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DEL MISMO AUTOR
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INTRODUCCION
a la
.SociOLOGIA CRIMINAL
IN DICE
Pág.
ADVERTENCIA Y AGRADECIMIENTO 9
INTRODUCCIÓN . por el Dr. Miguel BUENO ll
PRIMERA PARTE:
CAPÍTULO 11.-METODOLOGÍA 37
6.-Concepto y utilidad del método. 7.-Diferencias entre método
y técnica. 8.-Método Sociológico: a) Objeto de la Sociología; b)
Sus métodos; e) Consideraciones metodológicas fundamentales. 9.
-Principales métodos y técnicas aplicables a la Sociología Crimi-
nal: a) El método ecológico; b) El método psicológico; e) El méto-
do experimental; d) La técnica histórica; e) La técnica estadística.
Os ._ 6 6 O9
6 HECTOR SOL/S QUIROGA
SEGUNDA ·PARTE:
)
PERSONALIDAD Y PATOLOGIA SOCIAL EN EL
MARCO CAUSAL DE LA DELINCUENCIA
Pág.
CAPÍTULO l.-ETIOLOGÍA DE LA DELINCUENCIA • 77
20.-Generalidades. 21.-Concepto de causa y su categorización.
22.-Clasificación de causas. 23.~Mlanera genérica de acción de
las causas de la delincuencia. 24.-Algunas regularidades etioló-
gicas observadas: a) Causación adecuada; b) Concurrencia causal; ,r...
e) Brote causal ; d) Combinación causal ; e) Detección causal; f) ~
Importancia circunstancial; g) Constelación v~riable; h) Inten-
sidad variable; i) Reiteración causal ; j) Caust.-efecto-causa.
TERCERA PARTE:
Pág.
Formación profesional. 38.-Educación. 39.-Moralidad. 40.-Re-
ligiosidad. 41.-Factor económico:
CUARTA PARTE:
QUINTA PARTE:
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ADVERTENCIA Y AGRADECIMIENTO
A sugerencia del ilustre Maestro don Lucio Mendieta y Núñez, Director del
/Mtituto de Investigacúmes Sociales de UNAM, se escribió el presente
la
libro de carácter. teórico, con alguTVaS ideas iniciJ.ales que pueden servir de ba.se
para futuras investigaciones en esta apasionante materia.
Aunque parecería fuera de lugar el dar. una fundamentación psicológica. a
lo·s hechos sociológicos que contiene, creemos, sin embargo, que para obtener
una verdadera utilidad desde el punto de vista de las inve.stJi.gaciones, y para
furu/m.r una política preventiva del cr.imen, se hace indispensable buscar el ori·
gen de la conducta delictuosa desde lo más recóndito de la personalidad, ya
que las manifestaciones de ésta producen las regularidades sociales que son el
objeto de nuestro estudio.
No hemos pensado en ningún momento hacer. la exposición exhaustiva de la
teoría general siquiera, porque son muchos los puntos de vista sociales de que se
puede partir y el sentido de los fenómenos cambia notoriamente con cada nueva
constelación de factores. En la crimini.alidad, como en las formas generales de
conducirse de los hombres, hay una infinita complejidad de causas y una ex-
traordinaria variedad del sentido de la vida. Por ello, captarlo e.s tan difícil
como en la Sociología general, y po·siblemente más aún porque los del:incuen-
tes ocultan cuidadosamente los secretos de su forma de vivir.
Por otra parte, la Sociología dinámica, que está -siguiendo· tan fr.uctiferos
cauces modernos, tiene pro fundos puntos de contacto con la psicología social.
Esta, a su vez, üumina el cauce de aquélla y, por tanto, una obra de Socwlogía
Criminal oo puede sino acepDar la co&aborací'&n básica de la Psicología Sacial.
Agradecemos al Dr. Luis Garrido y al Maestro Mendieta y Núñez sus muy
ualio-sas y centrales orientaciones para la elaboración del presente libro.
A nuestros compañeros y a:m.igos Salvador BerTTWÍAdez Castro y Mario Mon-
teforte Toledo y a mis alumnos del Seminario de Psicología Crüninal de la Fa-
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H. S. Q.
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~E.!-JI~hrSo.&iol_t!gíá surgió como ci.encia independiente bajo los auspi-
cios delJ?gsitivisino comteano, fomentó paralelamente a ella la conciencia
de su complejidad, obedeciendo a la naturaleza de los problemas que debatió
desde un principio y que fueron el conjunto de cuestiones s«?bre la sociedad,/
cuya coimplicación se incrementa por virtud de la sinergia que ejercen mut~
mente sus diversos factores. Bien conocido es, aun de los legos, el hecho de
que a la alteración de algún coeficiente social acompaña la modificación de los
demás y que los cambios de la colectividad no son aislados, sino al contra-
rio, concatenados. Por ello, cualquier estudio sociológico debe tener en cuenta
la doble dimensionalidad que involucra el fundamento genérico de la vida
social y las derivaciones específicas de sus diversas manifestaciones.
Ahora bien, en el breve lapso que lleva de existir la Sociología se han ope-
rado cambios de trascendental importancia, la mayoría de los cuales surgieron
en el siglo xx, al amparo del prodigioso avance que han experimentado las
ciencias del hombre. La Antropología ha encabezado una trascendental revo-
lución en sus conceptos, y simultáneamente con ella, la Sociología ha enrique-
cido su dominio experimental, trayendo consigo el correspondiente incremento
de las ciencias correlativas e ingresando en el mismo tren de vertiginosa evo-
lución; hoy día se encuentra en una fase de transformaciones que obligan a
perseguir sus conceptos a lo largo de diversas etapas, con el avance propio de
cada disciplina y la interinfluencia que ejercen mutuamente; esto ha hecho el
estudio de la sociología especialmente fascinante, comunicando su dinámica
de procedimientos a cada uno de los problemas específicos que involucra, co-
rrespondiendo a las direcciones particulares de la vida social; dichos problemas
han registrado un planteamiento significativo por cuanto contienen la deriva-
ción y coimpiicación de las cuestiones genéricas, llegando en su extremo a la
casuística, donde opera la verificación del doctrinarismo teórico y la sistematici-
dad disciplinaria; abarca una trayectoria de dilatadas dimensiones, desde la
....~----·
12 HECTOR SOL/S QUIROGA
y que a su vez depende del valor que adopte como finalidad bu5cada. Sabe-
mos que, en última instancia, la finalidad de todos los actos radica en el valor
de cada especie, postulado en ejercicio de la facultad conceptiva del hombre
y doctrinariamente manifestado a través de la filosofía. He aquí, pues, el
entronque de Sociología y Filosofía, que resalta con especial relieve en nuestro
caso, ya que la Sociología Criminal es la ciencia que se ocupa de un aspecto
patológico de la vida social, como es el delito,1 y no se resignará a meros
señalamientos de orden concreto como cifras estadísticas, datos ecológicos, apre-
ciaciones urbanísticas, tipologías antropológicas, motivaciones religiosas, eco·
nómicas, políticas, etc., que aparecen constantemente en su dominio. Tratará
de poner remedio al estado anormal aprovechando los elementos positivos que
hay en todo ser humano y que deben acentuarse mediante una práctica educa·
tiva y terapéutica en general, basada en las mismas consideraciones de la
Sociología, pero orientadas con un sentido inverso, partiendo de la esfera ex-
plicativa para dirigirse a la aplicativa.
La participación de la ética, y a través de ella, de la filosofía, en calidad
de pauta axiológica para las ciencias sociales, está su jeta al concepto que se
tenga de la filosofía. Existe una opinión muy generalizada en el sentido de que
es una ocupación abstracta y nada tiene que ver con la realidad; quienes de-
fienden la postura abstraccionista y piensan que la filosofía es un mero juego
de opiniones, tendrán que rechazarla como un medio de acercamiento a la
experiencia social. De ahí ha provenido la idea, bastante común entre los cul-
tivadores de la Sociología Positiva, que ella no tiene ninguna necesidad de pe-
dir auxilio a la filosofía, por el contrario, le estorba, en la medida que conta-
minaría los estudios científicos y apegados a la realidad, con un ingrediente
utópico y ajeno al fondo de la realidad misma. ¿Qué relación puede tener
-preguntaría un sociólogo de corte tradicional- la Filosofía Existencia lista,
por ejemplo, con una ciencia tan severa y congruente como es la nuestra?
Efectivamente, si la filosofía fuera una especulación hueca no habría ra-
zón para introducirla en el dominio sociológico. Pero en rigor no es así; la
filosofía no es meramente abstracta ni especulativa, pues aun los sistemas que
aparentemente se alejan de la realidad corresponden a formas de cultura que sos-
tienen la misma posición de apartamiento, y por ello, al separarse la filosofía
de la realidad física se aproxima a la realidad espiritual que se manifiesta en
la cultura, por medio de los sistemas de convivencia que también estudia la
Sociología. Por todo ello, las ideas filosóficas tienen un sentido profundamente
significativo para la Sociología, uno de cuyos contactos con la cultura es por
J. El autor difiere de este concepto, como se desprende del Capítulo 111 de la
Segunda Parte.
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18 HECTOR SOL/S QUIROGA
Miguel BuENO
PRIMERA PARTE
PANORAMA DE LA SOCIOLOGIA CRIMINAL Y DE SU
OBJETO DE ESTUDIO
CAPITULO 1
l.-¿ Existe la Sociologf¡a Criminal? -Es frecuente observar que los auto-
res norteamericanos hablen, en los libros de Sociología general, de una parte
que llaman Criminología. En cambio, rara vez se encuentra una mención a
la Sociología Criminal. Esto ha dado lugar a que, las personas influenciadas
por tal pensamiento, incurran en la confusión de considerar que la Sociol~gía
Criminal es equivalente a la Criminología. Por otra parte, la difícil cuestión
de los límites entre campos conexos del conocimiento y la diversa amplitud que
cada autor concede a las ciencias mencionadas, hacen casi imposible definir el
contenido propio de cada una, lo que parece haber llegado a -afectar al reco-
nocimiento de la existencia de la Sociología Criminal.
Como ejemplo de lo anterior podemos citar a L. L. Bernard1 que al men-
cionar los campos de la Sociología, en una lista coloca: "Criminology and
Delinquency" entre "Social Pathology" y "Penology". En ningún momento
menciona a la Sociología Criminal. Esta posición es seguida por otros autores,
entre los que se encuentra Donald Cresseyf quien, examina la extensión de la
Criminología y del objetivo de los sociólogos en el campo de ésta, pero tam-
poco menciona a la Sociología Criminal.
Como excepción, Parmelee3 sí la distingue, al decir que las seis principales
ramas de la ciencia criminológica son: l. Naturaleza y evolución del crimen;
l BERNARD, L. L.: The Fields and Methods o/ Sociology, Farrar & Rinehart. New
York, 1934. Pág. 12.
2 BaooM, Leónard y ZELZNICK, Philip: Sociology, Row, Peterson and Co. Illinois, 1955.
Pág. 600. Capítulo elaborado por Donald Cressey.
3 BERNARD, L. L.: Op. cit., Capítulo elaborado por Maurice Parmelee. Pág. 175.
28 HECTOR S(JLIS QUIROGA
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32 RECTOR SOL/S QUIROGA
tra materia conocer todo lo relacionado con la delincuencia, sus factores cau-
ser· sales; sus efectos reales y conceptuales, etc. De ellos toma la Sociología Cri-
la minallos que son de contenido sociológico, y aquellos otros que siendo ajenos
sUS a él, se presentan con uniformidad o regularidad en el conglomerado. A su
de vez la. Criminología se ve auxiliada, en ciertos problemas, por la Sociología
Criminal.
La Psicología, estando estrechamente unida al estudio de la Sociología,
lo está a su vez
a la Sociología Criminal y siendo el delincuente ante todo tm¡
ser humano, nos permite relacionar su conducta con su psicotipo, con el amr
biente y con los diversos integrantes de su personalidad. Sirve a nuestra materia
para conocer los caracteres psicológicos . comunes en los delincuentes y para
facilitar la detención predelictiva, las conductas que acompañan a la ejecución
de delitos y a la vida postdelictiva, sea con sujeción a las autoridades o en
plena libertad.
La Psicopatología estudia a fondo las fallas de la conducta y ayuda a
explicar las de ciertas clases de criminales.
La Estadística, gracias a sus métodos y técnicas, nos permite descubrir
las regularidades de interés sociológico, sea en la causación, producción o efec-
tos de la delincuencia.
La Penología es también auxiliar de nuestra disciplina, al organizar la
ejecución de las sanciones y dar motivo a ciertas manifestaciones sociológicas:
interacciones humanas, agrupamiento de delincuentes, especiales formas de
comunicación, establecimiento de símbolos, propagación de creencias, etc.
Otras muchas ciencias son de auxilio esencial a nuestra disciplina: las
biológicas, la Economía, etc.
A su vez ella es auxiliar de otras: especialmente de la Política Criminal, de
la Ciencia Penitenciaria, etc., por cuanto utilizan las conclusiones de nuestra
materia para hacer más acertados sus programas y darles un contenido realís-
tico en la lucha contra la delincuencia.
S.-Deslinde de la Sociología CriminaL-Ya hemos remarcado la dificul·
tad del señalamiento de los límites entre los diversos aspectos del conocimiento,
y por ello no consideramos fácil realizar esta tarea respecto de nuestra disci-
plina. Sin embargo, nos consideramos obligados a hacerlo para facilitar la
1
definición de los campos, aunque pueda tomarse nuestra posición como provi-
sional o equivocada.
Desde luego, encontram-os campos coincidentes con la Sociología general
y con la Criminología, independientemente de los criterios u orientaciones
utilizados.
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CAPITULO II
METODOLOGIA
Entre las grandes ramas del conocimiento hay diferencias de objeto que
hacen inadecuados, vgr., para las artes, como tales, los métodos filosóficos u
otros ajenos. Y ya dentro de las ciencias, sus diferentes objetos no siempre nos
permiten aplicar a una los métodos que pueden tener éxito en otra, pero encon-
tramos algunos que, como auxiliares, son aplicables a materias similares de dos
o más disciplinas, en tanto que otros pueden tener exclusividad para un objeto
de una ciencia en particular.
Tras de aplicar el método científico adecuado, sólo se puede estar seguro
de poseer un certero hallazgo cuando cualquier investigador pueda encontrar
el mismo resultado, si sigue el mismo camino y tiene los mismos medios de
control y comprobación, que serán objetivos y trasmisibles.
1.-Diferencias entre método y técnica.-A menudo se confunden el método
y la técnica; hay quienes hablan indiferenciadamente de una u otro. Ambos
pueden definirse pero debemos reconocer que, si en teoría es fácil establecer la
diferencia entre los dos términos, ya en la práctica resulta difícil distinguir
hasta dónde llega uno y dónde comienza la otra. Edmond Goblot,2 dice que
método es una manera razonada de conducir el pensamiento para ... , descubrir
la verdad, y que técnica de una ciencia, es el arte de ejecutar las operaciones
manuales que sus métodos exigen. De lo anterior resulta que el método es un
orden de razonamiento, en tanto que la técnica es el orden material exigido
por el método, en la ejecución de las operaciones necesarias.
Ferrater Mora3 dice que el método significa investigación con un plan
prefijado y con unas reglas determinadas y aptas para conducir ai fin pro·
puesto; que los métodos científico y filosófico establecen el orden de las obser·
vaciónes, experimentaciones, experiencias y razonamientos, y la esfera de los
objetos a los cuales se aplican. Y, en cuanto a la técnica, dice que significa
originalmente arte o manera de hacer una cosa, procedimiento, conjunto de
actos necesarios para realizar una determinada finalidad. También hace men·
ción a la confusión frecuente entre método y técnica.
Considero que la característica central para la distinción entre método y
técnica, es el hecho de que el primero es un orden conceptal superior para
alcanzar la verdad, en tanto que la segunda es un orden material que debe
obedecer a aquél en sus altos lineamientos, a través de la adecuación de los
conceptos a la realidad, durante la investigación científica. Los métodos cien-
tíficos, son en lo general, iguales de una ciencia a otra: todos se basan en la
observación, todos tienden a la experimentación, todos pretend.~n la compro·
2 ~OB!LOT, Edmond: Vocabulario Filosófico, Librería "El Ateneo", Buenos Aires,
1942. Pags. 344-351.
8 FERRATER MoRA, José: Diccionario de Filosofía, Editorial Atlante, México, 1944.
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 39
logo, sino del filósofo, según opinión de Osear Uribe Villegas6 quien dice que
es a la filosofía a la que corresponde delimitar el campo de lo sociológico y ser
rectora en cuanto a elección de métodos y a la valoración de generalizaciones.
La Sociología, ciencia fáctica, estudia las manitestaciones de lo social y dice
cómo es, y la filosofía determina y define qué es. Si el sociólogo determina
qué es lo social, sólo puede hacerlo en función de filósofo como previsión ilu-
minadora de lo que puede ser la verdad y de las vías para alcanzarla. El
criterio de la Verdad sólo puede ser dado por la filosofía y sirve para valorar
la verdad encontrada.
Lo social ha sido resumido por Recaséns Siches diciendo que "está cons-
tituido por interacciones, influjos recíprocos y relaciones entre personas".7
Edmond Goblot,8 dice que: "Lo social se opone a lo individual; el fenó-
meno social es, pues, todo fenómeno que consiste en una relación entre indi-
viduos". . . Las relaciones entre personas consisten ya en servicios, ya, por el
contrario, en actos nocivos, los cuales a veces son calificados de fenómenos
antisociales".
Otra opinión importante9 dice que social es "lo que se refiere a las rela-
ciones recíprocas de seres humanos en interacción, ya sea como individuos o
como grupos. Término amplio que comprende todos los fenómenos que cons-
tituyen la materia de la Sociología".
Por nuestra parte, tomando en cuenta los criterios anteriores, considera-
mos que lo social, a pesar de la vaguedad de la expresión, está caracterizado
por las relaciones entre personas o grupos, (pueden consistir en toda clase
de conductas, positivas o negativas) que producen interacciones e influjos
recíprocos. Es decir, que estamos de acuerdo con las opiniones expresadas, en
que lo social consiste en relaciones; que ta1es relaciones deben ser entre per-
sonas; que también pueden ser entre grupos o entre individuos y grupos; que
tales relaciones, cualesquiera que ellas sean, frecuentemente tienen una acción
recíproca, es decir, producen interacciones; y que tales relaciones influyen
también recíprocamente, en el pensamiento, las creencias, el carácter, la con·
ducta o los sentimientos de las personas relacionadas.
b) Sus métodos. Ya enfrentándonos a los hechos sociales, tan amplios
y complejos, se hace indispensable el mayor rigor metódico con el fin de no
caer en injustas generalizaciones o en estrechas limitaciones, ya que, medir
la amplitud de los fenómenos y penetrar su sentido, hallando sus conexiones
'11 URIBE VIULECAS, Osear: "Requerimientos Intrínsecos de la Pesquisa• Social y Res-
ponsabilidade~ del Investigador". Rovista Mexicana de Sociología, Año XVIII, Núm. l.
! RECASENS SICHES, Luis: ~ociología, Editorial Porrúa, México, 1959. Pág. 107.
