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Apunte sobre ansiedad

Introducción y objetivos
La ansiedad constituye un elemento central en psicopatología. Es un componente presente en la mayor
parte de los trastornos psicológicos y psicosomáticos. Además, se ha demostrado que los trastornos de
ansiedad son el problema mental más frecuente entre los trastornos psiquiátricos.

Por todo ello, durante los primeros temas, vamos a estudiar la ansiedad y los trastornos basados en ella.
Este primer tema se centra en el estudio de los conceptos básicos sobre la ansiedad y la clasificación de
los trastornos de ansiedad.

Conceptos básicos

El concepto de ansiedad es uno de los más empleados en psicología. Por ello, se ha asociado al uso de
términos relacionados, como angustia, miedo, fobia y estrés. El hecho de utilizar varios conceptos con
significados más o menos equivalentes ha llevado a crear una confusión conceptual y terminológica que
todavía no ha terminado.
Ansiedad y angustia derivan de la raíz germánica angh (estrechez, malestar o apuro).
A partir de la influencia latina y de la psiquiatría francesa, se estableció en España la separación entre:
 Ansiedad: predominio de componentes psíquicos.
 Angustia: predominio de componentes físicos.
Sin embargo, en la psicología española no suele asumirse dicha distinción, utilizando el concepto de
ansiedad únicamente, con sus variantes cognitiva y somática.
La distinción entre ansiedad y miedo es defendida por gran cantidad de autores/as.

 Miedo: estado emocional generado por un estímulo externo concreto, presente e inminente. Se
encuentra ligado al estímulo que lo genera, propiciando una respuesta inmediata acorde al estímulo
amenazante.
 Ansiedad: estado emocional más difuso y sin una fuente externa de amenaza reconocible.
Conceptos básicos (II)

Debido a que dicha distinción resulta problemática, Epstein (1972) diferencia ambos conceptos en


términos de la acción:
 Miedo: entendido como un drive que motiva la conducta de evitación o escape ante la
percepción de un estímulo amenazante.
 Ansiedad: estado emocional de miedo no resuelto o un estado de activación que no tiene una
dirección concreta tras la percepción de amenaza.
Por otra parte, Barlow (1988) diferencia el miedo de la ansiedad de la siguiente manera:
 Miedo: alarma primitiva caracterizada por una elevada activación y alto afecto negativo que
surge como respuesta a un peligro presente. Presenta componentes más primitivos, biológicos y
automáticos. Respuesta orientada al presente.
 Ansiedad o «aprensión ansiosa»: combinación difusa de emociones (estructura cognitivo-
afectiva) orientada hacia el futuro.
Sin embargo, a pesar de las diferencias señaladas, miedo y ansiedad se utilizan de forma equivalente,
asumiendo que poseen un significado semejante.
 
Conceptos básicos (III)
La separación conceptual entre miedo y fobia debe establecerse desde el punto de vista
psicopatológico. Marks (1969) señala que las fobias debían cumplir los siguientes requisitos:
 

Figura 1. Requisitos que deben cumplir las fobias. Fuente: Marks (1969).
El componente fundamental es la evitación, si no hay evitación no se puede hablar propiamente de
fobia. Debe implicar, también, un componente subjetivo del miedo (miedo fóbico).

Conceptos básicos (IV)

La definición de ansiedad suele hacerse en términos fenomenológicos (subjetivos): reacción emocional


que consiste en sentimientos de tensión, aprensión, nerviosismo y preocupación, así como activación o
descarga del sistema nervioso autónomo (Spielberger, Pollans y Worden, 1984). Por otro
lado, Wolpe (1979) realiza una definición más operativa: reacción autónoma de un organismo tras la
presentación de algún estímulo nocivo.
Una propiedad importante de la ansiedad es su naturaleza anticipatoria. La respuesta de ansiedad posee
la capacidad de anticipar o señalar un peligro o amenaza para la persona, por lo que tiene un importante
papel funcional al permitir a la persona prepararse para afrontar dicho problema.
La ansiedad no siempre varía en proporción directa al peligro real de la situación, sino que puede ocurrir
de forma irracional, es decir, que se produce ante situaciones de escaso peligro objetivo o bien que
carecen de peligro real. De esta forma, podemos hablar de ansiedad normal (ante peligros reales)
o ansiedad patológica o clínica (ante peligros irreales). No es tan clara la diferenciación entre ansiedad
normal y patológica, por lo que algunos autores defienden un punto de vista más dimensional; la
ansiedad patológica es una manifestación más frecuente, más intensa y más persistente que la ansiedad
normal.

