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HONORABLE CONSEJO DIRECTIVO

Dra. Silvia Fernández de Brunetti

Dra. María Graciela Agüero

Lic. María Cristina Torres

Mag. Adriana Correa Zeballos

Master María Regina Rintoul

Dra. María Ángela Jure

Bioq. Farm. David José Merep

Sr. Mario Luis Rodríguez

Sr. Joaquín Di Pasquale

Srta. Cecilia Lludgar

Sr. Maximiliano Gastal

DECANA

Dra. Silvia Nelina González

VICE-DECANA

Dra. Aida Ben Altabef

SECRETARIA DE ASUNTOS ACADEMICOS

Dra. Marta Elena Cecilia

JEFA DEL DEPARTAMENTO POSGRADO

Lic. Marta Quinteros


DEPARTAMENTO DE POSGRADO

AUTORIDADES:

DIRECTORA:

Dra. Florencia Fagalde

REPRESENTANTE TITULAR EN EL DEPARTAMENTO DE POSGRADO DE LA UNT.:

Dra. Rosana Chehín

CONSEJO TITULAR:

Dra. Florencia Fagalde

Dra. María Inés Ybarra

Dra. Adriana María Sales

Dra. Nancy Roxana Vera

Dra. María Eugenia Bibas Bonet

Dra. Rosana Chehín

Farm. Mónica Eugenia Nacir

CONSEJO SUPLENTE:

Dra. Sonia Beatriz Díaz

Dra. María Cristina Rubio de Recupero


TRABAJO DE POSGRADO PARA LA OBTENCIÓN DEL GRADO ACADÉMICO SUPERIOR
DE DOCTOR/A EN BIOQUIMICA

CARRERA DE DOCTORADO EN BIOQUIMICA

Acreditado y Categorizado A ante la

Comisión Nacional de Acreditación Universitaria (CONEAU)

Resolución nº: 489/12

Director:

Dr. Manuel Javier Aybar

Comité Académico:

Dra. Sara Serafina Sánchez

Dra. Susana Beatriz de Fátima Genta

Dra. María Graciela Agüero

Dra. Gladis Susana Álvarez

Dr. Mario Domingo Baigorí


TRABAJO DE POSGRADO TITULADO:

BIOGEOQUÍMICA DE SUELOS AGRÍCOLAS PREHISPÁNICOS EN LOS VALLES


CALCHAQUÍES (TUCUMÁN-ARGENTINA)

TESISTA:

Arql. Jimena Roldán

DIRECTOR/A:

Dra. María Marta Sampietro Vattuone

DIRECTOR/A ASOCIADO/A:

Dra. Marta A. Vattuone

COMISION DE SUPERVISION:

Dra. Ana Lía Ahumada

Dra. Margarita Hidalgo


AGRADECIMIENTOS

Muchas fueron las personas e instituciones, que a través de los años, me ayudaron a
concretar este trabajo. A todos ellos gracias. Sin embargo, quiero agradecer
especialmente a las siguientes personas e instituciones que dedicaron tiempo y
conocimiento a esta tesis.

En primer lugar agradezco a mi directora, la Dra. M. Marta Sampietro Vattuone quien


ha sido una formidable mentora, no sólo para la concreción de este trabajo de
investigación sino también en todo lo referido a como ser un investigador en este país.
Su calidad pedagoga es excepcional. En segundo lugar, quiero agradecer a mi co-
directora, la Dra. Marta A. Vattuone, quien me enseñó como manejarme en un
laboratorio bioquímico, todo lo que no aprendí en química en mis años de estudio, lo
aprendí con ella en estos años de tesis y también me enseñó qué es lo que un
científico debe y no debe de hacer. A ellas les estoy enormemente agradecida, por
haberme tratado como algo más que una simple becaria.

Un especial agradecimiento a la Dra. Liliana del Valle Neder, quien no sólo fue una gran
ayuda en el campo de la geología, sino que me apoyó incondicionalmente en las
pequeñas cosas que fueron surgiendo a lo largo de todos los años de trabajo, a pesar
de no estar directamente involucrada en la ejecución de esta tesis.

Quiero agradecer a las Dras. Margarita Hidalgo y Ana Lía Ahumada, quienes formaron
parte de la comisión de seguimiento, por su objetividad a la hora de evaluarme, su
dedicación y oportunas sugerencias.

A la gente que trabaja en el laboratorio del Instituto de Estudios Vegetales Dr. A. R.


Sampietro, tanto docentes como becarios quienes me dieron una gran mano a la hora
de resolver problemas de índole químico en mi trabajo de investigación. Entre ellos mi
especial agradecimiento al Dr. Rodolfo Soberón y la Dra. Melina Sgariglia.

A la Dra. Silvana Urquiza, por el trabajo que realizó con los restos óseos recuperados
de las excavaciones. Al Arql. Mario Maldonado por su ayuda en el trabajo de campo y
laboratorio. Al Arql. Luis Monti por su apoyo en el campo y como amigo.

Al Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Tucumán (CIUNT), al


Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y la Agencia
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (ANPCyT), por el subsidio de los
diferentes proyectos que permitieron la concreción de esta tesis y a las múltiples becas
otorgadas por ellos, con las cuales logré trabajar todos estos años de investigación.

A la Facultad de Química, Bioquímica y Farmacia que me dio lugar de trabajo todos


estos años y a su personal que a través del tiempo supieron resolverme los problemas
administrativos que se iban presentando.
Finalmente, quiero agradecer a mi familia que de una u otra forma me apoyaron todos
estos años de estudio y trabajo. Pero muy especialmente a mi marido y mi pequeño
hijo quienes estuvieron ahí día a día en los buenos y malos momentos.
INDICE
INDICE GENERAL

CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN
UBICACIÓN GEOGRÁFICA 3

Valle de Tafí 3

Valle de Santa María 4

UBICACIÓN TEMPORAL 5

Cultura Tafí 5

Culturas Formativas en el Valle de Santa María 5

Cultura Santa María 6

RELEVANCIA DEL TRABAJO REALIZADO 6

CAPÍTULO 2. ANTECEDENTES
1. ANTECEDENTES ARQUEOLÓGICOS

CULTURAS PREHISPÁNICAS 8

Cultura Tafí 8

Culturas Formativas en el Valle de Santa María 13

Zona de estudio 13

Cultura Santa María 16

Valle de Santa María 16

Zona de estudio 17

Valle de Tafí 19

AGRICULTURA PREHISPÁNICA 20

Valle de Tafí 20
Valle de Santa María 24

Zona de estudio 25

2. ANTECEDENTES GEOARQUEOLÓGICOS

EVOLUCIÓN PALEOAMBIENTAL 28

Estudios paleoambientales relacionados a asentamientos arqueológicos 28

Estudios paleoambientales realizados sobre otras evidencias 30

FOTOINTERPRETACIÓN 31

GEOMORFOLOGÍA 32

PEDOLOGÍA 33

GEOQUÍMICA 37

Fósforo 37

Metales pesados 39

CAPÍTULO 3. MARCO CONCEPTUAL


GEOARQUEOLOGÍA 43

Geomorfología 45

Sedimentología 46

Pedología 48

El suelo 48

El paleosuelo 50

El suelo como artefacto 51

Pedogeoquímica 52

EL PAISAJE Y EL HOMBRE 57

SISTEMAS AGRÍCOLAS PREHISPÁNICOS 59

ASPECTOS CONCEPTUALES DE LOS PERÍODOS CULTURALES CONSIDERADOS 62

El Período Formativo en los valles Calchaquíes 62


El Período de Desarrollos Regionales en los valles Calchaquíes 67

CAPÍTULO 4. METODOLOGÍA
TÉCNICAS CARTOGRÁFICAS 71

TRABAJO DE CAMPO 71

Prospección y excavación 71

TÉCNICAS PEDOLÓGICAS 72

Determinación del peso específico aparente (PEA) 72

Determinación del peso específico real (PER) 72

Determinación de la porosidad 73

Determinación de la textura 73

Determinación del color 74

Determinación del pH 75

Determinación del porcentaje (%) de materia orgánica 75

TÉCNICAS GEOBIOQUÍMICAS 76

Determinación de fósforo 76

Fósforo disponible (Pd) 76

Fósforo total (Pt) 77

Fósforo orgánico (PO) 79

Determinación de calcio 79

Determinación de hierro disponible 80

Determinación de manganeso disponible 81

Determinación de cobre disponible 82


CAPÍTULO 5. RESULTADOS
VALLE DE TAFÍ 85

El Tolar-cono glacis 85

Integración de los resultados obtenidos en el cono glacis El Tolar 113

La Costa 2-abanico aluvial 118

Integración de los resultados obtenidos en el abanico aluvial La Costa 2 165

El Potrerillo-glacis cubierto 174

Integración de los resultados obtenidos en el glacis cubierto El Potrerillo 197

Integración de los resultados obtenidos para el valle de Tafí 202

VALLE DE SANTA MARÍA 204

Molle Yaco-abanico aluvial 205

Integración de los resultados obtenidos en el abanico aluvial Molle Yaco 230

Yasyamayo-glacis cubierto nivel 2 235

Integración de los resultados obtenidos en el glacis cubierto nivel 2


Yasyamayo 251

Integración de los resultados obtenidos para el valle de Santa María 254

CAPÍTULO 6. DISCUSIÓN
VALLE DE TAFÍ 256

El Tolar-cono glacis 256

La Costa 2-abanico aluvial 261

El Potrerillo-glacis cubierto 266

La macro escala 269

VALLE DE SANTA MARÍA 273

Molle Yaco-abanico aluvial 274

Yasyamayo-glacis cubierto nivel 2 275


La macro escala 277

CAPÍTULO 7. CONCLUSIONES 280

BIBLIOGRAFÍA 283
INDICE DE FIGURAS

CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN
Figura 1. Vista panorámica del valle de Tafí, de norte a sur. A la izquierda cumbres
de Mala Mala y a la derecha el cerro Ñuñorco Grande. Tucumán, Argentina. 3
Figura 2. Vista panorámica de la porción tucumana del valle de
Santa María. Tucumán, Argentina. 4
CAPÍTULO 5. RESULTADOS
Figura 3. Mapa geomorfológico del valle de Tafí. Ubicación del cono glacis
de El Tolar, abanico aluvial de La Costa 2 y el glacis cubierto de El Potrerillo.
Tafí del Valle. Tucumán. Modificado de Sampietro Vattuone 2002. 86
Figura 4. Mapa del cono glacis El Tolar, donde se observa la distribución
de las estructuras formativas prehispánicas Tafí, la ubicación de las calicatas
excavadas (ET-P1, ET-P2, ET-P3, ET-P4, ET-P5, ET-P6, ET-P7 y ET-P8) y la
urbanización que sufre la zona distal. Tafí del Valle. Tucumán. Mapa
modificado de Sampietro Vattuone 2002. 87
Figura 5. Fotos de la locación de ET-P1. 1) Vista general del lugar donde no se
observan estructuras prehispánicas en superficie y por lo tanto fue excavado
el perfil testigo 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado, donde se
resalta el límite suelo/paleosuelo. Zona media del cono glacis El Tolar. Tafí
del Valle. Tucumán. 90
Figura 6. Fotos de la locación de ET-P2. 1) Vista general de las terrazas
de cultivo donde fue excavado este perfil agrícola 2) foto en detalle del perfil
de suelo excavado, donde se resalta el nivel de ocupación prehispánico 3)
foto en detalle del lugar donde este perfil fue excavado. Zona apical del
cono glacis El Tolar. Tafí del Valle. Tucumán. 93
Figura 7. Corte de perfil de la estructura agrícola en el que se excavaron las
calicatas ET-P3, ET-P4 y ET-P5. Zona apical cono glacis. Tafí del Valle. Tucumán. 94
Figura 8. Vista de planta de la estructura agrícola en el que se excavaron las
calicatas ET-P3, ET-P4 y ET-P5. Zona apical cono glacis. Tafí del Valle. Tucumán. 94
Figura 9. Fotos de la locación de ET-P3. 1) Vista general de las terrazas de
cultivo donde fue excavado este perfil agrícola y señalado el lugar donde fue
excavada la calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado, donde se
resalta el nivel de ocupación prehispánico. Zona apical del cono glacis El Tolar.
Tafí del Valle. Tucumán. 97
Figura 10. Fotos de la locación de ET-P4. 1) Vista general de las terrazas de
cultivo donde fue excavado este perfil agrícola y señalado el lugar donde fue
excavada la calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado, donde se
resalta el nivel de ocupación prehispánico. Zona apical del cono glacis El Tolar.
Tafí del Valle. Tucumán. 100
Figura 11. Fotos de la locación de ET-P5. 1) Vista general de las terrazas
de cultivo donde fue excavado este perfil agrícola y señalado el lugar
donde fue excavada la calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado,
donde se resalta el nivel de ocupación prehispánico. Zona apical del cono
glacis El Tolar. Tafí del Valle. Tucumán. 103
Figura 12. Fotos de la locación de ET-P6. 1) Vista general de la estructura
circular compuesta donde fue excavado este perfil residencial 2) foto del
patio de la estructura donde fue excavada la calicata 3) foto en detalle
del perfil de suelo excavado, donde se resalta el nivel de ocupación
prehispánico y donde se encontraron restos arqueológicos. Zona apical
del cono glacis El Tolar. Tafí del Valle. Tucumán. 106
Figura 13. Fotos de la locación de ET-P7. 1) Vista general de las terrazas
de cultivo donde fue excavado este perfil agrícola 2) foto en detalle de
la terraza donde fue excavada la calicata 3) foto en detalle del perfil
de suelo excavado, donde se resalta el nivel de ocupación prehispánico
y donde se encontraron restos arqueológicos. Zona media del cono glacis
El Tolar. Tafí del Valle. Tucumán. 109
Figura 14. Fotos de la locación de ET-P8. 1) Vista general de la estructura
circular compuesta donde fue excavado este perfil residencial 2) foto del
patio de la estructura donde fue excavada la calicata 3) foto en detalle del
perfil de suelo excavado, donde se resalta el nivel de ocupación prehispánico
y donde se encontraron restos arqueológicos. Zona media del cono glacis
El Tolar. Tafí del Valle. Tucumán. 112
Figura 15. Mapa del abanico aluvial de La Costa 2. Distribución de las
estructuras prehispánicas Tafí y ubicación de las calicatas excavadas
(LC-P1, LC-P2, LC-P3, LC-P4, LC-P5, LC-P6, LC-P7, LC-P8, LC-P9, LC-P10, LC-P11
y LC-P12), también se destaca la zona urbanizada. Tafí del Valle. Tucumán. 119
Figura 16. Fotos de algunas de las nuevas construcciones encontradas
durante la prospección del área comprendida por el primer ciclo del Abanico
aluvial de La Costa 2. 1 y 2) viviendas construidas sobre estructuras
agrícolas y circulares en la zona distal, 3) cercado de un grupo de estructuras
agrícolas y circulares compuestas en la zona media, 4) construcciones sobre
estructuras agrícolas en la zona apical y 5) complejo de cabañas en construcción
sobre estructuras agrícolas en la zona apical. Tafí del Valle. Tucumán. 120
Figura 17. Fotos de la locación de LC-P1. 1) Vista panorámica del lugar
donde fue excavada la calicata testigo 2) foto de la excavación de la calicata
3) foto en detalle del perfil de suelo excavado. Zona distal del primer ciclo
del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán. 123
Figura 18. Fotos de la locación de LC-P2. 1) Vista panorámica de la terraza
de cultivo donde fue excavada la calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo
excavado con la ubicación de los fragmentos cerámicos encontrados
3) foto de los fragmentos cerámicos. Zona distal del primer ciclo del abanico
aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán. 126
Figura 19. Fotos de la locación de LC-P3. 1) Vista panorámica de la terraza
de cultivo donde fue excavada la calicata 2) foto en detalle del muro de la
terraza de cultivo 3) foto en detalle del perfil de suelo excavado con la
ubicación del límite suelo/paleosuelo y los restos cerámicos encontrados
4) foto del fragmento cerámico. Zona distal del primer ciclo del abanico
aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán. 129
Figura 20. Fotos de la locación de LC-P4. 1) Vista general de la estructura
circular simple donde fue excavada la calicata 2) foto en detalle del perfil
de suelo excavado con la ubicación del límite suelo/paleosuelo y los restos
cerámicos encontrados. Zona distal del primer ciclo del abanico aluvial
La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán. 132
Figura 21. Fotos de la cerámica encontrada en LC-P4. 1) Tortero hallado entre los
40 y 45 cm de profundidad 2) fragmentos cerámicos hallados a la misma
profundidad que el tortero 3) asa y resto cerámico hallados a los 54 cm de
profundidad 4) el asa en detalle 5) borde encontrado también a los 54 cm
de profundidad 6) fragmentos encontrados a los 88 cm de profundidad
(contexto secundario). Zona distal del primer ciclo del abanico aluvial
La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán. 133
Figura 22. Fotos de la locación de LC-P5. 1) Vista panorámica de la estructura
circular compuesta donde fue excavada la calicata 2) foto del lugar donde la
calicata fue excavada 3) foto en detalle del perfil de suelo excavado con la
ubicación del límite suelo/paleosuelo y los restos cerámicos encontrados. Zona
distal del primer ciclo del abanico aluvial de La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán. 136
Figura 23. 1) Fotos de la piedra plana y la olla encontradas en LC-P5 2) foto en
detalle de la olla. Zona distal del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2.
Tafí del Valle. Tucumán. 137
Figura 24. Fotos de los restos cerámicos encontrados en la zona de actividad
antrópica de LC-P5. 1) fragmentos de la olla encontrados a los 47 cm de
profundidad 2) fragmentos de olla encontrados a los 51 cm de profundidad
3 y 4) fotos de la olla encontrada a los 70 cm de profundidad. Zona distal del
primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán. 138
Figura 25. Fotos de la locación de LC-P6. 1) Vista panorámica de la terraza de
cultivo donde fue excavada la calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo
excavado con la ubicación del límite suelo/paleosuelo. Zona media del primer
ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán. 141
Figura 26. Fotos de la locación de LC-P7. 1) Vista panorámica de la terraza de
cultivo donde fue excavada la calicata 2) foto del muro de la terraza 3) foto
en detalle del perfil de suelo excavado con la ubicación del límite
suelo/paleosuelo. Zona media del primer ciclo del abanico aluvial
La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán. 144
Figura 27. Fotos de la locación de LC-P8. 1) Vista general de la estructura circular
compuesta donde fue excavada la calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo
excavado con la ubicación del límite suelo/paleosuelo, y de los restos cerámicos
y líticos encontrados. Zona media del primer ciclo del abanico aluvial
La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán. 147
Figura 28. Fotos de la ubicación de los restos de cerámica encontrados en
contexto secundario y del fragmento lítico en LC-P8. Los restos cerámicos se
encontraron entre los 21 y 69 cm de profundidad 1) Cuatro fragmentos de
bordes, tres fragmentos decorados y con engobe rojo y dos con engobe rojo
solamente 2) foto de la esquirla y fragmento de núcleo líticos encontrados a
los 45 cm de profundidad 3) fragmentos cerámico ordinarios 4) restos óseos
animal. Zona media del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2.
Tafí del Valle. Tucumán. 148
Figura 29. Fotos de la locación de LC-P9. 1) Vista general de la estructura
circular compuesta, específicamente de la estructura circular pequeña
donde fue excavada la calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado
con la ubicación del límite suelo/paleosuelo, y de los restos cerámicos y
óseos de camélidos encontrados. Zona media del primer ciclo del abanico
aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán. 151
Figura 30. Fotos de la cerámica encontrada en LC-P9. Los restos fueron
encontrados a los 23 cm de profundidad y forman parte de un contexto
secundario 1 y 2) fragmentos de cerámica ordinaria 3) un fragmento de asa,
una base, un fragmento pintado de rojo y negro y un fragmento decorado
con engobe rojo 4 y 5) fragmentos óseos de camélido adulto. Zona media
del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán. 152
Figura 31. Fotos de la locación de LC-P10. 1) Vista general de la terraza agrícola
donde fue excavada la calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado
con la ubicación del límite suelo/paleosuelo. Zona apical del primer ciclo del
abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán. 155
Figura 32. Fotos de la locación de LC-P11. 1) Vista general de la terraza agrícola
donde fue excavada la calicata 2) foto del muro de la terraza 3) foto en detalle
del perfil de suelo excavado con la ubicación del límite suelo/paleosuelo y del
fragmento cerámico encontrado 4) foto del fragmento cerámico. Zona apical
del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán. 158
Figura 33. Fotos de la locación de LC-P12. 1) Vista general de la estructura
circular compuesta donde fue excavada la calicata 2, 3 y 4) fotos de las
estructuras circulares pequeñas adosadas al patio 5) foto en detalle del perfil
de suelo excavado con la ubicación del límite suelo/paleosuelo y del fragmento
cerámico, restos óseos de camélido, líticos y las espículas de carbón encontrados.
Zona apical del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle.
Tucumán. 161
Figura 34. Fotos de la cerámica encontrada en el piso de ocupación
prehispánico de LC-P12. 1) Fragmentos cerámicos decorados, junto con
un fragmento de asa y tres fragmentos de bordes 2) los fragmentos de borde
en detalle 3) fragmentos cerámicos no decorados. Zona apical del primer ciclo
del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán. 162
Figura 35. Fotos de los restos óseos encontrados en el piso de ocupación de
LC-P12. 1, 2, 3 y 4) Fragmentos óseos que presentan marcas de corte
5) fragmentos con evidencia de haber sido alterados térmicamente 6) mandíbula
de la llama y 7) piezas dentales. Zona apical del primer ciclo del abanico aluvial La
Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán. 163
Figura 36. Fotos de los restos óseos encontrados en el piso de ocupación de
LC-P12. 1, 2, 4 y 6) fragmentos de huesos largos 3) restos de vértebras y
7 y 8) fragmentos de restos óseos animal. Zona apical del primer ciclo del
abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán. 164
Figura 37. Mapa del glacis cubierto El Potrerillo. Distribución de las estructuras
prehispánicas Tafí y ubicación de las calicatas excavadas (EP-P1, EP-P2,
EP-P3, EP-P4, EP-P5, EP-P6). El Mollar, Tafí del Valle. Tucumán. 175
Figura 38. Mapa del glacis cubierto El Potrerillo donde se destaca su
morfodinámica y el área urbanizada, relacionados a las estructuras
arqueológicas encontradas en la zona. El Mollar, Tafí del Valle. Tucumán. 176
Figura 39. Mapa del glacis El Potrerillo y fotos que muestran la situación
actual de la geoforma. 1, 2 y 3) estructuras arqueológicas ubicadas en
áreas de pastoreo o propiedades privadas y 4, 5 y 6) urbanización actual
del piedemonte. El Mollar, Tafí del Valle. Tucumán. 177
Figura 40. Fotos de la locación de EP-P1 1) vista panorámica con orientación
norte-sur de las terrazas de cultivo donde se excavaron las calicatas 2) vista
panorámica con orientación este-oeste de las terrazas de cultivo donde se
excavaron las calicatas, hacia el oeste las terrazas terminan abruptamente
debido a la presencia de un barranco y hacia el este el límite está dado por
una pirca actual que delimita campos de cultivos en uso 3) vista de la terraza
donde se excavaron las calicatas EP-P1 y EP-P2 4) foto en detalle del perfil
de suelo excavado. El Mollar, Tafí del Valle. Tucumán. 180
Figura 41. Fotos de la locación de EP-P2 1) vista panorámica con orientación
norte-sur de las terrazas de cultivo donde se excavaron las calicatas 2) vista
panorámica con orientación este-oeste de las terrazas de cultivo donde se
excavaron las calicatas, hacia el oeste las terrazas terminan abruptamente
debido a la presencia de un barranco y hacia el este el límite está dado por
una pirca actual que delimita campos de cultivos en uso 3) vista de la terraza
donde se excavaron las calicatas EP-P1 y EP-P2 4) foto en detalle del perfil
de suelo excavado con el nivel de ocupación definido. El Mollar, Tafí del Valle.
Tucumán. 183
Figura 42. Fotos de la locación de EP-P3 1) vista panorámica con orientación
norte-sur de las terrazas de cultivo donde se excavaron las calicatas 2) vista
panorámica con orientación este-oeste de las terrazas de cultivo donde se
excavaron las calicatas, hacia el oeste las terrazas terminan abruptamente
debido a la presencia de un barranco y hacia el este el límite está dado por
una pirca actual que delimita campos de cultivos en uso 3) vista de la terraza
donde se excavó la calicata EP-P3 4) foto en detalle del perfil de suelo excavado
con el nivel de ocupación definido y la ubicación de los restos arqueológicos
encontrados. El Mollar, Tafí del Valle. Tucumán. 186
Figura 43. Fotos de los restos cerámicas y óseos hallados en EP-P3
1) fragmentos de cerámica tipo Tafí encontrados a 54 cm de profundidad
2) restos óseos de camélido encontrados junto con la cerámica a los 55 cm
de profundidad. A estos restos se los halló en un sedimento con una cantidad
moderada de espículas de carbón. El Mollar, Tafí del Valle. Tucumán. 187
Figura 44. Fotos de la locación de EP-P4 1) vista panorámica con orientación
norte-sur de las terrazas de cultivo donde se excavaron las calicatas 2) vista
panorámica con orientación este-oeste de las terrazas de cultivo donde se
excavaron las calicatas, hacia el oeste las terrazas terminan abruptamente
debido a la presencia de un barranco y hacia el este el límite está dado por
una pirca actual que delimita campos de cultivos en uso 3) vista de la terraza
donde se excavó la calicata EP-P4 4) foto en detalle del perfil de suelo excavado
con el nivel de ocupación definido. El Mollar, Tafí del Valle. Tucumán. 190
Figura 45. Fotos de la locación de EP-P5 1) vista panorámica con orientación
norte-sur de las terrazas de cultivo donde se excavaron las calicatas 2) vista
panorámica con orientación este-oeste de las terrazas de cultivo donde se
excavaron las calicatas, hacia el oeste las terrazas terminan abruptamente
debido a la presencia de un barranco y hacia el este el límite está dado por
una pirca actual que delimita campos de cultivos en uso 3) vista de la terraza
donde se excavaron las calicatas EP-P5 y EP-P6 4) foto en detalle del perfil de
suelo excavado con el nivel de ocupación definido. El Mollar, Tafí del Valle.
Tucumán. 193
Figura 46. Fotos de la locación de EP-P6 1) vista panorámica con orientación
norte-sur de las terrazas de cultivo donde se excavaron las calicatas 2) vista
panorámica con orientación este-oeste de las terrazas de cultivo donde se
excavaron las calicatas, hacia el oeste las terrazas terminan abruptamente
debido a la presencia de un barranco y hacia el este el límite está dado por
una pirca actual que delimita campos de cultivos en uso 3) vista de la terraza
donde se excavaron las calicatas EP-P5 y EP-P6 4) foto en detalle del perfil de
suelo excavado con el nivel de ocupación definido. El Mollar, Tafí del Valle.
Tucumán. 196
Figura 47. Mapa geomorfológico de la vertiente noroeste de cumbres
Calchaquíes. Ubicación del glacis cubierto de nivel 2 de Yasyamayo y el
abanico aluvial de Molle Yaco. Valle de Santa María. Tucumán. Modificado
de Sampietro Vattuone y Neder (2011). 204
Figura 48. Mapa geomorfológico en detalle de la región de Molle Yaco, ubicado
en la vertiente noroeste de cumbres Calchaquíes. Donde se detalla los lugares
donde fueron excavadas las calicatas MY-P1, MY-P2, MY-P3, MY-P4, MY-P5,
MY-P6, MY-P7 y MY-P8. Valle de Santa María. Tucumán. Modificado de
Sampietro Vattuone y Neder (2011). 205
Figura 49. Fotos de la locación de MY-P1 1) foto de la zona donde se excavó
esta calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado. Molle Yaco, Valle
de Santa María. Tucumán. 208
Figura 50. Fotos de la locación de MY-P2 1) foto de la zona donde se excavó
esta calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado. Molle Yaco, Valle
de Santa María. Tucumán. 211
Figura 51. Fotos de la locación de MY-P3 1) foto de la zona donde se excavó
esta calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado. Molle Yaco, Valle
de Santa María. Tucumán. 214
Figura 52. Fotos de la locación de MY-P4 1) foto de la calicata excavada y de la
terraza en la cual se excavó 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado y del
nivel de ocupación. Molle Yaco, Valle de Santa María. Tucumán. 217
Figura 53. Fotos de la locación de MY-P5 1) foto de la calicata excavada y de la
terraza en la cual se excavó 2) foto del parapeto contra el cual se excavó la
calicata 3) foto en detalle del perfil de suelo excavado y del nivel de ocupación.
Molle Yaco, Valle de Santa María. Tucumán. 220
Figura 54. Fotos de la locación de MY-P6 1) foto de la terraza en la cual se
excavó la calicata 2) foto del parapeto de la terraza 3) foto en detalle del
perfil de suelo excavado y del nivel de ocupación. Molle Yaco, Valle de Santa
María. Tucumán. 223
Figura 55. Fotos de la locación de MY-P7 1) foto de la calicata excavada y de la
terraza en la cual se excavó 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado y
del nivel de ocupación. Molle Yaco, Valle de Santa María. Tucumán. 226
Figura 56. Fotos de la locación de MY-P8 1) foto de la calicata excavada y de la
terraza en la cual se excavó 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado y
del nivel de ocupación. Molle Yaco, Valle de Santa María. Tucumán. 229
Figura 57. Mapa geomorfológico en detalle de la región de Yasyamayo,
ubicado en la vertiente noroeste de cumbres Calchaquíes. Donde se
detalla los lugares donde fueron excavadas las calicatas Y-P1, Y-P2, Y-P3,
Y-P4 y Y-P5. Valle de Santa María. Tucumán. Modificado de Sampietro
Vattuone y Neder (2011). 235
Figura 58. Fotos de la locación de Y-P1 1) vista del glacis cubierto donde
excavó la calicata testigo 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado con
el nivel superficial enterrado. Yasyamayo, Valle de Santa María. Tucumán. 238
Figura 59. Fotos de la locación de Y-P2 1) foto de la estructura circular simple
donde se excavó la calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado con
el nivel superficial enterrado. Yasyamayo, Valle de Santa María. Tucumán. 241
Figura 60. Fotos de la locación de Y-P3 1) fotos de las terrazas de cultivo
donde se excavó esta calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo
excavado con el nivel superficial enterrado. Yasyamayo, Valle de Santa
María. Tucumán. 244
Figura 61. Fotos de la locación de Y-P4 1) foto de las terrazas de cultivo
donde se excavó esta calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo
excavado con el nivel superficial enterrado. Yasyamayo, Valle de Santa
María. Tucumán. 247
Figura 62. Fotos de la locación de Y-P5 1) foto de las terrazas de cultivo
donde se excavó esta calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo
excavado con el nivel superficial enterrado. Yasyamayo, Valle de Santa
María. Tucumán. 250
CAPÍTULO 6. DISCUSIÓN
Figura 63. Corte de perfil de la terraza agrícola donde se excavaron las
Calicatas ET-P3, ET-P4 y ET-P5. Zona apical cono glacis. Tafí del Valle. Tucumán. 261
Figura 64. Croquis de las calicatas excavadas en el sitio El Potrerillo. En color
verde se encuentran los perfiles EP-P1 y EP-P2 excavados en la misma terraza,
en color rojo se observan los perfiles EP-P3 y EP-P4 excavados en la misma
terraza, ubicada aguas arriba de la anterior y en color violeta se
encuentran los perfiles EP-P5 y EP-P6 excavados en la misma terraza,
ubicada aguas arribas de la anteriormente mencionada. Zona media del
glacis cubierto. Tafí del Valle. Tucumán. 268
INDICE DE TABLAS

CAPÍTULO 5. RESULTADOS
Tabla 1. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para ET-P1. 88
Tabla 2. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para ET-P2. 91
Tabla 3. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para ET-P3. 95
Tabla 4. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para ET-P4. 98
Tabla 5. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para ET-P5. 101
Tabla 6. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para ET-P6. 104
Tabla 7. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para ET-P7. 107
Tabla 8. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para ET-P8. 110
Tabla 9. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P1. 121
Tabla 10. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P2. 124
Tabla 11. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P3. 127
Tabla 12. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P4. 130
Tabla 13. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P5. 134
Tabla 14. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P6. 139
Tabla 15. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P7. 142
Tabla 16. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P8. 145
Tabla 17. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P9. 149
Tabla 18. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P10. 153
Tabla 19. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P11. 156
Tabla 20. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P12. 159
Tabla 21. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para EP-P1. 178
Tabla 22. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para EP-P2. 181
Tabla 23. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para EP-P3. 184
Tabla 24. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para EP-P4. 188
Tabla 25. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para EP-P5. 191
Tabla 26. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para EP-P6. 194
Tabla 27. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y
geoquímicos obtenidos para MY-P1. 206
Tabla 28. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y
geoquímicos obtenidos para MY-P2. 209
Tabla 29. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y
geoquímicos obtenidos para MY-P3. 212
Tabla 30. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y
geoquímicos obtenidos para MY-P4. 215
Tabla 31. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y
geoquímicos obtenidos para MY-P5. 218
Tabla 32. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y
geoquímicos obtenidos para MY-P6. 221
Tabla 33. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y
geoquímicos obtenidos para MY-P7. 224
Tabla 34. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y
geoquímicos obtenidos para MY-P8. 227
Tabla 35. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y
geoquímicos obtenidos para Y-P1. 236
Tabla 36. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y
geoquímicos obtenidos para Y-P2. 239
Tabla 37. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y
geoquímicos obtenidos para Y-P3. 242
Tabla 38. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y
geoquímicos obtenidos para Y-P4. 245
Tabla 39. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y
geoquímicos obtenidos para Y-P5. 248
INDICE DE GRÁFICOS

CAPÍTULO 5. RESULTADOS
Gráfico 1. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para ET-P1. 89
Gráfico 2. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para ET-P2. 92
Gráfico 3. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para ET-P3. 96
Gráfico 4. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para ET-P4. 99
Gráfico 5. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para ET-P5. 102
Gráfico 6. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para ET-P6. 105
Gráfico 7. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para ET-P7. 108
Gráfico 8. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para ET-P8. 111
Gráfico 9. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P1. 122
Gráfico 10. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P2. 125
Gráfico 11. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P3. 128
Gráfico 12. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P4. 131
Gráfico 13. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P5. 135
Gráfico 14. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P6. 140
Gráfico 15. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P7. 143
Gráfico 16. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P8. 146
Gráfico 17. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P9. 150
Gráfico 18. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P10. 154
Gráfico 19. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P11. 157
Gráfico 20. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para LC-P12. 160
Gráfico 21. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para EP-P1. 179
Gráfico 22. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para EP-P2. 182
Gráfico 23. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para EP-P3. 185
Gráfico 24. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para EP-P4. 189
Gráfico 25. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para EP-P5. 192
Gráfico 26. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos
obtenidos para EP-P6. 195
Gráfico 27. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos
obtenidos para MY-P1. 207
Gráfico 28. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos
obtenidos para MY-P2. 210
Gráfico 29. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos
obtenidos para MY-P3. 213
Gráfico 30. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos
obtenidos para MY-P4. 216
Gráfico 31. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos
obtenidos para MY-P5. 219
Gráfico 32. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos
obtenidos para MY-P6. 222
Gráfico 33. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos
obtenidos para MY-P7. 225
Gráfico 34. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos
obtenidos para MY-P8. 228
Gráfico 35. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos
obtenidos para Y-P1. 237
Gráfico 36. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos
obtenidos para Y-P2. 240
Gráfico 37. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos
obtenidos para Y-P3. 243
Gráfico 38. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos
obtenidos para Y-P4. 246
Gráfico 39. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos
obtenidos para Y-P5. 249
RESUMEN
Premisas nuevas y poco convencionales se tuvieron en cuenta para poder resolver el
objetivo principal de esta tesis. El estudio de la agricultura prehispánica en los valles
Calchaquíes fue abordado desde una perspectiva geoarqueológica, es decir, se
tomaron métodos y técnicas de las geociencias y se aplicaron al estudio arqueológico.

Este estudio consistía en determinar las alteraciones antrópicas producidas por el uso
sostenido de los suelos agrarios prehispánicos en los valles Calchaquíes y su relación
con las condiciones ambientales típicas de cada momento de ocupación así como el
modo de apropiación de los espacios productivos en relación a la oferta
geomorfológica de la región.

Para ello se fotointerpretaron las unidades de paisaje que no habían sido mapeadas
anteriormente y que presentaban estructuras agrícolas de algún tipo, el fin era definir
cuáles serían los lugares más propicios para excavar las calicatas de las cuales se
extraerían las muestras que serían analizadas en laboratorio. En el valle de Tafí se
muestrearon el cono glacis de El Tolar (sitio netamente formativo), el glacis cubierto de
El Potrerillo (sitio formativo también) y el abanico aluvial de La Costa 2 (sitio formativo,
pero con evidencia de haber sido reutilizado durante el tardío). En el valle de Santa
María se muestrearon el abanico aluvial de Molle Yaco (sitio formativo) y el glacis
cubierto de Yasyamayo (sitio tardío).

En laboratorio se realizaron análisis pedológicos, sedimentológicos y geoquímicos de


dichas muestras, donde las técnicas geoquímicas tuvieron que ser adaptadas al estudio
que se llevaría a cabo ya que era la primera vez que se realizaba un trabajo de este
tipo.

Los resultados mostraron que existen claras diferencias entre los suelos naturales o
testigo y los suelos antrópicos, e incluso se observaron diferencias entre suelos
antrópicos donde se desarrollaron actividades diferentes (domésticas o agrícolas), es
decir que el accionar humano deja distintas improntas en el suelo que habita
dependiendo del tipo de actividad que en él realiza. También pudo concluirse que
existen claras diferencias entre los perfiles excavados dentro de una misma terraza de
cultivo y similitudes entre perfiles excavados en el mismo lugar en terrazas diferentes,
todo lo cual ratifica las cualidades que se le han atribuido a las estructuras agrícolas en
relación con el tipo de suelos que en ellas se desarrollan.
INTRODUCCIÓN
El hombre modifica el entorno natural que lo rodea con el fin de extraer lo que necesita
para sobrevivir, esta es una de las características que permiten nuestro éxito adaptativo a
casi cualquier medioambiente. Actividades como la agricultura y la ganadería fueron el
pilar de la economía productiva de grupos humanos prehispánicos en los valle
Calchaquíes (Noroeste Argentino). Esta estructuración social trajo aparejada una
conducta sedentaria evidenciada por la construcción de unidades residenciales
permanentes o casi permanentes.

Como la economía de subsistencia de un pueblo es de fundamental importancia para su


desarrollo y permanencia en el tiempo, ésta se ve relacionada y afectada por otros
factores, tanto sociales como naturales. Por lo tanto, el estudio de la agricultura en
arqueología involucra problemáticas de diversa índole, como cambios climáticos,
demografía, cambios culturales, estratificación social, prácticas sobre el entorno natural,
procesos de selección, relaciones sociales, estrategias de intercambio e interacción social,
dieta, entre otras. Pero no todas ellas pueden ser planteadas en un solo trabajo de
investigación o tesis, deben de ser resueltas una a la vez. En esta oportunidad se pretende
conocer qué es lo que sucede con el entorno, específicamente geológico, cuando el
hombre utiliza un espacio natural para el trabajo agrícola.

Hay muchos trabajos descriptivos de estos espacios productivos, pero en los últimos 10
años se ha investigado mucho en el campo de la paleobotánica, aunque de restos
vegetales que se encuentran asociados a estos espacios agrícolas y no dentro de ellos. La
palinología también es una disciplina que recientemente está incursionando en el estudio
de la agricultura prehispánica. Pero siempre escasearon los trabajos donde el objeto de
estudio principal fuera la actividad agrícola. Dos de los motivos más importantes fueron la
falta de interés en el estudio de la economía de subsistencia de estos pueblos andinos y/o
la falta de metodologías para poder afrontar un trabajo de este tipo, ya que cuando uno
excava una estructura agrícola es poco probable que encuentre restos materiales como
ocurre en la arqueología tradicional.

Sin embargo, actualmente sabemos que el accionar humano, tanto pasado como
presente, provoca cambios en la composición química y física del suelo que pueden ser
identificados y medidos a través del análisis pedológico y geoquímico de algunos de los
elementos que lo componen. El impacto que el hombre provoca en los suelos que habita
es tal, que las diferencias de concentraciones, asociaciones y distribución espacial de
ciertos elementos químicos y características físicas permiten distinguir, claramente, los
suelos antropizados de los naturales, como así también, identificar las actividades
humanas realizadas en un espacio específico dentro de un sitio arqueológico.

1
Jimena Roldán
Las firmas químicas, que son el resultado indirecto de actividades intencionales,
presentan, a diferencia de los artefactos arqueológicos, una distribución más regular y
constante dentro de un área de ocupación, convirtiéndose en importantes herramientas
en el estudio de patrones de uso de suelos prehispánicos. Los elementos o especies
químicas que se tienen en cuenta son aquellos que tienden a permanecer prácticamente
inalterados, como combinaciones químicas estables, por un prolongado lapso de tiempo
en el suelo. Para ello, como primera medida es necesario conocer los procesos de
formación de un suelo y la dinámica del paisaje en la cual se circunscribe un sitio
arqueológico, para luego poder interpretar sus contextos culturales.

Consecuentemente, el objetivo general de este trabajo consiste en determinar las


alteraciones antrópicas producidas por el uso sostenido de los suelos agrarios
prehispánicos en los valles Calchaquíes y su relación con las condiciones ambientales
típicas de cada momento de ocupación, así como el modo de apropiación de los espacios
productivos en relación a la oferta geomorfológica de la región.

Mientras que los objetivos particulares son:

1. Realizar el relevamiento de las zonas de explotación agrícola prehispánica


presentes en la porción tucumana de los valles Calchaquíes.
2. Determinar los indicadores geoquímicos, y las características pedológicas y
sedimentológicas relacionadas con el uso agrario de los suelos y sedimentos
prehispánicos.
3. Evaluar el impacto que tuvieron las prácticas agrarias prehispánicas sobre suelo y
paisaje.

Partiendo de las siguientes hipótesis de trabajo:

1. La selección del espacio agrícola estuvo subordinada a las condiciones climáticas


imperantes, a las características del paisaje y a los recursos de infraestructura
conocidos por cada cultura prehispánica que aseguraban el buen rendimiento de
los suelos para cultivo. Es por ello que encontramos improntas diferenciales de
dicha actividad en distintas unidades de paisaje.
2. Los suelos y sedimentos utilizados para la agricultura muestran evidencia de
explotación intensiva, ésta provocó cambios en la geoquímica, pedología y
sedimentología de los suelos y sedimentos prehispánicos en relación con los
suelos y sedimentos actuales.

2
Jimena Roldán
UBICACIÓN GEOGRÁFICA

El área de estudio de esta tesis se desarrolló en 5 unidades de paisaje repartidas en dos


valles vecinos, tres en el valle de Tafí y dos en el valle de Santa María

Valle de Tafí

El valle de Tafí es un valle intermontano representativo de la secuencia paleoambiental


que tuvo lugar durante el Finipleistoceno y Holoceno en la región montañosa de
Tucumán. Está ubicado entre los 26 45’ y 26 58’ de latitud sur y 65 39’ y 65 48’ de
longitud oeste (Sampietro Vattuone 2001). Es una cuenca tectónica alargada en dirección
Norte/Sur cuya superficie total es de 450 km2, donde 150 km2 corresponden al fondo de
valle, que se ubica entre los 1.800 y 2.500 msnm, con una pendiente media de 18,8 %
(Bolsi et al. 1992) (Figura 1).

Se caracteriza por tener un clima semiárido con precipitaciones estivales y marcada


amplitud térmica. La temperatura media anual es de 13,1C. En cuanto al régimen pluvial,
en las zonas bajas se registran alrededor de 400 mm mientras que en las más altas 500 a
550 mm anuales. Estos valores están favorecidos por la orientación Norte / Sur del valle,
con vientos húmedos predominantes del SE. Las precipitaciones tienen marcada
estacionalidad, produciéndose de noviembre a marzo el 87% de las lluvias (Sesma 1987).

El desarrollo de distintas formas de vegetación en el valle varía en función de las


condiciones microclimáticas de cada zona, así como de los distintos sustratos y
composiciones del suelo. En las partes bajas la vegetación es herbácea con predominio de
gramíneas. En las laderas de los barrancos son abundantes los matorrales (Cabrera 1976).

Dentro de este valle se tuvieron en cuenta tres unidades de paisaje donde se ha


observado infraestructura agrícola asociada a estructuras residenciales: un cono glacis
conocido como sitio “El Tolar”, ubicado al occidente del valle, en el piedemonte del
Aconquija (Sampietro y Sayago 1998, Sampietro Vattuone 2002); un abanico aluvial
conocido como “La Costa 2” ubicado al este del valle en el piedemonte de las Cumbres
Calchaquíes; y un glacis cubierto conocido como “El Potrerillo” ubicado al sur del valle en
el piedemonte del cerro Ñuñorco Grande (Sampietro Vattuone 2002).

Figura 1. Vista panorámica del valle de Tafí, de norte a sur. A la izquierda cumbres de Mala Mala y a la
derecha el cerro Ñuñorco Grande. Tucumán, Argentina.

3
Jimena Roldán
Valle de Santa María

Geológicamente el valle de Santa María se caracteriza por la presencia de un estrato


precámbrico de gneises, filitas y pizarras, sobre el que se disponen depósitos Cretácicos-
Terciarios de rocas sedimentarias fluviales y sobre este, sedimentos fluviales y lacustres
del Mioceno y Plioceno. Los depósitos cuaternarios son de origen fluvial o torrencial
(González et al. 2000).

El clima regional es de tipo desértico, con una temperatura promedio anual de 18ºC y una
precipitación promedio anual de 250 mm (la mayoría cae en el verano) (Perea 1994). El
paisaje es de tipo semiárido, caracterizado por cardones, árboles y arbustos bajos,
espinosos y adaptados al desierto (Cabrera 1976).

La porción tucumana del valle de Santa María, considerada en este trabajo, se localiza al
oeste de la citada provincia, es una depresión ancha de fondo plano que se profundiza
entre la sierra de Quilmes al oeste y el sistema Aconquija-Cumbres Calchaquíes al este. El
agua corre de sur a norte, en la dirección opuesta a la inclinación regional normal. La
altura en la base del valle varía entre 1.900 y 1.600 msnm (Strecker, 1987). Las
precipitaciones varían dependiendo de la orientación de las montañas y como los vientos
húmedos regularmente provienen del este o del sureste, el área de estudio es el sector
más seco del valle (Sampietro Vattuone y Neder 2011). (Figura 2).

Dentro de este se tuvieron en cuenta dos unidades de paisaje, un glacis cubierto de nivel
2, ubicado cerca de la localidad de Yasyamayo, y un abanico aluvial ubicado cerca de
Molle Yaco (Sampietro Vattuone y Neder 2011), todos en el piedemonte occidental de
Cumbres Calchaquíes.

Figura 2. Vista panorámica de la porción tucumana del valle de Santa María. Tucumán, Argentina.

UBICACIÓN TEMPORAL

4
Jimena Roldán
Cultura Tafí

Actualmente Tafí puede ser definida a partir de su escultórica lítica (menhires y máscaras
de piedra) (Berberián y Nielsen 1988a, Tartusi y Núñez Regueiro 1993), patrón de
asentamiento (estructuras circulares de piedra aisladas o adosadas a un patio central, en
un número variable, que ocasionalmente formaban conjuntos más complejos, y
estructuras agrícolas que comprendían canchones o andenes de cultivo) (Sampietro
Vattuone 2002) y estructuras ceremoniales (montículo asociado a menhires en el sitio
Casas Viejas, El Mollar, estructuras ubicadas en la Quebrada de los Corrales y una
fortaleza encontrada en el cerro Muñoz) (Berberián y Nielsen 1988a, Tartusi y Núñez
Regueiro 1993, Caria et al. 2009).

En cuanto a su cronología, el rango de ocupación formativa en el valle se sitúa,


aproximadamente y teniendo en cuenta las dataciones obtenidas por diferentes
investigadores, entre el 300 a. C. y el 900-1000 d. C. (González y Núñez Regueiro 1960,
Berberián y Nielsen 1988, Sampietro Vattuone 2002, Oliszewski 2011), no se conoce bien
el motivo de su desaparición, lo que sí se sabe es que para este momento el valle es
poblado por grupos tardíos provenientes del valle de Santa María conocidos como
santamarianos.

Culturas formativas en el valle de Santa María

Las culturas formativas de este valle (200 a. C. al 650 d. C. aproximadamente) han sido
poco estudiadas, sumado a ello sus asentamientos son desdibujados en muchos casos por
ocupaciones posteriores, tanto santamarianas como incas (Scattolin 2000). Su
organización social evidenciada en la distribución y tipo de estructuras como así también
la clase de cerámica manufacturada las hace típicas del Formativo establecido para otros
valles del NOA (Scattolin et al. 2001). Estructuras de planta circular y/o cuadrangular
esparcidas entre campos de cultivo o estructuras circulares o semicirculares no asociadas
a estructuras agrícolas son características (Rivolta 2007, Somonte 2007). Los estilos
cerámicos han sido relacionados a Candelaria, Condorhuasi, Ciénaga y Aguada (Scattolin
2006, Rivolta 2007, Somonte 2007). Sin embargo, esta situación está cambiando gracias al
trabajo de grupos de investigación centrados en el estudio de estas sociedades formativas
(Scattolin 2007a y 2007b).

Cultura Santa María

Esta entidad sociocultural está mucho mejor representada, la misma pertenece al período
de Desarrollos Regionales (950-1430 d. C.) y presenta una estructura socio-económica
más compleja y mejor conocida que aquella de períodos anteriores. Se observan núcleos
de poblaciones grandes asociados a un pukara que reúnen poblaciones menores, con el
tiempo estas se encuentran cada vez más fortificadas mostrando una mayor necesidad y
preocupación por protegerse (Tarragó 2000). Los sistemas de subsistencia son
eficientemente explotados en algunos casos superando su capacidad ambiental, las

5
Jimena Roldán
tecnologías como la metalurgia, alfarería y textilería están muy desarrolladas. El sistema
religioso está muy relacionado al prestigio y poder social, los objetos de culto y algunos
rituales están asociados a las actividades bélicas (DeMarrais 2001).

RELEVANCIA DEL TRABAJO REALIZADO

A menudo se hace referencia a la existencia de asentamientos agrarios pertenecientes a


diversos períodos prehispánicos (Formativo, Desarrollos Regionales e Inca) identificados
en el noroeste argentino. Por lo general estos estudios son de carácter descriptivo,
detallando las características superficiales de los asentamientos y enfocándose en el
análisis de la utilización de los espacios domésticos y rituales, dejando los espacios
productivos subordinados a tales aspectos socioculturales. Son pocos los estudios
referidos al conocimiento profundo de las técnicas utilizadas para la apropiación y uso de
estos espacios.

En este marco, es evidente la importancia de esta contribución, a partir de la cual se


obtendrán nuevos datos provenientes directamente de las estructuras utilizadas para la
actividad agrícola en un período de ocupación prehispánico muy amplio y en valles con
condiciones de formación y medioambientales sustancialmente diferentes. Utilizando
métodos y técnicas provenientes de la geoquímica, adaptados para alcanzar los objetivos
planteados.

6
Jimena Roldán
7
Jimena Roldán
ANTECEDENTES ARQUEOLÓGICOS
Este capítulo fue dividido en dos partes, una meramente arqueológica y la otra
geoarqueológica. En los mismos son considerados tanto el valle de Tafí como el valle de
Santa María y dos períodos prehispánicos. El Período Formativo (PF), que se extiende
desde principios de la era cristiana hasta el siglo X d. C., el cual a su vez, debido a su
amplitud temporal, se lo divide en tres períodos: Período Formativo Inferior (PFI), Período
Formativo Medio (PFM) y Período Formativo Superior (PFS). Y por último el Período de
Desarrollos Regionales (PDR) o tardío, que se extiende desde el siglo XI d. C. hasta la
llegada de los incas en el siglo XV d. C.

En ésta primera sección se desarrollan dos temas principales. El primero referido a lo que
se conoce sobre las culturas, Tafí para el formativo y Santa María para el tardío, como
principales referentes de los sectores agrarios analizados; y el segundo relativo a todo lo
que sabe sobre el tipo de agricultura que practicaron ambas culturas en los Valles
Calchaquíes.

CULTURAS PREHISPÁNICAS

Cultura Tafí

Durante la primera mitad del siglo XX, algunos de los pioneros de la arqueología argentina
(Ambrosetti 1897a, Lafone Quevedo 1902, Bruch 1913, Canals Frau 1952) describieron en
detalle las estructuras de piedra encontradas en el valle de Tafí, haciendo especial
hincapié en la presencia y ubicación de estelas de piedra o menhires.

En esta época se consideraba que las culturas prehispánicas del NOA eran sincrónicas y
con poca profundidad histórica. Recién en la década de los 50’ se presencia un
importante cambio de paradigma y nuevas técnicas son utilizadas. Esto da como
resultado el reconocimiento de una profundidad histórica milenaria de los grupos
aborígenes argentinos (Raffino 2007).

En el caso de Tafí, para el año 1948 Bennett, Bleiler y Sommer fueron los primeros en
proponer la denominación de cultura Tafí para los menhires y recintos de piedra
encontrados esparcidos en el valle. Sin embargo, fue en la década de los 60’ cuando se
efectuaron las primeras excavaciones sistemáticas de sitios en el mismo. A partir de estos
trabajos se propuso una primera definición de lo que sería la cultura Tafí, se la dividió en
fases y se la situó temporalmente en el PF (entre el 335 ± 70 a. C. y el 586 ± 70 d. C.) por
medio de dataciones radiocarbónicas (González y Núñez Regueiro 1960, González 1962,
1965 y 1977). Posteriormente, otro grupo de investigadores obtuvieron nuevas
dataciones que hicieron extender la secuencia temporal de la ocupación Tafí en el valle

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Jimena Roldán
(entre el 300 ± 50 a. C. al 810 ± 50 d. C.) (Berberián y Nielsen 1988a). Estas dataciones
mostraron que el lapso temporal que ocupó esta cultura, fue lo suficientemente
prolongado como para que se desarrollen importantes diferencias tecnológicas y
económicas, por ello decidieron dividirla en dos períodos.

Por un lado, Berberián y Nielsen (1988a) propusieron dos estadios a partir de la


descripción de diferentes tipos de biotopos y el patrón de asentamiento observado en
algunos sectores del valle:

Tafí I: definida por un sistema de asentamiento caracterizado por unidades de residencia


familiar/almacenaje/procesamiento y consumo, dispersas en los campos de cultivo. La
explotación agrícola es de tipo extensiva atemporal, sin estructuras destinadas al riego o
protección del suelo, complementado con actividades pastoriles.

Tafí II: definida por estructuras de residencia familiar concentradas que forman
verdaderas aldeas, las que a veces incluyen espacios de actividad comunal. El sistema de
cultivo es intensivo, aprovechando varios tipos de biotopos. Cuando fue necesario, se
construyeron complejas estructuras de riego y protección del suelo.

Por otro lado, Núñez Regueiro y Tarragó (1972) delimitaron dos fases teniendo en cuenta
las dataciones obtenidas, los diferentes estilos alfareros, la posible utilización ceremonial
del montículo y el desarrollo de los menhires. Estadios que Núñez Regueiro y García
Azcárate (1996) corrigieron a la luz de nueva evidencia encontrada en excavaciones
posteriores, y de los trabajos efectuados por Berberián y Nielsen en el año 1988a.
Entonces las fases fueron redefinidas quedando de la siguiente manera:

La Angostura o Tafí I: utilización del montículo ceremonial y desarrollo de los menhires,


ausencia de asas macizas en botón, cerámica considerada intrusiva (posiblemente
Candelaria) y sistema de asentamiento caracterizado por unidades de residencia
familiar/almacenaje/procesamiento y consumo, dispersas en los campos de cultivo. Se lo
data entre los siglos I y IV d. C.

Carapunco o Tafí II: abandono del montículo ceremonial y menor importancia de los
menhires, presencia de asas macizas en botón, cerámica intrusiva Candelaria, sistema de
asentamiento caracterizado por estructuras de residencia familiar concentradas que
forman verdaderas aldeas, las que a veces incluyen espacios de actividad comunal. Se lo
data entre el siglo VII y el X d. C.

Los asentamientos dispersos son característicos del formativo, suceden a los grupos
cazadores-recolectores y preceden a la urbanización posterior que se da en el PDR dentro
del ámbito andino. Bajo esta premisa, Raffino (2007) estableció, para el PFI,
asentamientos rudimentarios y de crecimiento espontáneo, presentando a Tafí como
ejemplo de ello; mientras que para el PFM y PFS observaba trazados dispersos planeados.

9
Jimena Roldán
Algo similar propusieron Berberián y Nielsen (1988a) manifiesto en los estadios que
presentaban para Tafí.

Actualmente esta premisa está siendo modificada a la luz de nueva evidencia material y
dataciones radiocarbónicas. En el sitio La Bolsa 1 los dos sistemas de asentamiento
propuestos por Berberián y Nielsen (1988a), para los sitios Tafí, mostraban que las aldeas
concentradas fueron las más antiguas, empezaron como asentamientos discretos y
diseminados, que con el paso del tiempo fueron cambiando ciertos rasgos arquitectónicos
y conductas sociales (200-400 d. C.). Luego surgen las unidades habitacionales dispersas
como respuesta a conflictos sociales productos del nucleamiento. Ambos sistemas
parecen haber coexistido durante cierto tiempo (Salazar 2007 y 2010, Salazar y Franco
Salvi 2009 y 2010).

Algo similar se observa para el sitio de Quebrada de Los Corrales en El Infiernillo, su


ocupación por parte de grupos formativos se extendió a lo largo de todo el período,
siendo intensa y continua en la primera mitad del 1º milenio (300-600 d. C.) (Oliszewski
2011). Para entonces, el sistema de asentamiento, que ocupaba centenares de hectáreas,
era de tipo aldea concentrada donde las estructuras residenciales se encontraban
separadas de las productivas (Di Lullo 2009, Oliszewski et al. 2009). Las estructuras
agrícolas y la mayoría de los corrales se ubicaban sobre laderas con depósitos loésicos,
mientras que las residenciales se situaban sobre depósitos de remoción en masa y en
laderas con sustrato de basamento granitoide (Caria et al. 2006, 2009). El modo en que
estos grupos estructuraron su espacio no sólo respondía a condicionantes geográficos
sino también a pautas sociales vinculadas a su percepción de los espacios domésticos y
productivos (Di Lullo 2010).

Estos asentamientos estaban conformados por recintos circulares de piedra que pueden
formar (Sampietro Vattuone 2002):

Estructuras complejas: más de un recinto circular mayor con varios recintos más
pequeños que se presentan aglutinados sin ordenamiento aparente; unidades
residenciales.

Estructuras compuestas: un recinto circular grande al cual están adosados recintos


circulares pequeños o medianos; unidades residenciales.

Estructuras dobles: dos recintos apareados de igual tamaño, o de tamaños diferentes,


pegados a las líneas de despedre; su funcionalidad es confusa.

Estructuras simples: 2 a 6 m de diámetro o más de 6 m de diámetro, circulares o


subcirculares; pueden ser considerados puestos de ocupación transitoria relacionados
con actividades agrícolas o pastoriles

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Jimena Roldán
Las estructuras residenciales o domésticas se componían de un círculo central mayor (10
a 20 m de diámetro) rodeado de círculos más pequeños (2 a 6 m de diámetro), que en
algunos casos se encontraban vinculados a terrazas de cultivo. Dentro de este sistema,
también se incluyen (Sampietro Vattuone 2002):

Plantas de tipo cuadrangular o subcuadrangular: posiblemente utilizadas como corrales,


en algunos casos se encuentran adosadas unas a otras y/o con estructuras circulares
simples, en otros casos aislados.

Montículos: compuestos por rocas pequeñas y medianas, sus dimensiones varían desde
30 o 40 cm hasta 4 m de altura y decenas de metros cuadrados de extensión, son en
general resultado del despedre de los campos previo al cultivo y en ocasiones han sido
empleados a su vez como basurales.

Si bien algunos investigadores describen a las estructuras residenciales como


semisubterráneas (Tartusi y Núñez Regueiro 1993, Raffino 2007). El análisis pedológico
dentro de una de ellas demostró que las mismas no estuvieron semienterradas, ya que el
nivel de ocupación coincidía con el nivel de un suelo enterrado o paleosuelo (Sampietro
Vattuone 2007b). Paralelamente Berberián y Nielsen (1988b) observaron que el piso del
patio central de una estructura residencial se encuentraba en desnivel en relación con el
piso de las estructuras, de menor tamaño, adosadas al mismo. Por lo que, probablemente
se trató de un error de percepción al considerarlas semienterradas debido a que el piso
del patio se encontraba por debajo de los pisos de las estructuras adosadas a él.

Dentro de los recintos circulares mayores o patios centrales fueron encontradas cámaras
con paredes y techos de piedra en falsa bóveda destinadas a funciones diversas.
Construidas con singular calidad, estas cámaras fueron empleadas, alternativamente,
como depósitos de alimentos, cámaras funerarias y silos, dado que algunas de ellas
poseían vestigios de grandes morteros en el piso (Berberián y Nielsen 1988b).

La distribución y disposición de estas estructuras habla de núcleos familiares pequeños


que vivían y compartían espacios comunes como el patio central, indicativo de vínculos de
carácter social y político, donde también se enterraban a los muertos, muchas veces en
cistas y acompañados de ajuar fúnebre (González 1977).

