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ANTROPOSOFIA Y CRISTIANISMO

Norrköping. 13-VI-1914
GA 155
Rudolf Steiner
En la edición de la obra de Rudolf Steiner, el volumen contiene los textos en alemán
“Cristo y el alma humana, Sobre el significado de la vida, La Moral Teosófica, Antroposofía y el Cristianismo”.

Quisiera pedir disculpas, primer que todo, por no serme posible esta noche hablar a ustedes en su
lengua nativa. Pero amigos que han estado asistiendo a mis conferencias para miembros de la
Sociedad Antroposófica esta semana, me han asegurado que estaría bien el hablarles de un tema
científico-espiritual en alemán.
Los miembros locales han sugerido también el tema que subyace a la charla de esta noche:
voy a hablar de la relación de la Ciencia Espiritual o Antroposofía, como puede también ser llamada,
con el Cristianismo. Para poder hacerlo, debo primero decir algo acerca de la naturaleza e
importancia de lo que se define como Ciencia Espiritual, acerca del punto de vista desde el cual
estaré hablando.
La Ciencia Espiritual no está tratando de encontrar ni una nueva religión ni una nueva secta
religiosa de ningún tipo. Tiene la esperanza de cumplir las tareas requeridas espiritualmente a
nuestra civilización contemporánea.
Varios cientos de años atrás, el amanecer de la era científica moderna significó un avance
en la vida cultural humana que puede ser comparado con los pasos que nosotros debemos ahora
dar en el desarrollo de la humanidad si debe hacerse un progreso mayor. La Ciencia Natural abrió la
era moderna para la humanidad a través del conocimiento de las leyes físicas externas. La Ciencia
Espiritual deberá jugar un rol similar en el presente y en el futuro cercano al reconocer las leyes de
los reinos del alma y del espíritu y aplicarlas luego a lo ético, a lo social, a todo otro aspecto de la
vida cultural.
Aunque es aún malentendida y malinterpretada – y comprensiblemente – puede confiar el
poder y la efectividad de sus verdades cuando considera el curso de la Ciencia Natural al inicio de la
era moderna. Los científicos naturalistas, también, deben enfrentar prejuicios con cientos e incluso
miles de años de antigüedad. Pero la verdad posee poderes que siempre lo ayudan en la victoria
contra poderes hostiles.
Ahora que hemos mencionado la confianza que el científico espiritual posee en la verdad y
efectividad de su trabajo, volvamos la mirada a la naturaleza de esa investigación que es la base de
la Ciencia Espiritual.
La forma de mirar del científico espiritual está totalmente de acuerdo con los métodos de
la Ciencia Natural. Sin embargo, debe quedar ciertamente claro que ya que la Ciencia Espiritual
cubre un campo enteramente diferente al campo exteriormente perceptible por la Ciencia Natural,
investigar el reino espiritual requiere una modificación fundamental del acercamiento del científico
natural. Sin embargo, así como el método científico natural es concebido unilateralmente, como tan
a menudo sucede hoy, entonces prejuicio sobre prejuicio será acumulado cuando se llega a aplicar
el método científico natural a la vida espiritual. Decididamente, la lógica científica natural debe ser
aplicada a lo que al hombre más concierne pero que es muy difícil de investigar por esa misma razón.
Decididamente, esta forma de pensar debe ser aplicada al ser humano mismo. Decididamente, en
la Ciencia Espiritual el hombre debe examinar su propia naturaleza, haciendo uso de la única
herramienta que tiene a disposición – él mismo. La premisa de la Ciencia Espiritual es que
convirtiéndose en un instrumento de investigación en el mundo espiritual, el hombre debe
someterse a una transformación que le permite mirar dentro del mundo espiritual, algo que no
puede hacer en la vida ordinaria.
Me gustaría comenzar con una comparación de la Ciencia Natural, no para probar nada sino
sólo para dejar claro cómo la manera científico espiritual de mirar las cosas descansa enteramente
en las premisas del pensamiento científico natural. Tomemos el agua como un ejemplo sacado de
la naturaleza. Supongan que estamos mirando las cualidades dela agua tal como la encontramos a
nuestro alrededor. Entonces viene el químico y aplica sus métodos al agua, descomponiéndola en
hidrogeno y oxígeno. Bueno, ¿qué le está haciendo al agua? Como todos saben, el agua no se
incendia. El químico toma hidrogeno del agua, y el hidrogeno es un gas que es inflamable, que arde.
Ni una sola mirada al agua puede decirnos que contiene hidrogeno y oxígeno, que tienen
propiedades totalmente diferentes a las del agua.
Como muestra la Ciencia Espiritual, es igualmente imposible para nosotros ver las
cualidades interiores de otra persona. Así como el químico puede separar el agua en hidrogeno y
oxígeno, el científico espiritual, por medio de un proceso interior que debe ser preparado en las
mismas profundidades del alma, puede distinguir entre los aspectos exteriores físicos y los anímico-
espirituales de lo que lo confronta, en última instancia, como ser humano. Él está interesado
inicialmente en examinar, desde el punto de vista científico espiritual, los aspectos anímico-
espirituales como algo separado de la naturaleza corporal. Nadie puede discernir los hechos reales
de lo anímico-espiritual mirando a la mera naturaleza corporal exterior, no más que la naturaleza
del hidrogeno puede ser discernida sin antes extraerla del agua.
Hoy en día sucede muy a menudo que tan pronto como uno comienza a decir este tipo de
cosas, uno escucho: “esto entra en conflicto con el monismo, que debe adherirse a toda costa”.
Bueno, el monismo no puede mantener incluso los químicos al partir el agua en dos partes. No es
argumento contra el monismo cuando algo que puede realmente suceder, de hecho sucede – por
ejemplo, cuando lo anímico-espiritual es reconocido como distinto de la naturaleza corporal al
aplicar los métodos de la investigación espiritual.
Estos métodos, sin embargo, no pueden ser aplicados en laboratorios u hospitales, pues son
procesos que tienen que tener lugar en el alma misma. No son cualidades milagrosas; son facultades
que nosotros poseemos hasta cierto punto en la vida diaria. Pero deben ser infinitamente
incrementadas y fortalecidas si hemos de convertirnos en investigadores espirituales.
No quiero irme por las ramas con toda suerte de estamentos generales, así que comenzaré
justo en el centro. Estamos familiarizados con la capacidad del alma conocida como memoria, y al
tanto de cómo mucho depende de ella. Imaginen despertarse alguna mañana con ninguna idea de
dónde hemos estado o quiénes somos. Perderíamos todo lo que nos hace humanos. Nuestra
memoria, que posee una coherencia interior incluso ya desde la infancia, es esencial para nuestra
vida como seres humanos. El estudio de la memoria deja perplejos a los filósofos contemporáneos.
