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Editado DSI U2 Las Ideologias Sociales
Editado DSI U2 Las Ideologias Sociales
Social de la Iglesia
Dr. Mariano Gustavo Morelli
Índice
Presentación .......................................................................................................................................... 3
Objetivos ............................................................................................................................................ 3
Temario .............................................................................................................................................. 3
Mapa conceptual ................................................................................................................................ 4
Las ideologías y sus denominaciones................................................................................................ 6
La Revolución francesa y las ideologías ............................................................................................ 9
Inestabilidad política .....................................................................................................................................11
Sufrimiento del tejido social ..........................................................................................................................11
Violencia desbordada ...................................................................................................................................11
Incoherencia..................................................................................................................................................12
Conclusiones ................................................................................................................................................13
Síntesis ................................................................................................................................................ 66
Copyright © Universidad FASTA 2012. Se concede permiso para copiar y distribuir sin fines comerciales este documento con la
única condición de mención de autoría / responsabilidad intelectual del contenido original.
Morelli
07 – Doctrina Social de la Iglesia – Las ideologías sociales 3
Presentación
En la unidad anterior sentamos las bases para comprender el origen del orden so-
cial, su justificación, y los principios que deben informarlo para que resulte capaz de
enriquecer a la persona humana.
el liberalismo individualista,
la social democracia.
Objetivos
Identificar las diferentes posiciones ideológicas respecto del orden social.
Contrastar los postulados de una doctrina social cristiana con los que propo-
nen las ideologías más difundidas, y precisar la identidad específica de la
primera.
Comprender las razones por las que se desarrollan y proliferan las diversas
ideologías.
Temario
El realismo como método y las ideologías: metodología para el estudio de la
ética social.
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El liberalismo individualista.
El marxismo.
El nacionalsocialismo.
El fascismo.
Mapa conceptual
Doctrina Realismo
≠ Reduccionismo Condenas
R interesado
Saber de la Iglesia
Ideologías
ed
Marxismo
Nacionalsocialismo
Fascismo
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Más serio todavía es el caso de aquellos que elaboran teorías o posiciones sociales
con la conciencia de que lo hacen sirviendo algún interés. El poder de las ideas sobre
los seres humanos es enorme. Y por eso quienes desean influir sobre los demás, a
fin de obtener que se comporten de una u otra manera, no descuidan la elaboración
de teorías orientadas a preparar o fundamentar tesis favorables a sus deseos o inter-
eses.
Cuando se detecta que una teoría social no refleja de modo fiel y completo la reali-
dad sobre el ser y el deber ser de la sociedad, en virtud de las limitaciones de la inteli-
gencia humana, o de la influencia de pasiones o intereses, podemos llamarla “ideolo-
gía”. 1
1
Ernesto Palacio caracteriza a la ideología no por su carácter parcializado o interesado, sino por su pre-
tensión de implantar modelos artificiales y utópicos (Cfr. Palacio 1979). Nosotros creemos que esa es una
consecuencia, justamente, de haber aportado una visión parcializada o fraccionada del orden social, muti-
lándole alguno de sus aspectos fundamentales.
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La ideología sería entonces un saber parcializado o interesado, que fracciona la En este sentido,
compleja realidad absolutizando o presentando de manera unilateral sólo algu- utilizamos el término
en este texto; aunque
nos de su aspectos. no desconocemos que
en un sentido más
genérico y vulgar, se lo
La actitud gnoseológica realista, a diferencia de la ideológica, procura descubrir
utiliza a veces para
la realidad sobre el ser y el deber ser del hombre y la sociedad, y elaborar una teoría designar sencillamente
capaz de describirla de manera completa e integral. Supone la capacidad de sopesar el “conjunto de ideas
de manera equilibrada sus diversos componentes, y de tomar distancia respecto de fundamentales que
caracteriza el pensa-
las propias pasiones e intereses para ajustarnos a la realidad, en vez de pretender ver
miento de una perso-
una “realidad” porque nos conviene. na, colectividad o épo-
ca” (Real Academia
Esta penetración realista sobre la realidad humana nos permite descubrir en ella un Española).
orden. Las cosas no ocurren de cualquier manera, ni deben ocurrir de cualquier mane-
ra.
Las ideologías intentan torcer el orden natural, y con ello, son incapaces de llevar
al hombre y la sociedad a su perfección integral. Como enseña Widow (1988: 179), “lo
verdaderamente opuesto a una ideología no es otra ideología de signo contrario, sino
el orden propio de la existencia humana, determinado por las leyes de la naturaleza y
de la Redención”.
También es común identificar al liberalismo con las ideas “de derecha” y a los so-
cialismos con posiciones “de izquierda”. La clasificación de las ideologías en términos
de “derecha” o “izquierda” es, sin embargo, sumamente confusa. La distinción se apli-
có, por primera vez a la política, en la Francia de la Revolución.
Por eso, a veces se asocia a cada posición con los siguientes postulados:
Izquierda Derecha
Como vemos, se trata de acentos, y la principal objeción que cabe hacer a cada
una no es tanto lo que afirma sino lo que niega, porque ambas tienen parte de razón y
el problema principal aparece cuando se radicalizan las posiciones rechazando las
tesis de la otra columna.
Ser de izquierda es, como ser de derecha, una de las infinitas maneras que el hom-
bre puede elegir para ser imbécil: ambas, en efecto, son forma de la hemiplejia moral.
Además, la persistencia de estos calificativos contribuye no poco a falsificar más aún la
"realidad" del presente, ya falsa de por sí, porque se ha rizado el rizo de las experien-
cias políticas a que responden, como lo demuestra el hecho de que hoy las derechas
prometen revoluciones y las izquierdas proponen tiranías (Prólogo, título IV).
Hay otras diferencias derivadas, que no son tipificantes, pero a veces acompañan
las ideologías:
Por otra parte, tengamos en cuenta también que a veces la derecha o la izquierda
Tengamos presen-
se combinan con otras caracterizaciones. Una cosa es la derecha liberal, que de- te además que tales
fiende a ultranza la propiedad privada y el liberalismo capitalista, como los movimien- tesis pueden sostener-
tos “conservadores”, y otra muy diferente la derecha solidarista, que asume postula- se en diverso grado,
dos de la justicia social (como el peronismo) o incluso totalitaria (como el fascismo o el dando lugar a posicio-
nes muy confusas
nacionalsocialismo). Una cosa es la izquierda liberal, que admite ciertas reglas de la (ultra izquierda, centro
democracia (como podría ser el socialismo o la social democracia); y otra la izquierda izquierda, centro dere-
totalitaria (como podría ser el comunismo). cha, ultra derecha).
Derecha Liberal
Solidarista
Totalitaria
Izquierda Liberal
Totalitaria
Como vemos, son diversos los criterios que se toman en cuenta para distinguir la
“izquierda” y la “derecha”, y ello ha llevado a discusiones interminables sobre si de-
terminada persona o corriente política es de derecha o de izquierda. Lo cierto es que
tales categorías, además de ser imprecisas, no sirven para identificar adecuadamen-
te las teorías sociales, que son muy variadas y con muchos matices. Tampoco resul-
tan útiles para valorarlas; por ejemplo, cambiar por cambiar no tiene sentido, el cam-
bio se justifica si es para mejorar, y por ello, calificar una posición como “conservadora
"Mi actitud hacia el
y tradicionalista” o “progresista y revolucionaria” no tiene significación si no se aclara progreso ha pasado
qué se quiere conservar o cambiar, y de qué manera. De otro modo, no hay auténtico del antagonismo al
progreso. El “progresismo”, en cambio, parece postular que lo pasado es malo por ser aburrimiento. Hace
pasado, y lo nuevo bueno por ser nuevo. Lo que no tiene sentido. Por todas esas ra- mucho tiempo que he
dejado de discutir con
zones, sería preferible descartar el uso de terminología tan ambigua. la gente que prefiere el
jueves al miércoles
Es común a las ideologías, por su falta de fidelidad a la realidad, incurrir en utopí- porque es el jueves."
as. (Chesterton, Gilbert,
New York Times Ma-
gazine, 2/11/23).
Utopía es un proyecto o propuesta totalmente irrealizable, diferenciándose de un
“ideal”, que sí es realizable.
Desvían a las personas de los proyectos sociales realizables por los que de-
berían trabajar.
Pese a tales daños, a veces las utopías tienen de positivo que alientan el cuestio-
namiento de injusticias en el orden vigente, y como siempre pasa, no dejan de po-
seer parte de verdad.
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Se trata de un suceso sumamente complejo y con ribetes polémicos. Se ha teji- “Libertad, igualdad
do una leyenda que la presenta como cuna de “libertad, igualdad y fraternidad”, y su y fraternidad” es el
obra como una contribución definitiva a la civilización. lema de la Revolución.
El 5 de mayo de 1789, el rey Luis XVI convoca a los Estados Generales en París
a fin de obtener apoyo para la imposición de impuestos que permitan salir de la crisis
financiera reinante, sin suprimir la exención tributaria que beneficiaba a la nobleza en
un clima de pobreza debida a las malas cosechas.
