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Dificultades

Cuando nos toca experimentar las dificultades, pruebas y desafíos en la vida, suele haber
en nosotros la tendencia generalizada a verlas desde una manera negativa, baja
predisposición de ánimo por la incomodidad e inseguridad que conlleva salir de una forma
de confort psicológica, física, etc. Y se crea un sentimiento automático de necesidad de
escape y rechazo por futuras experiencias similares. Eso suele ser debido a que el foco de
conciencia durante la experiencia ha estado auto-centrado en los propios intereses de la
persona, creando sus propias expectativas y su correspondiente ansiedad.

Pero las dificultades y pruebas pueden ser en realidad las verdaderas oportunidades, en el
aquí y ahora del contexto de cada persona, que la vida le pone para dar el siguiente paso
en la larga escala de su desenvolvimiento espiritual. Y verlas de esa forma conlleva un
cambio radical en el enfoque de la conciencia, aceptando que detrás de todo
acontecimiento hay en la naturaleza una inteligencia rectora que lleva orden y progreso a
toda escala y en su justo ritmo y tiempo. Es tener fe en un orden esencial y en un
sentimiento de unión con la naturaleza, que se traduce en una acción desinteresada y
libre de expectativas personales con una búsqueda de la realización del bien común como
fin último. Lo que es potencial puede educirse y convertirse en facultad activa del carácter
sólo por la prueba y la correspondiente superación de sus dificultades intrínsecas; por lo
que bajo esta nueva luz, ella misma se convierte en el verdadero salvavidas del progreso
interno, en la bendición y verdadera ayuda asequible en todo momento, adecuada a la
carga resistible de la espalda de todo peregrino que ansía dar el próximo paso y progresar
en su camino. Cada circunstancia externa se convierte para él, en un escenario de teatro
donde su dios interno se manifiesta en cada actor y escena del su escenario externo y
donde de esa manera el conocimiento se plasma en sabiduría.

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