Ya hay algunos entre nosotros que van tan lejos como para alejarse de la mirada monista
materialista cuando se trata de mirar la memoria. En investigaciones precisas descubrieron que,
aunque la percepción sensoria (si uno puede referirse a una actividad del alma en esta forma) está
superficialmente ligada al cuerpo, nunca será posible decir que la memoria está ligada al cuerpo en
absoluto. Debo llamar su atención sobre esto. Incluso el filósofo francés Bergson, un hombre que
ciertamente muestra ninguna tendencia a ahondar en la Antroposofía, ha señalada hacia la
naturaleza espiritual de la memoria.
¿Cómo hacen la memoria y el poder del recuerdo actualmente para confrontarnos? Eventos
ya sucedidos entran en nuestra alma como imágenes. Aunque los eventos mismos puedan yacer
lejos en el pasado, nuestra alma esta activamente involucrada en evocarlos desde las profundidades
de nuestra vida interior. Y lo que emerge desde estas profundidades puede ser comparado con la
experiencia original, aunque en contraste con las imágenes proveídas por nuestras percepciones
sensorias, los recuerdos son pálidos. Sin embargo, están íntimamente conectados con la integridad
de nuestra vida anímica. Y sin memoria, no encontraríamos nuestro camino en el mundo. Pero la
memoria es construida sobre el poder del recuerdo, a través del que el alma puede conjurar lo que
está escondido en sus memorias.
Aquí es donde la Ciencia Espiritual toma parte. Por favor noten que no es la memora en sí,
sino en el poder de convocar un contenido mental desde las profundidades del alma, que puede ser
infinitamente fortificado. Luego este poder puede ser usado no sólo para evocar experiencias
pasadas sino también para otros propósitos también. Los métodos de la investigación espiritual no
están basados sobre ningún procedimiento exterior aplicable en laboratorios o sobre nada
perceptible por los sentidos externos, sino más bien sobre procesos intensos del alma que cualquier
puede experimentar. Lo que hace a estos procesos valorables es la intensificación ilimitada de
nuestra atención, o en otras palabras, la concentración de nuestra vida del pensar.
¿Qué es esta concentración de nuestra vida del pensar?
Esta noche tengo sólo una corta hora para hablar, así que sólo me será posible tocar los
principios del tópico en discusión. Pueden encontrar los detalles en mis libros “¿Cómo se alcanza el
conocimiento de los mundos superiores?”, “La Ciencia Oculta, un bosquejo” y “El Umbral del Mundo
Espiritual”. Permítanme delinear las actividades básicas del alma que representan una ilimitada
intensificación de la atención, necesaria para la vida humana. Sólo esta intensificación hace posible
la investigación espiritual.
¿Qué actividad realiza una persona comúnmente cuando se enfrenta a su entorno? El
percibe cosas; les aplica su pensar cerebral y se forma imágenes mentales sobre ellas. Como regla,
no hace nada más con estas imágenes. Pero los métodos de la Ciencia Espiritual, basados sobre la
concentración del pensar, comienzan justo donde nuestra actividad mental diaria cesa. Quienquiera
que desee convertirse en un investigador espiritual debe continuar desde este punto.
Debemos elegir imágenes mentales con nosotros mismos podemos formar en detalle y
traerlas dentro del campo de nuestra consciencia. Estas deben preferentemente ser imágenes
simbólicas que no necesiten corresponder con el mundo externo. Debemos ubicar estas imágenes,
tomadas de la práctica de la Ciencia Espiritual o sugeridas por el investigador espiritual, en el centro
de nuestra consciencia total, para que por un período cada vez más largo tornemos nuestra atención
lejos de todo lo exterior, concentrándola en una sola imagen. Una persona observada en esta
actividad parece estar en una actitud similar al sueño (aunque es de hecho radicalmente diferente).
Pues si tal concentración ha de ser fructífera, esa persona debe ciertamente convertirse en algunos
aspectos como alguien que duerme.
Justo antes de quedarnos dormidos, sentimos cómo las fuerzas de la voluntad en nuestros
miembros se acallan, cómo una especie de crepúsculo se asienta alrededor nuestro, cómo la
actividad de los sentidos decae y se aleja. Luego perdemos consciencia. En la concentración, como
en el sueño, nuestros sentidos deben estar completamente cerrados a las impresiones del mundo
exterior; el ojo debiera ver tan poco, el oído debiera oír tan poco, como en el sueño, y así los demás.
Luego toda la vida del alma es focalizada en una sola imagen mental. Esto es lo que hace a la
concentración radicalmente diferente del sueño. De hecho, podría ser llamado total consciencia de
sueño. Mientras que en el sueño la oscuridad de la inconsciencia inunda el alma, el aspirante a
investigador espiritual vive en un intensificado estado de actividad del alma. Él moviliza todas las
fuerzas de su alma y las centra en la imagen elegida. El punto aquí no es que nosotros observemos
la imagen mental; ella más bien nos da la oportunidad de poner todas nuestras fuerzas anímicas
juntas y canalizarlas. Esto es lo importante, porque de esta forma gradualmente triunfaremos al
luchar nuestro ser anímico-espiritual por liberarse de la naturaleza corpórea. Nuevamente los
remito a mis libros para más detalles.
Lo que he recién explicado no puede ser alcanzado de una sola vez. La mayoría de las
personas, incluso aquellos que no son distraídos por las demandas de la vida diaria, tienen que
trabajar por años en tales ejercicios de concentración; es imposible sostenerlos por más de unos
pocos minutos cada vez, o por más de una fracción de una hora cuanto mucho. Debemos repetirlos
una y otra vez hasta que realmente triunfemos en la intensificación de los poderes que de otra
forma permanecen inactivos en la vida diaria (pero que sin embargo están allí) para que puedan ser
efectivos en nosotros hasta el punto de liberar nuestro ser anímico-espiritual de nuestra naturaleza
corporal.
Permítanme compartir hechos antes que hablar de abstracciones, y decir de una vez que si
el investigador espiritual triunfa, perseverando enérgica y devotamente en estos ejercicios,
cosechando los frutos de sus esfuerzos, luego arriba a una experiencia que podría ser llamada
consciencia puramente interior. Desde ahí en adelante, él puede dar sentido a una declaración que
previamente no significaba nada: “Yo sé que Yo soy fuera de mi cuerpo; al comprender y
experimentar mi ser interior, estoy fuera de mi cuerpo”.