Sin embargo, el 17 de junio el Tercer Estado y el bajo clero se separan de los Es-
tados Generales y proclaman la Asamblea Nacional, que el 9 de julio se transforma
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en Constituyente para dar una nueva Constitución a Francia y así terminar con los
privilegios y el absolutismo del monarca.
Una vez derrotado Napoleón, se restaura la monarquía; luego derrocada por la II Tales ideas habían
República, seguida del II Imperio de Napoleón III, y la III República en 1848. sido difundidas por las
logias u organizacio-
nes masónicas, en-
La Revolución Francesa constituye el intento de desarrollar y construir la socie- tendiendo por tales
dad y el derecho que la regula desconociendo todo vínculo o dependencia del sociedades secretas
hombre para con la religión (naturalismo político), la tradición (revolución), las a las que se ingresaba
circunstancias concretas (racionalismo) y la comunidad (individualismo) me- a través de un jura-
mento y que tenían su
diante la exaltación de la autonomía y la libertad personal (liberalismo). jerarquía, normas de
obediencia, e incluso
un culto a un Dios
El racionalismo la llevó a pensar que sus soluciones, en gran medida arbitrarias, “racional”. Se decían
eran incluso universalmente válidas para cualquier pueblo o nación; por eso, el inten- “humanistas” y comba-
to de exportar su modelo político, constitucional y civil. También llevó a dividir Francia tían con odio a la reli-
en regiones matemáticamente perfectas (ochenta y tres piezas regularmente cuadra- gión.
das, de dieciocho leguas por dieciocho), pero con total desatención de la realidad geo-
gráfica, histórica y social. El carácter revolucionario la llevó a pretender reconstruir
Francia desde cero. Incluso cambiaron
el calendario para
convertir el año de la
El individualismo a enunciar largas listas de derechos individuales como si el fin revolución en año 1.
de la sociedad se limitara a proteger la libertad, la propiedad, la seguridad; como si
casi bastara con su conocimiento para obtener su vigencia y para obtener el bien co-
mún, sin requerirse también el cumplimiento de las responsabilidades y los deberes
sociales, y como si hubiesen sido siempre desconocidos hasta ese momento.
La Ley de Le Chapelier, del mismo año, disolvía los gremios y prohibía su activi-
dad y las huelgas, considerando delito la actividad sindical. Tendrían que pasar más
de 100 años para que Francia reconozca la existencia de sindicatos.
Ahora bien, ninguna obra humana se lleva adelante sobre la base de principios in-
coherentes con la realidad sobre el hombre, la sociedad y la política, sin consecuen-
cias.
Inestabilidad política,
sufrimiento del tejido social,
violencia desbordada,
incoherencia.
Inestabilidad política
Cómo conseguir que un régimen impuesto artificialmente a un grupo social sea ca-
paz de durar en el tiempo? Basta recordar la sucesión de regímenes políticos que
se desarrollaron en la Francia pos-revolucionaria, en tan pocos años. Seis constitu-
ciones diferentes en 20 años:
En última instancia, son las sociedades las que pagan el precio de los intentos de
ajustarla a cánones que no resultan adecuados a su realidad. De hecho Francia, luego
de la Revolución, relegó su papel de primera potencia europea.
Violencia desbordada
Las campañas para someter a grupos populares disidentes, como los campesinos
de la Vendée, fieles a la religión católica, no ahorraban ninguna gota de sangre. Uno
de los generales franceses informaba a París el resultado de sus operaciones:
Conforme vuestro mandato, he arrojado los niños a las patas de los caballos. He
mandado acuchillar a las mujeres que seguramente ahora no pondrán otros hijos en el
mundo. No se me puede echar en cara ningún prisionero: lo he aniquilado todo. Los
caminos están sembrados de cadáveres que, en algunos sitios, forman verdaderas pi-
rámides. En Savenay se fusila continuamente, pues a cada instante llegan ladrones
que se rinden. No hacemos prisioneros, se les habría de dar el pan de la libertad, y la
compasión no es negocio de la Revolución (“Informe del General Westerman a la Co-
misión de Bien Público”, citado por Calderon Bouchet 1967: 102)
Incoherencia
La Revolución hablaba de igualdad, y resulta que prohibió el voto a las personas La esclavitud fue
libres pero de color (Martin 1999: 91) y a los asalariados (Constitución de 1795, art. 13 suprimida (sólo nomi-
nalmente) recién 4
inc. 3). De hecho, suprimió la servidumbre pero mantuvo vigente la esclavitud en terri-
años más tarde, para
torios bajo dominio francés. ser restablecida en las
leyes en 1802 y man-
La supresión de la nobleza en rigor constituyó un reemplazo de la nobleza de la tenida por Napoleón.
espada por la nobleza del dinero. La desigualdad de nacimiento fue reemplazada por
la desigualdad de la fortuna. Las Constituciones de 1791 y de 1795 establecieron el
sufragio censitario: sólo votaban quienes pagaran impuestos equivalentes a tres jorna-
les, y con ello sólo elegían a los electores. Napoleón acentuó esta igualdad de los
burgueses, colocando al asalariado en situación de inferioridad, pues lo sometía al
poder de policía de sus patrones.
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Conclusiones
El liberalismo individualismo
Con la revolución francesa, cobra relevancia política una de las ideologías sociales
más difundidas que se conoce como “liberalismo individualista” (también llamado
individualismo liberal), de la que no fue, sin embargo, manifestación totalmente fiel.
En este marco, todo lo que supone límites a la libertad humana (la legislación, el
gobierno, el estado, los intereses comunitarios, los deberes sociales, la solidaridad)
debe ser reducido al máximo, y en todo caso visto como un mal necesario quizás en
algunos casos.
Así surge entonces
Los derechos de los individuos deben ser fortalecidos, y los poderes de las autori- la “división de poderes”
dades divididos, limitados y controlados. Nadie es mejor juez que uno mismo, y por de la República
tal razón, el estado no debe interferir en las decisiones personales, sino sólo coordinar
las libertades de unos para que no impongan a los demás cosas que no desean. Re- Al capitalismo libe-
ral, lo llamaremos en
clamó también la indiferencia del gobierno en materia religiosa, y en algunos casos, adelante: liberalismo
directamente la total separación de la Iglesia y el estado. capitalista.
Para este tema,
En el ámbito económico, el liberalismo alienta la instauración del capitalismo libe- ver: Smith (1985) y
ral: Mises (2007).
El estado se vuelve
La libertad exige la posibilidad de desarrollar libremente el comercio y la in- “abstencionista” o
dustria, y de disponer discrecionalmente de la propiedad privada, sin tra- “gendarme”
bas o imposiciones de la autoridad.
A este efecto de-
rrame parece referirse
La autoridad debe ser mínima, ocupada sólo de un número muy limitado de Juan Pablo II al expre-
cuestiones. sar que “¡Los pobres
no pueden esperar!
La economía prosperará y se desarrollará para el bien de todos por la vigen- Los que nada tienen
no pueden aguardar un
cia de la ley de la competencia: los agentes económicos tratarán de produ- alivio que les llegue
cir mejor y más barato y de atender mejor a los consumidores para maximi- por una especie de
zar sus ganancias y triunfar sobre sus competidores; y de la oferta y la de- rebalse de la prosperi-
manda: los precios variarán según el deseo que tengan las personas de dad generalizada de la
sociedad.” (Juan Pablo
adquirirlos y los productores de ofrecerlos. Toda intervención del estado II, Discurso a los Dele-
en este proceso es negativa porque reduce incentivos a la producción, gados de la Comisión
creando desabastecimiento, desempleo, privilegios, rigidez, etc. Dejando li- Económica para la
bertad se desarrollará la producción, crecerá la riqueza, y al final se benefi- Comisión Económica
para América Latina y
ciarán todos por el efecto “derrame” sin necesidad de establecer formas el Caribe (CEPALC),
Santiago de Chile, 3 de
abril de 1987).
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Libertad de expresión: cada uno tiene el más amplio derecho de decir, pen-
sar o publicar lo que desee. Sobre todo, hacen hincapié en la libertad de
prensa y son enemigos acérrimos de toda censura o control moral.
Los grupos sociales no deben anular la legítima libertad de las personas que
la integran, ni puede disponer de sus bienes desconociendo su dignidad.
No comprende que el ser humano es por naturaleza un ser social, y que como
tal, debe buscar su bien como bien común, en cooperación con los otros.
Por eso, si bien la sociedad debe proteger los derechos de las personas, no
se agota ahí su papel, sino debe promover el bien común y asegurar que
las personas cumplan con sus deberes. Y por ello el individuo no debe re-
clamar una libertad que desconozca sus obligaciones sociales.
Tampoco comprende que una autoridad mínima deja a los individuos débi-
les a merced de los que son más poderosos (económicamente, por ejem-
plo). Por eso se lo ha descripto con la fórmula “zorro libre en gallinero libre”.
