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CAPITULO I: DE LA OBLIGACIÓN, QUE TIENEN LOS PADRES DE ENSEÑAR A

SUS HIJOS, LA CIENCIA A QUE MÁS SE INCLINAN. Y ESTO ENTIENDO QUE ES


LA RAZÓN PORQUE ASIÉNDONOS CRISTO ENCOMENDADO EL AMOR DE
NUESTROS PADRES DEVANO DE PRECEPTO EN EL CUARTO MANDAMIENTO,
NO LO DIO A LOS PADRES PARA QUE AMANSEN SUS HIJOS.

Los hijos el primer lugar como afirma Nicolao de Lyra por autoridad del
Espíritu Santo, así por ser el último fin del matrimonio; como porque son el
colmo de los placeres, y contextos del padre y la raya, y termino del amor
humano. El padre ama más a sus hijos que a si mismo; porque más se ama lo
q tiene ser más perdurable; y como este se halla más en el hijo, que en el
padre, por eso ama más el padre al hijo, q el hijo al padre. Y esta fue la razón
del Jurisconsulto Paulo, para decir q el padre recibe mayor dolor de las
penas del hijo que de las suyas; y de la práctica de los jueces que en los
delitos donde son cómplices padre è hijo, comienza el tormento por el hijo
en presencia de su padre, para que confiese atormentado con los dolores
del hijo; porque los padres aman a sus hijos como a parte de su cuerpo: y
con amor de así mismos: que por esto dijo Justiniano, q el padre y el hijo era
un alma en dos cuerpos: y en otro lugar van voz con dos lenguas. Muere el
padre, dice el Eclesiástico, y es como si no muriera; porque deja en el hijo su
retrato y estampa: y como cada uno ama la conservación de su especie y
representación de su persona, la del hijo como no está en el padre, no
reconoce en el los medios de perpetuarle que el padre tiene en el hijo.
Maximo Tyrio; la obligación natural q tiene el padre de criar, y alimentar al
hijo; y la doctrina del Apóstol q los padres han de adquirir riquezas para los
hijos, y no los hijos para los padres, porque la provisión del padre no
pertenece al hijo, y la del hijo incube al padre, y no solo del alimento
corporal, sino también del intelectual de la doctrina; no cumple el padre con
alimentar al hijo, sino con doctrinarle también desde pequeño, porque el
alimento argumentativo al cuerpo, y la doctrina el entendimiento. Más
nobles y dignos de mayor honra son los padres que procuran doctrinar a sus
hijos, que aquellos que solamente los engendraron; porque estos
solamente fueron autores de su vida, y aquellos de que viniesen bien;
porque la sabiduría es alimento del alma. Los niños son como vasos nuevos,
y es menester estrenarlos de buen licor, porque el primero que reciben,
conservan siempre conforme al verso de Horacio.

CAPITULO II: DE LAS SEÑALES POR DONDE SE CONOCEN LAS INCLINACIONES


DE LOS HOMBRES.

Si el padre conociera, que la inclinación de su hijo y su ingenio es


proporcionado con la Jurisprudencia, primero que lo embarace en ella, ha de
procurar que sea buen Latino, porque el de los Jurisconsultos es el mejor,
que se ha hablado; y no le dañara ayer estudiado algo de la Dialéctica, y
filosofía: pero si le faltare su doctrina, no por ello dejara de salir letrado.
Según Aristóteles los mancebos son más prestos en deprender, pero los
viejos de mayor entendimiento. Y aludiendo a ello dijo en esta glosa: por eso
el demonio es tan sabio, porque es tan antiguo, y experimentado. Ha de ser
la Universidad de la patria copiosa de estudiantes y maestros, porque en la
abundancia de ellos ay buenos, y mejores, que elegir y estudiantes de
floridos ingenios; por cuya comunicación se abren los ojos del
entendimiento al conocimiento de varias ciencias. Este fue consejo de
Caccialupi alabando a Bolonia.

