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3. Una enorme distracción de los más ricos. Entonces usted dice: “Pero yo no soy rico”. Depende, eso
es relativo. La mayoría de las personas, de hecho, está en la categoría de los ricos, cuando analizamos
a los pobres de este mundo. Hay personas que no tienen abrigo, que no tienen casa, empleo, comidas
regulares, ingresos. Y Dios provee realmente lo suficiente para muchos de nosotros. No podemos
olvidarlo. Un amigo mío volvió al África donde había servido como líder de misiones hace algunos años,
y realizó conferencias de evangelismo con un pastor joven que él había bautizado cuando sirvió en ese
país. Y le preguntó al joven pastor cuál era el mayor desafío para su pueblo en el caminar con Dios. Eso
fue allá en medio del bosque donde las personas viven en cabañas de barro y techo de paja. Y el pastor
le dijo que el mayor desafío para su pueblo era el materialismo. No importa cuánto se tiene o lo que
no se tiene, si no tenemos a Dios y reconocemos que lo que tenemos le pertenece a él, es natural que
queramos más y nos concentremos en cosas en vez que en Dios.
4. Nosotros confundimos necesidades con deseos. Necesito de un transporte y quiero un buen auto.
Hay una gran diferencia entre ellos. Generalmente, elevamos nuestros deseos al nivel de las
necesidades urgentes que necesitamos hoy. Esa confusión de necesidades y deseos inmediatamente
genera toda esa cuestión de gratificación instantánea. Vivimos en una cultura inmediatista. Usamos la
tarjeta de crédito porque queremos las cosas ahora, no estamos dispuestos a ahorrar y economizar el
dinero necesario para tener lo que queremos. Y las necesidades se confunden con los deseos. Muchas
veces, si no siempre, Dios queda en segundo plano en nuestras acciones.
5. Shopping religioso. La gente está recurriendo cada vez más a las iglesias por lo que creen que pueden
obtener de ellas. Van de una iglesia a otra. Así se les hace difícil obtener crecimiento espiritual. Y más
difícil aún es conseguir una planificación de crecimiento espiritual para las personas cuando ellas
buscan iglesias que satisfagan sus necesidades, en vez de un lugar en donde puedan reunirse y formar
parte del cuerpo de Cristo y adorarlo.
6. Hay un cambio en la comprensión de lo que son las “necesidades”, de una profunda hambre
espiritual y de un abordaje de marketing. Eso lleva naturalmente a lo que están haciendo los líderes.
Estamos buscando lo que las personas quieren en vez de entender lo que necesitan. El término
“necesidades sentidas” fue acuñado para describir la necesidad que tiene cada persona de
experimentar a Dios, de conocer a Cristo, de llenar ese vacío en su vida con la presencia de Dios. Eso
llevó a tendencias crecientes en la denominación o en los líderes organizadores de la Iglesia:
c. Creciente sensibilidad de reacción a las preocupaciones de los miembros. En vez de preguntar qué
quiere Dios de su iglesia tendemos a ir por lo que la mayoría de la gente quiere.
g. La falta de participación de los pastores en el ministerio de Mayordomía. Por miedo de ser mal
comprendidos, pues solo hablamos sobre dinero, perdemos de vista el aspecto real de la verdadera
mayordomía. Los pastores necesitamos entender: la mayordomía tiene que ver con ayudar a las
personas a crecer en su caminar con Cristo.