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El título
¿Entiendes lo que lees? es lo que le pregunta este libro, desde su título, a más de un
intérprete, exegeta o predicador, que no entiende o entiende mal las Sagradas Escrituras
y las tergiversa, con autorización, envío y nombramiento eclesiástico, desde el púlpito o
desde la cátedra del Instituto catequístico o de la Facultad de Teología, extraviando a
quienes no conocen su sentido o escandalizando a los creyentes sencillos.
Con toda propiedad podría aplicárseles con justeza el dicho de Jesús: "Ciegos, guías de
ciegos" [2]. O lo de Pablo a los intérpretes judíos que, Escrituras en mano, rechazaban a
Jesús: "presumes ser guía de ciegos, luz de los que andan en tinieblas, educador de
necios, maestro de niños... tú, pues, que a otro pretendes enseñar ¿a ti mismo no te
enseñas?" [3].
Estos tales deberían temer ser tenidos como merecedores del castigo que Jesús, el dulce
maestro galileo, afirma que merecen los que escandalizan a los pequeños que creen en
él: ser arrojados a la profundidad del mar con una piedra de molino al cuello.
Hay en efecto una relación estrecha entre la predicación de la Palabra, la fe, la Iglesia y
la salvación. La suerte de la predicación, de la fe y de la Iglesia van unidas. Ellas
florecen juntas o decaen juntas.
Fides ex auditu
Se nos cuenta en los Hechos de los Apóstoles que "al oír [la predicación del apóstol
Pedro] sintieron traspasado de dolor su corazón y preguntaron ¿qué tenemos que
hacer?" [5]. Y en otros pasajes del mismo libro encontramos la misma relación causal
entre la predicación de la palabra, la escucha de la palabra y la fe: "muchos que oyeron
la palabra, creyeron" [6]. La predicación produce la fe y por la fe congrega Dios a los
creyentes en comunión eclesial: "ellos pues, habiendo acogido [con fe] la palabra,
fueron bautizados y fueron agregadas [por Dios a la Iglesia] en aquel día como unas tres
mil almas" [7].
"La fe viene por el oído" afirma san Pablo [8], es decir, por la escucha de la Palabra de
Dios, escrita y predicada. Existe una relación estrecha entre lo que se predica y lo que se
cree. Si la predicación se aparta de la verdad de la Sagrada Escritura y de la Analogía de
la Fe, necesariamente la fe se corromperá y por los caminos de la herejía terminará en
apostasía, es decir en el apartamiento del Dios vivo para volverse a los ídolos. Los
hombres se verán privados de saber y creer lo que Dios nos ha dicho acerca de sí mismo
y de acceder a la comunidad de quienes escuchan su voz.
Qué hacer
Ante los males de la Iglesia, ha dicho el Padre José María Iraburu algo que le agradezco
por iluminador y que aplico a la crisis actual de la interpretación bíblica y a la que debe
ser nuestra actitud ante ella. Dice el P. Iraburu: "La suave cortesía con que hoy se
enfrentan - las raras veces que se enfrentan - las enseñanzas gravemente contrarias a la
doctrina de la Iglesia es, desde luego, diversa de la costumbre bíblica y de la tradición
secular de la Iglesia. Casi podría decirse que es una excepción de los últimos tres
decenios de la historia cristiana" [12].
Dado lo perjudicial que es para la salvación de los hombres, como queda dicho, la
ausencia de la predicación de la Palabra y, peor aún, la tergiversación del sentido
verdadero de la Palabra, asombra la indulgencia y la tolerancia con que lo han venido
tolerando y permitiendo durante décadas los enviados por Cristo a proclamar su Palabra
a las naciones y a custodiar su rebaño defendiéndolo de los falsos profetas. Donde los
pastores están por lo general omisos, corresponden que los fieles asuman sus
responsabilidades para preservar la fe. A esos fieles perplejos quieren animar y esforzar
las páginas de este libro que terminan con una respuesta a la pregunta tantas veces oída
de los fieles escandalizados por la homilía o la clase de catequesis o de teología: ¿qué
hacer?
Este libro termina sugiriendo los caminos a seguir para reaccionar ante esta crisis
reclamando los derechos que tiene el fiel a ser enseñado en la recta doctrina de la fe y
una recta interpretación de la Sagrada Escritura.
Referencias
[1] El episodio se narra en Hechos 8, 26-39. La pregunta de Felipe y la respuesta del eunuco en los vv. 30-31.
