948, pág. 208.
9 Op. cit., pág. 109 y SS.
10 EcHÁNOVE, CARJLOS A., Diccionario Abreviado de Sociología. Revista Universidad
de La Habana, 1944.
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 151

ciales funciones y costumbres y por determinada situación económica. A di-


ferencia de la casta, es accesible a cualquier elemento que sepa uniformarse
con ella".
Y a hemos hecho notar en otra parte de este libro que los delincuentes
no proceden de una clase social exclusivamente, pero es indudable que quienes
viven en condiciones biológicas, psicológicas, sociales y económicas inadecua-
das, quienes sUfren miseria, no tienen ocasión firme de mejorar . sus aspira-
ciones, de planear su futuro, ni siquiera de vivir normalmente, según su medio
ambiente, y por tanto están llamados a dar mayor contingente a la delincuencia,
como de hecho acontece en la mayoría de los países del mundo. Sin embargo,
hay la contrapartida en las clases sociales más elevadas y en los países más
desarrollados, porque también dan su contingente a la delincuencia, sólo que
no por carencias materiales o sociales, sino precisamente por carencias morales
y afectivas de la familia, que causan emociones negativas. David Abrahamsen11
hace notar que las experiencias del pasado están presentes, conscientes o in-
conscientes, aunque se quiera huir de ellas; se cree que las reacciones están
dirigidas por la inteligencia, pero no cabe duda de que en todos nuestros actos,
están presentes las emociones. De allí que todas las carencias y los excesos,
la posición económica y social, el trabajo y el ocio, tengan su repercusión en
las emociones y en la conducta del sujeto.
55.--Centros de diversión y de vicio.-La cercanía de este tipo de centros,
hace que en el hogar se sufra la influencia constante de las diversas personas
que afluyen hacia ellos, sin posibilidad de selección o control de clase alguna.
Predominan quienes no· ·tienen una ocupación exigente, y llevan una vida que
no les satisface, por lo que se fugan de su realidad x:efugiándose en el vicio o
en una constante diversión. Por tanto, son, con gran frecuencia, personas de
vida superficial y de emociones negativas profundas.
Los centros de que hablamos hacen que cambie la vida del barrio, pues
también son frecuentados por sus habitantes. La población también sufre las
consecuencias de los excesos que en ellos se cometen, y baja la moral de los
moradores, que se acostumbran a transigir con ciertos espectáculos y formas
de conducirse qüe no son regla general en el hogar.
Cuando en una familia existe un individuo que está acostumbrado a co-
meter excesos, se derrumba la moral general y viene en seguida el desprestigio
y el repudio. Más adelante se hace el vacío y se agravan las conductas ne-
gativas.
Quienes frecuentan estos centros sufren las interferencias con su ritmo
11 ABRAHAMSEN, DAVID, Delito y psique, Fondo de Cultura Económica, México, 1946,
pág. 42 y SS.
152 HECTOR SOL/S QUIROGA

de trabajo, que se cumple deficientemente y se abandona temporal o definitiva~


mente.
Los centros de diversión, de público siempre promiscuo, son de las más
diversas categorías:
Los simples espectáculos públicos, cuando son deportivos, inducen· al pú-
blico a descargar su agresividad normalmente, sin atacar al prójimo; sin em"
bargo, en algunos países se ha observado que después de algún encuentro de
fútbol el público que favorece a un equipo ataca al partidario del otro, y aun
a los transeúntes, vehículos y casas; cercanos a los lugares por donde se transita.
Mucho se ha hablado en los tiempos recientes sobre la importancia de la
educación audiovisual. Efectivamente, se ha observado desde hace mucho tiem~
po que el ejemplo que dan los padres, vale más que sus solas palabras; que
lo aprendido en el cine12 es mucho más recordado que lo dicho en clase; que lo
experimentado en los centros de vicio tiene más importancia negativa futura
mientras más placentero fue; y,· que la educación que se da por medio del
cine, del teatro, de la televisión, etc., es más dañosa cuanto más deletéreo sea
el espectáculo~ y más benéfica mientras más· constructivo sea; pero, también,
mientras moás placer provoque el espectáculo, má~ influencia puede tener 'en
la conducta de una persona, en la asistencia futura al espectáculo, y en el
trato con otros asistentes.
Aparte de los espectáculos están los centros de las más diversas categorías,
donde se ingieren bebidas alcohólicas; desde el lugar más barato en que )as
bebidas son muy bajas de calidad, hasta el más caro en que hay, además, es-
pectáculos artísticos, una buena presentación del local, personal muy entrenado
y una concurrencia muy selecta. En estos la promiscuidad es menor, pero no
dejan de asistir a ellos ·personas de una ligera moral social.
Existen centros de diversión en que los niños y los adultos van a jugar
en aparatos que ellos manejan, para dominar alguna dificultad concreta: juegos
mecánicos de golf, fútbol, tiro al blanco, etc. A esos locales asisten regularmen-
te personas que apuestan, desocupados o vagos que pasan largo tiempo en ellos,
y que, en su ociosidad llegan a combinarse para cometer delitos.
En las cantinas se combina el juego con la ingestión alcohólica, y su
influencia llega al hogar en forma de agresión, desorganización o mise~ia.
Los centros en que se comercia con drogas y enervantes, casi no tienen
influencia en el barrio cercano, a menos que se trate de lugares muy pobrés
y descuidados en que la vigilancia policiaca falle mucho. No conviene a este
tipo de explotadores que sea muy conocido su comercio, porque ello implica su
persecución legal.
12 Inmediatamente encontraron imitadores los personajes centrales de las películas
"Rebeldes sin causa" y "Rififí", entre los latinoamericanos.
INTRODUCCION A .LA SOCJODOGJA· CRIMINAL 153

Otro es el caso de los centros de prostitución, ·que sí ejercen influencia en


los alrededores. Son conocidos por los varones y sólo interesan a ·quienes pue·
den pagar el monto ·de su costo. Su influencia en la delincuencia puede ser
muy definida, pues se corrompe a los menores de ambos ·sexos,' haciéndolos
entrar en el comercio carnal sin nexos de simpatía, amistad o amor. Su in·
fluencia, es mayor que los de drogadicción, a pesar del relativo secreto en que
se desarrollan sus actividades.
De lo dicho resulta que. hay centros de diversión y de vicio que no ejercen
casi influencia en el barrio que los aloja, y otros que la tienen muy grande .
. 56.-'-'-Los mercados.-Son considerados, en el mundo latino, como los hi·
gares en que multitud de comerciantes usufructúan -las condiciones materiales
de adecuación al objeto, y donde se pueden encontrar, en un reducido espacio,
toda clase de mercancías, en todas las calidades y a precios más bajos que
en establecimientos pertenecientes a un individuo o compañía. Por tanto, habi-
tualmente concurren a esos lugares personas de la más diversa moralidad, sean
comerciantes, empleados o público en general. Su vida transcurre normalmente
en medio de hechos delictuosos de las más diversas montas; algún transeúnte
que se lleva una pequeña· mercancía de algún "puesto", sin hacerse notar;
el comerciante que defrauda; la injuria que se lanzan los más diversos tipos de
personas; el pleito a golpes, o con arma blanca; el cargador que huye con la
mercancía que se le confió; el carterista o el ladrón de bolsos de las mujeres,
etc., etc.
Influyen mucho en el barrio mismo y además suelen guardarse, ·en la zona
adyacente, no sólo las mercancías que más tarde se venderán en el mercado,
sino también los productos de los robos, pequeños o grandes, de otras zonas.
En los mercados p'ropiedad de una compañía o de un individuo, no hay
competencia cercana, los precios no son tan atractivos, y no hay exceso mul·
titudinario de público; por eso no hay sino escasos ladrones de mercancías, y
carteristas, cuando mucho.
51.-El ambiente g~ral.-Diversos autores han mencionado el valor del
ejemplo que el Estado da, para construir la moral general. Es un elemento de
tal valía, que si el Presidente, los Secretarios de Estado, o los empleados más
bajos de gobierno cometen hechos delictuosos, la población se desmoraliza y
a su vez se siente autorizada a cometer otros, aunque sea perseguida.
Son también de importante influencia en la comunidad los profesores
y los sacerdotes, tanto en su vida pública como en su vida privada. Pero esa
influencia crece en las poblaciones pequeñas, donde los sacerdotes, políticos y
profesionistas (médicos, abogados, profesores), tienen una influencia equili·
brada. Así, si .uno de ellos comete un· delito o es víctima de un atentado, la
conmoción social ·es enorme y su influencia desmoralizadora, grande.
154 HECTOR SOL/S QUIROGA

En Europa, mucho tiempo antes de las últimas guerras y después de ellas,


la población sufrió orfandad, prostitución, homosexualismo, hogares deshe-
chos, etc.
En un ambiente general de miseria, se incuban los movimientos colectivos:
revoluciones, protestas, rebeldías, pero también se incuban toda clase de delitos
y de conductas que normalmente se consideran inferiores o indeseables.
Cuando el gobierno presta servicios sólo a sus amigos y partidarios, y mo-
lesta a sus contrarios sistemáticamente, todos se acostumbran a decir mucho,
prometer, y cumplir muy poco, en una baja notable de la moral. Hay entonces
simulación de servicio, de cumplimiento del deber, etc., y quedan muchos de-
litos impunes; 13 numerosos delincuentes deambulan libremente sin haber sido
objeto de una labor de rehabilitación y hay una gran desorganización social.

• 1 ~ Véase a ~s~e res~ecto el estudio sobre la impunidad que, bajo el título de La Cri-
mnu;lulad en. Me:xn,co, hizo el Dr. ALFONSO Qmaós CUARÓN Instituto de Investigacionl's
Sociales de la UNAM, 1959. '
CAPITULO III

INFLUENCIA DE LA FAMILIA EN LA DELINCUENCIA

58.-Concepto de familia. 59.-lmportancta de la familia.


60.-Su constitución. 61.-Su organización. 62.-La fa-
milia del delincuente: a) Delincuencia de los men:ores. b)
Delincuencia de los adultos.

58.-Concepto de familia.-Hemos dicho con anterioridad que los factores


familiares tienen una excepcional importancia en la vida humana general y,
como es natural, en la producción de la delincuencia.
Por razón de nuestro tema, lo criminal, no entraremos a las considerado·
nes generales de orden sociológico respecto de la familia, sino en lo indispen-
sable, pues es un tema sobre el cual se ha escrito mucho por los más autorizados
~ociólogos. Nos referiremos principalmente a los problemas familiares que dan
por resultado la conducta delictiva de alguno de sus miembros.
Tomando en consideración lás diversas formas en que se presenta cons·
tituido el grupo familiar en diferentes partes del mundo, aceptamos el con·
cepto de familia que da Henry Pratt Fairchild1 al decir que es "la institución
social básica. Uno o más hombres que viven con una o más mujeres en una rela·
ción sexual socialmente sancionada y más o menos permanente, con derechos y
obligaciones socialmente reconocidos, juntamente con su prole" y que las cuatro
formas generales (o tipos), por orden de frecuencia conocida, son: monogamia,
poliginia, poliandria y matrimonio por grupos.
Sobre los tipos anteriores existen múltiples variaciones más, de la coro·
posición familiar, sea por la disgregación de sus miembros originales o bien por
la agregación de parientes consanguíneos, por afinidad, o de nuevos elementos
antes ajenos. Extrabasándonos del anterior concepto veremos que son frecuentes
:t FAIRCHILD, HENRY PnATT, DiccionariG de Sociología, Fondo de Cultura Económica, .
México, 1949.
156 RECTOR SOL/S QUIROGA

los tipos de familia fonnados por la madre soltera y sus hijos (sean de un solo
padre o de varios) ; o el de los hijos que viven solos sin sus padres; o el de
quienes viven con extraños como si fueran sus padres.
Habitualmente se funda un nuevo hogar con la unión que, por amor, se
hace entre un hombre y una mujer, con ánimo de procrear y formar una fa-
milia. Y si bien es cierto que el amor es asunto privado, también lo es que,
cuando tiene la trascendencia de variar la situación en que vive un individuo
o un grupo, o de hacer que vivan nuevos seres, ya se afecta al interés social.
59.-/mportancia de la familia.-To"do ser humano tiene su origen natural.
y cultural en la familia, como forma normal de vida que influye fuertemente en el
resto de su existencia.
El individuo crece y madura normalmente en ella, confluyendo factores de
solidaridad y de disociación, pero predominando climas de afecto pennanente
que penniten la· cooperación entre sus miembros: ·
Donald R. Taft2 dice que el niño no entra en la familia como un ser so-
cial, sino que se adapta a la vida colectiva tras de hacerlo a la vida familiar.
En ella aprende que debe respetar los derechos de otros y se entrena para con-
ducirse bien o mal.
No sólo es la familia el primero, sino el más fuerte y homogéneo grupo al
que el niño gusta de pertenecer y donde, en consecuencia, puede desarrollar
sus aptitudes para cooperar o no. Las dificultades familiares, por intimidad,
tienen una gran significación y este grupo es el canal por el cual el niño deviene
capaz de vivir normal o anormalmente dentro de las características de su me-
dio, donde aprende a respetar los derechos y propiedades de otros y a ·ser
cortés, a tener buenas maneras, a ser veraz y confiable. Los valores son ins.·
, pirados por la familia en el vástago, en el caso de que sean sentidos y realiza-
dos por sus miembros.
La familia enseña al menor ciertas cosas, pero por fuerza aprende los con-
vencionalismos sociales que corresponden a lo que el mundo espera de cada
uno: se hacen ciertas cosas porque las desean los demás y no por la propia
conviccwn. Cuando el individuo está totalmente integrado a la sociedad a tra-
vés de sus propias experiencias y del entrenamiento en su casa, la cortesía
implica ya al hombre como ser social, pues, cuando es verdadera, significa
reconocimiento de las necesidades, deseos y derechos de otros. No se puede,
entonces, explotar a los demás, porque con ello se lastima la propia intimidad;
en cambio, se reconoce la interdependencia con otros y la necesidad de coope·
ración. .

- -Todo
- eso representa la mejor calidad humana, y requiere que el niño crezca
2 TAFT, DONALD R., CrimiTWlogy, The Macmillan Co., New York, 1956, pág. 183 y ss.
INTRODUCCION A LA SOCIOL'OGIA CRIMINAL l57

en lá~ mejores·· condiciones; es decir, no necesita sólo habet sido .deseado por
sus padres (y no haber llegado nada más como una consecuencia de las rela-
ciones sexuales), sino ser amado realmente, lo que implica atenciones, sacrifi-
cios, consuelo, consejo, análisis conjunto de situaciones, resolución de problemas,
ayuda, etc., etc.; tener un sentimiento: ~e seguridad, que puede adquirir,
en principio, por gozar de refugio,:,alimentos y vestido, esto. es, d~ segu~idad
económica, afectiva, y de pertenencia, sabiéndose comprendido; ser . estimado
en tal forma que cada realización y cada virtud sean reconocidas y bien reci-
bidas po~ su familia; ser estimulado para emprender nuevos y constructivos
aspectos· de su vida y conquistar su progresiva libertad que lo conducirá a la
propia realización. Las relaciones con los hermanos y hermanas implican cierta
amistosa rivalidad_ a la que debe el menor ajustarse, lo que. significa el mejor
entrenamiento para la vida .exterior.
El papel de la madre era, hasta hace poco, el más importante de la familia
y ha .ido perdiendo relevancia debido a las largas horas que pasa fuera del
hogar por diversos motivos o por simples pretextos. Las pocas horas que todos
pasan dentro del hogar, se diluyen en la atención del teléfono, la radio, la te-
levisión y las visitas; y los alimentos ya casi no se toman .a la misma hora
por todos los miembros de la familia. El hogar de la ciudad les quita espacio
a los menores para jugar dentro de la casa, y los .envía a .la calle.
La comida, comprada en restaurantes y cocinas públicas, disminuye el pa·
pel socializador de la hecha en casa con la cooperación de todos. Igualmente
·pasa· con los servicios de lavandería, la atención de partos en· el sanatorio, la
utilización de bancos de ahorro (en vez . de guardar los fondos en . casa) y
la asistencia a los servicios religiosos en comunidad. Todo ello está cambiando
rápidamente la vida del hogar, que pierde importancia positiva y gana en
negativismo. ·
60.~Su constitución.-La familia existe coino un hecho real, independien-
te de las normas morales o jurídicas que la rijan. Aunque básicamente se
supone compuesta por el padre, la madre y los hijos, unidos por amor, sus
variaciones llegan hasta el máximo en todos sentidos; por sus orígenes las hay
que son resultado de uniones no!males entre un hombre y una mujet perte·
necientes a familias diferentes, pero las· hay, por fortuna no muy numerosas,
re-sultado de uniones consanguíneas entre parientes cercanos, tíos y sobrinos,
primos, medios hermanos, hermanos, y padres e hijos. La sociedad puede .
rechazarlas o aceptarlas, pero existen como un hecho- real y definido.
Antiguamente no eran los futuros esposos quienes se escogían mutuamen~
mente, sino sus padres quienes concertaban el matrimonio de sus niños peque-
ños, para cuando crecieran; más tarde el hombre escogía a ,su compañera,
158 HECTOR SOL/S QUJROGA

pero no era tomada en consideración la voluntad de ella; es ahora cuando ya


en muchos países los novios se escogen mutuamente,3 sea tomando en consi·
deración la voluntad de los padres, o sin consultarles siquiera.
Hay dos tipos de unión: la llamada propiamente matrimonio y la libre?
llamada en ciertos países consUetudinaria. Hay también dos tipos de matri-
monio: el basado en la ley civil y el religioso. Existen además formas inter-
medias y mixtas.
A pesar de lo anterior, y para los efectos de este capítulo, llamaremos ma-
trimonio toda unión consuetudinaria, legal o religiosa en himeneo, entre hom-
bres y mujeres para fundar una familia, independientemente de que se hayan
llenado todos los requisitos o ninguno.
Hay familia producto de uniones accidentales, como en el caso de la ma-
dre soltera que tiene hijos de un solo padre o de diferentes; las hay compuestas
por padres que viven en amasiato permanente, estando los dos libres de ma-
trimonio, o sólo uno de ellos; y hay también familias en las que conviven los
hijos de matrimonio con hijos habidos en relaciones extramatrimoniales.
En las sociedades más organizadas son más frecuentes las uniones en le-
gítimo matrimonio y, convencidos de la conveniencia de una unión perma-
nente, se cree que la unión legal o la religiosa ayudan o garantizan la per-
manencia del hogar. Sin embargo, como habitualmente llegan los cónyuges a
la vida matrimonial con falsos conceptos o claro desconocimiento de lo que
ella es, pronto viene, como hecho generalizado, el choque que amenaza la per·
manencia y aun la constitución familiar, cuando uno de los cónyuges o alguno
de los hijos pretende huir de un ambiente que ya no es meramente incómodo,
sino insoportable.
Es en la familia donde más claramente se presentan los grandes proble-
mas de la convivencia humana, pues, si los hijos, a pesar de estar en el mismo
lugar de su origen y tratando con las mismas personas habitualmente, tienen
dificultades de diversas importancias entre sí y con sus. padres mismos, .con
mayor razón las tienen dos personas de diferente sexo procedentes de diversas
culturas y costumbres, cuando deben comenzar a descubrirse tales como son?
tras de un noviazgo en que, con ánimo sincero de conquistarse mutuamente.
escondieron sus defectos pensando que podrían corregirlos.
En los países latinoamericanos es frecuente el caso de familias constituidas
en amasiato, cuyos padres tardíamente contraen matrimonio. Parece, en tales
casos, que la unión legal tiene el efecto de desunir moralmente a los contrayen-
3 Com? .excepción, recientemente (en la época del nacimiento del Estado de Israel).
s~ tuvo nohcJ!l de que los judíos que vivían en Aden, casaban a sus hijos casi recién na·
c1dos para ev1tar que, ante peligros concretos de la lucha se infiltraran en la familia las
costumbres de los árabes. · '
INTRODUCCJON A LA SOCJOL'OGIA CRIMINAL 159

tes, que comienzan, entonces, a tener graves dificultades, para terminar en el


divorcio y la disgregación familiar.
Un hogar puede quedar incompleto, pues, cuando falta uno de los padres,
sea por separación, divorcio, muerte, enfermedades, condenas o trabajos, que
producen su ausencia prolongada.
Aunque el panorama familiar queda incompleto siempre que alguno de los
miembros falta, la salida de uno de los padres afecta a la organización futura
del hogar, en tanto que la salida de uno de los hijos no la afecta grandemente,
porque puede ser consecuencia de su crecimiento, de sus necesidades morales o
materiales, de atención a ciertas obligaciones, o de la desorganización de la
familia, en que el hijo toma ya calidad de víctima.
La constitución de la famoilia cambia, pues, con la salida de sus compo-
nentes naturales, los padres; pero puede cambiar con la agregación de miem-
bros sanos o enfermos: abuelos, tíos, sobrinos y parientes lejanos. En las fa-
milias más pobres de Latinoamérica suele suceder que se agregue a la familia
U'l coterráneo que, cuando vive por mucho tiempo con ella, llega a quedar

emparentado legalmente o de hecho.


Muchos cambios pueden existir en la constitución familiar de un país a
otro; muchas modalidades pueden presentarse en su organización, pero hay
algunas que no son consentidas ni soportadas por una sociedad determinada.
Así; cada sociedad tiene un tipo predominante de familia, en el cual hay cier-
tos hechos aceptados y considerados morales. Estos mismos hechos,. en otro
país, son calificados de inmorales o inaceptables. Hay también hechos rara·
mente aceptados, pero calificados de inmorales, como el amasiato coetáneo del
matrimonio, o la convivencia en la misma casa con ·el amante permanente
de la hija; y otros morales, pero inaceptados por ciertos sectores sociales, como
el matrimonio en segundas nupcias, posterior a un divorcio.
61.-Su organización.-Hay hogares completos y organizados; completos,
pero desorganizados; incompletos, pero organizados, e incompletos y desorga-
nizados. Existe una enorme casuística de completud y mayor aún de organi-
zación.
Entendemos por hogar organizado aquel que, con independencia de su
forma constitutiva, es .estable y cuenta, al menos, con condiciones TTUileriale.s
de orden y limpieza, así como alimentos y ropa ya preparados puntualmente,
y TTWrales de afectuosa unión y paternal atención diaria de los problemas de
los hijos, cumplimiento puntual de labores intra y extrahogareñas, intercam-
bio de impresiones, de aten_ciones y de apoyo sobre los problemas de todos los
miembros de la familia y aun de amigos y compañeros de trabajo o de .escuela;
que cuenta con programas de gastos y realizaciones futuras, y en que cada uno de
160 · ·. HECTOR SOLTS QUIROGA

SJIS component~s tiene a satisfacción pertenecer al grupo, .sin que haya excesivo
número de habitantes ni interferencias de extraños ·~n los problemas internos.
Existen diversos tipos. de organización, que cambian de un país a otro e
infinitas variedades, por lo .qQ.e la calificación que para uno de ellos se haga;
respecto de lo que se considera como un hogar organizado, no es útil para
otro más sino en los grandes rasgos fundamentales. Por vía de ejemplo men-
cionaremos que, mientras en un país se considera hogar organizado aquel en
que la mujer está sometida al marido y en que .los hijos se desvinculan sólo
relativamente a su mayoría de edad, en otros es el marido quien obedece a la
mujer, y los hijos se desvinculan a los trece años o antes.
En muchas familias es todavía normal la vida patriarcal, en que la esposa
. debe obedecer al marido, y los hijos a ambos.
Pero siempre, en la familia normal actual, se tiende a dar autoridad a
uno de los cónyuges, que representa el máximo, quedando el otro sometido y
ayudándole a ejercer la autoridad sobre el resto de la familia. Este tipo está
siendo sustituido por otro en el cual los cónyuges tienen ambos la autoridad
y la ·ejercen de común acuerdo, colaborando en la conservación y progreso de
la familia.
En toda familia hay pequeñas o grandes tensiones emocionales, disgustos
y amarguras, sea entre los padres o entre éstos y los hijos y hay muchos ele-
mentos de disociación, v;gr.: que los cónyuges no van preparados para resol-
:ver los problemas de la convivencia y la multiplicación de la familia, pues
contrajeron el compromiso bajo un falso concepto; que los cónyuges pertene-
cen a diferentes clases sociales, razas, culturas o religiones ; que intervienen
los padres o los hermanos en los conflictos conyugales, para tomar partido en
pro o en contra de uno de sus componentes, y no para conservar la unidad fa-
miliar; y que la moral familiar está más relajada e invadida por los vicios del
alcohol y la prostitución, a pesar de la influencia escolar y religiosa. Por otra
parte, al irse perdiendo el patriarcado parece surgir la inseguridad en la fa-
milia: la mujer desea tomar el lugar del hombre y lo ha logrado en ciertos
países en que el hombre toma parcialmente el lugar de ella, y los hijos. intro-
yectan una situación en la que se han perdido los prototipos y se frustran sus
imágenes del varón y la mujer. También van desapareciendo las industrias
familiares y ahora debe el individuo vivh la mayor parte de su tiempo en la
calle, lejos de la familia.
. Hay muchos elementos más de desorganización: la miseria, la ignorancia,
la inmoralidad, la enfermedad, etc., y su canda de consecuencias de todos tipos.
En muchos de los hogares se llega a la separación o al divorcio, que sig-
nifica no sólo el ab~ndono 10oral de los hijos, sino su abandono material; pero
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 161

si se impone el mandato eclesiástico de permanencia del matrimonio, ello au-


menta las tensiones emocionales y las fricciones de quienes se saben impotentes
para luchar contra una situación creada y que ya no es deseada.
Todo hogar se caracteriza a menudo, por la inestabilidad emocional, o por
la predominancia de uno de los tres factores siguientes: la indiferencia, el mi·
mo y la sustitución del hijo en sus obligaciones o el mal trato a golpes o pala-
bras. Con ello se crea en los hijos una seguridad negativa o una plena insegu-
ridad respecto de lo que son sus padres y lo que es él frente a ellos, y dificulta
la primera etapa de la maduración emocional, o sea la de identificación con
el medio generador; por otra parte, los padres demasiado autoritarios, sobre-
protectores o indiferentes, dan lugar a grandes dificultades para que transcurra
normalmente la segunda etapa de la maduración emocional: la de autodetermi·
nación, porque el hijo debe obedecer en todo, impidiéndosele su propio ejer-
cicio, o el hijo debe burlar al padre para poder hacer su voluntad, o bien,
cuando el hijo sie:mpre ha hecho su voluntad, no encuentra atractivo en obrar
libremente y va en busca de emociones fuertes, hasta que sólo le atraen aven-
turas de alto peligro y de gran daño; por último, cuando el padre no está atento
al hijo, éste pretende llamar la atención mediante un comportamiento que
atrae las protestas de los demás y la forzada actuación del indiferente. La ter·
cera etapa de la maduración emocional, la estructuración de valores, casi nunca
se alcanza, o se pervierte, al conceder el carácter de meta a los medios ma-
teriales: el dinero, la comodidad, etc., despreciando lo permanente y lo pro-
fundo de los fin:es verdaderos. ·
Las consecuencias de lo anterior pueden variar infinitamente, pero dado
el papel que la familia juega en los menores para adaptarlos a la vida social,
si ella está desorganizada rara vez cumple correctamente sus funciones.
Como decíamos, existen muy diversos tipos de organización entre los que
son frecuentes los siguientes: la familia en que el padre trabaja todo el día
y sólo se presenta a dormir; otra en que no asiste diariamente a la casa,
sino falta con frecuencia, estableciendo condiciones de inseguridad moral y
económica; otra en. ·que sólo esporádicamente se presenta el padre a ver a sus
hijos; otra en que _la madre es sola y en ocasiones ayudada por terceras per·
sonas (hermanos, tíos, vecinos, etc.); otra en que permanecen los hijos com-
pletamente solos, unidos, pero indefensos; y otras, en que los hijos viven en
instituciones asistenciales, sea por unas horas diarias, sea por días, o bien per-
manentemente.
La ausencia parcial es dañosa, pero .tolerable cuando tiene por causas el
trabajo o la conquista de mejores posiciones, y es _gravemente deletérea cuando
es por la existencia de amores ilegítimos o de compromisos permanentes que
afectan también a la economía del hogar.
162 RECTOR SOL/S QUIROGA

Por supuesto, las condiciones morales de la familia son mucho peores


cuando. las causas de la ausencia total de los padres son, v.gr.: una condena
a muerte o a prisión; o un escándalo que afecte el honor, porque el medio
no sólo rechaza al individuo reprobado, sino a toda su familia, sin importar
la edad de sus miembros ni la participación en los hechos.
Hay múltiples tipos de familias desorganizadas que pueden clasificarse
como sigue: !-Aquéllas en que los factores básicos de la familia (padres, pa-
drastros, abuelos, ·etc.), al cambiar, provocan desorganización, por su separa-
ción o su divorcio, o la agregación de "padrastros" ocasionales o permanentes.
2-Aquéllas en que los factores no básicos de la familia (hijos o parientes), han
tomado funciones centrales (económicas o morales) y se alejan, o cuando
viven en otro núcleo familiar y se agregan al primero, aumentando su influen-
cia, sin comprender sus necesidades. 3-Aquéllas en que, sin tomar alimentos
ni oormir en la misma casa, los parientes o amigos pasan un gran lapso de
tiempo en e!la y toman parte en los problemas de la familia. 4--Aquéllas en
que, sin haber cambios de constitución familiar., se presentan formas inadecua-
das de organización: a) Por falta de trato suficiente, de disciplina, vigilancia
y control de los hijos; b) Por haber elementos materiales inadecuados en
cantidad (exceso o insuficiencia) o en calidad (orden y limpieza) ; e) Por el
desempeño de labores inadecuadas (padre o madre que habitualmente hacen
funciones que conforme a las costumbres no les corresponden, e hijos que toman
una autoridad que no saben ejercer); d) Por interferencia de vicios o delin-
cuencia.
No se puede decir que las familias incompletas o desorganizadas tengan
como productos necesarios a delincuentes, aunque lógicamente se puede esperar
que las grandes tensiones emocionales y la explosión pasional tengan de vez:
en vez manifestaciones y consecuencias en el campo de la delincuencia.
Cuando la familia es de delincuentes, sea por enseñanza directa y expresa,
sea por imitación de los padres, o de otros familiares, el sujeto llega a ser de-
lincuente, aunque esto no sucede fatalmente. ·
62.-La familia del delincuente: a) Delincuencia de los menores.-Se-
gún Taft! el delincuente es a menudo el niño que no aprendió en su hogar lo-
que normalm·ente es requerido en sociedad, que no aprendió que los demás
tienen derechos, y que nunca tuvo el placer que implica la cooperación y la
mutua ayuda. Para nosotros la delincuencia del adulto o del menor es un
síntoma de que ·el niño fue víctima de los errores de los adultos, y de un larg<>
proceso de abandono (moral o material).
141 TAFT, DoNALD R., Op. cit.
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA· CRIMINAL 16.3.