Dejar absoluta libertad de prensa significa poner a los ciudadanos a mer-
ced de lo que las grandes empresas de comunicación (radio, diario, televi-
sión) deseen publicar o silenciar. No toda libertad de expresión debe ser
admitida, porque puede ser dañosa para la comunidad.
Es importante entonces no olvidar que los regímenes totalitarios que vamos a estu-
diar a continuación, no son sino hijos del liberalismo, nacidos a raíz de sus conse-
cuencias.
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Las ideologías totalitarias son llamadas así porque porque sólo les interesa el
“todo”, el grupo social, y las personas sólo son consideradas con valor como
“partes” de ese todo.
Ello lleva a legitimar violaciones de los derechos de las personas cuando se con-
sidera beneficioso para la mayoría. Cuando Estados Unidos resolvió arrojar las bom-
bas atómicas sobre dos ciudades muy pobladas de Japón en 1945, razonó de manera
utilitarista: si se arroja la bomba se provocan algunas muertes y destrozos, pero se
pone fin a la guerra y así se evitan más muertes y destrozos… Claro, no importaron
los derechos de los niños, mujeres, ancianos, que habitaban pacíficamente Hiroshima
y Nagasaki, cuya violación directa y deliberada no podía justificarse pues no se trataba
de “agresores”.
al totalitarismo (Cf Massot 1990). Los niños eran propiedad del estado, no pertenecían
a sus padres, y eran preparados desde su nacimiento para las funciones estatales.
Los que no resultasen útiles (los bebés enfermos, por ejemplo) eran asesinados. La
educación de la clase superior, esparciata, era fundamentalmente de preparación mili-
tar, completada con la vida al aire libre y flagelaciones crueles para endurecerlos. En-
tre los veinte y los sesenta años todo su tiempo estaba dedicado al servicio obligatorio
del estado, viviendo en cuarteles bajo vigilancia estricta. Lo ilotas, clase inferior, eran
considerados siervos.
El marxismo
Se conoce como marxismo a las ideas y doctrinas sostenidas por Carlos Marx
(1818-1883). Gran parte de ellas han sido escritas y elaboradas en colaboración con
Friederich Engels (1820-1895). Como ocurre con todas las ideologías, reconoce va-
riantes y corrientes diversas. No es exactamente lo mismo lo que enseñó Marx, que
lo que desarrollaron, en base a sus ideas, Lenin o Stalin en Rusia, Mao en China, o
Fidel en Cuba. Por razones de espacio, no podemos aquí entrar en tantos detalles, y
pedimos nos disculpen algunas imprecisiones.
Sostiene el marxismo que la realidad es sólo material, y que se mueve por las
contradicciones generadas en ella en virtud de la lucha y oposición entre los
contrarios.
Siendo real únicamente lo material, el ser humano carece de una dimensión espi-
ritual, e incluso de una entidad relevante en sí y por sí mismo: es sólo el conjunto de
sus relaciones sociales.
Políticas: el estado es creado para proteger sólo los intereses de los opreso-
res y el hombre se somete a él, etc.
Llevadas al plano social, tales ideas condujeron al marxismo a sostener que toda Es lo que se llama
sociedad está constituida por dos grupos en permanente y necesario conflicto: un clasismo o lucha de
grupo opresor y un grupo oprimido. clases.
De este modo,
Por cultura entien-
den: moral, religión,
la historia de la sociedad es la lucha de una clase dominante que quiere oprimir organización familiar,
económicamente a una clase dominada. Y para lograrlo y vencer las resistencias derecho, instituciones
se sirve de la cultura. políticas, educación,
etc)
Por otro lado, entiende que como el único que trabaja es el obrero, él debería ob-
tener toda la ganancia; en cambio, el burgués (dueño de los medios de producción)
paga un salario menor y se queda con las ganancias (“plusvalía”); por este motivo,
considera que el sistema de salarios es de por sí injusto.
De este modo, el orden social evoluciona a partir de la lucha entre clases domina-
das y dominantes por la opresión y desigualdad económica. La causa de esta des-
igualdad y lucha es la propiedad privada: algunos tienen bienes y otros no. Entonces,
para eliminar la lucha de clases y obtener la igualdad es necesario que desaparezca
la propiedad privada, que es la fuente de las desigualdades.
Ö
Concentración de la propiedad privada Desaparición de la propiedad privada
Lucha de clases: proletarios vs. Bur- Estado socialista: único dueño de los
gueses bienes de producción, a cargo de la
actividad económica.
È
+
Ø
Estado socialista
Sociedad socialista
Administración
De una manera muy simplificada, podemos sintetizar así los postulados del
marxismo:
Amoralismo: como vimos recién, el proceso que lleva a la implantación del Por eso, su odio
hacia aquellos que se
comunismo no es libre ni optativo, es necesario e imperioso. Es una ley his- empeñan en hacer
tórica tan necesaria como la gravedad. Por eso, el proceso revolucionario desaparecer las injus-
no puede ser juzgado moralmente como bueno o malo: es así, inevitable- ticias sin la revolución
mente. Y como para producirse necesita injusticias (opresión), cada vez ma- socialista, como tantas
obras de caridad de
yores, resulta que el marxismo se nutre y necesita las injusticias. Ateísmo instituciones cristianas,
militante: la religión será o un invento de la clase dominante para hacer porque le quitan su
creer a los dominados en otra vida y que de ese modo no se rebelen; o un base de sustentación
invento de los oprimidos representando su rebeldía; es siempre una crea-
ción del hombre. Engels la llamó “el opio de los pueblos”, porque deja al
pueblo drogado haciéndole creer en una felicidad posterior a esta vida; por
eso, el estado marxista persigue toda religión. Sólo admite “la religión del “La base filosófica
del marxismo es el
hombre” (el culto del hombre), porque no lo aliena, es decir, no lo hace de- materialismo dialécti-
pender de otro. Después de 20 años de revolución comunista, por ejemplo, co…, materialismo
quedaban en la Unión soviética sólo diez sacerdotes católicos libres y sólo indiscutiblemente ateo
once iglesias abiertas al culto. y resueltamente hostil
a toda religión” (Lenin,
Sobre la religión, capí-
Anarquismo de base: la autoridad es un mal porque nos somete al poder tulo II).
de otro, y debe ser eliminado en la comunidad comunista. El estado, el de-
recho, la patria, la familia y la moral “occidental” son instrumentos de la cla-
se dominante para oprimir económicamente a los dominados; generan
alienación. Luego de la dictadura del proletariado deben desaparecer. Pero
para conseguir la sociedad comunista, admite la instalación de una violenta
dictadura socialista.
la militarización de la sociedad; y
Claro que existieron divergencias dentro del mismo marxismo soviético. Trotski,
por ejemplo, alentaba la difusión del comunismo en otros estados (“revolución perma-
nente”); Stalin, triunfador en la disputa, consolidar el comunismo en la Unión Soviética
y sus países limítrofes y luego negociar diplomáticamente con occidente.
supone para todo hay una última determinante económica, restando rele-
vancia a otros móviles o motivos más determinantes en las personas;
ser finito y dependiente. Y por eso también el odio marxista a todo postulado
o principio absoluto fuera del hombre, sea una moral natural, sea una reli-
gión.
Como se nutre y necesita de la injusticia para que se implante su ansiada re- Por ello, por ejem-
volución, el marxismo es intrínsecamente injusto e incapaz de valorar la plo, los guerrilleros
marxistas argentinos
justicia. No puede anhelar una mejora en las condiciones de justicia, porque asesinaron sindicalis-
ello obstaculizaría la revolución. tas que obtenían mejo-
ras graduales para la
Pero quizás el error más grande del marxismo esté en la “solución” que preten- situación de los obre-
de dar al problema de la injusticia económica: prohibir la propiedad privada, la ros.
legítima libertad, la familia, la práctica religiosa etc. Solucionar una injusticia con
más injusticia.
Y peor aún, creer que la solución no viene tratando de evolucionar hacia situacio-
nes más justas por medio de la cooperación sino incentivando las disputas, el resen-
timiento, el odio y la discordia entre las clases y estableciendo una revolución violen-
ta y opresora.
El nacionalsocialismo
Una ideología totalitaria que se desarrolló enfrentando las tesis del liberalismo y las
crisis a las que dio lugar es el nacionalsocialismo o “nazismo”. Se trató de una ideo-
logía de origen y despliegue fundamentalmente en Alemania, aunque no faltaron ni
faltan seguidores en otras naciones. Corresponde al III Reich (Imperio) fundado por
Adolf Hitler (1889-1945).
Los Tratados de Versalles (1919), al imponer estas limitaciones armamentísticas, En 1919 hubo en
invocaron la necesidad de asegurar la paz y encaminar a todos los países hacia un Alemania 800.000
muertes por causa del
desarme que aleje el peligro de la guerra. En los hechos, forzaron al pueblo alemán a
hambre y de la desnu-
graves humillaciones, privaciones económicas, crisis, elevada inflación y pobreza. trición
El abuso de los vencedores fue tan grave que el mismo Senado Norteamericano se
negó a ratificar el Tratado de Versalles, y el economista inglés John Maynard Keynes,
lo calificó de “criminal” y le dedicó su famoso libro Las consecuencias económicas de
la paz (1919). Keynes era asesor financiero de la corona de Inglaterra y argumentó
que las reparaciones que se imponían a Alemania eran excesivas, que llevarían a la
economía alemana a la ruina y resultarían en futuros conflictos para Europa.
