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"LA HORA DE LA SIEGA HA

LLEGADO"

14 "Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado


semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de
oro, y en la mano una hoz aguda.
15 Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba
sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar
ha llegado, pues la mies de la tierra está madura.
16 Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra,
y la tierra fue segada.
17 Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo
también una hoz aguda.
18 Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y
llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz
aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están
maduras.
19 Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la
tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.
20 Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre
hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios."
(APOCALIPSIS 14: 14 AL 20)

"Ahora debe darse en todas partes del mundo el mensaje del ángel
que sigue al tercero. Debe ser el mensaje de la cosecha, y toda la
tierra será iluminada con la gloria del Señor." (Carta 86, 1900;
EUD. p 177. APIA)

NOTA: LA OPINION EXPRESADA EN ESTE LIBRO, NO


REPRESENTA LA CREENCIA OFICIAL DE LA IGLESIA
ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA. ESTA SOLO
CONSTITUYE LA OPINION PERSONAL DE SU AUTOR; EL
CUAL SE HACE TOTALMENTE RESPONSABLE POR LAS
OPINIONES Y COMENTARIOS PRESENTADOS EN ESTE
LIBRO.

INTRODUCCION
Desde mediados del mes de enero hasta diciembre del año 2012, se comenzó
a gestar el contenido de lo que queremos compartir con ustedes en este
momento. Prácticamente, sin darse cuenta de ello, el autor de esta obra fue
descubriendo ciertos datos reveladores que pudieran convertirse en una nueva
luz para compartirla con el pueblo remanente de Dios en el tiempo del fin.
Esta nueva luz tiene que ver con el mensaje de la cosecha, presente en el
capítulo 14 del libro bíblico de Apocalipsis. Esta porción que habla de la
siega, en dicho capítulo, es el cumplimiento antitípico de la fiesta de los
Tabernáculos o de las Enramadas la cual se encuentra ordenada, hace más de
3500 años, desde los días de Moisés, en el capítulo 23 del libro de Levíticos.
Después de arribar, en el mes de diciembre del 2012, a las conclusiones que
expondremos mas adelante, el autor del presente trabajo pasó todo el año
2013, hasta el mes de enero del 2014, analizando toda objeción posible a sus
descubrimientos. En la medida que avanzaba, paso a paso, en sus estudios,
cada objeción fue desapareciendo. A través de un estudio sistemático del
tema en cuestión, llegó a la plena convicción de poder responder a cada
objeción con la Biblia y el Espíritu de Profecía. Así evadió por un tiempo
presentar al público sus descubrimientos, mientras pudiera encontrar la
sospecha de que pudiese aparecer cualquier contradicción en contra de lo
descubierto por él.
Pero el resultado de esta revisión le impulsó a una obligación mayor, la cual
la Biblia llama el deber del atalaya en los capítulos 3 y 33 del libro del
profeta Ezequiel. Como resultado comenzó a hablar más abiertamente sobre
este tema con un círculo privado de hermanos en la fe. Pero muy pocos
escucharon con real interés. El escritor de esta obra descubrió que estaba
repitiendo la experiencia de Guillermo Miller, vivida entre los años 1816 al
1821. Ella se encuentra narrada en el libro El Conflicto de los Siglos, en su
capítulo 19, desde la página 376 a la 379. No por esta referencia deben pensar
que esta persona está reclamando ser un segundo Guillermo Miller.
El fue otra persona diferente que le tocó vivir en una época diferente a la
actual. Eso sí, con un mensaje totalmente relacionado a este que se pretende
compartir en la actualidad. Guillermo Miller anunció el mensaje profético
contenido en (Apocalipsis 14:6 y 7). En ese pasaje se preanunciaba la hora
del comienzo del juicio, llegada el día 22 de octubre de 1844, lo cual se
fundamentaba en la profecías bíblicas contenidas en los capítulos 8 y 9 del
libro de Daniel. Estos pasajes a la vez se relacionaban con la fiesta del Yom
Kippur o día de la Expiación, establecida en (Levíticos 23:26-32). En este
libro hablaremos de la repetición de la experiencia de Guillermo Miller, en el
descubrimiento de la verdad del mensaje de la cosecha que proclama el
cuarto ángel que sigue al tercero en Apocalipsis 14.
Este cuarto ángel, presente en Apocalipsis 14, anuncia un tiempo para el
inicio de la cosecha, a la semejanza del primer ángel, que anuncia en alta voz
la llegada de una hora para el juicio. Este mensaje, como el del primer ángel,
se basa en un tiempo predeterminado, para un cumplimiento futuro, por la
omnisciente voluntad divina. Ambos establecen su fundamento en el capítulo
23 del libro de Levíticos. A la manera de Miller, el autor de esta obra, no
tenía la menor idea de que llegaría a las conclusiones presentadas en este
material. Los resultados de sus estudios lo sorprendieron, pero las pruebas
bíblicas le resultaron demasiado evidentes y concluyentes como para
rechazarlas.
Ante el poco tiempo que resta para el desarrollo de los acontecimientos,
preanunciados en la fiesta de los tabernáculos, el autor de este trabajo se
sintió comprometido a compartir su deber y responsabilidad con el mundo en
relación con las evidencias que conmovieron su propio corazón. A semejanza
del modelo de Miller, sintió el deber personal de compartir con otros la luz
recibida. Su temor, al igual que el de Miller, no ha sido otro que ante su
alegría de compartir este nuevo mensaje muchos reciban la doctrina sin
examinar detenidamente las Sagradas Escrituras. El anhelo del autor es que
los que escuchen el mensaje sean como los discípulos de Berea a los cuales el
apóstol Pablo elogió porque ellos comprobaban por sí mismos, a través de las
Escrituras, para ver si era verdad lo que Pablo les decía.
Por eso, como le sucediera a Guillermo Miller, vaciló por más de 2 años en
presentar el resultado de sus investigaciones. Su temor ha sido estar errado y
ser piedra de tropiezo para otros. Por eso se dedicó a la revisión minuciosa de
las pruebas que apoyan su conclusión, considerando, con mucho cuidado,
cada dificultad que se presentaba ante su mente. Pero como a Guillermo
Miller, le sucedió igualmente a él, ya que las objeciones que habían en su
mente se fueron desvaneciendo, ante la luz de la Santa Palabra de Dios. Los
dos años dedicados al estudio de este tema lo dejaron totalmente convencido
de que en ello existe una nueva luz para el pueblo de Dios.
Así, a la manera del pionero del adventismo, sintió sobre sus hombros el
deber y la responsabilidad del atalaya. Sintió la necesidad de hacer saber a la
Iglesia y al mundo lo que el creyó que es nueva luz y verdad presente. Por
eso, a la manera de Miller, empezó a presentar sus razonamientos en un
círculo privado de hermanos de la iglesia, cada vez que se le ofrecía una
oportunidad, rogando a Dios que alguien sintiera la fuerza de este mensaje y
tuviera el valor de unírsele en la proclamación. Pero como Miller, la
convicción del deber personal no lo libró en su compromiso de dar el aviso.
Esta obra es el resultado de su convicción, a la hora de presentar, ante el
mundo, lo que él considera ser un mensaje de parte de Dios.
El asunto presentado, en los capítulos posteriores, se relaciona con la cita del
Conflicto de los Siglos que dice lo siguiente:

"La inmolación del cordero pascual prefiguraba la muerte de Cristo. San


Pablo dice: 'Nuestra pascua, que es Cristo, fué sacrificada por nosotros.'(1
Corintios 5:7). La gavilla de las primicias del trigo, que era costumbre mecer
ante el Señor en tiempo de la Pascua, era figura típica de la resurrección de
Cristo. San Pablo dice, hablando de la resurrección del Señor y de todo su
pueblo: 'Cristo las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.' (1
Corintios 15:23). Como la gavilla de la ofrenda mecida, que era las primicias
o los primeros granos maduros recogidos antes de la cosecha, así también
Cristo es primicias de aquella inmortal cosecha de rescatados que en la
resurrección futura serán recogidos en el granero de Dios.

Estos símbolos se cumplieron no sólo en cuanto al acontecimiento sino


también en cuanto al tiempo. El día 14 del primer mes de los judíos, el mismo
día y el mismo mes en que quince largos siglos antes el cordero pascual había
sido inmolado, Cristo, después de haber comido la pascua con sus discípulos,
estableció la institución que debía conmemorar su propia muerte como
'Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.' En aquella misma noche
fué aprehendido por manos impías, para ser crucificado e inmolado. Y como
antitipo de la gavilla mecida, nuestro Señor fué resucitado de entre los
muertos al tercer día, 'primicias de los que durmieron,' cual ejemplo de todos
los justos que han de resucitar, cuyo 'vil cuerpo' 'transformará' y hará
'semejante a su cuerpo glorioso.' (1 Corintios 15:20; Filipenses 3:21).

Asimismo los símbolos que se refieren al segundo advenimiento deben


cumplirse en el tiempo indicado por el ritual simbólico". (Conflicto de los
Siglos, capítulo 23, pp 450, 451).
En esta cita se está haciendo referencia a las fiestas judías de Levíticos 23.
Estas fiestas eran tanto primaverales como otoñales. Ellas eran una sombra,
símbolo o tipo de la realidad o antitipo que se cumpliría literalmente en
cuanto al acontecimiento y el tiempo especificado por el ritual simbólico de
las fiestas de Levíticos 23. Las cuatro primeras fiestas que se debían celebrar
en la primavera, se cumplieron durante el tiempo de la primera venida de
Cristo, de forma literal y con total precisión, en cuanto a los acontecimientos
y las fechas que se preanunciaban en el Antiguo Testamento.
Las tres últimas fiestas, que caían en el otoño, debían cumplirse de igual
manera, en cuanto a los eventos y las fechas anunciadas por el ritual
simbólico del Antiguo Testamento, presentes en Levíticos 23. Estas fiestas
otoñales guardan una estrecha relación con los eventos de la Segunda Venida
de Cristo al mundo. Hasta el tiempo presente se han cumplido con total
precisión las 6 primeras fiestas del capítulo 23 de Levíticos, en cuanto a sus
acontecimientos y fechas. Desde la Pascua, celebrada el 14 de Nisán del año
31 d.C., con la muerte de Cristo, hasta el inicio del día de la Expiación el 22
de octubre de 1844, fecha en la que comenzó el juicio investigador en los
cielos, su cumplimiento literal en cuanto a acontecimientos y fechas ha sido
impresionante.
Si solo falta la séptima de estas fiestas, presentes en Levíticos 23, por
cumplirse en su realidad antitípica, podemos tener la plena seguridad de que
se cumplirá literalmente en cuanto al acontecimiento y el tiempo,
especificado en el ritual simbólico, como lo han hecho sus 6 predecesoras.
Debemos tener presente que esta séptima fiesta, llamada de los Tabernáculos,
Cosecha o Enramadas, es totalmente un símbolo de los eventos de la cosecha
del pueblo de Dios en la Segunda Venida de Cristo a la Tierra y su reunión
celestial. Ese y no otro es el acontecimiento representado por la séptima
fiesta, en el ritual simbólico de Levíticos 23.
Pero como las seis fiestas que la preceden, esta posee un tiempo en el cual se
celebraba, y en ese tiempo y no en otro que el especificado por el ritual
simbólico debía celebrarse. Si las seis anteriores se cumplieron
proféticamente, en la historia, en la fecha exacta, especificada en el ritual
simbólico, entonces esta última no debe ser menos que las anteriores. Ella
representa la Segunda Venida de Cristo a la Tierra, como evento. Por tanto,
su fecha ritual solo nos indica una cosa: El tiempo exacto del cumplimiento
de estos acontecimientos. Por eso el autor de esta obra tiene la plena
convicción de que, a la luz de estas evidencias bíblicas, se puede llegar a
saber, anticipadamente, la fecha de la Segunda Venida de Cristo a la Tierra.
Pero ante lo controversial que puede llegar a ser la presentación de este tema,
su autor pide de favor total calma y juicio equilibrado a sus lectores y
opositores. El pide de favor que eviten la emisión de cualquier juicio
apresurado sin antes leer sus razonamientos y convicciones. El pide de favor
que echen a un lado todo preconcepto y que, como cristianos sinceros,
equilibrados y maduros, analicen su posición, a la luz del siguiente pasaje
bíblico: "A la Ley y al Testimonio, si no hablan conforme a ello, es porque no
les ha amanecido." (Isaías 8:20).
Su expositor pide de favor que antes de llegar a cualquier conclusión
anticipada, primero que todo lean y analicen los pasos que se han de seguir
cuando alguien dice estar presentando una nueva luz al pueblo de Dios. Estos
pasos pueden encontrarse en el primer capítulo de este libro, el cual se titula:
"La Nueva Luz". El autor de esta obra no se considera un pesimista. El ha
encontrado muchos factores para basar su optimismo centrado, con total
esperanza, en la madurez espiritual y desprejuiciada de sus sinceros lectores.
El tiene la convicción de que todo Adventista del Séptimo Día, entiende y
acepta la declaración presentada en el preámbulo de "Las Creencias
Fundamentales" de 1980.
Allí se expresa, enfáticamente, de que nosotros no estamos limitados por
ningún credo humano, sino que consideramos a la Biblia como nuestro único
credo. Aunque no aceptamos niveles de inspiración, si aceptamos niveles de
autoridad de los escritos inspirados. Por lo que creemos que todo escrito
inspirado debe estar sometido a la autoridad canónica de la Biblia. Por cuanto
la Biblia es la perfecta Palabra, inspirada por Dios, traída a los hombres a
través del vehículo imperfecto del lenguaje humano; nosotros debemos tener
cuidado y total reverencia a la hora de estudiar sus escritos.
Debemos tener una actitud humilde ante las Palabras de la Majestad
Celestial; y más cuando creemos que puede estar intentando traer una nueva
luz, a sus hijos, a través de sus páginas inspiradas. La Biblia es infalible, pero
no todas nuestras interpretaciones lo son. Debemos pedirle equilibrio a Dios
para evitar un dogmatismo fanático en todas nuestras convicciones. Podemos
lograr suficiente conocimiento de la verdad, aunque quizás no un
conocimiento perfecto de ella. Podemos conocer algo verdadero sin llegar a
comprenderlo exhaustivamente en todas sus dimensiones. Resulta para todo
ser viviente un gran desafío estudiar la Biblia en forma objetiva.
Resulta mucho más fácil, al ser humano, estudiarla en forma apologética. Una
señal de madurez espiritual cristiana es poder mantener un juicio en suspenso
hasta que podamos contar con todas las evidencias. No es evidencia de
debilidad cambiar de opinión si las evidencias lo demandan. Por eso debemos
evitar aferrarnos a ideas preconcebidas que constituyan dogmas que nos
lleven a la intolerancia. El conservador verdadero solo conserva lo que vale la
pena conservar. El auténtico liberal, acepta lo que vale la pena aceptar. La
unión de estas dos posiciones nos llevan al equilibrio cristiano no dogmático.
Por eso nuestro énfasis en la sola Palabra de Dios, como único credo para el
cristianismo, nos ha dado como una bella herencia las 28 doctrinas
fundamentales.
También nos ha exigido que reconozcamos, con toda humildad, que nuestras
creencias fundamentales constituyen tan solo la "comprensión y expresión
que tiene la iglesia" y no un mensaje dictado textualmente por Dios o los
ángeles desde el Cielo. Tener este concepto bien claro, en nuestras mentes,
dejará nuestro entendimiento libre de prejuicios y totalmente abierto a la
recepción de las nuevas luces, de la Palabra revelada e inspirada, cuando
estas lleguen a nosotros. Esta posición nos sugiere que podemos esperar
futuras revisiones en nuestras creencias. Todo esto solo será herencia,
ejemplo y fruto directo de la obra del espíritu reformador que nos legaron los
pioneros del movimiento adventista.
Ellos siempre permanecieron abiertos a las enseñanzas del Espíritu Santo.
Todo esto nos ayudará, como antaño a ellos, a perfeccionar nuestra relación
con Dios. El ejemplo de la espiritualidad en el carácter reformador histórico
del pueblo remanente de Dios, nos exhorta a seguir abiertos a la influencia
del Espíritu de Dios. El Consolador, según la promesa bíblica, "nos guiará a
toda la verdad". Nosotros nunca debemos olvidar que como pueblo
remanente del tiempo final somos los continuadores del desarrollo del
pensamiento adventista creado por Dios en el corazón de los pioneros. Por
todo eso y más debemos sentir total regocijo si logramos, en pleno siglo XXI,
capturar el espíritu de hombres y mujeres como Miller, Jaime White, José
Bates, Elena de White, etc.
Debemos expresar un espíritu de sinceridad, santo, humilde y reformador en
nuestras vidas; contribuyendo con ello al reavivamiento que Dios espera
dentro de las filas de su iglesia remanente del tiempo final. Por eso , en esta
hora, resulta necesario aclarar que el autor de este libro no es ningún
disidente, ni su intención es provocar disensión entre el pueblo remanente de
Dios. El, humildemente, solo se ha limitado a presentar lo que ha descubierto,
con la total convicción de que en ello Dios le ha dado la responsabilidad de
compartirlo con otros. El no cree poseer toda la luz, referente al tema en
cuestión, por lo que tanto su mente como su espíritu están totalmente abiertos
a cualquier aporte o crítica bien fundamentados en la Palabra de Dios y el
Espíritu de Profecía.
Una cosa si es ciertísima en todo esto, y se encuentra expresado en las sabias
e inspiradas palabras de Gamaliel: "...si este consejo o esta obra es de los
hombres, se desvanecerá; pero si es de Dios, no la podréis destruir; no seais
tal vez hallados luchando contra Dios". (Hechos 5:38 y 39).
El autor de esta obra es de origen cubano y llegó a los EEUU como refugiado
religioso el día 24 de julio del 2014. Todo esto lo descubrió estando en Cuba,
sin ningún acceso a otra información que no fuera la Biblia y el Espíritu de
Profecía. En su país de origen, tanto él como la mayoría de la población, no
tiene libre acceso a Internet. El pensaba, antes de llegar a los EEUU, que él
era el único hablando de este asunto. Pero muy grande fue su sorpresa de
saber que llegó a la misma conclusión de otros hermanos adventistas. El
primero es el español Víctor Sanvicens y el segundo es otro que se hace
llamar Elías Tisbita.
A las dos semanas de estar en esta tierra de libertad, buscando alguna
información en Internet, se encontró con varios estudios sobre el mismo
asunto, puestos en la red, por estos hermanos, con los cuales no había tenido
ningún contacto. Le dio gran alegría saber que no estaba solo en la
proclamación de sus descubrimientos. El está convencido que si Dios está en
este mensaje nadie ni nada podrá detener su avance hasta el fin de los días.
Pero igualmente si la voluntad de Dios no está en él (el mensaje), este se
desvanecerá completamente. Una cosa si es ciertísima en este trabajo y es la
humilde sinceridad de su autor. Si él está errado, en lo que plantea y defiende,
solo le pide a Dios su perdón y guía por el camino correcto.
Pero si esto es verdad presente y nueva luz, como el cree que es, que el
Espíritu Santo no le permita callar, aunque lo cielos se desplomen sobre él
como consecuencia de la oposición y críticas de sus adversarios. Por lo que el
autor de este libro cree que es este y no otro el tiempo de seguir el consejo
inspirado que ordenó lo siguiente: "Ahora debe darse en todas partes del
mundo el mensaje del ángel que sigue al tercero. Debe ser el mensaje de la
cosecha, y toda la tierra será iluminada con la gloria del Señor." (Carta 86,
1900; EUD. APIA 2006, p 177). (El énfasis es mío).
El deseo y la oración del autor de esta obra es que Jehová los bendiga y los
guarde siempre.
!MARANATHA muy PRONTO!
(Apocalipsis 22: 12).
El Autor.

INDICE

Capítulo 1—LA NUEVA LUZ

Capítulo 2—EL DIA Y LA HORA NADIE LO SABE

Capítulo 3—LA PROFECIA DE LAS 70 SEMANAS

Capítulo 4—EL TIEMPO NO SERIA MAS

Capítulo 5—LOS PERIODOS PROFETICOS

Capítulo 6—LAS FIESTAS JUDIAS

Capítulo 7—LAS CRONOGENEALOGIAS Y LOS 6000 AÑOS

Capítulo 8—LA BIBLIA Y LOS 4000 AÑOS

Capítulo 9—LA APARENTE TARDANZA


Capítulo 10—EL AÑO 2031 (LOS 4000 Y 6000 AÑOS DE
PECADO

Capítulo 11—LA PUERTA DE ORION

Capítulo 12—OTRAS PRUEBAS BIBLICAS ACERCA DEL AÑO


2031

CAPITULO 1

LA NUEVA LUZ

"Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento


hasta que el día es perfecto."
(Proverbios 4: 18)

El verdadero espíritu de la reforma nunca debiera cesar dentro de las filas del
pueblo remanente de Dios. Este es el principio esencial en las filas del
protestantismo cristiano. En la historia de la iglesia cristiana sobran los
ejemplos de reformas basadas en la pura verdad bíblica. Pero vez tras vez, sus
fieles defensores, la han tenido que enarbolar a través de fieros y
encarnizados conflictos contra los enemigos de Dios. Ellos han tenido que
enfrentar la censura y fiera oposición de sus detractores, los cuales han
falseado sus propósitos y sus mejores intenciones. Los reformadores dentro
del pueblo de Dios han sido históricamente juzgados, por sus enemigos, con
mala fe, en su carácter e intenciones, a la hora de llevar a todos la verdad pura
de Dios.
Cada vez que se ha enseñado una nueva verdad, en la inmensa mayoría de los
casos, sus defensores han sido acusados de orgullosos, conflictivos y hasta
muchas veces como disidentes. Elena de White nos explica la razón del
porque fueron inmolados Jesucristo y todos los mártires, de la siguiente
manera: "Porque parecieron despreciar orgullosamente la sabiduría de su
tiempo y porque anunciaron novedades sin haber consultado previa y
humildemente a los órganos de la opinión contraria [...] No debo consultar la
prudencia humana, sino el consejo de Dios, ¿quién la contendrá? Si no lo es
¿quién la adelantará? ¡Ni mi voluntad ni la de ellos, ni la nuestra, sino la tuya
oh Padre Santo, que estás en el Cielo!" (Conflicto de los Siglos, capítulo 7,
pág. 40).
Aquí Elena de White citó palabras de Martín Lutero, confirmando así el
rechazo histórico de los enemigos de Dios a las nuevas luces de la verdad
bíblica, descubiertas por el Espíritu Santo a los reformadores cristianos en
cada época de la historia del cristianismo. Elena de White continúa
escribiéndonos lo siguiente, respecto a la aceptación reformadora de nuevas
luces, dentro del seno del cristianismo, "La Reforma no terminó, como
muchos lo creen, al concluír la vida de Lutero. Tiene aún que seguir hasta el
fin del mundo. Lutero tuvo una gran obra que hacer, la de dar a conocer a
otros la luz que Dios hiciera brillar en su corazón; pero él no recibió toda la
luz que iba a ser dada al mundo. Desde aquel tiempo hasta hoy y sin
interrupción, nuevas luces han brillado sobre las Escrituras y nuevas verdades
han sido dadas a conocer." (Conflicto de los Siglos, capítulo 8, pág. 158).
El gran problema de nosotros, los seres humanos, es que nos aferramos a
nuestras tradiciones históricas y nos obstinamos muchas veces a no aceptar
más luz que la que vieron nuestros antecesores. Tendemos a establecer
credos, cuando sabemos sobradamente, como lo reconocemos en la
introducción de nuestras creencias fundamentales, que poseemos un solo
credo y ese credo es la Biblia y la Biblia sola, como dijera Martín Lutero hace
más de 500 años atrás. En cada época de la historia han sido muchos los que
se han aferrado a los descubrimientos de sus ancestros, convirtiéndolos en
tradiciones. Pero cuando Dios ha enviado una nueva luz a sus hijos, estos son
los primeros opositores que se niegan a avanzar en el camino de la nueva luz.
Ellos la rechazan por el único y simple motivo de que sus padres no la
recibieron, porque no la llegaron a conocer.
Esto es una advertencia para nosotros "a quienes ha alcanzado los fines de los
tiempos"(1Corintios 10:11), para que no caigamos en semejante error,
repitiendo, como nuestros antepasados, tan triste historia. Estos hechos han
sido más la regla que la excepción, y pudiéramos llegar a caer en la blasfemia
contra el Espíritu Santo, que es el único que puede conducirnos a toda la
verdad. Elena de White nos habla de Juan Robinson, quien fuera el gran líder
espiritual de los "Padres Peregrinos Puritanos", los cuales habían salido
huyendo de la persecución de la Iglesia Anglicana. Ella nos cuenta que ellos
se refugiaron en la tierra holandesa y desde allí dio su último sermón de
despedida, cuando envió a sus discípulos al Nuevo Mundo, en busca de
libertad de conciencia y religión.
Impedido de viajar a una nueva aventura, este santo siervo de Dios se
convirtió, en aquel sermón de despedida, en un profeta que de seguro no
entendió la profundidad y el alcance del mensaje expresado en aquellas
palabras de despedida. Según los escritos de Elena de White, él dijo: "
Hermanos [...] os exhorto ante Dios y sus santos ángeles a que no me sigáis
más allá de lo que yo he seguido a Cristo. Si Dios quiere revelaros algo por
medio de alguno de sus instrumentos, estad prontos a recibirlo como lo
estuvisteis para recibir la verdad por medio de mi ministerio; pues seguro
estoy de que el Señor tiene más verdades y más luces que sacar de su Santa
Palabra." (Conflicto de los Siglos, pp 335 y 336).
Ella continúa citando a Robinson con las siguientes palabras: "Por mi parte,
no puedo deplorar la bastante triste condición de las iglesias reformadas que
han llegado a un punto final en religión, y no quieren ir más allá de lo que
fueron los promotores de su reforma. No se puede hacer ir a los luteranos más
allá de lo que Lutero vio [...] y a los calvinistas ya los veis manteniéndose
con tenacidad en el punto que los dejó el gran siervo de Dios que no logró ver
todo. Esta es una desgracia por demás digna de lamentar, pues por más que
en su tiempo fueron luces que ardieron y brillaron, no llegaron a penetrar
todos los planes de Dios, y si vivieran hoy estarían tan dispuestos a recibir la
luz adicional como lo estuvieron para aceptar la primera que les fue
dispensada." (Ibidem)
Ella continúa escribiendo: "Recordad el pacto de vuestra iglesia, en él os
comprometisteis a andar en todos los caminos que el Señor os ha dado u os
diere a conocer. Recordad vuestra promesa y el pacto que hicisteis con Dios y
unos con otros, de recibir cualquier verdad y luz que se os muestre en su
Palabra escrita. Pero, con todo, tened cuidado, os ruego, de ver que es lo que
aceptáis como verdad. Examinadlo, consideradlo y comparadlo con otros
pasajes de las Escrituras de verdad antes de aceptarlo porque no es posible
que el mundo cristiano, salido hace tan poco de las densas tinieblas
anticristianas, pueda llegar enseguida a un conocimiento perfecto en todas las
cosas." (Ibidem).
Al final de este capítulo del Conflicto de los Siglos, ella concluye: "El gran
principio que tan notablemente defendieron Robinson y Rogelio Williams de
que la verdad es progresiva, y que los cristianos deben estar prestos para
aceptar toda la luz que proceda de la Santa Palabra de Dios, lo perdieron de
vista sus descendientes[...], los errores y las supersticiones que hubieran
podido desaparecer de haber seguido la iglesia avanzando en la luz de la
Palabra de Dios, se conservaron y siguieron practicándose. De esta forma, el
espíritu inspirado por la Reforma murió paulatinamente, hasta que llegó a
sentirse la necesidad de una reforma en las iglesias protestantes, tanto como
se necesitaba en la iglesia romana en tiempo de Lutero." (Ibid 342).
Creo que nadie es capaz de afirmar que como pueblo remanente de Dios no
enfrentamos similar peligro en nuestros días. Debemos cuidarnos de la
tentación a querer afirmar de que ya no hay mas verdades nuevas para
nuestro tiempo, porque estaríamos cayendo en el círculo vicioso de repetir el
mismo error en que incurrieron las generaciones pasadas. No debemos llegar
a la conclusión de que ya recibimos toda la luz de la Palabra de Dios como
resultado de las investigaciones de los pioneros del movimiento adventista y
el ministerio profético de Elena de White. Con este argumento estaríamos
contradiciendo sus propias palabras y por ende las del propio Espíritu Santo
que la inspiró en sus escritos.
Ella misma escribió que la Reforma no había acabado y que esta continuaría
hasta el mismo fin de la historia del pecado. Además dijo que recibiríamos
nuevas luces, emanadas de la Santa Palabra de Dios y que no debíamos
rechazarlas si estas resistían las pruebas de las propias Sagradas Escrituras.
Dios la inspiró a ella , dejándonos la luz suficiente, en cuanto a los pasos que
la iglesia debe seguir cuando alguien diga poseer una nueva luz. Si seguimos
sus consejos inspirados, paso a paso, podemos tener la plena seguridad de
que no fracasaremos en la hora de dar un veredicto final en torno a la
aceptación o rechazo de lo que se plantea como una nueva luz.
Los primeros pasos, aquí tratados, son tomados del libro "Testimonios para
los Ministros", en sus páginas 105 a la 111. Veamos que nos aconseja el
Espíritu de Profecía en torno a dicho asunto:
1 "El Señor a menudo obra donde nosotros menos lo esperamos, nos
sorprende al revelar su poder mediante instrumentos de su propia elección,
mientras que pasa por alto a los hombres por cuyo intermedio esperábamos
que vendría la luz..."
2 "Todos deben tener cuidado en presentar nuevas interpretaciones de las
Escrituras antes de haberlas estudiado a fondo y estar plenamente capacitados
para sostenerlas con la Biblia..."
3 "No introduzcáis nada que cause disensión si no tenéis en ello una clara
evidencia de que en ello Dios está dando un mensaje especial para este
tiempo."
4 "Guardaos de rechazar aquello que es verdad."
5 "Nuestro único procedimiento correcto sería el sentarse como cristianos
para investigar la posición presentada, a la luz de la Palabra de Dios, la cual
revelara la verdad y desenmascarará el error."
6 "El ridiculizar sus ideas no debilitará su posición en lo más mínimo, si
fuera falsa, ni fortalecerá vuestra posición si fuere la correcta."
7 "Si las columnas de nuestra fe no soportan la prueba de la investigación,
es tiempo de que lo sepamos."
8 "Ningún espíritu de fariseísmo debe tener cabida entre nosotros."
9 "Si un hermano está enseñando el error, los que ocupan puestos de
responsabilidad debieran saberlo; y si está enseñando la verdad, deben
ponerse resueltamente de su lado."
10 "Todos nosotros debemos saber lo que se enseña en nuestro medio, pues si
es la verdad, necesitamos conocerla [...] Todos tenemos la obligación hacia
Dios de comprender lo que El nos envía."
11 "El nos ha dado instrucciones por las cuales podemos probar toda doctrina
(Isaías 8: 20). Pero si está de acuerdo con esta prueba, no estéis tan llenos de
prejuicios que no podáis aceptar un punto; sencillamente porque no
concuerda con vuestras ideas."
Elena de White nos sigue hablando del mismo tema en su libro "Consejos
Sobre la Obra de la Escuela Sabática". En sus páginas, de la 26 a la 35, ella
escribió lo siguiente:
"Todavía hay mucha verdad preciosa para ser revelada al pueblo en este
tiempo de peligros y tinieblas, pero es el propósito determinado de Satanás
impedir que los rayos de luz de la verdad penetren en el corazón de los
hombres. Si queremos tener la luz que ha sido provista para nosotros,
debemos manifestar el deseo que tenemos de ella por un diligente esfuerzo en
el escudriñamiento de la Palabra de Dios. Verdades preciosas, por largo
tiempo ocultas, han de ser reveladas de una manera que pondrá de manifiesto
su sagrado valor; porque Dios glorificará su Palabra para que aparezca en una
forma en que nunca antes la hayamos visto. Pero aquellos que profesan amar
la verdad deben ejercitar hasta lo sumo sus facultades a fin de comprender las
cosas profundas de la Palabra para que Dios sea glorificado y su pueblo
bendecido e iluminado [...] Una luz preciosa ha de resplandecer de la Palabra
de Dios y no se atreva alguien a decir que cosa debe o que cosa no debe ser
expuesta al pueblo en los mensajes de iluminación que El envíe, apagando así
el Espíritu de Dios. Cualquiera sea su puesto de autoridad, nadie tiene
derecho a impedir que la luz llegue al pueblo..." (COES pp 26,29 y 30).
De la continuación de esta importante cita podemos extraer otros pasos a
seguir a la hora de examinar la nueva luz. Veamos:
12 "¿Acaso es buscar tesoros escondidos el llamar montón de basura al
resultado del trabajo de otro, sin examinar críticamente para ver si hay o no
preciosas joyas de verdad en esa colección de pensamientos que condenáis?"
13 "Los que no saben casi nada no deben abstenerse de asistir a toda reunión
donde se ofrezca una oportunidad de investigar los mensajes que vienen al
pueblo solamente porque les parece que las opiniones de los que enseñan la
verdad no concuerdan con lo que ellos han creído ser verdad."
14 "Ninguno de los que se lo imaginan saberlo todo es demasiado viejo o
demasiado inteligente para aprender del más humilde de los mensajeros del
Dios vivo."
15 "Cuando se presenta una luz nueva a la iglesia es peligroso que la
rechacéis. Rehusar escuchar porque abrigáis prejuicios contra el mensaje o el
mensajero no excusará vuestro caso delante de Dios."
16 "Condenar aquello que no habéis oído y que no entendéis, no ensalzará
vuestra sabiduría ante los ojos de aquellos que son cándidos en sus
investigaciones de la verdad."
17 "Hablar con desprecio de aquellos a quienes Dios ha enviado con un
mensaje de verdad es insensatez y locura."
18 "No deben llegar a la conclusión de que toda la verdad ha sido revelada y
que el Infinito no tiene más luz para su pueblo."
Ella concluyó aconsejando lo siguiente: "Si se atrincheran en la creencia de
que toda la verdad ha sido revelada estarían en peligro de desechar como
inútiles las preciosas joyas de verdad que serán descubiertas al volver los
hombres la atención al escudriñamiento de la rica mina de la Palabra de
Dios." (COES, p 35).
Sin lugar a dudas, a semejanza de lo que le aconteció a Jesús y los demás
mártires inmolados, ha sucedido muchas veces con aquellos que se atrevieron
a enseñar nuevas luces de la Palabra de Dios al pueblo. Todo porque
parecieron despreciar orgullosamente, como dice el consejo inspirado, la
sabiduría de la institución reinante de su época. Esto porque anunciaron las
nuevas verdades sin consultar el permiso de la autoridad humana. Ellos solo
aceptaron la autoridad divina. Nosotros debemos entender que la Reforma no
concluyó en los días de Lutero, ni en los de Miller, ni en los de Elena de
White, sino que esta continuará avanzando progresivamente, como la luz de
la aurora, hasta el mismo fin del mundo.
Ellos no recibieron toda la luz que debía ser dada al mundo, así como
nosotros no la hemos recibido toda aún. Si Dios quiere revelarnos nuevas
luces, por medio de los instrumentos de su propia elección, debemos estar
prestos y sumisos para decir como el profeta Samuel: "Habla Jehová, porque
tu siervo escucha". El Señor tiene más luces y verdades que debemos recibir
todavía. Nuestros pioneros y antepasados, más recientes, no lograron ver y
comprender todo. Como ellos, nosotros aún no hemos logrado penetrar todos
los planes de Dios. Pero una cosa si es ciertísima en todo esto y es el hecho
irrebatible de que si ellos vivieran en nuestro tiempo, estarían dispuestos a
recibir la luz adicional.
Nosotros debemos comprender que la verdad de Dios es progresiva. Por esto
y más debemos entender que aún quedan muchas luces por ser reveladas al
pueblo remanente de Dios en estos tiempos de tanta agitación. Y nadie,
aunque sea hombre grande o pequeño, entre el pueblo de Dios debe creerse
en el derecho de impedir que estas luces iluminen al pueblo remanente de
Dios. No por gusto Elena de White, inspirada por Dios, reconoció no poseer
toda la verdad revelada en sus días, al decir: "No deben llegar a la conclusión
de que toda la verdad ha sido revelada y que el Infinito no tiene mas luz para
su pueblo." (COES, p 35).
A la hora de analizar el trabajo presentado por cualquier investigador, se debe
seguir la regla establecida por Aristóteles, desde la antiguedad, y de la cual
nos habla Josh Mc Doweld. El estableció lo siguiente: "El beneficio de la
duda debe concedérsele al documento mismo, y el crítico no debe abjudicarse
ese privilegio para sí". (Josh Mc Doweld. "Evidencia que Exige un
Veredicto", Ed Vida. 1982. Miami, FL. p 63).
Mc Doweld continúa diciendo: "Uno debe escuchar los clamores del
documento que está siendo analizado, y no debe suponerle fraude ni error a
menos que el autor se descalifique a sí mismo por contradicciones o por
reconocidas imprecisiones en cuanto a los hechos". (Ibidem).
"Horn magnífica esto, diciendo: 'Piensen por un momento acerca de lo que
necesita demostrarse respecto de una dificultad' con el fin de transferirla a la
categoría de un argumento válido contra la doctrina. Ciertamente se requiere
mucho más que la mera apariencia de contradicción. Primero, debemos
asegurarnos de que hemos entendido el pasaje correctamente, en el sentido en
el cual usa las palabras o los números. Segundo, que poseamos todo el
conocimiento existente acerca de este asunto. Tercero, que ya no es posible
que se arroje más luz sobre él por el avance del conocimiento, de la
investigación textual, de la arqueología, etc". (Ibidem).
Mc Doweld continúa diciendo: "...las dificultades no constituyen objeciones'
- añade Roberto Horn. 'Los problemas sin resolver no necesariamente son
errores. Esto no es empequeñecer la zona de dificultad; es verla en
perspectiva. Las dificultades nos retienen y los problemas nos hacen buscar
mayor claridad; pero hasta el momento en que tengamos claridad total y final
sobre cualquier asunto no estamos en condiciones de declarar, 'Aquí hay un
error comprobado, una objeción incuestionable." (Ibidem).
En resumen: Cuando alguien se presente argumentando poseer una nueva luz,
nuestra posición debe ser la de probarla por el consejo bíblico que dice: "A la
Ley y al Testimonio, si no hablaren conforme a esto, es porque no les ha
amanecido" (Isaías 8:20). Debemos seguir paso a paso los consejos
inspirados, de Elena de White, presentados en este capítulo. Y por último,
darles el beneficio de la duda, mientras no se pueda demostrar cabalmente lo
contrario, para que se cumpla en nosotros la justicia de Cristo en toda su
dimensión.Solo los que estén buscando fervientemente la luz de Dios la
recibirán en sus vidas.
Veamos lo que de esto nos dice la inspiración: "Unicamente se les dará luz a
las almas que están buscando fervientemente la luz y que aceptan con alegría
todo rayo de iluminación divina procedente de su Santa Palabra. Es mediante
esas almas que Dios revelará esa luz y poder que iluminará toda la tierra con
su gloria." (S.T 729. Año 1899; Eventos de los Ultimos Días. APIA 2006, p
175).
Esta promesa se encuentra fundamentada en la Biblia, de la siguiente manera:
"Clama a mí y yo te responderé y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú
no conoces." (Jeremías 33:3).
Definitivamente sucederá lo que nos ha dicho Dios, a través del profeta
Amós: "No hará nada Jehová el Señor, sin que declare su secreto a sus
siervos los profetas." (Amós 3:7).
Pero como está escrito: "Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido al
corazón de los hombres, son las que Dios ha preparado para los que lo aman.
Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu, porque el Espíritu todo lo
escudriña, aún lo profundo de Dios, porque ¿quién de los hombres conoce las
cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo
modo, nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros
no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de
Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido [...] Pero el hombre
natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son
locura y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente
[...] Pues bien nosotros tenemos la mente de Cristo". (1 Corintios 2:9 al 15).

CAPITULO 2

"EL DIA Y LA HORA NADIE LO SABE"


"Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo
mi Padre."
(Mateo 24: 36)

