Está en la página 1de 2

Aprendí a amarte en silencio

Todavía recuerdo con claridad aquella noche en la que me


confesaste tu amor, recuerdo tu carita y manitos nerviosas,
indecisa de si lo que ibas a ser era lo correcto, recuerdo la fuerza
con la que latía mi corazón esperando las palabras que saldrían de
esos dulces labios, si tan solo hubiera sabido que esas palabras iban
a darle un giro inesperado a mi vida.
Aún recuerdo aquella cajita que dejaste sobre mi pupitre, el vuelco
que dio mi corazón al verla, en ese instante, como si nuestras almas
estuvieran conectadas, pude sentirlo dentro de mí, sabía que eras
tú, que eras tú la persona con la que quería comer aquellos dulces,
dulces que adentro yacían añorantes por ver mi reacción ante tus
etéreas palabras. La sangre que corría fuertemente por mis venas,
esa sensación que en aquel momento pensé que era rechazo, en
realidad era amor, esperanza, e incluso, miedo, miedo por lo que
pudiera pasar, miedo de lastimarte, de lastimarme, de lastimarnos;
Y en ese preciso momento dio lugar una pelea entre mi cerebro y
mi corazón, y torpemente decidí callar a la fuerza a mi corazón que
pedía a gritos correr hacia ti.
Poco a poco, aprendí a amarte en silencio, aprende a reprimir mis
sentimientos, aprendí a mirarte sin que una sonrisa se esbozara en
mi rostro. Con el tiempo llegué a creer que mis sentimientos por ti
al fin se estaban apaciguando, que tonta fui por no darme cuenta
que en ese momento era cuando mis sentimientos más me pedían
llegar a ti.

De un momento para otro mis sentimientos por ti brotaron de mi


pecho, como si una flecha de cupido hubiera atravesado el centro
de mi corazón. Era una madrugada, yo solo esperaba que estuvieras
despierta, es difícil de explicar, pero sentía que si no me expresaba
a ti en ese momento te iba a perder para siempre, así que lo hice,
te abrí mi corazón junto con una canción, sí, aquella canción que
me habías dicho que era tu favorita, pero adjuntando las siguientes
palabras “Lo sé, sé que es tu canción favorita, pero necesito que la
escuches de nuevo, te la estoy dedicando”. Es una verdadera
lastima que por un descuido nuestro lo hayamos echado todo a
perder, por un descuido nuestro no podría tenerte en mis brazos de
nuevo, por un descuido nuestro me prohibieron verte, y en ese
momento entendí que tendría que seguir amándote en silencio
para protegerte, para protegerme, para protegernos.
Quiero agarrar un cuadro y retratar el momento en el que estuve
en tu casa ayudándote a estudiar, cuando estabas recostada sobre
mis piernas y nos miramos en silencio a los ojos, en ese instante la
frase “una mirada vale más que mil palabras” tomo sentido para
mí, y me odio, me odio por no haber tenido la valentía de tomarte
por las mejillas y besarte, pero sabes que era obvio que quería
hacerlo.
Aprender a amarte en silencio fue lo más difícil y doloroso que haya
hecho alguna vez, tener que fingir que no quería abrazarte,
mimarte, tenerte en mis brazos, me estaba rompiendo por dentro,
pero lo más doloroso era saber que yo no era la única que se sentía
así.

También podría gustarte