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MATERIAL DIDÁCTICO PARA COMPARTIR CON TUS ESTUDIANTES

DOCENTE: DOTTA ANA CLARA


CIUDAD: OLAVARRÍA – PROVINCIA DE BUENOS AIRES.

FRAGMENTOS DE NOTICIAS ACTUALES:

NOTICIA 1:
Fecha: Abril 20
Si alguna lección puede extraerse de la crisis desatada por la pandemia del
coronavirus es que no se puede confiar en los determinismos. Que es el tiempo de la
decisión política. El mundo vive un retorno a lo real y a la posibilidad y necesidad de
un futuro diferente. En ese contexto, Argentina encuentra una gran oportunidad.

La pandemia y el nudo del siglo XXI.

LA QUE TOCÓ
Por Martín Rodríguez y Pablo Touzon.
“Todo se sintetiza y se unifica: la crisis ecológica, política, social y geopolítica, es una
amalgama común que habla del fin de los pequeños relatos de la era noventista y de
la necesidad de analizar sin fragmentar”.
“Pasado un breve tiempo desde aquel diciembre auroral, nos encontramos con esta
amenaza que tocó en ciernes: el coronavirus. Una amenaza que podríamos definir así:
no humana, extranjera, alienígena, con la cual no es posible “dialogar” y frente a la
cual la política carece de herramientas. El coronavirus encarna una lucha a muerte
integral y global. Un desafío que al final apareció bajo el formato perturbador de lo
común y conocido, pero deformado y amplificador: lo cotidiano hecho monstruo, en el
estilo de Stephen King”.

La súper gripe letal e imparable.


“Nacida en el epicentro de la globalización contemporánea – Wuhan, una suerte de
Manchester con ojos rasgados – la nueva Peste no tardó en usar esos mismos
canales de distribución para distribuirse a sí misma. El virus circuló por las mismas
autopistas de China a Occidente. Un viaje global previsible”.
“China y su Estado totalitario y tecnológico – inventor de la cuarentena de masas –, de
alguna manera recupera también la idea de la supremacía de la decisión política por
sobre la lógica económica, desvelando el uso instrumental y no ideológico que hace
China de la economía de mercado. ¿Se podía cerrar la fábrica del mundo? ¿Es
“cerrable” la globalización? Por lo menos durante unas semanas, el politburó
asiático derrumbó las certezas automáticas del determinismo económico. Una idea –
la de la “reversibilidad” de ciertos procesos sociales y económicos a partir de la
decisión política, entre ellos el medioambiental – destinada a calar hondo. La
disminución de la emisión de dióxido de carbono les devolvió a millones de chinos en
las ciudades industriales el regalo de volver a ver el cielo azul. El gas que emiten las
instalaciones industriales fue apagado por un rato. La NASA tradujo en imágenes
satelitales la disminución de esa nube de contaminación que cubre el mapa de las
ciudades chinas”.
“Fue el reverso del camino de Donald Trump en Estados Unidos, quien a pesar de su
retórica “populista” está mucho más preso del sistema que lo vio nacer. Tanto, que
parece reacio a “cerrarlo”. No quiere o no puede; para el caso da igual. Reformulando
la frase histórica de Frederic Jameson como un mandato (“Es más fácil imaginar el
fin del mundo que el fin del capitalismo”), efectivamente Trump prefirió el fin del
mundo al fin del capitalismo. Sabe que lo suyo no es la apelación al “sacrificio” y al
altruismo patriótico: su corona es económica y su reino el del consumo. Fue elegido
para mantener esa ilusión, el “no pare, sigue sigue” del modelo americano.
El coronavirus puso a la política de todo el mundo frente a una decisión que toca la
médula ósea, y sin tiempo ni espacio para procesarla. Y no sólo a la política
profesional; la sociedad entera se vio obligada a realizar “elecciones” (con quien estar,
con quien vivir, qué priorizar)”.
“Un fantasma recorre el mundo con fiebre y tos convulsa. Vuelve inevitable la
impresión de cambio. Y habrá seguramente dos grupos de urgidos: los que querrán
que cuando “esto pase” todo vuelva a la normalidad; los que querrán que cuando “esto
pase” todo haya cambiado. Ninguno de estos dos reflejos (que tienen la velocidad del
virus) podría posponer la tarea más lenta, meditada, voluntariosa y humana de hacer
un mundo que viene. Se balbucean cosas a mitad de camino: la reivindicación de los
Estados, la crisis del globalismo, la desmercantilización de la salud pública. Estamos a
la intemperie”.