Me gustaría describirles esta experiencia en detalle. Notamos en primer lugar que el poder
del pensamiento, que está usualmente activo sólo en los asuntos de la vida diaria, se libera del
cuerpo. Al comenzar, esta experiencia es débil, pero hace su aparición en tal forma que, habiéndola
tenido, la conocemos por lo que es. Sólo cuando retornamos a nuestro cuerpo y nos hemos
sumergido en la vida del cerebro, manifestada en substancia física, nos damos cuenta cuánta
resistencia el cerebro ofrece. Estamos al tanto de que usamos el cerebro como un instrumento para
el pensar ordinario; pero ahora sabemos que hemos estafo fuera de él. Gradualmente aprendemos
a darle sentido a las palabras: “Tú te estas experimentando a ti mismo en el elemento anímico-
espiritual”. Experimentamos nuestra cabeza como si estuviera vestida con sus pensamientos.
Sabemos lo que significa el haber separado nuestro elemento anímico-espiritual de nuestra
naturaleza corporal exterior. Primero llegamos a conocer la resistencia que la vida corporal nos
pone, y luego a conocer la vida independiente del cuerpo. Es justo como si el hidrogeno fuera a ser
consciente de sí mismo estando fuera del elemento acuoso. Ese es el caso con las personas que
realizan ejercicios de esta clase. Y si continúan realizándolos fielmente, llega el gran y significativo
momento cuando la verdadera investigación espiritual comienza – un profundamente conmovedor
momento que llevará lejos consecuencias para nuestra entera existencia. Este momento puede
ocurrir en miles de maneras diferentes, pero lo caracterizaré en la manera en la que típicamente se
presenta.
Si hemos sostenido estos ejercicios por cierto periodo de tiempo, entrenando nuestras
almas en conformidad con el enfoque científico natural, entonces aquel momento finalmente llega,
ya sea durante la vida de vigilia o en el sueño del que nos despertamos para darnos cuenta que no
estamos soñando sino experimentando una flamante nueva realidad. La experiencia puede ser tal,
por ejemplo, que digamos: “¿qué es lo que está sucediendo a mi alrededor? Es como si mi entorno
se alejara de mí, como si los elementos naturales fuesen como sorprendentes rayos destruyesen mi
cuerpo, y sin embargo mi yo se mantiene, diferente a mi cuerpo”. Llegamos a conocer lo que los
clarividentes a través de las épocas han siempre representado como “alcanzar las puertas de la
muerte”. Esta imagen trae a casa con nosotros el verdadero estado anímico-espiritual del hombre
cuando está viviendo puramente en el elemento anímico-espiritual, a pesar de percibirse a sí mismo
y al mundo a través del instrumento de su cuerpo (y esto experimentamos sólo a través de la
imagen; la realidad es encontrada sólo con la muerte).
Lo conmovedor es saber que nos hemos liberado a nosotros mismos de nuestro cuerpo con
nuestra capacidad de pensar. Y otras fuerzas pueden ser similarmente liberadas para que podamos
volvernos más ricos y más íntimos en lo que respecta a nuestra vida del alma.
Pero el único ejercicio que he caracterizado como concentración o como una intensificación
ilimitada de la atención, no es suficiente. Logramos los siguientes resultados con este ejercicio:
cuando hemos arribado al punto en que el alma se experimenta a sí misma, imágenes que podemos
llamar reales imaginaciones hacen su aparición. Imágenes que surgen, pero que son vastamente
diferentes de aquellas de nuestra memoria ordinaria. Como sea que la memoria ordinaria contiene
sólo imágenes de experiencias externas, éstas imágenes que surgen ahora de las grises
profundidades de nuestra alma no tienen nada en común con cualquier cosa que pueda ser
experimentada en el mundo exterior de los sentidos. Objeciones de que podemos estar fácilmente
engañándonos a nosotros mismos, que lo que así surge desde estas grises profundidades del alma
pueden ser meramente reminiscencias producidas por la memoria, no se sostienen. Pues el
investigador espiritual aprende a distinguir exactamente entre lo que la memoria puede evocar y
algo radicalmente diferente al contenido de la memoria.
Debemos mantener una cosa en mente, cuando hablamos acerca de este momento de
entrada al mundo espiritual: a saber, que la gente que sufre de visiones, alucinaciones, u otras
condiciones patológicas no sin muy adecuadas para la investigación espiritual. Cuanto menos una
persona tienda hacia esa dirección, que es un mero reflejo de experiencia ordinaria, tanto más
seguro y cierto avanza en el capo de la investigación espiritual. Una gran parte de la preparación
para la investigación espiritual consiste en aprender a distinguir exactamente entre algo que surge
en un modo inconsciente y patológico desde dentro, y el elemento nuevo que puede hacer su
aparición como realidad espiritual después de educar nuestra alma en una escuela espiritual.
Me gustaría mencionar una diferencia radical entre experiencias de visiones o alucinaciones y lo que
el investigador espiritual percibe. ¿Por qué es que tanta gente se cree a sí misma el estar ya en el
mundo espiritual, cuando están sólo teniendo alucinaciones y visiones? ¡Cómo están dispuestas las
personas a aprender algo realmente nuevo! Se adhieren a lo viejo y familiar. Estas enfermas
ficciones del alma aparecen en nosotros en las alucinaciones y visiones básicamente de la misma
manera que la realidad externa sensorial. Están simplemente allí, confrontándonos; no hacemos
nada para que aparezcan. El investigador espiritual no esta en la misma situación en lo que respecta
a su nuevo entorno espiritual. Les he dicho cómo tiene que concentrarse y refinar todas las fuerzas
de su alma que usualmente están dormidas. Esto requiere que ejerza una fuerza y energía del alma
no presentes en la vida exterior. Debe constantemente sostenerse a esta fuerza cuando entra en el
mundo espiritual. Es característico de las alucinaciones y visiones que una persona permanece
pasiva; no necesita esforzarse. Sin embargo, tan pronto como se vuelve pasivo hacia el mundo
espiritual incluso por un momento, todo desaparece. Tenemos que quedarnos en ello estar
continuamente activos. Ese es el porqué no podemos estar errados, ya que nada del mundo
espiritual puede aparecer a nosotros en la misma forma en que lo hace una visión o alucinación.
Debemos estar completamente activos confrontando cada mínimo detalle de lo que aparece del
mundo espiritual, para que podamos comprender lo que estamos enfrentando. Esta ininterrumpida
actividad es vital para la verdadera investigación espiritual. Pues sólo entonces entramos en un
mundo radicalmente diferente al mundo de los sentidos, un mundo donde realidades y seres
espirituales nos rodean.