Sheldon y Eleanor Glueck, en el estudio de que ya hemos hecho mérito,11


han descubierto cuáles eran las diferencias entre la {amj.lia del delincuente Y,
la del no delincuente menor de edad. Taft,6 se refiere a ellas habiendo listado
las que nosotros resumimos a continuación, como características de las fami-
lias de los menores delincuentes :
l.-Habían cambiado de domicilio en el término de un año.
2.-Sus hogares estaban sobrepoblados y tenían malas condiciones sa-
nitarias.
3.-Vivían sólo con su padre o con su madre.
4.-Tenían padres separados o divorciados.
5.-No tenían refinamientos culturales en su casa.
6.-No tenían sentido del respeto debido a su familia.
7.-No tenían ambiciones.
s.-Tenían pobres tipos de conducta.
9.-Las relaciones conyugales de sus padres eran pobres.
10.-No era confiable la .supervisión del hijo por parte de la madre.
11.-No había unidad de la familia para tener recreación conjunta.
12.-No permitían a sus hijos traer a sus amigos a casa, ni había estímu-
los para las creaciones de los hijos.
13.-Sus familias no tenían cohesión en lo absoluto.
14.-Eran hijos únicos, rara vez.
15.-Sus familias ·eran muy numerosas.
16.-Habían tenido más de ocho cambios de casa, en tanto que muchos
no delincuentes sólo habían tenido una casa.
17.-Prevalecía el padre hostil, y era poco frecuente el calor de su afecto
por el menor. ·
18.-Era más frecuente la hostilidad de la madre por el menor, y menos
frecuente su amor caluroso.
19.-El ejemplo paterno fue considerado como inconveniente para el
menor.
20.-La hostilidad y la indiferencia entre hermanos prevalecía más entre
los delincuentes.
21.-No había planes para el futuro del menor.
22.-Prevalecía una disciplina floja o excesiva en sus familias, en tanto
que entre los no delincuentes era firme y bondadosa.
23.-Se empleaba más frecuentemente el castigo físico.
24.-Las madres tenían empleos más lucrativos.
5 Gir.uEcK; SHELDON y E.LEANOR, Unraveling /uvenile Delinqueney, Harvard University
Press, Cambridge, 1951. Dedican a ello todo su libro.
a TAFT, DoNA.LD R., Op. cit., págs. 189 y 190.
164 RECTOR SOLJS QUIROGA

i.os Glueck subrayan la falta de cinco factores, como muy importante para
definir cómo se inclina a los menores a la delincuencia: amor del padre por
los hijos; amor de la madre por los hijos; disciplina del padre; supervisión de
la madre; y cohesión familiar.
Precisamente, porque la familia va declinando en su fuerza educativa en
la vida moderna, aumenta su ya importante papel en la delincuencia. Insisti-
mos en nuestro pensamiento_ de que a menor influencia afectiva familiar, hay
mayor influencia del medio ambiente externo que es almácigo de influencias
deletéreas; y que concluye en la delincuencia casi ·siempre el incorrecto sentido
de la hombría o de la feminidad, forjado en el moderno hogar deshecho.
Cuando los niños no han encontrado satisfacción a sus necesidades básicas
en el hogar, y no tienen lazos emocionales suficientemente fuertes para imitar
su patrón cultural o el prototipo de alguien en particular, fácilmente se con-
vierten en delincuentes, dice Taft,7 particularmente si ello acontece en las etapas
tempranas de la edad, porque, agregamos, no se satisface la identificación ne·
cesarla con el medio generador.
Según Taft, algunas de las fuentes familiares de tensiones emocionales y
frustraciones, son las siguientes:
Cierta privación de satisfacciones físicas (como dinero para los gastos
personales); ciertos sentimientos de celo (particularmente entre hermanos);
deseos de revancha ante una injusticia de los padres, sea real o imaginaria,
o como resultado de los disgustos y riñas entre ellos; sentimiento de ser recha-
zado o no deseado; y, falta de confort emocional en el hogar.
Sutlierland y CresseyS afirman que la familia tiene un contacto casi exclu-
sivo con el niño durante la época de la mayor plasticidad y dependencia, y con·
tinúa durante varios años jugando un excepcionalmente importante papel para
determinar los patrones de conducta que el menor exhibirá al exterior. Pero,
por las diferencias de cultura de los padres, de sus estados de · áriimo o de
cansancio, por los problemas .que diaria,w.ente confrontan, y por las relaciones.
con los abuelos, es casi imposible sostener una consistente autoridad y una ar-
moniosa presión sobre los propios hijos. Tales inconsistencias afectan ·al grado
de obediencia de los hijos y por tanto el grado de control que sobre ellos se
tenga.
Según estos autores los hogares de que provienen los jóvenes delincuentes
se caracterizan frecuentemente por las siguientes condiciones, sea aislada o com-
binadamente:

7 TAFT, Op. cit., pág. 195. ,
8 SUTHER.LAND, EDWIN H. y 0RESSEY, DoNALD R., Principies o/ Criminology, ]. B. Lip·
pincott Co., N<'w York, 1955, pág. 171 y ss. ..
INTRODUCCION A LA SOCIOL'OGIA CRIMINAL

a) .-El ejemplo inmoral, alcohólico o criminal, de otros miembros de


la familia;
b) .-Ausencia total de uno de los padres (separación, divorcio, etc.);
e) .-Falta de control paterno (por ignorancia, enfermedad y ceguera. u otros
defectos sensoriales) ;
d) .-Inconsistencia del hogar, evidenciada por el autoritarismo de uno de
los miembros, favoritismo, sobreprotección, severidad excesiva, abandono, celos,
intederencia de los parientes, o exceso de población para una pequeña casa;
e) .-Diferencias raciales o religiosas; y,
f) .-Presiones económicas debidas a ingreso insuficiente, trabajo de la
madre o desempleo.
En el Primer Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del De-
lito y Tratamiento del Delincuente, celebrado en Ginebra en 1955,9 se hizo
notar que la cohesión fammar tiene una enorme importan<'ia en la prevención
de la delincuencia juvenil, y ·que en los países más desarrollados económica o
materialmente es donde se presenta más. desarrollado el delito como resultado
de la industrialización y de la inmigración inherente a ella, por lo que deberían
conservarse lo más que fuera posible los valores culturales tradicionales y el
importante papel de la madre en el hogar. Que es axiomático que la familia
constituye el elemento más importante del medio desde el nacimiento, porque
desempeña un papel fundamental en el .desarrollo de la personalidad, de las
actitudes y de la conducta, y que la industrialización y el crecimiento de las
ciudades traen consigo una creciente desorganización social, familiar y per-
sonal.
Abrahamsem10 afirma que las tensiones emocionales en la familia esta-
blecen las condiciones necesarias para el desarrollo de la delincuencia de los
menores, y considera que los padres deberían ser castigados por la conducta
de sus hijos que padezcan la enfermedad llamada crimen.
José Rafael MendozaU al referirse a las causas troncales de la delincuen-
cia infantil venezolana, afirma que ésta es propia de los hijos del mestizo, del
indio o del negro, sean campesinos u obreros, y señala la peculiaridad de la
constitución familiar y la ignorancia, como esenciales en su comportamiento.
Este autor distingue entre la mala constitución d.e las familias urbana, ru-
9 Informe de la Secretada del Primer Congreso de las Naciones Unidas sobre Pre-
vención del Delito r Tratamiento del Delincuente, celebrado en Ginebra en 1955. Edición
del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, New York, 1956, pág. 51 y ss.
lO Citado por VEDDER, KoENIG y Ü.ARK, CrimiMlogy, The Dryden Press, New York,
1955, pág. 188 y ss.
11 MENDOZA, Dr. JosÉ RAFAEL, Estudio de Sociología Criminal Venezolana. Sin pie de
imprenta. Caracas, 1952, pág. 31 y ss.
16ú RECTOR SOLIS QUIROGA

ral e indígena: la urbana, trabajadora, tiene como vínculo el concu.bimato que


es inestable desde su inicio, sin cohesión y cuyo lazo no tiene firmeza ni per-
sistencia, teniendo cuatro etapas en su evolución: la del entusiasmo amoroso,
la de las obligaciones, la .de la desbandada y la del derrumbamiento familiar,
basada en la incapacidad para el cumplimiento por parte del varón, que huye
dejando abandonada su familia. A esto sigue una posible nueva unión con-
cubinaria de la mujer o las uniones clandestinas que la inician en la prostitu·
ción, de donde surge el abandono de los hijos.
La rural, en que el trabajo del hombre en lugares remotos lo mantiene
alejado de su familia por largos lapsos, dejándola prácticamente abandonada.
Entonces la mujer acepta otro hombre, cae en la mendicidad o en la prostitu·
ción, y vende a sus hijas o las hace caer en la prostitución. Como las labores
rurales son muy pesadas y prolongadas, y la alimentación muy escasa, la in·
dependización del niño ·es prematura por las responsabilidades dei trabajo que
personalmente hace. Por afirmarse como hombre, toma bebidas embriagantes
y acepta conflictos que lo llevan a la cárcel tempranamente, como resultado de
su agresividad, del descontrol producido por las' bebidas embriagantes o por la
agresividad de los demás, de quienes debe defenderse.
La indígena, en que el hombre mantiene muchas mujeres, tantas como le
permite su situación económica, y los hijos no se instruyen. En ella se resuelve
por la violencia todo conflicto.
Con diferencias de grado encontramos en otros países características si·
milares: explotación del niño, trabajo prematuro, trabajo de la madre aban-
donada, libertinaje del varón, prostitución de la mujer en diversas edades,
etc., etc., coino factores de la delincuencia juvenil.
B) .-Delincuencia de los adulros.-Si en la delincuencia juvenil se desta·
ca continuamente la importancia de la familia en el deficiente o vicioso desa·
rrollo social del niño, en la de los adultos no carece de ella, sea como ante·
cedente, cuando el joven delincuente se convierte en criminal, o bien como ele-
mento presente por las tensiones emocionales que son determinantes de vicios
o de franca delincuencia.
No queremos decir que en todos los casos de delincuencia tenga un papel
fatalmente .determinante la familia, pero sí que en la mayoría de los casos po-
dremos encontrar su importantísima influencia previa o actual.
Shulmanll2 dice que las relaciones interpersonales de la .familia son de lo
más importante dentro de los antecedentes de la conducta delincuente; que
numerosos estudios han mostrado cómo los disgustos, las tensiones, los trián-
gulos sexuales, las fricciones debidas a problemas económicos, la frustración
12 Citado por VE~DER, KoENIG y CLARK, pág. 547.
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 167

de ambiciones, las pérdidas de su autoridad, etc., son tan importantes o más


que los rompimientos de la estructura familiar, y contribuyen grandemente a
la delincuencia, pues, para nosotros no cabe duda que la falta de control pa·
temo y la ausencia de penetración por parte de los padres sobre los problemas
de los hijos, ponen las bases de la delincuencia y del crimen.
Por tanto, la delincuencia que se desata circunstancialmente en la infan-
cia, en la adolescencia o en la adultez, tiene siempre tras de sí un contenido
hogareño conflictivo, frecuentemente antiguo, que estalla en la relación con
otras personas, y que, para "resolverlo" conduce al débil a conductas violen·
tas: gritos, injurias, amenazas, golpes, 'etc.
Aparecidos los conflictos familiares, los servicios de la justicia tienden sólo
a garantizar los derechos de los individuos y no los del conjunto familiar que
siempre se ve gravemente afectado. Y si llegan a preocuparse las autoridades
por la estabilidad y la cohesión del grupo familiar, su intervención es tardía,
porque, además de la gran dificultad de la relación humana de convivencia, ya se
han agregado factores de frustación y desajuste de los más diversos tipos, con
graves resultados pasionales que desembocan, muy probablemente, en el de·
lito. Para que la familia pueda ayudar a evitar la delincuencia, necesita cons-
tituirse en hogar organizado, donde los padres den y sientan el calor de una
unión afectuosa, constante y efectiva.
CUARTA PARTE
REGULARIDADES Y TENDENCIAS OBSERVABLES
EN LA DELINCUENCIA
CAPITULO 1

ALGUNAS MANIFESTACIONES REGULARES DE LA CRIMINALIDAD

63.-Algunas regularidades sociales de la delincuencia:


l.-Variedad; H.-Similitud; !H.-Repetición; !V.-
Oposición; V.-Adaptación; VI.-Interacción; VII.-
Ec¡uilibrio relativo,~ VIII.-Movilidad; IX.-Las cuatro
etapas; X.- Influencia geográfica; XI.- Agrupamien-
tos; XII.-Predominancia m(])Sculina; XIII.-Im.itación;
XIV.-Evolztció.n criminal; XV.-Oscüación; XVI.-Ci-
clos irregulares; XVII.-Adecuación; XVIII.-Edad evo-
lutiva; XIX.-Continuidad; XX.-Paralelismo; XXI.~
Especificidad; 64.-Intento de clasifioación .sociológica de
la delincuencia: A) .-Criterio sociológico crvminal: l.-
Delincuencia descendente; H.-Delincuencia política; IH.
Delincuencia común;¡ !V.-Delincuencia multitudinaria.
B) .-Criterio etnológico. C) .-Criterio ecológico.

63.-Algunas regularidades sociales de la delincuenciJa.-No es nuestra


pretensión consignar aquí las "ley,es", que pueden regir la producción natural
de la criminalidad, sino simplemente las uniformidades sociales relativas, re-
conociendo que aquellas a que estamos sujetos todos los seres humanos, rigen
1 ~ necesariamente a los criminales. Ellos también tienen ritmos de sueño, alimen-
1' tos, trabajo, asistencia a ciertos lugares, y están sujetos a las regularidades
que rigieron su nacimiento y su crecimiento, o su decadencia y muerte. Se
'1 habla de leyes que presiden la evolución de los pueblos, de las personas y de la
delincuencia, aunque nb h~yan sido totalmente descubiertas ni enunciadas, por·
que se dice que los fenómenos sociales son producto de la voluntad libre e im-
previsible ael conjunto de individuos, lo que no impide que sus actos presenten.
uniformidades con los de sus semejantes.

' 1
172 RECTOR SOL/S QU/ROGA

Roberto Mlac-Lean y Estenós, refiriéndose a Quetelet transcribe que "en


la mayor parte de los fenómenos sociales que dependen únicamente de la volun-
tad humana, los hechos se suceden con el mismo orden, y algunas veces con
orden mayor que los que son puramente físicos'? y aclara que las leyes cos·
mológicas, las biológicas, las psicológicas y las estadísticas, no pueden incor-
porarse a los hechos sociales, pues éstos se desenvuelven dentro de la órbita
amplia de sus leyes propias.
Para examinar más certeramente las regularidades sociales en el fenómeno
de la criminalidad podríamos basarnos en los descubrimientos de diversos au-
tores. Así J. Grant (1620-74.)12 encontró, al manejar "cifras contenidas en
tablas", que los nacimientos y las defunciones se repetían con gran regularidad
de año en año y posteriormente se fue formando la estadística hasta que Que·
telet la aplicó como método científico, y observó que los delitos "solían repe·
tirse de año en año con regularidad puntual, hasta .en los detalles y la manera
de su perpetración"/1 y nosotros vemos que las llamadas leyes sociales, no se
cumplen en el lOO% de los casos.
Entre otras regularidades tenemos las siguientes:
1.-Variedad.-En todos los seres ·del Universo se observan diferencias
notables entre individuos, grupos y realizaciones, que hacen que nunca se
encuentre una cosa, persona o actividad, exactamente igual a otra.
En la delincuencia se hallan también diferencias tan notables que no hay
un delincuente ni un delito igual a otro, como se puede comprobar por el dicho
de los diversos cuerpos de policía y de las autoridades judiciales encargadas
del examen y calificación o juzgamiento de los casos. Sin embargo, Quetelet
(1796-1874) 41 "descubrió que existe una ley que gobierna las variaciones in·
dividuales de -los seres humanos", y que hace predominar el término medio
en el 70% de los casos, quedando dos extremos de 15% de los mismos, cada
uno. De esta variedad se deriva la siguiente formulación:

Cada delincu..ente y cada delito, son diferentes de los demás sin que se
pueda encOIIitrar uno igual a otro.

II.-Sbnilitud.-Dentro de las diferenci~s observadas entre los indivi-


duos de la especie humana, existen neces~riamente ciertas semejanzas, que los
acercan entre sí, y los hacen comprensibles unos para otros. Ellas se pueden
a RoBERTO MAc·LEAN Y EsTENÓS, Sociología Integral, Instituto Peruano de Sociología,
Lima, 1951, Tomo 1, págs. 29 a 33.
,
pag.
2
100Citado
. por W. A. BoNGER. Introducción a la Criminología, F. C. E.~ .México, 194!3,
13 C!tado por BoNGER, Op. cit., págs. 103 a 105.
·~ Citado por BONGER, Op. cit., pág. 190 y ss.
LNTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 173

presentar tanto en la personalidad en sí misma, como en sus realizaciones, en


ciertos momentos, en toda su trayectoria Y. en su profesión o intereses; también
se presentan tales parecidos entre los delincuentes y sus actividades delictuosas,
lo que nos permite clasificarlos biológica, criminológica, social, legal y aun pe-
nológicamente.
Gabriel Tarde!' hace mención a semejanzas biológicas entre los individuos
y las especies vivientes; a otras lingüísticas, políticas, industriales, etc., entre
pueblos; a coincidencias de detalles 'e ideas geniales, y llega a afirmar que
"todas las semejanzas de orgen sociol. .. , son el fruto directo o indirecto de la
imitación bajo todas sus formas ..."
Lo relativo a 'esas semejanzas o simüitudes, se expresa como sigue:

Todo delincuente y todo delito encuentra.n en otros de su e.specie algunas


simüitudes, sea por razones de tipo, constitución u, otros características, que
permiten incluirlos en una o varias clasificaciones concretas.

III.-Repetición.-Fuera de las similitudes y parecidos, hay algunos fe-


nómenos sociales que se van repitiendo ante estímulos concretos y en particulares
momentos, circunstancias, necesidades, cualidades específicas o situaciones. Es
la repetición constante 'el secreto de las más profundas variaciones sóciales,
decía Tarde. Y Quetelet6 pudo ver que los homicidios (que en mucho dependen
del individuo en sus situaciones, emociones, y pensamientos), "solían repetir-
se ... , con regularidad", esto lo extendía a otros delitos, por lo que, afirmaba
poder predecir, aproximadamente, cuántas personas cometerían homicidios o
falsificaciones u otras clases de delitos, con la seguridad de que acontecerían;
pero, agregamos, eso puede ser a condición de que se conozcan las secuencias
anteriores y los cambios sociales habidos. ·
Gabriel Tarde también encontró qu·e los fenómenos sociales se repiten
7

periódicamente, y explica que la repetición significa producción conservadora,


causación simple y elemental (sin ninguna creación), en donde el efecto elemen-
tal reproduce la causa.
Aplicando tales observaciones a la criminalidad, diremos que:

Ciertas formas de delincuenciJa, maneras de vivir de los delincuentes y de·


litos, se repuen constante o periód'ícanne:nte en cada sockdad.
5 GABRIEL TARDE, Las Leyes de la imitación, Daniel Jorro, Editor, Madrid, 1907, págs.
35, 61 y SS.
6 Ver nota 3.
7 GABRUlL TARDE, Les·Lois Sociales, Felix Alean, Editeur, París, 1905, págs. 7 a 13.
Además dedica sendos capítulos de los dos libros mencionados en estas notas, al estudio de
Ba repetición de los fenómenos sociales.
174 HECTOR SOLIS QUIROGA

IV.-,()posición.-Pero no sólo hay similitudes y repeticiones en los fenó-


menos sociales, y en la delincuencia, sino también oposiciones, como se des-
prende de lo dichQ por Recaséns al estudiar, antes, el concepto de lo patológico.
Gabriel Tarde8 analiza el fenómeno de la oposición en todas sus formas
y alcances, y por nuestra parte diremos que en todo individuo hay cierta
agresividad; en la sociedad humana se observan conductas ~e idiosincrasias in-
dividuales o grupales que se opo~n a otras; también formas relativamente si-
métricas, luchas, discusiones, conflictos y competencias, que permiten el pro-
greso y el retroceso; la predominancia transitoria de lo negativo o de lo positivo
y de ]a fuerza física o moral. En la ciencia hay oposiciones que le son propias:
equilibrios de fuerzas, simetría de las formas, lucha de los organismos vivientes
y combates de todos los seres.
Socialmente se considera importante el triunfo, siempre transitorio, de las
fuerzas positivas (orden, cultura, bienestar, etc.) o de las negativas (indisci-
plina, ignorancia, miseria, delincuencia, etc.) . También la criminalidad en sí,
es una forma de oposición al progreso, a las normas, a la sociedad, a las au-
toridades o una forma de protesta contra situaciones especiales. Dentro de la
delincuencia existen sectores enemigos entre sí, que a su vez son combatidos
por la policía. Las formas de lucha que ostenta, permiten el triunfo transitorio
del más fuerte, peligroso, inteligente o evolucionado. Esta regularidad la ex-
presamos como sigue:

Dentro ,de la delvncuencia existen, en las formas más diversas, fenómenos


de oposición en que los hombres tienden a predominar unos sobre otros, r
que en ocasiones se· neutralizan.

V.-Adaptación.-También Tarde9 estudia los fenómenos sociales de la


adaptación, que significa una constante copia, creación y transacción de for-
mas de convivencia, con el medio físico y el social.
El individuo y las sociedades, en su más compleja formación, poseen una
tendencia mimética no sólo exterior, sino íntima, de acoplamiento y coordi-
nación, con formas de pérdida de la libertad y otras. Los delincuentes (en
su afán de burlar a las autoridades) se allanan a las prácticas policíacas; se
perfeccionan para no entrar ert conflicto directo mientras no sea necesario.
Es de adaptación la práctica de la policía secreta que exige al ladrón robar
para poder participar de sus "beneficios" sin que después lo persiga; también
el hecho de que éste ceda a esas exigencias, para sentirse protegido y seguro
8 GABRI~ T ~RDE, Les Lois Sociales, citada, págs. 57 a 112. .
9 Op. cu., pags. 113 a 115. Además, en su libro Las Leyes de la Imitación., de hech()
se refiere a la adaptación casi constantemente.
INTRODUCCION A LA SOCIOIJOGIA CRIMINAL 175

mientras no salga de la zona de determinado agente; la condescendencia de


los delincuentes entre sí, fijándose de común acuerdo zonas en que actuarán
y que deben respetar; la actitud. de pasar por autores de un delito que no
ejecutar~n, antes de denunciar a sus compañeros; el caló, lenguaje críptico,
que usan los delincuentes para llenar sus necesidades comunes, y las nuevas
formas de organización y de trabajo, de acuerdo con las de sus contrarios.
Todas crean nuevas formas de convivencia que tienden a evitar el choque y en
ocasiones aun el contacto ~casional. En relación con la criminalidad lo expre-
samos así:

Los delincuentes (individuales o agrupados}. tienden a. adaptarse al medio


físico o sociol en que se desenvuelven, y aun a la.s fomws más comz¡¡nes de opo-
sición que .encuentran.

VI.-lnteracción.-La vida social se desarrolla normalmente mediante la


interacción de individuos y grupos. Simmel dice que "La sociedad existe allí
donde varios individuos entran en acción recíproca" que "se produce siempre
por .determinados instintos o para determinados fines" ! 0 Los. delincuentes no
pueden ser una excepción, pues sufren interaccion~s individuales, familiares
o grupales y el fenómeno criminal no es la sola suma de los cas~s individuales,
como ya lo hacía notar Ferri, sino que se agrega esa interacción entre los casos,
y del ambiente con ellos. Así, cada delito no tiene significación aislada, sino
la del ambiente total. Los sujetos ejercen influencia unos sobre otros, y pueden
adaptarse u qponerse entre sí y con otros grupos, cosa que no podría acontecer
de no haber esa mutua influencia. Expresamos como sigue esta i-nteracción:

Entre los delincuentes (personas o asociaciones) y sus grupos amigos o ene-


migos (incluyendo la policía) existen interacciones que nwdifican sus activi-
dades delictuosas y las de las per.sanas relaciorur.das con ellos.