El texto de (Mateo 24:36) que dice: "Pero el día y la hora nadie sabe ,ni aún
los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre", ha sido utilizado a través de la
historia del cristianismo, para asegurar que el pueblo de Dios nunca podrá
conocer anticipadamente "el día y la hora" de la segunda venida de Cristo al
mundo. Pero nosotros deberíamos ser sinceros y realmente preguntarnos si
Jesús quiso decir lo que hasta aquí se ha interpretado sobre el significado de
estas palabras. Veamos lo que nos escribió Elena de White, en el libro el
Conflicto de los Siglos, citando las palabras del famoso alemán de origen
judío José Wolff, quien fuera conocido como el "misionero universal".
En sus días él creyó, de todo corazón, en la pronta venida de Cristo al mundo
en gloria y majestad. El esperaba, según sus cálculos de los periodos
proféticos, que la gran consumación de la bienaventurada esperanza de la
venida de Cristo, según lo narra (Tito 2:13), no era en fecha muy lejana a la
señalada por Guillermo Miller.
Elena de White, citando las propias palabras de Wolff, en torno a este suceso,
escribió: "A los que se fundaban en el pasaje: 'Del día y la hora nadie sabe',
para afirmar que nadie podía saber nada respecto a la proximidad del
advenimiento, Wolff les contestaba: '¿Dijo el Señor que el día y la hora no se
sabrían jamás? ¿No nos dio señales de los tiempos, para que reconociéramos
siquiera la proximidad de su venida, como se reconoce la cercanía del verano
por la higuera cuando brotan sus hojas? (Mateo 24:32). ¿No conoceremos
jamás ese tiempo, cuando él mismo nos exhortó no solo a leer la profecía de
Daniel, sino también a comprenderla? Y es precisamente en Daniel donde se
dice que las palabras serían selladas hasta el tiempo del fin (lo que era el caso
en su tiempo), y que 'muchos correrán de aquí para allá' (expresión hebraica
que significa observar y pensar en el tiempo), y 'la ciencia' respecto a ese
tiempo será aumentada (Daniel 12:4). Además, nuestro Señor no dice que la
proximidad del tiempo no será conocida, sino que nadie sabe con exactitud el
'día' ni la 'hora'. Dice que se sabrá bastante por las señales de los tiempos,
para inducirnos a que nos preparemos para su venida, así como Noé preparó
el Arca" (Wolff, Reasarches and Missionary Labors, pp 404, 405. Conflicto
de los Siglos, Capítulo 21. p 409).
Ella continuó escribiendo lo siguiente sobre este tema: "Respecto al sistema
popular de interpretación, o mejor dicho de torcer las Sagradas Escrituras,
Wolff escribió: 'La mayoría de las iglesias cristianas se han apartado del claro
sentido de las Escrituras, para adoptar el sistema fantástico de los budistas"
(Ibidem).
Al ella citar estas palabras, de aquel siervo de Dios, solo prueba una cosa, y
es que estaba en total acuerdo con la posición de la interpretación de Wolff
con respecto al pasaje de (Mateo 24:36). En ningún momento, el pasaje
referido, establece definitivamente que el día y la hora no se sabrán jamás
antes de la Segunda Venida de Cristo en gloria y majestad. El tiempo verbal
empleado por Jesús en este pasaje está en presente. El dijo: "Pero del día y la
hora nadie sabe...". Esto no quiere decir otra cosa que en el instante preciso
en que Jesús estaba hablando nadie, a excepción del Padre, conocía ese
momento exacto.
Pero lamentablemente la interpretación teológica popular, históricamente, le
ha hecho decir al texto lo que realmente no está diciendo. Wolff, por su
condición de hijo de rabino judío y el doctorado que poseía, estaba
plenamente capacitado para entender e interpretar el significado literal del
texto hebreo. El, interpretando (Daniel 12:4), expresó que el significado
literal de esas palabras selladas hasta el tiempo del fin, en relación a la
expresión "muchos correrán de aquí para allá", significaban literalmente:
"observar y pensar en el tiempo". En esencia, este es el mismo mensaje
expresado en (Habacuc 2:2), cuando nos escribe acerca de la respuesta
recibida a su queja: "Jehová me respondió y me dijo: 'Escribe la visión,
grábala en tablas para que corriere el que leyere en ella".
En este pasaje se está haciendo referencia a las profecías de tiempo del libro
de Daniel y de forma específica a la segunda parte del libro, a partir de su
capítulo 8. Así lo interpretó Carlos Fitch, en el año 1842. El tomó este pasaje
de (Habacuc 2:1 al 4), como una orden divina para hacer el famoso diagrama
profético sobre el libro de Daniel, del cual se reprodujeron más de 300, entre
los predicadores del advenimiento, durante el periodo de 1842 a 1844.
Aunque los milleritas sufrieron un amargo chasco, porque se equivocaron al
interpretar que la profecía de Daniel 8 y 9 se refería en el tiempo a la Segunda
Venida de Cristo y no al inicio del juicio celestial el 22 de octubre de 1844
d.C.
Ellos se equivocaron en cuanto al acontecimiento que había de suceder al
final de los 2300 días y no en cuanto al tiempo del cumplimiento de aquella
profecía. Allí, en el versículo 3 del capítulo 2 de Habacuc, se le ofrece una
contesta a la queja que presenta el profeta en el versículo 1. Ante la queja de
la "tardanza", en cuanto al tiempo del cumplimiento de la visión, se le
responde de la siguiente manera: "Aunque la visión tarda en cumplirse, se
cumplirá a su tiempo, no fallará aunque tarde, espérala, porque sin duda
vendrá, no tardará". Los milleritas vieron, en aquellas palabras, después de
haber sufrido su chasco, un período de tardanza, pero según el texto mismo
esta es aparente, porque existe una paradoja en aquellas palabras que dicen:
"aunque tarde, espérala, porque sin duda vendrá no tardará".
Hay una tardanza en su interpretación y espera del acontecimiento
equivocado en cuanto a la segunda venida de Cristo al mundo en la fecha del
día 22 de octubre de 1844. Pero esta tardanza solo es aparente, porque según
la respuesta de Dios para este evento existía un tiempo específicamente
señalado en las siguientes palabras: "Aunque la visión tarda en cumplirse, se
cumplirá a su tiempo, no fallará...". Este asunto de la aparente tardanza,
mencionado en el libro de Habacuc, lo analizaremos de forma más detallada
en un caíptulo posterior. El asunto que nos ocupa entender ahora es que el
significado hebreo de la frase: "muchos correrán de aquí para allá y la ciencia
se aumentará..." (Daniel 12:4), es el mismo que está presente en (Habacuc
2:2) y dice así: "para que pueda leerse de corrido". En resumen, esto es
"observar y pensar en el tiempo", como lo interpretó José Wolff y confirmó
Elena de White en su libro El Conflicto de los Siglos.
Ella también escribió lo siguiente, en torno a este asunto: "Nadie sabe el día
ni la hora', era el argumento aducido con mas frecuencia por los que
rechazaban la fe del advenimiento. El pasaje bíblico nos dice: 'Empero el día
y la hora nadie sabe, ni aún los ángeles de los cielos, sino mi Padre
solo'(Mateo 24:36). Los que estaban esperando al Señor dieron una
explicación clara y armoniosa de esta cita bíblica, y resultó claramente
refutada la falsa interpretación que de ella hacían sus adversarios. Esas
palabras fueron pronunciadas por Cristo en la memorable conversación que
tuvo con sus discípulos en el Monte de los Olivos, después de haber salido
del templo por última vez.
Los discípulos habían preguntado: '¿Qué señal habrá de tu venida, y del fin
del mundo?'. Jesús les dió las señales, y les dijo: 'Cuando vieres todas estas
cosas, sabed que está cercano a las puertas' No debe interpretarse una
declaración del Salvador en forma que venga a anular a otra. Aunque nadie
sepa el día ni la hora de su venida se nos exhorta y se requiere de nosotros
que sepamos cuando está cerca. Se nos enseña, además, que menospreciar su
aviso y negarse a averiguar cuando su advenimiento esta cercano, será tan
fatal para nosotros como lo fue para los que viviendo en los días de Noé no
supieron cuando vendría el Diluvio." (Conflicto de los Siglos, pp 420 y 421).
Ella demuestra aquí que esta cita, de (Mateo 24:36), fue mal interpretada por
la teología popular de los días del movimiento millerita, pero la teología
popular actual sigue actuando de igual manera respecto a la interpretación de
este pasaje bíblico. En ese pasaje, de las Sagradas Escrituras griegas, Jesús
nunca afirmó definitivamente que el día y la hora no se sabrían jámas. El
habló en un tiempo verbal presente, al decir: "nadie sabe". El no dijo "en
cuanto al día y la hora nunca nadie lo sabrá". Si las palabras de Jesús
quisieran decir lo que erróneamente se ha interpretado hasta aquí por la
teología popular, ¿cómo equilibraríamos con esta posición las siguientes citas
del Espíritu de profecía que, supuestamente, contradirían la interpretación de
las palabras de Jesús, presentes en Mateo 24:36?
Elena de White escribió: "Pronto oímos la voz de Dios, semejante al ruido de
muchas aguas, que nos anunció el día y la hora de la venida de Jesús."
(Primeros Escritos, p 15).
"Pronto escuchamos la voz de Dios que sonaba como muchas aguas, y que
nos daba el día y la hora de la venida de Jesús. Los santos vivos, los 144.000,
conocieron y comprendieron la voz, mientras que los malvados pensaron que
se trataba de un trueno y un terremoto. Cuando Dios pronunció la fecha,
derramó sobre nosotros el Espíritu Santo y nuestros rostros comenzaron a
brillar con la gloria de Dios, tal como ocurrió con el rostro de Moisés cuando
descendió del monte Sinaí." (1Testimonios para la Iglesia, p 62).
"No tengo la menor noción del tiempo mencionado por la voz de Dios. Oí
proclamar la hora, pero después que salí de la visión no tuve el menor
recuerdo de esa hora." (Carta 38, 1888; 1Mensajes Selectos, p 76).
Allí Elena de White es llevada en visión al período futuro del tiempo de
angustia de Jacob y durante los momentos que marcan los eventos de la
resurrección parcial, después de la quinta plaga de Apocalipsis 16, ella oye la
voz de Dios por el espacio abierto en Orión, donde El muestra ante el mundo
las tablas de la Ley de los 10 Mandamientos, con una luz gloriosa especial
sobre el sábado del cuarto mandamiento. Entonces su voz proclama uno por
uno los Diez Mandamientos, ante el oído de todos los habitantes de la Tierra.
Y por último, El anuncia el día y la hora de su venida. Como leyeron
previamente, a ella se le preguntó si podía recordar el día y la hora, anunciado
por Dios durante su visión, pero ella refirió que no podía recordarlo por más
esfuerzo que hiciera.
Pero según el contexto futuro del cumplimiento de esta visión, tanto los
santos vivos, como los que se levanten en la resurrección parcial, es decir,
todos los que murieron en la fe del mensaje del tercer ángel, salen de sus
tumbas para escuchar el pacto de paz que Dios hará con todos los que
guardaron su Ley, desde que comenzó la proclamación del mensaje de los 3
ángeles. Estos, unidos, escuchan el anuncio del día y la hora de la Segunda
Venida de Cristo al mundo. Y esto, sin dudas, es un tiempo antes de su
regreso. Al menos la lógica simple de esta cita nos debe hacer comprender
que su venida a la Tierra no acontece ese mismo día, ya que ese día solo se
anuncia el día y la hora.
Por tanto si fuera ese mismo día sería totalmente ilógico anunciar el día, ya
que solo bastaría mencionar la hora en que ese suceso se cumpliría en ese
propio día. Además, nosotros conocemos sobradamente que los eventos de la
resurrección parcial de los santos, mencionados en (Daniel 12:2), que
acontecen durante esa secuencia de acontecimientos no es la resurrección
general, mencionada en (1 Tesalonicenses 4:13 al 17). Entre ambos eventos
existe un espacio de tiempo para su cumplimiento y no es en el mismo día.
Por lo tanto podemos llegar a la conclusión, a través de estas citas del
Espíritu de la Profecía, de que antes del día exacto del retorno de Cristo a la
Tierra su pueblo si sabrá, con antelación, el día y la hora de ese glorioso
acontecimiento.
Por eso ninguna persona puede afirmar, de forma absoluta, que nadie sabrá el
día y la hora de la venida de Cristo antes que esta suceda. Porque la Biblia
realmente no enseña esto en (Mateo 24:36), y Elena de White, inspirada por
el Espíritu Santo, dice que el pueblo remanente de Dios conocerá el día y la
hora de la venida de Cristo antes de que ese evento suceda. Jesús nos advierte
sobre la actitud del siervo infiel de la parábola de (Mateo 24:42 al 51),
cuando este dice lo siguiente: "Mi Señor se tarda en venir". Jesús dice que
por eso será castigado. Pero del siervo fiel y prudente, al cual exhorta a velar,
nos dice que es: "Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando su Señor
viniere, lo hallare haciendo así". Advirtiendo de lo mismo a las iglesias de
Apocalipsis dice el Espíritu: "Y si no velares, vendré a ti como ladrón, y no
sabrás a que hora vendré a ti." (Apoc 3:3).
Si analizamos detenidamente este versículo podemos llegar a una conclusión
evidente, y esta es que los que no estén velando serán sorprendidos como son
sorprendidos aquellos que son robados por un ladrón. A estos el ladrón los
sorprende, porque no saben el momento exacto de su venida, porque de lo
contrario no serían robados. Los ladrones solo sorprenden a los que no los
esperan. Pero debemos entender bien claro que no es el Señor el llegará como
ladrón, sino que la Biblia deja sentado bien claro que es el día o la hora de la
venida del Señor el que llegará como un ladrón, el cual será una sorpresa para
aquellos que no estén velando.
En (1 Pedro 3:10) queda bien establecido que es el día y no el Señor el que
llegará oculto para los que no le esperan, ya que la venida de Cristo será un
acontecimiento universal visible, audible y con total gloria y majestad, donde
todo ojo le verá. Analizando más en detalle el pasaje de (Apoc 3:3) y lo que
el Espíritu nos quiso decir o advertir a través del apóstol Juan, nos haría
entender la importancia de velar y no estar dormidos. El mensaje contrario,
desde la óptica positiva de este texto, nos está diciendo lo siguiente: "Si
velares, vendré a ti, no como ladrón, porque sabrás en que hora vendré a ti".
Lo que el Espíritu le está diciendo en (Apoc 3:3) a los siervos infieles es que
hagan lo contrario de lo que están haciendo, para que como los fieles, que si
están velando, puedan saber la hora en que Jesús vendrá sobre ellos. Entonces
este texto parece indicar claramente que los que estén velando podrán saber la
hora en que el Señor vendrá sobre ellos, ya que los que no lo están haciendo
así, no sabrán ese momento el cual llegará como un ladrón sobre sus vidas. El
apóstol Pablo habla de estos dos mismos grupos de personas. Según él, habrá
un grupo de personas para quienes la aparición del Señor acontecerá sin que
la hayan esperado. Para ellos ese día le llegará por sorpresa como un ladrón
en la noche. Pero a los que velan les dice: "Mas vosotros, hermanos, no estáis
en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón; porque todos
vosotros sois hijos de la luz y del día, no de la noche, ni de las tinieblas". (1
Tesalonicenses 5:2 al 5).
En cierta ocasión Jesús enseñó la parábola de las 10 vírgenes que mostraba
proféticamente la condición espiritual de la Iglesia de Dios antes de su
retorno a la Tierra. Según las propias palabras proféticas de Jesús en esta
famosa parábola, poco antes de su regreso a la Tierra, la iglesia de Dios estará
compuesta por tres grupos. Ahora muchos pensarán que estoy equivocado al
mencionar la existencia de tres grupos dentro de la enseñanza profética de esa
parábola. A través de los años que llevo en la iglesia a la mayoría de nosotros
se le ha enseñado que allí, en esa parábola, solo hay dos grupos antes del
retorno de Cristo para rescatar a su pueblo. Estos son los representados por
las vírgenes prudentes que tienen el aceite adicional y entran a las bodas,
antes de cerrarse la puerta, y el grupo de las insensatas que se quedan sin
aceite. Estas, mientras salen a comprar más aceite, cuando regresan,
encuentran la puerta cerrada y se quedan fuera de la fiesta de bodas. Pero es
preciso que notemos que allí hay un tercer grupo, representado por el que da
el clamor de medianoche, y al cual Jesús hizo referencia diciendo: "Y a la
medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!".(Mat
25:6).
Casi nadie ha notado, en esta parábola, que existe un tercer grupo dentro de la
iglesia del tiempo final, representado por aquel que da el clamor de
medianoche. El que da la voz era el único que estaba despierto, velando y
esperando la llegada del esposo y cuándo este se está acercando, con un
fuerte clamor, despierta a las 10 vírgenes que estaban dormidas. Podemos
estar seguros que no era un ángel el que dio la voz dentro de la fiesta, ni fue
la voz de Jesús ya que él está representado por el esposo que viene desde
afuera para el casamiento. Entonces la pregunta que debemos hacernos es la
siguiente: ¿Quién es este personaje que está despierto, esperando y velando y
que despierta a las 10 vírgenes con el clamor de medianoche, cuando el
esposo se acerca a la fiesta de bodas?
Durante años me hice esta pregunta muchas veces y no encontraba una clara
respuesta bíblica para ella. Pero un día, leyendo el evangelio de Marcos, me
sorprendí al encontrar la identidad de este personaje y fue de gran alegría
para mí.
Allí en se nos dice lo siguiente: "Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni
aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Mirad, velad y
orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo. Es como el hombre que
yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su
obra, y al portero mandó que velase. Velad, pues, porque no sabéis cuándo
vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del
gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle
durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad". (Marcos 13: 32
al 37).
Sin lugar a dudas podemos decir que aquel que estaba despierto dentro de la
fiesta y dio el clamor de medianoche está representado por el "PORTERO",
del cual Jesús nos habló a través de Marcos. Este portero no es más que un
atalaya o centinela que no se duerme y vela mientras todos dentro de la
iglesia se duermen. A este el día y la hora de la venida del esposo no lo
sorprende ya que estaba en su puesto de guardia en total atención, ante las
señales de la cercanía del esposo a la fiesta de bodas. Por tanto y demás, esta
parábola de Jesús nos está mostrando que dentro de la iglesia habrá un grupo
especial el cual si sabrá el momento exacto de su venida y no será tomado por
sorpresa cuando él llegue como esposo.
Y como dijimos antes, este grupo está representado por el portero que da el
clamor de medianoche, despertando, con su mensaje de alarma, al resto de la
iglesia dormida, la cual está representada por las vírgenes prudentes y las
insensatas de la parábola. Comentando acerca de este pasaje Elena de
White nos advirtió lo siguiente: "Así quedó demostrado que las Sagradas
Escrituras no autorizan a los hombres a permanecer ignorantes con respecto a
la proximidad de la venida de Cristo. Pero los que no buscaban más que un
pretexto para rechazar la verdad, cerraron sus oídos a esta explicación, y las
palabras: 'Mas el día y la hora nadie sabe' seguían siendo repetidas por los
atrevidos escarnecedores y hasta por los que profesaban ser ministros de
Cristo." (Conflicto de los Siglos, p 421).
Son muchos los que refieren al pasaje anterior de (Marcos 13:32) el cual es
paralelo de (Mateo 24:36), el cual dice así: "Pero aquel día y la hora nadie
sabe, ni aún los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.", para
criticar a los que creen que este tiempo se puede conocer, antes de que suceda
el evento de la Segunda Venida de Cristo. Ellos aducen lo siguiente: "Ya ven
que ni aún el Hijo mismo sabe el día ni la hora, sino solamente el Padre".
Pero ellos no se percatan que en el momento en que Cristo dijo estas palabras
estaba hablando en tiempo presente al decir "nadie sabe". Esto aconteció en
su sermón profético del Monte de los Olivos, antes de su crucifixión, muerte
y resurrección.
Lo que debemos entender aquí es que Cristo fue cien por ciento humano
durante su vida de treinta tres años y medio en esta Tierra. El no hizo nada
empleando sus atributos divinos incomunicables durante su vida terrenal. El
"no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse sino que se despojó
así mismo tomando la forma de siervo, hecho semejante a los hombres ..."
(Filipenses 2:6, 7). De aquí sacamos la conclusión de que por ese motivo
voluntario de no usar sus poderes divinos, para su propio beneficio, y actuar
en desventajas como un segundo Adán, Jesús realmente no conocía, como
humano que era, la fecha para su advenimiento. El, como un segundo Adán
(1 Cor 15:45), tuvo que crecer física, mental y espiritualmente de forma
progresiva. Su maestro fue el Espíritu Santo, a través de las enseñanzas de su
madre, las Sagradas Escrituras y la naturaleza. Y todo esto lo alcanzó por
medio de una vida devocional de permanente comunión con su Padre
Celestial.
Nuestro gran problema consiste en pensar que Cristo no se limitó a usar sus
atributos divinos. Si él hubiera hecho esto le habría dado la razón a las falsas
acusaciones de Satanás, quien decía que Dios era un Juez injusto. Por eso
Cristo debía probar, como un segundo Adán que era, que el ser humano podía
vencer sobre el pecado y la tentación, a través de una íntima y constante
comunión con Dios. Para esto él no podía sacar ninguna ventaja sobre Adán.
Lo más glorioso de su victoria es que El venció, sobre el enemigo, en clara
desventaja con Adán, ya que El nació en un mundo enfermo por el pecado,
4000 años después de la caída del hombre. Entonces como El nunca usó su
omnisciencia, debemos comprender que como cien por ciento humano que
era, en el Monte de los Olivos, cuando pronunció aquellas polémicas
palabras, no podía realmente saber, en aquel instante, el día y la hora de su
venida, porque no era verdad presente para ese momento.
Pero estos hechos no resultaron ser iguales después de terminar su ministerio
terrenal con su muerte en la cruz del Calvario. Cuando El resucitó, este
aspecto cambió totalmente. Jesús resucitó con un cuerpo humano glorificado,
según nos detalla (Lucas 24:39). Después de su resurrección, El retomó todos
sus atributos divinos incomunicables. En este caso, su omnisciencia,
eternidad y omnipotencia, a excepción de su omnipresencia. Este atributo
divino se limitó a usarlo por respeto a la condición humana que había tomado
para vindicar el carácter de Dios ante el universo y rescatar a los hijos de
Adán. Todo esto lo hizo por amor y respeto a la raza humana, de la cual se
hizo miembro y nuestro querido hermano mayor para siempre jamás.
En (1 Timoteo 2:5) se nos dice que: "Hay un solo Dios y un solo mediador
entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre". Allí podemos apreciar la
prueba de que aún El intercede por nosotros, en su condición de hombre.
Desde su ascensión al Cielo, en el año 31 d.C., el escogió ser omnipresente
para siempre, a través del ministerio del Espíritu Santo. Por eso estaría fuera
de contexto decir ahora, después del evento de su resurrección, que el Hijo no
sabe el día y la hora de su venida. Nadie tiene derecho a negar su
omnisciencia divina después de haber resucitado. Evidencia de este hecho
resalta en la respuesta que diera a sus discípulos el día de su ascensión, a los
cielos, desde el Monte de los Olivos. Estos le preguntaron: "Señor,
¿restaurarás el reino de Israel en este tiempo? A lo que él respondió: '-No os
toca a vosotros saber los tiempos o las ocasiones que el Padre puso en su sola
potestad". (Hechos 1:6 y 7).
Allí la pregunta era la misma del Monte de Olivos, presente en Mateo 24, y
tenía que ver con el tiempo en que Dios establecería su reino. En el Monte de
los Olivos, antes de su muerte, Jesús les respondió: "El día y la hora nadie lo
sabe", pero después de su resurrección su respuesta cambia y nos abre otro
horizonte en la interpretación de este pasaje. El dijo: "No os toca a vosotros
saber los tiempos o las ocasiones que el Padre puso en su sola potestad". Al
decir, "No os toca a vosotros" les quiso decir a sus discípulos que ese era un
mensaje que no era verdad presente para su generación. No era para ellos el
conocer los tiempos o períodos proféticos que el Padre había puesto en su
sola autoridad divina.
Ahora si no era para ellos la incumbencia de conocer estos tiempos, ¿a quién
entonces le tocaría conocerlos? De la respuesta dada por Jesús se desprende
el más lógico de los razonamientos posibles, y es el hecho de que si no les
tocaba a ellos saber estos tiempos a alguien entonces le tocaría conocerlos.
Por tanto, si nos dedicamos a analizar estas palabras, sin prejuicios de ningún
tipo, entenderemos que Jesús no quiso decir lo que se le ha querido hacer
decir. Estas palabras no quieren decir que nunca nadie sabrá los tiempos y las
ocasiones que Dios el Padre puso bajo su arbitrio, para la restauración de su
reino. El asunto se nos aclara más cuando logramos entender que los tiempos
proféticos, señalados en la Biblia, en relación a la historia futura de su
pueblo, no eran verdad presente para la generación de los apóstoles a la que
Jesús les estaba hablando en aquellos momentos.
Ellos estaban enmarcados en el mensaje apocalíptico del período profético de
la iglesia de Efeso, que era desde la ascensión de Cristo, en el año 31 d.C.,
hasta el año 100 d.C., con la muerte de Juan, el último de los 12 apóstoles en
morir. La Biblia contenía, desde los días de los apóstoles, muchas profecías
de tiempo que se convertirían, en la medida que avanzara la historia del
mundo, en verdad presente para las generaciones futuras hasta la
consumación final de la historia del pecado en este mundo, con la segunda
venida de Cristo. Por ejemplo, la iglesia del primer siglo no podía
comprender el significado del período profético de 10 días, presente en el
mensaje a la iglesia de Esmirna en (Apoc 2:10). Este versículo preanunciaba
los 10 años de persecución religiosa, iniciada por Diocleciano, en el año 303
d.C., y concluida por el decreto de tolerancia religiosa del emperador
Constantino en el año 313 d.C.
Ellos no podían comprender este tiempo profético, porque no era verdad
presente para sus días. Menos aún podían comprender el tiempo de 1260 años
de supremacía papal, presentes en el libro de Daniel y revelado a Juan en
Apocalipsis. Este período comenzó en el año 538 d.C., y concluyó en el año
1798 d.C. Esta profecía, desde los días de los apóstoles, debía esperar cuatro
siglos más para iniciar su cumplimiento y diecisiete largos siglos para su final
cumplimiento, a dos años de finalizar el siglo XVIII. Tampoco conocían los
tres años y medio del "Reinado del Terror" en Francia, durante el período de
la Revolución Francesa, profetizados en (Apoc 11:9). Esto era así, porque no
era verdad presente para su generación. Tampoco era verdad presente para los
discípulos conocer las fechas que indicaban los eventos del sexto sello de
Apocalipsis.
Tampoco era verdad presente para ellos conocer los tiempos y las ocasiones
de la duración de la quinta y sexta trompeta de Apocalipsis que anunciaban el
control de los árabes y turcos musulmanes sobre Europa, desde el año 1299
d.C., hasta el 1840 d.C. Tampoco era verdad presente para su época saber el
significado de la profecía de las 2300 tardes y mañanas de (Daniel 8:14), la
cual señalaba el inicio del juicio en el santuario celestial el día 22 de octubre
de 1844 d.C. Por tanto, mucho menos era para su generación el hecho de
conocer el día y la hora para el establecimiento del Reino de Dios, durante los
eventos de la Segunda Venida de Cristo a la Tierra. Porque no era verdad
presente para su generación conocer estos tiempos y ocasiones, fue el motivo
por el cual Jesús les dijo: "No os toca a vosotros saber".
Pero esas palabras infieren que si no les tocaba a ellos saber los tiempos y las
ocasiones elegidas por Dios, a alguien le tocaría conocerlos. Entonces de esto
nos debe quedar bien claro que en aquellas palabras de Jesús, a sus
discípulos, en el Monte de la Ascensión, no quiso decir, ni dijo, que no le
tocaba a nadie conocer el tiempo que el Padre puso en su sola potestad. Por
eso la evidencia cronológica de las Sagradas Escrituras afectó notablemente a
Guillermo Miller. Según sus propias palabras, el descubrió que los eventos
predichos, y que se habían cumplido con total exactitud en la historia, se
habían desarrollado dentro de límites de tiempo predeterminados. Esos
eventos se cumplieron en el tiempo exacto que profetizaba el pasaje bíblico.
Por eso él dijo que cuando encontró varios períodos cronológicos, en sus
estudios de la Biblia, que se prolongaban hasta la Segunda Venida de Cristo,
llegó a la conclusión de que esos eran "los tiempos y las ocasiones" que Dios
había revelado a sus siervos. El error de Miller y sus seguidores, como ya he
referido en varias ocasiones, fue el pensar que Cristo volvería a la Tierra el
día 22 de octubre de 1844 d.C. Ellos no se percataron que el acontecimiento
profetizado en (Daniel 8:14), era el inicio del Juicio Celestial, en
cumplimiento de la sexta fiesta de Levíticos 23 y no la venida de Cristo.
Aunque ellos equivocaron el evento, no estaban equivocados en el cálculo del
tiempo del cumplimiento de la profecía. Esa equivocación de los milleritas,
en cuanto al acontecimiento, fue lo que provocó su amargo chasco el 22 de
octubre de 1844.
Todo esto es un ejemplo para nuestra generación, a la que han "alcanzado los
fines de los tiempos". Debemos reconocer lo que la Biblia nos dice en (2
Timoteo 3:16): "Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar..."; y
esta, en ningún tiempo, "fue traída por la voluntad humana", sino que fue
escrita por "santos hombres [...] inspirados por el Espíritu Santo" (2 Pedro
1:21). Por eso debemos valorar cada porción de ella con mucha reverencia y
oración. Y si en ella (la Biblia), llegamos a descubrir algún periodo de tiempo
cronológico, no explicado aún, deberíamos tomarlo en cuenta, con mucha
atención, hasta resolver la incógnita planteada por él. Por lo cual debemos
tener extremo cuidado, porque puede ser que estemos pasando por alto algún
periodo profético en relación con la Segunda Venida de Cristo. Así lo creyó
Miller en sus días, aunque se quedó corto en su predicación, al equivocarse
en la interpretación y la proclamación del evento que había de suceder al final
de los 2.300 días proféticos de Daniel 8.
Elena de White nos habla, en el Conflicto de los Siglos, acerca de la
convicción que tenía Miller: "Así que los que estudian la Palabra de Dios
pueden confiar que encontraran indicado con claridad en las Escrituras el
acontecimiento más estupendo que debe realizarse en la historia de la
humanidad." (Conflicto de los Siglos, cap 19. p 370). De igual manera que
Miller lo creo yo, porque: "Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro
Dios; mas las reveledas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para
siempre." (Deut 29:29).
Y si el tiempo de la Segunda Venida de Cristo está revelado en su Santa
Palabra nos corresponde conocerlo a nosotros, quiénes somos la última
generación. Podemos estar seguros de estas palabras: "No hará nada Jehová
el Señor, sin que declare su secreto a sus siervos los profetas." (Amós 3:7). Si
hasta la fecha le ha faltado luz al pueblo de Dios, en torno a este asunto, El
prometió darnos nuevas luces en relación a su Palabra. De seguro su pueblo
recibirá la iluminación necesaria, y actuaremos como el portero de la
parábola de las 10 vírgenes que Jesús mencionó en Marcos 13. Todo esto
debe ser así, "para que aquel día no nos sorprenda como ladrón"; porque "La
senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que
el día es perfecto." (Proverbios 4:18).

CAPITULO 3

"LA PROFECIA DE LAS 70 SEMANAS"

"Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa


ciudad... Sepas pues y entiendas, que desde la salida de la palabra para
restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete
semanas, y sesenta y dos semanas; tornaráse a edificar la plaza y el muro en
tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la
vida al Mesías, y no por sí ... Y en otra semana confirmará el pacto a
muchos, y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda."
(Daniel 9: 24-27)

El ángel Gabriel había sido enviado a Daniel para que le explicara el punto
que no había logrado comprender en la visión del capítulo octavo, este era en
cuanto al dato relativo al tiempo: "Hasta dos mil y trescientas tardes y
mañanas; entonces será purificado el Santuario." (Daniel 8:14.)

Daniel había comprendido la visión del capítulo 8, explicada por Gabriel,


hasta el momento en que se le menciona el factor tiempo de las 2300 tardes y
mañanas (Daniel 8:26). Ya en el versículo 27 se narra que el profeta Daniel
no logra comprender la explicación del ángel y se enferma a causa del
anuncio de aquel tiempo que no entendía, y el cual no entendió durante once
años, porque la visión del capítulo 8 la recibió en el tercer año del reinado de
Belsasar, que era el año 549 a.C. Pero la visión del capítulo 9 la recibe en el
primer año de Darío, el cual fue el año 538 a.C. Por tanto tuvo que esperar
una década para que Dios le enviara la explicación, del factor en relación al
tiempo, a través de Gabriel nuevamente. Así Gabriel vino "volando con
presteza" a la hora del sacrificio vespertino (es decir las tres de la tarde), del
santuario de Dios; para darle a Daniel la explicación de lo que no había
comprendido once años antes. Así se trasladó a esta Tierra, desde el trono de
Dios, en respuesta a la inquietud y duda de Daniel respecto al destino de su
pueblo cautivo en Babilonia.

La profecía del capítulo noveno de Daniel tiene total conexión con la del
capítulo octavo por varias razones o evidencias internas que se pueden
apreciar en el contexto de la historia narrada de ambos capítulos. La primera
de estas evidencias está en las palabras del ángel Gabriel cuando dijo:
"Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa
ciudad." La palabra hebrea CHATAK, traducida aquí por "determinadas,"
significa literalmente "descontadas", "cortadas" o "separadas". Gabriel le
declara a Daniel que setenta semanas, que representaban 490 años, según la
regla bíblico-profética día por año, debían ser descontadas, cortadas o
separadas del periodo mayor de 2300 días, porque sería el tiempo
determinado por la providencia divina como gracia para la nación judía de
aceptar la verdad del ministerio de Cristo como el Mesías cuando apareciera
cinco siglos después, durante la época del imperio romano.

Esta regla bíblico-profética de que un día equivale a un año, en el calendario


histórico humano, solo se aplica cuando los días se mencionan en relación a
las profecías. Cuando la Biblia hace mención a días en un lenguaje de una
historia real, los días deben ser entendidos como literales. Las claves bíblicas
para demostrar que los días en profecía equivalen a años, lo podemos
observar en los siguientes pasajes. (Números 14:34; Levíticos 25:8 y
Ezequiel 4:6).

¿Pero de dónde fueron descontadas estas 70 semanas o 490 años? Como los
2.300 días son el único período de tiempo mencionado en el capítulo octavo,
deben constituir el período del que fueron descontadas las setenta semanas;
las setenta semanas deben por consiguiente formar parte de los 2.300 días, y
ambos períodos deben comenzar juntos en la misma fecha. El ángel declaró
que las setenta semanas datan del momento en que salió el edicto para
reedificar a Jerusalén.

La segunda evidencia de la conexión de estos dos capítulos se puede apreciar


en el hecho de las palabras escritas por Daniel que dicen: "...aún estaba
hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quién había visto en la visión
al principio, volando con presteza vino a mi..." (la negrita es mía) ¿Por qué
decimos esto? Por la sencilla y lógica razón que nos ofrece el libro de Daniel
en el hecho de que Daniel está hablando de una aparición de Gabriel al
principio. Pero cuando vámos al libro de Daniel, capítulo por capítulo,
podemos comprobar que la primera vez que el ángel Gabriel aparece
mostrándole la explicación de una visión es en el capítulo 8. Desde el
capítulo 1 hasta el 7 Gabriel nunca apareció a Daniel antes. Así este hecho
comprueba que (Daniel 9:21), está haciendo referencia a la visión de Daniel
8.

La tercera evidencia interna de la conexión de ambos capítulos está presente


en el hecho de que la primera vez en todo el libro de Daniel que él se
enferma, a causa de una visión que no entendía, fue en el instante en que el
ángel le iba a explicar el significado del factor tiempo en relación a la
purificación del del santuario al final de los los 2300 días de tarde y de
mañana, o proféticamente los 2300 años. Pero cuando Gabriel se le aparece
once años después, en respuesta a su oración, este viene para hacerle
entender, según las propias palabras de Daniel. Pero ¿entender qué? Por
lógica del contexto bíblico él le haría entender la parte de la profecía que no
había comprendido once años antes.

Pero en los versículos posteriores, las primeras palabras de Gabriel confirman


este hecho, de una manera notable, cuando le dice a Daniel: "ahora he salido
para darte sabiduría y entendimiento...Entiende pues la orden y entiende la
visión". En las palabras de Gabriel se puede confirmar que él vino ha hacerle
entender a Daniel una visión que no había entendido antes de esa fecha, y
cuando hacemos una revisión del libro de Daniel, en los capítulos que
preceden al noveno, donde único Daniel dice que no entendió una visión es
en el versículo 27 del capítulo 8. Por ese motivo Gabriel es enviado por Dios
a explicarle lo que once años antes no había comprendido, y esto fue el
periodo de tiempo de las 2300 tardes y mañana, mencionado en la profecía
del capítulo 8.

Resulta curioso notar que si Daniel no hubiera entendido la parte de la visión


en relación al carnero de dos cuernos, al macho cabrío y al cuerno pequeño
que creció mucho después; el ángel Gabriel hubiera comenzado explicándole
estos símbolos proféticos. Pero Gabriel, sabiendo que lo que Daniel no había
entendido era la parte de los 2300 años, inició su explicación en este punto
del factor tiempo, ya que en los versículos 24 al 27 del capítulo 9 le habla de
70 semanas de años, que serían 490 años cortados o separados del periodo
mayor de los 2300 años. Entonces, este periodo, según Gabriel le explica a
Daniel, debía comenzar desde el momento que se ordenara de manera
definitiva la restauración y edificación de Jerusalén.

Por tanto si podemos encontrar la fecha de aquel edicto, podríamos fijar el


punto de partida del gran período de los 2.300 días y de las 70 semanas. Ese
decreto se encuentra en (Esdras 7:12-26.) Pero en (Esdras 6:14) se dice que
la casa del Señor fué edificada en Jerusalén "por mandamiento de Ciro, y de
Darío y de Artajerjes rey de Persia." Pero los dos primeros decretos fueron
incompletos y no cumplieron su función. El tercero, que fue en el año
séptimo de Artajerjes, rey de Persia, lo cual sería en el otoño del año 457
a.C., entonces tendríamos definitivamente la fecha que realmente cumplió la
especificación de la profecía de Daniel 8 y 9. Si tomamos en cuenta que el
primer año del reinado de Artajerjes I fue el 464 a.C., entonces el séptimo
año de su reinado sería el 457 a.C.

Otra de las pruebas de que el decreto de Artajerjes era el válido para dar
comienzo al conteo de la profecía, y no el de Ciro, ni el de Darío está en el
hecho de que esta es una profecía mesiánica que anunciaba seis siglos antes,
con total exactitud matemática, la fecha del bautismo y crucifixión de Cristo
"el Mesías Príncipe", como dice Daniel 9:25 y 26. Pero si tomamos como
referencia los dos primeros decretos de Ciro y Darío y hacemos el cálculo
profético de las 70 semanas de años nos faltarían varias décadas para llegar a
la fecha del nacimiento de Cristo, y mucho más para la fecha de su bautismo
y crucifixión.

Por ejemplo, Ciro comenzó a reinar en el año 537 a.C., y en ese año emitió el
decreto de liberación del pueblo judío en Babilonia. Pero, según la regla
profética día por año, "hasta el Mesías Príncipe", debía transcurrir un periodo
de 7 y 62 semanas que sumadas nos daría 69 semanas. Esto sería un total de
483 días, los cuales llevados a años por cada día, como dice (Levíticos 25:8;
Números 14:34 y Ezequiel 4:6), nos daría un total de 483 años proféticos.
Pero cuando tomamos la fecha del decreto de Ciro, que fue el año 537 a.C.,
para usarla en esta profecía, cuando le sumamos 483 años hacia el futuro, nos
llevaría a la fecha del año 54 a.C. Esta fecha es cinco décadas anterior al
nacimiento de Cristo. Por tanto no sirve al propósito de la profecía.

Lo mismo nos sucede con el segundo decreto de Darío. Este comenzó en el


año 520 a.C. Pero cuando le aplicamos los 483 años de la profecía de Daniel
nos lleva al año 37 a.C. Por tanto, tampoco este decreto es correcto; porque
no llega a conectarse con la vida y el ministerio Cristo. Pero el del rey
Artajerjes, que fue en el séptimo año de su reinado, 457 a.C., sí nos lleva a
los días de la vida de Cristo. Los 483 años se cumplirían, a partir de esa
fecha, en el año 27 d.C. En esta fecha Jesús se bautizó con 30 años de edad
(ver Lucas 3:23).

Por tanto, debe quedarnos bien claro que estos tres reyes, al expedir el
decreto y al confirmarlo y completarlo, lo pusieron en la condición requerida
por la profecía para que marcase el principio de los 2.300 años. Tomando el
año 457 a.C., en que el decreto fué completado, como fecha de la orden, se
comprobó que cada especificación de la profecía referente a las setenta
semanas se había cumplido. "Desde la salida de la palabra para restaurar y
edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y
dos semanas"—es decir sesenta y nueve semanas, o sea 483 años. El decreto
de Artajerjes fué puesto en vigencia en el otoño del año 457 a.C. Partiendo de
esta fecha, los 483 años alcanzan al otoño del año 27 de J. C.

Entonces fué cuando esta profecía se cumplió. La palabra Mesías, la cual es


un término hebreo, significa "el Ungido", en español y "el Cristo" en griego.
Por eso en el otoño del año 27 d.C., Cristo fué bautizado por Juan y recibió la
unción del Espíritu Santo.

1. La orden de Artajerjes, rey de Persia, para restaurar y reedificar Jerusalén,


fué dada en 457 a.C., el cual era el séptimo año del reinado de este rey persa.
(Daniel 9:25; Esdras 6:1, 6-12.)

2. La reconstrucción y restauración de la plaza y el muro de la ciudad de


Jerusalén se terminó al fin de los primeros 49 años de la profecía de Daniel.
Este fue el periodo de las primeras siete semanas de la profecía. (Daniel
9:25.)

3. Jesús fué ungido del Espíritu Santo en ocasión de su bautismo. (Mateo


3:16; Hechos 10:38). De 457 a.C., hasta el Ungido hubo 483 años.

4. El Mesías Príncipe fue cortado a la mitad de la semana, cuando fué


crucificado, en la primavera del año 31 de nuestra era. Esto sucedió en la
fecha del 14 de Nisán, fecha en la cual se celebraba la Pascua ordenada en el
ritual simbólico de Levíticos 23. (Daniel 9:27; Mateo 27:50, 51.)

5. Desde la muerte de Esteban, la cual sucedió en el otoño del año 34 d.C., al


final del periodo de las 70 semanas de años, el Evangelio fué a los gentiles,
con motivo del mandato de Jesús, presente en (Mateo28:18-20), y la furiosa
persecución desatada sobre la iglesia cristiana primitiva se desató
inmediatamente después del apedreamiento de Esteban. (Daniel 9:24; Hechos
7:54-56; 8:1). Así desde el año 457 a.C, hasta el tiempo de los gentiles hubo:
490 años.
6. Al fin de los 2.300 años, en 1844, se inicia la purificación del santuario
celestial, o sea el inicio de la hora del juicio o el día antitípico de la Expiación
donde el Santuario celestial comenzaría a ser purificado o justificado por la
sangre de Cristo. (Daniel 8:14; Apocalipsis 14:7.)

7. El triple mensaje de (Apocalipsis 14:6-12) es proclamado a todo el mundo


antes de la Segunda Venida de Cristo a esta tierra. Este período profético,
había de extenderse, según la profecía de Daniel, desde "la salida de la
palabra para restaurar y edificar a Jerusalén" hasta la purificación del
santuario.

La orden de reedificar a Jerusalén se dió en 457 ant. de J. C. Setenta semanas


(490 años) debían cortarse para los judíos, y al fin de este período, en el año
34 de nuestra era, se principió a predicar el Evangelio a los gentiles. Desde
que comenzó el período, en 457 a.C., hasta el Mesías Príncipe, iba a haber 69
semanas (483 años). Precisamente en el momento predicho, en el otoño del
27 de J. C., Jesús fue bautizado en el Jordán por Juan Bautista. Fue también
ungido del Espíritu Santo, e inició su ministerio público. "A la mitad de la
semana" (3 años y medio más tarde) el Mesías fue cortado. El período
completo de los 2.300 días se extendía de 457 ant. de J. C. hasta 1844 de
nuestra era, cuando se inició en el Cielo el Juicio Investigador.

Por eso Pedro dijo que "a Jesús de Nazaret: ... Dios le ungió con el Espíritu
Santo y con poder." (Hechos 10:38). Y el mismo Salvador declara: "El
Espíritu del Señor está sobre mí; por cuanto me ha ungido para anunciar
buenas nuevas a los pobres." Después de su bautismo, Jesús volvió a Galilea,
"predicando el evangelio de Dios, y diciendo: Se ha cumplido el tiempo."
(Lucas 4:18; Marcos 1:14, 15).

La profecía continúa diciendo lo siguiente: "Por otra semana más confirmará


el pacto con muchos." (Daniel 9:27). La semana de la cual se habla aquí es la
última de las setenta. Son los siete últimos años del período concedido
especialmente a los judíos. Durante ese plazo, que se extendió del año 27 al
año 34 de J. C. Cristo, primero en persona y luego por intermedio de sus
discípulos, presentó la invitación del Evangelio especialmente a los judíos.
Cuando los apóstoles salieron para proclamar las buenas nuevas del reino, las
instrucciones del Salvador fueron: "Por el camino de los Gentiles no iréis, y
en ciudad de Samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la
casa de Israel." (Mateo 10:5, 6).
La Biblia dice: "A la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda."
(Daniel 9:27). Así en el año 31 de J. C., tres años y medio después de su
bautismo, el cual sucedió en el año 27 d.C., al final del periodo de las
primeras 69 semanas o 483 días proféticos, nuestro Señor fue crucificado. Y
como escribiera Elena de White en el Conflicto de los Siglos: "Con el gran
sacrificio ofrecido en el Calvario, terminó aquel sistema de ofrendas que
durante cuatro mil años había prefigurado al Cordero de Dios. El tipo se
encontró con el antitipo, y todos los sacrificios y oblaciones del sistema
ceremonial debían cesar."

Las setenta semanas, o 490 años, concedidos a los judíos como nación
depositaria de la verdad presente, debían terminar en el año 34 d.C. Al
rechazar la verdad presente del evangelio de Cristo como Mesías de Dios y
Salvador de la humanidad, la nación judía dejó de ser el pueblo remanente
organizado de Dios. Ahora esta responsabilidad pasaba a la iglesia cristiana
fundada por Cristo, a través de sus apóstoles, para alcanzar con el mensaje de
un Cristo resucitado a todas las naciones de la Tierra. Así se cumplió la parte
final de la profecía de las 70 semanas.

El cumplimiento de esta predicación, llevada al mundo gentil, lo podemos


apreciar en la historia que Lucas le narra a su amigo Teófilo, en el libro
Hechos de los Apóstoles. Allí él narra como Pedro, guiado por Dios, dio a
conocer el Evangelio al centurión de Cesarea, el piadoso Cornelio; el ardiente
Pablo, ganado a la fe de Cristo, fue comisionado para llevar las alegres
nuevas 'lejos ... a los gentiles.' (Hechos 8:4, 5; 22:21). Hasta aquí cada uno de
los detalles de las profecías se ha cumplido de una manera sorprendente, y el
principio de las setenta semanas queda establecido irrefutablemente en el año
457 a.C., y su fin en el año 34 de J.C. Partiendo de esta fecha no es difícil
encontrar el término de los 2.300 días. Las setenta semanas—490 días—
descontadas de los 2.300 días, quedaban 1.810 días. Concluidos las 490 días,
quedaban aún por cumplirse los 1.810 días. Contando desde 34 d.C., los
1.810 años alcanzan al año 1844. Por consiguiente los 2.300 días de (Daniel
8:14) terminaron en 1844. Al fin de este gran período profético, según el
testimonio del ángel de Dios, "el santuario" debía ser "purificado."
En toda esta profecía impresionante existe un detalle de fundamental
importancia para lo que nos proponemos en demostrar en el tema de este
libro. Ese punto no es otro que la definición exacta del año del nacimiento de
Cristo. A través de evidencias bíblicas, históricas y proféticas nos
dedicaremos a demostrar que el año del nacimiento de Cristo, según esta
profecía fue el 4 a.C.

Los que conocen sobre el tema no les sorprende, pero los que lean por
primera vez sobre este asunto, se preguntarán lo siguiente: ¿Cómo es posible
que Cristo haya nacido tres años antes del año 1 de nuestra era cristiana, si es
el año del nacimiento de Cristo lo que marca la división de las eras en nuestro
calendario?

Resulta que el calendario que poseemos y sobre el cual nos guiamos fue
establecido en el año 1582 d.C., por orden del Papa Gregorio XIII. De ahí se
desprende su nombre de calendario gregoriano, el cual no era otra cosa que
una reforma del calendario juliano. Pero cuando se calcularon los años en la
confección de este calendario hubo un error de tres años corridos, en relación
al nacimiento de Jesús. En la realidad histórica Jesús nació tres años antes de
lo que nuestro calendario gregoriano establece. Realmente él nació en el año
4 a.C. Es decir que para que nuestro calendario esté totalmente correcto
debemos correrlo tres años atrás. Pero esto ya es irremediable para datos
históricos, porque habría que corregir todas las fechas de estos 2015 años de
nuestra era cristiana, sumándoles estos tres años corridos o mal calculados.

Esto formaría un gran problema en cuanto a los datos de las fechas


establecidas en los anales de la historia. Por eso es preferible seguir
arrastrando ese pequeño error de cálculo para evitar males mayores. Por tanto
ahora no estamos viviendo en el año 2015, desde el real nacimiento histórico
de Cristo, sino el año 2018, ya que como Cristo nació tres años antes de la
fecha establecida por nuestro calendario, debemos sumarle esos tres años
faltantes a nuestro año actual, lo cual nos llevaría a 2018 años desde que
Jesús nació.

El cálculo hecho en el calendario gregoriano es tan impresionante, en los


6000 años de historia que recoge, que no nos hubiéramos dado cuenta nunca
de su pequeño error de cálculo a no ser por la corrección que nos permite el
estudio de la profecía de las setenta semanas de Daniel 9. Por eso, para
comprobar la exactitud en la interpretación de las fechas de la profecía de
Daniel 8 y 9, solamente nos bastaría con demostrar la exactitud de una sola
de estas fechas y así al extender los cálculos de los periodos proféticos,
contenidos en ambos capítulos; tendríamos la seguridad de un cálculo
correcto de cada fecha.

La Biblia dice que Jesús comenzó su ministerio cuando tenía 30 años de edad
(Lucas 3:23). Nosotros sabemos que él comenzó su ministerio público
cuando fue bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán. Pero cómo
arreglar el dato de este pasaje, con la profecía de las 70 semanas de Daniel 9,
que establece las primeras 69 semanas, o 483 años proféticos, en la fecha el
año 27 d.C., para el bautismo de Cristo. Las preguntas lógicas que se
desprenden de aquí son las siguientes: ¿Cómo es posible que Jesús tuviera 30
años de edad en ocasión de su bautismo, si él fue bautizado en el año 27 d.C.,
según la profecía de Daniel? ¿Si él nació en el año 1 d.C., según el calendario
gregoriano, no tendría 27 años en el año 27 d.C?

Para aclarar este asunto, en la mente de los lectores, debemos entender este
error de cálculo en nuestro calendario respecto a la real fecha del nacimiento
de Jesús. Para esto debemos entender que solo hay tres años de diferencia
entre el año 4 a.C., y el 1 a.C. La cuestión de este cálculo aquí radica en el
hecho de que el año 1 se repite dos veces. Es decir que: existe un año 1 antes
de Cristo y un año 1 después de Cristo, ya que como el año cero no existe,
porque es cero, pasaría el periodo de un año entre el 1 a.C. y el 1 d.C. Por
tanto si calculamos que Jesús nació en el año 4 a.C., de nuestro calendario
gregoriano y no en el 1 d.C., como lo establece dicho calendario; entre ambas
fechas existe un margen de error de cálculo de tres años.

Veamos este hecho ahora, paso a paso, para que entiendan mejor. Si tomamos
la fecha del año 27 d.C., y la llevamos al año 1 d.C., tenemos aquí 26 años de
diferencia entre ellas. Si esta fecha del año 1 d.C., la llevamos hacia atrás, al
año 1 a.C., ahí tenemos un año de diferencia más, por lo que ya tenemos una
diferencia de 27 años. Pero sigamos nuestro cálculo. Si al año 1 a.C., lo
llevamos al 2 a.C., tenemos otro año más de diferencia, lo cual nos daría 28
años. Si el 2 a.C., lo llevamos al 3 a.C., tenemos otro año más de diferencia,
lo cual nos daría 29 años desde la fecha del bautismo de Jesús. Y por fin
concluimos nuestro cálculo exitosamente al analizar que hay un nuevo año
desde el 3 a.C., hasta el 4 a.C., el cual sumado a los 29 anteriores nos cerraría
los 30 años de la edad de Cristo, cuando fue bautizado por Juan, en el año 27
d.C., (Lucas 3:23). Así sabemos por la profecía de Daniel 9 que Jesús nació,
según nuestro calendario gregoriano, en el año 4 a.C., y no en el 1 d.C., como
ha sido establecido en la historia secular por dicho calendario.

Ahora apelaremos a datos de la historia para demostrar que la fecha del


nacimiento de Cristo no fue en el año 1 d.C., según lo establece nuestro
calendario gregoriano. Para esto apelaremos a la sencilla lógica de la
conexión histórico-cronológica de Herodes el Grande con los eventos
acaecidos en el contexto del nacimiento de Jesús. Si aceptamos que Jesús
nació en el año 1 d.C., como lo establece el calendario gregoriano; entonces
convertimos a la Biblia en mentirosa. Esto sería cierto por la sencilla razón de
que está bien reconocido en todos los libros de historia que la fecha en que
Herodes el Grande gobernó en Palestina fue del año 37 a.C., hasta el año 4
a.C., fecha en la cual murió.

Por lo tanto, si decimos que Cristo nació tres años después, en el 1 d.C.,
entre ambos habría una separación histórico-cronológica de 3 años. Si como
establece el calendario gregoriano el rey Herodes murió tres años antes de
Cristo nacer, los eventos narrados en (Mateo 2), que hablan del nacimiento de
Jesús en los días de su reinado y la matanza de niños que él desató para
eliminar al niño Jesús, pondrían el mensaje de la Biblia como mentiroso. Pero
la realidad es que Cristo nació en el mismo año en que Herodes murió. Es
decir en el año 4 a.C. Solo así Jesús tendría 30 años, en ocasión de su
bautismo, en el año 27 d.C., como está preanunciado en la profecía de las 70
semanas de Daniel 9, y confirmado por Lucas.

Otras de las pruebas bíblico-históricas que confirman que Jesús nació en el


año 4 a.C., la podemos encontrar en el análisis de las palabras dichas a Jesús
por los judíos, después de él haber purificado el Templo. Ellos le pidieron
una señal que demostrara la autoridad con la que él hacía aquello y Jesús le
respondió: "Destruid este templo y en tres días lo levantaré" (Juan 2:19). Pero
ellos pensaron que Jesús les hablaba del edificio construido en época de
Esdras y Nehemías y remodelado por Herodes, y no comprendieron que Jesús
hablaba proféticamente de que el se levantaría de la tumba al tercer día
después de ser muerto. Por eso le respondieron de la siguiente manera: "En
cuarenta y seis años fue edificado este Templo, ¿y tú en tres días lo
levantarás?" (Juan 2:20).

En estas palabras existe un dato revelador para nosotros que nos indica el año
en que sucedió el bautismo de Cristo. Ahora analizaremos, a la luz de esta
conversación, las evidencias bíblicas e históricas que nos llevarán
nuevamente al año 27 d.C., como la fecha del bautismo de Cristo, según la
profecía de las 70 semanas de Daniel 9. Lo primero que debemos demostrar
es que esta conversación aconteció pocos días después que Jesús fue
bautizado por Juan el Bautista en el Jordán. Esto es fácil de comprobar
cuando analizamos el contexto inmediato anterior del capítulo 2 del evangelio
de Juan, donde sucedió aquella memorable conversación. Cuando vamos a
(Juan 1:28 y 29), podemos ver que Juan estaba bautizando en Betábara y allí
llegó a bautizar a Jesús cuando vino a él y pronunció su memorable frase:
"¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!". Pero ahora
demostraremos, en el contexto posterior, que solo pasaron unos pocos días,
después del bautismo de Jesús, hasta que tuvo lugar esta conversación con los
judíos en el Templo.

En (Juan 1:35), se nos vuelve a decir que el Bautista repitió la frase: "He aquí
el cordero de Dios". Pero lo importante que debemos destacar aquí es que el
versículo dice que esto fue "al siguiente día.". Pero así vamos avanzando por
el capítulo uno y en el versículo 43 se nos dice que: "Al siguiente día Jesús
quiso ir a Galilea..."; y allí él llamó a Felipe y Natanael a ser sus discípulos.
Pero avanzando un poco más en el capítulo 1, llegamos a su versículo final y
arribamos al versículo 1 del capítulo 2, donde se nos refiere que, al tercer día
de Jesús estar en Galilea, se celebraba una boda en la aldea de Caná, a la cual
Jesús fue con su madre y sus discípulos. Después de esto se nos dice en (Juan
2:12) que: "se quedaron allí no muchos días.". Después de esta corta estadía
regresa a Jerusalén y allí purifica el Templo con el látigo y tiene esta
conversación con los judíos.

En resumen quiero decir que desde el bautismo de Jesús, hasta este momento,
había transcurrido pocos días, dentro del mismo año, hasta que los judíos de
Jerusalén le manifiestan a Jesús, malinterpretando su declaración, que cómo
era posible que él levantara en tres días lo que había costado cuarenta y seis
años en edificarse. Pero el punto a demostrar aquí es que los cuarenta y seis
años que ellos mencionan estaban corriendo en esa ocasión, es decir en el
mismo instante de su debate. La gran mayoría de los lectores de la Biblia al
leer este texto les da por interpretar que ese periodo de construcción del
Templo era un evento del pasado y no que los cuarenta y seis años estaban
corriendo en esa ocasión.

Ahora demostraremos que realmente el año 46 de su remodelación estaba


corriendo en aquel instante de la conversación. Según los datos históricos
este segundo Templo, iniciado en su construcción desde la época de Esdras y
Nehemías, comenzó un proceso de remodelación de la mano de Herodes el
Grande en el año 20 a.C. A partir de esa fecha continuó su proceso de
remodelación, hasta que finalmente quedó completado en el año 64 d.C. Esto
aconteció justamente seis años antes de ser destruído, hasta sus cimientos, por
las legiones romanas al mando de Tito Vespasiano, en el año 70 d.C., durante
los eventos del sitio y la destrucción de Jerusalén.

Ahora bien, cuando sacamos el cálculo de los cuarenta y seis años,


mencionados por los judíos a Jesús, a a partir de la fecha del año 20 a.C.,
cuando Herodes comenzó su remodelación, nos llevaría al año 27 d.C. Sin
dudas, esa fue la fecha en que Jesús fue bautizado, según la profecía de las 70
semanas de Daniel 9. Y si como narra Lucas, Jesús contaba con treinta años
cuando comenzó su ministerio público, en ocasión de su bautismo, entonces
su nacimiento fue en el año 4 a.C. Calculando este periodo de cuarenta y seis
años, tomando como punto de partida el año 20 a.C., llegamos a la cifra de 19
años hasta el año 1 a.C. Ahora, desde el año 1 a.C., hasta el 1 d.C., habría un
año más, que en total serían 20 años. A partir del año 1 d.C., hasta el 27 d.C.,
van 26 años más, los cuales sumados a los 20 años anteriores nos daría la
cifra de los 46 años mencionados por los judíos a Jesús en aquella ocasión.

Así, de esta manera, hemos comprobado bíblica e históricamente que la fecha


correcta del nacimiento de Jesús fue el otoño del año 4 a.C. Por tanto, cuando
sacamos el cálculo de los 4000 años, desde el nacimiento de Cristo hasta la
creación de Adán, podemos decir que: según el error de cálculo en nuestro
calendario gregoriano, la creación sucedió también en el otoño del 4004 a.C.
Por tanto los 6000 años desde la creación, nos llevarían al otoño del año 1997
d.C. En todo esto resulta curioso notar que los eventos más importantes del
calendario profético de Dios, en estos 6000 años de historia de la creación y
pecado, han estado fijados de otoño a otoño.

Ejemplo de esto sería:


1 Creación de Adán y Eva: Otoño del 4004 a.C.
2 Decreto de Artajerjes que dio inicio a las profecías de las 70
semanas y 2300 tardes y mañanas de Daniel 8 y 9: Otoño del año 457
a.C.
3 Nacimiento de Jesús: Otoño del año 4 a.C.
4 Bautismo de Jesús: Otoño del año 27 d.C.
5 Apedreamiento de Esteban: Otoño del año 34 d.C.
6 Inicio del día antitípico de la Expiación al final de la profecía de los
2300 años de (Daniel 8:14): Otoño del año 1844 d.C.

Nada de esto es casualidad. Todo está bien cronometrado en el reloj de


tiempo de Dios. ¿Qué nos haría negar que los eventos de la Segunda Venida
de Cristo al mundo y el descenso de la Santa Ciudad, la Nueva Jerusalén no
acontecerán también en el tiempo otoñal?

CAPITULO 4
"EL TIEMPO NO SERIA MAS"
"Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al
cielo, y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las
cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las
cosas que están en él, que el tiempo no sería más, sino que en los días de la
voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de
Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas."
(Apocalipsis 10: 6 y 7)

Después del chasco del movimiento millerita, en octubre de 1844, su


heredera, la Iglesia Adventista del Séptimo Día, ha reconocido, en cada
comentario, sobre el capítulo 10 de Apocalipsis, que en ese pasaje se
encuentra profetizado el chasco del 22 de octubre de 1844. Esa interpretación
es totalmente correcta, pero se ha fallado en enseñar que después del año
1844 no habrá más profecía en relación con el tiempo para el pueblo de Dios.
Los comentaristas de ese capítulo se basan en los versículos que dicen: "... y
juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creo el cielo y las cosas
que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, que el tiempo no sería
más" (Apoc 10:6 y 7).
Durante años hemos enseñado, de forma errónea, que ese texto quiere decir
que después del 22 de octubre de 1844 no habrá más profecía de tiempo para
el pueblo de Dios sobre la Tierra. Es decir, que más allá de esa fecha no
aparecerá otra profecía en relación a un cumplimiento exacto de tiempo
profético en el futuro. Esto ha llevado a la conclusión general de que después
de la fecha de 1844, el pueblo remanente de Dios nunca más anunciará al
mundo una profecía que tenga que ver con un tiempo profético exacto. Si
realmente somos objetivos y justos a la hora de hacer una interpretación de
este texto, en su verdadero contexto, nos percataremos que el texto realmente
no está diciendo lo que hasta aquí se nos ha enseñado.
Lo que realmente se nos enseña en ese pasaje bíblico es que el tiempo para
que el juicio de Dios llegara no excedería la fecha profética del día 22 de
octubre de 1844. El chasco del movimiento millerita fue a consecuencia de
una equivocación en cuanto al acontecimiento que debía ocurrir al final de los
2300 días proféticos de Daniel 8. Ellos no equivocaron el tiempo del
cumplimiento de la profecía, sino el acontecimiento que dicha profecía
marcaba al final de los 2300 años, según la regla bíblica-profética, que dice
que un día, en lenguaje profético, equivale a un año literal (ver lo que dice
Levíticos 25:8; Números 14:34 y Ezequiel 4:6).
Los milleritas, según la interpretación de la teología popular del mundo
cristiano de sus días, pensaban y enseñaban que el santuario que sería
purificado era el planeta Tierra. Ellos pensaban que el 22 de octubre de 1844
Cristo regresaría a la Tierra, para purificarla del pecado, por medio del fuego
de su gloria. Aunque no se equivocaron en el cálculo exacto del tiempo en
que la profecía se cumpliría, ellos erraron en cuanto al acontecimiento que
debía suceder. El santuario que sería purificado era el celestial, (Hebreos 8: 1
y 2). Allí, en ese Lugar Santísimo, Cristo ministra, desde su ascensión. Los
milleritas se equivocaron en cuanto al acontecimiento que marcaba la
profecía y no en cuanto al tiempo, especificado en el ritual simbólico de
Levíticos 23 y los capítulos 8 y 9 del libro de Daniel.
Como esta profecía se encuentra localizada en el capítulo 8 del libro del
profeta Daniel, de allí debemos partir para entender el significado real de la
frase: "Y el tiempo no sería más..."(Apoc 10:6). Allí, en (Daniel 8:13),
aparece una pregunta que es la contestada en (Apoc 10:6). Esta dice así:
"¿Hasta cuándo durará la visión del continuo, la prevaricación asoladora y la
entrega del santuario y el ejército para ser pisoteados?". Y la respuesta fue
inmediata: "Hasta 2300 tardes y mañanas, luego el santuario será purificado".
(Daniel 8:14). Por eso en el libro de Apocalipsis, específicamente en su
capítulo 10, cuando se hace referencia al chasco, sufrido por Miller y sus
seguidores, basados en su cálculo del tiempo profético anunciado en (Daniel
8:13 y 14), se le ofrece una respuesta a la pregunta formulada en el versículo
13.
Esta pregunta tenía un "¿Hasta cuándo...?" por lo que la respuesta final se da
en (Apoc 10:6), al decirnos que "el tiempo no sería más". Esta visión tardaría
por cumplirse en un futuro, desde los días de Daniel, por un espacio de más
de 2300 años. Su inicio se estableció durante el reinado de Artajerjes, quien
fuera rey del imperio Medo-persa, hasta mediados del siglo XIX,
específicamente en el otoño del año 1844 d.C. En ese año profético, al final
del periodo de 2300 tardes y mañanas, comenzaría a vindicarse la verdad de
la justicia de Dios con el inicio del juicio en el santuario celestial. En (Daniel
7:22) aparece el pasaje paralelo de este evento del juicio celestial de la
siguiente forma: "Hasta que vino el Anciano de días, y se hizo justicia a los
santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino".
En este pasaje se nos advierte que llegaría un tiempo profético, donde los
santos de Dios recibirían la justicia y el reino divino. En la Biblia el juicio de
Dios siempre está relacionado con una toma de poder, (comparar los pasajes
de Dan 7:14; Apoc 11:15 y Luc 19:12). Por tanto como (Dan 7:22) no es más
que un pasaje paralelo de (Dan 8:13), y allí se nos dice lo siguiente: "Hasta
que vino el Anciano de días y se hizo justicia a los santos del Altísimo.",
entonces esta es una parte más de la respuesta a la pregunta formulada en
(Dan 8:13), que decía: "¿Hasta cuándo...?". Esta quedaría reafirmada,
después de que sucediera el chasco del movimiento millerita, por el pasaje de
(Apoc 10:6) que dice: "que el tiempo no sería más...".
Por tanto el 22 de octubre de 1844 era el tiempo correcto y exacto en el cual
Dios vindicaría su justicia y la de sus santos, otorgándole el reino a Cristo y a
ellos, con el inicio del juicio celestial, rescatando así la verdad pisoteada del
santuario celestial. Resultará curioso notar que esta misma pregunta de
"¿Hasta cuándo...?", se vuelve a hacer durante el cumplimiento de los eventos
proféticos del quinto sello de Apocalipsis. Allí Juan escribe: "Cuando abrió el
quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían muerto por causa
de la Palabra de Dios y del testimonio que tenían. Clamaban a gran voz,
diciendo: '¿Hasta cuándo Señor, Santo y Verdadero, vas a tardar en juzgar y
vengar nuestra sangre de los que habitan sobre la Tierra?'.
Entonces se les dio vestiduras blancas y se les dijo que descansaran todavía
un poco de tiempo, hasta que se completará el número de sus consiervos y
sus hermanos que también habían de ser muertos como ellos." (Apocalipsis
6:9 al 11). Como adventistas sabemos que el quinto sello corresponde al
periodo histórico de la quinta iglesia de Apocalipsis, que es Sardis. Esta se
enmarcó en el periodo histórico de la Reforma protestante, a partir de 1517
d.C., cuando Martín Lutero clavó las 95 tesis contra las indulgencias en las
puertas de la iglesia del castillo de Wittenberg, en Alemania. Este periodo
concluyó justamente a partir de 1755 d.C., cuando comenzó el periodo de la
sexta iglesia de Filadelfia, al iniciarse las señales del sexto sello de (Apoc
6:12), con el terremoto de Lisboa en Portugal.
Ese periodo de la iglesia apocalíptica de Filadelfia, históricamente representó
el gran despertar mundial del mundo evangélico cristiano, hasta los eventos
acontecidos a los milleritas, entre los años 1840 y 1844, con el gran chasco e
inicio del juicio celestial. Ellos clamaban a Dios por justicia con la pregunta:
"¿Hasta cuándo [...] vas a tardar en juzgar...?". Pero la respuesta divina fue
que todavía debían esperar un poco de tiempo, hasta que el número de sus
consiervos y hermanos fueran completados. Ese fue el tiempo que le restaba
al cumplimiento del periodo del quinto sello, hasta el final del periodo de la
sexta iglesia y sexto sello, concluido cuando comenzaría el juicio de Dios, al
inicio del mensaje de la séptima iglesia de Laodicea y el séptimo sello, que
empezó a correr, a partir del chasco sufrido por los milleritas el 22 de octubre
de 1844.
Como antes dijimos, los milleritas solo se equivocaron en cuanto al
acontecimiento de este suceso. Ellos estaban totalmente acertados en cuanto a
la fecha del evento. Ellos llegaron a la solemne conclusión de que la
purificación del santuario, mencionada en Daniel 8, era la purificación del
pecado, en el planeta Tierra, por medio del fuego de la presencia de Dios,
durante los eventos de la Segunda Venida de Cristo en gloria y majestad.
Ellos no comprendieron que ese día 22 de octubre de 1844 solo comenzaba
una nueva fase del ministerio sumo-sacerdotal de Cristo en el santuario
celestial. Ese día comenzó la purificación del santuario celestial, con el inicio
del día de la expiación, el cual estaba prefigurado por la sexta fiesta
ceremonial judía de Levíticos 23.
Este era el famoso día del perdón o Yom-Kippur del cual, detalladamente, se
hace mención en los capítulos 16 y 23 del libro de Levíticos. Esta fiesta anual
ceremonial, la cual a la vez era uno de los siete sábados ceremoniales del
calendario festivo hebreo, se celebraba el día 10 del mes séptimo. En el año
1844 d.C., ese día coincidía con la fecha del 22 de octubre. En ese año
concluía el periodo profético de 2300 días de Daniel 8. A partir del decreto
para restaurar y edificar Jerusalén, dado por el rey medo-persa Artajerjes, en
el año 457 a.C., llegaríamos a 2300 años en el otoño de 1844. En resumen
podemos decir que el día de la expiación o del perdón, presente en el ritual
simbólico hebreo, representaba el juicio de Dios el cual en un día futuro,
como sombra, se encontraría con la realidad o antitipo del juicio celestial.
Esto y nada más que esto es el auténtico significado de lo que anuncia el
pasaje de (Apocalipsis 10:6). La frase, presente allí, que dice: "que el tiempo
no sería más...", no quiere decir que, después del 22 de octubre de 1844, el
pueblo de Dios no tendrá más mensajes de tiempo que proclamar. Esta frase
tan solo es una respuesta a la interrogante "¿Hasta cuándo...?" presentes en
(Daniel 8:13 y Apocalipsis 6:10). Es decir que ya había llegado la hora o el
tiempo para que Dios iniciara el juicio tan largamente esperado por los hijos
de Dios. Este no se extendería más allá que la fecha del 22 de octubre de
1844, por lo que nadie estaría autorizado para poner una fecha más allá para
el inicio del juicio que la del otoño de 1844.
El juicio se inició en ese tiempo exacto y no en otro periodo de tiempo.
Aunque los milleritas se habían equivocado en cuanto al acontecimiento,
habían calculado el tiempo correcto del cumplimiento de la profecía. Por eso
"el tiempo no sería más", para el cumplimiento del juicio celestial. Sin lugar a
dudas o especulaciones, la fecha correcta, según los cálculos de la profecía
bíblica, no puede ir más allá de la calculada por los milleritas, en este caso el
22 de octubre de 1844 d.C. Esta fiesta debía celebrarse durante el día 10 del
séptimo mes del calendario religioso judío. En esa y solo en esa fecha
histórico profética y no en otra se cumplió el periodo, preanunciado por
Gabriel a Daniel, de las 2300 tardes y mañanas de (Daniel 8:14).
CAPITULO 5

LOS PERIODOS PROFETICOS

"Entiende, pues, la orden, y entiende la visión. Setenta semanas están


determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la
prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la
justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los
santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar
y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y
sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos
angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al
Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la
ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra
durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con
muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda.
Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador,
hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre
el desolador."
(Daniel 9: 24 al 27)
Esta advertencia de (Apoc 10:6), que dice: "que el tiempo no sería más...",
servía también de amonestación para aquellos milleritas que siguieron
calculando extensivamente los periodos proféticos, contenidos en Daniel 8 y
9. Estos pensaron que Miller se había equivocado en sus cálculos de dichos
periodos proféticos y no en el acontecimiento que predicaron. Ellos siguieron
enseñando que la purificación del santuario, al final de los 2300 días de
(Daniel 8:14), era la Segunda Venida de Cristo a la Tierra y se dedicaron a la
tarea de seguir calculando fechas, para el cumplimiento de esta profecía en el
futuro. Pero vez tras vez sus cálculos fallaron y se chasquearon ellos y
chasquearon a los que le siguieron sus pisadas.