Pero otra cosa es aún necesaria: la lucha del alma por liberarse del cuerpo sucede como se
ha descrito. Esta necesidad adicional, sin embargo, puede nuevamente ser explicada con una
comparación científica. Cuando extraemos hidrogeno, permanece separado al principio, pero luego
se combina con otras substancias, deviniendo algo por completo diferente. Lo mismo debe suceder
con nuestros ser anímico-espiritual luego de su separación del cuerpo. Este ser debe conectarse con
seres que no son del mundo sensorio. Debe unirse con ellos y así percibirlos.
La primer etapa de la investigación espiritual es la separación de lo anímico-espiritual de la
naturaleza corporal-física. La segunda es entrar en relación con seres que trabajan detrás de escena
en el mundo sensorio. Muchas personas sienten la urgencia de conocer la existencia de algo
espiritual; hablan del espíritu detrás del orden del mundo y están perfectamente satisfechos de ser
panteístas. Pero, como lo ve el investigador espiritual, el panteísmo es justo como hablar a alguien
en la naturaleza y remarcar “mira, todo esto alrededor tuyo es naturaleza” en lugar de decir “estos
son árboles, nubes; esta es una lila, aquella es una rosa”. Conducir a una persona de una experiencia
de la naturaleza a otra, de un ser al siguiente, y decir “todo esto es naturaleza”, es decirle nada. Los
hechos deben ser presentados concretamente y en detalle. Es aceptable hoy hablar de un todo
impregnante espíritu, pero el investigador espiritual no puede descansar contento en esto. Después
de todo, él está entrando en reino de seres espirituales y realidad espirituales que están
diferenciadas, tanto como el mundo externo es concretamente diferenciado en nubes, montañas,
valles, árboles, flores, etc. Pero aunque nosotros diferenciamos los fenómenos naturales en reino
vegetal, reino animal y reino humano, no es aceptable hoy hablar de detalles concretos y hecho
encontrados al entrar en el mundo espiritual. El investigador espiritual no puede ayudar sino
señalando que entrar al mundo espiritual significa entrar a un mundo de reales, concretos seres y
eventos espirituales.
Otro ejercicio que necesitamos hacer es intensificar nuestro sentimiento de devoción –
devoción sentida en la vida diaria y en los momentos especiales de la vida como reverencia religiosa.
Esta devoción debe fortalecerse y desarrollarse infinitamente, para que una persona pueda alcanzar
la etapa de darse a sí mismo devotamente a la corriente de eventos cósmicos, como hace en el
sueño. En la contemplación o meditación, debe olvidar todo movimiento corporal, de nuevo, como
hace en el sueño.
Este es el segundo ejercicio, y debe alternarse con el primero. La persona al hacer el ejercicio
se olvida de su cuerpo tan completamente que no sólo para de pensar en él sino que puede incluso
anular todas las agitaciones del sentir y de la voluntad, justo como en el sueño apaga toda
consciencia de las agitaciones corporales. Pero esta condición debe construirse conscientemente.
Adhiriendo este ejercicio de devoción al primero, logrará sentirse a sí mismo como en casa en el
mundo espiritual con la ayuda de sus sentidos espirituales despiertos, así como encuentro su camino
en el entorno físico con la ayuda de sus sentidos exteriores.
Un nuevo mundo desciende ante él, un mundo que está siempre habitado por su ser
anímico-espiritual. Una realidad se vuelve aparente a su observación interior – una realidad todavía
rechazada por prejuicios comunes, aunque es sólo un hecho estrictamente de la investigación
científica como nuestra moderna teoría de la evolución. Me refiero al hecho de que él llega a
conocer el núcleo anímico-espiritual de su ser en tal forma que se da cuenta: “antes de haber sido
concebido y nacido dentro de esta vida que me vistió con mi cuerpo, Yo existía como ser anímico-
espiritual en el reino espiritual. Cuando pase a través de las puertas de la muerte, mi cuerpo decaerá.
Pero lo que he llegado a conocer como el núcleo anímico-espiritual de mi ser, que puede vivir fuera
del cuerpo, pasará a través de las puertas de la muerte. De allí en más, vive en un mundo espiritual”.
En otras palabras, llegamos a reconocer la inmortalidad del alma ya en esta vida entre
nacimiento y muerte. Nos familiarizamos con algo que sabemos es independiente del cuerpo y con
el mundo a que alma humana entra después de la muerte. Llegamos a conocer este núcleo anímico-
espiritual en tal forma que podemos describirlo con claridad científica.
Observando una planta, vemos cómo las semillas germinan, cómo las hojas y las flores se
desarrollan, y cómo se forman los frutos, produciendo nuevas semillas. Nos damos cuenta cómo su
vida culmina en esta nueva semilla. Hojas y flores se caen, pero la semilla permanece, portando la
promesa de una nueva planta. Nos volvemos conscientes de que la semilla, la parte esencial de una
nueva planta, ya está viviendo en la planta que observamos. Cuando miramos a la vida entre el
nacimiento y la muerte, podemos así reconocer que algo se desarrolla en el elemento anímico-
espiritual que pasa a través de las puertas de la muerte y es, además, el germen y esencial núcleo
de una nueva vida. El núcleo anímico-espiritual de nuestro ser, que esta escondido en la vida diaria
pero se revela a sí mismo a la Ciencia Espiritual, porta el potencial para una nueva vida humana tan
ciertamente cómo la semilla de una planta tiene el potencial de convertirse en una nueva planta.
Mirando las cosas de esta manera, arribamos a la conclusión de las vidas terrenales repetidas en
completa armonía con el enfoque científico-natural. Sabemos que la suma total de la vida humana
consiste no sólo de la vida entre el nacimiento y la muerte sino también de la vida que corre su curso
entre la muerte y el nuevo nacimiento, desde la que el hombre luego se embarca a una nueva
encarnación.
La única posible objeción a lo que he dicho es que la semilla que germina puede perecer si
las condiciones no fomentasen el desarrollo de una nueva planta. La Ciencia Espiritual atiende esta
objeción señalando que, aunque la semilla de la planta en su dependencia de condiciones externas
pueda perecer, no hay nada en el mundo espiritual que dificulte la gradual madurez del núcleo del
alma humana mientras se prepara para una nueva vida en la tierra. En otras palabras, el núcleo de
la vida humana que madura durante una vida terrena aparecerá otra vez en una próxima vida en la
tierra. Puedo sólo indicar brevemente cómo el investigador espiritual, fiel a los métodos científico-
naturales de investigación, llega a esta visión de vidas terrenales repetidas.
La gente ha acusado a la Ciencia Espiritual de ser Budista porque habla de reencarnación. La
Ciencia Espiritual ciertamente no extrae lo que tiene que decir del Budismo; esta firmemente
fundada en las premisas y principios de la moderan Ciencia Natural. Pero la Ciencia Espiritual
ensancha a la Ciencia Natural para cubrir la vida del espíritu sin ni siquiera habar teniendo el
Budismo en cuenta. La Ciencia Espiritual no puede ayudar reconociendo la verdad de la
reencarnación. No puede cambiar el hecho de que en tiempos antiguos el Budismo habló de viejas
tradiciones acerca de las vidas terrenales repetidas.