Fuente: Le monde Diplomatique

NOTICIA II:
Fecha: Abril 2020
Aunque el coronavirus comenzó en China, el éxito del gobierno y la sociedad para
frenar la pandemia y la decisión de enviar médicos y equipos a otros países
reposicionan al gigante asiático en el mundo y abren una oportunidad para Argentina.

China, de origen del virus a exportar soluciones.


UN NUEVO LIDERAZGO GLOBAL.
Por Sabino Vaca Narvaja
¿Reconfiguración del orden global?
“Días después de haber sido notificado el actual brote, los científicos chinos pudieron
aislar y secuenciar el virus para luego compartir su hallazgo con la comunidad
científica internacional, algo bastante inusual en el escenario geopolítico actual. Por
otra parte, una vez mitigado parcialmente el brote en su territorio, el presidente Xi
Jinping ofreció ayuda humanitaria a otros países – no necesariamente emergentes -,
en lo que probablemente resulten las mayores operaciones de este tipo que se hayan
verificado tras la segunda posguerra”.
“Así, de epicentro de la actual pandemia en un momento inicial China ha pasado a
exportar soluciones. Y en este punto corresponde enfatizar: el gran dato político es
que China es consciente de su posición de liderazgo, por lo que se muestra como un
actor globalmente responsable y asume con determinación el rol de líder. La respuesta
global al COVID – 19 así lo demuestra”.
“Paradójicamente, el país que en el pasado levantaba el estandarte del libre comercio,
Estados Unidos, se ha embanderado de las consignas del “American First” y despliega
una agenda cada vez más proteccionista. La llegada de Donald Trump al gobierno en
enero de 2017 vino acompañada por el rechazo a los principales acuerdos de
comercio que regulan el proceso de globalización y un claro abandono del
multilateralismo: en medio del brote del virus”.
“La pandemia nos advierte que la humanidad está comprometida en conjunto y que es
necesaria la cooperación internacional para superar la crisis, pero Estados Unidos
parece dispuesto a jugar en solitario más que nunca”.

Modelos en pugna.
“Para poder hacer frente a la situación, el gobierno chino hizo valer su autoridad y
extremó medidas de control social al punto de sacrificar la economía, al menos
durante las primeras semanas. También ordenó cierres planificados de industrias y
restringió el movimiento de personas, ambas medidas necesarias para contener la
propagación de la epidemia. Paralelamente al trabajo desplegado en materia sanitaria,
China puso en marcha un conjunto de medidas para apoyar el comercio exterior y la
inversión en caso de que el empeoramiento de la situación global se hiciera sentir aún
más sobre las cadenas industriales mundiales: en respuesta al freno económico, el
Banco Central chino inyectó un fuerte volumen de liquidez en el sistema financiero e,
incluso, comprometió miles de millones de dólares para la compra de acciones a
través de más de 30 empresas de gestión activa que operan en el país”.
“En China la presencia estatal es la “normalidad” no la excepción. Ciertos principios
culturales y de organización social, que podemos rastrear en la milenaria tradición
confuciana, poseen implicancias directas en la política y en los fundamentos morales
del gobierno. Con una población aproximada de 1400 millones de habitantes, China
registraba al cierre de esta nota solo 81000 contagios y aproximadamente 3200
decesos, proporcionalmente menos casos que en otros países. Y ello a pesar de que
el virus se originó en China y que el brote se produjo en medio de la mayor migración
interna producto del Año Nuevo Lunar. Esto solo se explica por la existencia de un
Estado presente y un fuerte civismo – ético”.

