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Federalismo: y unitarismo

Federalismo+
El federalismo es una doctrina política que busca que una entidad política u organización
esté formada por organismos (estados, asociaciones, agrupaciones, sindicatos, etc) que
se asocian delegando algunas libertades o poderes propios a otro organismo superior, a
quien pertenece la soberanía (Estado federal o federación) y que conservan una cierta
autonomía, ya que algunas competencias les pertenecen exclusivamente. En otras
palabras, es un sistema político en el cual las funciones del gobierno están repartidas entre
un grupo de Estados asociados, en primer lugar, que luego delegan competencias a un
Estado federal central.

Carlos segretti
Allí se ocupa de deslindar, entre otras cuestiones, El unitarismo argentino. Notas para su
estudio en la etapa 1810-1819, Buenos Aires, A-Z Editora, 1991. 322 Aurora Ravina cómo
unitarismo y centralismo no son la misma cosa, y existen ejemplos de unitarios probados que
no adherían al centralismo. Segreti estudia el fenómeno del unitarismo, al que entiende
también como mixto, tal como estudia el del federalismo, como productos históricos

Este estudio se propone clarificar lo siguiente: en primer lugar precisar el


federalismo de la Banda Oriental y el de Córdoba, en segundo lugar probar que
José Javier Díaz y su administración provincial no fueron artiguistas, después
mostrar todo lo que separa al federalismo rioplatense del argentino y, por
último, recordar que la fórmula federal enunciada por Córdoba es la adoptada
por los constituyentes de 1853 para el Estado Argentino
La organización federal argentina, tal como se desprende del texto constitucional de 1853-
1860, devino en una praxis compleja y plagada de tensiones, que convirtieron a la cuestión del
federalismo, precisamente, en un asunto de presencia permanente, siempre de candente
actualidad, en las preocupaciones de gobernantes, políticos, e investigadores de distintas
disciplinas.

distintas interpretaciones del concepto de federalismo que manejaban los actores de aquellos
tiempos y la diferenciación conceptual entre la provincia intendencial, regida por la Real
Ordenanza de 1782, y la provincia dotada de autonomía tal como la consagra el sistema
federal. También, sus apreciaciones respecto del Reglamento Provisorio de Córdoba de 1821, y
la forma de estado federal que establecía, convirtiéndolo en un significativo antecedente del
proceso que se cerraría con la sanción y promulgación de la Constitución nacional treinta y dos
años después, así como su inferencia, fundamentada, sobre la posibilidad de que haya tenido
una sustantiva influencia en las ideas de la unidad federativa, propuesta por Alberdi en sus
proyectos constitucionales, porque hay en ellos cláusulas, que solo encuentran explicación en
el conocimiento de algún proyecto político del mismo tenor.

el estudio del federalismo argentino lleva a comprender que este es mixto, como ha señalado
el propio profesor Segreti, lo es, ciertamente, porque conserva notas del unitarismo, notas que
el propio Alberdi no desdeñó en su tiempo. Y aquí es donde cabe atender, como se ha
anticipado ya, a una obra previa de Carlos Segreti, aparecida en 1991, cuando el debate sobre
la reforma constitucional ganaba terreno día a día

Allí se ocupa de deslindar, entre otras cuestiones, El unitarismo argentino. Notas para su
estudio en la etapa 1810-1819, Buenos Aires, A-Z Editora, 1991. 322 Aurora Ravina cómo
unitarismo y centralismo no son la misma cosa, y existen ejemplos de unitarios probados que
no adherían al centralismo. Segreti estudia el fenómeno del unitarismo, al que entiende
también como mixto, tal como estudia el del federalismo, como productos históricos

Es decir, el historiador analiza y problematiza la configuración de una pluralidad de


federalismos como consecuencia de la ruptura de 1810 y la crisis –con la consecuente
disgregación- del espacio del Virreinato del Río de la Plata.