Me gustaría mencionar en conexión con esto que el pensamiento maduro de Lessing,
profundizado por la experiencia, lo llevó a hablar de la reencarnación. Hacia el final de larga vida de
trabajo, Lessing escribió su tratado sobre la educación de la raza humana, en el cual él avanza sobre
la idea de las vidas terrenales repetidas. Él dijo algo así: “¿Es esta enseñanza rechazada sólo porque
aparece en el amanecer de la cultura humana, antes de que cualquier prejuicio educativo pueda
nublarla?”. Lessing se negó a ser sacudido por el hecho de que esta enseñanza fuera el producto de
tiempos antiguos, una enseñanza que fue luego empujada al olvido por los prejuicios educativos. La
Ciencia Espiritual tampoco necesita espantarse de esto simplemente porque aparece en la doctrina
Budista. Esta no es ciertamente razón alguna para acusar a la Ciencia Espiritual de tendencias
Budistas.
La Ciencia Espiritual reconoce la verdad de las vidas terrenales repetidas por sus propias
fuentes, y nos señala nuestra conexión con la totalidad de la vida humana a través de las épocas.
Pues las almas viviendo en nosotros hoy han estado aquí muchas veces antes, y retornarán una y
otra vez. Miremos hacia atrás a épocas culturales tempranas – por ejemplo, al tiempo cuando las
personas levantaban sus ojos hacia las Pirámides. Sabemos que nuestras almas ya estaban viviendo
en aquel tiempo y que aparecerán otra vez en el futuro; ellas toman parte en cada época.
Es aún perfectamente comprensible hoy que la gente tenga un prejuicio acerca de estas
enseñanzas. Son también personas que toman todo de la forma en la que quieren verlo. Saben que
Lessing fue un gran hombre, pero los incomoda saber que él reconoció la verdad de la reencarnación
en el pináculo de su carrera. Así que dicen: “oh, bien, Lessing estaba volviéndose senil en su edad
madura”. Eso hace a la gente más confortable que pensar que cada uno ha sido parte de cada
civilización que haya existido en la tierra.
Ahora, ¿cómo quiere la Ciencia Espiritual introducir el hecho que he expuesto en la cultura
contemporánea? Porque, sin diferencia a como la Ciencia Natural presenta sus descubrimientos,
aunque esto significa que la Ciencia Espiritual está a los mismos prejuicios que las descubrimientos
iniciales basados en el enfoque científico-natural moderno. Piensen en un Galileo, en un Copérnico,
o Giordano Bruno. ¿Qué sucedió cuando Copérnico clamó que la tierra no estaba quieta, sino en
movimiento alrededor del sol, y que el sol era el que en realidad se quedaba quieto en relación a la
tierra? ¿Cómo reaccionaron las personas? Ellas pensaron que la religión estaba en juego, que la
piedad religiosa de las personas estaba en peligro por este avance en el conocimiento.
Le tomó a la Iglesia hasta el siglo XIX remover las enseñanzas de Copérnico del Index e
integrarlas a su doctrina. En cada época los avances en el pensamiento han tenido que luchar contra
los viejos prejuicios. Este joven conocimiento espiritual quiere hacerse sentir en la cultura humana
de hoy en la misma forma en que el nuevo conocimiento científico lo hizo en sus días. La Ciencia
Espiritual quiere enfatizar el hecho de que la humanidad está lista para adquirir conocimiento sobre
el espíritu, así como en los logros de Copérnico, Giordano Bruno, y Galileo la necesidad de una nueva
ciencia de la naturaleza se hizo evidente en un tiempo en que la humanidad estaba lista para él.
En sus días, incluso Nicolás Copérnico, un canónigo de la Iglesia, fue acusado de no ser un
cristiano. Y ahora es fácil en ciertos aspectos acusar a la Ciencia Espiritual de ser no cristiana. Cuando
esto sucede, yo siempre pienso un sacerdote que, al volverse rector de su universidad, dio una
conferencia sobre Galileo. Habló algo así como esto: “en aquellos días las personas tenían prejuicios
religiosas contra Copérnico. Pero una persona verdaderamente religiosa sabe que la Gloria y la Luz
de Dios no son disminuidas cuando nosotros conscientemente penetramos en los secretos del
universo. Sabe que la grandeza de nuestra mirada hacia Dios se ve de hecho solo incrementada
como resultado de extender nuestro conocimiento mas allá del reino de los sentidos para calcular
el curso de las estrellas y las características particulares de los cuerpos celestiales”.
Una persona verdaderamente religiosa puede comprender que la religión es sólo
enriquecida por el conocimiento científico. La Ciencia Espiritual no quiere tener nada que ver con la
fundación de una nueva religión o con dar surgimiento a profetas o fundadores de sectas. La
humanidad ha madurado; el tiempo de los profetas y fundadores de religiones terminó. Y en el
futuro, personas que sienten la urgencia de ser profetas sufrirán un destino diferente al de los
profetas antiguos, quienes, de acuerdo con los modos de su tiempo, eran justamente reverenciados
como individuos sobresalientes. Las personas de hoy que tratan de ser profetas en el antiguo
sentido simplemente recibirán burla. La Ciencia Espiritual no necesita de profetas porque por su
misma naturaleza sienta las bases de lo que hay que decir sobre las profundidades del alma humana,
profundidades que nuestras almas no pueden siempre iluminar. Y el científico espiritual
simplemente quiere investigar su sujeto como un modesto investigador, poniendo atención a
asuntos vitales. Él dice: “Yo lo he descubierto; tu puedes descubrirlo por ti mismo, también, si lo
intentas”. No tomará demasiado tiempo hasta que el investigador espiritual sea reconocido como
un investigador, tanto como lo son un químico o un biólogo. La diferencia es que el investigador
espiritual realiza su investigación en un campo que concierne a cada alma humana.
Esta noche puedo sólo bosquejar la actividad de la investigación hecha en este campo. Pero
si ustedes estudian el asunto en mayor detalle, encontrarán que se dirige a los más vitales
interrogantes del ama humana, interrogantes que conciernen a la naturaleza del hombre y su
destino. Ambas son cuestiones que pueden conmover al hombre hasta lo más profundo, cada hora
de cada día; nos da fuerzas para nuestro trabajo. Y porque las preocupaciones de la Ciencia Espiritual
tratan con las profundidades del alma humana, es sólo natural que pueda tomarnos y unirnos con
nuestro ser más íntimo, profundizando y mejorando de ese modo nuestros sentimientos religiosos
hasta un grado inusual.