En El Mollar (Casas Viejas) se encontró un espacio sagrado, definido por un gran


montículo ceremonial (30 m de largo por 18 m de ancho y 3 m de altura) con vestigios de
actividad ritual, determinados por la presencia de inhumaciones, cráneos humanos
aislados, fragmentos óseos humanos carbonizados, semillas de maíz quemadas, restos de
camélidos, fragmentos de cerámica y de pipas, y cabezas de piedra; y por la presencia de
numerosas estelas o menhires lisos, tallados y pintados. En su conjunto estas estructuras
fueron consideradas como parte del centro ceremonial más antiguo registrado hasta la
actualidad en el territorio del NOA (Albeck 2000, Tartusi y Núñez Regueiro 2001, Gómez
Cardozo et al. 2007). Sin embargo, a la luz de nueva evidencia y desde una perspectiva

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Jimena Roldán
diferente Salazar et al. (2011) plantearon que los restos materiales encontrados en el
montículo responderían a la realización de reuniones periódicas donde se consumían
alimentos y bebidas, en las cuales eventualmente se enterraban muertos entre los
desechos de festejos previos, antes que a la construcción intencional de un lugar sagrado.
De esta forma, la asociación de ancestros/cerámica/fuego/rasgos elevados encontrada en
el montículo era similar a la que se daba en las cistas excavadas dentro de unidades
residenciales en el sitio La Bolsa 1 (Salazar 2010). Ni siquiera los menhires fueron
privativos de este lugar ya que se encontraron también asociados a las entradas de las
estructuras circulares residenciales y a una posible fortaleza (Berberián y Nielsen 1998a,
Raffino 2007). Sumado a ello en la Quebrada de Los Corrales, se estimó que hay dos
posible estructuras ceremoniales constituidas por dos grandes rocas alargadas ubicadas
en posición vertical que abren de este a oeste, asociadas a un montículo cada una, donde
una de estas puertas abría hacia un sector con andenes de cultivo; como así también una
cueva cuya evidencia muestra la posible práctica de rituales (Caria et al. 2009).

Si a ello le sumamos el hecho de que los muertos fueron enterrados en los patios de las
casas, entonces estaríamos en presencia de rituales de tipo doméstico, antes que
concentrados en centros ceremoniales, relacionados con la vida económica y política de
estas poblaciones donde el límite sagrado/profano pareció no existir (Salazar et al. 2011).

Tanto para Ambrosetti (1897b) como para González (1977) esta cultura tuvo un origen
altiplánico, su ingreso al NOA probablemente se dio desde Bolivia, siguiendo el borde
oriental de la puna y las vertientes de las Cumbres Calchaquíes y del Aconquija. Sus
relaciones con el altiplano se manifestaron en la ausencia de urnas funerarias, su
impresionante escultórica lítica, cerámica utilitaria sin decoración o con decoración muy
simple, construcción de estructuras ceremoniales, el felino (que pareció tener una gran
significación a nivel ritual), la domesticación de la llama, el cultivo de la papa (Núñez
Regueiro y Tartusi 1990) y la presencia de estilos tiahuanacota en la alfarería (Dlugosz y
Piñeiro 1999).

Ya en Argentina, Tafí entabló relaciones con culturas de la región pedemontana


manifiesta en un menhir encontrado en la zona con filiación claramente Candelaria
(Heredia 1975), y cultivos originarios de tierras bajas (Carrizo et. al. 1999, Oliszewski 2004
y 2009). Todo lo cual permitió afirmar que establecieron relaciones interétnicas estrechas
con culturas de las Selvas Occidentales (Berberián y Nielsen 1988a, Bernasconi de García y
Baraza de Fonts 1985, González 1962, Heredia 1975, Núñez Regueiro y Tartusi 1990,
Tartusi y Núñez Regueiro 1993).

La Cultura Tafí se extendió por los valles de Tafí, La Ciénega y hacia la zona del
piedemonte tucumano, por el sur a lo largo de la Quebrada del Portugués (Núñez
Regueiro y Tartusi 1990, Cremonte 1996, García Azcárate et al. 2003, Iacullo 2004,) y por
el norte hasta alcanzar la mesada del Piquillín, en la ladera de la Sierra de Medina
(Krapovickas 1968).

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Jimena Roldán
Núñez Regueiro y García Azcárate (1996) argumentaban que existió una frontera de
interacción entre Tafí y poblaciones asentadas en otros valles intermontanos del NOA.
Respaldaban esta afirmación con el análisis de una gran cantidad de fragmentos
cerámicos que no tenían filiación alguna con culturas del formativo establecidas en otros
valles del NOA, aunque hacían referencia a algunos casos excepcionales de fragmentos
Vaquerías y Candelaria (asociación que se dio en la fase I de Tafí). Hallazgos posteriores
en diferentes lugares del valle demostraron que esta hipótesis era refutable. Dlugosz y
Piñeiro (1999) encontraron cerámica Condorhuasi y Vaquerías (ya referida por González)
en el montículo, mientras que en el sitio La Bolsa 1 fueron halladas representaciones
estilísticas tipo Aguada y decoraciones de tipo Candelaria en la alfarería (Salazar y Franco
Salvi 2010), en la Quebrada de Los Corrales Gramajo Bühler (2009 y 2011) encontró en
contextos habitacionales alfarería de estilos no sólo Tafí, sino también Candelaria,
Vaquerías, Condorhuasi y Ciénaga, y en Los Cuartos Dlugosz et al. (2007) encontraron
junto a la alfarería típica Tafí, algunas de estilo Aguada. A ello puede sumarse toda la
arquitectura formativa registrada en el valle de Santa María que en algunos casos era
muy similar a la observada en el valle de Tafí, al igual que su alfarería (Aschero y Ribotta
2007, Scattolin 2007a, Somonte 2007).

Por otro lado, Srur (2001) plateó que la cerámica decorada incisa e incisa al pastillaje con
motivos antropo y zoomórficos encontrada en el montículo ceremonial de Casas Viejas
perteneció a la fase I de Tafí y no a la fase I de Candelaria.

Con la desaparición de Tafí para el 900 d. C. se observa la llegada de grupos tardíos


conocidos como santamarianos provenientes del valle de Santa María (González 1962,
Manasse 1997, Núñez Regueiro y Esparrica 2010) cuyos asentamientos no poseían la
densidad ni complejidad de ocupación del período previo. Hasta la fecha se encuentran
muy escasamente estudiados.

Culturas formativas en el valle de Santa María

El interés que se tuvo desde un primer momento por las sociedades tardías, encontradas
en este valle, generó un gran vacío de información referente a pueblos más tempranos, la
mayoría de los investigadores que trabajan en la región hacen referencia de ello. Esta
situación despertó el interés en un grupo de investigadores (Tarragó y Scattolin 1999,
Scattolin 2000, 2006, 2007a y 2007b, Scattolin et al. 2001, Bugliani y Pereira Domingorena
2002, Izeta y Scattolin 2002, Aschero y Ribotta 2007, Rivolta 2007, Somonte 2007,
Somonte y Baied 2011, entre otros), quienes comenzaron a estudiar los grupos sociales
de este período de forma continua y sistemática. Uno de los principales problemas que
enfrentaron, y aún enfrentan, fue la superposición de ocupaciones, donde los grupos del
PDR tendían a ocupar los mismos espacios que los grupos del PF, y debido a la
envergadura de sus construcciones opacaban u ocultaban totalmente los restos de estos
grupos tempranos.

13
Jimena Roldán
Superado este obstáculo se pudo establecer que durante el formativo se desarrollaron
diferentes estilos constructivos y formas de entender y explotar el espacio. Así, Scattolin
(2003) sostenía que existía una clara dicotomía entre los sitios del fondo de valle, sin
arquitectura preservada pero con restos cerámicos dispersos en superficie, que al excavar
también se encuentraban en estratigrafía (Bañado Viejo) y los sitios uni-componentes con
arquitectura de piedra bien conservados, donde las unidades residenciales se
encontraban dispersas entre canchones de cultivo (Caspinchango).

En lo que respecta a la cerámica (elemento considerado en el NOA de suma importancia


para la clasificación de culturas prehispánicas y la ubicación temporal relativa de las
mismas), se observó que después de muchos años de restos sin contexto o de
investigaciones donde la principal problemática era el tardío, se conformaba en la década
del 90’ un equipo interesado en la búsqueda de sitios tempranos o formativos, dirigido
por Scattolin. Para ello no sólo excavaron sitios de este período, sino que también
revisaron colecciones en la búsqueda de elementos arqueológicos pertenecientes al
mismo. A partir del año 2000 se sumaron los aportes de Tarragó y colaboradores en el sur
del valle, y Lo Celso y Ledesma en el norte. En la actualidad, el estudio ceramológico del
Formativo en el valle de Santa María ha generado un terreno fértil de discusión que
involucra diferentes problemáticas del estudio de las sociedades prehispánicas. Una de
ellas es su uso como índice cronológico, trabajo llevado a cabo por Scattolin y su equipo,
en el cual se puso de manifiesto la preocupación recurrente por la falta de una secuencia
local y su constante extrapolación con la secuencia maestra de Hualfín y Alamito (Spano
2009).

Zona de estudio

Con el fin de acotar los antecedentes a la zona de estudio, se tuvieron en cuenta todos
aquellos trabajos arqueológicos del PF realizados en la vertiente occidental de Cumbres
Calchaquíes en el valle de Santa María.

Sosa (1996/97), a partir de interpretación visual de fotografías aéreas, planteó para el


valle de Amaicha (desde la cuenca del río Yasyamayo al norte hasta la cuenca del río
Amaicha hacia el sur, con límites este-oeste definidos por el río Santa María y las cumbres
Calchaquíes) dos tipos de patrones de ocupación humana para el formativo. El primero
definido por la ocupación de unidades dispersas de tamaño pequeño, relacionado a un
medio de altura que permitió el cultivo de ciertos vegetales; y en el segundo se registró
un aumento de tamaño y densidad, donde si bien se vieron estructuras dispersas también
se observó una agrupación de unidades, situación relacionada a un ambiente de menor
altura con mayor cercanía a cursos de agua permanente. Estos tipos también fueron
ordenados cronológicamente, siendo este último el más tardío, donde la densidad
poblacional creció como así también las posibilidades de cultivo y caza. Sin embargo,
sospechó que uno de estos conjuntos estructurales se vio comprometido por el posterior
asentamiento de poblaciones prehispánicas tardías. Básicamente los grupos del PFI

14
Jimena Roldán
habitaban las regiones más elevadas donde el medio ambiente restringía mucho el acceso
a determinados recursos, con el tiempo bajaron y comenzaron a explotar recursos
vegetales y animales más exitosamente gracias a mejoras en las condiciones medio
ambientales debido a que era una zona de menor altura, mayor disponibilidad de áreas
para el cultivo y cursos de agua permanente.

En las inmediaciones de la Quebrada de los Cardones y cerca del sitio tardío Los Cardones,
Rivolta (2007) describió, en conos y abanicos aluviales, la presencia de 39 recintos
circulares que se asociaban entre sí para conformar unidades características del PF con un
patrón de asentamiento disperso de tipo Tafí, donde las características de la alfarería
recolectada fue asociar a las de tipo Vaquerías, Ciénaga y Tafí. En este lugar también se
encontraron estructuras agrícolas asociadas a pequeñas estructuras circulares que
consideró como depósitos.

En el extremo sur del piedemonte de Cumbres Calchaquíes, dentro del valle de Santa
María (2.300 msnm), se encuentra un lugar con restos arqueológicos al que los lugareños
llaman El Remate, próximo a la zanja de Los Cardones en la localidad de Los Zazos. Este
sitio presentaba dos sectores diferenciados, uno hacia el sur y el otro hacia el norte. En el
primero se encontraron unas cuantas estructuras circulares rodeadas por andenes de
cultivo, mientras que en el segundo se observó una aglomeración de estructuras con una
mayor complejidad en su articulación espacial. La excavación del patio de una de las
estructuras, ubicada en el sector sur, mostró la existencia de dos períodos de ocupación.
Las características de diseño del asentamiento eran similares a las observadas para La
Bolsa (Valle de Tafí) y La Ciénega (Valle de la Ciénega), es decir diferente al patrón
margarita. La datación radiocarbónica sobre restos óseos de camélido (1070 AP), como
así también algo de la cerámica analizada que estilísticamente pudo asociarse a Ciénaga
colocaba, temporalmente, a este asentamiento entre el PFM y PFS. El mismo estaría
mostrando que grupos Tafí, además de mantenerse en los valles ya habitados, habrían
ejercido control territorial sobre el sector oeste del Abra del Infiernillo (Aschero y Ribotta
2007).

En la localidad de Los Cardones, Somonte (2007) estudió dos sitios arqueológicos


formativos (Campo Blanco y Bajo los Cardones) y estableció que Campo Blanco (sitio a
cielo abierto) es un taller lítico utilizado desde tiempos remotos, incluyendo el formativo,
que se relacionaba con Bajo Los Cardones, un sitio con un patrón de caseríos dispersos,
insertos en áreas de actividad agro-pastoril muy similar arquitectónicamente al sitio El
Remate estudiado por Aschero y Ribotta (2007). El carácter formativo de este sitio estaba
dado por la arquitectura y la alfarería tipo Vaquerías, Tafí, Candelaria y Ciénaga
encontradas.

Posteriormente, Somonte y Baied (2011) trabajaron otro sitio formativo conocido como
Planchada La Puntilla, que se ubica sobre un glacis en la localidad de La Puntilla cerca de
la villa de Amaicha del Valle. Este período de ocupación se determinó a través de

15
Jimena Roldán
dataciones de barnices por la técnica de VML, otros elementos como la alfarería y algunas
construcciones evidenciaban su ocupación tardía por parte de grupos santamarianos. El
sitio estaba compuesto por estructuras habitacionales y una estructura en arco simple,
debido a su mala conservación y a la evidencia de desmantelamiento parcial de algunas
estructuras como rastros de huaqueo no pudo definirse un diseño arquitectónico
homogéneo.

Cultura Santa María

Valle de Santa María

Muchos pioneros de la arqueología argentina (Ambrosetti 1897a, Boman 1908,


Debenedetti 1908, Dillenius 1909, Bregante 1926) excavaron y describieron objetos
pertenecientes a lo que posteriormente sería conocida como la cultura Santa María. Para
los años 40’ Ardissone (1940) y Márquez Miranda (1946) estudiaron sitios de filiación
Santa María, pero es Bennett, Bleiler y Sommer en el año 1948 quienes definieron un
estilo local temprano en La Paya a partir de las urnas santamarianas. En la década del 70’
Tarragó, como investigadora principal, junto a otros colegas (Tarragó 1964, 1980 y 1987,
Tarragó y Núñez Regueiro 1972, Tarragó y De Lorenzi 1976, Tarragó y Díaz 1977)
comenzaron a debatir la problemática santamariana en el valle homónimo y ya para la
década de los 80’ otros investigadores se sumaron a su estudio (Baldini 1980, entre
otros).

El arte santamariano, tuvo su clímax en el valle de Santa María y se expresó sobre todo en
la cerámica funeraria representada por urnas utilizadas para el entierro de infantes y
pucos que acompañaban a estas urnas o eran utilizados en el ámbito ritual para servir
alimentos o bebidas y como objetos de intercambio (Tarragó 2000). Una serie de estudios
de seriación de las urnas (Perrota y Podestá 1978, Weber 1978, Baldini 1980) permitió
entender algo de la variabilidad estilística que las mismas presentaban y fueron muy
útiles cronológicamente. En la actualidad, a pesar de que estas seriaciones son muy
discutidas, es evidente que las mismas varían considerablemente en su distribución
espacial y representan diversas inclusiones y exclusiones sociales dentro del mundo
calchaquí (DeMarrais 2001).

En materiales perecederos se han encontrado trabajos muy delicados en cestería con


forma de recipientes, también tejidos con lana de camélidos en forma de cestos y en
otros textiles que llevan guardas con grecas. En madera se han encontraron objetos
utilitarios como los cuchillones y las palas para tareas textiles, así como otros vinculados
con rituales, como las tabletas para el consumo de polvos alucinógenos talladas con
formas de animales (quirquincho) o con personajes en el mango. Mates y calabazas
decoradas con pirograbados, motivos geométricos o el tema de la serpiente bicéfala,
figuras con escudos o rostros antropomorfos y volutas (Tarragó 2000).

16
Jimena Roldán
Los objetos de metal son escasos, se han recuperado ornamentos cefálicos, alfileres,
hachas, cuchillos, cinceles, etc., muchos de estos objetos parecen haber tenido una
función social relativa al prestigio o poder social antes que un fin utilitario y
eventualmente terminaban formando parte de algún ajuar fúnebre. De lo que si se tiene
un registro material importante es de todos aquellos elementos y herramientas utilizadas
para la producción metalúrgica y los desechos de ésta actividad, como ser: crisoles,
moldes y recortes de metal (DeMarrais 2001).

El patrón de asentamiento que presentaba esta cultura es altamente complejo. En el


extremo norte del valle Calchaquí los poblados santamariano se agrupaban alrededor de,
al menos, once núcleos importantes de población (Fuerte Alto de La Poma, Pukara de
Palermo, Payogasta, Cachi adentro, El Churcal, Molinos y Angastaco) que combinaban los
pukaras con poblados bajos. En el espacio del valle el desarrollo era aún mayor con
catorce núcleos con alta densidad de viviendas (Tolombón, El Pichao, Quilmes, Fuerte
Quemado, Las Mojarras, Rincón Chico, Pukara de Famabalasto, Loma Rica de Schiquimil,
La Loma de Jujuil, Yasyamayo, Amaicha, Masao, Ampajango, Pajanguillo) y la misma
organización espacial (Tarragó 2000).

Por su posición intermedia entre la puna y las selvas, éste valle seguramente operaba de
nexo entre las sociedades que habitaban las áreas aledañas con recursos muy
diferenciados (Albeck 2000). Santa María parece haber aprovechado ampliamente esta
situación geográfica tan estratégica ya que poseían emplazamientos aldeanos
evidenciados en restos habitacionales y cementerios de urnas en los valles de Tafí, Lerma,
El Cajón, Hualfín (Baldini 1980) y cuenca de Tapia-Trancas en Tucumán (Caria 2004), que
sugieren un control de estos espacios productivos desde el valle de Santa María (Tarragó
2000).

Zona de estudio

Acotando los antecedentes a la zona de estudio, como se hizo con el formativo, Sosa
(1999 y 2001) realizó el mismo trabajo de mapeo para lo que consideraba asentamientos
Tardíos. Para ello dividió a la zona de estudio en seis conjuntos, y en términos generales
identificó dos ejes de ocupación, el primero ubicado por debajo de la cota de los 2.000
msnm hasta el río Santa María y el otro por encima de los 2.300 msnm hasta alcanzar los
4.000 msnm. Con respecto al periodo anterior (Formativo) observó una expansión de la
ocupación basada en la explotación de todos los conos de deyección con posibilidades
agrícolas, en muchos casos superando en extensión a la ocupación actual; también
aumentó la densidad de ocupación en el área pedemontana, dando lugar, en algunos
casos, a la formación de los primeros conglomerados caracterizados por su localización en
zonas desfavorables para la agricultura pero con acceso directo a terrenos favorables
para ello. La ocupación de zonas de altura es clara para esta época. Llama la atención la
presencia de zonas discretas, pudiendo deberse a las limitaciones de la metodología y/o a
la geomorfología del paisaje que hace a algunos lugares más aptos para la actividad

17
Jimena Roldán
agrícola que a otros, gracias a la disponibilidad de agua. Finalmente, detectó la presencia
de sendas que comunicaban diferentes zonas del pedemonte en dirección esto-oeste, ello
le permitió suponer la presencia de un solo grupo socio-cultural disperso en toda la
región de los faldeos.

En la Quebrada de los Cardones Rivolta (1999, 2007 y 2010) investigó un sitio


arqueológico perteneciente al PDR cuya ocupación se extiende hasta la época del
contacto (989-1490 d. C.), determinado por el tipo y disposición de estructuras, la
cerámica de filiación santamariana, Belén e Inca (Rivolta y Salazar 2007 y 2008) y
dataciones radiocarbónicas sobre macrorrestos vegetales. Este fue definido como un
poblado ubicado en las laderas y cumbres de cerros, del tipo conglomerado semiurbano,
con un trazado unilineal e irregular que se vio dividido por el río Amaicha. Internamente
estaba compuesto por espacios domésticos y comunitarios. Las estructuras de tipo
residenciales eran grandes rectángulos que en ocasiones tenían adosadas o incluidas una
o más estructuras circulares pequeñas, en ellas no parecía existir segmentación y
especialización en la utilización de los espacios. Por otro lado, se observaron estructuras
de tipo agrícola al pie del cerro y próximos al sitio en cuestión, como así también grandes
estructuras rectangulares que pudieron funcionar como corrales. En la excavación de una
estructura pública fueron encontradas grandes cantidades de restos de maíz (Zea mays),
y en la de una estructura doméstica se hallaron restos de poroto (Phaseolus sp.) (Rivolta
2010).

En el área de Ampimpa y específicamente en el sitio El Observatorio, Gómez Augier partió


desde una perspectiva geoarqueológica para detectar patrones de ocupación del espacio,
que a su vez le permitieron establecer las relaciones existentes entre la organización de
las estructuras y vestigios arqueológicos con las unidades de paisajes, proporcionándole
así una visión dinámica de la interacción entre el medio ambiente y los grupos
prehispánicos. Concluyó que en este sitio (debido a su ubicación, la evidencia material
superficial y aquella surgida de los sondeos) fueron realizadas actividades relacionada al
manejo y/o procesamiento de camélidos. Teniendo importantes zonas de pastizales en
las inmediaciones del sitio, esta actividad fue llevada a cabo durante los meses de verano
y el sitio pudo ser utilizado como puesto para pernocte de pastores y animales (Gómez
Augier 2005 y 2007). Esta idea se vio reforzada por la ausencia de estructuras agrícolas y
la alta concentración de restos esqueletales de vicuñas y llamas encontrados en los
sondeos (Gómez Augier 2006).

Valle de Tafí

El primero en reconocer y excavar estructuras de filiación Santa María en el Valle de Tafí


fue González en el año 1960. Frente al cerro Pabellón encontró estructuras rectangulares
semienterradas y un cementerio, cuya cerámica los ubicaba en el Período de Desarrollos
Regionales (González y Núñez Regueiro 1960).

18
Jimena Roldán
Tres décadas más tarde Núñez Regueiro estableció la existencia de estructuras tardías en
todo el valle, pero hace un especial énfasis en lo encontrado en el sitio de Casas Viejas (El
Mollar), la excavación parcial de lo que hoy se conoce como el Montículo ceremonial
arrojó evidencia alfarera asociada al PDR (Núñez Regueiro y García Azcárate 1996).

En el año 1995 Manasse comenzó a trabajar en la zona de Los Cuartos (Tafí del Valle)
donde realizó estudios de impacto sobre los restos arqueológicos pertenecientes tanto al
período Formativo como al Tardío. Dentro de éste último encontró, a partir del estilo
cerámico, grupos de filiación Santa María. Describió sus poblados como núcleos
poblacionales pequeños y aglutinados, que en algunos casos reutilizaban espacios
(construyendo encima de estructuras tempranas) y construcciones propias de los grupos
sociales formativos Tafí. El ordenamiento espacial se articula en función de y en relación
con espacios destinados a la agricultura (Manasse 1997, 2001, 2003 y 2006). Si a lo ya
descripto se le agregan los cementerios santamarianos encontrados en La Ovejería, Las
Tacanas, El Churqui, El Potrerillo y Los Cuartos, es evidente una ocupación y explotación
de relevancia y clara permanencia (Páez et al. 2005, Manasse 2007, Manasse et al. 2008a,
Manasse et al. 2008b).

También fueron encontradas unidades arquitectónicas de este período en El Rodeo


Grande, La Ovejería, El Churqui, La Quebradita, Las Tacanas, Los Cuartos, La Costa 1 y 2,
Barrio Malvinas Argentinas (zona distal de La Costa 2), El Lambedero, Casas Viejas y El
Potrerillo. Algunas estructuras patrón margarita (asignable al formativo) fueron asociadas
a cerámica estilísticamente Santa María (Barrio Malvinas Argentinas y Los Cuartos),
también se observaron estructuras rectangulares o circulares en piedra aisladas (Los
Cuartos y La Costa), junto con las típicas depresiones cuadrangulares o rectangulares,
asociadas ocasionalmente con otras de menor tamaño y forma circular, cuadrangular o
monticular, construidas en tierra (La Quebradita, Los Cuartos, Barrio Malvinas
Argentinas). Estas últimas suelen alinearse en número de dos, cuatro y hasta seis
unidades, siguiendo una misma orientación, difícilmente se encuentren asiladas (Manasse
2001, 2006 y 2007).

En la zona de La Quebradita, en el Valle de Tafí, fueron encontrados tanto recintos


circulares de piedra, de filiación Tafí, como otros de grandes dimensiones, rectangulares y
de tierra, asignables a la cultura Santa María. En otras áreas, dentro del valle, se repite la
misma situación. Estas sociedades ocuparon los mismos espacios residenciales y
productivos en tiempos diferentes, es decir, no estamos ante un caso de explotación
multiétnica contemporánea de un recurso, sino ante la perduración en el tiempo de la
utilización de un espacio determinado, por lo tanto estos sitios abarcaban espacios
relativamente pequeños (Núñez Regueiro y Esparrica 2010).

19
Jimena Roldán
AGRICULTURA PREHISPÁNICA

La atención a los espacios productivos agrícolas prehispánicos es una situación bastante


reciente en el NOA. Existe una gran cantidad de trabajos descriptivos respecto a la
infraestructura agrícola pero tienden a ser secundarios a los fines de las investigaciones
que se llevan a cabo.

La relación interdisciplinaria que la arqueología tiene con otras ciencias, como la


palinología, paleobotánica, pedología, geoquímica, etc., permitió el desarrollo de trabajos
serios y continuos donde el foco de atención se encuentra en la actividad agrícola, aun así
los mismos siguen siendo escasos en la actualidad.

En los trabajos presentados a continuación se observa una clara diferencia entre lo ya


conocido para el valle de Tafí y lo poco estudiado para el de Santa María tanto en el PF
como en el PDR.

Valle de Tafí

El primer trabajo enfocado en la actividad agrícola prehispánica y la evidencia material


que la misma dejó fue llevado a cabo en el año 1988 por Berberián y Nielsen (1988a). En
él describieron tres tipos de biotopos utilizados para la explotación agrícola-ganadera,
base de la economía de subsistencia de estos grupos formativos. Para ello tuvieron en
cuenta dos variables, 1) la humedad disponible en el suelo y 2) la pendiente del terreno.
De la combinación de estas surgió:

 Superficie de pendiente suave (< 8%), con un elevado nivel de humedad debido a
un manto rocoso subyacente que evita la pérdida de la misma. Sobre el manto
rocoso se dispone una capa de loess y finalmente una de humus. Este biotopo
puede aprovecharse con una inversión mínima de tecnología, pudiendo prescindir
de estructuras de riego y andenes. Ejemplo: La Bolsa, porciones media e inferior.
 Suelos con iguales condiciones que el tipo anterior, pero con superficies de
pendiente pronunciada (> 8%). Por lo tanto requieren de la construcción de
andenes para su aprovechamiento. Ejemplos: La Bolsa, porción superior y Tafí del
Valle Km 64.
 Superficies de pendientes suaves o pronunciadas con suelos pedregosos que
contienen poca humedad pero están asociados a cursos de agua permanentes.
Para ser cultivable, este tipo de biotopo debe de contar con toda una
infraestructura agrícola, desde estructuras específicas de riego hasta andenes,
terrazas y muros de contención que permitan el aprovechamiento y buena
distribución de los recursos hídricos como así también la contención y protección
de los suelos bajo cultivo.

20
Jimena Roldán
Plantearon la existencia de un cuarto tipos de biotopo que escapaba a esta combinación
de variables y por lo tanto no era apto para el cultivo. Estos estaban insertos en los
cordones montañosos con altitudes superiores a los 2.700 msnm y con un ecosistema de
tipo estepa de altura, lugares aptos para la pastura. Para el año 2001 Berberián y Giani
seguían manteniendo la postura de lo inadecuado de estas áreas para la agricultura
debido al escaso desarrollo de suelos y a la altitud en la que se encontraban. Sin embargo,
con el hallazgo de andenes de cultivo en los sitios de la Quebrada de los Corrales en El
Infiernillo (Caria et al. 2006) esta hipótesis ya no tiene sustento.

El tipo de agricultura que se practicó durante el primer estadio, que Berberián y Nielsen
(1988a) plantearon para Tafí (Tafí I), fue extensiva. Esta situación llevó a un rápido
agotamiento de los suelos bajo cultivo. Por lo tanto, los núcleos familiares se
fragmentaron y buscaron nuevas tierras para ser cultivadas. Ya para el segundo estadio
(Tafí II) se produjo un desequilibrio entre la magnitud de la población, los recursos
disponibles y la tecnología empleada para su explotación. Esta situación fue resuelta a
partir de nuevas pautas de organización del espacio, el sistema de cultivo fue de tipo
intensivo, fueron aprovechados varios tipos de biotopos y cuando fue necesario se
construyeron complejas estructuras de riego y protección del suelo. Los mismos fueron
situados lejos de las áreas residenciales (Berberián y Nielsen 1988a).

Ahora bien, las investigaciones que Berberián y Nielsen realizaron sobre los espacios
agrícolas partían de la premisa que establecía que las condiciones ambientales formativas
habían sido similares a las actuales (Spalletti y Salazar 1988). Sin embargo, hoy en día se
sabe que éstas no sólo no fueron similares a las actuales sino que variaron mucho en los
últimos 2000 años, donde se intercalaban ciclos frío/seco y cálido/húmedo (Sayago et al.
2001). Por lo tanto, las interpretaciones que Berberián y Nielsen efectuaron deben de ser
tenidas en cuenta con mucha precaución, especialmente cuando aseveraban que la
interacción humano/naturaleza en el pasado prehispánico debió de ser similar a la actual.

Para el año 1999 Carrizo y colegas realizaron el primer estudio arqueobotánico de una
gran cantidad de macrorrestos hallados en contextos arqueológicos. En el mismo
identificaron poroto (Phaseolus vulgaris) y maíz (Zea mays) domesticados, y chañar
(Goeffrea decorticans) y algarrobo negro y blanco (Prosopis nigra y Prosopis alba)
productos de la recolección. Todos ellos fueron asociados al momento más temprano de
ocupación formativa del montículo ceremonial de El Mollar en Casas Viejas. El contexto
en el cual fueron hallaron no estaba claro, podría haber sido un fogón o un basurero
(Carrizo et al. 1999).

Años después se retoma el tema de la actividad agrícola para el valle, desde una
perspectiva geoarqueológica. A partir de este momento se reconoció la variabilidad
climática pasada y se tuvo en cuenta las condiciones climáticas imperantes en la época y
región bajo estudio. Entonces, Sampietro Vattuone (2002) determinó que el modo en que
los espacios fueron utilizados estaba íntimamente relacionado con las características que

21
Jimena Roldán
presentaban las diferentes unidades geomorfológicas que conformaban este valle. Las
geoformas como los conos glacis y abanicos aluviales eran ideales para la actividad
agrícola, debido tanto a sus características (pendiente, suelo, humedad, etc.) como a la
accesibilidad de recursos (el agua). Con esto no se pretendía establecer que no hubieran
intervenido otros factores en la elección de estos lugares, como por ejemplo: creencias
religiosas, tecnologías disponibles, estructura social, etc.

A partir de ello estableció la presencia de 4 tipos de estructuras dedicadas a la agricultura


dentro del valle (Sampietro Vattuone 2002):

Líneas de despedre: acumulaciones de bloques y clastos sin selección granulométrica que


serpentean en sentido paralelo a la pendiente. Tienen no menos de un metro de ancho y
altura variable. Probablemente son producto de la actividad de despejar los campos para
evitar el entorpecimiento de la actividad de labranza. Sistematizan el uso del suelo y el
agua.

Andenes: paredes construidas perpendicularmente a la pendiente, sólidamente


edificadas con técnica de piedra seca o con mortero de barro, delineando
aproximadamente curvas que mantienen un nivel constante en la misma. Se trata de
alineamientos de rocas de diámetro variable y claramente definidas, individualmente son
más cortas que las líneas de despedre. Las más sólidas sirvieron para delimitar grandes
áreas cuadrangulares fraccionadas internamente por paredes de construcción más
sencilla, con el objeto de reducir la pendiente interna. Sistematizan el uso del suelo y el
agua.

Canchón o bancal: es el resultado de la asociación de líneas de despedre y las de


andenería. Son grandes áreas de terreno delimitadas mediante líneas de despedre,
dispuesta en terrenos de pendientes del 8 al 13 %; abundan los que están orientados en
el sentido de la pendiente dominante, con sus lados mayores paralelos a ésta. Por lo
general, contienen delimitaciones internas constituidas por las líneas de andenes. En
aquellas zonas en que la pendiente se suaviza los canchones adoptan diseño cuadrangular
y de superficie aplanada. Muchos de estos espacios tienen en planta forma de “V” con el
vértice en la zona más alta del terreno y carecen de delimitaciones en la parte más baja,
tomando los lados un diseño sinusoidal.

Canales de drenaje: sus márgenes están revestidas con muros de material clástico para
evitar la exhondación del lecho; en el fondo de algunos de estos canales hay
escalonamientos en los lugares de los cuales surgen líneas de andenería.

Paralelamente, las estructuras circulares simples también pudieron ser vinculadas a la


agricultura dada la regularidad en su distribución en las áreas de cultivo, lo cual
demuestró que las mismas estaban dispuestas funcionalmente para optimizar la
utilización del espacio (Sampietro Vattuone 2002).

22
Jimena Roldán
Para el año 2005 Oliszewski y su grupo de investigación encontraron a una altura de 3.200
msnm en la Quebrada de los Corrales (El Infiernillo) sitios de filiación Tafí. Estos estaban
conformados por un área netamente residencial, un área agrícola-ganadera y una cueva.
El sector agrícola se asentaba sobre un sustrato loésico, conformado por andenes de
cultivo cuya altura y ancho dependían de la microtopografía (pendiente de 15% a 35%) y
con un sistema de riego natural estacional, es decir que controlaban el agua de lluvia,
canalizándola (aprovechando el curso de la escorrentía natural) y almacenándola (en el
área de cumbre se encontraron espacios que pudieron ser utilizados como reservorios de
agua) para luego usarla en los cultivos. Actualmente esto sería imposible debido a lo seco
del ambiente, sin embargo a principios del primer milenio d. C. las condiciones
medioambientales eran más cálidas y húmedas y los andenes estaban orientados hacia el
este de la quebrada, es decir que recibían los vientos húmedos que provenían del valle. A
su vez fueron reconocidas estructuras ceremoniales asociadas al área agrícola que
podrían estar relacionadas con la disponibilidad de agua y los momentos oportunos de
siembra (Caria et al. 2006 y 2009, Caria et al. 2007, Caria et al. 2010a, Gramajo Bühler
2011, Oliszewski 2011).

Dentro de la cueva fue hallada una importante cantidad de macrorrestos de chañar


(Goeffrea decorticans), tala (Celtis sp.) y algarrobo (Prosopis sp.), situación que se
mantuvo a lo largo de toda la estratigrafía ocupacional (PF), lo cual sugirió que este
recurso producto de la recolección no dejo de tener vigencia a pesar de la existencia de
vegetales domesticados (Carrizo et al. 2003). A su vez, estas plantas no provenían de los
valles, el algarrobo era característico de la provincia fitogeografía del Chaco y los otros
dos eran propios de la provincia del Monte, situación indicativa de la movilidad de estos
grupos hacia otros pisos ecológicos. Simultáneamente, dentro de los vegetales cultivados
se encontraron el poroto común (Phaseolus vulgaris var. vulgaris L.), zapallo (Cucurbita
sp.), pseudocereales (quinoa-Chenopodium quinoa o amaranto-Amaranthus sp.),
tubérculos microtérmicos, y granos, marlos y chala de maíz (Zea mays). De este último
fueron halladas cuatro variedades: maíces duros de maduración relativamente temprana
como el Pisingallo y Morocho amarillo, maíces tipo Culli y maíces harinosos tipo Capia de
maduración tardía (Arreguez y González Díaz 2007, Babot 2007, Arreguez et al. 2009 y
2010). Este último fue hallado dentro de la Cueva en forma de marlos, chala y granos
tanto en estratigrafía como en elementos de molienda, también se lo halló termoalterado
en una estructura habitacional (Oliszewski 2009) y como fitolitos en el sedimento de
varios andenes de cultivo (Gómez Augier et al. 2008), todo lo cual indicaba su cultivo in
situ. La evidencia arqueobotánica mostró que en la cueva se realizaron actividades de
procesamiento, consumo y descarte de restos vegetales alimenticios (Oliszewski et al.
2010).

Si bien el maíz es un cultivo de tierras de mediana altitud, se registra tanto en valles


intermontanos, que pueden alcanzar hasta los 3.000 msnm, como en zona de puna,

23
Jimena Roldán
haciendo evidente que fue uno de los recursos alimenticios más importantes de éste
período (Oliszewski 2009).

En otra región del Valle y retomando los trabajos de excavación en el sitio La Bolsa 1, se
observó que para el PFT las prácticas agrícolas fueron un condicionante del lugar donde
las estructuras habitacionales eran construidas. En este fueron detectados dos sectores
bien diferenciados, un espacio de pendiente abrupta donde se observaron estructuras
circulares de tipo residencial y un espacio amplio de menor pendiente, prácticamente
libre de estructuras residenciales y con rasgos productivos que indicarían actividades de
tipo agrícolas (Franco Salvi 2010). Dentro de unos morteros encontrados en el sitio se
recuperaron silicofitolitos asignables a maíz (Zea mays)). Y en uno de los campos de
cultivo, cerca de un muro de contención, se encontró un paquete óseo conformado por el
cráneo y las extremidades de un camélido, asociado a fragmentos de cerámica y cubierto
por un pequeño montículo de rocas, semejante a una apacheta (Salazar y Franco Salvi
2010). Probablemente como ofrenda a la madre tierra para que cuide los suelos bajo
cultivo, controlando el clima y la fertilidad del mismo (Sampietro Vattuone et al. 2008).

Valle de Santa María

Hasta hace unos años, el estudio de la actividad agrícola prehispánica en esta región, se
limitaba a descripciones, más o menos detalladas, de las estructuras utilizadas para
contener el suelo o limitar un espacio de cultivo (como ser andenes, terrazas, canchones
o cuadros de cultivo, etc.) y aquellas que proveían del agua necesaria para que los
mismos prosperasen (como ser acequias, canales de riego, etc.). Luego, se ubicaba esta
infraestructura productiva en el espacio del asentamiento estudiado, es decir, que
relación tenía con otras estructuras, ya sean de tipo residencial, corrales o áreas
funerarias.

De estas descripciones se extrae que para el formativo las estructuras residenciales o


habitacionales, principalmente circulares, se encontraban dispersas entre campos de
cultivo que tendían a ser similares a otros asentamientos Formativos propios del valle de
Tafí o de otras zonas del valle de Santa María (El Ciénago en Capinchango, Tarrago y
Scattolin 1999; sitio Yutopián en el valle del Cajón, Scattolin y Gero 1999, sitio Loma Alta
en la falda del Aconquija, Scattolin 2001, entre otros), aunque también se han registrado
algunos asentamientos formativos que poseen el área residencial separada del área
agrícola (sitio El Tesoro II en la falda del Aconquija, Scattolin 2001; sitios Cardonal y Bordo
Marcial en el valle del Cajón, Scattolin et al. 2007 y 2009, entre otros), e incluso se
observó un caso particular donde se había invertido una gran cantidad de esfuerzo y
tiempo en la construcción de áreas residenciales cercadas separadas de las agrícolas (sitio
Morro de las Espinillas, en la falda del Aconquija, Scattolin 2003).

En las excavaciones de estos sitios formativos se han encontrado algunos restos vegetales
como chañar (Goeffrea decorticans) sin contexto en el sitio de Bañado Viejo (Scattolin et

24
Jimena Roldán
al. 2001), o descripciones de restos carbonizados de chañar (Goeffrea decorticans), maíz
(Zea mays) y poroto tanto silvestre (Phaseolus vulgaris) como cultivado (Phaseolus
vulgaris var. Vulgaris L.) asociados a fogones y contextos de uso en los sitios El Tesoro,
Puerto Antigal y Loma Alta ubicados en la falda del Aconquija (Pochettino y Scattolin
1991).

La arquitectura agrícola del PF es muy inferior en extensión y complejidad constructiva a


la registrada para el PDR, donde se le dió una especial relevancia al aumento de la
actividad productiva, probablemente como respuesta al incremento demográfico y la
ampliación de las redes de intercambio y tráfico caravanero (como Cachi adentro; Las
Pailas, DeMarrais 2001; El Pichao, Cornell y Johansson 1993, entre otros). La situación
climática que vivía el valle para el Tardío, obligó a las poblaciones a ser mucho más
creativas en cuanto a la forma de obtener agua para sus regadíos y de construir para
evitar la pérdida de los suelos que permitían el desarrollo de las plantas cultivadas.

Uno de los pocos y más recientes trabajos enfocado en la agricultura del PDR para el valle
Calchaquí Medio es el que están llevando a cabo Williams junto con su grupo de
investigación en sitios como La Campana, Fuerte de Tacuil, Peña alta, Las cuevas, Fuerte
de Gualfín y Corralito. Si bien aún tienen muchos interrogantes, es evidente que la
extensión y calidad de la infraestructura agrícola como así también la de regadío
muestran que el área fue un importante sector de producción de alimentos. Aunque esta
amplia red agrícola no tiene igual en tamaño en relación a la instalación humana en áreas
residenciales encontradas en los alrededores. Aparentemente, los principales cultivos
parecen haber sido los tubérculos, en contraposición a lo que se establece hasta el
momento donde el maíz es considerado el cultivo de mayor importancia en el NOA para
épocas precolombinas, sin embargo aún es un dato a confirmar (Williams 2007, Williams
et al. 2010).

Zona de estudio

Dándole un poco más de énfasis al área de estudio se describe con mayor detalle lo
registrado hasta el momento en lo que respecta a infraestructura agrícola y su relación
con las áreas residenciales. Sin embargo, estos trabajos no superan la mera descripción.

Por un lado, Sosa (1996/97) identifica para el PF estructuras lineales que reconoce como
andenes de cultivo cerca del Infiernillo, pero debido a la falta de trabajos que hablen de
actividad agrícola a dicha altura y en dicha región, la desestima como construcciones
tempranas y las relaciona con el PDR. En la actualidad, los trabajos de Oliszewski (2011)
en el sitio Quebrada de los Corrales (El Infiernillo) muestran evidencia de lo contrario. En
otro de los sitios que reconoce como formativo, ubicado cerca del río de Amaicha y entre
los 2.900 y 4.000 msnm, encuentra nuevamente estructuras de tipo agrícolas, pero en
este caso, al ser tan evidente su patrón temprano, las asigna al PFS. Finalmente, en un

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Jimena Roldán
cono de deyección en las inmediaciones del río de Ampimpa, reconoce la presencia de un
asentamiento que también asigna al PFS, de tipo fundamentalmente agrícola.

Por otro lado, para el PDR Sosa (2001) observó, en la misma zona, algunas líneas que
reconoció como andenes de cultivo y acequias. En la región de Yasyamayo no identificó
estructuras con fines agrícolas aunque sabía de la existencia de las mismas por
comentarios de Tarragó. Cerca de Molle Yaco distinguió áreas residenciales separadas de
las agrícolas, observó un predominio de estructuras cuadrangulares e irregulares por
sobre circulares y lineales, entre las estructuras agrícolas registró líneas transversales,
líneas de despedre y canchones de cultivo. Más al sur registró canchones asociados y
aislados en el Campo del Sauzal y canchones aislados y líneas transversales en el Campo
de los Cardones, algunos de estos canchones de cultivo han sido reutilizados por
poblaciones actuales. En otras áreas, como la llanura aluvial del río de Amaicha, tuvo una
dificultad dada por la poca visibilidad debido a la intensa reocupación de la zona por parte
de poblaciones actuales, mientras que en otros casos el problema fundamental fue la
falta de controles de campo que este trabajo presentaba.

En la localidad de Los Zazos, en un sitio llamado El Remate, Aschero y Ribotta (2007)


describieron andenes de cultivo cercanos a las estructuras habitacionales formativas del
sector sur, que se articulaban con ellas o se encontraban en sus inmediaciones. Estos
últimos, estaban regados por una acequia cubierta que traía el agua desde una distancia
mayor a los 500 m, desde una fuente que no pudieron detectar; mientras que los andenes
que se articulaban con las estructuras habitacionales pudieron ser atemporales o bien
fueron regados desde una posible represa al pie del faldeo. Evidentemente tenían un
destacado manejo y control de los medios de irrigación, situación confirmada por los
análisis pedológicos (no publicados, ni detallados en este trabajo) realizados en algunos
de estos andenes. Paralelamente, estos andenes controlaron la erosión, ya que en
aquellos lugares donde estaban intactos no existían arrolladas ni marcas de erosión
hídrica, mientras que en aquellas zonas donde estaban deteriorados, las marcas
producidas por la erosión hídrica eran evidentes.

En el sitio Quebrada de los Cardones, Rivolta (2007) describió estructuras agrícolas como
andenes y recintos ubicados al pie del cerro que estaban directamente relacionados con
dicho sitio tardío. Sin embargo, también observó áreas de producción y sistematización
agrícola en las márgenes del río Amaicha como en conos y abanicos aluviales cercanos,
donde registró líneas de andenería y estructuras circulares pequeñas instaladas a lo largo
de dichas líneas a modo de depósitos. En este último sector mencionaba la presencia de
estructuras circulares formativas tipo Tafí (ya descriptas con anterioridad) posiblemente
asociadas con las estructuras agrícolas. Años después encontró, en excavaciones
realizadas dentro de una estructura rectangular de tipo doméstica, una gran cantidad de
restos arqueobotánicos como granos y fragmentos de mazorca de maíz (Zea mays) y
vainas de leguminosas (Prosopis sp.) (Rivolta 2010).

26
Jimena Roldán
En el sitio Bajo Los Cardones, Somonte (2007) describió la presencia de recintos circulares
y subcirculares dispersos entre campos de cultivo compuestos por andenes y terrazas de
cultivo asociados a acequias y canales de riego. Este espacio estuvo construido con el fin
de relacionar el área de residencia con algunos recursos naturales y actividades tanto de
producción como de circulación, situación ya registrada para otros sitios formativos
estudiados en el valle (Scattolin 2001).

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Jimena Roldán
ANTECEDENTES
GEOARQUEOLÓGICOS
En este apartado se tomaron en cuenta todos aquellos trabajos que indefectiblemente
tuvieran un enfoque geoarqueológico, y estuvieran ubicados espacialmente en los valles
Calchaquíes y regiones afines, para poder contextualizar y justificar este trabajo de
investigación. Los siguientes subtítulos fueron ordenados de acuerdo a la escala de
estudio requerida en cada caso, es por ello que el primero refiere a los trabajos
paleoambientales que permiten mostrar la regionalidad de las fluctuaciones climáticas
observadas durante el Holoceno tardío. En el segundo subtítulo se muestra como la
fotointerpretación permite ordenar espacialmente información relativa a la distribución
de estructuras en el paisaje y su relación con el medioambiente. En el tercer subtítulo se
presenta un trabajo donde la geomorfología es una fuente de información cronológica y
medioambiental fundamental para el entendimiento de estas poblaciones agrícola-
ganaderas. En el cuarto subtítulo se establece como la actividad humana modifica el suelo
donde se asienta una población. Mientras que el último subtítulo, evidencia como esta
actividad y la perduración de la misma en el tiempo deja improntas prácticamente
imborrables en el suelo que habita.

EVOLUCIÓN PALEOAMBIENTAL

La diversidad ambiental que presenta el NOA permite inferir cual fue el potencial manejo
del espacio y recursos que las poblaciones formativas efectuaron. Si bien en cada región
hubo variantes climáticas y cada grupo humano tendió a tomar decisiones adaptativas
diferentes frente a iguales condiciones, lo cierto es que las primeras poblaciones
agrícolas-ganaderas aparecen tanto en la puna meridional argentina (3000-2500 cal. AP)
(Olivera et al. 2004), en el valle de Tafí (2300-1100 cal. AP) (Berberián y Nielsen 1988a,
González y Núñez Regueiro 1960) y aparentemente en un sector del piedemonte oriental
de Cumbres Calchaquíes dentro del valle de Trancas (3420 ± 40 AP) (Caria 2004 y 2008,
Caria et al. 2010b) en un momento en el cual las condiciones climáticas tendían a ser más
húmedas y en algunos casos más cálidas que las actuales.

Estudios paleoambientales relacionados a asentamientos arqueológicos

Estudios pedológicos realizados en perfiles arqueológicos ubicados en diferentes


unidades geomorfológicas dentro del valle de Tafí, mostraron claramente un cambio en
las condiciones climáticas reflejado en la discontinuidad existente entre suelo y
paleosuelo, manifiesto por la ausencia del horizonte 2A en los perfiles descriptos en áreas
muy expuestas como ser los andenes y las zonas externas a las unidades residenciales.

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Jimena Roldán
Este paleosuelo mostró condiciones de formación más húmedas que las actuales y de
gran estabilidad paisajística. La datación realizada ubicaba esta sección del perfil en el
2480 ± 110 AP. El ciclo erosivo registrado en la superficie de este paleosuelo estaría
indicando condiciones climáticas muy áridas para finales del primer milenio, que
posteriormente, a juzgar por la sedimentación e incipiente edafización del suelo actual
hubo una recuperación de los niveles de humedad, aunque la disponibilidad de agua no
sería la misma que durante el Formativo (Sampietro Vattuone 2002).

En el valle de La Ciénega, estrechamente vinculado ambiental y culturalmente al de Tafí,


Cremonte (1996) observó que las unidades estructurales prehispánicas se encontraban
emplazadas cerca de arroyos importantes, cuya llanura de inundación evidenciaba un
acarreo mayor de caudal que el actual y que, probablemente, debió ser permanente
durante un lapso importante de la ocupación formativa. En concordancia con uno de los
fechados más tempranos (1970  120 AP), la ocupación de La Ciénega parecería coincidir
con una época más húmeda y templada que la actual.

Con posterioridad y en el mismo valle, Iacullo (2004) estableció que los aspectos
ambientales de éste muestran algunas similitudes con los observados para el valle de Tafí.
En primer lugar, todos los perfiles presentaban un suelo enterrado formado con
anterioridad y contemporáneo a la ocupación formativa. Luego se daba la ocurrencia de
un ciclo árido-semiárido que eliminó parte del suelo y generó la depositación de
materiales retransportados que enterraron las superficies de ocupación y constituyeron el
material parental sobre el cual se desarrolló el suelo actual. Sin embargo, no encontró
ningún indicador que estableciera condiciones de mayor humedad durante el formativo.

Un poco más al norte en el valle de Trancas, Caria determinó, en base al análisis


estratigráfico, sedimentológico, químico (Caria 2004 y 2008), polínico (Caria y Garralla
2006) y dos fechados radiocarbónicos, tres momentos paleoclimáticos en un período
comprendido entre los 3400 años AP y 1100 años AP de ocupación prehispánica en la
cuenca Tapia-Trancas (Caria 2004). Para el 3420 ± 40 AP estableció que se dieron
condiciones de mayor humedad que la actual, coincidente con el desarrollo de un
paleosuelo, donde arqueológicamente se observaron dos fogones asociados a fragmentos
cerámicos. Este momento se identificó como Momento Húmedo Inicial (MHI). Con
posterioridad determinó un Momento Árido-Semiárido Medio (MAM) cuyas condiciones
paleoclimáticas pueden haber estado dadas por una disminución en la temperatura,
cronológicamente estaba asociado a un sitio arqueológico datado en el 500 d. C. Este
momento fue relacionado con movimientos poblacionales de distintos grupos culturales
del PFM. Es probable que este MAM haya durado poco tiempo, pero lo suficiente como
para producir algunos cambios en el desarrollo cultural del NOA. Luego se inicia un
período donde las condiciones de aridez eran mayores a las actuales, este fue definido
como Momento Árido-Semiárido Tardío (MAT), relacionado con la finalización del PF o
PFS y la iniciación del PDR (1020 ± 35 AP), donde arqueológicamente fue asocia a una

29
Jimena Roldán
estructura habitacional con presencia de material cerámico y lítico perteneciente a la
cultura Santa María. Finalmente se instalaron las condiciones imperantes actualmente,
con fluctuaciones menores (Caria 2004 y 2008).

Por último, en la Puna Meridional Argentina (Antofagasta de la Sierra) se realizaron


trabajos paleoambientales directamente relacionados con la ocupación humana de esta
región a lo largo de todo el Holoceno (Morales 2010, Olivera et al. 2004). Para el
Holoceno tardío se observaron variaciones climáticas que parten de un momento más
húmedo a uno de extrema sequedad. Para los 3000 años AP comenzaría un ciclo de alta
humedad que beneficiaría la adaptación de sociedades pastoriles con la incorporación de
la agricultura, ya para los 2000 años AP se notó un incremento en la ocupación de
sectores aptos para las prácticas agrícolas como los cursos inferiores de las quebradas del
río Punilla. Finalmente, entre los 1650-1700 años AP las condiciones ambientales
comenzaron a ser más secas, para el 1000 d. C. se dio el pico de sequedad ambiental que
parece coincidir con la incorporación de nuevos criterios tecnológicos agrícolas mediante
el uso de riego artificial en terrenos de mayor pendiente, es decir, antes que trasladarse a
ambientes más favorables las sociedades eligieron incorporar nuevas tecnologías para
mejorar el rendimiento del medioambiente que explotaban (Tchilinguirian y Olivera 2000,
2005 y 2007, Tchilinguirian et al. 2005, Olivera et al. 2008).

Esta nueva evidencia sobre las fluctuaciones climáticas que se manifestaron a lo largo del
Holoceno tardío en la región del NOA dejaron sin efecto los estudios petrológicos-
sedimentológicos asociados a restos culturales recuperados en el sitio La Bolsa (valle de
Tafí) que afirmaban que las condiciones imperantes en tiempos prehispánicos no habrían
sido muy diferentes a las actuales (Spalletti y Salazar 1988).

Estudios paleoambientales realizados sobre otras evidencias

En el valle de Tafí, específicamente en un perfil de unos 16 m (El Infiernillo) el registro


polínico mostró que antes del 2000 ± 50 AP hubo un predominio de vegetación herbácea
con asociación polínica característica de la estepa graminosa. Luego, entre el 2000 ± 50
AP y el 875 ± 20 AP se registró un incremento en el porcentaje de polen arbóreo y
arbustivo con especies típicas del bosque montano conjuntamente con vegetación
herbácea con mayor variedad de tipos polínicos que en el estrato anterior. Esta
asociación sugirió mayor aporte polínico por vientos provenientes del este y cambio de
condiciones frías y secas a frías más húmedas. A partir del 875 ± 20 AP hasta la actualidad,
el porcentaje de polen arbóreo y arbustivo volvió a disminuir con dominancia de las
especies herbáceas sugiriendo una disminución de la humedad respecto al período
anterior (Garralla 1999).

En el valle de Santa María, el estudio sedimentológico realizado en las márgenes del río
Santa María arrojaron evidencia que apoyaba estas fluctuaciones climáticas imperantes
en los valles Calchaquíes. Strecker (1987) localizó capas de arena ricas en materia

30
Jimena Roldán
orgánica, en ambas márgenes del río, las cuales fueron datadas en 2190 ± 530 AP, que
corresponderían a un período de gran humedad para el Holoceno tardío. Para el 800 d. C.,
a partir de estudios pedoestratigráficos de sedimentos ubicados en la margen izquierda
del río, observó condiciones de mayor aridez que las precedentes.

FOTOINTERPRETACIÓN

Como parte de su tesis doctoral Sampietro Vattuone (2002) realizó una amplia cartografía
de algunas de las diferentes unidades geomorfológicas que conformaban el valle de Tafí,
consideró también su topografía, hidrología, litología y la forma en que las distintas
unidades arqueológicas se distribuían dentro de dichas geoformas. El fin de este trabajo
fue el poder reconstruir el paleoambiente del valle, los procesos de formación de los
sitios y los factores asociados a las preferencias en la selección de los lugares de
asentamiento, es por ello que esta cartografía como primer paso fue de fundamental
importancia. La elaboración de la misma le permitió tener una visión integradora de lo
que sucedía en el valle y establecer si los asentamientos humanos observados respondían
a condicionantes medioambientales o no. La mayoría de los sitios arqueológicos se
encontraban en el pedemonte y fondo de valle, mientras que algunas estructuras aisladas
fueron reconocidas a mayor pendiente. Los conos glacis y abanicos aluviales mostraban
estructuras de adenería asociadas a las residenciales, mientras que en el glacis cubierto
del piedemonte de Cumbres Calchaquíes sólo se observaban estructuras habitacionales,
con la excepción del glacis cubierto ubicado al pie del cerro Ñuñorco Grande, sobre el cual
se asentaba el sitio Casas Viejas. Sin embargo, Manasse et al. (2008b) encontró
estructuras de tipo agrícola en el glacis cubierto de Los Cuartos, aunque consideraba que
su número se ha reducido considerablemente debido a la actual urbanización que sufre la
zona, lo cual puede explicar porque Sampietro Vattuone no las registró a partir de la
fotointerpretación.

Para el valle de Santa María se pueden reconocer dos trabajos donde se utilizó la foto
interpretación como elemento de análisis. En uno de estos casos la zona de estudio fue la
misma que la considerada para esta tesis.

De este modo, Sampietro Vattuone y Neder (2011) utilizaron la fotointerpretación para


poder estudiar la evolución cuaternaria del paisaje en la vertiente occidental de cumbres
Calchaquíes (valle de Santa María) y como esta se relacionaba con la ocupación humana
prehispánica. Elaboraron un mapa litogeomorfológico que contenía las unidades
geomorfológicas ordenadas cronológicamente y un mapa arqueológico para representar
el lugar que los sitios arqueológicos ocupaban dentro del contexto paisajístico de cada
unidad. Debido a la escala (1:50000) en la que se trabajó fue imposible dibujar un mapa
arqueológico preciso es por ello que se delimitaron áreas arqueológicas y se realizaron los
controles de campo correspondientes. A partir de la forma y distribución de las

31
Jimena Roldán
estructuras arqueológicas observadas y de la recolección en superficie de algunos tiestos
cerámicos pudo establecerse una cronología relativa para los sitios mapeados. Donde los
abanicos aluviales son las únicas unidades geomorfológicas que contiene solamente
estructuras del período Formativo, es decir estructuras circulares dispersas en campos de
cultivo. Mientras que los glacis cubiertos (nivel 2) y laderas tenían estructuras de los
períodos Formativo y Desarrollos Regionales superpuestas, las primeras reconocibles por
el patrón de distribución ya especificado para los abanicos aluviales y las segundas
identificables por estructuras más bien rectangulares dispersas entre campos de cultivo y
un asentamiento semiurbano ya descripto por Rivolta (2007).

Ya fuera del área de estudio de esta tesis, pero considerado por ser el único trabajo de su
tipo en el resto del valle, está el artículo de Álvarez Larraín (2007) quien utilizó la
teledetección para determinar patrones de asentamiento en el sureste del valle de Santa
María, que le permitieron elaborar una imagen articulada de las relaciones entre los
asentamientos humanos pasados, los rasgos topográficos del paisaje y los recursos del
medio. Como resultados preliminares registró la presencia de estructuras habitacionales,
la mayoría ubicadas en terrazas fluviales (antiguos abanicos aluviales), con la excepción
de una estructura observada en el fondo del valle.

GEOMORFOLOGÍA

Una vez elaborada la cartografía, Sampietro Vattuone y Neder (2011) establecieron, para
el valle de Santa María, las características geomorfológicas, el desarrollo cronológico
relativo y las relaciones entre el desarrollo geomorfológico y los asentamientos
precolombinos para el área comprendida entre el río Amaicha al sur, el Campo La Hoyada
al norte, las vertientes de agua de las Cumbres Calchaquíes al este y el río Santa María al
oeste, en el piedemonte y ladera norte de Cumbres Calchaquíes. A partir de ello
identificaron, de acuerdo a su génesis, las siguientes unidades de paisaje cuaternarias:
formas estructural-denudativas (escarpas estructurales y laderas denudativas), formas
denudativas (glacis cubierto), formas fluvio-aluviales (abanicos aluviales, abanicos
fluviales y terrazas fluviales) y formas eólicas (dunas estabilizadas).

En las laderas denudativas no observaron estructuras arqueológicas por medio de la


fotointerpretación, pero en el control de campo vieron algunas ubicadas en zonas fértiles
conocidas como vegas, posiblemente como puestos para el pastoreo de animales
(Sampietro Vattuone y Neder 2011).

Respecto a las formas denudativas (Pleistoceno), reconocieron tres niveles de glacis


cubierto, el primer y más antiguo nivel se encuentra en el límite entre las cumbres y el
piedemonte y ha sido fuertemente afectado por procesos morfodinámicos posteriores a
su formación, en el mismo no observaron estructuras arqueológicas. El segundo nivel es
el predominante en esta área de estudio, se extiende desde la zona apical del piedemonte

32
Jimena Roldán
hasta la zona media y recubre depósitos terciarios, es la unidad de paisaje con la mayor
concentración de estructuras arqueológicas, tanto del PF como del PDR, superpuestas en
algunos casos. El tercer nivel, es cronológicamente el más reciente y se localizó en la
parte baja del piedemonte, es más extensivo hacia el sur del área de estudio y tenía
escasos restos arquitectónicos precolombinos, que generalmente se encuentraban
cercanos a los glacis cubiertos de segundo nivel (Sampietro Vattuone y Neder 2011).

Finalmente, después del desarrollo de los glacis cubiertos se originaron las formas fluvio-
aluviales, primero los abanicos aluviales (Holoceno temprano), después los abanicos
fluviales (Holoceno medio y tardío) y por último las terrazas fluviales (Holoceno tardío).
Los primeros se observaron restringidos al sector sureste del área de estudio y se
originaron a partir de condiciones ambientales más húmedas que las actuales, en ellos se
encontraron estructuras residenciales circulares dispersas entre campos de cultivo y
restos cerámicos que ubicaban a estas estructuras en el PF. En el resto de las formas
fluvio-aluviales no se encontraron restos arqueológicos de ningún tipo (Sampietro
Vattuone y Neder 2011).

Relacionan esta distribución diferencial de estructuras en las unidades de paisaje al


proceso general de aridización que la región sufrió durante el Cuaternario. La evidencia
geomorfológica mostró que la disponibilidad de agua disminuyó con el tiempo. La misma
fue menor en los abanicos aluviales que en los glacis cubiertos, debido a la diferencia de
tamaño de las cuencas imbríferas, por lo que cuando las condiciones se hicieron más
áridas los ríos que aún tenían agua se encontraban en los glacis, geoformas donde se
superponen estructuras de los PF y PDR. Aún hoy, la disponibilidad de agua es mejor en
estas áreas (Sampietro Vattuone y Neder 2011).