Elena de White documenta muy bien esto, en sus escritos, al decir: "Pero el
tiempo señalado había pasado, y el Señor no había aparecido. Los creyentes
sabían que la Palabra de Dios no podía fallar; su interpretación de la profecía
debía estar pues errada; ¿pero dónde estaba el error? Muchos cortaron sin
más ni más el nudo de la dificultad negando que los 2.300 días terminasen en
1844. Este aserto no podía apoyarse con prueba alguna, a no ser con la de que
Cristo no había venido en el momento en que se le esperaba. Alegábase que
si los días proféticos hubiesen terminado en 1844, Cristo habría vuelto
entonces para limpiar el santuario mediante la purificación de la tierra por
fuego, y que como no había venido, los días no podían haber terminado.
Aceptar estas conclusiones equivalía a renunciar a los cómputos anteriores de
los periodos proféticos." (Conflicto de los Siglos, pp 461 y 462).

Resultaría justo aclarar aquí que el término empleado por ella como "los
periodos proféticos" se refiere a los siete periodos o divisiones de la gran
profecía de las setenta semanas y las dos mil trecientas tardes y mañanas,
contenidas en los capítulos 8 y 9 de Daniel.
Veámos estos periodos proféticos de Daniel 8 y 9.
Primer Periodo: Las 2300 tardes y mañanas (Días/Años).
Segundo Periodo: Las 70 semanas de años.
Tercer Periodo: Las primeras 7 semanas de años.
Cuarto Periodo: Las próximas 62 semanas de años.
Quinto Periodo: Las 69 semanas de las 7 más 62 semanas de años.
Sexto Periodo: La mitad de la última semana de años.
Séptimo Periodo: La última semana de siete años.

Elena de White defiende, con total justeza, que el cálculo hecho por Miller de
los periodos proféticos y proclamado por sus seguidores no tenía ningún
error. Partiendo de que la orden para edificar a Jerusalén fue en el año 457
a.C, que era el año séptimo del reinado del rey medopersa Artajerjes, el
periodo de las primeras 7 semanas de años se cumpliría en el año 408 a.C. A
partir de allí correrían las 62 semanas hasta el año 27 d.C. Las 70 semanas
concluirían en el año 34 d.C., y la mitad de esa última semana de años,
transcurrida entre el 27 y el 34 d.C, nos indicaría el año 31 d.C.
Posteriormente los 2300 años que partirían desde la misma fecha del año 457
a.C., nos llevarían al año 1844 d.C.

Como los eventos preanunciados por la profecía de esos periodos proféticos


se cumplieron en la fecha exacta, siendo esto demostrado por la evidencia
interna de la Biblia, como por la historia, nadie debe sentirse tentado a forzar
más allá el cumplimiento de lo ya demostrado, ya que no está sujeto a
cambio. Por lo tanto es un hecho evidente y abrumador la no equivocación de
la interpretación de Miller y sus seguidores en cuanto al cálculo exacto de los
periodos proféticos. Ellos se equivocaron solo en cuanto al acontecimiento
que sucedió al final de los 2300 años.

Elena de White sigue diciendo lo siguiente acerca de aquellos que


continuaron obstinados a seguir prolongando el cumplimiento de los periodos
proféticos de Daniel 8 y 9: "En ese cálculo, todo era claro y armonioso,
menos la circunstancia de que en 1844 no se veía acontecimiento alguno que
correspondiese a la purificación del santuario. Negar que los días terminaban
en esa fecha equivalía a confundir todo el asunto y a abandonar creencias
fundadas en el cumplimiento indudable de las profecías. Pero Dios había
dirigido a su pueblo en el gran movimiento adventista; su poder y su gloria
habían acompañado la obra, y él no permitiría que ésta terminase en la
oscuridad y en un chasco, para que se la cubriese de oprobio como si fuese
una mera excitación mórbida y producto del fanatismo. No iba a dejar su
Palabra envuelta en dudas e incertidumbres.

Aunque muchos abandonaron sus primeros cálculos de los períodos


proféticos, y negaron la exactitud del movimiento basado en ellos, otros no
estaban dispuestos a negar puntos de fe y de experiencia que estaban
sostenidos por las Sagradas Escrituras y por el testimonio del Espíritu de
Dios. Creían haber adoptado en sus estudios de las profecías sanos principios
de interpretación, y que era su deber atenerse firmemente a las verdades ya
adquiridas, y seguir en el mismo camino de la investigación bíblica. Orando
con fervor, volvieron a considerar su situación, y estudiaron las Santas
Escrituras para descubrir su error. Como no encontraran ninguno en sus
cálculos de los períodos proféticos, fueron inducidos a examinar más de cerca
la cuestión del santuario." (Conflicto de los Siglos. Cap 24, pp 462 y 463).

Así, al revisar nuevamente, descubrieron que en la Biblia no había prueba


alguna de que la Tierra era el Santuario, como habían aprendido por la
interpretación teológica popular de sus días. Así descubrieron que su error
estaba basado en la incorrecta interpretación del evento que aconteció y que
ellos no esperaban y no en sus cálculos de los periodos proféticos los cuales
si eran totalmente exactos en cuanto a las fechas. Así pudieron descubrir que
este evento fue el inicio del juicio o día antitípico de la expiación en el
Santuario Celestial, el cual estaba establecido en el ritual simbólico de
(Levíticos 23: 26 al 32) desde los días de Moisés.

Joseph Marsh, uno de los pioneros del adventismo, reconoció lo siguiente a


principios del mes de noviembre de 1844: "Admitimos, con alegría, que nos
hemos equivocado en la naturaleza del acontecimiento que esperabamos que
ocurriera [...] pero todavía no podemos admitir que nuestro Gran
Sumosacerdote, en ese día, no haya cumplido todo lo que el tipo justificaría
que esperamos." (George Knigth, "A Menos que Olvidemos". APIA. 14 de
febrero del 2014, p 53).

Elena de White confirmó estas palabras, posteriormente, al escribir esto: "El


error no estaba en el cómputo de los períodos proféticos, sino en el
acontecimiento que debía verificarse al fin de los 2.300 días. Debido a este
error los creyentes habían sufrido un desengaño; sin embargo se había
realizado todo lo predicho por la profecía, y todo lo que alguna garantía
bíblica permitía esperar. En el momento mismo en que estaban lamentando la
defraudación de sus esperanzas, se había realizado el acontecimiento que
estaba predicho por el mensaje, y que debía cumplirse antes de que el Señor
pudiese aparecer para recompensar a sus siervos. Cristo había venido, no a la
tierra, como ellos lo esperaban, sino, como estaba simbolizado en el símbolo,
al lugar santísimo del templo de Dios en el cielo." (Conflicto de los Siglos. p
477).

A pesar de estas aclaraciones muchos insistieron en el error de seguir


calculando estos periodos proféticos en fechas muy distintas ubicadas en el
futuro. Pero ninguno de los periodos proféticos de Daniel 8 y 9 se extienden
hasta el momento de la venida de Cristo a la Tierra. El tiempo exacto de la
venida de Cristo no está profetizado en esos capítulos del libro de Daniel. El
fin de los 2300 años solo indicaba el tiempo exacto para el inicio del juicio en
el Santuario Celestial o día antitípico de la Expiación y no el día y la hora de
la Segunda Venida de Cristo a la Tierra en gloria y majestad. Pero ellos,
habiéndose apartado de la verdadera luz, se empeñaron en fijar fecha tras
fecha para la venida del Señor, pero vez tras vez fueron más y más
chasqueados.

Acerca de esto Elena de White escribió: "La computación de los períodos


proféticos en que se basa ese mensaje, que colocan el término de los 2.300
días en el otoño de 1844, puede subsistir sin inconveniente. Los repetidos
esfuerzos hechos con el objeto de encontrar nuevas fechas para el principio y
fin de los períodos proféticos, y los argumentos para sostener este modo de
ver, no sólo alejan de la verdad presente, sino que desacreditan todos los
esfuerzos para explicar las profecías." (Conflicto de los Siglos, p 510).

Podemos decir, con toda seguridad, que tanto los milleritas como nosotros,
los Adventistas del Séptimo Día, no estamos equivocados en cuanto al
cálculo de los periodos proféticos de Daniel 8 y 9. Ellos (los milleritas),
fallaron en su interpretación del evento que aconteció al final de los 2300
años. Nosotros sabemos que este acontecimiento fue el inicio del juicio
investigador el día 22 de octubre de 1844 d.C. La exactitud del cumplimiento
de esta profecía en 1844, no nos permite correr más allá de esa fecha el
cálculo de los periodos proféticos de Daniel 8 y 9. Aquellos que continuaron
calculando nuevas fechas para el cumplimiento de estos periodos proféticos,
estaban totalmente ciegos al pensar que los milleritas se habían equivocado
en cuanto al tiempo, y no en cuanto al acontecimiento. Fue así como
perdieron de vista la verdad del comienzo del juicio investigador y la
existencia del Santuario Celestial. Por eso, en (Apoc 10:6), se les advierte a
ellos con esta frase: "el tiempo no sería más".

Por eso este texto de Apocalipsis 10, ha sido equivocadamente interpretado,


durante años, por nuestros teólogos, haciéndole decir lo que realmente no está
diciendo. Este pasaje hace referencia a dos grupos de personas dentro del
pueblo de Dios. En primer lugar, es una respuesta a las interrogantes hechas
en (Daniel 8:13 y Apoc 6:10); y que ambas dicen así: "¿Hasta cuándo?". Esta
es la interrogante de los santos, clamando a Dios, acerca del tiempo en que El
los vindicaría con el inicio del juicio. El segundo grupo está representado por
aquellos que dijeron que Miller se había equivocado en cuanto al tiempo de
sus cálculos proféticos y siguieron poniendo nuevas fechas para el retorno de
Cristo; al calcular vez tras vez los tiempos proféticos de las profecías de las
70 semanas y las 2300 tardes y mañanas de Daniel 8 y 9.

Por eso se dice allí que el tiempo no sería más. El tiempo determinado, por la
potestad divina, para comenzar el juicio celestial, era el 22 de octubre de
1844, y nadie estaba autorizado para prolongar esa fecha haciendo nuevos
cálculos de los periodos proféticos de Daniel 8 y 9. Eso y solo eso significa el
mensaje de ese pasaje de Apocalipsis y no lo que hasta aquí se ha
interpretado acerca de él. Por tanto sería incorrecto y arbitrario concluir que
ese pasaje está diciendo que, después de 1844, el pueblo remanente de Dios
no tendrá más mensaje de tiempo que proclamar ante el mundo.

Por ese mismo motivo pudiéramos aplicar el mensaje que diera Georges
Knight, en la matutina escrita en el año 2014, el cual dice así: "Podemos
espigar una lección aquí. A veces, estamos más seguros de una interpretación
particular de la Escritura de lo que tenemos derecho. Necesitamos ser
humildes y hacer nuestra tarea al estudiar la Palabra de Dios." (Georges
Knight. "A Menos que Olvidemos". APIA. 14 de febrero de 2014, p 53).
CAPITULO 6

LAS FIESTAS JUDIAS


(Tipo y Antitipo)

"En el mes primero, a los catorce del mes, entre las dos tardes, pascua es de
Jehová. Y a los quince días de este mes es la fiesta solemne de los panes sin
levadura a Jehová; siete días comeréis panes sin levadura. El primer día
tendréis santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis. Y ofreceréis a
Jehová siete días ofrenda encendida; el séptimo día será santa convocación;
ningún trabajo de siervo haréis. Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a
los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy,
y seguéis su mies, traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los
primeros frutos de vuestra siega. Y el sacerdote mecerá la gavilla de lante de
Jehová, para que seáis aceptos; el día siguiente del día de reposo la mecerá.

Y el día que ofrezcáis la gavilla, ofreceréis un cordero de un año, sin defecto,


en holocausto a Jehová. Su ofrenda será dos décimas de efa de flor de harina
amasada con aceite, ofrenda encendida a Jehová en olor gratísimo; y su
libación será de vino, la cuarta parte de un hin. No comeréis pan, ni grano
tostado, ni espiga fresca, hasta este mismo día, hasta que hayáis ofrecido la
ofrenda de vuestro Dios; estatuto perpetuo es por vuestras edades en
dondequiera que habitéis. Y contaréis desde el día que sigue al día de
reposo, desde el día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete
semanas cumplidas serán.

Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días;
entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová. De vuestras habitaciones
traeréis dos panes para ofrenda mecida, que serán de dos décimas de efa de
flor de harina, cocidos con levadura, como primicias para Jehová. Y
ofreceréis con el pan siete corderos de un año, sin defecto, un becerro de la
vacada, y dos carneros; serán holocausto a Jehová, con su ofrenda y sus
libaciones, ofrenda encendida de olor grato para Jehová. Ofreceréis además
un macho cabrío por expiación, y dos corderos de un año en sacrificio de
ofrenda de paz. Y el sacerdote los presentará como ofrenda mecida delante
de Jehová, con el pan de las primicias y los dos corderos; serán cosa
sagrada a Jehová para el sacerdote.

Y convocaréis en este mismo día santa convocación; ningún trabajo de


siervos haréis; estatuto perpetuo en dondequiera que habitéis por vuestras
generaciones. Cuando segareis la mies de vuestra tierra, no segaréis hasta el
último rincón de ella, ni espigarás tu siega; para el pobre y para el
extranjero la dejarás. Yo Jehová vuestro Dios. Y habló Jehová a Moisés,
diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: En el mes séptimo, al primero
del mes tendréis día de reposo, una conmemoración al son de trompetas, y
una santa convocación. Ningún trabajo de siervos haréis; y ofreceréis
ofrenda encendida a Jehová.
También habló Jehová a Moisés, diciendo: A los diez días de este mes
séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis
vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová. Ningún trabajo
haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de
Jehová vuestro Dios. Porque toda persona que no se afligiere en este mismo
día, será cortada de su pueblo. Y cualquiera persona que hiciere trabajo
alguno en este día, yo destruiré a la tal persona de entre su pueblo. Ningún
trabajo haréis; estatuto perpetuo es por vuestras generaciones en
dondequiera que habitéis. Día de reposo será a vosotros, y afligiréis vuestras
almas, comenzando a los nueve días del mes en la tarde; de tarde a tarde
guardaréis, vuestro reposo.

Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: A los
quince días de este mes séptimo será la fiesta solemne de los tabernáculos a
Jehová por siete días. El primer día habrá santa convocación; ningún
trabajo de siervos haréis. Siete días ofreceréis ofrenda encendida a Jehová;
el octavo día tendréis santa convocación, y ofreceréis ofrenda encendida a
Jehová; es fiesta, ningún trabajo de siervos haréis. Éstas son las fiestas
solemnes de Jehová, a las que convocaréis santas reuniones, para ofrecer
ofrenda encendida a Jehová, holocausto y ofrenda, sacrificio y libaciones,
cada cosa en su tiempo, además de los días de reposo de Jehová, de vuestros
dones, de todos vuestros votos, y de todas vuestras ofrendas voluntarias que
acostumbráis dar a Jehová.

Pero a los quince días del mes séptimo, cuando hayáis recogido el fruto de la
tierra, haréis fiesta a Jehová por siete días; el primer día será de reposo, y el
octavo día será también día de reposo. Y tomaréis el primer día ramas con
fruto de árbol hermoso, ramas de palmeras, ramas de árboles frondosos, y
sauces de los arroyos, y os regocijaréis delante de Jehová vuestro Dios por
siete días. Y le haréis fiesta a Jehová por siete días cada año; será estatuto
perpetuo por vuestras generaciones; en el mes séptimo la haréis. En
tabernáculos habitaréis siete días; todo natural de Israel habitará en
tabernáculos, para que sepan vuestros descendientes que en tabernáculos
hice yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto.
Yo Jehová vuestro Dios. Así habló Moisés a los hijos de Israel sobre las
fiestas solemnes de Jehová."
(Levíticos 23: 5 al 44)

Después de que los israelitas fueron liberados de la esclavitud egipcia, por la


mano Todopoderosa de Jehová, en aquella noche memorable, durante el
cruce milagroso del Mar Rojo; llegan al cabo de 50 días al pie del Monte
Sinaí. Allí Dios les da su Ley Moral o los 10 Mandamientos, y a ellos sumó
un conjunto de leyes ceremoniales, civiles y de salud, que los regiría como
una nación modelo entre las demás naciones de la Tierra. Pero en el capítulo
23 de Levíticos, bajo el poder de la revelación divina, le escribe, al pueblo,
un conjunto de leyes ceremoniales, entre las que se encontraban las 7 fiestas
anuales, y los 7 sábados ceremoniales de Levíticos 23. Estas 7 fiestas anuales,
que incluían 7 sábados ceremoniales, debían celebrarse ininterrumpidamente,
cada año, como tipo o sombra hasta que se cumplieran, en el futuro, en su
realidad antitípica.

En esas fiestas anuales y sábados ceremoniales se profetizaban eventos que se


cumplirían en cuanto a los acontecimientos y tiempos especificados en los
rituales simbólicos del capítulo 23 del libro de Levíticos. Estas eran
festividades de primavera y otoño. Las cuatro fiestas primeras se celebraban
en los meses de primavera y las últimas tres durante el tiempo otoñal.

Veámos, a continuación, el orden anual de estas festividades:

1 PASCUA: 14 de NISAN. (Marzo o Abril), leer (Ex 12: 1-14; Lev 23: 5;
Luc 22: 13, 14 y Jn 2: 13).

2 PANES SIN LEVADURA O AZIMOS: 15-21 de NISAN. (Marzo o


Abril), leer (Ex 12:15-20; 13:3-10; Lv 23:6-8; Mrc 14:1,12). En esta fiesta
aparecen los dos primeros sábados ceremoniales, los cuales se guardaban de
igual manera que el sábado semanal del séptimo día. Estos se guardaban de
puesta a puesta del Sol, y no tenían porque coincidir con el séptimo día
semanal para ser observados como días de reposo. Pero cuando uno de los
sábados ceremoniales anuales coincidía con el sábado del séptimo día se
constituía en una celebración más solemne y se le llamaba "sábado grande" o
"de gran solemnidad".
Ejemplo de esto lo encontramos en el pasaje bíblico de (Jn 19:31). Este era
un día donde coincidía la celebración de dos días de reposo a la vez. En este
caso, se celebraba el primer día de la fiesta de los Panes sin Levadura (Lev
23:7, 8) en el día 15 de Nisán, el cual fue el sábado que Jesús estuvo en la
tumba ya que El había sido crucificado y muerto el día viernes 14 de Nisán,
durante la celebración de la fiesta de Pascua. Debemos también resaltar que
el día 21 de Nisán, el cual era el último día de la celebración de la fiesta de
los Panes sin Levadura, también era un sábado ceremonial anual, el cual
debía observarse como día de reposo también.

3 PRIMICIAS: 16 de NISAN. (Marzo o Abril), leer (Lev 23:9-14). A esta


fiesta se le llamaba también la de los primeros frutos de la cosecha del trigo y
de la cebada.

4 PENTECOSTES O SEMANAS (Primera Cosecha): 6 de SIVAN. (Mayo


o Junio), leer (Ex 23:16; Lev 23:15-21; Hech 2:1). Esta fiesta se debía
celebrar 50 días después del día 16 de Nisán que era el día de la celebración
de la fiesta de las primicias. Esta coincidía entre el mes de mayo o principios
de junio. Esta fiesta a la vez constituía el tercer sábado ceremonial anual. Ese
día se celebraba la primera cosecha anual de la cebada y el trigo. (Después de
estas cuatro primeras fiestas ceremoniales primaverales anuales, las cuales
incluían tres sábados ceremoniales, debía celebrarse las tres restantes
otoñales, que a la vez contenían cuatro sábados ceremoniales.)

5 TROMPETAS (Luego llamada Rosh Hashana o Año Nuevo): 1 de


TISHRI. (Septiembre u Octubre), leer (Lv 23:23-25; Núm 29:1-6). Este
también era un sábado ceremonial, por tanto en su orden era el cuarto sábado
ceremonial anual.

6 YOM KIPPUR o DIA DE LA EXPIACION o PERDON: 10 de TISHRI.


(Septiembre u Octubre), leer (Lv 16; Lv 23:26-32; Heb 9:7). Este día también
debía observarse como sábado ceremonial, según el calendario festivo judío.
Por tanto este sería el quinto sábado ceremonial anual.

7 TABERNACULOS, ENRAMADAS o SEGUNDA COSECHA: 15 de


TISHRI al 22 de TISHRI. (Septiembre u Octubre), leer (Ex 23:34; Lev 23:33-
43; Núm 29:35-38; Deut 16:13; Jn 7:2, 37). Durante esta fiesta se debían
guardar como sábados ceremoniales el primer día y el octavo, es decir el 15 y
el 22, los cuáles serían el sexto y séptimo sábado ceremoniales anuales en el
calendario festivo presente en Levíticos capítulo 23.

La celebración de estas siete fiestas anuales, con sus siete sábados


ceremoniales incluídos, eran profecías de tiempo. Las cuatro primeras fiestas
primaverales debían cumplirse en su antitipo, con total exactitud, durante los
eventos del ministerio de Cristo en su primera venida. Las tres últimas fiestas
se cumplirían en el tiempo de otoño y a la vez estas, con sus cuatro sábados
ceremoniales, tipificaban los eventos en relación al mensaje del segundo
advenimiento de Cristo a la Tierra. Debemos prestar mucha atención a lo que
estudiaremos a partir de este momento, porque es muy importante, para
entender el mensaje que el autor de este libro quiere compartir como nueva
luz para el pueblo remanente de Dios.

Durante muchos años hemos enseñado erróneamente que en la Biblia no


aparecerá más ningún mensaje profético en relación con un tiempo definido
que proclamar, por parte del pueblo de Dios, al mundo y que sobrepase la
fecha del 22 de octubre de 1844. Esta posición se ha convertido en un dogma
peligroso que contradice el patrón de interpretación bíblico y profético
aplicado, a través de la historia, al capítulo 23 del libro de Levíticos. Hoy en
día todos sabemos que fue Moisés quién, inspirado por Dios, escribió el
Pentateuco.

Pero dentro del Pentateuco se encuentra el libro de Levíticos. Allí, en su


capítulo 23, Dios, en su Omnisciencia, nos revela el fin desde el principio, al
establecer proféticamente la historia del plan de la salvación en Cristo quien
es "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo", a través de estas siete
fiestas y sábados ceremoniales presentes dicho capítulo. Esto fue establecido
1500 años antes de la primera venida de Cristo al mundo como humano.
Estas fiestas comenzarían su cumplimiento preciso a partir del día viernes 14
de Nisán del año 31 d.C., fecha en la cual se celebraba la fiesta pascual, el
mismo día en que Jesús fue crucificado y muerto.

Estas siete fiestas debían extender su cumplimiento profético a partir de ese


día, pasando por los siglos de la historia, hasta la Segunda Venida de Cristo
al mundo en gloria y majestad, durante los eventos de la fiesta de los
tabernáculos. Pero cada una de estas fiestas debían tener completo y exacto
cumplimiento en cuanto a los acontecimientos y tiempos anunciados en los
rituales simbólicos de Levíticos 23. Debemos entender algo muy importante
acerca de un tema que hemos ignorado hablar a través de la historia de
nuestro movimiento. Este asunto se relaciona con el hecho de que este
capítulo de Levíticos es uno de los capítulos proféticos de la Biblia. Por tanto,
lo que estaba preanunciado, en dicho capítulo, debía y debe cumplirse con
total exactitud, en cuanto al acontecimiento y la fecha de los rituales
simbólicos establecidos allí.

Elena de White confirma este argumento, con total firmeza, en su libro el


Conflicto de los Siglos, al decirnos lo siguiente: "Los argumentos basados en
los símbolos del Antiguo Testamento indicaban también el otoño como el
tiempo en que el acontecimiento representado por la 'purificación del
santuario' debía verificarse. Esto resultó muy claro cuando la atención se fijó
en el modo en que los símbolos relativos al primer advenimiento de Cristo se
habían cumplido. La inmolación del cordero pascual prefiguraba la muerte de
Cristo. San Pablo dice: 'Nuestra pascua, que es Cristo, fue sacrificada por
nosotros.' (1 Corintios 5:7). La gavilla de las primicias del trigo, que era
costumbre mecer ante el Señor en tiempo de la Pascua, era figura típica de la
resurrección de Cristo. San Pablo dice, hablando de la resurrección del Señor
y de todo su pueblo: 'Cristo las primicias; luego los que son de Cristo, en su
venida.' (1 Corintios 15:23). Como la gavilla de la ofrenda mecida, que era
las primicias o los primeros granos maduros recogidos antes de la cosecha,
así también Cristo es primicias de aquella inmortal cosecha de rescatados que
en la resurrección futura serán recogidos en el granero de Dios." (Conflicto
de los Siglos. Capítulo 23, p. 450).

Elena de White continúa diciendo algo muy importante, en su libro, en torno


al cumplimiento de estas fiestas. Entender este comentario, de la sierva del
Señor, resulta de vital importancia, para percatarnos que la fecha del 22 de
octubre de 1844 d.C., no es el último mensaje en relación con el tiempo que
debe predicar al mundo el pueblo de Dios. Ella añadió lo siguiente: "Estos
símbolos se cumplieron no sólo en cuanto al acontecimiento sino también en
cuanto al tiempo". (Ibidem). Es decir que, cada fiesta ceremonial, presente en
el capítulo 23 de Levíticos, se cumplió en la historia profética del pueblo de
Dios al pie de la letra, en cuanto al acontecimiento y el tiempo preanunciado
por el ritual simbólico desde la celebración de la Pascua, el 14 de Nisán del
año 31 d.C., con la muerte de Cristo.

Exacta y puntualmente, como lo anunciaban aquellas fiestas primaverales, se


cumplió todo en la historia. Todas ellas eran copia, tipo o sombra de la
realidad o antitipo del ministerio redentor de Cristo, quién era el auténtico
"cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29). Por eso un
viernes 14 de Nisán, como lo ordenaba la fiesta de la Pascua, pero del año 31
d.C., "a la mitad de la semana" final de la profecía de las 70 semanas de
Daniel capítulo 9, Cristo fue sacrificado como el antitípico cordero pascual.
(1 Cor 5:7). Así se cumplía, en aquel día, en acontecimiento y tiempo exacto,
lo preanunciado en (Lev 23:5).

A partir de allí se habían de cumplir las restantes tres fiestas primaverales, en


cuanto al acontecimiento y el tiempo preanunciados por el ritual simbólico y
así lo hicieron. El día siguiente a la muerte de Cristo, que era el 15 de Nisán,
se debía celebrar el primer día de la fiesta de los Panes sin Levadura, el cual a
la vez era un sábado ceremonial, (Lev 23:6-8). Este día del año 31, cuando
Cristo murió, según (Juan 19:31) era un día "de gran solemnidad", ya que ese
día coincidían dos sábados a la misma vez, en este caso el primer sábado
ceremonial de los panes ázimos y el séptimo día semanal que era de reposo,
según (Ex 20:8-11). El día siguiente, que era 16 de Nisán, era el domingo en
ese año 31. Ese día debía celebrarse la fiesta de las Primicias o gavillas
mecidas según (Lev 23:9-14).

Esta festividad representaba proféticamente la resurrección de Cristo y el


grupo de santos fieles que se levantaron después de él resucitar. Ellos eran los
primeros frutos de la gran cosecha que logró su redención. Ellos fueron
resucitados para ser presentados en el Cielo, ante el Padre, los ángeles y los
mundos no caídos, como primicias de todos los seres humanos que serían
cosechados por el gran sacrificio de Cristo. La evidencia de esta resurrección
se encuentra relatada en (Mat 24:51-53) y de ella habla el apóstol Pablo en (1
Cor 15:23).

Posteriormente a esta fecha se contaban 50 días para dar inicio a la


celebración de la fiesta de Pentecostés o de las Semanas o de la Primera
Cosecha como también se llamaba. Esta se celebraba en el día 6 de Siván y
era en honor a la primera cosecha anual que era la de la cebada y el trigo.
Esta fiesta se cumplió literalmente 50 días después de la resurrección de las
primicias como lo estipulaba (Lev 23:15-21).

Después de su resurrección, Cristo se le apareció varias veces a sus discípulos


en el espacio de 40 días. Desde esa fecha ascendió al Cielo, dando la promesa
de que enviaría al Espíritu Santo sobre ellos. Este evento sucedió 10 días más
tarde, estando ellos en el aposento alto, es decir al cabo de 50 días después de
haberse celebrado la fiesta de las primicias. Ese día marcó el inicio de la gran
cosecha del precioso grano de trigo en el granero de Dios. Esto queda
evidenciado en la historia bíblica que se encuentra en (Hech 2:1-4, 41, 42).
Casi 2000 años después podemos afirmar, sin lugar a dudas, que en nada falló
el cumplimiento exacto de las fiestas primaverales contenidas en la profecía
de Levíticos 23.

Estas fiestas se cumplieron, de manera exacta, en cuanto al acontecimiento y


el tiempo que preanunciaba el ritual simbólico. Pero no todo quedó allí en las
fiestas primaverales. También las de otoño debían cumplirse con total
exactitud. Leamos lo que Elena de White nos continuó escribiendo en
relación con este asunto: "Asimismo los símbolos que se refieren al segundo
advenimiento deben cumplirse en el tiempo indicado por el ritual simbólico."
(Ibid. p 451). Por tanto, queda claramente establecido aquí que el patrón de
cumplimiento profético, en cuanto a ACONTECIMIENTO y TIEMPO, de
las fiestas ceremoniales primaverales del capítulo 23 de Levíticos debía
continuar en cuanto al cumplimiento exacto de las tres restantes de otoño.

Por tanto y demás: la fiesta de las Trompetas, el día de la Expiación, y la


fiesta de los Tabernáculos debían tener, como las primaverales, un
cumplimiento exacto en cuanto al acontecimiento y el tiempo preanunciado
en su ritual simbólico de Levíticos 23. Entonces la presencia de esta regla
bíblica y profética innegable, en Levíticos 23, debe llevarnos a la conclusión
de que no podemos afirmar, como hasta aquí lo hemos hecho, de que después
de la fecha del 22 de octubre de 1844, el pueblo de Dios no tendrá más
mensajes de tiempo que proclamar al mundo.

Todos sabemos que la Biblia no se contradice. Por tanto, nosotros los seres
humanos, no estamos autorizados para negar un claro "Así dice Jehová". La
pregunta que ahora deberíamos hacernos, después de haber analizado estas
citas bíblicas, en armonía con el Espíritu de la Profecía, es la siguiente: ¿Qué
sucede en cuanto a la última o séptima fiesta de la lista ceremonial de
Levíticos 23?

Esta es la fiesta de los Tabernáculos, Enramadas, Sukkot o Cosecha final. El


objetivo principal por el cual Dios estableció esta fiesta fue que su pueblo
recordara que ellos habitaron en tiendas durante su travesía en el desierto; y
que recordaran que Dios también habitó en medio de ellos en el Tabernáculo
de Reunión. "Y le haréis fiesta a Jehová por siete días cada año; será estatuto
perpetuo por vuestras generaciones; en el mes séptimo la haréis. En
tabernáculos habitaréis siete días; todo natural de Israel habitará en
tabernáculos, para que sepan vuestros descendientes que en tabernáculos hice
yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo
Jehová vuestro Dios." (Lev 23:42-43).
La Fiesta de los Tabernáculos, era la séptima en el calendario, ella recordaba
y proclamaba la promesa de que Dios habitaría en medio de su pueblo y les
daría reposo de sus obras. Dios le prometió al pueblo de Israel que Su
presencia iría con ellos durante todo el trayecto que les llevaría a la tierra
prometida. El Tabernáculo de Reunión que Moisés edificó según directrices
divinas, la nube y el fuego dieron muestras claras y contundentes de la
presencia y protección de Dios. Debemos tener bien presente que todo lo que
Dios estableció en su Palabra está puesto allí para nosotros con un significado
que debemos entender. Todo lo que Dios hace tiene un propósito bien
marcado y definido y El desea que nosotros recibamos la revelación plena de
su verdad.
Pero sabemos, sobradamente, que su cumplimiento antitípico no ha
acontecido aún. Por tanto su cumplimiento, como las seis que la
antecedieron, dígase Pascua, Panes sin Levadura, Primicias, Pentecostés,
Trompetas y Yom-Kippur, ha de ser exacto en cuanto al acontecimiento y el
tiempo del ritual simbólico. Si en las seis anteriores a ella nosotros
reconocemos, en nuestros comentarios, con admiración su cumplimiento
exacto, en cuanto el acontecimiento y el tiempo, ¿por qué ignoramos que la
fiesta de los Tabernáculos presenta igual patrón de cumplimiento que sus
antecesoras, en cuanto al acontecimiento y el tiempo presente en su ritual
simbólico?
Desde antes que Elena de White escribiera sobre este asunto, ya Miller y
Samuel Snow lo habían descubierto y publicado en las páginas de nuestras
editoriales. Georges Knight nos habla, detalladamente, de este tema, en la
matutina del año 2014 titulada: "A Menos que Olvidemos". El refiere lo
siguiente: "Miller mismo tuvo que mostrar la lógica de la nueva
interpretación en un artículo de la Revista Señales de los Tiempos del día 17
de mayo de 1843. En ese momento, razonó que el primer advenimiento de
Cristo se habría cumplido durante las fiestas de primavera del año ceremonial
establecido en Levíticos 23, pero que las fiestas de otoño, o el séptimo mes
debían estar relacionadas con la Segunda Venida." (Georges Knight, "A
Menos que Olvidemos". APIA. 23 de enero del 2014, página 31).
El añade lo siguiente: "Después de todo, la ofrenda de las primicias la muerte
de Cristo como el cordero pascual y el derramamiento pentecostal, todos
habían ocurrido de acuerdo con el Nuevo Testamento. Pero ninguna de las
fiestas del séptimo mes ligadas al tiempo de la cosecha había tenido
cumplimiento durante el periodo neotestamentario."(Ibidem). Georges
Knight, continúa diciéndonos lo siguiente: "Sin embargo, Snow siguió la
lógica de William Miller hasta su conclusión natural [...] Snow había
publicado sus hallazgos en el Clamor de Medianoche el 22 de febrero de
1844, por primera vez, pero no había nadie preparado para escuchar. Sin
embargo para agosto eran todo oídos."(Ibidem).

El añade aún más: "Al escribir el día 6 de octubre, el día que finalmente
aceptó la fecha del 22 de octubre, Miller exclamó, en el artículo de tapa de El
Clamor de Medianoche del 12 de octubre. 'Veo una gloria en el séptimo mes
que nunca antes vi. Aunque el Señor me había mostrado la relevancia típica
del séptimo mes hace un año y medio [el artículo de mayo de 1843], sin
embargo no me di cuenta de la fuerza de los caracteres [...] Gracias al Señor,
oh mi alma. Benditos sean el hermano Snow, el hermano Storrs y los demás
por su intervención para abrirme los ojos. Casi estoy en casa. ¡Gloria!
¡Gloria!!! Veo que el tiempo es correcto [...]".(Ibid. 24 de Enero 2014, página
32).

La pregunta que debemos hacernos nosotros, hoy día, es la siguiente: ¿Por


qué no hemos continuado la línea de pensamiento lógico en cuanto al
cumplimiento exacto de acontecimiento y tiempo, iniciada por Miller,
resucitada por Snow y Storrs y reafirmada por Elena de White, en su libro El
Conflicto de los Siglos? La misma línea de pensamiento lógico, en la
interpretación de la Biblia, los habría llevado a ellos mismos poder entender
que el día de la Expiación era la sexta fiesta del calendario judío y no la
séptima. La séptima y última era la de los Tabernáculos, por lo que la del día
de la Expiación, cumplida el 22 de octubre de 1844, no podía ser el evento de
la Segunda Venida de Cristo, ya que faltaba la séptima fiesta por cumplirse
en su antitipo. Pero tanto los milleritas como el movimiento adventista nos
hemos mantenido estáticos en la fecha de 1844, sin poder ver más allá el
nuevo periodo de tiempo que marca la fiesta de los Tabernáculos.

¿Por qué los milleritas y nosotros, los continuadores de su legado histórico


profético, no le hemos dado el énfasis debido al acontecimiento y tiempo de
la fiesta de los Tabernáculos? ¿Por qué si esta fiesta se extendía más allá del
día de la expiación en cuanto a su celebración y cumplimiento, en octubre de
1844, no hablamos de su cumplimiento profético en cuanto al tiempo exacto,
especificado en su ritual simbólico? ¿Por qué, si reconocemos que las seis
primeras fiestas tuvieron un cumplimiento antitípico, en cuanto a los
acontecimientos y los tiempos, simbolizados por sus tipos, no reconocemos
que la séptima tendrá un cumplimiento antitípico en el tiempo también?

George Knight nos da lo que creo es la respuesta de estas interrogantes de la


siguiente manera:
"Lo triste es que Dios ha elegido usar a seres humanos falibles en su misión
terrenal. La buena noticia es que continúa obrando en nosotros, a pesar de
nuestras debilidades. Por eso podemos alabarlo."(Ibid. 25 de Enero 2014,
página 33).

Muchos se preguntarán lo siguiente: ¿Por qué Elena de White no habló sobre


este asunto? Yo les respondería que ella no habló de ello porque esta luz no
era verdad presente para sus días, por tanto ella no podía ver más allá de lo
que Dios le había revelado a ella y a sus contemporáneos. Analicemos lo que
ella escribió, en relación a la revelación de Dios, según las necesidades de
cada época:
"Cada cual tiene su papel que desempeñar; a cada cual le ha sido concedida
cierta medida de luz adecuada a las necesidades de su tiempo, y suficiente
para permitirle cumplir la obra que Dios le asignó. Sin embargo, ningún
hombre, por mucho que le haya honrado el Cielo, alcanzó jamás a
comprender completamente el gran plan de la redención, ni siquiera a
apreciar debidamente el propósito divino en la obra para su propia época. Los
hombres no entienden por completo lo que Dios quisiera cumplir por medio
de la obra que les da que hacer; no entienden, en todo su alcance, el mensaje
que proclaman en su nombre[...]Ni siquiera los profetas que fueron
favorecidos por la iluminación especial del Espíritu comprendieron del todo
el alcance de las revelaciones que les fueron concedidas. Su significado debía
ser aclarado, de siglo en siglo, a medida que el pueblo de Dios necesitase la
instrucción contenida en ellas." (Conflicto de los Siglos. Capítulo 20, pp 292,
293).

La Biblia nos habla sobre este tema de la siguiente manera: "Respecto de la


cual salvación, buscaron e inquirieron diligentemente los profetas, que
profetizaron de la gracia que estaba reservada para vosotros: inquiriendo que
cosa o que manera de tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en
ellos, cuando de antemano daba testimonio de los padecimientos que durarían
hasta Cristo y de las glorias que los seguirían. A quienes fue revelado que no
para sí mismos, sino para nosotros ministraban estas cosas." (1 Ped 1:10-12).

Elena de White, comentando este pasaje, nos dice lo siguiente: "No obstante,
a pesar de no haber sido dado a los profetas que comprendiesen enteramente
las cosas que les fueron reveladas, procuraron con fervor toda la luz que Dios
había tenido a bien manifestar[...]¡Qué lección para el pueblo de Dios en la
era cristiana, para cuyo beneficio estas profecías fueron dadas a sus siervos!
[...]Considerad a esos santos hombres de Dios que'buscaron e inquirieron
diligentemente' tocante a las revelaciones que les fueron dadas para
generaciones que aún no habían nacido." (Conflicto de los Siglos. Capítulo
20, p 393).

Ella continúa escribiendo lo siguiente: "Si bien es cierto que la inteligencia


de los hombres no es capaz de penetrar en los consejos del Eterno, ni de
comprender enteramente el modo en que se cumplen sus designios, el hecho
de que le resulten tan vagos los mensajes del cielo se debe con frecuencia a
algún error o descuido de su parte. A menudo la mente del pueblo—y hasta
de los siervos de Dios—es ofuscada por las opiniones humanas, las
tradiciones y las falsas enseñanzas de los hombres, de suerte que no alcanzan
a comprender más que parcialmente las grandes cosas que Dios reveló en su
Palabra." (Ibid. p 394).

Sin lugar a dudas, el mensaje de la cosecha, representado en la fiesta de los


Tabernáculos, no era verdad presente ni para los milleritas, ni para los
pioneros del movimiento adventista. Aunque la luz estaba manifiesta, desde
sus días, su vista espiritual no alcanzó a ver mas allá de la fecha del día de la
expiación en 1844. Ellos solo hablaron del cumplimiento del acontecimiento
y tiempo hasta el periodo de la sexta fiesta que era la del día de la Expiación.
No se percataron que los Tabernáculos, que representa el tiempo de la
cosecha final de Cristo, en su Segunda Venida al mundo, posee un tiempo
profético que también debe cumplirse en su antitipo. Elena de White escribió
sobre este hecho, sin percatarse de que lo estaba haciendo, cuando dijo:
"Asimismo los símbolos que se refieren al segundo advenimiento deben
cumplirse en el tiempo indicado por el ritual simbólico."(Ibid. Capítulo 23, p
452).

Elena de White predicó el mensaje que Cristo le confió, aún cuando ella
misma no comprendió cabalmente su pleno significado. La razón de esto es
que no era para su generación el mensaje de la cosecha, presente en el
cumplimiento antitípico de la fiesta de los Tabernáculos. Ellos se quedaron
solamente con la luz acerca del cumplimiento del acontecimiento y tiempo de
la fiesta del día de la Expiación. En este caso, el día 10 del mes séptimo, al
final del periodo de 2300 tardes y mañanas de (Daniel 8: 14). Es decir, el día
22 de octubre de 1844.

Lamentablemente nosotros seguimos diciendo todavía, después de la fecha


del 22 de octubre de 1844, que como pueblo remanente no nos queda otro
mensaje que proclamar al mundo, en relación con el tiempo. La pregunta que
deben hacerse los fieles y sinceros estudiantes de la Biblia, entre el pueblo
Adventista, es la siguiente: ¿Qué hacemos con la fecha que profetiza el
tiempo en que debe cumplirse el acontecimiento de la séptima fiesta de los
Tabernáculos, del capítulo 23 de Levíticos, y que aún no se ha cumplido?
Hoy sabemos que todo Adventista del Séptimo Día conoce, sobradamente,
que esta fiesta representa la Segunda Venida de Cristo a nuestro mundo,
juntamente relacionada con el viaje de siete días, narrado en la primera visión
que tuviera Elena de White, citada en Primeros Escritos, en su página 16, y
en el primer tomo de Testimonios para la Iglesia.

Veámos lo que ella escribió:

"Entramos todos juntos en la nube y pasamos siete días subiendo hasta llegar
al mar de vidrio. Jesús trajo las coronas y con su propia mano las colocó
sobre nuestras cabezas. Nos entregó arpas de oro y palmas de victoria."(1TI p
64).

Si cada evento profetizado, en las seis fiestas anteriores a la de los


Tabernáculos, se cumplió en el tiempo exacto, especificado en el ritual
simbólico de (Levíticos 23:1 al 44); entonces ¿por qué nosotros no seguimos
enseñando este principio de interpretación bíblico profético, en cuanto al
tiempo preanunciado en el ritual simbólico de la fiesta de los Tabernáculos,
cuyo cumplimiento sabemos que aún está en el futuro? Creo que no
deberíamos descuidar, ignorar o violar ese patrón profético, establecido en
Levíticos 23, porque no estaríamos hablando "conforme a la ley y el
testimonio", como expresa (Isaías 8:20). Con esta actitud estaríamos violando
el hecho de que la Palabra de Dios no es de interpretación privada, sino que
debemos dejar que ella sola se interprete por sí mísma, como lo dice (2 Ped
1:19-21).

Quisiera pedirle de favor, a quienes lean lo escrito hasta aquí que dejen todo
preconcepto y prejuicio a un lado, y que con una mente abierta analicen cada
detalle aquí presentado con un espíritu de oración, para que Dios pueda
iluminarnos más sobre este asunto. Nos resultará muy interesante leer esta
cita que Elena de White escribió en el año 1900 y de la cual ella no logró
entender lo que escribía, en aquel momento, con toda la profundidad de su
significado. Esta cita dice así: "Ahora debe darse en todas partes del mundo
el mensaje del ángel que sigue al tercero. Debe ser el mensaje de la cosecha,
y toda la tierra será iluminada con la gloria del Señor." (Carta 86, 1900; EUD.
p 177. APIA).

Debemos tener cuidado si no estamos dando en todas partes del mundo este
mensaje del cuarto ángel que sigue al tercero y que es el mensaje de la
Cosecha o Tabernáculos. Cuando llegamos a estudiar todo el capítulo 14 de
Apocalipsis, detenidamente, nos podemos percatar que este cuarto ángel, que
proclama la hora de la Cosecha o Siega, presenta, en su mensaje, el mismo
patrón y secuencia de los tres ángeles anteriores a él. Pero como movimiento
solo hablamos y enfatizamos sobre el mensaje de los 3 ángeles, Pero
lamentablemente el mensaje del cuarto ángel, que es el de la Cosecha, ha sido
pasado por alto.

En (Apoc 14:14-16), se describe la Segunda Venida de Cristo a la Tierra


sobre una nube blanca, con una corona de oro sobre su cabeza, y una hoz
aguda en su mano. Inmediatamente aparece un cuarto ángel "gritando a gran
voz", por en medio del cielo, a semejanza del primer ángel de (Apoc 14:7) y
del tercer ángel del versículo 9, y diciéndole a Cristo: "¡Mete tu hoz y siega,
porque la HORA DE SEGAR ha llegado, pues la mies de la tierra está
madura!" (Apoc 14:15). (El énfasis es mío).

Nosotros, los adventistas, sabemos muy bien que cada ángel de este capítulo
representa a un movimiento organizado, bajo la inspiración del Espíritu
Santo, con un mensaje llevado, con todas las energías, a escala global. Por
tanto, este cuarto ángel, que proclama la hora de la siega o cosecha, repite el
mismo patrón bíblico de los tres que le anteceden. Al mensaje del primer
ángel se le suma el del segundo y el tercero en su proclamación, por lo que
los tres constituyen una unidad. Pero allí no acaba todo, ya que aparece un
cuarto ángel que se suma a la proclamación mundial con el mensaje de la
hora de la cosecha. Pero el punto más llamativo de este mensaje, del cuarto
ángel, es que en él aparece el factor tiempo, mencionado con la misma
fraseología gramatical presente en el mensaje de tiempo anunciado por el
primer ángel.

Si bien recordamos, el primer ángel decía: "¡Temed a Dios y dadle gloria,


porque la hora de su juicio ha llegado..." (Apoc 14:7a). (El énfasis es mío).

Como adventistas siempre hemos interpretado este pasaje de forma muy


acertada. Nosotros creemos que la frase "la hora de su juicio ha llegado..." se
refiere al cumplimiento de la proclamación de la fecha de inicio del juicio
investigador de Dios que tuvo comienzo el día 22 de octubre de 1844, al final
de los 2300 días de (Daniel 8:14). Este cumplimiento de tiempo profético se
hallaba preanunciado en el ritual simbólico de la fiesta del día de la
Expiación de (Lev 23:26-34). Este día se celebraba el 10 del séptimo mes del
calendario hebreo, por lo cual debía tener exacto cumplimiento, antitípico, en
cuanto al acontecimiento y el tiempo especificado en el ritual simbólico de
Levíticos 23. Esta es una interpretación en la cual todos los teólogos
adventistas concuerdan.

Pero si analizamos, detenidamente, la frase del cuarto ángel el cual también


grita, a gran voz, como lo hizo el primer ángel diciendo: "la HORA de segar
ha llegado" (El énfasis es mío). La forma del mensaje del cuarto ángel es una
copia al carbón del mensaje del primero, en cuanto al anuncio de un tiempo u
hora para el cumplimiento del evento que ha de acontecer. Debemos analizar
que en el mensaje del segundo y tercer ángel no aparece ninguna
proclamación de tiempo, en su contenido bíblico profético, y por eso no
existe una fecha definida en cuanto a su anuncio al mundo. El tiempo o la
hora del juicio, anunciado en el mensaje del primer ángel, se refiere al tiempo
preanunciado en la fiesta del día de la Expiación de Levíticos 23. Este se
cumpliría el día 10 del mes séptimo del calendario hebreo el cual, en el año
1844, caía el 22 de octubre, al final del periodo profético de las 2300 tardes y
mañanas de Daniel 8.

Después de la sexta fiesta, que era el día de la Expiación, debía sucederle la


séptima fiesta, que era la de la Cosecha, Enramadas o Tabernáculos, y esta
también poseía una fecha para su celebración en el ritual simbólico hebreo.
Esta debía celebrarse entre los días 15 al 22 del séptimo mes. Esta
representaba una sombra o tipo del antitipo que debía cumplirse en la realidad
de la cosecha final de los salvos, en los eventos de la Segunda Venida de
Cristo al mundo y el traslado de su Iglesia a la patria celestial. Por tanto, este
y no otro es el mensaje que debe proclamar el cuarto ángel de Apocalipsis 14.
Este ángel proclama en alta voz: "¡Mete tu hoz y siega, porque la hora de
segar ha llegado...!"(Apoc 14:15).

Nosotros aplicamos toda lógica y razón a la interpretación de la frase "la hora


de su juicio ha llegado", al factor tiempo, empleado en el mensaje del primer
ángel de Apocalipsis 14. Allí nosotros argumentamos que el momento en que
este juicio comenzó fue el día 22 de octubre de 1844, al final de la profecía
de los 2300 días de Daniel 8. Por tanto debemos aplicar la misma
interpretación al factor tiempo presente en el mensaje del cuarto ángel de
Apocalipsis, cuando dice: "porque la hora de segar ha llegado". En ambos
pasajes bíblicos el lenguaje empleado es casi el mismo. Así como en la sexta
fiesta típica, que era la del día de la Expiación, había una fecha para su
cumplimiento antitípico, durante el inicio del mensaje del primer ángel de
Apocalipsis, el cual proclama el inicio de la hora del juicio; de igual manera
la séptima fiesta, de los Tabernáculos, poseía una fecha típica.