? La construcción del Estado nacional produjo polémicas y desconciertos, entre intereses


dispares, dentro del proceso de búsqueda de una solución legítima para la concreción de un
orden jurídico y político adecuado. Las corrientes historiográficas conceptualizarán de distintas
maneras estas construcciones. Segreti analizará las tendencias “federales” –la palabra federal
es analizada como “confederal”- que van emergiendo desde la experiencia de Paraguay hasta
la protagonizada por el caudillo cordobés Bustos. Córdoba presentará entonces, según el
historiador, un federalismo de “características individualizadoras” 2 donde Bustos es su
representante más evidente aunque no el único

El proceso revolucionario aceleró la disgregación de las intendencias dando lugar a la


configuración de las provincias y la emergencia de tendencias federales

Es decir, el paso fundamental se produce cuando los regímenes intendenciales se constituyen


en provincias de derecho público federal permitiendo un marco legal 12 SEGRETI, Carlos. El
unitarismo argentino. AZ Editora. p.13 13 RAVIGNANI, Emilio. Historia Constitucional de la
Argentina. Buenos Aires. 1926. P.13 14 SEGRETI, Carlos, El unitarismo argentino. Op. Cit. p.10
15 Ibíd. p. 17 adecuado para la fundamentación de sus reclamos autonómicos o
separatistas16. Aquí puede apreciarse cómo se rechazan las imágenes clásicas de la
historiografía liberal de los caudillos que operaron en los marcos provinciales desde la
negación del derecho público.

Segreti confirma que 1810 es el acontecimiento político y social de mayor relevancia: “Llegada
la Revolución de Mayo al poder –dice- inmediatamente se concreta lo que denominé pacto
implícito o tácito. Es dentro de las partes que lo componen donde se da la diferencia entre las
que se inclinan por la forma de estado unitaria y las que prefieren las federales”

Segreti la llama “Federalismo Argentino”- como síntesis poderosa entre el unitarismo y las
tendencias federales. Córdoba dará el primer impulso a esta expresión “argentina” como
antecedente singular y Bustos será el responsable desde su proyecto político frustrado.

Los tres federalismos: el paraguayo, el rioplatense y el cordobés.

El Paraguay:
La primera región en desprenderse, ante la decisión de conformarse una Primera Junta
residente en Buenos Aires, es Paraguay. La retroversión de la soberanía a los pueblos se
justifica desde la legitimidad que brindaba el derecho castellano ampliamente instalado en las
colonias hispanoamericana

Paraguay debido a su “marcado provincialismo” constituye una identidad política ajena a los
intereses de los actores políticos porteños, lo que le lleva a utilizar una máscara jurídica de
“confederación

el término confederación es sólo para desprenderse de Buenos Aires y no del resto de las
provincias. El responsable de esta nueva forma de expresión política es el doctor Francia
puesto que “puede aceptarse que el primer federalismo -en su forma de alianza, pacto, etc.-
rioplatense es el paraguayo y que en la adopción de esa particular forma el pensamiento de
Rodríguez de Francia es fundamental; la base de ese pensamiento lo había aprendido en la
Universidad de Córdoba como partícipe de su Escuela Jurídico Político”

La Banda Oriental y el “federalismo rioplatense”:

el primer federalismo en aparecer en estas tierras sureñas es el artiguista o de la Banda


Oriental o rioplatense por la zona a que se extenderá. Por su parte, el de Córdoba demorará
más en configurarse o en adquirir sus características individualizadoras

Gervasio Artigas es representado como el “el primer caudillo” engendrado por la Revolución.
La disponibilidad portuaria de Montevideo permitió crear un pequeño poder rivalizante para
Buenos Aires. Por otro lado, esta región se inclina a la ganadería por lo que la competencia se
externaliza en espacios económicamente semejantes con un referente político de amplia
repercusión

la Revolución dejó como asunto primordial la construcción de un Estado, cuestión pretendida


por los polos de hegemonía política que emergieron. La Banda Oriental y Artigas constituyen
un intento en este sentido de construir a través de la “Liga de los Pueblos Libres” alianzas
tendientes a la confederación de los pueblos.