PEDOLOGÍA

En el valle de Tafí Sampietro Vattuone (1999) analizaron perfiles edáficos intra y


extrahabitacionales en Carapunco (glacis cubierto) y El Rincón (glacis de erosión),
pertenecientes a la cultura formativa Tafí. Los resultados mostraron diferencias
sustanciales en el desarrollo edáfico entre Carapunco y El Rincón, las que respondían a
distinciones locales de los factores formadores (materiales parentales diferentes, distintas
exposiciones a la humedad y pendiente, etc.). En Carapunco prácticamente no se
observaron diferencias en el suelo desarrollado fuera y dentro de la habitación, las
características del perfil evidenciaron una homogeneidad dada por el color y la textura.
Por el contrario, en el perfil intrahabitacional descripto en El Rincón, se percibió un
desarrollo edáfico similar al encontrado en el perfil extrahabitacional hasta los 80 cm de
profundidad, de allí en más se registró un desarrollo edáfico que reflejaba condiciones
locales de mayor estabilidad ambiental sumado a variaciones producto de la actividad
antrópica. La mayor diferencia entre los contextos intra y extrahabitacionales se

33
Jimena Roldán
manifestó en el contenido de materia orgánica, siendo mayores en los contextos
intrahabitacionales.

En trabajos más acotados se hicieron descripciones de suelos en el sector de andenería y


en sectores tanto intra como extrahabitacionales del sitio El Tolar (cono glacis)
pertenecientes a la cultura formativa Tafí. En ellos se identificó un paleosuelo que fue
considerado contemporáneo con las etapas de ocupación del sitio. El mismo apareció
integrado por tres ciclos edáficos superpuestos, el primero y más superficial representaba
el suelo actual, con limitado grado de desarrollo, reflejando las características semiáridas
actuales del clima regional. El segundo se identificó como un paleosuelo con presencia de
barnices finos, estas concentraciones llamaron la atención teniendo en cuenta la textura
gruesa de los materiales de la matriz, proporcionando una idea del grado elevado de
iluviación de los horizontes que presentaban estos rasgos. Las microconcreciones de
carbonatos de calcio estaban presentes en los suelos agrícolas, producto del uso de
sistemas de irrigación y ausentes en los perfiles provenientes del interior de las
habitaciones y en las áreas donde no había construcciones agrícolas. En todos los perfiles
desarrollados fuera de unidades habitacionales estaban siempre ausentes los horizontes
superficiales del paleosuelo (2A); por el contrario, en el contexto intrahabitacional tal
horizonte constituía el piso de ocupación. La datación realizada en este sitio (2480 ± 110
AP) (796 a 403 cal. a. C.) estaba asociada a horizontes edáficos desarrollados bajo
condiciones de estabilidad y humedad mayores a las actuales, tal aseveración se
fundamentaba en la presencia de barnices delgados y a ciertas concentraciones de arcillas
iluviales. Finamente, más abajo subyacía el tercer nivel integrado por materiales
correspondientes a un ciclo ambiental marcadamente diferente, donde el predominio de
la fracción arena indicaba un ambiente generador fluvial o aluvial (Sampietro Vattuone
2002, Sampietro 2001, Sampietro y Sayago 1998).

Años más tarde se realizaron estudios pedológicos en andenes de cultivo prehispánicos


encontrados en La Quebrada de los Corrales, El Infiernillo. Cinco perfiles fueron
analizados, cuatro de ellos dentro de los andenes y el quinto fuera de toda estructura
prehispánica como perfil testigo. Los andenes fueron descriptos en capas, el primero de
ellos (andén 4) estaba constituido por 4 capas naturales. La primera de estas capas tenía
una abundante cantidad de raíces, de matriz arenosa con un 90% de clastos; la segunda
tenía una gran cantidad de guijarros y una matriz franco limo arenosa de consistencia
húmeda y un 70% de clastos; la tercera tenía un 40% de matriz limosa de color ceniciento
y un 60% de clastos; y la cuarta y última capa presentaba matriz franco limo arenosa de
consistencia muy húmeda. El segundo (andén 8) y el cuarto perfil (andén 17) estaban
constituidos por 3 capas naturales iguales, la primera tenía arena fina con grava mediana
a gruesa y clastos redondeados; la segunda presentaba estructura migajosa con un 30%
de grava mediana a fina y un 70% de arena media; y la tercera y última capa tenía una
estructura compacta con porcentaje menor de raíces y una matriz de arena mediana a
fina más húmeda que la capa anterior. Mientras que del tercer (andén 14) y quinto perfil

34
Jimena Roldán
(perfil patrón) no se registró ninguna descripción pedológica, si se mencionó la
determinación de carbono, materia orgánica, nitrógeno, fósforo y análisis texturales para
ambos. Los resultados de estos análisis dieron valores muy bajos de carbono, materia
orgánica y fósforo para ambos perfiles a excepción de la capa superficial del perfil testigo
que presentaba valores moderados de estos compuestos y el nitrógeno prácticamente no
variaba en ninguno de los dos perfiles, mientras que el análisis textural arrojó valores
definidos como franco arcillo arenoso. La diferencia entre los valores obtenidos para
ambos perfiles denotaba una erosión eólica y pluvial postdepositacional muy intensa en
el tercer perfil, el cual pertenecía a una de las 21 estructuras de adenería encontradas en
este lugar. El tipo de textura definida en el mismo era óptima para el cultivo de
tubérculos, aunque no debería de desestimarse el cultivo de la quínoa (vegetal que
necesita un suelo con buena cantidad de arcilla) o del maíz (muy adaptable a diferentes
nichos ecológicos) (Caria et al. 2010a).

En este punto es importante tener en cuenta los trabajos geológicos realizados por
Collantes, Zinck y Sayago para el valle de Tafí. Geológicamente los materiales de edad
Cuaternaria presentan una amplia distribución en esta región (Collantes 2002). Los
depósitos loésicos están formando secuencias alternantes de loess edafizado y sin
edafizar. Los paleosuelos, constituidos por loess edafizado, se presentaban con las
características de un Bt, estructura prismática, cutanes órgano arcillosos en la superficie
de los agregados estructurales, e impronta de raíces, además de enriquecimiento en
arcillas. En contraposición, las capas de loess eran ricas en limo con estructura masiva y
presencia de poliedrones que evidenciaban una depositación bajo condiciones húmedas y
posterior desecación. Entonces, la secuencia rítmica descripta reflejaba oscilaciones
climáticas repetidas de períodos secos-fríos (durante los cuales se depositó el loess) y
húmedos-cálidos (que favorecieron la edafización). Cronológicamente estas secuencias se
situaron desde el Pleistoceno tardío hasta el Holoceno temprano (Zinck y Sayago 2001).

En el valle de la Ciénega, donde se encontraron restos culturales de filiación Tafí,


Cremonte (1996) identificó tres depósitos en unidades estratigráficas. El primero era un
estrato de 50 a 80 cm de color oscuro humífero con abundante cantidad de materia
orgánica y escasa cantidad de material arqueológico, el segundo era castaño claro
arenoso de 30 a 40 cm de espesor donde se localizaba la superficie de ocupación
formativa, y el tercero era arcilloso y muy compacto rojizo naranja hasta la roca base. Las
superficies de ocupación coincidían por sus características y localización estratigráfica con
el paleosuelo identificado en el valle de Tafí.

Con posterioridad, Iacullo (2004) retomó el trabajo de investigación en el Valle de la


Ciénega, recogió muestra de suelo en algunos perfiles ubicados tanto en el nivel
aterrazado como en el tercer nivel de glacis y observó ciertas correlaciones con las
descripciones realizadas por Cremonte (1996). El estrato de suelo humífero, equivalía a
los horizontes A (suelo actual), el estrato castaño claro arenoso correspondía al horizonte

35
Jimena Roldán
2ACb en el tercer nivel de glacis, y 2Bb y 2BCb para el caso del nivel aterrazado, y el
estrato inferior arcilloso compacto correspondía al horizonte 3Bb. Las descripciones
pedológicas permitieron establecer que el primer estrato definido por Cremonte
correspondía al suelo actual, el segundo al primer paleosuelo (segundo ciclo edáfico),
mientras que el tercero pertenecía al primer horizonte del segundo paleosuelo. Las
descripciones de los distintos contextos depositacionales (interior y exterior de las
estructuras arqueológicas) permitieron establecer que los suelos presentaban diferencias
en su desarrollo, vinculadas al uso de dichas estructuras. Mientras que en las estructuras
simples usadas como corrales favoreció la destrucción del sustrato y a la vez aportó
materia orgánica. En las estructuras habitacionales la pared transversal a la pendiente
actuó como contención del escurrimiento permitiendo que el agua infiltre en el perfil y
desarrolle un suelo con horizontes más potentes. Paralelamente, los materiales
arqueológicos yacían en el límite suelo/paleosuelo, es decir en el mismo lugar donde
Cremonte los encontraba en sus investigaciones. En este valle no se encontró evidencia
que indique mayor condiciones de humedad durante el formativo. Del mismo modo los
paleosuelos no presentaban horizontes 2Ab, lo cual indicaría que el período árido
identificado regionalmente también se manifestaba en este sector.

Para el Valle de Santa María se llevaron a cabo una serie de sondeos y descripciones de
suelo y capas sedimentarias en el sitio El Observatorio, ubicado cerca del poblado de
Ampimpa sobre el piedemonte occidental de Cumbres Calchaquíes a 2.600 msnm. El
trabajo afirmaba que si bien se observaban diferencias importantes en el desarrollo del
suelo en alguno de los perfiles, no podía determinarse si estas diferencias se relacionaban
con actividades antrópicas o eran el producto de procesos naturales (Gómez Augier
2005). Sin embargo, en una de las calicatas excavadas se recuperaron restos óseos de
camélidos y cerámicos que parecían estar en un contexto primario, por lo que se podría
hablar del hallazgo de un nivel de ocupación prehispánico.

GEOQUÍMICA

Debido a que los trabajos sobre análisis geoquímicos de sedimentos aplicados a la


arqueología son muy escasos en Argentina, para no decir prácticamente inexistentes, se
consideraron todos aquellos trabajos realizados en el continente americano que
aportaran algún tipo de información útil a los fines de esta tesis.

Fósforo

El análisis de fósforo fue el primer estudio químico utilizado para la detección de sitios de
actividad humana pasada. Sus comienzos datan de principios del siglo XX en Europa con
los trabajos de Arrhenius (1931), Lorch (1940), Dauncey (1952) y Provan (1973). Mientras
que en América se desarrolló, tardíamente, en la década del 70’ con los trabajos de Eidt
(1973, 1977).

36
Jimena Roldán
En el continente americano, se han realizado investigaciones basadas en la detección de
fósforo con el propósito de obtener datos para corroborar un número variado de
hipótesis, por lo tanto se presentarán los más representativos para cada subcontinente.

Comenzando con América del Sur, Lima da Costa y Kern (1999) realizaron estudios
geoquímicos en suelos arqueológicos de tierras negras en el Amazonas (Brasil), los análisis
de fósforo en suelo les permitieron delimitar áreas de ocupación humana prehispánicas y
pudieron contrastar estos resultados con otras líneas de evidencia arqueológica. Más al
sur en el noroeste Argentino (Valle de Tafí) Sampietro Vattuone (2002) realizó análisis de
fósforo orgánico a muestras de suelos obtenidas de andenes de cultivos en el sitio El Tolar
(valle de Tafí) y concluyó que el mismo se encontraba agotado en el nivel de ocupación
prehispánico, lo que era indicativo de la sobre explotación de los suelos agrícolas. Con
posterioridad, Sampietro y Vattuone (2005) realizaron, por primera vez para la región,
análisis de fósforo en suelo para delimitar sitios de actividad humana pasada en
estructuras residenciales de la cultura formativa Tafí, que junto con la determinación de
otras firmas químicas permitieron establecer tres áreas de actividad: en la primera se
cuarteaban los animales cazados; en la segunda se procesaban y almacenaban alimentos
vegetales; y la última estaba asociada a la funebria. En las tierras bajas de Trancas, Caria y
Sayago (2007) realizaron análisis químicos, especialmente de fósforo orgánico, dentro de
dos estructuras circulares en el sitio arqueológico Ticucho 1, para poder determinar áreas
diferenciales de uso en el piso de ocupación. La mayor concentración de fósforo se
observó en las áreas donde fueron ubicados restos óseos animales, pero en general el
fósforo orgánico pareció concentrarse más en los alrededores que dentro de las
estructuras, lo cual puede estar relacionado con la gran cantidad de morteros
encontrados en dicha área. Lo importante de este trabajo es que se utilizó el análisis
químico para obtener datos arqueológicamente relevantes en un área de baja visibilidad y
con limitado registro arqueológico. En la provincia de Jujuy en el sitio Aguas Negras, Ortiz
(2003) realizó análisis químico de suelo y comparó estos resultados con otros indicadores
como densidad y distribución espacial de restos y estructuras arqueológicas formativas,
entre los elementos analizados se encontraba el fosfato que parecía estar relacionado
con las áreas de fogones y procesamiento de alimentos. Una de las ventajas que la autora
destaca es la posibilidad de delimitar áreas arqueológicas a través de la química de suelo
en lugares donde las estructuras superficiales son inexistentes o difíciles de determinar.

En América Central la aplicación del análisis de fósforo en suelos arqueológicos se ha


incrementado recientemente. Dunning junto con otros investigadores (Dunning 1993,
Dunning et al. 1997, 1998) estudiaron la paleoecología de la región de Petexbatún en la
jungla de Petén (tierras bajas de Guatemala) utilizando fracciones de fósforo entre otras
técnicas. La correlación entre niveles de fosfato residuales en suelo y el uso de tierras
intrasitio fue el foco de estudio de Ball y Kelsay (1992) en sitios ubicados en terrazas
aluviales en el centro oeste de Belice. También en Belice, Coultas et al. (1993) utilizaron
concentraciones de fósforo para evaluar los efectos de prácticas de terrazamiento

37
Jimena Roldán
antiguas en la calidad de suelos ubicados cerca de las tierras bajas tropicales mayas.
Middleton y Price (1996) realizaron análisis químico de suelos habitacionales en dos
estructuras arqueológicas ubicadas en Oaxaca, México y Columbia Británica con el fin de
poder determinar áreas de actividad en estructuras arqueológicas y poder definir cuáles
de los elementos analizados aportaban información sobre dichas áreas, en el caso del
fósforo los resultados obtenidos mostraron que el mismo se presentaba muy concentrado
en las áreas donde los alimentos eran preparados y cocidos. Wells et al. (2000) en la
región de Piedras Negras (Guatemala) detectaron montículos de depósitos arqueológicos
antes de excavar a partir del análisis de fósforo en suelo para prospectar áreas de
actividad doméstica, los resultados obtenidos a partir del análisis químico de estos suelos
mostraron la capacidad que tienen estos elementos para reconstruir comportamientos
pasados en contextos domésticos. Más al sur en Aguateca, Terry et al. (2004) mejoraron
el entendimiento de la relación entre las actividades humanas y las firmas químicas en
suelos, a partir del estudio etnográfico de las casas de los guardias e información
arqueológica de una residencia del período clásico Maya que fue rápidamente
abandonada. En ambos casos se observó una buena relación de altas concentraciones de
fosfato en suelo con la preparación, el consumo y desecho de alimentos. Para concluir, en
la península de Yucatán (México), Hutson y Terry (2006) realizaron análisis de fósforo,
entre otros, para determinar actividades ocurridas en pisos consolidados de contextos
domésticos en el sitio Maya Clásico Temprano de Chunchucmil, los datos obtenidos a
partir de estos análisis se combinaron con estudios etnográficos y etnoarqueológicos
previos. Los resultados mostraron diferenciación funcional de las habitaciones que
componen una residencia compleja, donde las frontales se utilizaban para recibir a los
huéspedes y realizar otras actividades. También se insinuó que diferentes desechos
fueron manejados de formas distintas, hecho sugerido por la marcada concentración
diferencial de elementos. Si los niveles de fósforo eran elevados entonces las
concentraciones de los otros elementos analizados eran sumamente bajas.

Finalmente, pero no por ello menos importante, en América del Norte, Sandor et al.
(1986) realizaron análisis de fósforo en suelos agrícolas prehispánicos en Nuevo México,
que junto con otros estudios, determinaron la presencia de cambios sustanciales en las
propiedades químicas de estos suelos producidos por la actividad agrícola, las que
persistieron por más de 900 años. El principal cambio se dió como resultado de la
degradación, con pérdida significativa de fósforo disponible y total en el horizonte A, que
pudo correlacionarse con la pérdida o ganancia de otros elementos analizados. Años
después Schlezinger y Howes (2000), en el sitio arqueológico Cape Cod. M.A., utilizaron la
concentración diferencial de fósforo orgánico en el suelo para definir la presencia de
habitaciones prehispánicas y la variación intrasitio en el uso de la tierra, junto con otros
indicadores químicos. En pocas palabras, el fósforo orgánico les permitió establecer los
límites de una ocupación humana prehispánica en un área determinada y observar la
dinámica temporal de dicha ocupación, a partir de la concentración diferencial de este
elemento en el perfil del suelo. Bordeando la costa atlántica, hacia el sur, se ubica el sitio
38
Jimena Roldán
de Rich Neck Plantation Williamsburg (Virginia) trabajado por Sullivan y Kealhofer (2004),
en él realizaron análisis químicos (fósforo) junto con análisis de fitolitos para determinar
áreas de actividad humana, dentro y alrededor del lote de casas del siglo XVII. El análisis
de firmas químicas reveló un conjunto de seis áreas de actividad, una cocina, área de
pastura, jardín, corrales y basurero de restos animales. Norton et al. (2003) estudiaron los
suelos de terrazas aluviales cultivados por los Zunis en la región de las planicies del
Colorado (Nuevo México). Entre los análisis practicados se encontraban la determinación
de un fósforo disponible y de fósforo orgánico, entre otros. El objetivo de esta
investigación fue comprender como este pueblo hacía uso de los recursos naturales
disponibles para cultivar en una región semiárida y también se pretendía alcanzar un
mayor entendimiento de los procesos de formación de suelo para poder contribuir a una
conservación, protección y restauración más efectiva de los suelos degradados.
Continuando con ésta línea de investigación en los pueblos Zunis, Sandor et al. (2007)
evaluaron la fertilidad de los suelos a través del análisis químicos (entre ellos la
determinación de fósforo) para reconstruir las estrategias y prácticas de manejo agrícola
antiguas, la producción de cultivos, los cambios en la agricultura a través del tiempo y el
impacto medioambiental de sociedades pasadas. Su fin último era determinar que
estrategias utilizar en la agricultura que aún se practicaba en dicha zona.

Metales pesados

En América del Sur, Da Costa y Kern (1999) utilizaron, a parte del fósforo, metales traza
(Fe, Cr, Co, Pb, entre otros) para determinar áreas de ocupación humana prehispánica en
tierras negras de Brasil, enfatizando su importancia en este tipo de investigación. En los
horizontes A relacionaron la presencia de manganeso, cobre y cinc con alimentos
vegetales y objetos de uso diario.

En América Central, Middleton y Price (1996) analizaron, entre otros elementos, metales
pesados como Fe, Mn y Al en el suelo habitacional de dos estructuras arqueológicas, una
ubicada en Oaxaca (México) y la otra en la Columbia Británica (Canadá), donde llegaron a
la conclusión de que estos elementos, juntos a otros, eran buenos indicadores de áreas
de actividad. Wells et al. (2000), en la región de Piedras Negras (Guatemala)
determinaron patrones complejos en las concentraciones de metales pesados en las
inmediaciones de las construcciones residenciales, posiblemente como resultado de
marcas residuales de pinturas basadas en minerales que decoraron las paredes. El hierro
y el mercurio pudieron indicar la utilización de hematita (Fe 2O3) y cinabrio (HgS) para los
rojos, el manganeso de pirolusita (MnO 2) para los negros, el hierro del ocre (Fe 2O3 H2O)
para los amarillos, el cobre de malaquita (CuCO 3) para los verdes y de azurita (2CuCO 3)
para los azules. Si bien el fósforo sirve como indicador de actividad humana, los metales
pesados pueden ser indicadores de mayor resolución que señalan lugares de trabajo,
actividades ceremoniales o artesanales. En Aguateca, Terry et al. (2004) a partir del
análisis químico de suelos dentro de una residencia etnográfica y de una perteneciente al

39
Jimena Roldán
período clásico Maya, determinaron la presencia de altos niveles de metales pesados en
las estructuras modernas probablemente como resultado del afilado de machetes y la
presencia de pilas desechadas, mientras que el uso de pigmentos minerales y actividades
artesanales parecen haber contribuido a la concentración de estos elementos en
contextos arqueológicos. En este trabajo, el estudio etnográfico permitió evaluar la
correlación entre actividades humanas y datos sobre la química de suelos, que puede ser
aplicado a situaciones arqueológicas. Para terminar, en la península de Yucatán Hutson y
Terry (2006) realizaron análisis de metales traza en el sitio Maya clásico temprano de
Chunchucmil, que junto con otras líneas de evidencia, establecieron que cada habitación
que conforma una unidad residencial fue utilizada para distintas tareas, aunque el uso
preciso de cada una de ellas no está claro. Los niveles de metales traza encontrados en los
bordes de cistas funerarias sugirieron que las ofrendas eran propias de personajes
pertenecientes a la élite, sin embargo, el tipo de tumba no coincidía con dichas ofrendas.
Paralelamente, el manejo diferencial que se hacía de la basura se veía reflejado en una
mayor concentración de metales en algunos basureros y de otros elementos en otros.

Para cerrar con este acápite, elementos como el potasio [K], calcio [Ca], nitrógeno [N] y
carbono [C] son importantes indicadores de actividad humana especialmente relacionada
con restos orgánicos depositados voluntaria o involuntariamente en un suelo. En muchos
de los trabajos presentados anteriormente, se efectuaron análisis de estos elementos
(Caria y Sayago 2007, Lima da Costa y Kern 1999, Middleton y Price 1996, Norton et al.
2003, Ortiz 2003, Sampietro y Vattuone 2005, Sandor et al. 1986, Sullivan y Kealhofer
2004, Wells et al. 2000), donde la información que brindaban era de tipo secundaria, es
decir, necesitaban obligadamente de la apoyatura de otra evidencia química o de otro
tipo de evidencia para ser tenidos en cuenta. Esto se debe a que son altamente móviles
en el perfil o se mineralizan con rapidez, lo cual dificulta la interpretación arqueológica de
los datos obtenidos a partir de los mismos.

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Jimena Roldán
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Jimena Roldán
MARCO CONCEPTUAL
El marco teórico es la base de conocimiento que posee un estudioso y sobre la que se
construye un trabajo de investigación. Al tener un perfil interdisciplinario, este trabajo
toma conocimiento de otras áreas del saber y las aplica al estudio del hombre
precolombino en sociedad.

GEOARQUEOLOGÍA

La geoarqueología provee herramientas muy útiles a la hora de enfrentar los sitios


arqueológicos en un sentido amplio y dinámico (Sampietro Vattuone, 2002), siendo las
mismas de fundamental importancia en la consecución y resolución de los objetivos
planteados en esta tesis.

A través de la historia de su interacción, conceptos y técnicas derivadas de las ciencias de


la tierra han sido utilizados para analizar los procesos involucrados en la formación del
registro arqueológico sedimentario, para tratar de establecer las características
paleoambientales asociadas a los sitios arqueológicos, para desarrollar marcos
cronológicos y para determinar los parámetros físicos de artefactos y geofactos (Rapp y
Hill 1998).

Para Rapp y Hill (1998) la geoarqueología es la aplicación de las disciplinas y sub-campos


de las geociencias al estudio del registro arqueológico. El criterio clave es que las
interpretaciones arqueológicas se producen usando ideas o métodos basados en las
geociencias.

Los objetivos de la geoarqueología pretenden abarcar la investigación enfocada tanto


para inferir el comportamiento antropológico pasado, como para evaluar los rasgos no
comportamentales del registro arqueológico. En forma detallada, el primer objetivo de la
geoarqueología es ubicar a los sitios y sus objetos en un contexto temporal relativo y
absoluto a través de la utilización de principios estratigráficos y de técnicas de datación
absolutas. El segundo objetivo, es entender los procesos naturales de la formación del
sitio, el cual se utiliza para poder comprender el comportamiento humano prehispánico. Y
el tercero, es la reconstrucción del paisaje que existía alrededor del sitio, o grupo de
sitios, en el momento de su ocupación (Rapp y Hill 1998). Los resultados de la
investigación geoarqueológica están coherentemente integrados con la interpretación
arqueológica (Waters 1992).

La meta principal de la arqueología es evaluar y entender el comportamiento humano


pasado, la meta más amplia es entender los procesos que produjeron el contexto
artefactual final disponible para observación y estudio (Rapp y Hill 1998).

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Jimena Roldán
Los aspectos de la geoarqueología deben ser considerados desde la perspectiva de la
dinámica, estructura y cronología. La dinámica trata con los efectos de fuerzas físicas,
químicas y procesos orientados, la estructura con la composición y ordenamiento de los
materiales y la cronología con el tiempo, orígenes y desarrollo (Rapp y Hill 1998).

La geoarqueología utiliza las técnicas de la geomorfología (el estudio del origen y la


morfología del paisaje), sedimentología (el estudio de las características y de la formación
de los depósitos), pedología (el estudio de la formación y de la morfología del suelo),
estratigrafía (el estudio de las secuencias y las correlaciones de sedimentos y suelos),
geoquímica (el estudio de la composición y dinámica de los elementos químicos de la
tierra) y geocronología (el estudio del tiempo en una secuencia cronológica), para
investigar los sedimentos, suelos y formas del terreno en sitios arqueológicos (Waters
1992). La información obtenida es coherentemente integrada con la interpretación
arqueológica y correctamente contrastada con los datos arqueológicos ya existentes en el
registro arqueológico.

A su vez la geoarqueología es un componente del paradigma de Butzer y Schoenwetter


llamado Arqueología Contextual, la cual es un sistema de aproximación donde los
componentes contextuales del ecosistema humano son reconstruidos y la interacción
entre ellos es usada para explicar la estabilidad y los cambios culturales. La premisa básica
de la arqueología contextual es que el sitio era parte de un medio ambiente físico y
biológico prehistórico, que junto con factores culturales, forman los componentes de un
ecosistema humano completo (Waters 1992).

Butzer (1989) expone que los componentes primarios del estudio geoarqueológico son la
reconstrucción del contexto paisajístico en micro, meso y macro escala; la reconstrucción
del contexto estratigráfico; la valoración de los procesos de formación que intervinieron
en un yacimiento, tanto de índole natural como cultural; la valoración de los procesos que
modificaron el yacimiento y la identificación de los rasgos de actividad humana sobre el
paisaje considerando al hombre como un agente geomórfico que opera sobre los mismos.
Según este autor, el objetivo final es elucidar la textura medioambiental que reúnen los
sistemas socioeconómicos del pasado para entender los ecosistemas humanos (Butzer
1989).

Los seres humanos desarrollan una adaptación que se encuentra en equilibrio dinámico
con los otros componentes del ecosistema humano. Esta adaptación se mantiene
mientras el subsistema cultural sea lo suficientemente flexible como para adaptarse al
estrés interno y a los cambios externos en otras partes del ecosistema (Waters 1992).

En este trabajo se van a considerar técnicas y conceptos que provienen de cuatro


disciplinas geológicas que han sido redefinidas para poder aplicarlas al estudio de
sociedades prehispánicas.

Geomorfología

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Jimena Roldán
La geomorfología es el análisis de la evolución de las geoformas, sus cambios pueden
establecerse a través del tiempo a partir del estudio de sus depósitos superficiales. Estos
pueden ser materiales residuales, formados en el lugar producto de la erosión de
formaciones anteriores, o en otros lugares para luego ser transportados por el viento,
agua o agentes humanos a sus actuales lugares de depositación. Ellos incluyen tanto
suelos como sedimentos (Herz y Garrison 1998).

El tipo y cantidad de material superficial cambia en relación a los cambios superficiales de


cada geoforma y a los cambios en las condiciones climáticas, ofreciendo la mejor
evidencia relativa a la evolución del paisaje. El entendimiento de estos cambios en un
sitio permitirá la recreación de las condiciones paleoambientales al momento de la
ocupación y el desarrollo de un patrón de uso dinámico del suelo prehistórico (Herz y
Garrison 1998). Estudios que ya se han realizado tanto, para el valle de Tafí (Sampietro
Vattuone 2002, Collantes 2002) como para la vertiente occidental de Cumbres
Calchaquíes en el valle de Santa María (Sampietro Vattuone y Neder 2011).

El análisis geomorfológico puede hacer evidente un patrón de potenciales sitios


arqueológicos en una región. El entendimiento de la distribución de geoformas y su
evolución debería ser el primer paso en toda prospección arqueológica de un área, ya que
la misma puede ayudar a desarrollar estrategias de excavación. Una vez que un sitio es
localizado debería ser considerado en su contexto estratigráfico. La erosión y
depositación son problemas mayores, ya que pueden remover o enterrar sitios enteros. El
estudio geomorfológico permite entender los cambios que se han sucedido en el paisaje
desde el momento de la ocupación y determinar si los sitios de diferentes épocas pueden
encontrarse enterrados o erosionados (Herz y Garrison 1998).

Las características de cada unidad de paisaje tienen una importancia evidente para los
agricultores, puesto que la pendiente, el relieve y las formas de la textura topográfica
imponen patrones de distribución biótica y edáfica. En el paisaje edáfico el terreno juega
un papel importante a causa de su influencia sobre los regímenes de humedad natural y
el equilibrio acumulación de suelo/erosión (Butzer 1989), pero la actividad humana
también juega un rol fundamental en la modificación de ese mismo paisaje para la
explotación de sus recursos, es decir que éste se ve definido por la combinación de
procesos tanto culturales como naturales.

Es por ello que se tomó la unidad geomorfológica como área de muestreo debido a que
representa una unidad ambiental básica, adecuada para discriminar cualidades y
categorías de paisaje; posee génesis y evolución temporal común a toda su superficie y
homogeneidad espacial dada por la recurrencia de elementos morfogenéticos endógenos
(Sayago y Collantes 1991). Esto permite la extrapolación de la información
paleopedológica, paleoclimática, litoestratigráfica y geocronológica obtenida y facilita una
visión dinámica e integrada de la evolución paleoecológica, a partir de los esquemas
evolutivos de la unidad (Sampietro Vattuone 2001).

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Jimena Roldán
Este concepto permite delimitar un área de trabajo en la cual el desarrollo natural del
suelo y el paisaje fue relativamente uniforme implicando que las alteraciones observadas
a microescala serían producto de la actividad humana (Sayago y Collantes 1991).

Sedimentología

Los depósitos sedimentarios se forman a partir de la meteorización de la roca dura, el


transporte y depositación de partículas, y las alteraciones post-depositacionales que
incluyen cambios causados por los procesos de formación del suelo. Estos procesos
básicos afectan también, a los restos arqueológicos. La alfarería, elementos líticos y
construcciones arqueológicas son meteorizados hasta el punto de ser totalmente
destruidos. Los restos pueden ser movidos y redepositados (Rapp y Hill 1998):

Contexto primario: artefactos que fueron encontrados en la misma posición donde fueron
dejados por última vez.

Contexto secundario: artefactos que fueron removidos de su contexto primario por


agentes biológicos o geológicos.

La mayor parte de los restos arqueológicos pueden ser influenciados por procesos post-
ocupacionales y post-depositacionales, como la formación del suelo, bioturbación y
diagénesis (Garrison 2003).

Los depósitos sedimentarios están compuestos de materiales derivados de la


meteorización de rocas preexistentes o suelos. La destrucción inicial de la roca puede ser
física o química. Las rocas y artefactos se desintegran debido a la acción del
congelamiento, el desarrollo de fracturas y los procesos de abrasión orgánica, criogénica
o eólica. La desintegración mecánica provoca el enterramiento de sitios arqueológicos.
Paralelamente, tanto la desintegración mecánica como la descomposición química
pueden destruir el registro artefactual. Este proceso químico puede ser utilizado para la
datación de artefactos (Herz y Garrison 1998, Rapp y Hill 1998).

Una vez que los materiales fueron meteorizados están sujetos a la erosión y transporte
por el agua, hielo, aire y gravedad. Las partículas y artefactos transportados son,
eventualmente, depositados en uno de los muchos tipos de ambientes sedimentarios. La
forma en que un artefacto o partícula será erosionado, transportado o depositado,
generalmente depende del tamaño del objeto y de la energía del agente de transporte
(Rapp y Hill 1998).

Los objetos pueden ser removidos y transportados de su contexto primario de muchas


formas. Como por ejemplo, por medio de la lluvia, agua de escorrentía, vientos fuertes,
erupciones volcánicas, glaciares y por efecto de la gravedad. Los procesos biológicos
también pueden transportar sedimentos y artefactos. Los artefactos grandes son movidos
hacia arriba, mientras que los pequeños son empujados hacia abajo en el sedimento. La

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Jimena Roldán
mezcla causada por la acción de raíces y de plantas pequeñas, y las cuevas hechas por
animales son formas utilizadas por agentes biológicos para mover partículas (Garrison
2003, Rapp y Hill 1998).

Después de la depositación, una serie de cambios pueden ocurrir en los sedimentos o


restos arqueológicos. Estas alteraciones están sobre impuestas en la formación original
de los sedimentos y sus constituyentes y reflejan medio ambientes post-ocupacionales y
post-depositacionales. Ocasionalmente el ciclo de meteorización comienza nuevamente.
En el nuevo ciclo, la meteorización lleva al desarrollo de suelos y a la producción de
alteraciones y acumulaciones secundarias (Herz y Garrison 1998, Rapp y Hill 1998).

Alteraciones como la diagénesis y la litificación incluyen procesos de cementación y


recristalización de los materiales depositados. La introducción de sustancias como el
carbonato de calcio, óxido de hierro y silicio provocan cementación. En soluciones
acuosas estas sustancias infiltran y litifican depósitos. Esta litificación puede desacelerar
el proceso de meteorización, contribuyendo a la preservación de sitios arqueológicos
(Herz y Garrison 1998, Rapp y Hill 1998).

El registro sedimentario de un yacimiento arqueológico suministra información


medioambiental y estratigráfica fundamental. En cambio, se subvalora su importancia
para interpretar los patrones de asentamiento y las actividades de subsistencia (Herz y
Garrison 1998, Rapp y Hill 1998).

El principio básico de la arqueosedimentología es que los seres humanos y los animales


son agentes geomorfológicos causales de una gama específica de sedimentos
arqueológicos que requieren una atención y una interpretación específicas. Las distintas
génesis de los sedimentos arqueológicos aconsejan su subdivisión en tres categorías:
formas primarias, secundarias y terciarias (Rapp y Hill 1998).

Primarios: estos materiales han sido introducidos en el yacimiento por los agentes
humanos, bien en su forma original, bien como productos elaborados.

Secundarios: son materiales producidos por la alteración in situ o por la descomposición


bioquímica.

Terciarios: estos materiales incluyen los residuos de materiales primarios y secundarios


eliminados y depositados por los agentes físicos y humanos en forma de montones de
basura secundaria, de rellenos estructurales y de lechos depositados por las aguas.

Los depósitos sedimentarios pueden estar compuestos por materiales artefactuales, que
han sido tan alterados por procesos post-ocupacionales que los patrones originales
producidos por la actividad humana se han perdido. Por lo tanto, la posibilidad de inferir
el comportamiento humano pasado de artefactos aislados o mezclados en contextos re-
depositados es limitada (Butzer 1989, Rapp y Hill 1998).

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Jimena Roldán
Pedología

La pedología es la ciencia que estudia los fenómenos de descomposición de la zona


superficial de la litosfera y las sustancias que ellos engendran (Holliday et al. 1993).

Junto con la arqueología, son aliadas muy cercanas en sus escalas temporal y espacial,
como así también, en sus escalas operacional y procesual. Estas similitudes en escalas se
encuentran aparentemente en estudios a nivel regional y en los de sitios específicos. La
variabilidad del suelo a pequeña escala, como función de cambios litológicos o drenaje, es
un tema común en pedología y es también arqueológicamente significativo para
correlación estratigráfica y para la interpretación de los procesos de formación de sitios
(Holliday et al. 1993).

El suelo

El suelo es la capa superficial alterada de la corteza terrestre, constituida por los


materiales resultantes de la desintegración y transformación de rocas, sedimentos y
restos orgánicos, tanto vegetales como animales, a lo largo del tiempo, mediando
procesos de naturaleza física, química y biológica en presencia del clima y las oscilaciones
de sus diversos factores. Para que un suelo se desarrolle es importante que el sedimento
depositado sea estable (Waters 1992), esta estabilidad paisajística marca posibles
episodios de ocupación humana y acumulación artefactual (Butzer 1989).

El suelo tiene constituyentes, propiedades y génesis que son el resultado de la actuación


de una serie de factores activos (clima, organismos, relieve y tiempo) sobre un material
pasivo (roca madre o material parental). La roca madre se altera por la acción de los
factores ambientales y en su formación se desarrollan una serie de procesos que
transforman el material original hasta darle una morfología y propiedades propias. Los
cambios se producen tanto a nivel de alteración de los granos minerales como en lo
referente a su organización (estructura). A pesar de que la roca madre influencia el
desarrollo de un suelo, especialmente gobernando los constituyentes químicos
disponibles, el mismo tipo de suelo puede formarse a partir de diferentes rocas madres
(Garrison 2003, Rapp y Hill 1998).

La velocidad de formación de un suelo es extremadamente lenta y depende del tipo de


factores formadores de cada uno. Así, los suelos se desarrollan más fácilmente sobre
materiales originales sueltos e inestables que a partir de rocas duras constituidas por
minerales estables. También es lógico esperar formación más rápida en los climas
húmedos y cálidos que en climas secos y fríos (Garrison 2003). La antigüedad de un suelo
puede valorarse de manera indirecta por la edad de la superficie geomorfológica sobre la
que se desarrolla, o de modo directo a través de la datación absoluta de los materiales
orgánicos contenidos (Rapp y Hill 1998).

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Jimena Roldán
El límite inferior de la zona alta de un suelo puede ser, frecuentemente, asociado con el
límite inferior de la actividad biológica. Sería posible pensar en sedimentos, en su mayor
parte, como biológicamente muertos. En contraste, la mayoría de los suelos se
desarrollan en sedimentos vivos, es decir, biológicamente activos. Los suelos representan
una zona de interacción biótica (Rapp y Hill 1998).

La formación de un suelo resulta en el desarrollo de un perfil de suelo que exhibe una


serie vertical de horizontes. Un horizonte es una capa de suelo aproximadamente paralela
a la superficie del mismo con características producidas por los procesos de formación
que lo afectaron (Garrison 2003).

En el campo, los suelos pueden ser descriptos por propiedades como el color, textura,
estructura, límites característicos y continuidad horizontal. Los arqueólogos deben
concentrarse en determinar qué propiedades representan los fenómenos de formación
de suelos post-depositacional impuestos en el depósito primario (Garrison 2003).

Las propiedades del suelo cambian vertical y horizontalmente. En general, son más
fácilmente observables localmente en la dimensión vertical por diferencias físicas,
químicas y atributos bióticos. Las causas de la diferenciación vertical de los materiales de
la superficie terrestre en horizontes de suelo son tanto geológicas como pedogenéticas
(Van Breemen y Buurman 2003).

Estos horizontes no son lo mismo que las capas geológicas, sino que se forman en ellas y
es este uno de los puntos que se quiere destacar, ya que la diferenciación entre
horizontes edáficos y sedimentos inalterados es esencial para entender sincronías y
diacronías en la comparación de perfiles arqueológicos (Butzer 1989).

Las capas geológicas siguen la ley de superposición, son depositadas una sobre otra,
donde la capa inferior es anterior a la superior. Los horizontes del suelo, en cambio, si
bien pueden ser identificados como capas en un perfil, son sincrónicos e
interdependientes y en general se desarrollan desde arriba hacia abajo por los procesos
antes mencionados y necesitan de tiempos muy distintos para su formación. Por ejemplo,
el horizonte A es el de más rápida formación, mientras que el horizonte Bt puede
necesitar varios miles de años para translocar las arcillas que lo caracterizan (Van
Breemen y Buurman 2003, Rapp y Hill 1998).

Entonces, los horizontes de un suelo pueden describirse comenzando con el material


parental inalterado (C o R); el horizonte B es una zona mineral que muestra poco de las
características de R o C, ya sea por la acumulación iluvial in situ o el desarrollo de
estructuras secundarias; el horizonte E se caracteriza por la pérdida o acumulación de
componentes; mientras que el A tiende a ser más oscuro, principalmente porque
contiene altos contenidos de materia orgánica junto con materia mineral; el O ocurre en
la superficie y son muy oscuros debido al alto contenido de elementos orgánicos (Van
Breemen y Buurman 2003).

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Jimena Roldán
Para identificar los suelos que han recibido influencia antrópica de algún tipo se propuso
el término antrosol o suelo antrópico. El mismo se hizo más popular con Eidt (1977) quien
inicialmente los definió como suelos afectados por asentamientos y más tarde como
suelos cuyos rasgos originales han sido fuertemente alterados por la actividad humana.

El registro de medioambientes pasados observado en sedimentos, se basa en regiones de


depositaciones activas, es decir, agradaciones. Los suelos, por otro lado, son el registro de
tiempos “más tranquilos” de estabilidad paisajística que se da entre eventos de
inundación, los cuales causan depositaciones y erosiones rápidas. Estos intervalos de no
agradación resultan en superficies relativamente estables de actividad humana como la
agricultura. Cualquier disturbio mayor causado en un suelo por actividad humana, como
agregar o excavar, crea cambios visibles en los horizontes del suelo. Sin embargo, es
posible reconstruir eventos pasados estudiando la morfología del suelo en un sitio y
comparándola con la morfología no disturbada de un lugar fuera del sitio (Butzer 1989,
Garrison 2003).

Los artefactos en las zonas disturbadas pueden haber estado asociados, originalmente,
con intervalos cronológicos distintos, pero perdieron su contexto temporal y
comportamental original como producto de las alteraciones sufridas. Siempre hay un
límite no agradacional distintivo entre zonas superpuestas y horizontes de suelo o
sedimentos no disturbados que se encuentran por debajo. Un entierro antiguo que fue
cubierto con suelo vecino, frecuentemente, muestra un cambio distintivo en caracteres al
pie de la acumulación artificial. Alteraciones de suelo frecuentes en áreas de habitación
pueden prever la formación de horizontes pedogenéticos (Butzer 1989).

El paleosuelo

Un suelo que se formó en algún momento del pasado se conoce como paleosuelo. Los
suelos enterrados en una secuencia estratigráfica son importantes indicadores de
intervalos no depositacionales. Los paleosuelos pueden ser suelos enterrados o suelos
superficiales que se han desarrollado por varias generaciones sobre condiciones
climáticas fluctuantes. Éstos ocurren, frecuentemente, en el contexto geológico y están
bien representados en el contexto arqueológico. Arqueológicamente se relacionan con
momentos de estabilidad paisajística y superficie de ocupación humana. Los suelos
enterrados son importantes como indicadores de posición y tiempo de estos
medioambientes estables donde las fuerzas ecológicas dominan sobre los procesos de
erosión y depositación (Butzer 1989, Garrison 2003, Rapp y Hill 1998).

Debido a la importancia del tiempo como factor, ciertos atributos del desarrollo del suelo
original, como aquellos del suelo actual, pueden perderse o ser alterados. Sumado a esto,
los patrones vegetacionales y climáticos que forman los suelos actuales, pudieron no
haber sido los mismos en el pasado. Contextos formadores de suelo diferentes pudieron,
en el pasado, crear paleosuelos con características diferentes a aquellos observados hoy

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Jimena Roldán
en día. Los depósitos ubicados por encima comprimen los paleosuelos, modificando su
grosor original y causando grietas u otras deformaciones estructurales. Un suelo que
originalmente fue suelto o friable puede convertirse en un suelo duro debido a la adición
o agentes de cementación. Disolución, deshidratación y oxidación pueden afectar la
preservación de los paleosuelos. La materia orgánica puede no sobrevivir en un horizonte
A enterrado, pero este horizonte puede ser reconocido, a veces, por altos contenidos de
turbaciones en relación con los horizontes sucesivos. Un horizonte eluvial en un
paleosuelo puede encontrarse por debajo de un horizonte A y posiblemente ser más claro
que éste, más masivo o más duro, dependiendo de la remoción de arcillas, materia
orgánica o sesquióxidos. El horizonte B está compuesto de una acumulación iluvial
(Garrison 2003).

El grado y tipo de alteración que sufrirán los objetos arqueológicos va a depender de los
procesos a los cuales estos paleosuelos se verán sometidos (Butzer 1989).

Para algunos científicos la definición de suelos enterrados depende de la profundidad del


entierro. Birkeland (1984) define a los paleosuelos como suelos enterrados lo
suficientemente profundos como para no ser afectados por procesos pedogenéticos
actuales. Sin embargo, no hay un grupo de criterios sencillos por los cuales pueda
reconocerse un paleosuelo. Más bien, uno debe de identificar un horizonte desarrollado o
una zona erosionada como resultado de procesos de formación de suelos pasados
(Garrison 2003).

Los paleosuelos pueden ser reconocidos por la ocurrencia de rastros de raíces fósiles, la
acumulación de fitolitos, nódulos calcáreos, capas bioturbadas con contactos
gradacionales (relicto de horizontes), y un aumento en el contenido de materia orgánica
en un horizonte A fósil y oscuro (Rapp y Hill 1998). El análisis de elementos traza aporta
datos adicionales para la identificación de paleosuelos (Garrison 2003).

El suelo como artefacto

Desde otra perspectiva si consideramos a la geoarqueología como una disciplina en la


cual la principal meta es el estudio del registro artefactual y donde cualquier objeto físico,
rasgo o paisaje, tanto hecho como alterado por el hombre es considerado un artefacto, el
suelo en tanto modificado, intencionalmente o no, por el hombre se constituye como un
artefacto más dentro del contexto arqueológico que debe de ser tratado como tal a la
hora de considerar la construcción de nuestro registro arqueológico. La consideración del
suelo como un artefacto contribuirá al conocimiento de las relaciones espaciales y modos
de vida de las poblaciones que habitaron previamente en una parcela (Sampietro
Vattuone 2007a).

Hay que dejar claro que para hablar de suelo es necesaria la conjunción de ciertas
características ambientales que el mismo refleja desde su seno. Se ha probado que el
suelo como tal y la sucesión de suelos que eventualmente pueden identificarse en un sitio

50
Jimena Roldán
arqueológico, brindan información microambiental. Por otra parte, es susceptible de
contener rasgos o rastros que hacen posible la reconstrucción de las actividades que
sobre él se desarrollaron (Sampietro Vattuone 2007a).

Por lo tanto, éste no se presenta como un sujeto pasivo sino como un objeto pasible de
ser analizado minuciosamente en busca de aquellos rasgos o rastros de actividad que no
necesariamente dejaron una parafernalia artefactual formal tras de sí. Finalmente, la
correcta interpretación de los procesos de enterramiento de sitios y artefactos necesita
de la comprensión cabal de los procesos involucrados en la dinámica de los suelos sobre
los cuales se llevaron a cabo las actividades del pasado (Sampietro Vattuone 2007a).

Considerado de esta manera, el suelo puede ser categorizado tipológicamente al igual


que otro tipo de artefacto, es decir: tecnológicamente, cronológicamente y en relación a
su tecno-función y socio-función. Esto es posible en la medida en que se realice una
aproximación analítica al mismo, en tanto objeto de estudio, evaluando las variaciones
químicas entre suelos disturbados y la correlación entre los tipos de artefactos y las
anomalías químicas asociadas (Sampietro Vattuone 2007a).

Así se llega al concepto de área de actividad entendida como un sector donde hubo
actividad humana sostenida. Las mismas, que se llevan a cabo sobre la superficie de
ocupación y mediante el laboreo de los suelos, dejan tras de sí un sinnúmero de
evidencias involuntarias apreciables a través de la cuantificación de las alteraciones
químicas que éstas introducen, denominadas firmas químicas.

Pedogeoquímica

El accionar humano, tanto pasado como presente, provoca cambios en la composición


química del suelo que pueden ser identificados y medidos a través del análisis químico de
algunos de los elementos y compuestos que lo componen. El impacto que el hombre
provoca en los suelos que habita es tal, que las diferencias de concentraciones,
asociaciones y distribución espacial de ciertos elementos y compuestos químicos
permiten distinguir, claramente, los suelos antropizados de los naturales, como así
también, identificar las actividades humanas realizadas en un espacio específico dentro
de un sitio arqueológico y así poder definir áreas de actividad (Middleton y Price 1996,
Leonardi et al. 1999, Entiwstle et al. 2000, Wells et al. 2000, Terry et al. 2000 y 2004,
Hutson y Terry 2006, Beck 2007, Linderholm 2007).

A pesar de que los artefactos arqueológicos todavía representan la evidencia principal de


ocupación humana, su distribución es frecuentemente muy irregular ya que muchas
tareas no dejan rastros materiales que denoten actividad humana pasada a simple vista,
también se sabe que la distribución de estos no siempre se corresponde a áreas de
ocupación (Herz y Garrison 1998). Sumado a ello, los registros artefactual y arquitectónico
de muchos sitios arqueológicos están poco preservados como resultado de procesos
erosivos y biológicos, como así también por el impacto que la actividad humana posterior,

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Jimena Roldán
tanto pasada como presente, causó en los mismos (Beck 2007). Mientras que las firmas
químicas, que son el resultado indirecto de actividades intencionales, presentan una
distribución más regular y constante dentro de un área de ocupación, convirtiéndose en
importantes herramientas en el estudio de patrones de uso de suelos prehispánicos
(Schlezinger y Howes 2000, Wells et al. 2000, Sampietro y Vattuone 2005).

Los elementos y compuestos químicos que se tienen en cuenta en las investigaciones


arqueológicas son aquellos que tienden a permanecer prácticamente inalterados como
combinaciones químicas estables, por un prolongado lapso de tiempo en el suelo. Para
ello, como primera medida es necesario conocer los procesos de formación de un suelo y
la dinámica del paisaje en la cual se circunscribe un sitio arqueológico. Posteriormente,
con los datos obtenidos a partir de estos estudios se interpretan contextos culturales
(Korobova et al. 1997, Linderholm 2007).

Los suelos enterrados pueden ser considerados como palimpsestos de evidencia de


actividad humana pasada, especialmente cuando la arqueología material tradicional está
ausente y la única evidencia de ocupación humana pasada está dada por los restos
orgánicos que perduraron en el suelo (Giovanni et al. 1999).

El fósforo es uno de los elementos químicos más confiables para la detección e


identificación de actividad humana, debido a su capacidad de fijación en la mayoría de los
suelos, a su pérdida lenta de un perfil y a que tanto su migración vertical como horizontal
pueden ser cuantificables. Plantas y animales, junto con el hombre, aportan y extraen del
suelo fósforo orgánico e inorgánico en diferentes concentraciones, es decir que éste se
moviliza y transforma permanentemente en este sistema (Crowther 1997, Eidt 1977,
Leonardi et al. 1999, Sandor et al. 1986, Terry et al. 2000).

El fósforo puede presentarse en el suelo en innumerables formas, sin embargo para el


estudio arqueológico sólo se utilizan tres de ellas: el fósforo disponible, que es inorgánico
y móvil en el perfil vertical del suelo, proviene mayormente del material parental pero un
pequeño porcentaje es aportado por agentes externos como ser restos orgánicos
producto de procesos naturales o antrópicos (Pollard et al. 2007); el fósforo total, que por
diferencia con el disponible permite la estimación del fósforo orgánico, se utiliza para
establecen relaciones de uso de suelo por parte del hombre (Farswan y Nautiyal 1997); y
por último, el fósforo orgánico que se caracteriza por permanecer prácticamente inmóvil
en un perfil pedológico y es muy utilizado en arqueología, su origen es externo, producto
de la descomposición de la materia orgánica depositada en la superficie de un suelo por
agentes naturales o antrópicos (Linderholm 2007).

El análisis de fosfatos en suelo cumple diferentes funciones en el trabajo arqueológico.


Básicamente, se utiliza en prospecciones para detectar y delimitar sitios arqueológicos
que no muestran rastros superficiales que indiquen su existencia, permite identificar
áreas de actividad humana pasada (Eidt 1977), estudiar suelos sometidos a actividad

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Jimena Roldán
agrícola (Terry et al. 2000, Schlezinger y Howes 2000, Linderholm 2007), contribuir a
establecer la organización socio-económica de un grupo humano (dado que la
concentración y distribución espacial de este elemento es un indicador de la construcción
social del espacio) y hacer estudios paleoecológicos de regiones de interés arqueológico
(Farswan y Nautiyal 1997).

Cuando se estudia en suelos sometidos a actividad agrícola, el fósforo es considerado


como un macronutriente, junto con otros elementos como el calcio, nitrógeno y carbono,
entre otros. Los macronutrientes son elementos que se observan en cantidades
sustanciales en las plantas. El carbono es el único elemento de los mencionados
proveniente de la atmósfera, mientras que el resto es obtenido del suelo (Manahan
2000).

La aplicabilidad del análisis de fósforo para la investigación arqueológica ha sido


cuestionada, debido a que existen factores como la dinámica de los procesos de
formación del suelo y del paisaje junto con las condiciones medioambientales imperantes
que provocan cambios en las concentraciones de este elemento a través del tiempo en un
suelo. Sintéticamente, el suelo pierde fósforo de forma continua y gradual, excepto en
casos de erosión natural o antrópica que inducen una eliminación abrupta y casi total del
mismo. Sin embargo, la pérdida de este elemento es mucho menor que el aporte recibido
por la actividad humana y en muchos casos la durabilidad del fenómeno prehispánico
bajo estudio provoca cambios observables, en este caso, a nivel de firmas químicas
apreciables en suelos antropizados (Crowther 1997, Linderholm 2007, Pollard et al. 2007).

Otros elementos que pueden aportar información importante sobre actividad antrópica
en un suelo son difíciles de interpretar debido a sus características. El calcio en particular,
es un elemento que cuando es parte importante en la composición del material parental
de un suelo, fija a los metales traza depositados por la actividad humana en el suelo por
lapsos prolongados de tiempo, provocando que su estudio e interpretación sean
sumamente confiables. Al ser un macronutriente es deseable que esté en altas
concentraciones en un suelo para el buen desarrollo de plantas domesticadas, pero
también está relacionado con la actividad doméstica o ceremonial (Terry et al. 2004).

Paralelamente, los macronutrientes como el nitrógeno y carbono son rápidamente


mineralizados, por lo que no perduran en su estado original por mucho tiempo. A pesar
de ello, son elementos importantes para el desarrollo de cultivos e informan sobre el tipo
de actividad humana realizada en un área determinada (Manahan 2000, Pollard et al.
2007).

Aunque típicamente comprende menos del 5% de un suelo productivo, la materia


orgánica determina su productividad. Sirve como fuente de alimento para
microorganismos, conlleva reacciones químicas como el intercambio de iones e influencia
las propiedades físicas del suelo. Algunos componentes orgánicos incluso contribuyen a la

53
Jimena Roldán
descomposición de la materia mineral, proceso por el cual se forma el suelo. La
acumulación de esta materia está fuertemente influenciada por la temperatura y la
disponibilidad de oxígeno (Manahan 2000).

Por otro lado, los metales pesados deberían provenir del material original y ser el
producto de los procesos edafogenéticos posteriores que forman un suelo, sin embargo la
actividad humana incrementa el contenido de esos metales en él, en cantidades
considerables, que en algunos casos alcanzan a ser tóxicas. No todos los metales pesados
son útiles a los fines de una investigación arqueológica (Pendias y Kabata Pendias 1984).
Sin embargo, en los últimos 10 años se ha observado un creciente interés en el análisis de
los mismos. Hasta el momento se han utilizado para: prospecciones arqueológicas;
reconstruir la historia de uso de un suelo; determinar si las paredes de estructuras
arquitectónicas prehispánicas estuvieron o no pintadas, en caso afirmativo pueden
reconocerse incluso los pigmentos utilizados; conocer si los suelos sometidos a actividad
agrícola son óptimos para el cultivo o si están contaminados; y también se utilizan, junto
con otras líneas de evidencia, para delimitar áreas de actividad.

De acuerdo con las improntas que deja la actividad humana en el suelo y su relación con
el contexto arqueológico donde se encuentran, el rastro de metales pesados puede ser
dividido en dos grupos funcionales. El primero está asociado a la actividad agrícola y el
segundo a actividades humanas diversas.

En el primer grupo se incluyen al cobre [Cu], hierro [Fe] y manganeso [Mn] conocidos
también como micronutrientes, porque están disponibles para las plantas en pequeñas
cantidades cumpliendo funciones diversas. Sus concentraciones en el suelo dependen,
mayormente, del tipo de roca que forma el material parental (Manahan 2000).

El cobre y el hierro son agentes activos en las reacciones de óxido-reducción que se dan
en las plantas, esenciales para su desarrollo y reproducción. Por otro lado, el cobre,
también, contribuye al proceso de respiración y en la asimilación del hierro. Este último
es esencial en la síntesis de proteínas contenidas en los cloroplastos. El manganeso
participa activamente en los sistemas enzimáticos necesarios para las reacciones que
tienen lugar en los procesos metabólicos de las plantas (Buckman y Brady 1977).

Si bien el suelo es un sistema dinámico y una vez abandonado por el hombre los procesos
de formación siguen trabajando provocando que las concentraciones de éstos elementos
cambien con el tiempo, para la interpretación de los datos arqueológicos el patrón
espacial de los elementos traza es más importante que el valor absoluto (Wells et al.
2000). Sin embargo, en suelos altamente alcalinos los grupos carboxilatos de la materia
orgánica tienden a fijar algunos de los iones metálicos en las partículas de suelo por
cientos de años (González 1993 y 1995, Baker y Senef 1995), permitiendo que su análisis
dé resultados tan confiables como los obtenidos a partir del fósforo (Terry et al. 2004).

54
Jimena Roldán
La materia orgánica reacciona con estos micronutrientes formando complejos de cambio
y quelatos. La complejación por la materia orgánica del suelo es uno de los procesos que
gobiernan la solubilidad y bioasimilidad de los metales pesados. Este componente puede
adsorber tan fuertemente a algunos metales como el cobre, que pueden quedar no
disponibles para las plantas (Bohn et al. 1993, Pendias y Kabata Pendias 1984, Riechaman
2002), es decir que el porcentaje de materia orgánica es el factor determinante en la
presencia y distribución de los micronutrientes del suelo, como en el caso del manganeso
que tiende a asociarse a la distribución de la materia orgánica a lo largo de un perfil,
encontrándose los valores más altos siempre en superficie cuando hay una fuerte
afinidad por los complejos órgano-minerales que evitan su pérdida por lixiviación (Roca et
al. 2007). La capacidad del suelo de fijar metales está directamente relacionada con la
capacidad de intercambio catiónico del mismo (Silveira et al. 2003, Naidu y Oliver 2003)
que a su vez está en relación con el contenido de arcillas y materia orgánica que éste
posea. En el caso de algunos elementos la estabilidad de los complejos que los contienen
tiende a seguir la siguiente secuencia: Mn > Fe > Cu. Donde el cobre está más
fuertemente adsorbido que el hierro y éste que el manganeso (Bohn et al. 1993, Pendias
y Kabata Pendias 1984).

Se entiende por biodisponibilidad a la fracción de metales pesados que están disponibles


para la absorción por las plantas. La biodisponibilidad depende de la solubilidad y
movilidad de los metales en la solución suelo. Sólo los metales asociados con las
fracciones 1 y 2 están realmente disponibles para que las plantas los extraigan (Elliot y
Shields 1988, Sims y Kline 1991, Ma y Rao 1997, Rieuwerts et al. 1998, Silviera et al.
2003).

Ahora bien, la materia orgánica no es el único factor que afecta la concentración de


metales en la solución suelo y por ende la biodisponibilidad de los mismos. Si bien es el
más importante, también intervienen el pH, el potencial redox, la textura, el contenido y
tipo de arcillas, los óxidos de Mn, Fe y Al y la presencia de cationes y aniones en solución
(Rieuwerts et al. 1998, Riechaman 2002, Silviera et al. 2003, Basta 2004). A su vez, estos
factores se ven influenciados por características como la naturaleza del metal, su
interacción con los coloides del suelo, las propiedades del suelo y el tiempo de contacto
del suelo con el metal (Naidu et al. 2003). En pocas palabras, la baja biodisponibilidad de
los micronutrientes se debe a que la mayoría de los metales se encuentran atrapados en
las estructuras cristalinas, o bien, adsorbidos en los coloides del suelo sin posibilidad de
disponibilidad para las plantas (Roca et al. 2007).

La determinación del pH permite una primera aproximación para conocer las


características químicas y en particular, el grado de saturación de bases del suelo. Del
estado de saturación se deducen las propiedades eléctricas del complejo coloidal y, por
tanto, su relación con los contenidos de elementos nutritivos asimilables. El suelo tiende
a resistir cambios en el pH debido al equilibrio existente entre los iones hidrógenos

55
Jimena Roldán
intercambiables y solubles. Esta propiedad reguladora es característica de los ácidos
débiles como son los coloides del suelo. Consecuentemente, los suelos ricos en
materiales arcillo-húmicos, con elevada capacidad de intercambio, son buenos
reguladores del pH de los suelos. Es también un factor esencial en la movilidad y
biodisponibilidad de los micronutrientes (Bohn et al. 1993, Tisdale y Werne 1970), es
decir, en suelos levemente ácidos los metales pesados y algunos macronutrientes están
más disponibles.

EL PAISAJE Y EL HOMBRE

Socialmente, el paisaje es la síntesis entre sistemas culturales que estructuran y organizan


la interacción entre una población y el medioambiente natural, es un producto de la
cultura. A través de sus actividades diarias, creencias y valores las comunidades
transforman el espacio físico en espacios con significado, es decir lo domestican. A su vez
el paisaje es el lugar donde se realizan todas las actividades de una comunidad, por lo
tanto no es sólo un constructor de comunidades sino que es el espacio en el cual esas
poblaciones se mantienen y sobreviven. El paisaje es una construcción dinámica en cada
comunidad y cada generación que impone su propio mapa cognitivo en un mundo
antropogénico de morfologías interconectadas, arreglos y significados coherentes. Por
ello brinda información histórica, derivada de los cambios de comportamiento que se dan
en tiempo y espacio dentro de una población que resultan en modificaciones del paisaje
(Anschuetz et al. 2001, Criado Boado 1999), o por el contrario son las modificaciones en el
paisaje natural las que provocan cambios en las decisiones a tomar dentro de una
población (Caria 2004 y 2008, Olivera et al. 2008).