Esta debe cumplirse en su realidad antitípica, en el momento que el cuarto


ángel proclame: "porque la hora de segar ha llegado". El contexto general del
pasaje de Apocalipsis 14, en relación a las fiestas de Levíticos 23, nos obliga
ha hacerlo así, ya que en los versículos 7 y 15 de Apocalipsis aparece
empleado el mismo patrón o fraseología. Si en ambos pasajes no aplicamos el
mismo principio de interpretación bíblico, profético, gramatical e histórico,
estaríamos ante una violación de las reglas de interpretación bíblicas. Por
tanto podemos decir como resumen que: El ángel que sigue al tercero,
proclama un mensaje de tiempo definido, basado en la fiestas ceremoniales
del capítulo 23 del libro de Levíticos, como lo hizo el primer ángel. Este
proclama la llegada de la hora de la Siega o Cosecha, de la misma manera
que aquel proclamó la hora exacta de la llegada del juicio de Dios.

Todo esto se puede probar, de forma objetiva, en el cumplimiento exacto, en


cuanto al tiempo, de cada una de las fiestas rituales o ceremoniales del
capítulo 23 del libro de Levitícos. De ese capítulo podemos comprender que
cada fiesta, anunciada por Dios, a su siervo Moisés, se cumplió cabalmente.
A partir de la muerte de Cristo, como cordero pascual, el 14 de Nisán del año
31 d.C., hasta el día de la Expiación, el 22 de octubre de 1844, cada una de
las fiestas de Levíticos 23 se cumplió, con total exactitud, en cuanto al
acontecimiento y el tiempo presente en su ritual simbólico. Hasta aquí solo se
han cumplido seis de estas fiestas, por tanto solo falta una por cumplirse en
cuanto a su acontecimiento y el tiempo como sus antecesoras.

Esta es la fiesta de los Tabernáculos, la cual debía celebrarse entre el día 15 y


22 del séptimo mes del calendario hebreo. Este es el momento que proclama
el cuarto ángel de Apocalipsis 14, el cual anuncia la llegada de la hora de la
siega o cosecha de Cristo en su Segunda Venida a la Tierra. Como este
evento todavía está en el futuro resulta lógico decir que tiene una fecha
exacta para su cumplimiento como sucedió con cada una de las seis fiestas
anteriores a ella, porque así está indicado en su ritual simbólico. Por tanto,
aunque parezca difícil de aceptar, al pueblo de Dios le resta una fecha por
anunciar en relación al cumplimiento de los eventos de la hora de la siega.

En todo esto debemos estar completamente seguros de que la Palabra de Dios


no tiene contradicciones. Si todas las fiestas de Levíticos 23 se debían
cumplir en cuanto a su acontecimiento y tiempo y así ha sucedido hasta aquí,
no podemos decir que la séptima fiesta, que aún debe cumplirse en el futuro,
no lo hará de igual manera que sus antecesoras. Esto sería poner en duda la
Palabra de Dios y especialmente la interpretación que hasta aquí hemos
hecho, como movimiento, del capítulo 23 del libro de Levíticos. Hoy
debemos recordar y tener bien presente las palabras de Jesús en su Semón del
Monte cuando dijo:

"No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido
para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que
pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que
todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos
mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será
llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe,
éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si
vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis
en el reino de los cielos." (Mateo 5:17 al 20). (El énfasis es mío).

Por tanto, si analizamos el contenido de estas palabras de Jesús, nosotros no


estamos autorizados a decir que Cristo regresará por segunda ocasión a la
Tierra, sin que antes se cumpla cada jota y cada tílde de la Ley, Pentatéuco o
Toráh. Como aún el acontecimiento y tiempo de la fiesta ritual de los
Tabernáculos no ha tenido su cumplimiento antitípico y profético, en cuanto
a estas dos dimensiones, el cielo y la tierra no pueden pasar hasta que todo lo
escrito en la Bíblia alcance pleno y cabal cumplimiento.

Sabemos que la fiesta de los Tabernáculos simboliza la Segunda Venida de


Cristo a la Tierra como se ve representado en el pasaje de (Apoc 14:14-16).
Esta festividad, como sus predecesoras, posee un tiempo definido para su
cumplimiento, según se indica en (Lev 23:33-43). Por tanto, nosotros
debemos buscar el verdadero equilibrio entre estos dos pasajes y
armonizarlos, ya que la Biblia no se contradice en ninguna de sus partes. En
ella existe total armonía, ya que "los santos hombres de Dios hablaron
inspirados por el Espíritu Santo" (2 Ped 1:21). El apóstol Pablo, hablando
sobre el cumplimiento antitípico de las fiestas y sábados ceremoniales de
Levíticos 23, nos refirió lo siguiente, en cuanto a su carta a los colosenses:

"Por tanto nadie os critique en asuntos de comida o de bebida, o en cuanto a


días de fiesta, luna nueva o sábados. Todo esto es sombra de lo que ha de
venir; pero el cuerpo es de Cristo." (Col 2:16, 17).

Si analizamos el contexto histórico cuando el apóstol Pablo escribió esta


carta, entonces comprenderemos que para él las fiestas primaverales, desde la
Pascua hasta Pentecostés, se habían cumplido en el pasado. En estas ya se
había encontrado, en la primavera del año 31 d.C., su sombra con el antitipo.
El nos refiere, de forma clara, el cumplimiento pasado de las fiestas de la
Pascua y las Primicias de la siguiente manera: "Nuestra Pascua, que es Cristo,
ya fue sacrificada por nosotros."(1 Cor 5:7). "Pero cada uno en su debido
orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida." (1 Cor
15:23). (El énfasis es mío).

Por tanto, resulta totalmente lógico suponer que el apóstol Pablo nos está
hablando de las fiestas incumplidas del periodo otoñal. Y como sabemos
estas representan los eventos de la Segunda Venida de Cristo a la Tierra. ¿Por
qué podemos arribar a esta conclusión? Todo nos resultará fácil si
comprendemos que las primeras cuatro fiestas primaverales se habían
cumplido en el año 31 d.C. Nosotros sabemos, por la profecía de las setenta
semanas, que la conversión del apóstol Pablo del judaísmo al cristianismo
aconteció tres años y medio después de la muerte, resurrección y ascensión
al Cielo de Cristo. Esto sucedió en el año 34 d.C., poco después del
apedreamiento de Esteban. Pero analizando el contexto histórico de la carta
del apóstol Pablo a los colosenses, todo parece indicar que la fecha de su
confección fue entre el año 60 y 61 d.C.

Así podemos calcular que desde la muerte Cristo, en el año 31 d.C., hasta
esta fecha habían transcurrido unos 30 años. Por tanto las cuatro fiestas
primaverales ya hacía tres décadas que se habían cumplido. Y esto es muchos
años antes de que el apóstol escribiera sobre este asunto a la iglesia de
Colosas. Por tanto y demás él no podía estar hablando de su cumplimiento
futuro ya que él estaba consciente de su cumplimiento en el pasado, como lo
había expresado en su carta a la iglesia de Corinto, (1 Cor 5:7; 15:23).
Cuando habla a los colosenses él les dice: "Todo esto es sombra de lo que ha
de venir".(Col 2:17). Esto nos indica que si Pablo escribió esta carta en el año
60 o 61 d.C., no está hablando de las fiestas primaverales cuya sombra se
había hecho realidad en el año 31 d.C.

El, mejor que nadie, sabía de este asunto y por esa razón el contexto nos da
ha entender que estaba hablando del cumplimiento futuro de la realidad
antitípica de las fiestas otoñales. Por tanto podemos concluir que él estaba
hablando del cumplimiento, en el porvenir, de las tres últimas fiestas y de los
cuatro sábados ceremoniales de la lista de Levíticos 23. En sus días, las
cuatro primeras fiestas primaverales, con sus tres sábados ceremoniales, no
eran sombra de nada, porque su realidad antitípica se había cumplido treinta
años atrás. El estaba totalmente conciente de que las tres últimas fiestas
otoñales, con sus cuatro sábados ceremoniales, seguían siendo "sombra" de la
realidad antitípica futura. Todo esto resulta razonable, porque en sus días no
se había cumplido ninguna de ellas.

Desde los días del apóstol Pablo, hasta el tiempo presente, solo se han
cumplido dos de ellas, en cuanto a su acontecimiento y tiempo. Estas son la
fiesta de las Trompetas y la del día de la Expiación. Por lo cual ellas ya no
son sombra de nada desde que empezaron a cumplirse, en época de Miller, al
encontrarse con su realidad antitípica, en cuanto al acontecimiento y el
tiempo preanunciado en su ritual simbólico de Levíticos 23. Estas se
cumplieron desde que Miller aceptó y comenzó a proclamar a viva voz la
fecha del 22 de octubre de 1844, como el tiempo del cumplimiento de la
profecía de las 2300 tardes y mañanas.

Miller, al principio, no aceptó la idea de Samuel Snow con respecto al


cumplimiento de la profecía de las 2300 tardes y mañanas que en ese año
acontecería durante el séptimo mes del calendario hebreo. Como había
sufrido los chascos de 1843, no quiso aventurarse a anunciar una nueva
fecha. Pero esta vez la conclusión de Samuel Snow era tan irrebatible que
todos entendieron que realmente el día antitípico de la Expiación debía
celebrarse en el mismo día en que los judíos lo celebraban en 1844. Samuel
Snow hizo este cálculo averiguando entre los judíos karaitas cuándo ellos
celebraban el día de la Expiación en 1844, que era cuando culminaban los
períodos proféticos de las 70 semanas y las 2300 tardes y mañanas de Daniel
8 y 9.

Desde que Dios le diera a Israel las leyes rituales de Levíticos 23, en época de
Moisés, ellos han celebrado, por más de 3500 años, de forma ininterrumpida,
estas fiestas. Por tanto no existe duda de que el 22 de octubre de 1844 d.C.,
era la fecha exacta que coincidía con el día 10 del mes séptimo del
Calendario Hebreo. Y en ese día todos los judíos karaitas celebraban en el
mundo el día del Yom Kippur. Al Snow presentar estas razones y la mayoría
de los milleritas aceptarlas como la verdad, comenzó una proclamación
poderosa de este mensaje entre ellos, pero faltaba que Miller se uniera como
líder del movimiento en la proclamación del mensaje del séptimo mes.

Al Miller ver que todo era razonable y que la mayoría aceptó los
razonamientos de Samuel Snow decidió unirse a ellos en la proclamación. La
fiesta anterior al día de la Expiación, es decir la de las Trompetas, se
celebraba diez días antes del inicio del día de la Expiación. Es decir el día
primero del mes séptimo. Y en el año 1844 debía celebrarse la fiesta de las
Trompetas el día 12 de octubre, el cual era diez días antes del 22. Lo curioso
en todo esto es que este fue el día en que Miller finalmente anunció en
público, a través de "El Clamor de Medianoche", la aceptación de la fecha del
22 de octubre. Así no los cuenta Georges Knight en la matinal del 2014 de la
siguiente manera:

"Al escribir el día 6 de octubre, el día que finalmente aceptó la fecha del 22
de octubre, Miller exclamó, en el artículo de tapa de El Clamor de
Medianoche del 12 de octubre. 'Veo una gloria en el séptimo mes que nunca
antes vi. Aunque el Señor me había mostrado la relevancia típica del séptimo
mes hace un año y medio [el artículo de mayo de 1843], sin embargo no me
di cuenta de la fuerza de los caracteres[...]Gracias al Señor, oh mi alma.
Benditos sean el hermano Snow, el hermano Storrs y los demás por su
intervención para abrirme los ojos. Casi estoy en casa.¡Gloria!¡Gloria!!! Veo
que el tiempo es correcto[...]".(Ibid. 24 de Enero 2014, página 32).
Por tanto, el 12 de octubre de 1844 era un día antitípico en el calendario
profético de Dios. Ya que al unirse Miller a la proclamación de la fecha del
22 de octubre y ser esto publicado para todos los milleritas, en una de las
páginas oficiales del movimiento, un día 12 de octubre, se estaba cumpliendo
en acontecimiento y tiempo el ritual simbólico de la fiesta de las Trompetas,
la cual debía celebrarse diez días antes de la del día de la Expiación, o Yom
Kippur; la cual, en 1844, debía caer un día 22 de octubre. Así en octubre de
1844 se cumplían las dos primeras fiestas de otoño del calendario profético y
ritual presente en Levíticos 23.

Pero aún nos queda una fiesta que no se ha cumplido en su realidad antitípica
y la cual todavía es sombra de lo que ha de venir. Esta es la séptima y última
de todas, llamada la de las Enramadas, Sukkot, Cosecha o Tabernáculos.
Esta, como anteriormente hemos dicho, debía celebrarse entre los días 15 y
22 del séptimo mes como lo estipula (Lev 23:33-43). Pero todos sabemos que
esta solo se encontrará con su realidad o antitipo en el momento de la
Segunda Venida de Jesús al mundo, para efectuar la cosecha o siega de su
pueblo, según lo indica (Apoc 14:14-16).

A manera de conclusión final debemos admitir que la sombra de todas las


fiestas anuales y sábados ceremoniales del capítulo 23 del libro de Levíticos
habían de cumplirse, con total exactitud profética, en su realidad antitípica, en
cuanto a los acontecimientos y tiempos, especificados en sus rituales
simbólicos. Pero hasta la actualidad solo se han cumplido las seis primeras,
faltando solo la última de estas por cumplirse tanto en acontecimiento como
tiempo. Esta es la fiesta de los Tabernáculos, especificada en (Lev 23:33-43).
Su sombra debe convertirse en realidad de acontecimiento y tiempo, ya que
esta es la única que todavía es "sombra de lo que ha de venir" (Col 2:17).

Por tanto, a partir de estos razonamientos, podemos llegar a la conclusión


siguiente: Después de la fecha del 22 de octubre de 1844 d.C., el pueblo
remanente de Dios si tiene un mensaje que proclamar al mundo en relación
con el tiempo. Porque si todas las fiestas de Levíticos 23 deben cumplirse en
cuanto al evento y el tiempo, especificados en sus rituales simbólicos, y hasta
aquí las seis primeras lo han hecho con total precisión histórica, profética y
matemática, podemos tener la plena seguridad que la séptima fiesta
igualmente se cumplirá, con total exactitud, en cuanto a su acontecimiento y
tiempo. Solo nos restaría calcular el año en que la fecha de los Tabernáculos
ha de cumplirse, en cuanto a acontecimiento y tiempo futuro.

Para esto debemos actuar como lo hizo Samuel Snow en el pasado. Debemos,
como él, seguir la lógica del pensamiento de Miller, publicada en las
Revistas Señales de los Tiempos y el Clamor de Medianoche, entre los días
17 de mayo de 1843 y el 22 de febrero de 1844. Todo esto lo podemos
alcanzar si recordamos y reclamamos la promesa del Señor que dice: "Las
cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios, pero las reveladas son para
nosotros..." (Deut 29:29).

CAPITULO 7

LAS CRONOGENEALOGIAS Y LOS 6000


AÑOS
"Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza,
conforme a su imagen, y llamó su nombre Set. Y fueron los días de Adán
después que engendró a Set, ochocientos años, y engendró hijos e hijas. Y
fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años; y murió. Vivió
Set ciento cinco años, y engendró a Enós. Y vivió Set, después que engendró
a Enós, ochocientos siete años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los
días de Set novecientos doce años; y murió. Vivió Enós noventa años y
engendró a Cainán. Y vivió Enós, después que engendró a Cainán,
ochocientos quince años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de
Enós novecientos cinco años; y murió. Vivió Cainán setenta años, y engendró
a Mahalaleel.

Y vivió Cainán, después que engendró a Mahalaleel, ochocientos cuarenta


años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Cainán novecientos
diez años; y murió. Vivió Mahalaleel sesenta y cinco años, y engendró a
Jared. Y vivió Mahalaleel, después que engendró a Jared, ochocientos treinta
años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Mahalaleel
ochocientos noventa y cinco años; y murió. Vivió Jared ciento sesenta y dos
años, y engendró a Enoc. Y vivió Jared, después que engendró a Enoc,
ochocientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Jared
novecientos sesenta y dos años; y murió. Vivió Enoc sesenta y cinco años, y
engendró a Matusalén.

Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos


años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enoc trescientos
sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le
llevó Dios. Vivió Matusalén ciento ochenta y siete años, y engendró a Lamec.
Y vivió Matusalén, después que engendró a Lamec, setecientos ochenta y dos
años, y engendró hijos e hijas. Fueron, pues, todos los días de Matusalén
novecientos sesenta y nueve años; y murió. Vivió Lamec ciento ochenta y dos
años, y engendró un hijo; y llamó su nombre Noé, diciendo: Éste nos aliviará
de nuestras obras y del trabajo de nuestras manos, a causa de la tierra que
Jehová maldijo.

Y vivió Lamec, después que engendró a Noé, quinientos noventa y cinco


años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Lamec setecientos
setenta y siete años; y murió. Y siendo Noé de quinientos años, engendró a
Sem, a Cam y a Jafet. Éstas son las generaciones de Sem: Sem, de edad de
cien años, engendró a Arfaxad, dos años después del diluvio. Y vivió Sem,
después que engendró a Arfaxad, quinientos años, y engendró hijos e hijas.
Arfaxad vivió treinta y cinco años, y engendró a Sala. Y vivió Arfaxad,
después que engendró a Sala, cuatrocientos tres años, y engendró hijos e
hijas. Sala vivió treinta años, y engendró a Heber. Y vivió Sala, después que
engendró a Heber, cuatrocientos tres años, y engendró hijos e hijas.
Heber vivió treinta y cuatro años, y engendró a Peleg. Y vivió Heber,
después que engendró a Peleg, cuatrocientos treinta años, y engendró hijos e
hijas. Peleg vivió treinta años, y engendró a Reu. Y vivió Peleg, después que
engendró a Reu, doscientos nueve años, y engendró hijos e hijas. Reu vivió
treinta y dos años, y engendró a Serug. Y vivió Reu, después que engendró a
Serug, doscientos siete años, y engendró hijos e hijas. Serug vivió treinta
años, y engendró a Nacor. Y vivió Serug, después que engendró a Nacor,
doscientos años, y engendró hijos e hijas. Nacor vivió veintinueve años, y
engendró a Taré. Y vivió Nacor, después que engendró a Taré, ciento
diecinueve años, y engendró hijos e hijas. Taré vivió setenta años, y
engendró a Abram, a Nacor y a Harán."
(Génesis 5 Y 11)

"Charles Darwin, autor, entre otros muchos libros, de el origen de las


especies (1859) y La Ascendencia del Hombre (1871), fue la figura central de
una gran revolución en el pensamiento, que ocurrió hace unos 100 años
(Publicada en 1970). En aquella época era creencia corriente que el mundo
contaba solo con unos 6000 años de existencia, que había sido creado por
Dios unos 4000 años antes de Cristo, como producto acabado en perfectas
condiciones de funcionamiento, y que luego unos 6000 años después, seguía
siendo en gran parte igual a como era cuando El lo había dejado al disponerse
a descansar de su labor de seis días."(Benjamín Farrington.¿Qué Dijo
Realmente Darwin? Instituto Cubano del Libro, La Habana 1970.
Introducción, p 70).

Hemos tomado la cita anterior, para encabezar este capítulo, porque es muy
importante que entendamos cuál era la creencia general del mundo cristiano
antes de 1844. Debemos notar que este fue un libro hecho en Cuba, por una
editorial no cristiana. Desde el año 1959 la educación en Cuba ha estado
basada sobre los principios ateos materialistas de la filosofía Marxista.

Pero resulta curiosa la publicación de este libro, donde se expresan las dudas
de Darwin en cuanto a sus teorías y dónde, en sus páginas, el autor hace
énfasis en que el libro favorito de Darwin, el que lo acompañaba día y noche,
era "El Paraíso Perdido". ¿Por qué decimos esto? Por la sencilla razón de que
esta cita, de una editorial ateo materialista, como la cubana, reconoce que la
creencia general del mundo cristiano, hasta mediados, y porque no hasta
finales del siglo XIX, era que nuestro mundo solo tenía unos 6000 años de
creación.

Pero lamentablemente la teología liberal, dirigida por la infiltración jesuita


entre los círculos teológicos cristianos, y surgida en las dos primeras décadas
del siglo XX, ha influenciado de tal manera, con sus sofismas y
especulaciones que niegan la literalidad del relato de los primeros 11
capítulos de la Biblia, al mundo protestante que lo han tomado como
enseñanza teológica en la mayoría de sus seminarios. Lamentablemente se le
ha llamado fundamentalistas, en el sentido más negativo de la palabra, a
aquellos que en la actualidad defienden el relato literal de la Bíblia de
Génesis 1 al 11, y creen en la realidad de las profecías bíblicas y en la
realidad literal de los milagros hechos por Jesús y sus apóstoles.

Nosotros, los Adventistas, sabemos que Satanás levantó, de forma paralela al


movimiento adventista, que comenzó a proclamar la verdad del santuario
celestial y de la adoración del Creador en 1844, varias filosofías y teorías
contradictorias de la verdad de Dios, para desviar la atención del mundo de la
verdad presente. El conocía que la profecía de las 2300 tardes y mañanas se
cumpliría en el otoño de 1844, y que en ese tiempo Dios levantaría un
movimiento para restaurar su verdad ante el mundo. Por eso usó a sus
instrumentos, dentro de las Sociedades Secretas, para evitar, con sus
diabólicas teorías, el conocimiento de la verdad pura de Dios.

Ejemplo de esto lo tenemos en el surgimiento de la teoría de la evolución en


1844, cuando Darwin escribió su libro, "El Origen de las Especies". Toda
esta teoría de Darwin era influencia de su abuelo Erasmus Darwin, el cual era
un Masón Illuminatti de grado 33. También cerca al año 1844, Marx y
Engels, quienes "casualmente" eran masones también, iniciaron su teoría del
materialismo ateo o comunismo científico que niega la existencia de Dios.
También en 1848 surgió el espiritísmo moderno que reafirmó la primera
mentira de Satanás en el jardín del Edén acerca de la inmortalidad natural del
alma, cuando dijo a Eva "No moriréis...". En esa época (1830 a 1850) John
Nelson Darby, Edward Irving y Margaret Mc Donald, se aparecieron con el
cuento de ciencia ficción del rapto secreto para echar por tierra la verdad
fundamental de la Segunda Venida de Jesús al mundo en gloria y majestad.
Nos faltaría el tiempo y el espacio para hablar del "oportuno" hallazgo del
Códice Sinaítico, "casualmente" en la fecha de 1844. Este fue hallado en el
monasterio ortodoxo de Santa Catalina en la península de Sinaí, para junto
con el Códice del Vaticano querer echar por tierra el "Textus Receptus"
tradicional con la composición del texto griego corrupto de los también
miembros de Sociedades Secretas Westcott y Hort. Sin dudas, debemos
defender los fundamentos de nuestra fe cristiana, enseñados por inspiración
divina. Estos nos llegaron desde época de Moisés y fueron establecidos en el
Canon de la Biblia. Debemos tener cuidado de la enseñanza de la evolución
teísta, ya que no existieron largos períodos evolutivos de millones de años
después de Dios dar inicio a la vida en el universo.

La creación sucedió tan solo en seis días literales de 24 horas como lo


expresa Génesis 1. Nuestra creación es reciente y comenzó hace solo unos
6000 años atrás. Por eso en este capítulo analizaremos el comentario que
aparece en el folleto de Escuela Sabática para adultos, títulado: "La Creación
de Dios", con fecha del primer trimestre del año 2000. Este comentario
apareció en la quinta lección, del mencionado folleto. Esto fue entre los días,
sábado 22, al martes 25 de enero, en sus páginas 33 a la 36. Allí su autor,
Randall Younquer, escribió acerca de las cronogenealogías de la Biblia y su
relación con los 6000 años de creación.

Entre otras cosas, él refirió lo siguiente: "Debemos reconocer que no hay un


solo versículo en la Biblia que nos diga con precisión en que año, o hace
cuanto tiempo ocurrió la creación. Sin embargo, en la Biblia hay una cantidad
considerable de datos cronológicos que, se los considera en conjunto,
señalando una creación reciente. Por esta razón, la idea de que la primera
semana de la creación ocurrió hace solo unos pocos miles de años ha sido lo
que creyeron judíos y cristianos a lo largo de la historia. Esta comprensión
fue aceptada casi universalmente por los creyentes hasta el siglo XIX, cuando
los descubrimientos de la geología moderna comenzaron a plantear un
desafío a esa conclusión. Elena de White dijo que 'muchos que profesan creer
en la Biblia no pueden explicar como llegaron a existir las cosas maravillosas
que se encuentran en la Tierra, ni que la creación solo ocupo siete días
literales, y que el mundo tiene ahora solamente unos 6000 años de edad'
(Signs of the Times, 20 marzo 1879)." (Randall Younquer, Folleto de Escuela
Sabática: "La Creación de Dios". Año 2000, página 34.)

Randall Younquer continúa su comentario: "A través de los siglos, muchos


estudiosos de la Biblia han estado fascinados por los datos cronológicos que
hay en ella y han intentado usar esa información para reconstruir una
cronología del mundo. Sin embargo; el material cronológico de la Biblia no
es siempre fácil de comprender, y los eruditos no han sido capaces de ponerse
de acuerdo en una cronología bíblica única. De este modo, no es sorprendente
que en 1738, Des Vignolles, de la Real Sociedad de Berlín, pudiera afirmar
que el conocía por lo menos 200 cronologías bíblicas, en las cuales la fecha
de la creación variaba desde el 3500 a.C hasta el 7000 a.C. La más conocida
de esas cronologías fue la del Arzobispo James Ussher (1581-1656), de
Armagh, Irlanda del Norte, cuyo esquema se difundió ampliamente porque
fue elegido para ser impreso en los márgenes de la Biblia del Rey Jacobo, en
el año 1679. De acuerdo con los cálculos de Ussher, la creación sucedió en el
año 4004 a.C. La fecha de Ussher fue mas tarde refinada por el Dr. John
Lightfood de Oxford, quién aseveraba (desafortunadamente sin apoyo bíblico
sólido) ¡que Adán fue creado a las 9.00 de la mañana del día 23 de octubre
del año 4004 a.C!" (Ibidem.)

Su comentario continúa diciendo: "Algunos han sugerido que el tiempo que


ha transcurrido desde la semana de la creación podría extenderse si hubiera
"brechas" entre las generaciones de las genealogías de Génesis 5 y 11. Es
cierto que a menudo, tanto en las genealogías modernas como en las del
Antiguo Cercano Oriente, la relación entre padre e hijo no debe tomarse
siempre como directa: a veces un "padre" puede haber sido en realidad un
abuelo o bisabuelo, etc. Parecería haber algunos casos tales de genealogías
comprimidas en porciones de la Biblia escritas mas tarde. Por ejemplo, si la
genealogía de (Esdras 7:1 al 5), se compara con la que aparece en (1 Crón 6:3
al 15), parecen haberse omitido seis generaciones en Esdras. Aparentemente
en este pasaje, parece que se considera que la línea de descendencia era más
importante que proporcionar el registro completo de la genealogía (ver
Comentario Bíblico Adventista, T1 pp 190, 191).

"Los pueblos antiguos recordaban las genealogías por diversas razones.


Muchas genealogías del Antiguo Cercano Oriente que se han descubierto
fueron preparadas por la élite sociopolítica de grandes estados o burocracias
gobernantes. Las genealogías encontradas se interesaban generalmente, y esto
no sorprende, en la sucesión de quiénes detentaban el poder, especialmente
los reyes, y en algunas ocasiones, los sacerdotes (que actuaban en política
como también en religión) y los escribas. El propósito de estas genealogías
era dar "estatus" a las personas y justificar su cargo o la posesión de sus
tierras.

"Las genealogías bíblicas posteriores, especialmente después del surgimiento


de la monarquía, tuvieron a veces también un propósito. Los exciliados
israelitas que volvieron a su patria estaban sin dudas preocupados acerca de
como podrían recuperar la tierra que había sido de su familia, y las
genealogías podrían ayudarles en ese propósito. Las genealogías también
eran importantes para determinar la legitimidad de quiénes reclamasen el
derecho de ciertos cargos, especialmente los cargos levíticos. Esta puede ser,
en parte, la razón por la que los libros de Esdras y Nehemías registraron
genealogías de los exciliados que regresaban (ver Esdras 7 y 8 y Nehemías
7).

"Disputas acerca de las genealogías para establecer derechos o el "status" en


la sociedad, tal vez estuvieron detras de la advertencia de Pablo contra la
pérdida de tiempo en discusiones acerca de las genealogías (1 Tim 1:4 y Tito
3:9); esta no era una preocupación por la cronología en sí. En contraste, las
genealogías de (Génesis 1 al 11), tienen una función significativamente
diferente, que se refleja claramente en las preocupaciones de una sociedad
premonárquica, estructurada en tribus (las gentes para quien Moisés escribió
originalmente). (Ibid. p 35).

A la luz de la Biblia podemos asegurar que no existe brecha alguna entre las
cronogenealogías de Génesis 5 y 11.

Randall Younquer continúa dándonos su interesante comentario, en torno a


este hecho, de la siguiente manera: "Hay varias razones para creer que las
genealogías de (Génesis 5 y 11), no fueron comprimidas deliberadamente
como lo fueron otras. Primero, estas genealogías tempranas en la Biblia no
pueden ser comparadas en forma simplista con otras genealogías del Antiguo
Cercano Oriente, o aún con las que aparecen mas tarde en la Biblia. Como lo
señala correctamente el erudito en Antiguo Testamento Richard Hess,
ninguno de los ejemplos del Antiguo Cercano Oriente tiene un paralelo
exacto con la forma en que fueron escritas las genealogías de (Génesis 1 al
11). (Véase: Bíblica, T 70 pp 241-254).

"Específicamente, las genealogías de Génesis 5 y 11 son singulares porque


están expresadas en lo que Gerhald Hasel ha descrito como una "FORMULA
CRONO-GENEALOGICA". Es decir, la persona X vivió tantos años y
engendró a la persona Y; después que engendró a Y, vivió tantos años más;
en total el vivió N años. (Véase Orígenes, T7. 1980, # 1, pp 23-37; T7. 1980,
# 2, pp 53-70). Como observa T. C. Hartman, la cantidad de años que
vivieron y la edad en la que nació el siguiente personaje, 'nunca se registra en
la lista de los reyes del Antiguo Cercano Oriente. Esto contrasta con las
genealogías bíblicas para quiénes el único propósito de usar los números
parece ser el de registrar la longevidad de cada personaje y la edad en que
nació el siguiente personaje' (Algunas reflecciones sobre la lista de los reyes
sumeros. Revista de Literatura Bíblica, T 91 pp 25-32). No solo esta fórmula
es peculiar de la Biblia, sino que esta construída en forma tan rigurosa que es
imposible romperla con la inserción de una brecha generacional.

"Esta rigurosidad se ve reforzada por el verbo hebreo usado en estos pasajes


para "engendrar" (WAYYOLED-ET); este es el verbo más comúnmente
usado en la Biblia para expresar la paternidad real de un descendiente (Jc
11:1; 1 Crón 8:9; 14:3; 2 Crón 11:21; 13:21; 24:3). Cuando aparece
combinado con la fórmula genealógica singular, es virtualmente imposible
insertar brechas generacionales en estas genealogías específicas. La
combinación de la fórmula peculiar de referencia al tiempo con esta forma
verbal sugiere que el autor de (Génesis 1 al 11), estaba interesado tanto en el
tiempo como en la exactitud de su cronología." (Ibid, p 36).

Analizando todo este comentario magistral de Randall Younquer, podemos


llegar a la conclusión de que Dios, cuando inspiró el pensamiento de Moisés,
en la escritura de estas cronologías, tenía todo el propósito de hacerlas llegar
a nosotros para que pudiéramos calcularlas. A través de la precisión de esta
fórmula cronogenealógica Dios perseguía el propósito de que no tuviéramos
baches, brechas o lagunas en la cronología bíblica e histórica que su pueblo
necesitaba calcular. Por ese motivo Guillermo Miller, reconociendo la
autoridad inspirada de la Biblia, según lo establecen Pablo y Pedro en ( 2 Tim
3:16 y 2 Ped 1:21), no evitó inmiscuirse en lo que la mayoría considera uno
de los aspectos mas infructuosos de las Escrituras. En este caso el tema de las
cronologías bíblicas.

Acerca de este asunto nos habla George Knight, al citar lo que escribiera el
propio Miller: "No puedo menos que considerar que la porción cronológica
de la Biblia es una porción de la Palabra de Dios, y tiene tanto derecho a
nuestra consideración como cualquier otra porción de las Escrituras[...]Como
Dios no nos daría una revelación inútil, considere que esta nos guiaría al
tiempo en que podríamos buscar con confianza la venida de Cristo." (G. R.
Knight. "A Menos que Olvidemos". APIA 2014, 8 de Enero, p 16).

Elena de White, comentándonos acerca de lo mismo, nos refirió: "Por


consiguiente, al encontrar en su estudio de la Biblia varios períodos
cronológicos, que, según su modo de entenderlos, se extendían hasta la
segunda venida de Cristo, no pudo menos que considerarlos como los
'tiempos señalados,' que Dios había revelado a sus siervos. 'Las cosas secretas
—dice Moisés—pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas nos
pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre,' y el Señor declara por
el profeta Amós que 'no hará nada sin que revele su secreto a sus siervos los
profetas.' (Deuteronomio 29:29; Amós 3:7). (VM). Así que los que estudian
la Palabra de Dios pueden confiar que encontrarán indicado con claridad en
las Escrituras el acontecimiento más estupendo que debe realizarse en la
historia de la humanidad." (Conflicto de los Siglos, p 371).

Como lo documentara Des Vignolles, en 1738, que él conocía por lo menos


200 cronologías bíblicas, basadas en la evidencia interna de la Biblia. Todo
esto solo demuestra una cosa y es que aquellos que las han construído, han
estado completamente seguros de que se puede calcular el tiempo exacto,
desde la misma creación, solo por intermedio de las cronogenealogías
bíblicas. Hasta la fecha ningún cronólogo ha logrado completar, con total
exactitud, el cuadro cronológico.

Todos estos cálculos cronológicos presentan ciertas lagunas que no han


permitido definir el tiempo, con total exactitud, desde la creación de Adán
hasta el nacimiento de Cristo. Elena de White escribió varias citas donde hace
referencia a 4000 años transcurridos desde Adán a Cristo. Ella también
escribió acerca de 6000 años de pecado, desde la caída de Adán hasta la
consumación final en la Segunda Venida de Cristo. Muchos son los que dicen
que ella no se está refiriendo a un periodo literal de años en estas cifras
milenarias. Algunos se atreven a decir que ella solo estaba usando el lenguaje
de la creencia común que había en sus días referente a este tema.

Otros han dicho que fue influenciada por la nota al pie de la página de la
Biblia inglesa King James Version, la cual decía que Adán había sido creado
por Dios un día 23 de octubre del 4004 a.C., a las 9.00 de la mañana. Aunque
el día y el mes parecen muy arbitrarios, para la mayoría del mundo cristiano,
nosotros, los Adventistas del Séptimo Día, sabemos sobradamente que esta
opinión no es del todo descabellada. Nosotros sabemos que según la profecía
de los capítulos 8 y 9 de Daniel, la cual nos habla de las 2300 tardes y
mañanas y las 70 semanas, que Cristo nació en el año 4 a.C.

Nosotros, para calcular el inicio de la profecía de las 70 semanas y 2300 años


tomamos el decreto de Artajerjes, como punto de partida, el cual fue
promulgado en el otoño del 457 a.C. Por tanto si tomamos como fecha inicial
de esta profecía el otoño del año 457 a.C., nos llevaría de otoño a otoño, con
total exactitud, hasta el bautismo de Cristo, el apedreamiento de Esteban y
por último a la fecha final del día de la Expiación, celebrado el 22 de octubre
de 1844 d.C. Esta larga profecía de tiempo solo anuncia un acontecimiento
que no caía en el otoño, sino en la primavera y es el que marca la muerte de
Cristo a la mitad de la última semana de años.

En la primavera del año 31 d.C., tres años y medio, después de Cristo ser
bautizado en el otoño del año 27 d.C., el murió como cordero pascual, en
cumplimiento de la fiesta de la Pascua un día 14 de Nisán. Por todos estos
cálculos tan exactos que poseemos, basados en Daniel 8 y 9, es que podemos
asegurar que el comentario al pie de la página de la King James Version no es
descabellado. Nosotros hemos señalado en las páginas del Comentario
Bíblico Adventista como la fecha más probable del nacimiento de Cristo el
día 19 de octubre del año 4 a.C. Por lo cual podemos asegurar que tanto
Ussher como Lightfood no estaban errados en sus cálculos y comentarios.

Por tanto no podemos ser absolutos en decir que Elena de White estaba
hablando de 4000 y 6000 años aproximados y no literales. Para entender
correctamente lo que ella quiso decir debemos hacer un análisis contextual de
sus escritos. Si somos totalmente sinceros debemos reconocer que ella se
estaba refiriendo a 4000 y 6000 años literales y no aproximados. El contexto
de lo escrito por ella deja bien establecida la literalidad de sus palabras en
cuanto a la cifras de estos periodos de años. Analicemos dos de estas citas a
continuación:

"Durante seis mil años, la obra de rebelión de Satanás 'hizo temblar la tierra.'
El 'convirtió el mundo en un desierto, y destruyó sus ciudades; y a sus
prisioneros nunca los soltaba, para que volviesen a casa.' Durante seis mil
años, su prisión [la tumba] ha recibido al pueblo de Dios, y lo habría tenido
cautivo para siempre, si Cristo no hubiese roto sus cadenas y libertado a los
que tenía presos". (El Conflicto de los Siglos, pp 717, 718).

Todos los adventistas creemos en la inspiración divina de los escritos de


Elena de White. Entonces, basados en la cita anterior, podemos sacar la
siguiente conclusión: Esa cita hace referencia a un tiempo literal de 6000
años de pecado, ya que el contexto de los eventos de la visión que ella
describe se refiere al periodo del milenio que es un evento futuro que solo
comenzará cuando Cristo regrese a la Tierra por segunda vez. Así que ella fue
llevada por Dios, en visión, al tiempo en que Satanás y sus demonios estarán
atados por una cadena de consecuencias en esta Tierra. Y posisionada por
Dios, en visión, desde ese contexto futuro del milenio nos describe, mirando
al pasado, la condición del planeta después de 6000 años de pecado, rebelión
y muerte.

Pero lo cierto en todo esto es que ella presenta como un hecho pasado que
fueron 6000 años de pecado. Ella utiliza el tiempo verbal en pasado, ubicada
en un contexto futuro que aún no se ha cumplido y asegura que, durante seis
milenios el maligno adversario de Dios, "hizo temblar la Tierra". Además de
este momento ella es llevada por Dios en visión a un tiempo que está más en
el futuro. Este contexto se desarrollará en esta Tierra y ante el universo
celestial, durante la consumación final del pecado y los pecadores, cuando
concluya el conflicto cósmico entre Satanás y Cristo después del milenio.

Ella describe estos hechos del futuro en el siguiente lenguaje: "La obra de
Satanás ha terminado para siempre. Durante 6000 años obró a su gusto,
llenando la Tierra de dolor y causando penas por todo el universo. Toda la
creación gimió y sufrió en angustia. Ahora las criaturas de Dios han sido
libradas para siempre de su presencia y de sus tentaciones." (Conflicto de los
Siglos, pp 731, 732). Todas estas citas de Elena de White no ofrecen lugar a
dudas de la literalidad de los 6000 años de pecado, ya que no es su opinión la
que está primando en ellas. En esas citas se establece bien claro que ella solo
está describiendo lo que Dios le mostró en visión, posicionada desde dos
momentos distintos en el porvenir.

En los capítulos siguientes demostraremos bíblicamente la literalidad bíblico-


histórica de lo anteriormente expuesto en este capítulo.

CAPITULO 8

LA BIBLIA Y LOS 4000 AÑOS


"Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido
de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la
ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos."
(Gálatas 4: 4)

A partir de este momento comprobaremos que desde la creación de Adán


hasta Cristo transcurrió un periodo literal de 4000 años. Para demostrar este
hecho nos apoyaremos en las cronogenealaogías de Génesis 5 y 11, sumados
a la sucesión de los reyes de Judá, desde Salomón hasta Sedequías con la
destrucción de Jerusalén en el año 586 a.C.

Anteriormente hicimos referencia que Des Vignolles dijo que él conocía más
de 200 cronologías de la Biblia para probar este hecho. A pesar de esto no se
ha logrado llegar a un consenso. La más popular y aceptada de todas estas
cronogenealogías es la establecida por el arzobispo irlandés James Ussher en
el siglo XVII. El autor de este libro fue bautizado en el año 1996, y desde los
primeros meses de ser bautizado oyó hablar sobre este asunto y se interesó en
su estudio.

Así durante 17 años se enfrascó en un estudio intermitente de este tema


cronogenealógico, con la plena convicción de que podría encontrar la
exactitud bíblico-cronológica de los 4000 años desde la creación de Adán
hasta el nacimiento de Cristo. El estaba convencido de que a través de la
evidencia interna, presentada en las cronogenealogías de la Biblia, podría
cerrarse, con total exactitud, el cuadro de este periodo de la historia. Solo
después de transcurrir 17 años, a partir del año 1996, él pudo llegar a
concretar este cálculo. Por tanto, a partir de este momento, este cálculo será
compartido con usted querido lector.

Para iniciar este cálculo será necesario comenzar a partir de una fecha harto
probada y conocida en el mundo ya que ha sido muy citada por un alto
sinnúmero de fuentes históricas. Esta es la fecha de la destrucción de
Jerusalén, en época del imperio neobabilónico de Nabucodonosor II. Unas de
las fuentes más reconocidas es la famosa Enciclopedia Judaica Jerusalén. En
el tomo 6, página 1038 y en el tomo 15, página 946 de ella se explica que la
rendición de Jerusalén ante el ejército caldeo ocurrió el día 16 de marzo del
año 597 a.C. También dice que fue en el año 586 a.C., cuando Nabuzaradán,
general babilónico de Nabucodonosor, fue el encargado de destruir la ciudad
y el Templo.

Siguiendo la cronogenealogía que nos presenta la Biblia, en la sucesión de los


reyes de Judá, desde la destrucción de Jerusalén, en época de Sedequías, a
partir del año 586 a.C., hasta el reinado de Salomón, podremos establecer los
años exactos en que reinó este hijo de David. Salomón es el rey que
realmente nos importa para nuestro cálculo cronológico, ya que existe un
versículo bíblico que será clave para saber la exactitud de los 4000 años
pasados, desde la creación hasta el nacimiento de Jesús y este está dentro del
contexto del reinado de Salomón. La tarea de ubicar los años exactos del
reinado de Salomón será clave para completar y redondear el cálculo de estos
4000 años de Adán a Cristo.

Véamos el cálculo a continuación:

1 SEDEQUIAS: 11 Años (2 Reyes 24:18). (597 al 586 a.C).


2 JOAQUIM: 3 Meses (2 Reyes 24:8). (597 a.C).
3 JOACIM: 11 Años (2 Reyes 23:36). (608 al 597 a.C).
4 JOACAZ: 3 Meses (2 Reyes 23:31). (608 a.C).
5 JOSIAS: 31 Años (2 Reyes 22:1). (639 al 608 a.C).
6 AMON: 2 Años (2 Reyes 22:19). (641 al 639 a.C).
7 MANASES: 55 Años (2 Reyes 21:1). (696 al 641 a.C).
8 EZEQUIAS: 29 Años (2 Reyes 18:2). (725 al 696 a.C).
9 ACAZ: 16 Años (2Reyes 16:2). (741 al 725 a.C).
10 JOTAM: 16 Años (2 Reyes 15:33). (757 al 741 a.C).
11 UZIAS: 52 Años (2 Reyes 15:2). (809 al 757 a.C).
12 AMASIAS: 29 Años (2 Reyes 14:2). (838 al 809 a.C).
13 JOAS: 40 Años (2 Reyes 12:1). (878 al 838 a.C).
14 ATALIA: 6 Años (2 Reyes 11:3). (884 al 878 a.C).
15 OCOZIAS: 1 Año (2 Reyes 8:26). (885 al 884 a.C).
16 JORAM: 8 Años (2 Reyes 8:17). (893 al 885 a.C).
17 JOSAFAT: 25 Años (1 Reyes 22:42). (918 al 893 a.C).
18 ASA: 41 Años (1 Reyes 15:10). (959 al 918 a.C).
19 ABIAM: 3 Años (1 Reyes 15:2). (962 al 959 a.C).
20 ROBOAM: 17 Años (1 Reyes 14:21). (979 al 962 a.C).
21 SALOMON: 40 Años (1 Reyes 11:42). (1019 al 979 a.C).

Necesito aclarar un detalle importante, antes de continuar nuestros cálculos,


porque pudiéramos confundirnos al analizar las fechas anteriores. Esta
aclaración es en referencia al año exacto en que Salomón comenzó a
gobernar. El primer año de su reinado realmente fue en el 1020 a.C., y no en
el 1019 a.C., como está puesto en la lista de arriba de este párrafo. Esto
sucede porque cuando sumamos la cantidad total de años en que reinaron
todos estos reyes de Judá, desde Salomón hasta Sedequías, nos da el
resultado de 433 años y medio.

En el cálculo de la lista anterior me limité a no correr en años los seis meses


sumados del reinado de Joaquín y Joacaz (2 Reyes 24:8; 23:31), porque no
podemos calcular por la evidencia interna de la Biblia el mes exacto en que
comenzaron y concluyeron sus reinados todos estos reyes. Pero la suma del
reinado de ellos dos nos daría medio año. Y al sumar esto a los 433 años en
que reinaron los otros reyes nos daría el total de años exactos, en el cálculo
del año en que Salomón comenzó a reinar desde la fecha de la destrucción de
Jerusalén en el 586 a.C. Por tanto, si al año 586 a.C., le sumamos 433 años y
medio (o seis meses más), nos llevaría sin dudas al año 1020 a.C., el cual
sería el año en que realmente Salomón comenzó a reinar antes de la
destrucción de Jerusalén, en época del rey Sedequías.

Ustedes se preguntarán con cierta razón el por qué nos detenemos en el rey
Salomón y no continuamos con David, Saúl, etc. Por la sencilla razón de que
para nuestro interés no hace falta calcular más allá del reinado de Salomón,
porque la Biblia contiene un versículo clave que nos enlaza cronológicamente
las fecha del reinado de Salomón con la del Exodo, en época de Moisés. Por
tanto, se puede pasar por alto nuestro cálculo cronológico dando un salto de
casi 500 años con la ayuda de este versículo clave tan preciso. Este
importante versículo dice así: "En el año cuatrocientos ochenta después que
los hijos de Israel salieron de Egipto, el cuarto año del principio del reino de
Salomón sobre Israel, en el mes de Zif, que es el mes segundo, comenzó él a
edificar la casa de Jehová.(1 Reyes 6:1)".

Si de aquí tomamos en cuenta que Salomón comenzó a reinar en el año 1020


a.C., el cuarto año de su reinado como dice este versículo sería el 1016 a.C.
Según este versículo, el cuarto año del reinado de Salomón era el año 480
desde que la nación de Israel salió de Egipto bajo la Todopoderosa mano de
Jehová. Entonces, si a partir del 1016 a.C., sumamos 480 años, nos llevaría a
la fecha del año 1496 a.C. En esta fecha sucedió el éxodo de Israel de Egipto.
Por tanto de esta forma podemos calcular, a través de la evidencia interna de
la Biblia, de manera fácil y sencilla la tan controversial fecha del Exodo.

Si nosotros los cristianos creemos que, "Toda Escritura es inspirada por


Dios", como lo dice Pablo en (2 Tim 3:16), y como lo confirma el apóstol
Pedro al decir que "los santos hombres de Dios hablaron inspirados por el
Espíritu Santo", entonces nunca dudaremos de la autenticidad y exactitud de
las cronologías bíblicas. Por tanto no debemos dudar de la fidelidad de este
pasaje bíblico y mucho más cuando el escritor de este pasaje vivió a solo
cinco siglos del evento del éxodo de Israel de Egipto. ¿Por qué entonces nos
dedicamos a creer otras fechas posibles para el éxodo de Israel de la tierra de
Egipto, basadas solo en la especulación de historiadores seculares, guiados
por la arqueología, cuando tenemos un dato tan preciso en la inspirada
Escritura?

A partir de este momento comprobaremos la literalidad de la cifra de 4000


años, desde la creación de Adán hasta el nacimiento de Cristo. Para esto
usaremos las cronogenealogías de Génesis 5 y 11. Para ninguno de nosotros
es un secreto o misterio el hecho de conocer el año del nacimiento de Cristo,
según el error del cálculo del calendario Gregoriano. Basados en la
interpretación de la profecía de las 70 semanas de Daniel 9, conocemos que
Cristo nació en el año 4 a.C. Por tanto si calculamos 4000 años atrás, hasta la
creación de Adán, nos colocaría en el año 4004 a.C. Por lo que esta fecha
será nuestro punto de partida para comenzar nuestro cálculo de tiempo
siguiendo la fórmula cronogenealógica de Génesis 5 y 11.

22 ADAN:(930 Años): 4004 al 3074 a.C., (Gén 5:3 al 5).Tuvo a Set a los 130
Años.
23 SET:(912 Años): 3874 al 2962 a.C., (Gén 5:6 al 8). Tuvo a Enós a los 105
Años.
24 ENOS:(905 Años): 3769 al 2864 a.C., (Gén 5:9 al 11). Tuvo a Cainán a
los 90 Años.
25 CAINAN:(910 Años): 3679 al 2769 a.C., (Gén 5:12 al 14). Tuvo a
Mahalaleel a los 70 Años.
26 MAHALALEEL:(895 Años): 3609 al 2714 a.C., (Gén 5:15 al 17). Tuvo a
Jared a los 65 Años.
27 JARED:(962 Años): 3544 al 2582 a.C., (Gén 5:18 al 20). Tuvo a Enoc a
los 162 Años.
28 ENOC:(365 Años): 3382 al 3017 a.C., (Gén 5:21 al 24). Tuvo a
Matusalén a los 65 Años.
29 MATUSALEN:(969 Años): 3317 al 2348 a.C., (Gén 5:25 al 27). Tuvo a
Lamec a los 187 Años.
30 LAMEC:(777 años): 3130 al 2353 a.C., (Gén 5:28 al 31). Tuvo a Noé a
los 182 Años.
31 NOE:(950 Años): 2948 al 1998 a.C., (Gén 5:32; 9:28).
A partir de este momento detendremos este cálculo cronogenealógico con el
objetivo de aclarar una aparente contradicción bíblica. De ignorar ese
pequeño detalle seríamos arrastrados a un error de dos años en nuestro
cómputo cronogenealógico. Esto debemos destacarlo, porque libro de
Génesis nos dice lo siguiente: "Y siendo Noé de quinientos años, engendró a
Sem, a Cam y a Jafet." (Gén 5:32). Pero cuando vamos a la cronología del
Diluvio podemos encontrar que este sucedió cuando Noé tenía 600 años de
edad.

Veamos que nos dice de esto la Biblia: "El año seiscientos de la vida de Noé,
en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas
las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas".
(Gén 7:11).

Si tomamos estos dos versículos solamente, para nuestro cálculo cronológico,


nos llevarían a la siguiente conclusión lógica: Si Noé tenía 500 años de edad
cuando engendró a sus tres hijos, y el diluvio sucedió cuando él tenía 600
años cumplidos, entonces sus hijos habían nacido en el mismo año y tenían
100 años de edad cuando Dios envió la inundación de aguas sobre la Tierra.
Como una mujer concibe y da a luz en 9 meses, entonces para que ellos tres
pudieran nacer dentro del marco del mismo año solo podían haberlo hecho en
un parto trillizo o uno de gemelos al comenzar el año y otro sencillo, 9 meses
después, o viceversa.

Pero nosotros sabemos que esto no sucedió así. Nosotros sabemos que si los
hijos de Noé hubieran sido de parto gemelo o trillizo la Biblia lo hubiera
dicho. Sin dudas ellos tres no nacieron cuando Noé tenía 500 años de edad. Si
esto fuera cierto sería una contradicción del mismo Moisés, con lo que
escribió seis capítulos después, es decir en (Génesis 11:10). Por es motivo
debemos demostrar entonces que este pasaje es una aparente contradicción de
lo que dice (Génesis 5:32).

En (Génesis 11:10), Moisés nos escribe lo siguiente: "Estas son las


generaciones de Sem: Sem, de edad de cien años, engendró a Arfaxad, dos
años después del diluvio" (El énfasis es mío). Por tanto si lo que nos dice
(Génesis 5:32), es cierto, y Noé tuvo a Sem cuando él contaba con 500 años
de edad, y la inundación sucedió cuando tenía 600 años cumplidos, entonces
Sem debería tener 100 años cuándo sucedió el Diluvio. Entonces, ¿cómo es
posible que Moisés diga, seis capítulos después, que Sem tenía 100 años de
edad, pasados dos años del Diluvio?

Nosotros sabemos que en la Biblia no hay contradicciones, sino malas


interpretaciones. Por eso debemos encontrar la solución a esta aparente
contradicción entre lo que dijo el mismo autor con solo seis capítulos de
diferencia. Si (Génesis 11:10), nos dice que Sem tenía 100 años de edad
cuando engendró a su hijo Arfaxad, y que esto sucedió dos años después del
Diluvio. Entonces cuando el Diluvio aconteció él tenía 98 años de edad. Esto
nos hace comprender que Noé tenía 502 años de edad cuando Sem nació,
para que pudiera tener 100 años de edad, dos años después del Diluvio.
Ustedes se preguntarán ahora: ¿cómo equilibramos este pasaje con el texto de
(Génesis 5:32), que dice que Noé tenía 500 años cuando engendró a sus tres
hijos?

Esto resulta fácil de responder. Lo que este pasaje está diciendo no es que sus
tres hijos nacieron en el mismo año, sino que es una manera de decir que que
Noé tenía 500 años de edad cuando comenzó a tener a sus tres hijos. El solo
pensamiento lógico nos lleva a la conclusión de que es imposible de que
alguien pueda tener tres hijos en doce meses, cuando una mujer concibe a los
nueve meses, si estos no son obra de un parto trillizo, o un parto gemelar más
otro sencillo. Si este fuera el hecho la Biblia lo hubiera hecho notar como en
el caso del parto gemelar de Jacob y Esaú.

