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*** g83 22/3 págs. 16-21 Un alcohólico en la familia... ¿qué se puede hacer?
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Un alcohólico en la familia... ¿qué se puede hacer?
DESPUÉS de haber pasado toda la noche bebiendo, con paso vacilante logra a
duras penas llegar a casa y cae desmayado en el piso de la sala. Su esposa se
siente herida y disgustada. No obstante, haciendo grandes esfuerzos, lo levanta,
lo cambia de ropa y lo acuesta en la cama. Su esposo es alcohólico.
Al día siguiente él promete que esto no volverá a ocurrir. A veces él no
recuerda nada de lo que pasó la noche anterior. ¡Pero ella lo recuerda! ‘No me
atrevo mencionarle nada sobre la situación’, dice ella para sí, pues teme que, si lo
hiciera, él se enfadaría mucho y comenzaría a beber de nuevo. Puesto que él no
está en condiciones de ir al trabajo, ella llama al jefe para dar excusas por él.
Ella no pierde la esperanza de que él beba menos. En efecto, trata
desesperadamente de controlar el hábito de beber de su esposo. De modo que
esconde el licor o se deshace de éste.
Ella limita sus actividades sociales, pues se siente avergonzada por el hábito
de beber de su esposo. Y no participa en actividades sociales sin la compañía de
él, por temor de que él se enoje y beba aún más.
Y sin embargo, a pesar de todo eso, ¡él sigue bebiendo! ¿Por qué? ¿No está
haciendo ella todo cuanto puede por ayudarle? En realidad, sin darse cuenta de
ello, ella ha contribuido a que el recobro de su esposo sea más difícil. El no es el
único que necesita ayuda... ¡ella también la necesita!
¿Describe lo anterior a alguna familia que usted conozca, quizás hasta la
propia familia de usted? Si así es, puede que se pregunte: ‘¿Por qué se dice que
la esposa tal vez necesite ayuda también?’.
Repercusiones en la familia
El alcoholismo tiene enormes repercusiones emocionales en toda la familia. La
esposa, por ejemplo, a menudo es un reflejo exacto del alcohólico.
Por ejemplo, un síntoma común del alcoholismo es la negación de que se tiene
problemas con la bebida. No obstante, a menudo los demás miembros de la
familia también niegan que haya algún problema, quizás debido a que temen a la
deshonra. De modo que si su cónyuge tiene problemas con la bebida, ¿se halla
usted dando “explicaciones” cada vez que él (o ella) se emborracha?
Eso no es todo. A medida que sus esfuerzos por controlar el hábito de beber de
su cónyuge fracasan repetidamente, tal vez dentro de usted se están
desarrollando sentimientos de inquietud e insuficiencia. O peor aún... ¿se están
desarrollando en usted el rencor y la amargura? “Muchas veces deseaba que
estuviera muerto”, confesó una esposa desesperada.
Por eso, no es de extrañar que usted experimente sentimientos y emociones
negativos semejantes a los del alcohólico... inquietud, temor, cólera, culpa,
nerviosismo, decepción, tensión, autoestima de tipo inferior. Sí, a menudo la
esposa necesita ayuda también.
¿Qué hay de los hijos? El pensar en las duraderas cicatrices emocionales que
pudieran recibir es desgarrador. Note lo que dijeron a ¡Despertad! algunos hijos de
alcohólicos.
“Yo siempre estaba estorbando. En cierta ocasión, cuando yo tenía como
nueve años de edad, mamá había estado bebiendo, y ella y papá se enfrascaron
en una acalorada discusión. Mamá comenzó a caminar hacia fuera. Me puse
histérico y, agarrándola de la falda, le supliqué que no se fuera.”
“Todo el mundo lo sabía. Puedo recordar las veces que caminaba hacia la
escuela y oía a los muchachos riéndose y gritando: ‘¡Tu papá es un borrachín!’.”
“Desarrollé un complejo de inferioridad. Me culpaba a mí mismo.”
“Todavía tengo un sentido de inseguridad grande, dudo de mi aptitud, hablo en
desprecio de mí mismo, me disgusto conmigo mismo.”
Es fácil comprender por qué tales niños pueden llegar a ser nerviosos,
introvertidos y poco conversadores. Muchas veces reprimen y desmienten la
cólera, el temor, la decepción y la soledad. De lo contrario, la situación
simplemente sería demasiado dolorosa. Sí, puede que los hijos también necesiten
ayuda.
Por consiguiente, usted —como miembro de la familia— tal vez necesite ayuda
para: 1) conservar su propia salud emocional; y, 2) aprender la mejor manera de
considerar el problema con el alcohólico.
Entérese de los hechos
Comience por medio de informarse sobre el alcoholismo. Puede conseguir
algunos datos útiles en la biblioteca de la localidad o un centro de información
sobre el alcoholismo. Al hablar con otras personas que hayan afrontado un
problema similar quizás aprenda algunas sugerencias prácticas en cuanto a qué
hacer.