La domesticación del espacio es acompañada por la adquisición de una nueva economía


de subsistencia y aparato tecnológico, que conlleva una nueva relación con la naturaleza,
una participación activa ante ella que la transforma de forma sistemática y progresiva. Se
adquiere un pensamiento doméstico que permite un proceso característico de
modificación y explotación del espacio. Esta nueva forma de estar en el mundo implica no
sólo una nueva forma de relacionarse con la naturaleza, sino también de conceptualizar el
espacio y el tiempo (Criado Boado 1999). En el NOA puede relacionarse con el comienzo
del Período Formativo. Esto no implica que antes no se diera dicha relación, sino que a
partir del proceso de sedentarización, la misma se hizo mucho más evidente desde el
punto de vista material.

Este enfoque permite hacer estudios a nivel regional, donde distintos investigadores con
objetivos diferentes pueden contribuir colectivamente a un mejor entendimiento de
patrones de adaptación pasados y cambios culturales. Este acercamiento paisajístico
permite mostrar la variabilidad en el comportamiento social, situación que era
infranqueable anteriormente (Anschuetz et al. 2001).

56
Jimena Roldán
La definición de paisaje cultural está constituida por tres aspectos contrastantes pero
complementarios englobados en: asentamientos ecológicos, paisajes rituales y paisajes
étnicos. Donde cada uno de ellos enfatizan aspectos diferentes de cómo el hombre
define, modela y usa el espacio que habita en tiempos distintos (Anschuetz et al. 2001). A
los fines de esta tesis sólo se utilizará el enfoque presentado por asentamientos
ecológicos.

Éste establece que los paisajes son el producto de la interacción de las personas con su
medioambiente y considera este continuo como una matriz que incluye las tácticas y
estrategias aplicadas para el laboreo y la extensión de la tierra. Por lo tanto, enfatiza
variables medioambientales naturales que incluyen recursos de subsistencia esenciales,
otros materiales necesarios para el confort y la salud y objetos para trueque o
intercambio. La disponibilidad de muchos recursos básicos y comodidades
frecuentemente cambian repentinamente a través del tiempo y espacio, producto de
factores naturales y culturales. Considera los roles que juega la cultura y la tradición en el
modo en que las poblaciones estructuran y organizan el uso y la ocupación de los
espacios. Patrones condicionados culturalmente a partir de cierto tipo de percepciones
medioambientales y tradiciones de uso de la tierra pueden afectar el modo y tiempo de
cambio de las interacciones establecidas entre una población y su medioambiente
(Anschuetz et al. 2001).

Por lo tanto, la arqueología del paisaje no es otra cosa que el palimsesto de restos
culturales que resultan de procesos tanto culturales como naturales que operan a
diferentes escalas espaciales y temporales (Wandsnider 1992).

SISTEMAS AGRÍCOLAS PREHISPÁNICOS

La actividad agrícola a la que se hace referencia en este trabajo está bien establecida en
los valles Calchaquíes. Se practica una agricultura que aprovecha al máximo los espacios
cultivables con la construcción de la infraestructura necesarias, ya sean canchones,
andenes o terrazas de cultivo como así también estructuras de riego para aquellas
regiones donde son imprescindibles. Las plantas, según la evidencia paleobotánica, son
domésticas, es decir que son incapaces de reproducirse y/o dispersarse sin asistencia
humana, debido a que sufrieron modificaciones en sus rasgos genéticos y/o fenotípicos
(Lema 2010). Este proceso de domesticación se dio como resultado de una prolongada
relación ecológica entre grupos humanos y plantas, estableciendo diferentes niveles de
presión selectiva que se va a reflejar en los diferentes grados de domesticación y en el
peso diferencial de los cultivos de plantas entre distintas culturas prehispánicas (Aceituno
Bocanegra 2010).

Aunque la paleobotánica tiene sus limitantes, el cultivo de plantas no comienza con la


inmediata domesticación de las mismas, esta es la culminación de un proceso evolutivo

57
Jimena Roldán
con múltiples etapas, caracterizado por una intervención humana cada vez mayor en los
ciclos reproductivos de las poblaciones vegetales afectadas, es decir, que la
domesticación es otra práctica de manejo del entorno vegetal, donde se cultivaron
plantas tanto domesticadas como no domesticadas. Acá radica el problema de la
paleobotánica, es sumamente difícil reconocer estas plantas cultivadas no domesticadas
(Lema 2010). Por lo que es preferible hablar de plantas cultivadas antes que
domesticadas, por lo menos hasta que esta situación sea resuelta.

En la región bajo estudio se encontró evidencia del cultivo de maíz (Zea mays), poroto
(Phaseolus sp.), zapallo (Cucurbita sp.), pseudocereales (quinoa-Chenopodium quinoa o
amaranto-Amaranthus sp.) y tubérculos microtérmicos (Arreguez et al. 2009 y 2010,
Carrizo et al. 1999, Franco Salvi 2010, Rivolta 2010), todas ellas plantas domesticadas. El
maíz se considera uno de los recursos alimenticios más importante de la época, debido a
su amplia dispersión (desde la región de selva hasta la puna), sus múltiples especies y
usos (Oliszewski 2009).

Con lo ya referido es evidente que estamos frente a una agricultura de tipo intensiva,
debido a la utilización de mano de obra y a la infraestructura construida, ya sean andenes,
terrazas, bancales y/o canchones de cultivo. Esto requirió de importantes modificaciones
en el paisaje natural donde grandes cantidades de tierra y roca fueron movidas y se
modificaron, intencionalmente, factores micro-ecológicos para mejorar las condiciones de
cultivo en zonas que generalmente eran marginales, debido a pendientes muy fuertes,
provisión inadecuada de agua, pobreza de suelos, etc. (Denevan 1980).

La utilización de fertilizantes como el guano animal fue uno de los factores más efectivos
para mejorar las propiedades físicas y químicas de los suelos bajo cultivo, esta práctica es
muy común entre las comunidades peruanas actuales. Cuando las tierras se dejan en
barbecho se lleva al ganado a pastar en ellas, aprovechando los rastrojos y hierbas. Esto
permite no sólo la utilización de estos restos como alimento para el ganado sino también
el abono del suelo con guano animal. Esta práctica de llevar el ganado a pastar en los
restos de la cosecha se presenta como una estrategia que permite interrelacionar las
tierras destinadas rotativamente al cultivo con el manejo estacional del ganado. Como
mecanismo sencillo de fertilización con guano ha sido observado actualmente en Laguna
Blanca, en Cotagua El Bolsón y en Antofagasta de la Sierra (Korstanje 2005). En el
contexto arqueológico Korstanje (2007) registra esta práctica en campos agrícolas
ubicados en el valle del Bolsón.

El cultivo es permanente o casi permanente durante todo el año. Una agricultura


intensiva, también implica estructuras de riego que se adapten a las necesidades de cada
cultivo.

Es muy probable que en sus inicios se haya practicado una agricultura de tipo extensiva.
Para el valle de Tafí y en el primer estadio o Tafí I, Berberián y Nielsen (1988a) planteaban

58
Jimena Roldán
la práctica de una agricultura extensiva que llevaba al agotamiento de los suelos,
premisas que necesita ser comprobada aún. Más al norte en la puna jujeña, Albeck (1993)
estableció que, durante el Período Formativo, en los fondo de valles y las partes elevadas
con poca pendiente se practicaba una agricultura de tipo extensiva. Korstanje (2005)
remarcó la ausencia de estructuras agrícolas como andenes o terrazas de cultivo en el
valle de altura El Bolsón. Por lo que es muy probable que en un primer momento se haya
practicado una agricultura extensiva que con el tiempo fue complementada con una de
tipo intensiva, que en algunos casos pudo ser reemplazada finalmente por esta última y
en otros no.

La agricultura intensiva andina se ve caracteriza por la construcción de terrazas agrícolas.


Éstas son superficies de cultivo que han sido niveladas o cuya pendiente ha sido reducida
con un muro de retención normalmente de piedra, pero podía ser de tierra o vegetación.
Los efectos de la construcción de una terraza son: la reducción de la erosión, la
acumulación de suelo y el atraso, retención y esparcimiento del agua de lluvia, agua de
escorrentía y agua de riego. Los efectos micro-climáticos incluyen: la re-radiación desde
los muros, y el posible calentamiento del aire. El 85% del área con terrazas se ubica en
una zona climática que tiene una época de sequía que dura más de cinco meses y con una
precipitación anual de menos de 900 mm, indicando que el manejo y la conservación de
agua es una función elemental, aunque el riego en sí quizás no sea necesario (Denevan
1980).

Tomando en cuenta las definiciones de Denevan (1980) para terrazas agrícolas y las de
Sampietro Vattuone (2002) para andenes de cultivo en la región del valle de Tafí, se
presenta una nueva clasificación para las estructuras agrícolas encontradas en los valles
Calchaquíes:

Terrazas en pendiente: paredes construidas perpendicularmente a la pendiente,


sólidamente edificadas con técnica de piedra seca o con mortero de barro, delineando
aproximadamente curvas que mantienen un nivel constante en la misma. La superficie de
cultivo tiene pendiente, pero en la mayoría de los casos la pendiente natural ha sido
reducida por la acumulación de suelo detrás del muro de retención. Éstas reducen la
erosión, profundizan el suelo y controlan el agua de escorrentía.

Terrazas aisladas en pendiente: son muros de retención o superficies de cultivo que están
aisladas, dispersas o discontinuas, la mayoría son terrazas en campos con pendiente. Son
posiblemente formas nacientes de sistemas de terrazas más complejos, o el producto de
procesos antrópicos posteriores, por reutilización de dichos espacios, generando patrones
de terrazas aisladas.

Líneas de despedre: acumulaciones de bloques y clastos sin selección granulométrica,


zigzaguean en sentido paralelo a la pendiente. Tienen no menos de un metro de ancho y
altura variable. Probablemente son producto de la actividad de despejar los campos para

59
Jimena Roldán
evitar el entorpecimiento de la actividad de labranza. Sistematizan el uso del suelo y el
agua.

Canchón o bancal: es el resultado de la asociación de líneas de despedre y las de


andenería. Son grandes áreas de terreno delimitadas mediante líneas de despedre,
dispuesta en terrenos de pendientes del 8 al 13 %; abundan los que están orientados en
el sentido de la pendiente dominante, con sus lados mayores paralelos a ésta. Por lo
general, contienen delimitaciones internas constituidas por las líneas de andenes. En
aquellas zonas en que la pendiente se suaviza los canchones adoptan diseño cuadrangular
y de superficie aplanada. Muchos de estos espacios tienen en planta forma de “V” con el
vértice en la zona más alta del terreno y carecen de delimitaciones en la parte más baja,
tomando los lados un diseño sinusoidal.

Aunque por otro lado, pueden haberse construido andenes de cultivo también. La
descripción de los mismos fue tomada de Williams et al. (2010), primero porque plantea
una clara distinción entre terraza y andén y segundo porque con ella describe estructuras
agrícolas que encuentra en el sector del Valle Calchaquí Medio.

Andenes: construcciones rectangulares de piedra que modifican sustancialmente la


pendiente, suavizándola generalmente en varios grados menos respecto a la pendiente
natural. El largo mayor de los rectángulos que forman es paralelo al drenaje natural o
curos de agua principal. Las paredes de contención son elevadas y su construcción implica
importantes movimientos de tierra del tipo “corte y relleno”.

Ahora bien, al ser una zona árida a semiárida es lógico encontrar estructuras de riego en
los campos bajo cultivo. El riego es tanto la desviación del agua como también el control y
conservación de aguas de inundación, desagües provenientes de las pendientes y agua de
lluvia. Las formas antiguas del manejo del agua abarcan una variedad de canales, represas
y depresiones excavadas. El riego es un fenómeno de tierras áridas o semiáridas, sin
embargo a menudo es observado en áreas más húmedas que tienen una época de sequía
prolongada. No se puede distinguir entre el cultivo con aguas de inundación y el que usa
agua de escorrentía. En ambos casos la fuente de agua es intermitente e incierta
(Denevan 1980).

Según Denevan (1980) los canales de riego son muy diversos en términos de tamaño y
métodos de construcción. Son canales artificiales de piedra, tierra, forrados y sin forrar,
que sacan agua desde puntos elevados canalizándola hacia campos de cultivos situados
más abajo. Las fuentes de agua pueden ser ríos, lagos, inundaciones, aguas subterráneas,
manantiales o reservorios.

A pesar de que la definición de Denevan es muy completa en este trabajo se optó por la
descripción aportada por Sampietro Vattuone (2002) con algunas modificaciones
resultado de la excavación de uno de estos canales, entonces quedaría de la siguiente
manera:

60
Jimena Roldán
Canales de drenaje: sus márgenes pueden estar revestidas con muros de material clástico
para evitar la exhondación del lecho o no; en el fondo de algunos de estos canales hay
escalonamientos en los lugares de los cuales surgen líneas de andenería.

Por último, se observan estructuras circulares de 1 a 2 m de diámetro, en muchos casos


distribuidas de forma regular dentro de los espacios agrícolas que muchos autores han
calificado como silos o lugares de almacenamiento de semillas (Berberián y Nielsen 1988,
Raffino 2007, Sampietro Vattuone 2002, entre otros).

ASPECTOS CONCEPTUALES DE LOS PERÍODOS CULTURALES CONSIDERADOS

El Período Formativo en los valles Calchaquíes

El concepto de Período Formativo o PF fue tomado de trabajos de periodificación


realizados en culturas prehispánicas centro y norteamericanas y adaptado a las culturas
de altura del NOA, definido y redefinido a la luz de nueva evidencia y diferentes escuelas
de pensamiento desde los años 70’ (Núñez Regueiro 1978, Tartusi y Núñez Regueiro 1993
y 2001, González 1998, Olivera 2001, Núñez Regueiro y Tartusi 2002, Korstanje 2005,
2007, Franco Salvi et al. 2007, Scattolin 2007a y 2007b).

Núñez Regueiro (1978) fue uno de los primeros en dividir y clasificar la etapa
precolombina del NOA a partir de ciertos rasgos sociales. Para él las características que
definían a una sociedad formativa se encontraban en su modo de producción y su
superestructura. Este enfoque lo llevó a plantear la existencia de tres momentos dentro
del Formativo:

Formativo Temprano o PFT (200 a. C.-700 d. C.) surgen culturas agrícolas-ganaderas,


sedentarias y ceramistas con poca o nula jerarquización en su estructura social pero
donde se originan los primeros centros cúlticos (Vaquerías, Tafí, Candelaria, Condorhuasi-
Alamito, Ciénaga, como para dar algunos ejemplos) (Núñez Regueiro 1978, Tartusi y
Núñez Regueiro 2001).

Formativo Medio (PFM) o Período de Integración Regional (650-850 d. C.) caracterizado


por el surgimiento de Aguada en el valle de Hualfín, para este período observó una
centralización del poder a través de los centros cúlticos ya muy desarrollados, la
superestructura se reflejaba en todos los ámbitos de esta sociedad y crecía
exponencialmente ocupando otros valles del NOA (Núñez Regueiro 1978, Tartusi y Núñez
Regueiro 1993). Sin embargo, este período fue define a partir de una porción territorial
del NOA, para ser más específica el centro y suroeste de la región, quedando fuera del
mismo la totalidad de los valles Calchaquíes y los valles jujeños. Esta situación fue
fuertemente criticada por otros investigadores por lo que finalmente optaron por dejar

61
Jimena Roldán
de lado el término Integración Regional y utilizar solamente Formativo Medio (Núñez
Regueiro y Tartusi 2002).

Formativo Superior o PFS (700-1000 d. C.) se circunscribe al valle de Tafí y a la cultura Tafí,
caracterizado por presentar cambios en su arquitectura y formas de inhumación producto
de su fluida relación con culturas de las Selvas Occidentales como Candelaria. Menciona,
al pasar, la posibilidad de que en el valle de Santa María y la Quebrada de Humahuaca
haya sucedido algo similar, donde el tránsito del Formativo Inferior al Superior se haya
dado sin haber pasado por un Formativo Medio, caracterizado por el alto desarrollo
cúltico (Núñez Regueiro 1978).

Por otro lado, González (1998) tendía al difusionismo a la hora de definir este período, se
preocupaba más por las similitudes que las culturas del NOA tenían con otras encontradas
fuera de este territorio, producto de la difusión de ideas u objetos materiales, que por la
complejidad social manifestada dentro de estos grupos sociales.

Sin embargo, con Olivera estas clasificaciones estructuradas donde se intentaba incluir a
todos los grupos sociales en uno u otro período quedaron, de a poco, de lado. Nacieron
nuevas formas de concebir a este momento prehistórico. Olivera (2001) partía de la
premisa que el Formativo no era un período sino un tipo de sociedad que manejaba un
conjunto de estrategias adaptativas. Estas sociedades poseían un componente productivo
agrícola-ganadero asociado a un mayor sedentarismo y a la utilización de tecnologías
particulares. Estas tecnologías surgían de una importante evolución tecnológica
observada en la cerámica, textilería y metalurgia.

Por tecnología se entiende “...al conjunto de prácticas a través de las cuales una sociedad
actúa sobre la naturaleza en el esfuerzo para proveer a la subsistencia y reproducir el
conjunto de bienes y equipamiento de que dispone. Es apropiada en cuanto permite
garantizar una productividad sostenida a largo plazo, no afecta la dinámica del
ecosistema al punto de tornar imposible la supervivencia de la población de la región,
presenta una relación costo-beneficio favorable y se adecua a las características socio-
culturales de la población...” (Berberián 1995).

Volviendo a Olivera (2001), al ocupar medioambientes diversos, estas sociedades


organizaron el espacio, sus recursos y su arquitectura de distintas formas. Sin embargo,
también han podido observarse ciertas similitudes en sus modos de producción,
asentamientos y patrones tecnológicos, evidencia de contactos culturales de diferentes
tipos. Por otro lado, debido al amplio lapso temporal que ocuparon (2500-1200 años AP)
se observaron claras modificaciones en los sistemas de asentamiento-subsistencia. Se
consideró que en estas sociedades los niveles de centralización del poder o estratificación
social eran poco acentuados y que si bien eran sedentarias esto no implicaba una baja
cuota de movilidad. A diferencia de Núñez Regueiro (1978) tuvo en cuenta, como parte
de su economía de subsistencia, no sólo a la práctica agrícola sino también a la ganadera

62
Jimena Roldán
que fueron complementadas con la caza y recolección. No dejó de lado el componente
ideológico, manifiesto en el arte rupestre y la decoración de sus artesanías.

Paralelamente, Korstanje (2007) partió de la premisa de que la producción es la mejor vía


para explorar la organización del trabajo y los cambios sociales formativos no
coyunturales debido a su gran estabilidad como estructura. Por ello, para poder distinguir
cambios en las estructuras agrarias en el valle de altura de El Bolsón, mantuvo a este
período en un bloque de larga duración (900 a. C. -900 d. C.) (Korstanje 2005 y 2010).
Consideró que estas sociedades poseían una economía campesina cuya finalidad última
no fue la acumulación de bienes sino la reproducción familiar. La familia era la unidad
productiva ya sea de tipo extensa, nuclear o de otro tipo que incluya gente cercana a la
casa pero no parte de la familia. Se vinculaban con el mundo exterior a través del
intercambio donde la circulación de bienes y sus rutas tenían una dimensión de
territorialidad que consideró para la instrumentalización de este período (Korstanje
2007). No buscó contrastar desde el ámbito productivo la secuencia cultural propuesta
por González (1998), ni proveer un modo de producción al Formativo Medio de Núñez
Regueiro (1978), sino conocer el sistema productivo de las sociedades formativas en un
período de larga duración (Korstanje 2005).

Ahora bien, en este punto es evidente que el valle de Santa María prácticamente no es
mencionado en la definición o caracterización de este período, Núñez Regueiro (1978)
hace una pequeña alusión al mismo sin entrar en mucho detalle. Sin embargo, en la
actualidad hay una cantidad importante de investigadores ocupados en estudiar este
período en dicho valle (Tarragó y Scattolin 1999, Scattolin 2000, Scattolin et al. 2001, Izeta
y Scattolin 2002, Bugliani y Pereira Domingorena 2002, Rivolta 2007, Aschero y Ribotta
2007, Somonte 2007, Somonte y Baied 2011, entre otros). Pero fue Scattolin (2007a y
2007b) quien a partir del análisis de diferentes estilos cerámicos, junto con dataciones
radiocarbónicas para el área de El Bañado y la recopilación de información proveniente
de otros sitios ubicados en el valle de El Cajón, el borde oriental de la puna, el valle de
Tafí, el área de La Candelaria y la cuenca Tapia-Trancas, define tres fases para este
período: Fase Chimpa (100-450 d. C.), Fase Bañado (450-650 d. C.) y Fase Colalao (650-
900 d. C.).

Desde el estudio de un sitio conocido como Morro de las Espinillas (780-980 d. C.) en el
valle de Santa María, Scattolin (2007b) observó que mientras al sur de Catamarca y norte
de La Rioja se siguen utilizando el estilo Aguada y sitios monticulares, ya en este valle se
utilizaba el estilo santamariano y se construían poblados semiurbanos característicos del
Período de Desarrollos Regionales. Estableció que para este Formativo Superior (siglos IX
y X), según lo definido por Núñez Regueiro (1978), se observaba una alta diversificación
en la forma de edificación, agrupamiento y concentración del espacio construido que
planteaban la contemporaneidad de configuraciones arquitectónicas que estructuraba el
paisaje edilicio de formas distintas. Incluso lo llevó a una escala regional donde estableció

63
Jimena Roldán
que a finales del primer milenio d. C. se podía distinguir una amplia gama de medios
constructivos y soluciones de diseños edilicios así como formas de apropiación del
paisaje.

No soy partidaria de criticar las diferentes corrientes de pensamiento que llevaron a


clasificar al Formativo a través del tiempo, considero que los investigadores involucrados
en ello, definieron a este período a la luz de la información arqueológica obtenida hasta
ese momento y de los objetivos de investigación que cada uno se planteó. Me parece más
bien que es una forma de enriquecer nuestro conocimiento respecto de estas sociedades,
aprendiendo de lo que otros ya hicieron para poder sentar las bases de nuestro
entendimiento.

Tampoco me parece constructiva la posición extremista adoptada por Franco Salvi et al.
(2007) quienes consideran necesario erradicar el concepto de Formativo, estoy de
acuerdo en que tiene sus limitaciones pero no por ello debe de dejarse de lado.

En este punto, es evidente que la generalización del Formativo es por demás complicada
y a los fines de esta tesis poco recomendable, por lo tanto me limitaré a definirlo primero
en un espacio geográfico restringido (valle de Tafí y valle de Santa María) y en segundo
lugar a partir de los sistemas de producción agrícola que es el tema principal de este
trabajo.

Para el valle de Tafí el Período Formativo se extendió del 300 a. C. al 900 d. C.


aproximadamente. Si bien es evidente que se observan cambios en este amplio lapso
temporal, como ser la forma en que el espacio construido fue explotado y entendido, y en
el estilo y manufactura de su alfarería, el establecer fases es una forma muy abrupta de
delimitar un proceso social que parece ser más bien continuo. Sumado a ello las fases
definidas por Berberián y Nielsen (1988a) por un lado, y Núñez Regueiro y García Azcárate
(1996) por el otro, están siendo fuertemente criticadas a la luz de nueva evidencia.

Siempre se consideró que, cronológicamente, el orden del espacio utilizado iba de


unidades residenciales dispersas entre campos de cultivo como formas de asentamiento
tempranas a nucleamiento de unidades residenciales o aldeas separadas de las áreas
agrícolas como formas tardías. Sin embargo, las nuevas dataciones de La Bolsa 1 (Salazar
y Franco Salvi 2010) y el estudio de un sitio ubicado en la Quebrada de Los Corrales en El
Infiernillo (Oliszewski 2011) muestran que es en la primera mitad del 1º milenio donde se
observan unidades residenciales concentradas y separadas de los campos de cultivo y
que, con posterioridad se dan las unidades residenciales dispersas entre campos de
cultivo. Otro de los rasgos considerados para diferenciar fases era la utilización del
montículo ceremonial de Casas Viejas en El Mollar referido como el primer centro
ceremonial de la región (Tartusi y Núñez Regueiro 1993), nuevamente a la luz de nueva
evidencia este concepto es fuertemente criticado, se habla de rituales de tipo domésticos

64
Jimena Roldán
distribuidos a lo largo de todo el valle antes que concentrados en un centro ceremonial,
donde el límite entre lo sagrado y lo profano parece no ser tan claro (Salazar et al. 2011).

Fueron grupos sociales cuya economía de subsistencia agrícola-ganadera era


complementada probablemente por la caza (prácticamente no se han llevado a cabo
trabajos zooarqueológicos en la región) y con seguridad por la recolección de algarrobo
negro y blanco (Prosopis nigra y Prosopis alba), chañar (Geoffroea decorticans) y tala
(Celtis L) (Carrizo et al. 1999, Oliszewski et al. 2010).

Si bien practicaron un estilo de vida sedentario con sitios permanentes que ocupaban
todo el año o la mayor parte de él y donde realizaban todo tipo de actividades, también
poseían otros no permanentes en sectores ecológicos diferentes que les permitían
acceder a recursos complementarios, observados, en el valle de Tafí, en los puestos de
altura utilizados posiblemente para el pastoreo de animales (Berberián y Nielsen 1988a),
y en los estilos cerámicos y la presencia de objetos que hablan del intercambio de
productos y bienes entre aldeas que generó una amplia difusión de técnicas, creencias y
prácticas culturales como así también posiblemente el traslado o expansión de
poblaciones (Dlugosz y Piñeiro 1999, Albeck 2000, Domínguez Bella y Sampietro Vattuone
2005, Aschero y Ribotta 2007, Dlugosz et al. 2007, Scattolin 2007a, Somonte 2007,
Gramajo Bühler 2009 y 2011, Salazar y Franco Salvi 2010, entre otros.).

Las casas estaban confeccionadas de piedra y eran de forma circular. Cada núcleo
doméstico estaba compuesto por varios recintos adosados y vinculados con un patio
central. Las estructuras agrícolas estaban conformadas por canchones, andenes y/o
terrazas de cultivo asociadas a acequias en algunos casos y a estructuras circulares, de
unos 2 m de diámetro, distribuidas a lo largo de los campos de cultivo. Si bien la
domesticación de animales no es un tema muy desarrollado en este valle algunos
estudiosos hablan de la presencia de corrales, aunque también es posible que éstos no
fueran necesarios según las investigaciones de Korstanje (2005) y sólo se observen los
puestos transitorios de los pastores.

Al igual que Korstanje (2007) considero que estas sociedades poseían una economía
campesina cuya finalidad última no era la acumulación de bienes sino la reproducción
familiar. Donde la actividad doméstica iba acompañada de un componente ritual de tipo
familiar observado en las inhumaciones y la presencia de menhires dentro del espacio
doméstico (Berberián y Nielsen 1988a, Raffino 2007, Salazar 2010), una apacheta
encontrada en un campo de cultivo (Salazar et al. 2011) y probablemente espacios
comunes distribuidos en todo el valle (Berberián y Nielsen 1988a, Tartusi y Núñez
Regueiro 2001, Caria et al. 2009,) donde se reunían a celebrar diferentes rituales
relacionados con la Pachamama, deidad de máxima importancia para las sociedades
agrícolas andinas ya que la misma controlaba la fertilidad de los suelos donde se cultivaba
y pastaban los animales (Sampietro Vattuone et al. 2008).

65
Jimena Roldán
Para el valle de Santa María, específicamente en la vertiente occidental de Cumbres
Calchaquíes, la arquitectura de los asentamientos y la cerámica encontrada se asemeja
mucho a lo observado en el valle de Tafí (Sosa 1999 y 2001, Aschero y Ribotta 2007,
Rivolta 2007, Somonte 2007), impresiona que estos grupos sociales se extendieron hacia
el valle de Santa María ocupando dicha vertiente e incorporando algunos rasgos propios
de los grupos formativos ya instalados en él.

El Período de Desarrollos Regionales en los valles Calchaquíes

En general este período, que cronológicamente se extiende del 1000-1480 d. C. hasta la


llegada del imperio Inca, se caracteriza por un importante crecimiento demográfico, los
asentamientos se concentraban hasta formar verdaderos centros urbanos fortificados o
pukaras, donde la guerra parecía ser un componente social importante. Si bien el
intercambio de bienes siguió practicándose, se utilizaba con mayor frecuencia la
explotación de diferentes nichos ecológicos. La agricultura alcanzó un desarrollo
impresionante, no sólo en las extensiones de territorio que ocupaba sino en el
mejoramiento de la tecnología aplicada a la misma, los sistemas de riego fueron mucho
más eficientes e hicieron un uso más integral de los recursos naturales, el control de la
erosión a partir de la construcción de andenes y terrazas de cultivo permitió la
explotación de quebradas y pendientes pronunciadas ampliando así los límites de
explotación agrícola. También se observó una explotación ganadera intensiva. Se
acentuaron las relaciones sociales desiguales tanto en la organización del trabajo como en
la distribución y consumo de los bienes. La instalación de talleres para la producción de
objetos de alto valor social y simbólico por parte de artesanos especializados (metalurgia,
alfarería y tejeduría) pareció vincularse con el refuerzo y la consolidación de élites dentro
de la sociedad (Núñez Regueiro 1978, González 1998, Tarragó 2000, Korstanje 2007,
Williams et al. 2010).

La cosmología de este período estuvo muy relacionada con la agricultura, por lo tanto los
elementos naturales fueron venerados al igual que el sol y la luna. Sin embargo, el culto
más extendido fue el de la veneración a la Pachamama o madre tierra. Cuando la
situación lo ameritaba se recurría a los ritos de sacrificio tanto humano como animal, bien
documentados en la etnografía, cerámica, arte rupestre y los restos óseos (cráneos
trofeo) encontrados en diferentes sitios. En esta etapa se continuó practicando el ritual a
los difuntos, para este momento el entierro de los muertos se efectuó tanto dentro de las
casas como en cementerios separados de la zona residencial. Sobre todo fueron comunes
los cementerios de urnas, donde enterraban a los niños, mientras que los adultos eran
exhumados en tumbas cilíndricas la mayoría de las veces. Un variado ajuar acompañaba a
los difuntos de acuerdo con su rango, sexo y edad (Tarragó 2000).

Para los valles Calchaquíes la cultura dominante en este momento es Santa María. Los
sitios estudiados en la vertiente occidental de Cumbres Calchaquíes muestran
asentamientos construidos sobre o cerca de asentamientos formativos, comunicados por

66
Jimena Roldán
sendas que se extienden en dirección este a oeste (Sosa 1999, 2001), incluso se ha
observado que los asentamientos Tardíos se encuentran únicamente en unidades
geomorfológicas conocidas como glacis cubiertos, donde el agua aún era abundante en
esos tiempos de extrema aridez (Sampietro Vattuone y Neder 2011). Uno de estos sitios
ubicado en la Quebrada de Los Cardones fue definido como un conglomerado semi-
urbano donde los espacios agrícolas se encontraban claramente separados de los
residenciales y dentro de estos últimos se observaron estructuras de tipo comunal
separadas de las domésticas o familiares (Rivolta y Salazar 2007). Hacia el norte, cerca de
Ampimpa, se ubicó un puesto de pastores de tamaño considerable, en relación a lo que
se observaba para el período anterior, donde se procesaban y manejaban llamas y
vicuñas (Gómez Augier 2005). Todos los campos de cultivo relacionados con este período
estaban constituidos por andenes de cultivo y acequias y se encontraban separados del
espacio residencial (Sosa 2001, Rivolta y Salazar 2007 y 2008). Esta cultura utilizó como
piso ecológico de explotación al valle de Tafí, donde la presencia de sus estructuras
rectangulares hechas de adobe, su típica cerámica funeraria y cementerios están
esparcidos por todo el valle generalmente emplazados sobre sitios formativos (González y
Núñez Regueiro 1960, Núñez Regueiro y García Azcárate 1996, Manasse 2007, Núñez
Regueiro y Esparrica 2010).

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Jimena Roldán
METODOLOGÍA
Se aplicaron métodos y técnicas provenientes de la geomorfología, pedología, geoquímica
y arqueología. Algunas fueron tomadas y utilizadas tal cual fueron publicadas, como por
ejemplo las descripciones pedológicas realizadas en el campo siguiendo las normas de
Etchevehere (1976), la determinación de peso específico real (PER), peso específico
aparente (PEA), porosidad, textura, color y pH tomadas de Cuenya y Puchulu (2000) y la
determinación del porcentaje de materia orgánica tomada de Walkley y Black (1934) y
Agricultural and Environmental Service Laboratories (1999). Mientras que otras, como las
técnicas geoquímicas para la determinación de fósforo total y disponible fueron
adaptadas de Fiske y Subbarow (1925), calcio, hierro, manganeso y cobre disponibles
fueron adaptadas del manual de la “Federal Agricultural Office” (Dewis y Freitas 1984) y
modificadas para su aplicación en las muestras arqueológicas correspondientes.

TÉCNICAS CARTOGRÁFICAS

Como punto de partida se fotointerpretaron aquellas unidades de paisaje que no habían


sido mapeadas en detalle hasta el momento.

 Valle de Tafí: el glacis cubierto de El Potrerillo donde las fotos aéreas fueron
relevadas en el año 2001 a escala 1:20000 y el abanico aluvial de La Costa 2 donde
las fotos aéreas fueron relevadas en el año 1995 a escala 1:10000.

Como primer paso se georreferenciaron las fotos aéreas y se fotointerpretaron desde


pantalla utilizando un screenscope. La información obtenida fue procesada a través de un
software para sistema de información geográfico conocido como ILWIS 3.4.

Se fotointerpretaron sistemáticamente rasgos superficiales como la topografía de la zona,


los procesos morfogenéticos asociados a cada geoforma como la morfogénesis y los
procesos morfodinámicos, y las estructuras arqueológicas observables. Los resultados son
algo dispares en el valle de Santa María, dada la falta de fotografías aéreas a escala
adecuada.

TRABAJO DE CAMPO

Prospección y excavación

Se prospectaron las zonas fotointerpretadas con el fin de corroborar la cartografía


confeccionada y efectuar un reconocimiento de los sitios arqueológicos y precisar cuáles
serían los lugares donde se excavarían las calicatas correspondientes y realizaría la
recolección sistemática de material cerámico superficial, con el objeto de establecer la
filiación cultural y cronológica relativa de los sectores analizados.
69
Jimena Roldán
Cuando la situación lo permitió, se consideraron diversos contextos arqueológicos en
cada unidad geomorfológica. Se excavaron por geoforma, al menos, una calicata testigo
ubicada donde no hubiera rasgos arqueológicos y calicatas en estructuras agrícolas y
residenciales.

Durante las excavaciones se registraron todos los hallazgos arqueológicos realizados y se


describieron los perfiles siguiendo las normas de reconocimiento de suelos propuesta por
Etchevehere (1976). Por último, se tomaron las muestras de sedimento necesarias para
su posterior análisis en laboratorio.

TÉCNICAS PEDOLÓGICAS

Determinación del peso específico aparente (PEA)

Se determinó por el método del terrón parafinado. En él se seleccionaron 3 ó 4 agregados


secos y limpios de cada muestra y se los pesó (P1). Luego se los ató con un hilo y se los
sumergió en parafina líquida no muy caliente para que no penetre en los poros, una vez
frío se los pesó nuevamente (P2). Después, los agregados parafinados fueron sumergidos
en una probeta con agua para conocer su volumen aparente (P3), aplicando el principio
de Arquímedes (un cuerpo sumergido en un líquido, recibe un empuje E de abajo hacia
arriba igual al peso del agua desalojada), una vez obtenidos estos valores se calculó el PEA
de cada agregado y se promedió cada muestra.

Cálculos:

Peso de la parafina:

Pp = P2 – P1

Volumen de la parafina:

Vp = Pp / δp

δp = 0,9 g/cm3

Volumen del suelo sin parafina:

Vs = P3 - Vp

PEA = P1 / Vs g/cm3

Determinación del peso específico real (PER)

El PER se determinó por el método gravimétrico. En él se pesaron matraces aforados de


100 ml y se los taró (valor A). Luego se les agregó a los matraces 1 cm de espesor de
sedimento con embudo y se los volvió a pesar (valor B). Después se obtuvo el peso del

70
Jimena Roldán
sedimento restando el valor B del A (valor P). Se les agregó un poco de agua destilada y se
agitó para poder disgregar completamente el sedimento, se enrazó la marca de 100 ml, y
se pesaron una vez más (valor C). Finalmente se vaciaron los matraces se los lavó y se les
agregó 100 ml de agua destilada para pesarlos por última vez (valor D).

Cálculos:

Para poder determinar el valor del PER se necesita conocer el valor del volumen real (Vr)
cuya fórmula es:

Vr = (D + P) - C

De la misma se desprende que:

PER = P / Vr

Determinación de la porosidad

Una vez obtenidos los valores de PER y PEA se calculó la porosidad de cada muestra.

Cálculo:

P = (PER – PEA / PER) x 100

Y se evaluó la porosidad de cada muestra en relación con la siguiente tabla:

% de Porosidad:

 <30 muy escasa


 30-40 escasa
 40-50 regular
 50-60 alta
 <60 muy alta

Determinación de la textura

Para la determinación de la textura se trabajó con el método de Bouyoucos que consiste


en la estimación mediante lecturas densimétricas de las tres fracciones granulométricas.

Se tomaron 50 g de cada muestra de sedimento seco y se mezcló con 250 ml de NaPO3


5% (Calgón), se dejaron reposar durante varios días (de 3 a 5 días) revolviéndolas de vez
en cuando. Luego se pasó el contenido de los vasos a una probeta y se agregó agua hasta
enrasar la marca de los 1000 ml, se agitó el contenido de las probetas por espacio de 3
minutos en cada caso. A continuación se colocó el aerómetro en la suspensión y se tomó

71
Jimena Roldán
la lectura y temperatura de la misma. La primera lectura se hizo pasados 40 segundos
(Lectura 1) y la segunda pasada una hora (Lectura 2).

Cálculos:

Determinación de los porcentajes de arena:

(Lectura 1 / Ps) x 100 = Z

100 - Z = % Arenas

Determinación de los porcentajes de arcilla:

(Lectura 2 / Ps) x 100 = % Arcilla

Ps = peso del suelo

Determinación de los porcentajes de limo:

100 - (% arena + % arcilla) = % limo

Como el Bouyoucos está calibrado para temperaturas de 20ºC, por cada grado sobre o
bajo 20ºC que tenga la muestra, se aplica una corrección de la temperatura de 0,2 a la
lectura del aerómetro. Para ello se realiza el siguiente cálculo:

Si la temperatura es > de 20ºC

n Tº - 20ºC = X

X x 0,2 = Y

Lectura n + Y = Lectura corregida

Si la temperatura es < de 20ºC

n Tº - 20ºC = -X

-X x 0,2 = -Y

Lectura n + (-Y) = Lectura corregida

La clase textural se determinó con el triángulo textural (Etchevere, 1976):

72
Jimena Roldán
Determinación del color

El color se determinó utilizando la tabla de Munsell 2009. Como el color tiende a cambiar
de acuerdo al contenido de humedad se tomó tanto en seco como en húmedo.

Determinación del pH

Se utilizó el peachímetro ADWA AD1030. Para calibrarlo se utilizaron tres buffers, uno
neutro, uno ácido y uno alcalino. Como primera medida se lavaron con agua destilada el
electrodo y el medidor de temperatura, luego se introdujeron ambos en el buffer neutro
(7,01), lo más cerca posible uno del otro, se presionó la tecla de calibración y esperamos
una vez que estuvo listo guardamos dicha calibración. Después se lavaron nuevamente el
electrodo y el medido de temperatura y se introdujeron en el buffer ácido (4,01),
siguiendo el mismo procedimiento que en el caso anterior, una vez guardada la
calibración, nuevamente se lavaron con agua destilada el electrodo y el medidor de
temperatura. Finalmente se introdujeron ambos dispositivos en el buffer alcalino (10,01)
y una vez calibrado y guardada la calibración se procedió a medir el pH de las diferentes
muestras de suelo.

Se colocaron 10 g de muestra en un vaso de precipitación de 50 ml, a continuación se


agregó 25 ml de agua destilada y se agitó la mezcla con la ayuda de una varilla de vidrio
hasta que las partículas quedaron en suspensión, se dejó reposar 30 minutos, pasado este
tiempo se agitó nuevamente e inmediatamente se midió el pH introduciendo el electrodo
en el vaso (ambos dispositivos deben de estar lo más cerca posible uno de otro).

73
Jimena Roldán
Determinación del porcentaje (%) de materia orgánica

Se pesó 1 g de muestra y se lo colocó en un erlenmeyer de 500 ml. Se le agregó 10 ml de


dicromato de potasio 1N, 20 ml de ácido sulfúrico, se mezcló durante 1 hora y se dejó
reposar otros 30 minutos, luego se llevó a 200 ml con agua destilada, después se agregó
10 ml de ácido fosfórico, 0,2 g de fluoruro de sodio, 10 gotas de difenilamina y se tituló
(con bureta) con sulfato férrico amónico 0,5 N. Se preparó un control de la reacción
diariamente, con 10 ml de dicromato de potasio 1N, 20 ml de ácido sulfúrico, para luego
mezclarse durante 1 hora y se dejó reposar otros 30 minutos, luego se llevó a 200 ml con
agua destilada, después se agregó 10 ml de ácido fosfórico, 0,2 g de fluoruro de sodio, 10
gotas de difenilamina y se tituló (con bureta) con sulfato férrico amónico 0,5 N. Se
registró el valor de los controles para hacer los cálculos necesarios.

La solución, antes de ser titulada, es de un verde oscuro, a medida que se la titula pasa al
azul turbio, después al azul transparente para finalmente llegar al verde brillante,
momento en el que se registra lo titulado.

Cálculos:

% MO = 10 (1 - (S / B)) x 0,67

Donde S es el valor obtenido de la titulación de la muestra y B es el valor obtenido de la


titulación del control.

Entonces:

% C = % Materia orgánica / 1,724

% Nitrógeno total = % MO x 0,049 + 0,01

Relación Carbono / Nitrógeno = % C / % N

% MO Clasificación (método de Relación C/N Calidad de la MO


Walkley-Black)

0,00-0,60 Extremadamente pobre 7-8 Muy buena

0,61-1,20 Pobre 8-12 Buena

1,21-1,80 Moderadamente pobre 12-15 Mediana

1,81-2,40 Moderada 15-20 Deficiente

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Jimena Roldán
2,41-3,00 Moderadamente rica 20-30 Mala

3,01-4,20 Rica 30-50 Muy mala

>4,20 Extremadamente rica

TÉCNICAS GEOBIOQUÍMICAS

Determinación de fósforo

Fósforo disponible (Pd)

Se pesaron 50 mg de muestra, se le agregó 200 μl de HCl 2N, se agitó y se dejó a


temperatura ambiente durante 5 minutos, luego se lo centrifugó otros 5 minutos. Se
midió el sobrenadante y se registraron los valores del mismo, luego se tomó una alícuota
de 150 μl y se colocó en un tubo limpio. A ésta se le agregó 150 μl de agua destilada, 250
μl de H2SO4 5N, 250 μl de molibdato de amonio 2,5 %, 50 μl de reactivo reductor, se agitó
y se llevó a 2,5 ml con agua destilada. Se dejó a temperatura ambiente durante 10
minutos y se leyó la absorbancia a 660 nm en un espectrofotómetro Beckman DU 650. El
control se preparó con 100 μl de HCl 2N, 150 μl de agua destilada, 250 μl de H 2SO4 5 N,
250 μl de molibdato de amonio 2,5 %, 50 μl de reactivo reductor y 1,7 ml de agua
destilada. Se incubó durante 10 minutos a temperatura ambiente y se leyó a 660 mm de
longitud de onda en el espectrofotómetro.

Curva estándar: se utilizó fosfato disódico (Na2HPO4) 10 μmoles/ml como solución


estándar. Se colocó en 4 tubos cantidades diferentes de dicha solución (5 μl, 10 μl, 15 μl,
20 μl) y un tubo donde no se colocó fosfato disódico, se les agregó agua destilada a todos
los tubos hasta alcanzar los 250 μl, luego se les agregaron 250 μl de H2SO4 5N, 250 μl de
molibdato de amonio 2,5 %, 50 μl de reactivo reductor y agua destilada hasta alcanzar los
2,5 ml. Finalmente se leyó todo a 660 mm de longitud de onda en espectrofotómetro.
Estos datos se graficaron en papel milimetrado. Luego se determinó el factor:

f = abscisa / ordenada

Como el cociente entre la abscisa y la ordenada de la recta dada por la curva estándar
graficada en el papel milimetrado.

Cálculos: el factor obtenido se multiplicó por la absorbancia determinada a través de la


lectura en el espectrofotómetro:

DO * x f = μmoles de fósforo disponible (Pd)

75
Jimena Roldán
Donde DO es la absorbancia leída en el espectrofotómetro, f es el factor calculado
gráficamente y el producto de ambos permite obtener los μmoles de fósforo disponible
(Pd) de la alícuota sacada de la muestra.

Luego se calculó la cantidad de μmoles Pd totales y para ello se utilizó una regla de 3
simple donde:

150 μl ------- x μmoles Pd

x μl totales (sobrenadante)------------ x μmoles Pd totales

Donde los 150 μl es la alícuota que se toma del sobrenadante, por lo tanto el valor de
μmoles Pd está en relación con esa alícuota y no sobre el total y x μl totales
(sobrenadante) es el sobrenadante total que se obtuvo.

Finalmente para transformar este valor en ppm (partes por millón) o mg/kg se realizó el
siguiente cálculo:

Peso atómico (PA) de Na2HPO4 = 31 g

1 μmol de Na2HPO4----------31 μg

x μmoles Pd totales--------- x μg Pd = x mg Pd

0,05 g suelo---------- x mg Pd

1000 g suelo--------------- x ppm o mg/kg de Pd

Fósforo total (Pt)

Se pesaron 50 mg de muestra y se le agregó 250 μl de H2SO4 5N, se calentó sobre la llama


de un mechero hasta sequedad y se lo dejó enfriar. Una vez frío se le agregó 200 μl de
HNO3 2N y nuevamente se lo calentó en un mechero hasta el desprendimiento de
vapores blanco a (casi sequedad). Se lo dejó enfriar y se le agregó 2 ml de HCl 2N, se agitó
y se dejó a temperatura ambiente durante 5 minutos., luego se centrifugó otros 5
minutos. Se midió el volumen total y se le sacó una alícuota de sobrenadante (150 μl) que
se colocó en un tubo limpio. A eso se le agregó 150 μl de agua destilada, 250 μl de
molibdato de amonio 2,5 %, 50 μl de reactivo reductor y se lo llevó a 2,5 ml con agua
destilada. El blanco se hizo con 300 μl de agua destilada, 250 μl de molibdato de amonio
2,5%, 50 μl de reactivo reductor y 1,9 ml de agua destilada. Finalmente, se incubó todo
durante 10 minutos a temperatura ambiente y se leyeron a 660 mm de longitud de onda
en el espectrofotómetro. Se utilizó la curva estándar ya determinada para el fósforo
disponible.

76
Jimena Roldán
Cálculos: en primer lugar se utilizó el factor calculado para el fósforo disponible

f = abscisa / ordenada

Este factor se multiplicó por la absorbancia adquirida a través de la lectura en el


espectrofotómetro:

DO * f = x μmoles Pt

Donde DO es la absorbancia, f es el factor y x μmoles Pt (fósforo total) es el valor obtenido


de este cálculo, es decir, μmoles de fósforo total.

Luego se determinó la cantidad de μmoles de Pt y para ello se utilizó una regla de 3


simple:

150 μl ------- x μmoles Pt

x μl totales (sobrenadante)------------ x μmoles Pt totales

Donde los 150 μl es la alícuota que se tomó del sobrenadante, por lo tanto el valor de
μmoles Pt está en relación con esa alícuota y no sobre el total, mientras que x μl totales
(sobrenadante) es el sobrenadante total que se obtuvo.

Finalmente para transformar este valor en ppm (partes por millón) o mg/kg, se realizó el
siguiente cálculo:

PM HNa2PO4 = 31 g

1 μmol----------31 μg

x μmoles Pt totales--------- x μg Pt = x mg Pt

0,05 g suelo------------ x mg Pt

1000 g suelo--------------- x ppm o mg/kg de Pt

Fósforo orgánico (PO)

Se estima su concentración por la diferencia entre el fósforo total y el disponible:

Pt – Pd = PO (fósforo orgánico)

Para obtener el valor de PO en ppm directamente resto el valor en ppm del Pt por el valor
en ppm del Pd.

77
Jimena Roldán
Pt ppm – Pd ppm = PO ppm

Determinación de calcio

Se pusieron 0,5 g de sedimento en un tubo. Después se le agregó 2 ml de HCl 2 N, se dejó


reposar 5 minutos a temperatura ambiente y se centrifugó otros 10 minutos. Se midió el
volumen total de sobrenadante, de éste se tomó 1 ml y se lo colocó en un erlenmeyer de
500 ml, a ello se le agregó 3 ml de NaOH 1N (pH 12-13), un pizca de NaCN, una pizca de
murexida y se tituló (con bureta) con EDTA Na2 0,01 M.

Diariamente se preparó un control para tener un color de referencia, debido a que el


mismo se decolora. Éste constó de 1 ml de HCl 2 N, 3 ml de NaOH 1 N, una pizca de NaCN
y una pizca de murexida, después se tituló con EDTA Na2 0,01M hasta alcanzar el color
violeta.

Curva estándar: se utilizó cloruro de calcio (CaCl2) 50 mg/ml como solución estándar. Se
colocaron en 4 tubos cantidades diferentes de dicha solución (10 μl, 20 μl, 50 μl, 100 μl) y
un tubo donde no se colocó cloruro de calcio, se agregó agua destilada a todos los tubos
hasta alcanzar el ml, luego se les agregó 3 ml de NaOH 1 N, una pizca de NaCN y una pizca
de murexida, para finalmente titular todo con EDTA Na 2 0,01 M. Estos datos se graficaron
en papel milimetrado.

Cálculos:

Volumen x molaridad del EDTA Na2 = número de moles de Ca2+

Donde el valor de la molaridad del EDTA Na 2 es 0,01M

Luego se determinó la cantidad total de moles de Ca2+ y para ello se utilizó una regla de
tres simple, donde se calcula:

1 ml sobrenadante---------------- número de moles de Ca2+

x ml de sobrenadante total-----------------x moles de Ca2+ totales

Después se pasó este valor a ppm o mg/kg y para ello se hizo el siguiente cálculo:

1 mol----------------40,08 g Ca

x moles de Ca2+ totales-----------------------x g Ca = x mg Ca

0,5 g suelo------------ x mg Ca

1000 g suelo--------------x ppm o mg/kg Ca

78
Jimena Roldán
Determinación de hierro disponible

Se pesó 1 g de muestra. Luego se le agregó 5 ml de extractante (acetato amónico-ácido


acético), se sacudió mecánicamente unos 10 minutos y después se centrifugó otros 10
minutos. Posteriormente, se calculó el total de sobrenadante y se tomó 1 ml de
sobrenadante, se le midió el pH. Una vez hecho esto, se le agregaron 200 μl de
clorohidrato de hidroxilamina al 10 % y 200 μl de solución ortofenantrolina al 0,25 % para
finalmente completarse con agua destilada hasta alcanzar los 5 ml. Para el blanco se
siguió el mismo procedimiento sin la muestra de sedimento. Se leyó todo a 508 mm de
longitud de onda en el espectrofotómetro.

Curva estándar: se utilizó solución de Cl3Fe 50 ppm, se colocaron en 4 tubos alícuotas de


200 μl, 400 μl, 800 μl y 1 ml de Cl3Fe y en un tubo se colocó 1 ml de agua destilada. A
todos ellos se les agregaron 1 ml de acetato amónico-ácido acético, 200 μl de
clorohidrato de hidroxilamina al 10%, 200 μl de ortofenantrolina al 0,25%, se
completaron con agua destilada hasta los 5 ml y finalmente se leyó a 508 mm de longitud
de onda en el espectrofotómetro. Estos datos se graficaron en papel milimetrado. Luego
se determinó el factor:

f = abscisa / ordenada

Es decir que cada factor es el cociente entre la abscisa y la ordenada de la recta dada por
la curva estándar.

Cálculos: el factor obtenido se multiplicó por la absorbancia obtenida a través de la


lectura en el espectrofotómetro:

DO * f = x μg Fe

Donde DO es la absorbancia, f es el factor y x son los μg de Fe disponible.

Luego se determinó la cantidad de μg de Fe disponible totales y para ello se utilizó una


regla de 3 simple donde:

1 ml ------- x μg Fe

x μl totales (sobrenadante)------------ x μg Fe totales = x mg Fe totales

Donde 1 ml es la alícuota que se tomó del sobrenadante, por lo tanto el valor de μg Fe


está en relación con esa alícuota y no sobre el total y x son los μl totales (sobrenadante)
es el sobrenadante total que se obtuvo.

Finalmente para transformar este valor en ppm (partes por millón) o mg/kg, se realizó el
siguiente cálculo:

79
Jimena Roldán
1 g suelo---------- x mg Fe totales

1000 g suelo--------------- x ppm o mg/kg de Fe

Determinación de manganeso disponible

Se pesó 1 g de muestra y se le agregó 10 ml de acetato de amonio 1 N, se agitó 30


minutos y se dejó reposar 6 horas, en este tiempo se lo agitó de vez en cuando para luego
filtrarlo. Se midió el total de sobrenadante. Se sacó una alícuota de 2,5 ml de
sobrenadante y se evaporó a sequedad (en vaso de precipitado de 50 ml a baño maría),
luego se le agregaron 1 ml de ácido nítrico, 200 μl de peróxido de hidrógeno o agua
oxigenada 30 Vol. y nuevamente se evaporó a sequedad (en vasos de precipitado de 50
ml a baño maría). Una vez hecho esto se le agregaron 2,5 ml de agua destilada, 500 μl de
ácido ortofosfórico, se pasó la solución a un tubo, y se le agregó 20 mg de peryodato
potásico, se lo digirió a baño maría por 1 hora y se completó con agua destilada hasta
alcanzar los 5 ml. El blanco se preparó evaporando 2,5 ml de acetato amónico 1 N y se
siguió con el procedimiento descripto con anterioridad. Finalmente se leyó todo a 540
mm de longitud de onda en un espectrofotómetro.

Curva estándar: se utilizó una solución de MnSO4 50 ppm, se colocaron en 5 tubos


alícuotas de 100 μl, 200 μl, 300 μl, 400 μl y 500 μl de MnSO4 50 ppm y un tubo donde no
se colocó solución alguna. A todas estas concentraciones y al tubo sin solución se les
agregó agua destilada hasta alcanzar los 1,5 ml, 1 ml de ácido nítrico concentrado, 500 μl
de ácido ortofosfórico y 20 mg de peryodato potásico, se digirió todo a baño maría por 1
hora, y finalmente se leyó todo a 540 mm de longitud de onda en un espectrofotómetro.
Estos datos se graficaron en papel milimetrado. Luego se determinó el factor:

f= abscisa / ordenada

Es decir que cada factor es el cociente entre la abscisa y la ordenada de la recta dada por
la curva estándar graficada en el papel milimetrado.

Cálculos: el factor obtenido se multiplicó por la absorbancia adquirida a través de la


lectura en el espectrofotómetro:

DO * f = x μg Mn

Donde DO es la absorbancia, f es el factor y x μg Mn es el valor obtenido de este cálculo,


es decir, μg de manganeso disponible.

Luego se determinó la cantidad de μg de Mn disponible totales y para ello se utilizó una


regla de 3 simple:

2,5 ml ------- x μg Mn

80
Jimena Roldán
x μl totales (sobrenadante)------------ x μg Mn totales = x mg Mn totales

Donde los 2,5 ml es la alícuota que se tomó del sobrenadante, por lo tanto el valor de μg
Mn está en relación con esa alícuota y no sobre el total, mientras que x μl totales
(sobrenadante) es el sobrenadante total que se obtuvo.

Finalmente para transformar este valor en ppm (partes por millón) o mg/kg, se realizó el
siguiente cálculo:

1 g suelo---------- x mg Mn totales

1000 g suelo--------------- x ppm o mg/kg de Mn

Determinación de cobre disponible

Se pesaron 10 g de muestra, a lo que se le agregó 50 ml de solución extractante (acetato


amónico-ácido acético 1 N), se mezcló y se dejó reposar durante 3 horas a oscuras, luego
se filtró. Se le midió el sobrenadante total. Se extrajeron 12,5 ml de extracto y se lo
colocó en un embudo de separación, a lo que se le agregaron 5 ml de EDTA disódico 0,1
M, 5 ml de citrato de amónico al 10 %, dos gotas de rojo cresol y solución de amoníaco 5
N hasta que el indicador viró a rojo (en adelante se continuó bajo luz artificial). Se le
añadieron 500 μl de dietilditiocarbamato sódico al 1 % y 5 ml de tetracloruro de carbono,
se agitó hasta que las fases se separaron, se dejó reposar unos minutos y se extrajo la
fase orgánica. El blanco se preparó con 25 ml de acetato amónico-ácido acético 1 N, 10 ml
de EDTA disódico 0,1 M, 10 ml de citrato de amonio al 10 %, 2 gotas de rojo cresol y
solución de amoníaco 5 N hasta que viró a rojo (de acá en más se continuó bajo luz
artificial), luego se le colocaron 1 ml de dietilditiocarbamato sódico al 1 % y 10 ml de
tetracloruro de carbono, se agitó y se dejó reposar unos minutos. Finalmente se leyó todo
a 440 mm de longitud de onda en espectrofotómetro.

Curva estándar: se utilizó una solución de CuSO4 5H2O 50 ppm, se colocaron en cinco
tubos alícuotas de 500 μl, 1 ml, 1,5 ml, 2 ml y 2,5 ml de SO4Cu 5H2O 50 ppm y un tubo
donde no se colocó solución alguna. Luego, a todos los tubos se les agregaron 5 ml de
EDTA disódico 0,1 M, 5 ml de citrato amónico al 10 %, 2 gotas de rojo cresol y solución de
amoníaco 5 N hasta que viró a rojo (en adelante se continuó bajo luz artificial), después se
les agregaron 500 μl de dietilditiocarbamato sódico al 1 % y 5 ml de tetracloruro de
carbono, se agitó, se dejó reposar unos minutos y se leyó todo a 440 mm de longitud de
onda en espectrofotómetro. Los datos se graficaron en papel milimetrado. Luego se
determinó el factor:

f = abscisa / ordenada

81
Jimena Roldán
Cálculos: el factor obtenido se multiplicó por la absorbancia adquirida a través de la
lectura en el espectrofotómetro:

DO * f = x mg Cu

Donde DO es la absorbancia, f es el factor y x son los mg de Cu obtenido de este cálculo,


es decir, mg de cobre disponible.

Luego se determinó la cantidad de mg de Cu disponible totales y para ello se utilizó una


regla de 3 simple donde:

12,5 ml ------- x mg Cu

x ml totales (sobrenadante)------------ x mg Cu totales

Los 2,5 ml es la alícuota que se tomó del sobrenadante, por lo tanto el valor de μg Cu está
en relación con esa alícuota y no sobre el total, mientras que x μl totales (sobrenadante)
es el sobrenadante total que se obtuvo.

Finalmente para transformar este valor en ppm (partes por millón) o mg/kg, se realizó el
siguiente cálculo:

10 g suelo---------- x mg Cu totales

1000 g suelo--------------- x ppm o mg/kg de Cu

82
Jimena Roldán
83
Jimena Roldán
RESULTADOS
Se excavaron un total de 40 calicatas, 27 de las cuales están distribuidas en tres unidades
geomorfológicas ubicadas en el valle de Tafí (figura 3) y las 13 restantes se encuentran
distribuidas en dos unidades geomorfológicas ubicadas en la vertiente occidental de
Cumbres Calchaquíes, valle de Santa María. Se analizó un total de 184 muestras de suelo
tomadas de estructuras agrícolas, estructuras circulares compuestas y simples y en
lugares estériles de actividad humana. En dicho análisis se tuvieron en cuenta las
siguientes variables: límites, estructura, textura, color, PER, PEA, porosidad, porcentaje de
materia orgánica, relación N/C, pH, fósforo disponible, fósforo total y fósforo orgánico,
calcio, hierro, manganeso y cobre disponibles. Cuando se encontraron restos
arqueológicos, como restos óseos de animales, cerámicos o líticos, éstos también fueron
analizados.

VALLE DE TAFÍ

El poder reconocer un suelo enterrado o paleosuelo es todo un desafío y está relacionado


con el grado de preservación del mismo, la experiencia de quien lo estudia y la cantidad y
tipo de análisis que se le practican (Holliday 2004). En el valle de Tafí, para determinar la
presencia de suelos enterrados o paleosuelos se consideraron tanto las variables físicas
como geoquímicas analizadas, es decir que se tomaron en cuenta características como el
color, textura, estructura y también la concentración de PO, pH, etc. En algunos casos los
rasgos morfológicos no mostraban discontinuidades pedológicas, pero los análisis
geobioquímicos sí. En general, estos suelos enterrados estaban relacionados con la
ocupación humana prehispánica, por lo que el hallazgo de restos arqueológicos en
algunos de los perfiles antrópicos confirmaba su existencia. En consecuencia, en cada
unidad de paisaje la presencia de suelos enterrados fue definida a partir de las
características físicas y químicas, como así también la evidencia arqueológica encontrada
en los perfiles analizados.

El Tolar – cono glacis

El sitio El Tolar se encuentra en el cono glacis del río Blanco, ubicado al noroeste del valle
de Tafí, en el piedemonte del Aconquija (figura 3). Se caracteriza por tener tres ciclos
morfogenéticos diferenciados por su distribución espacial y carácter sedimentológico. Los
que nos interesan son el primer y segundo ciclo de depositación, en ellos se encuentran
las estructuras prehispánicas estudiadas. Mientras que el tercer ciclo corresponde al
cauce del río Blanco y las terrazas formadas por este, sobre las cuales no se han hallado
restos arqueológicos. Los trabajos etnohistóricos informan sobre la utilización de estas
tierras para el engorde del ganado mular que luego era llevado hasta Potosí. Una vez
disuelto el virreinato del Río de La Plata, estas tierras siguieron utilizándose para la
actividad ganadera (Babot y Hocsman 2007, Noli 2007 y Robledo 2007).
84
Jimena Roldán
En este sitio se excavaron 8 calicatas, cuatro ubicadas en la zona apical y cuatro ubicadas
en la zona media del primer y segundo ciclos de esta geoforma. La zona distal no pudo ser
muestreada, la actual urbanización no permite el reconocimiento de estructuras
prehispánicas en superficie (figura 4).