Además el pasaje bíblico de (Génesis 11:10) niega el parto trillizo. Porque si


Noé comenzó a engendrarlos en el año 500 de su vida y el Diluvio sucedió
100 años después, ¿cómo puede ser posible que Sem tuviera 100 años de
edad dos años después del Diluvio? Según Génesis 5, él debería tener 100
años durante la inundación universal de aguas y no 98. Sin darnos lugar a
dudas podemos asegurar que Sem nació cuando su padre tenía 502 años. Solo
así él podía tener 100 años cuando nació su hijo Arfaxad, dos años después
del Diluvio. Este asunto debe quedar bien claro y definido para nosotros aquí,
ya que necesitamos comprenderlo porque este mismo patrón en la
terminología bíblica se repetirá en la historia del nacimiento de Abraham y
sus dos hermanos, Harán y Nacor.
Si seguimos la línea de tiempo ubicando el nacimiento de Sem en el año 500
de la vida de Noé y no en el año 502, como realmente fue, nos atrasaríamos
dos años, en nuestro cálculo de las cronogenealogías de Génesis. Este cálculo
errado nos impediría cerrar con exactitud el periodo de 4000 años,
transcurrido, desde la creación de Adán hasta el nacimiento de Jesús. Pero en
la historia de Abraham esto se agravaría mucho más, ya que aquí un error de
cálculo nos llevaría a perder 60 años dentro del periodo de 4000 años. Si a
esto se le suma un mal cálculo en la genealogía de Sem, nos haría arrastrar un
error de 62 años que nos impediría cerrar con exactitud nuestro cálculo
cronogenealógico referente al periodo literal de 4000 años.

Pero esperemos, por el momento, un poco más, para aclarar el asunto en


cuanto al caso de Abraham. Ahora seguiremos con la línea descendiente de
Sem, hasta que lleguemos al nacimiento del padre de la fe.

32 SEM:(600 Años): 2446 al 1846 a.C. (Gén 5:32; 11:10).


33 ARFAXAD:(438 Años): 2346 al 1908 a.C. (Gén 11:12,13).
34 SALA:(433 Años): 2311 al 1878 a.C. (Gén 11:14,15).
35 HEBER:(464 Años): 2281 al 1817 a.C. (Gén 11:16,17).
36 PELEG:(239 Años): 2247 al 2008 a.C. (Gén 11:18,19).
37 REU:(239 años): 2217 al 1978 a.C. (Gén 11:20,21).
38 SERUG:(230 Años): 2185 al 1955 a.C. (Gén 11:22,23).
39 NACOR:(148 Años): 2155 al 2007 a.C. (Gén 11:24,25).
40 TARE:(205 Años): 2126 al 1921 a.C. (Gén 11:26 al 32).

ABRAHAM: Aquí llegamos hasta Abraham y como anteriormente habíamos


dicho vuelve a presentarse el mismo problema del texto de (Génesis 5:32).
Allí Moisés utiliza la misma fórmula de escritura que había empleado en
referencia al nacimiento de los tres hijos de Noé. Cuando habla del
nacimiento de los tres hijos de Taré, lo hace casi como una copia al carbón
del texto de (Génesis 5:32).

Hagamos una comparación de ambos pasajes para ver la semejanza de ellos:

"Y siendo Noé de quinientos años, engendró a Sem, a Cam y a Jafet." (Gén
5:32).
"Taré vivió setenta años, y engendró a Abram, a Nacor y a Harán." (Gén
11:26).

Aquí, en esta fórmula, se aprecia el mismo patrón que anteriormente


analizamos en el texto de los hijos de Noé, encontrado en (Génesis 5:32). Por
tanto aquí también podemos arribar a la misma conclusión con el caso de
Sem, Cam y Jafet, en los casos del nacimiento de Abram, Nacor y Harán. En
este caso podemos decir, con total certeza, que es imposible que Taré tuviera
sus tres hijos en el mismo año, cuando contaba con 70 años de edad, si estos
no habían sido resultado de un parto de trillizos o uno de gemelos y otro
sencillo. Por tanto este texto bíblico, al presentar el mismo modelo o patrón
de (Génesis 5:32), quiere decir lo mismo que este.

Es decir que Taré comenzó a tener a sus tres hijos, cuando él contaba con 70
años de edad, y no que estos tres le nacieron cuando él tenía esa edad. Abram
en esta historia no era el hermano mayor, sino que era el primogénito
espiritual de Taré en la línea genealógica de Dios. Abram realmente nació
cuando su padre Taré contaba con 130 años de edad y no 70. A partir de este
momento ustedes se preguntarán que de dónde yo saco este dato. Un cálculo
sencillo, analizando la evidencia interna de la Biblia nos dará una clara
respuesta de este asunto. La prueba bíblica de que Abram nació cuando su
padre tenía 130 años comienza a dárnosla Esteban en el libro de Hechos de
los Apóstoles.

Veamos que narra este diácono bajo la inspiración de Dios y lleno del
Espíritu Santo.

Y él dijo: "Varones hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria apareció a


nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en
Harán, y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te
mostraré. Entonces salió de la tierra de los caldeos y habitó en Harán; y de
allí, muerto su padre, Dios le trasladó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis
ahora. Y no le dio herencia en ella, ni aun para asentar un pie; pero le
prometió que se la daría en posesión, y a su descendencia después de él,
cuando él aún no tenía hijo. Y le dijo Dios así: Que su descendencia sería
extranjera en tierra ajena, y que los reducirían a servidumbre y los
maltratarían, por cuatrocientos años. Mas yo juzgaré, dijo Dios, a la nación
de la cual serán siervos; y después de esto saldrán y me servirán en este
lugar." (Hech 7:2 al 7).

Aquí Esteban dice que Dios se le apareció a Abraham estando en


Mesopotamia, es decir en Ur de los caldeos, antes de que habitase en Harán.
Y allí le dijo: "Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te
mostraré", y Abraham obedeció la voz de Dios y dejó la tierra de los caldeos.
Pero se detuvo en Harán a vivir por un periodo de tiempo, hasta que su padre
Taré murió. De allí Dios lo vuelve a llamar por segunda ocasión para que
deje su tierra y su parentela. Es decir que Abraham recibe dos llamados
divinos. El primero estando en la tierra de Mesopotamia, en este caso en Ur
de los caldeos; y el segundo estando en Harán, después de la muerte de su
padre Taré. De allí salió para la tierra de Canaán, obedeciendo la orden de
Dios. Pero según nos narra Moisés, en el libro de Génesis, Taré muere en
Harán cuando contaba con la edad de 205 años. Veamos lo que nos dice la
Biblia al respecto:

"Y fueron los días de Taré doscientos cinco años; y murió Taré en Harán."
(Gén 11:32). Según Esteban, después de morir Taré es que Abraham
abandona Harán. Pero la Biblia nos dice que Abraham tenía 75 años cuando
sucedió este acontecimiento y lo narra así: "Pero Jehová había dicho a
Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra
que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y
engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren,
y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias
de la tierra. Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era
Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán. Tomó, pues,
Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su hermano, y todos sus bienes que
habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán, y salieron para
ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron. " (Gén 12:1 al 5).

Por tanto resulta imposible que Abraham hubiese nacido cuando Taré su
padre tenía 70 años de edad, según lo narra (Génesis 11:26), si él tenía 75
años de edad cuando Dios lo llama después que su padre murió con 205 años
en Harán. Para sacar el cálculo correcto y aclarar el asunto debemos
comparar los pasajes bíblicos de (Hech 7:3 y 4, con Gén 11:32 y 12:4).
Esteban nos narra que Abraham salió de Harán cuando su padre Taré murió.
Este, según Moisés, tenía 205 años de edad al morir, y Abraham tenía 75
años cuando sale de Harán. Por tanto, para que Abraham tuviera 75 años
cuando su padre murió, un simple cálculo de resta matemático de 205 menos
75 nos daría 130 años.

Así sabemos que esta era la edad que tenía Taré cuando su hijo Abraham
nació. Es decir Abraham nació cuando su padre tenía 130 años y no 70. Por
tanto, el texto de (Génesis 11:26) quiere decir que Taré tenía 70 años cuando
empezó a tener a sus hijos, y no que los tres nacieron cuando él tenía esa
edad. Porque de ser cierto esto Abraham tendría 135 años de edad cuando su
padre murió, y no 75 como lo dice (Génesis 12:4). Esto es imposible, porque
aun no tenía ni a su sierva Agar, estando en Harán, ni a su hijo Ismael, quién
le nació cuando él tenía 86 años; y mucho menos a Isaac, que nació 14 años
después cuando Abraham tenía 100 años de edad.

Por tanto cuando analizamos la lista cronogenealógica de Génesis 11,


tomando como punto de partida el año 4004 a.C., a Taré le tocaría nacer en el
año 2126 a.C. Entonces si Abraham nació cuando su padre tenía 130 años
cumplidos y no cuando tenía 70, como lo dice (Génesis 11:26), entonces esto
nos llevaría al año 1996 a.C., como fecha de nacimiento de Abraham desde la
creación de Adán y Eva. Esto se puede probar en los pasajes de (Génesis
11:31 hasta el 12:4). Allí la Biblia dice que Abraham fue llamado por Dios
estando en Harán, cuando su padre murió a la edad de 205 años. Y esto
sucedió en el momento cuando Abraham contaba con 75 años.

Por tanto para que Abraham tuviera 75 años cuando su padre Taré tenía 205,
años a la hora de su muerte, Abraham tenía que haber nacido cuando su
progenitor contaba con 130 años de edad y no con 70 como dice (Génesis
11:26). Y de ser cierto que Abraham nació cuando su padre tenía 70 años,
entonces tendría 135 años a la hora de su muerte. Esto resulta imposible
porque Abraham no tenía hijos estando aún en tierra de Harán, y sus hijos
Ismael e Isacc le habían nacido cuando él contaba con la edad de 86 y 100
años, y esto fue estando ya en tierra de Canaán y no en Harán. Por tanto
como la Biblia no tiene contradicciones, sino aparentes contradicciones,
debemos resolver este asunto entendiendo que en este pasaje bíblico sucede
lo mismo que había acontecido en el de (Génesis 5:32), con respecto al
nacimiento de los tres hijos de Noé.
Entonces debemos entender que el nacimiento de Abraham aconteció
entonces cuando su padre contaba con 130 años de edad y no con 70. De esta
forma logramos recuperar 60 años que se nos perderían en nuestro cálculo
cronogenealógico de los 4000 años transcurridos desde la creación de Adán
hasta el nacimiento virginal de Cristo. Ahora, después de haber comprobado
este hecho, podemos seguir con nuestro cálculo en las cronogenealogías
bíblicas, para ver si podemos establecer la literalidad de los 4000 años,
transcurridos desde la creación de Adán, en el año 4004 a.C., hasta el
nacimiento de Jesús, en el año 4 a.C.

Ahora continuaremos con Abraham en nuestro cálculo cronológico:

41 ABRAHAM:(175 Años): 1996 hasta 1821 a.C (Gén 25:7).Tuvo a su hijo


Isacc a los 100 Años de edad (Gén 21:5).

42 ISACC:(180 Años): 1896 hasta 1716 a.C (Gén 35:28).

Hasta aquí nos detendremos en la secuencia contínua de los descendientes de


Adán con Isacc. Porque a partir de Jacob no podemos sacar el cálculo
cronogenealógico exacto de los descendientes de Adán hasta Cristo por esta
vía, ya que la Biblia no nos ofrece las fechas exactas de nacimiento de Judá y
sus descendientes hasta Cristo, el cual pertenecía a la tribu de Judá. Pero para
continuar este cálculo nos apoyaremos en un texto clave y que anteriormente
mencionamos, el cual nos ayudará grandemente a resolver nuestro problema.
Ese texto se convierte en un puente que enlaza la época del reinado de
Salomón con el tiempo del Exodo de Israel de la tierra de Egipto.

Este pasaje bíblico nos ubica en dos fechas exactas de la historia de la nación
de Israel y a la vez nos expresa la cantidad de años exacta que transcurrió
desde una fecha hasta la otra. Estas fechas son el cuarto año del reinado de
Salomón y la fecha del Exodo de Israel de la tierra de Egipto. Ese texto
bíblico lo podemos encontrar en el primer libro de los reyes de Israel y Judá
en el capítulo 6, versículo 1, y dice así: "En el año cuatrocientos ochenta
después que los hijos de Israel salieron de Egipto, el cuarto año del principio
del reino de Salomón sobre Israel, en el mes de Zif, que es el mes segundo,
comenzó él a edificar la casa de Jehová" (1 Reyes 6:1).
Como anteriormente calculamos los años de reinado de los reyes de Judá,
desde la fecha de la destrucción de Jerusalén, en el periodo de Sedequías,
hasta el reinado de Salomón; llegamos a la conclusión de que Salomón
comenzó su reino en el año 1020 a.C. Esto lo hicimos tomando como fecha
de referencia el año de la destrucción de Jerusalén. Este año está muy bien
probado en la historia y todos concuerdan totalmente que fue el 586 a.C. Así,
a partir de esta fecha, siguiendo el cálculo histórico en la línea de los reyes de
Judá, llegamos al reinado de Salomón que serían cuarenta años desde el año
1020 a.C., hasta el 980 a.C.

Si tomamos como referencia el dato que nos brinda el escritor de (1 Rey 6:1),
entonces sabemos que transcurrió un tiempo de 480 años, desde el cuarto año
del reinado de Salomón, el cual sería el año 1016 a.C., hasta el Exodo de
Israel de Egipto. Este cálculo nos llevaría al año 1496 a.C., como la fecha de
la salida de la nación hebrea de la tierra de Egipto. Así, de forma muy fácil,
ubicamos la tan controvertida fecha del Exodo. Esto solo lo hemos logrado a
través de la evidencia interna de la Biblia y de un dato preciso de la historia,
como es sin dudas la fecha de la destrucción de Jerusalén.

A partir de ahora analizaremos un segundo texto clave el cual nos enlazará y


ayudará a cerrar el cuadro completo de nuestro cálculo de los 4000 años,
transcurridos desde la creación de Adán hasta el nacimiento de Jesús. Este
pasaje bíblico es el siguiente, y dice así: "Entonces Jehová dijo a Abram: Ten
por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y
será oprimida cuatrocientos años." (Gén 15:13). Durante muchos años el
pueblo de Dios, al leer su Palabra, se ha confundido al querer interpretar el
significado de los años mencionados en estas palabras. Son muchos los que al
hacer un análisis superficial de este texto llegan a una errada conclusión.

Ellos piensan que este fue el tiempo transcurrido desde la llegada de Jacob
con su familia a la tierra egipcia, hasta la liberación de la nación israelita
durante los eventos del Exodo.
Pero esta es una opinión errada. Si calculamos que Isaac nació en el año 1896
a.C., y llegó a tener por hijo a Jacob, en el año 1836 a.C., cuando contaba con
60 años de edad, según el pasaje de (Gén 25:26); por tanto el año en el cual
Jacob llegó a la tierra de Egipto fue el 1706 a.C. Esto lo podemos saber ya
que él le dijo al Faraón que tenía 130 años de edad cuando arribó a la tierra
del Nilo (Gén 47:8, 9).

Entonces podemos decir que si el Exodo sucedió en el año 1496 a.C., cuando
hacemos un cálculo en la diferencia de años entre esta fecha y la de la llegada
de Jacob y sus hijos a la tierra de Egipto, para reunirse con José en el año
1706 a.C., nos da tan solo una cifra de 210 años. Este fue el tiempo en que los
descendientes de Jacob moraron en la tierra Egipcia y no 400 años como
muchos suponen. Y realmente el periodo de opresión insoportable para el
pueblo de Israel fueron los últimos 80 años de su estadía en Gosén, a partir
del nacimiento de Moisés. Esa era la edad de Moisés cuando salieron de
Egipto. Según la Biblia, él estuvo 40 años en Egipto, 40 en Madián, y
después 40 años en el desierto (Exo 7:7; Hch 7:23, 30, 36).

Los 400 años realmente comienzan a correr a partir de los días de Abraham
que fue a quién Dios le señaló la promesa anunciada en (Gén 15:13 al 16). En
ese pasaje bíblico aparecen dos frases claves que debemos analizar para
poder comprender el número de 400 años, desde el inicio hasta el fin, para no
dar margen al error que muchos comenten al interpretar esta cifra. Estas
frases son las siguientes: "TU DESCENDENCIA" Y "TIERRA AJENA".
Pero para esto debemos comprender que Dios le está dando aquí a Abraham
una promesa personal. El le está diciendo a su siervo: "...Ten por cierto que tu
descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida
cuatrocientos años". (Gén 15:13).

Por tanto, los 400 años deben empezar a contarse a partir de la descendencia
de Abraham. En este caso a partir del nacimiento de Isaac, porque este era el
hijo de la promesa y no Ismael que era el hijo que simbolizaba la esclavitud y
la carne. La Biblia deja bien establecido que la verdadera descendencia de
Abraham era Isaac de la siguiente manera: "Entonces dijo Dios a Abraham:
No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te
dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia."(Gén
21:12). "Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que
había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En
Isaac te será llamada descendencia."(Heb 11:18).

Por tanto, si tenemos el año 1896 a.C., como la fecha del nacimiento de Isaac,
cuando Abraham contaba con 100 años, entonces los 400 años, a partir del
nacimiento de este hijo de la promesa, nos llevarían al año 1496 a.C. Esto
resulta emocionante e impresionante ya que estos cálculos nos cierran a la
perfección el periodo de 4000 años transcurridos desde la creación hasta el
nacimiento de Cristo. Esto nos demuestra también que la fecha que
calculamos para el Exodo en nuestros dos conteos cronogenealógicos
anteriores es totalmente correcta. Los dos textos claves utilizados en nuestro
cálculo, en este caso (1 Rey 6:1 y Gén 15:13), nos llevan a la indiscutible
fecha histórica del año 1496 a.C., como la fecha del Exodo.

Nuestro conteo en ascenso, a partir de la destrucción de Jerusalén en el año


586 a.C., coincide en fecha, con total exactitud, con nuestro cálculo en orden
descendente, a partir de la creación de Adán hasta el nacimiento de Isaac,
sumado a ello los 400 años de la promesa hecha a Abraham. Por tanto no
existe casualidad alguna en el hecho demostrado en nuestros cálculos
descendentes y ascendentes de que el año 1496 a.C., es la fecha histórica del
Exodo de Israel. Y además con esta prueba podemos concluir, con toda
seguridad, que los 4000 años, desde Adán hasta Cristo, representan un
número literal de años.

Nosotros podemos llegar a esta conclusión siguiendo la evidencia interna de


la Biblia, presentada en las cronogenealogías de (Génesis 5 y 11), y en la de
la sucesión de los reyes de Judá. Toda esta evidencia la tomamos de la
inspirada Palabra de Dios que nos trajo por medio de sus profetas. Dios
plasmó, en su Palabra, a través de la revelación e inspiración, estos textos
cronológicos claves, para que nosotros pudiésemos calcular con exactitud
estas fechas desde la creación. De lo contrario no estarían puestas en la
Biblia. Pero antes de continuar nuestro camino, debemos aclarar la segunda
frase que nos interesa del pasaje de (Gén 15:13), la cual nos dice que la
"descendencia" de Abraham moraría "en tierra ajena".

Allí en ese texto se nos está diciendo que aunque Abraham fue llamado por
Dios para ir a la tierra prometida, esta no sería de la propiedad de sus
descendientes hasta que se cumplieran 400 años a partir del nacimiento de
Isaac. Esto no los deja bien establecido el apóstol Pablo, al decir lo siguiente:
"Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena,
morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa"
(Heb 11:9). Aquí en este pasaje bíblico, el apóstol nos está diciendo que tanto
Abraham como sus sucesores, Isaac y Jacob, vivirían como extranjeros en la
tierra prometida como si fuera tierra ajena.

A ese mismo hecho es que hace referencia el pasaje de (Génesis 15:13). Estos
dos pasajes concuerdan en la enseñanza del mártir Esteban en su discurso,
antes de morir, el cual quedó registrado por Lucas, en el libro de Hechos de
los Apóstoles, de la siguiente manera: "Y no le dio herencia en ella, ni aun
para asentar un pie; pero le prometió que se la daría en posesión, y a su
descendencia después de él, cuando él aún no tenía hijo. Y le dijo Dios así:
Que su descendencia sería extranjera en tierra ajena, y que los reducirían a
servidumbre y los maltratarían, por cuatrocientos años." (Hech 7:5,6).

Pero ahora algunos se preguntarán ¿qué sucede con la cifra de 430 años
mencionados en los libros de Exodo y Gálatas? Estos pasajes dicen así: "El
tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue cuatrocientos treinta
años. Y pasados los cuatrocientos treinta años, en el mismo día todas las
huestes de Jehová salieron de la tierra de Egipto." (Exo 12:40,41). "Esto,
pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley
que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la
promesa. " (Gál 3:17).

La respuesta es obvia: La Biblia no tiene contradicciones, porque fue el


mismo Espíritu el que inspiró a cada escritor bíblico, por 41 largos siglos. Y
esto debe ser mucho más claro de entender para el público cristiano
adventista que lee este libro. Por lo tanto debemos equilibrar estos pasajes
que hablan de los 430 años con aquellos que mencionan 400 años. Lo curioso
en todo esto es que son dos y dos. Pero a la vez más interesante aun es el
hecho de que el mismo Moisés menciona la cifra de las dos formas. Primero,
en (Génesis 15:13), habla de 400 años; y después, en (Exodo 12:40, 41), nos
habla de la cifra de 430 años.

Pero en ambas ocasiones Moisés se está refiriendo a los mismos eventos con
una diferencia de 30 años en el tiempo. Lo mismo le sucede a Esteban y
Pablo. Ambos hablan del mismo evento, pero con 30 años de diferencia en la
cifra mencionada. Por tanto es imposible que Moisés, quién escribiera
Génesis y Exodo, se contradijera, en cuanto a la cifra, por ese margen de 30
años. Por eso debemos resolver esta aparente contradicción bíblica con una
mente desprejuiciada y con un espíritu de humilde investigación. Sin que nos
quepa lugar a dudas, nosotros debemos comprender que, tanto Moisés,
Esteban, como Pablo, se están refiriendo al mismo evento en sus escritos.

Pero en dos de los pasajes aparece una diferencia numérica de 30 años. Por
tanto la única manera de entender esta aparente contradicción es entender que
se mencionan estas dos cifras diferentes de años, porque el conteo de una con
respecto a la otra comienza 30 años antes. Es decir que tanto en (Gén 15:13),
como en (Hch 7:5,6), se empieza este conteo de 400 años, a partir de la fecha
del nacimiento de Isaac, cuando Abraham tenía 100 años de edad (Gén 21:5).
Pero tanto (Exo 12:40, 41), como (Gál 3:17), comienzan su conteo 30 años
antes del nacimiento de Isaac, cuando Abraham contaba con la cifra de 70
años de edad.

Para entender de donde se sacan estos 70 años de Abraham, debemos aplicar


toda la lógica a la interpretación de esta aparente contradicción, en el número
de los años que se mencionan en los cuatro pasajes bíblicos. Todo parece
indicar que Abraham tenía 70 años de edad cuando Dios le hizo el primer
llamado, estando en Mesopotamia, (dígase en Ur de los Caldeos). ¿Por qué
decimos esto? Por la sencilla y única razón de que la Biblia dice que
Abraham fue llamado por Dios desde la tierra de Mesopotamia y salió rumbo
a la tierra de la promesa, pero no llegó a ella directamente, sino que hizo un
tiempo de escala en la tierra de Harán, hasta que su padre Taré muere a la
edad de 205 años (Hech 7:2 al 4).

Entonces Dios le hace un segundo llamado a Abraham, y es el que está


mencionado en (Génesis 12:1 al 4). Pero este sucedió a la edad de 75 años.
Pero como la Biblia no nos dice de forma directa o específica los años en que
Abraham habitó con su padre y familiares en la tierra de Harán, desde que
Dios le hizo el primer llamado estando en Mesopotamia, podemos razonar
con toda lógica que fue un periodo de 5 años. ¿Por qué decimos esto? Por la
sencilla razón de que cuando Dios le hace el segundo llamado a Abraham,
para que fuera a la tierra prometida, este tenía 75 años de edad. Y desde esa
fecha hasta que nace su hijo Isaac, cuando él tenía 100 años, existe una
diferencia de 25 años, que sumándole los 5 años de su estadía en Harán nos
aclararía por completo la confusión existente en la cifra de 30 años.
Por tanto y demás: Los 430 años deben comenzar a contarse a partir del
momento en que Dios le hace el primer llamado a Abraham, cuando este
vivía todavía en la ciudad de Ur de los caldeos, en la tierra de Mesopotamia.
Eso tiene que haber sucedido cuando él tenía 70 años de edad, lo cual nos
llevaría al año 1926 a.C. Por tanto a partir de esa fecha vivió por espacio de 5
años en tierra de Harán hasta que su padre muere y Dios lo llama por segunda
ocasión a ir a Canaán con 75 años. Después pasa 25 años en la tierra
prometida, hasta que a la edad de 100 años le nace Isaac, el hijo de la
promesa. Esto sería en el año 1896 a.C. Y es a partir de esa fecha que debe
hacerse el conteo de los 400 años.

Entonces así queda totalmente resuelta esta aparente contradicción. Ambos


cálculos con sus fechas, que difieren por treinta años, nos llevarían sin ningún
problema a la fecha del Exodo de Israel de la tierra de Egipto. En este caso el
año 1496 a.C. Por tanto hemos demostrado, de forma muy sencilla, solamente
basados en la evidencia interna de la Biblia que, desde la creación de Adán,
hasta el nacimiento de Jesús, transcurrió un periodo literal de 4000 años, ni
más ni menos. Y a la vez hemos demostrado que las fechas para la creación
de Adán, el Exodo de Israel y el nacimiento de Jesús son el 4004 a.C., el
1496 a.C., y el año 4 a.C.

CAPITULO 9

LA APARENTE TARDANZA
"Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para
ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja. Y Jehová me
respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el
que leyere en ella. Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se
apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin
duda vendrá, no tardará. He aquí que aquel cuya alma no es recta, se
enorgullece; mas el justo por su fe vivirá."
(Habacuc 2:1-4)

Hasta aquí hémos comprobado la exactitud de los 4000 años transcurridos


desde la creación hasta el nacimiento de Jesús, a través de la evidencia
interna de la Biblia. Por tanto los 6000 años de creación se cumplieron desde
el año 4004 a.C., hasta el año 1997 d.C. Estas fechas están basadas en el
Calendario Gregoriano, el cual fue establecido en el año 1582 d.C. Como
bien sabemos, este Calendario posee un error de tres años corridos, en cuanto
al nacimiento de Cristo. Es decir que, en su cálculo, coloca el nacimiento de
Jesús 3 años después de él haber nacido en Belén.

Nuestro estudio de la profecía de las 70 semanas de Daniel nos hace ver este
error de cálculo. Por eso tomamos como punto de partida el año 4 a.C., para
calcular los 4000 años de creación, lo cual nos llevaría hasta el año 4004 a.C.
Pero cuando calculamos los 6000 años desde la creación, esto nos llevaría
hasta el año 1997 d.C. Pero durante muchos años los Adventistas del Séptimo
Día hemos creído y enseñado, aunque no de manera oficial como institución,
que Cristo debe regresar a la Tierra después que los 6000 años se cumplan.

Todo Adventista estudioso de la Biblia y del Espíritu de la Profecía está


consciente de que los 6000 años de creación ya se cumplieron. Si estos se
cumplieron, desde el año 1997 entonces llevamos 17 años pasados de los
6000 años hasta el actual año 2014. Pero miramos y aún Cristo no ha
regresado a la Tierra a buscar a su pueblo, diecisiete años después del
cumplimiento de los 6000 años de creación. De aquí se ha originado la
confusión y la especulación de muchos entre nuestras filas, llevándolos a
creer que las cifras de 4000 y 6000 años, mencionadas en los libros del
Espíritu de Profecía, no deben tomarse como periodos de tiempo literales.

Pero en el capítulo anterior demostramos, a través de la evidencia interna de


la Biblia, que los 4000 años desde Adán hasta Cristo son totalmente literales.
Por tanto 2000 años después del nacimiento de Cristo nos llevaría al año
1997 d.C., como fecha de cumplimiento de los 6000 años desde la creación.
Pero como los 6000 años de creación se cumplieron hace diecisiete años ya y
Cristo aún no ha regresado, los que siguen creyendo en la literalidad de los
6000 años dicen que desde la fecha estamos viviendo un periodo de
"tardanza". Esta opinión de la tardanza es algo que tiene cierto fundamento
bíblico. Siempre esta palabra aparece relacionada a los eventos de la Segunda
Venida de Cristo a la Tierra.

Ejemplo de ello es cuando aparece mencionada por los propios labios de


Jesús en relación a las señales de su venida presentadas a sus discípulos en el
Monte de los Olivos. Allí, al final del capítulo de Mateo 24, él ilustra la
condición de los líderes de su iglesia antes de su regreso. El usa como
ejemplo la actitud de dos de sus siervos a los que puso como mayordomos
sobre su casa de la siguiente manera: Allí aparece un "siervo malo" que no es
"fiel y prudente" y el cual no "alimenta a su tiempo" a los consiervos que el
Señor puso bajo su responsabilidad y también los golpea y maltrata.

Este siervo infiel predica un mensaje de tardanza, diciendo "Mi Señor tarda
en venir" . (Mat 24:48). Pero Jesús dice de los que él puso como mayordomos
sobre su casa y actúan así, durante el periodo final de la historia de su iglesia
en la Tierra, que serán sorprendidos por su regreso "en día que estos no
esperan, y hora que no saben, y los castigará duramente y pondrá su parte con
los hipócritas; y allí será el lloro y el crujir de dientes" (vers 50 y 51). En el
contexto inmediato, específicamente en el capítulo 25 de Mateo, Jesús sigue
hablando de la condición espiritual de su iglesia durante el tiempo del fin, en
el cual sin dudas estamos nosotros, de la siguiente manera:

"Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando
sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y
cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo
aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus
lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la
medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!
Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y
las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque
nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para
que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y
comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el
esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la
puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor,
ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.
Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha
de venir". (Mat 25:1 al 13).

Allí Jesús vuelve a usar una ilustración semejante a la anterior, pero esta es
más general. En ella se está refiriendo, más que a sus líderes, a todos los
miembros de su iglesia en la tierra. A estos los representa como diez
vírgenes. De estas, 5 son prudentes, como lo era el siervo fiel, y 5 insensatas
como lo era el siervo malo. Pero en ese pasaje se hace mención de la palabra
tardanza una vez más. Veamos lo que nos dice la Biblia al respecto: "Y
tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron." (Mat 25:5). También
el apóstol Pedro nos habla acerca de la tardanza de la siguiente manera: "El
Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que
es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que
todos procedan al arrepentimiento." (2 Ped 3:9).

Cuando leémos estos pasajes de Mateo, a la luz de lo que nos dice Pedro, en
su segunda carta universal, podemos llegar a la conclusión de que esta
tardanza no es real. Esta es una aparente tardanza. En el reloj profético de
Dios no existe premura ni demora. El retardo de su promesa solo está en la
mente y los labios de "algunos" que "la tienen por tardanza". Este hecho
quedó confirmado desde los días del movimiento millerita. En aquellos días
se proclamó que Cristo regresaría por segunda ocasión a la Tierra, en la fecha
del 22 de octubre de 1844 d.C. Pero Elena de White nos habla, en el capítulo
23 del Conflicto de los Siglos, de esta "tardanza" de la siguiente manera:

"Entre estas profecías se encontraba la de (Habacuc 2:1-4): 'Me pondré, dije,


sobre mi atalaya, me colocaré sobre la fortaleza, y estaré mirando para ver
qué me dirá Dios, y lo que yo he de responder tocante a mi queja. A lo que
respondió Jehová, y dijo: Escribe la visión, y escúlpela sobre tablillas, para
que se pueda leer corrientemente. Porque la visión todavía tardará hasta el
plazo señalado; bien que se apresura hacia el fin, y no engañará la esperanza:
aunque tardare, aguárdala, porque de seguro vendrá, no se tardará. ¡Pero he
aquí al ensoberbecido! su alma no es recta en él: el justo empero por su fe
vivirá'. (VM). Ya por el año 1842, la orden dada en esta profecía: 'Escribe la
visión, y escúlpela sobre tablillas, para que se pueda leer corrientemente,' le
había sugerido a Carlos Fitch la redacción de un cartel profético con que
ilustrar las visiones de Daniel y del Apocalipsis.

La publicación de este cartel fué considerada como cumplimiento de la orden


dada por Habacuc. Nadie, sin embargo, notó entonces que la misma profecía
menciona una dilación evidente en el cumplimiento de la visión—un tiempo
de demora. Después del contratiempo, este pasaje de las Escrituras resultaba
muy significativo: 'La visión todavía tardará hasta el plazo señalado; bien que
se apresura hacia el fin, y no engañará la esperanza: aunque tardare,
aguárdala, porque de seguro vendrá, no se tardará... El justo empero por su fe
vivirá". (Conflicto de los Siglos, pp 442, 443).

Estas palabras de queja del profeta Habacuc fueron interpretadas, por los
chasqueados milleritas, como palabras de ánimo y de espera paciente en el
cumplimiento de la creencia que tan firmemente habían sostenido y
proclamado desde que Miller inició este movimiento. Ellos tenían la plena
convicción de que aquella demora sería totalmente aclarada, ya que la queja
del profeta Habacuc era un tipo de la queja que ellos sostenían por la dilación
del tiempo del cumplimiento de la profecía proclamada por ellos. Después del
chasco se volcaron al estudio de la Biblia con mayor fervor en busca de una
respuesta y lograron descubrir que no estaban equivocados en cuanto a la
fecha de su proclamación, sino en cuanto al acontecimiento predicado por
ellos.
Ellos descubrieron que ese día 22 de octubre de 1844 solo señalaba el
cumplimiento antitípico de la sexta fiesta del calendario de Levíticos 23. Esa
fiesta señalaba solamente el inicio del día de la Expiación, o inicio del Juicio
Celestial, y no la Segunda Venida de Cristo a la Tierra. Debido a nuestra
continúa equivocación, en la interpretación de lo que la Biblia realmente
enseña, es que durante años hemos estado viviendo una aparente tardanza, en
nuestros cálculos del tiempo, en relación a la Segunda Venida de Jesús a la
Tierra. Pero antes de continuar deberíamos detenernos en un hecho notable
en las palabras de la visión del profeta Habacuc. En su libro, este varón de
Dios, nos dice: "Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura
hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá,
no tardará." (Hab 2:3).

En esas palabras de Dios aparece una paradoja, al decir: "aunque tardare,


espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará."(La cursiva es mía). La
pregunta que debemos hacerle a este texto es la siguiente: ¿Se tarda o no se
tarda? Pero esto es una paradoja, que no es mas que una aparente
contradicción. Esta respuesta de Dios a Habacuc y por extensión al
movimiento remanente del tiempo del fin nos señala que El, en su
omnisciencia divina, conocía de antemano que esta equivocación le
acontecería a su iglesia remanente en la fecha señalada de 1844.

Y que esto provocaría en sus mentes el pensamiento de estar viviendo un


periodo de tardanza, pero El señala que esta solo sería una apariencia. La
aparente tardanza queda confirmada por la parte final de este versículo de
Habacuc que dice: "sin duda vendrá, no tardará" y por las palabras del apóstol
Pedro que ya referimos antes y que dicen: "El Señor no retarda su promesa,
según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros,
no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento." (2 Ped 3:9).

Pero en el mismo pasaje de Habacuc se afianza este hecho en la siguiente


frase: "La visión todavía tardará hasta el plazo señalado" (VM, vers 3a).

Así lo expresa la versión moderna de la Biblia, pero comparemos este pasaje


con otras versiones de la Biblia.
"Aunque la visión tarda en cumplirse, se cumplirá a su tiempo no fallará"
(RVR 1995).

"Aún no ha llegado el momento de que esta visión se cumpla pero no dejará


de cumplirse" (DHH).

"Porque [la] visión es todavía para el tiempo señalado, y sigue jadeando hasta
el fin, y no dirá mentira..." (Versión Nuevo Mundo).

En las visiones de los capítulos 8 y 9 del libro de Daniel, tanto Guillermo


Miller, como sus seguidores, interpretaron que los 2300 años marcaban el
acontecimiento del advenimiento de Cristo a la Tierra. Así lo anunciaron por
doquier a viva voz. Pero no era la Segunda Venida de Cristo a la Tierra, sino
que fue otro el evento que debía cumplirse en la fecha del 22 de octubre de
1844. Dios, conociéndo que serían chasqueados, los anima, a través de las
palabras del profeta Habacuc, diciéndoles que aunque el acontecimiento del
segundo advenimiento de Cristo no se cumplió en sus días, específicamente
el 22 de octubre de 1844, todavía tardaría "hasta el plazo señalado", "se
cumplirá a su tiempo", "llegado el momento", "todavía para el tiempo
señalado", etc...; según las versiones de la Biblia citadas anteriormente.

Esto quiere decir que el cumplimiento de la profecía que anuncia la Segunda


Venida de Jesús a la Tierra debía cumplirse en un plazo o momento de
tiempo señalado en el futuro. Según (Habacuc 2:3), aunque ese momento de
tiempo pareciera tardar, debido a errores de interpretación, realmente no se
tardaría en cuanto al tiempo real establecido, por su majestad divina, en su
gran reloj profético de tiempo. Pero la pregunta que muchos se estarán
haciendo ahora es la siguiente: ¿Dónde se encuentra señalado ese plazo o
periodo de tiempo en la Biblia?

En (Habacuc 2:3) se nos señala de que está indicado en algún lugar de la


Biblia, y que en su momento este evento se cumplirá. Sin dudas ese periodo
de tiempo es el especificado en la fiesta de los tabernáculos anunciada en
Levíticos 23. Ella tenía una fecha para su celebración que era desde el día 15
del mes séptimo o Tishri hasta el día 22 del propio mes. (ver Lev 23:33 al
43). Como esta fiesta todavía es "sombra de lo que ha de venir" (Col 2:17),
porque aún no se ha cumplido en cuanto al acontecimiento y tiempo de su
antitipo, todo indica que se ha de cumplir literalmente en cuanto a estos dos
parámetros en un futuro no muy lejano.

Por eso el mismo Jesús nos advirtió acerca del pleno cumplimiento de lo
escrito en su Palabra, diciéndonos lo siguiente: "No penséis que he venido
para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para
cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni
una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido."(Mat
5:17, 18). Esto quiere decir que El no puede regresar a la Tierra, hasta que la
fiesta de los Tabernáculos no alcance su pleno cumplimiento profético de
forma literal en cuanto a su acontecimiento y tiempo.

Allí en (Habacuc 2:1 al 3), Dios nos señala, desde los días del movimiento
millerita, que el tiempo señalado para el retorno de Cristo a la Tierra no era el
22 de octubre de 1844, durante los eventos del cumplimiento de la sexta
fiesta de Levíticos 23. Esta era el día de la Expiación o Yom Kippur, que solo
señalaba el inicio del juicio en el Santuario Celestial. El responde a la queja
de Habacuc y por extensión a nosotros que para este evento existe un tiempo
o momento señalado. Por tanto el contexto de estas palabras divinas son un
desafío a su pueblo remanente para que investigue donde se encuentra
señalado este plazo de tiempo. Según la Biblia este plazo de tiempo se
encuentra ubicado en la fecha de la celebración de la fiesta de los
Tabernáculos (Lev 23:33 al 43).

Por eso el cuarto ángel del capítulo 14 de Apocalipsis aparece detrás del
tercer ángel dando un mensaje que tiene que tiene que ver con el tiempo a
semejanza del mensaje del primer ángel de (Apoc 14:7). Este ángel es quién
trae el mensaje de la cosecha en los eventos del retorno de Jesús a la Tierra.
Y sin que nos quepa duda alguna este mensaje de cosecha, del cuarto ángel
de Apocalipsis 14, está relacionado con la séptima fiesta de Levíticos 23.
Pero para probar esto solo nos basta citar lo que nos dice el mismo Moisés en
el Pentateuco.

Veámos: "La fiesta solemne de los tabernáculos harás por siete días, cuando
hayas hecho la cosecha de tu era y de tu lagar." (Deut 16:13).
"Pero a los quince días del mes séptimo, cuando hayáis recogido el fruto de la
tierra, haréis fiesta a Jehová por siete días; el primer día será de reposo, y el
octavo día será también día de reposo." (Lev 23:39).
Esto también queda confirmado en el pasaje de (Exo 23:34).

En Apocalipsis el cuarto ángel presenta el siguiente mensaje:


"Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado
sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues
la mies de la tierra está madura." (Apoc 14:15). (El énfasis es mío).

Este ángel representa a un movimiento profético que anuncia a gran voz, en


todo el mundo, un mensaje de tiempo en la proclamación de la llegada de la
Cosecha o Siega de parte de Cristo, el cual viene sobre las nubes del cielo
con su corona de oro y una hoz aguda en su mano. El dice en su mensaje lo
siguiente: "Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la
mies de la tierra está madura." Este es el plazo o momento de tiempo que está
mencionado en las palabras de la visión que Dios le dió al profeta Habacuc y
la cual debía cumplirse en el futuro. Y hasta el momento solo contamos, en
esta fecha, con el día y el mes que se nos especifican en la fiesta de los
Tabernáculos, y que está presente en (Lev 23:33 al 43). Pero no contamos
con la definicion del año para el cumplimiento de esta fecha profética.

Las primeras seis fiestas que antecedían a la de las Enramadas, en este caso
Pascua, Panes sin Levadura, Primicias, Pentecostés, Trompetas, y Día de la
Expiación, nos ofrecen el día mes y año de su cumplimiento. El día y mes
que cada una de las siete fiestas debían cumplirse están claramente
especificados en el capítulo 23 de Levíticos. Pero en cuanto a la revelación
bíblica del año para su cumplimiento, este no aparece hasta un periodo de
1000 años después que Moisés escribiera Levíticos 23. Desde los días de
Moisés hasta el tiempo del profeta Daniel la nación de Israel celebró
ininterrumpidamente aquellas fiestas anuales y sus sábados ceremoniales en
cada fecha exacta establecida en el ritual simbólico.

El remanente dentro de la nación de Israel, por medio de la fe, en el


cumplimiento futuro de este ceremonial, sabía que su Mesías cumpliría, en su
propio ministerio, la realidad antitípica de cada detalle de los rituales de estas
siete fiestas. Pero durante mil años celebreron estas festividades, pero sin
tener en la Biblia especificada la revelación del año para el cumplimiento
antitípico de estos ceremoniales. Ellos solo contaban con el día y mes de cada
fiesta en el libro de Levíticos. Pero en la medida que avanzaron los siglos
llegó el momento en que Dios revela a su pueblo, a través de Daniel, en las
profecías de las 70 semanas y 2300 tardes y mañanas, los años en que estas
fiestas rituales de Levíticos habían de cumplirse literalmente.

Los hijos de Dios que se dedicaban al estudio de las profecías fueron


comprendiendo progresivamente el significado de estas en la medida en que
se fue acercando el tiempo de su cumplimiento. Prueba de este hecho a
quedado demostrada en los hallazgos de los Rollos del Mar Muerto, los
cuales datan del siglo II y I a.C. Entre los Rollos del Antiguo Testamento
encontrados en las cuevas de Qumrán se encontraron varios comentarios del
libro de Daniel, en torno a la profecía del capítulo 9. Esta profecía anunciaba
el tiempo exacto de la aparición del Mesías durante su primera venida a la
Tierra. Todo parece indicar, según los diferentes comentarios encontrados
entre los Rollos, que la comunidad de los esenios, quiénes estaban en
posesión de estos manuscritos, iniciaron la proclamación del cumplimiento
de las cuatro primeras fiestas. Por eso Jesús, cuando comenzó su ministerio,
expresó lo siguiente diciendo: "El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios
se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio." (Mar 1:15).

Veamos lo que Elena de White nos dijo en torno a la interpretación de este


pasaje bíblico: "El mismo Cristo los envió con el mensaje: 'Se ha cumplido el
tiempo, y se ha acercado el reino de Dios: arrepentíos, y creed el evangelio.'
Marcos 1:15 (VM). El mensaje se fundaba en la profecía del capítulo noveno
de Daniel. El ángel había declarado que las sesenta y nueve semanas
alcanzarían 'hasta el Mesías Príncipe,' y con grandes esperanzas y gozo
anticipado los discípulos anhelaban que se estableciera en Jerusalén el reino
del Mesías que debía extenderse por toda la tierra. Predicaron el mensaje que
Cristo les había confiado aun cuando ellos mismos entendían mal su
significado. Aunque su mensaje se basaba en Daniel 9:25, no notaron que,
según el versículo siguiente del mismo capítulo, el Mesías iba a ser muerto.
Desde su más tierna edad la esperanza de su corazón se había cifrado en la
gloria de un futuro imperio terrenal, y eso les cegaba la inteligencia con
respecto tanto a los datos de la profecía como a las palabras de Cristo."
(Conflicto de los Siglos, p 393).
Esto queda reafirmado en el libro "El Deseado de Todas las Gentes" de la
siguiente manera: "Era bien sabido que las setenta semanas de la profecía de
Daniel, que incluían el advenimiento del Mesías, estaban por terminar; y
todos anhelaban participar en esa era de gloria nacional que se esperaba para
entonces" (DTG, p 108). Como Cristo era un gran estudioso de las profecías
de la Biblia descubrió bien temprano, en su vida, que en todo el ceremonial
del santuario él era el verdadero cordero de Dios tipificado por aquellos
ceremoniales y fiestas anuales. Por eso acudió a Juan el Bautista para ser
bautizado ya que él sabía cuando era el momento preciso que la profecía
señalaba para comenzar su ministerio. Todo esto estaba indicado en el
capítulo 9 del libro del profeta Daniel.

Prueba de su pleno conocimiento de esta profecía de Daniel 9 está en el


conocimiento que tenía Cristo de la fecha de su muerte, en la Pascua del año
31 d.C., ya que se lo anunció varias veces a sus discípulos poco antes de ser
crucificado. Todo esto se evidencia en varias de las frases de Jesús,
contenidas en varios pasajes de la Biblia , como las encontradas en (Marcos
1:15; Lucas 9:51; Juan 2:4; 7:5, 8, 30; 8:20; 12:23, 27; 13:1; 16:32; 17:1).
Esto después queda confirmado por el apóstol Pablo en pasajes como
(Romanos 5:6 y Gálatas 4:4).

Tanto Jesús como Pablo quienes fueron la máxima expresión de estudiantes


ejemplares y conocedores de las Sagradas Escrituras en estos pasajes
mencionaron significativas frases como: "el tiempo se ha cumplido", "aun no
ha llegado mi hora", "mi tiempo aun no ha llegado", "mi tiempo aun no se ha
cumplido", "Pero para esto he llegado a esta hora", "ha llegado la hora para
que el Hijo del hombre sea glorificado", "sabiendo Jesús que su hora había
llegado", "La hora viene y ha venido ya", "Padre la hora ha llegado", "Y
venido el cumplimiento del tiempo Dios envió a su Hijo", "Cristo, cuando
aun éramos débiles, a su debido tiempo murió por los impíos".

Estos textos bíblicos, salidos de los labios de Jesús y Pablo, evidencian, de


forma totalmente clara, que ellos se estaban refiriendo al cumplimiento de las
profecías de tiempo del Antiguo Testamento. La inmensa mayoría de ellas se
encuentran citadas por el apóstol Juan en su Evangelio. Pero este mismo Juan
fue el que escribió el libro del Apocalipsis, y allí él emplea el mismo término
en el mensaje de tiempo del primer ángel que anuncia "a gran voz": "Temed a
Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel
que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas" (Apoc 14: 7).

Aquí ningún Adventista se atreve a discutir que el significado de esta frase


del mensaje del primer ángel "la hora de su juicio ha llegado", no se esté
refiriendo a la profecía de tiempo del capítulo 8 de Daniel, que anunciaba el
fin de las 2300 tardes y mañanas para la fecha del 22 de octubre de 1844 d.C.
Por tanto cuando en el mensaje del cuarto ángel se nos dice: "Y del templo
salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube:
Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la
tierra está madura." (Apoc 14:15).

No estamos autorizados a interpretar su significado de una manera diferente a


como lo hacemos cuando analizamos el mensaje del primer ángel, ya que
ambos textos son cien por ciento iguales en cuanto a su patrón gramatical.
Sin lugar a dudas, el mensaje de la hora de la Siega del cuarto ángel,
representado en la fiesta de los Tabernáculos, es como el del primer ángel, un
mensaje profético basado en el tiempo. De no ser así, entonces no podemos
decir que el mensaje del primer ángel está basado en una profecía de tiempo
con una fecha que anunciar. Pero esto sería totalmente descabellado y
absurdo. Todos sabemos que la frase "la hora de su juicio ha llegado",
presente en el mensaje del primer ángel, se refiere al anuncio de la fecha del
22 de octubre de 1844 d.C.

En relación a esto Elena de White nos expresó lo siguiente: "Así como los
discípulos fueron predicando: 'Se ha cumplido el tiempo, y se ha acercado el
reino de Dios,' así también Miller y sus asociados proclamaron que estaba a
punto de terminar el período profético más largo y último de que habla la
Biblia, que el juicio era inminente y que el reino eterno iba a ser establecido.
La predicación de los discípulos en cuanto al tiempo se basaba en las setenta
semanas del capítulo noveno de Daniel. El mensaje proclamado por Miller y
sus colaboradores anunciaba la conclusión de los 2.300 días de Daniel 8:14,
de los cuales las setenta semanas forman parte. En cada caso la predicación se
fundaba en el cumplimiento de una parte diferente del mismo gran período
profético de tiempo." (Conflicto de los Siglos, pp 399, 400).

Pero en ambas épocas se chasquearon debido a los errores presentes de


interpratación en la teología popular de sus días. Tanto los discípulos de
Jesús, como Miller y sus seguidores se equivocaron en cuanto a los
acontecimientos que debían cumplirse y no en cuanto al tiempo especificado
en los rituales simbólicos de Levíticos 23. Cuando relacionamos las fechas de
las seis primeras fiestas del capítulo 23 del libro de Levíticos, con la profecía
de las 70 semanas y 2300 tardes y mañanas de Daniel 8 y 9, podemos
obtener, con total precisión, el Día, Mes y Año del cumplimiento antitípico
de cada una de ellas.

Ninguna de ellas dejó de cumplirse en la historia en las fechas anunciadas en


sus rituales simbólicos. Pero sabemos que la lista de fiestas, presentes en el
capítulo 23 de Levíticos, no son solamente seis, sino siete. La séptima es la
de los Tabernáculos, y nosotros sabemos que aún no ha alcanzado su
cumplimiento antitípico. Este evento de los tabernáculos sucederá cuando
llegue el momento de la Siega, durante los eventos del retorno de Cristo a la
Tierra para buscar a su pueblo como lo anuncia proféticamente (Apoc 14:14-
16). Pero esta séptima fiesta posee en su ritual simbólico de Levíticos 23, día
y mes para iniciar su celebración a la manera de las seis que la antecedían.

Como las anteriores esta no debe fallar en cuanto a la exactitud de su


cumplimiento en cuanto al tiempo y el evento especificado en su ritual
simbólico. Los años del cumplimiento profético de las seis fiestas que
antecedían a la de los Tabernáculos aparecían especificados en las profecías
de los capítulos 8 y 9 del libro del profeta Daniel. Pero la única de ellas en la
cual no está especificado el año de su cumplimiento en Daniel 8 y 9 es en la
de los Tabernáculos. Pero nosotros creemos lo que Elena de White nos dice
con respecto a las fiestas de otoño, las cuales tienen que ver con los eventos
de la Segunda Venida de Jesús. Ella dice que todas deben cumplirse en
cuanto al tiempo especificado por su ritual simbólico.

Entonces si a las seis primeras se le pudo calcular previamente el día, mes y


año de su cumplimiento, sería totalmente ilógico pensar que esto no se pueda
hacer con la de los Tabernáculos. Pero ya en Levíticos 23 Dios nos ofreció
los días y el mes de la celebración de esta fiesta. Así que debemos buscar en
la Biblia las evidencias que nos señalen este año, para tener la fecha completa
en nuestro cálculo. Si Dios nos ofrece días y mes de esta fiesta, deben existir
evidencias bíblicas que también nos ofrezcan el año. Todo esto se evidencia
mucho más cuando analizamos el mensaje de tiempo presentado por el cuarto
ángel que nos dice: "Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado,
pues la mies de la tierra está madura."

Por ese motivo es que se le da la siguiente orden al movimiento Adventista,


después del chasco de 1844:

"Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos,
naciones, lenguas y reyes" (Apoc 10:11). (El énfasis es mío).

La Biblia Dios Habla Hoy nos dice lo siguiente respecto a este asunto:
"Tienes que comunicar nuevos mensajes proféticos acerca de muchos
pueblos, naciones lenguas y reyes".(El énfasis es mío).
Buscando el significado de la palabra "profetices", en el original del texto
griego del Nuevo Testamento, a través de la Concordancia Exhaustiva de
Strong, pudimos encontrar lo siguiente:
1 "4395. προφητεύω profeteúo; de 4396; predecir eventos, adivinar, hablar
bajo inspiración, ejerce el oficio profético:—profetizar."
2 "4396. προφήτης profétes; de un compuesto de 4253 y 5346; uno que
predice («profeta»); por anal. orador inspirado; por extens. poeta:—
profeta."

Sin lugar a dudas, al pueblo remanente de Dios le queda por anunciar un


mensaje profético de tiempo después del año 1844, y este es el que está
presente en la fiesta de los Tabernáculos. Y es el que proclama a gran voz el
cuarto ángel de Apocalipsis 14, diciendo: "la hora de segar ha llegado".

CAPITULO 10
EL AÑO 2031
(LOS 4000 Y 6000 AÑOS DE PECADO)

"Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente;
el postrer Adán, espíritu vivificante."
(1 Corintios 15: 45)

La confusión con respecto a la aparente tardanza, relacionada al


cumplimiento del periodo de los 6000 años, ha radicado en el hecho de que
hemos pensado equivocadamente, durante muchos años, que Cristo debía
regresar al finalizar los 6000 años de la Creación. Como literalmente estos se
cumplieron hace diecisiete años atrás, en el año 1997 d.C., la gran mayoría de
nosotros decimos que estamos viviendo un periodo de tardanza. Pero esta
tardanza no es real. Esta solo existe en nuestra errada interpretación, porque
como dice el apóstol Pedro: "Dios no retarda su promesa, como algunos la
tienen por tardanza" (2 Ped 3:9).

Por tanto, como nuestro Dios "no conoce premura ni demora", regresará en el
tiempo exacto que El tiene prefijado en su Gran Reloj de Tiempo. Cuando
llegue la hora precisa, en su reloj profético, para que su retorno acontezca
este se cumplirá al pie de la letra.Pero nuestra equivocación ha estado basada
en que pensamos que los 6000 años deben ser contados desde la creación de
Adán. Pero estos deben iniciar a contarse a partir de la caída de Eva y Adán y
no desde la Creación. El contexto de las palabras de Elena de White nos
habla del establecimiento del Reino de Dios, después que se cumplan los
6000 años de rebelión y pecado.