s su producto en su manifestación federal como Bernardino Rivadavia -para tomar sólo un


ejemplo- lo es en la unitaria. La diferencia entre ambos es, además, que uno actúa desde
Buenos Aires y el otro fuera del preeminente centro de atracción”. La construcción de esta
antítesis es funcional a explicar cómo en el período emergen proyectos y proyecciones
políticas diferentes y competidoras entre sí sobre un mismo campo de disputa: los despojos
del virreinato del Río de la Plata

representa -en este intento oriental confederacionistaun antecedente federal en contra de la


hegemonía porteña anterior a Juan Bautista Bustos.

Por todo lo dicho anteriormente puedo afirmar que Artigas, en verdad, nunca pudo superar la
confederación en el sentido de liga, alianza, pacto aunque su objetivo fuera la creación de
un Estado Federal en el que las provincias sostendrían un papel preponderante casi tan
importante como el Estado; precisamente esa actitud destacada tiene su adecuada
explicación en que fue una respuesta, como creo haberlo demostrado. Por ello, precisamente
por esto, el introductor del federalismo en el Río de la Plata no pudo superar, en los hechos, la
confederación tal como la entendió.

corodba

Bustos intenta encaminar el vacío producido por la crisis de la hegemonía oriental –la derrota y
el exilio de Artigas- y orientarlo a los vínculos con otras provincias para enfrentar a Buenos
Aires.

La extensa intendencia de Córdoba sufrirá las convulsiones políticas en el período


inmediatamente posterior al estallido revolucionario. Córdoba habrá de proponer la fórmula
de nuestra organización como estado federal -y que luego será la aceptada en 1853-

El autor señala que la provincia de Córdoba encuentra “las bases para el federalismo
argentino” como forma mixta entre el federalismo rioplatense y el unitarismo del interior24. Es
decir, “Córdoba halló la fórmula adecuada, bajo ningún concepto quiero significar término
medio sino, simplemente, que la fórmula se logró con contenidos de ambas partes sin hacer
cuestión de en qué proporción de una y otra” 2

Para Segreti las identidades políticas, tan importantes como la unitaria y la federal, es la
antítesis construida entre provincianos y porteños2

La afirmación de que debe matizarse la polarización entre unitarios centralistas de Buenos


Aires frente a provincianos federales

Para Segreti las representaciones e identidades políticas también acordes son las de
provincianos y porteños. Dice al respecto: “…una realidad mucho más notoria que la de
unitarios, federales y confederales como es la de porteños y provincianos que antecede,
coexiste y trasciende más que aquéllas”31 .

utilizó “la soberanía de los pueblos”, presente ya en la provincia desde la época colonial, para
disputar el estado o nación residente en Buenos Aires. Córdoba no es una provincia autónoma,
en el sentido caprichoso del término, sino que respalda que efectivamente existan autoridades
nacionales. Su constitución o Reglamento Provisorio es un adelanto eficaz del federalismo
argentino que los historiadores-juristas de la Nueva Escuela Histórica se interesaron en
indagar.

Unitarismo

El Virreinato del Río de la Plata, tanto en su extensión y la estructura política, se adentró en un


proceso de disgregación territorial luego de 1810 como consecuencia de la crisis de la
monarquía borbónica en España. Este acontecimiento fundacional, tanto para Segreti como
para la historiografía general, produce una dinámica social y política logrando un desarrollo
institucional bastante particular representado una ruptura.

