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NOTICIA 1:
Fecha: Abril 20
Si alguna lección puede extraerse de la crisis desatada por la pandemia del
coronavirus es que no se puede confiar en los determinismos. Que es el tiempo de la
decisión política. El mundo vive un retorno a lo real y a la posibilidad y necesidad de
un futuro diferente. En ese contexto, Argentina encuentra una gran oportunidad.
LA QUE TOCÓ
Por Martín Rodríguez y Pablo Touzon.
“Todo se sintetiza y se unifica: la crisis ecológica, política, social y geopolítica, es una
amalgama común que habla del fin de los pequeños relatos de la era noventista y de
la necesidad de analizar sin fragmentar”.
“Pasado un breve tiempo desde aquel diciembre auroral, nos encontramos con esta
amenaza que tocó en ciernes: el coronavirus. Una amenaza que podríamos definir así:
no humana, extranjera, alienígena, con la cual no es posible “dialogar” y frente a la
cual la política carece de herramientas. El coronavirus encarna una lucha a muerte
integral y global. Un desafío que al final apareció bajo el formato perturbador de lo
común y conocido, pero deformado y amplificador: lo cotidiano hecho monstruo, en el
estilo de Stephen King”.
NOTICIA II:
Fecha: Abril 2020
Aunque el coronavirus comenzó en China, el éxito del gobierno y la sociedad para
frenar la pandemia y la decisión de enviar médicos y equipos a otros países
reposicionan al gigante asiático en el mundo y abren una oportunidad para Argentina.
Modelos en pugna.
“Para poder hacer frente a la situación, el gobierno chino hizo valer su autoridad y
extremó medidas de control social al punto de sacrificar la economía, al menos
durante las primeras semanas. También ordenó cierres planificados de industrias y
restringió el movimiento de personas, ambas medidas necesarias para contener la
propagación de la epidemia. Paralelamente al trabajo desplegado en materia sanitaria,
China puso en marcha un conjunto de medidas para apoyar el comercio exterior y la
inversión en caso de que el empeoramiento de la situación global se hiciera sentir aún
más sobre las cadenas industriales mundiales: en respuesta al freno económico, el
Banco Central chino inyectó un fuerte volumen de liquidez en el sistema financiero e,
incluso, comprometió miles de millones de dólares para la compra de acciones a
través de más de 30 empresas de gestión activa que operan en el país”.
“En China la presencia estatal es la “normalidad” no la excepción. Ciertos principios
culturales y de organización social, que podemos rastrear en la milenaria tradición
confuciana, poseen implicancias directas en la política y en los fundamentos morales
del gobierno. Con una población aproximada de 1400 millones de habitantes, China
registraba al cierre de esta nota solo 81000 contagios y aproximadamente 3200
decesos, proporcionalmente menos casos que en otros países. Y ello a pesar de que
el virus se originó en China y que el brote se produjo en medio de la mayor migración
interna producto del Año Nuevo Lunar. Esto solo se explica por la existencia de un
Estado presente y un fuerte civismo – ético”.
¿Fin de la globalización?
“John Feffer se preguntaba, en un artículo reciente, si era factible que la presente
pandemia de coronavirus diera por tierra con el actual proceso globalizador. La
economía china ha sido, hasta el momento, la más afectada, y es innegable el efecto
que esto genera en el resto de las economías y las cadenas de producción global. No
obstante, es prematuro hablar el fin de la globalización”.
“No es el primer reto que enfrenta este proceso: en el pasado hubo considerables
desafíos, como la crisis financiera y económica mundial de 2008 – 2009, la pandemia
del SARS de 2002 – 2003 o el “efecto 2000”. Quizás el mayor desafío que enfrenta
hoy la globalización es la necesidad de dar respuestas a la incertidumbre que generan
el aislacionismo nacionalista y el proteccionismo económico que se expanden como
(otra) epidemia por el mundo”.
“En los últimos años, China ha adquirido un rol protagónico en el escenario
Internacional. La recuperación de la actual crisis será difícil, pero antes que al fin de la
globalización asistiremos a una reconfiguración del orden geopolítico global, con China
buscando moldear lo que venimos denominando como “globalización con
características chinas”.
Una vez superada la fase aguda del brote epidémico, y a medida que vaya
estabilizándose macroeconómicamente, China será fundamental para determinar en
qué dirección se dirige el mundo. …………………………………………………………….
“En suma, en el marco de la reconfiguración del proceso de globalización que
inevitablemente sobrevendrá a la crisis generada por la pandemia y el
reposicionamiento geopolítico de China”.