Ella nunca ubica el contexto de la Segunda Venida de Cristo haciendo


referencia a 6000 años de creación. Ella casi siempre se refiere al momento
de la caída en el pecado hasta el momento de la muerte de Cristo, no desde la
creación de Adán hasta el nacimiento de Cristo. En los escritos de Elena de
White existen muchas citas que nos hablan de los 4000 y 6000 años de
pecado y rebelión. En este trabajo analizaremos solo algunas de ellas, las
cuales nos serán de mucha utilidad para lo que nos proponemos demostrar.
Muchas de ellas la encontraremos en el libro El Conflicto de los Siglos. Y a
partir de este momento compartiremos algunas de ellas con ustedes, y aquí le
van las tres primeras:

"La gran controversia entre Cristo y Satanás, sostenida desde hace cerca de
seis mil años, está por terminar; y Satanás redobla sus esfuerzos para hacer
fracasar la obra de Cristo en beneficio del hombre y para sujetar las almas en
sus lazos" (Conflicto de los Siglos, p 572).

"El gran conflicto siguió su curso durante seis mil años; el Hijo de Dios y sus
mensajeros celestiales lucharon contra el poder del maligno, para iluminar y
salvar a los hijos de los hombres." (Ibid, p 714).

"Durante seis mil años, la obra de rebelión de Satanás 'hizo temblar la tierra.'
El 'convirtió el mundo en un desierto', y destruyó sus ciudades; y a sus
prisioneros nunca los soltaba, para que volviesen a casa.' Durante seis mil
años, su prisión [la tumba] ha recibido al pueblo de Dios, y lo habría tenido
cautivo para siempre, si Cristo no hubiere roto sus cadenas y libertado a los
que tenía presos" (Ibid, pp 717, 718).

La primera cita guarda una pequeña diferencia con las otras dos. La primera
de estas tres citas fue escrita por ella refiriéndose al contexto presente en el
cual le tocó vivir. Y en ella sostiene que "la gran contoversia entre Cristo y
Satanás", se había sostenido "cerca de 6000 años", y que estaba a punto de
concluir. Esto demuestra que ella estaba totalmente conciente que los 6000
años no habían concluido en sus días. En las dos siguientes citas ella es
llevada por Dios en visión al contexto futuro del milenio.
Desde ese momento futuro ella narra mirando el pasado y dice: "Durante
6000 años la obra de rebelión de Satanás hizo temblar la Tierra", y "durante
6000 años, su prisión [la tumba] ha recibido al pueblo de Dios, y lo habría
tenido cautivo para siempre...". En ocasiones, Elena de White usó la
"PROLEPSIS", lo cual no es mas que una figura literaria que permite hablar
de asuntos futuros como si ya hubieran sucedido. En este caso, ella emplea
este recurso literario para referirse a que la obra de rebelión de Satanás,
llevada a cabo por 6000 años, ya está concluída.

En la última cita, de las tres que hasta ahora hemos empleado, Elena de White
vuelve a usar el recurso de la "Prolepsis". Allí ella narra, como una realidad
consumada, acontecimientos que están más distantes en el futuro. Ella es
transportada por Dios, en visión, al contexto futuro en que terminará el
milenio. En ese tiempo Dios exterminará el pecado y los pecadores de una
vez y para siempre de sobre la faz de la Tierra. Desde allí, nos comenta la
historia de la Tierra como un hecho del pasado y nos dice que la obra de
destrucción de Satanás ha terminado para siempre después de haber obrado
durante 6000 a su gusto, causando dolor, y penas por todo el universo.

Con estas citas dejamos claramente establecido que los 6000 años que
marcan el fin del conflicto entre Cristo y Satanás, son los de pecado, rebelión
y muerte al iniciarse la caída de Adán y Eva. Constituye un error comenzar a
contar estos 6000 años en relación a años creación y no años de pecado. Por
el hecho de pensar en años-creación es que tenemos una aparente tardanza de
tiempo, en cuanto al retorno de Cristo, hasta este 2014. Pero Cristo no
regresará hasta que los 6000 años de pecado lleguen a su cumplimiento. Y en
la actualidad estos 6000 años aún no se han cumplido. La pregunta que
debemos responder ahora es la siguiente: ¿Cuándo es que se cumplen estos
6000 años de pecado?

Para dar respuesta a esta pregunta nos valdremos de dos citas claves del
Espíritu de profecía.Y la primera de estas referencias la podemos encontrar
en el capítulo 72 del libro El Deseado de Todas las Gentes, y dice así: "Cristo
se hallaba en el punto de transición entre dos sistemas y sus dos grandes
fiestas respectivas. El, el Cordero inmaculado de Dios, estaba por presentarse
como ofrenda por el pecado, y así acabaría con el sistema de figuras y
ceremonias que durante cuatro mil años había anunciado su muerte. Mientras
comía la pascua con sus discípulos, instituyó en su lugar el rito que había de
conmemorar su gran sacrificio" (DTG, p 608).

La segunda es semejante y se encuentra en el capítulo 19 del libro El


Conflicto de los Siglos y dice así: "A la mitad de la semana hará cesar el
sacrificio y la ofrenda.' En el año 31 de J. C. tres años y medio después de su
bautismo, nuestro Señor fué crucificado. Con el gran sacrificio ofrecido en el
Calvario, terminó aquel sistema de ofrendas que durante cuatro mil años
había prefigurado al Cordero de Dios. El tipo se encontró con el antitipo, y
todos los sacrificios y oblaciones del sistema ceremonial debían cesar"
(Conflicto de los Siglos, p 374).

Según estas citas inspiradas, los 4000 años concluyeron cuando se cumplió la
mitad de la última semana de la profecía de las 70 semanas de Daniel capítulo
9. Esto sucedió en el año 31 de J.C. Según el comentario de ambas citas
Cristo se hallaba en ese momento en el punto de transición entre dos
sistemas. Durante 4000 años había funcionado un sistema de tipos, sombras o
figuras de ceremonias rituales a través de fiestas con sacrificios y ofrendas de
diversos tipos. Este sistema de ofrendas fue establecido a partir del momento
de la caída en el pecado de Eva y Adán.

Esto sucedió cuando ellos fueron vestidos con "túnicas de pieles" (Gén 3:21),
porque se sintieron desnudos, ante la presencia de Dios, después de su pecado
y rebelión. Sin lugar a dudas las pieles de estas túnicas, con las que fueron
vestidos, eran de cordero. El libro de Apocalipsis hace referencia a esto de la
siguiente manera: "Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos
nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue
inmolado desde el principio del mundo." (Apoc 13:8). Con la piel de los
corderos que fueron sacrificados, para expiar el pecado de Adán y Eva, ellos
fueron vestidos.

Este acto era símbolo del manto de justicia de Cristo en favor de aquellos de
la raza humana que aceptasen su provisión. Y a la vez ese acto daba inicio al
sistema ceremonial que debía cesar 4000 años después con la muerte de
Cristo en el año 31 J.C. El mismo día 14 de Nisán del año 31, cuando debía
celebrarse la fiesta de la Pascua, establecida en el capítulo 23 del libro de
Levíticos, el tipo se encontró con el antitípo. Aquel día Cristo Jesús, el
verdadero "cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn 1:29), era
sacrificado, por nuestros pecados, en la cruz del Calvario, a las nueve de la
mañana que era la hora del sacrificio matutino.

Así, de esta forma, moría exactamente a las tres de la tarde, que era la hora en
que se ofrecía el sacrificio vespertino. Por eso Pablo reconociendo a Cristo
Jesús como el verdadero Cordero Pascual de Dios dijo de él: "Limpiaos,
pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois;
porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros." (1 Cor
5:7). Entonces si los 4000 años de pecado empezaron a cumplirse desde el
momento del sacrificio de los corderos en favor de Adán y Eva y culminaron
con la muerte de Cristo en la cruz del Calvario, en el año 31 de J.C. Por tanto
los 6000 años de pecado deben concluir en el año 2031 d.C. Pero si hacemos
un conteo regresivo de 6000 años desde el año 2031 d.C., esto nos llevaría a
la fecha del año 3970 a.C.

Este cálculo también se puede hacer haciendo un conteo regresivo de 4000


años, desde la muerte de Cristo, en el año 31 d.C., y también nos llevaría a la
fecha del año 3970 a.C. Por tanto esa sería la fecha para la caída en el pecado
de Adán y Eva. Por lo que resulta muy curioso notar entonces que en la
diferencia de años desde la fecha de la creación 4004 a.C., hasta esta del 3970
a.C., transcurrió un periodo de 33 años y medio. Aparentemente son 34 años
completos, pero debemos pensar que la creación aconteció, según nuestro
Calendario Gregoriano, en el otoño del 4004 a.C. Así, de esta forma,
podemos decir que, desde la creación de Adán, hasta el nacimiento de Cristo,
que sabemos no fue un 25 de diciembre, sino en el otoño del año 4 a.C.,
transcurrieron 4000 años exactos.

Por tanto la semana de la creación fue en el otoño del 4004 a.C. Pero en
referencia a la exactitud de 4000 años, en cuanto a su sistema de sombras,
debemos partir de la fecha primaveral del 14 de Nisán del año 31 de J.C., ya
que esta fue la fecha en que Jesús murió en el Monte Calvario e
indiscutiblemente nos llevaría a la primavera del 14 de Nisán del año 3970
a.C. Por tanto desde el otoño de la creación en el año 4004 a.C., hasta la
primavera del año 3970 a.C., existe un periodo de 33 años y medio. Y
podemos ser más precisos al afirmar que desde el mes de octubre del 4004
a.C., hasta abril del 3970 a.C., transcurrió un tiempo de 33 años y seis meses.

Lo curioso y llamativo de todo esto radica en el hecho de que este periodo de


tiempo se vuelve a repetir, 4000 años después, como una copia al carbón,
desde la fecha otoñal del nacimiento de Cristo, que tiene que haber sido en
octubre del año 4 a.C., hasta la Pascua primaveral del 14 de Nisán, en el mes
de abril del año 31 de J.C. En ese año Jesús tenía 33 años y medio, ya que
(Lucas 3:23) nos dice que: "Jesús mismo al comenzar su ministerio era como
de treinta años"; y su ministerio fue de 3 años y medio. Por lo tanto, cuando
Jesús muere tenía de 33 años y medio de edad.

Debemos notar un curioso cumplimiento de tipo y antitipo aquí con respecto


a los dos Adanes. La Biblia nos habla de los dos Adanes de la siguiente
manera: "Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma
viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante." (1 Cor 15:45). Todo esto solo
nos indica que Jesús, como un segundo Adán, fue tipificado por el primer
Adán hasta en los años en que vivió sin pecar. Así cobra más sentido los 33
años y medio en que Cristo vivió sin pecado hasta que fue inmolado en la
cruz del Calvario. El vino para demostrar ante el universo que Adán pudo
haber triunfado sobre el tentador cuando tenía 33 años y medio de edad.

Así que El venció sobre la serpiente, en el momento que tenía la misma edad
de Adán y Eva, cuando estos cayeron ante las sugestiones de la serpiente
antigua. Muchos son los que se han hecho, a través de la historia, la pregunta
de que cuánto fue el tiempo en que Adán y Eva estuvieron en el Edén sin
pecar. Ellos vivieron en el Edén mucho tiempo de comunión con Dios y los
ángeles, sin caer en el pecado. De esto nos da evidencia Elena de White en
las siguientes citas:

"Pero el gran Legislador iba a revelar a Adán y a Eva las consecuencias de su


pecado. La presencia divina se manifestó en el huerto. En su anterior estado
de inocencia y santidad solían dar alegremente la bienvenida a la presencia de
su Creador; pero ahora huyeron aterrorizados, y se escondieron en el lugar
más apartado del huerto." (Patriarcas y Profetas, p 37).
"Los ángeles habían prevenido a Eva a tener cuidado de no separarse de su
esposo mientras él estaba ocupado en su trabajo cotidiano en el huerto;
estando con él correría menos peligro de caer en tentación que estando sola."
(Ibid, p 33).
"El trabajo cotidiano les proporcionaba salud y contento, y la feliz pareja
saludaba con gozo las visitas de su Creador, cuando en la frescura del día
paseaba y conversaba con ellos. Cada día Dios les enseñaba nuevas
lecciones." (Ministerio de Curación, p 128).

Frases como: "En su anterior estado de inocencia y santidad solían dar


alegremente la bienvenida a la presencia de su Creador", "mientras él estaba
ocupado en su trabajo cotidiano en el huerto", "el trabajo cotidiano les
proporcionaba salud", "la feliz pareja saludaba con gozo las visitas de su
Creador", "en la frescura del día paseaba y conversaba con ellos", y "Cada día
Dios les enseñaba nuevas lecciones", nos indican que permanecieron más que
una simple semana, un mes, o un año sin caer en la rebelión y el pecado.
Ellos "solían" recibir "las visitas de su Creador". Adán tenía un trabajo que
era "cotidiano", Dios "paseaba y conversaba con ellos", y así todos los días,
"Dios les enseñaba nuevas lecciones".

Por lo anteriormente expuesto no debemos dudar que los 6000 años de


pecado deben concluirse en el año 2031 d.C. Por tanto Cristo no está
tardando su regreso a la Tierra y faltan 17 años, a partir de este 2014 d.C.,
para que lleguemos a la fecha del 2031 d.C. Si la Segunda Venida de Cristo
está simbolizada por los rituales ceremoniales de la séptima fiesta de los
Tabernáculos, en cuanto a la fecha y acontecimiento, esta debe cumplirse
literalmente, como lo hicieron las seis que le antecedieron, en cuanto a estas
dos facetas. Por tanto si Cristo no ha de regresar hasta que los 6000 años de
pecado y rebelión se cumplan, él no regresará a la Tierra antes del año 2031
a.C. Todo parece indicar que este será el año de su advenimiento definitivo.

La misión del cuarto ángel de (Apoc 14:15), es anunciar el tiempo de la


llegada de la hora de la Cosecha o la Siega, en cumplimiento de la profecía de
la fiesta de los Tabernáculos de (Lev 23:33-43). Entonces solo nos restaría
definir cuando, en nuestro Calendario Gregoriano, deben caer los días 15 al
22 del mes séptimo o Tishri, en el año 2031 d.C., que es la fecha cuando los
judíos celebran la fiesta de las Enramadas o Tabernáculos. De esta manera
tendríamos el día, el mes, y el año, como nos ha sido previamente revelado en
las seis fiestas anteriores.
De esta manera estaríamos dando continuidad al pensamiento lógico
profético del capítulo 23 de Levíticos, dado por Dios a Moisés, descubierto
por Guillermo Miller, resucitado por Samuel Snow, y confirmado por el
Espíritu de la Profecía, en el libro El Conflicto de los Siglos.

CAPITULO 11

LA PUERTA DE ORION

"Los que convertís en ajenjo el juicio, y la justicia la echáis por tierra,


buscad al que hace las Pléyades y el Orión, y vuelve las tinieblas en mañana,
y hace oscurecer el día como noche; el que llama a las aguas del mar, y las
derrama sobre la faz de la tierra; Jehová es su nombre; que da esfuerzo al
despojador sobre el fuerte, y hace que el despojador venga sobre la
fortaleza."
(Amós 5:8)
Orión es la constelación más conocida del cielo. También es conocida como
el Cazador. Los antiguos egipcios la llamaron Osiris. Sus estrellas son muy
brillantes y se divisan desde ambos hemisferios. Esto hace que sea
reconocida mundialmente. Ella es, mayormente, una constelación invernal
del hemisferio norte del planeta. En el hemisferio sur es visible durante el
verano. Ella comienza a divisarse en el hemisferio norte en los días finales
del mes de agosto, dos horas antes del amanecer, sobre las cuatro de la
madrugada. En los meses sucesivos se va adelantando en dos horas cada mes
su aparición, hasta que logra ser visible casi toda la noche, durante los meses
invernales.
Por eso está dentro de las constelaciones invernales del hemisferio norte de la
Tierra. Esta bella constelación solo no es visible durante un periodo de unos
70 días en el cielo nocturno del hemisferio norte. Esto es desde mediados de
abril hasta mediados de agosto. Ella está ubicada cerca de la constelación del
río Eridanus y apoyado por sus dos perros de caza llamados Can Mayor y
Can Menor. A la vez se le ve enfrentando a la constelación de Tauro. Las
estrellas principales que forman esta constelación son Betelgeuse, la cual es
una supergigante roja de 450 veces más diámetro que el Sol.
De esta estrella estar en la posición de nuestro Sol, su diámetro llegaría hasta
el planeta Marte. Después está Rígel, la cual es 33 veces mayor que nuestro
Sol. Esta es la estrella más brillante de la constelación, irradiando 23.000
veces más luz que nuestro Sol. Rígel es parte de un sistema estelar triple, del
cual su estrella principal es una supergigante azul muy luminosa. A la vez
esta estrella cuenta con una temperatura superficial de 13.000 grados celsius.
Esta constelación cuenta con otra gigante azul llamada Bellatrix que es la
tercera estrella de mayor brillo en la constelación. También posee tres
estrellas famosas conocidas como el cinturón del cazador o "Las Tres
Marías", o "Los Tres Reyes Magos". Estas se llaman Mintaka, Alnitak y
Alnilam.
La Biblia nos habla de esta constelación en varios pasajes. La primera vez
que se le menciona es en el libro de Job, escrito por Moisés sobre el año 1500
a.C., (Job 9:9 y 38:31). También se menciona en (Amós 5:8). También la
Biblia da a entender, en varios pasajes, que hacia el Norte es el lugar de la
habitación de Dios. El primero de estos textos que quisiéramos mostrarles es
el siguiente: "Grande es Jehová y digno en gran manera de ser alabado en la
ciudad de nuestro Dios, en su monte santo. ¡Hermosa provincia, el gozo de
toda la Tierra es el monte Sión, a los lados del norte! ¡La ciudad del gran
Rey!" (Salmo 48:1,2).
En este texto se está haciéndo referencia, principalmente, a la Nueva
Jerusalén, la cual es la capital del universo y donde se encuentra el trono de
Dios. La Jerusalén celestial es el monte Sión que está situado a los lados del
Norte astronómicamente para nosotros. Los antiguos definían el Norte como
punto cardinal hacia arriba, al contrario de como lo hacemos nosotros hoy
día. Veamos como el apóstol Pablo nos aclara, bajo la inspiración divina, que
el monte de Sión no es la Jerusalén terrenal, sino la celestial donde está la
morada de Dios y los ángeles de su poder. "Vosotros, en cambio, os habéis
acercado al monte Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la
compañía de muchos millares de ángeles."(Hebreos 12:22).
Debemos notar que en este punto cardinal Norte es donde se encuentra el
trono universal de Dios. En las mismas palabras del ángel caído, cuando
quiso ponerse en el lugar de Dios para ser adorado, manifesto este hecho. En
su autoexhaltación codiciosa y llena de orgullo arrogante dijo lo siguiente:
"Subiré al cielo. En lo alto, junto a las estrellas de Dios levantaré mi trono y
en el monte del testimonio me sentaré, en los extremos del norte; sobre las
alturas de las nubes subiré y seré semejante al Altísimo."(Isaías 14:13,14).
Cuando vamos al libro del profeta Ezequiel, en su primer capítulo, podemos
apreciar la visión que tuviera el profeta del descenso de Dios, en su carroza
cósmica, a la ciudad de Jerusalén para hacer un juicio de investigación a su
pueblo, a consecuencia de la apostasía en que se habían sumergido. Pero en el
versículo 4 de ese mismo capítulo podemos apreciar la dirección de donde
venía Dios a juzgar a su pueblo. Allí se dice que Jehová venía en su trono con
dirección del Norte. Pero resulta curioso notar que entró a la ciudad por la
puerta oriental o este y que por aquel mismo lugar se retiró (ver Ezequiel
10:19; 11:23). Pero Ezequiel nos dice que cuando la gloria de Dios regrese de
nuevo entrará por la puerta del oriente (Ezequiel 43:1-4; 44:1,2).
Existe un texto en el libro de Job, el cual escribió Moisés hace ya más de
3500 años. Ese texto tiene grandes revelaciones científicas, mucho antes de
que la ciencia moderna se diera el mérito de descubrir estos hechos
científicos ya revelados en la Biblia. En ese pasaje se dice que la Tierra está
en estado de ingravidez mucho antes de que se descubrieran las leyes de la
gravitación universal. La creencia de los hombres de ciencia hasta el siglo
XVI era que la Tierra era plana y estaba sostenida sobre elefantes encima de
una tortuga echada en medio del mar. Pero este texto dice que la Tierra fue
colgada sobre la nada, es decir en el espacio vacío, en estado de ingravidez.
Veámos el texto: "El extiende el Norte sobre el vacío, cuelga la Tierra sobre
la nada."(Job 26:7).
Pero el detalle que nos ocupa aquí es el fragmento que dice: "El extiende el
Norte sobre el vacío". Aquí nuevamente observamos la mención del Norte, el
cual es la dirección del trono de Dios en el espacio sideral. Pero allí se dice
que el Norte en el universo está extendido sobre el vacío. Cuando vamos a los
datos de la astronomía moderna nuestro Sol con todo su sistema en
movimiento, dentro de nuestra galaxia, recorre una órbita de 30.000 años luz,
con una velocidad de traslación de 250 km/h. Pero el recorrido de esta órbita
es tan enorme que parece recorrer una línea perfectamente recta hacia el
Norte. Es decir que nuestro Sol viaja por el espacio con todos sus planetas en
línea recta hacia el Norte, en la dirección de la constelación de Hércules.
Esto sucede a una velocidad de 20 km/s, llegando a recorrer la impresionante
distancia de 2 millones de kilómetros por día. Pero según las comprobaciones
de la astronomía moderna esa dirección Norte, hacia donde se dirige el
movimiento aparentemente lineal de nuestro sistema solar, está practicamente
"vacía" de estrellas, cuando se compara con los otros puntos cardinales en las
regiones del cielo. Pero Orión tiene un área muy mencionada y destacada en
los últimos años. Ese lugar u objeto es la nebulosa que esta constelación
contiene en sus dominios.
La nebulosa de Orión fue descubierta casualmente, en 1618 d.C., por el
astrónomo Zisatus, cuando hacía observaciones de un cometa luminoso.
Aunque también se dice que fue un astrónomo francés y no el jesuita Zisatus
quién la descubrió en 1610, y que Zisatus solo fue el primero en hacer un
artículo acerca de ella. A partir de aquella fecha se ha estudiado mucho esta
nebulosa, por parte de la astronomía. Y se sabe que se encuentra situada
dentro de nuestra galaxia, a 350 parsecs del Sol. Un Parsec equivale a 3.26
años luz.
Un año luz equivale a 9.46 billones de kilómetros. Entonces estos 350
Parsecs serían 1.141 años luz; los cuales llevados a kilómetros lineales nos
daría la cifra de 10.793, 86 billones de kilómetros de distancia. Pero
recordando el texto de (Job 26:7), con respecto al vacío, resulta curioso notar
los descubrimientos hechos por la comunidad astronómica internacional con
relación a las condiciones presentes en esta nebulosa. Ahora citaré la
información de un libro de astronomía de la editorial soviética Mir, escrito en
1969, y que nos revela algo impresionante:
"La densidad media de esta nebulosa de gas, o como frecuentemente dicen,
difusa es 10 a la diecisiete veces menor que la densidad del aire a 20 grados
celsius. Dicho de otra forma, una parte de la nebulosa, con volumen de 100
kilómetros cúbicos, pesará ¡un miligramo! El mayor de los vacíos logrado en
los laboratorios es ¡millones de veces más denso que la nebulosa de Orión! A
pesar de todo, la masa total de esta formación gigantesca, que merece más
que los cometas el nombre de la 'nada visible', es enorme. De la sustancia de
la nebulosa de Orión se podrían confeccionar aproximadamente ¡mil soles
como el nuestro o más de trescientos millones de planetas parecidos a la
Tierra![...]Para ilustrar mejor este caso señalemos que, si disminuyésemos la
Tierra, hasta las dimensiones de una cabeza de alfiler, entonces, en esta
escala, la nebulosa de Orión ocuparía un volumen ¡del tamaño del globo
terrestre!" (F. Ziguel, "Los Tesoros del Firmamento", ed Mir. Moscú 1969, p
179)
Es decir que la proporción sería la siguiente: La cabeza de un alfiler es a la
Tierra, como la Tierra lo es a la nebulosa de Orión. Por tanto, si el lugar de la
morada de Dios está "a los lados del Norte" en el cielo, y él ha extendido "el
Norte sobre el vacío", y la región más vacía del cielo es en la dirección de la
nebulosa de Orión. Cuando vinculamos la Biblia con la astronomía todo
parece indicar que el lugar del trono de Dios está ubicado en dirección a la
constelación de Orión.

Teoría de la correlación de Orión

Desde el año 1989 salió al público la famosa hipótesis acerca de la


correlación de Orión con las pirámides del complejo de Gizeh. Esta teoría fue
formulada por el británico Robert Bauval y Adrian Gilbert. La publicación
primaria acerca de este tema apareció en el volumen 13 de "Discussions in
Egyptology". Esta teoría plantea que existe una correlación entre el
emplazamiento de las tres pirámides del complejo de la meseta de Gizeh en
Egipto con la ubicación de las tres estrellas del cinturón de Orión. Pero según
los defensores de esta teoría, esta correlación tuvo toda la intención de los
constructores de las pirámides.
Esto fue ejecutado por aquellos arquitectos, bajo la consideración de que
estas enormes estructuras, enfocadas en su orientación hacia las estrellas, las
cuales eran los dioses de la cultura pagana del mundo antiguo egipcio,
facilitarían el paso de los faraones a su vida inmortal de dioses después de su
muerte en este mundo. Según ellos esta correlación se produce mirando desde
el norte de las pirámides de Gizeh hacia el sur. Esta correlación va más allá
de una simple coincidencia. Estas tres pirámides conocidas como Kefrén,
Keops y Micerinos, datadas en época de la IV dinastía egipcia por parte de
los arqueólogos y egiptólogos, tienen una alineación perfecta en relación con
las tres estrellas del cinturón de Orión.
A pesar de las inmensas dimensiones de estas tres pirámides, su exactitud de
alineación con las tres estrellas del cinturón de Orión es realmente
impresionante. En la actualidad esto no es cien por ciento exacto. Las
estrellas del cinturón de Orión forman un ángulo que difiere por unos pocos
grados con el que forman las pirámides. Bauval descubrió que los llamados
canales de ventilación de la gran pirámide apuntaban a las estrellas. Los del
sur apuntaban a las estrellas de la constelación de Orión y a la estrella Sirio.
Desde la cámara del rey este canal apuntaba directo a la estrella central del
cinturón de Orión, quien representaba al dios Osiris para los egipcios. Y
desde la cámara de la reina se apuntaba directamente a la estrella de Sirio,
que representaba a la diosa Isis.
Pero según ellos, los canales de ventilación norte apuntaban desde la cámara
de la reina a la Osa Menor, y desde la cámara del rey a la estrella Alfa
Draconis o Thuban, la estrella que hace unos 4800 años marcaba el norte. Por
lo que también el egiptólogo John Anthony West en colaboración del geólogo
Robert Schoch, afirmó que hace 12.000 años atrás, la Esfinge de Gizeh fue
construída representando el cielo de esa época y estaba ubicada en referencia
al punto vernal de la Tierra, el cual estaba apuntando de forma directa hacia
la Constelación de Leo. Ellos aseguran que la forma original de la Esfinge
egipcia era completamente un león que representaba en la Tierra a la
Constelación de Leo en el cielo.
Ellos dicen que la Esfinge se degradó como consecuencia del agua de la
lluvía, en época de la última glaciación, que data de los años cuando el
Sahara no era desierto,sino que era un bello jardín natural, donde siempre
llovía hacia el año 10.500 a.C. Así Bauval, con la colaboración de la
arqueoastronomía, llegó a la conclusión de que si se calculan los cambios
precesionales del cinturón de Orión, a lo largo de los siglos, se puede
comprobar que hubo un momento del pasado en que estas tres estrellas
estuvieron perfectamente alineadas en relación a la Vía Láctea, como las
pirámides lo estuvieron en relación al río Nilo. Robert Bauval muestra estos
cálculos en su libro "El Misterio de Orión". El especula que esto sucedió en
el año 10.500 a.C.
Según su hipótesis, él dice que ese fue el año en que se concebió semejante
empresa de construcción maestra, pero que su construcción comenzó en un
periodo histórico posterior. De esta forma Robert Bauval va más allá, en su
lógica especulación, al plantear de que todas las demás pirámides construídas
en la tierra del Nilo, son una imitación de las otras estrellas del cielo. El
plantea en su teoría que la idea con que los egipcios veían el tiempo era de
forma cíclica. El añade que ellos se veían gobernados por las leyes del orden
cósmico. Ellos tenían una máxima que decía: "Al igual que arriba, abajo". De
ahí su imitación en la proporción de la escala terrenal de todo aquello que
estaba en el cielo.
Donde Bauval y la arqueoastronomía se equivocan es en la datación de la
fecha de esta construcción de las pirámides y la Esfinge del complejo
monumental de Gizeh. Su cálculo del año 10.500 a.C., es totalmente lógico
en esta correlación de monumentos terrenales y estrellas y constelaciones
celestiales, cuando se toma en cuenta la precesión de los equinoccios a la luz
de los 23 grados aproximados de inclinación que tiene el eje imaginario de la
Tierra, en relación al plano ecuatorial de nuestro sistema solar. Si se piensa
que ese siempre ha sido el ángulo de inclinación del eje terráqueo, los 10.500
años antes de Cristo tienen toda la lógica de la razón científica.
Pero con lo que Bauval y los demás que apoyan estos 10.500 años no cuentan
es que la Tierra no siempre tuvo esta diferencia de inclinación de su eje
imaginario en relación al ecuador de la órbita del sistema solar. Pero hoy día
todos nosotros sabemos, o debemos saber que las cuatro estaciones del año
son como resultado de la inclinación del eje de la Tierra, y que si este tuviera
un ángulo de noventa grados, en relación al ecuador de la órbita del sistema
solar, no existirían las cuatro estaciones anuales que la Tierra posee. Esto le
daría a la Tierra un clima perfecto, estable y uniforme de eterna primavera sin
otoño, verano ni crudos inviernos.
Esta era la condición que poseía el planeta Tierra antes de los eventos
cataclísmicos del diluvio universal, narrados en Génesis 7 y 8. Hasta antes de
que aconteciera el diluvio universal el clima de nuestro planeta era perfecto y
no existían las estaciones del año como las tenemos hoy día, a consecuencia
de la inclinación de su eje. Esta inclinación sucedió como resultado de las
poderosísimas fuerzas cataclísmicas que conmovieron el globo terráqueo en
ocasión de la inundación de aguas en la época de Noé. Este evento sucedió
hace 4361 años atrás hasta este 2014, ya que según las cronogenealogías de la
Biblia el diluvio tuvo lugar en el año 2348 a.C.
Si Bauval, los arqueoastrónomos, los geólogos y egiptólogos tomaran en
cuenta este dato de la inclinación de 23 grados del eje terrenal, que tiene que
ver en la precesión de los equinoccios, en relación a lo que la Biblia narra del
diluvio y que ellos le dicen "última glaciación", se percatarían que las
pirámides no tienen más de 5.000 años de construcción y así coincidirían en
la datación de su fecha 4.500 años atrás y no con el 10.500 a.C. Es decir que
este análisis haría percatarse a la arqueoastronomía que existe una diferencia
de miles de años de error en sus cálculos, al despreciar el hecho de la
inclinación del eje terráqueo en relación a los datos del diluvio universal de
Génesis.
La Biblia dice de esto lo siguiente: "Mientras la tierra permanezca, no cesarán
la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la
noche." (Génesis 8:22). Esto solo fue el resultado físico, climático y
geográfico de la inclinación del eje de la Tierra como consecuencia de las
fuerzas cataclísmicas del diluvio. Así, de esta manera, nacieron las estaciones
del año y las diferencias de horas anuales entre días y noches en nuestro
planeta hace unos 4.500 años atrás. Por esta razón todo parece indicar que
tanto las pirámides como la Esfinge no fueron realmente construídas por los
faraones egipcios, porque era imposible para su generación construir aquellos
impresionantes monumentos.
Estas fueron construídos por los Nefilim (Gigantes), resultantes de la unión
matrimonial de los hijos de Dios, descendientes de Set, con las hijas de los
hombres, descendientes de Caín. Estos fueron los miembros desobedientes de
la generación antediluviana que rechazaron a Dios y el mensaje de Noé hace
unos 45 siglos atrás. Esto nos haría entender que la Esfinge no fue edificada
hace 12.000 años atrás como calcularon el egiptólogo John Anthony West y
el geólogo Robert Schoch. Ellos además de esto dijeron que se degradó como
consecuencia del agua de la lluvía, en época de la última glaciación, que data
de los años cuando el Sahara no era desierto, sino que era un bello jardín
natural, donde siempre llovía hacia el año 10.500 a.C.

Sin dudas esta si fue degradada por las aguas, pero estas eran las aguas del
diluvio universal en los días de Noé, y no desgastada por lo que la comunidad
científica internacional ha llamado "última glaciación". Pero si los defensores
de esta teoría valoraran este dato de la inclinación del eje de la Tierra, como
consecuencia de las fuerzas del diluvio universal en los días de Noé, que trajo
como resultante final la precesión de los equinoccios, y por ende las
estaciones del año en nuestro planeta; no cometerían el error de 8.000 años de
diferencia en la datación de la construcción de las pirámides del complejo de
Gizeh en su correlación con las estrellas de Orión. Así la apreciación de este
dato los ubicaría 4.500 años atrás, y no en el año 10.500 a.C.

"Al igual que arriba, abajo"

Dios, después de la salida de Israel de la tierra de Egipto, le encargó a Moisés


la construcción de un santuario o tabernáculo terrenal conforme al modelo del
santuario celestial para ilustrar el plan de la salvación en señal de la
verdadera adoración para el pueblo de Dios en esta Tierra. Este hecho se
puede ver en los siguientes pasajes de la Biblia: "Y harán un santuario para
mí, y habitaré en medio de ellos. Conforme a todo lo que yo te muestre, el
diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis."
(Exodo 25:8,9).

"Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos


tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los
cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el
Señor, y no el hombre. Porque todo sumo sacerdote está constituido para
presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste
tenga algo que ofrecer. Así que, si estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería
sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley;
los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se
le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz
todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte."
(Hebreos 8:1-5).

"Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen
purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que
estos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del
verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante
Dios; no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el
Lugar Santísimo cada año con sangre ajena." (Hebreos 9:24-26).

De igual manera el enemigo de las almas se ha encargado de imitar el plan de


Dios, falsificando cada elemento de la verdadera adoración, a través de sus
instrumentos idólatras paganos en su afán de establecer un Nuevo Orden
Mundial que le rinda su adoración a él en vez de a Dios. Por eso en la
filosofía religiosa del mundo pagano antiguo y especialmente cuando vemos
la correlación de las estrellas y constelaciones del cielo con las pirámides y
demás monumentos de la tierra de Egipto, podemos darnos cuenta de una
imitación blasfema por parte del ángel rebelde.

El aún continúa anhelando ser adorado para ocupar el lugar que le pertenece a
Dios en la mente y el corazón de todas las criaturas del universo, y
especialmente de los seres humanos que fueron hechos a imagen y semejanza
del Creador en esta Tierra. El no se ha rendido en sus aspiraciones antiguas,
relatadas en el libro del profeta Isaías, que dicen: "¡Cómo caíste del cielo, oh
Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las
naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las
estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré,
a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al
Altísimo." (Isaías 14:12-14).
Por eso él ha inspirado en la mente de sus agentes paganos satánicos de esta
Tierra a que confeccionen una imitación del orden astronómico y cósmico
establecido por Dios en el cielo, desde los días anteriores al diluvio. Para esto
ha utilizado un paganismo de adoración solar que le rinda culto a él. Después
que Dios destruyó la generación antediluviana, en época de Noé, él inspiró y
perfeccionó este tipo de idolatría, que imitaba el verdadero culto a Dios, en el
corazón de Cus, Nimrod y Semiramis. Durante los días de los eventos de la
Torre de Babel, narrados en Génesis 11, él se está empeñando en establecer
un Nuevo Orden Mundial en esta Tierra, contrario al Orden Mundial que
Dios establecerá, después de erradicar el pecado para siempre de este planeta.

El quiere recibir la adoración que solo le pertenece a Dios y está obstinado en


cumplir ese propósito. Y muchos ejemplos de esto lo podemos observar en
las páginas de la historia. Después del Diluvio Universal la línea
descendiente de Noé, a través de su hijo Cam, en este caso la raza camita,
entre los que se encontraban Cus, Nimrod y demás descendientes, decidieron
desobedecer la voluntad divina uniéndose bajo la égida de un imperio
mundial. Esta empresa fue ideada por Satanás. El es su autor intelectual.
Todo esto lo hizo para impedir que los seres humanos se esparcieran sobre la
faz de toda la Tierra, como era el deseo y la voluntad divina.

Así los desobedientes seres humanos decidieron construir un imperio


mundial, donde la ciudad de Babel fuera su capital y como símbolo
representativo de sus ideales y filosofía político-religiosa, se pusieron de
acuerdo para construir una Torre en Babel, la cual sería la gran maravilla del
mundo y monumento máximo de su religión pagana de adoración solar.
Aquella monarquía fue creada con el objetivo central de que abarcara poco a
poco todo el planeta. Así Babel se convertiría en la principal metrópoli y
ciudad capital de su soñado imperio global.

Con el tiempo, muchos de sus edificadores comenzaron a vivir en aquella


torre. Otras partes de ella fueron magníficamente preparadas y adornadas en
honor a sus ídolos. El pueblo se enorgullecía de esta falsa gloria, adorando a
sus falsos dioses, desafiando al Dios Vivo y Verdadero, con total arrogancia
colectiva. Dios se hartó de este desafío, según lo narra (Génesis 11:1-6), y de
un solo golpe, de su voluntad divina, anuló el obstinado propósito de sus
edificadores, confundiendo sus lenguas y creando total caos entre ellos. Así,
de repente, toda la obra se detuvo. La unidad y la armonía de sus defensores
se quebrantó. Todo se volvió bronca y reproche, con toda especie de
reclamos y regaños, saturados de improperios y maldiciones. Aquella unión
terminó en lucha y crímenes de sangre.

Hasta esa fecha todos los seres humanos hablaban el mismo idioma en la
Tierra. Pero una sola declaración de la voluntad divina, a través de su
Palabra, destruyó todo lo que ellos habían logrado alcanzar en un siglo. Si
Dios no hubiera actuado de esta manera, el mundo entero se hubiera
corrompido, desmoralizándose hasta el colmo, cuando todavía gozaba de
juventud, después de los eventos cataclísmicos del diluvio universal. Según
registra la tradición histórica, el iniciador de todo este proyecto pagano fue
Cus, el hijo de Cam y nieto de Noé. El fue esposo de la bella Semiramis. De
este matrimonio entonces nació Nimrod, quién sería bisnieto de Noé, por la
línea de Cam.

Pero después de la muerte de Cus, su hijo Nimrod se casa con su propia


madre Semiramis. El objetivo fundamental de este sacrílego matrimonio no
era otro que solidificar el legado de la falsa religión creada por su padre. Esta
se basaba en el ocultismo, mezclado a la política, y a un sistema satánico de
religión que controlaba las conciencias por medio del engaño. Pero Sem,
quién fuera el tío-abuelo de Nimrod, el cual vivió 502 años después del
diluvio, en su celo por la gloria de Jehová, hizo como el profeta Elías con los
profetas de Baal en el Monte Carmelo. El hizo juicio contra Nimrod a la vista
de todos, matándolo y cortándolo en pedazos. Esto lo hizo para dar un
escarmiento público a todos aquellos que siguieran su ejemplo.
Después de estos eventos todos los seguidores de Nimrod quedaron muy
asustados y turbados y temían pecar en público, porque sentían miedo que les
aconteciera lo mismo a ellos. Pero la astuta reina Semiramis tenía otro plan
sutil en su mente y estaba decidida a llevarlo a cabo, costara lo que costara.
Ella no tenía el control de aquella religión, pero se propuso alcanzarlo a
través del engaño. Aún cuando su hijo-esposo Nimrod había muerto, la
religión babilónica continuó bajo el liderazgo y conducción de Semiramis.
Ella le hizo creer a sus seguidores que Nimrod continuaba vivo al convertirse
en un dios y que por lo tanto ella era una diosa por ser su madre y esposa a la
vez. De allí en adelante se hizo nombrar "LA REINA DEL CIELO".
Así este título fue dado a la diosa madre en cada religión pagana del mundo,
después de los eventos de la Torre de Babel, narrados en Génesis 11. Título
que ha otorgado la religión pagana de la Roma papal a la vírgen María. De
esta manera ella convirtió este culto idólatra pagano en un sofisticado sistema
de religión ocultista. En su culto todo era secreto, ya que sus iniciados debían
tomar votos secretos. Todo esto demuestra que en época de Nimrod,
Semiramis y los eventos de la Torre de Babel, tuvo su origen las Sociedades
Secretas en nuestro mundo. Este es un hecho defendido y demostrado por la
propia literatura de la Masonería mundial.
En un libro titulado "THE MASONIC QUIZ BOOK", ante la pregunta acerca
de quién cree la masonería que era Nimrod, ellos responden lo siguiente: "El
era el hijo de Cus y en las viejas constituciones se refiere a él como uno de
los fundadores de la Masonería, y en las Escrituras como el arquitecto de
muchas ciudades." En el manuscrito de York nosotros encontramos: "En la
construcción de la Torre de Babel allí estaba (Nimrod) como el primero de
los estimados[...] Nimrod mismo era un masón y amó bien a los masones."
(William O. Peterson. Editor M. Quiz Book, "Ask Me Another Brother".
Chicago Illinois. Chartes T. Powner Company 1950, p 32, 133).
Además Arthur Edward Waite añade: "Con respecto a la masonería, Babel
por supuesto representaba una empresa masónica..." (Encyclopedia of
Freemasonry and Cognate Instituted Mysteries: Their Rites, Literature and
History. Vol 1. NY, Weathervane Books 1970 p 61).
Además añaden lo siguiente: "Es bien conocido el hecho de que la Torre de
Babel, fue una de las más antiguas tradiciones de la masonería." (John
Yarker, The Arcane Schools: A Review of their Origin and Antiquity Whit a
General History of Freemasonry and it is Relation to the Theosophic
Scientific and Philosophic Mysteries, Belfast Ireland. William Tait, 1909 p
267).
Todos estos textos, anteriormente citados, tienen su origen en altas y
autorizadas fuentes masónicas que reconocen que ellos son los continuadores
herederos del legado histórico masónico de Nimrod, surgido en los días de la
construcción de la Torre de Babel. Pero volviendo a la historia de lo que
continuó Semiramis, después de la muerte de Nimrod, podemos decir que ella
fue la de la idea de erigir los confesionarios, con el fin de que así podría
conocer los secretos más íntimos del pueblo que iba a confesarse ante los
sacerdotes iniciados en los misterios babilónicos. De esta manera podría
ejercer un poderoso control sobre todos los seguidores de aquel sistema
religioso.
Ella se encargó de que sus sacerdotes le enseñaran al pueblo de que solo ella
como sumosacerdotisa de aquella religión y sus sacerdotes iniciados eran los
únicos capaces de entender los misterios divinos. Esta misma enseñanza está
en el credo actual de la Iglesia Católica y en la filosofía doctrinal de las
Sociedades Secretas. Así Semiramis y sus sacerdotes se convirtieron en
maestros del engaño, la magia y la ilusión. En todo lugar fueron erigidos
monumentos a Semiramis con su hijito Nimrod cargado en sus brazos. Así de
esta manera le hicieron creer a todo el mundo que ella era la madre del dios
Sol, ya que decían que una vez muerto Nimrod este había ascendido y
encarnado en el Sol.
Semiramis llegó a denominarse con el título de "LA REINA DEL CIELO", y
su símbolo llegó a ser la Luna. Así Nimrod llegó a convertirse en Baal, el
dios de los cananeos, y Semiramis en la diosa Luna Astarté. Después de la
muerte de Nimrod, la astuta reina Semiramis sale embarazada como
consecuencia de su relación con un amante. Pero para mantener sobre sus
seguidores el liderazgo y dominio de aquella religión pagana e idólatra, ella
se inventó una historia llena de misticismo. Semiramis dijo que el Sol había
hecho un milagro y que ella lo había visto danzar a través de la ventana de su
alcoba.
Ella dijo que el Sol había realizado una danza, pasando por todos los colores
del arcoiris, y que en medio de esos sucesos un rayo de luz solar penetró en
su habitación y al caer sobre su vientre virginal, la había fertilizado dejándola
embarazada. Ella dijo que este era su esposo Nimrod, que era el dios Sol, y
que de forma milagrosa se había encarnado en el vientre suyo. Por lo tanto
cuando su hijo nació ella manifestó seguir siendo vírgen y que Nimrod el
padre seguía velando desde el Sol. Nos resulta curioso notar que esta historia,
inventada por la reina Semiramis, es muy semejante a la historia del
nacimiento virginal de Cristo unos 2000 años más tarde. Todo esto indica el
conocimiento que Satanás posee de la Biblia con respecto a sus profecías.
Esto lo llevó a su plan maestro de crear un sistema falso de religión pagana,
que transmitió a cada cultura del mundo antiguo, con miles de años de
anteriordad al nacimiento de Cristo en este mundo. El creó este sistema falso
de adoración, a través de una imitación de la verdad divina con el objetivo de
engañar y confundir a los que no hicieran caso a la verdadera revelación de
Dios. Esto lo hizo para que los seres humanos creyeran que el plan de Dios,
trazado y narrado en la Biblia, no era más que una imitación de la religión
babilónica. De esto nos habla el famoso antropólogo James Georges Frazer,
en su libro clásico titulado: "LA RAMA DORADA". Allí en sus páginas él
escribe lo siguiente en referencia a este tema.
"En cuanto a los hechos, según parece ser por el testimonio de un anónimo
cristiano que escribió en el siglo IV de nuestra era, sus correligionarios, al
igual que los paganos, se extrañaron de la llamativa coincidencia entre la
muerte y la resurrección de sus respectivas deidades y que ella dió origen a
una amarga controversia entre los fieles de las religones rivales: los paganos,
sosteniendo que la religión de Cristo era una imitación de la de Atis, y los
cristianos, asegurando con ardor parecido que la resurrección de Atis era una
falsificación diabólica de la de Cristo.
En estas disputas indecorosas, a cualquier observador superficial le parecería
que los paganos estaban en lo firme al argumentar que su deidad era más
antigua y en consecuencia la original, no falsificada, puesto que es ley
invariable que la original sea anterior a la copia; pero este argumento fue
refutado fácilmente por los cristianos, que, admitiendo como verdad que, en
cuanto al tiempo, Cristo era una deidad más moderna, demostraron
triunfalmente su antiguedad real al descubrir la astucia de Satanás que, en
ocasión tan importante, se había superado, invirtiendo el orden
acostumbrado." (James Georges Frazer. La Rama Dorada Magia y Religión.
Tomo II. editorial Ciencias Sociales, La Habana 2008. Pág 8).
El origen de todas estas falsificaciones anticipadas ocurrió a partir de los
eventos de la Torre de Babel y por inspiración de la majestad satánica a
Semiramis. Así desde Babel pasó a la cultura egipcia, y desde allí a cada
cultura y religión pagana de la humanidad, hasta el mitraísmo religioso de la
cultura romana pagana imperial. Toda esta tradición pagana religiosa fue
absorvida, disfrazada y perfeccionada por la Roma pagana papal,
principalmente desde los días de la supuesta conversión del emperador
Constantino al cristianismo en el siglo IV de nuestra era cristiana.
En esta época el emperador citado hizo estratégicamente del cristianismo la
religión oficial del imperio romano, con el objetivo de recibir mayor poder y
popularidad. Así, de esta manera, cuando parecía que esta acción beneficiaría
al cristianismo, solo logró corromperlo con la contaminación de las doctrinas
y tradiciones paganas invadiendo la pura doctrina cristiana, enseñada por
Jesús y los apóstoles a la iglesia del primer siglo. De esta manera, después de
tres siglos de pureza y persecución, se paganizó el cristianismo a través de un
sincretismo demasiado tolerante y lleno de transigencias hacia las tradiciones
del blasfemo paganismo.
Este paganismo ha perdurado hasta nuestros días en el legado histórico-
tradicional de la institución religiosa del catolicismo romano. La prueba
histórica de este hecho, que ubica a Babilonia como la madre o nido de las
religiones paganas no los ofreció el famoso historiador del mundo antiguo
llamado Herodoto. El fue un el gran viajero mundial de la antiguedad. Esto le
permitió el privilegio de ser testigo en primera persona de la religión-misterio
y sus ritos paganos en diferentes países de los que viajó. En sus crónicas el
menciona con pruebas convincentes como Babilonia fue el nido original del
cual provino todo el sistema mundial de idolatría pagana. (ver Historia de
Herodoto. Her 2. p 109).
Bunsen dice que el sistema religioso de Egipto fue derivado de Asia y "del
imperio primitivo de Babel." En su conocido trabajo titulado "Nínive y sus
ruinas", Layard declara que tenemos el testimonio unido de la historia
profana y sagrada, que la idolatría generó en el área de Babilonia, el más
antiguo de los sistemas religiosos. Todo esto lo narra en la página 440 de su
volumen II. Así la historia de Semiramis, Nimrod y Tammuz, originada en
Babel, se recibió entre los egipcios como el matrimonio de Isis con Osiris y el
hijo Horus. De esta manera nació el afamado mito de Osiris, que no es mas
que una versión paralela de la historia original surgida en Babel.
Aunque un poco cambiada, en algunos aspectos, este mito egipcio era casi
una copia al carbón de la historia mística inventada por Semiramis, después
del juicio sobre Nimrod.Así todo este culto misterioso está estrechamente
relacionado con una adoración idólatra hacia el Sol. Desde los días de Babel,
la adoración al Sol ha constituido el principal elemento de adoración
histórico-tradicional en las raíces culturales de todos los pueblos idólatras y
paganos de la humanidad. Los templos dedicados al Sol siempre se
caracterizaron por su símbolo más representativo que era y es el obelisco el
cual aludía al falo de Nimrod, es decir el órgano viril masculino del hijo-
esposo de Semiramis.
Según la historia tradicional este fue el único trozo descuartizado del cuerpo
de Nimrod que Semiramis no encontró, cuando salió en su búsqueda. Se
cuenta que al ser echado al río los peces lo devoraron y por eso no apareció.
La historia tradicional continúa diciendo que Semiramis lo sustituyó haciendo
uno de oro en su lugar con la forma de un obelisco en su tumba. Como dijo
que Nimrod era el dios Sol, lo vincularon como símbolo de la fertilidad, así
como el falo masculino es fundamental en el acto fértil de la procreación del
género humano, el Sol es fundamental en el desarrollo de cualquier género de
vida terrenal, haciendo brotar la semilla de la Tierra.
Según el famoso historiador Diodoro, Semiramis erigió un obelisco en la
ciudad de Babilonia de 130 pies de altura. Este dato aparece referido en "La
Enciclopedia de Religiones". Vol III. p 264.
Ralph Woodrow nos narra lo siguiente en su libro: "Hay un gran número de
estos viejos obeliscos todavía en Egipto, aunque en su mayoría han sido
removidos y llevados a otras naciones.Uno de ellos está situado en el parque
central de Nueva York, otro en Londres, y muchos de ellos ¡fueron
transportados a Roma!...Más no solamente eran los obeliscos símbolos del
Sol; también eran reconocidos como símbolos sexuales. Aquellas gentes se
daban cuenta que a través de las relaciones sexuales se producía vida. Y por
esta razón -como es sabido por todo aquel que ha estudiado- el falo, órgano
reproductivo masculino fue también reconocido (igual que el Sol), como un
símbolo de vida y, por ende, un símbolo del dios Sol, ¡De ahí el significado
del obelisco!" (Ralph Woodrow. Babilonia Misterio Religioso Antiguo y
Moderno. pp 59, 60).
En abierta rebeldía contra Dios y su Palabra, la Iglesia Romana ha colocado
como su principal monumento simbólico un obelisco en el patio central,
frente a la Basílica de San Pedro. Este evento sucedió por orden del Papa
Sixto V, el día 1 de septiembre de 1586. Lo peor de todo esto es que este
hecho constituye un abierto y blasfemo desafío al Dios vivo. Esto constituye
una violación abierta a la voluntad divina, manifestada en su Santa Palabra.
Porque unos 600 años antes de Cristo, Dios habló por medio de la boca y la
pluma de Jeremías a su pueblo diciéndonos lo siguiente: "Destruirá, además,
las estatuas de Bet-semes (o Heliópolis, que era la ciudad del Sol en Egipto),
que están en tierra de Egipto, y entregará al fuego los templos de los dioses
de Egipto."(Jeremías 43:13).
La palabra hebrea utilizada para imagen o estatua en este texto es Matzebah,
significa "imágenes altas", es decir "obeliscos", y también se usa en pasajes
como (1 Reyes 14:23, 2Reyes 18:4 y 24:14). De estos obeliscos un número
de 13, fueron trasladados a Roma y colocados en varias partes de la ciudad
entre ellos, el principal, fue situado en la plaza central del patio de la Basílica
de San Pedro. Lo peor de todo es que fueron traídos desde Egipto, en plena
desobediencia a la Palabra Sagrada de Dios.
Ralph Woodrow nos dice en su libro: "No es solamente la copia de un
obelisco egipcio, ¡sino que es el mismo obelisco que era adorado en Egipto
tiempos atrás! El emperador romano Calígula, entre los años 37 al 40 d.C.,
hizo transportar este obelisco desde la ciudad de Heliópolis en Egipto, hasta
su circo de las colinas del Vaticano, donde actualmente yace la catedral de
San Pedro." (Babilonia Misterio Religioso. Antiguo y Moderno. p 63).
Este mismo obelisco que estuvo situado en el templo pagano de Heliópolis o
Beth-semes, el cual era el lugar conocido como "La Ciudad del Sol", y llegó a
ser el centro principal del paganismo religioso egipcio. Allí se conservó la
tradición del legado de Babel; ahora sería trasladado en total y abierto desafío
a la prohibición divina presente en (Jeremías 43:13), hasta el patio central de
la afamada basílica de San Pedro. Este es el lugar que la Biblia llama en
(Apoc 17:5): "Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las
abominaciones de la Tierra".
Este es un obelisco de granito rojo que fue trasladado con el objetivo de
colocarlo directamente a la entrada de la catedral de San Pedro. Como hemos
dicho antes, fue movido a poca distancia del lugar en el que lo habían
colocado en los días de Calígula. Esto aconteció bajo la supervisión y
dirección de un hombre llamado Doménico Fontana, el día 1 de septiembre
de 1586 d.C. Entonces se consagró el ídolo a la "cruz", por medio de una
misa donde Sixto V pronunció una bendición para los trabajadores y sus
caballos. Todo esto aparece referido en la "Enciclopedia Católica", volumen
XIII. p 371, y en el libro "monumentos Antiguos de Roma", pp 175-177. Es
una ironía que el Papa pronuncie una bendición, revocando algo que Dios
maldijo y condenó a la destrucción.
Todos estos elementos de la religión pagana que nació en Babel, en la época
de Nimrod y Semiramis, se propagaron y desarrollaron en Egipto y de allí
pasó al mundo entero. Con el tiempo, el relato histórico de Semiramis,
Nimrod y Tammuz, fue absorvido por las grandes culturas de la humanidad
hasta los días de la formación de la iglesia católica romana que sincretizó en
sus creencias todo este culto pagano, con todos sus rituales, doctrinas y
filosofía de doble carácter, exotérico y esotérico. El primero abierto y
manifiesto al mundo exterior como doctrina pública, y el esotérico cerrado al
mundo exterior y solo reservado como doctrina privada y secreta para los que
ellos llaman los iniciados que se consideraban los iluminados.
Todo esto lo inspiró Satanás, en época del emperador Constantino, a través
en sus instrumentos humanos, para apoderarse del control del mundo
cristiano y corromper una iglesia que fue perseguida ferozmente, durante tres
siglos, por los emperadores anteriores a él. Esta era la ira impotente del
maligno, ante la intransigencia y pureza de los cristianos de los tres primeros
siglos, quiénes defendieron con sus vidas la verdad enseñada por Jesús a sus
apóstoles aún a costa de su propia vida. Ellos se sostuvieron en la promesa de
(Apocalipsis 2:10) dada a la iglesia cristiana del periodo de Esmirna que
decía: "...Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida."
En los siglos que separaron la fundación del cristianismo hasta la llegada de
Constantino al trono de Roma, principalmente a partir del decreto de Milán
en el 313 d. C, el enemigo de las almas se regocijó en martirizar a millones de
cristianos por medio de la intolerancia sin cuartel de los emperadores
romanos, quiénes se hacían adorar como si fueran Dios, y eran los sumo
pontífices del culto a Mitra. La historia nos da la evidencia de este culto
practicado en Roma en total conexión con la doctrina filosófica de las
Sociedades Secretas en nuestro planeta. Donde primero se practicó fue en
Babel, por parte de Nimrod, Semiramis y sus seguidores, iniciados en su
culto de misterio.
De allí, como hemos dicho anteriormente ese culto y filosofía religiosa de
adoración solar pagana pasó a todo el mundo mediterráneo a través de las
grandes culturas de la humanidad. Es decir: Egipto, Neobabilonia, Medo-
Persia, Grecia y finalmente la Roma pagana imperial. Pero una vez que llegó
a formarse el papado, después de la decadencia del imperio romano, a partir
del siglo IV d.C, fue utilizado y reavivado de forma secreta o esotérica, por
los famosos iniciados o iluminados de los misterios solares que estaban como
líderes ocultos dentro de la administración de la Iglesia Católica de Roma.
Después sería fortalecido con la creación de la orden de los Caballeros
Templarios en el siglo XII d.C. Este legado Templario continuó a partir del
año 1314 d.C, con la creación de la Masonería del Rito Escocés y
perfeccionada por Ignacio de Loyola, a partir del siglo XVI con la creación
de la Compañía de Jesús, o los famosos jesuitas. Después de la supresión de
la Sociedad de Jesús en 1773 d.C, ellos volvieron a la carga con las nuevas
fuerzas de la creación de la orden de los Maestros Illuminati, como el brazo
oculto más poderoso de la Sociedad de Loyola, para establecer secretamente
su Novus Ordo Seclorum (Nuevo Orden Mundial) en la sociedad de las
naciones de la Tierra.
Podemos comprobar la inmensa conexión de este culto secreto con el que
practicaban los iniciados del imperio romano si tan solo leemos las páginas
de la historia. Con respecto al culto de Mitra o mitraísmo practicado en la
Roma imperial, el historiador Alfred Dugan nos da evidencias del paralelo de
las doctrinas y creencias de este con las prácticas doctrinales de las
Sociedades Secretas en nuestro mundo.
El escribió lo siguiente: "Muchos soldados adoraban a Mitra, dios de origen
persa, cuyo culto se practicaba en secreto. Entre sus dévotos se daban
diferentes grados honoríficos, como en la actual francmasonería, y alcanzar
un grado más alto suponía gastar dinero en valiosos sacrificios. Muchas
gentes de la ciudad adoraban a la egipcia Isis, amable diosa que gozaba fama
de hacer milagros para ayudar a sus siervos. Su culto era también secreto y
misterioso. Los pobres campesinos tenían muchas divinidades locales, a las
cuales podían adorar sin tener que hacer costosos sacrificios, sin embargo
casi siempre había, por lo menos, un santo y una seña secreto para diferenciar
a los elegidos de los profanos. Desde la crucifixión, el cristianismo había
venido creciendo, aunque siempre considerado con disgusto por el Estado. El
cristianismo no tiene, por supuesto, doctrinas secretas. Todo cristiano es
estimulado a aprender la mayor cantidad posible de teología." (Alfred Dugan.
Los Romanos, ed Gente Nueva. 2007. La Habana, Cuba. pp 117-118).
Así Satanás logró desarrollar su obra maestra de engaño al disfrazar o
enmascarar el paganismo originario de Babel con un manto de cristianismo.
Seguía siendo fiel a su antigua estrategia, al disfrazarse como ángel de luz,
para entrampar a los hijos de Dios en sus sofismas mentirosos. Al ver que con
el martirio provocado a los millones de mártires de los tres primeros siglos de
la iglesia cristiana primitiva en la época del imperio romano pagano, no pudo
hacer que ellos negaran y claudicaran en su fe decidió cambiar su plan
estratégico.
El usó como instrumento de su poder malvado al emperador Constantino, a
partir de su "conversión" al cristianismo, para corromper con la alianza del
yugo desigual la pura fe de la iglesia primitiva. Para lograr su objetivo inspiró
en su siervo Constantino, quién era un adorador pagano consagrado a la
veneración del Sol, que decretara al cristianismo cruelmente perseguido
durante tres siglos como religión oficial del imperio. De allí nacería la
blasfema unión con el Estado pagano. Todo esto dió origen a la formación de
la institución religiosa pagana del sistema papal.
Así el obispo de la ciudad de Roma, desde los días del emperador Justiniano,
llegaría a convertirse en el Papa, como cabeza visible de la Iglesia universal y
perseguidor y corrector de los herejes a sus doctrinas paganas. Así el título de
Sumo-Pontífice que ostentaron todos los emperadores paganos adoradores
del Sol, pasó al obispo de Roma. De esta manera el Papa llegó a ser la
autoridad suprema de los misterios religiosos del culto secreto pagano a
escala global. A partir de allí los líderes romanos se dieron a la tarea de poner
el mundo, como Nimrod, a los pies del ángel rebelde.
Así lucharon a capa y espada, bajo el lema: "El fin justifica los medios.", en
su central objetivo de tener la supremacía universal a la cual no han
renunciado desde los días de su fundación. Para esto se aferraron a casi trece
siglos de cruel persecución y engaño religioso a escala global, martirizando a
más de 75 millones de fieles hijos de Dios. Así desde el siglo IV d.C, hasta el
tiempo presente, este poder anticristiano ha anidado bajo su seno todo lo
abominable del culto pagano surgido en Babel. Por eso la Biblia lo identifica
como "Babilonia la Grande, la madre de las rameras y abominaciones de la
Tierra."
Por eso el archienemigo de Dios, sabiendo que el trono de Dios está en la
dirección de la Constelación de Orión, se ha encargado, a través de sus
agentes paganos, de hacer una imitación del trono de Dios en esta Tierra. El,
mejor que nadie, sabe cual es la dirección hacia donde se encuentra y como
es el trono de Dios en la Nueva Jerusalén. Esto él lo conoce a la perfección,
porque fue expulsado de allí, hace 6.000 años, y definitivamente cuando
Jesús murió en la cruz, en el año 31 d.C. Todo esto se lo buscó debido a sus
blasfemas aspiraciones de ser adorado como Dios siendo una criatura.