Puede que el asunto que más le preocupe sea: ‘¿Qué puedo hacer para ayudar
al alcohólico?’. Pero antes de que pueda ayudar al alcohólico, tal vez usted
necesite ayuda para recobrarse de sus propios sentimientos y emociones
negativos. De modo que primero aprenda cómo le ha afectado a usted el
alcoholismo. De otro modo, ¡probablemente usted no pueda llegar al corazón del
alcohólico!
Luego aprenda la mejor manera de abordar al alcohólico. Puede que usted
inicialmente haya reaccionado como la esposa descrita al principio. Pero a
menudo tales esfuerzos contribuyen al empeoramiento de la condición del
alcohólico, más bien que al recobro. ¿Por qué? Porque impiden que el alcohólico
vea la realidad de su situación. Este se oculta tras un enorme muro de negación.
Así que el escudarlo de las consecuencias de su hábito de beber generalmente
contribuye a que siga negando el problema y continúe bebiendo.
Cómo encaminar al alcohólico adonde reciba ayuda
Aunque no se puede obligar al alcohólico a ir en busca de algún tratamiento, se
puede despertar en él el deseo de buscar ayuda. ¿Pero cómo?
Esencialmente hay dos maneras de abordar el problema: 1) permítale
experimentar las consecuencias de su hábito de beber; y, 2) confróntelo
directamente con los hechos respecto a su hábito de beber. Hasta en su peor
momento, el alcohólico puede aceptar parte de la realidad, ¡si se le presenta de
modo admisible!
Sin embargo, antes que consideremos cada una de estas maneras de abordar
el problema, he aquí una advertencia: Una intervención de esa clase requiere que
uno esté informado sobre el alcoholismo y tenga la fortaleza emocional necesaria
para poner en práctica ese conocimiento.
Ahora bien, ¿qué significa dejar que el alcohólico sienta las consecuencias de
su hábito de beber? No significa castigarlo, pero sí es preciso que se obre con
firmeza. A modo de ilustración, hagamos referencia a la esposa descrita al
principio. Note lo que recomendó en una entrevista para ¡Despertad! la Dra.
Winnie Sprenkle, directora de la sección de asesoramiento de un centro para el
tratamiento del alcoholismo (el cual ha tenido éxito).
¿Qué pudo haber hecho ella cuando su esposo cayó desmayado en el piso?
“En general, es muy importante que la familia no oculte el problema de modo que
el alcohólico no sepa lo que haya pasado. Así que, si él cae desmayado en el piso
y a la mañana siguiente despierta en la cama con su pijama, nunca sabrá lo que
sucedió.” Por lo tanto, dependiendo de las circunstancias, ella pudo haberlo
dejado dormir allí mismo. La mañana siguiente, cuando él despertara y se hallara
en el piso, se vería ante la realidad de su situación.
Cuando él no puede recordar cómo se comportó el día anterior, ¿qué pudiera
hacer ella? “Ser franca con él, pero sin mostrarse enojada. ‘Esto fue lo que
sucedió anoche y así me afectó.’” Aunque él se enfurezca, ella lo está ayudando
así a comprender que tal comportamiento no se ve en las familias sanas.
¿Qué hay en cuanto a que ella se aísle? “Me parece que lo más importante es
que la familia simplemente se ocupe de los asuntos del diario vivir del modo más
saludable que pueda. El alcohólico se confronta cada vez más con el gran
contraste que hay entre él y el resto de la familia. Muchas veces eso resulta en
que finalmente diga: ‘Pues, ¡tengo un problema y necesito buscar ayuda!’.” Por
ejemplo, si ella participa en actividades sociales sin la compañía de él, pudiera
darle a conocer bondadosamente que quisiera que él pudiera acompañarla, pero
que su problema con la bebida lo impide.
¿Qué hay en cuanto a la segunda manera de abordar el problema... la
confrontación? En I’ll Quit Tomorrow (Dejaré de hacerlo mañana), Vernon E.
Johnson recomienda lo siguiente:
Los que confrontan al alcohólico deben ser las personas más importantes en la
vida de él. Con la ayuda de un consejero capacitado, cada una hace una lista en la
que describe con lujo de detalles el comportamiento del alcohólico. Se fija una
fecha y una hora en que es probable que el alcohólico esté sobrio. Entonces, de
manera que refleje el profundo interés de ellas, cada una lee en voz alta su lista.
Aunque es posible que al principio el alcohólico se ponga a la defensiva, ellas
continúan con firmeza. La meta es lograr que el alcohólico acepte suficientes
hechos de la realidad de modo que se dé cuenta de que necesita buscar ayuda.
¿Dónde se puede hallar ayuda?
Algunos miembros de familia, junto con el alcohólico, acuden por ayuda a un
centro para el tratamiento del alcoholismo, donde la familia también puede
matricularse en un programa de terapia. ¿Cómo puede ayudar esto? Hasta ese
momento, los miembros de la familia tal vez hayan reprimido recuerdos y
sentimientos dolorosos. Al no estar al corriente de sus propios sentimientos, se les
hace difícil comprender los del alcohólico. De modo que a menudo las metas
fundamentales de la terapia son: reconocer y admitir los sentimientos de uno
mismo (para sobreponerse a los sentimientos negativos, primero hay que
encararse a ellos); comprender los sentimientos de la otra persona y cómo la
afectan emocionalmente las acciones de uno, y poner en práctica tal perspicacia
con el fin de aprender a comportarse mejor.