Goi!ILOT, Edmond: Op. Ott.,
9 FAIRCHILD, Diccionario de Sociología, F. C. E., México, 1949.
INTRODUCCION A LA SOC/OLOGIA CRIMINAL 41
.. ,·
42 HECTOR SOL/S QUliWGA
Los pasos mencionados nos hacen ver la necesidad de utilizar otros méto-
dos y diversas técnicas como auxiliares, pero muy frecuentemente encontra-
remos esta misma conducta en la ciencia sociológica, en otros aspectos.
Más tarde se refiere Menzel al método articula.r "que trata de explicar
los fenómenos sociales como todos parciales articulados, y como relaciones
jerárquicas entre esos todos" ,1 4 y reconoce que es de utilidad para todas las
ciencias sociales y no sólo específicamente para la Sociología.
También utiliza la Sociología los métodos de otras ciencias, de acuerdo
co~ el cambio de objetos sociales de estudio, pero el método de la compren$ÍÓ'n,
según los pasos que nos hemos permitido señalar como útiles a su realización,
envuelve a los métodos tipológico y articular, constituyendo un sendero más
certero hacia el conocimiento sociológico. Por ésto, si no es exclusivo de la
Sociología, sí es el que puede prestarle una clara y definida utilidad, que no
excluye la colaboración de otros métodos y técnicas.
e) Consideraciones metodológicas fundamentales. Encontrar los hechos
sociales, su sentido y mostrarnos la conexión de sentido, para lograr su com-
prensión, son, pues, pasos de contenido sociológico central. Inspirados por
l•-1 Op. cit., Págs. 99 a 102.
44 HECTOR SOL/S QUIROGA
rirá como punto central al fenómerw criminal desde el punto de vista socio-
lógico, es decir, de las relaciones, interacciones e influjos, entre personas y
grupos en cualquier combinación que sea capaz de producir o ser producto
de lo criminal o de los delincuentes. El objeto de nuestro estudio será, pues,
saber qué es lo que de la sociedad produce la delincuencia; qué formas gene-
rales reviste ; qué actividades y relaciones tienen los criminales en la sociedad;
y qué reacciones sociales produce el crimen.
Afrontaremos el estudio para encontrar la verdad usando el método socio·
lógico y, además, otros que puedan ser útiles específicamente, sean los ya
conocidos de otras ciencias o los que puedan intentarse por primera vez.
Para nuestra materia consideramos utilizables principalmente los métodos y
técnicas sociológiCos y todos aquellos otros que le prestan su efectiva aporta-
ción a la Sociología general. Además, adquieren especial importancia los
'e()' métodos ecológico, psicológico y experimental, que nos sirven para el correcto
planteamiento de los problemas, y una multitud de técnicas, que nos conducen
a una eficaz elaboración, entre las cuales consideramos como principale!s la
histórica y la estadística, por cuanto nos permiten la adquisición de muy impor-
tantes datos y el manejo más efectivo de los adquiridos en las más diversas
ftli· fuentes.
';etl' En todo caso, deben seguirse como reglas necesarias, aquellas en que
Cuvillieil 6 insiste: De lo concreto, de la ignorancia, de la objetividad, de la
determinación del hecho y de la totalidad solidaria, que serán altamente útiles
en la búsqueda de nuestra verdad.
Obedeciendo a la r.egla de lo concreto dirigiremos nuestra vista al fenó·
meno criminal y no a todos los aspectos sociológicos.
Con la regla de la ignorancia consciente, dehemos abandonar todo pre-
juicio o preconcepto, e investigar cómo se desarrolla el fenómeno criminal en
la realidad de nuestro medio, y aun de la :humanidad; ello no obsta para que
partamos de ideas iniciales que .serán fructíferas para saber buscar datos ade-
cuados a nuestra investigación.
Con la regla de la objetividad (que parta de una actitud ajena a nuestro
subjetivismo) veremos que la verdadera ciencia de la Sociologia, requiere explo-
rar realmente la criminalidad, y no hacer un simple análisis mental, ni de
preconceptos.
Sin embargo, no podremos dar una shnple explicación, como en los :fenó-
menos naturales, sino comprender toda su complejidad humana mediante un
minucioso análisis de los hechos.
I6 CuVlllJLIER, Armand: Manual de Sociologie, Presses Universitaires de France, París,
1950, Tomo l. Pág. 248 y ss.
¡e·
46 RECTOR SOL/S QUIROGA
r
48 HECTOR SOL/S QUIROGA
siempre que se recuerde que en algún grado estarán influidas por factores
ajenos al experimentador y no controlados por él suficientemente. Sin embargo,
en la Sociología Criminal pudieran tenerse oportunidades de experimentación
definida en las colectividades de delincuentes privados de su libertad, pues
cuando ya gocen de ella no será posible sustraerlos a influencias incontroladas
y ajenas al experimentador.
. Para Durkheim, citado por Mendieta y Núñez en el mismo artículo,
existe en Sociología "la imposibilidad de toda experimentación artificial".
Más adelante, al reconocer el maestro Mendieta y Núñez la fecundidad del
. método experimental, reproduce las palabras de Durkheim cuando afirma
que "en materia de método, no se puede ser sino provisional, pues los métodos
cambian a medida que la ciencia avanza", lo que siempre nos deja abierta la
posibilidad de la experimentación ·en las soCiologías especiales, como es el caso
de la Criminal. Tal posibilidad la reconoce también Sorokin19 al decir que
"Hay, sin embargo, muchos problemas que parece posible estudiar experimen-
talmente".
El maestro Mendieta y Nüñez hace notar más adelante la posibilidad de
llevar a cabo el método experimental en "escuelas, en los orfanatorios, en las
prisiones, en ciertas colonias y medios rurales reducidos, en donde el experi·
mentador tiene la posibilidad de conocer hasta las peculiaridades individuales
de cada una de las personas que constituyen el grupo, y aun puede clasificarlas
atendiendo a determinadas características y someter a cada grupo a tra-
tamientos diferenciales, bajo un control casi absoluto". Es claro que ello nos
afirma en nuestra creencia de que en la Sociología Criminal hay la posibilidad
de aplicarlo directamente, pues tiene una "trascendencia mayor en la socio-
logía aplicada" y "se pueden derivar precisos métodos educativos, tratamientos
correccionales, acciones preventivas, etc".
Finalmente, F. Stuart Chapin20 de la Universidad de Minnesota, hace
referencia satisfactoria a la aplicación del mé~odo experimental en Sociología
urbana, lo que estudiado debidamente nos puede abrir nuevos horizontes en
relación con la conducta de los criminales en libertad.
d) . La técnica ki,stórica. El método histórico, al ser aplicado al objeto
sociológico no puede establecer un correcto planteamiento, ni llegar por sí
mismo a interpretar sociológicamente los resultados de sus datos o elaborado·
nes. Por ello, siendo un precioso auxiliar, no alcanza para la Sociología la
categoría de método, pero gracias a su aportación técnica podemos recoger
datos cualitativos y cuantitativos de las variaciones evolutivas o involutivas del
19SoROKIN, Pitirim A.: Citado por Mendieta y Núñez en el artículo mencionado.
ro CHAPIN, F. Stuart: "La investigación Social y la Responsabilidad de los Hombres
de Ciencia de las Américas", Revista Mexicana de Sociología, Año U, Vol. II, Núm. 1.
INTRODUCCJON· A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 49
De los anteriores casos sólo registran las estadísticas los marcados con los
números 4 y 5, por lo cual no es posible confiar en lo registrado estadística-
mente, con exclusividad; además, porque ha habido casos en que se ha con-
50 HECTOR SOL/S QUIROGA
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CAPITULO 111
DELINCUENCIA Y DELITO
brítica general diremos que, si bien es cierto que Durkheim define lo cinC es
la conciencia colectiva, no se sabe cuáles son los "estádos Vigoros'os y defini-
dos" de ella; 'hay muchos actos que los pueden herir y sin embargo no están
considerados generalmente como delitos (vgr. el suicidio) eri tanto que hay
otros que no lo5 lesionan (vgr. la defraudación fiscal) y sin embargo la ley
los define como delitos. Por tanto, no neis da una base práctica de qué partir.
Enrico Ferri,4 adhiriéndose a la definición de Berenini, da su concepto
diciendo que "Los elementoS característicos del delito natural, son la antisocia-
lidad de los motivos determinantes y el atentado a las condiciones de existencia
que implican el eiemento de ofensa a la moralidad media de un grupo colec-
tivo determinado". Para nosotros se vuelve a incurrir en lo mismo que hemos
hecho notar en Cólajanni, o sea que, de no contarse con métodos psicológicos
adecuados, sólo se pueden calificar los motivos mediante la declaración del
presunio delincuente que, en ocasiones es tari preparado o· tan impreparado,
que desde el prineipio no expresará o no podrá exponer los verdaderoS motivos,
con lo cual ya no será posible calificar su antisocialidad. Ello es materia de
prueba y no de teoría. Por otra parte habla del atentado a las condiciones
de existencia, como otro elemento del delito: en nuestro med.io, al menos, hay
delitos que han sido definidos en la ley y no constituyen atentados contra las
condiciones de existencia (como nuestro dictatorial delito de disolución social),
sino que son formalinente considerados como tales por conveniencias políticas
de un grupo o de un momento. Además, no se puede hablar sino de grupos
colectivos, pues no hay grupos formados por un individuo.
e) .--'-Criminológico.~Pasamos á las definiciones criminológicas de delito,
que son producto de los últimos años, pero haremos notar .que las qite pueden
ser búenas para la Criminología, pueden no serlo para nuestra disciplina por
las razones diferenciales que hemos dado en el desarrollo anterior de este tr~bajo.
H. Veiga de Carvalhoü dice que crimen es todo acto humano voluntario
y résponsable, bajo la influencia de factores endogenos y exógenos, contrario
al mínimo de moral de un pueblo o que ofenda los sentimientos profundamente
arraigados y claramente definidos de co'nciencia social, en el fondo· de.los cuáles
está la piedad y la probidad".
. . lndépendientemente del contenido de tAl definición, es claro que, para los
efectos de la Sociología Criminal, o sea el estudio del real acontecer crimi~al,
el ele~ento subjetivo (que en la generalidad de los casos no es investigado por
las autoridades judiciales) no es posible definirlo en términos dtt.realidad, porque
4 FEÍIRI, Enrico: Op. cit.
¡;
Paulo, VEIGA D,E CA~VAILHo,
1935. Pag. 48. H.: Manual de Criminología, Coletánea Acacio Nogueir~; Sao
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 55
no se sabe que se hagan usualmente estudios de fondo. para saber si, indepeii·
dientemente de la propia declaración del procesado, existe en el caso la volun-
tariedad y la responsabilidad; tampoco la influencia de los factores endógenos
y exógenos es comprobada habitualmente en los procesos criminales.
Teóricamente está bien considerado que el delito es contrario al mínimo
de la moral de un pueblo, puesto que se ha afirmado, con razón, por parte de
los juristas, que es la infracción al mínimo de los mínimos de la moral exigida
por una colectividad. Ese mínimo está definido en los tipos descritos en las
leyes penales.
Por otra parte, frecuentemente encontramos, en la legislación penal del
mundo, que no siempre es el delito el que ofende los sentimientos profundamente
arraigados de conciencia social, sino que (como en el caso del homicidio piadoso
o del. delito de disolución social) es el legislador el que no está de acuerdo con
esos sentimientos y, al perseguir al llamado "delincuente", es la autoridad quien
los ofende. Insistimos en que, sin examinar desde el punto de vista crimino·
lógico esta definición (que para él puede ser muy buena), desde el punto de
vista de estudio del real acontecer social criminal no es útil, pues resulta que,
en la práctica el legislador .es quien está contra los sentimientos y la conciencia
social, o la moral mínima.
Robert G. CaldweW1 dice que el delito puede tener dos elementos: el acto
u omisión criminales y el elemento mental. Si examinamos el anterior concepto;
fácilmente podremos identificar dos factores conocidos: el acto típico y la culpa·
bilidad. Para la Sociología Criminal es muy importante el primero, porque
representa el daño causado tanto a la víctima como a la sociedad en un momento
determinado. El segundo, que siempre existe en cualquiera de sus formas,
corresponde al factor capacidad penal, imputabilidad (que sólo se investiga
en contados casos) , a la existencia de la intención criminal, a la comprobación
respectiva que da lugar a la reprobación (culpabilidad en la sentencia conde-
natoria) y a la punición o a lá aplicación de la sanción. Por tanto el concepto
de Caldwell nos es más útil, aunque no en forma total y definitiva, como vere-
mo3 más tarde.
Robert E. L. Faris7 dice que los crímenes son violaciones a los principios
de una cultura, y que la criminalidad es la evasión o violación de las más
importantes y explícitas reglas de una sociedad. Este concepto no nos es de
utilidad porque, desde el punto de vista práctico de la Sociología Criminal ten~
dría que empezarse por discutir cuáles son los principios de una cultura y cuáles
6 CALDWELL, Robert G.: Criminology, The Ronald Press Co. New York, 1956. Pág.
117 y SS.
· 7 F ARIS, Robert E. L.: Social Disorganization, Segunda edición, The Ronald Press Co.,
New York, 1955. Págs. 169, 172 y 192.
56 HECTOR SOL/S QUJROGA
son las más hnportantes y más explícitas reglas de una sociedad y · ello nos
detendría indefinidamente en nuestro camino. Por otra parte, los principios y
las reglas mencionados, pueden, al ser violados, referirse a cuestiones sociales,
morales, religiosas y civiles, sin que sea tocado para nada el interés primordial,
que es criminal.
Huáscar Cajías K.8 se acoge aJa definición del delito que la ley da y su
tipificación, pues, aunque ·es de calidad formal y no material, él reconoce que ·
así es una parte de la realidad. Tal posición de Cajías, nos parece adecuada, y
de hecho es la misma que nosotros seguimos.
d) .~/uríáico.-Entre los autores de obras de Derecho Penal encontramos,
dentro de la Escuela Oásica, a Carrara,9 que dio, para su tiempo, una de las
definiciones más útiles, diciendo que es "La· infracción a la Ley del Estado,
promulgada para la seguridad de los ciudadanos, resultante del acto del hombre,
positivo o negativo, y moralmente imputable". En esta definición encontramos
lo siguiente: un acto humano, imputable, y violatorio de la ley penal. Es decir,
un acto (acción u omisión) humano, imputable y típico. Definición para estos
momentos incompleta, pero para su época muy sabia.
Francisco González de la Vega1ro dice que generalmente los autores señalan
las siguientes características del delito: A) .-Es un· acto humano; B) .-Típico ;
C).-Antijurídico; D).-Imputable; E).-Culpahle; F).-Punible; G).-Con-
forme a las condiciones objetivas de punibilidad. l\1Júltiples autores se refieren a
tales características de los delitos, pero confunden los elementos con los pre-
supuestos y las consecuencias. ·
Tiene cuando menos dos significados la palabra delito. El primero es el
relativo al concepto; que la ley o los juristas adoptan, y el segundo es el !techo
al que debe aplicarse. El concepto es un producto cultural y ?Omo tal sólo es
atribuible a. los seres humanos y a sus actos ; el hecho es una realidad dañosa
que, cuando es producto del hombre y corresponde al concepto formado, se llama
delito. El hecho o acto, se refiere a acciones u omisiones; dentro de la teoría
del acto jurídico, se le denomina hecho, porque no se ejecuta para que produzca
consecuencias jurídicas, sino precisamente deseando que no las produzca. El
delito es pues un hecho (acción u omisión) ejecutado por seres humanos. Pero
no es necesario afirmar que el hecho sea humano, porque no hay delitos que
no sean pr.oductos del hombre, lo que es presupuesto.
8
13 y ss.CAJÍAS, Huáscar, K.: Criminología, Editorial Juventud, La Paz, Bolivia, 1955. Pag.
9
México,Citado
1940. por el llorado maestro Carlos FRANCO
· ..Som: Nociones de Derecho Penal'
S. de R.GoNzÁ~~
10
LA VECA, Francisco: Código Pe7Wl Comentado, Impresores Unidos,
L., Mex~eo,DE1939.
~ ,-7 . . 1 ... ¡,. -< ·~
de que nos ocupamos. En cambio, rara vez se verá empleada la palabra falta,
porque no tiene connotativa significación delictuosa.
Para nosotros tiene interés adoptar un concepto de crimen o delito de
contenido práctico, porque nos inter.esa la realidad de los actos descritos por
las leyes penales que, al ejecutarse, provocan la intervención del Estado.
Es cierto que el concepto de delito, técnicamente considerado en el Derecho
Penal, y para el solo efecto de la aplicación de ú:ns sanciones, requiere haber
sido cometido por una persona imputable, responsable y culpable; pero, para
el punto de vista sociológico, por su estudio de la colectividad, basta que se
hayan cometido daños típicamente antijurídicos, (descritos por la Ley penal),
para que interese su existencia, aunque se deban a menores de eda:d o a demen·
tes, a quienes no se debe punir, sino rehabilitar. -
En la realidad, en infinidad de ocasiones la moderna justicia penal ha
castigado cruelmente a los menores de edad y a otros incapaces pero, excluidos
de la punición por lógica elemental, queda infin.idad de casos limítrofes de
personas psíquicamente dañadas que al sentido común no se muestran como
irresponsables y que, por serlo en verdad, deberían sujetarse no a la penalidad
que se les aplica y que las hace más peligrosas socialmente, sino a tratamientos
rehabilitadores.
Es bien cierto que la peligrosidad de tales sujetos sugiere se les impida
dañar a la sociedad, internándolos, pero no debe tenerse entonces por finalidad
la pena, sino la rehabilitación, y por tanto deben ser tratados por otro tipo de
organización institucional. El error ha sido considerar delincuente al incapaz
o a quienes aparentemente son capaces, castigándoles.
El· castigo en sí mismo r.epugna como siStemn. a la pedagogía y a la psico-
logía modernas, y ha sido sustituído en ellas por el premio y el estímulo
de los actos positivos. Pero no puede haber premio ni castigo para el psíqui-
camente semirresponsable o para el enfermo, sino tratamiento técnicamente
dirigido.
Hace tiempo .hemos venido escuchando y sosteniendo que los menores,
lo3 incapaces y los llamados semirresponsables, no deben englobarse en el
campo del Derecho Penal porque no pertenecen a él aunque cometan hechos
típicamente antijurídicos; pero en la realidad la política criminal actuante
tiene como punto de partida el acto tipificado por el Código Penal para
desencadenar la misma acción inicial, que sólo se diferencia cuando por
decisión de autoridad se excluye o se suspende la intervención judicial, tem·
prana o tardíamente. Por eso, aunque en principio los incapaces no perte-
nezcan al campo del derecho penal, su conducta los sumerge en la acción
del Código respectivo hasta el momento en que se defina que son inimputables.
60 HECTOR SOL/S QUJROGA
EL FENOMENO CRIMINAL
mente de las razones técnicas del caso, cada persona pone de su parte, jurídica
y humanamente, lo más que puede para triunfar de sus enemigos. Excepcio-
nalmente son perseguidos hombres poderosos o adinerados, pero cuando acon-
tece, es debido al escándalo periodístico, o a que el acusador tiene dinero o
apoyos suficientes para sostener la causa, aunque aquellos que gozan de fuerza
política no son perseguidos, ya que el poder público acalla fácilmente la voz de
la prensa, la radio o la televisión, y cualquier escándalo inicial.