VII.-Equüibrio relativo.-Ward? al examinar la estática y la dinámica


sociales, dice que "Las estructuras son todas el resultado de una forma cual-
quiera de lucha entre las fuerzas sociales, por lo cual el carácter centrífugo
y destructivo de cada fuerza, obrando solo, resulta neutralizado y cada fuerza
obligada al trabajo constructor de la sociedad. Formando esas estructuras las
fuerzas diversas se equilibran, se· ·~onservan y se trasforman en energía y en
potencia... Todas esas estructuras mantienen relaciones entre sí, y el cumpli-
ao citado por ADOLFO PosADA, Principios de Sociología. Daniel Jorro, Editor, Madrid,.
1929, Tomo·¡, pág. 192.
11 Citado por ADOLFO PosADA, Op. cit., Tomo 1, pág. 350 y ss.
176 RECTOR SOLIS QUIROGA

miento de sus funciones las pone en contacto y hasta en lucha unas con otras.
Esta lucha moderada ... , produce el mismo efecto que las otras luchas y con·
duce a la organización social general ... si la estática social se refiere a la
creación de un equilibrio entre his fuerzas de la sociedad humana, por ade·
lantado puede suponerse que la dinámica social deberá referirse a la manera
como se perturba ese equilibrio social" y distingue los fenómenos del progreso,
del estancamiento, de la degeneración y de la inestabilidad sociales.
Siguiendo el mismo orden de ideas y para que la convivencia humana sea
posible a pesar de la delincuencia, es necesario que haya fuerzas contrarias
que equilibren la vida colectiva, sean policíacas, judiciales o sociales en gene·
ral. Desequilibrio o equilibrio relativos son la condición necesaria a la exis-
tencia de la sociedad. A su vez el fenómeno de la criminalidad no podría
existir si no cumpliera con su función compensatoria psicofísica y de resolu-
ción de problemas que los propios delincuentes sufren; miseria, ignorancia,
hambre, etc. Además, la policía y los servicios de justicia existen en todo el
mundo, gracias, en parte, a los criminales. Si se pretendiera conservar el equi-
librio social exterm~nando a todos los delincuentes (la mayoría de la humanidad
es delincuente, aunque sea por delitos tales como son los golpes simples, las
injurias, las amenazas, la difamación, la calumnia, 'el adulterio, etc.), se lo-
graría sólo el mayor desequilibrio de la humanidad. Así, nuestra formulación
sería:

La delincuencia cumple un fin de equüibrio psíquico, social o económico,


grupal o personal, y como fenómeno general se ve compensado a su vez por
las ·fuerzas socüdes organizadas:

VIII.-Movilida.d.-Según Pitirim A. Sorokin, la movilidad social consis-


te en la transición de una posición social a otra, sea en el sentido horizontal o
en el vertical,l2 Ya dijimos en el Capítulo 1 de la Tercera Parte cómo se presen-
ta en los delincuentes y la sociedad en general. Ahora es necesario ver qué ele-
mentos influyen en· ella, pues la sociedad tiene el concepto de que los delincuentes
pertenecen al más bajo estrato social, aunque procedan de todas las capas. Al ser
perseguidos o encarcelados, se observa un rechazo de las amistades a toda la
familia, a quien se hace bajar de categoría bruscamente. Si el presunto cri-
minal sale absuelto, la familia recupera su lugar, pero con múltiples limitacio-
nes, y de hecho tiene que rehacer el círcnlo de sus amistades.
. La movilidad horizontal de los delincuentes profesionales se presenta cuan-
do por razones de intereses económicos, políticos o de persecución policíaca
• ~ 2 PITIR!M A. SOROKIN, E-stratificación r Movilidad Social, Imprenta Universitaria, Mé-
XICO, 1956, pag. 145 y SS• .
lNTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 177

tienen que pasar a otros grupos, cambiar de rumbo de la ciudad, o de una ciu-
dad a otra, aunque conserven su especialidad y aun su técnica, o la abandonen
por otra.
En lo que respecta a la movilidad vertical, un delincuente necesita, paua
ascender, verse coronado por grandes éxitos y poseer las habilidades necesa·
rias para realizar dentro de la mayor seguridad (influencia en la policía) las
diversas maniobras requeridas, además de haber obtenido éxitos económicos.
El descenso se condiciona con los fracasos y las pérdidas de potencia econó-
mica.
Nuestra formulación quedará, pues, así:

Para que se produzca el fenómeno de la m'()1}ilii/ad social entre los clelin-


cu,entes, influyen el grado de éxito, la lwbilidad, la influencia. política, la po-
tencia económica, los intereses personales y la acción polidaca.

IX.-Las cuatro etapas.-Inspirados por la "ley de los tres estados" de


Comte, que afirmó que "por .la naturaleza misma del espíritu humano, cada
rama de nuestros conocimientos está por fuerza sujeta en su marcha a pasar
sucesivamente por tres estados teór.icos diferentes: el ·estado teológjco o ficticio,
el estado metafísico o abstracto y el estado científico o positivo''l3 hemos
examinado las formas en que los delincuentes conciben la vida y actúan ante
las sugerencias de su propio conocimiento.
Roberto Mac-Lean y Estenós afirma que el primero, o sea el teológico
atraviesa tres momentos: "la explicación mítica, fruto de la imaginación huma-
na"·; la antropomorfización y divinización de las fuerzas anímicas; y, la con-
cepción monoteísta que explica todo lo existente por _la acción creadora y la
voluntad omnímoda del Ser Supremo".114
Para nosotros la criminalidad tiene cuatro etapas (la primera, posible-
mente identificable con el primer momento del estado teológico), cuatro esta-
dos evolutivos que podrí~n corresponder a diversas épocas históricas, indepen-
dientemente de que se presenten en cualquier momento de la vida social, aun
simultáneamente.
En la primera, de contenido predominantemente mágico, se hacen depen-
der hechos presentes de otros que no tienen relación, de la acción de seres
míticos, de seres reales e inocuos, o de acciones lejanas faltas de significación
real. Se atribuyen a ellos los beneficios y daños sufridos, y dan lugar a hechos
de gran rudeza contra seres reales.''·
13 RoBERTO MAc-LEAN Y EsTENÓS, "Augusto Comte, fundador de la Sociología", en
Revista Mexicana de Sociología, Vol. XIX, No. 3.
141 RoBERT<? MAc-LEAN Y EsTENÓS, Sociología Integral, citada, pág. 651.
178 RECTOR SOL/S QUIROGA

La segunda de contenido teológico, en que a menudo se unen la superstición


y la religión y se atribuye a los hombres, sea el sujeto, los sacerdotes, los padres
de familia, los militares o los gobernantes, la representación de Dios sobre la
Tierra, y se realizan delitos en su nombre o en el de su "religión", cual-
quiera que sea.
En la tercera etapa, predominantemente positiva, el criminal busca un
beneficio concreto, tiene la finalidad racionalizada de adquirir bienes mate-
riales, a través del robo, el fraude, o la estafa, etc., sin creer en cosas mágicas,
teológicas o abstractas.
En la cuarta etapa, el delito es de contenido predominantemente político;
se toman como motivos la organización del Estado, sus fines, su mejor realiza-
ción, el bien público, las necesarias transformaciones, sin importar que quien
ataca al gobierno constituido, sea de tendencias retardatarias o progresistas.
Podríamos identificar las anteriores etapas por su paralelismo histórico
predominante, en la siguiente forma: corresponde la etapa mágica a la prehis-
toria; la teológica a la historia, abarcando hasta el feudalismo; la positiva a la
iniciación del liberalismo y al capitalismo, y la última que está empezando a
realizarse, con las grandes transformaciones políticas del mundo, hacia el So-
cialismo. Nuestra interpretación qu-edaría formulada así:

La delincuencia presenta: cuatro etapas evolutivaJS: lb m,igica, la teológilxJ,


la positiva y la pol'Dtica, que se realizan, según el adelanto de la sociedad, de los
delincuentes mJ,zlsmos y de los fines perseguidos pD'r sus delitos.

X.-1 nfluencia geográfica.-Es reconocida por todos los historiadores la


influencia del factor geográfico en el desarrollo de los pueblos, también la eco-
logía la proclama y ya se tiene la seguridad de su valor, en el crecimiento
cultural y en la vida humana en general. Como consecuencia, es indudable la
influencia de los factores geográfico y meteorológico en la criminalidad, a
uno de cuyos aspectos se refiere la ley de la variación térmica de Quetelet.
La influencia del factor climático y del geográfico en general, sobre la
criminalidad, parece ser real, pues en los lugares de bajas temperaturas pre-
dominan los delitos en contra del patrimonio, en tanto que en los de altas tem-
peraturas se realizan delitos sexuales, pasionales y de sangre. Eso también
ocurre con las diversas estaciones del año y con las variaciones climáticas
regulares. La exP.r'esión de ello sería como sigue:
'
El medio ·geográfico y el maeorológico influyen en loiS tliverSOJS aspectos
de la. delincuencia, OliiUSmulo diversas predomi~ delictl'lias, efnl lugar:es de
ooracterísticas diferentes.
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 179
XI.-Agrupamientos.-El maestro Lucio Mendieta y Núñezl-5 al dividir la
sociedad en grupos y cuasi grupos (como agregados sociales que mantienen
diversos grados de unificación mediante la presencia de sus componentes),
nos ha inspirado para estudiar la clase de agrupamientos que constituyen los de-
lincuentes. Debido a lo proteico que es la relación entre éstos (pues tienen las
más diversas formas de asociación que deben ser investigadas) no nos ha sido
posible aún llegar a formular conclusiones, pero los infractores no pueden
ser una excepción en la humanidad, por lo que sus agrupamientos tomarán
las más variadas constituciones, como acontece en la Sociología General. Los
seres humanos se reúnen de acuerdo con diversos factores: edad, intereses,
grado de cultura, antecedentes personales, posición económica, etc., y los cri-
minales no forman, creemos, una excepción. En relación con la criminalidad
diríamos, pues, que:

Los delincuentes se agrupan en:tre si en relación directa de sus seTn"ejanzas


y se apartan en relación directa de sus diferencias predo·minantes.

XII.-PredomJinancia masculina.-Los criminólogos Alfonso Q.uiroz Cua-


rón, José Gómez Robleda y Benjamín Argüelles16 hacen notar, en estadísti·
cas muy acuciosamente trabajadas, la predominancia del hombre (comparado
con la mujer) en la criminalidad, cosa ya reconocida por Quetelet y otros au·
tores. Al referirnos a la evolución humana hemos hecho notar que es el hom-
bre el que lucha y se enfrenta, 'el que trae los elementos vitales al hogar, en
tanto que la mujer se mantiene en su casa, es conservadora y cuida los bienes
adquiridos. En el crimen la muj'er siente, más que observa, al enemigo, pero
no actúa tan violenta e impulsivamente como el hombre y usa medios encu·
biertos para dañar. Por ello pocas veces comete delitos, y cuando los realiza
no se descubre fácilmente; por eso tiene menos probabilidades de llegar a la
cárcel. Nuestra formulación sería la siguiente:

Cuantitativarn.ente predomina el varón sobre la 111Jujer, en la comisiótn de


delitos.

XIII.-/mitación.-La actividad individual es la fuente y origen de todas


las uniformidades sociales que produce la imitación; por tanto, esta es una vía
por la cual los fenómenos cunden y se extienden socialmente, una vez que una
conducta original se ha realizado,, y surte efectos de ejemplo.
15 Lucro MENDIETA Y NúÑEZ, Teoría de los Agrupamientos Sociales, Instituto de In-
vestigaciones Sociales de la UNAM, México, 1950.
16 .AiLFONSO QuiRoz, JosÉ GóMEZ RoBLEDA y BENJAMÍN AacÜEIJI.ES, Tendencia y Ritmo
de la Criminalidad en México, DAPP, México, 1939.
180 RECTOR SOL/S QUIROGA

Hay diversos tipos de conductas. qUe provocan la imitación como hecho ge-
neralizado, y por tanto, la repetición o la similitud de los actos de otros
seres humanos. La vida del niño, en la familia y fuera de ella, está plagada de
actos copiados; y la del adulto -que desea adaptarse al grupo a que perte·
nec~, no es sino copia y creación, conjuntamente, de ideas, costumbres, fi-
losofías, y repetición más o menos fiel de lo dicho por autores, maestros Y
otras personas que se toman como prototipos del sujeto. Igualmente, los delin-
cuentes están sujetos a ello.
Bonger (Ver notas 2 a 4) afirma que más del noventa por ciento de las
personas carecen por completo de originalidad, y que toda novedad en el de-
lito se copia en seguida. De ello deriva la acción determinante de la propagan-
da, en la imitación, así como el verdadero sentido de la lucha para evitar el
perjuicio causado por la "nota roja" y las revistas "infantiles" que hablan
de los delincuentes. Por tanto, nuestra interpretación será como sigue:

El delito se desarrolla, en su generalidad, sobne. 1la base de la imitación


( obnsciente) y a:un del curotagü> mental (iJncGn§.cierote) to~ el patrón de
otros ya cometidos.

XIV.-Evolución criminal.-Roberto Mac-~an y Estenós (Ver nota 1)


menciona "la ley del desarrollo, llamada también de la evolución o del progre-
so, relativa al desenvolvimiento de todo grupo social desde sus formas más
embrionarias hasta sus manifestaciones más perfectas, evolución garantizadora
de la permanencia de las sociedades".
El hombre y su sociedad, pues, están sujetos a ciertos cambios producidos
por ellos mismos, que les brindan, tras de exigencias de mejor preparación,
mayores comodidades y menor esfuerzo; esto es especialmente visible del
campo a la ciudad, donde hay nuevas formas de convivencia, invenciones y
descubrimientos que dan oportunidad al ser humano de sentirse mejor. A
ello se le ha llamado "desarrollo", "evolución", o "perfeccionamiento".
Como consecuencia natural, esto ha influido en el crimen, pues contra la
agresividad que en el campo pone en peligro la salud o la vida de las personas
sin un efectivo beneficio para el delincuente, en ia ciudad más se daña cuando
el provecho sea más seguro. En formas avanzadas de la criminalidad, se busca
el beneficio propio en dinero, y no precisamente muebles o inmuebles que
podrían ser p'eligrosos, por la fácil comprobación de los delitos. Así, el pen-
samiento del delincuente, mientras más avanzado, menos busca el daño para
los demás que el propio beneficio; y sigu11 produciendo nuevas formas de de-
lincuencia, además de técnicas modernas para ejecutar los delitos que los hacen
m·enos comprobables y perseguibles.
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 181
Es decir, que la delincuencia más perfeccionada, busca mayor provecho,
causa el menor daño posible, afecta a bienes jurídicos menos valiosos, es más
inteligente, menos emocional, menos violenta y más provechosa para el cri-
minal; y aun se dirige atrevidamente contra los principales políticos y personas
poderosas (caso del chantaje periodístico contra altos funcionarios), para ob-
tener mayores ganancias.
Antes la criminalidad era individual; después aparece en asociación delic-
tuosa, y más tarde cuenta ya con la complicidad de las autoridades, que ponen
su interés personal en el éxito del crimen. Las asociaciones delictuosas (sean
compañías legalmente constituidas o. simples gangs) han llegado a actuar con
pleno conocimiento del público y las autoridades, y hasta capitaneadas por
los funcionarios que debieran perseguirlas. Así tenemos que:

La delincuencia, como otros jep¡ómenos sociales, es capaz de. desarrollo,


evolución y perfeccü:mamiento: pasa de las formas individuales, violenui:.s y emo·
cionales que causan daño en altos 1l<al'Ones (la salud y la vida), a fornias a.sek-
ciadas, inteligente;s, no muy iJañosas y sí muy provechosas, que atacan valcre3
secundarios (los bienes mxaeriales).

XV.-Oscilación.-Dos estadísticos italianos, Tovo y Rota, expusieron an·


te el Congreso de Antropología Criminal de Turín, en 1906, la importante ley
de la5 oscilaciones de la criminalidad,l"l' manifestando que sus formas más
graves se producen en limitados casos, en tanto que las más leves se multiplican
notablemente en la sociedad.
La delincuencia excepcional, los raros sucesos criminales, los hechos ex-
traordinarios o anómalos, según afirmación de Bernaldo de Quirós (V¡er nota
17), son la mejor lección de criminología; y para la Sociología Criminal ellos
son los que pueden representar parte de lo patológico. Así tendremos que:

Cuan&itativarn,ente la delincuencü:r. oscüa en. razón inversa de la grave-


dad de sus fomws.

XVI.-Ciclos ·irregulares.-Bonger,18 citando a A. von Oettingen, señala


que en tiempo de crisis aumenta el robo y de manera especial los delitos de
las mujeres y de los niños. Además, si las poblaciones se ven afectadas por
terremotos, meteoros de las más div.ersas especies, guerra, escasez, revoluciones
0 inquietudes sociales generalizadas, varía el ritmo y la intensidad de la delin-

17 Citados por CoNSTANCIO BERNALDO DE QuiRós, Criminología, Editorial José M. Ca-


jica, Jr., Puebla, Méx.,, 1948, pág. 230.
lS Obra c~tada, pag. 101.
182 HECTOR SOL/S QUIROGA

cuencia, en aumento o disminución, influido por tales factor.es. Ello se ha


observado en reiteradas ocasiones en los diversos países del mundo, como Ber-
naldo de Quiró#9 hace notar al hablar de los ciclos irregular.es.
Por ello se afirma que:

Cuando UM comunidad se ve afectada por un fenómeno natural, econó-


mko o socWl, nacional o internacional, el ritmo de kn .delincuenda varía, en
aumento o disminución, influido por dicho fenórroeno.

XVII.-Adecuación.-Sabido es que· la vida moderna se complica cons-


tantemente en los más diversos aspectos, pero la complejidad varía con el desa-
rroilo y las condiciones peculiares de cada comunidad. Las dificultades para
la lucha por la vida, aunque sentidas personalmente, son cada vez más gene-
rales y parece que la delincuencia violenta disminuye en tanto que la astuta y
contra la propiedad se incrementa; nuevas formas sustituyen a las antigúas
y son más adecuadas a las nuevas complicaci~nes. La criminalidad de los
menores se incrementa a medida que disminuye la conviv.encia familiar, y la
de las mujeres es sensible a las crisis y catástrofes.
Cada sociedad tiene su propio niv.el evolutivo y, en comparación con otras,
posee su capacidad para progresar hasta cierto grado en un momento dado;
asimismo, muestra peculiar resistencia ante sus fenómenos negativos, que pa-
recen ser precisamente adecuados a su grado de progreso. No podemos esperar
que una sociedad subdesarrollada realice progresos que se observan en otra al-
tamente civilizada y viceversa. Tampoco se esperará encontrar muy bien or-
ganizados grupos criminales o gangs, en comunidades paupérrimas o pequeñas.
Cada comunidad, pues, tiene hechos sociales negativos, y por tanto su delin-
cuencia, adecuados a su grado de progreso. Tal adecuación, se expresa así:

La delincuencia de UlUIJ comunidad determinada,· varia. en razón directa


de la complejidad de su vida y es adecuada a ella.

X!VIII.-Eda.d evolutiva.-Las manifestaciones .delictuosas individuales, va-


rían de acuerdo con la edad y parecen aumentar estadísticamente, en las épocas
evolutivas críticas del sujeto. Así la delincuencia infantil es escasa hasta la
evolución puberal, alrededor de los doce años de edad, para continuar en as-
censo durante toda la adolescencia; el clímax se presenta entre los veinte y los
veinticinco años de edad, correspo:1diendo a la época en que el hombre toma
a su cargo por primera vez, a través del matri,monio, todas las responsabilidades,
·1-9 Obra citada en la nota 17, pág. 226 y ss.
JNTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 183

con sus normales conflictos; después decrece y vuelve a aumentar cuando la


crisis del climaterio se presenta, para disminuir nuevamente. Estas variaciones
se han estudiado casi por todos los especialistas que se dedican a la estadística
de la criminalidad. Los impactos, las agresiones y los estímulos del medio am-
biente, recibidos sin experiencia suficiente, hacen sucumbir al joven, y las crisis
íntimas juegan un papel que se conjuga con el medio. Esta influencia evolutiva
personal, la expresamos así:

La intensidad estadística de la delinCUJencia, varía con la evolucioo indi-


vidual y con el grado concomit~nte de intervención del sujeto en la lucM por
la subsistencia.

XIX.-Continuidad.-La delincuencia, como todos los fenómenos sociales


normales se realiza constantemente, momento a momento, y en las grandes co-
munidades nunca falta. Sus causas, los hechos y las consecuencias sociales,
están evolutiva e históricamente eslabonadas, de tal manera que unos influyen
sobre los posteriores en una secuencia continuada. Esta sucesión o rontinu;idad
la expresa Mac-Lean afirmando "el eslabonamiento de los hechos históricos a
través de los siglos" (Ver nota 1) y nosotros la proponemos así:

El fenám.Clno de la delincuencia presenta una c0'11!tinuidad histórica, va-


riando eslabonadarnente sus formas.

XX.-Parolelismo.-Con Mlac-Lean (Vú nota 1), afirmamos que en el


fenómeno criminal, como en otros, parecen existir ciertas formas originales que
brotan en diversos lugares distantes y sin comunicación, simultánea o diferida-
mente, de manera tan similar, que se supondrían influidas una por otra. Por
tanto, se afirma la existencia paralela de fenómenos criminales parecidos, en
lugares lejanos y no relacionados uno con otro. Este paralelismo se expresa
como sigue:

En lugares disla;ntes y no comunicados entre sí, suelen aparecer manifesta·


ciones originales y parecidas de delincuencia.

XXI.-Especificidad.-De la Psicología aprendemos que cuando un indivi-


duo ha reaccionado por primera vez obedeciendo a ciertas circunstancias, cada
vez que se encuentre en iguales condiciones repetirá su misma conducta, sólo
que, aprovechando ya su experiencia anterior, tenderá a perfeccionarse y pro-
tegerse contra las consecuencias indeseadas. En relación con lo delictuoso di" ·
ríamos que:
184 RECTOR SOL/S QU/fWGA

Cuando, obedeciendo a la acción de ciertas circunstancias, el individuo ha


realizado por primJera vez 'su actividad. delictuosa, cada vez que quede sujeto
a la mis~ situación, repetirá igual conducta.

Seguram.ente hay otras muchas regularidades no expuestas por nosotros,


pues nuestras propias limitaciones, la calidad de los fenómenos sociales, su
complejidad, etc., nos impiden la percepción de otras uniformidades, y para
terminar diremos qu-e al referirnos a las regularidades examinadas no damos
por admitido nada fatal, sino que sabiendo las secuelas fenomenales, puede
prevenirse, en algún grado, el acontecer social inconveniente.
No toca a la Sociología el formular programas de prevención contra la
delincuencia, pues eso corresponde a la Política Criminal; es por ello que no
entramos en ese aspecto.
64.-/ntento de clasificación sociológica de la delincue.ncia.-Como final
de ·esta obra teórica, mera parte general de lo que créemos es la Sociología
Criminal, no podría faltar un intento de clasificación que correspondiera
a la realidad social de la delincuencia. Caben para ello diversos criterios ba-
sados en la verdad colectiva de la vida humana, que pueden regir nuestro
pensamiento al pretenderla, pero en todos ellos nos limitaremos a los hechos
tipificados como delitos en las leyes penales y no a la inadaptación, a la
inmoralidad, ni a las transgresiones a otras leyes, como las laborales, las civi-
les o las administrativas. Esta posición nos evita dudas y discusiones inútiles,
dándonos, en principio, mayores seguridades.
Si en otra parte nos referimos a hechos no criminales, al mencionar las
realidades de los jueces y cárceles administrativos, se debe a que en esas rela·
cion·es autoritarias se gestan una gran cantidad de hechos delictuosos que,
aunque no sean perseguidos, aumentan el conglomerado criminal, sea con la
fuerza del ejemplo gubernamental atacando intereses privados, o dando lugar
a delitos contra las autoridades.
Ya los Códigos Penales establecen sus clasificaciones, con criterio nor·
mativo y según los intereses jurídicamente protegidos, o la calidad de sus au·
tores. Así contienen: delitos contra la seguridad exterior e interior de la na·
ción; contra el derecho internacional; contra la seguridad pública; contra
la autoridad, la economía pública, lo moral o la salud; cometidos por fun·
cionarios públicos o por profesionistas; contra particulares; delitos de falsedad;
delitos sexuales; contra el estado civil, la paz y seguridad de las personas; contra
la vida, el honor, la libertad, el patrimonio o la integridad corporal. Todas
las anteriores clases, se refieren a deliros, aunque en ocasiones .se mencione
a los delincuentes, pero nosotros deseamos referirnos a la delincuencia.
INTRODUCCION A LA SOCIOWGIA CRIMINAL 185

No nos sirven las clasificaciones normativas para los fines sociologicos,


porque no dan una interpretación realista del fenómeno social-delictivo, sino
una casuística para el caso de que se realice cierto tipo de conducta dañosa.
Se refiere a conceptos y no al diario suceder colectivo de carácter delictuoso.
A la criminología pueden interesarle los delincuentes natos pasionales, y
otros, según los más diversos criterios de las ciencias qn'e la forman, pero desde
nuestro punto de vista social de la delincuencia, caben las distinciones de
acuerdo con la calidad de su significación social, y de la trascendenciiz de sus
hechos en la comunidad. Intentándola encontraremos varios criterios:

A) .-Criterio sociológica-criminal:

l.-Delincuencia descendente.-Es la cometida por gobernantes de cual-


quier categoría: autoridades, funcionarios, empleados o agentes, que se supone
deberían servir al conglomerado y que, por lo contrario, lo traicionan y lo
dañan. Tiene mayor trascendencia que otras, porque sirve de mal ejemplo a la
población y de invitación a· delinquir; porque significa injusticia o arbitra-
riedad del fuerte (gobierno) contra el débil; porque demuestra la inadecua-
ción del sistema de gobierno y de los funcionarios, que son símbolo de la
inseguridad general reinante. Puede ser interpretada, según lo vimos en el Ca-
pítulo III de la Segunda Parte, como fenómeno auténtico de patología social,
porque estando la delincuencia presente en toda sociedad, es normal dentro de
ciertos límites si no invade las ·esferas que deberían combatirlo, y es patología
cuando ha tomado una enorme fuerza que la hace ser aceptada por gobernados
y gobernantes en su generalidad, dentro de una sociedad desorganizada o en
descomposición.
H.-Delincuencia política.-Es la cometida por los ciudadanos, en su ca-
lidad de tales, sean funcionarios o no, bajo criterios políticos que se suponen
favorables a la colectividad y contrarios al Estado, al gobierno, o a la orga·
nización legal, nacional o internacional, que desean modificar. Tiene trascen-
dencia general en caso de triunfar, porque llegará a imponer los ideales de sus
dirigentes que son, a menudo, reformadores sociales y, en caso de fracasar to-
mará su calidad propiamente delictiva por los daños causados, siendo perse-
guidos.
Vivifica las protestas calladas de la población y la invita a rebelarse con-
tra las injusticias, los abusos del poder y la trayectoria inconveniente que ellos
implican. Es otro símbolo de la inadecuación de los sistemas de gobierno y de
los funcionarios y puede 8er interpretada como una lucha en contra de algo
anormal que es fomentado por el gobierno. Si fracasa, siempre habrá quien .
la persiga, pero si triunfa nacl_ie se atreverá a hacerlo. Como di~ección y rea-
186 IIECTOR SOL/S QUIROGA

lización corresponde, en la mayoría de los casos, a hombres de grandes ideales,


emocionalmente maduros y frecuentemente superdotados, la población siente
simpatía por ellos y hasta en las prisiones se les somete a regímenes más benig-
nos que a los. demás presos, aunque se les tenga más vigilados.
III.-Delincuencia común.-Es la cometida por particulares contra par-
ticulares, para causar un daño y obtener un beneficio o satisfacción persona-
les. Cuando afecta a funcionarios o al gobierno no .es por su calidad de tales,
sino independientemente de su representación. Tiene menor trascendencia
colectiva que las anteriores, pero es la más numerosa y a la que se concede
mayor tención pasiva por quienes no están afectados. Es la que constituye el
verdadero problema criminal.
Aunque este fenómeno tiene .escasa fuerza de ejemplo, contamina a los
débiles sociales, niños, adolescentes, personas inmaduras y a quienes pasan
grandes conflictos. Juega en ello importante papel la publicidad amplia, gra-
tuita y eficaz que se le hace, más que su trascendencia propia. La colectivi-
dad, ante la criminalidad común, tiende a refugiarse en las autoridades cuando
son dignas de confianza, en espera de ver resarcido el daño; pero cuando ellas
son incapaces de atender eficientemente a las víctimas, se expande un senti-
miento de inseguridad que impulsa a tomar la justicia por propia mano, ca-
metiéndose nuevos delitos.
La delincuencia común se presenta en toda sociedad y en todo tiempo y
llega a tener proporciones patológicas si las autoridades no combaten eficaz-
mente el delito, son indiferentes a la rehabilitación del delincuente, practican
la criminalidad en cualquiera de sus grados, abandonan a los familiares del
infractor y causan que ellos se vean impulsados a la delincuencia para resolver
problemas que ellas desean ignorar, y no hacen labor preventiva ni represiva
con efectividad.
!V.-Delincuencia multitudinaria.-Es la cometida simultáneamente por
grandes grupos humanos, sea contra particulares, grupos limitados, otras mu-
chedumbres o los representantes del poder estatal. En el último caso se dis-
tingue de la delincuencia política, porque ésta va meticulosamente dirigida en
sus fines y organizada cuidadosamente desde un principio contra el gobier-
no mismo, en tanto que aquélla no persigue más fines que los surgidos del
calor del momento, pues, como dice Gustavo Le Bon,20 las multitudes son poco
aptas para el razonamiento y muy aptas para la acción, inconscientes, bru-
tales, sugestionables, crédulas y exageradas.
La delincuencia multitudinaria, como la descendente y la política, tiene
trascendencia profunda porque cunde con una rapidez extraordinaria, signifi-
20 LE BoN GusTAVO, Psicología de las Multitudes, Editorial Divulgación México, 1955,
págs, 15, 16 y SS. · , '
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 187

ca la reprobación de situaciones que afectan a la colectividad atacando a quien .