La ley de la Partida puso otras calidades por lo cual la referiré a la letra. Para
la Universidad es buscar un lugar de buen ayer, de hermosas salidas, donde
los Escolares vivan sanos, y se puedan folgar y recibir placer en la tarde,
cuando se levanten cansados del estudio. El deseoso de saber no vuela hasta
ser graduado: porque poco sabe el que poco estudia, dice IASON, y el que
estuvo poco en el estudio se presume ignorante, dice PAULO: porque
ninguno de repente puede ser doctor. Y es imposible, dice la glosa, de
aprender mucho en poco tiempo, si su falta no suple la abundancia de
ingenio. Por esto decía GUALTERO, que para ser un buen estudiante, se
debe de tener tres calidades, bolsa de oro para los grandes gastos, y muchos
libros, cabeza de hierro para el continuo trabajo, y asiento de plomo por el
que aula debe tener en las escuelas.

CAPITULO III: COMO LA JURISPRUDENCIA ES VERDADERA CIENCIA


Como la jurisprudencia cumple los requisitos o formalidades para ser una
ciencia de acorde al libro como un:

 PRIMERO ARGUMENTO

Argumento es de salud corporal la armonía, y conveniencia de los humores;


y no de otra manera es verdadero indicio de la que es ciencia, o arte la
concordia de sus preceptos: por lo cual se excluye del número de las ciencias
la que tiene preceptos contrarios, de los cuales no se percibe doctrina cierta
y determinado fin.

 SOLUCIÓN

Teniendo cuenta con el lugar y el tiempo en que se hizo: porque según la


variedad de los lugares, y tipo se varían, dice el Pontífice, los derechos. Y así
aunque las leyes de los Digestos lo dice, y Auténticos parezcan encontrarse,
en realidad de verdad no se encuentran consideradas las circunstancias del
lugar, y el tiempo. Además de que este argumento no prueba precisamente,
que la Jurisprudencia no sea ciencia, por tener contrarias opiniones: pues en
cualquiera otra ciencia por cierta que sea ay las mismas contrariedades.

 ARGUMENTO II

La ciencia ha de ser de cosas inmutables, y eternas, dice el filósofo: y el


Derecho Civil es vario, e inconstante, como dice Aristóteles; luego no es
verdadera ciencia.

 SOLUCIÓN

Presuponiendo, que las artes, ciencias, o leyes no pueden ser respeto de


nosotros eternas; quiero decir, desde su principio conocidas de nosotros:
pero respecto de sí mismas y de la naturaleza son eternas: porque jamás se
apartara de la meta divina. Quita al ser inmutables, digo que el Derecho
Divino, y natural (del cual como de una fuente se deriva el arroyuelo del
Derecho Civil) es eterno è inmutable.

 ARGUMENTO III
La solución es fácil, volviendo los ojos de la definición de Cicerón, que la
razón de la ley es universal, porque es un dictamen natural, al cual todas las
gentes obedecen.

 ARGUMENTO IV

El arte ha de imitar a la naturaleza; pues el Derecho Civil no solo no la imita,


pero le repugna; pues por él se introdujo la servidumbre, contraria al
Derecho natural, y la distinción de dominios, y la usurpación, y prescripción,
que parece.

 SOLUCIÓN

El Derecho natural se toma equivocadamente, unas veces por el divino;


otras por el instinto natural, otras por el dictamen de la razón; al cual como
al divino nunca repugna el Derecho civil.

No obsta, que el Emperador Justiniano dice, que la servidumbre es contra el


derecho natural, porque quiso decir, que no fue inventada por el derecho
natural, sino que el de las gentes la introdujo.

 ARGUMENTO V

No merece nombre de ciencia la que menosprecia las definiciones; porque la


definición, según Aristóteles es la causa de la ciencia, y el saber es conocer la
cosa por sus causas: pues la Jurisprudencia no admite definiciones, sino las
excluye por peligrosas: luego no es ciencia.

 SOLUCIÓN

Falso es decir que la Jurisprudencia reprueba las definiciones, antes las


aprueba; y no es buena ilación de lo contrario.

