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Dolor Crónico,
es aquel dolor asociado a procesos patológicos
de evolución prolongada, continuos o intermitentes
con duración mayor a cuatro semanas, que pueden
prolongarse durante meses y años.
Y esto es absolutamente verdad, el dolor crónico resulta ser esa respuesta de
inadaptación frente a la noxa que afecta de manera agresiva el orden corporal
de las personas, dañando su integridad física, la funcionalidad individual de la
persona, los sentimientos, la sexualidad, su capacidad de realizar actividades de
vida diaria y de tipo laboral. (IASP, 1994)
El dolor crónico, tiene aspectos diferentes al dolor agudo en sus mecanismos de
transmisión, una vez detectado el estímulo, este viaja por el nervio afectado por
la lesión neural, llegando primariamente al ganglio sensitivo de la raíz dorsal del
nervio periférico, donde fundamentalmente están ubicados los receptores de la
sustancia P, en ellos, se encuentran las sub unidades alfa 2 delta, que permiten
el ingreso de calcio al interior de las neuronas y nervios que se están
sensibilizando de manera gradual pero rápidamente, en vista que en el ganglio,
los receptores se han multiplicado con un crecimiento geométrico, estos, se
trasladan a el asta posterior de la médula espinal, propiciando gran ingreso de
calcio y despolarización de la célula nerviosa que se traduce en dolor, totalmente
intenso y desproporcionado.
En este momento, desde la asta posterior de la médula espinal, se desprenden
estímulos de reinervación aberrante y Resensibilización anormal dela zona de la
lesión inicial en el nervio. El cordón posterior, trasmite señales anómalas
aferentes al cerebro, mediante la vía del haz paleoespino-Talámico, y a la vez
avisa a los músculos locoregionales, los que responden con contractura
muscular sostenida. Finalmente, los estímulos nociceptivos aferentes llegan al
cerebro, en la corteza parietal, que, de manera conjunta con el sistema límbico,
generan sensaciones alteradas de la esfera físicas, emocionales y cognitivas.
En vista de que el dolor crónico es considerado una enfermedad y que genera
una serie de cambios que hemos explicado, la OMS y la IASP, aunaron
esfuerzos y conformaron una comisión encargada de revisar aspectos en torno
al dolor crónico, a sus formas clínicas, a sus abordajes de estudio, a sus causas
etiológicas y otros aspectos, dando como resultado que, en el año 2019, se
establezca una Nueva Clasificación del Dolor Crónico. (Margarit C 2019, Treede
RD 2015)
La Nueva Clasificación del Dolor Crónico establece siete grupos de trabajo, y
genera que el dolor crónico sea conocido de manera más ordenada, dándonos
evidencias clínicas y sintomáticas de cada una de estas formas de dolor en la
nueva clasificación. El grupo de trabajo fue comandado por el Dr. Rolf Detlef
Treede, médico investigador de la IASP y quien comando los equipos mixtos de
investigación de la organización Mundial de la salud y de la asociación
Internacional para el Estudio del Dolor, trabajo que inició a dar frutos palpables
el 2017, y fuera presentado a la consideración del colegiado médico mundial en
el 2019.
Este nuevo ordenamiento del dolor crónico, establece parámetros novedosos de
la clínica médica y de investigación laboratorial o de pruebas auxiliares, así
como, de variantes específicas en la terapéutica contra las siete variedades del
dolor crónico.
Como ya se ha mencionado, el modelo actual de clasificación del Dolor Crónico,
tiene una serie de parámetros, que están asociados a la nueva Clasificación
Internacional de Enfermedades (CIE-11), introduciendo en la clasificación de
dolor, una serie de elementos taxonómicos relacionados a las patologías que
cursan con dolor crónico.
El dolor crónico es un proceso prevalente, con penetrancia elevada en atención
primaria, por lo que necesita de un proceso de calificación dinámico, sencillo y
eficiente, que refleje la práctica clínica diaria.
Dado que el dolor crónico es un concepto transversal en medicina, esta
transversalidad en la atención primaria del dolor crónico, requiere de una
clasificación ágil, y certera, con lo cual se da la oportunidad de un diagnóstico
acertado y temprano. (Bennet MI et al. 2019)
Los tipos de dolor crónico, que establece esta nueva clasificación, son los
siguientes que pasamos a desarrollar:
El dolor oncológico, puede surgir por la presión ejercida por un tumor, por la
infiltración a los tejidos adyacentes al tumor, por tratamientos y procedimientos
de diagnóstico, por cambios causados por desequilibrios hormonales o por la
respuesta inmunológica. Sin embargo, es preciso señalar que la radioterapia y
la quimioterapia pueden producir dolor crónico, incluso en tiempos muy alejados
al final del tratamiento.