NOTICIA III
NOTICIA IV.
Fecha: Febrero 2021
La urgencia de vacunar a la población mundial es una oportunidad geopolítica para las
potencias emergentes: Rusia utiliza la Sputnik V como una muestra de sus
capacidades tecnológicas; China despliega una activa diplomacia de la inmunización,
en particular con los países que no acceden a las vacunas de los grandes laboratorios
occidentales.
GEOPOLÍTICA DE LA INMUNIZACIÓN.
Por Mariano Turzi.
La pandemia es un tema sanitario, económico y político. Las medidas de prevención y
respuesta estuvieron atravesadas por consideraciones de poder, lo mismo está
ocurriendo con la posible salida. En el 2020 se atravesó un “nacionalismo sanitario”,
este año estamos ingresando a la “geopolítica de la inmunización”.
Los principales contendientes en la disputa por la vacunación mundial pueden ser
agrupados siguiendo los alineamientos económicos y políticos que separan a los
países desarrollados y el mundo emergente.
La geoeconomía de la vacuna en el mundo desarrollado mantiene el principio rector
del capitalismo global de libre mercado por su dominio en el sector privado y
concesiones entre gobiernos y corporaciones para fijar la estructura de distribución y
establecer las condiciones de comercialización.
El panorama de la geopolítica de la vacuna en el mundo emergente es distinto, y
revela la diferencia de criterio con el que estas potencias buscan reconfigurar el orden
mundial pos – pandémico.
Rusia trabajó hábilmente sobre las líneas de fractura existentes al interior de la Unión
Europea, capitalizando esos conflictos para ganar una ventaja geopolítica y
promocionar la “superioridad”. En este contexto, la vacuna es una forma de demostrar
que Rusia es capaz de desarrollar tecnologías complejas y situarse en la cima de la
elite científica mundial, que ha recuperado la cumbre del poder global. Después de la
desintegración de la Unión Soviética, que durante décadas había buscado rivalizar con
Occidente en ciencia y tecnología, Rusia se encontró con una industria farmacéutica
en crisis. El desarrollo de una vacuna potencia el orgullo nacional al demostrar que no
depende de laboratorios occidentales internacionales para inmunizar a su población.
El nombre de la vacuna alude al deseo ruso de recuperar un status y poder simbólico
como el que obtuvo en los tiempos en que liberaba el programa espacial: Sputnik fue
el nombre del primer satélite del mundo, lanzado por la URSS en 1957, un logro que
supuso un revés histórico para su entonces rival – EE.UU. Lo mismo que se hizo
durante la Guerra Fría con el ajedrecista Boris Spassky hoy se hace con la vacuna
Sputnik.
El vínculo entre lo público y privado en Rusia es diferentes: el modelo capitalista y el
sistema de gobierno difieren del modelo liberal occidental tradicional. Por eso
promueve un mundo “policéntrico”, en el que pueda hacer valer su peso y proyectar
una narrativa que unifique internamente a su sociedad y refuerce su prestigio externo.
Apuesta China.
China – la potencia emergente o emergida – es la que marca el paso de cómo será el
orden mundial pos-coronavirus. El proceso interno revela las características del
régimen: capitalismo de Estado, grupos corporativos nacionales apoyados, financiados
y direccionados por el gobierno, junto a imperativos de seguridad que se imponen
sobre las restricciones económicas y las lógicas comerciales. Aunque Pekín ha
quedado relativamente atrás de la aprobación formal, millones de ciudadanos (en su
mayoría de trabajadores de la salud, sector alimentaria o comunitario) ya han sido
vacunados como parte de un programa de emergencia.
Con la vacuna Sinopharm y la Sinovac China ha encontrado una oportunidad de
posicionarse como líder en salud pública mundial ofreciendo una vacuna como bien
público mundial (precio justo y razonable). Pekín se ha asociado – a diferencia de
EE.UU – a COVAX, la asociación de vacunas que tiene como objetivo subsidiar a
aquellos países pobres y garantizar una distribución global equitativa. La “Ruta de la
Seda de la Salud” es un proyecto chino que busca consolidar el espacio geopolítico y
geoeconómico, globalizar las empresas chinas e internacionalizar al yuan. A nivel de
poder simbólico, el presidente Xi Jinping afirmó la voluntad de construir una
“comunidad de salud común para la humanidad”, un término equivalente al eslogan de
la Franja y la Ruta, “comunidad de destino humano común”. Algunos ven este proyecto
como algo semi – utópico en cuanto a las buenas intenciones de Pekín hacia la
comunidad internacional, otros lo ven como una retórica calculada para encubrir un
trabajo de dominación global propio de una potencia que pretende la supremacía
global.