La Ciencia Espiritual no quiere usurpar el lugar del Cristianismo; por el contrario, quisiera
ser un instrumento en hacer al Cristianismo entendible. Así se vuelve claro para nosotros que a
través de la Ciencia Espiritual el Ser a quien llamamos el Cristo debe ser reconocido como el centro
de la vida en la Tierra, que la religión Cristiana es la religión definitiva para todo el futuro de la Tierra.
La Ciencia Espiritual nos muestra particularmente que las religiones pre-cristianas crecieron de
forma unilateral y se reunieron en un todo en la fe Cristiana. No es el deseo de la Ciencia Espiritual
colocar algo más en el lugar del Cristianismo; mas bien quiere contribuir a un más profundo, más
cordialmente sentido entendimiento del Cristianismo.
¿Puede ser dicho que cuando Copérnico estaba llegando a su concepto del sistema solar en
la paz y la quietud de su estudio, quiso reformar el orden de la naturaleza? Sería una locura decir
algo de esa clase. La naturaleza se quedó como estaba, pero las personas aprendieron a pensar
acerca de la naturaleza de una forma que acordaba con la nueva mirada sobre el mundo. Me he
tomado la libertad de llamar a un libro sobre el Cristianismo que he escrito muchos años atrás, El
Cristianismo como Hecho Místico. Nadie que quiera usarlo para darle vueltas a lo que presenta al
mundo puede elegir tal título sin sopesarlo cuidadosamente. ¿Por qué, entonces, lo he escogido?
Sólo en orden de mostrar que el Cristianismo no es una mera doctrina para ser interpretada de esta
o aquella manera; ha entrado al mundo como un hecho que puede sólo ser entendido
espiritualmente. La naturaleza con cambió por Copérnico, ni lo hace la verdad del Cristianismo
cuando la Ciencia Espiritual es usada como herramienta para comprenderlo más completamente de
lo que fue posible en tiempos ya pasados.
He tomado más tiempo del previsto, pero quizá ustedes me permitan atraer su atención a
un aspecto concreto de la investigación espiritual Cristiana. Estudiando las antiguas culturas pre-
cristianas desde el punto de vista de la investigación espiritual, encontramos que todas tenían sitios
de Misterios que eran simultáneamente centros de religión, arte, y ciencia. Aunque la cultura
exotérica de tiempos antiguos no permitía a la gente ahondar en el mundo espiritual por medio de
los métodos científico espirituales que he descrito, era posible para ciertos individuos ser admitidos
dentro de los Misterios como alumnos o candidatos para la Iniciación. El arte de los Misterios les
ayudaba a alcanzar lo que he estado describiendo – es decir, retirarse del cuerpo físico y desarrollar
una vida anímica libre del cuerpo. ¿Y que sucedía con ello? La conquista de esta vida anímica libre
del cuerpo les permitía experimentar el mundo espiritual y el evento pivote en la evolución histórica
humano, el Evento del Cristo.
Las escuelas exotéricas prestan muy poca atención al rol jugado por estos discípulos de los
Misterios, aunque esto no es por falta de material disponible sobre el tema.
Permítanme mencionar una instancia sintomática. San Agustín dijo que ha habido Cristianos
no sólo desde la aparición del Cristo en la tierra, sino incluso desde antes de Su venida. Quienquiera
que diga eso hoy sería acusado de herejía. Un Padre de la Iglesia podría decirlo, sin embargo, y fue
sin duda la opinión de San Agustín. ¿Por qué este maestro Cristiano sostenía tal cosa? Obtenemos
un sentido de porqué lo ha dicho cuando vemos al leer a Platón, por ejemplo, cómo él apreciaba los
Misterios y cómo hablaba de su importancia para toda la vida y el ser de la humanidad. Algunas
palabras de Platón que parecen duras han llegado hasta nosotros. Él dijo que las lamas humanas
viven en lodosos pantanos después de la muerte si no se han iniciado en los Santos Misterios. Platón
habló de su convicción de que el alma humana es esencialmente de naturaleza espiritual, y que
aquel que retira su alma de su cuerpo físico como resultado de la Iniciación, puede contemplar el
mundo espiritual. Una persona que no ha trabajado su camino dentro de los Misterios le parece a
Platón cortada de su verdadero ser. El punto crucial es que en tiempos antiguos los Misterios eran
la única manera de dejar el mundo de los sentidos y conquistar la entrada al mundo del espíritu. Y
así fue que aquellos que eran reconocidos como discípulos de los Misterios, hombres como
Heráclito y Platón, eran llamados “Cristianos” por los Padres de la Iglesia porque los Misterios les
habían enseñado a ver el mundo espiritual.
Ese, sin embargo, ya no es el caso. La relación del alma humana con el mundo espiritual es
tremendamente diferente hoy de lo que fue en los tiempos pre-cristianos. Lo que he estado
describiendo esta noche acerca de lo que cada alma puede lograr por sí misma para lograr
conquistar la entrada al mundo espiritual ha sido posible sólo desde la fundación del Cristianismo.
Desde entonces, cada alma que aplique los métodos puestos en los libros mencionados más arriba
puede ascender al mundo espiritual a través del proceso de la auto-educación. En tiempos pre-
cristianos los Misterios y la autoritaria guía de los maestros era esencial; no había tal cosa como una
iniciación propia entonces. Y cuando la Ciencia Espiritual es consultada acerca de lo que trajo este
cambio, la respuesta basada en sus investigaciones debe ser que fue traído por el Misterio del
Gólgota1. La fundación del Cristianismo ha introducido en la humanidad una realidad que sólo puede
ser investigada espiritualmente. El Cristo mismo podía ser encontrado previamente en el reino del
espíritu sólo por una persona que haya aprendido en los Misterios a retirar su alma de su cuerpo. Él

1
Steiner se refiere aquí a la Crucifixión y Resurrección del Cristo.
puede ser encontrado desde el Hecho de Cristo por toda alma humana dispuesta a hacer el esfuerzo.
Lo que los Misterios introdujeron una vez en las almas humanas habita desde el Misterio del Gólgota
en toda alma humana, compartida por todos iguales.
¿Cómo es esto entendido?