CAPITULO V: COMO LA JURISPRUDENCIA ES UNA DE LAS MAS NOBLES


CIENCIAS, Y QUE MAS ENNOBLECE A SUS PROFESORES
Por su principio; porque aún de todas las ciencias fue el autor solo Dios,
pues todas procediera de su sabiduría divina; para lo cual es bueno lugar el
de Baruc, quedó hablado con Cristo dice, Este hallo todas las ciencias, y las
dio a su muchacho Jacob. Por lo cual dijo Platón, que todas las ciencias se
han originado de Prometeo, que significa la humana, providencia. Lo mismo
reconociere todos los demás Gentiles, atribuyendo las leyes, unos a Upite,
otros a Apolo, otros a Minerua, y como quiera todos a Dios, Y reduciendo lo
que dijo la ciega Gentilidad a lo que es verdad Católica, digo, que a Dios, que
es Trino en personas, y autor de las leyes, se le atribuyen sus dotes, la
Potencia al Padre, la Sabiduría, al Hijo, y la clemencia al Espíritu santo. Y
teniendo respecto a la excelencia de este número ternario dividió el
Emperador Justiniano los Digestos en tres tomos, Viejo, Esforzado, y Nuevo,
y sus leyes en otros tres, Códice, Instituta, y Collaciones. Y el Códice en dos
volúmenes, el uno que contiene el derecho público, Y este dividió en tres
libros, y porque tres veces repetido el número de tres hacen nueve, dividió
el otro Códice, que toca al derecho de los particulares en nueve libros, y las
collaciones en otros nueve: y todo el cuerpo de los Digestos en treinta y seis
libros, que hacen cuatro noúmenos. Y lo que dijo Platón, que Minos, el que
dio las leyes a los de Creta, gastó nueve años en una cueva para
deprenderlas, significando, dice Masilio, las nueve Hierarchias de los
Ángeles; por las cuales Dios comunica a los hombres las leyes, que han de
establecer, no es fabuloso; las divinas letras nos dicen, por mi reinan los
Reyes, y los Legisladores determinan lo que es justicia. Esta doctrina
comprueba el Angélico Doctor, con que el fin del Derecho es la felicidad
humana: porque la desenfrenada codicia de los hombres pervertiría todas
las cosas, si la justicia no refrenara sus apetitos con el freno de sus leyes. Por
lo cual las llamó Aristóteles, conservativas de felicidad humana: porque por
ellas, dice Tulio, se vive bien y bien aventuradamente.