El virreinato –producto de las reformas borbónicas- contenía una diversidad de territorios


divididos en ordenamientos intendenciales centralizados

estas pequeñas instituciones eran la herencia colonial más perfecta para el nuevo estado en
construcción, pues recibe entidades territoriales-administrativas que disputarán las nacientes
provincias

las instituciones no son causas del unitarismo o federalismo, sino porque constituyen el
encuadre legal en que el hombre y la sociedad desenvuelven su acción (…) lo modifica y
transforma”14. Entonces afirma que “el Estado surgido en mayo de 1810 se erige sobre las
bases contractuales mediante lo que he denominado el Pacto implícito o tácito de 1810 (…) En
verdad se plantea ya el problema de unión de las provincias a la capital”15. Aquí el pasaje
introductorio al rol de los caudillos, como parte de la elite política, es importante en tanto que
ellos saben introducirse en los despojos de estas instituciones como parte del legado colonial

el autor le dedica un extenso análisis a la emergencia de Buenos Aires como metrópoli en su


intento de construir una hegemonía sustentada en bases legales pretendidas en el legado
colonial. Lo original del enfoque es que pone énfasis en desmitificar la polarización entre
unitarios y federales a través del análisis de la acción intencional de los actores políticos del
período inmediatamente post-revolucionarios –diputados, congresales, gobernadores-.
Concluye, en efecto, que la contradicción –tan importante como la de unitarios y federales- es
la de provincianos y porteños

Coinciden precisamente un gobierno unitario y centralista en el caso del Primer Triunvirato. El


historiador remarca el curso del proceso: “la creación de las tendencias gobernación no hace
sino legalizar la existencia de la resultante de las dos fuerzas que antes referí: de la periferia al
centro y de éste a aquella. (…) La resultante, por cierto, incrementa el centralismo y esto
constituye, principalmente, la característica del primer Triunvirato que generaliza la institución
de teniente gobernador”1

El autor concede legitimidad en algunos de los argumentos del discurso unitario.

En primer lugar reconoce que las dietas y viáticos eran pagadas por el tesoro nacional desde
Buenos Aires –la carencia de fondos públicos generales- y, en segundo lugar, 16 Ibíd. p.27 17
Ibíd. p. 35 18 Ibíd. señala la carencia de políticos profesionales y formados. Sin embargo,
Segreti admite que la aristocrática Constitución de 1819 será naturalmente rechazada por su
evidente centralismo. De todas formas, realiza un análisis del entramado político-militar del
momento para destacar finalmente que el apoyo del estado unitario es muy notorio

** El estado unitario que describe posee los principios liberales heredados por la Ilustración. El
aporte original de Segreti consiste en que desmitifica los prejuicios clásicos y asegura que
muchos de los dirigentes federales no pensaban de manera muy diferente a los políticos
unitarios como ocurría en la administración del estado
Precisamente la resistencia a las primeras manifestaciones de gobiernos unitarios y
centralistas, residentes en Buenos Aires, provocará la emergencia de los federalismos en el
Interior del país.

Síntesis

Ambos discuten una estrategia para conservar o crear una nueva hegemonía política eficaz
sobre lo que quedó del antiguo virreinato. Los intentos frustrados de construir el Estado
nacional vacante luego de 1810 deriva en lo que en su País disuelto describió como guerras
civiles pero que no discutían la idea presente de un “interés común” o nación de los pueblos o
provincias que nunca se desatendieron del mism

Es decir, la formulación de la Constitución es la que define finalmente la “organización


nacional” de Argentina conteniendo, en su conjunto, la síntesis de las tradiciones argentinas
que son el “federalismo argentino” y la “federación unitaria” que planteó Alberdi en Bases

Juan Bautista Bustos formó parte de un gobierno que disputó, de manera fallida, la hegemonía
política a Buenos Aires. Lo que el análisis de estas obras ofrecen a la representación de Juan
Bautista Bustos, en la perspectiva historiográfica, es un aporte original porque analiza su
identidad política además de federal como provinciana

La matización necesaria de la polarización unitarios centralistas/federales provincianos,


permite visualizar cómo el caudillo ofreció dentro de su propia provincia políticas centralistas
al igual que Rivadavia. La supresión de los cabildos interiores resultó de un espíritu apropiado a
las últimas reformas del Despotismo Ilustrado y cercana a la moderna administración
burocrática liberal.