Ante esta situación de desmoralización oficial y privada -muy generalizada
en unos países e incipiente en otro~, en que se manifiestan formas delictuosas
protegidas por el poder público, resultan _pálidos reflejos el abandono de la
familia sin recursos para subsistir, el cambio fraudulento de calidad en la venta
de productos al exterior ~ otros, y con mayor r~zón lo no delictu~so pero inmo-
ral: incumplimientq de deberes y compromisos, vicios, desamparo intencional
de ciertos débiles sociales, etc. lgu_almente, con motivo de celebraciones, fiestas,
encuentros deporÚv~s y otros de participación general, se realizan daños mate-
riales, se ejerce vi«?lencia sobre las personas y se profieren injurias inmotivadas,
que no se reprimen y a veces tampoco se previenen. A ello debe agregarse que
en algunos países la policía es temida por los delitos que comete y no porque
cumpla con su deber. Además, en los establecimientos penales se resiente la
falta de atención a los red usos porque el Estado. no acepta· políticamente las
orientaciones de los técnicos en penología, por escasez de recursos o carencia
de técnicas, por falta o insuficiencia de traba jo para dar oportunidad a todos
los internos, y de orientaciones de fondo para rehabilitarlos. De ello resulta
la influencia pervertidora o enfermiza de los establecimientos penales, como ya
ha sido reconocido por múltiples ¡;enólogos y juristas..1 ·
¡
i 1
JNTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 63
:Para ·ello nos han ayudado las investigaciones de Emilio Mira y López y de
Charlotte Bühler, que oportul).amente . cit~remos:
a) Embarazo.-Ya se sabe que el espermatozoide y el óvulo comportan
ilos diversos caracteres de los padres y de su ascendencia que, representados
:por genes, podrán ser heredados o trasmitidos por atavismo a los nietos y
·demás descendientes ;4 que por medio de los genes se trasmiten ciertas carac-
terísticas físicas, psíquicas o funcionales, y aptitudes, actitudes, etc., presen-
tándose en cada generación algunas dominantes. y ausentándose otras que entran
en receso por una o varias generaciones, para volver más tarde.
Sin prejuzgar de los avanc·es de la genética, ahora se acepta ya. que se
adquieren hereditariamente ciertas predisposiciones o tendencias a realizar
conductas viciosas; que debido a la acción de la espiroqueta pálida sobre la
célula germinal, hacen su · aparición ciertas enfermedades; que se trasmiten
de padres a- hijos algunas malformaciones e incapacidades físicas, nerviosas
o mentales, con lo que podremos comprender que el individuo puesto en con-
diciones de inferioridad frente a sus •semejantes, se acerca más a la conducta
antisocial.
Durante el embarazo influyen en la evolución normal del feto infinidad
de factores sociales, hereditarios y congénitos, que pueden producir ulterior
desarrollo desastroso. Entre los primeros estaría el caso de las madres desnu-
tridas, infraalimentadas, o que ejecuten trabajo excesivo; entre lo!;! segundos
estarían las enfermedades nerviosas o mentales. de los padres y entre los terceros
el hab'er padecido, durante el embarazo, enfermedades venér-eas u otras provo-
cadas por virus, (como la rubeola, la es~arlatina y la varicela) .
En el momento del parto también pueden sobrevenir hechos que afectan
socialmente y en forma definitiva al niño o al adulto, como la ceguera debida
al gonococo, las anomalías craneanas provocadas por el uso de forceps, y ¿tros
traumatismos o infecciones que lo pondrán en situación de inferioridad social.
b) Primera infancia: Los do-s primeros años.-Se ha insistido mucho
sobre la importancia de los primeros seis o siete años de la vida, para la for-
mación básica de los hábitos, las actitudes y el caudal que quedará grabado
en lo más, profundo de la personalidad: el inconsciente. En estos años es de
la máxima importancia el núcleo familiar y la situación real de las relaciones
externas entre los padres.
El recién nacido, como dice Mira y López,6 "lleva en sí un potencial ener-
gético considerable" sobre el cual desarrollará su personalidad empleando tanto
: HUXLEY, Julián: La_ !ferencia, Editorial Losada, Buenos Aires, 1940. PAgs. 11 a 69.
~IRA 56Y LóPEZ,
1950. Pags. a 76. Emtbo: Manual de Psicología Jurídica, "El Ateneo", Buenos Aires
INTRODUCC/ON A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 69
sus propios recursos como los del medio . ambiente, en una "experimentación
adquisitiva" constante ( Claparede) . Como sociológicamente sólo interesa aque-
llo que tenga importancia de interrelación personal, haremos un mero esquema
de esto: Apenas nacido comienza a percibir lo que excita directamente sus
sentidos, luego "descubre" las personas y los objetos pero, a pesar de su rico
panorama psicológico, su vida es principalmente vegetativa. Al principio del
segundo año comienza a formar su lenguaje y su cuerpo está en constante movi-
miento, cuyo resultado más importante es la· marcha;• vehículos, muy impor-
tantes ambos, de la vida social.
Aníbal Ponce6 reconoce que a los quince meses el lenguaje se manifiesta
mucho más ruidoso y llamativo y que la manipulación tiene importancia como
iristrumento de exploración que "señala el fin de la historia zoológica en el
niño y marca el comienzo de su historia humana". Al final del segundo año
y principio del tercero, el niño comienza su vida más compleja, porque el len-
guaje y la marcha se hacen más firmes y van adquiriendo finalidades, cierta
voluntariedad y complicaciones emocionales crecientes. .
e) Segunda infancia.-Su duración aproximada es de los dos a los siete
años y ·es la clave de la formación de la personalidad. El límite inferior de
ella se manifiesta con la adhesión emocional constante con la madre y el "des-
cubrimiento", también emotivo, del padre y demás familiares, tendiendo hacia
una mayor identificación con su medio generador.
Como dice Mira,7 los niños "propenden ahora a organizar su incipiente
y autóctono 'mundo interior' " y comienzan a hacer la distinción lentamente
creciente, entre su Y o y el no Y o, siempre influida por su p~cdominante pen-
samiento mágico. Para continuar formando su lenguaje, con verdadera avidez
absorben toda nueva palabra. Al juzgar a sus padres que son esenciales ·en su
vida y de quienes esperan todo, los conceptúan poderosos y casi divinos, cre-
yendo que están íntimamente relacionados con Dios, y que son capaces de ente-
rarse de todo, aun durante la ausencia. Comienzan sus relaciones sociales
incipientemente, en el jardín de niños.
d) Tercera infancia.-Es llamada la edad escolar y considerada aproxi-
madamente de los 7 años hasta el principio de la pubertad. Durante ella el
niño evolu.ciona mentalmente del pensamiento mágico, al lógico, mediante· su
descubrimiento de los principios de contradicción y de causalidad; ahora se inte--
resa el niño en objetos particulares, en ocupaciones concretas y en problemas
específicos; le interesan ahora los juegos domésticos, agrícolas o de granja, de
16 PoNCE, Aníbal: Problemas de la Psicología Infantil,. Iglesias y Natera, lmpresore~,
Buenos Aires, 1943. Págs. 21 y 22. ·
'7 MIRA y LóPEZ, Emilio: Psicología Evolutiva del Niño y el Adolescente, Compañía
Editorial Continental, S. A., México, 1955. Pág. 137 y ss.
70 RECTOR SOL/S QUIROGA
BüHLER,
Aires,8 1946. Charlotte:
Págs. El Desarrollo Psicológico del Niño, Editorial Losada, Buenos
175 a 191.
INTRODUCC/ON A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 7l
ETIOLOGIA DE LA DELINCUENCIA
factores que todos resienten por igual y aun a hechos que sólo parecen· afectar
a un individuo en particular.
Esto nos afirma en nuestro criterio de que no· existe un fatalismo en lo
social, pues, si las propias leyes naturales parecen no cumplirse con plena
exactitud, con cuanta mayor razón las sociales, sujetas a una enorme compli-
cación.
Así, los investigadores en materia social, al hablar de leyes sociológicas,
sólo podemos hacerlo en el sentido estadístico, que permita tomar un alto por
ciento de los casos como regularidad, considerando las zonas de variabilidad
comprendidas dentro de los límites determinados por el cálculo de la desvía·
ción o error probable de ajuste, para establecer una predominancia central
en contra de dos zonas de máxima variabilidad.
El hombre realiza actos habituales en su vida vegetativa, pero existen
otros que. resultan impredictibles porque parecen depender exclusivamente de
su voluntad o de la de otros y, por tanto, tienen la apariencia de no obedecer a
leyes conocidas ni ritmos det.erminados. En virtud de esto último han afirmado
algunos autores que no existen leyes sociológicas propiamente dichas. Sin
desconocer la dificultad de descubrir las verdaderas leyes social.es, y ante el
hecho de que sólo hayan podido ser formuladas unas cuantas, veremos lo ex-
puesto por algunos eminentes sociólog~s.
Gaston Richard 2 sostiene que los grupos humanos se localizan en el espa·
eio y se someten a las leyes del medio físico; están compuestos de organismos
y caen bajo la acción de las leyes biológicas; también obedecen a las psico·
lógicas y se 'perturban por la~.enfermedades· mentales. No toma en cuenta lo
que corresponde a la higiene, a la política y a la legislación~ por considerarse
dependiente de la voluntad ( ? ) , pues parecería que ninguna ley las rige. Posada
dice3 que "Esta ciencia (la Sociología) es inútil e ilegítima si los hechos sociales
no tienen leyes propias", y explica que la ley sociológica tiene que ser, por
razón de la naturaleza de lo social, profundamente diferente de la ley mecánica,
pues "lo social es obra, en la realidad, de un proceso causal, un dominio de
fuerzas, se dice, una manifestación de energías que actúan según causas deter-
minables, consistiendo el conocimiento sociológico en analizar los hechos socia·
les, descubrir su naturaleza y definir su evolución o génesis, señalar su causa
o causas, formular su ley". Volviendo a Richard encontramos que: "Los hechos
sociales, económicos, políticos, educativos, obedecen a tendencias que una vez
formadas se hacen incoercibles" y por lo tanto, "las leyes sociales son leyes
80 llECTOR SOL/S QUIROGA
una causa que confluye con otras en un caso, pues cuando es persistente
suele cambiar de importancia y de calidad, para otros casos.
22.-Clasificación de causas.-Distamos mucho de pretender que el intento
de clasificación que haremos adelante sea perfecto, pero es para nosotros el
mejor porque su generalidad engloba toda clase de factores o causas que pue-
dan influir en la delincuencia. No ignoramos que exist~n otros tipos de clasi-
ficaciones, pero ninguna nos parece más adecuada para nuestro objeto.
Existe una principal división de las causas, en endógenas y exógenas, con
las subdivisiones siguientes: las endógenas pueden ser somáticas, psíquicas y
combinadas; las exógenas pueden ser físicas, familiares y sociales, envolviendo
en el primer aspecto tanto el medio material como el meteorológico.
Aunque en principio a la Sociología Criminal no le interesan las causas
endógenas, debemos, cuando menos, dar una noción de ellas: como su nombre
lo indica, son endógenas las que nacen dentro del sujeto, aunque actúen hacia
o en el medio exterior, produciendo ciertos result.ados. Toda distinción tajante
entre ellas, o con las exógenas, es arbitraria, pero debemos hacerla grosso
modo al menos, por sistema de trabajo. Son causas endógenas somáticas, las
que tienen manifestaciones concretas en el cuerpo de la persona; tales como
la constitución, la fisiología del cuerpo humano, las anomalías y enfermeda·
des corporales, sea~ congénitas o adquiridas, etc. Son endógenas psíq~icas
las referentes al temperamento, el carácter, la edad evolutiva, los instintos y
tendencias, la conciencia, la subconciencia, la inconsciencia, los hábitos, así
como todo otro aspecto mental, afectivo, o de la conducta (causa y efecto),
englobando la voluntad y la intención, tan caras y significativas para los jus-
penalistas.
Llamamos causas endógenas combinadas a las que no podemos englobar
en las anteriores, como la herencia, las manifestaciones sexuales, y otras, aun·
que es sabido que no hay en el individ~10 ninguna manifestación corporal que
no s·ea a la vez psíquica, ni ninguna mental que no sea a la vez física, pero
predomina notablemente alguna de ellas. Esto no acontece en la relativo a la
herencia, ni al sexo, en que la confusión y el equilibrio entre lo físico y lo
psíquico aumentan.
Pasando a los factores exógenos, consideramos físicos los relativos al medio
ambiente no humano, es decir: altitud y latitud, clima, humedad, calor, medios
de comunicación, barrio, estado físico de la habitación y mobiliario, lumino-
sidad y ventilación, ubicación urbana, suburbana o rural, arreglo material de
la casa, etc.
Son factores familiares la forma en que está constituida la familia, número
de sus componentes, su organización, su ambiente moral y su cultura, sus antece-
dentes, su estado económico, etc.
84 l!ECTOR SOL/S QUIROGA
mente si son patológicos y crean una minusvalía social, pero ni son objeto de
nuestro estudio específicamente, ni son fatalmente . causantes de delincuencia.
Siendo muchas las causas de la conducta delictuosa, y de la más variada
naturaleza, no podemos conceder importancia a unas y negársela a otras, como
hacen quienes atribuyen el delito sólo a la organización familiar, a la debili-
dad mental, o a las incapacidades de diversos tipos, al factor económico, a la
ignorancia, o a la influencia del cine. Solamente negaremos importancia a
algunos factores cuando obtengamos resultados concretos después de investi-
gar- la criminalidad de un lugar en cierta época; y para hacer afirmaciones
aplicables a toda la humanidad, necesitaremos contar con pruebas suficien-
tes. No es certero, por tanto, atribuir los delitos a la influencia exclusiva de
una causa, ni de un grupo especial de causas.
24.-Algunas regularidades etiológicas observadas.-Las uniformidades de
la criminalidad, comprenden por una parte su aspecto etiológico y por otra
su acontecer exterior, por lo que ahora nos referimos al primero, mediante el aná-
li~is particularizado de cada regularidad.
a) .-Causación adecuada.-Es casi un lugar común, de conocimiento popu-
lar, el hecho de que todo fenómeno tiene causas y que ellas son precisamente
adecuadas al resultado presente, o lo que es lo mismo: todo resultado es ade-
cuado a las causas que lo produjeron; ésto es válido en el terreno natural, lo
mismo que en el social. Aplicando lo anterior al delito, diremos que:
currir exitosamente, y aún más, que una causa facilita la aparición de otras.
Ello lo expresamos así:
Cuanto más reiteradamente obre una causa sobre el mi.smo sujeto, más fácü-
mente producirá éste su acción delictiva.
Si una constelación causal IWJ producida el efecto criminal, éste tomará &z. fun·
ción de causa de nuevos fenÓJmenos, de la. repetición de otros y la intensifica·
ción de algunos más, preexistentes, que forman una misma cadena.
CAPITULO 11
sobre el individuo en un momento dado, sino que éste influye sobre esos dos
factores a su vez".
Por su parte, Theodore M. Newcomb4 dice que el concepto de persona·
lidad se refiere particularmente a las cualidades persistentes del individuo, que
orientan el organismo dinámicamente hacia el madio ambiente, y son influen-
ciadas .por la interacción social, siendo una organización de persistentes, diná-
micas y sociales predisposiciones, o sea "la organización individual de las pre-
disposiciones hacia la conducta directiva y expresiva".
Habiendo sido en demasía comprobada, en las ciencias sociales, la inter-
acción individuo-medio, no podemos pensar en el sujeto aislado, sino reaccio-
nando habitualmente ante los medios físicos y sociales de que forma parte en
diversos momentos, y recibiendo la influencia exógena que ha de hacer variar
su vida misma.
Por ello pensamos que la personalidad no es sólo una unidad somatopsí-
quica, sino también social, pues está enlazada a la forma general de vida que
se desarrolla en un medio determinado, el que a su vez es integrante de "uni-
versos" mayores.
En cualquier caso, los integrantes de la personalidad, generalmente reco-
nocidos, son: herencia, constitución, temperamento, carácter, conciencia, sub-
conciencia, inteligencia, instintos, tendencias, edad evolutiva y los complicados
factores mesológicos, composición familiar y social, cultura, medio físico de la
habitación y el trabajo, vicios, costumbres, etc.
La personalidad se caracteriza por ser: l.-Una síntesis de sus compo-
nentes y por ello nueva y distinta. 2.-Una unidad; y 3.-Una estructura. En
ella existe: 1.-Ul').a triple interacción: somato-psico-social· y 11.-Una v;uidez
similar de la influencia de los factores heredados y de los adquiridos, en sus
manifestaciones de toda índole, (aunque es sabido que en la infancia predo-
minan las influencias endógenas, y más tarde las exógenas, en el esfuerzo por
~daptarse a la vida general) .
En la personalidad hay elementos que marcan una trayectoria y expresan
una especial manera de reaccionar, conservando sus rasgos caracte~ísticos, y no
hay una igual a otra.
Se supone que ·el adulto ya tiene adquiridas todas las características nece-
sarias para su actuación social normal,. y cuando ello no es así se puede hablar
de t:morTTUilidades si nunca llega a integrarse totalmente; de enfermedades si
ya integrado ha perdido momentáneamente alguna función; de retmsos cuando
su evolución ha sido lenta y las capacidades podrán llegar, aunque tardíamente;
4
M. yNEWCOMB,
Pág. 336 SS. Theodore: Social Psychology, The Dryden Press, New York, 1956.
INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 91
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VIDA ADULTA
26.-Aspectos evolutivos.
Constancia
:1!2 BERN.w>o DE
.
psicosocialmente ciertas características delictógenas. Se podría empezar, pues,
".
Qmaós: Criminología, Editorial Cajica, Puebla, 1948.
Pág. 46.
INTRODUCCION .4. LA SOCIOLOGIA CRIMINAL 101
por investigar las que con más frecuencia llevan al sujeto a convertirse en
p~' delincuente, aunque habría que tener especial cuidado metodológico, para com·
1~ parar si en los no-delincuentes se encuentran rasgos similares, y si varían en
8~ intensidad, en condiciones o en combinación.
~eh~o En otra parte examinaremos el problema de quienes se encuentran más
cerca de la conducta delictuosa y que han sido llamados "pre-delincuentes",
;:;
' 1
pues posiblemente, de ser examinados con cuidado, se encontrarían en ellos
las características criminógenas que examinaremos, o al menos algunas de ellas.
Kate Friedlander13 encontró rasgos caracterológicos indeseables en los meno-
di
:erJO res de edad, mismos que pueden conducir {sin fatalismo) a la realización cri·
~~~, minal. Debe entenderse que tales rasgos, por sí mismos, no producen delito, pero
que, en las condiciones exteriores conflictivas que normalmente pasa el sujeto
~eJI¡t! en las familias desorganizadas, o en la lucha económica por la vida, producen
cierta fragilidad de conducta que desemboca en el ilícito penal.
~'
1
&J;
Si actúa el delincuente dentro de la trayectoria de su personalidad puede
considerarse más peligroso, por tener mayores probabilidades de reincidencia,
que si actúa excepcional y circunstancialmente fuera de ella. Por tanto, al
rfi~~ hablar de tales rasgos o cualidades criminógenas, nos referimos, por supuesto,
a las de la personalidad, independientemente de que sean parte del carácter,
~~ del temperamento o del medio ambiente con que el sujeto se ha identificado.
Para nosotros, siguiendo parcialmente a Friedlander, son de tomarse en
j~ cuenta las siguientes :
e ~r La a.gresividad.-Es la disposición a atacar sin esperar provocación
ot
suficiente y que parece ser la más extendida y manifiesta de 'las caracterís·
''l
,JO JB
ticas criminógenas.