Aquellos que eran reconocidos como alumnos en los Misterios, hombres como Heráclito y
Platón, eran llamados “Cristianos” por los Padres de la Iglesia porque los Misterios les habían
enseñado a mirar dentro del mundo espiritual. La Ciencia Espiritual muestra que mientras Jesús
estuvo vivo en la forma en que los Evangelios nos cuentan de ello, llegó un momento en Su Vida –
el Bautismo en el Jordán – cuando Jesús fue transformado. Un Ser que no estaba allí antes, entra en
Él y vive dentro de Él por los próximos tres años. El Ser que así entró en Él atravesó el Misterio del
Gólgota. Este no es el tiempo de entrar en detalles concernientes al Misterio del Gólgota, pero la
Ciencia Espiritual, desde su punto de vista completamente científico, confirma lo que los Evangelios
relatan. A través del Evento en el Gólgota el Ser Quien previamente podía ser experimentado sólo
en las alturas espirituales, se unió con la humanidad terrestre. Desde el tiempo en que Él pasó a
través del Gólgota, el Cristo vive en todas las almas humanas juntas. Él es la fuente de la fuerza por
la que toda alma humana puede encontrar su camino dentro del mundo espiritual. Las almas
humanas en la tierra han sido transformadas por el Misterio del Gólgota. El Cristo vino, como Él ha
dicho, “desde arriba”, pero Él ha tomado su morada terrenal en nuestro mundo humano.
La Ciencia Espiritual es reprochada por decir que Jesús no fue siempre el Cristo, sino que la
vida de Cristo en la tierra comenzó sólo cuando Jesús tuvo treinta años de edad. La humanidad
prejuiciosa confronta a la Ciencia Espiritual con una superficialidad tras otra. La mera presencia del
hecho invita instantáneamente al prejuicio. Y lo mismo es verdad de casi todo lo que nuestros
oponentes dicen respecto a la posición que la Ciencia Espiritual toma sobre el Cristianismo.
¿No estamos todos de acuerdo que un niño sólo comienza a recordar alrededor del tercer
año de vida? ¿Significa esto que lo que vive en él ahora no estaba presente ya antes? Cuando
hablamos de la entrada del Cristo dentro de Jesús, ¿estamos por lo tanto negando que el Cristo ha
estado relacionado con Jesús desde su nacimiento? No negaremos esto más que lo negaríamos que
un niño tiene alma antes de que el alma se vuelva consciente de sí misma durante el tercer año de
vida. Si entendemos correctamente lo que la Ciencia Espiritual tiene que decir, no nos opondremos
a ello.
La Antroposofía es incluso reprochada por hacer del Cristo un ser cósmico; sin embargo,
sólo ensancha nuestra manera terrenal de ver las cosas más allá de las preocupaciones meramente
terrestres hacia los confines del universo. Así nuestro conocimiento puede abarcar el universo
espiritualmente, así como Copérnico que, con su conocimiento, abarcó el mundo exterior. La
necesidad que la Ciencia Espiritual siente de abarcar lo que es más sagrado para ella es debido a un
sentimiento que es religioso y profundamente científico a la vez. Antes de Copérnico, la gente
determinaba los movimientos de las estrellas sobre las bases de lo que veían. Desde Copérnico, han
aprendido a sacar conclusiones independientes de su percepción sensoria. ¿Debe la Ciencia
Espiritual ser culpada por hacer lo mismo con lo que respecta a las preocupaciones espirituales de
la humanidad? Hasta ahora, la gente se ocupa del Cristianismo y de la vida del Cristo Jesús en la
única forma disponible. La Ciencia Espiritual quisiera abrir su mirada para incluir también la realidad
cósmico-espiritual. Agrega lo que ha investigado a lo que era sabido antes sobre el Cristo. Reconoce
en el Cristo un Ser eteno Quien, a diferencia de otro ser humano, entró sólo una vez dentro de un
cuerpo físico y está desde entonces unido con todas las almas humanas.
Aquellas personas que hacen del Cristianismo la base para batallar contra la Ciencia
Espiritual, cometen un peculiar error. ¡Solo investiguen si la Ciencia Espiritual se opone a lo que
encuentra en el Cristianismo! Afirma todo lo que el Cristianismo representa y luego añade algo más
a ello. Pero suprimir lo que la Ciencia Espiritual tiene que añadir no es insistir en el Cristianismo sino
más bien insistir en una visión estrecha del mismo. En otras palabras, significa comportarse justo
como aquellos que condenaron a Copérnico, Galileo y Giordano Bruno. Es fácil ver el error lógico en
la raíz de este argumento. La gente llega y dice: “Tú hablas de un Cristo cósmico viviendo en los
confines del universo; esto te hace un Gnóstico”. Esta es la misma clase de error en el que caemos
si una persona nos dice: “se me ha dado recién algo de dinero por alguien que me debía treinta
coronas. Pero me dio cuarenta, porque me prestó otras diez”. Si ahora nosotros insistimos en que
el hombre no ha pagado su deuda porque devolvió cuarenta coronas en lugar de treinta, estamos
diciendo un sinsentido, ¿no? Si las personas reprochan al orador de la Ciencia Espiritual diciendo:
“Tú no sólo estas diciendo lo que nosotros decimos acerca del Cristo, sino que le agregas algo”, no
se dan cuenta que monstruoso error han cometido; no están hablando con verdadera objetividad,
sino desde una fuerte emoción. Dejen que las personas discutan si los descubrimientos de la Ciencia
Espiritual significan o no algo para ellos. Eso depende de lo que la gente cree que necesita. Por
supuesto sería posible para nosotros rechazar a Copérnico, Galileo, o Giordano Bruno. Pero no
podemos clamar que la Ciencia Espiritual tiene menos que ofrecer en el tema del Cristianismo o que
es hostil a él.
Y hay algo más que debe ser añadido aquí cuando la relación de la Ciencia Espiritual hacia
el Cristianismo es discutida. La humanidad cambia en la medida en que cada individuo va de vida en
vida en épocas sucesivas. Nuestras almas encarnaron en tiempos anteriores a que el Cristo se uniera
a la tierra, y continuarán renaciendo en vidas terrestres más lejanas en las que el Cristo está unido
con la tierra. Desde ahora en adelante, el Cristo vive en cada alma humana. Si nuestras almas
adquieren todavía más profundidad mientras viven a través de sucesivas vidas terrestres, se
volverán crecientemente más independientes e interiormente incluso más libres. Por lo tanto
necesitan medios frescos para comprender la antigua sabiduría y continuar progresando en esta
libertad interior. Debe ser dicho que la Ciencia Espiritual confidencialmente proclama estas antiguas
verdades Cristianas en una nueva forma porque ha entendido la profundidad, verdad e importancia
del Cristianismo. Dejen que aquellos que insisten en pegarse a sus prejuicios crean que la Ciencia
Espiritual socava al Cristianismo. Pues lo que debe ser dicho sobre el Cristianismo puede ser dicho
por la Ciencia Espiritual a cada alma humana, ya que el Cristo de Quien ella habla puede ser
encontrado dentro de toda alma humana. Pero la Ciencia Espiritual también puede decir que ver al
Cristo como el Ser que una vez entró realmente dentro de las almas humanas y dentro del mundo
terrestre a través del Hecho del Misterio del Gólgota. La fe no tiene nada que temer del
conocimiento, pues los elementos de la fe, elevados al nivel del espíritu, necesitan no rehuir de la
luz del conocimiento. Así la Ciencia Espiritual ganará para el Cristianismo aquellas almas que no sean
conquistadas al hablarles como un profeta o como el fundador de una secta, sino al contrario
necesitan ser dirigidas por un modesto científico que llame su atención a lo que puede ser
encontrado en el campo de la Ciencia Espiritual y que ajuste las cuerdas en cada alma humana
vibrando en armonía.