La experiencia artiguista en Córdoba demuestra que el “espíritu” confederacionista oriental


sentó ciertas bases en la provincia mediterránea, Bustos logrará una continuidad de la misma.
Esta concepción es novedosa porque discute con los parámetros e imágenes historiográficas
provinciales que exhiben a Bustos casi como el único referente federal y se limitan a su
gobierno.

Otra cuestión que suscita cierta originalidad en el desarrollo del Estado nacional y el proceso
de organización nacional, por parte de Segreti, es su crítica a Chiaramonte en cuanto a que los
gobiernos provinciales no constituyeron estados en sí mismos, sino que intentaron crear
figuras jurídicas insertas en formas confederales. Por supuesto que esto merece un estudio
más acabado y profundo de investigación.

Los pactos interprovinciales, descriptos por Ravignani, no determinaron que esas entidades
fueran concretamente Estados. Segreti realiza una exhaustiva labor documental analizando las
respuestas de los cabildos y gobiernos de las provincias, distinguiendo lo que era un rechazo a
las autoridades centralistas de turno y no una mera política de aislamiento localista

El primer interrogante que debe hacerse no debe centrarse en como distinguir un unitario de un
federal, sino, ante todo, como distinguir un unitario de un no unitario, como diferenciar un federal
de un no federal. Aunque parezca demasiado evidente dicho proceder, de este modo, se evita caer
en la trampa de considerar que un unitario es el negativo del federal y viceversa. Si se tiene en
cuenta el criterio previamente expuesto, pronto se reconfirma la evidencia de la pobreza
explicativa de los modelos antagónicos, pues dentro del unitarismo tanto como del federalismo
advertimos un amplio abanico de diferenciadas personalidades

 historiador Sergio Bagú, en El Plan Económico del Grupo Rivadaviano, nos ofrece un
enfoque marxista que se caracteriza por identificar a los integrantes del grupo rivadaviano –
directos precursores del unitarismo- como los iniciadores de una burguesía nacional, progresista y
desinteresada, que se bate contra un naciente federalismo que representa los sectores ganaderos
ligados al comercio británico.13 Si verdaderamente original es el poder explicativo del modelo de
Bagú; las antinomias, aunque rejuvenecidas, mantienen un fuerte anacronismo en su
interpretación, tal vez demasiado centrada en los aspectos económicos del proceso.  En cambio,
Enrique Barba, en su obra Unitarismo, Federalismo, Rosismo, justifica el acontecer histórico del
siglo XIX como la síntesis de una larga disputa entre provincianos y porteños. 14 Unitarismo o
federalismo eran solo los diferentes ropajes que los porteños, desde Rivadavia a Rosas, supieron
utilizar para ocultar sus principales intereses y conservar el predominio de su propia región. En
este caso, las antinomias del regionalismo, tal como lo había anticipado Alberdi, son las que
prevalecen.

José Carlos Chiaramonte (1993)

EL FEDERALISMO ARGENTINO EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX


Entre 1810 y 1853, el conjunto de pueblos que compondrían la futura república argentina careció de un texto constitucional y de una
estructura estatal permanente. En este período, el federalismo argentino era un conjunto de tendencias políticas doctrinariamente
poco definidas, que lo que más produjo fue una débil confederación vigente entre 1831 y 1853. Entre la Revolución de Mayo de 1810
y el Pacto Federal (1831) se reunieron cuatro asambleas constituyentes (1813, 1816-19, 1824-26 y 1828), de las que sólo dos
produjeron textos constituyentes rechazados por las provincias debido al carácter unitario del estado que diseñaban. La
organización política del conjunto de pueblos rioplatenses permaneció indefinida, las autoridades centrales en Buenos Aires se
manejaban con el ordenamiento legal hispano, especialmente las Ordenanzas de Intendentes, y a partir de 1817, con un instrumento
preconstitucional, el Reglamento Provisorio.