Conceptos básicos (V)

Con respecto a la ansiedad y el estrés, en muchas ocasiones estos términos se utilizan como sinónimos,
sin embargo existen campos de trabajo diferentes en la investigación y en la práctica profesional, aunque
ciertamente con algunos solapamientos. Vamos a aclarar estos términos:
 Estrés: está causado por una situación o estímulo externo que está presente en el momento y que
es fácilmente identificable. Suele ser fácil localizar lo que tenemos que hacer para acabar con la
situación problemática (otra cosa es que podamos hacerlo o no). El estrés suele identificarse como algo
más fisiológico que la ansiedad (que es más cognitiva). El estrés suele desaparecer cuando desaparece el
estresor que lo causa.

El estrés puede entenderse como una sobrecarga para la persona. Esta sobrecarga depende tanto de las
demandas de la situación como de los recursos con los que cuenta la persona para afrontar dicha
situación. Cuanto mayor sea la demanda de la situación -y cuanto menor sean los recursos del individuo-
mayor será la sobrecarga.
 Ansiedad: es la respuesta del cuerpo a un miedo no presente o a la anticipación de su presencia.
La ansiedad puede aparecer de forma que no tengamos claro lo que la causa: es algo más difuso que el
estrés. Su origen está en el miedo, la preocupación y la intranquilidad por el futuro o lo que hemos
imaginado que va a ocurrir. La ansiedad se considera más cognitiva, aunque acarree unos síntomas
fisiológicos también, ya que la provocamos nosotros con nuestros pensamientos anticipatorios y
catastróficos. En la ansiedad la causa no tiene por qué ser real y suele ser más vaga o difusa.
Conceptos básicos (VI)

La similitud que comparten estos dos términos (estrés y ansiedad) es que, a pesar de tener su origen en
un concepto diferente, los síntomas que provocan ambos son muy similares: aumento de la tasa cardíaca
y la tensión muscular, respiración acelerada o entrecortada, aumento de adrenalina y otros
neurotransmisores.

Componentes de la ansiedad

A continuación se tratarán los distintos componentes o áreas de la ansiedad.

El triple sistema de respuesta

La ansiedad no es un fenómeno unitario sino que puede dividirse en tres componentes o sistemas de
respuestas. Este modelo tripartito de las emociones fue desarrollado inicialmente por Lang (1968) y se
denomina triple sistema de respuestas.
Está compuesto por:

Figura 2. Triple sistema de respuestas.

Componentes de la ansiedad (II)

 Sistema subjetivo-cognitivo (verbal-cognitivo): relacionado con la propia experiencia interna.


Incluye variables relacionadas con la percepción y evaluación subjetiva de los estímulos y estados
asociados con la ansiedad (experiencias de miedo, pánico, alarma, inquietud, preocupación, aprensión).
El componente subjetivo es el elemento central; sin él la ansiedad no tendría valor clínico.
 Sistema fisiológico-somático: los cambios fisiológicos más característicos consisten en un
incremento de la actividad del sistema nervioso autónomo, que puede reflejarse tanto en cambios
externos (sudoración, dilatación pupilar, temblor, incremento de la tensión muscular, palidez facial, etc.)
como internos (taquicardia, aumento de la presión arterial, disminución de la salivación, etc.). Algunas
de estas respuestas pueden ser controladas por la persona, mientras que otras son involuntarias o
difícilmente controlables.
 Sistema motor-conductual: engloba todas las respuestas observables de la conducta. Estas
pueden ser cambios en la expresión facial, movimientos o posturas corporales. Fundamentalmente hacen
referencia a respuesta de escape (huida) y evitación.
Disociación entre los sistemas de respuesta
Las tres áreas de respuesta no se activan por igual en todas las personas. Además, podemos encontrar
una mayor repercusión de la ansiedad en un área que en otras. Este fenómeno se conoce
como disociación o fraccionamiento de respuestas.
 
Neurosis y trastornos de ansiedad

En este apartado analizaremos la neurosis y los trastornos de ansiedad, sus denominaciones y


clasificaciones.
Neurosis y ansiedad
El término ansiedad no aparece en la Clasificación Internacional de las Enfermedades (CIE) hasta su
séptima edición (1955). El concepto de ansiedad, tal como lo entendemos hoy, aparece por primera vez
bajo la etiqueta de neurosis en el siglo XVIII de la mano de William Cullen. Este término incluía una
serie de alteraciones (irritabilidad, nerviosismo, estado de ánimo deprimido, etc.) que se atribuían a
alteraciones en los fluidos neurales.
En el siglo XIX comienza a desarrollarse de forma significativa el concepto de neurosis y la
psicopatología de la ansiedad. Freud conceptuó la ansiedad en términos de una «teoría de señal de
peligro», destacando que la ansiedad es una reacción emocional que tiene como función señalar la
presencia de una situación peligrosa.
Estableció que la ansiedad era el componente central de las neurosis. Utilizó el término neurosis para
describir síntomas de malestar emocional y para referirse a los procesos de defensa contra la ansiedad.
Distinguió dos tipos de neurosis, según la ansiedad fuera experimentada o inferida:

 Neurosis fóbicas y las neurosis de ansiedad (ansiedad sentida).