Tiene las más diversas formas y grados y parece hallarse más intensa·
.eJ·~ mente-entre los delincuentes de todos tipos, que en el resto de la humanidad,
~· donde es común.
tti~J Emilio Mira y López14 ha hallado la forma objetiva, probatoria de la
·¡ti ,
~~. f' existencia de la agresividad potencial y afirma la posibilidad de establecer "una
ef' ~ escala objetiva de propensión personal a la reacción antisocial, independiente-
'ti ~J mente de las variables ecológicas que la puedan desencadenar", y manifiesta
:iJ·J'
~¡ J8 que "el grupo penal estudiado presenta las características generales" entre
¡# ef' las que se encuentra la "mayor agresividad potencial y reactiva", además de "la
e' episódica presencia de signos de autoagresividad".
., El Prof. Alfredo Oliveira, de Brasil,15 llegó también a la siguiente c;:on·
l
:f'i 13 Kate FRIEDLANDER: Psicoanálisis de la Delincuencia Juvenil, Edito,rial Paidos, Buenos
fl 1
'1
Aires, 1950. Págs. 156 y ss,
14 Emilio MDRA Y LóPEZ: Op. cit., Págs. 91, 255 y ss.
,~ #' tú Citado por :MinA, Pág. 248.
r~
¡l
102 RECTOR SOL/S QUIROGA
lS Conferencia
Geografía sustentada el 21 de octubre de 1958 en la Sociedad Mexicana de
y Estadística.
CAPITULO 111
LO PATOLOGICO SOCIAL
paz o guerra, bueno o malo, salud o enfermedad, y de que parece ser correcto
disolver toda .dicotomía' . en la dificultad. de establecer límites definidos. En
lo social, como en lo indiviélual, es una realidad que no existe lo absoluto y
que lo bueno, lo sano, lo justo, no podrían definirse si no es en relación con
sus contrarios, para lo cual éstos deben existir. Cuando se pierde ese balanceo
viene o lo estático o lo crítico, con escasa duración. Lo primero como fermento
de un futuro cambio; lo segundo como antecedente inmediato de él.
Los extremos, pues, son parte de un todo y coexisten sólo en contrapeso
en que, dentro de determinados límites, predomina uno u otro, mientras no
sea en demasía. En ese estado relativo; parece encontrarse la zona de norma-
lidad de cada fenómeno y, cuando se ha perdido, tiende a recuperarse m·ediante
cambios fundamentales que representan crisis. Como afirmó el sabio francés
Lavoisier "nada se crea, nada se pierde, todo se transforma", que es aplicable
no sólo a la química, sino al individuo, a la sociedad y a la vida misma.
Así, lo negativo y lo positivo en la sociedad, lo improductivo y lo produc-
tivo, la delincuencia y la no delincuencia, tienen que coexistir para poder pro-
ducir el contrapeso necesario, de eso resulta que lo socialmente dañoso, lo
indeseable y lo negativo, tiene que existir junto con lo benéfico, lo deseable y
lo positivo, en igualdad relativa.
Lo normal no puede identificarse con lo bueno o lo sano, porque sería
confundirlo co:1 uno de los extremos y con igual razón habría posibilidad de
identificarlo con el otro. Lo normal no puede ser antítesis ·de lo malo, pues
es, para nosotros, ese estado de balanceo que socialmente debemos saber iden-
tificar en cada caso: la delincuencia es uno de los ·extremos, que se compensa
con el otro: la alta moral; ambos igualmente necesarios puesto que está histó-
ricamente demostrado que en todo tiempo ha habido manifestaciones huma-
nas superiores e inferiores; y en particular, la delincuencia ha acompañado
a toda sociedad en todo tiempo, lo mismo que las manifestaciones morales
más elevadas.
e) .-Salud y normalúlad.-Hemos de descartar el concepto de normalidad
que hace consistir ésta en el estado de plena salud, pues sabemos que, dentro
de la enorme variedad de los fenómenos biológicos, psicológicos y sociales, no
pueden existir límites tajantes entre dos o más situacion·es concretas, entre
dos conceptos o entre dos realidades aparentemente opüestas, pero conexas.
El concepto de salud en el indivduo es una utopia, ya que se sabe que
no puede haber individuos completamente sanos. En terrenos diferentes, tam·
bién son difíciles los límites para ac~sar, Vgr., lo propiamente psicológico y
apartarlo de lo fisiológico y lo físico, por estar íntimamente entrelazados, lo
que nos enseña la dificultad para delimitarlos.
INTRODUCCION A .LA SOCIOLOGIA· CRIMINAL 109·
Por ello, con gran tino dice John Lewis Gillin15 que el constante cambio
·y la complicación de las condiciones de vida, tanto físicas como psíquicas,
sociales, económicas, climáticas, etc., explicaría que la conducta falle; pero
aún más, lo maravilloso es que en circunstancias tan difíciles, los individuos
no. fallen. De lo anterior desprendemos que, contra el pensamiento común, no
.~ebe ext~añarnos que haya delincuencia y otros aspectos llamados de patolo·
_gía social, cuando la existencia transcurre precisamente en la forma necesaria
para producir la conducta "patológica". Es decir, que lo habitual sería pre·
cisamente lo "anormal" y debería admirarnos que, en tales situaciones los
.individuos se comportaran de manera conveniente al interés social.
. Gillin también acepta que las influencias que causan la quiebra de rela-
ciones entre el sujeto y la sociedad, pueden venir lo mismo del orden indi-
vidual de vida, que del orden social, por los constantes cambios en las técnicas,
desajustes de la personalidad y de la organización social que, a últimas fechas,
bajo la influenCia del progreso acelerado que vivimos, resultan constantemente
variables y complejas. ·
Uribe Villegas16 dice que "Efectivamente, al tomar como dato de nuestro
problema el que la sociedad no es estática sino dinámica, nos explica que el
'ijuste entre el individuo y esa misma sociedad no se logre sino en ~aras oca·
·siones...", con lo cual está reconociendo implícitamente que eJ. desajuste por
. . '
ligero que sea, es la regla general, dentro de la que puede quedar comprendida
'Ia delincuencia. Y sigue Uribe Villegas diciendo que "estos desajustes produ·
cen. . . trastornos que afectan a los dos términos de la correlación, pues
causan daño a los individuos y provocan malestar en la sociedad",
Pero haciendo mención a la estática y a la dinámica de la. sociedad, llega
este autor, más adelante, a la conclusión, para mí certera, de que "la dinami·
ciclad social, favorece la aparición de los morbos sociales", lo que se ve con-
firmado al comparar sencillamente la vida de la ciudad con la del campo, pues,
comportando cada una su propia "patología", estadísticamente es más variada
y cuantitativamente más importante la urbana. Posteriormente dice que "En.
la consideración de los factores individuales, -de desajuste-- sería menester
~eferirse a las excedencias tanto como a las deficiencias individuales .(más fre·
cuentes éstas que aquéllas), pues ambas producen ese malestar social que es
·síntoma y causa de las crisis".
De lo expuesto concluimos que el fenómeno de la criminalidad es normal
.• 16 John LEWIS GDLLIN: Social Patkology, D. Appleton Century Co., New York, 1939.
Pags. 3 y ss.
•l 6 9scar Ulu~E VWLEGAS: "Introducción a la Sociopatologia", Revista Mexicana de
Socwlogw, Sept.·Dic. de 1952.
INTRODUCCION A LA SOCIOIJOGIA CRIMINAL 117
hiernos deberían crear las instituciones idóneas. Hasta ahora sólo se ha encar-
celado, atormentado o matado a los infractores y se ha hecho poco para aten-
der propiamente el problema de su rehabilitación. Tampoco se previenen ni
se combaten las causas, ni se reincorpora a la vida social al dañador; por lo
contrario, se le impide volver a llevar una vida socialmente normal.
No se -ha actuado con criterio moderno y esto ha incrementado la con-
ducta indeseable haciéndola desbordar hacia lo patológico. Por ello, debe ser
atendido este fenómeno hasta reducirlo al cauce de normalidad mediante la
acción de una justa política criminal. Todo gobierno desea la disminución
de la delincuencia pero la impulsa porque ignora sus causas y no las previene;
en consecuencia, aumentan sus manifestaciones.
Todo lo expuesto parece autorizarnos a afirmar provisionalmente, lo
siguiente: a) .-Al comprobarse que en toda sociedad y en toda época histó-
rica ha existido el fenómeno de la criminalidad, éste puede ser considerado
como normal en la vida social humana; b) .-La intensidad con que se pre-
senta, varía con cada comunidad y en cada época; e) .-Toda sociedad expe-
rimenta la influencia de hechos positivos (orden, comodidad, cultura, etc.) y
de hechos negativos (hambre, desempleo, · vicio, etc.) y ellos permiten el fun-
cionamiento equilibrado de la comunidad; d) .-Tal equilibrio nunca es abso-
luto, por cuanto predominan los factores positivos o los negativos; e) .-Si
predominaran absolutamente unos u otros, se estaría en una situación crítica,
anuncio de un próximo cambio; f) .-Dentro del equilibrio relativo, parece
ser que cuando predominan los factores positivos se tiende a evolucionar y
si son los negativos se tiende a retrogradar; g) .-Estadísticamente es normal
todo fenómeno mientras esté comprendido en la, zona de normalidad, y pato-
lógico cuando se presente fuera de dicha zona en exceso o defecto; h) .-Las
comparaciones entre fenómenos iguales de sociedades diferentes, sólo pueden
hacerse con éxito mientras mayores sean las similitudes grupales, o la compren·
sión de sus diferencias.
TER CE. R A PARTE
'1
1
1
CAPITULO 1
En una gran ciudad, las zonas residenciales de familias muy ricas tienen
menor delincuencia que las zonas de comercio o de industria. A su vez, las
zonas comerciales parecen tener más delincuencia que las zonas exclusiva-
mente· industriales; y las zonas de pobreza y vicios, más que todas las ante-
riores.
Parecen tener relación con ·la menor o mayor delincuencia la estabili-
dad familiar interna, el tiempo que las familias viven en un mismo lugar, la
homogeneidad de la población de un lugar determinado, la densidad de pobla-
ción, el tamaño de la ciudad y el conocimiento y trato que unos tengan con
los otros, según lo señala muy acertadamente Donald R. Taft.1 También pare-
·cen t~ner una relación directa los barrios más pobres, deteriorados o descui-
dados, con las aglomeraciones de delincuentes o las zonas crirninógenas. Es
decir, tales barrios tienen importancia corno factores crirninógenos y al mismo
tiempo como lugares donde se desarrollim actividades criminales intensiva-
mente.
Aunque existan aparentemente zonas criminógenas bien marcadas en los
planos, siempre hay indefinición en los límites, porque su influencia afecta. a
las colonias o barrios vecinos, a donde llegan sus actividades o molestias, aun-
que sea . con menor intensidad. Hay en ciertos países las que en México
ll~marnos "ciudades perdidas": están limitadas por bardas, ríos, zanjas, barran-
cas o las paredes altas y largas de las cercanas fábricas o residencias; tienen
sólo una o dos puertas de entrada, que el público en general no atraviesa;
frecuentemente es todo el terreno de un mismo propietario, (que puede ser el
Estado) y las construcciones, meras chozas, son de tamaño mínimo, ocup~ndo
cada una cuatro, seis u ocho metros cuadrados; están ·hechas habitualmente de
materiales de deshecho, y albergan· numerosas personas que no son siempre
de la misma familia. Si un extraño desea entrar a una "ciudad perdida" puede
hacerlo, pero todo vecino le interrogará a quién busca, y después le informará
que "no vive allí" la persona de que se trata, a menos que se le busque para
algo que claramente le vaya a beneficiar. Todo es allí miseria, promiscuidad,
desorden y suciedad.
33.-El barrio.-En ocasiones. está comprendido precisamente dentro de
los límites políticos establecidos por las autoridades, pero la mayoría de las
veces no corresponde a tales límites, ni a los de zonas residenciales precisas.
Forma parte del medio ambiente social en que se muev:e cada persona, aunque
las amistades existan también fuera del propio barrio.
Están comprendidos en el barrio sus calles, callejones y demás vías de
l. TAFT, DoNAILD R., Criminology. The Macmillan Co., New York, Tercera Edición,
1956, pág. 207.
126 RECTOR SOLIS QUIROGA
acceso; las casas y edificios, con su destino particular; los· centros de reunión,
sean de vicio, de comercio, de educación, religiosos, deportivos, etc., que
ejercen influencia sobre el conglomerado; y el aspecto general. También for-
man parte de él los diversos tipos de relaciones que se desarrollan entre sus
habitantes.
Existen diversos tipos de barrios criminógenos: aquellos en que hay
pobreza simplemente y en los cuales no son muy numerosos los centros de
vicio; las colonias elegantes, donde hay casas de lenocinio; las miserables que
carecen de las condiciones mínimas de habitabilidad: agua, drenaje, luz, pavi-
mentos, etc., o que tienen unos y no otros de estos servicios; pero los más
importantes son ·los comerciales, donde se roba en el peso o en los cambios, s·e
defrauda, se insulta, se golpea o se mata, sólo en favor de los intereses mate-
riales. Son características de las zonas criminógenas más imp~rtantes, la
heterogénea condición de sus habitantes, que hace fácil la promiscuidad; la abun-
dancia de centros de' vicio (alcoholismo, prostitución y drogas) protegidos por
la policía; la mezcla de pobreza, abandono, desaseo y las relaciones sociales
un tanto violentas debidas al vicio o a odios permanentes.
El barrio influye en el número, tipo y calidad de los delitos que se come-
ten, y por ello ·parece tener también importancia su ubicación, que facilita
o dificulta el control de las autoridades y la protección que puedan dar contra
la delincuencia.. Por eso tienen importancia los suburbios de las ciudades, ya que
en ellos se construyen las nuevas secciones residenciales o bien, en ellos viven
personas que se sostienen de la caridad pública o de la asistencia social, que
tienen habitaciones casi inservibles, y que no tienen más sentido de la solidaridad
social que el que resulta de sus propias necesidades cuando piden a otros que
se las atiendan, o cuando reciben el respaldo que les induce a cometer delitos
aceptados en su pequeña comunidad. Así, a menudo vemos en los suburbios
grandes espacios abiertos y abandonados, sin servicios municipales, o bien
utilizados como tiraderos de basura, donde viven seres que trabajan eventual-
mente, sin instrucción alguna, sin ideales, de feo y sucio aspecto personal, que
se mezclan con los desperdicios materiales y no tienen controles de tipo legal
o humano, piedad, ni más norma que el propio egoísmo, dentro de la mayor
miseria. Hay otros suburbios semiurbanizados que tienen población muy hete-
rogénea, etc.
Hay, dentro de las ciudades, barrios en los cuales la policía no se atreve
a entrar en acción contra las pandillas de delincuentes que son defendidas
por todos los habitantes como coTTUtJnidad y hay también barrios en zonas
colindantes, que no tienen ningún aspecto de comunidad. Hay, en fin, otros
en que viven entremezclados sus habitantes sin . perder sus características
peculiares.
INTRODUCCJON A LA SOCJODOGIA CRIMINAL 127
de caben muchas camas y otros muebles; Más abajo están las chozas cam-
pestres, construidas de adobe, madera y paja; y-la choza de los suburbios de
la ciudad, construida de materiales de desperdicio. En ellas viven familias en-
teras y a veces los visitantes que vienen del lugar de origen común.
- Existen cuatro grandes tipos de alojamiento que- se usan actualmente:
Las casas solas (de propiedad de quien las habita, o de alquiler), los departa-
mentos· y viviendas· de propiedad de quien los habita (como en los condo-
minios) o de alquiler; las ·chozas, campestres o citadinas (de propiedad d~
los ha_bitantes, o de alquiler), y los hoteles, mesones, dormitorios y albergues
públicos, siendo de alquiler los primeros dos, y pudiendo ser completamente
gratuitos los últimos. En todas las categorías existen las más diversas calida-
~es, pero los delincuentes, especialmente los defraudadores, ladrones y viciosos,
se alojan en hoteles para seguir delinquiendo.
. La habitación tiene enorme importancia porque influye en las condicio-
nes físicas y mentales de la vida familiar, sea por la calidad de la cons-
trucción, por la distribución natural de los locales o por su utilización, que
rigen el grado de higiene física o mental de que se disfrute. Del aspecto físico
.de la_ habitación depende también el confort y el agrado con que se perma-
nezca en la casa, y por tanto que se busque estar más tiempo dentro o fuera
del hogar, de lo que, a su vez, depende en cierto grado la organización fa-
miliar.
Hay personas que no tienen hogar y se alojan para dormir en los quicios
de "las puertas, en los kioskos o en las bancas de las jardines, en los mesones,
dormitorios públicos o albergues de diversas índoles. Son por lo regular per-
sonas cuyos nexos familiares son sumamente laxos o están rotos.
Salvo los hoteles, en que las cuotas permiten esperar que el individuo tenga
un cuarto separado para su uso privado, las bajísimas cuotas que se cobran
en los mesones, o la gratuidad de los albergues y dormitorios, suponen . el uso
común del .alojamiento, y por tanto la promiscuidad más espantosa en el trato
con toda clase de individuos.
La residencia inadecuada, pues, tiene sus relaciones definidas con la de-
lincuencia.
35.~Estructuras sociole.s en la delincuenci.a.-Entre los datos que tienen
una significativa importancia, según los elementos estáticos permanentes de la
delincuencia, hay dos tipos de estructuras, por decirlo así, una horizontal y
otra vertical.
Respecto de la primera, los delincuentes profesionales han marcado zonas
de actividad, en forma de no estorbarse entre sí ni hacerse la competencia,
a menos que deseen chocar. Pero, para dividirse las áreas, seccione~ o colonias
de :utJ.a ciudad, equitativamente, a menudo se encuentra el caso de que Jos de-
130 RECTOR SOL/S QUIROGA ·
lincuentes más fuertes e inteligentes, con más influencia o con más poderío,
se dediquen a explotar las zonas más ricas que a menudo son las más difíciles,
en tanto que a los más débiles, principiantes o pobres, les toquen las zonas
más fáciles y paupérrimas. En cuanto a las de igual potencialidad, al más
fuerte se le otorga una zona mayor. Así, en muchas ciudades del mundo,
cuando se ha cometido un robo, la policía busca en primer término en qué
lugar exacto, en qué cuadra o manzana se cometió el delito y a qué horas,
para saber qué delincuente fue el autor.
Respecto d.e la segunda, la vertical, hay verdadero respeto para los delin-
cuentes qÚe se destacan por su peligrosidad, por su energía, por el cumplimiento
de su palabra (lo que es muy raro), por su influencia en las esferas oficiales,
por su riqueza (especialmente entre los pandilleros), o por su inteligencia
para planear con éxito cada caso. Eso establece, dentro de cada zona, cierta
jerarquía en la cual todo delincuente de la misma rama de actividades muy
conexas, respeta al jefe y a sus dependientes. ·
Esto no se observa entre los ocasionales, pero en la delincuencia política
aparece igual tipo de organización, aunque con un sentido más amplio e idea-
lista que busca no el beneficio personal estricto, sino altruista, nacional o
~statal.
-ejemplo, en las casas de fuego todo se mueve contando con señales y aparatos
·eléctricos.
Entre los delincuentes hay algunos no reconocidos como tales y no perse-
.guidos, como pasa con. el miembro de una sociedad a:riómina que éomefe frau-
des en la calidad de las construcciones o de los servicios, o en la· emisión de
·:acciones; también el político que manda matar a sus enemigos.