Se define como aquel dolor que persiste tres meses luego de haberse realizado
la cirugía.
Presenta una serie de hechos que funcionan como factores de riesgo para su
aparición, y entre ellos se encuentran los siguientes:
Alta carga emocional, es decir que el paciente o su entorno, piensen que
la intervención tiene aspectos de severo riesgo, y elaboran pensamientos
catastróficos en torno a su probable evolución post quirúrgica, sintiéndose
mutilados. Esta forma de reacción psicoafectiva, traerá como
consecuencia la presencia de dolor crónico
Dolor Pre operatorio en el área quirúrgica, lo cual significa que el
proceso inflamatorio ha condicionado la aparición de una serie de
sustancias neuroactivas y citoquinas pro inflamatorias, lo cual condiciona
reacciones químicas que condicionan modificaciones y sensibilización en
la zona quirúrgica, desde antes que se produzca la operación
Dolor muy agudo e intenso post operatorio, producto de un trabajo
muy arduo e intenso en el área de la operación, asociado a una
inflamación intensa, y carga emocional, dará como resultado la
hiperalgesia.
Síntomas patentes de estrés, factor que sensibiliza y aumenta la
respuesta humoral del dolor en las zonas cerebrales que deberían
controlar y mitigar con el acto quirúrgico y el manejo post operatorio, pero
ante las cuales se presenta una respuesta aparentemente paradojal.
Presencia de otros dolores crónicos, lo cual supone un continuo y
permanente proceso de sensibilización periférica o central del sistema
nervioso, con inadecuados mecanismos de modulación de los mismos.
Se estima que el 30% de las personan que presentan dolor crónico post
quirúrgico, tienen características de tipo neuropáticas en la clínica estructural de
su dolor.
B. Dolor Crónico Post Traumático,
Se define como aquel dolor que persiste más de un año después del
traumatismo.
En este tipo de Dolor Crónico Post Traumático, se establecen como factores de
riesgo, a las siguientes situaciones:
Alta carga emocional, asociada a depresión, estos factores
psicoafectivos, son criterios de sensibilización negativa del sistema
nervioso central, y generan en el individuo afectado por dolor, una actitud
de sufrimiento y conducta dolorosa patológica.
Las creencias de daño, que en la sociedades y comunidades están
arraigadas, generando actitudes no necesariamente corresponderían a la
realidad, pero que los pensamientos en torno a las creencias se
transmiten socialmente entre familiares y amigos que alterarían la
respuesta real frente al estímulo.
Niveles reducidos de actividad física, que en las personas produce
fibrosis miofibrilar, lo cual al movimiento por leve que este fuera, causa
dolor y limitación
Percepción distorsionada de la realidad que provoca el trauma, es
decir que, la ansiedad y la depresión, así como la presencia de una
personalidad pre mórbida, darían como resultado que un estímulo menor,
desencadene un dolor mayor.
Todo esto se afianza en que existen mecanismos neuropatológicos previos,
mediados por una alteración neuroquímica y que generan consecuencias
inmunológicas en las personas.
4. Dolor Crónico Neuropático
El Dolor Neuropático, se define como el dolor causado por una lesión o
enfermedad del sistema nervioso somato sensorial.
Como es fácil de comprender para el lector, esta definición supondrá que existe
una forma de dolor crónico neuropático periférico, y la correspondiente al dolor
crónico neuropático central, dependiendo de la localización de la lesión inicial
que este originando el dolor.
En tal sentido, debemos señalar que los mecanismos fisiopatológicos que
causan la presencia del dolor crónico neuropático, tienen características
diferenciadas para cada una de las partes fundamentales del sistema nervioso,
pero fisiopatológicamente, estas características, se van cohesionando en un
proceso continuo de sensibilización periférica y central, para dar como resultado
en suma la presencia sintomática del dolor crónico neuropático.
Es preciso señalar que el dolor crónico neuropático, presenta una variada
sintomatología, la misma que corresponde a si la lesión hace que estén
presentes síntomas positivos (debido a hiperfunción e hiperactividad del sistema
nervioso) o en su defecto se presentarán síntomas negativos (debido a la
hipofunción del sistema nervioso, debido a la presencia de la lesión).