se supone causante de ellas y no precisamente a los culpables o a los gober·
nantes. Debe ser combatida atendiendo a los problemas que le dieron origen,
más que con la represión, para evitar que continúe y aumenten el descontento
y el sentimiento de frustración. Si no se logra detenerla pueden surgir condi-
ciones graves de inseguridad general y emerger inquietudes políticas nacionales
o internacionales, con toda clase de consecuencias violentas.
B.-Con el criterio etnológico habrá tantas predominancias de formas de
la criminalidad, cuantos pueblos hay, y tras de las diferencias morfológicas
y de color de sus actores las encontramos también de filosofía profunda, de
patrón cultural y de costumbres (que se reflejan en las conductas diarias y
persistentes) . Tras de las diversidades culturales, que se asocian a las eco-
lógicas, se ocultan dos tipos principales de filosofía: la de los orientales que
es la del "deber" y la de los occidentales que es la del "derecho", como puntos
de partida diferentes en la conducta diaria, en la delincuencia y en la orga-
nización social.
En el Continente Americano se ha puesto especial interés en los indígenas
y en los negros. Diespués de haber caracterizado etnográficamente a los pri-
meros, se afirma que cometen más delitos de sangre, en tanto que los otros
conglomerados realizan hechos de astucia.'2l Entre los norteamerica~os también
se han tomado en cuenta los delitos cometidos por las diversas razas que ha-
bitan su país y se ha llegado a conclusiones interesantes, ya que puede verse
quel22 en New York, sobre un total de 220 menores, existía un 24.1:% de blan·
cos, un 59.1% de negros, y un 16.8% de puertorriqueños (mestizos latinoame-
ricanos). En números absolutos eso hace ver las predominancias de un mes·
tizaje sobre otros en el delito, si bien hay que tomar én cuenta las condiciones
en que los prejuicios raciales (que por fortuna existen mucho menos en New
York que en otros Estados) afectan a la vida de los individuos, y también la
necesidad de tomar la proporción estadística con el total de población, para
llegar a números relativos que son los que nos permitirán ver con precisión
la intensidad del fenómeno.
Las personas actúan con toda naturalidad en su lugar de origen, pero fuera
de él cambian de conducta, delinquiendo en mayor grado debido a la dificul-
tad de adaptación en un lugar de patrón cultural diferente, y a otros fac-
tores.
C) .-Con el criterio ecológico, se e!ltablecen diferencias entre la delin-
12!:L JoRGE DEL VAJLLE MATHEU, Contribución al Estudio de la Realidad y Factores Ope-
rantes en la Delincuencia Indígena, Colección de Estudios Sociológicos de la UNAM Mé-
xico. 1952, pág. 407 y ss. '
122 "Delinquency Prediction", A. Progress Report, 1952-1956, New York City Youth
Board, págs. 31 y 3;2,
188 RECTOR SOL/S QUIROGA

cuencia rural y la urbana, se observa la pr.edominancia de la delincuencia vio-


lenta en el campo y la astuta en la ciudad. La calumnia, y la difamación
parecen normales en el medio rural (sin que sean perseguidas por las autori-
dades, ya que tendrían que ejercer acción penal contra una mayoría). Por
lo contrario en la gran ciudad son más raros estos delitos, a pesar de que
también son perseguidos muy pocas veces. .
.Luis Garrid<f-'3 dice ser "indudable que la ciudad suministra el ambiente
y las condiciones apropiadas para ciertos delitos", tales como .el fraude, el es·
tupro y otros, en tanto que la población rural es más homogénea y más so-
metida a los frenos sociales, como el de la familia. La ciudad permite perma-
necer en el anónimo habiendo muchas tentaciones y rozamientos, los robos
se cometen con mayor facilidad y el comercio ilícito es mayor. El parasitismo
masculino, tras de la mujer prostituida, es mucho más esporádico en el campo.
La delincuencia bancaria es propia de la ciudad. En el campo crece con
mayor naturalidad la población, en tanto que en la ciudad se practica el con·
trol de la concepción, el aborto y el infanticidio. Por ser más difícil en el
medio citadino el control y vigilancia de los hijos, la delincuencia juvenil se
desarrolla como fenómeno urbano principalmente.
El campesino que se traslada a la ciudad sufre múltiples desajustes siendo
importante I!J el económico. En la ciudad se buscan gentes especializadas en la·
bores concretas y el campesino no es un especialista: tiene que empezar por
aprender algo, lo que lo coloca en situación de inferio.ridad, al lado de los
demás; percibe muy bajos salarios que son numéricamente superiores a los del
campo, pero insuficientes para vivir en el medio citadino; eso produce desa·
justes que lo conducen a la delincuencia. Por otra parte, el campesino que
va a vivir en la ciudad quiere trasladar sus costumbres rurales, con lo cual
se atrae la atención de los demás, el ridículo, y con él las burlas crueles y su
propia inadaptación. Además, hay las tentaciones urbanas del lujo, las nuevas
cosas no conocidas antes y que se exhiben en los aparadores, los centros de
vicio numerosos, la ambición de dinero, la buena fe sorprendida por múltiples
defraudadores, etc., que lo obligan a adaptarse, a delinquir o a volver derrotado
a su comunidad rural; esto último significa una grave frustración emocional
que difícilmente se acepta.
En los criterios expuestos y en las clasificaciones anteriores caben sub·
clasificaciones que pueden tener validez, y es indudable que pueden hacerse
tomando en cuenta otros factores como el ocupacional, el temporal, la clase
social, las diversiones, lo económico y muchos más, para descubrir las diferen·
cias de delincuencia que suscitan.
23 LUis GARRIDO, La Ciudad y el Delito, Colección de Estudios Sociológicos, Instituto
de Investigaciones Sociales de la UNAM, México, 1!156, pág. 403 y ss.
CAPITULO 11

EVOLUCION DE LA CRIMINALIDAD

65.-Generalidades. 66.-/nfluencia de la economía. 67.


-La guerra. 68.-Las comunicaciones. 69.-El .sexo. 70.
-La edad. 71.-Nuevas formas de la delincuencia.

65.-Generolidades.-La humanidad, en los más diversos grados y aspec-


tos, ha pasado por etapas de atraso esencial y por otras de brillante adelanto
que se han sucedido, sea progresivamente o bien dando aparentes saltos y aun
retrocediendo. Unos pueblos permanecen sumamente ignorantes y mantienen
sus costumbres primitivas, 'en tanto que otros progresan mucho en el sentido
material, intelectual y humano. Algunos más, que suponíamos muy adelanta-
dos, dieron sorpresivos pasos atrás, realizando actos colectivos de salvajismo
genocida, orientados por prejuicios que toda ciencia, siqui.era füere inicial,
rechazaría. Cuando la evolución general de la humanidad no ha sido pareja-
mente sucesiva, no se puede esperar, tampoco, que la criminalidad lo sea,
ni que la lucha contra ella se oriente con uniformidad.
A pesar de ello han existido ciertas líneas generales de evolución criminal
que se pueden apreciar a grandes rasgos: se ha pasado de la delincuencia vio-
lenta a la basada en el engaño; de la emocional o pasional pura, a la que es
producto de vicios, o se realiza por medio de la inteligencia; de la que se
dirigía contra las personas, a la que va en contra de los bienes; de la profunda
a la superficial; de la que buscaba soluciones a problemas personales, a la
que sólo busca satisfacciones momentáneas e intrascendentes, frecuentemente
económicas 1 Y a casi no se discute que la delincüencia evoluciona y que para
ello influyen las conquistas modernas, donde son conocidas.
Sin embargo, dentro de la misma población, el solo contacto (en libertad
0 en cautiverio) que tengan unos delincuentes con otros, o con personas no .de-
lincuentes, hace que se comuniquen sus experiencias y sus ideas, sus interpre-
190 RECTOR SOLIS QUIROGA

taciones de los hechos y sus planes futuros, lo que a su vez sirve para inspirar
nuevas formas de delincuencia que les servirán para combatir a sus enemigos,
lograr riqueza o poderío, y alcanzar, según creen, con vertiginosa rapidez, las
metas de superación humana.
Hemos escuchado en boca de pobres sujetos de inteligencia muy despier-
ta las más diversas maneras de hacerse ricos en breve; la forma de introdu-
cirse, sin mayor trabajo, en los más altos círculos sociales; la de alcanzar altas
metas políticas sin pasar por los primeros escalones; la de obtener beneficios
de la práctica de una profesión u oficio, sin haberse preparado o estudiado.
Para ello minusvaloran la inteligencia común del medio en que actúan, la ex-
periencia de los demás, o la necesaria secuencia de quien sabe que debe al-
canzar lo menos para llegar a lo más. Miás tarde hemos visto a algunos de ellos
sufriendo las dificultades que pasan los mediocres, los inmaduros y los delin-
cuentes: ser reconocidos como falsarios, inexpertos y peligrosos.
La delincuencia de cada lugar corresponde, por lo regular, a .Jas condi-
ciones económicas y sociales del mismo. Sin embargo, de vez en vez aparece
algún delincuente profesional de otros lugares~· que encuentra una zona posi-
blemente libre o que le facilite el entrenamiento, para regresar después como
experto a su lugar de origen. Hay otros que viajan por diversas ciudades para
ir cometiendo sus actos criminales, pensando que no serán alcanzados o per-
seguidos siquiera. Algunos otros, internacionales, son más peligrosos, tanto
porque siendo desconocidos entre la población general se les facilita cometer
sus fechorías usuales, como porque tienen muy variadas experiencias, muy
selectos maestros de diversos países, y muy hábiles socios, aun entre los go-
bernantes.
Si al sólo transcurso del tiempo, que hace evolucionar al individuo, se
une su experiencia dentro de una actividad delictiva, influye más aún la per-
manencia entre delincuentes con quienes se entabla contacto en las cárceles y
demás establecimientos de detención. Hace más rápido ese equívoco progreso
la desorganización de los establecimientos penales que mantienen el aprendizaje
delictivo dando tiempo libre, contacto con los más peligrosos, alimento, aloja-
miento y vestido, sin exigir trabajo, actividad, ni pago algunos. No hasta que
en la Ley se ordene la ejecución de tal o cual política de rehabilitación, si en
la realidad no se actualiza.
Poco se ha escrito sobre el aspecto evolutivo de la delincuencia, ya que
más se ocupan los autores de la reacción que provoca el delito en los gober-
nantes y el público, de la evolución de los criterios de interpretación y de re-
presión de la delincuencia y de la comprensión de lo que supone experimentan
los delincuentes. Por ello fijan su atención en las ciencias penales o en la ley,
en los jueces y los establecimientos penales, la reincidencia, la profesionalidad
INTRODUCCION A LA SOCIOIJOGIA CRIMINAL 191
y la ocasionalidad del delito, pero a menudo se deja fuera la evolución propia
de la delincuencia, porque se ha considerado al criminal como un tipo regre-
sivo que representa las primeras etapas de la humanidad, que supone cierto
salvajismo, tiene reacciones desproporcionadas y actúa infantilmente. Otros le
consideran enfermo (epiléptico o demente), miserable, ignorante, anormal.
Todos los anteriores conceptos son razonables, pero no son forzosamente ver-
daderos en cada caso, ni como regla general, ya que se realizan conjunta o
separadamente en los criminales, pr:edominando unos aspectos u otros en cada
colectividad.
La verdad es que la criminalidad se desenvuelve dinámicamente, siempre
basándose en elementos estáticos e influenciada por una dinámica social y
económica cada día más complicada. Son sus elementos estáticos el factor geo-
gráfico, el clima, la constitución del sujeto y .el temperamento y son los diná-
micos la familia, la densidad de población, la composición social y económica,
la industrialización, el confort creciente, el cambio jurídico (a pesar de que
el Derecho es siempre un el~mento conservador de la sociedad), la forma en
que actúa el Estado y su policía, el abandono de viejas costumbres, los cambios,
culturales y económicos, las nuevas ocupaciones y concepciones religiosas, fi-
losóficas, morales, científicas o artísticas, etc., que determinan nuevas motiva-
ciones (conscientes o inconscientes) de los delincuentes y nuevas formas de
delincuencia. El Estado debe transformar su política criminal, para luchar
contra tales avatares con efectividad, por lo cual han aparecido nuevas formas
y aspiraciones del Derecho Criminal, que desarrolla nuevas maneras de enca-
rar viejos problemas, reorganiza a la policía designando personal científica-
mente preparado; exige qu.e la persecución de los delitos sea científica; que
los jueces penales estén criminológicamente preparados, etc., etc.
Algunos aspectos de la criminalidad representan el primitivismo en que
viven ciertos países y otros se dan sólo en países bien desarrollados. Varían
por ello, tanto en calidad como en cantidad, de acuerdo con los grados de
cultura y civilización de los pueblos.
Los cambios en la delincuencia no significan necesariamente progreso,
aunque se 'empleen nuevas formas, medios de ejecución y maneras de oculta-
ción del delito. Sin embargo, siempre se observan influencias exóticas, a tra-
vés de las películas, la radio o la televisión, por lo que es fácil suponer que
llegan no sólo de los países cercanos, sino de los que tienen relaciones comer-
ciales y culturales más intensas entre sí, estableciéndose procesos incompletos
de contacto de culturas, en su sentido negativo (vicios y delincuencia) , en mes-
tizajes culturales más o menos complicados. No influyen en eso solamente los
medios normales de comunicación, sino la presencia misma de otros indi-
viduos.
192 RECTOR SOLIS QUIROGA

Como consecuencia de la difusión que han hecho los pueblos de cultura


occidental, de todas sus conquistas, avances y particularidades, se han trans-
mitido a otras colectividades también las formas de combatir la delincuencia,
pero no sólo a los gobiernos y autoridades especializados, sino a la población
en general, y haciendo mención, muchas veces detallada, de las nuevas formas
que los criminales ponen en práctica para realizar sus delitos. Eso lo han
aprendido o imitado los delincuentes y muchas otras personas han sido con-
tagiadas mentalmente.
Es fácilmente perceptible que no sólo la civilización moderna, sino aun
la cultura, han suprimido much<l,s males, pero han creado otros más que antes
eran desconocidos, o la intensificación de los ya existentes. La criminalidad
se transforma y transita de un medio social a otro y se gesta lo mismo en
los medios más miserables, que en los más ricos y cultos, aunque su intensi-
dad varíe.
La alfabetización y la civilización no disminuyen necesariamente la delin-
cuencia; se presenta, a pesar de todo, adaptada a las nuevas condiciones in-
·dividuales y sociales del sujeto, lo que significa· que al mejorar el conocimien-
to individual cambian los tipos de delitos hacia otros menos violentos y de
mayor aplicación intelectual. Por tanto, parece ser que, si la cultura modifica
espiritualmente al sujeto, colora sus actividades. Así, puede afirmarse que a
mayor cultura individual menor delincuencia común, lo que no excluye a la
delincuencia política, que se ocupa de las situaciones generales de la humani-
dad, de su bieneEtar y de su progreso, contra los detentadores del poder.
66.-lnfluencia de la econoTIÚJa.-Ya hemos hablado de la influencia de
los diversos niveles económicos en la delincuencia. Ahora tocaremos el punto
relativo a la evolución de la delincuencia ante los cambios económicos.
Es reconocido que en momentos de subversión social, de guerra, inunda·
dones, incendios o terremotos, la economía de una sociedad determinada se
ve profundamente afectada. Vienen también los cambios de la propia econo-
mía ante muchas otras situaciones y aparecen los casos de inflación, deflación,
crisis de sobreproducción o de falta de ella, explotación exhaustiva de las fuen-
tes de trabajo, y transformaciones políticas causadas por la propia economía
en su desarrollo. Se ve afectada la población que, descontrolada y desespe-
~ada por la falta de resolución de sus problemas, comete irregularidades de
conducta: actos parasociales como la prostitución, el homosexualismo, el al-
coholismo, la drogadicción y los antisociales en los delitos de los más diversos
tipos, formas y montas.
Cuando se vive en la miseria se devalora todo frente a las necesidades
insatisfechas. En consecuencia desaparece la cortesía, el deseo de servir, el
I.NTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 193

am~r, la piedad, y otros valores. Se destacan entonces los individuos por su .


maldad, su delincuencia y sus grandes defectos visibles para todos. Por tanto,
la delincuencia se presenta más intensa cuando hay menos estabilidad, pues
como todo cambio brusco representa dificultades de adaptación individual,
los ritmos de acomodamiento representan crisis que cada quien resuelve con-
forme a su peculiar manera de reaccionar.
Alfredo Niceioro1 hace mención a la repetición de ciertos fenómenos con
diversos ritmos, por días, meses, estaciones o años. En lo económico existen
también por épocas, sean lustros, siglos, edades o eras. Hace notar Niceforo
que cuando hay una tranformación, los ritmos de repetición se deshacen mo-
mentáneamente, mientras viene un reacomodo general. Pero mientras no se
presentan cambios, la conducta humana sigue ritmos que forman hábitos, con-
dición de una buena realización personal individual o colectiva. De ello resulta
que durante los cambios y las crisis hayan de aparecer intensificaciones de
ciertos delitos, y aun nuevas formas o modalidades, entre quienes sufren más
dificultad de adaptación.
Las manifestaciones delictuosas debidas a los cambios económicos gene-
rales, no son sólo de tipo económico, sino de muchos otros, aunque prevalezca la
intensidad máxima en los primeros dentro de los centros mayores de población,
de comercio o de industria.
Los datos económicos varían dentro del año, siguiendo el mismo ritmo de
años pasados. Si cambia el ritmo porque aparezcan nuevos datos, éstos son
de gran significación, aunque de momento no se note su influencia en los
aspectos generales. Suele suceder que aparezcan cambios sociales y sólo tengan
presencia estadística mucho tiempo más tarde, cuando su importancia ha cre-
cido notablemente. Pero su influencia estadística sólo se refleja en otros datos
cuando se ha agravado notablemente el fenómeno.
Niceforo hace notar que no debemos ver solamente la riqueza media por
habitante en una determinada zona, sino el grado d.e desigualdad en la dis-
tribución de la riqueza, dentro de ella. Creemos que también es significativa
la desigualdad entre diversas zonas colindantes o cercanas, para explicar la
necesaria comparación exterior que la mayor parte de las personas hacen,
despertando ciertas emociones y formas d.e conducta. .
Lo económico está ligado a excesos o faltas de trabajo, fatigas, formas de
ocupar los ocios, cantidad y calidad de la alimentación, estado físico de la
habitación y del mobiliario, grados de cultura y de .educación, movilidad so-
cial vertical u horizontal, aumento o disminución de las cualidades personales,
1 NICEFORO, ALFREDO, Criminología, Editorial Cajica, Puebla, México, 1955, Tomo 5,
pág. 409 y SS.
194 HECTOR SOLIS QUIROGA

y de la salud física y mental, y su importancia crece individual o colectiva-


mente.
En la época contemporánea han tomado especial incremento los movi-
mientos colectivos, para perderlo después por la prevención efectiva de ellos.
La huelga, vgr.: provoca cambios sumamente rápidos y hace surgir. violencias,
crisis económicas familiares y posibilidades de delincuencia.
CajíaSZ menciona que una es la delincuencia que provoca la miseria y las
crisis económicas, y otra es la del auge; que si en las épocas de prosperidad
aparece en las estadísticas menor delincuencia, no es sólo por la realidad que
cualquiera puede constatar, sino porque la policía y los jueces son menos estric-
tos durante ellas, y los ricos, los profesionistas y las personas cultas cometen
delitos por medios más difíciles de descubrir, usando buenos defensores, influen-
cias políticas y medios ·económicos para evitar ser condenados. También afir-
ma que hay delitos de tipo económico o no económico, pero todos reconocen
causas de tipo económico.
Hlace tiempo se manifestó un pensamiento por demás simplista e injusti-
ficado: si desaparece el sistema capitalista, .desaparece la delincuencia. La
realidad de la U.R.S.S. nos está demostrando lo contrario, pero, de todos mo-
dos, los países desarrollados han ven~do tratando de ayudar económicamente
a desenvolverse a los países subdesarrollados, pensando que al mejorar sus
condiciones de vida disminuirán su agresividad contra los capitalistas y se ale-
jarán de las tendencias comunistas. Estas son reconocidas generalmente como
criminales, porque inicialmente propugnaban el cambio político-económico por
medios violentos y radicales de todas clases, para que los detentadores de la ri-
queza la abandonaran y el Estado pudiera reorganizar el sistema económico bajo
bases sociales más justas. Desde el punto de vista capitalista imperante, el
comunismo es una forma colectiva de criminalidad económico-política y para
los comunistas es criminal el capitalismo.
61.-La guerra.-Antiguamente las guerras afectaban solamente a peque-
ños sectores de la población: feudos, barrios, ciudades o países; pero, a medida
que se han complicado las condiciones generales del mundo, particularmente
las económicas, han ido creciendo las alianzas de otros países con los conten-
dientes, al grado de que las últimas guerras han sido llamadas "mundiales".
En Europa, varios años antes de que se inicie una guerra, se sufre pánico por
considerarse cercana la muerte; entonces se disuelven las familias por el éxodo,
los excesos o los placeres más diversos, con una baja de la moral general.
Después de la última guerra el pánico de Europa ha disminuido en cierto
grado, pero se ha difundido en todo el mundo ante la fuerza atómica y las
12 CAJÍAS K. HuÁSCAR, Criminología, Editorial Juventud, La Paz, Bolivia, 1955, pág.
387 y ss.
JNTRODUCCION A LA SOCJOIXJGJA CRIMINAL 195

enormes distancias a que se puede atacar gravemente a otros. Aunque el temor


ante otra posible guerra existe, las costumbres casi no han variado. Sólo se
notan mayores extremos (negativos o positivos) en las prácticas morales y re-
ligiosas. Desde antes de iniciarse una guerra viene un cambio profundo en la
conducta de las personas y en sus ocupaciones habituales dentro de los pue-
blos afectados, y parece favorecer una disminución de la _delincuencia, y de
delincuentes dentro de las cárceles, ya que la atención se fija en los aconte-
cimientos, porque se deberá servir a los intereses general~s tomando una posi-
ción personal; ello acontece, al decir de Niceforo, al igual con todos los delitos.8
Sin embargo, cabe la posibilidad de que, por estar ocupadas las autoridades
y la policía en los problemas militares, no pongan atención en los pequeños
asuntos particulares, por lo que la disminución podría ser más aparente que
real. Creemos que se trata de ambos aspectos y de algunos más como el ma-
yor control del alcoholismo, el aumento de trabajo, la instauración de nove-
dosas formas de convivencia, etc.
Pero una vez pasado ese período de disminución inicial, al acostumbrarse a
la forma anómala de vida, se constituye la población por los miembros de las
fuerzas armadas, que están en el frente; y en las poblaciones quedan los que
han sido licenciado por incapacidades, las mujeres y menores, que sustituyen
al varón trabajando en las factorías y comercios, y los niños pequeños y
ancianos decrépitos que quedan sin control y sin protección. Además, hay
prófugos que se van a vivir a los países que no están en guerra y en los in-
vadidos, En todas partes se sufre una migración heterogénea y una insufi-
ciente alimentación; cada quien se protege como puede, además de las regula-
ciones militares, apareciendo una delincuencia nueva. y posiblemente sin tipo
_legal. La familia está disociada, cada quien hace su vida, y su conducta es
peor. Las estadísticas no funcionan, y aparece intensa la criminalidad femeni-
na y juvenil.
Cuando termina la guerra las personas no pueden volver a trabajar nor-
malmente, ni las escuelas a funcionar de inmediato, ni el hogar a reconstruirse
como antes y las condiciones conflictivas, de miseria y enfermedad, aumentan
la criminalidad de vencedores y vencidos. Una es la imposibilidad de la
persona que ahora ya no sirve para trabajar o se desacostumbró, y otro es el
problema de las fuentes de trabajo, en que algunos ocupan sus antiguos lugares
y desplazan a quienes los ocuparon en la guerra. Aumenta la mortalidad por
enfermedades y con ella el conflicto íntimo que se agrega a las susceptibili-
dades mentales que ahora predominan. Nicefor04' señala que los delitos que
· 3 NxcEFORO, .AILFREDO, Op. cit., pág. 245 y ss.
4 1()p. cit., pág. 268 y ss.
196 HECTOR SOLIS QUIROGA

más se cometen al terminar la guerra son los homicidios y lesiones, robos, ex·
torsiones y secuestros, también contra el orden público, contra la administra·
ción pública, fraudes, estafas, y contra la moral y las buenas costumbres.
El mismo autor hace notar que bajan la nupcialidad y la natalidad, y
aumenta la mortalidad, particularmente la infantil. La producción agrícol~ e
industrial disminuye a partir de la guerra, y los precios aumentan desorbita·
damente con el costo de la vida, en proporción posible de 100 hasta cinco
mil .• La circulación monetaria aumenta en similar proporción, las deudas igual·
mente y los embargos judiciales por lo consiguiente. En fin, hay cambios tan
notables que suponen un verdadero ·desquiciamiento de todas las conductas
habituales.
David Abrahamsena hace notar que al sobrevenir la guerra aumentó la
delincuencia de niños de 11 a 13 años en los Estados Unidos; y la de lnglate·
rra de los menores de 17, alcanzando un 41'% de incremento y pudiendo atri-
buirse ello a que disminuye el control familiar;. sobre los· menores, que ahora
quedan abandonados a sus propias decisiones. Por eso también en las mujer-
citas aumentan los nacimientos ilegítimos. En fin, se incrementa la delincuen·
cia de los menores, y disminuye la de los mayores a los principios de la guerra.
La moral de los tiempos de paz se vuelve inválida, y cuando termina la lucha
es muy difícil refrenar los impulsos terriblemente exaltados, ante las insufi·
ciencias de la potsguerra.
La guerra actual es un movimiento migratorio gigantesco, dice Von Hen-
tig0 que comprende a los grupos de edad de los varones que daban su aporte
a la delincuencia y ahora viajan en condiciones anormales, debiendo reunirse,
en intimidad muy grande y grave, individuos de las más diversas calidades.
Este autor estima como causa de la disminución estadística de la delincuencia
al iniciarse la guerra, la movilización de los grupos de edad propensos al
delito.
En los países neutrales o que no participan directamente en la conflagra·
ción, los salarios no aumentan, pero sí la escasez de víveres y los precios. En
consecuencia sube también la delincuencia contra la propiedad.
También Von Hentig hace notar el aumento extraordinario de la delin-
cuencia femenina en toda clase de delitos, durante la guerra, pero vemos que
nunca llega a igualar a la masculina, pues cubre sólo un 60,%.
La delincuencia juvenil se ve influida por la propaganda de guerra que se
realiza en panfletos, carteles, rótulos, cine, radio, televisión, etc., y propulsa
la imaginación a extremos fantásticos. La conducta de los jóvenes se sale de
¡; AnnAHAMSEN, DAVID, Delito r Psiqué, F. c. E., México, 1946, pág. 197 y ss.
16 VoN HENTIG, HANs, Criminología, Editorial Atalaya, Buenos Aires, 1948, pág.
391 y SS.
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 197
todo lo concebible, pues luchan contra los maestros y contra los niñqs meno-
res. Jóvenes de ambos sexos se reúnen escandalosamente y cometen toda clase
de excesos, permitidos o no.
Tiempo después de la guerra todavía permanecen formas de conducta que
se convirtieron en habituales a partir de ella; es decir, evolucionó ante sus
impactos y ahora éstas, a su vez posiblemente modificadas, se imponen a la
vida pacífica. Como ejemplo mencionaremos que Cursio M;alaparte, en su
magnífica novela de terrible contenido : La Piel, hace ver el grado de des-
moralización y el cambio de filosofía popular de Nápoles en la postguerra,
cuando se acepta como fenómeno colectivo el homosexualismo y otros hechos
concomitantes.
68.-Las cOTnUJ'I,icaciones.-La delincuencia ·evoluciona también con el gra-
do de desarrollo de los medios de comunicación en cada país. Con el progre-
so mecánico, electrónico o nuclear, aparecen nuevos métodos de realizaciQn
criminal y cierta delincuencia excepcional. Se llegan a conocer las formas
extranjeras y se trasmiten nuevos aspectos de la nacional desde las grandes
ciudades a los pequeños poblados. Las comunicaciones ayudan a la . rapidez
de la acción ilícita, a la fuga fácil, y a la delincuencia internacional. La va-
gancia, el tráfico de blancas y de drogas, la circulación de moneda falsa, etc.,
encuentran un eficaz auxiliar en ellas. ·
También han surgido nuevas formas de criminalidad como el -robo de
vehículos (aéreos, según la última modalidad) , y la delincuencia en serie, en
diversos poblados, pues, cometido un acto en un lugar, mientras la lenta po-
licía se mueve, se siguen ejecutando delitos en las subsiguientes hasta el límite
que no permita dejar huella. El teléfono, el telégrafo, el cable, el radar, los
aviones, etc., permiten estar sobre aviso en las actividades a larga distancia,
traficar con armas también, a~spiciar rebeliones, la caída de un gobierno y
otros importantes hechos. A su vez, el ataque a algunas vías de comunicación
(aparatos o trasmisiones) impide a las autoridades actuar certeramente.
La delincuencia era puramente local y se justificaba que cada ciudad y
cada pueblo tuviera control exclusivo sobre sus delincuentes que casi nunca
salían de la población, a menos que se profesionalizaran. Ahora los delin-
cuentes se desplazan rápidamente, se han internacionalizado al grado de que,
con motivo de la Revolución Cubana actual y la ruptura de relaciones con
los Estados Unidos, ha habido apoderamiento de aviones en pleno vuelo, cam-
bios de ruta forzados, etc., sin que puedan atribuirse a la política estas
acciones.
En la trata de drogas, de blancas y de armas se emplean los mejores me- ·
dios de comunicación, como en los grandes fraudes o asaltos. La superación
198 RECTOR SOL/S QUIROGA