[6] Hechos 4, 4. En el texto "la palabra" se refiere a la predicación de Pedro en Hechos 3, 12-26.
[12] José María Iraburu, De Cristo o del Mundo, Ed. Gratis Date, Pamplona 1997, página 11, Col. 2.
[13] José María Iraburu, Infidelidades en la Iglesia, Ed. Gratis Date, Pamplona 2005, página 16, Col. 2.
[14] José María Iraburu, Infidelidades en la Iglesia, Ed. Gratis Date, Pamplona 2005, página 20, Col. 2.
Sobre el autor
El Padre Horacio Bojorge es sacerdote jesuita. Nació en Montevideo, Uruguay en 1934, de padres católicos no practicantes.
Se formó en la escuela y el liceo laicos del estado uruguayo. Militó en la acción católica de estudiantes (1949-1952).Ingresó en la
Compañía de Jesús en 1953 y se ordenó de sacerdote en Maastricht, Holanda, en 1965. Cursó sus estudios de Humanidades clásicas
en Chile (1955-1956). Se licenció en Filosofía en Argentina (1959); en Teología en Holanda (1966) y en Sagrada Escritura en el
Instituto Bíblico en Roma (1969).Visitó Tierra Santa en 1967.
Terminados sus estudios volvió al Río de la Plata en 1969, años marcados, en lo político, por la guerrilla urbana; en lo teológico por
la teología política y de la liberación, y en lo eclesial por la división, la confusión y la desorientación.
Desarrolló desde entonces una intensa actividad dedicándose a la vez al estudio y la enseñanza de las Sagradas Escrituras, a diversos
niveles, tanto académico como pastoral. Ha predicado y dirigido ejercicios espirituales de San Ignacio y ha escrito sobre este tema
artículos y estudios.
Ha sido profesor de Sagrada Escritura en diversos seminarios y facultades católicas de teología. Es profesor en la Facultad de
Teología en San Miguel (Prov. De Buenos Aires).
Docente emérito de Cultura y Lenguas bíblicas en la Universidad de la República (Montevideo). Es autor de un método para el
aprendizaje del hebreo bíblico. Ha publicado numerosos libros y artículos.
Se desempeña en toda clase de ministerios sacerdotales entre los fieles: Dirección de ejercicios espirituales ignacianos; predicación de
retiros y novenas; confesiones; dirección espiritual; enseñanza bíblica y de espiritualidad.
Aprecia y colabora gustoso con los diversos movimientos: neocatecumenales, grupos de oración carismáticos y en la "Comunidad de
Convivencias con Dios" del Movimiento de Renovación carismática.
Debido a dichos ministerios, y a la presentación de la doctrina contenida en sus libros, recorre Argentina, Paraguay y Uruguay.
Una sobre los obstáculos contra el amor a Dios al servicio de la conversión. Y otra sobre el camino del amor al Padre, tal como lo
anuncia y enseña Jesús en el Sermón de la Montaña:
— En mi sed me dieron vinagre. La civilización de la acedia. Ensayo de teología pastoral. (Editorial Lumen, Bs. As. 2ª edición 1999)
— Mujer ¿por qué lloras? Gozo y tristezas del creyente en la civilización de la acedia. (Editorial Lumen, Bs. As. 1999)
— El lazo se rompió y volamos. Vicios capitales y Virtudes (Editorial Lumen, Bs. As. 2001) La trilogía sobre el kerygma del amor a
Dios consta de:
— "Las Bienaventuranzas. Vivir como el Hijo, Vivir como Hijos. " (2003);
— "Orar como el Hijo, Orar como Hijos. ¡Upa Papá! Elevaciones al Padre Nuestro" (2004),
— " Anuncio del Sermón de la Montaña. Vivir como el Hijo, Vivir como Hijos". (2004). (Los tres en Editorial Lumen, Buenos Aires)
Sobre el amor humano publicó últimamente un libro contracultural: La Casa sobre Roca. Noviazgo , Amistad Matrimonial,
Educación de los hijos (Ed. Lumen, Buenos Aires 2006)
"Teologías Deicidas. El pensamiento de Juan Luis Segundo en su contexto" Editorial Encuentro, Madrid 2000), 380 páginas, es un
libro de crítica teológica y filosófica a corrientes heterodoxas a propósito de uno de sus representantes.