‘Pero ¿qué hay si el alcohólico rehúsa buscar ayuda?’, pregunta usted. Sea
que el alcohólico lo haga o no, puede que usted necesite ayuda para encararse a
sus propios sentimientos negativos y sobreponerse a ellos. En busca de tal ayuda,
algunas familias han recurrido a grupos de la localidad compuestos de parientes
de personas alcohólicas. Esos grupos tratan de suministrar comprensión y
perspicacia con relación a los problemas que surgen al vivir con un alcohólico.
Claro, esos grupos no existen en todas partes del mundo. Otras personas, al darse
cuenta de la necesidad emocional que tienen de recibir ayuda, acuden a otra
fuente.
“El conocer la verdad de la Biblia es lo que me ayuda a arreglármelas”, dice
Ann, quien por 30 años ha vivido con su cónyuge alcohólico e incrédulo. Como
testigo de Jehová, ella estudia la Biblia con regularidad y se esfuerza por ponerla
en práctica en su propia situación. Aunque esto no elimina sus problemas, sí la
ayuda a estar alegre a pesar de ellos. Y eso puede ayudarle a usted también.
¿Cómo?
En primer lugar, el poner en práctica los principios bíblicos puede ayudarle a
sobreponerse a los sentimientos y emociones negativos, y contribuir así a que
usted esté más alegre a pesar de su situación. No obstante, el hacer esto requiere
fe firme en que Dios cumplirá lo que ha prometido (Hebreos 11:1, 6). Considere
algunos ejemplos.
Inquietud: ¿Afronta usted problemas económicos debido al hábito de beber de
su amado (o amada), y se preocupa extremadamente tocante a cómo pasarlas
con lo que tiene? “Dejen de inquietarse”, aconseja Jesús en cuanto a las cosas
indispensables para la vida. “Su Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas
estas cosas” y puede mantener (y lo hará) a los que hacen de Su adoración el
asunto primordial en la vida (Mateo 6:25-34). Jesús entonces da una sugerencia
muy práctica para vencer la inquietud... vivir un día a la vez. ¿Por qué añadirle las
inquietudes de mañana al día de hoy? Además, como lo expresó cierto docto
bíblico: “El futuro de la realidad rara vez es tan malo como el futuro de nuestros
temores”.
Sin embargo, el solo saber las palabras de Jesús no aliviará la inquietud. Hay
que ponerlas en práctica, y es entonces cuando entra en el cuadro la verdadera fe.
Tanto la aptitud de Dios para mantener a sus siervos como Su promesa de hacerlo
son confiables. La única cuestión es: ¿Estamos nosotros absolutamente seguros
de que, mientras nos esforcemos diligentemente por hacer nuestra parte, Dios
hará la suya?
Sentimiento de culpabilidad: ¿Le han hecho sentir culpable los sentimientos y
actitudes negativos? Es cierto que usted tiene defectos y Dios no tolera las
actitudes incorrectas. Pero la Biblia nos asegura afectuosamente: “Si confesamos
nuestros pecados [a Dios], él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados”
(1 Juan 1:9; Proverbios 28:13). ¿Hay realmente algún motivo para creer que Dios
no hará eso en su caso, con tal que usted haga su parte? Dios actuará tal como
ha prometido. Pero usted no va a sentirse mejor a menos que crea firmemente en
ello.
El estudio de la Palabra de Dios también puede ponerlo en vías de recibir la
ayuda del espíritu santo de Dios. Y ese espíritu puede adornarle con cualidades
positivas, como ‘amor, gozo, paz, benignidad, apacibilidad y gobierno de uno
mismo’ (Gálatas 5:22, 23). ¡Qué ayuda poderosa para sobreponerse a los
sentimientos negativos! No obstante, usted tiene que ’seguir pidiendo’ a Dios Su
espíritu (Lucas 11:5-13). Y en esto de nuevo se requiere fe firme. Como dijo Jesús:
“Todas las cosas que oran y piden tengan fe de que pueden darse por recibidas, y
las tendrán”. (Marcos 11:24.)
¿Quisiera usted saber cómo adquirir esa clase de fe? Los testigos de Jehová le
ayudarán con mucho gusto. Quizás hasta descubra que entre ellos hay personas
que han aguantado los mismos problemas que usted y, por lo tanto, pudieran darle
ayuda comprensiva basada en las Escrituras. Tenga presente que el expresarse
tiende a aminorar los sentimientos negativos. Así que puede ser una gran ayuda
considerar francamente sus sentimientos con alguien que comprenda su situación.
Si usted ya se asocia con los testigos de Jehová y necesita ayuda para
fortalecer su fe, ¿por qué no pide ayuda a un superintendente cristiano? Estos
hombres devotos ayudan “de buena voluntad” y “con verdaderas ganas” a sus
compañeros cristianos en todo lo que puedan. (1 Pedro 5:1-3.)