En el (des) orden mundial contemporáneo, lo pandémico se vuelve político, lo global
se torna cada vez más geopolítico y las vacunas se transforman en verdaderos
vectores de poder.
Fuente: Le Monde Diplomatique
NOTICIA V
Fecha: mayo 2021
EL RETROCESO.
Por Gabriela Benza y Gabriel Kessler.
América Latina ha sido uno de los epicentros mundiales de la crisis del Covid – 19
debido a su alta concentraciones deficitarias, la debilidad de los sistemas de salud y la
precariedad laboral que obliga a una parte importante de los ciudadanos a trabajar aun
en malas condiciones, entre otros factores. En este marco, la economía de la región se
desplomó. Los escenarios futuros son muy preocupantes, aunque dependerán en
parte de las políticas de mitigación que eventualmente se apliquen.
Pero hay algo que ya sabemos: se ha registrado un retroceso en muchos de los
indicadores sociales que habían venido mejorando en forma paulatina desde hace
décadas. Pareciera que en un año se han borrado los avances en disminución de la
exclusión y la desigualdad logrados en los últimos quince.
Salud y Educación.
En primer lugar, la desigualdad genera una mayor mortalidad de los adultos jóvenes y
de mediana edad de América Latina frente a sus pares de las naciones desarrolladas.
A pesar de las baja prevalencia de la enfermedad en menores de edad, la crisis actual
puede tener un impacto devastador a corto, mediano y largo plazo en términos de
retroceso en la mortalidad infantil que de hecho podría aumentar por primera vez
después de 60 años debido a efectos indirectos de la pandemia, por el estado
nutricional infantil y falta de acceso a servicios básicos de salud. El coronavirus
también ha perjudicado la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las
mujeres lo que implicaría un retroceso en la fecundidad.
Por otro lado, la segregación socio-espacial impacta en la letalidad por Covid, como
muestra el caso de Santiago de Chile y México D.F, lo cual confirma la idea que el
mayor número de contagios y letalidad del virus se produce en comunas con mayor
urbanización, población indígena y pobreza. La población indígena, aun en zonas de
baja densidad, exhibe las mayores tasas de contagio y mortalidad.
En cuanto a la educación, UNICEF ha estimado que el 97% del os estudiantes de
América Latina y el Caribe estuvieron privados de su educación habitual. Esto
impactaría de cuatro formas: 1) produciría un incremento de deserción y un retroceso
en términos de inclusión educativa; 2) aumentaría la fragmentación y la desigualdad
en la calidad educativa; 3) la interrupción de la asistencia a las instituciones generaría
un “efecto cicatriz” en el desempeño educativo y en las oportunidades laborales
futuras y 4) abre el desafío de poner en marcha un modelo escolar acorde con la
situación epidemiológica.
Trabajo y pobreza.
La crisis económica desatada por la pandemia ha derivado en una crisis social de gran
magnitud: el mercado laboral se ha deteriorado, aumentaron la pobreza y la
desigualdad y la clase media se achicó. La contracción económica dio lugar a una
pérdida abrupta de puestos de trabajo que en el momento de mayor impacto de la
crisis. Las dificultades laborales también se han expresado en suspensiones laborales,
muchas veces sin percepción de ingresos, y en reducciones en las horas de trabajo,
que en América Latina han sido particularmente acentuadas.
En contraste, sufrieron menos las actividades consideradas esenciales y las que
pueden ser ejercidas a través del teletrabajo. Pero las ocupaciones potencialmente
“teletrabajables” son menos que en los países desarrollados. Para la inmensa mayoría
de los latinoamericanos no es una alternativa.
El impacto negativo de la crisis se sintió en los trabajadores informales. El trabajo
informal no actuó como refugio ante la crisis pandémica. Las desventajas se
acumulan: los trabajadores más desfavorecidos, los de menos nivel de educación, los
indígenas y los afrodescendientes son los más golpeados por la crisis debido a su alta
concentración en actividades del sector informal y de contacto intensivo. También las
mujeres: se calcula que alrededor de 12 millones de latinoamericanas perdieron sus
trabajos en 2020. Como resultado, asistimos a un retroceso histórico en la
participación económica femenina.