 Neurosis obsesivo-compulsiva y la histeria (ansiedad inferida).
Neurosis y trastornos de ansiedad (II)

Rosenhan y Seligman (1984) han descrito los trastornos de ansiedad siguiendo explícitamente un


sistema clasificatorio semejante al de Freud:
 Ansiedad observada: fobias, pánico, ansiedad generalizada y trastorno de estrés postraumático.
 Ansiedad inferida: obsesión (trastornos obsesivo-compulsivos), la histeria (trastornos
somatoformes) y la disociación (trastornos disociativos).
Las neurosis se han entendido generalmente como trastornos opuestos a las psicosis, pues en las
neurosis:

 Permanece intacto el contacto con la realidad.


 No existe violación de las normas sociales.
 Los síntomas son reconocidos por el paciente como inaceptables.
 El principal foco de alteración lo constituyen los síntomas de malestar o sufrimiento emocional.
En la actualidad son muchos los autores de prestigio que siguen empleando el concepto de neurosis. La
consolidación del concepto de neurosis también depende de la influencia de Eysenck, aunque plantea la
conducta anormal más en términos dimensionales que categoriales.
 
Neurosis y trastornos de ansiedad (III)
Figura 3. Neurosis y psicosis: Eysenck versus Freud.
 

Neurosis y trastornos de ansiedad (IV)

La herencia freudiana
Hasta épocas muy recientes los sistemas categoriales sobre los trastornos de ansiedad han estado
dominados por el concepto de neurosis.
Si tomamos como referencia el sistema de clasificación DSM:

 DSM-I: entiende los trastornos asociados a la ansiedad como trastornos psiconeuróticos. Se


incluía el término de «reacción» debido a la influencia ambientalista de Adolf Meyer (reacción de
conversión, reacción disociativa).
 DSM-II: trastornos neuróticos (neurosis). Hay una vuelta a los planteamientos de Freud (la
reacción de conversión y la disociativa son recalificadas como «neurosis histérica de conversión» y
«neurosis histérica disociativa»).
El DSM-II establece los síndromes de neurosis (muchos de ellos se conocen como trastornos de
ansiedad actualmente) siguientes (figura 4).

Neurosis y trastornos de ansiedad (V)


Figura 4. DSM-II: síndromes de neurosis.
 
 
Neurosis y trastornos de ansiedad (VI)

DSM-III: la nueva era de los trastornos de ansiedad


Un problema heredado de los sistemas de diagnóstico era su escasa validez y fiabilidad. DSM-III fue
una mejora a la hora de establecer una clasificación categorial de los problemas de ansiedad. Es más
descriptivo y detallado, más específico, fiable y válido. Es ateórico y se centra más en conductas
observables. Incluye por primera vez el grupo de «trastornos de ansiedad».
Los cambios más importantes respecto al DSM-II son los siguientes:

 Desaparece el grupo general de neurosis y es sustituido por los tres grupos siguientes: trastornos
de ansiedad, trastornos somatoformes y trastornos disociativos.
 Desaparece la neurosis neurasténica como cuadro clínico.
 Se define y caracteriza, por primera vez, el trastorno de estrés postraumático.
 Mantiene dos grandes subgrupos de trastornos de ansiedad: trastornos fóbicos y estados de
ansiedad.
 Se definen, por vez primera, los principales cuadros clínicos de la ansiedad.
 Los trastornos de ansiedad se separan de forma definitiva de otras alteraciones como los
trastornos somatoformes (histeria de conversión y neurosis hipocondríaca, en el DSM-II) y disociativos
(histeria disociativa y neurosis de despersonalización, en el DSM-II).
Categorización actual de los trastornos de ansiedad

El DSM-III supuso un gran avance en la clasificación y el diagnóstico de los trastornos de ansiedad.


Aun así presenta importantes problemas asociados a su validez, por lo que hay una necesidad de:

 Reagrupar los trastornos fóbicos dadas las características diferenciales de la agorafobia.