CAPITULO VI: DE LOS JURISCONSULTOS, SUS LEYES, ERUDICIÓN, Y BONDAD

La primera; que no contienen fabulas, ni comentarías narraciones, cosas


indignas de saberse, dice San Pablo, sino preceptos morales, necesarios para
la vida humana, y precisos para la eterna: y todas las leyes tan uniformes
para este fin, que no parecen escritas por diversos jurisconsultos, sino por la
pluma de vino. Lo segundo el estilo de las leyes tan lleno de erudición, y
elegancia, que si el Príncipe de la Romana elocuencia Marco Tulio quisiera
escribir leyes, no las pudiera mejorar. Lo tercero, porque ninguno ha huido
tan retorico que pueda juntar con elocuencia brevedad, y en las leyes no
está determinado, cual sea digno de mayor admiración, su brevedad ò
eloquencia. Muchas vezes leì, dize Laurencio Vala, los cincuenta libros de los
Digestos, con gran gusto y confusion porque ignoraua, quien merecia mayor
alabanza, la diligencia, grauedad, prudencia, equidad, erudicion, ò dignidad
de oracion: y todas estas calidades son tan iguales en los lurisconsultos, que
no halle vno que poder preferir a otro: principalmente siendo todos de
diuerso tiēpo, y escuela, y no de vna misma. Pues dexando la elegancia de
las leyes, y llegando a la ente- reza de vida y costumbres de sus authores,
qual otra ha sido mayor en el mundo? Porque si los Philosophos antiguos
dieron sentencias y preceptos dignos de memoria, fueron indignos de las
costũbres de sus authores. Porque si algunos menospreciaron las cosas
humanas, fue con ambicion de captar la beneuolencia del pueblo, y ser
señores de todo: y a los que no toco este vicio deslustrò, el de Venus, y
Baco. Otros hablaron con mas libertad, que permite la modestia
Philosophica. Otros con temores tyrannicos violaron la verdad, y la justicia; y
de otros se señoreó tanto la auaricia que delinquieron contra las leyes, de
que ellos mifinos fueron Legisladores. Pero la vida de los Iurifconfultos fue
igual a su doctrina; sus costumbres semejantes a sus preceptos, mouiendo
mas que con ellos con su exemplo. De Neracio Prisco se lee que fue tan
bueno, que Trajano por excelencia el bueno, ni dixo ni hizo algo fui su
parecer; y huuo fama entre los Romanos, dize Es- parciano, que le quiso
hazer su successor en el Imperio. Pues de la grauedad, y erudicion de
Sceuola buen argumento son sus mismas leyes; ningunas de mas seguro
parecer. Y el sapientissimo Marco Antonio Emperador fue llamado el
Philosopho, por gouernarse por su consejo, segun Capitolino. No fue este
Quinto Mucio Sceuola el sacerdote, ni el Pontífice Maximo, entrambos
contemporaneos de Ciceron, sino Seruilio Sceuola. Pues quien contara las
increybles virtudes, y dotes del animo de Papiniano, el mas excellente, y de
agudo ingenio de los Iurisconsultos, que lo precedieron y siguieron en la
primavera de su edad de treynta años? Fue en Roma Prefecto praetorio, que
es primer lugar despues del Emperador, como en España Presidente de
Castilla, teniendo por sus assessores a Vl- piano, y Paulo Iurisconsultos, que
despues le sucedieron en la dignidad: y alcançò tanta authoridad, que pudo
con ella corregir los excessos de su Principe, quitando la sospecha del
pueblo, y boluiendolo a su gracia. Conociendo el Emperador la virtud de
estos illustres varones, apartò de si la juuentud lasciua que le rodeaua. La
doctrina deste discurso, sera adornar su persona el professor de la
Iurisprudencia, de la erudición, elegancia, y bondad de los Iurisconsultos, a
quien tiene por Maestros, imi- tando las virtudes morales en que
resplandecieron, pues a lo humano no ay gloria mayor que la buena fama; y
a lo diuino, las buenas obras siguen al hõbre hasta la vida eterna.

Cap. VII

La Jurisprudencia haze religiosos y sacerdotes â sus profesores

Los Iuristas son verdaderos religiosos, no en el habito, sino en el animo,


vsando de equi- dad y justicia; que por esto se llama no solo religioso, pero
religiosissimo el Emperador Iustiniano, y Hostiēse dixo, que el Juez, ò
abogado, que obseruaua el Derecho como deuia, hazia tan buena vida,
como el mejor religioso de qualquier religion. Primero que todos auia dicho
Ciceron, que el officio del Iuez enseñaua religion, pues cõ summa sabi- duria
hazia lo que le mandaua la ley, castigando por ella el amigo, y premiando al
enemi- go. Y Vlpiano llamò al Juez, recto religioso, y no solo son religiosos,
pero sin orden sacro sacerdotes: assi los llama Vlpiano, porque sacerdote se
dize, el que sirue al culto Diuino. Con razon llama Vlpiano, sacerdotes a los
Iuristas, que son ministros de la justicia; la qual segun Hesiodo, fue hija de
Dios; y por no reuerencialla en la tierra, se subio al Cielo con su padre,
pidiendo vengança contra los mortales. Y Vlpiano alludiendo a esta Dei- dad
de la justicia dixo, Iustitiam namque colimus. Y este concepto tiene mas de
verdad, que de fabula; pues la Sabiduria llama a la justicia inmortal: y Baruch
dize, que procede de Dios, dize Efayas. Luego con razón se llaman los
ministros de la justicia sacerdotes; pues siruen a Dios, que es el author de la
justicia. Por esto dize Cornelio Tacito entre los Alemanes no era licito
castigar a nadie, que no fuesse por mano de los sacerdotes, como por
ministros, y voluntad de Dios. Y Quintiliano dize, que Seruio Sulpicio llamaua
a los juezes prelados de las sagradas leyes. Y en este sentido entiende Pedro
Gregorio el lugar de Hieremias, donde dize, No perecerá la ley del sacerdote.