de las trasmisiones favorece la fuga y la impunidad, con el concurso de las


claves que se usan en las comunicaciones radiofónicas.
Han adquirido frecuencia e importancia mayores los robos de carros: si
son debidos a adultos delincuentes, se recuperan sin sus aparatos y refacciones,
o no se recuperan del todo; si son debidos a menores, se hallan completos o
destruidos por algún choque, porque sólo los toman "prestados" para pasear
un rato y devolverlos. Al respecto cabe hacer notar que los hijos de "buenas
familias" roban los carros en busca de fuertes emociones, y más tarde demues·
tran su "poderío" eludiendo la acción de la justicia mediante dinero o in·
fluencia política.
69.-Sexo.-La delincuencia en general comprende la predominancia casi
total del varón adulto, como acontece realmente en todo el Globo. En mucho
menor proporción se presenta la femenina que varía, según los países, entre
el 5 y el 20% de la primera, en condiciones de normalidad, es decir, mientras
no haya perturbaciones graves en la vida gener.al. En la delincuencia juvenil
varía la predominancia del varón o de la mujer, según los países y las épocas,
pero en general parece predominar también la masculina.
Se atribuye todo ello a la influencia de las diferencias somatopsico·sociales,
cuantitativas también, entre los sexos, según ya las tenemos expresadas en el Ca-
pítulo IV de la Primera Parte. Parecen determinar el hecho del carácter batalla·
dor, la ibayor iniciativa dinámica, la agresividad, el afán de mando y otras cua·
lidades del varón, que le hacen luchar por obtener mejores situaciones, incluso
al ofrecer su protección a la mujer; en cambio ésta, más protegida, conserva·
dora, obediente y pasiva, aferrada a las condiciones de sacrificio que le impone
el hogar y a la atención constante que debe a su familia, se salva más fácil·
mente de caer en la delincuencia.
Aun en el caso de que la mujer sustituya al hombre en el trabajo durante la
guerra, como lo hemos hecho notar en el apartado número 64 de este Capítulo,
sólo alcanza un máximo que apenas sobrepasa un poco de la mitad de la delin·
cuencia masculina. Sí influye la ocupación de la mujer moderna que trabaja fue·
ra del hogar, pero todavía se dedica a las labores más estables y pacíficas, en las
oficinas y en las escuelas, donde tiene pocas oportunidades de entrar en con·
flicto y, por tanto, de delinquir. Aun en el trabajo social que es tan dinámico,
la mujer casi siempre tiene por misión ayudar a quienes pasan por conflictos,
y para hacerlo efectivamente debe quedar. precisamente fuera de dificultades.
La delincuencia femenina también evoluciona cuantitativa y cualitativa·
mente. Por lo general es primitiva y emocional por la menor cultura de su
autora que se deja arrastrar por situaciones repentinas. Franz Exner7 hace
7 EXNER, FRANZ, Biología Criminal, Editorial Bosch, Barcelona, 1946, pág. 250 y ss.
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 199

justo mérito de que la menstruación, el embarazo y el climaterio comportan


cambios anímicos durante los cuales comete sus delitos de lesiones, incendio,
hurtos en los almacenes, etc. Durante la guerra y la inflación, la criminalidad
femenina aumenta cuantitativamente; y la vida moderna influye también por
el menor control, moral y religioso y la mayor participación de la mujer
en los trabajos fuera del hogar, que la hacen sentirse más justificada cuando
abandona moral y materialmente a sus_ hijos, exponiéndolos durante muchas
horas diarias.
Mirma Exner que son las condiciones biológicas de ella las que deter·
minan que cometa el abandono de los niños, el perjurio, las injurias, el 'en·
cubrimiento y el robo; y que sus delitos están principalmente relacionados
con el cuidado y la educación de sus hijos. Participa poco en los delitos de
fuerza: allanamiento de morada, lesiones, asalto, robo y daños materiales.
En México las estadísticas8 señalan cantidades muy cercanas al 8%, de
proporción de los delitos de las mujeres respecto de los hombres.
Quetelet, padre de la E~tadística, señaló en el siglo pasado que la crimi·
nalidad de las mujeres es cinco veces menor que la del varón, y Niceforo apun·
ta que las naciones más civilizadas tienen delincuencia femenina más elevada.
Es indudable que la mayor participación de la mujer en las actividades
públicas y en las económicas, también la ha ido conduciendo a delitos frau·
dulentos; y, por otra parte,. su tan perseguido adulterio, tras de haber .adqui·
rido fuerza también contra su copartícipe, ha ido perdiendo importancia hasta
el grado de desaparecer de algunas legislaciones, porque se ha preferido dar
plena libertad sexual.
En algunos países se ha incluido la prostitución en el catálogo de los
delitos, y aún así, la cifra femenina nunca alcanza a la masculina, pues a su
vez el homosexualismo, que se comprueba más entre los varones, también se ha
considerado delito.
70.-La edad.-Ya hemos hecho notar en el Capítulo IV mencionado, las
diferencias evolutivas del ser humano al cambiar la edad. Generalmente se
enfatiza la delincuencia infantil y juvenil por su importancia mundial, ya que
él mayor número de delitos son ejecutados por jóvenes, sea dentro de los lí·
mites de la minoría penal o fuera de ellos, pues el vértice estadístico superior,
se presenta habitualmente antes de los veinticinco años.
El fenómeno es explicable: se presentan los primeros hechi>s que pueden
calificarse de delitos cuando el niño es demasiado pequeño y los adultos tienden
a comprenderlo más, a protegerlo y a ayudarle, por lo que sus hechos no llegan
al conocimiento de las autoridades. Si llegaren, prevalecería igual sentimien· ·
s ·Ver Compendio Estadístico, pág. 195, Dirección General de Estadística, 1958.
200 RECTOR SOL/S QUIROGA

to general en los adultos y se tendería más a la transacción que arreglaría el


conflicto.
Es a partir de los siete años cuando se presentan las primeras acusaciones
por hechos delictuosos de los niños. Se dice que la primera infracción, que
todos hemos cometido, se presenta entre los siete y los 10 años lo que se com-
prende por la inadaptación inicial a la vida social.
Hacia los trece años se presentan, ·exteriormente visibles, las caracterís-
ticas críticas del cambio bio-psico-social del adolescente, con su fanfarronería,
su prepotencia y las compensaciones violentas de su terrible inseguridad (que
los adultos toman como retos y responden adecuadamente). Y a ni la víctima,
ni la policía, ni el Ministerio Público, ni los jueces (aun los especializados)
pretenden exculparlo y muchas veces ni protegerlo, sino perseguirlo y causarle
dolor. Es entonces cuando comienza el aumento estadístico de la delincuencia
juvenil, que tiene tan altamente preocupado al mundo actual.
Parece ser en la delincuencia juvenil que se presentan más sensiblemente
los cambios de la vida moderna, de la desorganización familiar y del impacto
imaginativo que causa en el adolescente la modernidad de las conquistas cien-
tíficas, técnicas o artísticas, especialmente en los aparatos nuevos que se han
construido. Es esta sociedad la que ha creado los tribunales para menores,
con e] ánimo de dar protección y atención especializada a tales delincuentes,
aunque de hecho pocas veces se haga idóneam:ente.
Los menores pueden cometer tres clases de hechos que provocan la inter-
vención de los Tribunales para Menores: delitos propiamente dichos; actos
no tipificados como tales, pero que demuestran el grave peligro en que se
encuentra el menor, tales como la prostitución de la niña, la embriaguez del
varón, el homosexualismo, 'etc.; y actos que tampoco son d.elitos, pero que
prueban que se comienza a correr peligro: desobediencia sistemática a los pa-
dres, faltas incontroladas a la escuela; salidas ~el hogar, sin aviso, y otras más.
Parecen favorecer la delincuencia juvenil la falta de amor de los padres,
la falta de estímulo para la acción constructiva, de los menores; la falta de
estimación de lo ya hecho, la falta de libertad progresiva, y la falta de atención
y ayuda al menor ante sus problemas, ya que quienes carecen de esas condi-
ciones primordiales, han obedecido a los estímulos del cine, de las amistades
peligrosas, de la televisión, de los centros de vicio, y de prostitución, etc., Y
a todas las influencias deletéreas del exterior de la familia. Así parecen de-
mostrarlo las graves fallas del hogar y la inestabilidad afectiva, encontradas
en los casos de menores delincuentes, por regla muy general, que apenas por-
tándose mal logran que sus padres se ocupen de ellos, además de entretener
sus constantes ocios mediante excesos que ponen de manifiesto el desequili-
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 201

brío que sufren entre su inmadurez y sus crecientes necesidades;· entre sus
deficiencias mentales o corporales y las exigencias del medio ambiente.
Respecto de la delincuencia infantil el Dr. Mendoza9 afirma que la de
Europa y Norteamérica es precoz y se desarrolla en medios organizados de
corrupción y de vicio, en tanto que la de Hispanoamérica significa aban-
dono enmedio de una incultura generalizada, por lo que su etiología es dife-
rente, debiendo ser diversos los medios de prevención y represión. En cambio
los delincuentes adultos, por su sola mayor edad, y salvo los casos de anorma-
lidades manifiestas, son objeto de una acción persecutoria que debe realizarse
para proteger a la sociedad más que aten~iendo a sus personales necesidades,
pues se supone que todo adulto está completamente evolucionado y debe tener
el control suficiente para inhibirse de realizar hechos dañosos. Independien-
temente de la realidad o dogmatismo de tal supuesto, ya no existe duda, en
estos tiempos, de que también la conducta adulta, como la de los menores,
obedece a causas endógenas o exógenas que la influyen, y eso está provocando
un cambio colectivo de criterios para combatir el fenómeno delictivo, bus-
cando también la rehabilitación. Se ha observado que los adultos no pueden
modificar fácilmente su conducta; sin embargo, se les ve adaptarse mejor a
las condiciones sociales siguiendo sus tendencias personales.
La edad, pues, tiene una gran importancia general en los delitos cometi-
dos, pero vuelve a tener especial significación en la senectud, a pesar de .su
escasa incidencia estadística. La conducta de los senectos, tiene grandes si-
militudes con la de los adolescentes, pero con la gravedad de la decadencia
y en una mezlca de sentimientos más o menos coloreados por altos valores y
por las más graves decepciones.
Se trata de una época de decadencia grave, de involución del organismo
(con decrecimiento corporal y deficiencia de las sensaciones) y del psiquismo
(con deformación afectiva de las percepciones), así como de la potencialidad
económica y social del anciano, marcada cualitativa y cuantitativamente. Se
les une la soledad y el abandono, en la mayor parte de las horas o de los
días de la semana, una susceptibilidad extremada y poca resistencia a las contra-
riedades. Si además de ser viejo, el individuo se siente viejo, cargará con
todos los inconvenientes de esta edad, y entonces aparecerán los odios graves,
las envidias terribles; el retraimiento casi absoluto, incluyendo el aislamiento;
el temor a la competencia de los más jóvenes, la tristeza y el miedo, con la in-
seguridad y la desconfianza.
Cajías10 al encarar lo anterior, marca que si el climaterio aumenta el apor-
9 MENDOZA, JosÉ RAFAElL, Eostudio de Sociología Criminal Venezolana Edición pri- ·
vada Caracas, Venezuela, 1952, págs. 28 a 30. '
ltO CAJÍAS K. HuÁSCAR, Criminología, Editorial Juventud, La Paz, Bolivia, 1955, p. 303.
202 RECTOR SOL/S QUIROG.4.

te del adulto a la delincuencia, ésta es, en la senectud, parecida a la de la mu·


jer, ya que usa la injuria y la calumnia, el encubrimiento, el iD.cendio, o ~os
delitos sexuales por desviación. Esta criminalidad parece que no evoluciona,
según nuestra observación.
11.-Nuevas formas de la delincuencia.-A una causalidad social y eco·
nómica más complicada que influye en la conducta humana, a una vida econó-
mica y social más compleja, disolvente de los antiguos núcleos familiares Y
de las costumbres, con medios de diversión nuevos y una moral política y social
más relajada, corresponde una d~lincuencia novedosa. Novedosos son también
los estímulos que incitan al hombre a la lucha en contra de otros sectores de
la humanidad, como acontece con la explotación capitalista que llegó a los
extremos del imperialismo, del colonialismo y del semicolonialismo, y que
encontró la reacción colectiva del comunismo, o de los más variados grados
del socialismo.
De hecho siguen existiendo los mismos tipos delictivos en la ley, pero se
cometen en nuevas formas, con efectos más pr~~isos o más difundidos, y tam-
bién varían los medios materiales, vgr.: se usan cadenas para asaltar y gol-
pear; d bien la~ técnicas se ejecutan en torno a las profesiones como ya lo
tenemos dicho.
Se usan los avances científicos y técnicos y las nuevas organizaciones eco-
nómicas y sociales para ejecutar o para encubrÚ los delitos,. como S'e verá en el
siguiente caso, independientemente de toda discusión jurídica: Un sujeto rico,
·miembro de varias sociedades industriales y comerciales, llegó un sábado, aca-
bando de· cerrar sus oficinas los bancos, a comprar un carro último modelo.
Pagó con un clleque, caminó con el carro unos metros, llegó a un negocio de
compra-venta· de carros usados y vendió el carro.11 Los dueños del primer ne-
gocio observaron la maniobra, que también pareció sospechosa a los compra-
dores. ·Hicieron detener al sujeto y lo encarcelaron a pesar de explicar que
tenía que salir en avión a otra ciudad a una junta de negocios. Tuvieron que
esperar hasta el lunes, y cuando abrieron el banco presentaron el cheque
para cobrarlo, encontrando, con gran sorpresa, que sí tenía fondos y que era
persona solvente, por lo que se apresuraron a pedir que se le dejara libre. El
sujeto pidió entonces que lo indemnizaran alegando no sólo el desprestigio
que le había traído tal encarcelamiento, sino los daños sufridos por su fami-
lia, material y moralmente; y, además, presentando el boleto del avión y los
111 D~be hacerse notar que en esa época bastaba con la entrega material del automÓ·
vil y de su precio para que la operación quedara consumada, pues las facturas podían
hacerse aun personales y entregarse más tarde, como todavía es costumbre. Muchas dé las
'operaci~es no se registraban ante las autoridades, ni había las complicaciones y medios
de segundad que actualmente se emplean. Por eso fue posible el fraude en las condiciones
expresadas. ·· ·
INTRODUCCJON A LA SOCJOIJOGIA CRIMINAL 203

citatorios para la junta de negocios, exigió se le cubrieran las pérdidas sufri-


das por no haber estado presente en la otra ciudad, como lo pudo acreditar.
La casa vendedora de automóviles pagó de .inmediato todo lo que se le pidió,
para evitarse el desprestigio que le sobrevendría por haber encarcelado a un
"comprador económicamente solvente, en condiciones tan claras de injusti-
cia". Así el fraude quedó consumado dentro de la Ley al obtener el sujeto
que le pagaran una fuerte indemnización que ya tenía supuesta. Este fraude
se realizó, como es fácil de verse, usando los medios actuales de crédito (un
cheque) el horario de los bancos, las formas en aquel tiempo normales de la
operación, y un supuesto viaje en avión.
En materia internacional, ya lo apuntamos, se ha presentado recientemente
y con motivo de los conflictos entre países, el ya mencionado secuestro de avio-
nes en pleno vuelo, seguido de otra forma delictiva que hasta ·este momento
no es posible perseguir penalmente dentro de la Ley: la calumnia y la difa-
mación en que el sujeto activo del delito es un gobierno organizador de todo
un sistema de propaganda, en parte verdadera y en parte falsa, y el sujeto pasivo
es toda una nación, pero, más particularmente un gobierno extranjero. Ambos
sufren, además de los efectos directos del delito, consecuencias económicas y
sociales posteriores.
En la delincuencia juvenil no son una novedad las pandillas, pero sí sus
actividades dirigidas particularmente contra la policía en sí misma o para
dañar, a veces mediante pago, a otras personas. Son medios para esto los golpes,
las lesiones, o los daños a los carros.
En algunas ciudades los criminales adultos han organizado la lucha contra
la Policía, o ella toma parte en la delincuencia muy activamente; se asalta
a los choferes de los taxis para asesinarlos o para robarlos y a su vez, ellos
participan en robos y asaltos contra los pasajeros.
En algunas universidades, los estudiantes secuestran vehículos de pasaje-
ros para poder cobrar indemnizaciones que corresponden a los familiares de
sus compañeros lesionados o muertos en accidentes de tránsito.
Son delictuosas y, aunque no nuevas, subsistentes, la inactividad de las
autoridades policíacas, del Ministerio Público o judiciales, cuando dejan sin
perseguir o son lentas al hacerlo, a algunos delincuentes que tienen poderío;
el tormento, más o menos refinado y cruel, de la policía contra ciertas per-
sonas que ella desea se autodeclaren autores de algún crimen; el falseamiento
de las actas del Ministerio Público, o de los datos contenidos en ellas; el en-
carcelamiento injusto y la incomunicación de los presuntos delincuentes, aun-
que varíen las formas de justificación de tal conducta, según el pensamiento ·
director de la política nacional.
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QUINTA PARTE
POLITICA SOCIAL FRENTE A LA DELINCUENCIA
CAPITULO I

LA LUCHA CONTRA LA DELINCUENCIA

72.-Efectos sociales de la delincuencia. 73.-Predelin-


cuenciaJ. 74.-La labor preventiva. 75.-La legidacwn.
76.-La policía. 77.-El ministerio público 78.-Los tri-
bunales penales. 19.-Los defensores. 80.-Los triburra-
les para menores. 81.-Los jueces administrativos.

72.-Efectos soc:Vales de la delincuencia.-Los efectos colectivos de la de-


lincuencia tienen las más diversas formas y no sería posible ocuparnos de to-
das ellas. Antiguamente se usaban paredes extraordinariamente gruesas, puer-
tas excesivamente espesas, cerraduras grandes, fuertes y complicadas; trancas
de diversos tipos para reforzar la puerta; rejas muy fuertes; bardas muy ele-
vadas, etc., y ello demuestra la terrible inseguridad sentida no sólo por las
condicion~ sociales, sino por la amenaza de que las fuerzas naturales pudieran
destruir al hombre o a sus pertenencias. En los tiempos actuales se ha dismi-
nuido el grosor de las paredes, hasta protegerse simplemente con grandes y
gruesos vidrios; se han adelgazado las puertas y se han puesto cerradu~as dis-
cretas y fuertes; las rejas de las ventanas son discretas y delgadas; y las bar-
das son bajas, frecuentemente sustituidas por rejas de adorno, por setos o su-
primidas totalmente. Esto parecería abonar la tesis de que la delincuencia
ha disminuido, pero desgraciadamente no es así. Ni siquiera podemos pensar
que los servicios policíacos hayan mejorado como regla general, sino que ha
crecido el sentimiento de seguridad, según creemos, dentro de las causas tan
complejas del fenómeno.
Como la delincuencia ya no es simplem·ente de robo y homicidio o lesio-
nes, sino que ha adquirido mayor amplitud, las leyes penales son objeto de
nuevas y frecuentes revisiones; se han iniciado labores de prevención social
contra la delincuencia; se ha estudiado la peligrosidad predelictiva y $6 ha
208 HECTOR SOLIS QUIROGA

hablado de predelincU'encia; se ha aumentado en número la Policía, se han


fundado escuelas y han surgido cuerpos especializados de la misma institu-
ción; se han afinado las técnicas de identificación, de criminalística, de estudio
de las diversas fases de ejecución de los delitos; se ha estudiado la manera de
vivir de los delincuentes (muy inicial y deficientemente); se han registrado
los cambios de calidad e intensidad de la criminalidad y sus ritmos de reali-
zación social fueron ·estudiados desde el siglo pasado por Quetelet y Lacas-
sagne; el Ministerio Público se ha reforzado más con aparatos y especialistas
en las más diversas materias; se han aumentado los jueces penales y se les ha
dividido en categorías para disminuir su trabajo aumentando la posibilidad
de su estudio y entrenamiento 'específicos; se tiene mayor número de luga-
res de detención para clases definidas de infractores, se han estudiado nuevos
sistemas de castigo, de estímulo y de tratamiento, y se ha puesto la vista en
la causación delictiva; se ha observado que la mayoría de los delincuentes son
personas minusvaluadas socialmente y se ha pensado en protegerles para reha-
bilitarlas, de donde han surgido sociedades benéficas, patronatos, e institu-
ciones mil. ···
La publicidad en algunos países ha sido muy amplia con el tópico de la
delincuencia; algunos periódicos circulan intensamente gracias a su nota roja
muy amplia y enfermiza; otros no pueden eliminarla, porque basan en ella
parte de su circulación. En algunos lugares la prensa hace notas minúsculas
para informar sobre la delincuencia; y, la radio y la televisión, para divertir
o para "educar" al público, le dedican programas completos sobre el tópico.
Se une a lo anterior el problema más sentido por la sociedad actual : la
delincuencia de ]óveiies hijos de familias de clases medias o acomodadas y se
han hecho estudios intensivos del porqué de sus conductas; se han escrito, es-
pecialmente en los países más desarrollados, libros y más libros sobre el asunto,
con las más diversas interpretaciones. En algunas universidades se han creado
Escuelas o Institutos de Criminología, carreras ·o cátedras especializadas y so·
ciedades estudiantiles con fines específi~os en la materia.
Puesto que la delincuencia invade a los centros de traba jo, de educación,
religiosos y aun a las familias, se tienen timbres de alarma, policías e investi-
gadores, y hasta oficinas criminológicas bancarias o industriales y policía uni-
versitaria.
Los libros y revistas sobre ciencias penales alcanzan gran difusión y existen
cátedras de Psicología o de Sociología, de Medicina Legal y otras, que se ocu-
pan exclusivamente del fenómeno criminal.
Si calculando el costo de tanto esfuerzo se supiera su monto total, posi·
blemente 8e tendría oportunidad de hacer una reestructuración económica más
racional y mucho menos emocional; más útil y de menor monto.
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 209