 Establecer los criterios diagnósticos menos jerárquicos.
 Evaluar rangos más amplios de conducta que los del DSM-III.
 Modificar los criterios del Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG).
 Incluir trastornos mixtos de ansiedad-depresión.
 Incluir síndromes de ansiedad causados por factores orgánicos.
Nuevos avances: el DSM-III-R y el DSM-IV
La revisión del DSM-III-R (1987) y el DSM-IV (1994) ha modificado de forma sustancial algunos de
los criterios de diagnóstico de los trastornos de ansiedad. También la CIE-10 ha procurado actualizar su
sistema de clasificación.
 
Categorización actual de los trastornos de ansiedad (II)

El DSM-5
Considerando que el enfoque descriptivo y fenomenológico tenido en cuenta en la clasificación del
DSM-IV había caducado, el DSM-5 plantea un nuevo paradigma basado en la introducción de un
modelo organizativo en torno a la noción de «espectros».
En la introducción del DSM-5 podemos leer:
«La mayoría de los trastornos formarían parte de un espectro con síntomas compartidos, factores
genéticos y ambientales compartidos y posiblemente substratos neurales compartidos. (...) Aunque
algunos trastornos mentales pueden tener límites bien definidos alrededor de racimos de síntomas, la
evidencia científica coloca ahora muchos, si no la mayoría, de los trastornos en un espectro con
trastornos estrechamente relacionados que han compartido síntomas, compartido factores genéticos y de
riesgo ambiental, y posiblemente compartido sustratos neurales» (Esparcia y Caparrós, 2015).
El DSM-5 es una clasificación puente que pretende ser una transición hacia una nueva organización
basada en espectros y capítulos (agrupaciones o familias de trastornos), y con un enfoque dimensional
en la evaluación.
El DSM-5 señala explícitamente la continuidad de los trastornos y la imposibilidad de definir categorías
discontinuas y discretas. Se reconoce que las clasificaciones categoriales tenían dificultad a la hora de
definir y validar los límites entre las categorías, lo que generaba una alta comorbilidad. Por ello, era
lógico plantearse la implantación de un diagnóstico dimensional. De esta forma cada paciente puede ser
evaluado a partir de una serie de componentes ubicados en una escala dividida entre valores altos o
bajos.
 
Categorización actual de los trastornos de ansiedad (III)

Por ejemplo, la ansiedad se encuentra tanto en personas «sanas» como en diversos tipos de pacientes
(diversos trastornos mentales). Puede medirse de forma continua desde el «mínimo poco frecuente»
hasta el «máximo y constante». Así, podemos hablar de la dimensión de la ansiedad.
De esta forma, el diagnóstico dimensional se adapta mejor a la variación cuantitativa, permitiendo una
evaluación capaz de recoger la complejidad e individualidad de cada paciente y detectar semejanzas
importantes entre pacientes, agrupándolos en distintas categorías.
Por otro lado, también se presentan inconvenientes, ya que no hay acuerdo respecto a cuáles deben ser
estas dimensiones, ni cuáles las medidas que deberían dar cuenta de la severidad de los casos y de los
cambios. Se debe tener en cuenta que no todos los fenómenos psicopatológicos son fácilmente
reducibles a parámetros cuantitativos o dimensionales.
Otra dificultad del diagnóstico dimensional es la complejidad que tiene en la aplicación clínica. El
diagnóstico categorial es más operativo y tiene una mayor eficacia como instrumento de organización de
la información en el trabajo clínico.
El DSM-5 mantiene el sistema categorial reconociendo también las ventajas del enfoque dimensional.
Podríamos decir que propone una transición paulatina hacia un enfoque dimensional.
Para terminar, conviene recordar que clasificar no es necesariamente diagnosticar. La clasificación
diagnóstica requiere siempre un juicio clínico, por lo que la aplicación de cualquier clasificación no ha
de ser nunca mecánica, simplemente ofrece una manera de organizar lo que encuentra o descubre en un
lenguaje común consistente.
 
Comorbilidad entre los trastornos de ansiedad

La comorbilidad entre los trastornos de ansiedad abarca los siguientes aspectos:


Concepto e implicaciones
Comorbilidad o co-ocurrencia: similaridad o solapamiento de síntomas que se produce entre varios
trastornos. Esto plantea problemas teóricos, prácticos y de diagnóstico en los trastornos de ansiedad.
Comorbilidad significa también que dos o más trastornos se dan conjuntamente. Hay comorbilidad
cuando una persona reúne los criterios para más de un trastorno.
Frecuencia de comorbilidad
Los estudios de comorbilidad pertenecen a datos epidemiológicos (estudios de poblaciones) y a estudios
clínicos (muestras sesgadas porque pertenecen a poblaciones distintas). Las tasas de comorbilidad entre
los trastornos de ansiedad son significativamente mayores en muestras clínicas que epidemiológicas.
 