Cualquier puede convertirse en un investigador en el campo del espíritu; ustedes pueden
encontrar los caminos descritos en los libros mencionados antes. Pero es también verdad que una
persona que no es un investigador en este campo puede ser permeada por la verdad si permite que
ella trabaje sobre él sin parcialidades. De otra forma, no le será posible liberarse a sí mismo de los
prejuicios. Toda verdad reside en el alma humana. No todos pueden alcanzar la mirada del
clarividente sobre la verdad espiritual, pero cuanto más nuestro pensar sea liberado del reino de los
sentidos, tanto más completamente puede seguir al científico espiritual mientras éste trae su
atención a sus descubrimientos a lo largo de los senderos espirituales. Él sólo quiere hacernos dar
cuenta de que hay verdades que pueden despertar a la vida en cada alma porque ya están
durmiendo en ella.
Antes de concluir quisiera señalar cómo la Ciencia Espiritual encaja en nuestra vida cultural
actual. La Ciencia Espiritual está en todo de acuerdo con la forma científico-natural de ver y pensar
acerca de las cosas. Quiere presentarse a sí misma a la cultura en la misma forma que Copérnico,
Galileo y Giordano Bruno se presentaron a sí mismos en su tiempo.
Pensemos por un momento en Giordano Bruno - ¿qué hizo él realmente? Antes de aparecer
en escena y hablar palabras tan importantes para la evolución humana, la gente miraba el cielo y
hablaba de las esferas celestiales en la forma en que pensaban que las veían. Hablaban de la bóveda
azul de los cielos como del límite del universo, Copérnico, Galileo y Giordano Bruno tuvieron el
coraje de atravesar las apariencias sensorias y establecer una nueva forma de pensar. ¿Qué estaba
realmente diciendo Giordano Bruno a sus oyentes? Él dijo: “miren al firmamento, la azul bóveda de
los cielos. Las limitaciones de su conocimiento la han creado. Esto es tan lejos como sus ojos pueden
ver; son sus ojos los que han creado este límite”. Giordano Bruno extendió su mirada mas allá de
los límites. Sintió permisible el señalar que mundos estelares interminables estaban enclavados en
la vastedad del espacio.
¿Cuál es la tarea del investigador espiritual? Permítanme intentar expresarlo en términos
de la reciente evolución espiritual. El investigador debe señalar hacia una especie de “firmamento
de tiempo”, hacia el nacimiento y la muerte como los límites de la vida humana. Él sostiene que el
punto de vista exotérico ve el nacimiento y la muerte como un “firmamento de tiempo” por causa
de las limitaciones del entendimiento humano y la capacidad perceptiva. Como Giordano Bruno, el
investigador espiritual debe señalar que este “firmamento de tiempo” no existe realmente, sino que
las personas piensan que existe simplemente por su limitada manera de ver. Giordano Bruno apuntó
más allá de los supuestos límites del espacio hacia mundos infinitos incrustados en las vastas
expansiones. El científico espiritual debe de manera similar explicar que detrás de los supuestos
límites del nacimiento y la muerte se estira un tiempo sin final, en el que la eternidad del alma
humana, el ser eterno del hombre mientras pasa de una vida a la otra, está enclavado. La Ciencia
Espiritual está en completa armonía con los impulsos que trajeron estos cambios en la Ciencia
Natural.
Pueda permitírseme llamar su atención una vez más sobre el hecho de que la Ciencia
Espiritual no tienen deseo alguno de fundar una religión de ninguna clase; mas bien quiere
establecer un ánimo más religioso en la vida del alma y guiarnos hacia el Cristo como el Ser en el
centro de la vida religiosa. Trae una profundizada claridad religiosa. Quienquiera que tema que la
Ciencia Espiritual pueda destruir su claridad religiosa se parece a una persona – si puedo usar esta
analogía – que pueda haberse acercado a Colón antes de que partiera para América, para
preguntarle: “¿por qué quieres descubrir América? El sol se eleva tan bellamente aquí en nuestra
buena y vieja Europa. ¿Cómo sabemos si el sol también se eleva en América, calentando a las
personas y brillando sobre la tierra?”. Cualquiera familiarizado con las leyes de la realidad física
sabrá que el sol brilla en todos los continentes. Pero cualquiera que tema por el Cristianismo es
como la persona descrita que teme el descubrimiento de un nuevo continente porque cree que el
sol pueda no brillar allí. Aquel que verdaderamente porte al Cristo-Sol en su alma sabe que el Cristo-
Sol brilla sobre todo continente. Y sin importar lo que aún pueda ser descubierto, ya sea en reinos
de la naturaleza o en reinos del espíritu, la “América del espíritu” nunca será descubierta a no ser
que la verdadera vida religiosa vuelva con un sentido de pertenecer al Cristo-Sol como el centro de
nuestra existencia en la tierra, a no ser que el Sol brille – caliente, ilumine y encienda nuestras almas
humanas. Sólo una persona cuyo sentir religioso está enfermo, temería el poder morir por causa de
algún nuevo descubrimiento. Pero una persona fuerte en su genuino sentir hacia el Cristo no temerá
que el conocimiento pueda socavar su fe.
La Ciencia Espiritual vive en esta convicción. Habla de su convicción a la cultura
contemporánea. Sabe que el verdadero pensar y sentir religioso no puede ser dañado por
investigación de ningún tipo, sino que sólo un débil sentir religioso tiene algo que temer. La Ciencia
Espiritual sabe que podemos confiar en nuestro sentido de la verdad. A través de los conmovedores
eventos en su vida anímica que él ha experimentado objetivamente, el investigador espiritual sabe
qué es lo que vive en las profundidades del alma humana. A través de sus investigaciones ha llegado
a tener confianza en el alma humana y ha visto que está íntimamente relacionada con la verdad.
Como resultado, él cree – aunque los signos de los tiempos le contradigan – en la victoria definitiva
de la Ciencia Espiritual. Y cuenta con que el amor a la verdad y la genuina vida religiosa del alma
humana traigan esta victoria.

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