Tal situación llevó a un crecimiento de los votos que recibían los dos principales
partidos totalitarios: el Partido Comunista Alemán (KPD) y el Partido Nacional So-
cialista Alemán (NSDAP). Éste último tuvo su origen en el Partido Obrero Alemán,
pero reformulado por Hitler con un programa que acentuaba las demandas naciona-
listas, alentando devolver a Alemania su antigua grandeza, resistir las pretensiones de
los vencedores de la guerra, culpar al pueblo judío de la postración del país, y esta-
blecer un sistema centralizado en el que todos los poderes quedarían en manos del
Estado, en el marco de una constitución jerárquica, que conduciría a la nueva
grandeza.
Si quisiéramos sintetizar las ideas del nazismo, podríamos indicar las siguientes:
nación.
Racismo: existen razas superiores (la raza aria) que naturalmente debe pre-
valecer y proliferar, frente a las razas inferiores (como la judía) que deben Famoso fue el mé-
subordinarse y tender a desaparecer. Incluso debe purgarse a la comunidad dico Josef Mengele por
nacional de sus sectores inferiores (discapacitados, homosexuales), a través el uso que hacía de
estos seres humanos
de la eugenesia (esterilizaciones, eutanasias, ejecuciones). En particular, para sus experimentos.
Hitler atribuía al pueblo judío la responsabilidad por el sometimiento econó-
mico y financiero de las naciones. 2
2
“Pero no me queda duda del hecho de que si los pueblos de Europa son nuevamente tratados como un
conjunto de acciones por estos conspirados monetarios y financieros internacionales, entonces esa raza,
de nuevo, que es la culpable de esta lucha asesina, también tiene que ser responsabilizada: los judíos. Y
luego tampoco me queda duda de que este tiempo no permitirá que millones de niños arios europeos
mueran de hambre, ni millones de adultos sufran la muerte, ni cientos de miles de mujeres sean incendia-
das y bombardeadas hasta morir en sus ciudades, sin que el verdadero culpable expíe su culpa” (Hitler
1945).
3
“Esta aniquilación de naciones por parte de los judíos bolcheviques y sus colaboradores occidentales
solo puede enfrentarse de una manera: usando toda la fuerza, el extremo fanatismo y la firmeza obstina-
da que la misericordia de Dios da a los hombres en los tiempos duros para que puedan defender sus
propias vidas” (Hitler 1945).
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4
“El estado protege la religión, con la única condición de que la religión no se utilice para encubrir finali-
dades políticas. Hubo un tiempo… en el que el Liberalismo era opuesto a la Iglesia, mientras el marxismo
era antirreligioso. Pero ese tiempo es pasado. El nacionalsocialismo no se opone a la Iglesia ni es antirre-
ligioso, al contrario, se sostiene en las bases de un verdadero cristianismo. Los intereses de la Iglesia no
pueden dejar de coincidir con los nuestros como ser la lucha contra los síntomas de degeneración del
mundo de hoy, nuestra lucha contra la cultura bolchevique, contra el movimiento del ateísmo, contra la
criminalidad, y nuestra batalla por la conciencia de comunidad en nuestra vida nacional, para terminar con
el odio y la desunión entre las clases, contra la guerra civil y la discordia. Estos no son principios anticris-
tianos sino cristianos” (Hitler 1934).
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Alemania estuvo ocupada (repartida) por los aliados durante décadas. Los parti-
dos inspirados en el nazismo, la propaganda o reivindicación del nazismo, o incluso
la revisión histórica que ponga en duda las acusaciones que se realizaron contra él,
están prohibidos y considerados delito en varios estados como Alemania, Austria,
Francia o Israel 5.
Ni hace falta mencionar que los “aliados” tuvieron gran parte de responsabilidad
en el surgimiento del nazismo y el desencadenamiento de la guerra mundial por el
abuso del que hicieron víctima a Alemania a partir del tratado de Versalles.
El racismo, por otro lado, no fue monopolio exclusivo del nazismo: Inglaterra
Como podemos
siempre despreció las poblaciones de los países africanos y asiáticos, Francia discri-
ver, el nazismo es una
minó injustamente a sus propios combatientes oriundos de sus colonias en África, im- ideología con algunas
notas características, y
debe evitarse el uso de
la expresión para de-
signar otras diferentes,
como ocurre a veces,
5
Es famosa la condena recibida por el historiador inglés David Irving, que luego de varios años de inves- indebidamente, con el
tigación publicó obras sobre la segunda Guerra Mundial, enseñó que no había constancias de un propósi- peronismo o con dicta-
to intencional de Hitler de asesinar judíos a través de Cámaras de Gas en los campos de concentración duras militares lati-
(decía que en su mayoría los judíos recluidos habían muertos fruto del hambre y la carestía en la que se noamericanas.
encontraba Europa del este al final de la guerra, por la falta de suministros). Sus observaciones fueron
consideradas delito en varios estados, en los que fue detenido y tiene prohibido el ingreso.
Morelli
07 – Doctrina Social de la Iglesia – Las ideologías sociales 34
El fascismo
El fascismo fue más un movimiento que una ideología completa. La ideología se
fue construyendo con el tiempo y la necesidad práctica. Fue autoritario, pero mucho
más moderado en sus alcances y postulados que el marxismo y el nacionalsocialis-
mo.
6
La película francesa “Indigenes”, estrenada en 2006, da cuenta de la discriminación e ingratitud de los
franceses hacia los soldados africanos y asiáticos de sus colonias que combatieron para liberarla de la
ocupación nazi.
Morelli
07 – Doctrina Social de la Iglesia – Las ideologías sociales 35
Jerarquía: los hombres no son todos iguales, y postular tal igualdad quimé-
rica destruye las responsabilidades, el orden y la disciplina social. Sin em-
bargo, a diferencia del nacionalsocialismo, el fascismo no es xenófobo ni ra-
cista (aunque su alianza con Alemania la llevó a sancionar algunas leyes de
mitigado racismo).
Por otro lado, el fascismo exaltó la nación, y comprendió que para muchas nacio-
nes su religión es algo que hace a su grandeza y su ser nacional. Y por eso, recono-
ció la práctica religiosa del pueblo, y tratándose de la nación italiana, la religión cató-
lica, que la identifica y distingue. Así, a tres meses de gobierno restituyó los crucifijos
en las aulas y la enseñanza religiosa en las escuelas.
Con el tiempo, sin embargo, fue aumentando el aprecio por la Iglesia católica.
Después de años en que la Santa Sede era despojada de extensos territorios pontifi-
cios por los dirigentes italianos, el régimen fascista firma con ella los “Acuerdos de
Letrán” (1929), por los que Italia reconoce el estado del Vaticano, lo indemniza por
sus pérdidas territoriales, declara la mutua independencia y colaboración de la Igle-
sia y el Estado, y hace de la religión católica, prácticamente, la religión oficial del
estado italiano. En virtud de ello la Iglesia católica tuvo intervención fundamental en la
educación (elección de docentes y selección de textos) y en la regulación del matri-
monio (reconocimiento civil del matrimonio religioso y prohibición del divorcio), entre
otras cosas. Con el tiempo la adhesión del fascismo al catolicismo fue creciendo, y hay
testimonios de que Mussolini, el antiguo socialista ateo, se convirtió sinceramente a
la Fe católica recurriendo con frecuencia a la confesión (Innocenti 2006: 335).
Como vimos, una de las manifestaciones del fascismo fue el corporativismo. Apa-
reció en Europa como otra reacción frente al individualismo y la desigualdad generada
por la vigencia del liberalismo capitalista. Consistió, básicamente, en reconocer la ne-
cesidad de dirección o control de la economía, pero en lugar de asignarla al estado se
buscaba a través de la intervención de organismos infrapolíticos (“cuerpos interme-
dios”), y en particular, de organizaciones económicas como los gremios y los grupos
empresarios. En los hechos, sin embargo, el corporativismo fascista fue fuertemente
dirigido por el estado y con connotaciones autoritarias.
7
“Un Estado sólo puede ser victorioso en la lucha contra otro Estado. Puede concretar entonces su victo-
ria impulsando, por ejemplo, un cambio de régimen, una cesión territorial, el pago de una indemnización,
el desarme del ejército, un sistema determinado de alianzas políticas o económicas. Cuando se lucha
contra un Estado, se tiene enfrente una realidad material que puede ser aferrada, golpeada, mutilada,
transformada; pero cuando se lucha en contra de una religión, no se logra individuar un blanco específico:
la simple resistencia pasiva de los sacerdotes o de los creyentes es suficiente para desarmar el ataque
del Estado” (Mussolini 1934).