¿Fin de la globalización?
“John Feffer se preguntaba, en un artículo reciente, si era factible que la presente
pandemia de coronavirus diera por tierra con el actual proceso globalizador. La
economía china ha sido, hasta el momento, la más afectada, y es innegable el efecto
que esto genera en el resto de las economías y las cadenas de producción global. No
obstante, es prematuro hablar el fin de la globalización”.
“No es el primer reto que enfrenta este proceso: en el pasado hubo considerables
desafíos, como la crisis financiera y económica mundial de 2008 – 2009, la pandemia
del SARS de 2002 – 2003 o el “efecto 2000”. Quizás el mayor desafío que enfrenta
hoy la globalización es la necesidad de dar respuestas a la incertidumbre que generan
el aislacionismo nacionalista y el proteccionismo económico que se expanden como
(otra) epidemia por el mundo”.
“En los últimos años, China ha adquirido un rol protagónico en el escenario
Internacional. La recuperación de la actual crisis será difícil, pero antes que al fin de la
globalización asistiremos a una reconfiguración del orden geopolítico global, con China
buscando moldear lo que venimos denominando como “globalización con
características chinas”.
Una vez superada la fase aguda del brote epidémico, y a medida que vaya
estabilizándose macroeconómicamente, China será fundamental para determinar en
qué dirección se dirige el mundo. …………………………………………………………….
“En suma, en el marco de la reconfiguración del proceso de globalización que
inevitablemente sobrevendrá a la crisis generada por la pandemia y el
reposicionamiento geopolítico de China”.

Fuente: Le Monde Diplomatique

NOTICIA III

Fecha: Febrero 2021


Pese al desastre global provocado por el COVID – 19, la carrera por una campaña de
vacunación rápida y eficaz ha tomado el cariz de una competencia nacionalista
alejada de todo espíritu cooperativo. En ese marco, distintas potencias, como Rusia o
China, buscan reforzar su prestigio y su influencia en la construcción de un mundo
multipolar.

El Covid – 19 y la reconfiguración del orden mundial.

LA DIPLOMACIA DE LAS VACUNAS.


Por Federico Kukso.
……………………………………………………………………………………………………
En el siglo XXI, la imagen de Rusia sigue siendo la de un pulpo y su ímpetu
expansionista en cierto modo ha sobrevivido. Sigue infiltrándose tanto en la prensa
como en el imaginario colectivo occidental. La pandemia ha exacerbado, aunque el
pulpo ya no es solamente ruso. Ahora lo es también China. Y sus tentáculos los
adoptan la forma del bien más codiciado de la época: las vacunas.

Escenas de acaparamiento explícito.