Figura 3. Mapa geomorfológico del valle de Tafí. Ubicación del cono glacis de El Tolar, el abanico aluvial de
La Costa 2 y el glacis cubierto de El Potrerillo. Tafí del Valle. Tucumán. Modificado de Sampietro Vattuone
2002.

85
Jimena Roldán
Figura 4. Mapa del cono glacis El Tolar, donde se observa la distribución de las estructuras formativas
prehispánicas Tafí, la ubicación de las calicatas excavadas (ET-P1, ET-P2, ET-P3, ET-P4, ET-P5, ET-P6, ET-P7 y
ET-P8) y la urbanización que sufre la zona distal. Tafí del Valle. Tucumán. Mapa modificado de Sampietro
Vattuone 2002.

86
Jimena Roldán
La primera calicata fue excavada en un área marginal donde no se encontraron
estructuras prehispánicas en superficie. Ésta tenía 50 cm de ancho por 105 cm de largo y
90 cm de profundidad. Los resultados obtenidos son:

ET-P1. Ubicado fuera de toda estructura prehispánica (calicata testigo) en la zona media
del cono glacis El Tolar. Tafí del Valle. Tabla 1, gráfico 1 y figura 5.
Clasificación Calidad de

mediana

mediana
buena

buena

buena
la MO

mente pobre
extremada
mente rica

moderada

pobre

pobre
%MO

rica

El horizonte 2AB tiene fragmentos rocosos graníticos


muy escasa

muy escasa
Porosidad

escasa

escasa

escasa
1,55

1,52

1,48
PEA

1,4

1,5
1,71

2,29

2,43

2,46

2,54
PER

Húmedo

_
Color

arcillo 10YR 4,5/2


10YR 4/2

10YR 3/2

10YR 3/2

10YR 5/2
Seco
arenoso

arenoso

arenoso

arenoso
Textura

franco

franco

franco

franco
arcillo

_
Profundidad

75-90+
10-20

20-60

60-75
0-10
cm
Horizonte

Observa
ciones
2ABb
AB

BC
A

Tabla 1. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para ET-P1.

87
Jimena Roldán
Gráfico 1. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para ET-P1.

88
Jimena Roldán
Figura 5. Fotos de la locación de ET-P1. 1) Vista general del lugar donde no se observan estructuras
prehispánicas en superficie y por lo tanto fue excavado el perfil testigo 2) foto en detalle del perfil de suelo
excavado, donde se resalta el límite suelo/paleosuelo. Zona media del cono glacis El Tolar. Tafí del Valle.
Tucumán.

89
Jimena Roldán
La segunda calicata fue excavada dentro de una estructura agrícola, cercana a una línea
de despedre formada por clastos de tamaño pequeño y uniforme, que serpenteaba
longitudinalmente a la pendiente en dirección noreste-suroeste y de una estructura
circular adosada a la línea de despedre (figura 6). La calicata tenía 65 cm de ancho por 90
cm de largo y 50 cm de profundidad y se llegó al flujo cenoglomerádico basal. Los
resultados obtenidos son:

ET-P2. Ubicado dentro de una estructura agrícola (contra el parapeto anterior) en la zona
apical del cono glacis de El Tolar. Tafí del Valle. Tabla 2, gráfico 2 y figura 6.
Calidad de

buena

buena

buena
la MO
Clasificación

extremada

extremada

extremada
mente rica

mente rica

mente rica
%MO
Porosidad

escasa

escasa

escasa

Cenoglomerado
1,19

1,54
PEA

1,5

_
1,91

2,49

2,44
PER

arenoso 10YR 4/3 10YR 3/2

arenoso 10YR 4/2 10YR 2/2


Húmedo

_
Color

10YR 3/4
Seco

arenoso
Textura

gravoso

gravoso
franco

franco

franco
Profundidad

13-25

25-50
0-13

50+
cm

Observaciones
Horizonte

2BCb
2Bb

2Cb
A

Tabla 2. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para ET-P2.

90
Jimena Roldán
Gráfico 2. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para ET-P2.

91
Jimena Roldán
Figura 6. Fotos de la locación de ET-P2. 1) Vista general de las terrazas de cultivo donde fue excavado este
perfil agrícola 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado, donde se resalta el nivel de ocupación
prehispánico 3) foto en detalle del lugar donde este perfil fue excavado. Zona apical del cono glacis El Tolar.
Tafí del Valle. Tucumán.

92
Jimena Roldán
Las calicatas ET-P3, ET-P4 y ET-P5 fueron excavadas dentro de la misma estructura
agrícola. La ET-P3 se excavó contra el parapeto, la ET-P4 en el medio y la ET-P5 en el otro
extremo de la misma estructura junto al parapeto de la estructura agrícola superior. Esta
estructura agrícola tiene 10,8 m de ancho por 26,4 m de largo (figuras 7 y 8).

Figura 7. Corte de perfil de la estructura agrícola en el que se excavaron las calicatas ET-P3, ET-P4 y ET-P5.
Zona apical del cono glacis. Tafí del Valle. Tucumán.

Figura 8. Vista de planta de la estructura agrícola en el que se excavaron las calicatas ET-P3, ET-P4 y ET-P5.
Zona apical del cono glacis. Tafí del Valle. Tucumán.

93
Jimena Roldán
La calicata ET-P3 tenía 90 cm de ancho por 110 cm de largo y 70 cm de profundidad. La
calicata ET-P4 tenía 98 cm de ancho por 127 cm de largo y 70 cm de profundidad. La
calicata ET-P5 tenía 80 cm de ancho por 120 cm de largo y 55 cm de profundidad. Los
resultados obtenidos son:

ET-P3. Ubicado dentro de una estructura agrícola (contra el parapeto de la misma) en la


zona apical del cono glacis El Tolar. Tafí del Valle. Tabla 3, gráfico 3 y figuras 7, 8 y 9.
Clasificación Calidad de

El horizonte 2BC presenta mayor estructuración y el horizonte 2C fragmentos rocosos de composición


buena

buena

buena

buena
la MO

mente pobre
extremada

extremada
mente rica

mente rica

moderada

moderada
%MO

muy escasa

muy escasa
Porosidad

regular

escasa

granítica altamente meteorizados


1,52

1,83
PEA

2,2

1,6
2,62

2,41

2,44

2,44
PER

10YR 4/2 10YR 3/2

10YR 5/3 10YR 4/3


Húmedo

_
Color

10YR 3/3,5

10YR 3/2
Seco

arenoso

arenoso

arenoso

arenoso
Textura

franco

franco

franco

franco
Profundidad

19-29

29-48

48-70
0-19
cm
Horizonte

Observa
ciones
2BCb

2Crb
2Bb
A

Tabla 3. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para ET-P3.

94
Jimena Roldán
Gráfico 3. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para ET-P3.

95
Jimena Roldán
Figura 9. Fotos de la locación de ET-P3. 1) Vista general de las terrazas de cultivo donde fue excavado este
perfil agrícola y señalado el lugar donde fue excavada la calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo
excavado, donde se resalta el nivel de ocupación prehispánico. Zona apical del cono glacis El Tolar. Tafí del
Valle. Tucumán.

96
Jimena Roldán
Jimena Roldán
Profundidad Calidad de
Horizonte Textura Color PER PEA Porosidad Clasificación %MO
cm la MO

Seco Húmedo
franco extremadamente
A 0-18 2,1 1,21 regular buena
arenoso rica
10YR 3/3 _

franco extremadamente
2ABb 18-40 10YR 4/3 _ 2,4 1,35 regular buena
arenoso rica

franco extremadamente
2Bb 40-56 10YR 4/2,5 _ 2,39 1,47 escasa buena
arenoso rica

franco moderadamente
2Crb 56-70 10YR 5/2 _ 2,58 1,99 muy escasa buena
arenoso pobre

Observa
En el horizonte 2C se encuentra roca granítica altamente meteorizada antes de alcanzar el sustrato
ciones

Tabla 4. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para ET-P4.
apical del cono glacis de El Tolar. Tafí del Valle. Tabla 4, gráfico 4 y figuras 7, 8 y 10.
ET-P4. Ubicado dentro de una estructura agrícola (en el medio de la misma) en la zona

97
Gráfico 4. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para ET-P4.

98
Jimena Roldán
Figura 10. Fotos de la locación de ET-P4. 1) Vista general de las terrazas de cultivo donde fue excavado este
perfil agrícola y señalado el lugar donde fue excavada la calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo
excavado, donde se resalta el nivel de ocupación prehispánico. Zona apical del cono glacis El Tolar. Tafí del
Valle. Tucumán.

99
Jimena Roldán
Jimena Roldán
Profundidad Clasificación Calidad de
Horizonte Textura Color PER PEA Porosidad
cm %MO la MO

Seco Húmedo
franco extremada
A 0-16 2,2 1,55 muy escasa buena
arenoso mente rica
10YR 3/3 _

franco extremada
2ABb 16-28 10YR 3/1,5 _ 2,38 1,37 regular buena
arenoso mente rica

franco
2BCb 28-42 arcillo 10YR 4/2 10YR 4/2 2,42 1,52 escasa rica buena
arenoso

franco
moderada
3Bb 42-55 arcillo 10YR 4/2 10YR 4/2 2,48 1,51 escasa buena
mente pobre
arenoso

Observaciones _

Tabla 5. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para ET-P5.
apical del cono glacis de El Tolar. Tafí del Valle. Tabla 5, gráfico 5 y figuras 7, 8 y 11.
ET-P5. Ubicado dentro de una estructura agrícola (contra el parapeto anterior) en la zona

100
Gráfico 5. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para ET-P5.

101
Jimena Roldán
Figura 11. Fotos de la locación de ET-P5. 1) Vista general de las terrazas de cultivo donde fue excavado este
perfil agrícola y señalado el lugar donde fue excavada la calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo
excavado, donde se resalta el nivel de ocupación prehispánico. Zona apical del cono glacis El Tolar. Tafí del
Valle. Tucumán.

102
Jimena Roldán
La sexta calicata fue excavada dentro de una estructura residencial circular compuesta. La
misma tenía 85 cm de ancho por 110 cm de largo y 55 cm de profundidad. El patio de la
estructura tiene 8,4 m de diámetro, se adosan a él otras cuatro estructuras circulares más
pequeñas. Los muros colapsaron tiempo atrás cayendo tanto dentro como fuera de la
estructura a ello se suma que tres de estas estructuras menores presentan sus muros aún
más derruidos debido a la presencia de un barranco (figura 12).

ET-P6. Ubicado en el centro del patio de una estructura circular compuesta en la zona
apical del cono glacis El Tolar. Tafí del Valle. Tabla 6, gráfico 6 y figura 12.
Clasificación Calidad de

En todo el perfil se observan fragmentos rocosos graníticos que tienen hasta 10 cm de longitud. El
buena

buena

buena
la MO

horizonte 2B fue extraviado por lo que no pudieron hacerse los estudios pedológicos y
extremada

extremada

extremada
mente rica

mente rica

mente rica
%MO

_
Porosidad

regular

regular
escasa

geobioquímicos correspondientes
1,37

1,26
PEA

1,4

_
2,09

2,36

2,36
PER

_
Húmedo

_
Color

arenoso 10YR 4/3

10YR 3/2

arenoso 10YR 3/2

arenoso 10YR 4/2


Seco

pedregoso

pedregoso

pedregoso

pedregoso
arenoso
Textura

franco

franco
arcillo

arcillo

arcillo

arcillo
Profundidad

27-55+
17-27
5-17
0-5
cm
Horizonte

Observa
ciones
2Ab

2Bb
AC
A

Tabla 6. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para ET-P6.

103
Jimena Roldán
Gráfico 6. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para ET-P6.

104
Jimena Roldán
Figura 12. Fotos de la locación de ET-P6. 1) Vista general de la estructura circular compuesta donde fue
excavado este perfil residencial 2) foto del patio de la estructura donde fue excavada la calicata 3) foto en
detalle del perfil de suelo excavado, donde se resalta el nivel de ocupación prehispánico y donde se
encontraron restos arqueológicos. Zona apical del cono glacis El Tolar. Tafí del Valle. Tucumán.

105
Jimena Roldán
La séptima calicata fue excavada en el medio de una estructura agrícola. La misma tenía
150 cm de ancho por 110 cm de largo y 90 cm de profundidad. La estructura agrícola está
delimitada por líneas de despedre que serpentean paralelas a la pendiente, mide 22,8 m
de largo por 8,8 m de ancho. Los resultados obtenidos son:

ET-P7. Ubicado en el medio de una estructura agrícola en la zona media del cono glacis El
Tolar. Tafí del Valle. Tabla 7, gráfico 7 y figura 13.
Calidad de

El horizonte 2B tiene fragmentos rocosos graníticos altamente meteorizados. La humedad del suelo
buena

buena

buena

buena
la MO
Clasificación

extremada
mente rica

mente rica
moderada

moderada

pobre
%MO
Porosidad

regular

regular
escasa

escasa

era mayor que en las calicatas anteriores


1,25

1,54

1,36

1,46
PEA

1,87

2,44

2,45

2,59
PER

Húmedo

_
Color

10YR 4/3

10YR 3/3

10YR 4/2

arenoso 10YR 5/2


Seco
arcilloso

arenoso

arenoso
Textura

gravoso
arcillo

arcillo

arcillo
Profundidad

21-40

40-59

59-90
0-21
cm
Horizonte

Observa
ciones
2ABb

2Bb
BC
A

Tabla 7. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para ET-P7.

106
Jimena Roldán
Gráfico 7. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para ET-P7.

107
Jimena Roldán
Figura 13. Fotos de la locación de ET-P7. 1) Vista general de las terrazas de cultivo donde fue excavado este
perfil agrícola 2) foto en detalle de la terraza donde fue excavada la calicata 3) foto en detalle del perfil de
suelo excavado, donde se resalta el nivel de ocupación prehispánico y donde se encontraron restos
arqueológicos. Zona media del cono glacis El Tolar. Tafí del Valle. Tucumán.

108
Jimena Roldán
Profundidad Clasificación Calidad de
Horizonte Textura Color PER PEA Porosidad

Jimena Roldán
cm %MO la MO

Seco Húmedo
franco extremada
A 0-9 1,5 0,88 regular buena
arenoso 10YR 4/3 _ mente rica

franco
AC 9-20 7,5YR 4/3 _ 2,22 1,37 escasa rica buena
arenoso
adosadas. Los resultados obtenidos son:

franco moderada
2Ab 20-35 10YR 4/3 _ 1,92 1,22 escasa buena
arenoso mente pobre

franco
2Bb 35-95 arenoso 10YR 4/3 _ 2,49 1,41 regular pobre buena
gravoso

franco
3Bb 95-130+ 10YR 5/4 _ 2,52 1,62 escasa pobre buena
arenoso
media del cono glacis El Tolar. Tafí del Valle. Tabla 8, gráfico 8 y figura 14.

El horizonte 2A tiene un aspecto esponjoso y firme con una fuerte bioturbación provocada por las cuevas
Observa
de roedores. El horizonte 2B tiene fragmentos rocosos graníticos fuertemente meteorizados. Grado de
ciones

Tabla 8. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para ET-P8.
humedad importante, al igual que en ET-P7
La octava y última calicata fue excavada en el patio de una estructura residencial circular

La estructura tenía 11,6 m de diámetro y cuenta con 3 estructuras circulares pequeñas


compuesta, la misma tiene 80 cm de ancho por 124 cm de largo y 130 cm de profundidad.

109
ET-P8. Ubicado en el centro del patio de una estructura circular compuesta en la zona
Gráfico 8. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para ET-P8.

110
Jimena Roldán
Figura 14. Fotos de la locación de ET-P8. 1) Vista general de la estructura circular compuesta donde fue
excavado este perfil residencial 2) foto del patio de la estructura donde fue excavada la calicata 3) foto en
detalle del perfil de suelo excavado, donde se resalta el nivel de ocupación prehispánico y donde se
encontraron restos arqueológicos. Zona media del cono glacis El Tolar. Tafí del Valle. Tucumán.

111
Jimena Roldán
Integración de los resultados obtenidos en el cono glacis El Tolar

Las calicatas fueron excavadas en la zona apical y media de la geoforma debido a que la
zona distal presentaba un fuerte impacto urbano que impidió el reconocimiento de
estructuras prehispánicas en superficie. De las ocho calicatas excavadas, cinco fueron
ubicadas en la zona apical, cuatro de ellas dentro de estructuras agrícolas ET-P2, ET-P3,
ET-P4 y ET-P5 y una en el patio de una estructura circular compuesta ET-P6. Las tres
restantes se excavaron en la zona media, una dentro de una estructura agrícola ET-P7, la
otra en el patio de una estructura circular compuesta ET-P8 y la última fuera de toda
estructura prehispánica cumpliendo la función de calicata testigo ET-P1 (figura 4).

En todos los perfiles analizados la textura se encuentra en el rango de arcillosa a franco


arenosa, siendo esta última la más frecuente. En el perfil testigo ET-P1 se observa un
cambio textural entre los horizontes AB (franco arenosa) y B (franco arcillo arenosa)
(tabla 1) situación coherente teniendo en cuenta que B es un horizonte iluvial, lo mismo
ocurre en ET-P5. En este último se observa un cambio de textura entre los horizontes
2ABb (franco arenosa) y 2BCb (franco arcillo arenosa) (tabla 5). Mientras que en ET-P6
este cambio se da en el límite suelo/paleosuelo, entre los horizontes AC (franco arcillo
arenosa) y 2Ab (arcillo arenosa) (tabla 6). En tres de los cuatro perfiles agrícolas ubicados
en la zona apical ET-P2, ET-P3 y ET-P4 la textura no cambia con la profundidad (franco
arenosa) (tablas 2, 3 y 4), lo mismo ocurre con el perfil agrícola ET-P7 excavado en la zona
media (arcillo arenosa) (tabla 7). Por otro lado, en los perfiles residenciales ET-P6 y ET-P8,
la textura se mantiene constante a lo largo del perfil (arcillo arenosa y franco arenosa
respectivamente) (tablas 6 y 8).

El color va de un pardo amarillento (10YR 5/52) a un pardo oscuro (10YR 4/2). El perfil
testigo ET-P1 tiene un color casi uniforme dentro del pardo oscuro (10YR 4/2-10YR 3/2),
sin embargo hay una clara diferencia de color en el límite suelo/paleosuelo donde el
horizonte 2ABb es más claro (10YR 5/2) (tabla 1). Mientras que, prácticamente, en todos
los otros perfiles el color del paleosuelo se aclara con la profundidad, denotando la
diferencia de color entre los horizontes más orgánicos (Hz 2Ab y Hz 2ABb) y los menos
orgánicos. Con la excepción de ET-P8 donde el color se mantiene constante (10YR 4/3) en
los horizontes (Hz 2Ab y Hz 2Bb) que conforman el paleosuelo (tabla 8).

En los horizontes superficiales de los paleosuelos los valores de PER son bajos en relación
con el rango óptimo estimado (2,6-2,75) en la mayoría de los perfiles, oscilando entre
1,71 (alto contenido de materia orgánica) y 2,49. El valor más bajo fue observado en el
horizonte A del perfil testigo ET-P1 (1,71), para luego aumentar con la profundidad (tabla
1). Otro valor de PER considerablemente bajo se registró para el piso ocupacional de la
estructura residencial ET-P8 (1,92) (tabla 8). En las estructuras agrícolas ET-P2, ET-P3, ET-
P4, ET-P5 y ET-P7 oscilan entre el 2,38 y 2,49 (tablas 2, 3, 4, 5 y 7), no mostrando
variaciones significativas a nivel del paleosuelo y en general aumentando levemente con
la profundidad, al igual que en el perfil testigo (tabla 1).

112
Jimena Roldán
El PEA se mantiene constante en el perfil testigo ET-P1 (1,4-1,55) (tabla 1), mientras que
en tres de los perfiles agrícolas ET-P2, ET-P3 y ET-P4 ubicados en la zona apical de la
geoforma se observa una clara diferencia en el límite suelo/paleosuelo donde estos
valores aumentan y continúan aumentando con la profundidad (tablas 2, 3 y 4), es decir
que la compactación es claramente evidente en el nivel de ocupación prehispánico.
Paralelamente, en los cuatro perfiles restantes ET-P5, ET-P6, ET-P7 y ET-P8, en dicho
límite, este valor disminuye en el primer horizonte del paleosuelo para luego aumentar
con la profundidad (tablas 5, 6, 7 y 8), posiblemente debido a la cantidad de cueva de
roedores registradas durante las descripciones de campo.

Los resultados obtenidos para la porosidad, muestran suelos con un bajo porcentaje de
poros (regular a muy escasa). En el perfil testigo ET-P1 la porosidad es escasa. Mientras
que, en ET-P2, ET-P5 (estructuras agrícolas) y ET-P6 (estructura residencial) (tablas 1, 2, 5,
y 6) se mantiene constante con la profundidad. Contrariamente, en ET-P3 y ET-P7
(estructuras agrícolas) el porcentaje de poros aumenta con la profundidad (tablas 3 y 7) y
en ET-P4 y ET-P8 disminuye con la profundidad (tablas 4 y 8), coherente con que a mayor
profundidad mayor presión ejercen las capas suprayacentes y por lo tanto más
compactado estará un horizonte. El porcentaje más bajo de poros se registra en ET-P3
(tabla 3).

La calidad de la materia orgánica (MO) tiende a ser buena. Mientras que el porcentaje de
MO va de extremadamente rico a pobre (tabla 1). En los cinco perfiles ET-P2, ET-P3, ET-
P4, ET-P5 y ET-P6 excavados en la zona apical, tanto agrícolas como residenciales, la
clasificación del porcentaje de MO en el primer horizonte del paleosuelo es
extremadamente rica (tablas 2, 3, 4, 5, y 6), a diferencia del perfil testigo ET-P1, donde es
pobre (tabla 1). Mientras que en los dos perfiles, ET-P7 (estructura agrícola) y ET-P8
(estructura residencial), ubicados en la zona media de la geoforma la clasificación del
porcentaje de MO es moderada a moderadamente pobre (tablas 7 y 8).

En el perfil testigo ET-P1 la estructura en el horizonte 2ABb es en bloques subangulares


(gráfico 1). Mientras que en los únicos dos perfiles ET-P6 y ET-P8, donde el horizonte A se
conserva a nivel del paleosuelo, la estructura es granular (gráficos 6 y 8). En casi todos los
horizontes iluviales (Hz 2AB, Hz 2B y Hz 2BC) de los perfiles antrópicos se observa una
estructura prismática, con la excepción del horizonte 2BCb de ET-P5 donde la estructura
es de tipo granular (gráfico 5). Finalmente, en aquellos perfiles donde el horizonte C pudo
ser registrado (ET-P2, ET-P3 y ET-P4) la estructura es masiva (gráficos 2, 3 y 4).

Los valores de pH del paleosuelo oscilan entre una leve acidez y la neutralidad (5,07 y
7,61), la acidez disminuye con la profundidad tendiendo a la neutralidad. No se observan
discontinuidades en los valores de pH entre suelo y paleosuelo o que muestren alguna
diferencia entre el perfil testigo ET-P1 y el resto de los perfiles (gráficos 1 al 8).

113
Jimena Roldán
En el perfil testigo ET-P1 la concentración de fósforo disponible aumenta levemente en el
primer horizonte del paleosuelo, en relación al horizonte suprayacente (gráfico 1). En
cinco de los perfiles antrópicos ET-P2, ET-P3, ET-P4, ET-P5 y ET-P7 (perfiles agrícolas) esta
especie aumenta con la profundidad (gráficos 2, 3, 4, 5, y 7), coherente con que la mayor
fuente de procedencia del mismo es el sustrato y se trata de una especie que se moviliza
a lo largo del perfil. En los dos perfiles restantes ET-P6 y ET-P8 (perfiles residenciales) la
concentración de esta especie tiende a disminuir con la profundidad (gráficos 6 y 8). De
los tres perfiles excavados dentro de una misma estructura agrícola ET-P3, ET-P4 y ET-P5,
el primero es el que muestra la mayor concentración de fósforo disponible (205 ppm
promedio) respecto del perfil testigo ET-P1 (130 ppm) y ET-P5 la concentración más baja
(116 ppm promedio), también respecto del perfil testigo ET-P1 (gráficos 1, 3, 4, y 5). Los
perfiles excavados dentro de estructuras residenciales ET-P6 y ET-P8 presentan
concentraciones bajas de esta especie (118 ppm promedio) respecto del perfil testigo ET-
P1, con la excepción del valor registrado para el horizonte 2Ab (242 ppm) de ET-P8, que
es incluso uno de los valores más altos registrados para todos los perfiles de la geoforma
(gráficos 1, 6, y 8).

En todos los perfiles los valores de fósforo orgánico disminuyen con la profundidad,
comportamiento relacionado con la fuente de procedencia del mismo, es decir, restos
orgánicos depositados en la superficie del suelo que al descomponerse incorporan fósforo
orgánico al suelo. El perfil testigo ET-P1 presenta un leve aumento de concentración en el
primer horizonte del paleosuelo (gráfico 1). La misma situación se registra en casi todos
los perfiles antrópicos, con la diferencia que las concentración de esta especie son
elevadas en el primer horizonte del paleosuelo (18707 ppm promedio), con la excepción
del perfil agrícola ET-P3 (7190 ppm), donde si bien se observa un aumento de
concentración el mismo no es significativo (gráfico 3). En los perfiles agrícolas ET-P2, ET-
P4, ET-P5 y ET-P7 las concentraciones de esta especie, en el horizonte superficial del
paleosuelo, son mayores (19.885 ppm promedio sin tener en cuenta el valor de ET-P3)
(gráficos 2, 4, 5, y 7) que las registradas para el mismo horizonte en los perfiles
residenciales ET-P6 y ET-P8 (16.350 ppm promedio) (gráficos 6 y 7).

Las concentraciones de calcio disponible son mayores en los perfiles de las estructuras
habitacionales (7,695 x 105 ppm promediado) (gráficos 6 y 7) que la registrada para el
perfil testigo ET-P1 (6,132 x 105 ppm) (gráfico 1). Ahora bien, en los perfiles agrícolas este
valor (5,424 x 105 ppm promediado) es menor al registrado para el perfil testigo ET-P1
(gráficos 2, 4, 5, y 7). En los perfiles antrópicos, la mayor concentración de este elemento
se registra en los horizontes iluviales (2ABb, 2Bb y 2BCb).

El hierro, manganeso y cobre disponibles se encuentran en pequeñas cantidades en todos


los perfiles estudiados, característica óptima para los suelos cultivados, de acuerdo a
Buckman y Brady (1977). En general, el hierro y el manganeso disponibles disminuyen con
la profundidad, no mostrando cambios significativos a nivel del paleosuelo. Sin embargo,

114
Jimena Roldán
ambos elementos presentan mayor concentración en los perfiles de la zona apical del
cono ET-P2, ET-P3, ET-P4, ET-P5 y ET-P6 (Fe 10,5 ppm y Mn 2,9 ppm promediados)
(gráficos 2, 3, 4, 5 y 6) que aquellos ubicados en la zona media del mismo ET-P1, ET-P7 y
ET-P8 (Fe 2,3 ppm y Mn 0,8 ppm promediados) (gráficos 1, 7 y 8). Por otro lado, el cobre
disponible está ausente en el perfil testigo ET-P1 y en los perfiles residenciales ET-P6 y ET-
P8 (gráficos 1, 6 y 8) pero presente en los perfiles agrícolas ET-P2, ET-P3, ET-P4, ET-P5 y
ET-P7 (gráficos 2, 4, 5, y 7).

En el perfil testigo ET-P1 la concentración de hierro disponible (2,4 ppm) es mayor que la
concentración de manganeso disponible (0,8 ppm) y ésta es, a su vez, mayor que la
concentración de cobre disponible (0 ppm) (gráfico 1). Por un lado, en ET-P3, ET-P6 y ET-
P8 se da la misma relación entre los micronutrientes (Fe > Mn > Cu) que la observada en
el perfil testigo ET-P1, donde el primero de estos perfiles es agrícola pero presenta una
anomalía (200 ppm) observada para el cobre en el horizonte 2BCb, y los otros dos perfiles
son residenciales (gráficos 3, 6 y 8). Por otro lado, en dos de los perfiles agrícolas ET-P2 y
ET-P5 (excavados contra el parapeto anterior) la relación observada entre
micronutrientes es Fe > Cu > Mn (gráficos 2 y 5). Mientras que en los otros dos perfiles
agrícolas ET-P4 y ET-P7 (excavados en el medio de una estructura agrícola) la relación
entre micronutrientes es Cu > Fe > Mn (gráficos 4 y 7). Considerando que la relación
esperada entre micronutrientes para suelos con buen porcentaje de materia orgánica es
Mn > Fe > Cu puede observarse que la actividad agraria prehispánica ha modificado esta
relación.

Se encontraron fragmentos de cerámica ordinaria no decorados y toscos o tipo Tafí, en


tres perfiles, los dos habitacionales ET-P6 y ET-P8 y en uno agrícola ET-P7 (figuras 12, 13 y
14). En cada perfil se encontró un fragmento de entre 5 a 10 cm de diámetro de claro
contexto secundario, producto del arrastre y redepositación por parte de agentes
erosivos. En el primer caso (ET-P6) el fragmento se encontró en el horizonte A, en el
segundo caso (ET-P7) en el paleosuelo (Hz 2Bb) y en el último caso se halló en el último
horizonte del primer paleosuelo, límite con el segundo paleosuelo (Hz 2Bb), formando
parte del sedimento, prácticamente incorporado a él ya que se desgranó al contacto.

Las descripciones pedológicas permitieron establecer que en la zona apical de esta


geoforma los suelos actuales muestran escaso espesor, encontrándose el paleosuelo de
13 a 19 cm de profundidad. En la zona media del cono el espesor del suelo actual es
mayor y los paleosuelos se ubican a unos 20 o 40 cm debajo de la superficie.

En los cinco perfiles descritos en estructuras agrícolas ET-P2, ET-P3, ET-P4, ET-P5 y ET-P7
se encuentra erosionado el horizonte 2Ab (figuras 6, 9, 10, 11 y 13), mientras que en los
perfiles de las estructuras habitacionales ET-P6 y ET-P8 este horizonte está presente
(figuras 12 y 14).

115
Jimena Roldán
Los perfiles ET-P3, ET-P4 y ET-P5 ubicados a diferentes distancias del parapeto de piedra
de una misma estructura agrícola (figuras 9, 10 y 11), presentan características
diferenciales entre sí, condicionadas por su ubicación dentro de dicha estructura.
Descartando las similitudes que comparten, pueden observarse diferencias entre ET-P3
(perfil más cercano al parapeto de la estructura agrícola) y ET-P4 y ET-P5. La profundidad
del paleosuelo en ET-P3 (51 cm) es similar a la registrada para ET-P4 (52 cm) pero mayor a
la registrada para ET-P5 (26 cm). La textura en ET-P3 y ET-P4 no varía con la profundidad
(franco arenoso), mientras que en ET-P5 cambia en el paleosuelo, de franco arenoso a
franco arcillo arenoso entre los horizontes 2ABb y 2BCb. ET-P3 presenta un alto grado de
compactación (1,88 promedio) que disminuye a medida que nos acercamos al parapeto
de piedra de la estructura agrícola aguas arriba, ET-P4 (1,6 promedio) y ET-P5 (1,44
promedio). Esta relación está en concordancia con la porosidad observada en el horizonte
superficial del paleosuelo, muy escasa para ET-P3 y regular para ET-P4 y ET-P5. En ET-P3 la
concentración de fósforo orgánico (7.190 ppm) no es significativa en el primer horizonte
del paleosuelo, en relación a lo que ocurre en el primer horizonte de los otros dos
perfiles, ET-P4 (19.400 ppm) y ET-P5 (21.500 ppm). En ET-P5 la concentración de calcio
disponible (5,771 x 105 ppm promedio) es algo mayor que la registrada para los otros dos
perfiles ET-P4 (5,21 x 105 ppm promedio) y ET-P3 (4,916 x 105 ppm promedio). Con
respecto a los micronutrientes (hierro, manganeso y cobre disponibles), ET-P3 presenta
una anomalía en la concentración de cobre disponible en el horizonte 2BCb (200 ppm)
que parece afectar también, levemente, el valor de manganeso disponible. Obviando esta
anomalía, la relación entre ellos es distinta para cada perfil. En ET-P3 la relación es
Fe>Mn>Cu, en ET-P4 es Cu>Fe>Mn y en ET-P5 es Fe>Cu>Mn mostrando la variabilidad
que puede introducir la presencia de las construcciones agrarias en pequeños espacios
(tablas 3, 4 y 5 y gráficos 3, 4 y 5).

Evidentemente la actividad humana dejó su impronta en los suelos donde este pueblo se
asentó, los resultados pedológicos y geoquímicos lo confirman. Tanto la actividad
doméstica como la agrícola generaron cambios físicos y químicos en los suelos habitados,
incluso pueden identificarse diferencias entre las actividades practicadas. Los suelos
domésticos arrojaron resultados distintos a los obtenidos para los suelos agrícolas. Esta
situación informa que desde el momento en que las estructuras agrícolas son construidas
ya se está generando un cambio importante en estos suelos naturales que con el tiempo
pasaran a diferenciarse de ellos por el sólo hecho de haberse construido dicha
infraestructura.

116
Jimena Roldán
La Costa 2 – abanico aluvial

El abanico aluvial de La Costa 2 se encuentra en el piedemonte de la sierra de Mala Mala


al este del valle de Tafí (figura 2). Este se caracteriza por presentar dos ciclos de
formación inactivos y un tercer ciclo activo actualmente. Según Collantes (2002), el
primer ciclo se formó durante el mejoramiento de las condiciones hídricas en el óptimo
climático del Neoholoceno, donde se depositaron los materiales fanglomerádicos de este
primer ciclo de aluvionamiento como respuesta a los vientos húmedos provenientes del
este. Este primer ciclo se encuentra hacia el este y es una superficie proporcionalmente
pequeña en relación al segundo y tercero ciclos. Sin embargo, este primer ciclo interesa
debido a que en él se concentran la mayoría de las estructuras arqueológicas registradas
(figura 15).

Uno de los mayores inconvenientes que sufre esta geoforma es el fuerte impacto
antrópico registrado en la actualidad. En el segundo ciclo, prácticamente no pueden
distinguirse estructuras prehispánicas debido al grado de urbanización observado y en el
tercero se registra una importante fuente de extracción de áridos en la zona distal del
abanico. Mientras que en el primer ciclo si bien el impacto es menor, en los últimos 10
años se ha acelerado alarmantemente. El mapa fue confeccionado con fotos aéreas
1:10000 del año 1995 y se agregaron algunos sectores urbanizados a partir de las
imágenes del Google Earth del año 2002, no existentes en el año en que las fotos fueron
tomadas. Aun así cuando se realizaron los controles de campo se notó que muchas de
estas estructuras habían desaparecido debido a nuevos parcelamientos y posteriores
construcciones, o habían sido cercadas y por lo tanto su accesibilidad restringida. Sumado
a ello se observó una nueva fuente de extracción de áridos en la zona apical del tercer
ciclo de la geoforma que provocó la desaparición de algunas de las pocas estructuras ya
registradas en dicha área (figura 16).

A partir de estos controles se decidió trabajar en la zona apical del abanico, es decir en el
primer ciclo, a éste se lo dividió en tres sectores a los que llamaremos zona distal, media y
apical, respectivamente. En él se excavaron 12 calicatas, cinco ubicadas en la zona distal,
cuatro en la zona media y tres en la zona apical (figura 15).

117
Jimena Roldán
Figura 15. Mapa del abanico aluvial La Costa 2. Distribución de las estructuras prehispánicas Tafí y ubicación
de las calicatas excavadas (LC-P1, LC-P2, LC-P3, LC-P4, LC-P5, LC-P6, LC-P7, LC-P8, LC-P9, LC-P10, LC-P11 y
LC-P12), también se destaca la zona urbanizada. Tafí del Valle. Tucumán.

118
Jimena Roldán
Figura 16. Fotos de algunas de las nuevas construcciones encontradas durante la prospección del área
comprendida por el primer ciclo del Abanico aluvial de La Costa 2. 1 y 2) viviendas construidas sobre
estructuras agrícolas y circulares en la zona distal, 3) cercado de un grupo de estructuras agrícolas y
circulares compuestas en la zona media, 4) construcciones sobre estructuras agrícolas en la zona apical y 5)
complejo de cabañas en construcción sobre estructuras agrícolas en la zona apical. Tafí del Valle. Tucumán.

119
Jimena Roldán
La primera calicata fue excavada en un área marginal donde no se encontraron
estructuras prehispánicas en superficie. Ésta tenía 100 cm de ancho por 103 cm de largo y
87 cm de profundidad. Los resultados obtenidos son:

LC-P1. Ubicado fuera de toda estructura prehispánica (calicata testigo) en la zona distal
del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tabla 9, gráfico 9 y figura 17.

muy buena
Calidad de

buena

buena

buena
la MO

mente pobre
Clasificación

extremada
moderada

moderada

pobre
%MO

Por debajo del C se encontró el flujo de detritos


2,19 muy escasa
1,93 muy escasa
Porosidad

alta

_
1,18
PEA

_
2,69

2,51

2,63

2,71
PER

limoso 10YR 4/2 10YR 2/2

10YR 3/2 10YR 2/2

10YR 5/3 10YR 3/3

10YR 5/4 10YR 3/3


Húmedo
Color

Seco
arcilloso
Textura

limoso

limoso

limoso
franco

franco
Profundidad

10-27

27-46

46-87
0-10
cm
Horizonte

Observa
ciones
AB
A

C
B

Tabla 9. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P1.

120
Jimena Roldán
Gráfico 9. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P1.

121
Jimena Roldán
Figura 17. Fotos de la locación de LC-P1. 1) Vista panorámica del lugar donde fue excavada la calicata
testigo 2) foto de la excavación de la calicata 3) foto en detalle del perfil de suelo excavado. Zona distal del
primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán.

122
Jimena Roldán
La segunda calicata fue excavada en el medio de una estructura agrícola. La misma tenía
87 cm de ancho por 105 cm de largo y 40 cm de profundidad. La estructura agrícola tiene
11,6 m ancho y el largo no pudo precisarse debido a construcciones actuales y tiene 3,7 m
de ancho. Los resultados obtenidos son:

LC-P2. Ubicado en el medio de una estructura agrícola en la zona distal del primer ciclo
del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tabla 10, gráfico 10 y figura 18.
de la MO
Calidad

buena

buena

buena
mente pobre
Clasificación

moderada

pobre

Pobre
%MO

Muy escasa
Porosidad

regular

Flujo de detritos
1,42

1,87
PEA

_
2,79

2,63

2,74
PER

10YR 2/1

10YR 2/1

10YR 2/2
Húmedo
Color

10YR 4/2

10YR 3/2

10YR 4/2
Seco

arenoso
Textura

limoso

limoso
franco

franco
didad cm
Profun

10-27

27-40
0-10

40+
Horizonte

2Cr
A

C
B

Tabla 10. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P2.

123
Jimena Roldán
Gráfico 10. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P2.

124
Jimena Roldán
Figura 18. Fotos de la locación de LC-P2. 1) Vista panorámica de la terraza de cultivo donde fue excavada la
calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado con la ubicación de los fragmentos cerámicos
encontrados 3) foto de los fragmentos cerámicos. Zona distal del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2.
Tafí del Valle. Tucumán.

125
Jimena Roldán
La tercera calicata fue excavada contra el parapeto de piedra de la estructura agrícola
ubicada inmediatamente aguas arriba de la anterior. La misma tiene 93 cm de ancho por
97 cm de largo y 100 cm de profundidad. La estructura agrícola tiene 13,9 m de ancho y el
largo tampoco pudo precisarse por los mismos motivos dados para la estructura anterior
y tiene entre 0,80 a 1 m de ancho. Los resultados obtenidos son:

LC-P3. Ubicado contra el muro de una estructura agrícola en la zona distal del primer ciclo
del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tabla 11, gráfico 11, figura 19.

muy buena
Clasificación Calidad de

buena

buena

buena

buena

buena
la MO

mente pobre

mente pobre
extremada
mente rica
moderada

moderada

pobre

pobre

pobre
%MO

1,87 muy escasa


Porosidad

regular
escasa

escasa

escasa

escasa

Flujo de detritos
1,67

1,34

1,67

1,54

1,81
PEA

2,61

2,75

2,62

2,57
PER

2,5

2,5
10YR 3/2

10YR 2/2

10YR 2/2

10YR 3/2

10YR 3/2

10YR 3/2
Húmedo
Color

10YR 5/4

10YR 4/3

10YR 4/3

10YR 4/3

10YR 4/3

10YR 5/3
Seco

arenoso
Textura

limoso

limoso

limoso

limoso

limoso
franco

franco

franco

franco

franco
Profundidad

68-100
17-34

34-45

45-68

100+
3-17
0-3
cm
Horizonte

2BCb
2Ab

2Bb

2Cb

3Cr
A

Tabla 11. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P3.

126
Jimena Roldán
Gráfico 11. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P3.

127
Jimena Roldán
Figura 19. Fotos de la locación de LC-P3. 1) Vista panorámica de la terraza de cultivo donde fue excavada la
calicata 2) foto en detalle del muro de la terraza de cultivo 3) foto en detalle del perfil de suelo excavado
con la ubicación del límite suelo/paleosuelo y los restos cerámicos encontrados 4) foto del fragmento
cerámico. Zona distal del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán.

128
Jimena Roldán
La cuarta calicata fue excavada en el centro de una estructura circular simple. La misma
tenía 100 cm de ancho por 100 cm de largo y 93 cm de profundidad. La estructura tiene
un diámetro de 12,1 m y hacia el sur se encuentra adosada a una línea de despedre. Los
resultados obtenidos son:

LC-P4. Ubicado en el centro de una estructura circular simple en la zona distal del primer
ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tabla 12, gráfico 12 y figuras 20 y 21.
Calidad de

buena

buena

buena

buena
la MO

mente pobre

mente pobre
Clasificación

extremada
moderada

pobre

pobre
%MO

muy escasa

muy escasa
Porosidad

regular

Flujo de detritos
1,98

1,35
PEA

_
2
2,37

2,76

2,59

2,43
PER

10YR 2/2

10YR 3/2

10YR 3/2

10YR 3/2
Húmedo
Color

10YR 4/3

10YR 5/3

10YR 5/3

10YR 6/4
Seco

arenoso

arenoso

arenoso
Textura

limoso
franco

franco

franco
Profundidad

14-54

54-75

75-93
0-14

93+
cm
Horizonte

2Bb

2Cb

3Cr
A

Tabla 12. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P4.

129
Jimena Roldán
Gráfico 12. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P4.

130
Jimena Roldán
Figura 20. Fotos de la locación de LC-P4. 1) Vista general de la estructura circular simple donde fue
excavada la calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado con la ubicación del límite
suelo/paleosuelo y los restos cerámicos encontrados. Zona distal del primer ciclo del abanico aluvial La
Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán.

131
Jimena Roldán
Figura 21. Fotos de la cerámica encontrada en LC-P4. 1) Tortero hallado entre los 40 y 45 cm de
profundidad 2) fragmentos cerámicos hallados a la misma profundidad que el tortero 3) asa y resto
cerámico hallados a los 54 cm de profundidad 4) el asa en detalle 5) borde encontrado también a los 54 cm
de profundidad 6) fragmentos encontrados a los 88 cm de profundidad (contexto secundario). Zona distal
del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán.

132
Jimena Roldán
La quinta calicata fue excavada en el centro del patio de una estructura formativa circular
compuesta. Ésta tenía 100 cm de ancho por 120 cm de largo y 140 cm de profundidad. La
estructura está compuesta por un patio central que tiene 8,5 m de diámetro y de 4
estructuras circulares de menor tamaño de 2,9 m, 2,8 m y dos de ellas de 1,5 m de
diámetro cada una. Las estructuras menores se encuentran concentradas y adosadas en
la pared sur del patio formando una media luna.

LC-P5. Ubicado en el centro del patio de una estructura circular compuesta en la zona
distal del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tabla 13, gráfico 13 y
figuras 22, 23 y 24.
Calidad de

buena

buena

buena

buena

buena

buena
la MO

mente pobre

mente pobre

mente pobre

mente pobre

mente pobre
Clasificación

extremada

extremada
moderada

moderada

moderada

pobre
%MO

No se llegó al flujo pero el 2C está mezclado con rocas del mismo


10YR 3/3 10YR 2/1 2,51 1,98 muy escasa

2,5 1,81 muy escasa


PER PEA Porosidad

regular

regular

regular
escasa
2,74 1,39

10YR 5/3 10YR 3/2 2,54 1,41


10YR 3/3 10YR 2/2 2,75 1,6

10YR 4/3 10YR 2/1 2,79 1,8


10YR 4/3 10YR 2/2

10YR 5/4 10YR 3/3


Húmedo
Color

Seco

Arenoso
arenoso
Textura

gravoso
limoso
limoso

limoso

limoso
franco

franco

franco

franco
Profundidad

128-140+
96-128
16-40

40-45

45-96
0-16
cm
Horizonte

Observa
ciones
2ABb

3BCb
2C1

3Cb
BC
A

Tabla 13. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P5.

133
Jimena Roldán
Gráfico 13. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P5.

134
Jimena Roldán
Figura 22. Fotos de la locación de LC-P5. 1) Vista panorámica de la estructura circular compuesta donde fue
excavada la calicata 2) foto del lugar donde la calicata fue excavada 3) foto en detalle del perfil de suelo
excavado con la ubicación del límite suelo/paleosuelo y los restos cerámicos encontrados. Zona distal del
primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán.

135
Jimena Roldán
Figura 23. 1) Fotos de la piedra plana y la olla encontradas en LC-P5 2) foto en detalle de la olla. Zona distal
del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán.

136
Jimena Roldán
Figura 24. Fotos de los restos cerámicos encontrados en la zona de actividad antrópica de LC-P5. 1)
fragmentos de la olla encontrados a los 47 cm de profundidad 2) fragmentos de olla encontrados a los 51
cm de profundidad 3 y 4) fotos de la olla encontrada a los 70 cm de profundidad. Zona distal del primer
ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán.

137
Jimena Roldán
La sexta calicata fue excavada en la zona media de una estructura agrícola. Ésta tenía 97
cm de ancho por 120 cm de largo y 91 cm de profundidad. La estructura agrícola tiene 6,7
m de ancho, su largo no pudo ser determinado debido a la elevada urbanización que sufre
esta geoforma. Los resultados obtenidos son:

LC-P6. Ubicado en el centro de una estructura agrícola en la zona media del primer ciclo
del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tabla 14, gráfico 14 y figura 25.

muy buena
Calidad de

buena
buena

buena
la MO

El C está muy compactado y mezclado con roca que se desgrana con facilidad
mente pobre

mente pobre

mente pobre
Clasificación

extremada

extremada
mente rica
moderada

moderada
%MO
PEA Porosidad

regular

regular
escasa

escasa
muy
1,72

1,85

1,12

2,35
2,61

2,47
PER

2,7

2,6
10YR 5/4 10YR 3/4

10YR 6/4 10YR 3/4

10YR 4/3 10YR 3/1

10YR 3/3 10YR 2/1


Húmedo
Color

Seco
Textura

limoso

limoso

limoso

limoso
franco

franco
Profundidad

57-91+
12-33

33-57
0-12
cm
Horizonte

Observa
ciones
2Crb
2Bb
A

Tabla 14. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P6.

138
Jimena Roldán
Gráfico 14. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P6.

139
Jimena Roldán
Figura 25. Fotos de la locación de LC-P6. 1) Vista panorámica de la terraza de cultivo donde fue excavada la
calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado con la ubicación del límite suelo/paleosuelo. Zona
media del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán.

140
Jimena Roldán
La séptima calicata fue excavada contra el parapeto de piedra de una estructura agrícola
aguas arribas del estructura agrícola anterior. Ésta tenía 105 cm de ancho por 121 de
largo y 71 cm de profundidad. La estructura agrícola tiene 21,8 m de ancho y un muro
doble de 1,5 m de ancho, el largo del mismo no pudo determinarse debido a la presencia
de construcciones actuales.

LC-P7. Ubicado contra el parapeto de una estructura agrícola en la zona media del primer
ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tabla 15, gráfico 15 y figura 26.

muy buena
Calidad de

buena

buena

buena

buena
la MO

mente pobre

mente pobre

mente pobre

mente pobre
Clasificación

extremada

extremada
moderada

moderada

pobre
%MO

El 2C está muy compactado y mezclado con rocas del flujo


PEA Porosidad

regular

regular

regular
escasa

escasa
muy

muy
1,38

1,99

1,39

1,52

2,04
2,71

2,56

2,55

2,73

2,68
PER

10YR 4/3 10YR 3/2

10YR 4/2 10YR 2/1

10YR 4/2 10YR 3/1

10YR 4/4 10YR 3/3

10YR 5/4 10YR 4/4


Húmedo
Color

Seco
Textura

limoso
limoso

limoso

limoso

limoso
franco

franco

franco
Profundidad

54-71+
23-45

45-54
7-23
0-7
cm
Horizonte

Observa
ciones
2Crb
2Bb
AB
A

Tabla 15. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P7.

141
Jimena Roldán
Gráfico 15. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P7.

142
Jimena Roldán
Figura 26. Fotos de la locación de LC-P7. 1) Vista panorámica de la terraza de cultivo donde fue excavada la
calicata 2) foto del muro de la terraza 3) foto en detalle del perfil de suelo excavado con la ubicación del
límite suelo/paleosuelo. Zona media del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán.

143
Jimena Roldán
La octava calicata fue excavada en el centro de una estructura circular compuesta. La
misma tenía 100 cm de ancho por 100 cm de largo y 140 cm de profundidad. La
estructura residencial formativa está formada por un patio central de 9 m de diámetro y
tiene adosado dos estructuras circulares de menor tamaño de 2,5 m y 1,9 m de diámetro
respectivamente, en la pared noroeste del patio. Los resultados obtenidos son:

LC-P8. Ubicado en el medio del patio central de una estructura circular compuesta en la
zona media del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tabla 16, gráfico
16 y figuras 27 y 28.
Calidad de

buena

buena

buena

buena

buena

buena
la MO

mente pobre

mente pobre
Clasificación

extremada

extremada

extremada
mente rica

moderada

moderada

moderada
%MO
PEA Porosidad

regular
escasa

escasa

escasa

escasa
muy

muy

_
2,59 1,83

2,66 1,62

2,71 1,78

2,75 1,56

1,91

_
2,72
PER

2,6
10YR 4/3 10YR 3/2

10YR 3/2 10YR 2/1

10YR 3/3 10YR 2/1

10YR 3/1 10YR 2/1

10YR 5/4 10YR 3/4

10YR 5/3 10YR 3/3


Húmedo
Color

Seco
Textura

limoso

limoso

limoso

limoso

limoso

limoso
franco

franco

franco

franco
Profundidad

125-140+
92-125
37-69

69-92
6-37
0-6
cm
Horizonte

2BCb
2Bb

2Cb
AB

BC
A

Tabla 16. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P8.

144
Jimena Roldán
Gráfico 16. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P8.

145
Jimena Roldán
Figura 27. Fotos de la locación de LC-P8. 1) Vista general de la estructura circular compuesta donde fue
excavada la calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado con la ubicación del límite
suelo/paleosuelo, y de los restos cerámicos y líticos encontrados. Zona media del primer ciclo del abanico
aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán.

146
Jimena Roldán
Figura 28. Fotos de la ubicación de los restos de cerámica encontrados en contexto secundario y del
fragmento lítico en LC-P8. Los restos cerámicos se encontraron entre los 21 y 69 cm de profundidad 1)
Cuatro fragmentos de bordes, tres fragmentos decorados y con engobe rojo y dos con engobe rojo
solamente 2) foto de la esquirla y fragmento de núcleo líticos encontrados a los 45 cm de profundidad 3)
fragmentos cerámico ordinarios 4) restos óseos animal. Zona media del primer ciclo del abanico aluvial La
Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán.

147
Jimena Roldán
La novena calicata fue excavada dentro de una estructura circular pequeña que forma
parte de una estructura formativa circular compuesta. No se excavó en el patio central
debido a que el mismo ya había sido excavado con anterioridad. La calicata tenía 100 cm
de ancho por 100 cm de largo por 114 cm de profundidad. La estructura está compuesta
por un patio central de 20,6 m de diámetro que tiene adosadas 4 estructuras de menor
tamaño de 2,7 m, 4,9 m, 2,3 m y 9,1 m de diámetro respectivamente, siendo esta última
donde fue excavado el pozo. Estas están distribuidas regularmente alrededor del patio.
Los resultados obtenidos son:

LC-P9. Ubicado en el medio de una estructura circular pequeña perteneciente a una


estructura circular compuesta en la zona media del primer ciclo del abanico aluvial La
Costa 2. Tafí del Valle. Tabla 17, gráfico 17 y figuras 29 y 30.

muy buena
Clasificació Calidad de

buena

buena

buena

buena
la MO

extremada
mente rica
moderada

moderada

moderada
n %MO

mente

mente
pobre

pobre

pobre
PER PEA Porosidad

regular
escasa

escasa

escasa
muy

muy
alta

Flujo loésico.
2,54 1,18

10YR 3/2 10YR 2/1 2,69 1,79

10YR 4/2 10YR 2/2 2,64 1,99

1,3

2
limoso 10YR 4/2 10YR 2/1 2,65

10YR 4/3 10YR 2/2 2,61


10YR 3/3 10YR 2/2
Húmedo
Color

Seco

arenoso
Textura

limoso

limoso

limoso
franco

franco

franco

franco
Profundidad

88-114
13-45

45-73

73-88

114+
0-13
cm
Horizonte

2Ab

2Bb

2Cb
AB
A

Tabla 17. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P9.

148
Jimena Roldán
Gráfico 17. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P9.

149
Jimena Roldán
Figura 29. Fotos de la locación de LC-P9. 1) Vista general de la estructura circular compuesta,
específicamente de la estructura circular pequeña donde fue excavada la calicata 2) foto en detalle del
perfil de suelo excavado con la ubicación del límite suelo/paleosuelo, y de los restos cerámicos y óseos de
camélidos encontrados. Zona media del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán.

150
Jimena Roldán
Figura 30. Fotos de la cerámica encontrada en LC-P9. Los restos fueron encontrados a los 23 cm de
profundidad y forman parte de un contexto secundario 1 y 2) fragmentos de cerámica ordinaria 3) un
fragmento de asa, una base, un fragmento pintado de rojo y negro y un fragmento decorado con engobe
rojo 4 y 5) fragmentos óseos de camélido adulto. Zona media del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2.
Tafí del Valle. Tucumán.

151
Jimena Roldán
La décima calicata fue excavada en el medio de una estructura agrícola. La misma tenía
105 cm de ancho por 108 cm de largo y 75 cm de profundidad. La estructura agrícola
tiene 13,3 m de ancho y su largo no pudo determinarse debido al impacto urbanístico
actual y a los procesos erosivos imperantes en la zona. Los resultados obtenidos son:

LC-P10. Ubicado en el medio de una estructura agrícola en la zona apical del primer ciclo
del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tabla 18, gráfico 18 y figura 31.
Clasificación Calidad de

buena

buena

buena

buena
la MO

_
mente pobre

mente pobre
moderada

moderada

moderada
pobre
%MO

_
PEA Porosidad

escasa

escasa

escasa

escasa
muy

muy

muy

muy
alta
1,05

1,94

2,02

1,96

1,84
2,67

2,65

2,67

2,74

2,57
PER

_
10YR 5/3 10YR 2/2

10YR 4/2 10YR 3/2

10YR 4/3 10YR 3/2

10YR 4/4 10YR 3/3

10YR 5/4 10YR 3/6


Húmedo
Color

Seco

arenoso
Textura

limoso

limoso

limoso

limoso
franco

franco

franco

franco
Profundidad

55-75+
23-37

37-55
8-23
0-8
cm
Horizonte

Observa
ciones
2ABb

2Bb

2Cb
AC
A

Tabla 18. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P10.

152
Jimena Roldán
Gráfico 18. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P10.
153
Jimena Roldán
Figura 31. Fotos de la locación de LC-P10. 1) Vista general de la terraza agrícola donde fue excavada la
calicata 2) foto en detalle del perfil de suelo excavado con la ubicación del límite suelo/paleosuelo. Zona
apical del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán.

154
Jimena Roldán
La décima primera calicata fue excavada contra el parapeto de una estructura agrícola. La
misma tenía 100 cm de ancho por 118 cm de largo y 90 cm de profundidad. La estructura
agrícola tiene 10,7 m de ancho y su largo no pudo determinarse debido al impacto
urbanístico actual y a los procesos erosivos imperantes en la zona. Los resultados
obtenidos son:

LC-P11. Ubicado contra el parapeto de una estructura agrícola en la zona apical del
primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tabla 19, gráfico 19 y figura 32.

muy buena
Clasificación Calidad de

buena

buena

buena

buena
la MO

mente pobre
extremada
moderada

pobre

pobre

pobre
%MO

1,95 muy escasa


Porosidad

escasa

escasa

escasa

_
1,42
PEA

1,8

1,3

_
2,66

2,63

2,73

2,67

2,42
PER

10YR 4/3 10YR 3/2

10YR 4/3 10YR 2/1

10YR 4/3 10YR 2/2

10YR 4/3 10YR 3/2

10YR 4/3 10YR 3/3


Húmedo
Color

Seco

arenoso
Textura

limoso

limoso

limoso

limoso
franco

franco

franco

franco
Profundidad

75-90+
17-36

36-75
6-17
0-6
cm
Horizonte

2ABb

2Bb

2Cb
AC
A

Tabla 19. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P11.

155
Jimena Roldán
Gráfico 19. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P11.
156
Jimena Roldán
Figura 32. Fotos de la locación de LC-P11. 1) Vista general de la terraza agrícola donde fue excavada la
calicata 2) foto del muro de la terraza 3) foto en detalle del perfil de suelo excavado con la ubicación del
límite suelo/paleosuelo y del fragmento cerámico encontrado 4) foto del fragmento cerámico. Zona apical
del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán.

157
Jimena Roldán
La décima segunda y última calicata fue excavada en el centro del patio de una estructura
circular compuesta. La misma tenía 125 cm de ancho por 144 cm de largo y 159 cm de
profundidad. La estructura está formada por un patio central de 14,9 m de diámetro y dos
estructuras circulares de menor tamaño de 4 y 2,15 m de diámetro respectivamente
adosadas al patio en dirección noreste. Los resultados obtenidos son:

LC-P12. Ubicado en el medio del patio central de una estructura circular compuesta en la
zona apical del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tabla 20, gráfico
20 y figuras 33, 34, 35 y 36.

más suave y el tercero potente nuevamente. C1 es una capa de sedimento claro y C2 es una capa
muy buena
Clasificación Calidad de

El flujo de detritos parece tener tres momentos de intensidad, el primero potente, el segundo
buena

buena

buena

buena

buena
la MO

mente pobre

mente pobre
extremada
moderada

moderada

moderada
pobre

pobre
%MO
PEA Porosidad

regular

regular
alta

_
Flujo de detritos
2,67 1,19

10YR 5/2 10YR 3/1 2,77 1,53

10YR 6/1 10YR 3/2 2,62 1,42


_

de cenizas
10YR 4/2 10YR 2/2 2,69
PER

_
10YR 4/3 10YR 3/2

arenoso 10YR 6/3 10YR 3/2


Húmedo

10 YR 8/1 2,5Y 6/2


Color

Seco

arenoso
Textura

limoso

limoso

limoso

limoso
franco

franco

franco

franco

franco
Profundidad

110-159+
99-110
11-24

24-72

72-87

87-99
0-11
cm
Horizonte

Observa
ciones
3Ab

3Bb
2C1

2C2
Cr
A

Tabla 20. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P12.

158
Jimena Roldán
Gráfico 20. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para LC-P12.

159
Jimena Roldán
Figura 33. Fotos de la locación de LC-P12. 1) Vista general de la estructura circular compuesta donde fue
excavada la calicata 2, 3 y 4) fotos de las estructuras circulares pequeñas adosadas al patio 5) foto en
detalle del perfil de suelo excavado con la ubicación del límite suelo/paleosuelo y del fragmento cerámico,
restos óseos de camélido, líticos y las espículas de carbón encontrados. Zona apical del primer ciclo del
abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán.

160
Jimena Roldán
Figura 34. Fotos de la cerámica encontrada en el piso de ocupación prehispánico de LC-P12. 1) Fragmentos
cerámicos decorados, junto con un fragmento de asa y tres fragmentos de bordes 2) los fragmentos de
borde en detalle 3) fragmentos cerámicos no decorados. Zona apical del primer ciclo del abanico aluvial La
Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán.

161
Jimena Roldán
Figura 35. Fotos de los restos óseos encontrados en el piso de ocupación de LC-P12. 1, 2, 3 y 4) Fragmentos
óseos que presentan marcas de corte 5) fragmentos con evidencia de haber sido alterados térmicamente 6)
mandíbula de la llama y 7) piezas dentales. Zona apical del primer ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí
del Valle. Tucumán.

162
Jimena Roldán
Figura 36. Fotos de los restos óseos encontrados en el piso de ocupación de LC-P12. 1, 2, 4 y 6) fragmentos
de huesos largos 3) restos de vértebras y 7 y 8) fragmentos de restos óseos animal. Zona apical del primer
ciclo del abanico aluvial La Costa 2. Tafí del Valle. Tucumán.

163
Jimena Roldán
Integración de los resultados obtenidos en el abanico aluvial La Costa 2

Luego de una exhaustiva prospección se determinó que el tipo de estructuras


encontradas en el abanico son típicas del Período Formativo para el valle de Tafí.
Estructuras circulares simples, dobles, compuestas y complejas asociadas por lo general a
actividad residencial y estructuras agrícolas como, andenes o terrazas de cultivo, líneas de
despedre y acequias, acorde a lo descripto por Sampietro Vattuone (2002) (figura 15).

