SER Y TIEMPO
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“Porque manifiestamente vosotros estdis familiarizados desde hace mucho tiem-
po con lo que propiamente queréis decir cuando usdis la expresién ‘ente’; en
cambio, nosotros crefamos otrora comprenderlo, pero ahora nos encontramas en
aporia”'. ¢Tenemos hoy una respuesta a la pregunta acerca de lo que propiamente
gueremos decir con la palabra “ente”? De ningwin modo. Entonces es necesatio
plantear de nuevo la pregunta por el sentido del ser. {Nos hallamos hoy al menos
perplejos por el hecho de que no comprendemos fa expresién “ser”? De ningdn
modo. Entonces seri necesario, por lo pronto, despertar nuevamente una com-
prensién para cl sentido de esta pregunta, La elaboracién concreta de la pregunta
por el sentido del “ser”(*) es el propdsito del presente tratado, La interpretacion
del 1iempo como horizonte de posibilidad para toda comprensidn del ser en gene-
ral, es su meta provisional
La fijacion de semejante meta, las investigaciones incluidas en aquel propési-
Io y exigidas pot él, y el camino hacia ese fin necesitan de una aclaraciGn
introductoria.
'Platéa, Ef Sofista, 244 a.INTRODUCCION
EXPOSICION DE LA PREGUNTA POR EL SENTIDO
DEL SER
CAPITULO PRIMERO
Necesidad, estructura y primacfa de la pregunta por el ser
§ 1. Necesidad de una repeticién explicita de fa pregunta por el ser
Hoy esta pregunta ha caido en e] olvido, aunque nuestro tiempo se atribuya el
progreso de una reafirmacién de la “metafisica”. Pese a ello, nos creemos dispen-
sados de los esfuerzos para volver a desencadenar una yryavTouexia Tepi TAS
oUcias. Sin embargo, esta pregunta no es une pregunta cualquiera. Ella mantuvo
en vilo Ia investigacién de Platén y Aristételes, aunque para enmudecer desde
entonces —como pregunta temdtica de una efeciiva investigacién. Lo que ellos
alcanzaron se mantuyo, a través de mdkiples modificaciones y “retoques”, hasta
la Logica de Hegel. Y Jo que, en et supremo esfuerzo del pensar, le fuera antaho
arrebatado a los fendmenos, si bien fragmentaria e incipientemente, se ha conver-
tido desde hace tiempo en una trivialidad.
No sélo eso. Sobre la base de los comienzos griegos de la interpretacién del
ser, lego a constituirse un dogma que no s6lo declara superflua la pregunta por el
sentido del ser, sino que, ademas, ratifica y legitima su omisién. Se dice: el con-
cepto de “ser” es el ms universal y vacio. Como tal, opone resistencia a todo
25imento de definicién. Este concepto universalisimo y, por ende, indefinible, tam-
poco necesita ser definido. Todo el mundo lo usa constantemente y comprende ya
siempre lo que con él quiere decir. De esta manera, lo que estando oculto incitaba
y mantenia cn Ja inquietud al filosofar antiguo, se ha convertido en algo obvio y
¢laro como el sol, basta el punto de que si alguien insiste en preguntar aun por
ello, es acusado de error metodolégico.
Al comienzo de esta investigacién no es posible discutir en detalle los prejui-
cios que constantemente suscitan y alimentan la conviccion de que no es necesa-
tio preguntar por el ser. Ellos hunden sus raices en la ontologia antigua misma.
Esta, por su parte, solo podrd ser adecuadamente interpretada —en to que respec-
taal terreno de donde han brotado sus conceptos ontolégicos fundamentates, y a
a justeza de la legitimacién y del némero de las categorfas— siguiendo el hilo
conductor de la aclaracién y respuesta de la pregunta por el ser. Llevaremos,
pues, la discusién de estos prejuicios tan s6lo hasta cl punto en que pueda verse ta
necesidad de una repeticién de la pregunta por el sentido del ser. Estos prejuicios
son tres:
1. El “ser es el concepto “mds universal”: 6 dv éott KaBdkou Latta TévToN!
filed quod primo cadit sub apprehensione est ens, cuius intellecius includitur in
omnibus, quaccumque quis apprehendit. "Una comprensién del ser ya esta siem-
pre implicita en todo aquello que se aprehende como ente”?. Pero la “universali-
dad” del “ser” no es la del género, El “ser” no constituye la regién suprema del
ente en tanto que éste se articula conceptualmente segiin género y especie: obte
vb 6v yevos*, La “universalidad” del ser “sobrepasa” toda universalidad genéri-
ca. El “ser” es, en la nomenclatura de la ontologia medieval, un “trascendental”
{“transcendens”). La unidad de este “universal” trascendental frente a la multip!i-
cidad de los supremos conceptos genéricos quiditativos fue reconocida por
Aristételes como la unidad de fa analogia. Con este descubrimiento, Aristételes,
pese a su dependencia respecto del cuestionamienta ontolégico de Platén, puso el
problema del ser sobre una base fundamentalmente nueva. Pero tampoca él logré
disipar la oscuridad de estas conexiones categoriales. La ontologfa medieval dis-
cutié copiosamente el problema, especialmente en las escuelas tomista y escotista,
sin Iegar a una claridad de fondo. Y cuando, finalmente, Hege! determina el
“ser” como lo “inmediato indeterminado”, haciendo de esta definicion la base
para todo ef ulterior despliegue categorial de su Logica, sigue mirando en la mis-
* Arisisteles, Met B 4, 1001 a 21
2Tomés de Aquino, S, Th, LILg $4 a. 2.
*Aristételes, Met B 3, 998 b 22.
Sel ente, la entidad.
26ma direccién que la ontologia antigua, con la Unica diferencia que deja de mano
el problema, ya planteado porAristételes, de la unidad del ser frente a la multipli-
cidad de las “eategorias” quiditativas. Por consiguiente, cuando se dice: el “ser”
es el concepto més universal, ello no puede significar que sea el més claro y que
no esté necesitado de una discusién ulterior. El concepto de “ser” es, mds bien, el
mas oscuro.
2. El concepto de “ser” es indefinible. Es lo que se ha conctuido de su suprema
universalidad!, ¥ con razén —si definitio fit per genus proximum et differentiam
specificam. En efecto, el “ser” no puede ser concebido como un ente: enti non
additur aliqua naiura: no se puede determinar el “ser” atribuyéndole una enti-
dad. El ser no es derivable definitoriamente desde conceptos més altos, ni puede
ser explicado mediante conceptos inferiores. Pero, ;se sigue de ello que el “ser”
ya no presente problemas? Ni mucho menos. Lo tinico que puede inferirse es que
el “ser” no es ulgo asi como un ente*, De ahi que esa forma de determinacién de
os entes, justificada dentro de ciertos limites, que es ta “definicidn” de la légica
wadicional —légica que tiene, ella misma, sus fundamentos en Ja ontologta anti-
gua— no sea aplicable al ser. La indefinibilidad del ser no dispensa de la pregun-
ta por su sentido, sino que precisamente invita a ella.
3. El “ser” es un concepto evidente por si mismo. En todo conocimiento, en todo
enunciado, en todo comportamiento respecto de un ente, en todo comportarse
respecto de si mismo, se hace uso del “ser”, y esta expresidn resulta comprensible
“sin mds”. Cualquiera comprende: “el cielo es azul”; “soy feliz", y ouas cosas
semejantes. Sin embargo, esta comprensibilidad de término medio ne hace mas
que demostrar una incomprensibilidad. Esta incomprensibilidad pone de mani-
fiesto que en todo comportarse y habérselas respecto del ente en cuanto ente,
subyace a priori un enigma, El hecho de que ya siempre vivamos en una com-
prensin del ser y que, al mismo tiempo, el sentido del ser esté envuelto en oscu-
ridad, demuestra la principial necesidad de repetir la pregunta por el sentido del
'ser”,
La apelacidn a lo obvio en e] dmbito de los conceptos filosoficos fundamenta-
les, y sobre todo con respecto al concepto de “ser”, es un dudoso procedimiento,
‘CI Pascal, Pensées et Opuscuies (ed. Brunsehvicg)6, Paris 1912, p. 169: On ne peut entreprencre
dde definir Vtre sans tomher dans cette absurdité: car on ne peut définir un mot sans commencer pat
cclui-ci, clest, soit qu'on Fexprime ou qu’on Je sous-entende. Done pour définir Iétre, il faudrait
dize Cest, et aitsi emptoyer Ie mot défini dans sa détinition,
8 {Ciertamente que no!, sino: acerca del Ser (Seyr) no puede decidirse nada recurtiende a este
lipo de conceptos.
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