Pero también en lo psicológico y lo social, fuera de la emulación, existe


el fenómeno del contagio mental, según lo hemos hecho notar. Ahora viene
la oportunidad de demostrarlo: las personas que sin ser seleccionadas ni pre-
paradas específicamente buscan trabajar en los problemas de la delincuencia,
lo hacen para descargar, inconscientemente, su agresividad o para liberarla
y realizarla dentro de la Ley, junto con otras características criminógenas de
las que hemos examinado en el Capítulo 11 de la Segunda Parte.
Por otra parte, quienes trabajan en la lucha contra la delincuencia, a me-
nudo se convierten a su vez en delincuentes, sólo que sus víctimas son otros
delincuentes o sus familiares y amigos, por lo cual pocas veces hay quejas
contra ellos, o no se les presta oído. Pasa igual que con los médicos que vM.
a combatir endemias, o epidemias en su caso, que resultan contagiados; o. con
los profesores que se sorprenden cuando ya están expresándose con el lenguaje
de los alumnos o llegan a tener conductas que antes observaron generalizadas
entre ellos.
Por eso no debe extrañarse que hagamos mención a los· hechos delic-
tivos cometidos por las propias autoridades que deberían combatir la crimi-
nalidad, ya que el hecho no deja de ser negativo porque la víctima sea un
transgresor de la Ley.
13.-Predelincuencia.-En su afán de prevenir la delincuencia, la socie-
dad ha puesto su vista en los individuos que todavía no han cometido hechos
típicos, para evitar que lleguen a ejecutarlos. Por ello se ha .hablado de peli-
grosidad predelictiva para los adultos drogadictos, prostituidos, ebrios consue-
tudinarios, vagos y homosexuales, etc., llegándose hasta a tipificar como delitos
esas mismas conductas, para poder perseguirlas.
En los menores se ha hablado de predelincuencia Y. se ha venido- pensan-
do en aplicar ese mismo concepto a los adultos. Este término implica la pre-
dicción de una co~~:ducta humana, cosa que hasta hace poco se consideraba
fuera del aÍcance de los estudi~os. Consideramos de gran importancia el exa-
men de este problema, pues los tribunales para menores ya se vie"nen ocupan-
do desde tiempo atrás de intervenir en los casos de conductas indeseables de los
menores, aunque no estén tipificadas como delictuosas.
En principio somos enemigos de las predicciones de conducta humana, pe-
ro reconocemos que, dadas algunas circunstancias, pueden determinarse ciertas
tendencias a actuar en un sentido u otro, y descubrir conductas futuras. Las
Naciones Unidasl. reconocen que no está jurídicamente definida la predelin-
cuencia, aunque existan disposiciones legales sobre los niños necesitados de cui-
dado, de atención o de .protección; que, psicológicamente, es predelincuente
1 ONU, Revista Internacional de Política Criminal, enero-julio 1955,. pág. 187 y ss..
210 RECTOR SOLIS QUIROGA

el menor "que, aunque no ha delinquido, presenta un problema de conducta


que, en caso de no ser tratado, puede impulsarlo hacia la delincuencia"; y que,
tanto los términos "predelincuente" como "delincuente potencial", son vagos
y se prestan a confusiones. Reconoce la O.N.U. que esta vaguedad podría sub-
sanarse en relación con el primero, si la expresión "menor delincuente" se
empleara unicamente refiriéndose a un acto criminal, es decir, tipificado en
la Ley Penal. Por nuestra parte, es en este sentido que lo utilizamos ahora.
Reconocemos que, habiéndose usado esta expresión solamente para los
menores, por la más fácil predeterminación de su conduta, resulta expuesto
usarla también para los adultos en los que también hay situaciones que se
podrían valorar como predelincuencia, pues por la conducta habitual de· una
perso~a (su ocupación o su medio ambiente), se puede afirmar, con razón,
que está actuando peligrosamente (embriaguez habitual, etc.) . Eso quiere
decir que hay individuos que parecen, a la simple vista, estar más cerca de la
conducta delictiva que otros en quienes no se concibe que cometan un hecho
criminoso.
El delito, ya lo hemos dicho, se desencadena como producto de una serie
de factores individuales [que pueden ser heredados2 o adquiridos] y sociales.
El conocimiento práctico de tales factores, hace sospechar que un individuo,
en tales o cuales circunstancias, cometerá un delito. Tal sospecha, al ser más
objetiva, puede fundar una predicción y ésta concretarse afirmando un estado
predelincuencial. Sin embargo, desde el punto de vista científico hay un am-
biente de desconfianza para las predicciones en nuestra materia, tanto porque
se han pensado (con criterio libre-albedrista) que la conducta humana es im-
predictible, como por lo que de mágico tuvieron antiguamente las predicciones.
Pero, si partimos de una posición determinista, sea absoluta o ecléctica
(justificada en toda ciencia), y si tomamos en cuenta las regularidades o las
uniformidades observadas por la Sociología y la Psicología en el fenómeno
criminal (individual, repetido o masivo), estaremos en posibilidad de hablar
de la predelincuencia, aunque sin aceptar, nunca, un fatalismo, ya que siem:.
pre habrá quien, estando en condiciones que pudiéramos llamar predelincuen-
ciales, se salve de cometer transgresiones a las Leyes Penales, y en cambio
habrá quienes cometan delitos, sin haber pasado por un "estado predelincuen-
cial". Por otra parte, hay signos personales o ambientales que, definidos en
cada país, o localidad, como predelictivos, pueden permitir actuar a tiempo
2 RECKLESS, WAiLTER C., The Cr!me Problem, Appleton Century Crofts, Inc., New
Y.ork, 195.~. Al h~hlar de los determmantes constitucionales en la causación del crimen
d.Ic.e, que ~enz af1~!1 que, en lugar de la inclinación criminal, es heredada la predispo-
SICion a la madaptac!on. Est.a P.r~disposición induce al crimen solamente cuando la presión
de la lucha por la vida del mdlVlduo se pone en evidencia".
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 211

para evitar que se presente la conducta delictuosa, lo que establece la utilidad


práctica del uso de este término.
Consideramos posible hablar de predelincuencia desde diversos puntos de
vista:
l.-El personal, en el cual hay que investigar a fondo las que hemos lla-
m~do características psicosociales de los criminales, o sean las que predisponen
al sujeto a ser víctima fácil de un ambiente inadecuado.3 Estas se pueden en-
contrar conociendo las regularidades que normalmente se presentan como ca-
racterísticas de cada edad, mediante las técnicas biográfica y estadística, para
hallar después, comparativamente, las anormales y su trascendencia particular.
Y a nadie sostiene la tesis de Lombroso; sin embargo, son innegables las corre-
laciones, por lo menos, entre la debilidad mental y la delincuencia juvenil.
Por desgracia las cifras varían tanto de mi investigador a otro, de 0.3% (Healy
y Bronner) a 75:% (Bridgman), que nos es muy difícil sacar conclusión algu-
na.-11 Roberto Solís Quiroga, señala el 67% para México.6
2.-El familiar, en el que Sheldon y Eleanor Glueck nos han abierto un
panorama excepcionalmente valioso;' pues en sus tablas de predicción exami-
nan los cinco factores a que ya nos hemos referido antes en el Capítulo III de la
Tercera Parte. Dependiendo de los grados en que cada uno de estos aspectos se
realice en la vida familiar, se puede predecir si un niño puede llegar a ser o no
delincuente. Estos factores, unidos para el estudio con los· referentes al carácter, a
la personalidad y las oportunidades de delinquir, han hecho que la ciudad de Nue-
va York7 encuentre un 88.9% de aciertos que confirman la importancia de estos
factores y la existencia real de estados predelincuenciales, estadísticamente com-
probados. Además, es parte del ambiente familiar el patrón cultural como
forma habitual de reaccionar ante los .estímulo". del medio 11mbiente y quedan
comprendidos los casos en que es posible hablar de predelincuencia por ex-
plotación familiar, abandono, tiranía de los padres, malos tratos, la desobe-
diencia habitual, la llamada "incorr.egibilidad", la desorganización familiar,
el descuido de los niños, la enemistad con los padres, y otros muchos errores
que, actuando con los factores personales y los sociales, forman una compli-
cada gama causal.
Desde el punto de vista familiar, Taft8 señala como significativos de pre-
a Ver Capítulo 11 de la Se~l!nda Parte, _in .fin_e. . .
o4l RoGER BASTIDE, Introduccwn a la Pstquwtna Socwl, Instituto de Investigaciones
Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, 1949, pág. 22.
.r, RoBERTO SoLÍS QUIIROGA, El Débil Mental, México, 1945, pág. 14.
-o SHELDON y ELEANOR GLUECK, Unraveling Juvenile Delinquency, ya citada, pág.
260 V SS. • • A
7 Delinquency predtctl/,on. progress report, 1952-1956, New York City Youth
Board, pág. 32.
s TAFT, DoNALD R., Criminology, Tercera edición, The Macmillan Company, New
212 RECTOR SOL/S QUIROGA

delincuencia los siguientes aspectos: indisciplina sistemática, tiranía de los


padres sobre los hijos, indiferencia, hostilidad, falta de unión de la familia,
y falta de amor.
3.-El social, en el cual hay diversos aspectos:
A) .-El clima de opinión, que se limita a una localidad, país o zona, Y
que permite disculpar ciertos actos que, al realizarse, cuentan con la confor-
midad social, aunque sea sin la aprobación legal. Influye en la moral social
la dañosa propaganda periodística de la antisocialidad. En México el delito
de homicidio ya no causa el horror que en otras naciones.9 También influye la
desorganización de los establecimientos públicos en general, que, por vía del
ejemplo gubernamental, tiene una gran influencia negativa en la conducta ge-
neral de la población.
B) .-Otro es el hecho de agruparse, en determinados lugares, ciertos
tipos de personas que predominan e influyen sobre los que habitan en el mis-
mo sitio, aunque no sean iguales, dando lugar a las zonas criminógenas, donde
tienen sus negocios y residen compradores de. cosas robadas, traficantes de
drogas, etc., ~e cometen frecuentes delitos de lesiones y homicidio y hay muchos
centros de consumo inmediato de bebidas embriagantes. El trabajo en los
mercados permite a los menores de edad recibir lecciones constantes de robo,
de fraude, injurias, etc., por lo que esos lugares influyen claramente en la con-
ducta de menores y adultos, como acontece en los lugares cercanos a cabarets
y casas de lenocinio, aunque estén. encubiertas en zonas residenciales.
C) .-El tercer aspecto es el de las conductas exteriorizadas y las ocupa-
ciones que se desarrollan en toda una localidad y que pueden considerarse
inconvenientes por sí m,ismas. Se catalogan así: el trabajo autónomo de personas
menores de 18 años en la vía pública, que no requiere un horario, una disciplina
o una técnica que deba llenarse forzosamente; el trabajo de niños en los cen-
tros de vicio o de prostitución, las "faltas graves" (injurias, riñas, etc.) que
hacen intervenir a las autoridades administrativas, las diversiones inadecua-
das, el trabajo de los niños menores de doce años, la vagancia, la mendicidad,
la prostitución y los vicios, la membrecía de pandillas, la convivencia con
antisociales o parasociales, la huida del hogar, del trabajo, o de la escuela,
con toda su importancia causal, y otros muchos más, que se desarrollan abo-
nados por la miseria, el alcoholismo, la debilidad mental, la deserción escolar,
la ignorancia y la falta de capacidad técnica pa!a el trabajo. Todo ello nos
Y~rk,_ 1956, pág. 680 y ss. El autor, Profesor Emérito de SociologÍa de la Universidad ~e
~llino~s, es uno. de los pocos aut~res que, en obras ya publicadas, hablan de delincuen~I!l
JUVenil en un mtento de descubnr a aquellos menores que por primera vez, parecen d1r1·
girse hacia la criminalidad. '
9 QUIROZ CUARÓN, .AiLFONSO, La Criminalidad en la República Mexicana Instituto de
Investigaciones Sociales de la UNAM, México, 1958. '
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 213

da un terreno fértil para la delincuencia que puede ser llamado "predelin-


cuencia".
En cualquiera de los tres aspectos del punto de vista social, funcionan
los fenómenos psicológicos de la imitación y del contagio mental, aunque éste
es más importante en la vida familiar del niño menor al absorber su patrón
cultural; el ambiente social, en cambio, actúa más cuando el mayor de edad
se adapta en la lucha por la vida y se muestra más obediente a los requeri-
mientos del medio.
Ferri afirmó que toda sociedad se merece los delincuentes que padece, y
Mira López agregó que todo crimen es producto de la personalidad del de-
lincuente, lo que demuestra que la conjunción de los tres aspectos (individual,
familiar y social)· parece tener una influencia criminógena muy definida. ·Esta
no es nunca fatal.
Hay, a menudo, casos de predelincuencia en los menores bajo problemas
que deberían haber sido resueltos por los adultos. Los chicos entonces actúan
por sí mismos, con peligro de convertirse en delincuentes, a menos que sean
ayudados oportuna y adecuadamente.
Donald R. Taftl-0 menciona también a los niños y adolescentes que se
sienten rechazados habitualmente, los que sienten falta de amor, tensiones eco-
nómicas, miedo al futuro, sentimientos de inferioridad, falta de sentimientos
de amistad; los niños hoscos, tristes, caprichosos, miedosos, indignos, retraídos,
antagónicos a sus padres o a las autoridades estableeidas, inhábiles para el
descanso, tercos o incorregibles, inestables, irritables o con terrores nocturnos,
como personas con síntomas de pr.edelincuencia. Proceden casi siempre de
padres neuróticos que practican muy estrecha disciplina o carecen totalmente
de ella. Así, detrás de la delincuencia juvenil, localizamos también esa misma
situación, sólo que complicada con las resultantes de una larga secuencia de
errores cometidos por los padres y familiares. · .
Parece indudable que los más lejanos de toda conducta delincuente son
las personas que han madurado ya, que presentan un mayor equilibrio, mucha
mayor serenidad, mayor comprensión humana, etc., que los hace tolerantes,
cuidadosos, no impulsivos, etc. Por lo contrario, los inmaduros parecen ser más
cercanos a la delincuencia, sea porque están en plena evolución (como los
niños y los adolescentes), sea por hipoevolución. En todo caso, no podremos
afirmar que fatalmente tengan que ser delincuentes 105 que, acercándose a tal
conducta, aún no lo son.
14.-La labor preventiva.-Una gran importancia tiene en el mundo mo- .
10 Op. cit.
214 HECTOR SOL/S QUIROGA

derno prevenir la delincuencia, al grado de que supera en interés a la repre-


sión y al tratamiento del delincuente, que resultan largos y costosos.
Los gobiernos sienten que su deber es no sólo combatirla, sino principal-
mente prevenirla. Los abogados creen que una dura Ley Penal es capaz de
prevenir la reincidencia, pero ese juicio resulta injusto y superficial si la Ley,
esa desconocida de la mayoría, no es respaldada por su cumplimiento. Y a en
todo el mundo se ha reconocido que los establecimientos penitenciarios, orga-
nizados exclu:;ivamente para castigar, tienen resultados negativos e indesea-
bles, más que positivos y readaptadores.
Enrico Ferri pensó en dos tipos de prevención: la general, dirigida a la
sociedad para mejorar sus condiciones generales de vida y disminuir la inci-
dencia de factores causales de delincuencia y la especü:zl, dirigida a evitar la
reincidencia de quien ya había delinquido.
Es indudable y elementalmente lógico que sólo se puede prevenir eficien-
temente un fenómeno, combatiendo sus causas; pero con gran sorpresa pude
ver que en países muy desarrollados la labor de prevención general no estaba
guiada sobre el conocimiento estadístico cuantitativo y cualitativo de ellas, sino
que eran casi desconocidas. Por otra parte, la prevención especial estaba ba-
sada sólo en el concepto de la pena, como castigo, siendo casi nulos los casos
en que alguna provincia se esforzó por tener el conocimiento de la persona-
lidad del delincuente y de organizar sus reclusorios para hacer labor de reha-
bilitación efectiva.
En pocos ·Jugares del mundo está organizada la externación del delincuen-
te a la terminación de la pena, con su preparación cuidadosa en el reo o en sus
familiares mediante labores de psicoterapia y de readaptación al medio am-
biente social. De ello resulta que generalmente no ha habido prevención ge-
neral ni especial de la delincuencia.
Esto es mayormente cierto en aquellas naciones que hacen depender estas
labores del Ministerio que debe regir la política general, pues entonces pre-
valece sólo el criterio político, y de ninguna manera el asistencial y el educa-
tivo que son indispensables, tanto para encontrar las causas de la criminalidad
en el mosaico social, como para tener los elementos suficientes para combatir-
las, para investigar los factores del delito en el caso concreto, y para luchar
contra ellos por los medios psicológicos, médicos, sociales y pedagógicos.
Aunque en algunos países el personal de las instituciones para menores
está debidamente preparado y en otros también el personal penitenciario, la
realidad es que existen pocas labores realmente preventivas, y otras realmente
readaptadoras.
· El panorama real es que se desconoce la intensidad y la extensión de la
etiología prevalente en un medio concreto; y como consecuencia la labor pre-
l.NTRODUCCION A LA SOCIOWGIA CRIMINAL 215

ventiva no es de fondo, sino que se reduce a cubrir las formas exteriores. Para
esto se prohibe, no siempre efectivamente, la concurrencia y permanencia de
los menores de edad en los centros de vicio; no se vigila la ciudad, con policía
idónea, sino casi siempre impreparada, abusiva, anormal y viciosa; se prohi-
ben las altas velocidades; se encarcela a los que cometen infracciones o delitos,
y, en fin, se pretende ser más duro cuanto .más se desconocen los problemas·
humanos que se esconden tras de cada delito.
Nada se hace por darle fuerza afectiva y permanente al hogar; no se
educa en las escuelas, sino sólo se enseña; los gobiernos permiten que se siga
impulsando comercialmente el alcoholismo; y no se hacen obedecer las leyes,
y reglamentos vigentes, ni se educa a los funcionarios para lograr su cum-
plimiento. Con criterio pobre y anticuado se sigue vigilando la infracción de
los reglamentos como fuente de ingresos, o para imponer castigos, a pesar
de haberse demostrado la inconveniencia de su abuso.
Por tanto, no es verdad que se prevenga la delincuencia específicamente
considerada, pues la mayoría de los países se rigen todavía por lo que un
gobernante, de conocimientos forzosamente limitados, quiere.
Por fortuna la labor preventiva no pertenece solamente a los gobiernos,
sino a toda la población y ésta ha creado algunas sociedades científicas que de
hecho previenen la delincuencia y realizan importantes orientaciones ; tal es
el caso de las Sociedades de Eugenesia, de Higiene Mental, y similares. A su
vez, bajo otras tesis, de tipo filosófico o religioso, se fundan sociedades con
fines morales donde la mala conducta se examina cuidadosamente.
Por lo que hace a la prevención especial, se fundan patronatos para me-
nores o para expresidiarios, y sociedades de benefic~ncia que pretenden evitar
las tragedias derivadas de las graves tensiones familiares de tipo económico o
social ; se establecen colaboraciones entre los padres de familia y los maestros
de las escuelas, o sociedades para el estudio del niño. Se hacen, en general,
instituciones para menores. huérfanos o abandonados, o para proteger a. los
ancianos. Finalmente, los tribunales para menores nacieron bajo la idea de
prevenir la delincuencia separando a los jóvenes de los criminales adultos, re-
solviendo los problemas, disminuyendo las tensiones emocionales y protegién-
dolos, pero desgraciadamente en muchos países se han desvirtuado tan altos
fines convirtiendo en punitivas sus funciones.
Las medidas de política social general tienden a dar al ser humano las
mejores condiciones de subsistencia dentro del cuidado de su salud, con miras
a la protección de sus más altos intereses, lo que conduce a la más completa.
realización de su personalidad y de los fines colectivos. Como consecuencia se
disminuye la tasa de delincuencia.
216 HECTOR SOL/S QUIROGA

Por otra parte, las medidas específicas de prevención criminal no tienen


éxito forzosamente, pero disminuyen la incidencia del fenómeno a pesar de
da.\t
ser poco profundas o tardías. Quedan comprendidas entre éstas la expedición
de leyes y reglamentos, la realización de medidas administrativas Y. la creación
de instituciones y actividades.
~
-~
Hay categorías especiales de delincuentes entre los que hallamos a quie-
~
,~
nes padecen anomalías físicas o psíquicas, los menores aunque estén sanos, los
ancianos y las mujeres en ciertas situaciones. En todos ellos puede más un
programa preventivo, que la represión posdelictiva.
La más eficaz labor preventiva de la criminalidad se ha hecho donde se
,,6 S

~ ll

~
puso más efectiva atención a los factores familiares, pues según ya lo tenemos
manifestado, es en el hogar donde se gestan los más importantes conflictos
que fácilmente conducen al delito. Parece haber dado más resultado la educa-

~
ción para el matrimonio, para la paternidad, porque establece mejores condi-
ciones de cumplimiento de las funciones relativas.
En los menores será más adecuada la labor de prevención si . se hace ~
cuando aparecen las primeras manifestaciones de comportamiento antisocial. -~
Kate Friedlandern señala entre otras las dificultad de comprender los derechos ,~'
ajenos y respetarlos, la incapacidad de obedecer a los métodos comunes de ~- ,'
disciplina, la dificultad de adaptarse a la vida de' la comunidad, el desinterés ~
en las materias escolar~lS y de estudio en general, y una fuerte actitud de rebe-
-'~
~
lión contra la autoridad. 'Todo ello con expresiones ruidosas Y. molestas. Ante
el afán de exhibirse, propio de estos menores, se les ha dado con éxito la

~
oportunidad de lograrlo_ constructivamente, en alguna asignatura o actividad
en que tenían mayor facilidad. 1

