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Hablemos de masculinidades

Rita Segato, una reconocida antropóloga feminista, señala que el sistema de


dominación masculina constituye un grupo social con numerosas prerrogati-
vas y privilegios que denotan un poder de dominio que actualiza y reasegura
un estatus social de autoridad reconocida. Sin embargo, no es cierto que
todos los varones gocen de iguales ventajas, muchos son los desfavorecidos,
pues la clase social, la etnia, la edad y la orientación sexual modelará trayectos
de vida y jerarquías sociales diferentes entre sí.

La masculinidad dominante se basa en la relación que se teje entre el


poder ejercido por un varón (otorgado por sus privilegios económicos,
culturales, sociales y políticos, dada nuestra cultura machista y andro-
centrista) hacia otros varones, hacia las mujeres y diversas identidades
sexo-genéricas. La característica central de ese tipo de masculinidad se
emparenta con la heterosexualidad y la práctica sexual como demos-
tración constante de una potencia asociada a la virilidad.
Pero también, en el juego constante de la exhibición, la masculinidad
dominante (la que se adhiere como forma –aparentemente- única de
sentirse varón entre un grupo de varones) obliga a los varones a mostrar
otros tipos de potencias que, ante la mirada del resto de un grupo, signi-
Material de lectura 2: Ley Micaela

fica que ese varón está actuando de manera “correcta”, “normal” y


certifica que es un “hombre verdadero”. Esas potencias pueden ser físi-
cas, sexuales, intelectuales, económicas, culturales, simbólicas (las que
se ejercen a través del lenguaje o los gestos). Quien no cumpla con esas
prescripciones será impugnado, rechazado, pudiendo ser “feminizado”
en toda práctica que desarrolle o en intervenciones sociales, dependien-
do el contexto. Será enmarcado dentro de la “anormalidad”.
Pero ¿qué pasa con aquellos varones que no se adaptan a ese mandato
de masculinidad?, ¿o con los distintos gustos, prácticas, sentires y pensares
que se alejan de este modelo hegemónico? El problema radica en que toda
versión que no se corresponda con esa norma será inferiorizada. La premi-
sa inicial para ser reconocidos como “varones”, además de nacer con pene,
es que sean heterosexuales, es decir, que orienten su deseo sexual hacia
mujeres cis-género, nacidas con vagina y vulva. A partir de allí comienzan
a desplegarse una serie de jerarquías y mandatos que se vinculan a una
supuesta “naturaleza” entre esa asignación inicial, el deseo heterosexual y
ciertos comportamientos, afecciones, actividades. Como vimos en la clase
anterior, estas características vinculadas a la masculinidad son la fuerza, el
coraje, la racionalidad y la practicidad, entre otras.
Y ustedes, ¿se preguntaron alguna vez qué tipo de varón son? ¿Cuántos de
estos privilegios poseen? ¿Los han hecho sufrir los mandatos de la masculi-
Material de lectura 2: Ley Micaela

nidad? ¿De qué manera? ¿Se han visto obligados a demostrar características
o realizar acciones “masculinas” a pesar de que no querían hacerlo?
Hace falta coraje y paciencia para animarse a las preguntas que siempre
son interpeladoras de la propia mismidad. Primero las podemos hacer en
soledad. Darnos ese tiempo que permite desarmar justificaciones inne-
cesarias, que tanto daño nos hacen a nosotros/as mismos/as y a las/los
demás. Siempre hay una oportunidad para poder crecer y, sobre todo, si
en el corazón existe la voluntad de un mundo con justicia e igualdad y
sobre todo libertad.

¿Conocés la Línea de Atención Telefónica “HABLEMOS”?

Es la primera línea de escucha y derivación para varones que ejercen


violencia o que están en conflicto con la ley penal por haber ejercido
violencia. Es parte del abordaje integral del Ministerio de las Mujeres,
Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires
para abordar las violencias por razones de género y de las políticas de
fortalecimiento del trabajo con varones en el territorio bonaerense.

0221 6024003 - Lunes a viernes de 9 a 17 hs

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