En cuanto a categorías profesionales, los asaltantes de bancos se consi-
·deian superiores a los de casas particulares, dice Lindesmith ; 0 é-stos a los car-
·teristas y ellos a los embaucadores. Por otra parte, los ladrones desprecian
a los asesinos y éstos- a los primeros, pero todos hacen causa común contra
un "chiva", esto es decir, un denunciante, o ante el peligro que representa la
policía.
. 36.-Movilidad soczlal.-Entre los delincuentes existen ios dos tipos de mo-
vilidad social: la horizontal y la vertical. Entendemos por movilidad social,
en el sentido horizontal, con Fairchild,6 el movimiento de individuos o grupos,
de una posición a otra dentro del mismo estrato social, de un tipo de ocupación
criminal a otro de la misma categoría. También la difusión de ciertas cos-
tumbres, lenguajes o moralidad criminales de una región, país o provincia,
a otra, siempre dentro del mismo estrato.
La movilidad se puede desarrollar pasando de la ejecución de un delito
a otro de la misma categoría, por ejemplo, de guardaespaldas o pistolero, a
-asaltante o espía de una banda. También acontece cuando los delincuentes
de una ciudad provinciana adoptan las costumbres, el lenguaje, la moralidad de
otra provincia, de la capital, o de los delincuentes de otro país, aunque, al ad-
·quirir más refinados elementos, frecuentemente se presenta, al mismo tiempo,
cierto tipo de movilidad vertical.
Entendemos por movilidad vertical el movimiento de individuos o de gru-
pos de un estrato criminal a otro, sea ascendiendo o descendiendo en jerarquía
o en clase social, y también la difusión de culturas, conocimientos, costumbres,
lenguaje, etc., de un estrato criminal a otro.
Existe entr.e ios delincuentes cierta movilidad vertical, c~ando de miem-
bros de una banda o gang, .se elevan a directores o jefes del p~opio gamg; o
cuando de 1~ comisión de un delito considerado de baja catego:cia o sencillo,
se elevan a la comisión de otro más difícil, vgr.: un carterista se eleva a asal-
tante de residencias; en la viceversa se trata de movilidad descendente. ·Existe
también movilidad vertical, cuando las costumbres, el lenguaje, la moralidad
de un estrato social pasa a otro, por ejemplo, cuando el bajo lenguaje de los
5 VEDDER, KoENIC y ÜLARK, Criminology, The Dryden Press, New York, 1955. Ver
Capítulo sobre el ''Crimen Organizado", pá~~:. 370 y ss.
il FAIRCHU.D, Dictionáry of Sociology, Philosophical Library, New York, 1944.
I.NTRODUCCION A· LA SOCIOIJOGfA CRIMINAL . 133
calor del .amor hogareño que es el que más puede imprimir dirección esencial
en la vida, y son una notoria minoría los hogares que enseñan a delinquir; menos
aún son los que se v.en respaldados por la fuerza de un amor sincero y auténtico.
38.-Educación.-La educación formativa fundamental es dada por los
p~d~es de familia. La escuela viene ~ complementar la formación y, cuando
no se asiste a ella, es la vida práctica la que hace sus funciones. En todo caso
tras de una viene la otra, por lo que los delincuentes son producto de la socie-
dad en que viven.
Muchos de los criminales, los más miserables y desvalidos, nunca con-
currieron a la escuela; muchos otros sólo hicieron parte de su primaria, lo que
se explica por múltiples factores entre los cuales se cuenta la fuerte incidencia
de la debilidad mental entre los delincuentes; algunos más estudiaron su prima·
ria o su secundaria, Y. pocos son los que han terminado su profesional.
En cuanto a entrenamiento productivo, muchos son los que no tienen
conocimieri.tos definidos de oficio u ocupación, otros son trabajadores medio-
cres, pocos son semicalificados y muy pocos son calificados.
En todo caso es válido afirmar que habiendo introyect~do todo individuo
el patrón cultural de su medio generador, con el cual como regla general
se identifica, es la educación de su familia, de la casa de cuna o del internado
·en que se pasó la más tierna infancia, el que ·Se realiza en la vida diaria. Las
muchas fallas que tiene la familia moderna hacen que los niños comporten
tina serie grave de frustraciones y que cada individuo realice lo que previa-
mente ha visto realizar, como la cosa más natural: es decir, la manera de vivir,
la forma de cum'Plir la propia palabra, la forma de presentarse, la constancia
en los diversos actos, ·la reacción ante determinadas relaciones sociales, etc., etc.
La educación que hayan recibido los delincuentes tiene una profunda re·
lación con su peligrosidad, es decir, con la posibilidad de reiteración criminal,
pues los que han crecido en un medio de vicio o de criminalidad lo t~man como
cosa normal, y aunque lo repruebe la sociedad ellos lo seguirán ejecutando,
empleando para ello todos los medios posibles, y como pocas' escuelas impar·
ten educación que regule las relaciones del educando con otras personas, la
serie de conocimientos técnicos y científicos es utilizada para perfeccionar sus
criminales actividades. Así, ha habido notables falsificadores de moneda, ma-
ravillosos artistas, miniaturistas internacionalmente conocidos; otros que han
empleado sus conocimientos adquiridos en tiempos de guerras, sobre camuflage,
para .eludir la acción de la maquinaria policíaca y judicial; algunos más em·
plean sus conocimientos sobre derecho, para defraudar legalmente al prójimo,
o los de medicina para cometer sus delitos contra las personas, impunemente.
INTRODUCCION A LA SOCIOIJOGIA CRIMINAL 135
Cuando muy escasos delincuentes alcanzaron a terminar sus estudios su-
periores, cobra excepcional importancia la educación primaria ·o secundaria~
que se imparte en escuelas particulares u oficiales, religiosas o laicas.
La desorganización de las escuelas tiene la negativa importancia de conver-
tir al educando en indisciplinado enemigo, sobre todo si cuenta con maestros
impreparados. En algunos países las escuelas oficiales son más desorganizadas
y tienen escasos medios de educación. En las particulares, de paga, parece
que la educación puede ser- mejor por la mayor potenci~idad económica de
los padres de sus alumnos, pero cuando son insatisfactorias o desorientadas, re-
sulta más peligroso su papel en el educando que se pervierte. Este será más
refinado y can más probabilidades de éxito en sus delitos, que los reincidentes
de las clases desheredadas.
De lo dicho resulta que cúando los profesionistas cometen delitos, rara
vez puede perseguírseles, porque siempre encúentran la justificación suficiente
de su conducta o rara vez se reúnen los elementos conceptuales de ellos.
39.-Moralidad.-Es bien sabido que a medida que se transforman las
c9ndiciones generales de la vida se modifica el juicio y la interpretación de
ciertos actos ante la experiencia social. También se modifican según la edad
y el grado de educación. Cada época y cada lugar tienen su propia moralidad,
y se consideran delitos ciertos tipos de conducta, según su trascendencia so-
cial. Pero por ahora sólo nos interesa el aspecto concreto de la moralidad en·
los delincuentes y sus familiares, que ha sido considerada habitualmente .como
muy baja.
Existen una serie de modos de lucha por la vida que han sido calificados
de inmorales, sin ser delictuosos. Muchos de ellos ):¡an sido realizados por ·
personas que después llegan a cometer delitos, lo que sólo es atribuible al he-
cho de que, acostumbrada una persona a disculpar en sus actos ciertos modos
que los demás reprueban, :rpás tarde transita gradual y progresivamente hasta
los delitos, sin que haya alarma personal o freno notable.
Visto como no inmoral algún acto que otros rechazan, es menor la dis·
tancia hacia cosll$ peores. Por eso parecería que en países de bajas condiciones
de moral general, es mayor la delincuencia, pero se presenta también el fe-
nómeno contrario: en países de una gran rigidez moral, se establece una dis-
tancia insalvable entre la vida de la sociedad y la de los delincuentes, lo que
dificulta la rehabilitación social de éstos y les deja como único camino el del
perfeccionamiento en la delincuencia, cuando ya deban gozar legalmente de
su libertad.
Se dice que los delincuentes son inadaptados sociales, pero dentro de la
gama enorme de inadaptaciones que absolutamente todos los miembros de una
sociedad sufren, existe la de los para-sociales y los anti-sociales o delincuentes.
136 RECTOR SOL/S QU/ROGA
vorciado o viudo. Además existen algunas situaciones similares a las del ca-
sado que, con las más diversas gradaciones, caben bajo el rubro de "ama-
siato".
Cambia la dinámica social en cada uno de ellos y produce estados de equi-
librio o desequilibrio que actúan en 'el individuo obedeciendo a las regulari-
dades o leyes a que nos hemos referido con anterioridad, en el Capítulo I de
la Segunda Parte, pero se complica extraordinariamente cuando en un país
existen matrimonios civiles y religiosos (cualquiera que sea su validez oficial
o la del divorcio, si existe) .
No tiene especial significación la soltería 'de los niños, que en condiciones
normales dependen de sus padres o parientes. mayores de edad. Los muy jó-
vene3 son generalmente solteros, y los viejos son viudos. Las personas maduras,
usualmente son casadas.
Para darse .u~a idea de la dinámica gen~ral tan complicada, que a me-
nudo da lugar a hechos delictuosos, basta considerar las complicaciones mora-
les, biológicas, ~ociales o religiosas .que el . soltero, adolescente o adulto, debe
pasar para te~er satisfacción sexual o para no tenerla, comenzando con los
criterios sociales sobre la libertad sexual del varón o de la mujer, pues se
disculpan los excesos del varón y se condena la más ligera falla de la mujer:
Si el varón tiene relaciones sexuales con prostitutas, con sus amigas o novias,
con las sirvientas o con mujeres comprometidas (unidas en matrimonio o en
amasiato), casi se le disculpa de todos los efectos graves que ha producido en
la mujer y en su medio ambiente familiar o social. Pero la mujer, preparada
o impreparada, debe soportar las acusaciones y los rechazos, el abandono y la
prostitución.
La sociedad reconoce que viven regularmente quienes conviven y satisfa-
cen sus problemas sexuales dentro del matrimonio. Se considera vitalicio el
matrimonio religioso aunque haya separación permanente, adulterio, o divor-
cio civil y se calificará de ilícito el amor que venga después con otra persona,
aunque sea dentro de las leyes civiles.
El matrimonio civil no se considera vitalicio ni válido bajo un criterio
religioso, y se agrava el caso cuando hay leyes que permiten el divorcio. Casi
siempre bajo ese criterio se le considera como una forma de amasiato.
Es una forma más aceptada en muchos países, la de contraer las dos formas
de matrimonio, lo que crea una insegura ambivalencia: se está y no se está
casado o divorciado.
El estado civil del divorciado existe en muchos países modernos. Para
legislar sobre este asunto casi siempre se toman en consideración los intereses
de los cónyuges .en primero o en único lugar. Rara vez se encara el asumo
tomando en cuenta los intereses de los demás familiares, que son los más pro-
LNTRODUCCION ·A LA SOCIODOGIA' CRIMINAL 141
se ha dicho, por muy diversos autores, que la ocupación de los padres tiene
una definida influencia sobre la de los hijos.
Además, hay ocupaciones de los adultos que los llevan fácilmente a eje-
cutar hechos delictuosos. Así, un abogado puede falsear los hechos, presentar
testigos falsos y embargar bienes cometiendo verdaderos atracos; un mercader
puede robar en el peso, en la calidad; un médico puede falsear las causas de
la muerte, provocar abortos,.etc.
Francisco Valencia y Rangel6 sostiene que hay determinadas ocupacio-
nes humanas en las que se agrupa, preferentemente, la delincuencia, ·o en las
que hay mayor propensión al crimen. Así, en tanto que los transportes en ge-
neral facilitan la comisión de delitos de lesiones, homicidios, rapto, estupro
y daño en propiedad ajena, el comercio en general facilita los delitos de robo,
abuso de confianza, fraude, estafa, y otros más.
48.-lmpreparación para el trabajo.-Una persona puede ser muy inculta
y estar suficientemente preparada para ejercer un oficio concreto con toda efi-
ciencia. Igualmente, puede tener una muy valiosa cultura general, y estar
muy impreparada para una ocupación concreta. Aparte hay personas impre-
paradas e incultas, lo que es vulgar y frecuente.
La falta de preparación significa que el individuo no puede (a menos
que se le dé una preparación elemental más o menos larga, con las pérdida!S
consiguientes a todo aprendizaj.e) tener trabajo fijo. A esa impreparación
corresponde, muy a menudo, una minusvalía física o intelectual,. indisciplina,
inconstancia, y posiblemente inestabil~dad, y tiene el sentido d.e . no haber
alcanzado el grado de madurez que por la edad podia esperarse.
Todas las personas que se ocupan en actividades no calificadas, como la~
d.e mozo, vendedor de mercancías en la vía pública, cargador, barrendero, cria-
da, etc., cambian frecuentemente de ocupación y viven siempre en una cons-
tante aspiración de algo que no están capacitadas a encontrar. Eso mismo
los acerca a la pequeña delincuencia, en que aprovechan los descuidos de las
personas para cometer hurtos, o bien se alquilan para una labor ocasional y
concreta, para golpear a alguien, insultar inmotivadamente a otro, espiar para
que otro cometa el delito, etc., etc. Son personas que por lo general proceden
de una familia que tiene esas propias características y en las que se unen
la pobreza y la ignorancia, con el trabajo prematuro de los niños y la falta
d~ asistencia a la escuela, según la marcan Ceniceros y Garrido7 al referirse
el problema conexo, de la ignorancia.
6 VA!LENCIA Y RANGEL, FRANCISC:O, El crimen, el humbre y el medio, Ediciones Cicerón,
México, D. F., pág. 215 y ss.
7 CENICEROS, J. ANcm. y GARRIDO, Lms, La delincuencia infantil, Ediciones Botas, Mé-
xico, 1936, pág. 72.
148 RECTOR SOL/S QUJROGA
• 1 ~ Véase a ~s~e res~ecto el estudio sobre la impunidad que, bajo el título de La Cri-
mnu;lulad en. Me:xn,co, hizo el Dr. ALFONSO Qmaós CUARÓN Instituto de Investigacionl's
Sociales de la UNAM, 1959. '
CAPITULO III
los tipos de familia fonnados por la madre soltera y sus hijos (sean de un solo
padre o de varios) ; o el de los hijos que viven solos sin sus padres; o el de
quienes viven con extraños como si fueran sus padres.
Habitualmente se funda un nuevo hogar con la unión que, por amor, se
hace entre un hombre y una mujer, con ánimo de procrear y formar una fa-
milia. Y si bien es cierto que el amor es asunto privado, también lo es que,
cuando tiene la trascendencia de variar la situación en que vive un individuo
o un grupo, o de hacer que vivan nuevos seres, ya se afecta al interés social.
59.-/mportancia de la familia.-To"do ser humano tiene su origen natural.
y cultural en la familia, como forma normal de vida que influye fuertemente en el
resto de su existencia.
El individuo crece y madura normalmente en ella, confluyendo factores de
solidaridad y de disociación, pero predominando climas de afecto pennanente
que penniten la· cooperación entre sus miembros: ·
Donald R. Taft2 dice que el niño no entra en la familia como un ser so-
cial, sino que se adapta a la vida colectiva tras de hacerlo a la vida familiar.
En ella aprende que debe respetar los derechos de otros y se entrena para con-
ducirse bien o mal.
No sólo es la familia el primero, sino el más fuerte y homogéneo grupo al
que el niño gusta de pertenecer y donde, en consecuencia, puede desarrollar
sus aptitudes para cooperar o no. Las dificultades familiares, por intimidad,
tienen una gran significación y este grupo es el canal por el cual el niño deviene
capaz de vivir normal o anormalmente dentro de las características de su me-
dio, donde aprende a respetar los derechos y propiedades de otros y a ·ser
cortés, a tener buenas maneras, a ser veraz y confiable. Los valores son ins.·
, pirados por la familia en el vástago, en el caso de que sean sentidos y realiza-
dos por sus miembros.
La familia enseña al menor ciertas cosas, pero por fuerza aprende los con-
vencionalismos sociales que corresponden a lo que el mundo espera de cada
uno: se hacen ciertas cosas porque las desean los demás y no por la propia
conviccwn. Cuando el individuo está totalmente integrado a la sociedad a tra-
vés de sus propias experiencias y del entrenamiento en su casa, la cortesía
implica ya al hombre como ser social, pues, cuando es verdadera, significa
reconocimiento de las necesidades, deseos y derechos de otros. No se puede,
entonces, explotar a los demás, porque con ello se lastima la propia intimidad;
en cambio, se reconoce la interdependencia con otros y la necesidad de coope·
ración. .
- -Todo
- eso representa la mejor calidad humana, y requiere que el niño crezca
2 TAFT, DONALD R., CrimiTWlogy, The Macmillan Co., New York, 1956, pág. 183 y ss.
INTRODUCCION A LA SOCIOL'OGIA CRIMINAL l57
en lá~ mejores·· condiciones; es decir, no necesita sólo habet sido .deseado por
sus padres (y no haber llegado nada más como una consecuencia de las rela-
ciones sexuales), sino ser amado realmente, lo que implica atenciones, sacrifi-
cios, consuelo, consejo, análisis conjunto de situaciones, resolución de problemas,
ayuda, etc., etc.; tener un sentimiento: ~e seguridad, que puede adquirir,
en principio, por gozar de refugio,:,alimentos y vestido, esto. es, d~ segu~idad
económica, afectiva, y de pertenencia, sabiéndose comprendido; ser . estimado
en tal forma que cada realización y cada virtud sean reconocidas y bien reci-
bidas po~ su familia; ser estimulado para emprender nuevos y constructivos
aspectos· de su vida y conquistar su progresiva libertad que lo conducirá a la
propia realización. Las relaciones con los hermanos y hermanas implican cierta
amistosa rivalidad_ a la que debe el menor ajustarse, lo que. significa el mejor
entrenamiento para la vida .exterior.
El papel de la madre era, hasta hace poco, el más importante de la familia
y ha .ido perdiendo relevancia debido a las largas horas que pasa fuera del
hogar por diversos motivos o por simples pretextos. Las pocas horas que todos
pasan dentro del hogar, se diluyen en la atención del teléfono, la radio, la te-
levisión y las visitas; y los alimentos ya casi no se toman .a la misma hora
por todos los miembros de la familia. El hogar de la ciudad les quita espacio
a los menores para jugar dentro de la casa, y los .envía a .la calle.
La comida, comprada en restaurantes y cocinas públicas, disminuye el pa·
pel socializador de la hecha en casa con la cooperación de todos. Igualmente
·pasa· con los servicios de lavandería, la atención de partos en· el sanatorio, la
utilización de bancos de ahorro (en vez . de guardar los fondos en . casa) y
la asistencia a los servicios religiosos en comunidad. Todo ello está cambiando
rápidamente la vida del hogar, que pierde importancia positiva y gana en
negativismo. ·
60.~Su constitución.-La familia existe coino un hecho real, independien-
te de las normas morales o jurídicas que la rijan. Aunque básicamente se
supone compuesta por el padre, la madre y los hijos, unidos por amor, sus
variaciones llegan hasta el máximo en todos sentidos; por sus orígenes las hay
que son resultado de uniones no!males entre un hombre y una mujet perte·
necientes a familias diferentes, pero las· hay, por fortuna no muy numerosas,
re-sultado de uniones consanguíneas entre parientes cercanos, tíos y sobrinos,
primos, medios hermanos, hermanos, y padres e hijos. La sociedad puede .
rechazarlas o aceptarlas, pero existen como un hecho- real y definido.