Comorbilidad entre los trastornos de ansiedad (II)

Frecuencia de comorbilidad: datos relevantes

Elevada frecuencia de co-ocurrencia simultánea entre agorafobia y fobia específica.

La fobia específica se asocia de forma muy común a otros síndromes de ansiedad, es decir, es muy
probable que un/a paciente con trastorno de ansiedad tenga fobia específica.

El trastorno de ansiedad generalizada presenta menor índice de comorbilidad con otros trastornos de


ansiedad, pero con él concurren más diagnósticos secundarios.

La depresión es un trastorno que parece darse frecuentemente asociado a algún trastorno de ansiedad.
Los pacientes con diagnóstico principal de depresión mayor tienden a exhibir tasas elevadas y
consistentes de diagnósticos comórbidos de ansiedad. Pero la depresión también se asocia de forma
elevada a los síndromes de ansiedad como diagnóstico comórbido (secundario). La inseparable
concurrencia de síntomas de ansiedad y depresión ha llevado a designar como entidad clínica
el «trastorno mixto de ansiedad depresión». Ansiedad y depresión se dan pocas veces como entidades
puras.
Tabla 1. Frecuencia de comorbilidad: datos relevantes.
 
 
Ansiedad y depresión

La comorbilidad entre ansiedad y depresión es alta. No obstante, aunque ansiedad y depresión


compartan aspectos comunes, también poseen elementos específicos. Las semejanzas y diferencias entre
ansiedad y depresión han generado gran controversia y se ha desarrollado la posible existencia de
un síndrome mixto de ansiedad-depresión.
Mientras que CIE-10 define un trastorno mixto de ansiedad-depresión, el DSM-IV no lo incluye como
trastorno, aunque permite que dicha posibilidad se incluya en el diagnóstico de trastorno de ansiedad no
especificado.
Clark y Watson (1991) proponen un modelo tripartito de ansiedad y depresión constituido por:
 Afecto negativo o distress afectivo general: dimensión que incluye estados afectivos como el
malestar, la tristeza, la ansiedad, la hostilidad, la ira, el miedo, la culpabilidad y las preocupaciones. El
alto afecto negativo es común a la depresión y ansiedad.
 Hiperactivación fisiológica: dimensión que incluye síntomas como palpitaciones, temblores,
vértigos y respiración entrecortada. Es específica de la ansiedad.
 Anhedonia o disminución del afecto positivo: apatía, pérdida de entusiasmo, pérdida de interés.
Es característico de la depresión.
 
Ansiedad y depresión (II)
Los/as pacientes cuyos síntomas dominantes no son específicos y muestran niveles moderados de
factores específicos deben ser diagnosticados como trastorno mixto de ansiedad-depresión
moderado. Cuando los/as pacientes tienen niveles muy elevados de afecto negativo, niveles elevados de
hiperactivación fisiológica y anhedonia son diagnosticados de trastorno mixto de ansiedad-depresión
severo.
Este modelo tripartito se basa en el concepto de afecto positivo y de afecto negativo como dos
dimensiones de afectividad independientes. Para su evaluación, los autores han desarrollado un
instrumento denominado Positive and Negative Affect Schedule (PANAS).

Referencias bibliográficas

Barlow, D. H. (1988). Anxiety and its disorders: The nature and treatment of anxiety and panic. Nueva
York: Guilford Press.
American Psychiatric Association (2014). DSM-5: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales. Madrid: Editorial Médica Panamericana.
Caballo, V. E., Salazar, I. C. y Carrobles, J. A. (2014). Manual de psicopatología y trastornos
psicológicos. Madrid: Pirámide.
Clark, L. A. y Watson, D. (1991). Tripartite model of anxiety and depression: Psychometric evidence
and taxonomic implications. Journal of Abnormal Psychology, 100, 316-336.
Epstein, S. (1972). The nature of anxiety with emphasis upon its relationship to expectancy. En C. D.
Spielberger (Ed.), Anxiety: Current trends in theory and research (vol. II, pp. 291-337). Nueva York:
Academic Press.
Esparcia, A. J. y Caparrós, A. T. (comps.). (2015). Manual de psicopatología clínica (2.ª ed.).
Barcelona: Herder Editorial.
Lang, R. J. (1968). Fear reduction and fear behavior: Problems in treating a construct. En J. M. Shlien
(Ed.), Research in psychotherapy (Vol. 3). Washington, DC: American Psychological Association.

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