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Por qué enganchan los videojuegos


Millones de personas en todo el mundo están enganchadas a juegos
como Apalabrados, Farmville, Angry birds, Tetris o Buscaminas.
Aprovechan un hueco en su agenda personal o laboral para una partidita
y se descubren una hora después todavía jugando.

El Tetris es un clásico de los videojuegos. (Propias)


MAYTE RIUS
 29/06/2012 08:05 | Actualizado a 29/06/2012 18:10

El gran hobby de Teresa siempre ha sido la lectura. Cualquier tiempo muerto o de espera era
bueno para sacar su libro y leer unas páginas. Eso, hasta que hace dos meses descubrió
Apalabrados, el videojuego que consiste en formar palabras combinando las siete letras que se
proporcionan en cada baza, a imagen y semejanza del tradicional Scrabble. Ahora, mientras se
cuece la verdura para la cena, mientras espera que su hijo salga de clase o ve un programa de
televisión, Teresa no puede dejar de comprobar en su móvil o en su tableta cuál ha sido la última
palabra puesta por su contrincante o qué posibles combinaciones tiene para cuando llegue su
turno. Y si el rival se demora en la respuesta, rápidamente inicia otras partidas en busca de
nuevas opciones para combinar palabras y continuar jugando. Puede revisar tres o cuatro veces
en cinco minutos si ya han movido ficha los rivales. ¡Ella, a quien no gustan los videojuegos y
discute con sus hijos por el abuso de la videoconsola! Es cierto que no juega todos los días, pero
si empieza… Recuerda que algo similar le ocurrió hace muchos años cuando descubrió el Tetris.
“¿Qué tienen esos juegos que enganchan tanto?”, se pregunta.

Los psicólogos y quienes se dedican a crear videojuegos lo tienen muy claro: lo que determina
que un juego sea más o menos adictivo (entendida esta adicción como que resulta atractivo, no
como enfermedad) es, fundamentalmente, su estructura y que esta active las rutas
de neuronas que transmiten dopamina de una región del cerebro a otra. “Los juegos más
adictivos son los que activan la zona reptil del cerebro, la más primitiva, el mecanismo de
recompensa básica que tenemos todos los animales superiores: si algo te hace sentir bien cuando
lo haces y cuando recuerdas que lo hiciste, te animas a volver a hacerlo”, explica Carlos
González Tardón, psicólogo especializado en videojuegos.

El director del máster en Creación de Videojuegos de la Universitat Pompeu Fabra y director de


Novorama Technology, Daniel Sánchez-Crespo, enfatiza que los videojuegos estimulan los
circuitos del aprendizaje, y el cerebro humano está diseñado para segregar neurotransmisores,
como la dopamina, para recompensarnos cuando aprendemos algo. “Cuando dos perros se
pelean de broma, sonríen porque su cerebro los recompensa una actividad que supone un
aprendizaje, un entrenamiento válido para su supervivencia; cuando un niño salta a la comba se
ríe porque su cerebro le está gratificando algo que le hace ganar agilidad; y lo mismo ocurre
cuando juegas a un videojuego que ejercita tu mente resolviendo o previniendo problemas: el
cerebro te recompensa con dopamina” y eso te hace sentir bien y querer repetirlo. Y añade que,
cuanto más aprendizaje conlleve el juego, cuantas más decisiones hayas de tomar y más
rápidamente, más ejercitas el cerebro, más estimulante resulta y más engancha. “El Tetris resulta
tan adictivo porque estás tomando muchas decisiones en muy poco tiempo y eso al cerebro le
gusta mucho, como ocurre también con otros juegos de plataforma, como el popular Mario, que
te obliga a una gran gimnasia cerebral”, apunta Sánchez-Crespo.

Roberto Balaguer, psicólogo e investigador de la cultura digital, considera que la mayor o menor
adicción que provoca un videojuego también tiene que ver con cómo escalona las recompensas y
las correspondientes frustraciones. “Los juegos no atrapan por diversión, sino por su estructura,
porque te plantean hacer determinadas cosas que son asequibles pero que a la vez entrañan
ciertas complicaciones, y cada vez que fallas o ves que puedes mejorar y hacerlo más rápido se
crea un desequilibrio que buscas equilibrar rápidamente, jugando de nuevo”, comenta. Por eso,
en su opinión, lo de menos es el contenido o la historia que plantea el juego, –“puede ser tan
simple como Plants vs Zombies, que consiste en pasar niveles venciendo zombis con plantas de
diferentes tipos”– y lo trascendente la dosificación de las satisfacciones y de las oportunidades
de rehacer aquello que no se domina. “Como ocurre con las telenovelas, uno se engancha
sabiendo que es una estupidez, pero le motiva esa recreación de una situación controlable,
manejable, donde además obtiene un beneficio secundario, colateral, que es que deja de pensar
en sus problemas porque se evade”, indica Balaguer. Y subraya que, para muchas personas, los
videojuegos son una especie de apaciguador: “es algo que controlas, que sabes qué va a pasar, y
eso proporciona seguridad; es el mismo mecanismo por el que los niños quieren siempre el
mismo cuento y contado de la misma forma, sin cambiar ni un detalle”. En línea con las
explicaciones de este psicólogo, el experto en creación de videojuegos Daniel Sánchez-Crespo
asegura que el éxito de Tetris –un videojuego que el pasado 6 de junio cumplió 28 años y sigue
enganchando a millones de personas– tiene que ver con que tiene pocas reglas y es fácil de
controlar pero admite infinitas combinaciones, así que es difícil de resolver y puedes estar horas
jugando. 