Luego de que los científicos chinos compartieran con el mundo el genoma del nuevo
coronavirus en enero de 2020, se instaló mediáticamente la idea de que había
comenzado una “carrera de la vacuna”, es decir, una competencia no declarada entre
los principales institutos científicos del planeta para desarrollar un freno a la pandemia
de Covid – 19. En términos retóricos, se trataba de una especie de re-make de la
carrera espacial de los sesenta pero en un planeta multipolar y más desilusionado.
………………………………………………………………… Sin embargo, esta
competición tanto política como científica estuvo lejos de concluir. Más bien, ingresó
en una nueva fase. Una mucho más compleja fuera de los laboratorios para producir,
distribuir y administrar estos productos biológicos lo más rápido posible a miles de
millones de personas en una campaña de vacunación como nunca se ha visto en toda
la historia de la humanidad.
No está en juego sólo la salud de la población. Los países que se vacunen primero
también serán los primeros en reflotar sus golpeadas economías, en abrir escuelas y
restaurantes, en recuperar los trabajos y volver a la ya mítica “normalidad”. Y en el
proceso, ser vistos como naciones triunfantes, como Nueva Zelanda, capaces de
dominar a la enfermedad.
…………………………………………. “La pandemia incentivó las tensiones que ya
existían en el mundo. Ha incrementado las desigualdades – señala la política sueca
Gunilla Carlsson -. Muchos países compraron más vacunas de las van a necesitar”.
El término de “cooperación internacional” nunca estuvo tan vacío de sentido.
Además de exponer e incrementar sin piedad las divisiones y desigualdades en todo el
mundo, la pandemia ha reforzado el rol del Estado – nación, así como ha demostrado
la incapacidad de liderazgo de las Naciones Unidas o la Organización Mundial de la
Salud (OMS). Estas entidades supranacionales no han podido comandar una
distribución equitativa de las vacunas. Han sucumbido ante la fuerza arrolladora de lo
que se conoce como “vacunacionalismo”.
El segundo año de la pandemia inició con una nueva desigualdad. Mientras países
opulentos de Europa y América del Norte se apresuran a desplegar con torpeza sus
campañas de vacunación, la gran mayoría del planeta sigue a la espera, aguarda su
turno al final de una larga fila. Mira los pinchazos por TV o Internet. Algunos países
africanos han dicho que no quieren caridad. Ellos quieren que la distribución sea justa.
El mundo está al borde de un fracaso moral catastrófico.

Poder blando, poder al fin.


En agosto de 2020, Rusia fue el primer país del mundo en registrar una vacuna contra
el coronavirus. En la nueva fase de la carrera de las vacunas, también está en juego
una batalla por el prestigio internacional y en espacial por la influencia. Por un lado, se
encuentran los países que ante la emergencia sanitaria se resignaron a aceptar
ciegamente las exigencias de farmacéuticas y por el otro, aquellas naciones que les
dan la bienvenida a las vacunas rusas y chinas sabiendo que al hacerlo les abren las
puertas a estos gigantes para incrementar su presencia en sus territorios.