Cuidar los métodos de enseñanza, investigar el ambiente hogareiio, modi-


-~
ficar éste con la participación de los familiares, formar clubes, orientar la
actividad profesional, educar la sexualidad, separar a los individuos dañinos, ,~
crear clínicas de orientación infantil y hacer co~recta labor en los tribunales )~
e instituciones para adultos y menores, son pasos que se dice tuvieron éxito
preventivo de la antisocialidad. ~~
15.-La legi.sladón.-Se ha creído que con el solo hecho de expedir una
1
1 ~~~
buena y aventajada ley, se ha de impedir el incremento delictivo. Varios países 11
. l

~~~~~~
han expedido leyes muy duras, que imponen penas excesivas, aun contra las 1'
más pequeñas manifestaciones delictuosas. Sin embargo, tienen altas tasas de
delincuencia. Eso demuestra lo ilusorio del papel de la Ley cuando no va acom- 1 :
pañada de una bien organizada administración que busque Y. logre su cum-
plimiento, ·
1
1
~~
~~
ll; FRIEDLAND~R, KATE, Psicoanálisis de la delincuencia juvenil, Editorial Paidos, Bue-
:i ,~,

nos Aires, 1950, pag. 349 y ss.


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INTRODUCCION A. LA. SOCIOIJOGIA. CRIMINAL 217
'\.
Aun en el caso de que la administración no tenga un completo presupuesto
de gastos, puede rendir un buen servicio de seguridad si son correctos los
criterios rectores, la preparación del personal, su interés en la obra y el cum-
plimiento del deber. .
No basta, pues~ la buena ley, si no se acompaña de una buena ·ejecución,
como se puede constatar en muy variados lugares.
16.-La policía.-Se ha dado gran importancia a los cuerpos de policía,
tanto en la prevención de la criminalidad, cuanto en su represión. Representa
los brazos del Estado en estas actividades y tiene a su cargo la vigilancia de las
ciudades y del campo en los más variados aspectos, la aprehensión de los delin-
cuentes en flagrante delito y la investigación de la antisocialidad 'en general.
En la mayoría de los países se ha cometido el error de colocar a los de-
lincuentes como policías y seleccionarlos sólo a la vista de su constitución cor-
poral o de otras consideraciones ajenas a su verdadera :función, bajo falsos
conceptos. -En pocos lugares se ha atendido a todo lo que es necesario: estados
físico,~psíqtiico, familiar, soeial y formación profesional. En éstos se mantiene
el orden sin tener una numerosa policía.
E~ algunas naciones las funciones policíacas están centralizadas en un
solo cuerpo. En· otras existen tantos cuerpos especializados cuantas sean las
necesidades. En México hay policía común, y sus auxiliares, policía federal,
judicial, de migración, de narcóticos, de investigación política, tutelar, banca-
ria, industrial, forestal, etc., y se da la impresión de tener excesiva policía,
aunque cada cuerpo resulte notoriamente ineficaz en cantidad y calidad cuando
predomina la deli;ncuencia.
A veces hay escuelas de policía y 'están intercon,:lctados dos o tres grandes
cuerpos que tienen extensos y completos archivos, sistemas de identificación,
y buen control de la delincuencia, aun la internacional. Sus funciones son en
la realidad escasamente preventivas y mayormente represivas. Más previenen la
reincidencia. .
En algunas partes se da el caso de que la policía cometa los más grandes
crímenes a .través de sus medios delictuosos de "investigación" : tormentos,
amenazas, homicidios y molestias sin fin a los familiares inocentes. Asimismo
protege y encubre a los criminales poderosos, o explota a los más desdichados,
cometiendo hechos que no tienen relación con sus ocupaciones, y no se le
persigue porque se le · concibe autorizada a cometer toda clase de violencias,
abusos, durezas, in justicias, en ejercicio de una autoridad irracional y de ·una
pervertida mentalidad.
Su acción equivocada ante la delincuencia juvenil ha dado lugar a que los .
menores formen pandillas para defenderse de los ataques policíacos injusti·
ficados, usando contra ella la misma violencia de que ha puesto ejemplo. Sus
218 RECTOR SOL/S QUIROGA

errores en este problema son excesivos y han provocado el aumento del fenó-
meno, al fomentar las resistencias de los adolescentes y los conflictos que ellos
ya padecen por su misma edad, que es de crisis.
77.-El ministerio público.-Se trata de la institución que, desde el punto
de vista legal, tiene a su cargo la persecución de los delitos, la investigación
respectiva, lograr la comparecencia o la aprehensión de los sospechosos, los
procesados y los condenados; la representación del Estado en los juicios pe-
nales, la aportación de pruebas, la presentación de conclusiones y de los re-
cursos necesarios para obtener la aplicación de la penalidad o el tratamiento
correspondientes.
En las naciones de régimen centralizado sólo existe un organismo para
todo su territorio, en tanto que en las federales hay uno que cubr.e todo el país
para atender las materias de interés nacional y otros autónomos que se ocupan
de las materias de interés local de cada provincia.
Para la investigación legal de los delitos existen delegaciones de esta ins-
titución en cada zona, que actúan ante los casos concretos a su debido tiempo.
Consiste su función en investigar las peculiaridades del hecho concreto;
levantar las actas respectivas, con la denuncia o acusación; hacer la inspec-
ción del lugar del delito; obtener la declaración de los testigos y de los agentes
de la autoridad; lograr la rendición de peritajes; hacer la cÍasificación del
delito y turnar el caso consignándolo a la jurisdicción respectiva.
El agente del ministerio público cuenta con personal inferior y con auxilia-
res diversos para poder actuar con eficacia. Sus oficinas trabajan las veinticua-
tro horas y sólo las abandona el agente por motivos oficiales, o por personales
de carácter urgente. En sus ausencias queda representado por el secretario,
cuya cultura deja mucho que desear, o por empleados de baja categoría. En
el último caso se realizan más abusos que los habituales, tales como la apro-
piación de ciertos objetos, el falseamiento de lo declarado, el cobro personal
de cantidades indebidas, el manejo injusto de los asuntos, el encarcelamiento
o excarcelación ilegales, etc.
Parece general el fenómeno de que, al acostumbrarse ese personal a la
1

conducta delictuosa de los demás, baje su moral después de algún tiempo Y ij


cometa a su vez hechos que ahora le parecen normales, aunque la sociedad
11
les califique de injustos. Así llegan a incorporarse a la criminalidad las per-
sonas que más deberían estar a salvo de ella, posiblemente debido a que hasta 11
ahora pocos son los países que se han preocupado de seleccionar psicológica 1!
y técnicamente a su personal, y de perseguirlo cuando delinque. ¡·
En la preparación de la documentación relativa a cada delito se cae en la ! 1

rutina por la repetición de determinadas características, y, cuando algún caso se 'í1


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sale de lo previsto, equivocadamente se asientan situaciones generales que en el 111


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I.NTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 219
caso no se han dado, o se suponen maliciosamente algunos datos que se asientan
bajo la responsabilidad de algún declarante, o si el sujeto no se allanó a ciertas
exigencias, en represalia se le maltrata o se le veja. Otras veces se acredita
la participa~n de algún inocente, para obtener alguna cantidad por exone-
rarle de responsabilidad, o para proteger a otro delincuente...
A las irregularidades apuntadas, casi siempre corresponde el mal aspecto
de las oficinas en que acaecen: muebles viejos y destartalados, .desaseo, oscu-
ridad e inadecuación. También lugares de detención infames, y personal per-
vertido, duro e indiferente ante el mal ajeno.
Las funciones más elevadas del ministerio público se desenvuelven ante
los tribunales. Sin embargo, no debe pensarse que el agente sea: un guardián
de la justicia, cosa que acontece por excepción. Por lo regular en arranques
de amor propio, desea vencer al defensor, obtener la condena del acusado sin
importar que sea inocente, alcanzar mayor poderío y co~o consecu~ncia el
respeto de otros, etc.
Al ministerio público .se le hace muy difícil perseguir a un funcionario
público, salvo que éste haya perdido el respeto de su comunidad o el apoyo
superior, y presenta graves resistencias para acusar a los poderosos, bajo el
pensamiento de que alguna .vez dejará de ser perseguidor y quedará expuesto
a sus iras. Tampoco actúa con rapidez contra empleados públicos, por culpa-
bles que sean, si no hay intereses de los altos funcionarios o verdadero e~cán­
dalo público.
De lo dicho se concluye que también a cargo de esta institución corre la
responsabilidad de una gran desmoralización general, precursora del aumento
de la delincuencia, cuando no esté dañada la propia corporación por mantener
delincuentes ·en su seno. · ·
78.-::-Los tribunales penales.-Tienen por objeto impartir la justicia penal
desde los casos pequeños hasta los más grandes o escandalosos. Están divididos
por el monto de las penas que pueden imponer, y tienen, en la primera ins-
tancia, dos o tres niveles, desde la justicia de paz que funciona para los peque-
ños asuntos considerados sin gran interés, hasta la justicia llamada propiamente
penal o criminal, que atiende los casos importantes.
En la segunda instancia se atienden los casos de inconformidad con las
resoluciones del inferior.
Hay países en que existe una tercera instancia, para llenar una finalidad
similar. En otros existen recursos superiores o juicios para establecer el con-
trol constitucional de los procedimientos y ver los derechos consagrados en la
más alta ley de la provincia o de la nación.
Se ha observado que las autoridades judiciales penales tienden a ser más·
estrictas y autoritarias cuando su personalidad no ha madurado psicológica-
220 RECTOR SOLIS QUIROGA

mente o están mal preparadas, pues entonces ven tras de cada inculpado un
criminal peligroso. También cuando la sociedad pasa por crisis soc~ales, po-
líticas o económicas.
Otras autoridades judiciales, por similares razones, son todas bondad
y suavidad, y ven en cada criminal un pobre desdichado, sin tomar en cuenta
los daños sufridos por la víctima. Además, en las épocas de paz o riqueza, to-
das las autoridades judiciales penales tienden a ser más tolerantes.
Ante la dificultad del equilibrio son mejores los jueces escogidos entre los
psíquicamente más maduros, mejor preparados científicamente, y mejores ob-
servadores de los casos, de sus autores, y de los cambios sociales, para que
puedan equilibrarse sus resoluciones sin que influyan emocionalmente ni la
dureza del ministerio público, ni la pagada suavidad del defensor que disculpa
todo.
Hay quienes por sus abusos, su ignorancia, su tiranía con los deshereda-
dos, su servilismo con los políticos poderosos y con los adinerados, su feroci-
dad con ciertos delincuentes, su suavidad con otros y su miedo ante los peli-
grosos, son verdaderos delincuentes. .. ·
Con el personal inferior ocurren similares hechos que. en el ministerio
público.
79.-Los defensor.es.-Generalmente son abogados que mediante pago es-
tán dispuestos a defender a los delincuentes. Unos buscan la· dignidad de su
profesión y de la justicia; la mayoría sólo el beneficio material que les com-
porta su actuación profesional. Entre éstos actúan cuando menos, dos cate-
gorías: unos atienden a los delincuentes pobres y otros a los más ricos y po-
derosos. Hay otros m~ros delincuentes que prometen mucho para poder explotar
al encarcelado y son incapaces de promover algo para cumplir su función.
Los defensores de oficio son pagados escasamente por el Estado, y actúan de-
ficientemente en favor de los procesados; algunos, viendo que el encausado
puede pagar alguna cantidad, la obtienen y, si es adecuada, cumplen minucio-
samente con su deber. Fungen también como defensores sujetos sin preparación
profesional que tuvieron alguna experiencia por tratarse de antiguos proce-
sados. Como no tienen medios de vida, hacen gala de los escasos conocimientos
prácticos que adquirieron en su encarcelamiento, para ganar algún .dinero.
Usualmente los defensores pretenden presentar al procesado como un ino-
cente caído en desgracia, o como un individuo que, si hizo mal, puede justi-
ficársele. Ante los jurados hacen de reactores emocionales y aunque afirmen
que el procesado es ciertamente delincuente, piden que no se le aplique pena
alguna mientras existan grandes criminales que han conservado su impunidad
gracias a su fuerza política, social o económica, como son ciertos ricos o ciertos
ex funcionarios.
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 221

Como se puede ver, también entre los defensores existen delincuentes o


protectores decididos de ellos.
80.-Los tribunales para melWres.-Bajo la comprensión de que las eda-
des evolutivas del ser humano no permiten considerar los errores con igual
rigidez que contra los adultos, se forjó en la mente humana la necesidad de
salvar a -los jóvenes de la indeseable estancia en las cárceles, donde se aloja
lo peor de la sociedad. También se pensó que los procedimientos judiciales,
a base de declaraciones formales y de términos incomprensibles para los igna-
ros, no llenaban su cometido, pues más que dureza y castigo requerían de com-
prensión quienes no eran sino víctimas de situaciones no creadas por ellos.
Esa comprensión englobaba el estudio de la personalidad del menor mediante
la investigación: médica, de su estado de desarrollo y salud; psicológica, sobre
las peculiaridades de su edad? sus intereses y sus frustraciones y lo determinante
de su conducta actual, incluyendo estados patológicos; social, sobre el ambiente
familiar físico, extrafamiliar y colectivo en general, incluyendo anomalías so-
ciales; y pedagógica, para saber el grado de adelanto de su conocimiento, y los
incidentes que lo impulsaron a adelantar o a atrasarse.
Con todos los anteriores estudios se conoce la personalidad del menor y
la importancia de la contravención en ese panorama, con lo cual se descubren
las causas de su mala conducta y la posibilidad de combatirlas para la me-
joría, recuperación o rehabilitación del menor. Y; la falta por sí misma, no es
sino un indicador de lo grave de una causación compleja, sin ser determinante
de la medida por aplicar.
La realidad ha sido que efectivamente se hacen estudios, aunque sean de-
ficientes, de la personalidad y del medio ambiente del menor; que el delito
se investiga sin formalidades, y que ello no da lugar todavía a medidas técni-
camente aconsejables para rehabilitar al menor.
Los tribunales para menores tienen múltiples variedades. En unos lugares
dependen del Poder Judicial y dictan sentencias; en otros son dependencias
administrativas y dictan resoluciones revocables en cualquier tiempo. Unas
veces están constituidos por tres jueces (médico, abogado y profesor, uno de
los cuales debe ser psicólogo y uno debe ser mujer) ; otras ocasiones es sólo
un juez abogado. En este caso, puede ser juez exclusivo para menores, o com-
binar sus funciones con las de juez civil o penal, como acontece en ciertos países.
Unas veces los jueces son especialistas y otras no.
En ocasiones su procedimiento es formalista judicial, y otras veces es de
carácter técnico ci.entífico. Como consecuencia, en el-primer tipo, su interven-.
ción depende de que haya acusación por delito cometido; y, en el segundo,
puede. existir petición de los propios padres o familiares por irregularidades
222 RECTOR SOL/S QUIROGA

de la conducta, no delictivas. En los primeros interviene el ministerio público


y el defensor, .en tanto que los segundos carecen de ambas intervenciones, aun-
que actúan sobre las actas levantadas por aquél. En los primeros se apor-
tan pruebas, en los segundos no necesariamente debe hacerse, puesto que inves-
tigan los hechos por sí mismos. Unas veces se resuelve conociendo al menor
y otras sobre papeles solamente. Es regla general que estas instituciones no
informen sobre los menores ni aun a la policía, ni impongan penas a los jó-
venes, sino medidas tutelares para su protección. Por tanto, se ha excluido
el criterio punitivo y ha acontecido que el autor de un terrible crimen quede
libre, en vista de que sus padres son competentes para acatar las instrucciones
del tribunal y de que no hay grandes posibilidades de reiteración; también lo
contrario: que un menor actor de una falta administrativa (como escandalizar
en la vía pública, cosa normal en los adolescentes), haya sido internado en un
establecimiento cerrado sin posibilidades de abandonarlo en breve, 'en vista
de que sus padres eran delincuentes, viciosos, prostituidos, neuróticos graves
o anormales incapaces.
En los Estados Unidos, donde esta institución es judicial, se ha reducido
su función a poner al menor a la disposición de la autoridad juvenil, para
que ella resuelva qué calidad de medida es más conveniente.
En muchos países sajones se ha logrado que las cortes juveniles estén
muy bien organizadas y con personal especializado para cumplir con la fi-
losofía que dio origen a la institución; pero en otros países, han llegado a aban-
donarse tanto sus fines, que castiga o explota a los menores, y su acción resulta
no sólo sin provecho, sino dañosa. Así acontece frecuentemente cuando se
interna a un menor no pervertido aún, con otros ya pervertidos¡.
No priva en los tribunales referidos ei concepto de culpabilidad y existe
la facilidad de cambiar sus resoluciones en cualquier momento, lo que es ade-
cuado a los bruscos cambios que tanto en el niño como en el adoJescente, pre-
senta su conducta.
Por la materia misma, por la edad crítica de los sujetos, por estar pen-
diente su vida futura, por la situación de las víctimas, etc., es muy grande la
dificultad para resolver cada caso en estos tribunales y aun los especialistas se
ven apurados para encontrar las medidas de fondo aplicables a cada menor.
De ello derivan algunos errores graves que repercuten en la vida completa del
ahora niño o adolescente.
Al igual que en otras instituciones, suelen cometerse delitos: los trabaja-
dores sociales y otros técnicos, de vez en vez rinden informes falsos; los jueces,
aun sin facultades para imponer penas (donde carecen de ellas), las han im-
puesto; el personal, miserablemente pagado, recibe dádivas; el público, perte-
neciente a las más bajas capas sociales, es maltratado, etc.
úiTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 223

81.-Los jueces adminis.trativos.-Son los que imponen sanciones a quie-


nes cometen meras faltas (no delitos), como embriaguez en la vía pública,
manejo de automóviles sin licencia, tirar basuras en la calle, etc. Son sus auxi-
liares los policías comunes y algunos empleados de la más baja categoría. .
Por lo regular son jueces de este tipo las personas que no han hecho nin-
guna clase de estudios, frecuentemente impreparadas para otros oficios, a me-
nudo inmorales o viciosas, que tienen amistades entre los altos funcionarios de
una ciudad y que en estos puestos lucran contra el público al que deberían
servir, o demuestran su poderío abusando de sus facultades. Cometen privacio-
nes ilegales de la libertad, injurias, cohecho y otros delitos.
Entre los empleados del ministerio público y estos jueces, existe a m.enudo
un contubernio para pasarse mutuamente los casos y explotarlos más producti-
vamente. También son usadas las facultades de estos jueces para molestar a
los enemigos políticos, encarcelar sin juicio a opositores del gobierno, y para
muchas cosas más.
De todo lo dicho en este Capítulo se saca como consecuencia que las per-
sonas e instituciones que se deberían encargar de luchar en contra de la de-
lincuencia, le otorgan impunemente su aportación al delinquir ellos mismos, o
mandando a otros a realizar hechos antisociales.
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CAPITULO U

ESTABLECIMIENTOS DE DETENCION Y RECLUSION

82.-Cenerolidades, 83.-lnfluencÜJ. de la pena en la cri-


minalidad. 84.-Reolidad social de los redusorios; a) Los
separos; b) Las cárceles administrativas;· e) Las cárceles
preventivas; d) Las prisiones y las penitencÜJ.rías; e) Las
colonÜJ.s penales; f) Los centros de obser.vación para me-
nores; g) Los centros de redusión para menorl!s. 85.-
Est.abledmientos intermedios. 86.-Tipos mOdernos de
prisiones.

82.-Ceneralidades.-No hay aspecto de la Vida general que haya sido


IDás desatendido en la mayoría de las naciones que el de las cárceles· y demás
establecimientos de reclüsión. Siempre se consideró que los delincuentes, como
dañadores de la sociedad; nada merecen, y que si se hacen gastos ·en ellos debe
ser de la menor cuantía posible. En otra época se pensó que ni esos gastos
debieran hacerse, y por muchas otras razones frecuentemente se le¡;; condenaba
a muerte en forma más o menos cruel y lenta, incluso manteniéndolos presos
a pan y agua. Hubo tiempos de gran irresponsabilidad de las instituciones
estatales, en que los individuos eran encarcelados sin juicio, sin fijárseles épo-
ca de libertad, sin luz, cama, ni servicio sanitario, en lóbregos y hiimedos só-
tanos, sin visita, ni alimentos, ni cosas ·en general esenciales para cualquier ser
humano. .
Contra ello vino una reacción lenta, pero favorable. Se vio que muchos
seres valiosos eran objeto de medidas gravemente inhumanas, y' que era mucho
el capital humano que se perdía; que no se gU.ardaba proporción entre el mai
causado y el mal recibido; que muchos inocentes perecían en las peores con- ·
diciones, y, en fin, que era necesaria una revisión. Esta fue lenta y abarcó
Jos derechos que las constituciones deberían reconocer a los acusados, las
226 RECTOR SOLIS QUIROGA

leyes penales (sustantivas y adjetivas), las leyes orgánicas de los tribunales,


y los reglamentos carcelarios.
Se pudo cumplir sólo una parte de lo novedoso, porque los edificios y el
personal no eran adecuados. También hubo de variarse la organización ge-
neral, lo que significó aumento de presupuestos para comprar la maquinaria
indispensable, los instrumentos de trabajo, el mobiliario, aparatos de investi-
gación, los materiales necesarios para el control del progreso individual de
cada recluso; todo en consonancia con los nuevos principios.
o

De la fórmula delito-pena, se transitó a la de delincuente-sanción para


profundizar en lo humano y ampliar las posibilidades de readaptación que no
alcanzaba la pena sola. De las penas fijas se pasó a la aplicación de atenuan-
tes y agravantes; después desaparecieron éstas, dejándolas a la consideración
de los jueces, y se pasó por fin a la individualización legal y judicial de la
sanción. Es entonces cuando se comenzó el esfuerzo para lograr la indivi-
dualización administrativa, disminuyendo el número de internos y aumentan-
do los medios de rehabilitación, pero su aplicación completa se ha ido retra-
l'lando por falta de conocimiento científico del ~ecluso, capacidad general del
o

personal y de medios para aplicarle los tratamientos convenientes.


Se ha pasado de la finalidad de castigo, a la de seguridad para la socie-
dad, y después a la de una ambiciosa regeneración, sin poner los medios ade-
cuados, sino por el solo transcurso del tiempo. Más tarde se pensó en dar efec-
tivos tratamientos a base de trabajo y de intervención médica, y ahora ya se
está poniendo la atención en las máximas necesidades de los reclusos: como-
didad de la celda, luminosidad, ventilación, tiempo de sueño, calidad de los
alimentos, clasificación de los internos, calidad y tiempo de trabajo, tipo de
o

remuneración, tiempo y forma de pago, mantenimiento de la familia del reclu-


so, preparación de la visita general y de la conyugal, tipos de locales adecuados
para ello, y preparación de la externación .••
Parte de las altas aspiraciones se ha cumplido solamente, por las limitacio-
nes que imponen los prejuicios, la economía y la carencia de p~rsonal idóneo.
No se ha llegado, en ningún caso, a la perfección, pues en los establecimientos
mejor organizados se considera todavía muy cautelosamente la posibilidad de
conceder la visita conyugal o sexual en general, en tanto que otros la tienen
ya de antaño; también la posibilidad de dar traba jo y que el monto del salario
sea igual al del exterior, porque la venta de los productos en el mercado libre
no es posible, ya que los industriales y comerciantes se quejan de la compe-
tencia desleal, pues los talleres penitenciarios no pagan impuestos, rentas del
local ni ,energía eléctrica y sus ventas están aseguradas.
Visitando los reclusorios de diversos países hemos podido ver que en al-
gunos en que se ha alcanzado una buena organización, todavía se mantienen
INTRODUCCJON A LA SOCJODOGIA CRIMINAL 227

preJUICIOs sociales graves que conducen a la indiferencia y a la agresividad


contra los delincuentes, e impiden su perfeccionamiento. En cambio, hemos
visto todo tipo de combinaciones: un .edificio moderno, pero sin personal pre-
parado y con organización anticuada; la atención sexual con extraordinaria
amplitud, incluso facilitando el adulterio, la prostitución o la propagación de
enfermedades venéreas, o la desatención sexual total, etc.
Por ser tantas las variedades de organización y tan falseados los infor-
mes oficiales de los gobiernos al respecto, se hace difícil decir cuáles son los
resultados verídicos. Pero se oculta más la fuerte explotación humana, la es-
casa alimentación de mala calidad, y los abusos de todos los tipos imagina-
bles, incluyendo delitos perfectamente tipificados y nunca perseguidos.
En los reclusorios se halla una población predominante de clases pobres;
muy frecuente ociosidad de la mayoría, o trabajo sin remuneración; los con-
tratistas particulares intervienen en los talleres por negocio y sin preocuparse
en absoluto por el aprendizaje y la recuperación social de los internos; el per-
sonal, notoriamente imprep¡¡rado, tiene entre sus miembros anormales y vicio-
sos; el tráfico de drogas existe permanentemente con la complicidad de algún
directivo; no se cumplen las funciones de fondo por cubrir mediocremente
los atributos 'exteriores; hay disimulo ante el homosexualismo de los reclusos,
e introducción de bebidas alcohólicas; una visita general en patios sin ningunas
comodidades, o en locutorios indignos que no permiten en lo absoluto el acer-
camiento; y es cosa diaria que el personal o los demás reclusos enamoren
a los familiares de los internos, con graves consecuencias.
Estos establecimientos están a menudo en manos de militares "los de adul-
tos, y de sacerdotes los de menores. Ya las Naciones Unidas han recomendado
que se excluya a los militares, porque su férrea disciplina y obediencia pro-
duce en el individuo una falta de libertad que dificulta la readaptación social
y se compensa con agresividad o con imposición también de la misma conducta
a los que quedan bajo sus órdenes.
En los reclusorios se atiende en primer lugar (a veces únicamente), a la
pacífica permanencia en el internado, pues el sujeto debe formar parte de una
colectividad de autómatas en que se le priva de los escasos vestigios que le
quedan de arbitrio después de la acción judicial, y cuando recupera su liber-
tad, se encuentra más inadaptado a la comunidad, por falta de experiencia y
de ejercicio de sus responsabilidades personales. Entonces se vuelve a des-
bordar en conducta antisocial, o se inhiben sus iniciativas y su energía no
encuentra salida posible, hasta otro estallido delictivo.
Los abusos del personal, particularmente del inferior, son constantes, pues
los internos son insultados, golpeados y abandonados sin alimento, cama o me:
dicinas. Así los reclusos que ya estaban en conflicto lo ven agravarse por el
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228 HECTOR SOL/S QUIROGA

delito, por la persecución legal y por el cumplimiento de la medida judicial


impuesta. Eso los hace decidir ·para lo futuro no tener consideración alguna
para nadie, luchar como fierecillas acorraladas y agredir a los demás en la
primera oportunidad. Desconfían de todos los seres humanos y en la primera
ocasión se muestran en plenitud: obedecen hipócritamente, son hostiles, abu-
san si no los vigilan, odian el trabajo y temen a los demás, por lo cual viven
en constante actitud defensiva. Muchas veces se han formado delincuentes real-
mente peligrosos, o casos psicopatológicos graves, por la acción agresiva e ig-
norante de reclusorios inadecuados, pues son muy pocos los establecimientos
que buscan llenar los requerimientos psicológicos y penológicos indispensables.
En escasos establecimientos para menores hemos captado que se conside-
ran los problemas de los internos, como propios del personal técnico; que se
hace al interno comprender su propia realidad, trayendo a la conciencia sus
motivaciones inconscientes; que se pretende evitarle sentimientos de culpa;
que se le hace aceptar la relación con el personal, no como obligación de ser
sumiso ante la autoridad, sino como una volunta,ria amistad; que el personal
hace lo necesario para ser confiable ante la conciencia del interno y no ser
rechazado íntimamente por él; y que se le da oportunidad de expresarse con
libertad en las diversas actividades, inclusive en el juego y el deporte, para
que descargue su hostilidad dentro de los límites permitidos.
Los resultados obtenidos hasta ahora por un personal mal pagado, im-
preparado, frustrado y agresivo, ignorante o enfermo, son de aparente e hi-
pócrita adaptación sin posibilidades de real adaptación social, pues pocas veces
se utilizan siquiera los principales medios para lograrlo, según Shulman1 éstos
son: a) .-realización del programa educativo; b) .-proceso de socialización;
e) .-terapia, guía y con5ejo; d) .-empleo de servicios de la comunidad y re-
laciones con ella.
83.-/nfluenota de la pena en la criminalidad.-La reaccwn habitual de
la sociedad en contra de la delincuencia, ha sido la de imponer penas a los
infractores con fines teórico-jurídicos de retribución o justo pago. Se acos-
tumbra afirmar que es el único medio para que disminuya la delincuencia y
aumente la tranquilidad social.
Se ha estereotipado en la colectividad el simplista pensamiento de que
a un delito debe corresponder una pena, sin preocuparse por estudiar su cau-
salidad ni por dar solución a los conflictos de los delincuentes y de su familia
que, hasta ahora, aún no interesan mucho a los gobiernos.
La realidad social nos demuestra que la criminalidad no ha disminuido,
11 SHtllLMAN, HARRY MANUEL, Juvenile Delin.quency in American Society Harper and
Brothers, New York, 1961, pág. 691 y ss. '
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 229

a pesar de todas las clases de penas y sustantivos penales que se ha11 aplicado.
Es que se ·ha excluido la más elemental lógica, al no investigar n! combatir
las causas de la criminalidad.
Al examinar la ·etiología de la delincuencia, descubrimos un cierto de·
terminismo de la conducta, que nos prueba el valor casi siempre negativo de la
pena, porque aumenta la resistencia de los delincuentes a comportarse mejor,
provoca su contumacia y los pervierte.
Las personalidades compulsivas e inmaduras que a menudo trabajan en
estos asuntos en la policía, los tribunales, las cárceles, etc., ven como el único
remedio de la criminalidad la más dura aplicación de penas a los delincuentes
y aun a sus famiilares; toman la pena en su mayor amplitud y crueldad y no
pretenden remediar todos los males que sufren los infractores.
Esa tendencia emocional de venganza y odio, como ·es fácil adivinar, se
basa en la incontrolada predominancia psíquica de las reacciones afectivas
negativas y provoca la imposición racionalizada de la voluntad propia del que
se considera autoritario representante del poderío público.
Por fortuna ya se busca en nuestros tiempos, no sólo la disminución del
peligro que representa la criminalidad, sino también la rehabilitación de los
infractores; pero los establecimientos siguen sufriendo la falta de personal es·
pecializado, de locales adecuados y de instrumentos necesarios para el trata·
miento moderno.
En algunos países ya se cuenta, para menores y mayores, con la posibili-
dad de clasificarlos y seleccionar los que deben quedar en los diversos tipos
de instituciones que existen, aunque no tengan todas las clases indispensables
de medios de rehabilitación. En otros sólo tienen .un establecimiento para re·
unir toda clase de personas bajo un mismo régimen, y eso mismo es común en
las provincias. ·
Después de las denuncias y la apostólica labor de John Howard, todavía
hay una mayoría de lugares donde se toma al criminal sólo como un ente
que vigilar para que no dañe. No se atiende a su idóneo alojamiento, alimento,
vestido, cuidado de salud, ocupación remunerada y resolución de los problemas
sexual y familiar, y esto demuestra que no se ha superado la reacción emo-
cional mencionada.
La familia del criminal quedó abandonada, y sus problemas sin resolu-
ción al aprehenderlo.· Eso creó nuevos y graves conflictos que han forjado,
a la larga, nuevos delincuentes.
La acción desorientada del Estado autoritario pretende que los delincuen-
tes anormales, cuya conducta fue condicionada además por factores de m~­
seria y alcoholismo, salgan de la prisión regenerados y que no vuelvan a de-
linquir, aunque no se hayan sujetado a tratamiento alguno.
230 RECTOR SOL/S QUIROGA

Se habla mucho en contra de las penas cortas de prisión, diciendo que no


resuelven nada y en cambio pervierten al individuo y lo desajustan de su am- e¡¡
biente habitual. . Nosotros creemos también que las penas largas lo pervierten f41
aún más, porque prolongan la acción negativa de la ociosidad, del encierro Pe
y de las lecciones expertas de compañeros avezados. También hemos compro- i ~
bado que en unos casos son útiles las penas cortas y en otros las largas, de ti~
prisión, dependiendo de su adecuación al sujeto y de la idoneidad del estable-
cimiento escogido, pues en la realidad no importa lo corto o lo largo de la 1'
pena, sino que sea orientada hacia una auténtica rehabilitación, en forma ~
conveniente. Po
Lo contrario ha provocado que el Estado sea el principal productor de ~
delincuentes.
84.-Realidad social de los reclusorios.-Si en la sociedad libre se obser- 11
'fts¡a
van dos frentes: el de los gobernantes y personas beneficiadas por ellos, y ~
el de los gobernados (casi siempre en actitud de resistencia al gobierno y de
crítica dura y frecuentemente certera), en los reclusorios se observan también, ~ ~ :
al decir de López-Rey,2 dos frentes cuando menos: uno es el del personal y
las autoridades; y otro es el de los internos. Se sabe también de un tercer
11'
1:
~
frente: el de las personas libres que están relacionadas con los delincuentes. ~
El primer frente no es ampliamente solidario, porque los funcionarios son
burlados por los empleados inferiores, particularmente cuando no han sido
escrupulosamente seleccionados.
El segundo frente también está dividido, porque los reclusos de una clase
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de delitos, repudian a los de otras, como ya lo hemos apuntado, pero ante los '! 1

embates de las autoridades presentan un solo cuerpo solidario que se comu-


nica en clave, tiene su código secreto y actúa como un solo hombre en la ma-
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yoría de los casos.


El tercer frente es el de quienes gozan de libertad, habitualmente los fa- 11

miliares del recluso, que tienden a obedecer a las autoridades, lo que les capta
la desconfianza del infractor.
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En la mayoría de los establecimientos, la labor se rige por generalizacio- 1'

nes irracionales y tratando a todos de~ igual manera: ·en promiscuidad, con :¡ ~l ~
iguales alimentos, clases de trabajo, horarios, y aun con el mismo desenfado ¡¡: 1\1
autoritario. Cuando más, existen distinciones derivadas de la riqueza del re- !1 ~
cluso y de su posición política, económica y social, por lo que se le rinde plei- ~~4
ll
tesía o se le veja, se le sirve o se le explota, etc. 1: ~
Tal labor es de nulos resultados, pero se hace dañosa cuando el senten- l~lll'1
1 1

1
ciado sabe que verdaderos delincuentes han salido absueltos: lejos de pensar 11

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2 LóPEZ REY, MAN\JEL, Concepto y límites de la readaptación en Penología, Departa· ~
mento da Imprensa Nacional, Río de Janéiro, 1953, pág. 24 y ss.

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INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 231
en su propia culpabilidad (basé para iniciar la readaptación), racionaliza que
está preso por falta de dinero, de influencias políticas, o de un abogado com-
petente con lo que, lejos de corregirse protesta por la injusticia. El anterior
conjunto de factores influye para facilitar el contacto entre primarios y rein-
cidentes. '
En muchos países el Estado paga, de hecho, una beca, aunque sea mise-
rable, al <lelincuente: le da alojamiento, vestido y alimentación gratuitos, tiem-
po libre y expertos maestros para que se perfeccione en su ocupación. Si el
recluso no tiene oportunidad y estímulo para trabajar, cuenta con tiempo libre
a su gusto y sabor, lo que ha motivado el comentario de los delincuentes pro-
fesionales en el sentido de que están tomando vacaciones cuando están presos.
Por tanto, cuando en los reclusorios no hay personal preparado específi-
camente, surgen nuevas formas de delincuencia por la forzada convivencia
de los criminales entre sí, que acarrea la dirección de delitos desde la cárcel.
hacia el exterior. Al salir "en libertad el reo encuentra, por una parle, la indi-
ferencia del Estado, el rechazo de la sociedad y el parcial de su familia, y por
otra la simpatía de sus compañeros de presidio que ante las dificultades con-
cretas, lo orillan a que viva de la criminalidad; Así, el problema familiar y
el económico que no quiso atender el Estado, lo resuelven los demás delincuentes
y aun la policía explotadora.
A veces se facilita a los delincuentes aun hacer desaparecer sus expedien-
tes, fichas signaléticas y las anotaciones de su prisión, si tienen dinero para
lograrlo, lo que implica varios delitos del personal encargado. Entonces, por
falta de comprobaciones, no hay reincidencia legal.
a) .-Los separos.-Las delegaciones del ministerio público están instala-
das a menudo en casas viejas que se han adaptado a la función, por lo que sus
separos son, casi siempre, oscuros o inadecuados, sin protección contra el frío
y con múltiples inconvenientes más. Deben servir para detener al sujeto por
el tiempo que dura la preparación de la documentación del caso, sea para
consigparlo, para darle la libertad, o para pasar al enfermo mental a un hos-
pital; para devolver a un menor a sus familiares, de cuyo control ha huido;
0 para devolver los fugitivos a la prisión de que huyeron. Por tanto, son
polivalentes y muy abandonados, sin inspección periódica. También alojan
los sujetos asistenciales sin hogar.
Está a cargo de las celdas un guardián que no tiene, normalmente, ningún
tipo de preparación específica. No se dan alimentos a los detenidos, pues n«?
hay cocina, ni comedor. Tampoco hay cama ni lugar apropiado para dormir.
Si el detenido desea hacer uso de los servicios sanitarios debe pedir permiso
para usar los de las oficinas, o de lo contrario usará un rincón de la celda,
232 HECTOR SOL/S QUIROGA

que queda sin asearse por falta de una llave de agua. Las ratas, y toda clase
de insectos propios de la suciedad, son compañeros del detenido, junto con
individuos de las más diversas condiciones: ebrios consuetudinarios, escanda-
losos, políticos detenidos, asesinos, drogadictos, ladrones, etc., en los más di-
versos estados de aseo o desaseo. A pesar de lo dicho existen separos que sí
cuentan con cama, ropa, luz, ventilación, mesa, alimentación y otras atenciones, ¡1 '.
en las jefaturas del ministerio público. 1

En los separos de la policía, salvo algunos de países sajones en que los


detenidos cuentan con cama, servicids sanitarios, mesas y comida, hay en los
países latinos un panorama muy parecido al de los separos del ministerio pú-
blico, sólo que agravado, porque en ellos se adicionan algunos aspectos de
terrible crueldad; el piso de cemento se mantiene mojado; no hay lugar dónde
sentarse o acostarse; se carece de luz y ventilación; no se dan alimentos ni
agua; se mantiene incomunicados a los detenidos, y además les espera el tor-
mento: golpes, lesiones, luz e:Xcesiva y centralizada, amenazas de dañar a sus
familiares; frío e inmersión de cabeza en un tonel de agua a la media noche,
para obligarlos a que confiesen, etc. Y todo ello acontece a pesar de las dis-
posiciones legales, que la omnipotente policía de todo el mundo viola a su gus-
to y sabor. ·
Por lo regular la policía tiene un papel sumamente grave en la perversión
de los delincuentes, pues debido a su constante y agresiva persecución, cuando
están libres los amenaza con volverlos a detener sin causa concreta y les ase-
gura una carrera criminal, aunque ya pretendan abandonar esa conducta.
Reckless3 señala defectos a las cárceles de la policía, siendo coincidentes
con los ya expuestos antes: sus presos están en contacto inconveniente entre
sí, están ·en edificios anticuados; frecuentemente son insalubres, sin luz, ven-
tilación, ni servicios sanitarios; muy pocas permiten poner aparte a los me-
nores y a las mujeres; frecuentemente alojan también a vagos y a gente sucia;
no tienen mobiliario de clase alguna y los detenidos duermen en planchas de
cemento, de acero, o en el suelo y sin poder cobijarse con algo, además de que
hay frecuentemente insectos propios del desaseo; en ellas se infligen tortu-
ras, se practican crueldades o se da trato delictuoso. Su fun~ionamiento es
el capricho de la policía y sin inspección de clase alguna, ante la indiferencia
de todos. Por fortuna en algunos países los menores ya no son alojados habi-
tualmente en ellas. ·
b) .-Las cároeles admini.strativas.-Son de este tipo las que alojan a quie-
nes han cometido faltas no muy trascendentes, calificadas por los jueces ad-
·, 1
~ RECKLESS, WA'LTER C., The crime prablem, Appleton Century Crofts Inc. New York, 1
1955, pág. 494 y ss. También pág. 655 y ss. · ' ' \:
¡!
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----·~.=:;._oc;.:;-...;-~~--.,

---1

INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 233

ministrativos de que hablamos ya en el Capítulo anterior. Frecuentemente


son usadas para estos propósitos las cárceles policíacas o del ministerio público.
Se emplean para el cumplimiento de arrestos, cuya máxima duración es
de quince días, como término medio. A menudo se agrega otro período igual
por imputación de nuevas infracciones, verdaderas o falsas; pues, si son fal-
,[ sas, sirven para mantener al individuo preso indefinidamente, sin proceso ni
fJ garantías legales, e implican conductas criminales por parte de las autoridades
responsables.
1
Cuando estas cárceles son exclusivas para su propósito, tienen, además
de las divisiones normales para hombres y mujeres, otra para menores, aunque
suelen estar juntos mujeres y menores. En ellas hay mayor desorganización
habitual y más libertad de movimiento de los internos que en las demás cár-
celes y penitenciarías, debido a que la estancia es muy corta y no es posible
programar medios disciplinarios o educativos para los internos, que casi siem·
pre requieren acción más prolongada.
Suele haber personas que casi viven en estas cárceles, por sus constantes
infracciones a los regla~entos, y para ellas podrían programarse actividades
rehabilitadoras.
En las cárceles de provincia frecuentemente se observa promiscuidad, ya
que se alojan juntos quienes están a disposición de la policía, del ministerio
público y de instituciones asistenciales, con procesados, condenados y aun su-
jetos sin hogar que piden alojamiento sólo por ~na noche.
Son clientes permanentes de las cárceles administrativas los ebrios, los dro-
gadictos, los homosexuales, las prostitutas, y tipos indisciplinados en general, que
llegan a conquistar ciertas comodidades en ellas. ~os ha tocado ver individuos
que se rele,·an entre sí en porciones adaptadas para habitación y a homosexua·
les que adornan su lugar femeninamente, con cortinas de papel } luces de
colores. Conservan el lugar en su poder, gracias al reingreso de amigos de su
propia calaña.
En ocasiones tiene1;1 estas mismas cárceles literas de cemento, o de otro
material, con colchones y aun ropa de cama; ésta puede ser propiedad de la
institución o de los detenidos. También cuentan con cocinas y comedores,
aunque no los merezca su pésima comida.
e) .-Las cárceles preventivas.-Durante el tiempo del proceso, para de·
finir la responsabilidad del presunto delincuente, las personas que no han al-
canzado la libertad provisional dentro de la Ley, quedan alojadas en este tipo
de cárceles, para evitar que se sustraigan de la acción de la autoridad judi·
cial. Estos establecimientos no tienen por finalidad dar tratamiento algu:o,o,
ni imponer más medidas disciplinarias que las necesarias para impedir la fuga.
234 RECTOR SOL/S QUIROGA

Al efecto, los detenidos gozan a veces de facilidades para su defensa Y


pueden ver a personas del exterior, particularmente a sus familiares y abo-
gados, cuantas veces sea necesario. so
Por comodidad se han ubicado estas cárceles. cerca de los juzgados o tri- ~
bunales penales, pero las hay muy separadas también. En ocasiones están in- \'j,
cluidas en las penitenciarías, donde los procesados y los sentenciados viven
en promiscuidad, y a veces vegetan dentro del mismo edificio las mujeres,
le
y los menores separados o revueltos. ti¡,
Casi siempre hay cárceles preventivas sólo en las grandes ciudades, pues
te¡
tienen posibilidades económicas de ~;.onstruirlas y sostenerlas, además de una
mayor necesidad de ellas. Las hay con dormitorios colectivos o con celdas in-
dividuales. Los detenidos usan uniformes permanentemente, o sólo cuando ~t
salen al exterior, para evitar su fuga. A veces los procesados trabajan obli- ~

gatoriamente, pero no es usual donde no hay trabajo suficiente para todos los ~
presos. En ocasiones el trabajo es voluntario y remunerado. i~t
Cuando los detenidos no están separados de los condenados, deben cum-
plir el régimen general de la institución, sin mayores obligaciones ni derechos ~
que los demás, a pesar de no haber sido declarados delincuentes, y eso esta-
blece corrientes de simpatía que los unifica bajo la acción autoritaria, en casos
"~
~
de rebelión o conflicto general, lo que conduce al procesado a cometer nuevos ll¡
hechos delictivos.
Las condiciones mismas de la detención hacen que se propaguen rápida- ~1
mente las técnicas de ejecución de los crímenes, el tipo medio de reacción co- 1.
1 }>
lectiva, la moralidad de los otros detenidos, y una serie de factores criminó-
~~.
genos antes desconocidos para el primario. q,
d) .-Las prisiones y penitenciarías.-En la realidad se usa uno u otro
ti!
nombre para los lugares donde los delincuentes cumplen sus sentencias. Tam-
bién se les llama colonias penales, o en otras formas de eufemismo más o me- ¡
1 1
1

nos sentimiental.
Como consecuencia de la promiscuidad de que antes hemos hablado· (por
1 ~'
estar juntos los sentenciados con otros tipos de detenidos sin importar causa, :[ t,
1 1!]
sexo, edad o circunstancia) se complica y dificulta la selección técnica indis-
pensable para dar tratamientos útiles hacia la readaptación social. 1
Las causas del desajuste social de la conducta deberían ser .ya conocidas t¡
al iniciarse el cumplimiento de la condena, para dar oportuno lugar al trata- ~~

miento. Desgraciadamente los procesos penales sólo definen la responsabilidad ~


penal del sujeto y el grado de participación en el delito, y muy raras veces
. se promueven peritajes sobre la personalidad del delincuente. Por tanto, se i q
carece de datos que sirvan de punto de partida a una terapia cualquiera. 1 t
~
1.
1:1
t
~

. '
''
INTRODUCCJON A LA SOCJODOGJA" CRIMINAL 235

A veces se tiene conocimiento de padecimientos físicos o mentales, cuando


son muy notables, y en ocasiones se inicia el estudio del delincuente después
lflíll''
,~ de dictada su condena, pero casi nunca se le conoce a fondo como para indi-
vidualizar la sanción administrativamente.
En la mayoría de los establecimientos penitenciarios no se imparte más
¡·O~

,
terapia que la disciplina carcelaria, un servicio médico insatisfactorio Y. las
~¡¡ medidas acordadas, ante casos concretos, por un personal á menudo incompe-
1~ tente.
) Muy pocos establecimientos están bien organizados, pues lo impiden los
prejuicios gubernamentales y de la sociedad misma, o la miseria. En general
~l.'~1 son escasos los técnicos en la materia y pocas veces los políticos qu:e gobiernan
hacen aprecio de sus recomendaciones. En verdad es meramente ilusoria la
~·.~· individualización administrativa de la pena, salvo raras excepciones.
~'
. ~
Por otra parte, las Naciones Unidas han recibido informes veraces en el

~·'li~
sentido de que las penas no corrigen ni readaptan al delincuente, sino lo vuel-
ven más peligroso, lo perVierten cuando no lo está antes, lo ponen en contac-
to con el hampa, lo hacen abandonar sus deberes para con su familia, lo acos-
tumbran al ocio y le causan much<ls males más que repercuten en la sociedad.
1
~
Ya ha sido universalmente reconocido que'·no puede existir la readapta-
ción social del criminal, porque se acostumbre a vivir dentro de la prisión
1~ y cumpla las reglas que le sean impuestas, pues hay que recordar que tales
normas sólo tienen como meta el más fácil control colectivo por la voluntad
1 de los jefes de la institución, Y. con ello se aseguran los mínimos de la subsis-
tencia a que muchos reos aspiran solamente.
t~ En libertad, el sujeto sólo tiene su voluntad~ debe ejercer su iniciativa
(que adentro le está restringida o vedada), tiene que adaptarse a situaciones
~~ de lucha y tener éxito con su dominio de cierta actividad, hacer que sus es-
~
fu·erzos le produzcan dinero, conocer el ambiente en que debe actuar, escoger
1 el momento oportuno para ciertos actos, etc.
~~~ Por tanto, la buena conducta de un interno, dista mucho de poder signi-

