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CHARLES FOURIER (1772) Francia

Se ha sentado vagamente como principio, que los hombres han sido creados
para la sociedad, sin observarse que la sociedad puede ser de dos clases:
fragmentaria y combinada, o sea el estado antisocialista y el estado socialista.
La diferencia entre uno y otro es la que hay de la verdad al error, de la riqueza a
la miseria, de las cumbres a la planicie, de las mariposas a los gusanos.
Sólo pueden existir dos métodos para el ejercicio de la industria; a saber: el
estado fragmentario o cultivo por familias aisladas, tal como hoy existe, o el
estado socialista. Es un principio que debe recordarse sin cesar. Como discreto
distribuidor no ha podido especular acerca del empleo de las parejas aisladas
que obran sin unidad por el método civilizado; porque la acción individualista
lleva en sí siete gérmenes de desorganización de los cuales cada uno basta por
sí solo para engendrar multitud de desórdenes. Los políticos miopes que han
creído hacer sabios ensayos, probando con pequeñas reuniones de una
veintena de familias, caían en el doble error: De fijarse en el pequeño número
que no produce las grandes economías ni los recursos mecánicos; y De poner
en juego el espíritu de familia que, tendiendo al egoísmo, debe ser absorbido en
los lazos corporativos. Primer error: La inducción del pequeño número al grande.
No basta, pues, reunir tal número de personas. Es preciso reunir las
desigualdades graduadas de todas las facultades y extender la escala de
desigualdades en relación al grado de pruebas; es decir, que en el grado
superior es preciso juntar desde el hombre sin fortuna, grado cero, hasta un
cienmillonario; mientras que en el grado inferior bastará una escala de pequeñas
fortunas graduadas… La concentración accionista asocia los jefes y no los
cooperadores; es un régimen bastante especial que empieza brillantemente y se
recomienda por lo grande y útil de las empresas que puede abarcar.
Pero ¿a qué tiende esta operación? ¿Cuál sería su influencia, una vez
generalizada, cuando haya invadido y entregado a compañías accionistas todas
las ramas de la industria? Digo todas porque si esas compañías no conocen aún
el medio de reducir a la agricultura y monopolizarla lo conocerán en breve: el
comer y el rascar todo es empezar. Después, aprovechándose de un momento
de guerra y penuria, arrastrarían a los gobiernos a esta concesión. Entonces se
organizaría una federación de monopolios graduados y afiliados, llegándose al
feudalismo comercial o cuarto grado del movimiento civilizado. La civilización ha
comenzado por líneas de grandes vasallos: oligarquía, sea nobiliaria, bien
patriarcal; debe acabar por la vuelta a otra oligarquía de distinta clase, que será
la mercantil, siendo los oligarcas los jefes de las compañías por acciones.
El contacto de los extremos es la ley general del movimiento; ley que se
reproduce en todos los fenómenos naturales, por ejemplo: en las fases de la
luna que después del creciente directo acaba por una creciente a la inversa.
Si se pretende dar a la concentración accionista el título de Asociación; se toma
la forma por el fondo; porque el fondo abraza las dos funciones primordiales, a
saber: gestión agrícola y gestión doméstica, de las cuales no se han ocupado
nuestros escritores actuales. La bolsa comunal. Los comerciantes no se ocupan
sino de hundirse mutuamente; tal es el fruto de la libre competencia.
Confieso que es anuncio muy inverosímil el de un procedimiento para asociar
trescientas familias desiguales en fortuna y retribuir a cada persona, hombre,
mujer, niño, según las tres facultades: capital, trabajo, talento.

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