Por eso inspiró en el paganismo la idea de un orden cósmico en sus


monumentos en relación con el trono divino que tanto anhelaba y anhela
ocupar. Por eso Robert Bauval no está del todo errado en su hipótesis acerca
de la correlación de las pirámides de Gizeh con las tres estrellas del cinturón
de Orión. El ángel caído, la serpiente antigua, ese ser innombrable inspiró en
la mente de sus súbditos terrenales, la idea pagana de copiar en esta Tierra, a
través de un orden cósmico terrenal, el orden divino y celestial. Por eso les ha
inspirado a manifestar el concepto que dice: "Al igual que arriba, abajo"

Conmoción de las potestades del cielo

Ahora nos dedicaremos a comprobar, a través de algunas citas del Espíritu de


profecía y la Biblia, como Cristo regresará a la Tierra en el tiempo de otoño.
Elena de White, inspirada por Dios, dejó tres pistas importantes en sus
escritos, que combinadas nos llevan a creer que Jesús debe regresar a la
Tierra en un mes de octubre.
Esas tres claves son las siguientes:

1 Cristo debe regresar por ORION.


2 Debe volver por el ESTE (Oriente).
3 Debe suceder a la MEDIA NOCHE.

La primera de estas citas dice lo siguiente: "El 16 de diciembre de 1848, el


Señor me dió una visión de la conmoción de las potestades del cielo. Vi que
cuando el Señor dijo 'cielo' al anunciar las señales indicadas por Mateo,
Marcos y Lucas, quería decir el cielo, y cuando dijo 'tierra' se refería a la
tierra. Las potestades del cielo son el sol, la luna y las estrellas. Gobiernan en
los cielos. Las potestades terrenas son las que gobiernan en la tierra. Las
potestades del cielo se conmoverán a la voz de Dios. Entonces el sol, la luna
y las estrellas se desquiciarán de su asiento. No se aniquilarán, sino que se
conmoverán a la voz de Dios. Sobrevinieron sombrías y densas nubes que se
entrechocaban unas con otras. La atmósfera se partió, arrollándose hacia
atrás, y entonces pudimos ver en Orión un espacio abierto de donde salió la
voz de Dios. Por aquel espacio abierto descenderá la santa ciudad de Dios."
(Elena White. Primeros Escritos, p 41).

Ella aquí nos está diciendo que en Orión se abrirá un espacio en el cielo por
donde se escuchará la voz de Dios. Ese evento acontecerá después del cierre
de la gracia en nuestro mundo, cuando estén sucediendo los eventos de la
resurrección parcial, durante el tiempo de angustia de Jacob. En esos cortos
días, previos a la venida de Cristo, para levantar a los muertos en él, durante
la resurrección general, la cual acontecerá cuando suceda su advenimiento al
mundo; se cumplirá el pasaje de (Apocalipsis 11:14-17). En esos instantes el
cielo se enrrolla como un pergamino, abriéndose el espacio a través de la
constelación de Orión. Por allí se escuchará la voz de Dios como el sonido
del trueno, anunciando los Diez Mandamientos y el día y la hora de la venida
de Jesús al mundo.

"Pronto oímos la voz de Dios, semejante al ruido de muchas aguas, que nos
anunció el día y la hora de la venida de Jesús. Los 144.000 santos vivientes
reconocieron y entendieron la voz; pero los malvados se figuraron que era
fragor de truenos y de terremoto. Cuando Dios señaló el tiempo, derramó
sobre nosotros el Espíritu Santo, y nuestros semblantes se iluminaron
refulgentemente con la gloria de Dios, como le sucedió a Moisés al bajar del
Sinaí."(Primeros Escritos, p 15).

"Aparecieron muchas señales y maravillas como síntomas precursores del


desastre y de la condenación. A la media noche una luz extraña brillaba sobre
el templo y el altar. En las nubes, a la puesta del sol, se veían como carros y
hombres de guerra que se reunían para la batalla. Los sacerdotes que
ministraban de noche en el santuario eran aterrorizados por ruidos
misteriosos; temblaba la tierra y se oían voces que gritaban: '¡Salgamos de
aquí!' La gran puerta del oriente, que por su enorme peso era difícil de cerrar
entre veinte hombres y que estaba asegurada con formidables barras de hierro
afirmadas en el duro pavimento de piedras de gran tamaño, se abrió a la
media noche de una manera misteriosa." (Conflicto de los Siglos, p 33—
Milman, History of the Jews, libro 13.)

Esta cita del historiador Milman, presentada por Elena de White en su libro
El Conflicto de los Siglos, no es más que un tipo simbólico de los eventos
que sucederán en los momentos previos a la segunda venida de Jesús a
nuestro mundo. Esto nos recuerda las palabras proféticas de Jesús a sus
discípulos en el monte de los Olivos. Allí Jesús les dijo que no quedaría
piedra sobre piedra del Templo de Jerusalén que no fuera removida de su
lugar. Como consecuencia de esta declaración profética de Jesús sus
discípulos le hacen una pregunta doble: "¿Cuándo serán estas cosas qué señal
habrá de tu venida y el fin del mundo?" (Mateo 24:3). A lo que Jesús contestó
con una doble respuesta, mezclada en sus palabras proféticas.

A partir del versículo 4 él expuso los eventos que marcarían la destrucción de


Jerusalén en el año 70 d.C., mezclados a los eventos que viviría la última
generación de cristianos en esta Tierra, antes de su Segunda Venida en Gloria
y Majestad al mundo. Aquí en esta cita, que Elena de White toma del
historiador Milman, se puede apreciar que hay un paralelo entre los eventos
acaecidos en Jerusalén aquella noche del año 70 d,C., con los eventos del
futuro. Allí se nos refiere que la gran Puerta del Oriente (Este); la cual es un
tipo de la Gran Puerta del Oriente Celestial, que está en la constelación de
Orión, se abrió misteriosamente a la medianoche y así Jerusalén fue
destruída, porque la misteriosa Providencia Divina lo permitió.
Elena de White aclara muy bien el doble cumplimiento de estos hechos en el
futuro de la historia de esta Tierra de la siguiente manera: "La profecía del
Salvador referente al juicio que iba a caer sobre Jerusalén va a tener otro
cumplimiento, y la terrible desolación del primero no fué más que un pálido
reflejo de lo que será el segundo. En lo que acaeció a la ciudad escogida,
podemos ver anunciada la condenación de un mundo que rechazó la
misericordia de Dios y pisoteó su ley." (Conflicto de los Siglos, p 40).

El segundo punto a destacar aquí es respecto a que la venida de Cristo debe


suceder por el ESTE (Oriente). Existe un texto en los anuncios proféticos de
Jesús, del capítulo 24 de Mateo, que durante años no se le ha dado la
aplicación correcta a su significado. Ese texto bíblico es el que está en el
versículo 27 y que dice: "Como el relámpago que se muestra del oriente hasta
el occidente, así será también la venida del Hijo del hombre." Este texto
bíblico ha sido interpretado para decir que la Segunda Venida de Jesús a
nuestro planeta será tan visible y audible como el relámpago en el cielo. Esto
no está mal, porque realmente la venida de Jesús será audible y visible, pero
este no es el texto para explicar estas verdades. Para eso, las primeras
aplicaciones de estas verdades la aclaran muy bien los textos de (1
Tesalonicenses 4:16,17 y Apoc 1:7).

La primera aplicación del pasaje del relámpago de (Mateo 24:27) debe ser
otra a la dada hasta aquí; y ahora lo explicaremos de forma sencilla. En ese
pasaje Jesús empleó el recurso literario del símil. Allí el pasaje hace el símil
del movimiento del relámpago que sale del oriente (Este) y se muestra hasta
el occidente (Oeste), en el cielo tempestuoso. Si analizamos bien
detenidamente la lógica de estas palabras, en ellas Jesús nos está presentando
un sentido de direccionalidad. La razón es sencilla, ya que cuando
relampagea en el cielo, este fenómeno natural se manifiesta en todas las
direcciones.

Este fenómeno de la naturaleza no acontece en una sola dirección del cielo


atmosférico terrestre. Por eso podemos ver una intención definida de
dirección en las palabras de Cristo. A través de una similitud entre el
relámpago que recorre el cielo de Este a Oeste, así será también su venida de
este a oeste a nuestro mundo. Por tanto de la misma manera como Jerusalén
fue conquistada por la apertura de la Gran Puerta del Oriente en el año 70
d.C., Jesús regresará a conquistar nuestro planeta, a través de la Gran Puerta
Oriental, presente en la constelación de Orión.

Elena de White confirma esto de la siguiente manera: "Pronto aparece en el


este una pequeña nube negra, de un tamaño como la mitad de la palma de la
mano. Es la nube que envuelve al Salvador y que a la distancia parece
rodeada de obscuridad. El pueblo de Dios sabe que es la señal del Hijo del
hombre. En silencio La liberación del pueblo de Dios solemne la contemplan
mientras va acercándose a la tierra, volviéndose más luminosa y más gloriosa
hasta convertirse en una gran nube blanca, cuya base es como fuego
consumidor, y sobre ella el arco iris del pacto. Jesús marcha al frente como
un gran conquistador. Ya no es 'varón de dolores,' que haya de beber el
amargo cáliz de la ignominia y de la maldición; victorioso en el cielo y en la
tierra, viene a juzgar a vivos y muertos. 'Fiel y veraz,' 'en justicia juzga y
hace guerra.' 'Y los ejércitos que están en el cielo le seguían." Apocalipsis
19:11, 14 (Versión Moderna)." (Conflicto de los Siglos, pp 698, 699).

"Pronto se volvieron nuestros ojos hacia el oriente, donde había aparecido


una nubecilla negra del tamaño de la mitad de la mano de un hombre, que
era, según todos comprendían, la señal del Hijo del hombre. En solemne
silencio, contemplábamos cómo iba acercándose la nubecilla, volviéndose
cada vez más esplendorosa hasta que se convirtió en una gran nube blanca
cuya parte inferior parecía fuego. Sobre la nube lucía el arco iris y en torno de
ella aleteaban diez mil ángeles cantando un hermosísimo himno. En la nube
estaba sentado el Hijo del hombre. Sus cabellos, blancos y rizados, le caían
sobre los hombros; y llevaba muchas coronas en la cabeza. Sus pies parecían
de fuego; en la mano derecha tenía una hoz aguda y en la izquierda llevaba
una trompeta de plata." (Primeros Escritos, pp 16,17).

El tercer elemento tiene que ver con la medianoche. Aquí la medianoche es


literal, y no se está refiriendo en sentido simbólico a la media noche espiritual
de este mundo. Cuando analizamos la cita de Elena de White, ella deja bien
claro lo siguiente:

"Dios escogió la media noche para libertar a su pueblo. Mientras los


malvados se burlaban en derredor de ellos, apareció de pronto el sol con toda
su refulgencia y la luna se paró. Los impíos se asombraron de aquel
espectáculo, al paso que los santos contemplaban con solemne júbilo aquella
señal de su liberación. En rápida sucesión se produjeron señales y prodigios.
Todo parecía haberse desquiciado. Cesaron de fluir los ríos. Aparecieron
densas y tenebrosas nubes que entrechocaban unas con otras. Pero había un
claro de persistente esplendor de donde salía la voz de Dios como el sonido
de muchas aguas estremeciendo los cielos y la tierra. Sobrevino un tremendo
terremoto. Abriéronse los sepulcros y los que habían muerto teniendo fe en el
mensaje del tercer ángel y guardando el sábado se levantaron, glorificados, de
sus polvorientos lechos para escuchar el pacto de paz que Dios iba a hacer
con quienes habían observado su ley." (Primeros Escritos, p 285).

Aquí ella deja bien claro que será de noche la liberación del pueblo de Dios,
ya que dice que el Sol sale y la Luna se detiene. Esto quiere decir que si el
Sol sale, es porque no estaba, y si la Luna se detiene, es porque si estaba en el
cielo. Por tanto es medianoche literal. Aquí tenemos otra cita sobre el mismo
asunto: "Es a medianoche cuando Dios manifiesta su poder para librar a su
pueblo. Sale el sol en todo su esplendor. Sucédense señales y prodigios con
rapidez. Los malos miran la escena con terror y asombro, mientras los justos
contemplan con gozo las señales de su liberación. La naturaleza entera parece
trastornada. Los ríos dejan de correr. Nubes negras y pesadas se levantan y
chocan unas con otras. En medio de los cielos conmovidos hay un claro de
gloria indescriptible, de donde baja la voz de Dios semejante al ruido de
muchas aguas, diciendo: 'Hecho es.' Apocalipsis 16:17." (CS p 694).

Aquí les presento el ciclo astronómico anual de la constelación de Orión en el


cielo, en cuanto a posición cardinal y hora. Notemos como el único mes del
año en que ORION está por el ESTE y a la MEDIANOCHE, en el cielo, es
en el mes de OCTUBRE.

1 ENERO: ESTE: (SALE: 6.00 P.M), SUR: (CULMINA: 10.00


P.M), OESTE: (SE PONE: 2.00 A.M).
2 FEBRERO: ESTE: (SALE: 4.00 P.M), SUR: (CULMINA: 8.00
P.M), OESTE: (SE PONE: 12.00 P.M).
3 MARZO: ESTE: (SALE: 2.00 P.M), SUR: (CULMINA: 6.00 P.M),
OESTE: (SE PONE: 10.00 P.M).
4 ABRIL: ESTE: (SALE: 12.00 M), SUR: (CULMINA: 4.00 P.M),
OESTE: (SE PONE: 8.00 P.M).
5 MAYO: ESTE: (SALE: 10.00 A.M), SUR: (CULMINA: 2.00
P.M), OESTE: (SE PONE: 6.00 P.M).
6 JUNIO: ESTE: (SALE: 8.00 A.M), SUR: (CULMINA: 12.00 M),
OESTE: (SE PONE: 4.00 P.M).
7 JULIO: ESTE: (SALE: 6.00 A.M), SUR: (CULMINA: 10.00 A.M),
OESTE: (SE PONE: 2.00 P.M).
8 AGOSTO: ESTE: (SALE: 4.00 A.M), SUR: (CULMINA: 8.00
A.M), OESTE: (SE PONE: 12.00 M).
9 SEPTIEMBRE: ESTE: (SALE: 2.00 A.M), SUR: (CULMINA:
6.00 A.M), OESTE: (SE PONE: 10.00 A.M).
10 OCTUBRE: ESTE: (SALE: 12.00 P.M), SUR: (CULMINA: 4.00
A.M), OESTE: (SE PONE: 8.00 A.M).
11 NOVIEMBRE: ESTE: (SALE: 10.00 P.M), SUR: (CULMINA:
2.00 A.M), OESTE: (SE PONE: 6.00 A.M).
12 DICIEMBRE: ESTE: (SALE: 8.00 P.M), SUR: (CULMINA: 10.00
P.M), OESTE: (SE PONE: 2.00 A.M).

La trayectoria recorrida por la constelación de Orión en el año es como la del


Sol y la Luna de Este a Oeste. Al analizar el ciclo anual de la constelacion de
Orión, con respecto a sus salidas por el este, sus picos máximos de altura en
el cielo por el sur, y sus puestas por el oeste, descubrimos algo impresionante
en este calendario posicional anual. Cuando analizamos mes por mes la
posición anual de esta constelación, en cuanto a tiempo y espacio, es digno
notar que el único momento del año cuando Orión aparece en el ESTE y a la
MEDIANOCHE en el cielo es en el mes de OCTUBRE. Estos eventos de
tiempo y espacio no suceden en ninguno de los otros meses del año. Es
curioso notar que Cristo regresará a esta Tierra, según las citas de Elena de
White por Orión, por el Este, y a la Medianoche.

Orión guarda una estrecha relación con los eventos finales, después del cierre
de la gracia para este mundo de pecado, como son los eventos acontecidos
durante la resurrección parcial del pueblo de Dios, mencionada en (Daniel
12:2). Ese espacio abierto en el cielo será a través del portal de la
constelación de Orión. Desde allí se escuchará la voz de Dios, porque en esa
dirección del cielo está la habitación de Dios. Desde allí él mostrará las tablas
de la Ley de los Diez Mandamientos a la vista de todo el mundo. Desde allí él
proclamará, con voz de trueno, uno por uno los Diez Mandamientos al oído
de todos los habitantes de la Tierra. Desde allí proclamará, a los oídos de su
pueblo remanente, el día y la hora de la venida de Cristo a nuestro mundo.
Por ese mismo lugar regresará Cristo en su Segunda Venida a nuestro
planeta. Por allí mismo, al final del milenio, él descenderá con todos los
redimidos en la Nueva Jerusalén.

CAPITULO 12

OTRAS PRUEBAS BIBLICAS ACERCA


DEL AÑO 2031

"De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto
acontezca. El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán."
(Mateo 24: 34)

A partir de ahora presentaremos nuevas pruebas bíblicas que nos confirman


la fecha del año 2031 d.C., como fecha del posible retorno de Cristo a la
Tierra. Para comenzar lo haremos a través de las palabras de Cristo,
pronunciadas en su sermón profético sobre el Monte de los Olivos. Nos
estamos refiriendo a algo especial en la secuencia de señales preanunciadas
por Cristo a sus discípulos en aquel día inolvidable. En aquellas palabras
podemos comprender que Jesús anunció los eventos y señales del fin en un
orden cronológico. El no presentó las señales del fin de forma desordenada,
sino que El las ubicó en un orden sucesivo de eventos proféticos.

De forma curiosa, Elena de White presenta esta misma secuencia del capítulo
24 de Mateo, en combinación con Daniel 11 y 12, de forma ordenada, en la
última mitad de su libro El Conflicto de los Siglos. Todos estos eventos son
relatados cronológicamente en los capítulos 37 al 43 de dicho libro. Allí ella
presenta una ampliación de los capítulos 10 y 11 de Daniel y 24 de Mateo. La
sucesión de eventos del Conflicto de los Siglos, es la misma que la
presentada en Mateo y Daniel. Ella no cita que está relatando en orden de
sucesión los eventos profétizados en Daniel y Mateo, porque realmente no
sabía que lo estaba haciendo así cuando escribía su libro. Ella solo escribe el
orden de acontecimientos como Dios se lo mostró a ella en sus visiones.

Este hecho confirma una vez más su ministerio profético como la Mensajera
del Señor. En esta secuencia de señales del tiempo del fin Jesús habló de una
última señal que sucedería justo antes de la señal de su venida en las nubes
del cielo. Esta última señal, antes de su retorno, en Gloria y Majestad, es la
siguiente:"E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol
se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo,
y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal
del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la
tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con
poder y gran gloria." (Mat 24:29, 30).

En el orden cronológico de Mateo 24 Jesús refiere que después del evento de


la falsificación del advenimiento de Cristo, por parte de Satanás (Mat 23:24-
27), y hallan caído las plagas finales,durante el tiempo de angustia de Jacob o
gran tribulación final, la última señal que anuncia el retorno de Cristo a la
Tierra es una lluvia de estrellas. Tanto Elena de White como sus
contemporáneos se equivocaron, en sus días, pensando que las señales que
anunciaba el sexto sello de (Apocalipsis 6:12-17), son las mismas que las
anunciadas en (Mateo 24:29, 30). Pero ellos fueron chasqueados en esta
interpretación de los eventos proféticos de la Biblia. Pero esto para nada
demerita el ministerio profético de Elena de White.

Debemos tener bien presente que Elena de White era un ser humano de carne
y hueso como nosotros, y por lo tanto como el único infalible es Dios, ella no
era infalible. Como ser humano imperfecto que era tenía derecho a
equivocarse como nosotros. Tenemos ejemplos bíblicos que muestran
equivocaciones en la vida ministerial de varios de los profetas de Dios. Por
ejemplo, el mismisimo profeta Samuel se equivocó, en su propio juicio
humano, al pensar que el hombre elegido por Dios, para sustituir a Saúl por
Rey, era Eliab. Dios tuvo que rectificarle su error, mostrándole que El no
miraba, como miramos nosotros los hombres, las meras apariencias
exteriores.

Otro caso semejante le aconteció al profeta Natán quién, en su opinión


humana, estaba completamente convencido que David era el hombre elegido
por Dios para construir el Templo en Jerusalén. El se lo ordenó a David, con
total convicción, pero más tarde Dios tiene que rectificarle su consejo,
diciéndole que no era David el elegido, sino su hijo Salomón. Posteriormente
le aconteció al apóstol Pablo, quién estaba totalmente convencido que en sus
días retornaría Cristo por segunda ocasión a la Tierra, y él estaría entre los
vivos. El le escribe esta convicción a los miembros de la iglesia de Tesalónica
con las siguientes palabras de esperanza:

"Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos,
que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que
durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y
con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo
resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos
quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir
al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor." (1 Tes 4:15-17).

Pero después el apóstol rectificó su equivocada posición con respecto al


establecimiento del reino de Dios en sus días. Por eso debemos comprender
que grandes hombres de Dios, al nivel de la categoría de Samuel, Natán, y
Pablo, no eran infalibles y se podían equivocar como a cualquier ser humano
le sucede. Aunque Elena de White fue también una profeta, ella era humana
como ellos y nosotros y también se podía equivocar en algo, como realmente
le aconteció. En sus días ella enseñó que Jesús regresaría a la Tierra otra vez,
en los años de su propia generación.

Esto sucedió debido a la incorrecta interpretación de que los eventos del


sexto sello de Apocalipsis 6, eran los mismos acontecimientos mencionados
en (Mateo 24:29 y 30). Pero estos eventos o señales aunque sucedan en los
mismos astros no representan el mismo tiempo histórico para su
cumplimiento profético. Veamos la equivocación de su comentario al igualar
en tiempo y espacio los eventos del sexto sello con las señales de (Mateo
24:29 y 30).

"El Salvador dio señales de su venida y aun más que eso, fijó el tiempo en
que la primera de estas señales iba a aparecer. 'Y luego después de la
aflicción de aquellos días, el sol se obscurecerá, y la luna no dará su lumbre,
y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes de los cielos serán conmovidas.
Y entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el cielo; y entonces
lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre que vendrá
sobre las nubes del cielo, con grande poder y gloria. Y enviará sus ángeles
con gran voz de trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de
un cabo del cielo hasta el otro.'
Cristo declaró que al final de la gran persecución papal, el sol se obscurecería
y la luna no daría su luz. Luego las estrellas caerían del cielo. Y dice: 'De la
higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama se enternece, y las hojas
brotan, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando viereis
todas estas cosas, sabed que está cercano, a las puertas.' Cristo anuncia las
señales de su venida. Declara que podemos saber cuándo está cerca, aun a las
puertas. Dice de aquellos que vean estas señales: 'No pasará esta generación,
que todas estas cosas no acontezcan.' Estas señales han aparecido. Podemos
saber con seguridad que la venida del Señor está cercana. 'El cielo y la tierra
pasarán—dice,—mas mis palabras no pasarán." (Deseado de Todas las
Gentes. Cap 69, pp 585, 586).

Tanto ella como los milleritas creían que el pasaje bíblico de (Mateo 24:34),
que dice: "No pasará esta generación hasta que todo esto acontezca", se
estaba refiriendo a su propia generación la cual, según sus propias palabras,
había visto la última señal del sexto sello de Apocalipsis, o de Mateo 24.
Ellos enseñaron que la lluvia de meteoros, acontecida el 13 de noviembre de
1833 d.C., era la última señal, para su generación, antes del eminente retorno
de Jesús a la Tierra. Esta opinión podemos encontrarla reafirmada por ella en
el libro El Conflicto de los Siglos de la siguiente manera:

"En 1833, dos años después de haber principiado Miller a presentar en


público las pruebas de la próxima venida de Cristo, apareció la última de las
señales que habían sido anunciadas por el Salvador como precursoras de su
segundo advenimiento. Jesús había dicho: 'Las estrellas caerán del cielo.'
Mateo 24:29. Y Juan, al recibir la visión de las escenas que anunciarían el día
de Dios, declara en el Apocalipsis: Las estrellas del cielo cayeron sobre la
tierra, como la higuera echa sus higos cuando es movida de gran viento.'
Apocalipsis 6:13. Esta profecía se cumplió de modo sorprendente y pasmoso
con la gran lluvia meteórica del 13 de noviembre de 1833." (Conflicto de los
Siglos. Cap 19, pp 380, 381).

Ella más adelante, en este mismo capítulo, repite la misma convicción de la


siguiente manera: "Así se realizó la última de las señales de su venida acerca
de las cuales Jesús había dicho a sus discípulos: 'Cuando viereis todas estas
cosas, sabed que está cercano, a las puertas.' (Mateo 24:33). Después de estas
señales, Juan vió que el gran acontecimiento que debía seguir consistía en
que el cielo desaparecía como un libro cuando es enrollado, mientras que la
tierra era sacudida, las montañas y las islas eran movidas de sus lugares, y los
impíos, aterrorizados, trataban de esconderse de la presencia del Hijo del
hombre. Apocalipsis 6:12-17." (Ibid. 382).

¿Dónde pues estuvo el error de Elena de White y los pioneros del


Adventismo con respecto a este asunto? Sin que nos quepa la menor duda
podemos decir que ellos erraron en cuanto a la correcta interpretación del
contexto profético de la Biblia, al ligar la lluvia de estrellas de Mateo con la
preanunciada en el sexto sello de Apocalipsis, como el mismo evento en
cuanto al tiempo de su cumplimiento. Pero estas son dos lluvias de estrellas
distantes por el tiempo la una de la otra. La de Apocalipsis solo iniciaría un
ciclo de lluvias de meteoros que concluría con la que anunció Jesús desde el
Monte de los Olivos, relatada en el evangelio de Mateo.
Al pensar que en ambos pasajes bíblicos se hablaba del mismo
acontecimiento histórico, en cuanto al tiempo, les provocó su equivocación.
Pensando que esto era así tanto Elena de White, como la mayoría de sus
contemporáneos aseguraron que no pasaría su generación antes del retorno de
Cristo. Ellos creían firmemente que todos los que habían visto la lluvia de
estrellas del 13 de noviembre de 1833 d.C., no morirían sin ver "la señal del
Hijo del hombre en las nubes del cielo", viniendo con Poder y Gran Majestad.
Pero lamentablemente se equivocaron en su sincera conclusión.

En el libro titulado: "Historia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día", el


cual era utilizado hasta el 2012, para instruir a los estudiantes del Seminario
Teológico Adventista de La Habana, Cuba, en su página 43, nos dice lo
siguiente acerca de este asunto: "En 1874 R. F. Cottrell creía y enseñaba que
los que habían visto las señales del sexto sello no morirían sin ver venir a
Jesús. R. M. Kilgore lo afirmó en 1876. Jaime White no lo creía así, él decía:
'Donde la historia no está escrita el estudiante de la Biblia debería tener
cuidado en ser determinante en sus afirmaciones".

A pesar de que Elena de White era su esposa apoyaba la opinión de Cottrell y


Kilgore, como lo podemos comprobar en las citas anteriores del Conflicto de
los Siglos y El Deseado de Todas las Gentes. Pero sin lugar a dudas estaban
totalmente equivocados, ya que toda la generación de Elena de White murió,
y desde sus días, hasta este 2014, ha transcurrido un siglo, donde han vivido
dos generaciones más, con una tercera en andas, y Cristo aún no ha
regresado. Esto muestra que estaban equivocados en la interpretación de la
Biblia, en cuanto a estos eventos y el tiempo de su cumplimiento, ya que la
Biblia no se contradice ni tiene fallos.

Esta equivocación, a la hora de interpretar la Biblia, nos debe enseñar, una


vez más, que nuestra única regla de fe y práctica debe ser la Biblia y ella sola.
Aunque como movimiento profético del tiempo del fin contemos con el
privilegio del Espíritu de Profecía en nuestras filas, debemos comprender que
este no debe ocupar el lugar preeminente que corresponde a la Palabra de
Dios. Este solo está sujeto a ella. Es decir que la autoridad de los escritos de
Elena de White deben estar subordinados a la infalibilidad de la Biblia.
Nuestras doctrinas, desde sus inicios, fueron establecidas sobre los
fundamentos de la firme Palabra de Dios. Esto sucedió, de forma gradual y
progresiva, a través del consenso de nuestros pioneros, quiénes se aplicaron,
de todo corazón, al estudió y la oración constante, con el objetivo de
comprender la voluntad de Dios para ellos.

Esto nunca nos autorizará a rechazar o menospreciar los escritos de la


mensajera del Señor. Para llegar al pleno entendimiento de la Luz Mayor de
la Palabra de Dios, necesitamos, como pueblo remanente del tiempo del fin,
apoyarnos firmemente en la luz menor, traída a la iglesia del fin a través del
ministerio prolífico de Elena de White. Todo esto lo podemos reafirmar
mucho más, a través de los siguientes textos bíblicos, que prueban que la
iglesia remanente del tiempo del fin tendría en sus filas un ministerio
profético:

"Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra


contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos
de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo." (Apoc 12:17).
"Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo
soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús.
Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía."
(Apoc 19:10).
"Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y
visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas
cosas. Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de
tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro.
Adora a Dios. " (Apoc 22:8, 9).

En resumen: Satanás se llena de ira contra la iglesia remanente de Dios en el


tiempo del fin, la cual tiene dos características distintivas, expresadas en estos
versículos, y ellas son que los miembros de este remanente "guardan los
mandamientos de Dios", y "tienen el testimonio de Jesús", que no es mas que
"el espíritu de la profecía". El último versículo ,de los citados arriba, nos deja
ver con total claridad que este espíritu de profecía es el que inspira a nuestros
"hermanos los profetas", como hizo en la vida y obra ministerial de Elena de
White. Dios llama a su remanente final a ser el pueblo de la Biblia, para
iluminar a un mundo que yace en oscuridad.

Tanto la Palabra divina, canonizada en nuestra Biblia, como el mensaje del


Espíritu de la profecía, manifestado en el ministerio profético de Elena de
White, fueron inspirados por el mismo Espíritu Santo de Dios. Todo esto
demuestra, como hemos dicho antes, que no existen niveles o grados de
inspiración. Tanto Isaías, Daniel, Moisés, como Elena de White, fueron
inspirados por el mismo Espíritu de Dios, sin distinción de niveles de
inspiración. Pero de lo que si estamos seguros es que los escritos de Elena de
White, presentan un rango de autoridad inferior a la Biblia, ya que estos están
sometidos a la autoridad de aquella.

Nosotros creemos que la Biblia es nuestra máxima autoridad. Pero debemos


sentir gozo y alegría guiándonos por la luz menor, para que así cuando
seamos llevados, a través de ella, a la Luz Mayor de la Palabra de Dios,
podamos reconocerla como nuestra autoridad final de fe y práctica. Nunca el
pueblo remanente de Dios hubiese necesitado de los escritos de Elena de
White, si este se hubiese volcado a estudiar la Biblia con todas sus fuerzas
con el objetivo de llegar a la medida de la norma de Cristo. Elena de White
misma nos dice esto de la siguiente manera: "Si nos hubiésemos dedicado a
estudiar la Palabra de Dios, con un deseo de alcanzar la norma de la Biblia y
la perfección cristiana, no habríamos necesitado de los testimonios" (2 Joyas
de los Testimonios, p 279).

Los pioneros fundadores de la Iglesia Adventista comprendieron y enseñaron


que el mensaje del periodo de la iglesia apocalíptica de Filadelfia se aplicaba
al periodo histórico generacional de sus días. El mismo Urías Smith lo refirió
en su comentario del libro de Apocalipsis. Pero ellos creyeron que la
tribulación de (Mateo 24:29), se refería al periodo profético de 1260 días o
años que menciona (Daniel 7:25). Y que después de eso sucedería los eventos
de la caída de las estrellas mencionado, en el Sexto Sello de Apocalipsis y
(Mateo 24:29 y 30). Esos 1260 años fue el tiempo de persecución de parte de
la Roma Papal contra los santos cristianos de Dios.

Este periodo comenzó en el año 538 d.C., y concluyó en 1798 d.C. Ellos
creyeron y enseñaron que ese era el periodo de tribulación, mencionado en
(Mateo 24:29 y 30). Pero en el contexto inmediato, a la mención de este
periodo de tribulación, se habla cronológicamente de la lluvia de estrellas y la
aparición de la señal del advenimiento de Cristo en las nubes del cielo. Por
ese motivo pensaron que la lluvia de estrellas de 1833 d.C., posterior al año
1798 d.C., cuando finalizó el tiempo de supremacía papal, era la última señal
antes del retorno de Jesús a la Tierra. Pero allí también se equivocaron los
milleritas y pioneros del adventismo, al pensar que este periodo de
tribulación, mencionado en Mateo 24, era el tiempo de supremacía y
persecución papal, contra el pueblo de los santos, durante los siglos de la
Edad Media.

Pero esa tribulación es la mencionada en (Daniel 12:1), y es la del tiempo de


angustia de Jacob, que sucede después del cierre de la gracia. A pesar de que
los milleritas se identificaron correctamente como la Iglesia apocalíptica de
Filadelfia, no lograron percibir que su generación moriría antes de que
aconteciese la gran tribulación final. Esto estaba reflejado en el mensaje a la
iglesia de Filadelfia de la siguiente manera: "Por cuanto has guardado la
palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que
ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la
tierra. " (Apoc 3:10).

Según este mensaje, dirigido por el Espíritu a la sexta iglesia de Filadelfia,


podemos claramente entender que a la generación de pioneros que sufrieron
el chasco, le fue prometido ser librados de la hora de la tribulación que
vendría "sobre el mundo entero". Es decir del tiempo de angustia de Jacob o
tribulación final. Por tanto, las señales proféticas del sexto sello, presentes en
(Apocalipsis 6:12-17), no son las mismas en cuanto al tiempo profético que
indica (Mateo 24:29 y 30). Pero nosotros sabemos que la última señal
mencionada, en la cronología histórico profética de Mateo 24, es una lluvia
de estrellas como la del sexto sello, acontecida en 1833.

Por tanto la pregunta que debemos hacernos es la siguiente: ¿Cuándo se ha de


cumplir la lluvia de estrellas anunciada en Mateo 24, si esta no es la misma
que cerró las señales astronómicas del sexto sello? La respuesta podemos
encontrarla en la misma astronomía. Resulta que esta lluvia de estrellas de
(Apocalipsis 6:12, 13), aunque no es la misma registrada en el evangelio de
Mateo, si guarda una estrecha relación con aquella del 13 de noviembre de
1833 d.C. Pero resulta que aquella lluvia de estrellas del año 1833, marcó el
inicio de un ciclo de lluvias de estrellas (o meteoritos), que se repite con una
frecuencia exacta de 33 años. Esta lluvia de meteoros procede de la dirección
de la constelación de Leo, por eso esa lluvia de estrellas o meteoros es
conocida como la de las Leónidas.

Pero cuando sacamos el cálculo de las lluvias de meteoros que han sucedido
hasta el presente, a partir de la primera de ellas, acaecida en 1833, tenemos
un resultado total de seis. La sexta y última sucedió en el año 1998, pero
resulta curioso que la próxima, en 33 años, a partir de esa fecha, debe
acontecer en el año 2031 d.C. No es casualidad que los 6000 años de pecado,
culminen en el año que sucederá la próxima lluvia de meteoritos. Debemos
tener bien presente que el 7 es el número que representa a Dios. Este número
es símbolo de la perfección de algo acabado en su plenitud sin necesidad de
añadidura. Veámos a continuación la secuencia de los años de este ciclo de
lluvia de estrellas iniciados en 1833, y que debe culminar en el 2031 d.C.

1 AÑO 1833 d.C + 33 AÑOS= 1866 d.C


2 AÑO 1866 d.C + 33 AÑOS= 1899 d.C
3 AÑO 1899 d.C + 33 AÑOS= 1932 d.C
4 AÑO 1932 d.C + 33 AÑOS= 1965 d.C
5 AÑO 1965 d.C + 33 AÑOS= 1998 d.C
6 AÑO 1998 d.C + 33 AÑOS= 2031 d.C
7 AÑO 2031 d.C

Por tanto, todo parece indicar que en la fecha que suceda la séptima lluvia de
estrellas, en coincidencia con el final de los 6000 años de pecado sobre la
Tierra, es el momento preciso del cumplimiento de la última de las señales de
Mateo 24, la cual es la antesala que anuncia la aparición de la señal del
retorno de Cristo en las nubes del cielo. Así que aquí tenemos otra prueba
Bíblica más que nos confirma el año 2031 d.C., como el tiempo en que
sucederá el retorno de Cristo a la Tierra. Si todos estos cálculos están en lo
cierto, como esperamos, todo parece indicar que el año antitípico de la fiesta
de la Cosecha o Tabernáculos, la cual representa el retorno de Cristo a la
Tierra por Segunda ocasión, será en el otoño del año 2031 d.C.

Ahora analizaremos como una segunda prueba bíblica del retorno de Cristo a
la Tierra en el año 2031 d.C., la simbología presente en la Simchat Toráh que
acontecía durante la celebración de la fiesta de los Tabernáculos o Sukkot.
Como ya hemos dicho anteriormente, Dios tiene un "GRAN RELOJ DE
TIEMPO", donde ha marcado los acontecimientos proféticos que conciernen
al pueblo de Dios. Elena de White lo relató así: "En el mismo día' señalado
por la promesa divina, 'salieron todos los ejércitos de Jehová de la tierra de
Egipto'. Así también fué determinada en el concilio celestial la hora en que
Cristo había de venir; y cuando el gran reloj del tiempo marcó aquella hora,
Jesús nació en Belén. 'Mas venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió a
su Hijo".(DTG p 23).

Pero este Reloj de Tiempo de Dios tiene una proporción de 6000 años
respecto a nuestra doce horas del reloj. Es decir que cada hora del reloj
profético de 6000 años de Dios equivalen a 500 años de nuestra historia
humana. O para que puedan entender más claro: si tomamos los 6000 años de
pecado, y lo dividimos entre las doce horas de nuestro reloj, nos daría como
resultado una cifra de 500 años para cada hora. Es decir que cada minuto en
nuestro reloj equivale a un siglo de historia. Por lo cual los 60 minutos que
tiene una vuelta completa en la circunferencia nuestro reloj equivale a 60
siglos. Por eso cuando los multiplicamos por los cien años que tiene cada
siglo, nos daría la cifra total de 6000 años.

Durante el tiempo de esta fiesta de los Tabernáculos las lecturas de las


porciones anuales de la Toráh o Pentatéuco llegaban a su cierre. A esto se le
llamaba en hebreo "Simchat Toráh". Todo esto tenía un gran significado
profético para el pueblo de Dios. El significado completo de cada símbolo de
esta séptima fiesta, y su cumplimiento antitípico, es algo que hémos
analizado durante los años de la existencia de nuestro movimiento de una
manera muy superficial. Lamentablemente nos hémos detenido en la historia
y la profecía, haciendo énfasis mayormente en el cumplimiento histórico
profético de los símbolos de la sexta fiesta del día de la Expiación, la cual
comenzó su cumplimiento el 22 de octubre de 1844 d.C.

Si no analizamos en detalle los símbolos de esta séptima fiesta, es porque no


hemos pensado seriamente en la importancia de su cumplimiento en cuanto al
acontecimiento y tiempo, como sucedió con las seis que la precedieron. Creo
que se le debe llamar la atención al pueblo de Dios, en torno a este asunto, ya
que es verdad presente para nuestros días. Ahora bien, ¿qué es la Simchat
Toráh, o mejor dicho la porción de la Toráh? Esto es básicamente tomar todo
el Pentatéuco (los 5 primeros libros de la Biblia), y dividirlo en porciones que
son leídas semanalmente hasta que toda la Toráh es leída completa. A eso se
le llama Simchat Toráh.

Esto es el final de la lectura anual de las porciones de la Toráh y de nuevo se


renueva su lectura. Este evento de la lectura de la última porción coincidía
con los días de la fiesta de Sukkot o Tabernáculos, la cual era la séptima y
última de las fiestas anuales del calendario religioso de Israel. Este era el final
de la Toráh y debía ser renovada su lectura desde el principio cada vez que se
concluía toda la Toráh. Es decir que después de Simchat Toráh los judíos
comenzaban la lectura del Pentateuco por porciones semanales otra vez desde
el principio. Esto sucedía año tras año, de forma ininterrumpida. Entonces de
forma cíclica todo comenzaba de nuevo por el principio.

¿Esto es pura coincidencia, o será que hay algo que debemos revelar allí en
relación al calendario profético de Dios? Dios quiere decirnos, a través de
esto, que hay algo que debe ser renovado. El nos dice que algo va ha suceder
o nacer de nuevo y será reconstruído a su estado original. Esto quiere decir
que algo pasado se va a repetir en la historia. Cuando terminamos de leer la
Toráh, en (Deutéronomio 34:12), y volvemos al comienzo de la Biblia, nos
encontramos con el glorioso texto de Génesis 1:1 que dice: "En el principio
creó Dios los cielos y la tierra".

Y esto es lo que volverá a suceder en nuestro Simchat Toráh profético. Dios


volverá a construir cielos nuevos y tierra nueva como nos dice Isaías en su
libro, Pedro en su carta universal y Juan en Apocalipsis: "Porque he aquí que
yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni
más vendrá al pensamiento. Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en
las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría,
y a su pueblo gozo. Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo;
y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor.".(Isaías 65:17-
19).

"Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos
pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la
tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas
cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y
piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de
Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos,
siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas,
cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh
amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser
hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. "(2 Ped 3:10-14).

"Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera
tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la
nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa
ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el
tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su
pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda
lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni
clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. ".(Apoc 21:1-4).

Estos eventos debían coincidir durante la última y más gloriosa celebración


anual, que era la solemne fiesta de los Tabernáculos. Resulta curioso notar la
secuencia de números sietes combinados en esta festividad. Veamos ahora
esta secuencia, que no fue establecida por casualidad, sino que Dios tenía un
propósito para nosotros en todo este simbolismo. La fiesta de los
Tabernáculos o Sukkot era la SEPTIMA FIESTA del año, ocurría en el
SEPTIMO MES, se celebraba durante SIETE DIAS y durante la SEPTIMA
LUNA LLENA del año. Técnicamente esta era una fiesta de 7 días con un día
extra que se le añadía, el cual estaba técnicamente separado como un nuevo
día de fiesta. Resulta muy notable la celebración de esta festividad por la
cantidad de veces que Dios emplea el número 7 en ella.
Como ya dijimos el 7 es el número que representa a Dios y simboliza
perfección, o la plenitud de algo acabado. Por tanto nosotros estamos bajo la
obligación de averiguar el propósito por el cual Dios la estableció de esta
manera. Todos los días de fiesta están simbólicamente conectados con 1000
años de tiempo cada uno. Esta es la gran semana de tiempo en el reloj
profético de Dios. Pedro hace mención a este detalle del tiempo de Dios, en
relación a nuestro tiempo humano, de la siguiente manera: "Mas, oh amados,
no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años
como un día". (2 Ped 3:8).
Dios escogió 7 días, más un octavo con un gran propósito. El escogió 7 días
porque esto representa 7 milenios, lo cual es la suma de los 6000 de pecado
en nuestro mundo, representado por los seis primeros días de la semana, más
el milenio, mencionado en Apocalipsis 20, el cual es símbolo del reposo del
séptimo día semanal. Y la separación del gran día octavo representa el
tiempo glorioso de la renovación de todas las cosas en el universo. Justo al
inició de este periodo Dios destruirá para siempre el pecado y los pecadores
del universo y llamará a la existencia Cielos nuevos y Tierra nueva. Y así
estaremos por los siglos sin fin de la eternidad habitando con El y El
morando con nosotros, porque extenderá su Tabernáculo sobre nosotros para
siempre. A partir de ese momento el planeta Tierra se convertirá en la capital
y Metrópoli de todo el universo.
La Santa Ciudad descenderá sobre el Monte de los Olivos porque fue este el
lugar desde donde ascendió Cristo, después de su resurrección: "Y habiendo
dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le
ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto
que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras
blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis
mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo,
así vendrá como le habéis visto ir al cielo. Entonces volvieron a Jerusalén
desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén,
camino de un día de reposo". (Hech 1:9 al 12).
Así lo establecen Zacarías y Juan el apóstol al decir:
"He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus
despojos. Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó
en el día de la batalla. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de
los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos
se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un
valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra
mitad hacia el sur. Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los
montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del
terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá Jehová mi Dios, y con él
todos los santos. Y acontecerá que en ese día no habrá luz clara, ni oscura.
Será un día, el cual es conocido de Jehová, que no será ni día ni noche; pero
sucederá que al caer la tarde habrá luz. Acontecerá también en aquel día, que
saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la
otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno. Y Jehová será rey
sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre". (Zac
14:1, 3 al 9).
"Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, y saldrá a
engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a
Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la
arena del mar. Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el
campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del
cielo, y los consumió. Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de
fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán
atormentados día y noche por los siglos de los siglos. Y vi un gran trono
blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el
cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y
pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue
abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las
cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los
muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que
había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el
Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que
no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado en el lago de fuego".
(Apoc 20:7 al 15).
Existe una cuarta prueba bíblica, la cual encontré en un video anónimo de
You Tube en Internet, titulado: "Satanás sabe el año de la venida de Cristo:
2031". En este video, sus autores demuestran, a través de los pasajes bíblicos
de (Lucas 4:16 al 21) e (Isaías 61:1, 2), que Jesús regresará en el año 2031
d.C. Para ello se valen de la Concordancia Exhaustiva de la Biblia de Strong,
en su página 455, descubriendo el significado literal de las Escrituras hebreas
que leyó Cristo, en aquella ocasión, en referencia al término "el año
agradable del Señor".
Veamos ambos pasajes y hagamos una comparación entre ambos.
"Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la
sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro
del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba
escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar
buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de
corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en
libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando
el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga
estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura
delante de vosotros." (Luc 4:16-21).

"El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me
ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los
quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos
apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el
día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados;" (Isa
61:1,2).