De otro lado, en el caso del dolor crónico neuropático, tanto la intensidad del
dolor en sí, como la duración de la exposición al mismo, van a dar como resultado
que se producirá una merma en la funcionalidad del paciente, incapacitándolo
de manera progresiva. (Baron R. 2010)
Esto se debe a que se producirá una discapacidad física en la persona, es decir,
aquella merma en la disposición funcional de realizar actividades de vida diaria
básicas o instrumentadas, tales como asearse, vestirse, alimentarse, caminar, o
mantener una adecuada normalidad del sueño. De otro lado, este hecho se
agrava con la presencia del compromiso de la actitud emocional del paciente,
que se caracteriza por depresión, ansiedad y dificultad para establecer una
adecuada concentración, mermando con ello su capacidad laboral, entendamos
en este momento que estamos refiriéndonos a incapacidad, y finalmente se
reconoce en los pacientes que son impactados por un nivel progresivo de
disminución de la calidad de vida, con alteraciones del sueño y presencia de
somnolencia diurna. (Cruz-Almeida Y. 2005)
Estas consideraciones nos deben hacer reflexionar que aquellas personas que
son portadoras de dolor crónico neuropático, tienen una expectativa de calidad
de vida, ya por el cuadro clínico, tanto por los medicamentos que se emplean,
como por el deterioro progresivo en los que se van sumiendo los pacientes que
lo presentan. (Velazco M. 2014)
5. Dolor Orofacial y Cefalea
A. Dolor Orofacial
Para definir al dolor Orofacial, diremos que son las molestias en forma de
impulsos dolorosos producidas en la boca y la cara, que se envían al cerebro a
través del Nervio Trigémino.
El dolor Orofacial, puede ser mucoso, dental o masticatorio, dependiendo de la
zona de origen que tenga este tipo de dolor.
Se ha señalado que los factores de riesgo de este dolor, son el consumo de
tabaco, el consumo de alcohol y la presencia de caries dentales sin curación.
(Miguelañez BC. 2019)
Existen diferentes formas clínicas de cefalea por su localización, entre las que
podríamos destacar, están las siguientes:
Cefalea secundaria a compromisos de los senos paranasales: el dolor de
la cabeza generalmente se localiza en la región posterior de la frente y los
pómulos.
Cefalea en brotes: el dolor se localiza en un ojo de manera continua, y
podría comprender a la región peri orbitaria.
Cefalea Tensional: el dolor es como una banda que comprime la frente
las regiones témporo-parietales y la nuca.
Migraña: presencia de dolor pulsátil, asociada a nauseas, y cambios
visuales (aura visual) típicos en la migraña clásica.
De estas formas, diremos que la más frecuente es la cefalea cérvico miogénica,
que tiene origen tensional, con contractura dolorosa de músculos del cuello, y
cuando se convierte en crónica se asocia a náuseas, vómitos e inclusive
escotomas opacos.
Existen una serie de indicadores clínicos, en la sintomatología de las cefaleas,
que nos orientarían a la causa de la misma, y que en determinados momentos
son elementos que nos pueden señalar gravedad de la enfermedad que sería la
causa del dolor crónico de cabeza.
Así tenemos que, tanto por el síntoma que estamos reconociendo, como también
por la sumatoria de dos o más parámetros clínicos, podemos ir sospechando de
la existencia de alguna patología en especial. En ese sentido, pediremos los
exámenes que nos ayuden a establecer un adecuado diagnóstico, así como
poder intervenir a la enfermedad que el paciente nos está enfrentando. Esto
quiere decir que, el diagnóstico parte de la clínica, y no de los exámenes
auxiliares, y de igual manera, la terapéutica, será totalmente efectiva, cuando
conocemos la fisiopatología de las enfermedades y las características
farmacocinéticas y farmacodinamias de los principios activos que disponemos
para atacar a la patología.
6. Dolor Crónico Visceral
El Dolor Crónico Visceral, se define como aquel dolor de más de tres meses de
duración luego de la resolución o ausencia de la lesión, que se manifiesta de
manera persistente desde órganos situados en el tórax, abdomen o pelvis, o que
clínicamente sea pobremente localizado.
El dolor crónico visceral, se origina en mucosas y serosas de los órganos, en las
capas musculares lisas y en los plexos nerviosos (simpáticos y parasimpáticos)
así como en los vasos sanguíneos, especialmente los vasos arteriales.
El dolor crónico abdominal, tiene nociceptores inespecíficos, la transmisión de
las señales nociceptivas se produce por el sistema nervioso autónomo, los
estímulos generadores son la hipoxia, la inflamación y la distensión.
En el caso particular del dolor crónico visceral, es de tipo referido, con
hiperestesia local y espasmos de la musculatura estriada. Por ello, se conocen
perfectamente los sitios de referencia de cada órgano visceral.
La percepción de los estímulos nociceptivos que conforman el dolor crónico
visceral, dependen de factores biológicos (especialmente la genética, la
motilidad visceral, la sensibilidad de la mucosa, así como la permeabilidad de la
misma, y la inflamación, tanto como los factores alérgicos), factores
medioambientales (tales como la presencia de infecciones, factores de
reforzamiento, distracción, medicación y flora bacteriana) de otro lado están los
factores psicológicos (que podemos enumerar entre ellos, a la respuesta frente
a la injuria, la habilidad para afrontar problemas y el apoyo familiar). (Peláez. R.
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