Otra razõ trae Accursio: porque assi como los Ecclesiasticos se llamã
sacerdotes por ser ministros de cosas sagradas lo mismo les cõpete a los
Iuristas, como a ministros de las sa- gradas leyes; porq debaxo del velo
dellas, reside la voluntad diuina segũ Dauid, Sciui quia iustitia tua praecepta
tua sũt: por lo qual llama el Emperador Valētino sacerdotissimas a las leyes.
Y por este respecto los Senadores Franceses traen vestido, y bonete
sacerdotal. Y por lo mismo dize Aulo Gelio, que ordeno Augusto, q en la sala
dõde se juntaua el Senado primero se offreciesse en sacrificio, vino, y
enciēso, por la buena deliberacion de los negocios: y hoy los consejos de
Principes Catholicos celebrã primero el sacrificio de la Missa. Y loan Bodino
refiere, q era tradicion entre los Hebreos, que los Angeles assistian en los
tribunales para encaminar el entendimiento de los juezes al buen gouierno,
y por esto los Egypcios en sus consejos dexauan sillas vazias para que
occupassen los Angeles, que auian de hallarse con ellos: agradesciendo con
este cortês hospedage el beneficio que recebian.

Tercera razõ de Hoachin Hisperio Frisio. El officio sacerdotal, dize, era entre
los Roma- nos de dos maneras: a vnos tocaua el cuydado de las cosas
sagradas, y a otros la interpre-

taciõ de los oráculos: y al Iuriscõsulto llamauan sacerdote: porque vsaua de


entrambos officios. Porque haciendo justicia castigando delictos, y
premiando virtudes offrecia a Dios sacrificio, y declaraua los oráculos,
quando interpretaua las leyes difficultosas: assi con razón los llama
sacerdotes, Vlpiano.

Contra esto podria oponer alguno, que el titulo de sacerdote, no hay razõ
para q se atri- buya mas al Iurista que al Theologo; pues entrambos tratan de
cosas sa- gradas: el Theo- logo mas scientificamente. A esto responde
Hisperio Frisio que no se requiere en todas las sciencias, mas que agudeza
de ingenio para alcançarlas: pero en la Iurisprudencia de mas de el ingenio
se dessea vna luz de razon natural, y piedad no vulgar; por lo qual se llama
sacrosancta, y sacerdotes sus professores. Y por esto establecieron los
Romanos, que el orden de las actiones, y el cuydado de sus formas
incumbiesse a los Pontifices, como ministros de cosas sagradas: de donde
infiero dos documentos. El primero la co- nueniencia, e igualdad, que hade
obseruar el professor de la lurisprudencia: porque est ars boni et aequi
interpretando la ley, no por las palabras della, sino por el animo y vo- luntad
del Legislador, y razon natural, que esto es el bonum et aequum; no
limitandose al desnudo sentido de las palabras, que llaman Ius strictum. En
lo qual dezia Celso, que siempre se yerra conforme aquel adagio antiguo.
Summum ius summam malitiam ese, y otros summam crucem, y.Ciceron,
summam iniuriam. De lo qual alaba a Sulpicio que non erat iuris, sed iustitiae
Consultus: porque todas las leyes reduzia a equidad: la qual corno nascida
de los principios naturales, llamo Modestino, justicia natural.

El segundo es la modestia, que ha de tener el profesor desta facultad en las


costumbres, palabras, y ornato de su persona, como religioso sacerdote, y
ministro de la Deidad de la justicia.