Antiguamente no eran los futuros esposos quienes se escogían mutuamen~
mente, sino sus padres quienes concertaban el matrimonio de sus niños peque-
ños, para cuando crecieran; más tarde el hombre escogía a ,su compañera,
158 HECTOR SOL/S QUJROGA
SJIS component~s tiene a satisfacción pertenecer al grupo, .sin que haya excesivo
número de habitantes ni interferencias de extraños ·~n los problemas internos.
Existen diversos tipos. de organización, que cambian de un país a otro e
infinitas variedades, por lo .qQ.e la calificación que para uno de ellos se haga;
respecto de lo que se considera como un hogar organizado, no es útil para
otro más sino en los grandes rasgos fundamentales. Por vía de ejemplo men-
cionaremos que, mientras en un país se considera hogar organizado aquel en
que la mujer está sometida al marido y en que .los hijos se desvinculan sólo
relativamente a su mayoría de edad, en otros es el marido quien obedece a la
mujer, y los hijos se desvinculan a los trece años o antes.
En muchas familias es todavía normal la vida patriarcal, en que la esposa
. debe obedecer al marido, y los hijos a ambos.
Pero siempre, en la familia normal actual, se tiende a dar autoridad a
uno de los cónyuges, que representa el máximo, quedando el otro sometido y
ayudándole a ejercer la autoridad sobre el resto de la familia. Este tipo está
siendo sustituido por otro en el cual los cónyuges tienen ambos la autoridad
y la ·ejercen de común acuerdo, colaborando en la conservación y progreso de
la familia.
En toda familia hay pequeñas o grandes tensiones emocionales, disgustos
y amarguras, sea entre los padres o entre éstos y los hijos y hay muchos ele-
mentos de disociación, v;gr.: que los cónyuges no van preparados para resol-
:ver los problemas de la convivencia y la multiplicación de la familia, pues
contrajeron el compromiso bajo un falso concepto; que los cónyuges pertene-
cen a diferentes clases sociales, razas, culturas o religiones ; que intervienen
los padres o los hermanos en los conflictos conyugales, para tomar partido en
pro o en contra de uno de sus componentes, y no para conservar la unidad fa-
miliar; y que la moral familiar está más relajada e invadida por los vicios del
alcohol y la prostitución, a pesar de la influencia escolar y religiosa. Por otra
parte, al irse perdiendo el patriarcado parece surgir la inseguridad en la fa-
milia: la mujer desea tomar el lugar del hombre y lo ha logrado en ciertos
países en que el hombre toma parcialmente el lugar de ella, y los hijos. intro-
yectan una situación en la que se han perdido los prototipos y se frustran sus
imágenes del varón y la mujer. También van desapareciendo las industrias
familiares y ahora debe el individuo vivh la mayor parte de su tiempo en la
calle, lejos de la familia.
. Hay muchos elementos más de desorganización: la miseria, la ignorancia,
la inmoralidad, la enfermedad, etc., y su canda de consecuencias de todos tipos.
En muchos de los hogares se llega a la separación o al divorcio, que sig-
nifica no sólo el ab~ndono 10oral de los hijos, sino su abandono material; pero
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 161
i.os Glueck subrayan la falta de cinco factores, como muy importante para
definir cómo se inclina a los menores a la delincuencia: amor del padre por
los hijos; amor de la madre por los hijos; disciplina del padre; supervisión de
la madre; y cohesión familiar.
Precisamente, porque la familia va declinando en su fuerza educativa en
la vida moderna, aumenta su ya importante papel en la delincuencia. Insisti-
mos en nuestro pensamiento_ de que a menor influencia afectiva familiar, hay
mayor influencia del medio ambiente externo que es almácigo de influencias
deletéreas; y que concluye en la delincuencia casi ·siempre el incorrecto sentido
de la hombría o de la feminidad, forjado en el moderno hogar deshecho.
Cuando los niños no han encontrado satisfacción a sus necesidades básicas
en el hogar, y no tienen lazos emocionales suficientemente fuertes para imitar
su patrón cultural o el prototipo de alguien en particular, fácilmente se con-
vierten en delincuentes, dice Taft,7 particularmente si ello acontece en las etapas
tempranas de la edad, porque, agregamos, no se satisface la identificación ne·
cesarla con el medio generador.
Según Taft, algunas de las fuentes familiares de tensiones emocionales y
frustraciones, son las siguientes:
Cierta privación de satisfacciones físicas (como dinero para los gastos
personales); ciertos sentimientos de celo (particularmente entre hermanos);
deseos de revancha ante una injusticia de los padres, sea real o imaginaria,
o como resultado de los disgustos y riñas entre ellos; sentimiento de ser recha-
zado o no deseado; y, falta de confort emocional en el hogar.
Sutlierland y CresseyS afirman que la familia tiene un contacto casi exclu-
sivo con el niño durante la época de la mayor plasticidad y dependencia, y con·
tinúa durante varios años jugando un excepcionalmente importante papel para
determinar los patrones de conducta que el menor exhibirá al exterior. Pero,
por las diferencias de cultura de los padres, de sus estados de · áriimo o de
cansancio, por los problemas .que diaria,w.ente confrontan, y por las relaciones.
con los abuelos, es casi imposible sostener una consistente autoridad y una ar-
moniosa presión sobre los propios hijos. Tales inconsistencias afectan ·al grado
de obediencia de los hijos y por tanto el grado de control que sobre ellos se
tenga.
Según estos autores los hogares de que provienen los jóvenes delincuentes
se caracterizan frecuentemente por las siguientes condiciones, sea aislada o com-
binadamente:
•
7 TAFT, Op. cit., pág. 195. ,
8 SUTHER.LAND, EDWIN H. y 0RESSEY, DoNALD R., Principies o/ Criminology, ]. B. Lip·
pincott Co., N<'w York, 1955, pág. 171 y ss. ..
INTRODUCCION A LA SOCIOL'OGIA CRIMINAL
' 1
172 RECTOR SOL/S QU/ROGA
Cada delincu..ente y cada delito, son diferentes de los demás sin que se
pueda encOIIitrar uno igual a otro.
miento de sus funciones las pone en contacto y hasta en lucha unas con otras.
Esta lucha moderada ... , produce el mismo efecto que las otras luchas y con·
duce a la organización social general ... si la estática social se refiere a la
creación de un equilibrio entre his fuerzas de la sociedad humana, por ade·
lantado puede suponerse que la dinámica social deberá referirse a la manera
como se perturba ese equilibrio social" y distingue los fenómenos del progreso,
del estancamiento, de la degeneración y de la inestabilidad sociales.
Siguiendo el mismo orden de ideas y para que la convivencia humana sea
posible a pesar de la delincuencia, es necesario que haya fuerzas contrarias
que equilibren la vida colectiva, sean policíacas, judiciales o sociales en gene·
ral. Desequilibrio o equilibrio relativos son la condición necesaria a la exis-
tencia de la sociedad. A su vez el fenómeno de la criminalidad no podría
existir si no cumpliera con su función compensatoria psicofísica y de resolu-
ción de problemas que los propios delincuentes sufren; miseria, ignorancia,
hambre, etc. Además, la policía y los servicios de justicia existen en todo el
mundo, gracias, en parte, a los criminales. Si se pretendiera conservar el equi-
librio social exterm~nando a todos los delincuentes (la mayoría de la humanidad
es delincuente, aunque sea por delitos tales como son los golpes simples, las
injurias, las amenazas, la difamación, la calumnia, 'el adulterio, etc.), se lo-
graría sólo el mayor desequilibrio de la humanidad. Así, nuestra formulación
sería:
tienen que pasar a otros grupos, cambiar de rumbo de la ciudad, o de una ciu-
dad a otra, aunque conserven su especialidad y aun su técnica, o la abandonen
por otra.
En lo que respecta a la movilidad vertical, un delincuente necesita, paua
ascender, verse coronado por grandes éxitos y poseer las habilidades necesa·
rias para realizar dentro de la mayor seguridad (influencia en la policía) las
diversas maniobras requeridas, además de haber obtenido éxitos económicos.
El descenso se condiciona con los fracasos y las pérdidas de potencia econó-
mica.
Nuestra formulación quedará, pues, así:
Hay diversos tipos de conductas. qUe provocan la imitación como hecho ge-
neralizado, y por tanto, la repetición o la similitud de los actos de otros
seres humanos. La vida del niño, en la familia y fuera de ella, está plagada de
actos copiados; y la del adulto -que desea adaptarse al grupo a que perte·
nec~, no es sino copia y creación, conjuntamente, de ideas, costumbres, fi-
losofías, y repetición más o menos fiel de lo dicho por autores, maestros Y
otras personas que se toman como prototipos del sujeto. Igualmente, los delin-
cuentes están sujetos a ello.
Bonger (Ver notas 2 a 4) afirma que más del noventa por ciento de las
personas carecen por completo de originalidad, y que toda novedad en el de-
lito se copia en seguida. De ello deriva la acción determinante de la propagan-
da, en la imitación, así como el verdadero sentido de la lucha para evitar el
perjuicio causado por la "nota roja" y las revistas "infantiles" que hablan
de los delincuentes. Por tanto, nuestra interpretación será como sigue:
A) .-Criterio sociológica-criminal:
EVOLUCION DE LA CRIMINALIDAD
taciones de los hechos y sus planes futuros, lo que a su vez sirve para inspirar
nuevas formas de delincuencia que les servirán para combatir a sus enemigos,
lograr riqueza o poderío, y alcanzar, según creen, con vertiginosa rapidez, las
metas de superación humana.
Hemos escuchado en boca de pobres sujetos de inteligencia muy despier-
ta las más diversas maneras de hacerse ricos en breve; la forma de introdu-
cirse, sin mayor trabajo, en los más altos círculos sociales; la de alcanzar altas
metas políticas sin pasar por los primeros escalones; la de obtener beneficios
de la práctica de una profesión u oficio, sin haberse preparado o estudiado.
Para ello minusvaloran la inteligencia común del medio en que actúan, la ex-
periencia de los demás, o la necesaria secuencia de quien sabe que debe al-
canzar lo menos para llegar a lo más. Miás tarde hemos visto a algunos de ellos
sufriendo las dificultades que pasan los mediocres, los inmaduros y los delin-
cuentes: ser reconocidos como falsarios, inexpertos y peligrosos.
La delincuencia de cada lugar corresponde, por lo regular, a .Jas condi-
ciones económicas y sociales del mismo. Sin embargo, de vez en vez aparece
algún delincuente profesional de otros lugares~· que encuentra una zona posi-
blemente libre o que le facilite el entrenamiento, para regresar después como
experto a su lugar de origen. Hay otros que viajan por diversas ciudades para
ir cometiendo sus actos criminales, pensando que no serán alcanzados o per-
seguidos siquiera. Algunos otros, internacionales, son más peligrosos, tanto
porque siendo desconocidos entre la población general se les facilita cometer
sus fechorías usuales, como porque tienen muy variadas experiencias, muy
selectos maestros de diversos países, y muy hábiles socios, aun entre los go-
bernantes.
Si al sólo transcurso del tiempo, que hace evolucionar al individuo, se
une su experiencia dentro de una actividad delictiva, influye más aún la per-
manencia entre delincuentes con quienes se entabla contacto en las cárceles y
demás establecimientos de detención. Hace más rápido ese equívoco progreso
la desorganización de los establecimientos penales que mantienen el aprendizaje
delictivo dando tiempo libre, contacto con los más peligrosos, alimento, aloja-
miento y vestido, sin exigir trabajo, actividad, ni pago algunos. No hasta que
en la Ley se ordene la ejecución de tal o cual política de rehabilitación, si en
la realidad no se actualiza.
Poco se ha escrito sobre el aspecto evolutivo de la delincuencia, ya que
más se ocupan los autores de la reacción que provoca el delito en los gober-
nantes y el público, de la evolución de los criterios de interpretación y de re-
presión de la delincuencia y de la comprensión de lo que supone experimentan
los delincuentes. Por ello fijan su atención en las ciencias penales o en la ley,
en los jueces y los establecimientos penales, la reincidencia, la profesionalidad
INTRODUCCION A LA SOCIOIJOGIA CRIMINAL 191
y la ocasionalidad del delito, pero a menudo se deja fuera la evolución propia
de la delincuencia, porque se ha considerado al criminal como un tipo regre-
sivo que representa las primeras etapas de la humanidad, que supone cierto
salvajismo, tiene reacciones desproporcionadas y actúa infantilmente. Otros le
consideran enfermo (epiléptico o demente), miserable, ignorante, anormal.
Todos los anteriores conceptos son razonables, pero no son forzosamente ver-
daderos en cada caso, ni como regla general, ya que se realizan conjunta o
separadamente en los criminales, pr:edominando unos aspectos u otros en cada
colectividad.
La verdad es que la criminalidad se desenvuelve dinámicamente, siempre
basándose en elementos estáticos e influenciada por una dinámica social y
económica cada día más complicada. Son sus elementos estáticos el factor geo-
gráfico, el clima, la constitución del sujeto y .el temperamento y son los diná-
micos la familia, la densidad de población, la composición social y económica,
la industrialización, el confort creciente, el cambio jurídico (a pesar de que
el Derecho es siempre un el~mento conservador de la sociedad), la forma en
que actúa el Estado y su policía, el abandono de viejas costumbres, los cambios,
culturales y económicos, las nuevas ocupaciones y concepciones religiosas, fi-
losóficas, morales, científicas o artísticas, etc., que determinan nuevas motiva-
ciones (conscientes o inconscientes) de los delincuentes y nuevas formas de
delincuencia. El Estado debe transformar su política criminal, para luchar
contra tales avatares con efectividad, por lo cual han aparecido nuevas formas
y aspiraciones del Derecho Criminal, que desarrolla nuevas maneras de enca-
rar viejos problemas, reorganiza a la policía designando personal científica-
mente preparado; exige qu.e la persecución de los delitos sea científica; que
los jueces penales estén criminológicamente preparados, etc., etc.
Algunos aspectos de la criminalidad representan el primitivismo en que
viven ciertos países y otros se dan sólo en países bien desarrollados. Varían
por ello, tanto en calidad como en cantidad, de acuerdo con los grados de
cultura y civilización de los pueblos.
Los cambios en la delincuencia no significan necesariamente progreso,
aunque se 'empleen nuevas formas, medios de ejecución y maneras de oculta-
ción del delito. Sin embargo, siempre se observan influencias exóticas, a tra-
vés de las películas, la radio o la televisión, por lo que es fácil suponer que
llegan no sólo de los países cercanos, sino de los que tienen relaciones comer-
ciales y culturales más intensas entre sí, estableciéndose procesos incompletos
de contacto de culturas, en su sentido negativo (vicios y delincuencia) , en mes-
tizajes culturales más o menos complicados. No influyen en eso solamente los
medios normales de comunicación, sino la presencia misma de otros indi-
viduos.
192 RECTOR SOLIS QUIROGA
más se cometen al terminar la guerra son los homicidios y lesiones, robos, ex·
torsiones y secuestros, también contra el orden público, contra la administra·
ción pública, fraudes, estafas, y contra la moral y las buenas costumbres.
El mismo autor hace notar que bajan la nupcialidad y la natalidad, y
aumenta la mortalidad, particularmente la infantil. La producción agrícol~ e
industrial disminuye a partir de la guerra, y los precios aumentan desorbita·
damente con el costo de la vida, en proporción posible de 100 hasta cinco
mil .• La circulación monetaria aumenta en similar proporción, las deudas igual·
mente y los embargos judiciales por lo consiguiente. En fin, hay cambios tan
notables que suponen un verdadero ·desquiciamiento de todas las conductas
habituales.
David Abrahamsena hace notar que al sobrevenir la guerra aumentó la
delincuencia de niños de 11 a 13 años en los Estados Unidos; y la de lnglate·
rra de los menores de 17, alcanzando un 41'% de incremento y pudiendo atri-
buirse ello a que disminuye el control familiar;. sobre los· menores, que ahora
quedan abandonados a sus propias decisiones. Por eso también en las mujer-
citas aumentan los nacimientos ilegítimos. En fin, se incrementa la delincuen·
cia de los menores, y disminuye la de los mayores a los principios de la guerra.
La moral de los tiempos de paz se vuelve inválida, y cuando termina la lucha
es muy difícil refrenar los impulsos terriblemente exaltados, ante las insufi·
ciencias de la potsguerra.
La guerra actual es un movimiento migratorio gigantesco, dice Von Hen-
tig0 que comprende a los grupos de edad de los varones que daban su aporte
a la delincuencia y ahora viajan en condiciones anormales, debiendo reunirse,
en intimidad muy grande y grave, individuos de las más diversas calidades.
Este autor estima como causa de la disminución estadística de la delincuencia
al iniciarse la guerra, la movilización de los grupos de edad propensos al
delito.
En los países neutrales o que no participan directamente en la conflagra·
ción, los salarios no aumentan, pero sí la escasez de víveres y los precios. En
consecuencia sube también la delincuencia contra la propiedad.
También Von Hentig hace notar el aumento extraordinario de la delin-
cuencia femenina en toda clase de delitos, durante la guerra, pero vemos que
nunca llega a igualar a la masculina, pues cubre sólo un 60,%.
La delincuencia juvenil se ve influida por la propaganda de guerra que se
realiza en panfletos, carteles, rótulos, cine, radio, televisión, etc., y propulsa
la imaginación a extremos fantásticos. La conducta de los jóvenes se sale de
¡; AnnAHAMSEN, DAVID, Delito r Psiqué, F. c. E., México, 1946, pág. 197 y ss.
16 VoN HENTIG, HANs, Criminología, Editorial Atalaya, Buenos Aires, 1948, pág.
391 y SS.
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 197
todo lo concebible, pues luchan contra los maestros y contra los niñqs meno-
res. Jóvenes de ambos sexos se reúnen escandalosamente y cometen toda clase
de excesos, permitidos o no.
Tiempo después de la guerra todavía permanecen formas de conducta que
se convirtieron en habituales a partir de ella; es decir, evolucionó ante sus
impactos y ahora éstas, a su vez posiblemente modificadas, se imponen a la
vida pacífica. Como ejemplo mencionaremos que Cursio M;alaparte, en su
magnífica novela de terrible contenido : La Piel, hace ver el grado de des-
moralización y el cambio de filosofía popular de Nápoles en la postguerra,
cuando se acepta como fenómeno colectivo el homosexualismo y otros hechos
concomitantes.
68.-Las cOTnUJ'I,icaciones.-La delincuencia ·evoluciona también con el gra-
do de desarrollo de los medios de comunicación en cada país. Con el progre-
so mecánico, electrónico o nuclear, aparecen nuevos métodos de realizaciQn
criminal y cierta delincuencia excepcional. Se llegan a conocer las formas
extranjeras y se trasmiten nuevos aspectos de la nacional desde las grandes
ciudades a los pequeños poblados. Las comunicaciones ayudan a la . rapidez
de la acción ilícita, a la fuga fácil, y a la delincuencia internacional. La va-
gancia, el tráfico de blancas y de drogas, la circulación de moneda falsa, etc.,
encuentran un eficaz auxiliar en ellas. ·
También han surgido nuevas formas de criminalidad como el -robo de
vehículos (aéreos, según la última modalidad) , y la delincuencia en serie, en
diversos poblados, pues, cometido un acto en un lugar, mientras la lenta po-
licía se mueve, se siguen ejecutando delitos en las subsiguientes hasta el límite
que no permita dejar huella. El teléfono, el telégrafo, el cable, el radar, los
aviones, etc., permiten estar sobre aviso en las actividades a larga distancia,
traficar con armas también, a~spiciar rebeliones, la caída de un gobierno y
otros importantes hechos. A su vez, el ataque a algunas vías de comunicación
(aparatos o trasmisiones) impide a las autoridades actuar certeramente.