Antes de 1831, diversos gobiernos centrales cuya naturaleza y sustrato estatal es aún objeto de discusión. Fueron casi todos
gobiernos constituidos en Buenos Aires como soluciones provisorias destinadas a durar hasta que se reuniera la asamblea
constituyente que definiría y organizaría el nuevo estado. Las demoras en reunir esas asambleas constituyentes, y el fracaso de las
que se lograron congregar dieron pie a que perdurara una contradictoria “provisionalidad permanente”. Carácter provisorio que
contribuía a prolonga la indefinición respecto a rasgos sustanciales de esos gobiernos: atribuciones soberanas, fundamentos
nacionales, límites territoriales de su autoridad, etc.

El llamado federalismo argentino continúa aún hoy designando tendencias y actores políticos que muchas veces poco tienen que ver
con el significado del término en la bibliografía jurídico-política contemporánea. En cuanto al segundo subperíodo, abierto en 1831 ,
el descuido de la diferencia entre confederacionismo y federalismo. La historia del federalismo continuó pagando tributo a la
inquietud por lo que se juzgaba una débil nacionalidad argentina.

Algunas reflexiones previas


Consideraciones sobre ciertos problemas que han sido tradicionalmente mal enfocados por la historiografía argentina. Problemas de
interpretación derivados del peso de preconceptos característicos de las tradiciones historiográficas del país. La denominación
federalismo argentino encierra dos equívocos correspondientes a cada una de las palabras que la integran. Argentina, designaba
entonces solamente a los porteños. Tanto el uso del término Argentina como el de la expresión Río de la Plata eran interpretados
generalmente en referencia a una primera conformación de la futura república argentina, pero tenían en realidad otro significado: el
de designar el primer bosquejo de estado nacional rioplatense. Otra modalidad del uso del término argentina en los últimos años del
período colonial, extendía la significación de argentina al conjunto del territorio rioplatense, pero de tal forma que ese territorio es
visto como dependencia de Buenos Aires.

El equívoco del “federalismo” rioplatense


Equivoco de postular una nacionalidad arg como existente en los primeros momentos de vida independiente.

Olvido de la distinción de confederación y estado federal al identificar, bajo la denominación de federalismo, las tendencias
confederales que predominaron en la primera mitad del siglo, y las manifestaciones de autonomismo en varias de las ciudades
rioplatenses. Si consideramos que lo que pretendían las “provincias” rioplatenses hacia 1831 era una confederación y no un estado
federal, no queda otra alternativa que considerarlas Estados independientes y soberanos, y no provincias de un Estado preexistente.
La confusión procede de la peculiaridad del lenguaje de la época, pues hasta la aparición del Estado federal norteamericano (1787),
la literatura política entendía por federalismo solamente la unión federal.

Lo que une una confederación son estados independientes, no provincias. Y esto es más congruente con lo que en realidad ocurrió
en 1831: se organizó una confederación porque quienes le dieron vida eran representantes de estados independientes. También
resultan agrupadas como manifestaciones federales todas aquellas reivindicaciones del antiguo derecho autónomo de los
“pueblos”. De tal manera se ha producido un deslizamiento de sentido que hace que la noción de federalismo en la historiografía
argentina concluya por ser referida a fenómenos de disociación política, mientras que en la bibliografía política de la que deriva es
asociada a lo inverso, a un proceso de unificación.

Otra interpretación ha advertido los factores autónomos en juego, incluyendo el papel de las ciudades y de los cabildos. Surgimiento
de la provincia como superación del papel político de la ciudad, y después el de la nación como producto contractual de estas
provincias- Tesis de Francisco Ramos Mejía crítica a la tesis de la preexistencia de la nación respecto a las provincias.

Existencia de otras “fuentes” de las tendencias confederales (ver).

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