En este marco, las vacunas se han vuelto un arma diplomática que ayudará a dar
forma a la reconfiguración del orden mundial. Sus límites estarán marcados no sólo
por la histórica influencia económica, política y militar de Estados Unidos en el
hemisferio, sino también por la creciente incidencia china y la presencia no
despreciable de capitales europeos.
Se trata de un “poder blando”, es decir la capacidad de un país para persuadir a otros
para que hagan lo que quiera sin fuerza o coerción. En este caso, el abastecimiento de
vacunas como un medio para reforzar su papel a nivel global. Y a la vez para
demostrar que son parte de la elite científica mundial.

Ruta de la Seda de la Salud.


Tanto Rusia como China aprovechan la debilidad de Estados Unidos (retirada de
Trump en el poder) para mejorar su imagen y para tejer nuevas alianzas. Estas dos
superpotencias han entendido que quienes controlen la distribución de vacunas
ganarán poder en especial en mercados emergentes como África, el Sudeste Asiático,
Medio Oriente y América Latina, regiones que consideran estratégicamente
importantes y donde vive más de la mitad de la población mundial.
Al contrario de Washington – cuyo enfoque ha sido “Estados Unidos primero” – Pekín
se ha comprometido a compartir vacunas. El 18 de mayo, durante un discurso ante la
Asamblea Mundial de la Salud, el presidente chino Xi Jinping dijo que cualquier
vacuna desarrollada en China se convertirá en un “bien público global”.
Mientras que los demás países y laboratorios privados se muestran imponiendo
condiciones y negociados, China dona barbijos, equipo de tratamiento, respiradores
ejerciendo así poder para que sus laboratorios privados o estatales donen vacunas.
Esto le genera un prestigio a nivel internacional mostrándose como una potencia
amigable. De estas acciones, China va a seguir sacando beneficios como el obtener
recursos primarios energéticos y desarrollar infraestructuras que aceleren el tráfico de
mercancías. La crisis actual le abrió la oportunidad para reclamar el liderazgo en el
gobernanza de la salud global. Y en espacial para mejorar su imagen como km cero
de la pandemia y redimirse vacunando a una gran parte de la población mundial.
La creciente relevancia global de China en los planos financieros, militar, económico y
científico constituye uno de los acontecimientos más relevantes de inicios del siglo
XXI. Esta situación tensiona la primacía hegemónica de Estados Unidos. China busca
moldear activamente el mundo a sus intereses. Es un país pragmático que no tiene
problemas en entablar negociados con cualquier tipo de gobierno. Las relaciones
comerciales con América Latina se han profundizado en la inversión china en
aspectos energéticos como el litio, hidrocarburos, energía solar y eólica. La
relación es en apariencia benevolente pero en realidad es de subordinación de
una nación a otra.
Sean chinas, rusas, indias, alemanas, estadounidenses o inglesas, las vacunas que
aterricen en los hombros – y una distribución equitativa – constituyen el único camino
para evitar que la pandemia se prolongue y encrudezca.
Fuente: Le Monde Diplomatique