Morelli
07 – Doctrina Social de la Iglesia – Las ideologías sociales 38
Reconoce la religión;
la alianza con la Alemania Nazi (lo que la llevó a introducir una forma mitiga-
da de leyes racistas),
Claro que no es fácil analizar al fascismo como conjunto, dado que dentro del fas-
cismo existieron fuerzas y sectores con diferentes postulados, y estuvo en el poder
más de 20 años conociendo momentos y políticas mejores y otros más cuestionables.
Por otro lado, como escribe Lamas (1990: 164), “no puede ser el mismo el juicio
sobre la doctrina fascista, tal como ella se plasmara a través de los discursos y escri-
tos de su fundador y de sus principales ideólogos, que sobre las realizaciones del ré-
gimen”.
La doctrina fascista es mucho más negativa que lo que fue su moderada imple-
mentación, a la que hay que reconocer logros importantes, y entre ellos, salvar a
Italia de caer en manos del comunismo marxista sin para ello ceder al liberalismo capi-
talista.
De allí que ha sido común que pensadores católicos empezaran a hablar de “la Re-
volución”, haciendo referencia no a una revolución concreta, sino a la pretensión de
destruir los cimientos cristianos de la sociedad para “reconstruirla” sobre los postu-
lados de las ideologías. Si bien tales tentativas son antiguas, desde la Revolución
francesa se han visto operar con mayor virulencia.
Hoy en día no es sólo la Ciudad Eterna e Italia las que están amenazadas, sino todo
el mundo. ¡Oh, no nos preguntéis quién es el "enemigo" y bajo qué aspectos se presen-
ta! Se encuentra en todo lugar y en medio de todos: Sabe ser astuto y violento. En es-
tos últimos siglos intentó realizar la disgregación intelectual, moral, social de la unidad
en el misterioso organismo de Cristo. Quiso la naturaleza sin la gracia; la razón sin la
fe; la libertad sin autoridad; y a veces la autoridad sin la libertad. Es un "enemigo" que
se ha hecho cada vez más concreto, con una ausencia de escrúpulos que sorprende:
¡Cristo sí, la Iglesia no! Después: ¡Dios sí, Cristo no! Finalmente el grito impío: Dios es-
tá muerto; e incluso, Dios nunca existió. Y he aquí ahora la tentativa de edificar la es-
tructura del mundo sobre bases que no dudamos en indicar como principales respon-
sables de la amenaza que pesa sobre la humanidad: una economía sin Dios, un dere-
cho sin Dios, una política sin Dios. El "enemigo" se ha esforzado para que Cristo resul-
te extraño en las universidades, en la escuela, en la familia, en la administración de jus-
ticia, en la actividad legislativa, en las asambleas de las naciones, donde quiera que se
Morelli
07 – Doctrina Social de la Iglesia – Las ideologías sociales 40
decida la paz o la guerra. Al presente él corrompe el mundo con una prensa y con unos
espectáculos que matan el pudor en los jóvenes y en las jóvenes y destruyen el amor
entre los esposos; él inculca un nacionalismo que conduce a la guerra (Pío XII, 1952)
Por otro lado, una actitud crítica. Eran necesarias palabras esclarecedoras
respecto a las ideologías que se disputaban el gobierno de estados y socie-
dades, y los pensadores católicos y los pastores no dejaron de reflexionar
sobre ellas marcando sus aspectos desviados. Vamos a ocuparnos aquí,
brevemente, de estas llamadas de atención.
Sin embargo, para comprender la actitud de la Iglesia frente a las ideologías resul-
tan imprescindibles cuatro advertencias:
La segunda: una cosa es el juicio que puede merecer una ideología en abs-
tracto, y otra el que corresponde a un movimiento político o social que dice
inspirarse en la ideología. Las acciones que se emprenden no siempre son
totalmente fieles o coherentes con las ideologías que dicen seguir, y por eso
las valoraciones pueden variar.
8
“Hoy día, los grupos cristianos se sienten atraídos por las corrientes socialistas y sus diversas evolucio-
nes. Tratan de reconocer en ellas un cierto número de aspiraciones que llevan dentro de sí mismos en
nombre de su fe. Se sienten insertos en esta corriente histórica y quieren realizar dentro de ella una ac-
ción. Ahora bien, esta corriente histórica asume diversas formas bajo un mismo vocablo, según los conti-
nentes y las culturas, aunque ha sido y sigue inspirada en muchos casos por ideologías incompatibles con
la fe… La vinculación concreta que, según las circunstancias, existe entre ellas, debe ser claramente
señalada, y esta perspicacia permitirá a los grupos cristianos considerar el grado de compromiso posible
en estos caminos, quedando a salvo los valores, en particular, de la libertad, la responsabilidad y la aper-
tura a lo espiritual, que garantizan el desarrollo integral de hombres y mujeres.” (Pablo VI 1971: n. 31).
Morelli
07 – Doctrina Social de la Iglesia – Las ideologías sociales 43
que se revela la renovación y la fidelidad que siempre deben aparecer unidas en el ca-
minar de la Iglesia (Fosbery 1999: 601).
De más está aclarar que el rechazo a las ideologías no implica, desde ya, rechazo a
las personas que las sostienen. Justamente al contrario. Se rechazan las ideologías
por el daño que causan, entre otros, a los mismos que las sostienen, al no permitirles
comprender la realidad tal como es y llevarlas a comportamientos indignos del hom-
bre. Como enseñaba San Agustín, “debemos odiar el error, pero amar al que ye-
rra”. Justamente, es el mismo amor al que yerra el que nos lleva a tratar de liberarlo
del error y de liberar a todas las personas de las consecuencias de éste.
El tema de la actitud tomada por la Iglesia frente a las ideologías es materia suma-
mente delicada y, generalmente, tergiversada intencionadamente por los medios de
comunicación social. Es por ello que nos vemos obligados a darle un tratamiento más
extenso, abundando en citas y expresiones literales.
El cristiano que quiere vivir su fe en una acción política, concebida como servicio,
tampoco puede adherirse sin contradicción a sistemas ideológicos que se oponen radi-
calmente o en los puntos sustanciales a su fe y a su concepción del hombre: ni a la
ideología marxista, a su materialismo ateo, a su dialéctica de violencia y a la manera
como ella entiende la libertad individual dentro de la colectividad, negando al mismo
tiempo toda trascendencia al hombre y a su historia personal y colectiva; ni a la ideolo-
gía liberal, que cree exaltar la libertad individual sustrayéndola a toda limitación, estimu-
lándola con la búsqueda exclusiva del interés y del poder, y considerando las solidari-
dades sociales como consecuencias más o menos automáticas de iniciativas individua-
les y no ya como fin y un criterio más elevado del valor de la organización social
(1971c: n. 26).
Morelli
07 – Doctrina Social de la Iglesia – Las ideologías sociales 44
Juan Pablo II, que sufrió en carne propia el nazismo y el comunismo marxista, re-
cordó “toda la tragedia que ha afectado a Europa durante este siglo, marcado por los
grandes males del fascismo, el nazismo y el comunismo” (1998b), y sin olvidar los ma-
les del liberalismo, no dejó de repetir que:
Los indecibles sufrimientos de los pueblos y de las personas, entre ellas no pocos
amigos y conocidos míos, causados por los totalitarismos nazi y comunista, siempre
me han interpelado íntimamente y animado mi oración (2002a).
He podido conocer, por decirlo así, desde dentro, los dos sistemas totalitarios que
han marcado trágicamente nuestro siglo: el nazismo de una parte, con los horrores de
la guerra y de los campos de concentración, y el comunismo, de otra, con su régimen
de opresión y de terror (1996b).
La afirmación de esta verdad era sólo una invocación de la justicia histórica para es-
ta nación (Polonia), que había afrontado tantos sacrificios en la liberación del continen-
te europeo de la nefasta ideología nazi, y que había sido vendida como esclava a otra
ideología destructiva: el comunismo soviético (2005b).
El principio de que un hombre sólo puede ser obligado a obedecer las leyes si
ha adherido a ellas y por ello que su voluntad y libertad es el único funda-
mento de la obediencia y el único criterio legítimo para valorar su ejercicio.
el indiferentismo en virtud del cual se afirma que todas las ideas tendrían el
mismo valor, y con fundamento en él
Por su parte, el Papa Pío IX (beatificado por Juan Pablo II) en su Encíclica Quanta
Cura (1864) sobre los errores modernos, denuncia el “naturalismo” que propone a los
estados gobernar como si no existiese religión, o al menos sin hacer ninguna diferen-
cia entre las religiones, separando totalmente la Iglesia y el Estado. El mismo Pontífi-
ce, en la Carta Per Tristissima (1873) denuncia la confusión, el peligro y el daño que
provocan los llamados “católico liberales” y los que intentan “conciliar” la doctrina
cristiana con las de las ideologías.
Sin embargo, fue el Papa León XIII el que dedicó enseñanzas más sistemáticas
contra el liberalismo.