Las calicatas fueron excavadas en la zona apical, media y distal del primer ciclo del
abanico. De estas doce, cinco fueron excavadas en la zona distal, una fuera de toda
estructura prehispánica como calicata testigo LC-P1, dos dentro de estructuras agrícolas
LC-P2 y LC-P3, una en una estructura circular simple ET-P4 y la otra en el patio de una
estructura circular compuesta LC-P5. Cuatro se excavaron en la zona media, dos dentro
de estructuras agrícolas LC-P6 y LC-7 y dos dentro de estructuras circulares compuestas
LC-P8 y LC-P9. Las tres restantes se excavaron en la zona apical, dos dentro de una
estructura agrícola LC-P10 y LC-11 y una en el patio de una estructura circular compuesta
LC-12 (figura 15).

La textura va de franco limosa a arenosa, prevaleciendo la de tipo franco limosa. En el


caso del perfil testigo LC-P1 la textura va de arcillo limosa en el horizonte A, pasando por
franco limosa en los horizontes AB y B a limosa en el C (tabla 9). En seis perfiles la textura
cambia en el límite suelo/paleosuelo, tres de ellos ubicados dentro de estructuras
agrícolas LC-P3 (de franco limosa a franco arenosa), LC-P6 y LC-P7 (de franco limosa a
limosa) (tablas 11, 14 y 15) y los otros tres dentro de estructuras circulares compuestas
LC-P5, LC-P9 (de franco limosa a limosa) y LC-P12 (de franco arenosa a franco limosa)
(tablas 13, 17 y 20).

El color de estos suelos tiende a ir de un gris oscuro (10YR 3) característico del suelo
actual a un pardo amarillento (10YR 6) propio del paleosuelo loésico. Sin embargo, cada
perfil muestra una dinámica propia. En el perfil testigo LC-P1 el color tiende a ser oscuro
en los horizontes superficiales aclarándose con la profundidad (tabla 9), la presencia de
materia orgánica en los horizontes superficiales le confiere esta coloración oscura, pero al
acercarse al horizonte C la coloración denota el origen loésico del sedimento a partir del
cual se formó dicho suelo. Lo mismo ocurre con LC-P4 y LC-P9 (tablas 12 y 17). En LC-P6,
LC-P7, LC-P8, LC-10 y LC-P12 se observan diferencias de color en el límite
suelo/paleosuelo, algunos más oscuros LC-P6 y LC-P8 (tablas 14 y 16), otros más claros LC-
P7 y LC-P10 (tablas 15 y 18) y el último más claro y grisáceo LC-P12 (tabla 20). En LC-P11
el color se mantiene oscuro a lo largo de todo el perfil (10YR 4/3) (tabla 19). En LC-P5 el
color es oscuro en el horizonte 2ABb o nivel de ocupación prehispánico (10YR 3/3) y un
poco más claro en 2C1 (10YR 4/3), para luego hacerse notablemente más claro con la
profundidad (tabla 13). En el caso de LC-P12 es evidente que el color grisáceo del
paleosuelo proviene, en parte, de la capa de cenizas (2C2) depositada encima (tabla 20).

164
Jimena Roldán
El PER calculado para todos los perfiles se encuentra en el rango 2,4 a 2,79. El rango en el
que la mayoría de los suelos se ubican (2,6-2,75) se encuentra incluido en el mismo.
Según los valores registrados estos suelos tienen una constitución media. En LC-P5, el piso
de ocupación (Hz 2ABb) y 2C1 tienen valores de PER elevados (2,75-2,79) probablemente
por la presencia de carbonatos, el resto de los horizontes tienen valores de constitución
media (tabla 13). Los horizontes con valores de PER elevados pueden observarse también
en el primer horizonte del paleosuelo en los perfiles agrícolas LC-P3, LC-P7 y LC-P11
(tablas 11, 15 y 19) y en los perfiles residenciales LC-P8 y LC-P12 (tablas 16 y 20) y en el
primer horizonte (Hz A) del perfil agrícola LC-P2 (tabla 10).

En el perfil testigo LC-P1 los valores de PEA aumentan con la profundidad (tabla 9). En LC-
P2, LC-P3, LC-P6, LC-P7 (perfiles ubicados dentro de estructuras agrícolas), LC-P5, LC-P8 y
LC-P9 (perfiles ubicados dentro de estructuras circulares compuestas) el PEA tiene el
mismo comportamiento (tablas 10, 11, 13, 14, 15, 16 y 17). Mientras que en LC-P10, LC-
P11 (perfiles ubicados dentro de estructuras agrícolas) y LC-P12 (perfil ubicado dentro de
una estructura circular compuesta) los valores de PEA tienden a disminuir con la
profundidad (tablas 18, 19 y 20), siendo muy evidente el grado de compactación en el
primer horizonte del paleosuelo en los perfiles agrícolas LC-P10 (2,02) y LC-P11 (1,95)
(tablas 18 y 19).

En general, los resultados obtenidos para la porosidad reflejan la presencia de suelos con
un bajo porcentaje de poros (regular a muy escasa). En la mayoría de los perfiles este
porcentaje tiende a disminuir con la profundidad como en LC-P2, LC-P3, LC-P7, LC-P8
(perfiles excavados en estructuras agrícolas), LC-P5 y LC-P9 (perfiles excavados en
estructuras circulares compuestas) (tablas 10, 11, 13, 15, 16 y 17). Condición esperable si
consideramos que con la profundidad la compactación del suelo aumenta, lo que genera
una reducción en el porcentaje de poros. Pero unos pocos presentan la condición inversa
donde este porcentaje aumenta con la profundidad como en los perfiles agrícolas LC-P4 y
LC-P11 (tablas 12 y 19), o se mantiene constante como en el perfil testigo LC-P1, los
perfiles agrícolas LC-P6, LC-P10 y el perfil residencial LC-P12 (tablas 9, 14, 18 y 20).

En todos los perfiles la clasificación del porcentaje de materia orgánica va de


extremadamente pobre a moderada. En general, o tiende a disminuir con la profundidad
como en el perfil testigo LC-P1, en los perfiles agrícolas LC-P2, LC-P3 y LC-P11 y en los
perfiles residenciales LC-P5, LC-P8 y LC-P9 (tablas 9, 10, 11, 13, 16, 17 y 18), o se mantiene
constante a lo largo del perfil como en los perfiles agrícolas LC-P6, LC-P7 y LC-P10 (tablas
14, 15 y 18). Con algunas excepciones donde se da la situación inversa, como en los
perfiles residenciales LC-P4 y LC-P12, donde la misma aumenta con la profundidad (tablas
12 y 20).

La calidad de la materia orgánica va de buena a muy buena en todos los perfiles. En su


mayoría la mejor materia orgánica se registra en el horizonte C del perfil testigo LC-P1, y
los perfiles agrícolas LC-P6, LC-P7 y LC-P11 (tablas 9, 14, 15 y 19). Mientras que en LC-P3

165
Jimena Roldán
(perfil agrícola) es muy buena en el horizonte 2BCb (tabla 11), en LC-P9 (perfil residencial)
en el horizonte 2Bb (tabla 17) y en LC-P12 (perfil residencial) en la capa 2C1 (tabla 20).

En el perfil testigo LC-P1, la estructura del horizonte A es de tipo granular, lo mismo


ocurre en el horizonte 2Ab de LC-P3 (ubicada contra el parapeto de estructura agrícola),
LC-P9 y LC-P12 (ubicados dentro de estructuras residenciales) (gráficos 9, 11, 17 y 20).
Mientras que los horizontes A de LC-P2 (ubicado dentro de una estructura agrícola) y
2ABb de LC-P5 (ubicado dentro de estructura residencial) presentan una estructura de
tipo migajosa (gráficos 10 y 13). El primer horizonte 2ABb del paleosuelo, en los perfiles
LC-P10 y LC-P11 (ubicados dentro de estructuras agrícolas) presenta una estructura en
bloques subangulares (gráficos 18 y 19). Por otro lado, los horizontes iluviales del perfil
testigo LC-P1 AB y B tiene una estructura en bloques subangulares (gráfico 9), situación
que se repite en los horizontes iluviales B, 2Bb y 2BCb de todos los perfiles antropizados.
Finalmente, en el perfil testigo LC-P1 el horizonte C presenta una estructura masiva
(gráfico 9), al igual que en LC-P2, LC-P3, LC-P4, LC-P5, LC-P6, LC-P7, LC-P10 y LC-P11,
perfiles donde dicho horizonte pudo ser reconocido (gráficos 10, 11, 12, 13, 14, 15, 18 y
19).

En el perfil testigo LC-P1 el pH aumenta con la profundidad, de levemente ácido a básico


(gráfico 9). Mientras que en el resto de los perfiles el pH es básico, en algunos casos
superando la basicidad dada por la presencia de carbonatos cálcicos (8,4) y alcanzando la
dada por la presencia de sodio (valores superiores a 8,5), como es el caso de los perfiles
agrícolas LC-P3, LC-P6 y LC-P7 (gráficos 11, 14 y 15) y los perfiles residenciales LC-P4, LC-
P5 y LC-P12 (gráficos 12, 13 y 20). El pH más básico se observa en el perfil residencial LC-
P9 (10,3) (gráfico 17) y el más neutro en el perfil agrícola LC-P11 (7,5) (gráfico 19). En la
mayoría de los perfiles (LC-P2, LC-P3, LC-P5, LC-P8, LC-P10 y LC-P12) el pH tiende a
aumentar con la profundidad, en los que ello no sucede se mantiene constante (LC-P4,
LC-P6, LC-P7, LC-P9 y LC-P11).

En el perfil testigo LC-P1 la concentración de fósforo disponible tiende a aumentar con la


profundidad (gráfico 9), este comportamiento también se observa en los perfiles agrícolas
LC-P3, LC-P6 y LC-P7 (gráficos 11, 14 y 15) y en los perfiles residenciales LC-P4, LC-P8, LC-
P9 y LC-P12 (gráficos 12, 16, 17 y 20). En el perfil agrícola LC-P2, y los perfiles
residenciales LC-P5 y LC-P11 se da la situación inversa, la concentración de fósforo
disponible disminuye con la profundidad (gráficos 10, 13 y 19). Mientras que en el perfil
agrícola de LC-P10 esta especie mantiene valores constantes a lo largo del perfil (gráfico
18). Tres de los perfiles excavados en la zona media del primer ciclo del abanico (LC-P6,
LC-P8 y LC-P9) presentan concentraciones de fósforo disponible elevadas (346 ppm
promedio, 369 ppm promedio y 311 ppm promedio respectivamente) (gráficos 14, 16 y
17) respecto a lo registrado para el perfil testigo LC-P1 (167 ppm promediado) (gráfico 9).

Por otro lado, en el perfil testigo LC-P1 la concentración de fósforo orgánico tiende a
disminuir con la profundidad (gráfico 9), ocurriendo lo mismo en los perfiles agrícolas LC-

166
Jimena Roldán
P4 y LC-P6, y el perfil residencial LC-P9 (gráficos 12, 14 y 17). Sin embargo, en la mayoría o
el resto de los perfiles la concentración de esta especie tiende a aumentar con la
profundidad, como ser los perfiles agrícolas LC-P2, LC-P3, LC-P6, LC-P7, LC-P10 y LC-P11
(gráficos 10, 11, 14, 15, 18 y 19), y los perfiles residenciales LC-P5, LC-P8 y LC-P12 (gráficos
13, 16 y 20). En el primer horizonte del paleosuelo de LC-P3 y LC-P5 se observa un claro
aumento en la concentración de esta especie (586 ppm y 669 ppm respectivamente)
(gráficos 11 y 13). En el caso del perfil residencial LC-P12 si bien la concentración de
fósforo orgánico tiende a aumentar con la profundidad, el máximo valor se registra en la
capa de cenizas (2C2) (1.415 ppm), mientras que en el horizonte antrópico 3Ab disminuye
considerablemente (559 ppm) (gráfico 20).

Tres situaciones diferentes se dan respecto del comportamiento del calcio a lo largo de
los perfiles. En el perfil testigo LC-P1, la concentración del mismo tiende a aumentar con
la profundidad (gráfico 9), igual situación se repite en los perfiles residenciales LC-P4, LC-
P8 y LC-P12 (gráficos 12, 16 y 20), y los perfiles agrícolas LC-P7 y LC-P10 (gráficos 15 y 18),
probablemente debido a que el calcio es un constituyente del material parental (loess) y a
que el pH es básico lo que permite la precipitación de este elemento. Los perfiles
agrícolas LC-P2 y LC-P11 mantienen una concentración constante de calcio a lo largo de
los mismos (gráficos 10 y 19). Mientras que en los perfiles agrícolas LC-P3 y LC-P6, y en el
residencial LC-P9 la concentración de este elemento disminuye con la profundidad
(gráficos 11, 14 y 17). En el caso especial de LC-P5 la concentración de calcio se mantiene
constante en el piso de ocupación y 2C1 para luego disminuir en el horizonte 3BCb, que
se encuentra inmediatamente debajo de 2C1 (gráfico 13). Las mayores concentraciones
de calcio fueron registradas en LC-P6 y LC-P7 (16,65 x 106 ppm promedio y 18,7 x 106 ppm
respectivamente) (gráficos 14 y 15). Mientras que las menores concentraciones se dieron
en LC-P2 y LC-P11 (1,726 x 106 ppm promedio y 1,635 x 106 ppm promedio
respectivamente) (gráficos 10 y 19).

En relación con los micronutrientes, los mismos se encuentran en bajas concentraciones y


por lo tanto no son tóxicos para las plantar. La concentración de hierro disponible
aumenta con la profundidad en el perfil testigo LC-P1 (gráfico 9), el mismo
comportamiento es registrado en los perfiles agrícolas LC-P2 y LC-P7 (gráficos 10 y 15), y
en los perfiles residenciales LC-P4 y LC-P12 (gráficos 12 y 20). Mientras que en LC-P6, LC-
P10 (perfiles ubicados en estructuras agrícolas), LC-P8 y LC-P9 (perfiles ubicados en
estructuras circulares compuestas) este elemento disminuye con la profundidad (gráficos
14, 16, 17 y 18). Dos situaciones especiales se dan en los perfiles agrícolas LC-P3 y LC-P11,
las concentraciones de hierro disponible disminuyen en los horizontes iluviales para luego
aumentar en el horizonte 2Cb (gráficos 11 y 19). En el caso de LC-P5 la concentración de
este elemento disminuye con la profundidad para luego aumentar en el último horizonte
(Hz 3Cb) (gráfico 13). En relación con el perfil testigo LC-P1 (8,12 ppm promedio) (gráfico
9) las mayores concentraciones de este elemento se dan en los perfiles agrícolas LC-P6 y
LC-P10 (16,65 ppm promedio y 14,9 ppm promedio respectivamente) (gráficos 14 y 18),

167
Jimena Roldán
mientras que las más bajas se registran en el perfil residencial LC-P8 (2,06 ppm promedio)
(gráfico 16).

La concentración de manganeso disponible disminuye con la profundidad en el perfil


testigo LC-P1, el perfil residencial LC-P4 y el perfil agrícola LC-P7 (gráficos 9, 12 y 15).
Mientras que en los perfiles agrícolas LC-P2, LC-P3, LC-P10 y LC-P11, y el perfil residencial
LC-P8 la concentración de este elemento aumenta con la profundidad (gráficos 10, 11, 16,
18 y 19). Por otro lado, en LC-P6 (perfil agrícola), LC-P9 y LC-P12 (perfiles residenciales) la
concentración de manganeso disponible se mantiene constante a lo largo de los mismos
(gráficos 14, 17 y 20). Nuevamente LC-P5 tiene sus particularidades, la concentración de
este elemento se mantiene constante para disminuir en el último horizonte (Hz 3Cb)
(gráfico 13). Su mayor concentración fue registrada en el horizonte A (0,38 ppm) del perfil
testigo LC-P1 (gráfico 9), mientras que la más baja fue observada en el perfil agrícola LC-
P2 (0,03 ppm promedio) (gráfico 10).

En el perfil testigo LC-P1 la concentración de cobre disponible tiende a disminuir con la


profundidad (gráfico 9), lo mismo ocurre en los perfiles agrícolas LC-P4 y LC-P11, y el perfil
residencial LC-P9 (gráficos 12, 17 y 19). Por otro lado, en los perfiles agrícolas LC-P2, LC-P6
y LC-P7, y los residenciales LC-P5, LC-P8 y LC-P12 se da la situación contraria, la
concentración de este elemento tiende a aumentar con la profundidad (gráficos 10, 13,
14, 15, 16 y 20) incluso en los perfiles agrícolas LC-P2, LC-P6 y LC-P7 está ausente en el
primer horizonte del paleosuelo y presente en los horizontes subsiguientes. Se observa un
aumento de concentración en los horizontes iluviales (Hz 2BCb y Hz 2Bb) de los perfiles
agrícolas LC-P3 y LC-P10 (3,4 ppm y 3 ppm respectivamente) (gráficos 11 y 18).
Finalmente, en relación con el perfil testigo LC-P1 (1,52 ppm promedio) (gráfico 9), los
perfiles LC-P6, LC-P7 y LC-P9 (ubicados en la zona media del primer ciclo del abanico) son
los que registran las concentraciones más bajas de este elemento (0,3 ppm, 0,4 ppm y 0,3
ppm promedio respectivamente) (gráficos 14, 15 y 17).

En todos los perfiles la relación entre los micronutrientes es igual. La concentración de


hierro disponible es mayor que la concentración de cobre disponible y esta es a su vez
mayor que la de manganeso disponible. Las concentraciones de cada micronutriente,
promediadas por perfil, muestran una clara diferencia entre el hierro disponible y los
otros dos elementos. La excepción está dada por el perfil residencial LC-P8 donde dicha
diferencia, si bien existe, no es tan marcada (gráfico 16). Esta relación Fe > Cu > Mn
concuerda con el bajo porcentaje de materia orgánica registrado, que no permite la
estabilidad de los complejos de cambio y quelatos, producto de la reacción de la materia
orgánica con los metales.

Los restos arqueológicos encontrados se limitan a fragmentos cerámicos de manufactura


y decoración variada (185 fragmentos cerámicos), a excepción de la olla casi completa
encontrada en LC-P5 (figuras 23 y 24); restos óseos de camélidos y cérvidos (235
fragmentos de hueso y piezas dentales); y unos pocos fragmentos líticos de cuarzo (3

168
Jimena Roldán
fragmentos). En ocho (LC-P2, LC-P3, LC-P4, LC-P5, LC-P8, LC-P9, LC-P11 y LC-P12) de los
doce perfiles se encontraron restos arqueológicos, de ellos en cinco (LC-P2, LC-P3, LC-P8,
LC-P9 y LC-P11) estos restos estaban en un contexto secundario (figuras 18, 19, 27, 28, 29,
30 y 32). Mientras que en los perfiles residenciales de LC-P4, LC-P5 y LC-P12 se
encontraron restos en contextos tanto primario como secundario (figuras 20, 21, 22, 23,
24, 33, 34, 35 y 36).

Por un lado, las características de los restos arqueológicos encontrados en contextos


secundarios son las siguientes:

En LC-P2 se hallaron dos fragmentos cerámicos a los 5 cm de profundidad,


manufacturados con pasta ordinaria y pintados de rojo (figura 18).

En LC-P3 se halló un fragmento cerámico, a los 56 cm de profundidad, manufacturado con


pasta ordinaria y alisado (figura 19).

En LC-P8 se encontró un total de 74 fragmentos de cerámica distribuidos a lo largo del


suelo actual, de estos 3 fragmentos de borde junto con otros 64 fragmentos estaban
manufacturados con pasta ordinaria y alisados, un fragmento de borde con labio plano
estaba hecho a partir de una pasta fina, pulido y de color negro, otros 3 fragmentos
fueron hechos con una pasta fina y recubiertos con un engobe rojo, un fragmento estaba
manufacturado a partir de una pasta ordinaria, tenía engobe rojo y estaba alisado, y se
hallaron 2 fragmentos indeterminados. También se encontró una esquirla y un fragmento
de núcleo hechos de cuarzo. Al metro de profundidad se encontraron 29 fragmentos
óseos de animales indeterminados con trozos menores de 1,5 cm, no presentan marcas y
sus fracturas son escalonadas, pero muestran mica adherida a su superficie (figuras 27 y
28).

En LC-P9 se halló un total de 34 fragmentos cerámicos distribuidos a lo largo del perfil, en


los primero 54 cm de profundidad se encontraron 30 fragmentos, un fragmento de asa y
una base manufacturados con una pasta fina/ordinaria, que estaban alisados también, un
fragmento hecho de una pasta fina/ordinaria pintado de rojo y negro y un fragmento con
engobe rojo. A los 51 cm de profundidad se encontraron 4 fragmentos óseos de camélido
adulto, con marcas de cortes poco profundos sobre la diáfisis de un hueso largo y marcas
realizadas por roedores, las fracturas observadas en estos restos son, mayoritariamente,
de tipo escalonada (figuras 29 y 30).

Por último, en LC-P11 se encontró, a los 14 cm de profundidad, un fragmento cerámico


hecho de una pasta fina/ordinaria, y alisado (figura 32).

Por otro lado, las características de los restos arqueológicos encontrados en contextos
primarios en los patios de tres estructuras residenciales son las siguientes:

169
Jimena Roldán
En LC-P4 entre los 40 cm y 54 cm de profundidad (profundidad a la cual se halló el piso de
ocupación prehispánico) se encontraron 15 fragmentos cerámicos en un contexto
primario. De estos, 11 fragmentos y un borde están hechos de una pasta ordinaria y
alisados, un fragmento y un asa están manufacturados con una pasta ordinaria, tienen
engobe rojo y están alisados y un tortero está hecho de pasta ordinaria, pintado de rojo y
alisado. A los 88 cm de profundidad y en un contexto secundario se encontraron 2
fragmentos de cerámica manufacturados a partir de una pasta ordinaria, pintados de rojo
y alisados (figuras 20 y 21).

En LC-P5, a los 16 cm de profundidad, se encontró un fragmento cerámico en contexto


secundario que no pudo ser extraído o fotografiado debido a su fragilidad, a los 45 cm de
profundidad se halló parte de una piedra plana, la sección descubierta tenía 93 cm de
largo por 30 cm de ancho y 6 cm de espesor. Ya a los 47 cm de profundidad se
encontraron 8 fragmentos cerámicos manufacturados con pasta ordinaria y alisados, a los
51 cm de profundidad se encontraron 16 fragmentos cerámicos con las mismas
características que los anteriores y a los 70 cm de profundidad se halló una olla
prácticamente completa con las mismas características de manufactura que los
fragmentos ya mencionados, y dentro de ella se encontraron 7 fragmentos óseos de
animales no identificados con mica adherida en su superficie y un incisivo de roedor. En el
caso de la cerámica, cuando se remontó en laboratorio se observó que todos los
fragmentos encontrados a partir de los 40 cm de profundidad pertenecen a la misma
pieza (figuras 22, 23 y 24).

Finalmente, en LC-P12 se encontró un total de 33 fragmentos cerámicos en el piso de


ocupación prehispánico, de los cuales 24 fragmentos, un fragmento de asa y 3 fragmentos
de borde fueron manufacturados con pasta ordinaria y alisados, 4 fragmentos están
hechos con pasta fina/ordinaria y alisados, y un fragmento está hecho con pasta fina y
pintado de negro sobre un engobe naranja, junto con estos restos se encontró una lasca
de cuarzo fracturada con talón (figuras 33 y 34). Dentro de la estructura semicircular se
halló una gran cantidad de restos óseos animales (195 fragmentos), el número mínimo de
individuos registrado es 6 y son todos artiodáctilos, de estos 5 corresponden a camélidos
(un neonato) y 1 cérvido. En el grupo de los camélidos se identificaron restos de un
macho juvenil de llama. Estos restos presentan marcas antrópicas de cortes sobre una
escápula, metacarpo, tibia y fémur, en este último se observa una golpe que fracturó el
hueso, tal vez para la extracción de médula. Seis fragmentos de huesos largos y costillas
presentan diferentes grados de alteración térmica. Son escasas las marcas de roedores,
carnívoros y raíces, probablemente como resultado de la profundidad a la que fueron
encontrados (más de un metro de profundidad) y de la rapidez con la que fueron
enterrados por las diferentes capas sedimentarias. La fragmentación de estos restos es
muy alta (gran cantidad de fragmentos menores a los 5 cm), presenta fracturas recientes,
longitudinales y escalonadas (figuras 33, 35 y 36).

170
Jimena Roldán
El análisis ceramológico junto con el tipo de estructuras registradas en el trabajo de
prospección y mapeo, ubican (a partir de una cronología relativa) temporalmente a este
sitio entre los Períodos Formativos Medio y Superior.

Pedológicamente se observan, un suelo actual oscuro, por debajo de este un paleosuelo


desarrollado a partir de material loésico retransportado, seguido de un flujo de detritos.
El pH básico y muy básico junto con la presencia de abundante cantidad de carbonato
cálcicos en el loes, según lo referido por Zinck y Sayago (2001), concuerda con los
resultados obtenidos a partir de las muestras de sedimento analizadas.

El nivel de ocupación prehispánico se encuentra en el suelo loésico enterrado o


paleosuelo. Este está definido por una coloración más oscura en el sedimento de los
horizontes superficiales que la observada para el material parental u horizonte C,
horizontes superficiales carbonáticos en LC-P2, LC-P3, LC-P5, LC-P7, LC-P8, LC-P11 y LC-
P12 (tablas 10, 11, 13, 15, 16, 19 y 20) y muy compactados en LC-P10 y LC-P11 (tablas 18 y
19), concentraciones de fósforo orgánico elevadas en los horizontes superficiales de LC-P3
y LC-P5 (gráficos 11 y 15), la presencia de material arqueológico cerámico, óseo y lítico
dentro de las estructuras circulares residenciales de LC-P4, LC-P5 y LC-P12, como así
también una pequeña estructura semicircular de piedra en LC-P12 (figuras 21, 24, 34, 35 y
36).

En el perfil testigo LC-P1 y en el perfil agrícola LC-P2, el suelo presenta evolución continua
no habiéndose podido identificar un paleosuelo enterrado (figuras 17 y 18).

En LC-P5, perfil excavado en la zona distal del abanico y dentro del patio central de una
estructura circular compuesta, se observa un suelo actual y un paleosuelo que muestra
clara evidencia de actividad antrópica reflejada en el horizonte 2ABb y la capa 2C1 (tabla
13, gráfico 13 y figuras 22 y 23). Esta capa está compuesta por un sedimento un poco más
claro que el horizonte A, no tiene estructura y se encontraron restos cerámicos
representados por una olla casi completa y fragmentos de la misma dispersos en toda la
capa, como así también restos óseos animal indeterminados dentro de la olla, por encima
de ella se halló una piedra plana de dimensiones importantes, colocada a modo de tapa,
que separa esta capa del horizonte 2ABb (figura 23).

En LC-P12, perfil excavado en la zona apical de la geoforma y dentro del patio central de
una estructura circular compuesta, se observa una secuencia de horizontes pedológicos y
capas sedimentarias excepcionales (gráfico 20), siendo evidente el nivel de ocupación al
metro de profundidad (Hz 3Ab), donde se halla una estructura semicircular pequeña y en
el centro de la misma restos cerámicos, líticos y un gran número de restos óseos de
camélidos y cérvidos, algunos quemados y otros no, junto con espículas de carbón,
haciéndose abundantes a los 120 cm de profundidad (Hz 3Bb) y escaseando para los 140
cm (figuras 33, 34, 35 y 36).

171
Jimena Roldán
En este sitio, mejor que en cualquiera de los otros, están bien establecidas las diferencias
físicas y químicas entre los suelos antropizados y el suelo natural. Lo mismo sucede entre
suelos antrópicos donde se desarrollaron actividades diferentes. Los perfiles agrícolas
muestran características pedogeoquímicas similares entre ellos pero bien disímiles a las
registradas para los perfiles habitacionales. Incluso la forma en que los procesos
postdepositacionales afectaron a cada tipo de suelo estuvo supeditada al tipo de
estructura construida en cada caso o a la ausencia de las mismas.

172
Jimena Roldán
El Potrerillo – glacis cubierto

El glacis cubierto El Potrerillo se encuentra en el piedemonte del Cerro Ñuñorco Grande


(figura 37). Es una unidad geomorfológica de origen denudativo, éstas son formas
pedemontanas relativamente planas a onduladas, de morfometría similar a los glacis de
erosión, pero caracterizadas por una cubierta clástica de aproximadamente 15 m de
espesor, que cubre los materiales loésicos finipleistocenos de la Formación Tafí del Valle
subyacentes (Collantes 2002).

Como esta región no había sido mapeada anteriormente, se fotointerpretó (fotos aéreas
a escala 1:20000) la totalidad de la unidad de paisaje, incluido el sitio Casas Viejas y por lo
tanto parte de El Pelado. De este análisis se obtuvieron resultados que muestran un
predomino de procesos de erosión hídrica de grado severo, como consecuencia de ello se
formaron barrancos en V, U y de fondo plano, escarpas de erosión por remoción lateral
de cauce incipiente y cárcavas incipientes y ramificadas con retroceso de cabeceras. A
esta dinámica natural se le suma la acción antrópica que provoca la aceleración de estos
procesos. El desarrollo urbano, el sobrepastoreo y las prácticas agrícolas no
conservacionistas son algunos de los factores responsables (figuras 38 y 39). Situación ya
observada por Neder et al. (2007), no sólo para esta geoforma sino también para otras
dentro del valle.

Frente a esta situación fue más que comprensible la ausencia casi total de estructuras
arqueológicas visibles en superficie, a pesar de que la gente del lugar comenta sobre la
gran cantidad de objetos precolombinos que se encuentran cuando se excava. Sin
embargo, pudieron reconocerse algunas estructuras arqueológicas en la zona media y
distal del glacis, ya sea porque el dueño del terreno había decidido preservarlas o porque
eran zonas utilizadas para el pastoreo de animales (figuras 38 y 39).

En este contexto, se excavaron, en un terreno privado y con permiso del propietario, 6


calicatas en la zona media del glacis cubierto, todas ellas dentro de estructuras agrícolas.
En esta geoforma no pudo excavarse la calicata testigo debido a la inexistencia de un
lugar donde no fuera visible el impacto humano actual o pasado (figuras 37 y 38).

173
Jimena Roldán
Figura 37. Mapa del glacis cubierto El Potrerillo. Distribución de las estructuras prehispánicas Tafí y
ubicación de las calicatas excavadas (EP-P1, EP-P2, EP-P3, EP-P4, EP-P5, EP-P6). El Mollar, Tafí del Valle.
Tucumán.

174
Jimena Roldán
Figura 38. Mapa del glacis cubierto El Potrerillo donde se destaca su morfodinámica y el área urbanizada,
relacionados a las estructuras arqueológicas encontradas en la zona. El Mollar, Tafí del Valle. Tucumán.

175
Jimena Roldán
Figura 39. Mapa del glacis El Potrerillo y fotos que muestran la situación actual de la geoforma. 1, 2 y 3)
estructuras arqueológicas ubicadas en áreas de pastoreo o propiedades privadas y 4, 5 y 6) urbanización
actual del piedemonte. El Mollar, Tafí del Valle. Tucumán.

176
Jimena Roldán
La primera calicata fue excavada contra el parapeto de una estructura agrícola. La misma
tenía 83 cm de ancho por 94 cm de largo y 34 cm de profundidad. La estructura agrícola
tiene 13,7 m de ancho y el largo no pudo ser determinado debido a la presencia de un
barranco que lo cortaba hacia el sureste y una plantación hacia el noroeste. Los
resultados obtenidos son:

EP-P1. Ubicado contra el muro de una estructura agrícola en la zona media del glacis
cubierto El Potrerillo. El Mollar, Tafí del Valle. Tabla 21, gráfico 21 y figura 40.
Clasificación Calidad de

buena

buena

buena
la MO

En el horizonte A hay sobre depositación con estructura laminar endurecida definida como Ad
_

mente pobre
mente rica
moderada

moderada

pobre
%MO

_
PEA Porosidad

escasa

escasa
muy

muy
_

_
1,93

1,97
_

_
2,71

2,76

2,76
PER

Flujo
10YR 5/3 10YR 2/2

10YR 5/4 10YR 2/2

10YR 6/4 10YR 3/4


Húmedo

_
Color

Seco

arenoso

arenoso

arenoso
Textura

franco

franco

franco
_
Profundidad

14-29

29-34
2-14
0-2
cm
Horizonte

Observa
ciones
AB
Ad

Tabla 21. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para EP-P1.

177
Jimena Roldán
Gráfico 21. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para EP-P1.
178
Jimena Roldán
Figura 40. Fotos de la locación de EP-P1 1) vista panorámica con orientación norte-sur de las terrazas de
cultivo donde se excavaron las calicatas 2) vista panorámica con orientación este-oeste de las terrazas de
cultivo donde se excavaron las calicatas, hacia el oeste las terrazas terminan abruptamente debido a la
presencia de un barranco y hacia el este el límite está dado por una pirca actual que delimita campos de
cultivos en uso 3) vista de la terraza donde se excavaron las calicatas EP-P1 y EP-P2 4) foto en detalle del
perfil de suelo excavado. El Mollar, Tafí del Valle. Tucumán.

179
Jimena Roldán
La segunda calicata fue excavada en la misma estructura agrícola en la que se excavó la
primera, pero esta está ubicada contra el parapeto de la estructura agrícola siguiente
aguas arriba. Ésta tenía 98 cm de ancho por 103 cm de largo y 49 cm de profundidad. Los
resultados obtenidos son:

EP-P2. Ubicado en la misma estructura agrícola que EP-P1 pero contra el parapeto de la
estructura agrícola siguiente, aguas arriba, en la zona media del glacis cubierto El
Potrerillo. El Mollar, Tafí del Valle. Tabla 22, gráfico 22 y figura 41.
Clasificación Calidad de

buena

buena

buena

buena
la MO

mente pobre
moderada

moderada

moderada

pobre
%MO
PEA Porosidad

regular

regular
alta

alta
1,13

1,41

1,33

1,14
2,66

2,68

2,61

2,71
PER

Flujo
10YR 4/3 10YR 2/2

10YR 4/3 10YR 2/2

10YR 4/3 10YR 2/1

10YR 5/4 10YR 3/3


Húmedo
Color

Seco
arenoso

arenoso

arenoso

arenoso
Textura

franco

franco

franco

franco
Profundidad

11-26

26-39

39-49
0-11
cm
Horizonte

2ABb

2Bb
BC
A

Tabla 22. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para EP-P2.

180
Jimena Roldán
Gráfico 22. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para EP-P2.

181
Jimena Roldán
Figura 41. Fotos de la locación de EP-P2 1) vista panorámica con orientación norte-sur de las terrazas de
cultivo donde se excavaron las calicatas 2) vista panorámica con orientación este-oeste de las terrazas de
cultivo donde se excavaron las calicatas, hacia el oeste las terrazas terminan abruptamente debido a la
presencia de un barranco y hacia el este el límite está dado por una pirca actual que delimita campos de
cultivos en uso 3) vista de la terraza donde se excavaron las calicatas EP-P1 y EP-P2 4) foto en detalle del
perfil de suelo excavado con el nivel de ocupación definido. El Mollar, Tafí del Valle. Tucumán.

182
Jimena Roldán
La tercera calicata fue excavada contra el parapeto de una estructura agrícola. La misma
tenía 79 cm de ancho por 100 cm de largo y 80 cm de profundidad. La estructura agrícola
tiene 8,3 m de ancho y el largo no pudo ser determinado debido a la presencia de un
barranco que lo cortaba hacia el sureste y una plantación hacia el noroeste. Los
resultados obtenidos son:

EP-P3. Ubicado contra el parapeto de una estructura agrícola aguas arriba de la


estructura agrícola anterior en la zona media del glacis cubierto El Potrerillo. El Mollar,
Tafí del Valle. Tabla 23, gráfico 23 y figuras 42 y 43.
Clasificación Calidad de

mediana
buena

buena

buena

buena
la MO

En el horizonte A hay sobre depositación con estructura laminar endurecida definida como Ad y
_

mente pobre

mente pobre
extremada

extremada
moderada

pobre
%MO

rica
_

muy escasa

1,95 muy escasa


Porosidad

escasa
_

también está muy bioturbado


1,58
PEA

1,9
_

_
2,61

2,73

2,62

2,62

2,77
PER

10YR 5/3 10YR 2/2

10YR 5/3 10YR 2/2

10YR 6/3 10YR 3/3

10YR 6/3 10YR 3/3

10YR 6/3 10YR 3/4


Húmedo

_
Color

Seco

_
arenoso

arenoso

arenoso

arenoso

arenoso

arenoso
Textura

franco

franco

franco

franco

franco
arcillo
Profundidad

65-80+
19-33

33-55

55-65
3-19
0-3
cm
Horizonte

Observa
ciones
2Ab

2Bb

2Cb
Ad

Tabla 23. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para EP-P3.

183
Jimena Roldán
Gráfico 23. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para EP-P3.

184
Jimena Roldán
Figura 42. Fotos de la locación de EP-P3 1) vista panorámica con orientación norte-sur de las terrazas de
cultivo donde se excavaron las calicatas 2) vista panorámica con orientación este-oeste de las terrazas de
cultivo donde se excavaron las calicatas, hacia el oeste las terrazas terminan abruptamente debido a la
presencia de un barranco y hacia el este el límite está dado por una pirca actual que delimita campos de
cultivos en uso 3) vista de la terraza donde se excavó la calicata EP-P3 4) foto en detalle del perfil de suelo
excavado con el nivel de ocupación definido y la ubicación de los restos arqueológicos encontrados. El
Mollar, Tafí del Valle. Tucumán.

185
Jimena Roldán
Figura 43. Fotos de los restos cerámicas y óseos hallados en EP-P3 1) fragmentos de cerámica tipo Tafí
encontrados a 54 cm de profundidad 2) restos óseos de camélido encontrados junto con la cerámica a los
55 cm de profundidad. A estos restos se los halló asociados a una cantidad moderada de espículas de
carbón. El Mollar, Tafí del Valle. Tucumán.

186
Jimena Roldán
Profundidad Clasificación Calidad de
Horizonte Textura Color PER PEA Porosidad

Jimena Roldán
cm %MO la MO
Seco Húmedo
franco moderada
A 0-10 2,58 1,47 regular buena
arenoso mente rica
10YR 5/3 10YR 2/2

franco
AC 10-25 10YR 5/3 10YR 2/2 2,76 1,63 regular moderada buena
arenoso

franco
C 25-42 10YR 6/4 10YR 3/3 2,67 _ _ pobre buena
arenoso

franco
2Ab 42-55 10YR 4/2 10YR 2/2 2,8 1,38 alta pobre buena
arenoso

extremada
2BCb 55-65 arenoso 10YR 5/4 10YR 3/4 2,75 1,11 alta muy buena
mente pobre
Potrerillo. El Mollar, Tafí del Valle. Tabla 24, gráfico 24 y figura 44.

Flujo

Observa El horizonte 2Ab tiene bioturbación con bolas de escarabajos a 50 cm de profundidad. Por debajo del
ciones horizonte 2BCb se encuentra un flujo arenoso con bloques de rocas graníticas

Tabla 24. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para EP-P4.
de ancho y 99 cm de largo por 55 cm de profundidad. Los resultados obtenidos son:

187
estructura agrícola siguiente aguas arriba en la zona media del glacis cubierto El
contra el parapeto de la estructura agrícola contigua aguas arriba. La misma tenía 93 cm
La cuarta calicata fue excavada en la misma estructura agrícola que la calicata EP-P3

EP-P4. Ubicado en la misma estructura agrícola que EP-P3 pero contra el parapeto de la
Gráfico 24. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para EP-P4.

188
Jimena Roldán
Figura 44. Fotos de la locación de EP-P4 1) vista panorámica con orientación norte-sur de las terrazas de
cultivo donde se excavaron las calicatas 2) vista panorámica con orientación este-oeste de las terrazas de
cultivo donde se excavaron las calicatas, hacia el oeste las terrazas terminan abruptamente debido a la
presencia de un barranco y hacia el este el límite está dado por una pirca actual que delimita campos de
cultivos en uso 3) vista de la terraza donde se excavó la calicata EP-P4 4) foto en detalle del perfil de suelo
excavado con el nivel de ocupación definido. El Mollar, Tafí del Valle. Tucumán.

189
Jimena Roldán
La quinta calicata fue excavada contra el parapeto de una estructura agrícola encontrado
aguas arriba de la estructura agrícola donde fueron excavadas las calicatas EP-P3 y EP-P4.
La misma tenía 83 cm de ancho por 95 cm de largo y 59 cm de profundidad. La estructura
agrícola tiene 12,5 m de ancho y el largo no pudo ser determinado debido a la presencia
de un barranco que lo cortaba hacia el sureste y una plantación hacia el noroeste. Los
resultados obtenidos son:

EP-P5. Ubicado contra el parapeto de la estructura agrícola en la zona media del glacis
cubierto El Potrerillo. El Mollar, Tafí del Valle. Tabla 25, gráfico 25 y figura 45.
Clasificación Calidad de

Los horizontes 2AB y 2B están muy bioturbados. El flujo se presenta ondulado por lo que en algunos
buena
buena

buena

buena

buena
la MO

mente pobre

mente pobre

mente pobre

mente pobre
extremada

extremada

extremada
moderada

moderada
%MO

sectores se observa a partir de los 29 cm de profundidad.


1,84 muy escasa

muy escasa
Porosidad

alta

alta
_

1,33

1,29
PEA

1,9

_
2,53

2,66

2,73

2,76

2,76
PER

Flujo
10YR 5/3 10YR 2/2

10YR 5/4 10YR 3/2

10YR 5/4 10YR 3/3

10YR 6/4 10YR 3/4

10YR 7/4 10YR 3/6


Húmedo
Color

Seco
arenoso

arenoso

arenoso

arenoso

arenoso
Textura

franco

franco

franco

franco
Profundidad

19-27

27-35

35-59
4-19
0-4
cm
Horizonte

Observa
ciones
2ABb

2Bb
BC
A

Tabla 25. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para EP-P5.

190
Jimena Roldán
Gráfico 25. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para EP-P5.

191
Jimena Roldán
Figura 45. Fotos de la locación de EP-P5 1) vista panorámica con orientación norte-sur de las terrazas de
cultivo donde se excavaron las calicatas 2) vista panorámica con orientación este-oeste de las terrazas de
cultivo donde se excavaron las calicatas, hacia el oeste las terrazas terminan abruptamente debido a la
presencia de un barranco y hacia el este el límite está dado por una pirca actual que delimita campos de
cultivos en uso 3) vista de la terraza donde se excavaron las calicatas EP-P5 y EP-P6 4) foto en detalle del
perfil de suelo excavado con el nivel de ocupación definido. El Mollar, Tafí del Valle. Tucumán.

192
Jimena Roldán
La sexta calicata fue excavada en la misma estructura agrícola que la calicata EP-P5 contra
el parapeto de la estructura agrícola contigua aguas arriba. La misma tenía 95 cm de
ancho por 107 cm de largo y 59 cm de profundidad. Los resultados obtenidos son:

EP-P6. Ubicado en la misma estructura agrícola que EP-P5 pero contra el parapeto de la
estructura agrícola siguiente aguas arriba en la zona media del glacis cubierto El
Potrerillo. El Mollar, Tafí del Valle. Tabla 26, gráfico 26 y figura 46.

muy buena
Clasificación Calidad de

buena

buena

buena

buena
la MO

El horizonte 2B tiene bioturbaciones en base, está limitado transversalmente por bloques y tiene
mente pobre

mente pobre
extremada

extremada
mente rica
moderada

moderada

pobre
%MO

2,11 muy escasa

2,05 muy escasa


Porosidad

diferencias de color debido a la bioturbación.


escasa

escasa

_
1,78
PEA

1,8

_
2,51

2,64

2,72

2,67
PER

2,8

Flujo
10YR 5/3 10YR 2/2

10YR 5/3 10YR 3/4

10YR 5/3 10YR 3/3

10YR 6/4 10YR 3/6

10YR 6/4 10YR 3/4


Húmedo
Color

Seco
arenoso

arenoso

arenoso

arenoso

arenoso
Textura

franco

franco

franco

franco
Profundidad

16-35

35-45

45-59
4-16
0-4
cm
Horizonte

Observa
ciones
2ABb

2Bb
AB
A

Tabla 26. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para EP-P6.

193
Jimena Roldán
Gráfico 26. Donde se especifican algunos de los resultados pedogeoquímicos obtenidos para EP-P6.

194
Jimena Roldán
Figura 46. Fotos de la locación de EP-P6 1) vista panorámica con orientación norte-sur de las terrazas de
cultivo donde se excavaron las calicatas 2) vista panorámica con orientación este-oeste de las terrazas de
cultivo donde se excavaron las calicatas, hacia el oeste las terrazas terminan abruptamente debido a la
presencia de un barranco y hacia el este el límite está dado por una pirca actual que delimita campos de
cultivos en uso 3) vista de la terraza donde se excavaron las calicatas EP-P5 y EP-P6 4) foto en detalle del
perfil de suelo excavado con el nivel de ocupación definido. El Mollar, Tafí del Valle. Tucumán.

195
Jimena Roldán
Integración de los resultados obtenidos en el glacis cubierto El Potrerillo

La prospección del área permitió identificar estructuras arqueológicas conocidas,


pertenecientes al Período Formativo en el valle de Tafí. Se encontraron estructuras
circulares simples, dobles, compuestas y complejas, y estructuras rectangulares aisladas
de diferentes tamaños y dos o más estructuras de dimensiones similares adosadas entre
sí. También se observaron combinaciones de estructuras circulares y rectangulares: (a)
estructuras rectangulares que tienen adosadas una o más estructuras circulares
pequeñas; y (b) estructuras rectangulares que en su interior albergan una estructura
circular pequeña (hasta la fecha este tipo de plantas no han sido asociadas al patrón
formativo) (figura 37).

Las estructuras agrícolas fueron las más difíciles de identificar debido a sus formas poco
convencionales, a la existencia de construcciones urbanas, como así también a los
accidentes del terreno que, en muchos casos, simulan terrazas. A pesar de ello, fue
posible distinguir algunas estructuras agrícolas y líneas de despedre que tenían adosadas,
en algunos casos, estructuras circulares pequeñas de no más de 2 m de diámetro (figura
37).

En la zona se registraron estructuras rectangulares que probablemente hayan funcionado


como canchones de cultivo, ya que superficialmente son de tamaño considerable (26,5 x
16,2 m), están adosadas entre sí y los muros paralelos a la pendiente son sinuosos
mostrando características propias a las llamadas “líneas de despedre” por Sampietro
Vattuone (1994) (Figura 37).

Sin embargo, se obtuvo permiso para trabajar en una pequeña área donde las estructuras
prehispánicas fueron conservadas intencionalmente. Allí se excavaron 6 calicatas en el
interior de estructuras agrícolas (EP-P1, EP-P2, EP-P3, EP-P4, EP-P5 y EP-P6). La calicata
testigo no pudo ser excavada, no se halló lugar donde la intervención del hombre no
fuera evidente (figuras 37, 38 y 39).

La textura va de arcillo arenosa a arenosa, prevaleciendo la de tipo franco arenosa. La


textura arenosa se observa sólo en el horizonte 2BCb de EP-P4 (tabla 24) y la arcillo
arenosa en el horizonte 2Bb de EP-P3 (tabla 23).

El color de estos suelos tiende a ir de un pardo amarillento a un amarillento claro, es


decir, el color se torna claro con la profundidad en la totalidad de los perfiles. Sin
embargo, en el horizonte 2Ab de EP-P4, el sedimento se oscurece considerablemente en
relación a los horizontes supra y subyacentes, siendo esta condición evidencia de un suelo
enterrado (tabla 24).

Los valores de PER obtenidos para los diferentes perfiles se encuentran dentro del rango
establecido para la mayoría de los suelos (2,6-2,75), con algunas excepciones. Como ser,
los horizontes AC y C de EP-P1 (2,76), el horizonte 2Cb de EP-P3 (2,77), el horizonte 2Ab

196
Jimena Roldán
de EP-P4 (2,8), los horizontes 2ABb y 2Bb de EP-P5 (2,76) y el horizonte 2ABb de EP-P6
(2,8) (tablas 21, 23, 24, 25 y 26). De estos casos dos llaman la atención, en los horizontes
de EP-P4 y el de EP-P6 (primeros horizontes del paleosuelo), los valores de PER son los
más elevados registrados para todos los perfiles.

Los valores de PEA aumentan con la profundidad en EP-P1, EP-P3, EP-P5 y EP-P6 (tablas
21, 23, 25 y 26). Mientras que en EP-P2 y EP-P4 disminuyen con la profundidad (tablas 22
y 24). En dos casos se observa una alta compactación a nivel del paleosuelo, en los
horizontes 2Ab y 2Bb de EP-P3 (1,9 y 1,95 respectivamente) (tabla 23) y en los horizontes
2ABb y 2Bb de EP-P6 (2,11 y 2,05 respectivamente) (tabla 24).

Se registraron suelos con un alto porcentaje de poros, como EP-P4, EP-P5 y EP-P6 (tablas
24, 25 y 26) y otros con un porcentaje bajo, como EP-P1, EP-P2 y EP-P3 (tablas 21, 22 y
23). Por otro lado, en EP-P1, EP-P3, EP-P4, EP-P5 y EP-P6 el porcentaje de poros se
mantiene constante con la profundidad (tablas 21, 23, 24, 25 y 26), mientras que en EP-P2
éste aumenta con la profundidad (tabla 22).

En los perfiles estudiados la clasificación del porcentaje de materia orgánica va de


moderadamente rica a extremadamente pobre. Sin embargo, sólo el horizonte superficial
(Hz A) de EP-P1 presenta un porcentaje moderadamente rico (tabla 21), para el resto se
mantiene entre moderadamente pobre a extremadamente pobre.

La calidad de la materia orgánica, para todos los perfiles, se encuentra en el rango de


mediana a muy buena, prevaleciendo la buena calidad. La mejor materia orgánica se
registra en el horizonte 2BCb de EP-P4 y en 2ABb de EP-P6 (tablas 24 y 26).

En los dos perfiles, EP-P3 y EP-P4, donde el horizonte 2Ab aún se conserva la estructura es
de tipo granular (gráficos 23 y 24), al igual que en el horizonte A de EP-P1 (gráfico 21). En
el primer horizonte 2ABb del paleosuelo de EP-P2 la estructura se presenta en bloques
subangulares (gráfico 22), mientras que en EP-P5 y EP-P6 es prismática (gráficos 25 y 26).
Este último tipo de estructura se registra también en el horizonte AB de EP-P1 (gráfico
21). En los horizontes iluviales 2Bb y 2BCb de EP-P3, EP-P4 y EP-P6 la estructura se
presenta en bloques subangulares (gráficos 23, 24 y 26), mientras que en EP-P2 y EP-P5 es
prismática (gráficos 22 y 25). Por último, para todos los perfiles que tienen el horizonte
2Cb (EP-P1 y EP-P3) la estructura es de tipo masiva (gráficos 21 y 23).

El pH es ligeramente ácido en todos los perfiles (5,8-6,8). La acidez disminuye con la


profundidad en todos ellos, con la excepción de EP-P3, donde se mantiene constante para
luego disminuir en el último horizonte (gráfico 23).

Las concentraciones de fósforo disponible tienden a aumentan con la profundidad para


luego disminuir en el horizonte 2Cb de EP-P1 y EP-P3 (gráficos 21 y 23), dos de los perfiles
ubicados contra el parapeto de diferentes estructuras agrícolas. Esta especie se mantiene
constantes con la profundidad en EP-P2 (gráfico 22), perfil ubicado cerca del parapeto de

197
Jimena Roldán
la estructura suprayacente. Aumenta con la profundidad en EP-P4 y EP-P6 (gráficos 24 y
26), otros dos de los perfiles ubicados cerca del parapeto de la estructura agrícola
suprayacente. Par disminuir con la profundidad en EP-P5 (gráfico 25), perfil ubicado
contra el parapeto de una estructura agrícola.

Las concentraciones de fosforo orgánico tienden a disminuir con la profundidad en EP-P1,


EP-P3 y EP-P4 (gráficos 21, 23 y 24), mientras que en EP-P2 se mantienen constantes
(gráfico 22) y en EP-P5 y EP-P6 (perfiles excavados dentro de la misma estructura)
aumentan con la profundidad (gráficos 25 y 26). En los perfiles EP-P3 y EP-P4 (ubicados en
la misma estructura) las concentraciones de esta especie son notablemente elevadas en
el primer horizonte del paleosuelo (Hz 2Ab) (22.02 ppm promedio) en relación con los
demás horizontes (1.698 ppm promedio) (gráficos 23 y 24). La misma situación se observa
en el horizonte A de EP-P1 (2.148 ppm) (gráfico 21). En el caso de EP-P5 y EP-P6 (ubicados
en la misma estructura agrícola) las concentraciones de fósforo orgánico son muy
elevadas (2.307 ppm promedio) en relación con los demás perfiles, pero es en el
horizonte iluvial (Hz 2Bb) donde se presentan las mayores concentraciones registradas
para todos los perfiles (2.433 ppm y 2.639 ppm respectivamente) (gráficos 25 y 26).

Las concentraciones de calcio tienen distintos comportamientos en los diferentes perfiles.


En EP-P2 y EP-P6, perfiles excavados en el mismo lugar en distintas estructuras agrícolas,
se mantiene constante con la profundidad (gráficos 22 y 26). En EP-P4 y EP-P5 aumenta
con la profundidad (gráficos 24 y 25). En EP-P1 aumenta con la profundidad para luego
disminuir en el último horizonte (gráfico 21). Y en EP-P3 se mantiene constante para
finalmente aumentar en el último horizonte (gráfico 23). La mayor concentración de
calcio se registra en este último horizonte (1,876 x 106 ppm).

En lo que respecta a los micronutrientes, estos se encuentran en bajas concentraciones y


por ende no tóxicos para las plantas. Las concentraciones de hierro disponible disminuyen
con la profundidad en EP-P1 y EP-P3 (gráficos 21 y 23), perfiles ubicados contra el
parapeto de diferentes estructuras agrícolas. Mientras que en EP-P2 y EP-P6 aumentan
con la profundidad (gráficos 22 y 26), perfiles ubicados cerca del parapeto de las
estructuras agrícolas suprayacentes. Este elemento se mantiene constante a lo largo de
EP-P5 (gráfico 25) y está totalmente ausente en EP-P4 (gráfico 24). En EP-P1 los valores de
hierro disponible son muy elevados, alcanzan los 25,5 ppm (gráfico 21) en comparación
con los paleosuelos de los demás perfiles, donde este valor no supera los 7,1 ppm, es
evidente la diferencia entre el suelo aún activo de EP-P1 y los suelos enterrados en el
resto de los perfiles.

Las concentraciones de manganeso disponible tienden a disminuir con la profundidad en


EP-P1, EP-P3 y EP-P6 (gráficos 21, 23 y 26). Mientras que en EP-P2 aumenta con la
profundidad (gráfico 22) y en EP-P4 y EP-P5 se mantiene constante (gráficos 24 y 25).

198
Jimena Roldán
Las concentraciones de cobre disponible aumentan con la profundidad en EP-P1 y EP-P2
(gráficos 21 y 22). En EP-P3 se mantiene constante para luego aumentar abruptamente en
el último horizonte (de 0,4 ppm a 15,1 ppm) (gráfico 23). Mientras que en EP-P4, EP-P5 y
EP-P6 disminuyen con la profundidad (gráficos 24, 25 y 26). La mayor concentración de
este elemento se registra en el primer horizonte del paleosuelo de EP-P5 (19,35 ppm)
(gráfico 25).

No se registró uniformidad en el tipo de relación que se estableció entre los


micronutrientes de un mismo perfil. En EP-P2, EP-P3 y EP-P5 la concentración de cobre
disponible es mayor que la concentración de hierro disponible y ésta es, a su vez, mayor
que la concentración de manganeso disponible (gráficos 22, 23 y 25). En el caso de EP-P4
la concentración de cobre disponible es mayor que la concentración de manganeso
disponible y esta es, a su vez, mayor que la concentración de hierro disponible (gráfico
24). Finalmente, en EP-P1 y EP-P6 la concentración de hierro disponible es mayor que la
concentración de cobre disponible y esta es, a su vez, mayor que la concentración de
manganeso disponible (gráficos 21 y 26). Las relaciones observadas entre los
micronutrientes concuerdan con el bajo porcentaje de materia orgánica registrado, que
no permite la estabilidad de los complejos de cambio y quelatos. Si el porcentaje de
materia orgánica fuera adecuado la relación que se daría entre estos elementos sería Mn
> Fe > Cu.

Los restos arqueológicos hallados se limitan al perfil EP-P3. En él se hallaron 11


fragmentos cerámicos, a una profundidad de 54 cm (Hz 2Ab), manufacturados a partir de
una pasta ordinaria, alisados y sin decoración, y 9 fragmentos de huesos largos
pertenecientes a un camélido, encontrados a 55 cm de profundidad, sobre los cuales no
se hallaron marcas antrópicas (figuras 42 y 43).

Los perfiles EP-P1 y EP-P2 fueron excavados a lo ancho de una misma estructura agrícola,
el primero contra el parapeto de la estructura y el segundo en el otro extremo, es decir,
cerca del parapeto de la estructura ubicada aguas arriba (figuras 40 y 41). El mismo
patrón se siguió para el resto de los perfiles. EP-P3 y EP-P4 juntos, en una estructura
agrícola ubicada aguas arriba de la anteriormente mencionada (figuras 42 y 44). Y EP-P5 y
EP-P6 también juntos, en otra estructura ubicada aguas arriba de la anterior (figuras 45 y
46).

EP-P1 es el único perfil que no presenta un paleosuelo (figura 40).

Al relacionar los pares de perfiles excavados en la misma estructura agrícola se


encuentran algunas características a tener en cuenta. En el caso de EP-P1 y EP-P2, se
observa la ausencia de paleosuelo en EP-P1 y su presencia en EP-P2 y el hecho de que EP-
P2 es más potente que EP-P1, siendo que ambos llegan al flujo cenoglomerádico
subyacente, que es el límite físico de estos perfiles. La relación que se establece entre los

199
Jimena Roldán
micronutrientes es diferentes entre estos perfiles, en EP-P1 esta relación es Fe > Cu > Mn,
mientras que en EP-P2 es Cu > Fe > Mn (tablas 21 y 22, gráficos 21 y 22, y figuras 40 y 41).

Con respecto a EP-P3 y EP-P4, el primero es más potente que el segundo, en EP-P3 el
paleosuelo está compactado mientras que en EP-P4 no lo está y el sedimento se oscurece
considerablemente en el horizonte 2Ab (10YR 4/2) en relación con el horizonte
subyacente 2BCb (10 YR 5/4), a su vez está bioturbado (bolas de escarabajos) y tiene un
alto porcentaje de poros. Ambos perfiles conservan el horizonte 2Ab y en ellos se registra
una elevada concentración de fósforo orgánico. En el caso de EP-P3 a ello se le suma la
presencia de restos arqueológicos. Al igual que en el caso anterior, la relación que se
establece entre los micronutrientes es diferentes entre esto perfiles, en EP-P3 esta
relación es Cu > Fe > Mn, mientras que en EP-P4 es Cu > Mn > Fe (tablas 23 y 24, gráficos
23 y 24, y figuras 42, 43 y 44).

En relación a EP-P5 y EP-P6, el primero es más potente que el segundo al igual que en el
caso anterior. En EP-P6 el paleosuelo se encuentra muy compactado y la calidad de la
materia orgánica es muy buena en el primer horizonte del paleosuelo (Hz 2ABb). En estos
perfiles la concentración de fósforo orgánico es muy elevada a lo largo de todo el perfil,
acumulándose mayormente en el horizonte iluvial de ambos (Hz 2Bb). La relación
establecida entre los micronutrientes tampoco es igual en este caso, en EP-P5 esta
relación es Cu > Fe > Mn, mientras que en EP-P6 es Fe > Cu > Mn (tablas 25 y 26, gráficos
25y 26, y figuras 45 y 46).

De acuerdo a las características observadas en las descripciones de campo se pueden


establecer dos secuencias pedológicas: un suelo antiguo o paleosuelo reconocido por
diferencias de color, grado de compactación, tipo de estructuras y concentración de
fósforo orgánico, cuyo límite está definido por un flujo arenoso que se presenta de forma
ondulada entre los 34 y 59 cm de profundidad; y el suelo actual. En éste último la
secuencia de horizontes se caracteriza por la presencia de un horizonte A, seguido de un,
Hz AB, Hz AC, Hz B o Hz BC poco desarrollados, donde en algunos casos pudo identificarse
el Hz C, es decir suelos conocidos como regosoles.

La presencia de un horizonte compactado, restos arqueológicos (alfarería, huesos de


camélido y cenizas) en el límite suelo/paleosuelo del perfil EP-P3 (tabla 23 y figuras 42 y
43) y altas concentraciones de fósforo orgánico en EP-P3, EP-P4, EP-P5 y EP-P6 (gráficos
23, 24, 25 y 26), informan que el nivel de ocupación prehispánico es contemporáneo al
suelo enterrado o paleosuelo.

La clase de estructura encontrada junto con el tipo de cerámica recogida ubican


cronológicamente a este sitio en el Período Formativo.

Para concluir, a pesar de la inexistencia de un perfil testigo, son claras las alteraciones
antrópicas generadas en los suelos agrícolas analizados. Una vez más, se pudo establecer
como la presencia de estructuras agrícolas genera en los suelos todo un conjunto de

200
Jimena Roldán
propiedades únicas y como estas, a su vez, se distribuyen irregularmente en dicho
espacio, dependiendo de la distancia al parapeto de contención.

Integración de los resultados obtenidos para el valle de Tafí

En el valle de Tafí, las diferentes unidades de paisaje estudiadas presentan claras


diferencias entre sí en la morfología y química de los suelos que las componen como
resultado de su génesis y fuentes de aporte de material parental. Sin embargo, la
intervención humana en estos paisajes permitió la presencia de ciertos rasgos comunes
en la constitución de sus características.

En los tres casos presentados el suelo donde se asentó la población Tafí se encuentra, en
la actualidad, enterrado (paleosuelo) debajo de un suelo activo. La comparación con los
perfiles testigo resulta en indudables diferencias entre los perfiles naturales y los
antrópicos sometidos a mil años de ocupación.

Pueden mencionarse marcadas distinciones en la potencia y desarrollo de los suelos y


paleosuelos en todas las geoformas. Los suelos son poco potentes y los horizontes
iluviales o no están presentes o están poco desarrollados, no sucediendo lo mismo en el
paleosuelo, donde los horizontes son más potentes y están bien definidos, con
importantes horizontes iluviales.