NOTICIA IV.
Fecha: Febrero 2021
La urgencia de vacunar a la población mundial es una oportunidad geopolítica para las
potencias emergentes: Rusia utiliza la Sputnik V como una muestra de sus
capacidades tecnológicas; China despliega una activa diplomacia de la inmunización,
en particular con los países que no acceden a las vacunas de los grandes laboratorios
occidentales.

El rol de Rusia y China en la nueva etapa de la pandemia.

GEOPOLÍTICA DE LA INMUNIZACIÓN.
Por Mariano Turzi.
La pandemia es un tema sanitario, económico y político. Las medidas de prevención y
respuesta estuvieron atravesadas por consideraciones de poder, lo mismo está
ocurriendo con la posible salida. En el 2020 se atravesó un “nacionalismo sanitario”,
este año estamos ingresando a la “geopolítica de la inmunización”.
Los principales contendientes en la disputa por la vacunación mundial pueden ser
agrupados siguiendo los alineamientos económicos y políticos que separan a los
países desarrollados y el mundo emergente.
La geoeconomía de la vacuna en el mundo desarrollado mantiene el principio rector
del capitalismo global de libre mercado por su dominio en el sector privado y
concesiones entre gobiernos y corporaciones para fijar la estructura de distribución y
establecer las condiciones de comercialización.
El panorama de la geopolítica de la vacuna en el mundo emergente es distinto, y
revela la diferencia de criterio con el que estas potencias buscan reconfigurar el orden
mundial pos – pandémico.
Rusia trabajó hábilmente sobre las líneas de fractura existentes al interior de la Unión
Europea, capitalizando esos conflictos para ganar una ventaja geopolítica y
promocionar la “superioridad”. En este contexto, la vacuna es una forma de demostrar
que Rusia es capaz de desarrollar tecnologías complejas y situarse en la cima de la
elite científica mundial, que ha recuperado la cumbre del poder global. Después de la
desintegración de la Unión Soviética, que durante décadas había buscado rivalizar con
Occidente en ciencia y tecnología, Rusia se encontró con una industria farmacéutica
en crisis. El desarrollo de una vacuna potencia el orgullo nacional al demostrar que no
depende de laboratorios occidentales internacionales para inmunizar a su población.
El nombre de la vacuna alude al deseo ruso de recuperar un status y poder simbólico
como el que obtuvo en los tiempos en que liberaba el programa espacial: Sputnik fue
el nombre del primer satélite del mundo, lanzado por la URSS en 1957, un logro que
supuso un revés histórico para su entonces rival – EE.UU. Lo mismo que se hizo
durante la Guerra Fría con el ajedrecista Boris Spassky hoy se hace con la vacuna
Sputnik.
El vínculo entre lo público y privado en Rusia es diferentes: el modelo capitalista y el
sistema de gobierno difieren del modelo liberal occidental tradicional. Por eso
promueve un mundo “policéntrico”, en el que pueda hacer valer su peso y proyectar
una narrativa que unifique internamente a su sociedad y refuerce su prestigio externo.
Apuesta China.
China – la potencia emergente o emergida – es la que marca el paso de cómo será el
orden mundial pos-coronavirus. El proceso interno revela las características del
régimen: capitalismo de Estado, grupos corporativos nacionales apoyados, financiados
y direccionados por el gobierno, junto a imperativos de seguridad que se imponen
sobre las restricciones económicas y las lógicas comerciales. Aunque Pekín ha
quedado relativamente atrás de la aprobación formal, millones de ciudadanos (en su
mayoría de trabajadores de la salud, sector alimentaria o comunitario) ya han sido
vacunados como parte de un programa de emergencia.
Con la vacuna Sinopharm y la Sinovac China ha encontrado una oportunidad de
posicionarse como líder en salud pública mundial ofreciendo una vacuna como bien
público mundial (precio justo y razonable). Pekín se ha asociado – a diferencia de
EE.UU – a COVAX, la asociación de vacunas que tiene como objetivo subsidiar a
aquellos países pobres y garantizar una distribución global equitativa. La “Ruta de la
Seda de la Salud” es un proyecto chino que busca consolidar el espacio geopolítico y
geoeconómico, globalizar las empresas chinas e internacionalizar al yuan. A nivel de
poder simbólico, el presidente Xi Jinping afirmó la voluntad de construir una
“comunidad de salud común para la humanidad”, un término equivalente al eslogan de
la Franja y la Ruta, “comunidad de destino humano común”. Algunos ven este proyecto
como algo semi – utópico en cuanto a las buenas intenciones de Pekín hacia la
comunidad internacional, otros lo ven como una retórica calculada para encubrir un
trabajo de dominación global propio de una potencia que pretende la supremacía
global.
En el (des) orden mundial contemporáneo, lo pandémico se vuelve político, lo global
se torna cada vez más geopolítico y las vacunas se transforman en verdaderos
vectores de poder.
Fuente: Le Monde Diplomatique