9
Si bien la pertenencia a la masonería deja de mencionarse expresamente como delito en el Código de
Derecho Canónico de 1983, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida por el Cardenal
Joseph Ratzinger (hoy Papa Benedicto XVI), hizo pública la Declaración Quasitum est (26/11/83) aclaran-
do que la falta de mención expresa se debe a un criterio de redacción pero “se mantiene inmutable el
juicio negativo de la Iglesia respecto a las asociaciones masónicas, ya que sus principios han sido consi-
derados siempre inconciliables con la doctrina de la Iglesia y por ello la adscripción a las mismas perma-
nece prohibida. Los fieles que pertenecen a las asociaciones masónicas están en estado de pecado grave
y no pueden acceder a la Santa Comunión”.
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07 – Doctrina Social de la Iglesia – Las ideologías sociales 46
Las mismas críticas al liberalismo y la Revolución francesa se reiteran en otros Pío XII, Alocución a
pronunciamientos posteriores, y son recordados en el Catecismo de la Iglesia Católica editores, directores y
(n. 2104 a 2109). escritores de grandes
organismos de prensa
de EE.UU. (11/7/1946),
Es doctrina reiterada por los Papas: Discurso al patriciado
romano (8/1/1947),
el rechazo a concebir la libertad como no sujeta a los límites de la verdad y Encíclica Miranda
la justicia, especialmente referida a la prensa y los medios de comunicación, Prosus (8/9/1957),
Concilio Vaticano II,
y Decreto Inter mirifica
sobre los medios de
el recuerdo del deber del estado de custodiar la verdad y justicia de lo que comunicación social
se expresa y difunde. (4/12/1963), Paulo VI,
Alocución a los partici-
pantes en el Seminario
Juan Pablo II, recientemente, recordó varias veces que la libertad debe estar aso- de la ONU sobre la
ciada a la verdad y no ser defendida desvinculada de ésta. libertad de información
(17/4/1964), Discurso
Hay que recordar en particular la encíclica Libertas praestantissimum, en la que se al XV Congreso Inter-
ponía de relieve la relación intrínseca de la libertad humana con la verdad, de manera nacional de la Prensa
periódica (1/5/1965) y
que una libertad que rechazara vincularse con la verdad caería en el arbitrio y acabaría
Discurso a la Jornada
por someterse a las pasiones más viles y destruirse a sí misma (Juan Pablo II 1991b: n. Mundial de las comu-
4). nicaciones sociales
(2/5/1967).
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[Sin embargo] “diversas fuerzas, guiadas a menudo por una falsa ideología de liber-
tad, tratan de apropiarse de este terreno… Ruidosa propaganda de liberalismo, de li-
bertad sin verdad y responsabilidad (Juan Pablo II 2002b).
Todo ello no impide que como ya hemos señalado, la actitud general de la Iglesia
en los últimos años busca más bien reconocer puentes de diálogo con las ideologías
modernas que condenar sus desviaciones. No extraña por eso que Juan Pablo II
(1980) recuerde a los franceses que los ideales de libertad, igualdad y fraternidad
son herencia que recibieron del cristianismo. Y destaque cómo la Revolución france-
sa contribuyó a difundir esos legítimos ideales, aunque sin olvidar que lo fue a costa
de la sangre de muchísimas personas en la guillotina y de la violación permanente de
muchos de esos mismos principios (Juan Pablo II 2005a), como el caso de los 98 már-
tires asesinados por los revolucionarios sólo por ser fieles a la Fe y que él mismo bea-
tificó, recordando a “los numerosos mártires que... aceptaron la muerte, porque como
dijo Guillaume Repin, quisieron conservar su fe y su religión" (Juan Pablo II 1984).
Años más tarde, el Papa Pío XI, será todavía más crítico en la Encíclica Quadrage-
simo Anno (1931), señalando que el funcionamiento de la economía no puede dejarse
a la “libre competencia”, principio que considera “fuente envenenada” de una eco-
nomía individualista que olvidando su carácter social pretende ponerla al margen de
la intervención del estado, destruyéndose a sí misma y llevando al “imperialismo in-
ternacional del dinero”. Al hablar del comunismo, el Papa recordará que éste consi-
guió apoyo de las masas obreras justamente porque “estaban preparadas para ello por
el miserable abandono religioso y moral a que las había reducido en la teoría, y en la
práctica, la economía liberal” (1937: n. 16).
Las ideas expresadas por sus predecesores fueron repetidas por Pío XII en el Ra-
diomensaje La Solemnitá (1/6/1941), poniendo de manifiesto nuevamente “las fatales
consecuencias de un liberalismo económico, inconsciente muchas veces u olvidado o
despreciador de los deberes sociales” (n. 6), continuadas por Juan XXIII en la Encícli-
ca Mater et Magistra (1961), recordando que “tanto la libre competencia ilimitada
que el liberalismo propugna como la lucha de clases que el marxismo predica son to-
talmente contrarias a la naturaleza humana y a la concepción cristiana de la vida” (n.
23) y abogando por un estado que “fomenta, estimula, ordena, suple y completa” la
actividad de los particulares sin absorberla ni suplantarla (n. 53).
Morelli
07 – Doctrina Social de la Iglesia – Las ideologías sociales 48
El tema también fue abordado en varias oportunidades por Juan Pablo II.
En Centesimus Annus (1991b), rechaza que el trabajo pueda ser considerada una
mera mercancía cuyo precio se determine exclusivamente en el mercado por la ley de
la oferta y la demanda, y que el libre mercado por sí mismo pueda ser considerado un
instrumento suficiente para atender las necesidades de todos.
Al año siguiente, vuelve a cargar sobre la ideología, señalando que “en el marco de
un liberalismo sin controles adecuados, se ahonda en el mundo la brecha entre paí-
ses "emergentes" y países "perdedores" (Juan Pablo II, 1999d).
cada vez más, en muchos países americanos impera un sistema conocido como
neoliberalismo; sistema que haciendo referencia a una concepción economicista del
hombre, considera las ganancias y las leyes del mercado como parámetros absolutos
en detrimento de la dignidad y del respeto de las personas y los pueblos. Dicho sistema
se ha convertido, a veces, en una justificación ideológica de algunas actitudes y modos
de obrar en el campo social y político, que causan la marginación de los más débiles.
De hecho, los pobres son cada vez más numerosos, víctimas de determinadas políticas
y de estructuras frecuentemente injustas (1999b).
También fue sumamente crítica, desde sus orígenes, la posición de la Iglesia sobre
el comunismo marxista. Su ateísmo expreso y militante le ganó las condenas más
duras y la más firme oposición. No sólo la Iglesia lo declaró intrínsecamente perver-
so, sino que desalentó cualquier intento de colaborar con él, e incluso contribuyó a su
derrota y su caída en Europa del Este durante el Pontificado de Juan Pablo II.
Morelli
07 – Doctrina Social de la Iglesia – Las ideologías sociales 49
No extraña que fuera tratado con más dureza que el nacionalsocialismo y el fas-
cismo, pues de las tres ideologías totalitarias fue la que manifestó más odio y perse- Notemos desde ya
cución hacia la religión y el catolicismo. Miles de mártires han sido canonizados por la que al considerar esta
Iglesia, asesinados por el comunismo por causa de su Fe en países como Rusia, Eu- ideología, la Iglesia no
siempre ha utilizado un
ropa del Este, España, Méjico, China, Vietnam. Por ejemplo, el Papa Benedicto XVI vocabulario unívoco. A
beatificó el 27 de abril de 2007 nada menos que 498 mártires asesinados por las hor- veces refiere al comu-
das comunistas españolas entre 1934 y 1937, contra las cuales se levantara el Gene- nismo, otras al socia-
ral Francisco Franco y su ejército, recordando “las `violencias inauditas´ a las que el lismo marxista, otras al
socialismo, todas como
mundo, Europa y España se vieron arrastradas por “ideologías totalitarias, que preten-
sinónimos. En otras
dían hacer realidad por la fuerza las utopías terrenas”. oportunidades, en
cambio, remite al co-
Las principales condenas contra las ideas erróneas del marxismo fueron realiza- munismo como el
das por: marxismo más radical,
y al socialismo como
una morigeración o
León XIII en la Encíclica Quod Apostolici Muneris (1878) y moderación de los
postulados marxistas.
Pio XI en la Encíclica Divini Redemptoris (1937).
Tales conceptos expresados por León XIII en muchos de sus más variados docu-
mentos, incluso antes de que la ideología consiguiera ocupar el poder en algún esta-
do, fueron desarrollados y reiterados insistentemente por sus sucesores.
Es el caso de San Pio X en la Encíclica Il Fermo Proposito (1905) alienta a los sa-
cerdotes a una más intensa labor apostólica frente al predominio invasor del socia-
lismo.
Un año antes en la Encíclica Divini Illius Magistri (1929) denunció las preten-
siones “socialistas extremas” de quitar la educación de los niños a las
familias para entregarla a escuelas que los formarán sin Dios, en la irreligio-
sidad y el odio (n. 44).