La delincuencia era puramente local y se justificaba que cada ciudad y
cada pueblo tuviera control exclusivo sobre sus delincuentes que casi nunca
salían de la población, a menos que se profesionalizaran. Ahora los delin-
cuentes se desplazan rápidamente, se han internacionalizado al grado de que,
con motivo de la Revolución Cubana actual y la ruptura de relaciones con
los Estados Unidos, ha habido apoderamiento de aviones en pleno vuelo, cam-
bios de ruta forzados, etc., sin que puedan atribuirse a la política estas
acciones.
En la trata de drogas, de blancas y de armas se emplean los mejores me- ·
dios de comunicación, como en los grandes fraudes o asaltos. La superación
198 RECTOR SOL/S QUIROGA
brío que sufren entre su inmadurez y sus crecientes necesidades;· entre sus
deficiencias mentales o corporales y las exigencias del medio ambiente.
Respecto de la delincuencia infantil el Dr. Mendoza9 afirma que la de
Europa y Norteamérica es precoz y se desarrolla en medios organizados de
corrupción y de vicio, en tanto que la de Hispanoamérica significa aban-
dono enmedio de una incultura generalizada, por lo que su etiología es dife-
rente, debiendo ser diversos los medios de prevención y represión. En cambio
los delincuentes adultos, por su sola mayor edad, y salvo los casos de anorma-
lidades manifiestas, son objeto de una acción persecutoria que debe realizarse
para proteger a la sociedad más que aten~iendo a sus personales necesidades,
pues se supone que todo adulto está completamente evolucionado y debe tener
el control suficiente para inhibirse de realizar hechos dañosos. Independien-
temente de la realidad o dogmatismo de tal supuesto, ya no existe duda, en
estos tiempos, de que también la conducta adulta, como la de los menores,
obedece a causas endógenas o exógenas que la influyen, y eso está provocando
un cambio colectivo de criterios para combatir el fenómeno delictivo, bus-
cando también la rehabilitación. Se ha observado que los adultos no pueden
modificar fácilmente su conducta; sin embargo, se les ve adaptarse mejor a
las condiciones sociales siguiendo sus tendencias personales.
La edad, pues, tiene una gran importancia general en los delitos cometi-
dos, pero vuelve a tener especial significación en la senectud, a pesar de .su
escasa incidencia estadística. La conducta de los senectos, tiene grandes si-
militudes con la de los adolescentes, pero con la gravedad de la decadencia
y en una mezlca de sentimientos más o menos coloreados por altos valores y
por las más graves decepciones.
Se trata de una época de decadencia grave, de involución del organismo
(con decrecimiento corporal y deficiencia de las sensaciones) y del psiquismo
(con deformación afectiva de las percepciones), así como de la potencialidad
económica y social del anciano, marcada cualitativa y cuantitativamente. Se
les une la soledad y el abandono, en la mayor parte de las horas o de los
días de la semana, una susceptibilidad extremada y poca resistencia a las contra-
riedades. Si además de ser viejo, el individuo se siente viejo, cargará con
todos los inconvenientes de esta edad, y entonces aparecerán los odios graves,
las envidias terribles; el retraimiento casi absoluto, incluyendo el aislamiento;
el temor a la competencia de los más jóvenes, la tristeza y el miedo, con la in-
seguridad y la desconfianza.
Cajías10 al encarar lo anterior, marca que si el climaterio aumenta el apor-
9 MENDOZA, JosÉ RAFAElL, Eostudio de Sociología Criminal Venezolana Edición pri- ·
vada Caracas, Venezuela, 1952, págs. 28 a 30. '
ltO CAJÍAS K. HuÁSCAR, Criminología, Editorial Juventud, La Paz, Bolivia, 1955, p. 303.
202 RECTOR SOL/S QUIROG.4.
ventiva no es de fondo, sino que se reduce a cubrir las formas exteriores. Para
esto se prohibe, no siempre efectivamente, la concurrencia y permanencia de
los menores de edad en los centros de vicio; no se vigila la ciudad, con policía
idónea, sino casi siempre impreparada, abusiva, anormal y viciosa; se prohi-
ben las altas velocidades; se encarcela a los que cometen infracciones o delitos,
y, en fin, se pretende ser más duro cuanto .más se desconocen los problemas·
humanos que se esconden tras de cada delito.
Nada se hace por darle fuerza afectiva y permanente al hogar; no se
educa en las escuelas, sino sólo se enseña; los gobiernos permiten que se siga
impulsando comercialmente el alcoholismo; y no se hacen obedecer las leyes,
y reglamentos vigentes, ni se educa a los funcionarios para lograr su cum-
plimiento. Con criterio pobre y anticuado se sigue vigilando la infracción de
los reglamentos como fuente de ingresos, o para imponer castigos, a pesar
de haberse demostrado la inconveniencia de su abuso.
Por tanto, no es verdad que se prevenga la delincuencia específicamente
considerada, pues la mayoría de los países se rigen todavía por lo que un
gobernante, de conocimientos forzosamente limitados, quiere.
Por fortuna la labor preventiva no pertenece solamente a los gobiernos,
sino a toda la población y ésta ha creado algunas sociedades científicas que de
hecho previenen la delincuencia y realizan importantes orientaciones ; tal es
el caso de las Sociedades de Eugenesia, de Higiene Mental, y similares. A su
vez, bajo otras tesis, de tipo filosófico o religioso, se fundan sociedades con
fines morales donde la mala conducta se examina cuidadosamente.
Por lo que hace a la prevención especial, se fundan patronatos para me-
nores o para expresidiarios, y sociedades de benefic~ncia que pretenden evitar
las tragedias derivadas de las graves tensiones familiares de tipo económico o
social ; se establecen colaboraciones entre los padres de familia y los maestros
de las escuelas, o sociedades para el estudio del niño. Se hacen, en general,
instituciones para menores. huérfanos o abandonados, o para proteger a. los
ancianos. Finalmente, los tribunales para menores nacieron bajo la idea de
prevenir la delincuencia separando a los jóvenes de los criminales adultos, re-
solviendo los problemas, disminuyendo las tensiones emocionales y protegién-
dolos, pero desgraciadamente en muchos países se han desvirtuado tan altos
fines convirtiendo en punitivas sus funciones.
Las medidas de política social general tienden a dar al ser humano las
mejores condiciones de subsistencia dentro del cuidado de su salud, con miras
a la protección de sus más altos intereses, lo que conduce a la más completa.
realización de su personalidad y de los fines colectivos. Como consecuencia se
disminuye la tasa de delincuencia.
216 HECTOR SOL/S QUIROGA
~ ll
~
puso más efectiva atención a los factores familiares, pues según ya lo tenemos
manifestado, es en el hogar donde se gestan los más importantes conflictos
que fácilmente conducen al delito. Parece haber dado más resultado la educa-
~
ción para el matrimonio, para la paternidad, porque establece mejores condi-
ciones de cumplimiento de las funciones relativas.
En los menores será más adecuada la labor de prevención si . se hace ~
cuando aparecen las primeras manifestaciones de comportamiento antisocial. -~
Kate Friedlandern señala entre otras las dificultad de comprender los derechos ,~'
ajenos y respetarlos, la incapacidad de obedecer a los métodos comunes de ~- ,'
disciplina, la dificultad de adaptarse a la vida de' la comunidad, el desinterés ~
en las materias escolar~lS y de estudio en general, y una fuerte actitud de rebe-
-'~
~
lión contra la autoridad. 'Todo ello con expresiones ruidosas Y. molestas. Ante
el afán de exhibirse, propio de estos menores, se les ha dado con éxito la
~
oportunidad de lograrlo_ constructivamente, en alguna asignatura o actividad
en que tenían mayor facilidad. 1
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han expedido leyes muy duras, que imponen penas excesivas, aun contra las 1'
más pequeñas manifestaciones delictuosas. Sin embargo, tienen altas tasas de
delincuencia. Eso demuestra lo ilusorio del papel de la Ley cuando no va acom- 1 :
pañada de una bien organizada administración que busque Y. logre su cum-
plimiento, ·
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ll; FRIEDLAND~R, KATE, Psicoanálisis de la delincuencia juvenil, Editorial Paidos, Bue-
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INTRODUCCION A. LA. SOCIOIJOGIA. CRIMINAL 217
'\.
Aun en el caso de que la administración no tenga un completo presupuesto
de gastos, puede rendir un buen servicio de seguridad si son correctos los
criterios rectores, la preparación del personal, su interés en la obra y el cum-
plimiento del deber. .
No basta, pues~ la buena ley, si no se acompaña de una buena ·ejecución,
como se puede constatar en muy variados lugares.
16.-La policía.-Se ha dado gran importancia a los cuerpos de policía,
tanto en la prevención de la criminalidad, cuanto en su represión. Representa
los brazos del Estado en estas actividades y tiene a su cargo la vigilancia de las
ciudades y del campo en los más variados aspectos, la aprehensión de los delin-
cuentes en flagrante delito y la investigación de la antisocialidad 'en general.
En la mayoría de los países se ha cometido el error de colocar a los de-
lincuentes como policías y seleccionarlos sólo a la vista de su constitución cor-
poral o de otras consideraciones ajenas a su verdadera :función, bajo falsos
conceptos. -En pocos lugares se ha atendido a todo lo que es necesario: estados
físico,~psíqtiico, familiar, soeial y formación profesional. En éstos se mantiene
el orden sin tener una numerosa policía.
E~ algunas naciones las funciones policíacas están centralizadas en un
solo cuerpo. En· otras existen tantos cuerpos especializados cuantas sean las
necesidades. En México hay policía común, y sus auxiliares, policía federal,
judicial, de migración, de narcóticos, de investigación política, tutelar, banca-
ria, industrial, forestal, etc., y se da la impresión de tener excesiva policía,
aunque cada cuerpo resulte notoriamente ineficaz en cantidad y calidad cuando
predomina la deli;ncuencia.
A veces hay escuelas de policía y 'están intercon,:lctados dos o tres grandes
cuerpos que tienen extensos y completos archivos, sistemas de identificación,
y buen control de la delincuencia, aun la internacional. Sus funciones son en
la realidad escasamente preventivas y mayormente represivas. Más previenen la
reincidencia. .
En algunas partes se da el caso de que la policía cometa los más grandes
crímenes a .través de sus medios delictuosos de "investigación" : tormentos,
amenazas, homicidios y molestias sin fin a los familiares inocentes. Asimismo
protege y encubre a los criminales poderosos, o explota a los más desdichados,
cometiendo hechos que no tienen relación con sus ocupaciones, y no se le
persigue porque se le · concibe autorizada a cometer toda clase de violencias,
abusos, durezas, in justicias, en ejercicio de una autoridad irracional y de ·una
pervertida mentalidad.
Su acción equivocada ante la delincuencia juvenil ha dado lugar a que los .
menores formen pandillas para defenderse de los ataques policíacos injusti·
ficados, usando contra ella la misma violencia de que ha puesto ejemplo. Sus
218 RECTOR SOL/S QUIROGA
errores en este problema son excesivos y han provocado el aumento del fenó-
meno, al fomentar las resistencias de los adolescentes y los conflictos que ellos
ya padecen por su misma edad, que es de crisis.
77.-El ministerio público.-Se trata de la institución que, desde el punto
de vista legal, tiene a su cargo la persecución de los delitos, la investigación
respectiva, lograr la comparecencia o la aprehensión de los sospechosos, los
procesados y los condenados; la representación del Estado en los juicios pe-
nales, la aportación de pruebas, la presentación de conclusiones y de los re-
cursos necesarios para obtener la aplicación de la penalidad o el tratamiento
correspondientes.
En las naciones de régimen centralizado sólo existe un organismo para
todo su territorio, en tanto que en las federales hay uno que cubr.e todo el país
para atender las materias de interés nacional y otros autónomos que se ocupan
de las materias de interés local de cada provincia.
Para la investigación legal de los delitos existen delegaciones de esta ins-
titución en cada zona, que actúan ante los casos concretos a su debido tiempo.
Consiste su función en investigar las peculiaridades del hecho concreto;
levantar las actas respectivas, con la denuncia o acusación; hacer la inspec-
ción del lugar del delito; obtener la declaración de los testigos y de los agentes
de la autoridad; lograr la rendición de peritajes; hacer la cÍasificación del
delito y turnar el caso consignándolo a la jurisdicción respectiva.
El agente del ministerio público cuenta con personal inferior y con auxilia-
res diversos para poder actuar con eficacia. Sus oficinas trabajan las veinticua-
tro horas y sólo las abandona el agente por motivos oficiales, o por personales
de carácter urgente. En sus ausencias queda representado por el secretario,
cuya cultura deja mucho que desear, o por empleados de baja categoría. En
el último caso se realizan más abusos que los habituales, tales como la apro-
piación de ciertos objetos, el falseamiento de lo declarado, el cobro personal
de cantidades indebidas, el manejo injusto de los asuntos, el encarcelamiento
o excarcelación ilegales, etc.
Parece general el fenómeno de que, al acostumbrarse ese personal a la
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I.NTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 219
caso no se han dado, o se suponen maliciosamente algunos datos que se asientan
bajo la responsabilidad de algún declarante, o si el sujeto no se allanó a ciertas
exigencias, en represalia se le maltrata o se le veja. Otras veces se acredita
la participa~n de algún inocente, para obtener alguna cantidad por exone-
rarle de responsabilidad, o para proteger a otro delincuente...
A las irregularidades apuntadas, casi siempre corresponde el mal aspecto
de las oficinas en que acaecen: muebles viejos y destartalados, .desaseo, oscu-
ridad e inadecuación. También lugares de detención infames, y personal per-
vertido, duro e indiferente ante el mal ajeno.
Las funciones más elevadas del ministerio público se desenvuelven ante
los tribunales. Sin embargo, no debe pensarse que el agente sea: un guardián
de la justicia, cosa que acontece por excepción. Por lo regular en arranques
de amor propio, desea vencer al defensor, obtener la condena del acusado sin
importar que sea inocente, alcanzar mayor poderío y co~o consecu~ncia el
respeto de otros, etc.
Al ministerio público .se le hace muy difícil perseguir a un funcionario
público, salvo que éste haya perdido el respeto de su comunidad o el apoyo
superior, y presenta graves resistencias para acusar a los poderosos, bajo el
pensamiento de que alguna .vez dejará de ser perseguidor y quedará expuesto
a sus iras. Tampoco actúa con rapidez contra empleados públicos, por culpa-
bles que sean, si no hay intereses de los altos funcionarios o verdadero e~cán
dalo público.
De lo dicho se concluye que también a cargo de esta institución corre la
responsabilidad de una gran desmoralización general, precursora del aumento
de la delincuencia, cuando no esté dañada la propia corporación por mantener
delincuentes ·en su seno. · ·
78.-::-Los tribunales penales.-Tienen por objeto impartir la justicia penal
desde los casos pequeños hasta los más grandes o escandalosos. Están divididos
por el monto de las penas que pueden imponer, y tienen, en la primera ins-
tancia, dos o tres niveles, desde la justicia de paz que funciona para los peque-
ños asuntos considerados sin gran interés, hasta la justicia llamada propiamente
penal o criminal, que atiende los casos importantes.
En la segunda instancia se atienden los casos de inconformidad con las
resoluciones del inferior.
Hay países en que existe una tercera instancia, para llenar una finalidad
similar. En otros existen recursos superiores o juicios para establecer el con-
trol constitucional de los procedimientos y ver los derechos consagrados en la
más alta ley de la provincia o de la nación.
Se ha observado que las autoridades judiciales penales tienden a ser más·
estrictas y autoritarias cuando su personalidad no ha madurado psicológica-
220 RECTOR SOLIS QUIROGA
mente o están mal preparadas, pues entonces ven tras de cada inculpado un
criminal peligroso. También cuando la sociedad pasa por crisis soc~ales, po-
líticas o económicas.
Otras autoridades judiciales, por similares razones, son todas bondad
y suavidad, y ven en cada criminal un pobre desdichado, sin tomar en cuenta
los daños sufridos por la víctima. Además, en las épocas de paz o riqueza, to-
das las autoridades judiciales penales tienden a ser más tolerantes.
Ante la dificultad del equilibrio son mejores los jueces escogidos entre los
psíquicamente más maduros, mejor preparados científicamente, y mejores ob-
servadores de los casos, de sus autores, y de los cambios sociales, para que
puedan equilibrarse sus resoluciones sin que influyan emocionalmente ni la
dureza del ministerio público, ni la pagada suavidad del defensor que disculpa
todo.
Hay quienes por sus abusos, su ignorancia, su tiranía con los deshereda-
dos, su servilismo con los políticos poderosos y con los adinerados, su feroci-
dad con ciertos delincuentes, su suavidad con otros y su miedo ante los peli-
grosos, son verdaderos delincuentes. .. ·
Con el personal inferior ocurren similares hechos que. en el ministerio
público.
79.-Los defensor.es.-Generalmente son abogados que mediante pago es-
tán dispuestos a defender a los delincuentes. Unos buscan la· dignidad de su
profesión y de la justicia; la mayoría sólo el beneficio material que les com-
porta su actuación profesional. Entre éstos actúan cuando menos, dos cate-
gorías: unos atienden a los delincuentes pobres y otros a los más ricos y po-
derosos. Hay otros m~ros delincuentes que prometen mucho para poder explotar
al encarcelado y son incapaces de promover algo para cumplir su función.
Los defensores de oficio son pagados escasamente por el Estado, y actúan de-
ficientemente en favor de los procesados; algunos, viendo que el encausado
puede pagar alguna cantidad, la obtienen y, si es adecuada, cumplen minucio-
samente con su deber. Fungen también como defensores sujetos sin preparación
profesional que tuvieron alguna experiencia por tratarse de antiguos proce-
sados. Como no tienen medios de vida, hacen gala de los escasos conocimientos
prácticos que adquirieron en su encarcelamiento, para ganar algún .dinero.
Usualmente los defensores pretenden presentar al procesado como un ino-
cente caído en desgracia, o como un individuo que, si hizo mal, puede justi-
ficársele. Ante los jurados hacen de reactores emocionales y aunque afirmen
que el procesado es ciertamente delincuente, piden que no se le aplique pena
alguna mientras existan grandes criminales que han conservado su impunidad
gracias a su fuerza política, social o económica, como son ciertos ricos o ciertos
ex funcionarios.
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 221
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a pesar de todas las clases de penas y sustantivos penales que se ha11 aplicado.
Es que se ·ha excluido la más elemental lógica, al no investigar n! combatir
las causas de la criminalidad.
Al examinar la ·etiología de la delincuencia, descubrimos un cierto de·
terminismo de la conducta, que nos prueba el valor casi siempre negativo de la
pena, porque aumenta la resistencia de los delincuentes a comportarse mejor,
provoca su contumacia y los pervierte.