NOTICIA V
Fecha: mayo 2021

En buena medida por déficits estructurales previos, el impacto de la pandemia en


América Latina se siente en múltiples dimensiones: salud, educación, trabajo,
pobreza, equidad de género… En solo un año, el coronavirus revirtió los avances
trabajosamente conseguidos por los gobiernos pos – neoliberales durante una década
y media.

El impacto de la pandemia en América Latina.

EL RETROCESO.
Por Gabriela Benza y Gabriel Kessler.

América Latina ha sido uno de los epicentros mundiales de la crisis del Covid – 19
debido a su alta concentraciones deficitarias, la debilidad de los sistemas de salud y la
precariedad laboral que obliga a una parte importante de los ciudadanos a trabajar aun
en malas condiciones, entre otros factores. En este marco, la economía de la región se
desplomó. Los escenarios futuros son muy preocupantes, aunque dependerán en
parte de las políticas de mitigación que eventualmente se apliquen.
Pero hay algo que ya sabemos: se ha registrado un retroceso en muchos de los
indicadores sociales que habían venido mejorando en forma paulatina desde hace
décadas. Pareciera que en un año se han borrado los avances en disminución de la
exclusión y la desigualdad logrados en los últimos quince.

Salud y Educación.
En primer lugar, la desigualdad genera una mayor mortalidad de los adultos jóvenes y
de mediana edad de América Latina frente a sus pares de las naciones desarrolladas.
A pesar de las baja prevalencia de la enfermedad en menores de edad, la crisis actual
puede tener un impacto devastador a corto, mediano y largo plazo en términos de
retroceso en la mortalidad infantil que de hecho podría aumentar por primera vez
después de 60 años debido a efectos indirectos de la pandemia, por el estado
nutricional infantil y falta de acceso a servicios básicos de salud. El coronavirus
también ha perjudicado la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las
mujeres lo que implicaría un retroceso en la fecundidad.
Por otro lado, la segregación socio-espacial impacta en la letalidad por Covid, como
muestra el caso de Santiago de Chile y México D.F, lo cual confirma la idea que el
mayor número de contagios y letalidad del virus se produce en comunas con mayor
urbanización, población indígena y pobreza. La población indígena, aun en zonas de
baja densidad, exhibe las mayores tasas de contagio y mortalidad.
En cuanto a la educación, UNICEF ha estimado que el 97% del os estudiantes de
América Latina y el Caribe estuvieron privados de su educación habitual. Esto
impactaría de cuatro formas: 1) produciría un incremento de deserción y un retroceso
en términos de inclusión educativa; 2) aumentaría la fragmentación y la desigualdad
en la calidad educativa; 3) la interrupción de la asistencia a las instituciones generaría
un “efecto cicatriz” en el desempeño educativo y en las oportunidades laborales
futuras y 4) abre el desafío de poner en marcha un modelo escolar acorde con la
situación epidemiológica.
Trabajo y pobreza.
La crisis económica desatada por la pandemia ha derivado en una crisis social de gran
magnitud: el mercado laboral se ha deteriorado, aumentaron la pobreza y la
desigualdad y la clase media se achicó. La contracción económica dio lugar a una
pérdida abrupta de puestos de trabajo que en el momento de mayor impacto de la
crisis. Las dificultades laborales también se han expresado en suspensiones laborales,
muchas veces sin percepción de ingresos, y en reducciones en las horas de trabajo,
que en América Latina han sido particularmente acentuadas.
En contraste, sufrieron menos las actividades consideradas esenciales y las que
pueden ser ejercidas a través del teletrabajo. Pero las ocupaciones potencialmente
“teletrabajables” son menos que en los países desarrollados. Para la inmensa mayoría
de los latinoamericanos no es una alternativa.
El impacto negativo de la crisis se sintió en los trabajadores informales. El trabajo
informal no actuó como refugio ante la crisis pandémica. Las desventajas se
acumulan: los trabajadores más desfavorecidos, los de menos nivel de educación, los
indígenas y los afrodescendientes son los más golpeados por la crisis debido a su alta
concentración en actividades del sector informal y de contacto intensivo. También las
mujeres: se calcula que alrededor de 12 millones de latinoamericanas perdieron sus
trabajos en 2020. Como resultado, asistimos a un retroceso histórico en la
participación económica femenina.

El trabajo del cuidado.


La pandemia profundizó la alta familiarización de las tareas de cuidado que ya
distinguían a América Latina. La suspensión de las clases presenciales, la necesidad
de brindar apoyo a personas en riesgo y los límites para apelar al trabajo doméstico
remunerado o a ayuda de parientes no convivientes incrementaron el trabajo de
cuidado que deben realizar las familias y transformaron a las viviendas en el principal
espacio físico de desarrollo de esas actividades.
En tanto el trabajo de cuidados es realizado fundamentalmente por mujeres. Hay
dudas sobre qué sucederá con la división de trabajo por género al concluir la
pandemia. Para algunos especialistas, la mayor cantidad de tiempo que muchos
padres están pasando con sus hijos e hijas podrían alentarlos a un mayor
involucramiento y acelerar los cambios en los roles de género tradicionales. Sin
embargo, también se ha advertido que la mayor carga de cuidados que enfrentan las
mujeres se produce cuando muchas están siendo expulsadas del mercado laboral
producto de la crisis económica, lo que podría llevar a un reforzamiento de los roles
de género tradicionales.
De esta manera, concluimos que la reversión de los avances en materia de exclusión y
desigualdad, en los indicadores de salud, educación y derechos sexuales y
reproductivos, entre otros, muestran una vez más lo trabajoso que es conseguir
mejoras de bienestar de nuestra población y lo rápidamente que pueden perderse: una
lección que nuestras dirigencias políticas y económicas deberían alguna vez aprender.

Fuente: Le Monde Diplomatique

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