En el abanico aluvial de La Costa 2, el paleosuelo está compuesto por material loésico


retransportado, no sucediendo lo mismo con el suelo actual, por lo que la diferencia de
color entre ambos es muy notoria. Esta situación no se observa en ninguna de las otras
dos geoformas, donde la diferencia de color es más sutil, ya que esta capa de loess no
está presente en los perfiles excavados.

En todas las unidades de paisaje se presentan perfiles cuyo horizonte 2Ab fue totalmente
erosionado o parcialmente incorporado al horizonte iluvial subyacente. En el cono glacis
El Tolar sólo los paleosuelos de los perfiles agrícolas perdieron su horizonte superficial
2Ab, en el abanico aluvial La Costa 2 este horizonte sufrió erosión o erosión e
incorporación al horizonte 2Bb, en estructuras tanto agrícolas como residenciales, y por
último, en el glacis cubierto El Potrerillo algunos perfiles agrícolas conservan el horizonte
2Ab y otros no.

En los perfiles del sitio El Potrerillo, el pH de los suelos es levemente ácido, mientras que
para El Tolar el mismo va de levemente ácido a neutro y para La Costa 2 va de neutro a
extremadamente básico. Los resultados que arroja el pH son muy significativos, teniendo
en cuenta que este controla la disponibilidad de macro y micronutrientes en los suelos,
obviamente la variabilidad detectada está relacionada con el material parental que dio
lugar a la formación de los suelos bajo estudio.

201
Jimena Roldán
Con respecto a los micronutrientes, en todos los sitios fueron encontrados en pequeñas
cantidades y por lo tanto no tóxicos para las plantas. Sin embargo, la relación que debería
de establecerse entre los mismos cuando el porcentaje de materia orgánica es el
adecuado no se cumple en el caso de El Tolar, situación que demuestra la intervención de
otros factores en dicha relación, como por ejemplo el contenido de arcillas que interviene
en la capacidad de intercambio catiónico que un suelo presenta. En los otros dos casos es
esperable que no se cumpla ya que, desde un primer momento, el porcentaje de materia
orgánica es muy deficiente.

En todos los sitios, la identificación del nivel de ocupación prehispánico se dio a partir de
una serie de rasgos indicativos, como ser grado de compactación, color, concentración de
fósforo orgánico, textura, junto con la presencia de restos arqueológico o rasgos que
denotaban actividad antrópica en los horizontes del paleosuelo, como ser pequeñas
estructuras construidas y enterradas, espículas de carbón, etc.

Dentro de estas distinciones se pueden mencionar las concentraciones de fósforo


orgánico, especie que tiene la propiedad de usarse para delimitar espacios de ocupación
humana pasada. En el caso particular de El Tolar, se definieron claras diferencias de
concentración entre el horizonte superficial de los paleosuelos antrópicos y el del perfil
testigo. Mientras que en los otros dos sitios, esta distinción no es evidente.

Por otro lado, dentro de una misma estructura agrícola pueden observarse diferencias en
el desarrollo de un suelo, independientemente de la unidad geomorfológica sobre la cual
se edificó, ejemplos de ello se registraron en el cono glacis El Tolar y el glacis cubierto El
Potrerillo.

Los resultados obtenidos para los tres sitios los posiciona, a partir de una cronología
relativa en dos de los casos (abanico aluvial La Costa 2 y glacis cubierto El Potrerillo) y una
datación radiocarbónica en el otro (cono glacis El Tolar), en el Período Formativo dentro
de lo que arqueológicamente se conoce para el valle de Tafí como cultura Tafí.

202
Jimena Roldán
VALLE DE SANTA MARÍA

Figura 47.
Mapa

geomorfológico de la vertiente noroeste de cumbres Calchaquíes. Ubicación del glacis cubierto de nivel 2
Yasyamayo y el abanico aluvial Molle Yaco. Valle de Santa María. Tucumán. Modificado de Sampietro
Vattuone y Neder (2011).

203
Jimena Roldán
Molle Yaco- abanico aluvial

Este sitio formativo (Sampietro Vattuone y Neder 2011) se encuentra en un abanico


aluvial. Después de la formación de los distintos niveles de glacis cubierto se desarrollan
las formas aluvio-fluviales. Las más tempranas fueron los abanicos aluviales en el
Holoceno temprano. Estas geoformas se encuentran restringidas al sector sureste de la
región, formadas por depósitos de flujos de detritos, transportados por corrientes desde
las laderas y depositados en la zona apical del piedemonte, se formaron bajo condiciones
más húmedas que las actuales (figura 47).

En una de estas unidades de paisaje, ubicada en la región de Molle Yaco, se encontraron


estructuras arqueológicas, por lo tanto se decidió excavar 8 calicatas en la zona media de
la misma, en la zona distal no se registraron estructuras prehispánicas y la apical era
inaccesible (figura 48).

Figura 48. Mapa geomorfológico en detalle de la región de Molle Yaco, ubicado en la vertiente noroeste de
cumbres Calchaquíes. Donde se detalla los espacios donde fueron excavadas las calicatas MY-P1, MY-P2,
MY-P3, MY-P4, MY-P5, MY-P6, MY-P7 y MY-P8. Valle de Santa María. Tucumán. Modificado de Sampietro
Vattuone y Neder (2011).

204
Jimena Roldán
La primera calicata fue excavada en un área marginal donde no se observaron
superficialmente estructuras prehispánicas (calicata testigo). La misma tenía 88 cm de
ancho por 90 cm de largo y 20 cm de profundidad. 26º 32’ 48’’ S y 65º 49’ 19’’ O, 2622
msnm. Los resultados obtenidos son:

MY-P1. Ubicado fuera de toda estructura prehispánica reconocible en superficies (calicata


testigo) en la zona media del abanico aluvial Molle Yaco, Valle de Santa María. Tucumán.
Tabla 27, gráfico 27, figura 49.

Calidad de

buena

buena
la MO

A los 15 cm de profundidad se encuentra ceniza volcánica


Clasificación %MO

pobre

pobre
10YR 6/3 10YR 3/2
Húmedo

2,5Y 6/2
Color

5YR 8/1
Seco

arcillosa
arenosa
Textura

franco

franco
arcillo
Profundidad

10-20
0-10
cm

Observaciones
Capas

Tabla 27. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y geoquímicos obtenidos para
MY-P1.

205
Jimena Roldán
Gráfico 27. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos obtenidos para MY-P1.

206
Jimena Roldán
Figura 49. Fotos de la locación de MY-P1 1) foto de la zona donde se excavó esta calicata 2) foto en detalle
del perfil de suelo excavado. Molle Yaco, Valle de Santa María. Tucumán.

207
Jimena Roldán
La segunda calicata, también fue excavada en un área marginal donde no se observaron
superficialmente estructuras arqueológicas prehispánicas (calicata testigo). La misma
tenía 81 cm de ancho por 103 cm de largo y 30 cm de profundidad. 26º 32’ 45’’ S y 65º 49’
25’’ O, 2624 msnm. Los resultados obtenidos son:

MY-P2. Ubicado fuera de toda estructura prehispánica reconocible en superficie (calicata


testigo) en la zona media del abanico aluvial Molle Yaco, Valle de Santa María. Tucumán.
Tabla 28, gráfico 28 y figura 50.
Calidad de

La capa 3 es un lente oscuro y la capa 4 está compuesta por un sedimento rojizo y


buena

buena

buena

buena
la MO
Clasificación %MO

extremadamente
pobre

pobre

pobre

pobre
10YR 4/6 10YR 3/6
10YR 5/3 10YR 3/3

10YR 5/3 10YR 3/2

10YR 3/3 10YR 2/2


Húmedo

compacto
Color

Seco

arenosa

arenosa

arenosa
Textura

limosa
franco

franco

franco
arcillo

arcillo

arcillo

arcillo
Profundidad cm

12-24

24-26

26-30
0-12

Observaciones
Capas

Tabla 28. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y geoquímicos obtenidos para
MY-P2.

208
Jimena Roldán
Gráfico 28. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos obtenidos para MY-P2.

209
Jimena Roldán
Figura 50. Fotos de la locación de MY-P2 1) foto de la zona donde se excavó esta calicata 2) foto en detalle
del perfil de suelo excavado. Molle Yaco, Valle de Santa María. Tucumán.

210
Jimena Roldán
La tercera calicata fue excavada en un área marginal donde no se observaron
superficialmente estructuras arqueológicas prehispánicas (calicata testigo). La misma
tenía 80 cm de ancho por 90 cm de largo y 40 cm de profundidad. Los resultados
obtenidos son:

MY-P3. Ubicado fuera de toda estructura prehispánica reconocible en superficie (calicata


testigo) en la zona media del abanico aluvial Molle Yaco, Valle de Santa María. Tucumán.
Tabla 29, gráfico 29 y figura 51.
Calidad de

Las capas 1 y 2 están compuestas por fanglomerados. La capa 3 está formada


buena

buena

buena
la MO

por ceniza volcánica con clastos de diversa granulometría


Clasificación %MO

moderadamente

moderadamente
pobre

pobre

pobre
2,5Y 5/4 2,5Y 2,5/1
Húmedo

2,5Y 3/2

5Y 6/3
Color

2,5Y 5/4

5Y 8/1
Seco

arcillosa
arenosa

arenosa
Textura

gravosa

gravosa

gravosa
franco

franco

franco
arcillo

arcillo

poco
Profundidad

20-40
5-20
0-5
cm

Observaciones
Capas

Tabla 29. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y geoquímicos obtenidos para
MY-P3.

211
Jimena Roldán
Gráfico 29. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos obtenidos para MY-P3.

212
Jimena Roldán
Figura 51. Fotos de la locación de MY-P3 1) foto de la zona donde se excavó esta calicata 2) foto en detalle
del perfil de suelo excavado. Molle Yaco, Valle de Santa María. Tucumán.

213
Jimena Roldán
La cuarta calicata fue excavada contra el parapeto de una estructura agrícola. La misma
tenía 102 cm de ancho por 110 cm de largo y 50 cm de profundidad. La estructura
agrícola tenía 9,7 m de ancho y el largo no pudo ser determinado debido a los accidentes
que presentaba el terreno. 26º 32’ 42’’ S y 65º 49’ 36’’ O, 2581 msnm. Los resultados
obtenidos son:

MY-P4. Ubicado contra el parapeto de una estructura agrícola en la zona media del
abanico aluvial Molle Yaco, Valle de Santa María. Tucumán. Tabla 30, gráfico 30 y figura
52.
Calidad de

El sedimento es homogéneo hasta los 40 cm de profundidad. Entre los 40 y 50


Observaciones cm de profundidad hay material clástico metamórfico de 10 cm de eje A. Por
buena

buena

buena

buena

buena
la MO
Clasificación %MO

extremadamente

extremadamente

extremadamente

extremadamente

debajo de esa capa el sedimento es rojo y compacto


pobre

pobre

pobre

pobre

pobre
10YR 5/3 10YR 3/2

10YR 5/3 10YR 3/3

10YR 5/4 10YR 3/3

arcillo 10YR 5/3 10YR 3/2

arenosa 10YR 6/4 10YR 2/2


Húmedo
Color

Seco

pedregosa
arenosa

arenosa

arenosa

arenosa
Textura

franco

franco

franco

franco
arcillo

arcillo

arcillo
Profundidad

10-20

20-30

30-40

40-50
0-10
cm
Capas

Tabla 30. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y geoquímicos obtenidos para
MY-P4.

214
Jimena Roldán
Gráfico 30. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos obtenidos para MY-P4.

215
Jimena Roldán
Figura 52. Fotos de la locación de MY-P4 1) foto de la calicata excavada y de la terraza en la cual se excavó
2) foto en detalle del perfil de suelo excavado y del nivel de ocupación. Molle Yaco, Valle de Santa María.
Tucumán.

216
Jimena Roldán
La quinta calicata fue excavada contra el parapeto de una estructura agrícola. La misma
tenía 102 cm de ancho por 107 cm de largo y 60 cm de profundidad. La estructura
agrícola tenía 11,9 m de ancho y el largo no pudo ser determinado debido a los
accidentes que presentaba el terreno. Los resultados obtenidos son:

MY-P5. Ubicado contra el parapeto de una estructura agrícola en la zona media del
abanico aluvial Molle Yaco, Valle de Santa María. Tucumán. Tabla 31, gráfico 31 y figura
53.

Calidad de

buena

buena

buena
la MO
Clasificación %MO

moderadamente

moderadamente

moderadamente
pobre

pobre

pobre
arcillo 2,5YR 6/2 2,5Y 2,5/1
Húmedo

arenosa 2,5YR 5/2 2,5Y 3/2

5Y 6/3
Color

5Y 8/1
Seco

arcillosa
arenosa
Textura

Franco
franco

franco
arcillo
Profundidad

22-35

35-60
0-22
cm
Capas

Tabla 31. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y geoquímicos obtenidos para
MY-P5.

217
Jimena Roldán
Gráfico 31. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos obtenidos para MY-P5.

218
Jimena Roldán
Figura 53. Fotos de la locación de MY-P5 1) foto de la calicata excavada y de la terraza en la cual se excavó
2) foto del parapeto contra el cual se excavó la calicata 3) foto en detalle del perfil de suelo excavado y del
nivel de ocupación. Molle Yaco, Valle de Santa María. Tucumán.

219
Jimena Roldán
La sexta calicata fue excavada contra el parapeto de una estructura agrícola. La misma
tenía 96 cm de ancho por 98 cm de largo y 35 cm de profundidad. La estructura agrícola
tenía 15,5 m de ancho y el largo no pudo ser determinado debido a los accidentes que
presentaba el terreno. Los resultados obtenidos son:

MY-P6. Ubicado contra el parapeto de una estructura agrícola en la zona media del
abanico aluvial en Molle Yaco, Valle de Santa María. Tucumán. Tabla 32, gráfico 32 y
figura 54.

Calidad de

buena

buena

buena
la MO
Clasificación %MO

moderadamente

moderadamente

moderadamente
pobre

pobre

pobre
Húmedo

2,5Y 3/2

2,5Y 3/3

2,5Y 3/3
Color

2,5Y 5/2

2,5Y 6/2

2,5Y 6/3
Seco

arenosa

arenosa

arenosa
Textura

franco

franco
arcillo

arcillo

arcillo
Profundidad

10-20

20-35
0-10
cm
Capas

Tabla 32. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y geoquímicos obtenidos para
MY-P6.

220
Jimena Roldán
Gráfico 32. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos obtenidos para MY-P6.
221
Jimena Roldán
Figura 54. Fotos de la locación de M Y-P6 1) foto de la terraza en la cual se excavó la calicata 2) foto del
parapeto de la terraza 3) foto en detalle del perfil de suelo excavado y del nivel de ocupación. Molle Yaco,
Valle de Santa María. Tucumán.

222
Jimena Roldán
La séptima calicata fue excavada en el medio de una estructura agrícola. La misma tenía
93 cm de ancho por 95 cm de largo y 60 cm de profundidad. La estructura agrícola tiene
13,1 m de ancho y el largo no pudo ser determinado debido a los accidentes que
presentaba el terreno. 26º 32’ 47’’ S y 65º 49’ 37’’ O, 2592 msnm. Los resultados
obtenidos son:

MY-P7. Ubicado en el centro de una estructura agrícola en la zona media del abanico
aluvial Molle Yaco, Valle de Santa María. Tucumán. Tabla 33, gráfico 33 y figura 55.

muy buena

muy buena
Calidad de

buena

buena

buena

buena
la MO

Por debajo de los 50 cm de profundidad se encontró un flujo de detritos


Clasificación %MO

extremadamente

extremadamente

extremadamente

extremadamente
pobre

pobre

pobre

pobre

pobre

pobre
10YR 5/3 10YR 3/2

10YR 5/3 10YR 3/2

10YR 5/3 10YR 3/2

10YR 5/3 10YR 3/2

10YR 5/4 10YR 3/4

10YR 6/4 10YR 3/6


Húmedo
Color

Seco

arenosa

arenosa

arenosa

arenosa

arenosa

arenosa
Textura

gravosa
franco

franco
arcillo

arcillo

arcillo

arcillo

arcillo
Profundidad

10-20

20-30

30-40

40-50

50-60
0-10
cm

Observaciones
Capas

Tabla 33. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y geoquímicos obtenidos para
MY-P7.

223
Jimena Roldán
Gráfico 33. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos obtenidos para MY-P7.

224
Jimena Roldán
Figura 55. Fotos de la locación de MY-P7 1) foto de la calicata excavada y de la terraza en la cual se excavó
2) foto en detalle del perfil de suelo excavado y del nivel de ocupación. Molle Yaco, Valle de Santa María.
Tucumán.

225
Jimena Roldán
La octava calicata fue excavada en el medio de una estructura agrícola. La misma tenía 95
cm de ancho por 97 cm de largo y 50 cm de profundidad. La estructura agrícola tenía 24,6
m de ancho por 32,3 m de largo aproximadamente. 26º 32’ 26’’ S y 65º 49’ 23’’ O, 2631
msnm. Los resultados obtenidos son:

MY-P8. Ubicado en el medio de un estructura agrícola en la zona media del abanico


aluvial Molle Yaco, Valle de Santa María. Tucumán. Tabla 34, gráfico 34 y figura 56.

muy buena
Calidad de

buena

buena

buena
la MO
Clasificación %MO

extremadamente

extremadamente

extremadamente
pobre

pobre

pobre

pobre
10YR 4/4 10YR 3/2

10YR 4/3 10YR 2/2

10YR 5/4 10YR 3/3

10YR 5/4 10YR 3/2


Húmedo
Color

Seco

arenosa

arenosa

arenosa

arenosa
Textura

franco

franco
arcillo

arcillo

arcillo

arcillo
Profundidad

10-28

28-40

40-50
0-10
cm
Capas

Tabla 34. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y geoquímicos obtenidos para
MY-P8.

226
Jimena Roldán
Gráfico 34. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos obtenidos para MY-P8.
227
Jimena Roldán
Figura 56. Fotos de la locación de Y-P8 1) foto de la calicata excavada y de la terraza en la cual se excavó 2)
foto en detalle del perfil de suelo excavado y del nivel de ocupación. Molle Yaco, Valle de Santa María.
Tucumán.

228
Jimena Roldán
Integración de los resultados obtenidos en el abanico aluvial Molle Yaco

Todos los perfiles fueron excavados en la zona media de la unidad de paisaje (figura 48).
Tres de ellos son perfiles testigos, MY-P1, MY-P2 y MY-P3 (figuras 49, 50 y 51). Mientras
que el resto se excavó dentro de estructuras agrícolas, tres, MY-P4, MY-P5 y MY-P6,
contra el parapeto de dichas estructuras (figuras 52, 53 y 54) y los otros dos, MY-P7 y MY-
P8, en el medio de las mismas (figuras 55 y 56).

La textura en estos perfiles va de franco arcillo arenosa a arenosa, con excepción de las
últimas capas de los perfiles MY-P1 y MY-P5 que tienen una textura más fina (franco
arcillosa) (tablas 32, 34 y 36). La textura de los perfiles testigo MY-P1, MY-P2 y MY-P3
(tablas 27, 28 y 29), no difiere de la de los perfiles antrópicos MY-P4, MY-P5, MY-P6, MY-
P7, MY-P8 (tablas 30, 31, 32, 33 y 34), con la excepción de las última capa del perfil MY-
P1 que presenta una textura franco arcillosa (tabla 27). La última capa (C4) del perfil
testigo MY-P2 muestra una textura diferente (arcillo limosa) a la de las otras capas que
conforman el mismo (tabla 28). En las capas de ocupación C3 y C2 de los perfiles MY-P4 y
MY-P6, respectivamente, ubicados contra el parapeto de estructuras agrícolas, la textura
es diferente (arcillo arenosa) respecto de las otras capas que conforman cada perfil
(tablas 30 y 32). Lo mismo ocurre en las capas de ocupación C5 (franco arcillo arenosa) y
C3 (arcillo arenosa) de los perfiles MY-P7 y MY-P8, excavados en el medio de estructuras
agrícolas (tablas 33 y 34).

El color de las distintas capas de los perfiles testigo MY-P1, MY-P2 y MY-P3 (tablas 27, 28
y 29) no es diferente al color de las capas de los perfiles antrópicos MY-P4, MY-P5, MY-P6,
MY-P7, MY-P8 (tablas 30, 31, 32, 33 y 34), aunque si se observa una anomalía de color (5Y
8/1) en la última capa de los perfiles MY-P1, MY-P3 y MY-P5 (tablas 27, 29 y 31). En la
capa 3 del perfiles testigo MY-P2 se registra una diferencia de color (10YR 3/3) que la
hace más oscura y en la capa 4 el color (10YR 4/6) es más rojizo (tabla 28). En la superficie
de cultivo de los perfiles MY-P4, MY-P5 y MY-P6, ubicados contra el parapeto de
estructuras agrícolas, se observa un leve cambio de color (10YR 5/4 y 2,5YR 6/2
respectivamente) respecto de las capas supra y subyacentes, destacando el hecho de que
las capas de los perfiles MY-P5 y MY-P6 tienen el mismo color (tablas 30, 31 y 32).

La materia orgánica es, en todos los perfiles, de calidad buena a muy buena. Mientras que
su porcentaje va de moderadamente pobre a extremadamente pobre. En general, el
porcentaje de materia orgánica disminuye con la profundidad a excepción del perfil
testigo MY-P2 donde aumenta para luego disminuir (tabla 28). En los perfiles ubicados en
el medio de estructuras agrícolas, MY-P7 y MY-P8, la misma es de buena calidad pero su
porcentaje va de pobre a extremadamente pobre (tablas 33 y 34). Mientras que en dos de
los perfiles ubicados contra el parapeto de estructuras agrícolas, MY-P5 y MY-P6, si bien
la calidad de la materia orgánica también es buena su porcentaje es moderadamente
pobre (tablas 31 y 32). En contraposición, el perfil MY-P4, también ubicado contra el

229
Jimena Roldán
parapeto de una estructura, tiene un porcentaje de materia orgánica extremadamente
pobre pero su calidad es muy buena (tabla 30).

El pH es básico y constante en todos los perfiles (entre 8,2 y 8,8) con la excepción de un
valor (7,9) registrado en la capa 1 del perfil testigo MY-P2 (gráfico 28). Se observa una
pequeña tendencia a aumentar con la profundidad en casi todos los perfiles, con la
excepción de MY-P8 (ubicado en el centro de una estructura agrícola) que tiende a
disminuir (gráfico 34).

Las concentraciones de fósforo disponible disminuyen con la profundidad en casi todos


los perfiles, con la excepción de MY-P8 (ubicado en el centro de una estructura agrícola)
donde se observa un leve aumento con la profundidad (gráfico 34). Las concentraciones
más bajas se registran en este perfil en relación con los perfiles testigos MY-P1, MY-P2 y
MY-P3 (gráficos 27, 28 y 29). Los perfiles MY-P4, MY-P5 y MY-P6, ubicados contra los
parapetos de estructuras agrícolas, tienen concentraciones más elevadas (149 ppm
promedio) que las observadas en los perfiles testigo (111 ppm promedio) (gráficos 30, 31
y 32). Mientras que las concentraciones de esta especie en los perfiles MY-P7 y MY-P8,
ubicados en el centro de estructuras agrícolas, son levemente menores (920 ppm
promedio) que las de los perfiles testigo MY-P1, MY-P2 y MY-P3 (gráficos 33 y 34).

El fósforo orgánico no muestra diferencias de concentración entre la superficie de cultivo


y las capas supra o subyacentes en casi ninguno de los perfiles antrópicos, exceptuando
MY-P8 (ubicado en el medio de una estructura agrícola) donde se registra un leve
aumento de dicha especie en la capa 3 o superficie de cultivo prehispánico (392 ppm)
(gráfico 34). En los perfiles testigos MY-P2 y MY-P3, esta especie disminuye para luego
aumentar (gráficos 28 y 29). Mientras que en el perfil testigo MY-P1, simplemente
aumenta (gráfico 27), comportamiento registrado, también, en MY-P5, perfil ubicado
contra el parapeto de una estructura agrícola (gráfico 31). Contrariamente, en los perfiles
MY-P7 y MY-P8, ubicados en el medio de estructuras agrícolas, las concentraciones de
esta especie tienden a disminuir con la profundidad (gráficos 33 y 34). Mientras que en
MY-P4, también ubicado contra el parapeto de una estructura agrícola, aumenta para
luego disminuir (gráfico 30). La concentración promedio del fósforo orgánico es
levemente mayor (485 ppm promedio) en los perfiles MY-P4, MY-P5 y MY-P6 (gráficos 30,
31 y 32), ubicados contra el parapeto de estructuras agrícolas, que la de los perfiles
testigo MY-P1, MY-P2 y MY-P3 (426 ppm promedio) (gráficos 27, 28 y 29), siendo las
concentraciones de los perfiles MY-P7 y MY-P8, ubicados en el medio de estructuras
agrícolas, las más bajas (379 ppm promedio) (gráficos 33 y 34).

El calcio tiende a aumentar con la profundidad en casi todos los perfiles con la excepción
de MY-P8, ubicado en el medio de una estructura agrícola (gráfico 34). En este se
registran las concentraciones más bajas de este elemento (1,875 X 106 ppm promedio) y
las más altas se observan en MY-P5 (48,306 X 106 ppm promedio), ubicado contra el
parapeto de una estructura agrícola (gráfico 31). Si bien esta diferencia de

230
Jimena Roldán
concentraciones es destacable entre los perfiles agrícolas, algo similar sucede con los
perfiles testigo, donde MY-P2 presenta concentraciones de calcio muy bajas (2,493 X 10 6
ppm promedio) y MY-P1 muy elevadas (43,136 X 106 ppm) (gráficos 27 y 28).

Las concentraciones de hierro disponible son, en todos los perfiles, las más elevadas en
relación con los otros dos micronutrientes analizados (manganeso y cobre disponibles).
Estas concentraciones aumentan con la profundidad en los perfiles testigo MY-P1 y MY-
P2 (gráficos 27 y 28), mientras que en el otro perfil testigo, MY-P3, aumenta para luego
disminuir (gráfico 29). En los perfiles antrópicos MY-P5 (ubicado contra el parapeto de
una estructura agrícola) y MY-P8 (ubicado en el medio de una estructura agrícola) el
hierro disponible muestra el mismo comportamiento que el observado en los perfiles
testigo MY-P1 y MY-P2 (gráficos 31 y 34). Por el contrario, en los perfiles antropizados
MY-P4 (ubicado contra el parapeto de una estructura agrícola) y MY-P7 (ubicado en el
medio de una estructura agrícola), este elemento disminuye levemente con la
profundidad (gráficos 30 y 33). Se observan concentraciones de hierro muy elevadas en
las últimas capas de los perfiles testigo MY-P1 y MY-P3 (23,8 ppm y 30,8 ppm
respectivamente) y en el perfil antrópico MY-P5 (46,7 ppm) (gráficos 27, 29 y 31).

Las concentraciones de manganeso disponible son las más bajas registradas en


comparación con los otros dos micronutrientes analizados (hierro y cobre disponibles). En
los perfiles agrícolas MY-P4, MY-P5, MY-P6 y MY-P8, este elemento presenta valores muy
bajos (0,02 ppm promedio) o está totalmente ausente (gráficos 30, 31, 32 y 34), en
relación a lo observado en los perfiles testigo MY-P1, MY-P2 y MY-P3 (0,05 ppm
promedio) (gráficos 27, 28 y 29). Mientras que, en MY-P7, ubicado en el medio de una
estructura agrícola, se observa la mayor concentración de manganeso disponible
registrada para todos los perfiles (0,14 ppm promedio) (gráfico 33). En los perfiles testigo
MY-P1 y MY-P3, tiende a disminuir con la profundidad (gráficos 27 y 29). En el perfil
testigo MY-P2 y los perfiles agrícolas MY-P5, MY-P7 y MY-P8, las concentraciones son
constantes con la profundidad (gráficos 28, 31, 33 y 34). Mientras que en MY-P4
aumentan con la profundidad (gráfico 30).

Las concentraciones de cobre disponible disminuyen con la profundidad en los perfiles


testigo MY-P1 y MY-P2 (gráficos 27 y 28), pero aumenta en MY-P3 (gráfico 29). La misma
situación se da en los perfiles antrópicos MY-P4 y MY-P5, ubicados contra el parapeto de
estructuras agrícolas (gráficos 30 y 31). Un comportamiento opuesto se registra en MY-P7
y MY-P8, perfiles excavados en el medio de estructuras agrícolas, donde la concentración
de este elemento aumenta con la profundidad (gráficos 33 y 34). En la capa C2 o
superficie de cultivo de MY-P5 se manifiesta una importante concentración de cobre
disponible (1,7 ppm) en relación con la ausencia del mismo en la capa suprayacente (C1) y
su baja concentración (0,2 ppm) en la capa subyacente (C3) (gráfico 31).

La presencia de capas de ceniza en los perfiles testigo MY-P1 y MY-P3 y la intrusión de la


misma en algunas capas sedimentarias de MY-P5 (ubicado contra el parapeto de una

231
Jimena Roldán
estructura agrícola) provoca anomalías claras en los valores registrados para algunos de
los caracteres físicos y químicos analizados. Estas anomalías son fácilmente observables
en la textura (franco arcillosa), el color (5Y 8/1) y el importante aumento de
concentración que se observa en el fósforo orgánico, calcio y hierro disponible ubicados
en la última capa de cada perfil (gráficos 27, 29 y 31).

En el perfil testigo MY-P2 la presencia de un lente oscuro (10YR 3/3), un elevado valor de
fósforo orgánico, porcentaje elevado de materia orgánica, valores bajos de hierro y
manganeso disponibles y la ausencia de cobre disponibles en la capa 3, evidencian su
clara diferencia respecto de las otras capas. Mientras que el sedimento rojizo (10YR 4/6) y
compacto (textura arcillo limosa) de la capa subyacente (C4) altera las concentraciones de
especies como el fósforo disponible que disminuye y el fósforo orgánico que aumenta, y
de elementos como el hierro disponible que disminuye y el cobre disponibles que está
ausente (tabla 28 y gráfico 28).

Los perfiles antrópicos MY-P4, MY-P5, MY-P6, MY-P7 y MY-P8, son más profundos (entre
50 y 60 cm de profundidad) que los testigos MY-P1, MY-P2 y MY-P3 (entre 20 y 40 cm de
profundidad) probablemente como resultado de la infraestructura agraria construida.

Se pudo establecer la superficie de ocupación en los cinco perfiles antropizados. En MY-


P7 y MY-P8 (calicatas excavadas en el medio de estructuras agrícolas) se observan
estructuras en bloques subangulares en las capas 5 y 3 respectivamente (gráficos 33 y
34), condición física ausente en los perfiles MY-P4, MY-P5 y MY-P6, ubicados contra los
parapetos de estructuras agrícolas. En MY-P7 se suma a ello una textura (franco arcillo
arenosa) y un color (10YR 5/4) levemente diferentes respecto a las capas supra y
subyacentes (tabla 33), y en MY-P8 una concentración de fósforo orgánico en la capa 3 un
poco más elevada que la registrada para las capas supra y subyacentes, un color (10YR
5/4) y una textura (arcillo arenosa) diferentes también (tabla 34 y gráfico 34). En el caso
de MY-P4, MY-P5 y MY-P6, calicatas excavadas contra los parapetos de estructuras
agrícolas, son indicadores de la superficie de cultivo prehispánica, la base del parapeto
que conforma las estructuras agrarias, las diferencias de color respecto de las otras capas
que conforman cada perfil (10YR 5/4 y 2,5YR 6/2 respectivamente) y en los perfiles MY-P4
y MY-P6, la textura (arcillo arenosa) (tablas 30, 31 y 32, y gráficos 30, 31 y 32).

También se observaron diferencia de concentración en algunos de los indicadores


analizados en diferentes partes de una estructura agrícola. Se registra una tendencia a la
acumulación o retención de fósforo orgánico, fósforo disponible y calcio en los perfiles
ubicados contra el parapeto de contención de estructuras agrícolas, mientras que estos
mismos elementos y especies se registran en muy bajas concentraciones en los perfiles
ubicados en el centro de dichas estructuras.

Resumiendo, algunos de los indicadores geoquímicos analizados muestran claras


diferencias entre los perfiles antrópicos y los perfiles testigos o naturales, es evidente que

232
Jimena Roldán
la actividad humana dejó huellas física y químicamente reconocibles en el territorio en el
cual se asentaron. Paralelamente, la construcción de estructuras agrícolas generó un
microambiente donde el comportamiento de los diferentes elementos y componentes
químicos estuvieron supeditados a la ubicación registrada para los mismos.

233
Jimena Roldán
Yasyamayo- glacis cubierto nivel 2

Este sitio tardío (Período de Desarrollos Regionales) (Sampietro Vattuone y Neder 2011),
se encuentra en el glacis cubierto nivel 2 en la localidad de Yasyamayo, ubicado en el
piedemonte de la vertiente occidental de Cumbres Calchaquíes, Tucumán (figura 47). Esta
geoforma se desarrolló a partir del deslizamiento de flujos de detritos provenientes de las
laderas de la sierra. En el piedemonte se distinguen tres niveles de glacis cubierto que se
extienden desde el límite ladera/piedemonte hacia el oeste. Los tres niveles
corresponden a distintos ciclos de acumulación que a su vez muestran diferencias en su
topografía y altitud. De estos, el segundo nivel se encuentra muy extendido, desde el
límite ladera/piedemonte hasta la zona media del mismo, recubriendo depósitos
terciarios. En él se observa gran cantidad de estructuras arqueológicas.

Por lo tanto se decidió excavar 5 calicatas en dicha geoforma, tres en la zona distal y dos
en la zona media de la misma, mientras que la zona apical no pudo muestrearse debido a
su inaccesibilidad (figura 57).

Figura 57. Mapa geomorfológico en detalle de la región de Yasyamayo, ubicado en la vertiente noroeste de
cumbres Calchaquíes. Se detalla los lugares donde fueron excavadas las calicatas Y-P1, Y-P2, Y-P3, Y-P4 y Y-
P5. Valle de Santa María. Tucumán. Modificado de Sampietro Vattuone y Neder (2011).

234
Jimena Roldán
La primera calicata fue excavada en un área donde en superficie no se observa ninguna
estructura prehispánica (calicata testigo). 26º 27’ 55’’ S y 65º 50’ 04’’ O a 2233 msnm. La
misma tenía 93 cm de ancho por 110 cm de largo y 60 cm de profundidad. Los resultados
obtenidos son:

Y-P1. Ubicado fuera de toda estructura arqueológica prehispánica (calicata testigo) en la


zona apical del glacis cubierto Nivel 2 Yasyamayo, Valle de Santa María. Tucumán. Tabla
35, gráfico 35 y figura 58.
Calidad de

buena

buena

buena

buena

buena

buena
la MO
Clasificación %MO

extremadamente

moderadamente
pobre

pobre

pobre

pobre

pobre

pobre
Húmedo

2,5Y 4/4

2,5Y 4/4

2,5Y 4/4

2,5Y 4/4

2,5Y 4/3

2,5Y 4/3
Color

2,5Y 6/3

2,5Y 6/2

2,5Y 6/2

2,5Y 7/3

2,5Y 7/3

2,5Y 7/3
Seco
Textura

limosa

limosa

limosa

limosa

limosa

limosa
franco

franco

franco

franco

franco

franco
arcillo

arcillo

arcillo

arcillo
Profundidad

10-20

20-30

30-40

40-50

50-60
0-10
cm
Capas

Tabla 35. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y geoquímicos obtenidos para Y-
P1.

235
Jimena Roldán
Gráfico 35. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos obtenidos para Y-P1.

236
Jimena Roldán
Figura 58. Fotos de la locación de Y-P1 1) vista del glacis cubierto donde excavó la calicata testigo 2) foto en
detalle del perfil de suelo excavado con el nivel superficial enterrado. Yasyamayo, Valle de Santa María.
Tucumán.

237
Jimena Roldán
La segunda calicata fue excavada en el medio de una estructura circular simple de 2 m de
diámetro. 26º 27’ 19’’ S y 65º 51’ 03’’ O a 2074 msnm. La misma tenía 87 cm de ancho por
100 cm de largo y 40 cm de profundidad. Los resultados obtenidos son:

Y-P2. Ubicado en el medio de una estructura circular simple en la zona apical del glacis
cubierto Nivel 2 Yasyamayo, Valle de Santa María. Tucumán. Tabla 36, gráfico 36 y figura
59.
Calidad de

buena

buena

buena

buena
la MO

moderadamente
Clasificación

pobre

pobre

pobre

pobre
%MO
Húmedo

2,5Y 3/3

2,5Y 3/3

2,5Y 3/2

2,5Y 3/3

Flujo de detritos
Color

2,5Y 6/3

2,5Y 6/2

2,5Y 6/3

2,5Y 6/2
Seco

arcillosa
Textura

limosa

limosa

limosa
franco

franco

franco

franco
arcillo

arcillo
Profundidad

10-20

20-30

30-40
0-10
cm
Capas

Tabla 36. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y geoquímicos obtenidos para Y-
P2.

238
Jimena Roldán
Gráfico 36. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos obtenidos para Y-P2.

239
Jimena Roldán
Figura 59. Fotos de la locación de Y-P2 1) foto de la estructura circular simple donde se excavó la calicata 2)
foto en detalle del perfil de suelo excavado con el nivel superficial enterrado. Yasyamayo, Valle de Santa
María. Tucumán.

240
Jimena Roldán
La tercera calicata fue excavada en el medio de una estructura agrícola. 26º 27’ 57’’ S y
65º 50’ 06’’ O a 2249 msnm. La misma tenía 93 cm de ancho por 105 cm de largo y 50 cm
de profundidad. La estructura agrícola tiene 5,4 m de ancho por 15,7 m de largo. Los
resultados obtenidos son:

Y-P3. Ubicado en el medio de una estructura agrícola en la zona apical del glacis cubierto
Nivel 2 Yasyamayo, Valle de Santa María. Tucumán. Tabla 37, gráfico 37 y figura 60.
Calidad de

buena

buena

buena

buena

buena

buena
la MO
Clasificación

pobre

pobre

pobre

pobre

pobre
%MO

rica
Húmedo

2,5Y 4/4

2,5Y 3/2

2,5Y 3/3

2,5Y 3/3

2,5Y 4/4

2,5Y 4/4
Color

2,5Y 6/4

2,5Y 6/4

2,5Y 6/4

2,5Y 6/4

2,5Y 6/3

2,5Y 6/3
Seco
Textura

limosa

limosa

limosa

limosa

limosa

limosa
franco

franco

franco

franco

franco

franco
arcillo

arcillo

arcillo

arcillo
Profundidad

14-24

24-32

32-40

40-50
5-14
0-5
cm
Capas

Tabla 37. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y geoquímicos obtenidos para Y-
P3.

241
Jimena Roldán
Gráfico 37. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos obtenidos para Y-P3.
242
Jimena Roldán
Figura 60. Fotos de la locación de Y-P3 1) fotos de las terrazas de cultivo donde se excavó esta calicata 2)
foto en detalle del perfil de suelo excavado con el nivel superficial enterrado. Yasyamayo, Valle de Santa
María. Tucumán.

243
Jimena Roldán
La cuarta calicata fue excavada en el medio de una estructura agrícola. La misma tenía 99
cm de ancho y 104 cm de largo por 64 cm de profundidad. La estructura agrícola tiene
17,2 m de ancho y 22,6 m de largo. Los resultados obtenidos son:

Y-P4. Ubicado en el medio de una estructura agrícola en la zona media del glacis cubierto
Nivel 2 Yasyamayo, Valle de Santa María. Tucumán. Tabla 38, gráfico 38 y figura 61.

muy buena

muy buena
Calidad de

buena

buena
la MO

-
Clasificación %MO

extremadamente

extremadamente

extremadamente
pobre

pobre

pobre
rica

-
2,5Y 7/1 2,5Y 2,5/1
Húmedo

2,5Y 3/2

2,5Y 3/3

2,5Y 3/2

2,5Y 3/3
Color

2,5Y 5/3

2,5Y 6/2

2,5Y 6/2

2,5Y 6/3
Seco
Textura

limosa

limosa

limosa

limosa

limosa
franco

franco

franco

franco
arcillo

arcillo
Profundidad

25-32

32-52

52-64
8-25
0-8
cm
Capas

Tabla 38. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y geoquímicos obtenidos para Y-
P4.

244
Jimena Roldán
Gráfico 38. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos obtenidos para Y-P4.

245
Jimena Roldán
Figura 61. Fotos de la locación de Y-P4 1) foto de las terrazas de cultivo donde se excavó esta calicata 2)
foto en detalle del perfil de suelo excavado con el nivel superficial enterrado. Yasyamayo, Valle de Santa
María. Tucumán.

246
Jimena Roldán
La quinta calicata fue excavada en el medio de una estructura agrícola. La misma tenía 87
cm de ancho y 93 cm de largo por 40 cm de profundidad. La estructura agrícola tiene 14,3
m de ancho y 28,4 m de largo. Los resultados obtenidos son:

Y-P5. Ubicado en el medio de una estructura agrícola en la zona media del glacis cubierto
Nivel 2 Yasyamayo, Valle de Santa María. Tucumán. Tabla 39, gráfico 39 y figura 62.

Calidad de

buena

buena

buena

buena
la MO
Clasificación %MO

extremadamente
moderadamente
pobre

pobre

pobre
rica
2,5Y 4/2 2,5Y 2,5/1
Húmedo

2,5Y 3/2

2,5Y 3/2

2,5Y 3/2
Color

2,5Y 5/2

2,5Y 5/2

2,5Y 5/2
Seco
Textura

limosa

limosa

limosa

limosa
franco

franco

franco

franco
arcillo

arcillo

arcillo
Profundidad

10-20

20-30

30-40
0-10
cm
Capas

Tabla 39. Donde se especifican algunos de los resultados sedimentológicos y geoquímicos obtenidos para Y-
P5.

247
Jimena Roldán
Gráfico 39. Donde se especifican algunos de los resultados geoquímicos obtenidos para Y-P5.

248
Jimena Roldán
Figura 62. Fotos de la locación de Y-P5 1) foto de las terrazas de cultivo donde se excavó esta calicata 2)
foto en detalle del perfil de suelo excavado con el nivel superficial enterrado. Yasyamayo, Valle de Santa
María. Tucumán.

249
Jimena Roldán
Integración de los resultados obtenidos en el glacis cubierto nivel 2 Yasyamayo

Tres de los cinco perfiles, Y-P1 (perfil testigo), Y-P2 (estructura circular) e Y-P3 (estructura
agrícola) fueron excavados en la zona distal de la unidad de paisaje, los otros dos perfiles
agrícolas, Y-P4 e Y-P5, fueron excavados en la zona media del mismo (figura 57). Se
identificaron las capas que componían cada perfil en los casos en que se pudieron
diferenciar, en caso contrario se tomaron muestras sistemáticamente cada 10 cm.

La textura en estos perfiles va de la arcillo limosa a la limosa, con excepción de la capa 3


en Y-P2 que es franco arcillosa (tabla 36). La textura del perfil testigo Y-P1 (tabla 35) no
difiere de la de los otros perfiles. En la capa 3 o superficie de ocupación de la estructura
circular Y-P2 la textura es más fina (franco arcillosa) que en las otras capas que
constituyen el perfil (tabla 37). En el caso de las estructuras de cultivo ubicadas en la zona
media de la geoforma (Y-P4 e Y-P5) la textura cambia en la superficie de cultivo respecto
de las otras capas, en el primer caso se hace más fina (franco arcillo limosa) y en el
segundo caso un poco más gruesa (franco limosa) (tablas 38 y 39).

Por otro lado, el color acompaña al cambio de textura en las capas de los perfiles
consignados previamente (Y-P4: 2,5Y 7/1 e Y-P5: 2,5Y 4/2) (tablas 38 y 39).

Por un lado, el porcentaje de materia orgánica va de pobre a extremadamente pobre en


casi todas las capas que componen los perfiles analizados, con tres excepciones. Dos de
estas excepciones son los perfiles agrícolas Y-P3 e Y-P4 que tienen porcentajes de materia
orgánica rica en la capa 1 o superficial (tablas 37 y 38), producto del aporte de plantas y
animales actuales, mientras que la tercera excepción se da en el perfil agrícola Y-P5,
donde el porcentaje de materia orgánica es extremadamente rico en la superficie de
cultivo prehispánica (capa 2) (tabla 39).

Por otro lado, la calidad de la materia orgánica, dada por la relación carbono/nitrógeno
tiende a ser buena en todos los perfiles con la excepción de la capa 3 o superficie de
cultivo de Y-P4 (perfil agrícola), donde su calidad es muy buena aunque su porcentaje es
extremadamente pobre (tabla 38).

El pH es, en su mayoría, básico. Dos son los valores más bajos registrados, uno en la capa
1 o superficial de Y-P4 (6) y el otro en la capa 2 de Y-P5 (6,7), ambos perfiles fueron
excavados en el medio de estructuras agrícolas (gráficos 38 y 39). En el caso del perfil
testigo Y-P1 y los perfiles agrícolas Y-P3, Y-P4 e Y-P5, a mayor profundidad el pH es más
básico (gráficos 35, 37, 38 y 39), mientras que en la estructura circular Y-P2 se mantiene
constante a lo largo de todo el perfil (gráfico 36).

El fósforo disponible no varía mucho en los perfiles analizados (va de 110 a 180 ppm), con
una excepción registrada en la capa 4 del perfil excavado dentro de la estructura circular
Y-P2 (210 ppm) (gráfico 36), posiblemente debido a su proximidad con la fuente de
aporte de esta especie, es decir el material parental. El fósforo tiende a disminuir con la

250
Jimena Roldán
profundidad en Y-P1, Y-P4 e Y-P5 (calicata testigo y dos calicatas de estructuras agrícolas
ubicadas en la zona media de la geoforma) (gráficos 35, 38 y 39) y a aumentar en Y-P2 e
Y-P3 (estructura circular y estructura agrícola ubicadas en la zona distal de la geoforma)
(gráficos 36 y 37).

En la calicata testigo Y-P1 se observan los valores más bajos de fósforo orgánico (39 a 273
ppm), incluso son menores a los registrados para el fósforo disponible, con excepción de
la capa 3 (521 ppm) (gráfico 35). Su concentración en este perfil (Y-P1) tiende a disminuir
con la profundidad, comportamiento observado también, en Y-P4 e Y-P5 (estructuras
agrícolas ubicadas en la zona media de la geoforma), donde las concentraciones de estas
especie son elevadas en las superficies de cultivo (802 y 405 ppm respectivamente) de
ambas estructuras, con respecto a las concentraciones registradas en las capas
subyacentes (343 y 248 ppm respectivamente) (gráficos 38 y 39). En el caso de la tercera
estructura agrícola, Y-P3, el fósforo orgánico disminuye con la profundidad y la diferencia
de concentración entre la superficie de cultivo y la capa subyacente no es significativa
(gráfico 37). A diferencia del perfil testigo y los perfiles agrícolas, en la estructura circular
Y-P2 la concentración de fósforo orgánico tiende a aumentar con la profundidad (gráfico
36).

Las concentraciones de calcio aumentan con la profundidad en tres de los perfiles, el


perfil testigo Y-P1, la estructura circular Y-P2 y el perfil agrícola Y-P3 (gráfico 35, 36 y 37).
Mientras que los dos perfiles, Y-P4 e Y-P5, ubicados dentro de estructuras agrícolas en la
zona media del glacis cubierto presentan valores de calcio que disminuyen con la
profundidad (gráficos 38 y 39). El perfil testigo Y-P1 muestra concentraciones de este
elemento mayores que las observadas en los perfiles antrópicos (gráfico 27). De estos
perfiles, Y-P4 (estructura agrícola) muestra las concentraciones más bajas del mismo
(1,771 X 106 ppm a 2,693 X 106 ppm) (gráfico 38). Mientras que la estructura circular Y-P2
tiene concentraciones elevadas (12,264 X 106 ppm a 19,779 X 106 ppm) en relación con
las registradas para los perfiles agrícolas (gráfico 36). En una de estas estructuras, Y-P3, se
observa un aumento de concentración entre la capa 4 y 5 (5,771 X 106 ppm a 17,571 X 106
ppm) alcanzando en la capa subyacente (C6) su máximo valor (30,91 X 106 ppm) (gráfico
37).

Las concentraciones de hierro disponible en el perfil testigo Y-P1 y los perfiles agrícolas Y-
P3, Y-P4 e Y-P5 tienden a disminuir para luego aumentar con la profundidad (gráficos 35,
37, 38 y 39). Mientras que en la superficie de ocupación (C3) de la estructura circular Y-P2
es inexistente, encontrándose recién en la capa subyacente (C4) (gráfico 36). Las
concentraciones de hierro son muy bajas en Y-P3 (estructura agrícola) (gráfico 37) en
relación con los otros perfiles, incluso el único valor (7,3 ppm) registrado para Y-P2
(estructura circular) es mayor (gráfico 36). En la superficie de cultivo o de ocupación el
hierro está ausente en la estructura circular Y-P2 (gráfico 36) y presente en el perfil
testigo Y-P1 como así también en los perfiles agrícolas Y-P3, Y-P4 e Y-P5 (gráficos 35, 37,

251
Jimena Roldán
38 y 39). A excepción del perfil Y-P3 (gráfico 37), en el resto la concentración de hierro es
elevada en la superficie de cultivo.

Las concentraciones de manganeso disponible tienden a mantenerse constantes a lo largo


de todos los perfiles, con pequeñas fluctuaciones, a excepción del perfil agrícola Y-P4
donde puede registrarse un aumento de este elemento con la profundidad (gráfico 38).
Las concentraciones más bajas (0,01 ppm) en relación con el perfil testigo Y-P1 se
observan en la estructura circular Y-P2 (gráficos 35 y 36). Mientras que las más elevadas
se encuentran en las estructuras agrícolas ubicadas en la zona media del glacis Y-P4 e Y-
P5 (gráficos 38 y 39). Por último, el perfil agrícola Y-P3 tiene valores similares a los
establecidos para el perfil testigo Y-P1 (gráficos 35 y 37).

En los perfiles agrícolas Y-P3, Y-P4 e Y-P5 las concentraciones de cobre disponible tienden
a mantenerse constantes a lo largo de los mismos, exceptuando en aquellas capas donde
está ausente, capa 3 de Y-P4 (superficie de cultivo) e Y-P5 (gráficos 37, 38 y 39). En el
perfil testigo Y-P1 la concentración de este elemento aumenta y disminuye con la
profundidad (gráfico 35). En el perfil de la estructura circular Y-P2 la concentración de
cobre disponible aumenta con la profundidad y es mayor (0,8 ppm a 1,1 ppm) (gráfico 36)
a la registrada en el perfil testigo Y-P1 (0,2 ppm a 0,8 ppm) (gráfico 35).

En todos los perfiles antrópicos analizados pudo establecerse la superficie de ocupación a


partir de los diferentes indicadores físicos y químicos considerados. En general, este nivel
se encuentra entre los 10 y 40 cm de profundidad, enterrado bajo una o dos capas de
sedimento. En el caso de la estructura circular Y-P2 en la capa 3 se observa laminación
horizontal, acompañada de una textura fina (franco arcillosa) y de una coloración
diferente (2,5Y 6/3) a la de las otras capas que conforman el perfil, todo ello sugiere que
éste fue el nivel de ocupación (tabla 37, gráfico 37 y figura 60).

En Y-P3 (estructura agrícola) la presencia de estructuras en bloques subangulares y un


valor de fósforo orgánico que denota una pequeña elevación en su concentración con
respecto a las capas sub y suprayacente son evidencia suficiente para establecer que la
capa 3 fue la superficie de cultivo. Gráfico 37.

En el caso de Y-P4 (estructura agrícola), una coloración (2,5Y 7/1) y textura diferentes
(franco arcillo arenosa) a la de las otras capas, una concentración de fósforo orgánico
importante bastante más elevada que la observada en las capas supra y subyacentes,
sumada a la muy buena calidad de la materia orgánica hacen de la capa 3 la superficie de
cultivo (tabla 38 y gráfico 38).

Mientras que en Y-P5 (estructura agrícola), un color (2,5Y 4/2) y textura (franco limosa)
distintos a las otras capas, el pH ácido, un valor de fósforo orgánico elevado, un
porcentaje de materia orgánica extremadamente rico y concentraciones de calcio, hierro
y manganeso disponibles destacables definen a la capa 2 como la superficie de cultivo
(tabla 39 y gráfico 39).

252
Jimena Roldán
En el perfil testigo Y-P1 pudo establecerse la superficie natural contemporánea a la
superficie de ocupación prehispánica registrada para los otros perfiles. La misma está
definida por una elevada concentración de fósforo orgánico, un leve aumento en la
concentración de hierro disponible y la disminución del cobre disponible observables en
la capa 3 (gráfico 35).

En general, el comportamiento de los diferentes indicadores geoquímicos medidos en


todos los perfiles muestra diferencias establecidas por el tipo de actividad antrópica
desarrollada en cada lugar, de esta forma, las características observadas en el perfil de la
estructura circular Y-P2 son evidentemente diferentes a las observadas en las estructuras
agrícolas Y-P3, Y-P4 e Y-P5. Para finalizar, también se registra una marcada diferencia
entre las áreas donde el hombre interactuó con la naturaleza y aquella que no fueron
alteradas por el mismo, situación observable al comparar los resultados obtenidos para
los perfiles antrópicos Y-P2, Y-P3, Y-P4 e Y-P5 y aquellos obtenidos para el perfil testigo Y-
P1.

Integración de los resultados obtenidos para el valle de Santa María

A pesar de no haber encontrado suelos, los resultados geoquímicos mostraron claras


diferencias entre los perfiles antropizados y aquellos naturales, como así también entre
los perfiles antropizados donde diferentes actividades fueron llevas a cabo. Incluso se
encontraron diferencias entre los perfiles excavados en distintos lugares dentro de las
estructuras agrícolas.

Estos perfiles están compuestos por capas de sedimento que en algunos casos presentan
rasgos edafizados. Una de estas características es la presencia de estructuras en la capa
de ocupación (C3) de Y-P2 (perfil ubicado dentro de una estructura circular) producto del
uso humano como lugar de pernocte. Como así también en las capas de ocupación de Y-
P3, MY-P7 y MY-P8 (perfiles ubicados en el medio de estructuras agrícolas). En estos
casos la presencia del parapeto en las terrazas pudo ser lo que generó este proceso de
edafización, como así también la concentración de fósforo orgánico y algunos
macronutrientes en los perfiles excavados contra el mismo. Gráficos 33, 34, 36 y 37.

Se sabe por trabajos anteriores que los asentamientos de Molle Yaco son más antiguos
(formativos) que los de Yasyamayo (tardíos) y en el caso de las estructuras agrícolas se
observa que las concentraciones de fosforo orgánico marcan claramente la superficie
agraria en Yasyamayo, mientras que en Molle Yaco estas concentraciones no son claras
en la misma superficie. Es muy posible que el tipo de práctica agrícola implementado
haya cambiado del formativo al tardío y que dicho cambio se vea reflejado en los valores
de esta especie.

253
Jimena Roldán
254
Jimena Roldán
DISCUSIÓN
A continuación se demostrará cómo el análisis de compuestos y elementos traza pueden
convertirse en una fuente importante de datos para la interpretación del registro
arqueológicos en espacios de actividad humana pasada, donde no quedan restos
materiales para ser estudiados, y porque el suelo, con todos sus atributos y propiedades,
debe de ser considerado un artefacto (Sampietro Vattuone 2007a).

Pero antes una salvedad, en el marco conceptual se re-definieron términos como terraza
y andén de cultivo para este valle, debido a que en varios de los trabajos consultados no
se le da mucha importancia a las evidentes diferencias que estas construcciones
presentan, hasta el punto de ser considerados sinónimos. Los resultados pedológicos y
geoquímicos mostraron que en las regiones estudiadas sólo fueron construidas terrazas
de cultivo. Una de las características más destacable que diferencia una terraza de un
andén es la actividad de relleno que se implementa en los andenes, para nivelar y
aumentar la cantidad de sedimento dentro de estas estructuras (Williams et al. 2010),
hecho que no ocurre en las terrazas, éstas son construidas y con el tiempo y de forma
natural se nivelan y rellenan con sedimento que es arrastrado por el agua, viento o la
gravedad (Denevan 1980). Los análisis pedológico y geoquímico muestran que los perfiles
agrícolas no presentan evidencia de relleno intencional. En el caso del valle de Tafí los
parapetos de las estructuras agrícolas se apoyan sobre el paleosuelo o nivel de ocupación,
no se registraron horizontes 2A u horizontes iluviales potentes; mientras que en el valle
de Santa María, las capas donde se apoyan los parapetos de las mismas estructuras
tampoco parecen estar enterradas bajo cantidades significativas de sedimentos y los
análisis físicos y geoquímicos muestran que la superficie de cultivo coincide con la base de
estos parapetos de contención.

No es una sorpresa reconocer que la infraestructura agrícola implementada en ambos


valles fue muy similar, ya que investigadores como Aschero y Ribotta (2007), Rivolta
(2007), Somonte (2007), Sosa (1996/97), entre otros, hacen referencia a las claras
similitudes en el patrón ocupacional que observan entre sitios Formativos ubicados en la
vertiente occidental de cumbres Calchaquíes en el valle de Santa María y los sitios
Formativos del valle de Tafí. Incluso en el límite de ambos valles (El Infiernillo) Oliszewski
(2009 y 2011) encuentra un sitio netamente Tafí.

VALLE DE TAFÍ

El Tolar-cono glacis

255
Jimena Roldán
En términos generales, los estudios pedológicos presentaron características similares a las
descriptas por Sampietro Vattuone y Sayago (1998) y Sampietro Vattuone (2002) para
esta unidad de paisaje. Un suelo actual poco desarrollado, un paleosuelo bien
desarrollado, horizontes superficiales (Hz 2Ab) erosionados en los perfiles agrícolas y
existentes en los habitacionales, y la presencia de un tercer paleosuelo en algunos de
estos perfiles (ET-P1, ET-P5 y ET-P8).

Los horizontes 2Ab, aún presentes en los perfiles habitacionales ET-P6 y ET-P8, se
encuentran profundamente alterados por la actividad antrópica dado que funcionaron
como piso de ocupación prehispánico. Evidencia de esto último son algunas
características morfológicas y geoquímicas como la compactación, oscurecimiento del
suelo, concentración de fosfatos, alternancia en los valores de cobre, diferencias
estructurales y en el contenido de materia orgánica, que indican la presencia de un
paleosuelo con rastros de actividad humana.

Respecto a la actividad agrícola, el paleosuelo muestra, en las terrazas de cultivo,


características morfológicas y químicas óptimas para el buen desarrollo de plantas
cultivadas, gracias a un pH ligeramente ácido, un PER y un PEA que poseen valores que se
encuentran dentro de rangos aceptables, buena estructura, textura y calidad de la
materia orgánica, valores de calcio no muy elevados y concentraciones de
micronutrientes (Fe, Mn y Cu disponibles) no tóxicas para las plantas. La excepción está
dada por los porcentajes de porosidad que tienden a ser escasos a regulares, situación
poco beneficiosa debido a que las partículas no dejan muchos espacios libres para la
debida aireación de los suelos (Van Breemen y Buurman 2003). Sin embargo, esto último
pudo suceder como consecuencia del sepultamiento de dicho suelo, el peso del
sedimento acumulado con posterioridad pudo disminuir el porcentaje de poros en él
(Garrison 2003).

La materia orgánica ofrece un comportamiento diferencial dentro de la geoforma, se


encuentra más concentrada en los paleosuelos de la zona apical (4,59% promedio) que en
los de la zona media (1,36% promedio) del cono. Stevenson (1982) determina que el
incremento en la aireación del suelo por laboreo y ruptura de los agregados expone a la
materia orgánica a condiciones aeróbicas que siguen al cultivo, estimulando la actividad
microbiana y acelerando su descomposición. Por otra parte, la actividad microbiana
puede ser estimulada por mayor frecuencia en ciclos seco/húmedo que se dan en suelos
irrigados, hechos ya sugeridos para la zona por Sampietro Vattuone (2002) gracias a los
análisis pedológicos que realiza en suelos agrícolas donde encuentra microconcreciones
de carbonato de calcio.

Si se compara este resultado con el porcentaje de materia orgánica registrada para los
horizontes superficiales del suelo actual en toda la geoforma, se observa que el rango
establecido para perfiles de las zonas alta y media del cono son equivalentes. Por lo tanto,
esta variación no corresponde a condiciones microclimáticas propias de la geoforma sino

256
Jimena Roldán
a características del uso prehispánico. Probablemente como resultado de un mayor
laboreo de los suelos ubicados en la zona apical en relación con la zona media.

Al descomponerse la materia orgánica libera nitrógeno, carbono y fósforo orgánico entre


otros elementos y especies. Ante condiciones adecuadas de humedad, el carbono y
nitrógeno quedan rápidamente disponibles para las plantas (Buckman y Brady 1977),
mientras que el fósforo orgánico liberado no es asimilable, por el contrario, es altamente
estable en el perfil y constituye un buen indicador de actividad antrópica, ya que su
descomposición para formar compuestos asimilables es muy lenta (Bohn et al. 1993).

El fósforo disponible no se encuentra agotado como se supuso en trabajos anteriores


(Sampietro Vattuone 2002). Por el contrario, está presente en todos los horizontes de los
perfiles descriptos en terrazas de cultivo, con valores que oscilan globalmente entre 62
ppm y 254 ppm. Comparativamente, en los horizontes paleoedáficos de las estructuras
habitacionales, los valores de fósforo disponible cubren el mismo rango que en los
perfiles de paleosuelos sometidos a actividad agrícola, ocurriendo lo mismo en el perfil
testigo. La concentración de este elemento aumenta con la profundidad, dentro de lo
esperado, considerando que su origen está en el sustrato y es altamente móvil en sentido
vertical debido a los procesos iluviales propios de un suelo (Schlezinger y Howes 2000).