Las personalidades compulsivas e inmaduras que a menudo trabajan en
estos asuntos en la policía, los tribunales, las cárceles, etc., ven como el único
remedio de la criminalidad la más dura aplicación de penas a los delincuentes
y aun a sus famiilares; toman la pena en su mayor amplitud y crueldad y no
pretenden remediar todos los males que sufren los infractores.
Esa tendencia emocional de venganza y odio, como ·es fácil adivinar, se
basa en la incontrolada predominancia psíquica de las reacciones afectivas
negativas y provoca la imposición racionalizada de la voluntad propia del que
se considera autoritario representante del poderío público.
Por fortuna ya se busca en nuestros tiempos, no sólo la disminución del
peligro que representa la criminalidad, sino también la rehabilitación de los
infractores; pero los establecimientos siguen sufriendo la falta de personal es·
pecializado, de locales adecuados y de instrumentos necesarios para el trata·
miento moderno.
En algunos países ya se cuenta, para menores y mayores, con la posibili-
dad de clasificarlos y seleccionar los que deben quedar en los diversos tipos
de instituciones que existen, aunque no tengan todas las clases indispensables
de medios de rehabilitación. En otros sólo tienen .un establecimiento para re·
unir toda clase de personas bajo un mismo régimen, y eso mismo es común en
las provincias. ·
Después de las denuncias y la apostólica labor de John Howard, todavía
hay una mayoría de lugares donde se toma al criminal sólo como un ente
que vigilar para que no dañe. No se atiende a su idóneo alojamiento, alimento,
vestido, cuidado de salud, ocupación remunerada y resolución de los problemas
sexual y familiar, y esto demuestra que no se ha superado la reacción emo-
cional mencionada.
La familia del criminal quedó abandonada, y sus problemas sin resolu-
ción al aprehenderlo.· Eso creó nuevos y graves conflictos que han forjado,
a la larga, nuevos delincuentes.
La acción desorientada del Estado autoritario pretende que los delincuen-
tes anormales, cuya conducta fue condicionada además por factores de m~
seria y alcoholismo, salgan de la prisión regenerados y que no vuelvan a de-
linquir, aunque no se hayan sujetado a tratamiento alguno.
230 RECTOR SOL/S QUIROGA
de delitos, repudian a los de otras, como ya lo hemos apuntado, pero ante los '! 1
miliares del recluso, que tienden a obedecer a las autoridades, lo que les capta
la desconfianza del infractor.
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En la mayoría de los establecimientos, la labor se rige por generalizacio- 1'
nes irracionales y tratando a todos de~ igual manera: ·en promiscuidad, con :¡ ~l ~
iguales alimentos, clases de trabajo, horarios, y aun con el mismo desenfado ¡¡: 1\1
autoritario. Cuando más, existen distinciones derivadas de la riqueza del re- !1 ~
cluso y de su posición política, económica y social, por lo que se le rinde plei- ~~4
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tesía o se le veja, se le sirve o se le explota, etc. 1: ~
Tal labor es de nulos resultados, pero se hace dañosa cuando el senten- l~lll'1
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ciado sabe que verdaderos delincuentes han salido absueltos: lejos de pensar 11
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2 LóPEZ REY, MAN\JEL, Concepto y límites de la readaptación en Penología, Departa· ~
mento da Imprensa Nacional, Río de Janéiro, 1953, pág. 24 y ss.
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INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 231
en su propia culpabilidad (basé para iniciar la readaptación), racionaliza que
está preso por falta de dinero, de influencias políticas, o de un abogado com-
petente con lo que, lejos de corregirse protesta por la injusticia. El anterior
conjunto de factores influye para facilitar el contacto entre primarios y rein-
cidentes. '
En muchos países el Estado paga, de hecho, una beca, aunque sea mise-
rable, al <lelincuente: le da alojamiento, vestido y alimentación gratuitos, tiem-
po libre y expertos maestros para que se perfeccione en su ocupación. Si el
recluso no tiene oportunidad y estímulo para trabajar, cuenta con tiempo libre
a su gusto y sabor, lo que ha motivado el comentario de los delincuentes pro-
fesionales en el sentido de que están tomando vacaciones cuando están presos.
Por tanto, cuando en los reclusorios no hay personal preparado específi-
camente, surgen nuevas formas de delincuencia por la forzada convivencia
de los criminales entre sí, que acarrea la dirección de delitos desde la cárcel.
hacia el exterior. Al salir "en libertad el reo encuentra, por una parle, la indi-
ferencia del Estado, el rechazo de la sociedad y el parcial de su familia, y por
otra la simpatía de sus compañeros de presidio que ante las dificultades con-
cretas, lo orillan a que viva de la criminalidad; Así, el problema familiar y
el económico que no quiso atender el Estado, lo resuelven los demás delincuentes
y aun la policía explotadora.
A veces se facilita a los delincuentes aun hacer desaparecer sus expedien-
tes, fichas signaléticas y las anotaciones de su prisión, si tienen dinero para
lograrlo, lo que implica varios delitos del personal encargado. Entonces, por
falta de comprobaciones, no hay reincidencia legal.
a) .-Los separos.-Las delegaciones del ministerio público están instala-
das a menudo en casas viejas que se han adaptado a la función, por lo que sus
separos son, casi siempre, oscuros o inadecuados, sin protección contra el frío
y con múltiples inconvenientes más. Deben servir para detener al sujeto por
el tiempo que dura la preparación de la documentación del caso, sea para
consigparlo, para darle la libertad, o para pasar al enfermo mental a un hos-
pital; para devolver a un menor a sus familiares, de cuyo control ha huido;
0 para devolver los fugitivos a la prisión de que huyeron. Por tanto, son
polivalentes y muy abandonados, sin inspección periódica. También alojan
los sujetos asistenciales sin hogar.
Está a cargo de las celdas un guardián que no tiene, normalmente, ningún
tipo de preparación específica. No se dan alimentos a los detenidos, pues n«?
hay cocina, ni comedor. Tampoco hay cama ni lugar apropiado para dormir.
Si el detenido desea hacer uso de los servicios sanitarios debe pedir permiso
para usar los de las oficinas, o de lo contrario usará un rincón de la celda,
232 HECTOR SOL/S QUIROGA
que queda sin asearse por falta de una llave de agua. Las ratas, y toda clase
de insectos propios de la suciedad, son compañeros del detenido, junto con
individuos de las más diversas condiciones: ebrios consuetudinarios, escanda-
losos, políticos detenidos, asesinos, drogadictos, ladrones, etc., en los más di-
versos estados de aseo o desaseo. A pesar de lo dicho existen separos que sí
cuentan con cama, ropa, luz, ventilación, mesa, alimentación y otras atenciones, ¡1 '.
en las jefaturas del ministerio público. 1
---1
gatoriamente, pero no es usual donde no hay trabajo suficiente para todos los ~
presos. En ocasiones el trabajo es voluntario y remunerado. i~t
Cuando los detenidos no están separados de los condenados, deben cum-
plir el régimen general de la institución, sin mayores obligaciones ni derechos ~
que los demás, a pesar de no haber sido declarados delincuentes, y eso esta-
blece corrientes de simpatía que los unifica bajo la acción autoritaria, en casos
"~
~
de rebelión o conflicto general, lo que conduce al procesado a cometer nuevos ll¡
hechos delictivos.
Las condiciones mismas de la detención hacen que se propaguen rápida- ~1
mente las técnicas de ejecución de los crímenes, el tipo medio de reacción co- 1.
1 }>
lectiva, la moralidad de los otros detenidos, y una serie de factores criminó-
~~.
genos antes desconocidos para el primario. q,
d) .-Las prisiones y penitenciarías.-En la realidad se usa uno u otro
ti!
nombre para los lugares donde los delincuentes cumplen sus sentencias. Tam-
bién se les llama colonias penales, o en otras formas de eufemismo más o me- ¡
1 1
1
(¡
nos sentimiental.
Como consecuencia de la promiscuidad de que antes hemos hablado· (por
1 ~'
estar juntos los sentenciados con otros tipos de detenidos sin importar causa, :[ t,
1 1!]
sexo, edad o circunstancia) se complica y dificulta la selección técnica indis-
pensable para dar tratamientos útiles hacia la readaptación social. 1
Las causas del desajuste social de la conducta deberían ser .ya conocidas t¡
al iniciarse el cumplimiento de la condena, para dar oportuno lugar al trata- ~~
. '
''
INTRODUCCJON A LA SOCJODOGJA" CRIMINAL 235
,
terapia que la disciplina carcelaria, un servicio médico insatisfactorio Y. las
~¡¡ medidas acordadas, ante casos concretos, por un personal á menudo incompe-
1~ tente.
) Muy pocos establecimientos están bien organizados, pues lo impiden los
prejuicios gubernamentales y de la sociedad misma, o la miseria. En general
~l.'~1 son escasos los técnicos en la materia y pocas veces los políticos qu:e gobiernan
hacen aprecio de sus recomendaciones. En verdad es meramente ilusoria la
~·.~· individualización administrativa de la pena, salvo raras excepciones.
~'
. ~
Por otra parte, las Naciones Unidas han recibido informes veraces en el
~·'li~
sentido de que las penas no corrigen ni readaptan al delincuente, sino lo vuel-
ven más peligroso, lo perVierten cuando no lo está antes, lo ponen en contac-
to con el hampa, lo hacen abandonar sus deberes para con su familia, lo acos-
tumbran al ocio y le causan much<ls males más que repercuten en la sociedad.
1
~
Ya ha sido universalmente reconocido que'·no puede existir la readapta-
ción social del criminal, porque se acostumbre a vivir dentro de la prisión
1~ y cumpla las reglas que le sean impuestas, pues hay que recordar que tales
normas sólo tienen como meta el más fácil control colectivo por la voluntad
1 de los jefes de la institución, Y. con ello se aseguran los mínimos de la subsis-
tencia a que muchos reos aspiran solamente.
t~ En libertad, el sujeto sólo tiene su voluntad~ debe ejercer su iniciativa
(que adentro le está restringida o vedada), tiene que adaptarse a situaciones
~~ de lucha y tener éxito con su dominio de cierta actividad, hacer que sus es-
~
fu·erzos le produzcan dinero, conocer el ambiente en que debe actuar, escoger
1 el momento oportuno para ciertos actos, etc.
~~~ Por tanto, la buena conducta de un interno, dista mucho de poder signi-
o
l ficar .leadaptación al medio social y no presupone que se hayan alejado las
causas de su desajuste social. Menos aún, cuando no se prepara el ambiente
,.1~
que ha de recibirle.
Tales son, parcialmente, las razones profundas de la reincidencia, pues el
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~
~- "'"" ~. - --~- . - --- ~. ~ ·_:;'- ,¡,-.¡~·,,-1,::--·-:·:~-i'..),j~- ' ~ ~ ~1
--=-=-------~----------------------·------------------------------·=-=- -------.------ - ~ _· \.
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,,
En algunas ciudades hay establecimientos cerrados, semiabiertos y abier-
q
tos; en otras sólo uno de cualquiera de esos tipos a donde son enviados todos
#. los menores. En algunas provincias, como en Texas, existe, para cada sexo,
~ un solo establecimiento abierto que, aunque aloje a todas las clases de menores,
l.
al menos cumple la finalídad de disminuir las diferencias entre el cautiverio
y la libertad, como lo han aconsejado las Naciones Unfdas.
~~ Los establecimientos cerrados son llamados reformatorios, correccionales,
~¡ casas de orient~~:ción, asilos o cárceles de menores. Son instituciones en que al
1 ~lf' entrar no se volverá a salir sino hasta que cumplan ciertos requisitos, algún
~, período o hasta que las autoridades ·lo consideren necesario o convl·niente. A
~\ ~·
.(.r veces llegan a olvidars'e la!!i autoridades que está encerrado cierto "menor" que
ya sobrepasa en mucho la mayoría de edad. Es externado cuando se ha acos-
'
.~
tumbrado demasiado al ocio y a la explotación de los más débiles, pues no se le
disciplinó al trabajo ni se le inspiró la necesidad. de servir a los demás.
~· 8! Esto p~ueba que el personal tiene graves fallas de personalidad, que no
:~
sexualismo y además con el rechazo de sus familiares.
En los establecimientos semiabiertos el panorama casi no cambia, ya que
se padecen iguales miserias, pero hay la posibilidad de que, al portarse bien,
·~
' ~~
pueda salir el niño a pasear cada fin de semana, con sus familiares y amigos,
o con clubes de exploradores.
·~'l En los establecimientos abiertos se logran mejores resultados, siempre que
?·'
·~
&
menor en un miembro de la comunidad, las autoridades son menos impotentes y
cada joven contribuye con su esfuerzo a hacer mejor la vida colectiva.
Pobre o ricamente, las instituciones abiertas brindan al menor más con-
fianza en sí mismo y lo acercan al personal directivo, a quien llega a someterse
voluntariamente sin sentirse minusvaluado.
'f~.'~,'{1'
Estas instituciones cuentan con porciones de terreno más extensas que las
otras, para que los jóvenes vivan en pequeños grupos a cargo de profesores solos
~,'/ 0 de matrimonios sin hijos. Cada uno tiene "su casa", con el terreno respect.ivó
e } y cada hogar posee un dormitorio general y uno para los encargados; el pri-
l, ~.
o/
!,,:1,'
~r,,
· " • ~ ¡'¿_::l. ~~&~f~1~P..;1i"'~ -~--::...· ~ ~ '-~ ·- -< •
- - -- -- ----~----~----- ....::=..~-":..---=--=---=--=~------------ --· -- -· ___.
.::..~-:~-:--::::_-:::.=. - --~------~-·---~·~----~----~-----~:_ _____ --'-.C'----·---~-~--
__ ·- ~- .',.)
mero con divisiones en que cada niño puede guardar sus pertenencias con el
secreto que desee. Cada mansión tiene su baño, su cocina, su comedor, su estan-
cia con radio, televisión y lugar para juegos de salón. Asimismo puede poseer
un salón de clase y algún taller. Afuera, su jardín cultivado por los miembros
de esa pequeña comunidad.
He visto algunas de estas instituciones con un jardín zoológico formado
con los animales traídos o cazados por los menores; un jardín botánico, un
tanque de natación, talleres de las diferentes clases y una capilla que sirve para
diversos cultos.
En ocasiones sucede que las casas de las "familias" no cuentan con cocina
ni comedor, porque todos, internos y personal, tornan sus alimentos juntos.
El régimen abierto se caracteriza por el hecho de que no hay medios ma-
teriales ni humanos de seguridad, pues el control íntimo de los rner.ores actúa
en su lugar mediante previas advertencias de lo que podrá pasar en caso de
que la conducta se salga de lo permitido.
Corno se puede ver, en este régimen el jove~ puede formarse corno res-
ponsable de su propio progreso y su propia posición.
85.-Los establecimientOs intermedws.-En algunos países existen institu-
ciones para personas de 18 a 25 años de edad, que atienden la problemática del
t~rrnino de la adolescencia.
Se considera útil este. tipo de internados, porque en 'esa edad se comienzan
a aplicar ya formalmente y en sentido práctico los ingresos económicos y se da
una dirección definida a la sexualidad, dando lugar a serios compromisos; ade-
más, cuando el sujeto no .principió a formar previamente sus valores, corno su-
cede múltiples veces en los delincuentes, se produce el despertar a la vida
colectiva y al trabajo productivo, sin estar preparados para el cumplimiento
normal de las obligaciones.
Todo ello se agrava cuando se ha contraído matrimonio y chocan las nece-
sidades acumu~adas con las limitadas potencias económicas. Surge así un
sentimiento de insuficiencia o de inferioridad y se buscan sobrecornpensaciones
peligrosas, pues no se alcanza a percibir la profunda raigambre causai y las tras-
cendentes consecuencias de la conducta. Requiere pues, esa edad y en esos
casos, una protección de la incipiente dignidad humana.
Del tipo intermedio hemos visto funcionar con régimen cerrado dos pri-
siones, en Minnesota, EE. UU. y en Montreal, Canadá, Eran altamente indus-
trializadas y con grandes medios de seguridad, porque es en esa edad cuando
inciden peligrosamente la rebeldía y la delincuencia, la insatisfacción de sí mis-
mo y las sobrecornpensaciones.
INTRODUCCION A LA SOCIODOGIA CRIMINAL 241
86.-Tipos moderrws de prisicme.s.-La experiencia mundial no ha permi-
¡(ll'~: tido introducir aún para los adultos, extensamente, los internados de seguridad
media Y. mínima.
/~
En los de máxima seguridad el movimiento de reclusos con el exterior
~· solamente es regido por el criterio legal. Es problema principal evitar la evasión
;p·. de los internos Y. por ello se usan muros espesos, hierros gruesos y fuertes, ma~
'1 quinaria electrónica de seguridad, bardas muy: elevadas y lujo de guardias
"'
debid~tmente armados. Aunque se destinan a reos peligrosos, habitualmente se
.di: introducen en ellos personas que no requerirían tantos medios de seguridad
~~/
g, material y que podrían derivarse hacia otros establecimientos menos exube-
rantes, pero como se han construido para grandes cantidades de internos, por su
muy alto costo deben aprovecharse al máximo con otras categorías de reclusos,
1 lo aue crea grandes dificultades de adaptación de todos.
• En los internados de tipo medio no hay ese lujo de fuerza material y fre-
·~
F~
,:~:
cuentemente tienen celdas exteriores, dormitorios comunes, puertas y rejas no
muy fuertes y mayor libertad interna de circulación. Hasta ahora se usan poco
~· para los adultos, pues el régimen medio se ha venido introduciendo indebida-
mente en edificios para máxima seguridad.
l~'
·1 Las instituciones de tipo abierto o de seguridad mínima son, como ya se
ha apuntado en relación con los menores, aquellas que no se respaldan en me-
·¡Di dios de seguridad material, por lo que ha parecido un tanto atrevida su aplica-
~~/ ción a adultos. Sb. embargo, han dado magnífico resultado. Desde el siglo
~J
pasado se crearon así la Colonia Agrícola de Witzwill, Suiza, y las colonias para
vagabundos de Alemania del Norte.
~ Si los presos no se evaden de ellas es ha jo el -conocimiento de que les es
más conveniente su actual situación, la que sería peor en otro lugar. Se hace
~~~
.,,A,. sentir al recluso que se le tiene confianza, que se espera cierto tipo de conducta
'~' derivada de su autodisciplina Y. de su sentido de responsabilidad, en un régimen
~:.~J de íntima libertad.
~-.
~~/ Pueden dedicarse los reos a trabajos agrícolas, forestales, industriales, co-
merciales, o para las obras públicas rurales, lo que contribuye a conservar y
mejorar su salud física y a hacer más barato su sostenimiento, como ya lo hace
l
~~J~/
'¡ /
notar Cuello Calón6 al anotar otras ventajas más. Rara vez se aplican medidas
ál disciplinarias y son muy raras las fugas y los motines, pues los reclusos se
seleccionan muy rigurosamente.
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e Op. cit., pág. 343 y ss.
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SE TERMINO DE IMPRIMIR
ESTE LIBRO EN LA EDITO·
RIAL CVLTVRA, T. G., S. A.,
• AV. REP. DE GUATEMALA
N<.> 96, EL DIA 16 DE FEBRE·
RO DE 1962. LA EDICION
ESTUVO A CARGO DE JOSE
MARIA A VILES. LA IMPRE-
l':l!ON CONSTA DE 1,000 EJEM·
PLARES.
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FECHA DE DEVOLUCION