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4.

Tendencias de miembros y líderes


En este capítulo analizaremos las tendencias de los miembros y de los líderes. Cosas que están siendo
un impacto en el cuadro general de la mayordomía de nuestra Iglesia, como también en el lado
específico de la donación en nuestra iglesia.

1. La primera tendencia es bastante común en nuestra cultura. Se trata de un cierto individualismo.


Cada vez es lo que yo quiero, en vez de lo que Dios quiere, o lo que la Iglesia necesita, o lo que el
mundo a mi alrededor necesita. Es considerar más lo que yo pienso, lo que yo quiero.

2. Un cambio de mayordomos o administradores de algo que pertenece a otro, a un consumismo que


aborda la vida desde la perspectiva de cuánto puedo obtener o qué más puedo tener. Junto con eso
hay un descontento general como si Dios no proveyera lo suficiente y nosotros tendríamos que
trabajar duro y ganar más dinero, y hacer más, porque queremos más. Ese abordaje de consumismo
general lleva a la idea de pago por servicios. Cuando eso entra en la Iglesia, tenemos la idea de que al
adorar le pagamos a la Iglesia, o a los líderes, o a los pastores, por lo que ellos nos dan. La mayordomía
no es un pago por servicios. La mayordomía cristiana es una colaboración con Dios y un caminar juntos
con el cuerpo de Cristo.

3. Una enorme distracción de los más ricos. Entonces usted dice: “Pero yo no soy rico”. Depende, eso
es relativo. La mayoría de las personas, de hecho, está en la categoría de los ricos, cuando analizamos
a los pobres de este mundo. Hay personas que no tienen abrigo, que no tienen casa, empleo, comidas
regulares, ingresos. Y Dios provee realmente lo suficiente para muchos de nosotros. No podemos
olvidarlo. Un amigo mío volvió al África donde había servido como líder de misiones hace algunos años,
y realizó conferencias de evangelismo con un pastor joven que él había bautizado cuando sirvió en ese
país. Y le preguntó al joven pastor cuál era el mayor desafío para su pueblo en el caminar con Dios. Eso
fue allá en medio del bosque donde las personas viven en cabañas de barro y techo de paja. Y el pastor
le dijo que el mayor desafío para su pueblo era el materialismo. No importa cuánto se tiene o lo que
no se tiene, si no tenemos a Dios y reconocemos que lo que tenemos le pertenece a él, es natural que
queramos más y nos concentremos en cosas en vez que en Dios.

4. Nosotros confundimos necesidades con deseos. Necesito de un transporte y quiero un buen auto.
Hay una gran diferencia entre ellos. Generalmente, elevamos nuestros deseos al nivel de las
necesidades urgentes que necesitamos hoy. Esa confusión de necesidades y deseos inmediatamente
genera toda esa cuestión de gratificación instantánea. Vivimos en una cultura inmediatista. Usamos la
tarjeta de crédito porque queremos las cosas ahora, no estamos dispuestos a ahorrar y economizar el
dinero necesario para tener lo que queremos. Y las necesidades se confunden con los deseos. Muchas
veces, si no siempre, Dios queda en segundo plano en nuestras acciones.

5. Shopping religioso. La gente está recurriendo cada vez más a las iglesias por lo que creen que pueden
obtener de ellas. Van de una iglesia a otra. Así se les hace difícil obtener crecimiento espiritual. Y más
difícil aún es conseguir una planificación de crecimiento espiritual para las personas cuando ellas
buscan iglesias que satisfagan sus necesidades, en vez de un lugar en donde puedan reunirse y formar
parte del cuerpo de Cristo y adorarlo.

6. Hay un cambio en la comprensión de lo que son las “necesidades”, de una profunda hambre
espiritual y de un abordaje de marketing. Eso lleva naturalmente a lo que están haciendo los líderes.
Estamos buscando lo que las personas quieren en vez de entender lo que necesitan. El término
“necesidades sentidas” fue acuñado para describir la necesidad que tiene cada persona de
experimentar a Dios, de conocer a Cristo, de llenar ese vacío en su vida con la presencia de Dios. Eso
llevó a tendencias crecientes en la denominación o en los líderes organizadores de la Iglesia:

a. Preocupación por recursos financieros. “No tenemos dinero suficiente”.

b. Disminución en el reclutamiento de personas para el área de Mayordomía.

c. Creciente sensibilidad de reacción a las preocupaciones de los miembros. En vez de preguntar qué
quiere Dios de su iglesia tendemos a ir por lo que la mayoría de la gente quiere.

d. Administración de crisis. En vez de una planificación proactiva e intencionada de avance, tendemos


a estar constantemente apagando incendios, reaccionando a esa o aquella crisis. Y nunca faltarán
crisis.

e. Abordaje de retracción. Disminuimos pastores, disminuimos profesores, disminuimos funcionarios


porque no tenemos dinero suficiente. Eso se debe esencialmente a no estar reconociendo la cuestión
central, que no es no tener dinero suficiente. La cuestión central es: las personas no están caminando
con Cristo y creciendo en su jornada espiritual.

f. Llamados directos evitando la donación sistemática de la Iglesia. Cuanto más se concentra la


congregación en llamados directos, más parece estar en competición con la iglesia local, y más
perjudica la donación sistemática de los miembros de la iglesia local.

g. La falta de participación de los pastores en el ministerio de Mayordomía. Por miedo de ser mal
comprendidos, pues solo hablamos sobre dinero, perdemos de vista el aspecto real de la verdadera
mayordomía. Los pastores necesitamos entender: la mayordomía tiene que ver con ayudar a las
personas a crecer en su caminar con Cristo.

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