Por eso,
si bien el socialismo, como todos los errores, tiene en sí algo de verdadero (cosa
que jamás han negado los Sumos Pontífices), se funda sobre una doctrina de la socie-
dad humana propia suya, opuesta al verdadero cristianismo. Socialismo religioso, so-
cialismo cristiano, implican términos contradictorios: nadie puede ser a la vez buen ca-
tólico y verdadero socialista (n. 120).
En Non Abbiamo Bisogno (1931) luego de cuestionar varios postulados del fascis-
mo italiano, reconoce sin embargo al estado fascista el mérito el haber disuelto la
acción del socialismo y la masonería en la península (n. 8).
Finalmente, en Ingravescentibus Malis (1937), Encíclica dedicada al Rosario, el Por ejemplo, refie-
mismo Pontífice recomienda esa devoción como manera de contrarrestar, entre otros ren a la condena del
males, el del comunismo (n. VI). comunismo de Pio XI
en Divini Redemptoris
Prácticamente, en estos documentos del Papa Pio XI se encuentra condensada to- Cfr. Juan XXIII en
Mater et Magistra
da la enseñanza de la Iglesia sobre el socialismo y el comunismo. Los documentos (15/5/1961), n. 4, y
posteriores y los de sus sucesores se ocupan de desarrollar las enseñanzas ya esta- Juan Pablo II en Fides
blecidas y actualizarlas conforme el devenir de la historia. et Ratio (14/9/1998)
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07 – Doctrina Social de la Iglesia – Las ideologías sociales 53
si a través del marxismo, tal como es concretamente vivido, pueden distinguirse es-
tos diversos aspectos y los interrogantes que ellos plantean a los cristianos para la re-
flexión y para la acción, sería ilusorio y peligroso llegar a olvidar el lazo íntimo que los
une radicalmente, aceptar los elementos del análisis marxista sin reconocer sus rela-
ciones con la ideología, entrar a la práctica de la lucha de clases y de su interpretación
marxista dejando de percibir el tipo de sociedad totalitaria y violenta a la que conduce
este proceso (n. 34).
Juan Pablo II (2004), conocedor y víctima de “la funesta dictadura del comu-
nismo”, se ha referido al comunismo en muchas oportunidades, algunas de
las cuales ya hemos citado. En Laborem Exercens (1981) recuerda que es
el marxismo la ideología del comunismo, y recorre sus principales postula-
dos. En Dominum et Vivificantem (1986), Encíclica dedicada al Espíritu San-
to, no dejó de manifestarse contra el marxismo, y en particular, contra su
materialismo que pretende suprimir la idea de Dios del corazón humano. En
Centesimus Annus (1991b) vuelve a referirse a la “dictadura comunista”
Morelli
07 – Doctrina Social de la Iglesia – Las ideologías sociales 54
(n. 18) y al “totalitarismo comunista” (n. 19); pero al mismo tiempo llamó la
atención sobre la pretensión de algunos estados de construir un sistema de
“seguridad nacional” que para luchar contra el comunismo incrementan el
poder del estado con riesgo de perjudicar los valores de la persona (n. 19).
Alerta también que si bien
Claro que sería un error identificar a todo religioso comprometido con la lucha co-
ntra la pobreza como adscripto a la teología de la liberación de inspiración marxista.
Es posible, lógicamente, una auténtica teología de la liberación cristiana no marxista.
Sin embargo, la que tradicionalmente se calificó como teología de la liberación es la
que asumió la metodología de análisis marxista, y por eso conservamos la denomina-
ción.
Adoptar la opción preferencial por los pobres como opción excluyente (no
sólo preferencial), olvidando atender también a la opción preferencial por los
jóvenes, asumida por la Iglesia americana en la Conferencia de Puebla, y
tomarla como opción dirigida a sacarlos de su pobreza económica y más
que a acercarles el mensaje del Evangelio. No puede tomarse
el método de análisis
Refugiarse en el análisis marxista de la lucha de clases, que no puede ser marxista de la socie-
dad sin los postulados
separado de la ideología marxista misma. marxistas sobre el
hombre y la sociedad.
Buscarlos principios de la teología en métodos de análisis sociológicos y
económicos tenidos como “científicos” (marxistas), y no en la luz de la Fe.
ello, intenta mantener relaciones lo más cordiales posibles con gobiernos liberales,
comunistas, socialistas, etc. Esta Encíclica fue
revisada en su texto
La principal condena contra las ideas erróneas del nazismo fueron expuestas por alemán por el Cardenal
Eugenio Pacelli (futuro
Pio XI en la Encíclica Mit brennender Sorge (1937) sobre la situación de la Iglesia en
Pío XII), quien reco-
el Reich Alemán, que comienza hablando de la “viva preocupación” provocada por la mendó al papa endu-
progresiva opresión sufrida por los fieles en el país. recer los términos con
que condenaba al
También estuvo dedicado al nazismo el Discurso del papa Pio XII al Colegio Car- régimen nacionalsocia-
lista. Incluso pueden
denalicio, el 2 de junio de 1945 (AAS 37, 1945, 159-168). Tales fueron los pronuncia- comprobarse las suge-
mientos vaticanos más importantes, aunque hay también referencias incidentales al rencias de Pacelli con
nazismo en muchos otros documentos. su propia letra en el
borrador de la Encícli-
Tales condenas no obstaron a que la Iglesia: ca. (Cf. Innocenti 2006:
171).
De los 44 discursos que Pío XII pronunció en Alemania antes de ser Papa, entre
1917 y 1929, cuarenta denuncian los peligros de la ideología nazi emergente. Y luego
de ser elegido Papa, sin nombrarla, hace permanentes referencias a sus peligros:
Sigamos a nuestro pacífico Rey, que nos enseñó a amar no sólo a los que no pro-
vienen de la misma nación ni de la misma raza, sino aun a los mismos enemigos (Pío
XII 1943b).
Este voto, la humanidad lo debe a los cientos de millares de personas que, sin culpa
propia alguna, a veces sólo por razones de nacionalidad o de raza, se ven destinados a
la muerte o a un progresivo aniquilamiento (Pío XII 1942).
Morelli
07 – Doctrina Social de la Iglesia – Las ideologías sociales 58
Durante su pontificado, evitó insistir con condenas públicas contra Hitler prefiriendo
Como también re-
protestar con el silencio, pues sabía que el régimen nazi, cada vez que recibía una conoce Pio XI haberlo
condena formal de la Iglesia, incrementaba su dureza como rabiosa represalia. hecho al principio,
esperando mucho
En Holanda, en 1942, se leyó una carta pastoral de los obispos denunciando el ra- tiempo antes de pro-
nunciar un juicio públi-
cismo nazi y las deportaciones de diez mil judíos. Como respuesta, el nazismo acele- co (Mit brennender
ró la deportación de otros treinta mil cristianos no arios, entre los que se encontraba Sorge n. 5).
la famosa filósofa judía católica carmelita Edith Stein, luego asesinada por los nazis.
El mismo Dalin propuso en 2001 que el Papa Pío XII fuera proclamado «Justo en-
tre las Naciones», el máximo reconocimiento que ofrece el Estado de Israel a las per-
sonas que se han destacado por ayudar a judíos perseguidos. Incluso se ha demos-
trado que Hitler consideraba a Pío XII un enemigo, y sabía por informes secretos que
ayudaba a los países invadidos y a los judíos a fugarse
Ya al final de la guerra, Pio XII reiteró la condena a las tesis erróneas del nazismo
en el “Discurso al Colegio Cardenalicio” (1945), tituladas justamente “La Iglesia Católi-
ca y el Nacionalsocialismo”. Allí el Papa recuerda:
táculos, fueron objeto de estudio en las conferencias diocesanas del clero en Alemania
y luego expuestos y explicados al pueblo católico (n. 25).
oportuno recordar los grandes, los claros esfuerzos de los Papas contra el
antisemitismo y el nazismo durante el momento culminante de la persecu-
ción a los judíos. En 1938, Pío XI declaraba que “el antisemitismo no puede
ser admitido” (6 de septiembre de 1938), y afirmaba también la completa
oposición entre el cristianismo y el nazismo, afirmando que la cruz nazista
era “enemiga de la cruz de Cristo” (Discurso de Navidad, 1938). Estoy per-
suadido de que la historia revelará aún con más claridad y de un modo más
convincente el profundo sufrimiento de Pío XII ante la tragedia del pueblo
judío, y lo que trabajó para asistirlo intensa y eficazmente durante la segun-
da guerra mundial.
Por otro lado, no debemos olvidar tampoco que el fascismo no presenta un cuerpo
doctrinal o de enseñanzas claro y sistemático, sino de un conjunto de ideas fuerza
que orientó, no siempre con toda coherencia ni de manera inmutable, la praxis de un
movimiento político.
Por ejemplo, la
Como ya hemos señalado, el fascismo no constituyó un movimiento uniforme e in- opresión dictatorial de
mutable a través del tiempo. Dentro del fascismo hubo figuras diversas con ideas y los primeros años dio
posiciones propias, y adoptó políticas y actitudes diferentes en distintas regiones y en paso a la llamada
distintos momentos. Por eso es muy difícil un juicio de conjunto. “década del consenso”
entre 1928 y 1938 en
la que se redujeron
En líneas generales, podemos decir que el fascismo fue evolucionando desde un notoriamente las acti-
socialismo patriótico y violento inicial a un paulatino acercamiento a las ideas católicas. tudes violentas.