‫ ָשׁ ָנה‬. 8138 shaná; raíz prim.; doblar, i.e. duplicar (lit. o fig.); por impl.
transmutar (trans. o intr.):—cambiar, cambio, demudar, diferente, disfrazar,
divulgar, mudar, otra vez, pago, pervertir, repetir, segundo golpe.
‫ ְשׁ ָנה‬. 8139 shená (cald.); corr esp. a 8142:—sueño.
‫ ְשׁ ָנה‬. 8140 shená (cald.); corresp. a 8141:—año.
‫ ָשׁ ֶנה‬. 8141 shané (solo en plur.), o (fem.)
‫ ָשׁ ָנה‬shaná; de 8138; año (como una revolución de tiempo):—anualmente,
año, consecutivo, edad, espacio, tiempo.
‫ ֵשׁ ָנה‬. 8142 shená; o
‫ ֵשׁ ָנא‬shená (Sal 127.2); de 3462; sueño, dormir:—dormir, reposo, sueño.
‫ ֶשׁ ְנַהִבּים‬. 8143 shenabbím; de 8127 y del plur. apar. de una palabra por.;
prob. diente de de elefantes, i.e.
colmillo de marfil:—marfil.
‫ ָשׁ ִני‬. 8144 shaní; de der. incierta; carmesí, prop. el insecto o su color,
también cosa teñida con él:—antimonio,
carmesí, (hilo) escarlata, grana, granada, púrpura.
‫ ֵשׁ ִני‬. 8145 shení; de 8138; prop. doble, i.e. segundo; también adv. otra vez:—
de nuevo, segundo, -a , sucesor, otro, -a.
‫ ָשׂ ִניא‬. 8146 saní; de 8130; aborrecido:—aborrecido.
‫ ְשׁ ַניִם‬. 8147 shenáyim; dual de 8145; fem.
‫ ְשַׁתּיִם‬shettáyim; dos; también (como ord.) doble:—ambos, doble, doce,
doceavo, dos, doscientos, duodécimo, dos mil, par, segundo, dos veces,
veinte mil.
‫ ְשׁ ִני ָנה‬. 8148 sheniná; de 8150; algo puntiagudo, i.e. escarnio, mofa:—burla,
escarnio, refrán.

Debemos tener bien presente que cuando Cristo leyó aquel pasaje profético lo
hizo en idioma hebreo, ya que era uno de los rollos de las Escrituras hebreas
del Antiguo Testamento que estaban presentes en cada sinagoga judía. El
mismo Lucas especifíca que era el rollo del libro del profeta Isaías. Pero en
aquella lectura de Jesús debemos notar algo verdaderamente significativo, y
es en relación a que en su lectura El no completó la lectura del versículo 2 del
capítulo 61 de Isaías. Por tanto la lectura del pasaje de Isaías quedó
inconclusa a propósito de Jesús. El sabía bien claro lo que estaba haciendo en
aquel momento.

Debemos recordar que Jesús mismo refirió que aquella Escritura era de
significado profético, respecto a su ministerio. Pero el solo se refirió a la
primera parte del pasaje bíblico, porque era la que tenía que ver con el
cumplimiento profético de su ministerio redentor en su primera venida. Esta
anunciaba "el año agradable del Señor", el cual sucedería 3 años y medio
después de aquel momento. Este año era el 31 d.C., cuando había de morir
para vindicar el carácter del Padre ante el universo, y redimir con su propia
sangre a todo pecador que arrepentido aceptara los méritos redentores de su
sacrificio altruísta.

Allí Cristo no citó la parte final del versículo 2 del capítulo 61 de Isaías, que
decía: "y el día de venganza del Dios nuestro", porque ese evento no
sucedería en los días de su primera venida, sino durante los eventos de su
Segunda Venida a esta Tierra, y estaría fuera de contexto histórico citar esa
parte en aquella ocasión. Esto demuestra que Cristo sabía perfectamente lo
que hacía al leer de esta forma aquel pasaje profético de Isaías. Ahora
haremos un análisis del doble significado de la palabra hebrea "año", presente
en el pasaje de Isaías, con relación al doble ministerio de Jesús. Estos
significados se deben aplicar a su primera y segunda venida.

Para eso nos valdremos de los significados de la palabra hebrea "año"


empleada en ese texto, y de todas sus palabras relacionadas dentro de la
misma familia. Estas han sido analizadas en la página 455 de la Concordancia
Bíblica de Strong. Estas son las que mencionamos anteriormente y van desde
la 8138 a la 8148.
Resulta impresionante notar el doble significado profético de esta palabra
hebrea en la relación de las dos fases del ministerio de Cristo, durante su
primera venida y su segundo advenimiento a la Tierra.

Ahora les invito al análisis resumido en dos partes del significado de esta
palabra hebrea, según la Concordancia de Strong.
· PRIMERA VENIDA: "Sueño, dormir:—dormir, reposo, sueño. Colmillo
de marfil:—marfil. El insecto o su color, también cosa teñida con él:—
antimonio, carmesí, (hilo) escarlata, grana, granada, púrpura. Aborrecido:—
aborrecido. Algo puntiagudo, escarnio, mofa:—burla, escarnio, refrán".

Cada palabra de estas que se refieren "al año agradable del Señor", se
cumplieron en el ministerio de muerte vicaria de Cristo en la Pascua del año
31 d.C. Podríamos resumir su significado de la siguiente manera: "En 'el año
agradable del Señor', que fue el 31 d.C., nuestro Señor durmió el sueño de la
muerte, reposando en la tumba. El fue resistente como el marfil ante el
pecado, la tentación y aún ante el sufrimiento de la propia muerte que le hizo
derramar su sangre de color púrpura en nuestro favor. Pero después de haber
sido aborrecido por todos con burlas, mofas, escarnios y refranes de maldad,
El fue traspasado por espinas, clavos y lanza puntiaguda".

Sin dudas todo esto es el cumplimiento del pasaje de (Isaías 53:1-12), que
hablaba de Jesús como siervo sufriente de la siguiente forma:

"¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el


brazo de Jehová? Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra
seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para
que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de
dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro,
fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado,
por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones,
molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su
llaga fuimos nosotros curados.

"Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su
camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y
afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como
oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel
y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue
cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue
herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su
muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso,
Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento.

"Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá
por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el
fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento
justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. Por
tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos;
por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores,
habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores".

La segunda parte de los significados tienen que ver con la parte final del
versículo 2 de Isaías 61 y que Cristo no leyó aquel día en la sinagoga de
Nazaret. Esta es la parte de "el año[...] y el día de venganza del Dios nuestro",
que sucederá durante el año del segundo advenimiento de Cristo a la Tierra
en Gloria, Poder y Majestad.

Ahora analicemos los otros significados hebreos de esta familia de palabras,


en relación a los eventos del segundo advenimiento de Jesús a nuestro
mundo.
· SEGUNDA VENIDA: "Doblar, duplicar (lit. o fig.). Otra vez, pago,
repetir, segundo golpe. Doble, segundo; también adv. otra vez:—de nuevo.
Dual, dos; también doble:—ambos, doble, dos mil, par, segundo, dos veces".

De estos significados podemos deducir que "el año[...] y el día de venganza


del Dios nuestro" (Isaías 61:2), sucede en el momento de la Segunda Venida
de Cristo a la Tierra. Pero ese momento significa la repetición del golpe al
enemigo de Cristo, que es Satanás. Ya en su primera venida le dio un primer
golpe al encarnarse, vivir sin pecado, morir, resucitar, ascender y comenzar
su obra intercesora en el santuario celestial durante la Pascua del año 31 d.C.
El le aplastó, de esta manera, la cabeza a la serpiente, como dice (Gén 3:15).
Pero cuando retorne por segunda ocasión a la Tierra, después de acabar su
interseción, le golpeará la cabeza de nuevo, otra vez, por segunda ocasión.
Esta vez será la consumación final y hará pagar a cada quién según el fruto de
sus obras (Apoc 22:11) . Pero lo más curioso de todo es que la palabra año
también significa dos mil en hebreo. Esto nos llevaría otra vez a la cifra del
año 2031 d.C. Si calculamos que sucederá un segundo golpe, dos mil años
después del primero, el cual sucedió en el año 31 d. C., nuevamente
llegaríamos al año 2031 d. C.

La quinta prueba bíblica para probar la importancia del año 2031 d.C., en el
calendario profético de Dios, la podemos encontrar también en relación a los
pasajes bíblicos anteriormente analizados. El lenguaje de Isaías 61 y Lucas 4
guardan una relación muy fuerte con la celebración del jubileo. Pero es
curioso que notemos que la gran celebración del jubileo, después de 49 años,
coincidía con un año sabático, pero a la vez el tiempo escogido para su
celebración debía ser durante la fiesta de los Tabernáculos. Esto está
ordenado en (Deut 31:10-13) de la siguiente manera:

"Y les mandó Moisés, diciendo: Al fin de cada siete años, en el año de la
remisión, en la fiesta de los tabernáculos, cuando viniere todo Israel a
presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere, leerás esta
ley delante de todo Israel a oídos de ellos. Harás congregar al pueblo, varones
y mujeres y niños, y tus extranjeros que estuvieren en tus ciudades, para que
oigan y aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios, y cuiden de cumplir todas
las palabras de esta ley; y los hijos de ellos que no supieron, oigan, y
aprendan a temer a Jehová vuestro Dios todos los días que viviereis sobre la
tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella".

Nada de esto es por casualidad. Todo lo que en la Biblia está, ha sido


establecido con un propósito definido por la inspiración divina. El hecho de
que el jubileo, que debía celebrarse después de siete semanas de años,
coincidiera con un año séptimo de reposo sabático no es pura casualidad.
Mucho menos casual es que debiera celebrarse durante el tiempo de la
séptima y última fiesta anual de los Tabernáculos o Sukkot, la cual debía
celebrarse durante siete días, durante el séptimo mes del año, en época de la
séptima luna llena anual. Aquí, en todo esto, se puede seguir observando una
secuencia increíble de números sietes. Veamos lo que nos ordena la Biblia en
todo este increíble simbolismo.

"Si comprares siervo hebreo, seis años servirá; mas al séptimo saldrá libre, de
balde." (Exo 21:2).
"Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los
días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve
años. Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el mes séptimo a los
diez días del mes; el día de la expiación haréis tocar la trompeta por toda
vuestra tierra. Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la
tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno
a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia. El año cincuenta os será
jubileo; no sembraréis, ni segaréis lo que naciere de suyo en la tierra, ni
vendimiaréis sus viñedos, porque es jubileo; santo será a vosotros; el
producto de la tierra comeréis. En este año de jubileo volveréis cada uno a
vuestra posesión." (Lev 25:8-13).

A partir de todo esto podemos llegar a la siguiente conclusión: Cuando estos


pasajes de las Sagradas Escrituras hablan de "libertad a los cautivos", están
haciendo referencia a un año sabático (ver Exo 21:2; Deut 15:1, 12). También
representan los años del jubileo (Lev 25:8-16), donde se perdonaban todas las
deudas y se devolvía la libertad a todos los esclavos. Según Lucas, Jesús citó
este texto para definir el sentido y finalidad de su misión. Recordemos que la
misión de Cristo fue sabática para traer el reposo de Dios a un mundo
enfermo de sus propias obras.

El comenzó su ministerio un sábado como dice la Biblia: "Vino a Nazaret,


donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a
su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y
habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del
Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los
pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar
libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los
oprimidos; a predicar el año agradable del Señor."(Luc 4:16-19).

Pero lo concluyó un día de preparación, previo al sábado del séptimo día, tres
años y medio después de haberlo iniciado. Veámos lo que el mismo Lucas
nos dice respecto a esto: "Y quitándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso
en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a
nadie. Era día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo. Y
las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron también, y
vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo. Y vueltas, prepararon
especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el día de reposo, conforme al
mandamiento."(Luc 23:53-56).

Por tanto: el año 31 d. C., fue "el año agradable del Señor". Ese era el año de
jubileo que Cristo estaba anunciando cuando comenzó su ministerio, según
Lucas 4. En ese año, con su muerte en la cruz del Calvario, se cumplió el año
de redención y liberación de los que estaban esclavizados del pecado en
nuestro mundo. Ese fue un año especial de jubileo para el pueblo de Dios.
Pero ustedes se preguntarán ¿qué tiene esto que ver con el año 2031 d. C?
Ahora veremos su relación, porque según la Biblia, el jubileo debía
celebrarse cada 50 años.

Si el año 31 de J.C., fue el jubileo central en el total de 6000 años de pecado


que debe soportar nuestro mundo, y el universo creado, y estos se deben
celebrar cada 50 años, entonces el próximo jubileo sería el 81 d.C. Así si
seguimos calculando de cincuenta en cincuenta, a partir del año 31 de J.C.,
hasta la actualidad y en los años futuros iríamos saltando de siglo en siglo por
sus años 31 y 81. Por tanto el último jubileo que sucedió recientemente fue el
año 1981 d.C., pero no resulta casualidad que el próximo jubileo será en el
2031 d.C.

Pero lo más curioso en todo esto es que si este cálculo lo hacemos de manera
regresiva o en descenso, a partir del año 31 de J.C., cuando restamos
cincuenta años hacia atrás llegamos al año 20 a.C. Cuando se sigue este
cálculo, en orden descendente, llegamos al año 70 a.C. Si así lo hacemos
sucesivamente, en cada siglo, antes de nacer Cristo, según nuestro calendario
Gregoriano, nos haría saltar de cincuenta en cincuenta por todos los años
terminados en 20 y 70. Todo esto nos llevaría al año 3970 a.C., como la fecha
más cercana al año 4004 a.C., que fue cuando sucedió la creación de Adán y
Eva. De este año no podemos pasar a otro jubileo más, porque nos arrastraría
al año 4020 a.C., y esto es imposible porque serían 16 años antes de la
creación en el 4004 a.C.
Curiosamente fue en este año 3970 a.C., la fecha de la caída de Adán y Eva,
y el momento cuando se celebró el primer jubileo. Allí se les dio la promesa
de (Gén 3:15), y se le dio muerte a los primeros corderitos con que fueron
vestidos para cubrir su desnudez. Todo esto era un símbolo de la justicia
redentora de Cristo que los libertaba de la esclavitud del pecado. Entonces
podemos decir que desde el año 3970 a.C., fecha de la caída en el pecado de
nuestros primeros padres, hasta el año 31 de J.C., transcurrieron 4000 años de
pecado, con 80 años jubilares incluídos.

Pero a partir del 31 de J.C., hasta el último jubileo, cumplido en 1981 d.C.,
han transcurrido 1950 años más de pecado. Por tanto, a partir del año 1981
faltan 50 años más para completar la cifra de 2000 años de pecado. Cuando
estos se suman a los 4000 primeros nos da la cifra de 6000 años de pecado.
Por tanto y demás los 6000 años de pecado tienen 120 años jubilares
incluídos. Así que 120 jubileos, multiplicados por 50 años que tiene cada
jubileo, nos llevaría a la cifra de 6000 años. Por tanto a partir del año 1981
d.C., hasta este 2014, ha transcurrido un periodo de 33 años.

Por lo cual el próximo jubileo se cumplirá en el año 2031 d.C., en tan solo 17
años más, a partir de este año 2014. En ese año acontecerá el gran jubileo
final e histórico que dará la libertad definitiva al pueblo de Dios, y que fue
anunciado por el profeta Daniel de la siguiente manera: "En aquel tiempo se
levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo;
y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta
entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se
hallen escritos en el libro." (Dan 12:1).

La sexta prueba bíblica que presentaremos en esta ocasión nos vuelve a


remitir al año 2031 d.C., como fecha clave relacionada a los eventos de la
Segunda Venida de Cristo a la Tierra. Esta se relaciona con el siguiente
versículo de la Biblia: "De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta
que todo esto acontezca." (Mat 24:34). Desde que Jesús anunciara estas
palabras proféticas, en respuesta a la pregunta de sus discípulos, durante la
primavera de aquel año 31 de J.C., desde la cumbre del Monte de los Olivos,
han sido muchas las generaciones de cristianos que pensaban que sería su
generación la referida en aquellas palabras de Jesús.
Pero todas estas generaciones históricas pasaron, una por una, y Cristo aún no
ha regresado al planeta Tierra. Entonces la pregunta que debemos hacernos
ahora es la siguiente: ¿A qué generación se refirió Cristo Jesús cuando
pronunció aquellas palabras proféticas? Alguna generación debe cumplir este
requisito, ya que Cristo no puede mentir. Como él mismo dijo: "El cielo y la
tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán". Si analizamos detenidamente el
significado de fondo de esta frase de Jesús: "no pasará esta generación hasta
que todo esto acontezca.", podemos distinguir en ella un mensaje que nos
insta a calcular un periodo definido de tiempo. Para esto solo deberíamos
averiguar dos cosas que el mismo Jesús nos indujo a investigar en aquellas
sabias palabras.

Lo primero que nos induce a averiguar dicha frase es cuánto tiempo debe
durar una generación. En segundo lugar nos motiva a investigar cuándo es
que esta generación debe comenzar a vivir en la historia. Si analizamos con
cuidado no nos será dificil averiguar la respuesta a ambas preguntas. Lo
primero que debemos hacer es contextualizar esta generación, en el preciso
marco histórico profético al que se estaba refiriendo Cristo. Es decir que las
propias palabras de Jesús nos señalarán desde donde y hasta cuándo debemos
enmarcar el período de esta generación final. Según el contexto general de las
palabras de Jesús esta generación sería la que le tocaría ver y vivir, en sus
días, el cumplimiento del cien por ciento de las señales del capítulo 24 de
Mateo.

La primera de todas estas señales fue la siguiente: "Y oiréis de guerras y


rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo
esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra
nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en
diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores". (Mat 24:6-8). Y la
última de las señales es la lluvia de estrellas. Allí dice la Biblia lo siguiente:
"E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se
oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y
las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del
Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la
tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con
poder y gran gloria" (Mateo 24:29, 30).
Muchos se preguntarán ahora que cómo es posible marcar en la historia de la
humanidad el momento inicial de la primera señal referida a las guerras y
rumores de guerra, si la humanidad, desde los días del imperio romano, en
época de Jesús, se ha debatido en un sinnúmero de guerras y muchos rumores
de ellas. Aún si olvidaramos todas las guerras que se han sucedido, desde los
días en que Cristo anunciara aquella profecía, no podríamos ignorar las dos
guerras mundiales sucedidas en el siglo XX. La primera de 1914 al 1918, y la
segunda de 1940 al 1945.

En la primera se vieron involucrados 34 países, con un total de 10 millones


de seres humanos muertos. En la segunda, la cifra de países beligerantes fue
casi el doble, es decir 73 países, con un saldo final de 50 millones de
víctimas. ¿Quién puede ignorar esos hechos? Creo que nadie aunque quisiera.
Pero desde que finalizara la segunda guerra mundial ha pasado más de una
generación de seres humanos y Cristo aún no ha regresado por segunda vez.
Todo esto indica que la fecha que da inicio al conteo de la última generación
debe ser una posterior a la de la segunda guerra mundial.

Pero antes de poder definir la fecha que marca el inicio de esta última
generación que vería cumplirse, en sus días, todas las señales del capítulo 24
de Mateo, necesitamos definir el tiempo que debe durar una generación. Para
esto debemos conocer que el máximo número de años que puede durar la
vida de un ser humano es como promedio general 120 años. Este dato se
puede confirmar en el la sección denominada "Hilo Directo" del periódico
"Granma", órgano oficial principal de la República de Cuba, con fecha del
jueves 15 de agosto del año 2013. Este artículo fue tomado de Prensa Latina
y decía así:

"Un campesino boliviano tiene 123 años según datos del Servicio del
Registro Cívico de la Paz, lo que lo convierte en el hombre más viejo del
mundo. El anciano llamado Carmelo Flores Laura vive en una comunidad
alejada en la norteña provincia de Omasuyos y supera en 17 años al español
Salustiano Sánchez, reconocido por el libro Guinness de los récords como la
persona más longeva, con 112 años. El pasado 23 de julio, el Guinness
reconoció al español en esa categoría, tras el fallecimiento el mes anterior del
japonés Jiroemon Kimura, de 116 años, que ostentaba el récord, pese a ser
también menor que el boliviano." (PL).
Por tanto un ser humano lo más que puede conocer a sus ascendientes o
descendientes es hasta la tercera o la cuarta generación, dígase bisnietos o
tataranietos, bisabuelos o tátarabuelos. Entonces para calcular el promedio de
una generación, deberíamos dividir el total de 120 años, que como límite
puede vivir un ser humano, entre 3 o 4 generaciones. Esta división nos daría
que una generación vive como promedio de 30 a 40 años. Este cálculo
también se puede sacar por la misma Biblia. Mateo, al ser discípulo de Cristo,
por simple razón de la lógica se ubica como contemporáneo de Jesús. El nos
dice que desde los días de la deportación del pueblo judío a Babilonia, hasta
el nacimiento de Cristo pasaron 14 generaciones.

"De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son
catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la
deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce". (Mat 1:17).

En nuestros cálculos cronogenealógicos de los 4000 años, transcurridos desde


la creación hasta el nacimiento de Jesús, demostramos que Abraham nació en
el año 1996 a.C. Que Salomón comenzó el primer año de su reinado en el
1020 a.C., y como él tenía 40 años de edad cuando comenzó a reinar en Israel
al morir David su padre con 70 años de edad, esto nos daría también la fecha
del nacimiento de David. Es decir 70 años antes de reinar su hijo. Por tanto si
al 1020 a.C., que fue el primer año del reinado de Salomón, le restamos 70
años nos llevaría al año 1090 a.C., como fecha del nacimiento de David. Así
que si David nació en el año 1090 a.C., y la deportación a Babilonia fue en el
586 a.C., entre ambas fechas existe una diferencia de 504 años.

Pero según (Mateo 1:17), desde "desde David hasta la deportación a


Babilonia", pasaron "catorce" generaciones. Cuando dividimos 504 entre 14,
nos da un promedio de 36 años para cada generación.

La fecha principal de la deportación a Babilonia fue el año 586 a.C., que fue
cuando Jerusalén fue destruída por los ejércitos de Nabucodonosor II. Pero la
fecha del nacimiento de Jesús fue el año 4 a.C. Por tanto, desde la fecha
deportación hasta el nacimiento de Cristo transcurrió un periodo de 582 años.
Pero cuando dividimos la cifra de 582 años entre 14 generaciones
transcurridas en ese lapso de tiempo nos da un promedio de 41 años cada
generación. Es decir que el promedio de una generación oscila entre 30 y 40
años de edad. Todo esto prueba que es una generación posterior a la segunda
guerra mundial la que verá todas estas señales de Mateo 24 cumplirse en sus
días.

Decimos esto, porque la segunda guerra mundial finalizó en 1945 y desde


allá hasta este 2014 Cristo no ha regresado aún y ha transcurrido un periodo
de tiempo de 69 años. Esta cifra de años constituye casi el doble de una
generación. También debemos comprender que no se podía referir a la
generación de la segunda guerra mundial, ya que muchos países no se
involucraron en ella. En muchas partes del planeta se enteraron meses y años
después de haber comenzado la guerra de que había estallado una
conflagración mundial. Pero millones en el mundo murieron sin apenas
enterarse que el mundo había sufrido dos guerras mundiales.

La industria de las telecomunicaciones mundiales comenzó su desarrollo a


escala global después de finalizar la segunda guerra mundial. Esto fue a partir
de la década de 1950. A partir de 1945 el mundo se volvió bipolar. Por un
lado estaba el bloque capitalista con EEUU a la cabeza como psuperpotencia
rectora. Por el lado contrario estaba el bando de los países del bloque
socialista con la URSS a la cabeza. A esos años se le conoce en la historia
como el periodo de la guerra fría. A partir de 1945 el mundo vivió un intenso
periodo de amenaza de guerra nuclear entre estos dos bloques antagónicos,
pero la sangre nunca llegó al río. Todo quedó en simples amenazas.

Después de esto llegó una fecha notable en la historia que nunca será
olvidada por la generación que le tocó vivir esos momentos. A dicha
generación pertenezco yo. Esa fecha fue la de 1991. En ese año se acabó el
periodo de la guerra fría con la desintegración inimaginable de la URSS, con
la formación de la CEI o Comunidad de Estados Independientes, que
posteriormente terminaría dividiéndose en las antiguas repúblicas
independientes soviéticas. Ese mismo año George Bush padre, siendo el
presidente de turno de los EEUU, fue el títere de los jesuitas para pronunciar,
por primera vez en público, un 11 de septiembre, la controversial frase de los
Illuminatti que habla acerca de la formación de un Nuevo Orden Mundial, en
su discurso del Estado de la Unión.
Ese fue el año que marcó el comienzo de la última generación que vería
cumplida en sus días todas las señales de Mateo 24 a la vez. Decimos esto,
con toda confianza, ya que a partir de esa fecha nuestro mundo unipolar
empezó a escuchar de "guerras y rumores de guerras" como nunca antes se
escuchó y vio en la historia de la humanidad. En ese año, con la guerra del
Golfo, comenzó la "cruzada" mundial contra el mundo árabe musulmán bajo
el nombre de "Tormenta del Desierto". Fue en 1991 que el mundo contempló,
en cada rincón del planeta, a escala global, a través de las cámaras de la
televisión, la guerra desatada en Kuwait contra el ejército iraquí de Sadam
Hussein.

A partir de esa fecha se empezó a implantar en el mundo las bases y


estructuras del Nuevo Orden Mundial de los Illuminatis jesuitas, haciendo de
los medios de comunicación a escala global los voceros de "las guerras y
rumores de guerras", como un negocio mediático diario que llegó a su clímax
total en la otra fecha extremadamente notable del 11 de septiembre del 2001.
Ese día se planificó, en la agenda de los Illuminati, para que nunca más se
borrara de nuestras mentes. La imagen del derribo de las Torres Gemelas en
el World Trade Center de la ciudad de Nueva York, posee el record
inigualable de una escena reiterada, hasta la locura, ante la vista de la
humanidad.

La reiteración de esa imagen, a través de los medios masivos de


comunicación del planeta Tierra, a rayado el disco de tanto y tanto repetirse a
nivel planetario durante día y noche, y noche y día. Tanto es así que se acerca
al ridículo y lo absurdo. Y a partir de esta marcada fecha, en la cronología de
la historia post-moderna de la humanidad, nació una nueva era a la que los
historiadores le buscan un nuevo nombre. Nuestro mundo es otro diferente
después de estos eventos del 9\11. Nosotros no tenemos que esperar que los
historiadores le busquen un nombre a esta nueva era histórica para saber que
se denominará la era del Nuevo Orden Mundial, ya que está en la agenda
planificada de los jesuitas de Roma.

A partir de esa histórica, notable e inolvidable fecha, se agravó la situación


geopolítica, económica y religiosa a escala mundial. Así se fabricaba el
motivo para dar inició a una guerra mundial sin fin contra el fantasma del
terrorismo internacional, lo cual alineará poco a poco al mundo en dos
bandos antagónicos que prepararán el escenario de la antesala de la tercera
guerra mundial. Todo esto es una gran mentira de los medios de
comunicación, controlados por los jesuitas de Roma, quiénes son los
verdaderos terroristas secretos de nuestro mundo.

A partir de esa fecha han surgido ante nuestra vista "guerras y rumores de
guerras", casi a diario en todos los medios de comunicación del planeta. Así
sin dar respiro, desde el año 2001, se ha levantado "nación contra nación y
reino contra reino". Todos estos eventos prepararán a todos los ejercitos de la
Tierra, para pelear entre si y contra el pueblo de Dios en la batalla apocalítica
del Armagedón. Esta está previamente planificada en la agenda de los
Illuminati y fue escrita, en carta del 15 de agosto de 1871, por Albert Pike,
quién fuera masón de grado 33, y el Sumo Pontífice Illuminati de la frac-
masonería mundial, a su colega Giusseppe Mazzinni.

Sin lugar a dudas no existen fechas mas distinguidas y resaltadas que 1991 y
el 2001, para nuestra generación. Yo desafío a cualquiera que me pueda
mostrar o señalar alguna fecha moderna que supere la importancia histórica
de estas dos. Si puede hacerlo declinaré de mi idea, pero si no puede hacerlo
es hora de que piense que ya no le queda mucho tiempo de oportunidad a esta
generación. Por tanto estas dos fechas son las que marcan el inicio de la
última generación anunciada por Jesús a sus discípulos desde el Monte de los
Olivos.

Ya comprobamos que una generación oscila entre 30 y 40 años. Por tanto si


tomamos como referencia estas dos marcadas y notabilísimas fechas
históricas nos conducirán a una fecha sorprendente y reiterada. Esa fecha será
nuevamente el año 2031. Si tomamos la primera fecha, que en este caso es
1991, y le sumamos la cifra mayor del promedio de años de una generación
que es 40 años, el resultado nos colocaría justamente en el año 2031 d.C.
Pero si a la segunda fecha, que es el año 2001, le sumamos la cifra menor del
promedio de años de una generación, que serían 30 años, llegamos al
mismísimo año 2031 d.C. Estos cálculos confirman los cinco anteriores que
nos llevan al mismo año 2031 d.C. Por tanto Jesús, en las palabras proféticas
de (Mateo 24:34), se estaba refiriendo a la generación que le tocó nacer entre
los años 1991 al 2001.
Dicha generación final tendrá 30 o 40 años de edad, cuando acontezca la
última señal mencionada en (Mat 24:29). Esta generación vería cumplirse en
los días de su vida todas las señales mencionadas por Jesús en Mateo 24, sin
faltar una sola de ellas. Esto incluye la ley dominical obligatoria en EEUU y
a escala global, el decreto de muerte contra el pueblo de Dios que guarda el
sábado, y la falsificación de la segunda venida de Jesús por parte de Satanás.
Pero Jesús nos advirtió lo siguiente en torno a esto con las siguientes
palabras: "Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad
vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca." (Luc 21:28).

Y el apóstol Pablo continúa advirtiéndonos lo siguiente: "Mas vosotros,


hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como
ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la
noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino
velemos y seámos sobrios. " (1 Tes 5:4-6). Solo nos queda definir el día y el
mes de nuestro calendario gregoriano, en concordancia con el calendario
religioso judío, como lo hizo Samuel Snow en el pasado, para poder saber
cuando es que los judíos celebran a nivel mundial, en el año 2031 d.C., la
fiesta de de los Tabernáculos, Enramadas, Cabañas o Sukkot.

No tengo la total certeza de que sea así, pero buscando en INTERNET un


conversor de Calendario Judío al Gregoriano, este establece que la fecha del
15 al 21 de Tishri o mes séptimo del calendario hebreo, cae del 2 al 8 de
octubre en el año 2031 d.C. Más el octavo día, que es el 22 de Tishri, caería
el día 9 de octubre. En ese octavo día se celebraba la santa convocación. Pero
esto sucede en el calendario tradicional rabínico hebreo, el cual no está del
todo correcto en cuanto a la relación de los 6000 años, ya que hasta este
2014, solo recoge 5774 años desde la creación cuando se equilibra con el
calendario gregoriano.

Los judíos variaron estas fechas intencionalmente, para que no coincidieran


las profecías del libro de Daniel en la fecha exacta, en relación al calendario
gregoriano. Esto lo hicieron para evitar tener que reconocer que el verdadero
Mesías (el Señor Jesús de Nazareth), vino en el tiempo exacto anunciado por
las profecías mesiánicas del capítulo 9 del libro del profeta Daniel. Esta
profecía, explicada en un capítulo anterior, preanunciaba con exactitud las
fechas del bautismo y crucifixión de Jesús. Pero también anunciaba la fecha
en que la nación judía dejaría de ser el conducto de la verdad presente divina
para el mundo, al rechazar la verdad de que Jesús era el Mesías enviado de
Dios.

Cuando Samuel Snow y los milleritas definieron la fecha del día de la


expiación para el 22 de octubre, en el año 1844 d.C., tomaron como
referencia el calendario de los judíos Karaítas. El cual no está ajustado con
permanencia al calendario gregoriano. Este funcionaba contando el inicio de
cada mes a partir de la Luna Nueva. Ahora para entender mejor este aspecto,
compartiré con ustedes la explicación que dan los mismos judíos Karaítas,
para contar cada mes de su año, basado en las fases de la Luna.

El Calendario Bíblico/Caraíta
La Maduración de la Cebada y la fijación del Año Nuevo
"La Biblia indica que el primer mes del año coincide con la primera luna
nueva después de que la cebada esté madura (Hebreo: Abib). A esto se le
llama el mes de “Abib” y es el mes en que abandonamos Egipto. A los 15 de
este mes comienza la Pascua (Exódo 12:2, Éxodo 13:4, Éxodo 23:15).
Algunos años, tenemos que esperar un mes lunar extra (llamado mes
“bisiesto”) para que la cebada esté madura. Los Rabinos, en el tiempo en que
no tenían acceso a la tierra de Israel, desarrollaron un sistema para
aproximarse al método de maduración de la cebada. Los Rabinos han
adoptado un ciclo de 19 años que añade cada segundo o tercer año un año
“bisiesto” (año de 13 meses lunares), teniendo un total de siete años
“bisiestos” distribuidos a lo largo del ciclo de 19 años. Por otro lado, hasta el
siglo 18, Los Caraítas de Egipto, Siria, e Israel enviaban observadores a lo
largo de la tierra de Israel a examinar el estado de la cebada.
Los Caraítas que vivían en países distantes de la Tierra de Israel realmente
eran incapaces de seguir Abib; sin embargo, lo reconocían como el verdadero
calendario. Cuando el viajero ocasional del Medio Este atravesaba estas
lejanas comunidades Caraítas, preguntaba con respecto a Abib y ajustaban las
fiestas de acuerdo con la información suministrada ese año. También
declaraban que en cuanto sus comunidades fueran benditas con la vuelta a la
Tierra de Israel, volverían inmediatamente a seguir guardar las fiestas de
acuerdo al método Bíblico de Abib.
De hecho, hasta el 2º siglo d.C. los Rabanitas siguieron guardando el
calendario de Abib. Aunque los Rabanitas complementaban la observación
de la cebada con sus cálculos astronómicos del equinoccio (qué ellos
aprendieron de astrólogos) y con otros factores - no Bíblicos - cuyo uso los
Caraítas objetan, no obstante los escritos revelan que ellos reconocían que la
cebada tiene una importancia especial a la hora de intercalar el año. Un
Brayta (siglo 2º d.C. de origen Tanaitico) citado en el Talmud Babilónico
dice como sigue:
'Nuestros Rabinos enseñaron: Basado en tres cosas se intercala el año: en
Abib, en las frutas de los árboles, y en el equinoccio. Basado en dos de ellos
el año se intercala, pero basándose solo en una el año no se intercala. Y
cuando Abib es una de ellas todos estamos satisfechos'. (Sanhedrin Bavli
11b)
Otro Brayta relata:
'Nuestros Rabinos enseñaron, El año se intercala basado en en tres regiones:
Judea, Transjordania, y Galilea. Basado en dos de ellas el año se intercala
pero basado en una de ellas solamente el año no se intercala. Y cuando Judea
es una de ellas todos estamos satisfechos porque la Ofrenda del Omer [La
Ofrenda de la Gavilla Mecida de Cebada] sólo puede venir de Judea'.
(Sanhedrin Bavli 11b). Así, incluso la literatura Rabínica da énfasis a la
importancia del grado de maduración de la cebada a la hora de determinar el
comienzo del Nuevo Año".
La Luna Nueva
"Una característica de los Caraítas observantes ha sido siempre su
acatamiento a la práctica Bíblica de usar el método físico de visión de la luna
para declarar los nuevos meses y fijar las fechas de las fiestas. Originalmente
los Rabanitas también seguían este calendario y se discute su alcance en el
Talmud (vea Mishnah Rosh Hashanah). Los Rabanitas continuaron con el
método de observar la aparición de la Luna Nueva hasta por lo menos el 2º
Siglo d.C., pero gradualmente lo reemplazaron con los primitivos cálculos
con los que intentaban aproximarse al ciclo lunar.
En contraste, los Caraítas permanecían fieles al verdadero calendario Bíblico
y continuaron siguiendo el método de observación de la Luna Nueva a lo
largo de la edad media. El compromiso de los Caraítas con el calendario
Bíblico estaba tan inculcado en su conciencia que un juramento solemne se
había incorporado a su ceremonia de boda "guardar los tiempos Santos
ordenados según la visibilidad de la Luna Nueva y el hallazgo de Abib
(maduración de las espigas de cebada) en la Tierra de Israel". Del mismo
modo, en las Grandes Fiestas la congregación de Caraítas declaraba la verdad
del calendario en relación a la Luna Nueva y Abib.
La Biblia indica claramente que la luna determina el calendario Bíblico. La
evidencia de esto viene del (Salmo 104:19) en el que se declara: "Hizo la luna
para los Mo'adim [los tiempos señalados]." Guardar las fiestas en su
momento correcto es un mandamiento directo de la Torah, como está escrito:
"Estos son los Mo'adim [los tiempos señalados] de YHWH, las reuniones
santas que convocaréis en las fechas señaladas [Mo'adam]" (Levítico 23:4).
Durante la mayoría de los servicios en las fiestas Caraítas, este versículo se
lee en alto por el hazzan y es repetido por la toda la congregación expresando
la adhesión de los Caraítas a este claro mandato bíblico. En la época en que
los Israelitas no tenían acceso diario a la Tierra de Israel, los Rabinos
desarrollaron un sistema para calcular con aproximación el nuevo
avistamiento de la luna.
Hoy, sin embargo, ahora que nosotros tenemos acceso a la Tierra de Israel,
podemos retomar el método de avistamiento de la luna en varios lugares de
Israel. Estos nuevos avistamientos de la luna revelan que los cálculos
Rabínicos para el calendario son a menudo incorrectos. Cuando se pregunta
por qué no cambian su método de determinar la luna nueva por el real
método de avistamiento lunar, los Rabinos a menudo responden que sólo el
Sanhedrin puede declarar una nueva luna. Ya que hoy no tenemos el
Sanhedrin, van más allá en sus afirmaciones asegurando que debemos seguir
los cálculos Rabínicos que han predicho las nuevas lunas. Ésta es la idea
presentada en el artículo siguiente del Chabad, el movimiento Judío, con
respecto al comienzo de la Pascua."
(Extraído de una entrevista con el experto en la Luna Nueva el Dr. Roy
Hoffman de la Universidad Hebrea de Jerusalén en Tse'irei Chabad [el
Movimiento Chabad Juvenil], Sichat Hashavua, Parashat Vayakhel-Pekudei,
5761 [Asunto No. 742] p.4)
Aunque el calendario de los Rabanitas sirvió a una necesidad de las
comunidades judías distantes de Israel en un momento en que los judíos
estaban desterrados de Israel, ahora debemos, ya que tenemos acceso a la
Tierra de Israel, volver al método de observación física de la cebada y la luna.
Yom Teruah-el Rosh Hashanah Rabanita
"El calendario Bíblico/Caraíta también difiere del Calendario Rabínico en la
observación del Nuevo Año Judío. El calendario Rabanita sitúa el comienzo
del año –“Rosh Hashanah”– en una fiesta a la que la Biblia se refiere como a
Yom Teruah (Día de Aclamación), que cae el primer día del Séptimo mes.
Como acabamos de discutir, los Caraítas celebran el Año Nuevo en el mes de
la Fiesta de Panes Ázimos. Ya que la Torah afirma: "Este mes será para
vosotros el principal entre los meses; os será el primero de los meses del año"
(Éxodo 12:2). Después de esta explícita declaración, la Torah procede a
describir la ceremonia del Sacrificio de Pascua que ha de caer en este Primer
mes. Del mismo modo, Levítico 23 y Números 28 menciona las fiestas y en
ambos pasajes se describen el Sacrificio de Pascua en el Primer mes y Yom
Teruah en el Séptimo mes.
Los Caraítas no hacen sonar un Shofar en Yom Teruah. Esto es porque no
hay ningún mandamiento que lo ordene. Según la tradición Rabínica
“Teruah” (de la Raíz Hebrea: ‫ )רוע‬se refiere a un sonido creado por un Shofar
(Cuerno de Carnero). Sin embargo, la misma palabra de la raíz (‫ )רוע‬se usa
en Números 23:21 para significar aclamación y en Números 10:5-6 donde se
nos dice que hagamos sonar trompetas plateadas. Es interesante que cinco
versículos más tarde Dios nos ordena que hagamos sonar las trompetas
plateadas en la Luna Nueva, es decir el primer día de cada mes (vea Números
10:10). Lo que claramente se deduce de todos estos versículos es que la
palabra Teruah, mencionada en esta ocasión tras la palabra día, es un término
general que describe un fuerte ruido hecho tanto por el cuerno de un Carnero,
por una trompeta plateada, por címbalos, o incluso por una congregación
orando a Dios.
Ya que se hace sonar un cuerno bajo la forma de una trompeta en cada primer
día de mes, debemos preguntar por qué Yom Teruah, el primer día del
Séptimo Mes se pone al margen como una santa asamblea.
Desgraciadamente, la propio Torah no nos dice por qué este día se pone al
margen como un Mo'ed (Tiempo Señalado). Sin embargo, ya que es el
comienzo del mes en que Yom Kippur y Succot tienen lugar, su importancia
resulta evidente. Esto parece ser un día nacional para que los Israelitas se
prepararen para las próximas fiestas. En una sociedad agrícola, Succot, una
fiesta agradeciendo a Dios la cosecha y pidiendo una cosecha saludable para
el año próximo, es de importancia suma. Los Caraítas siempre han usado
Yom Teruah como un día nacional de oración y preparación para las
próximas fiestas del Séptimo Mes". (Traducido por: Baruj Prieto)
Más sobre el cálculo de la luna nueva por los Karaítas
"El mes Bíblico empieza con la Luna Nueva creciente, también llamada
Primera Uña Visible. La palabra Hebrea para mes (Hodesh) significa
literalmente Luna Nueva y sólo por extensión el periodo entre una Luna
Nueva y la siguiente. ¡El Midrash Rabanita relata que cuando Dios dijo a
Moisés "Este mes (HODESH) será para vosotros el primero de los meses"
(Ex 12:2) el Omnipotente apuntaba en los cielos a la Luna Nueva creciente y
dijo: "Cuando la veáis así, santificad! [=declarad el día de la Luna Nueva]."
Este cuento de hadas Rabínico resalta un punto importante, a saber, que en la
Biblia nunca se menciona que debamos determinar el primero de los meses
basándonos en la Nueva Luna.
La razón para esto es que el término para "Mes" (Hodesh) implica que el mes
empieza con la Luna Nueva creciente. Como se verá, esto habría resultado
obvio para cualquier antiguo Israelita presente cuando Moisés leyó las
profecías de YHWH al Pueblo de Israel y no había habido necesidad alguna
de elucidar este concepto así como tampoco, en tales condiciones habría sido
necesario aclarar conceptos tales como "brillante" u "oscuro". Sin embargo,
debido al largo destierro, hemos perdido el uso del Hebreo Bíblico como
idioma de uso diario. Por consiguiente, tendremos que reconstruir el
significado de Hodesh a partir del uso de la palabra en el texto Bíblico
usando principios lingüísticos reconocidos.
Él Creó la Luna para las Fiestas
No puede haber ninguna duda de que las Fiestas Bíblicas dependen de la
luna. La prueba más contundente para esto está en el siguiente pasaje bíblico:
"Él creó la Luna para Mo'adim [los tiempos designados]". (Salmo 104: 19).
El término Hebreo Mo'adim [tiempos designados], es la misma palabra que
describe las Fiestas Bíblicas. Levítico 23 que contiene un catálogo de las
Fiestas Bíblicas comienza con la siguiente declaración: "Éstos son los
Mo'adim [tiempos designados] de YHWH, santas asambleas que
proclamaréis a su debido tiempo [Mo'adam]".
Así cuando el Salmista nos dice que Dios creó la Luna para Mo'adim [los
tiempos designados] él quiere decir que la Luna fue creada para determinar el
tiempo de los Mo'adim de YHWH, esto es, las Fiestas Bíblicas.
"Hodesh" está Relacionado con la Luna
El versículo anterior nos enseña claramente que las fiestas se relacionan con
la luna. Pero cuando la Torah fue dada el Salmo 104 no había sido aún escrito
por los profetas Levíticos, y la pregunta de cómo los antiguos Israelitas
podían saber esto todavía permanece. La respuesta es que la palabra Hebrea
para mes (Hodesh) indica una relación directa con la luna. Podemos ver esta
relación en varios casos en los que Hodesh (mes) es usado de modo
intercambiable con la palabra "Yerah", la palabra Bíblica Hebrea común para
luna que por extensión también significa "mes".
Por ejemplo:
" ...en el mes (Yerah) de Ziv, qué es el Segundo mes (Hodesh)..." (1Reyes
6:1).
" ...en el mes (Yerah) de Ethanim... qué es el Séptimo mes (Hodesh)..."
(1Reyes 8:2).
Otra prueba de que Hodesh está relacionado con la Luna (Yerah) es la frase
"Un Hodesh (mes) de días" (Gen 29:14; Nu 11:19-20) [con el significado de
un periodo de 29 o 30 días] qué es equivalente a la frase "Un Yerah
(mes/Luna) de días" (Dt 21:13; 2Reyes 15:13). Luego claramente Hodesh
esta relacionado con "Yerah" que literalmente significa "luna".
"Hodesh" Significa Luna Nueva (Día)
El significado principal de Hodesh (mes) es realmente "Luna Nueva" o "Día
de Luna Nueva" y sólo por extensión llegó a significar "mes", que es el
periodo entre una Luna Nueva y la siguiente. Este significado principal se
conserva en varios pasajes tales como (1Sam 20:5) en el que Jonatán dice a
David "Mañana es Luna Nueva (Hodesh)." Claramente en este versículo
Hodesh se usa para referirse específicamente al día en que empieza el mes y
no al mes entero. Otro pasaje que usa Hodesh en su principal sentido es (Ez
46:1) qué habla sobre "El Día (Yom) de la Luna Nueva (Ha-Hodesh)."
Claramente en este versículo Hodesh (Luna Nueva) es un acontecimiento en
particular y el principio del mes es el día en que este evento (la Luna Nueva)
sucede.
La Luna Nueva Bíblica es la "Primera Creciente"
"Hodesh" (Luna Nueva), deriva de la raíz H.D.SH.(‫ )חדש‬que significa
"nuevo" o "hacer nuevo/renovar". La Luna Nueva Creciente se llama Hodesh
porque es la primera vez que la luna se ve de nuevo después de estar oculta
durante varios días al final del ciclo lunar. Al final del mes lunar la Luna está
cerca del Sol:
· Alcanzando finalmente el punto de "conjunción" cuando pasa entre
el Sol y la Tierra.
· Como resultado, próximo al momento de la conjunción, una muy
pequeña parte de la superficie iluminada de la luna está mirando a la
Tierra y no resulta visible a través de la muchísimo más luminosa luz
del sol. Una vez alcanzado el punto de alineamiento, la luna, continúa
avanzando hacia el lado opuesto de la Tierra.
· A medida que se aleja del sol el porcentaje de su superficie
iluminada visible desde la Tierra aumenta y una tarde poco después del
ocaso la Luna se vuelve a ver después de haber estado invisible durante
1.5-3.5 días.
· A causa de que la Luna se ve nuevamente después de un periodo
de invisibilidad es por lo que los antiguos la llamaron "Luna Nueva " o
"Hodesh" (de Hadash, que significa "nueva").
Luna Nueva creciente versus Luna Nueva Astronómica
Muchas personas están desorientadas por el uso inexacto en los idiomas
modernos del término "Luna Nueva". Los astrónomos modernos adoptaron
este inusual término, al cual siempre se había relacionado con la primera uña
visible y lo usaron para referirse a la conjunción (cuando la Luna pasa entre
la Tierra y el Sol, momento en que no es visible). Los astrónomos
comprendieron pronto que el uso inexacto de "Luna Nueva" para referirse a
la conjunción llevaría a confusión, por tanto los científicos para ser más
exactos ahora distinguen entre "Luna Nueva Astronómica" y "Luna Nueva
Creciente".
La Luna Nueva "astronómica" significa Luna Nueva tal como el término es
usado por los astrónomos, es decir conjunción. En contraste, "Luna Nueva
Creciente" usa el término con el significado original de la primera uña
visible. Un buen diccionario debería reflejar ambos significados. Por
ejemplo, el Diccionario Random House de la Lengua Inglesa, Edición
Completa define Luna Nueva como: "La luna cuando estando, en conjunción
con el sol y la tierra, resulta invisible; [Luna Nueva Astronómica] o visible
[Luna Nueva Creciente] visible sólo como una fina media luna".
La Supuesta Evidencia Para "Luna Oculta"
A causa del desconcierto generado por el uso del término Luna Nueva en la
astronomía moderna, algunas personas han buscado apoyo Bíblico para este
significado incorrecto del término, citando (Salm. 81:3) qué dice: "Tocad el
cuerno en el Keseh (Luna Nueva), en el día señalado, en el Día de nuestra
Hag (fiesta)." Según la "Teoría" de la Luna Oculta, el término "Keseh" se
deriva de la raíz K.S.Y. Que significa "cubrir" y por tanto significa "luna
cubierta" o "luna oculta". Según esta interpretación, cuando el versículo dice
que toques el cuerno en el día de Keseh, lo que realmente significa es "Haced
sonar el cuerno en el día de Luna Oculta".
Sin embargo, el lenguaje tampoco apoya este argumento ya que la segunda
mitad del versículo se refiere al día de Keseh como "el día de nuestra Fiesta
(Hag)." En la Biblia, Fiesta (Hag) es un término técnico que siempre se
refiere a las tres fiestas anuales de peregrinación (Matzot, Shavuot, Sukkot;
vea Ex 23; Ex 34). El Día de Luna Nueva (Hodesh) nunca es clasificado
como una "Fiesta de Peregrinación", por tanto (Keseh/Hag) no puede ser
sinónimo de Día de Luna Nueva (Hodesh). Se ha sugerido además que Keseh
se refiere a la fiesta Bíblica de Yom Teruah (Día de Aclamación), que
siempre cae en Día de Luna Nueva . Sin embargo, la Biblia describe Yom
Teruah como un Moed (tiempo designado) y nunca como una Hag (Fiesta de
Peregrinación) por tanto (Keseh/Hag) tampoco se puede referir a Yom
Teruah.
¿Qué Significa en Realidad Keseh?
Es probable que Keseh este relacionado con la palabra Aramea "Kista" y la
palabra Asiria "Kuseu" que quieren decir "luna llena" (vea Brown-Driver-
Briggs p.490b) [Hebreo, Arameo, y Asirio son idiomas todos ellos Semíticos
y a menudo comparten raíces comunes]. ¡Esto encaja perfectamente con la
descripción de Keseh como día de la Hag ya que dos de las tres Fiestas de
Peregrinación (Hag HaMatzot y Hag HaSukkot) caen el 15 del mes que es
aproximadamente el momento de la Luna Llena!
Más sobre "Luna Oculta"
Otro punto a considerar es que en realidad no hay un "día" de luna oculta. De
hecho la luna permanece oculta durante 1.5 a 3.5 días en Oriente Medio. Se
ha propuesto que el "día" de luna oculta es en realidad el día de la conjunción
(cuando la luna pasa entre la Tierra y Sol). Sin embargo, tan sólo 1000 años
después de Moisés es cuando los astrónomos Babilónicos descubrieron cómo
calcular el momento de la conjunción. En consecuencia, los antiguos
Israelitas no tenían manera alguna de conocer cuando tenía lugar el momento
de la conjunción y no podían saber en que día tendría lugar "el Día" de la
Luna Oculta.
Se ha sugerido que los antiguos Israelitas pudieran mirar la "Luna Llena" y
determinar el Día de la Conjunción a partir del momento en que la Luna
Llena ya no estaba visible en el cielo de la mañana. ¡Sin embargo, tal método
no habría sido eficaz en el Oriente Medio dónde la así llamada "luna Oculta"
puede permanecer Oculta incluso durante 3.5 días! De hecho es habitual que
la luna permanezca oculta hasta 2.5 días y en tales circunstancias ¿cómo
podrían haber sabido los antiguos Israelitas cuál era el Día de Conjunción?
En contra, los antiguos Israelitas eran totalmente conscientes de la Luna
Nueva Creciente. En las sociedades antiguas la gente trabajaba de Sol a Sol y
eran conscientes de que la Luna Llena se vuelve más y más pequeña en el
cielo de la mañana. Cuando la Luna de la mañana había desaparecido los
antiguos Israelitas esperaban ansiosamente su reaparición durante 1.5-3.5
días en el cielo de la tarde. Habiendo permanecido oculta durante varios días
y reapareciendo en el cielo vespertino ellos la habrían llamado "Luna Nueva"
o "Hodesh" (de Hadash que significa "Nueva").
Nota 1: Desde la perspectiva de un observador situado en la Tierra.
Nota 2: Es decir está en el mismo plano como el Sol y la Tierra.
Nota 3: (vea Brown-Driver-Briggs pp.290b-291a). Incluso en los pocos casos
en que Hag no se refiere a las tres Fiestas de Peregrinación Bíblicas, se está
refiriendo a fiestas de peregrinación no bíblicas. Por ejemplo, en (Jueces
21:19), Hag se refiere a la fiesta de peregrinación anual que tenía lugar en
Shiloh. También, en (Éxodo 10:9) Moisés le dice a Faraón que los Israelitas
deben abandonar Egipto para celebrar una Hag a YHWH en el desierto que
claramente es una fiesta de peregrinación. Hay que hacer notar que Moisés
dice que ellos tienen una Hag, dando a entender que deben hacer una
peregrinación, en este caso al Mt. Sinaí, y que por tanto deben salir de Egipto
para observar la Hag apropiadamente."
(Traducido por Baruj Prieto. Karaite Korner English site. Rincón Caraíta
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A la luz de toda esta explicación todo parece indicar que tendríamos que
esperar a la Luna Nueva que da comienzo al año 2031 d.C, en el mes de
Nisán para poder calcular de forma exacta la llegada del inicio del mes
séptimo que sería en el otoño de ese mismo año; para saber cuando caen los
días 15 al 22 del mes séptimo (Tishri), en nuestro calendario civil gregoriano,
para celebrar SUKKOT, o los Tabernáculos. De una cosa si podemos estar
seguros hoy y ahora, y es que las primeras cuatro fiestas primaverales se
cumplieron en cuanto al acontecimiento y tiempo enmarcado en su
celebración ritual. Entonces las tres fiestas restantes, celebradas en el otoño,
deben cumplirse siguiendo el mismo patrón de tiempo asignado por el ritual
simbólico de Levíticos 23.
Pero si hasta el presente se han cumplido seis cabalmente, en cuanto al
acontecimiento y tiempo, los cuales están muy destacados en su ritual
simbólico, no deberíamos dudar que la séptima fiesta, que es la segunda
Cosecha anual, en los días de la celebración de los Tabernáculos, ha de
cumplirse antitípicamente con toda exactitud en cuanto al acontecimiento y
tiempo preanunciado en su ritual simbólico como las seis fiestas que la
antecedieron. Por lo que ahora concluiremos citando los escritos de Elena de
White y la Biblia con los cuales se inició la escritura de este libro y dicen así:

"Ahora debe darse en todas partes del mundo el mensaje del ángel que sigue
al tercero. Debe ser el mensaje de la cosecha, y toda la tierra será iluminada
con la gloria del Señor." (Carta 86, 1900; EUD. p 177. APIA)

14 "Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante
al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano
una hoz aguda.
15 Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado
sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues
la mies de la tierra está madura.
16 Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra
fue segada.
17 Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz
aguda.
18 Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran
voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los
racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras.
19 Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó
las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.
20 Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los
frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios."
(APOCALIPSIS 14:14 AL 20)

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