El propósito de la presente Tesis Doctoral ha sido el análisis del pensamiento


jurídico del jurista e historiador granadino Francisco Bermúdez de Pedraza
(1576-1655), una autoridad que se ha convertido en una fuente primaria
para el estudio del Antiguo Régimen. Dicha Tesis doctoral aparece dividida
en cuatro capítulos, precedidos de una Introducción. El Capítulo I se dedica a
la semblanza biográfica de Bermúdez de Pedraza, procurando ampliarla y
actualizarla con nuevos datos y noticias sobre los orígenes familiares y
sociales y la formación jurídica y humanista de nuestro autor; el Capítulo II
aborda la obra historiográfica de Pedraza, sin cuya consideración la
semblanza intelectual del jurista granadino quedaría truncada; el Capítulo III,
núcleo central de la Tesis, se ocupa de la obra propiamente jurídica de
Bermúdez, representada por cuatro libros (Arte legal para estudiar la
Jurisprudencia, El Secretario del Rey, Panegyrico legal y Hospital Real de la
Corte) y un opúsculo (Por los Secretarios de V. Magestad); por último, el
Capítulo IV estudia la práctica forense de Bermúdez, por medio de las
alegaciones en Derecho que redactó y publicó a propósito de litigios en los
que intervino como abogado de una de las partes. Siguen a continuación las
Conclusiones, un Apéndice Documental y las Fuentes y la Bibliografía
utilizadas para la elaboración de la Tesis. Investigar la vida de Francisco
Bermúdez de Pedraza nos ha permitido descubrir la vida de un jurista del
Barroco, que nos ha permitido desmentir tópicos infundados sobre su figura.
Se ha puesto de manifiesto como su formación hizo de él hizo de él un
hombre propio de su tiempo, ideológicamente muy conservador,
contrarreformista, con una vasta cultura humanista, unas profundas
creencias religiosas. Dicho estudio biográfico de Bermúdez ha sido de suma
importancia, en él encontramos la razón de ser de su obra, y el que se
convirtiera en autor de tratados de contenido jurídico, político, histórico,
religioso, moral política y escritor también de poesía. Se ha evidenciado que
nos hallamos ante una persona cuya auténtica vocación es la abogacía y el
estudio de historia. Es difícil separar al Bermúdez historiador del Bermúdez
jurista, pues sus obras históricas no descuidan los aspectos jurídicos, y sus
tratados jurídicos contienen digresiones históricas e histórico-jurídicas.

Francisco Bermúdez es un letrado conocedor del latín, pero que opta por
escribir en castellano es por lo que le debemos, el primer libro de texto o
manual de Derecho escrito en castellano, el Arte legal para el estudio de la
jurisprudencia. El cual, además es el único tratado de tópica o dialéctica
jurisprudencial que fue publicado en Castilla, y donde se incluye una de las
más insignes direcciones sobre la pasantía de la abogacía. Para él la
iurisprudentia es arte y ciencia, identifica la ciencia con el arte. Se trata de
una ciencia práctica y especulativa.

El Secretario del Rey es un tratado, una monografía sobre la institución del


Secretario del Rey, pieza fundamental en el gobierno superior de la
Monarquía. Pergeña la filogénesis y el estatuto jurídico del oficio, huérfano
de regulación en las leyes del reino.

Su pensamiento es prototipo del Barroco, marcado por el escepticismo, el


desengaño y el pesimismo. Se enfrenta a las desgracias, los azotes, las
contrariedades y los infortunios, que lo embargaban a él y a la sociedad del
siglo XVII, con el movimiento filosófico predominante en la época: el
neoestoicismo y senequismo, lo cual le lleva a cristianizar a los autores
clásicos paganos. Por su doctrina Bermúdez de Pedraza no puede
considerarse tacitista, se posiciona en una posición intermedia entre la
primera contrarreforma de tradición medieval, y el tacitismo que relega la
ética al fuero interno independiente de las cuestiones de Estado. Tenemos
que situar a Bermúdez de Pedraza como perteneciente a esa Jurisprudencia
del Barroco, un jurista con una amalgama de rasgos tanto humanistas, del
mos gallicus, como del mos itálicus tardío. Pero lo cierto es que se alza como
un imposible otorgarle una única etiqueta para definir su pensamiento; se
aprecia un espíritu crítico con su realidad jurídica y política contemporánea,
en él afloran corrientes diversas, confluyen ideas de Aristóteles, medievales,
con otras propias de su tiempo junto a otras modernizadoras, lo que puede
parecer que su pensamiento es ecléctico y contradictorio

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