Esta evolución también se nota en el trato dado por la Iglesia al movimiento, marcando
los errores doctrinales pero al mismo tiempo reconociendo sus méritos en conseguir
la paz en Italia, la concordia entre la Iglesia y el Estado, y la protección de la religión
frente a las amenazas de la masonería y el comunismo.
Después de varios años en los que la Santa Sede fue despojada de extensos terri-
torios pontificios por los dirigentes italianos que buscaban la unificación del estado, el
régimen fascista firma con ella los “Acuerdos de Letrán” (1929), por los que Italia
reconoce el estado del Vaticano, lo indemniza por sus pérdidas territoriales, declara la
mutua independencia y colaboración entre la Iglesia y el Estado, y hace de la reli-
gión católica, prácticamente, la religión oficial del estado italiano. La Iglesia católica
tuvo a partir de ese momento intervención fundamental en la educación (elección de
docentes y selección de textos) y en la regulación del matrimonio (reconocimiento civil
del matrimonio religioso y prohibición del divorcio), entre otras cosas.
Vayan también mis agradecimientos a quien tiene en las manos las riendas del go-
bierno de Italia, el que, con clara visión de la realidad y de las cosas, ha querido y quie-
re que la religión sea respetada, honrada, practicada. Visiblemente protegido por Dios,
él ha realzado sabiamente los destinos de la Nación acrecentando su prestigio en todo
el mundo.
Ello no significa, lógicamente, que la Iglesia apruebe todo lo hecho por el régimen ni
que considera aceptable toda su doctrina ni mucho menos que la identifique con sus
propias enseñanzas.
10
“A Pío XI se le atribuyó durante mucho tiempo el elogio de Mussolini como “hombre de la Providencia”.
Pero en realidad lo que dijo fue que la Providencia le había hecho encontrarse con un hombre con el que
había sido posible reconciliar a la Iglesia y el Estado. Antes del fascismo habían fallado todos los intentos
de conseguirlo” (Andreotti 2007).
Morelli
07 – Doctrina Social de la Iglesia – Las ideologías sociales 62
Lo primero tuvo lugar con la Carta Encíclica Non Abbiamo Bisogno, del Papa Pio XI
(1931b). Condena allí:
con indecible dolor vemos cómo en Italia, y aun en esta nuestra Roma, se desenca-
dena una verdadera y real persecución contra lo que la Iglesia y su Jefe consideran Al poco tiempo, es-
como más precioso y más querido en materia de su libertad y de sus derechos, libertad tos atropellos contra
y derechos que son también los de las almas, y más especialmente los de las almas de las organizaciones
los jóvenes (n. 7). católicas se acabaron.
Todo ello sin perjuicio de reconocer con “perenne gratitud y memoria por todo cuan-
to en Italia se ha hecho en beneficio de la Religión, aunque también en beneficio, si
no simultáneo al menos no menor, y tal vez mayor, del partido y del régimen” (n. 6).
Precisando que
con todo cuanto hemos venido diciendo hasta aquí, Nos no hemos querido conde-
nar ni el partido ni el régimen como tal. Hemos querido señalar y condenar todo lo que
en el programa y acción de ellos hemos visto y comprobado que era contrario a la doc-
trina y a la práctica católica y, por lo tanto, inconciliable con el nombre y con la profe-
sión de católicos (n. 17).
No faltan quienes teman que el Estado, debiendo limitarse a prestar una ayuda ne-
cesaria y suficiente, vengan a reemplazar la libre actividad, o que esa nueva organiza-
ción sindical y corporativa sea excesivamente burocrática y política o que sirva más
Morelli
07 – Doctrina Social de la Iglesia – Las ideologías sociales 63
Al respecto, concluida la guerra y derrotado el fascismo, el Papa Pío XII tuvo que
realizar aclaraciones frente a la acusación de preconizar un corporativismo fascista. En
efecto, en la Carta C’est un Geste, a la 33ª. Semana Social de Francia (10/7/1946),
propone “la institución de asociaciones o unidades corporativas en todas las ramas
de la economía”. Frente a las acusaciones de fascismo, prefiere en su discurso Nous
Avons Lu, a la 24ª. Semana Social de Francia (18/7/1947), usar la denominación “uni-
dades o sociedades cooperativas”, advirtiendo que su posición sobre la organiza-
ción profesional y corporativa había sido tomada en sentido diverso en polémicas pú-
blicas, pues sólo se refería al reconocimiento y apoyo de los grupos intermedios de la
sociedad como lo enseñara Pio XI en Quadragesimo Anno (n. 2).
Posteriormente, los Papa volvieron a cuestionar del fascismo (Juan Pablo II 1999;
2001), no específicamente sino como expresiones de “totalitarismo”, es decir, una
exaltación desmedida del estado que no respeta los derechos y la dignidad del ser
humano.
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07 – Doctrina Social de la Iglesia – Las ideologías sociales 64
El proyecto unitario fue continuado por los gobiernos triunfadores de Caseros: Mi-
tre, Sarmiento, y por la llamada “Generación del 80”.
En 1976, el sector más liberal de las fuerzas armadas, a través de un golpe de es-
tado, tomó el poder y generalizó una represión ilegal a fin de identificar y asesinar a
personas comprometidas con la subversión, mientras implementaba planes económi-
cos de cuño liberal que causaron hambre, pobreza y endeudamiento del país, y que
sería retomado en alguna medida por quienes acompañaron en el poder a Carlos Me-
nem en la década del noventa.
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07 – Doctrina Social de la Iglesia – Las ideologías sociales 66
Síntesis
La actitud realista implica situarse ante la realidad para comprenderla tal
cual es, sin tergiversarla interesadamente ni reducirla a alguno de sus as-
pectos. Las ideologías, en cambio, responden a intereses o reduccionismos
que no la describen como es y debe ser.
Textos de apoyo
Dada la naturaleza del tema, se prefirió colocar las citas del Magisterio de la Iglesia
a medida que se trataba cada una de las ideologías.
Aparecen en Europa dos de las formas más aberrantes de sociedades laicas, como
son el nacional-socialismo y el marxismo-leninismo. Ellos constituyen dos formas an-
tagónicas de sociedades inspiradas en ideologías incompatibles, cuando no abierta-
mente contrapuestas con las enseñanzas de la Iglesia, a la que se proponen sustituir o
destruir. En este sentido, también merece ser considerado el fascismo, pero, según la
interpretación de Augusto del Noce, como una forma de “totalitarismo incompleto”.
Entre sí tienen mucho en común: el secularismo que las origina; el gnosticismo, como
forma residual del cristianismo, en que inspiran sus esjatologías; las formas políticas
con que pretenden llevar adelante sus pretensiones, tanto en el Tercer Reich como en
la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; y su odio y persecución a la Iglesia Ca-
tólica. La única diferencia va a provenir del modo distinto de interpretar y tratar de en-
carnar sus esjatologías: el Tercer Reich aspira a instaurar el imperio del racismo ario;
el marxismo-leninismo, el imperio comunista. El nacionalismo germano se enseñará
con los judíos, que representan, a su modo, también un ideal d raza, con un funda-
mento religioso. El nazismo los ataca por un doble motivo: lo racial y lo religioso. No
hay lugar para ellos en el nuevo imperio que se pretende construir para la raza aria, no
para la judía. El comunismo, por su parte, enfrenta al mundo angloamericano, donde
se funda el otro modelo de sociedad laica que se pretende construir y exportar, y que
se les hace incompatible. Busca instaurar una sociedad laica fundada en una nueva
utopía, que pretende convocar a los pobres, a los trabajadores, a los proletarios, para
la lucha revolucionaria que ya se ha iniciado... Tres modelos reconocemos, entonces,
de sociedad laica, que tienen su origen en el secularismo y que quieren expresar, cada
uno a su manera, el sentido último de la modernidad como una forma de plenitud his-
tórica inmanentista e intramundana: el nacional-socialismo, con su intento de imperio
racial; el marxismo-leninismo, con su intento de imperio comunista; y el de la sociedad
laica americana, con su intento de universalizar la democracia, la economía de libre
mercado y los derechos humanos. Allí el individuo, y no el Estado, cobra el máximo
sentido de eticidad social, detrás de la vigencia de una libertad política fundada en el
principio religioso de la libertad de conciencia. La democracia absoluta de valor univer-
sal y el liberalismo capitalista fundan el imperio plutocrático... Occidente se identifica
con el modelo de sociedad laica americana porque sólo los Estados Unidos cuentan
con los tres poderes necesarios para solventar un imperio: el poder político, el poder
militar, y el poder económico (Fósbery 1999: 485-492).
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Equipo editorial
Corrección de estilo: Mg. María Clara Lucifora y Lic. María Verónica Riedel