El fósforo orgánico se encontró en altas concentraciones en los horizontes superficiales


de los suelos sometidos a cultivo durante el período prehispánico. En los perfiles
descriptos dentro de las estructuras residenciales la concentración del mismo es algo más
baja. Sin embargo, se sabe que estos valores son productos de la actividad antrópica,
debido a que en el perfil testigo la concentración de esta especie es la más baja
registrada. La pérdida del horizonte 2Ab en los perfiles agrícola, y por lo tanto la pérdida
del fósforo con él, fue producto de la acción de agentes naturales (erosión eólica e
hídrica) ocurridos antes de que el paleosuelo fuese enterrado. Las altas concentraciones
de fósforo orgánico en los horizontes iluviales de estos perfiles responderían, en gran
medida, a la incorporación antrópica de fertilizantes. Ya que, en los suelos sometidos a
cultivo, la concentración de fosforo orgánico tiende a disminuir si no son tratados en
forma regular con abonos orgánicos (Terry et al. 2000). La utilización de guano como
abono natural es una práctica muy usada en la región andina, especialmente entre las
comunidades peruanas actuales, pero también se ha encontrado evidencia de ella en
algunos lugares de Argentina como: Laguna Blanca, Cotagua El Bolsón y Antofagasta de la
Sierra (Korstanje 2005), incluso se halló evidencia arqueológica de esta práctica en El
Bolsón, Catamarca (Korstanje 2007). Un comportamiento similar de esta especie, en
suelos agrícola con aporte externo de restos orgánicos fue registrado en sitios bastante
alejados de los andes como Piedras Negras en Guatemala (Terry et al. 2000) y Cape Cod
en Estados Unidos (Schlezinger y Howes 2000).

257
Jimena Roldán
La actividad humana enriquece al suelo en otros elementos químicos (Ca, Cu, Fe, Mn,
etc.) como resultado de la acumulación de desechos orgánicos e inorgánicos (Entwistle et
al. 2000).

El calcio, considerado un macronutriente, se presenta más concentrado en las estructuras


habitacionales, probablemente debido a las diversas actividades realizadas en cada
sector. La concentración de este elemento estaría vinculada a los espacios utilizados para
el procesamiento y consumo de alimentos como así también a las áreas con evidencia de
restos óseos (Sampietro y Vattuone 2005).

Por último, los micronutrientes (cobre, hierro y manganeso disponibles) se encontraron


en pequeñas cantidades, es decir, no tóxicas y disponibles como nutrientes para las
plantas en los perfiles de suelos agrícolas, con la excepción del horizonte iluvial 2BCb de
ET-P3 (perfil agrícola), donde la concentración de cobre (200 ppm) se encuentra dentro
del rango de toxicidad. Esta anomalía es probablemente consecuencia del accionar
humano, de acuerdo a lo establecido por Pendias y Kabata Pendias (1984).

El hierro y manganeso disponibles, junto con la materia orgánica, se registran más


concentrados en los perfiles de la zona apical del cono (Fe 10,5 ppm y Mn 2,9 ppm
promedio) que en los de la zona media (Fe 2,3 ppm y Mn 0,7 ppm promedio),
probablemente como resultado de la importancia que el porcentaje de materia orgánica
tiene en la solubilidad y bioasimilidad de estos metales pesados (Pendias y Kabata
Pendias 1984, Bohn et al. 1993, Riechaman 2002).

El cobre es uno de los micronutrientes más fuertemente retenido en los suelos, ya que
forma complejos muy estables con la materia orgánica y por lo tanto no queda disponible
para las plantas (Bohn et al. 1993, Pendias y Kabata Pendias 1984). Por ello cuando los
resultados muestran su presencia en los perfiles agrícolas y su ausencia en los
habitacionales, junto con una elevada concentración de fósforo orgánico en los
horizontes superficiales prehispánicos y la existencia de concentraciones apreciables de
fósforo disponible en los perfiles agrícolas se puede argumentar la utilización de
fertilizante orgánico, probablemente guano, para el mantenimiento de los suelos
sometidos a actividad agrícola.

El pH y la textura son indicadores que provocan cambios importantes en el


comportamiento de los elementos y compuestos formadores del suelo y en la morfología
del mismo (Crowther 1997). Los cationes micronutrientes (Fe, Mn y Cu) son mucho más
solubles y asimilables en condiciones levemente ácidas (Buckman y Brady 1977). La
interacción de la acidez del suelo y la aireación que determina la asimilación de
micronutrientes es de gran importancia práctica. Por un lado, los suelos muy ácidos y
pobremente drenados contienen con frecuencia cantidades tóxicas de hierro y
manganeso (Buckman y Brady 1977). Por otro lado, en suelos básicos las altas
concentraciones de calcio fijan fuertemente a los metales pesados no permitiendo a las

258
Jimena Roldán
plantas asimilar dichos micronutrientes. Sin embargo, otras características morfológicas
del suelo también juegan un rol importante en este proceso de asimilación, y estas son la
estructura y la porosidad. Es por ello que, en los perfiles analizados, un pH levemente
ácido (5,07-7,61), una textura adecuada (arcillo arenosa y franco arenosa), una estructura
conforme a lo esperado para cada horizonte, aunque el porcentaje de poros no es el
indicado, no afectaron la biodisponibilidad de macro y micronutrientes, manteniendo sus
concentraciones por debajo del umbral tóxico.

Ahora bien, a partir de lo antedicho sería lógico esperar que los micronutrientes se
comporten de tal forma que se dé la relación Mn > Fe > Cu referida por Pendias y Kabata
Pendias (1984) y Bohn et al. (1993). Sin embargo, esto no ocurre, probablemente, debido
a que la formación de los complejos y por ende la biodisponibilidad de estos
micronutrientes depende de otros factores como el potencial redox, el contenido y tipo
de arcillas, los óxidos de Mn, Fe y Al, y la presencia de cationes y aniones en solución
(Rieuwerts et al. 1998, Riechaman 2002, Silviera et al. 2003, Basta 2004), que a su vez se
ven influenciados por la naturaleza del metal, su interacción con los coloides del suelo, las
propiedades del suelo y el tiempo de contacto del suelo con el metal (Naidu et al. 2003).
A pesar de ello es importante destacar algunas similitudes en las relaciones de estos
micronutrientes y la ubicación de los perfiles. Como por ejemplo los perfiles residenciales
ET-P6 y ET-P8, donde se da la misma relación entre micronutrientes (Fe > Mn > Cu), los
perfiles agrícolas ET-P4 y ET-P7 excavados en el centro de dos terrazas agrícolas (Cu > Fe >
Mn) y en los perfiles ET-P2 y ET-P5 excavados contra el parapeto de contención de dos
terrazas (Fe > Cu > Mn). Es decir que, diferentes actividad antrópica generan relaciones
distintas entre micronutrientes (perfiles residenciales vs perfiles agrícolas). Paralelamente
dentro de una terraza de cultivo también se dan diferentes relaciones entre
micronutrientes, dependiendo del lugar donde se ubican los perfiles (contra el parapeto,
en el centro, o contra el parapeto de la terraza ubicada aguas arriba) (figura 63).

Evidentemente la construcción de terrazas agrícolas genera suelos con condiciones


pedológicas y geoquímicas diferentes a los naturales, e incluso dentro de estas
estructuras estos suelos presentan características distintas relacionadas con el lugar
donde las muestras de sedimentos fueron tomadas. Los perfiles ET-P3, ET-P4 y ET-P5
fueron excavados en una misma terraza de cultivo a diferentes distancias del parapeto de
contención (figura 63). A primera vista está claro que la presencia del parapeto genera la
acumulación de sedimento provocando el desarrollo de suelos más potentes (tal como
fue descrito por Denevan (1980) para culturas andinas precolombinas), ahora bien la
mayor potencia se observa en los perfiles más cercanos al parapeto (ET-P3 y ET-P4), es
decir que la distribución de esta acumulación no fue uniforme en toda la terraza. El
parapeto también favoreció la concentración de nutrientes que tienden a movilizarse por
los procesos de infiltración y escurrimiento subsuperficial. En el caso analizado, sobre el
promedio de los valores del paleosuelo, cuanto más cerca del parapeto de contención
mayor es la concentración de fósforo disponible y menor las concentraciones de fósforo

259
Jimena Roldán
orgánico, calcio y materia orgánica. Incluso la relación entre los micronutrientes es
diferente en cada caso, ET-P3 (Fe > Mn > Cu), ET-P4 (Cu > Fe > Mn) y ET-P5 (Fe > Cu > Mn),
es decir que todos los factores mencionados anteriormente influencian de formas
distintas la biodisponibilidad de los micronutrientes dentro de una misma terraza.

Figura 63. Corte de perfil de la terraza agrícola donde se excavaron las calicatas ET-P3, ET-P4 y ET-P5. Zona
apical cono glacis. Tafí del Valle. Tucumán.

La Costa 2-abanico aluvial

Al igual que Sampietro Vattuone (2002) se cree que las reactivaciones en la dinámica
fluvial erosionaron y cubrieron parte del sector ocupado por habitantes prehispánicos, y
que son las estructuras ubicadas en la zona apical las que mejor conservadas están. Sin
embargo, esta situación está cambiando a la luz de la rápida urbanización que el sector
sufre en la actualidad.

En 10 de los 12 perfiles analizados pedológicamente se observa un suelo actual gris


oscuro (10YR 3/1), por debajo de este un paleosuelo desarrollado a partir de material
loésico retransportado de un color amarillo amarronado claro (10YR 6/4), seguido de un
flujo de detritos. En los otros dos perfiles, LC-P1 (perfil testigo) y LC-P2 (perfil agrícola), el
paleosuelo, registrado en los otros perfiles, no fue enterrado y por lo tanto se encuentra
activo actualmente.

El nivel de ocupación prehispánico se halla en la superficie enterrada del suelo loésico


retransportado o paleosuelo, es decir que se dio en un momento donde las condiciones
climáticas fueron benignas para el cultivo, favorecido por un período de estabilidad
paisajística. Este paleosuelo está definido por una coloración más oscura en el sedimento
de los horizontes superficiales que la observada para el material parental u horizonte C,
horizontes superficiales carbonáticos en LC-P2, LC-P3, LC-P5, LC-P7, LC-P8, LC-P11 y LC-

260
Jimena Roldán
P12 y muy compactados en LC-P10 y LC-P11, concentraciones de fósforo orgánico
elevadas en los horizontes superficiales de LC-P3 y LC-P5, la presencia de material
arqueológico cerámico, óseo y lítico dentro de las estructuras circulares residenciales de
LC-P4, LC-P5 y LC-P12, y una capa de ceniza producto de la actividad antrópica y una
pequeña estructura semicircular de piedra en LC-P12.

Las concentraciones de fósforo orgánico, conocidas por ser indicativas de actividad


humana debido a su capacidad para permanecer inalterables durante lapsos de tiempo
prolongados (Linderholm 2007), no manifiestan alteraciones antrópicas en los perfiles
agrícolas, pero es importante destacar que son mayores a las registradas para el perfil
testigo LC-P1. Por el contrario, son constantes y bajas, sin aumentos significativos en el
nivel de ocupación (superficie del paleosuelo), con la excepción del perfil LC-P11, ubicado
en la zona apical de la geoforma, que si bien las concentraciones de esta especie son
constantes con la profundidad, son también, considerablemente elevadas en relación con
los otros perfiles agrícolas. Incluso en LC-P10, una concentración significativa de fósforo
orgánico se registra en el horizonte 2Cb.

La cerámica y el patrón arquitectónico informan sobre una ocupación formativa tardía de


este sitio, evidentemente estos suelos se explotaron hasta el momento en que las
condiciones climáticas cambiaron provocando el abandono del valle por parte de los
tafíes. Sin embargo, esta geoforma siguió siendo explotada durante el Período de
Desarrollos Regionales, ya que se han encontrado restos cerámicos santamarianos
asociados a estructuras patrón margarita y patrones de ocupación santamarianos en la
zona media y distal de esta geoforma (Manasse 2001, 2006 y 2007).

Si bien en la mayoría de los perfiles las concentraciones de fósforo disponible son


menores a las de fósforo orgánico, siendo esta la relación esperada en suelos afectados
por la actividad antrópica, se registró un caso donde esta relación no se cumple, el perfil
agrícola LC-P6. Es muy probable que el suelo estuviera tan agotado por falta de cuidado
que las concentraciones de fósforo orgánico llegaron a ser menores que las de fósforo
disponible, provocando una relativa esterilidad en estos suelos.

Es importante destacar que a pesar del elevado pH de los suelos, el fósforo disponible aún
se encuentra biodisponible para las plantas. Esta situación llama la atención ya que se
sabe que a pH básicos (> 8) los fosfatos pueden reaccionar con las formas iónicas o
carbonatadas del calcio y formar el trifosfato de calcio, la fluoropatita de calcio, la
clorapatita de calcio y/o la hidroxiapatita de calcio que son insolubles y precipitan fuera
de la solución. Esta circunstancia no permite que el fósforo, en ninguna de sus formas,
quede disponible para las plantas (Tan 1998).

Nuevamente, el pH extremadamente básico (> 8,5) registrado en la mayoría de estos


perfiles no parece afectar la disponibilidad de calcio tampoco, como lo sugiere Manahan
(2000), quien afirma que cuando el pH supera valores como 8,5 el calcio comienza a

261
Jimena Roldán
competir con el sodio, magnesio y potasio por la disponibilidad. Sin embargo, este
elemento está disponible en el material loésico del que está constituido el material
parental (Zinck y Sayago 2001). A su vez, la concentración del mismo aumenta con la
profundidad en el paleosuelo loésico, indicando claramente cuál es su procedencia. En los
perfiles excavados dentro de estructuras residenciales las concentraciones de este
elemento incluso son mayores que las obtenidas en los perfiles agrícolas y en el perfil
testigo, posiblemente como resultado de las distintas actividades realizadas en estos
contextos, que hacen un aporte externo de calcio al suelo a partir de las actividades
llevadas a cabo en los recintos, situación ya sugerida por Sampietro y Vattuone (2005)
para una estructura residencia del sitio El Tolar.

Con respecto a los micronutrientes se obtuvieron concentraciones de hierro, manganeso


y cobre disponibles bajas, lo que significa que en los suelos agrícolas están biodisponibles
y no son tóxicos para las plantas (Bohn et al. 1993, Manahan 2000).

En todos los perfiles la relación entre los micronutrientes es igual. La concentración de


hierro disponible es mayor a la concentración de cobre disponible y esta es, a su vez,
mayor a la de manganeso disponible. Las concentraciones de cada micronutriente,
promediadas por perfil, muestran una clara diferencia entre el hierro disponible y los
otros dos elementos. La excepción se observa en LC-P8 (perfil residencial) donde dicha
diferencia, si bien existe, no es tan marcada. Concuerda con el bajo porcentaje de materia
orgánica registrado que no permite la estabilidad de los complejos de cambio y quelatos,
producto de la reacción de la materia orgánica con los metales (Bohn et al. 1993). Que a
su vez afecta la distribución del manganeso disponible a lo largo de un perfil, ya que los
valores de manganeso disminuyen con la profundidad cuando los porcentajes de materia
orgánica permiten su asociación en complejos órgano-minerales que evitan su pérdida
por lixiviación (Roca et al. 2007). Nuevamente esta situación sólo se da en tres de doce
perfiles, en la mayoría las concentraciones de manganeso disponible aumentan con la
profundidad.

Sin embargo, como ya fue detallado para el sitio El Tolar, otros factores afectan también
la biodisponibilidad de estos micronutrientes, entre ello se encuentra el pH, que al ser
básico o muy básico no permite una buena solubilidad y biodisponibilidad de estos
metales, afectando la relación entre ellos. Buckman y Brady (1977) especifican que a pH
levemente ácidos es cuando los micronutrientes y algunos macronutrientes se
encuentran plenamente biodisponibles para que las plantas cultivadas los asimilen.

La ubicación de los perfiles agrícolas dentro de las terrazas de cultivo mostró ser
fundamental en los valores de ciertos elementos y especies analizados. Cuanto más cerca
del parapeto de contención, mayores son las concentraciones de fósforo orgánico,
fósforo disponible y calcio, mientras que cuanto más lejos, menores son dichos valores.
Una vez más se puede afirmar que un suelo dentro de una terraza posee propiedades

262
Jimena Roldán
diferenciales, que dependen de la distancia a la que se encuentran del parapeto de
contención.

Complementariamente, dos de los perfiles residenciales, LC-P5 y LC-P12, presentan


particularidades en su estratigrafía antrópica a tener en cuenta. La secuencia
estratigráfica de LC-P5 pudo ser entendida gracias a los análisis pedológicos y
geoquímicos realizados. Dejando de lado el suelo activo, se estableció que: por la textura,
concentración de fósforo orgánico y ubicación de la piedra plana entre los 40 y 45 cm de
profundidad se estaba desarrollando un paleosuelo (Hz 2ABb). Por debajo de éste se
encuentra una capa de sedimento (2C1) cuyo límite superior está dado por dicha piedra y
su límite inferior por un horizonte de suelo con estructura y coloración diferentes. Esta
capa se genera a partir de la remoción del horizonte 3Ab y posterior relleno de este
espacio, evidente en la falta de estructura, distinta coloración y el grado de compactación
del sedimento. Dentro de esta capa, se encontraron también, restos de una olla casi
entera y dentro de ella fragmentos de hueso animal. La olla se hallaba a los 70 cm de
profundidad, pero fragmentos de la misma comienzan a aparecer a los 40 cm de
profundidad, es decir que procesos postdepositacionales (Butzer 1989) afectaron la
distribución de estos fragmentos dentro del perfil e incluso fracturaron la porción de la
olla que aún se encontraba en su contexto primario. Llama la atención que la
concentración de fósforo orgánico en dicha capa no refleje la actividad humana
registrada.

El patio de una residencia Tafí era utilizado para múltiples actividades y en el mismo se
excavaban y construían cámaras para almacenar alimentos o enterrar a los muertos
(Berberián y Nielsen 1988b, Sampietro Vattuone 2002, Sampietro y Vattuone 2005).
Ahora bien, es poco probable que en este caso se utilizara como silo ya que los restos
arqueológicos fueron enterrados, y no se encontró una recámara construida para ello,
tampoco es probable que se utilizara como espacio funerario ya que, por un lado no se
encontraron restos óseos y por el otro las concentraciones de fósforo orgánico y calcio no
informan sobre la presencia de restos humanos. Probablemente, se trató de algún tipo de
ofrenda a la madre tierra propiciatoria para la fundación de la vivienda, en caso de ser así,
sería la primera en su tipo encontrada en el valle. Una situación similar describe Salazar
(2010) para el sitio La Bolsa 2 ubicado en el valle de Tafí, él encuentra una ofrenda
constituida por restos cerámicos y óseos de camélido contra el parapeto de contención
de una estructura agrícola.

En el caso de LC-P12, perfil excavado también en el centro del patio de una estructura
circular compuesta de tipo residencial, la estratigrafía descripta presenta sus
peculiaridades. Al igual que el perfil anterior la secuencia estratigráfica antrópica pudo ser
entendida gracias a los análisis pedológicos y geoquímicos realizados. El piso de
ocupación prehispánico se encuentra al metro de profundidad con la presencia de un
horizonte 2Ab que tiene una coloración diferente, restos cerámicos, líticos pero

263
Jimena Roldán
especialmente óseos de camélidos y cérvidos, espículas de carbón y una estructura
semicircular construida sobre el mismo. Muchos de los restos óseos y las espículas de
carbón migraron al horizonte subyacente (Hz 3Bb) como consecuencia de los procesos
post-depositacionales a los que estos suelos fueron sometidos una vez abandonado el
sitio (Butzer 1989). Sin embargo, la capa de cenizas localizada por encima de este
paleosuelo también es producto de la actividad humana. Entonces, una capa de cenizas
con concentraciones elevadas de fósforo orgánico, sobre una estructura semicircular de
no más de 1 m de diámetro, dentro de la cual se halló una cantidad importante de restos
de camélidos y cérvidos (alguno de ellos quemados), que presentaban marcas de cortes y
golpes, como así también fragmentos cerámicos son indicativos de que en ese lugar se
encontraba un fogón o cocina, donde se preparaba la comida que se consumía.
Concentraciones elevadas de fósforo orgánico también se han registrado en cenizas de
fogones en el sitio Aguas Negras ubicado en la ciudad de Jujuy (Ortiz 2003), y en sitios
arqueológicos de Oaxaca (Middleton y Prince 1996) y Aguateca (Terry et al. 2004) en
América Central.

En el resto de los perfiles residenciales es probable que los restos orgánicos hayan sido
eliminados de los pisos ocupacionales por medio de la limpieza de los espacios comunes,
por lo tanto el proceso de descomposición de la materia orgánica e incorporación de
fósforo orgánico al suelo no tuvo lugar. Esta situación ha sido estudiada dentro de
estructuras residenciales en un sitio de Aguateca por Terry et al. (2004), donde la mayor
concentración de fósforo orgánico es registrada no sólo en las áreas de preparación de
alimentos sino también de desechos de restos orgánicos donde se formaron verdaderos
montículos de basura.

En ambos casos, la actividad humana modifica radicalmente la estratigrafía natural,


haciéndola más compleja y provocando cambios que son difíciles de entender sin los
análisis pedológicos y geoquímicos correspondientes. El hombre modifica el
medioambiente que lo circunda, actúa como agente geomorfológico generando
sedimentos arqueológicos que requieren una atención e interpretación específicas (Herz
y Garrison 1998, Rapp y Hill 1998). Posteriormente, una vez que los sitios son
abandonados los procesos post-depositacionales e incluso post-ocupacionales (referido a
la actual urbanización) comienzan a actuar generando patrones de ubicación o procesos
de meteorización que afectan el estado de los restos arqueológicos dejados atrás (Herz y
Garrison 1998, Rapp y Hill 1998). Todos ellos son factores a tener en cuenta al momento
de interpretar los resultados obtenidos.

Para concluir, son notorias las diferencias registradas entre los perfiles antrópicos y el
perfil natural, pero también las observadas entre perfiles antropizados. La actividad
humana no sólo modifica el medioambiente sino que cada tarea deja su particular
impronta sobre los suelos que habitan. La construcción y la actividad agrícola generan
cambios en la geoquímica y física de los suelos distintos a los provocados por la

264
Jimena Roldán
construcción de viviendas y la actividad doméstica. Incluso, los procesos
postdepositacionales que afectaron estos suelos y a los elementos en ellos encontrados
actúan de formas diferentes en uno y otro caso.

El Potrerillo-glacis cubierto

La actual urbanización del glacis modificó el paisaje arquitectónico del formativo haciendo
muy difícil la reconstrucción, hoy en día, del patrón de distribución de las estructuras que
lo componían. Sin mencionar la falta de opciones al momento de elegir las estructuras
arqueológicas dentro de las cuales se excavarían los perfiles correspondientes.

Como punto de partida es importante mencionar el registro de estructuras agrarias en


este glacis cubierto, como así también la existencia de estructuras agrícolas observadas
en prospecciones del glacis cubierto ubicado en el piedemonte de Cumbres Calchaquíes
que a su vez han sido también descriptas por Manasse (2001, 2003 y 2007). Esta
evidencia deja sin efecto lo que Sampietro Vattuone (2002) considera como unidades de
paisajes utilizadas únicamente para la construcción de estructuras residenciales. Es justo
especificar que las descripciones de campos de cultivo realizadas por Manasse están
asociadas a estructuras del Período de Desarrollos Regionales. Paralelamente, la
urbanización actual a la que se ven sometidos ambos glacis dificulta sobre manera la
visualización, por medio de fotointerpretación, de estructuras agrícolas, o de cualquier
otro tipo, y cuando se prospecta se descubren fragmentos de lo que parecen terrazas de
cultivo y líneas de despedre cuya filiación temporal y por lo tanto cultural son difíciles de
determinar, sino imposibles.

En la geoforma de El Potrerillo, los resultados obtenidos muestra suelos que responden a


características ambientales propias de la zona, donde la composición del material
parental, la topografía (pendiente pronunciada de corta longitud), las características
texturales (gruesas y permeables), los procesos de erosión hídrica (particularmente
mantiforme) y la acción antrópica actual (pastoreo, agricultura y urbanización) dieron
lugar a la evolución de suelos permeables y poco desarrollados, donde se observa cierta
uniformidad en la concentración de los elementos analizados.

El nivel de ocupación prehispánico es un paleosuelo bien definido en el perfil EP-P3,


caracterizado por un horizonte 2Ab potente y compacto, con restos arqueológicos
(alfarería, huesos de camélido y cenizas) distribuidos en su interior y una elevada
concentración de fósforo orgánico. Paralelamente se registraron concentraciones
elevadas de esta especie en el horizonte superficial 2Ab de EP-P4 y los horizontes iluviales
2Bb de EP-P5 y EP-P6. La excepción esta dad por el perfil EP-P1 que no fue enterrado, esta
misma situación fue registrada para La Costa 2, también dentro del sector agrícola.

No está muy claro que función cumplieron los restos encontrados en EP-P3, sin duda se
trata de una terraza de cultivo y nada parece indicar que estos restos arqueológicos
hayan sido enterrados allí, sí es evidente que la potencia del horizonte 2Ab, no es de

265
Jimena Roldán
origen natural. Esta situación ya fue registrada por Rapp y Hill (1998), ellos aseveran que
los horizontes superficiales que, junto con otras características, presentan una potencia
fuera de lo habitual son el resultado de la actividad humana. Probablemente haya sido
algún tipo de ofrenda a la Madre Tierra, quizás se tapó o enterró a baja profundidad,
utilizándose la cantidad suficiente de sedimento como para que el horizonte 2Ab lo
incorpore. Tal como fuera enunciado anteriormente, este tipo de actividad religiosa fue
registrada por Salazar (2010) contra el parapeto de contención de una estructura agrícola
ubicada en el sitio La Bolsa 2 (valle de Tafí), es decir, en el mismo tipo de estructura y
lugar donde fueron encontrados los restos en este sitio, con la particularidad de que la
conservación de los restos de la Bolsa 2 fue mucho mejor que en la de este caso.

Como es de esperarse entre los perfiles excavados dentro de una misma terraza se
observan similitudes pero también diferencias. Una de las diferencias que más llama la
atención es la registrada entre EP-P1 y EP-P2, donde en el primero no se observa la
existencia de un paleosuelo, mientras que en el segundo sí; esta situación generó
diferencias entre ellos, no observadas en los perfiles de las otras dos terrazas. Por
ejemplo, el perfil EP-P1 es menos profundo que el perfil EP-P2 (ubicado contra el
parapeto de la terraza), mientras que en el resto de las terrazas los perfiles ubicados
contra el parapeto de contención (EP-P3 y EP-P5) son más profundos que los ubicados
contra el parapeto de las terrazas aguas arriba (EP-P4 y EP-P6), como consecuencia de la
acumulación de sedimentos en los suelos emplazados contra los parapetos de
contención. Otra similitud compartida por los perfiles ubicados en el mismo lugar en
diferentes terrazas es la relación que se establece entre los micronutrientes en los perfiles
EP-P3 y EP-P5, emplazados contra el parapeto de las mismas, que a su vez es diferente al
registrado por los otros perfiles excavados dentro de estas mismas terrazas (figura 64).

Si bien no todos los perfiles excavados en la misma ubicación dentro de terrazas


diferentes presentan las mismas características, el sólo hecho de compartir algunas de
ellas refleja las propiedades que se generan en los suelos cultivados a partir de la
construcción de una infraestructura agrícola, es decir, disminución de la pendiente y por
lo tanto acumulación natural de sedimento, diferencias de temperatura, retención de la
humedad, etc. Estas propiedades ya han sido atribuidas para terrazas y andenes de
cultivo ubicados en el valle vecino de Santa María (Williams et al. 2010) y en otras
regiones andinas (Denevan 1980).

266
Jimena Roldán
Figura 64. Croquis de las calicatas excavadas en el sitio El Potrerillo. En color verde se encuentran los
perfiles EP-P1 y EP-P2 excavados en la misma terraza, en color rojo se observan los perfiles EP-P3 y EP-P4
excavados en la misma terraza, ubicada aguas arriba de la anterior y en color violeta se encuentran los
perfiles EP-P5 y EP-P6 excavados en la misma terraza, ubicada aguas arribas de la anteriormente
mencionada. Zona media del glacis cubierto El Potrerillo. Tafí del Valle. Tucumán.

En relación al porcentaje de materia orgánica, ya se ha referido en los dos subtítulos


anteriores lo que sucede con la dinámica de los micronutrientes cuando este elemento
escasea en un perfil, este caso no es la excepción. La relación entre los micronutrientes
no es la requerida para suelos bajo cultivo (Mn > Fe > Cu), pero si la esperada para suelos
con porcentajes de materia orgánica muy bajos. Incluso la distribución del manganeso
disponible a lo largo de los perfiles se ve afectada por la escasez de ésta, en vez de
disminuir con la profundidad, aumenta. No hay que olvidar que el porcentaje de materia
orgánica es un factor determinante en la presencia, distribución y biodisponibilidad de los
micronutrientes del suelo (Riechaman 2002, Roca et al. 2007). Sin embargo, no es el único
factor que interviene, también hay otros como el pH, potencial redox, el contenido y tipo
de arcillas, los óxidos de Mn, Fe y Al y la presencia de cationes y aniones en solución
(Rieuwerts et al. 1998, Riechaman 2002, Silviera et al. 2003, Basta 2004), que a su vez se

267
Jimena Roldán
ven influenciados por la naturaleza del metal, su interacción con los coloides del suelo, las
propiedades del suelo y el tiempo de contacto del suelo con el metal (Naidu et al. 2003).

Es decir, que es muy complejo poder especificar cuáles fueron los otros factores que
estuvieron involucrados en la disponibilidad de los mismos. Pero algo es seguro el pH es
levemente ácido, condición óptima para que tanto micro como macronutrientes estén
totalmente biodisponibles para las plantas cultivadas, por lo tanto no estuvo involucrado
en la relación que se dio entre micronutrientes.

Los análisis de laboratorio muestran un suelo pobre en elementos necesarios para el


buen desarrollo de plantas cultivadas, hecho manifiesto en porcentajes bajos de materia
orgánica, estructuras poco desarrolladas, escasa potencia de los horizontes y la dinámica
descripta para la concentración de los micronutrientes.

Finalmente, es destacable que a pesar de que las concentraciones de fósforo orgánico son
elevadas en todos los perfiles excavados, no se observan en el nivel de ocupación valores
importantes de esta especie que marquen una diferencia entre este límite y el resto de
los horizontes, con la excepción de EP-P3 y EP-P4, donde incluso esta diferencia de
concentraciones no es muy significativa y su aporte pudo perfectamente ser por
acumulación natural de materiales orgánicos arrastrados por la gravedad y el agua contra
el parapeto de la terraza. Ninguno de los perfiles muestra aporte de abono orgánico
externo.

La macro escala

En las geoformas estudiadas, el análisis pedológico muestra la presencia de un ciclo


suelo/paleosuelo en prácticamente todos los perfiles. Donde rasgos químicos y
morfológicos de los sedimentos como así también la presencia de materiales
arqueológicos informan sobre la condición antrópica (nivel de ocupación prehispánico) de
estos suelos enterrados.

Los cambios climáticos observados para el Holoceno tardío afectaron extensas regiones
geográficas, éstos pueden ser reconocidos, a escala micro, en el análisis pedológico y
geoquímico de los suelos (Sampietro Vattuone 2007b), donde la potencia y desarrollo
edáfico del paleosuelo es mayor a lo registrado para el suelo actual, y los procesos
erosivos que afectaron la región se ven plasmados en la eliminación de la mayoría de los
horizontes 2Ab en las estructuras agrícolas y de algunos horizontes 2Ab en las
residenciales.

Por supuesto, estas afirmaciones no son una novedad, otros investigadores han referido
este hecho para las mismas (Sampietro y Sayago 1998, Sampietro 2001 y Sampietro
Vattuone 2002) y otras unidades de paisaje ubicadas dentro del valle (Sampietro
Vattuone 1999) y para el valle aledaño, y muy relacionado con Tafí, de La Ciénega (Iacullo
2004).

268
Jimena Roldán
En los tres casos es evidente que este pueblo andino se asentó en estos paisajes en
momentos de estabilidad medioambiental y probablemente de condiciones climáticas
más húmedas y cálidas que las actuales. La pedología y geoquímica de cada una de estas
geoformas muestra claras diferencias en el material de procedencia, el tiempo de
desarrollo e incluso en las condiciones microclimáticas en las que se formó cada suelo,
pero comparten una característica común y esta es que se practicaron actividades
antrópicas muy similares. Una vez que las condiciones medioambientales empeoraron
estos sitios fueron abandonados y cubiertos con sedimentos, sobre los cuales se formó el
suelo actual, cuyas características pedológicas y geoquímicas son muy uniformes y
contrastantes con las del paleosuelo, mostrando claras diferencias en las condiciones
ambientales y el lapso de tiempo en los que ambos suelos se desarrollaron.

Los sitios estudiados en esta oportunidad fueron contemporáneos en algún momento del
Formativo. El sitio El Tolar, según datación radiocarbónica (Sampietro Vattuone 2002),
estuvo habitado durante el Formativo medio, La Costa 2, por medio del análisis
ceramológico, durante el Formativo medio y probablemente superior, y El Potrerillo, por
el mismo método de cronología relativa que el anterior, durante el Formativo medio.
Estos paisajes fueron explotados por el hombre en condiciones medioambientales
similares, pero para que su explotación agrícola rinda, un suelo necesita con cierta
regularidad ser abonado, ya que los nutrientes que extraen de la materia orgánica son
consumidos rápidamente por las plantas o eliminados por el regadío. Ahora bien, se sabe
que la utilización de guano como abono orgánico para suelos agrícolas es una costumbre
muy conocida y aún utilizada entre los pueblos andinos (Korstanje 2007), incluso se ha
encontrado evidencia arqueológica de su uso en el valle del Bolsón en el NOA (Korstanje
2010). El guano es una fuente importante de fósforo orgánico (Middleton y Price 1996)
además de mejorar la textura y estructura de un suelo y de conservar la humedad del
mismo por más tiempo (Korstanje 2005). Los perfiles agrícolas de El Tolar muestran clara
evidencia de la utilización de un fertilizante orgánico, no sólo por las elevadas
concentraciones de fósforo orgánico en el horizonte superficial del paleosuelo sino
también por la presencia de cobre disponible, ausente en los perfiles residenciales de esta
geoforma. Mientras que en La Costa 2 y El Potrerillo esta situación no se da.

El comportamiento diferencial observado en las concentraciones de fósforo orgánico


entre el sitio El Tolar y los sitios La Costa 2 y El Potrerillo puede estar relacionado al
momento en que estas estructuras agrícolas fueron acondicionadas y utilizadas.
Consideramos relevante destacar que el sitio cuyas asociaciones cerámicas y datación es
más temprana es el que presenta evidencias claras de abonado. Dado el estado general
de las investigaciones en el valle no tenemos constancia del momento de abandono de
cada sector, lo que está claramente establecido es que el comportamiento agrario fue
distinto.

269
Jimena Roldán
A esta situación pueden sumarse los procesos postdepositacionales que intervinieron una
vez abandonados los sitios, no hay que olvidarse que las condiciones imperantes a finales
del primer milenio fueron áridas, propiciando fenómenos erosivos, producto de un clima
seco y frío, que eliminaron el horizonte superficial de muchos de estos perfiles,
llevándose consigo las concentraciones de fósforo orgánico.

Es aceptable pensar que El Tolar haya sido uno de los asentamientos habitado (tafíes) por
un muy prolongado período de tiempo, incluyendo el Formativo superior, ya que no sólo
los suelos agrícolas muestran concentraciones de fósforo orgánico muy elevadas, sino
que lo mismo ocurre en los suelos habitacionales. Se sabe que en las estructuras
residenciales los espacios utilizados para diferentes actividades domésticas eran
limpiados periódicamente, es decir que la mayor fuente de fósforo orgánico antrópico
(desechos orgánicos de diversas naturalezas y restos óseos) era removido de los
contextos domésticos con excepción de las cenizas de madera encontradas en los fogones
(Middleton y Price 1996). Por lo tanto, es esperable registrar bajas concentraciones de
esta especie en el interior de una estructura residencial, sin embargo este no es el caso, el
hallazgo de altas concentraciones de fósforo orgánico se da como resultado de
ocupaciones que perduraron en el tiempo permitiendo que los pisos concentren mayor
cantidad de evidencia geoquímica.

Porqué se da esta situación es, por el momento, algo que entra en el campo de la
especulación. Sin embargo, hay que tener en cuenta que ante cambios ambientales
similares los grupos humanos no necesariamente muestran comportamientos sociales
semejantes. Olivera et al. (2008) lo expresan muy bien cuando afirman que si bien la
situación cambiante del medioambiente debe haberse reflejado en las estrategias de
asentamiento y subsistencia de los grupos humanos, clima y ambiente no determinan la
respuesta de la sociedad en forma directa sino que se produce un abanico de opciones
entre las que el grupo escoge. En el caso del valle de Tafí, si bien para el año 1000 d. C.
este había sido abandonado por los tafíes, el proceso de abandono seguramente fue
progresivo, no toda la población dejó el valle al mismo tiempo, aquellos que se quedaron
tuvieron que adaptar sus estrategias de supervivencia a las cambiantes condiciones. Un
hecho a tener en cuenta es que el trabajo agrario a gran escala exige cierta centralización
de la mano de obra, situación que pudo verse deteriorada a medida que la población
disminuía.

Este proceso de abandono dejó su impronta en los suelos que habitaron. Posiblemente, la
presencia en el Formativo inferior de asentamientos nucleados, donde el espacio
residencial estaba separado del agrícola (Salazar y Franco Salvi 2010, Oliszewski 2011),
estuvo fuertemente influenciado por las óptimas condiciones climáticas imperantes en
dicha época (Sampietro Vattuone 2002), que permitieron el crecimiento y desarrollos de
poblados de gran magnitud. Ahora bien, cuando en el Formativo superior las condiciones
climáticas cambiaron a secas y frías (Sampietro Vattuone 2002), haciendo muy difícil la

270
Jimena Roldán
vida agrícola, este pueblo no tuvo otra opción que adaptarse a dicha situación. Algunos
dejaron el valle en busca de lugares menos hostiles, probablemente valles menos
afectados por estos cambios, o bajaron al piedemonte y/o la llanura. A partir del registro
arqueológico se sabe que los tafíes mantuvieron estrechas relaciones con pueblos de
otros valles y de selvas occidentales (González 1962, Krapovickas 1968, Heredia 1975,
Bernasconi de García y Baraza de Fonts 1985, Berberián y Nielsen 1988a, Núñez Regueiro
y Tartusi 1990, Tartusi y Núñez Regueiro 1993, Cremonte 1996, García Azcárate et al.
2003, Iacullo 2004). Mientras que aquellos que decidieron quedarse debieron modificar
su patrón de prácticas agrarias, probablemente, desatendiendo actividades tales como el
abonado de los campos.

A pesar de ello, es evidente que en El Tolar las concentraciones de fósforo orgánico son
más elevadas que las registradas para El Potrerillo, siendo La Costa 2 el sitio con
concentraciones de esta especie más bajas, tanto que en dos casos (LC-P1 y LC-P6) son
aún menores que las registradas para el fósforo disponible. Lógicamente las
características de cada unidad de paisaje y su ubicación dentro del valle jugaron y están
jugando un papel importante en las concentraciones generales de esta especie, donde el
aporte de materia orgánica al suelo, porcentaje de humedad, pendiente, tipo de material
parental, etc., son factores importantes para la continuidad de la misma en un suelo.

La actividad humana prehispánica quedó claramente plasmada en la física y geoquímica


de los suelos que habitaron. Por lo tanto, los suelos antropizados y aquellos naturales o
testigo muestran francas diferencias, como ser: la ausencia de un paleosuelo en un
perfiles testigo (LC-P1) y su presencia en la mayoría de los perfiles antrópicos, con la
excepción de dos perfiles agrícolas (LC-P2 y EP-P1); la ausencia del horizonte 2Ab en la
mayoría de los suelos antropizados como resultado de los procesos erosivos que
afectaron a la región a partir de importantes cambios en las condiciones climáticas, el
desarrollo de paleosuelos potentes con evidencia clara de actividad humana en la
potencia de algunos horizontes superficiales, la presencia de restos arqueológicos,
elevadas concentraciones de fósforo orgánico, etc.

Pero también se observaron distinciones entre los suelos sometidos a actividad agrícola y
aquellos sobre los cuales se llevaron a cabo actividades de tipo doméstico. La
construcción de las terrazas agrícolas permitió que una serie de características se dieran
en estos perfiles, como ser la acumulación de sedimento de forma natural, la reducción
de la pendiente, la retención de la humedad, el favorecimiento de los procesos de
edafización e iluviación, es decir, la generación de un microclima propicio para el
desarrollo de plantas cultivadas, situación ya mencionada por Denevan (1980) para la
región andina norte, que en los perfiles habitacionales no se observa. Dentro de estos
últimos las bajas concentraciones de fósforo inorgánico, las elevadas concentraciones de
calcio, la ausencia en algunos casos de metales pesados como el cobre disponible y la
presencia de restos arqueológicos, informan sobre el tipo de actividades practicadas en

271
Jimena Roldán
estas estructuras. Incluso la forma en que estos perfiles antrópicos (tanto agrícolas como
residenciales) fueron afectados con posterioridad a su abandono por los procesos
postdepositacionales fue diferente en cada caso, es decir, los habitacionales parecen
haber estado más resguardados de las inclemencias climáticas que los agrícolas.

Algunas viejas teorías fueron refutadas. Evidentemente en todo el valle se practicó en


época precolombina la agricultura, las diferencias altitudinales (Berberián y Nielsen 1988a
y Berberián y Giani 2001), tipos de suelos y proximidad a fuentes de agua (Sampietro
Vattuone 2002) no fueron limitantes a la hora de elegir terrenos para cultivar,
probablemente la única restricción haya sido la condición climática imperante en el
momento en que dicha actividad fue practicada. Denevan (1980) refiere a que no
necesariamente todas las estructuras agrícolas necesitaban ser irrigadas artificialmente,
es decir que se practicaba, en algunos casos, la agricultura de secano. Esta parece ser la
situación de las estructuras agrícolas encontradas en la Quebrada de los Corrales (El
Infiernillo) por Oliszewski en el año 2005, donde aparentemente utilizaban un sistema de
riego natural estacional, controlando el agua de lluvia (Caria el al. 2010a). Mientras que
en el resto del valle el regadío era necesario para los cultivos, ejemplos de ello son los
sistemas de terrazas encontrados en El Tolar, La Costa 2 y El Potrerillo, donde se han
hallado restos de canales o acequias que distribuían el agua, a pesar de que cada uno de
estos sitios está emplazado en diferentes unidades de paisaje con características
morfogenéticas distintas.

Se considera importante destacar que si bien hay una serie de factores que permiten el
buen desarrollo de una planta cultivada, la mayoría de la bibliografía consultada refiere a
que un planta puede crecer aún en condiciones pedológicas adversas; que madure y
produzca el alimento requerido va a depender del tipo o especie de planta cultivada y del
cuidado que se le brinde (Ortega Cartaya 1998).

VALLE DE SANTA MARÍA

No se han encontrado trabajos de investigación donde se haga referencia a estudios


físicos y geoquímicos de capas de tierras agrícolas no edafizadas, con la excepción de
Caria et al. (2010a) quien realizada descripciones y unos pocos análisis geoquímicos
(carbono, nitrógeno, fósforo y materia orgánica) de las capas de sedimento que
conformaban algunas de las estructuras agrícolas encontradas en la Quebrada de Los
Corrales en El Infiernillo (valle de Tafí). Lo que abundan son trabajos que estudian la
geoquímica de capas de sedimento antrópicas, producto de diversas actividades
domésticas (Middleton y Price 1996, Sullivan y Kealhofer 2004, Terry el al. 2004, Wells et
al. 2000) o de procesos postdepositacionales y/o postocupacionales (Ball y Kelsay 1992),
que a su vez se encuentran relacionadas a un suelo.

272
Jimena Roldán
Por lo tanto la discusión presentada a continuación es, en sí misma, una forma nueva y
distinta de estudiar sedimentos arqueológicos a partir de análisis físicos y geoquímicos,
en este caso referidos a una actividad específica como es la agricultura.

Molle Yaco-abanico aluvial

En esta geoforma, el nivel de ocupación prehispánico pudo establecerse a partir de


indicadores físicos y geoquímicos. En general, se encuentra entre los 20 y 40 cm de
profundidad, enterrado bajo una o dos capas de sedimentos, con la excepción de MY-P7
donde la superficie de ocupación se encontró bajo 4 capas de sedimentos. Los
indicadores de las superficies de cultivo fueron: la presencia de estructuras en bloques,
diferencias en la textura y color, leve aumento en la concentración de fósforo orgánico y
la ubicación de la base de los parapetos de contención. No se hallaron restos
arqueológicos por lo que los únicos indicios de actividad humana fueron las estructuras
propiamente dichas y los indicadores físicos y geoquímicos analizados. Cuando nada
material se conserva, sólo quedan rastros indirectos de actividades humanas
intencionales en las firmas químicas de un suelo o sedimento (Beck 2007, Herz y Garrison
1998).

Los perfiles agrícolas MY-P7 y MY-P8 (ubicados en el medio de dos terrazas agrícolas)
presentan estructura en bloque en sus superficies de cultivo y una textura más fina que el
resto de las capas, esto junto a la presencia de canales de riego son indicativos de la
utilización de sistemas de riego para el cultivo de estas terrazas. El agua es una de las
propiedades más importantes para el desarrollo de un suelo, sin ella no existe la
pedogénesis (Rapp y Hill 1998, Van Breemen y Buurman 2003). Entonces, la construcción
de terrazas agrícolas que tienen la propiedad de acumular sedimento en su interior y de
retener la humedad por más tiempo (Denevan 1980), y la presencia de canales de riego
permitió el desarrollo de una capa levemente edafizada de origen antrópico.

Las concentraciones de fósforo orgánico en las superficies de cultivo no son indicativas de


actividad humana, situación que puede tener dos explicaciones. O los procesos erosivos
postocupacionales imperantes en esa época borraron todo rastro de su presencia, o las
plantas cultivadas no necesitaban abono. Durante mucho tiempo se consideró que el
maíz fue uno de los cultivos más importantes en el mundo andino precolombino. En la
actualidad se manejan otras hipótesis para el valle de Santa María, donde parece ser que
durante el Tardío, el cultivo predominante fueron los tubérculos (Williams et al. 2010).
Algunos de ellos no necesitan abono o ser abonados con regularidad y crecen bien en
climas fríos y secos (Ortega Cartaya 1998), es decir, en climas de altura como los del valle
de Santa María. Aunque Sampietro y Neder (2011) determinan que los abanicos aluviales
estuvieron habitados únicamente durante el Período Formativo, ya que la posterior
aridización del medioambiente, dejo a estas geoformas prácticamente sin agua para la
manutención de las terrazas de cultivo y a la presencia excepcional de estructuras

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Jimena Roldán
formativas, sabemos que estos pueblos conocían y cultivaban diferentes tipos de
tubérculos (Oliszewski 2004 y 2009), por lo que es probable que estos abundaran.

Las relaciones entre los micronutrientes son iguales para todos los perfiles agrícolas en la
superficie de cultivo, Fe > Cu > Mn, donde las concentraciones de este último elemento
son tan bajas que podría decirse que está prácticamente ausente. Por lo que la única
diferencia que se puede establecer entre los perfiles excavados contra el parapeto de
contención de las terrazas (MY-P4, MY-P5 y MY-P6) y aquellos excavados en el medio de
las mismas (MY-P7 y MY-P8), es la mayor profundidad a la que se encuentran enterradas
las superficies de ocupación y la presencia de estructuras en estos últimos perfiles.

En tres de los perfiles excavados se registró una anomalía no esperada, que arrogó
resultados nada relacionados con este trabajo pero importantes de mencionar. En dos
perfiles testigo (MY-P1 y MY-P3) se descubrieron capas de cenizas volcánicas en la última
capa de cada perfil. Todas ellas presentan las mismas características, elevadas
concentraciones de fósforo orgánico, calcio y hierro disponible, estos dos últimos
elementos presentan valores considerablemente mayores a los registrados para las otras
capas.

Yasyamayo-glacis cubierto de nivel 2

Al igual que en Molle Yaco, el nivel de ocupación prehispánico pudo establecerse a partir
de indicadores físicos y geoquímicos. En general se encuentra entre los 10 y 40 cm de
profundidad, enterrado bajo una o dos capas de sedimentos. La presencia de estructuras,
diferencias en la textura, el color y el pH, concentraciones elevadas de fósforo orgánico, la
calidad de la materia orgánica y diferencias en las concentraciones de calcio y
micronutrientes son los indicadores de dicho nivel. En ninguno de estos perfiles se
encontraron restos arqueológicos, probablemente como consecuencia de los procesos
erosivos que afectaron la zona (Strecker 1987), la poca profundidad a la cual se encuentra
el nivel de ocupación es un buen indicio de ello. Por lo que sólo se cuenta con los
indicadores geoquímicos para poder reconocer cual fue la superficie de actividad
humana. Estos presentan una distribución más constante y regular, que los restos
arqueológicos, dentro de un área de ocupación (Herz y Garrison 1998).

En relación con las estructuras agrícolas en Y-P3, la superficie de ocupación (C3) se


presenta con estructura en bloques subangulares, lo cual indica que en algún momento
estas terrazas pudieron ser irrigadas o al menos concentrar humedad. El agua es una de
las propiedades más importantes para el desarrollo de un suelo, sin ella no existe la
pedogénesis (Rapp y Hill 1998, Van Breemen y Buurman 2003), es decir, que un nivel con
edafización incipiente de origen antrópico comenzó a desarrollarse, todo ello respaldado
por la presencia del parapeto de contención de la terraza de cultivo que retuvo la
humedad por más tiempo. Debido a las condiciones imperantes, incluso en la actualidad,
una vez abandonadas estas estructuras el nivel en cuestión fue enterrado. Cuando un

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Jimena Roldán
suelo comienza a formarse lo primero en diferenciarse del material parental es el
horizonte A, luego el B y así sucesivamente (Rapp y Hill 1989), es muy posible que, una
vez abandonadas las terrazas, los procesos edáficos se vieran limitados dejando
reminiscencias de un horizonte pobremente edafizado (C3).

La concentración de fósforo orgánico en las superficies de cultivo de las estructuras


agrícolas se registra un poco (Y-P3) o bastante más elevada (Y-P4 e Y-P5) que las capas
subyacentes. Esta situación puede estar indicando la utilización de fertilizantes orgánicos
para el mantenimiento de las tierras de cultivo. Sampietro y Neder (2011) afirman que los
glacis cubiertos de nivel 2 fueron paisajes, por excelencia, elegidos por pueblos
precolombinos para habitar, es decir, que fueron explotados desde el Período Formativo
hasta el Período de Desarrollos Regionales. Incluso en algunos casos se han observado
superposición de asentamientos, situación ya referida por otros investigadores (Aschero y
Ribotta, Rivolta 2007, Scattolin 2000, entre otros) al sur de Yasyamayo. En este glacis en
particular Sampietro y Neder (2011) encontraron, durante la prospección, en superficie
restos de cerámica formativa de tipo Ciénega y Aguada y tardía de tipo Santa María,
mientras que las estructuras formativas y tardías parecen encontrarse superpuestas, por
lo que es muy posible que estas estructuras agrícolas hayan sido utilizadas a lo largo de
toda la época precolombina, y que por ello las concentraciones de fósforo orgánico se
hayan mantenido relativamente intactas todo este tiempo, a pesar de las condiciones
ambientales desfavorables que posee este valle.

La relación de los micronutrientes en los perfiles agrícolas Y-P3 e Y-P5 es igual, Fe > Cu >
Mn, donde las concentraciones de este último elemento son tan bajas que puede decirse
que está prácticamente ausente. Queda claro que las condiciones en las que se cultivó no
eran para nada favorables, sin embargo éste paisaje fue explotado por poblaciones
agrícolas durante mucho tiempo (Períodos Formativo y Desarrollos Regionales) y bajo
condiciones climáticas fluctuantes, por lo que no es errado decir que aún en suelos y
condiciones climáticas desfavorables pueden crecer determinados tipos de cultivos,
probablemente el producto que se obtuvo de esta actividad no fue el mejor pero si lo
suficientemente abundante como para sostener la población asentada en el piedemonte.

Algunos investigadores (Berberián y Nielsen 1988b, Raffino 2007) sugieren, por el tamaño
y la ubicación de la estructura circular donde se excavó el perfil Y-P2, que su función fue
la de almacenar alimentos. Sin embargo, la laminación que presenta en la superficie
ocupacional junto con el cambio de textura más fina, la ausencia de hierro disponible y la
presencia de raíces son más bien indicativos de un piso antes que del fondo de una
estructura de almacenamiento. Posiblemente fue utilizado como lugar de descanso.

La macro escala

275
Jimena Roldán
Este valle presenta una dinámica pedológica y sedimentaria muy diferente a la
encontrada en el valle de Tafí. No hay desarrollo de suelos y en lugar de horizontes se
observan capas sedimentarias.

Esta situación no impidió la implementación de la agricultura a gran escala observada en


el valle. Si bien cuando se analizan los rasgos geoquímicos de las tierras agrícolas hay
ciertas condiciones que resultan óptimas para el buen desarrollo de plantas cultivadas, lo
cierto es que una planta no necesita de mucho para crecer en un suelo o sedimento,
siempre y cuando se le de los cuidados necesarios, situación más que evidente en las
capas de sedimentos que conforman el sustrato donde se practicó la agricultura (terrazas
de cultivo).

En ambos sitios, las capas de los perfiles donde se registran estructuras pedológicas son el
producto de la conjunción de factores propicios para el desarrollo de tales rasgos, la
génesis de los mismos es de carácter antrópico gracias a la construcción de las terrazas, el
sistema de riego y posiblemente el abono en el caso de Yasyamayo. Considerando que un
suelo en condiciones desfavorables puede tardar más de mil años en desarrollarse
completamente, si es que esto llega a suceder (Garrison 2003, Rapp y Hill 1998), es
probable que estos campos de cultivo hayan sido explotados por un prolongado lapso de
tiempo, pero las condiciones climáticas imperantes no permitieron el desarrollo
progresivo de suelos propiamente.

Se ha sugerido que los tubérculos fueron los cultivos por excelencia durante el tardío en
esta región (Williams et al. 2010), lo cual estaría en perfecta relación con las condiciones
imperantes en la zona. Si bien deben de haber sido un poco más húmedas durante el
formativo, en el tardío esto cambió radicalmente y las condiciones medioambientales se
volvieron en extremo secas (Caria 2008, Garralla 1999, Olivera et al. 2008, Sampietro
Vattuone 2002, Strecker 19987). Algunos tubérculos crecen en suelos pobres, que no son
frecuentemente fertilizados o directamente no se fertilizan, y son resistentes a climas de
altura, es decir fríos, secos y ventosos (Ortega Cartaya 1998).

A partir de una cronología relativa (tipos alfareros y arquitectónicos) realizada en estos


sitios por Sampietro Vattuone y Neder (2011) se sabe que Molle Yaco es un sitio
formativo, mientras que Yasyamayo es tardío. A nivel agrícola podemos decir que se
observa un trato diferencial de las tierras, durante el tardío las terrazas eran tratadas con
abono orgánico (presencia de concentraciones elevadas de fósforo orgánico en las
superficies de cultivo), mientras que en el formativo esta situación parece no darse.
Posiblemente como resultado de las condiciones imperantes que obligaron a estos
pueblos agrícolas a cuidar aún más las tierras bajo cultivo.

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Jimena Roldán
277
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CONCLUSIONES
El arqueólogo, como científico, tiene el deber de generar conocimiento nuevo a partir de
datos concretos. Un nuevo campo metodológico puede brindar a la arqueología una
cantidad de datos que resuelvan o amplíen el conocimiento que se tiene de la economía
de subsistencia y forma de vida de comunidades que no han dejado otra cosa que objetos
materiales.

En esta tesis la aplicación de métodos provenientes de las geociencias como la


geomorfología, pedología, sedimentología y geoquímica fueron tan fructíferas que es
innegable la cantidad de información que puede extraerse a partir de ellas. Uno de los
principales problemas que presentaba el estudio de los espacios agrícolas prehispánicos
era la falta de evidencia arqueológica directa, como ser objetos arqueológicos que
pudieran ser descriptos, clasificables y que informaran sobre el modo en que dicha
actividad se practicaba. La mera descripción de las estructuras agrícolas o su ubicación
espacial no eran suficientes para explicar y entender conductas posibles para la
explotación agraria realizadas por estas poblaciones agropastoriles.

Pero para ello debía enfocarse o verse al paisaje y todo lo que éste contiende de otra
forma, era necesario incorporar conocimiento nuevo y generar o elaborar principios
acorde a lo que se pretendía analizar. Así nacen nuevas perspectivas como las del suelo
visto como un artefacto arqueológico (Sampietro Vattuone 2007a) o la forma en que el
hombre entiende y se relaciona con el paisaje que lo rodea, en qué momentos se adapta
a este y cuándo lo modifica para que éste se adapte a sus necesidades o caprichos
(Anschuetz et al. 2001).

Así, se logró demostrar que la actividad agrícola deja marcas, prácticamente imborrables,
en el suelo o sedimento donde se practica. Desde la construcción de un simple parapeto
perpendicular a la pendiente hasta la utilización de abono para su cuidado, el suelo
comienza una transformación que continuará a través del tiempo hasta que la actividad
agrícola cese, entonces algunas características físicas y químicas perdurarán y serán
posibles de medir en un futuro. Este hecho permitió establecer diferencias, a través del
tiempo, en la forma en que la tierra agrícola era trabajada. En el caso del valle de Tafí, la
utilización de abono al comienzo del formativo y el progresivo abandono de esta práctica
conforme la situación ambiental se hacía más dura, se relaciona con la disminución
poblacional que el valle sufre para finales del formativo y la imposibilidad de sostener el
mantenimiento de los suelos agrícolas. Mientras que la situación contraria sea presenta
en el valle de Santa María, en el sitio formativo de Molle Yaco parece no utilizarse ningún
tipo de abono en las tierras bajo cultivo, mientras que en el sitio tardío de Yasyamayo se
da la situación inversa, es decir, que a condiciones climáticas adversas estos pueblos

278
Jimena Roldán
respondieron con un mayor cuidado de las tierras de cultivo, siendo el abono una de las
prácticas utilizadas.

La primera hipótesis de esta tesis versa que “La selección del espacio agrícola estuvo
subordinada a las condiciones climáticas imperantes, a las características del paisaje y a
los recursos de infraestructura conocidos por cada cultura prehispánica que aseguraban
el buen rendimiento de los suelos para cultivo. Es por ello que encontramos improntas
diferenciales de dicha actividad en distintas unidades de paisaje.”

Evidentemente el mejoramiento climático experimentado en los valles Calchaquíes


durante el Formativo temprano permitió el asentamiento de poblaciones agropastoriles
en diferentes unidades de paisaje, los análisis pedológicos y geoquímicos de suelos y
capas sedimentarias lo confirman. Estos a su vez están respaldados por trabajos
realizados por otros investigadores en estos valles y regiones aledañas.

Sin embargo, se ha podido determinar que la agricultura llegó a practicarse incluso en los
medioambientes más inhóspitos encontrados en estos valles. Es verdad que, en un primer
momento, la construcción de la infraestructura agrícola tenía como fin poder cultivar y
que dichos cultivos tuvieran un buen rendimiento. Sin embargo, cuando las condiciones
climáticas cambiaron drásticamente a finales del primer milenio d. C. es probable que las
necesidades cambiaran también y que esta infraestructura agrícola no necesariamente
posibilitara el óptimo rendimiento, sino poder sobrevivir de lo que el suelo y el clima
permitieran cultivar.

Ahora bien, como sucede con la variabilidad genética entre poblaciones, se encontraron
mayores diferencias dentro de cada unidad de paisaje que entre unidades de paisaje. En
este punto es importante especificar que las relaciones establecidas fueron por un lado,
entre las geoformas estudiadas en el valle de Tafí y por el otro entre las geoformas
estudiadas en el valle de Santa María, no se establecieron relaciones entre valles debido a
que su geología, clima y dinámica sociocultural es muy diferente, tanto que en el valle de
Tafí podemos hablar de suelos, mientras que en el de Santa María sólo de capas
sedimentarias.

Retomando el tema de las diferencias dentro de cada unidad, se observaron claras


distinciones entre los perfiles antrópicos y los naturales o testigo, incluso dentro de los
antrópicos también se encontraron diferencias entre los perfiles agrícolas y los
residenciales producto del tipo de actividades realizadas en cada uno. Pero también se
encontraron muchas similitudes entre perfiles, ubicados en diferentes unidades de
paisaje, donde se practicaban actividades similares.

Como punto a destacar es importante reconocer que incluso se encontraron diferencias


entre los perfiles excavados a diferentes distancias del parapeto de contención de las
terrazas y similitudes entre perfiles excavados en la misma locación en terrazas distintas,

279
Jimena Roldán
es decir, que la construcción de esta infraestructura agrícola afecta de modo diferencial
los suelos que se desarrollan en las superficies de cultivo.

La segunda y última hipótesis dice que “Los suelos y sedimentos utilizados para la
agricultura muestran evidencia de explotación intensiva, ésta provocó cambios en la
geoquímica, pedología y sedimentología de los suelos y sedimentos prehispánicos en
relación con los suelos y sedimentos actuales.”

Esta hipótesis fue confirmada en su totalidad. Sí, desde el momento en que se


construyeron los parapetos para crear terrazas agrícolas, y se canalizó y distribuyó el
agua, los cambios en la geoquímica, pedología y sedimentología de suelos y sedimentos
eran inminentes. Sumado a ello, la necesidad de abonar estos suelos para que rindieran
provocó modificaciones aún mayores en su pedología y geoquímica. En los casos
estudiados en el valle de Tafí, los suelos agrícolas son más potentes y están mejor
desarrollados que los actuales y los residenciales, incluso en las situaciones donde las
características del paisaje no son las más favorables como es el caso del abanico aluvial de
La Costa 2, estos suelos muestran claras diferencias con los suelos actuales.

Paralelamente, en el valle de Santa María la construcción de una infraestructura agrícola


provocó cambios radicales, sutiles pero importantes, en las características de las tierras
de cultivo llegando a identificarse procesos edáficos incipientes producto de la atención y
cuidado implementados por el hombre.

Finalmente, estaba fuera de los objetivos de este trabajo especificar los cultivos que se
plantaron en dichas terrazas, para ello toda una gama diferente de métodos y técnicas
deberían de haber sido consideradas. Sin embargo, se tiene consciencia de que no todas
las plantas cultivadas necesitan las mismas atenciones y que hay especies que crecen y se
adaptan mejor a medioambientes poco favorables. Por lo que es muy posible que en
épocas en las cuales el clima no era favorable a la agricultura, las terrazas de cultivo
hayan sido utilizadas para cultivar plantas que sobrevivieran en dicha situación, aunque el
aporte calórico obtenido de las mismas no haya sido el mejor o más adecuado.

280
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