También González Tardón está convencido de que los juegos, cuanto más simples y más
jugables, más atractivos resultan, pero apunta algunos otros factores que también influyen en
que tengan éxito y millones de personas, de perfiles muy variopintos, consuman su tiempo en
ellos. Uno de estos elementos es la aceptación social. “Si el juego tiene buena imagen en tu
grupo de iguales, en tu entorno, a la recompensa del juego se suma la del reconocimiento social;
eso es muy claro en el caso de Apalabrados, que socialmente está muy bien visto porque se
considera un juego de inteligencia, que mejora vocabulario y agilidad mental, y permite lucir sus
resultados en las redes sociales para que otros te admiren”, comenta.
Otro factor que incide en que un juego sea más o menos adictivo es la inmersión que
proporciona. “Cuanto más atención te exige el juego, menos atención prestas a otras cosas, te
evades y no tienes percepción de que pasa el tiempo, y por eso puedes estar horas y horas
jugando porque el sistema de refuerzos y castigos del juego te hace sentir bien, va activando tu
mecanismo de recompensa” del cerebro, apunta González Tardón. Los expertos aseguran que
para enganchar a los muy aficionados, los llamados hard gamers, resulta clave que el videojuego
suponga un reto y proporcione una inmersión muy realista, que requiera atención y una
dedicación larga, mientras que en el caso de los jugadores ocasionales lo importante es la
jugabilidad, que sea sencillo y rápido, intuitivo y que no exija un grado de conocimiento muy
elevado.

La accesibilidad del juego también incide en que enganche. Y en esa accesibilidad influyen
desde sus normas hasta que sea gratuito, barato o caro, y la plataforma desde la que se juega. Y
en este punto, la generalización de los móviles con conexión a internet ha supuesto una
revolución, porque permiten llevar el juego a todas partes y jugar en cualquier situación.
“Puedes jugar de forma inesperada, sin planteártelo, en momentos puntuales y varias veces al
día, y eso ha provocado un consumo masivo de algunos juegos, una difusión brutal, porque se ha
aproximado al mundo del videojuego gente que no era jugador de videoconsolas, aunque es casi
imposible cuantificar el consumo real que hacen”, afirma el secretario general de la Asociación
Española de Distribuidores y Editores de Software de Entretenimiento (aDeSe), Carlos Iglesias.
Pero los expertos aseguran que también muchos jugadores de consolas cada vez invierten más
tiempo jugando en sus móviles, y que el futuro probablemente pase por productos híbridos para
móviles y plataformas. Lo cierto es que el hecho de poder jugar desde el móvil ha permitido
que, según algunas estimaciones, más de 30 millones de personas en todo el mundo se enfrenten
cada día a Angry Birds y unos 17 millones a Apalabrados. Un trayecto en metro, los minutos de
espera en la parada del autobús o en la consulta del médico y cualquier tiempo muerto se
convierte en tiempo de juego. “La accesibilidad de juegos como Apalabrados, que permiten
competir con otros sin estar conectados a la vez y empleando tiempos muertos, tiene mucho que
ver con su éxito”, apunta González Tardón. Algunos estudios de ámbito europeo indican que,
debido a de los móviles, la cifra de jugadores ha crecido el 55% en el último año y supera los 46
millones de personas.
De todos modos, los creadores y distribuidores de videojuegos todavía diferencian el mercado
para móviles del tradicional de consolas. El director de Novorama Technology lo hace con una
comparación muy gráfica: “Los juegos de móvil son como una chuchería de bolsillo que vas
picoteando entre horas; los videojuegos tradicionales son un chuletón, algo que quieres disfrutar
con tiempo, una comida de dos horas”. El secretario de aDeSe, coincide en que la diferencia
estriba en que con el móvil se juega de forma inesperada y jugar en la videoconsola es un acto
premeditado, una experiencia que requiere atención y dedicación larga y para la que se buscan
videojuegos de más complejidad. Y en este ámbito, los juegos que más atrapan son los de acción
y aventura, aunque entre los adolescentes triunfan los de fantasía. Si se juzga por la cifra de
ventas, los de mayor éxito en 2011 fueron Call of Duty: Modern Warfare 3 y FIFA 12.
En todo caso, por atractivo que resulte un videojuego, la adicción al mismo siempre es temporal.
Dicen los expertos que la relación entre el jugador y los videojuegos podría describirse como el
perfil de una campana: “Descubren un juego que les gusta, abusan de él, y luego lo abandonan”.

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