o
l ficar .leadaptación al medio social y no presupone que se hayan alejado las
causas de su desajuste social. Menos aún, cuando no se prepara el ambiente

,.1~
que ha de recibirle.
Tales son, parcialmente, las razones profundas de la reincidencia, pues el

t delincuente debe recibir nuevam·ente la nefasta influencia habitual de las causas


que antes lo convirtieron en criminal, pero ahora agravadas por no tener me-
dios de vida en el exterior, ni relaciones con personas productivas. A las di:-
l·~~· ficultades de la vida en libertad, se agregan las ya expresadas, asegurando la
derrota.
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236 RECTOR SOL/S QUIROGA

Con tan pocas probabilidades de éxito, se ha venido aspirando a suprimir


ciertas prisiones, pero no se ha encontrado todavía el medio de protegerse
contra los criminales sin encerrarlos. Cierto es que ahora ya se piensa en esta-
blecimientos de semilibertad, abiertos, que vienen a resolver múltiples pro-
blemas, pero no puede abusarse de ellos.
Eugenio Cuello Calón-4 recoge todas las aspiraciones de la sociedad moder-
na y reconoce también los nocivos efectos de las penas y de las prisiones, aun
para el caso de que se prepare minuciosamente el personal penitenciario, pues
resulta insuficiente en número, mal pagado y sin derecho a trabajar en otra
cosa, por lo que no hay muchos aspirantes a técnicos en cada una de las fases
que deben llenarse.
Las relaciones del recluso con el exterior, especialmente con su propia
·familia o personas de su estimación, ayudan mucho al mejoramiento de su
conducta, según se ha observado repetidas veces, pero tales relaciones también
dependen de la rigidez del personal, salvo en los .!aros países que han logrado
el imperio de la objetividad legal sobre la voluntad omnímoda de los fun-
cionarios.
e) .-Las colonias penale.s.-Estos establecimientos se han considerado la
forma más efectiva de alejar a los criminales de los grandes núcleos de pobla-
ción. Se han utilizado al efecto las islas, porque tienen medios naturales y efec-
tivos de seguridad y, además, porque la relativa amplitud permite la explotación
de recursos naturales, la existencia de campos de cultivo, de salinas, caleras,
industrias forestales, comercios, talleres de las más diferentes índoles y todo lo
que una comunidad debe tener, sin los peligros de la fuga colectiva u otros.
Ha sido costumbre inveterada enviar a las colonias penales a los sujetos más
peligros03 o a quie:1es tienen largas condenas. A menudo también mujeres que
no deben dejar abandonados a sus hijos pequeños. .
Se vive en esas colonias en relativa libertad, salvo la obligación de pasar
lista, pues en algunas no es obligatorio el trabajo, ni la toma de alimentos debe
hacerse conjuntamente. En cambio, se sufre la tiranía de los directores y je-
rarcas, aun para los actos más sencillos de la vida civil, porque no hay otras
autoridades superiores. De hecho rige más la voluntad de las autoridades, que
las leyes y reglamentos. Eso mismo permite la libertad relativa de la mayoría.
Cuando se han hecho colonias penales interiores en el continente, como se
hizo en los Estados de Sao Paulo, Brasil, y Michigan, EE. UU., 'se han produ-
cido sublevaciones graves y la criminalidad ha aumentado notablemente, según
lo hace notar el maestro Juan José González Bustamante.5
-4 Cuma.o CAlLÓN, EuGENIO, La moderna penologÍa, Editorial Bosch, Barcelona, 1958.
. .5GoNzÁLEZ BusTAMANTE, JuAN JosÉ, Colonias Penales e Instituciones Abiertas, Aso-
ciación Nacional de Funcionarios Judiciales, México, 1956, pág. 22.
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 237

Las penas de deportación y de traslado, que todavía se usan en muchos


países, se han aplicado utilizando para ello las colonias pena~. A ellas se envía
a los vagos, los ladrones, los delincuentes habituales, los traficantes de drogas y
todos aquellos que es necesario alejar de las poblaciones.
El personal de esas instituciones está constituido a menudo por individuos
rígidos y agresivos, con frecuencia semipreparados, a quienes también se ha que-
rido desterrar.
El exceso de hombres y la escasez de mujeres da lugar, en esos estableci-
mientos, a la predominancia de una baja moral sexual, al ejercicio de la prosti-
tución, plenamente permitido, a la trasmisión de enfermedades venéreas, gene-
ralizada, y a la convivencia de una mujer con varios hombres. Ello unido a los
problemas generales de todo reclusorio, ·en que ~e destaca un desarrollado ho-
mosexualismo.
La distancia considerable en que habitualmente se colocan estas colonias,
provoca la escasez de nup¡erario, la carencia de alimentos y de medicinas de
cierto tipo, la instauración de conductas rurales, etc. Esa misma distancia im-
pide que el personal técnico viva en tales lugares, porque ello le implica percibir
una baja remuneración, renunciar a su vida familiar, carecer a veces hasta de
]o indispensable, y no satisfacer casi nunca los requerimientos técnicos de su
ciencia.
Tan ampiia problemática tiende a bajar las aspiraciones morales, econ~­
micas, científicas y humanas de los habitantes de esas colonias, qu·e deben tran-
sigir con desajustes, faltas, inmoralidades Y. aun delitos de· poca importanciá.
La persecución de tales actos p-odría causar nuevos_ conflictos de difícil solución.
porque al ya grande castigo no se podría adicionar, con éxito, uno adecuado al
caso.
f) .-Los centros de observ"ación para m.enores.-Estos funcionan anexos· a
los tribunales para menores, y cuentan con departamentos de varones y de mu·
jeres. Aunque se ha aconsejado que mantengan buenos servicios sanitarios, dor-
mitorios, refectorios, talleres, salones de clase, campos deportivos y de cultivo,
much.os carecen hasta de los más indispensable, lo que causa el hacinamiento
de menores ociosos, bajo las órdenes de personal irresponsable e impreparado.
En consecuencia, no es frecuente que se haga la observación esperada. :
Como la personalidad de cada menor presentá una probiemática especial
y una sensibilidad muy superior a la del adulto, se ha aconsejedo que los
tribunales para menores resuelvan cada caso sin tomar 'en cuenta la infracción
como hecho central para imponer medidas, sino considerándola como mi indi-
cador de la manera· de· reaccionar de su individualidad. Por tanto, se hace in-
dispensable el estudio integral del menor, y para ello es necesario observarlo
238 RECTOR SOL/S QUIROGA

en diversos momentos de su actividad diaria: en el juego, en la clase, en el


taller, en el comeqpr o el dormitorio, etc. Pero como la observación clara y
franca provoca inhibiciones en cada niño o adolescente, se han ideado métodos
que permiten verlos sin que eilos noten que están siendo observados. El
resultado de los estudios respectivos deberá ser la base para que el Juez resuelva
lo _que debe hacerse en cada caso, para cumplir la finalidad de readaptar al
menor a su medio familiar y social. Por ello, como antecedente de la resolución,
también debe estudiarse el medio familiar y extrafamiliar en que ha crecido
el niño. ·
Todo ello servirá más tarde para dar el tratamiento adecuado. Por tanto,
la detención de los menores en los centros de observación tiene equivalencias
con la de los adultos en las cárceles preventivas, mientras dura el proceso. Hay
diferencia a favor de los menores, porque su reclusión inicial sólo durará unos
días, como es recomendable, dada la naturaleza de los cambios bruscos que se
presentan en esa edad evolutiva.
Uno de los grandes problemas de los centros de observación es la promis-
cuidad que en ellos se padece, a pesar de que por lo regular cuentan con dor-
mitorios para cada grupo de. edad. En efecto, durante el día están juntos y a
menudo inactivos, niños pequeños que han cometido minúsculas irregularidades
de conducta, con delincuentes reincidentes.
Hay centros de observación que no cuentan con todos los requisitos mate-
riales ni con las condiciones técnicas, por su gran pobreza. Otros que tienen
todo lo necesario. De ello resulta que no siempre cumplen con su finalidad, lo
que se agudiza por falta de personal técnicamente preparado.
En efecto, fuera del personal propiamente técnico, la mayoría es, en mu-
chos de estos centros, inepto, anormal, enfermo o vicioso, lo que acontece más
entre los vigilantes. Eso mismo facilita el tráfico con mariguana, el homosexua-
lismo, las fugas y otros inconvenientes, que se agravan cuando varios menores
deben dormir en una misma cama y tienen alimentación y ropas deficientes.
Ante las realidades anteriores, aun el personal de policía o el del ministe-
rio público se resisten a remitir a los menores a tan desorganizadas instituciones
y prefieren dejarlos en libertad o forzar una transacción con los acusadores.
Parecen mayores los daños que los beneficios de acción tan dudosamente técnica
y que, además, es tardía y limitada, cuando en muchos establecimientos para
menores el único beneficio es el aislarlos de los delincuentes adultos.
g) .-Los centros de r.eclusión para menores.-De los menorés que llegan a
sus tribunales especiales, muchos quedan en libertad y pocos son los que se
internan en reformatorios o escuelas, lo que acontece si a juicio del personal
técnico sus familiares son incompetentes o el niño merece punición.
,.
,•
LNTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 239

Existen diversos tipos de establecimientos en las grandes ciudades, aunque


¡3~ en los poblados pequeños se carezca de ellos o solamente haya uno. A veces es el
,; 1 mismo centro de observación el que sirve de "casa de tratamiento", aunque per-
,t!J!' manezcan los menores hacinados, sin mayor ocupación y con alimentos y aten-
,~~o· ciones muy menguados o claramente inconvenientes.

~'
,,
En algunas ciudades hay establecimientos cerrados, semiabiertos y abier-
q
tos; en otras sólo uno de cualquiera de esos tipos a donde son enviados todos
#. los menores. En algunas provincias, como en Texas, existe, para cada sexo,
~ un solo establecimiento abierto que, aunque aloje a todas las clases de menores,
l.
al menos cumple la finalídad de disminuir las diferencias entre el cautiverio
y la libertad, como lo han aconsejado las Naciones Unfdas.
~~ Los establecimientos cerrados son llamados reformatorios, correccionales,
~¡ casas de orient~~:ción, asilos o cárceles de menores. Son instituciones en que al
1 ~lf' entrar no se volverá a salir sino hasta que cumplan ciertos requisitos, algún
~, período o hasta que las autoridades ·lo consideren necesario o convl·niente. A
~\ ~·
.(.r veces llegan a olvidars'e la!!i autoridades que está encerrado cierto "menor" que
ya sobrepasa en mucho la mayoría de edad. Es externado cuando se ha acos-
'
.~
tumbrado demasiado al ocio y a la explotación de los más débiles, pues no se le
disciplinó al trabajo ni se le inspiró la necesidad. de servir a los demás.
~· 8! Esto p~ueba que el personal tiene graves fallas de personalidad, que no

?' tiene interés en su trabajo y tampoco es especializado. Además, puede estar


mal pagado, enfermo o pervertido. Como consecuencia los menores salen ex-
pertos 'en técnicas de delincuencia, habiendo cultivado odios, enemistades, homo-

:~
sexualismo y además con el rechazo de sus familiares.
En los establecimientos semiabiertos el panorama casi no cambia, ya que
se padecen iguales miserias, pero hay la posibilidad de que, al portarse bien,
·~
' ~~
pueda salir el niño a pasear cada fin de semana, con sus familiares y amigos,
o con clubes de exploradores.
·~'l En los establecimientos abiertos se logran mejores resultados, siempre que

0· no estén internados toda clase de menores delincuentes. Allí se convierte cada

?·'
·~
&
menor en un miembro de la comunidad, las autoridades son menos impotentes y
cada joven contribuye con su esfuerzo a hacer mejor la vida colectiva.
Pobre o ricamente, las instituciones abiertas brindan al menor más con-
fianza en sí mismo y lo acercan al personal directivo, a quien llega a someterse
voluntariamente sin sentirse minusvaluado.

'f~.'~,'{1'
Estas instituciones cuentan con porciones de terreno más extensas que las
otras, para que los jóvenes vivan en pequeños grupos a cargo de profesores solos
~,'/ 0 de matrimonios sin hijos. Cada uno tiene "su casa", con el terreno respect.ivó
e } y cada hogar posee un dormitorio general y uno para los encargados; el pri-
l, ~.

o/
!,,:1,'

~r,,
· " • ~ ¡'¿_::l. ~~&~f~1~P..;1i"'~ -~--::...· ~ ~ '-~ ·- -< •
- - -- -- ----~----~----- ....::=..~-":..---=--=---=--=~------------ --· -- -· ___.
.::..~-:~-:--::::_-:::.=. - --~------~-·---~·~----~----~-----~:_ _____ --'-.C'----·---~-~--
__ ·- ~- .',.)

240 RECTOR SOL/S QUIROGA

mero con divisiones en que cada niño puede guardar sus pertenencias con el
secreto que desee. Cada mansión tiene su baño, su cocina, su comedor, su estan-
cia con radio, televisión y lugar para juegos de salón. Asimismo puede poseer
un salón de clase y algún taller. Afuera, su jardín cultivado por los miembros
de esa pequeña comunidad.
He visto algunas de estas instituciones con un jardín zoológico formado
con los animales traídos o cazados por los menores; un jardín botánico, un
tanque de natación, talleres de las diferentes clases y una capilla que sirve para
diversos cultos.
En ocasiones sucede que las casas de las "familias" no cuentan con cocina
ni comedor, porque todos, internos y personal, tornan sus alimentos juntos.
El régimen abierto se caracteriza por el hecho de que no hay medios ma-
teriales ni humanos de seguridad, pues el control íntimo de los rner.ores actúa
en su lugar mediante previas advertencias de lo que podrá pasar en caso de
que la conducta se salga de lo permitido.
Corno se puede ver, en este régimen el jove~ puede formarse corno res-
ponsable de su propio progreso y su propia posición.
85.-Los establecimientOs intermedws.-En algunos países existen institu-
ciones para personas de 18 a 25 años de edad, que atienden la problemática del
t~rrnino de la adolescencia.
Se considera útil este. tipo de internados, porque en 'esa edad se comienzan
a aplicar ya formalmente y en sentido práctico los ingresos económicos y se da
una dirección definida a la sexualidad, dando lugar a serios compromisos; ade-
más, cuando el sujeto no .principió a formar previamente sus valores, corno su-
cede múltiples veces en los delincuentes, se produce el despertar a la vida
colectiva y al trabajo productivo, sin estar preparados para el cumplimiento
normal de las obligaciones.
Todo ello se agrava cuando se ha contraído matrimonio y chocan las nece-
sidades acumu~adas con las limitadas potencias económicas. Surge así un
sentimiento de insuficiencia o de inferioridad y se buscan sobrecornpensaciones
peligrosas, pues no se alcanza a percibir la profunda raigambre causai y las tras-
cendentes consecuencias de la conducta. Requiere pues, esa edad y en esos
casos, una protección de la incipiente dignidad humana.
Del tipo intermedio hemos visto funcionar con régimen cerrado dos pri-
siones, en Minnesota, EE. UU. y en Montreal, Canadá, Eran altamente indus-
trializadas y con grandes medios de seguridad, porque es en esa edad cuando
inciden peligrosamente la rebeldía y la delincuencia, la insatisfacción de sí mis-
mo y las sobrecornpensaciones.
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 241
86.-Tipos moderrws de prisicme.s.-La experiencia mundial no ha permi-
¡(ll'~: tido introducir aún para los adultos, extensamente, los internados de seguridad
media Y. mínima.
/~
En los de máxima seguridad el movimiento de reclusos con el exterior
~· solamente es regido por el criterio legal. Es problema principal evitar la evasión
;p·. de los internos Y. por ello se usan muros espesos, hierros gruesos y fuertes, ma~
'1 quinaria electrónica de seguridad, bardas muy: elevadas y lujo de guardias

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debid~tmente armados. Aunque se destinan a reos peligrosos, habitualmente se
.di: introducen en ellos personas que no requerirían tantos medios de seguridad
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g, material y que podrían derivarse hacia otros establecimientos menos exube-
rantes, pero como se han construido para grandes cantidades de internos, por su
muy alto costo deben aprovecharse al máximo con otras categorías de reclusos,
1 lo aue crea grandes dificultades de adaptación de todos.
• En los internados de tipo medio no hay ese lujo de fuerza material y fre-
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cuentemente tienen celdas exteriores, dormitorios comunes, puertas y rejas no
muy fuertes y mayor libertad interna de circulación. Hasta ahora se usan poco
~· para los adultos, pues el régimen medio se ha venido introduciendo indebida-
mente en edificios para máxima seguridad.
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·1 Las instituciones de tipo abierto o de seguridad mínima son, como ya se
ha apuntado en relación con los menores, aquellas que no se respaldan en me-
·¡Di dios de seguridad material, por lo que ha parecido un tanto atrevida su aplica-
~~/ ción a adultos. Sb. embargo, han dado magnífico resultado. Desde el siglo
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pasado se crearon así la Colonia Agrícola de Witzwill, Suiza, y las colonias para
vagabundos de Alemania del Norte.
~ Si los presos no se evaden de ellas es ha jo el -conocimiento de que les es
más conveniente su actual situación, la que sería peor en otro lugar. Se hace
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.,,A,. sentir al recluso que se le tiene confianza, que se espera cierto tipo de conducta
'~' derivada de su autodisciplina Y. de su sentido de responsabilidad, en un régimen
~:.~J de íntima libertad.
~-.
~~/ Pueden dedicarse los reos a trabajos agrícolas, forestales, industriales, co-
merciales, o para las obras públicas rurales, lo que contribuye a conservar y
mejorar su salud física y a hacer más barato su sostenimiento, como ya lo hace
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notar Cuello Calón6 al anotar otras ventajas más. Rara vez se aplican medidas
ál disciplinarias y son muy raras las fugas y los motines, pues los reclusos se
seleccionan muy rigurosamente.

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e Op. cit., pág. 343 y ss.
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SE TERMINO DE IMPRIMIR
ESTE LIBRO EN LA EDITO·
RIAL CVLTVRA, T. G., S. A.,
• AV. REP. DE GUATEMALA
N<.> 96, EL DIA 16 DE FEBRE·
RO DE 1962. LA EDICION
ESTUVO A CARGO DE JOSE
MARIA A VILES. LA IMPRE-
l':l!ON CONSTA DE 1,000 EJEM·
PLARES.

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FECHA DE DEVOLUCION

El lector se obliga a devolver este libro


antes del vencimiento de préstamo señala-
do por el último sello.
HV6025 1111111 11111 11111 11111 1111 1111 .. S
S65 6809
UNAM
INST. INV. SOCIALES
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